INSTITUTO COSTARRICENSE DEL DEPORTE Y LA RECREACIÓN POR: ROBERTO ROQUE PUJOL

INSTITUTO COSTARRICENSE DEL DEPORTE Y LA RECREACIÓN OCIO Y TIEMPO LIBRE TEORIAS Y ENFOQUES CONCEPTUALES EN EUROPA OCCIDENTAL Y ESTADOS UNIDOS DE AMER

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INSTITUTO COSTARRICENSE DEL DEPORTE Y LA RECREACIÓN

OCIO Y TIEMPO LIBRE TEORIAS Y ENFOQUES CONCEPTUALES EN EUROPA OCCIDENTAL Y ESTADOS UNIDOS DE AMERICA

POR:

ROBERTO ROQUE PUJOL REVISTA DIGITAL “ACTÍVATE” NÚMERO 1. SEPTIEMBRE A DICIEMBRE 2008 CASA DEL LAGO. PARQUE METROPOLITANO LA SABANA SAN JOSÉ, COSTA RICA

Revista Digital “ACTÍVATE”. ICODER, COSTA RICA, 2008

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OCIO Y TIEMPO LIBRE TEORIAS Y ENFOQUES CONCEPTUALES EN EUROPA OCCIDENTAL Y ESTADOS UNIDOS DE AMERICA

ROBERTO ROQUE PUJOL PHD, MSC, LIC. INSTITUTO COSTