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PALABRAS PRONUNCIADAS POR LA SEÑORA MINISTRA OLGA SÁNCHEZ CORDERO DE GARCÍA VILLEGAS, EN EL XC ANIVERSARIO DEL PERIÓDICO “EL UNIVERSAL”, EL 3 DE MARZO DE 2006, EN EL SALÓN “FELIX F. PALAVICINI” DEL MISMO DIARIO, EN EL CENTRO HISTÓRICO DE LA CIUDAD DE MÉXICO.
INSTITUCIONES PARA LA LIBERTAD. Principios, valores, medios y mujeres. YZ “Si alguna vez viera el mundo un tiempo en que las mujeres se unen pura y simplemente por el bien y beneficio de la humanidad, será este un poder como el mundo nunca ha conocido.” Mathew Arnold.
El pasado domingo, leí por primera vez la letra de una canción popular hindú, en cuyo final una mujer le implora a Dios que en su próximo alumbramiento no le dé una hija, sino que le diera, “en su lugar el infierno”. La canción precedía a un desgarrador reportaje en el que se narraba el que considero es ya el comienzo de una historia de muerte selectiva
que, tan solo en India, ha provocado 10 millones de abortos. Así comienza, también, una historia de desequilibrio demográfico que augura oscuros presagios
sobre
la
humanidad,
pues
en
sociedades como estas (China es otra de las mencionadas
en
el
artículo)
comienza
a
invertirse un equilibrio natural entre el género masculino y femenino, que se da en muchos países del mundo. Hace poco también, una revista mexicana dedicaba una buena parte de su número de febrero, a convocar a muy diversas escritoras mexicanas para que dieran su punto de vista sobre siete “mitos” que han rodeado a las mujeres desde hace siglos, el resultado es envidiable: siete mujeres asomándose a ciertos temas que “pese al sonido de sus tambores
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arcaicos, rondan aún la vida y la sexualidad femenina”. Confirmé
esa
afirmación
cuando
leí,
asombrada, la publicación, en el suplemento dominical de un diario español, de un reportaje sobre las mujeres de Hamás, el grupo islámico que
ahora
gobierna
Palestina.
En
dicho
reportaje, seis mujeres que compondrán una verdadera minoría en un parlamento de 74, se afanan en desterrar la imagen de radicalismo de ese grupo y desmienten que el islamismo las recluya:
es
universidades,
notoria
su
hospitales
y
presencia escuelas;
en pero
señalan que tienen un campo vedado: el militar. En el mismo número, una entrevista con los mejores cirujanos del país, entre los que, por
supuesto,
termina
por
se
encontraban
descubrirme
que,
mujeres, para
ser 3
cirujano, se necesitan manos de mujer y corazón de león, pues una de las entrevistadas invoca que contaba con el primero de los requisitos: las manos de mujer; pero que “tenía que demostrar que tenía corazón de león”, en un ambiente sumamente masculino, en el que se gritaba mucho y había que encontrar formas diferentes de hacerse respetar. En todas estas publicaciones encontraba muchos elementos para conformar un criterio que
favoreciera
la
idea
central
de
esta
intervención: el apoyo al desarrollo de la libertad. En
cada
una
de
las
mujeres
leídas
descubría muchas coincidencias, aún en la divergencia
que
suscitan
las
diferencias
geográficas, culturales, religiosas, o políticas; pero en todas se revelaba un elemento común: en todas estas publicaciones, lo femenino 4
privaba. Y me refiero a “lo femenino” que se busca siempre que se trata de hablar de la mujer. ¿En qué consiste ser mujer? ¿Cuál es la esencia de ese género que hoy congrega a 90 de nosotras? En
los
casos
que
narro,
independientemente de los indudables méritos personales, académicos o profesionales que destacaban en todas, había una constante: la necesidad de demostrar que ser mujer no era igual a ser débil, que ser mujer no equivalía aritméticamente a ser sumisa, que ser mujer no era, para nada, renunciar a la libertad. Estas mujeres y el reto de estar delante de ustedes en este foro, en este marco, con lo que todas
ustedes
representan,
con
lo
que
representa el hecho de intervenir –no a nombre de todas, sino por todas– en esta reunión de una parte de la especie humana que busca 5
intercambiar puntos de vista sobre lo que ser mujer significa en México, en estos tiempos, en esta coyuntura, me dieron la que quisiera proponerles como idea central de esta reunión: el favorecimiento de la libertad. El favorecimiento de la libertad, no solo femenina, sino de todos los seres humanos, independientemente de su condición, de su género. Ciudadanos o no, nacidos en el país o no, mujeres u hombres, niños, niñas o adultos en plenitud. El favorecimiento de esa libertad por la que –a la vuelta de los años lo termino de confirmar– mi generación luchó, pues, como lo recuerdo, en mi juventud, no había tantos espacios de libertad de los que pudiéramos disponer. Esa libertad de “poder hacer” de “poder pensar” de “poder ser”. Esa libertad inherente no solo a las mujeres, sino a todos los seres 6
humanos; pero que en particular a las mujeres nos ha venido costando más trabajo ejercer a plenitud, y cito textual, para los ejemplos, a mi admirada
Ángeles
Mastretta:
“heredar,
no
quedarnos a merced de un pariente, vivir solas si se nos daba la gana, viajar, trabajar fuera de casa, dar órdenes fuera de casa… tener una profesión, hablar en voz alta, opinar en voz alta, ir a votar, no ser [necesariamente] monjas o solteronas a medio mantener en caso de no ser casadas. Y todo lo que ya sabemos gracias a los años veinte y a los sesenta y a los noventa”. Ejercer plenamente esa libertad que se da en un contexto, en un contexto de respeto por los demás, en un ambiente de intercambio plural, ha sido, me parece, la constante revolución femenina que no termina. Y que bueno que así sea, pues una vez terminada, 7
toda
revolución
agota
sus
ideales,
se
anquilosa, se muere. Ejercer esa libertad en el contexto que nos ha correspondido a cada una es el reto. En consecuencia, al tratarse de una libertad contextualizada, estamos hablando de una libertad
que
puede
verse
favorecida
o
menoscabada por diversas circunstancias y factores; pero se trata, en todo caso, de una libertad en la que las instituciones -entendidas como todo aquello que uno no ve, pero que mueve a todo, como una estructura normativa o un sistema normativo o de incentivos, de formas de pensamiento, como todo aquello que construye un paradigma o una forma de pensar
en
la
que
todo
confluye--
son
fundamentales. En un Estado Constitucional y democrático de Derecho, que me parece es una aspiración común, las instituciones son las 8
reglas del juego y las organizaciones los sitios donde se aplican esas instituciones. La
igualdad,
transparencia, nuestros
la
la
no
discriminación,
justicia,
derechos
las
la
libertades,
fundamentales,
el
federalismo, el republicanismo, la democracia, el laicismo, la representatividad, los principios y valores constitucionales, serían en este contexto instituciones; y los Poderes Públicos, las ONG’S, las Iglesias, los sindicatos, los Partidos Políticos, el Empresariado, los Medios de Comunicación, serían las organizaciones encargadas de hacerlas efectivas, el lugar donde deben ocurrir, los garantes de que las instituciones se realicen, los guardianes de esas instituciones. Las organizaciones deben hacer todo lo posible para favorecer la libertad, para apoyar al logro de esa libertad en todos los seres 9
humanos,
pero
particularmente
en
las
mujeres. Pues el histórico desprecio, cuya consecuencia ha sido el sometimiento, que se traduce por supuesto en falta de libertad, la incomprensión y la falta de apoyos para la realización de eso que las mujeres queremos hacer, de esa manera peculiar de vivir nuestra libertad, debe terminar. Las organizaciones están llamadas, en este contexto, a impulsar, por todos los medios a su alcance, que los valores
y
principios,
constitucionales,
se
particularmente
los
conviertan
en
instituciones, en reglas del juego respetadas por todos, en todo eso que, como he dicho, constituye
una
forma
de
pensar,
un
paradigma, un sistema de incentivos. Las organizaciones,
por
tanto,
devienen
en
baluartes, sobre todo de la libertad.
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Por ello es esencial destacar la labor del medio que hoy nos congrega. Por noventa años, este periódico ha acumulado una gran experiencia profesional que lo ubica como uno de los diarios más respetados en América Latina. Un calificado equipo de reporteros, columnistas,
articulistas,
caricaturistas
y
diseñadores conforman la plataforma editorial que ha hecho que, por noventa años, El Universal haya sido “el gran diario de México y un guardián indiscutible de la libertad como principio. En reconocimiento al logro de conjuntar a tantas
mujeres
tan
valiosas,
y
en
agradecimiento a la labor que a favor de las mujeres ha realizado durante estos noventa años,
quisiera
finalizar
esta
intervención
reconociendo en Don Juan Francisco Ealy Ortiz a uno de esos baluartes de nuestra 11
libertad y agradecerle por el honor concedido de dirigirme a todas ustedes, a quienes felicito por su destacada labor personal en el momento histórico que a cada una le ha tocado vivir. Y termino diciendo que: La segregación o la discriminación por razón de género son fenómenos para los cuales, hoy por hoy, hace falta cooperación. No hay segregacionista sin segregado. Ubicarse en el supuesto de uno u otro es, cada vez más, una decisión que puede tomarse con la misma libertad
con
la
que
puede
resolverse
no
ubicarse en supuesto alguno. Yo espero con avidez el día en que pueda decir esto sin temor a equivocarme. Quiero que llegue el día en que pueda decir en todo momento: tengo libertad, y que ello abarque todos los ámbitos de libertad que mi imaginación conciba y que esa libertad sea no solo respetada, sino promovida. 12
En la realización de esta tarea reitero, las instituciones
son
fundamentales.
La
comunidad internacional nos hace libres a través de los compromisos que contrae el Estado mexicano, que a su vez me hace libre a través de sus leyes y del respeto que tenga por estas; las leyes del Estado a través de sus instituciones. La sociedad me proporciona medios
para
educación,
la
la
libertad
a
través
educación
a
través
de de
la su
apertura y laicidad. En fin, quiero poder hablar siempre con términos que indiquen progreso, y que al hacerlo hablen del día de hoy. De esta mañana en El Universal, de esta tarde en el Congreso de la Unión, de mañana en la mañana en la Comisión
Interamericana
de
Derechos
Humanos o en la Corte Internacional de
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Justicia, de todos los días, en todos los rincones de mi país. Esta miscelánea entre anhelo y proyecto, compartida
por
tantas
de
nosotras,
será
posible si logramos integrar a nuestro trabajo una
manera
de
pensar
cuya
premisa
fundamental sea incluir. De tal forma que nuestras decisiones sólo afecten a los demás en el sentido de conceder más libertad, en el entendido de que, en la medida en que soy más libre también lo es el otro y, por ello, el respeto que merecen nuestras respectivas libertades es absoluto,
indiscutible,
improrrogable,
inagotable.
Muchas Gracias.
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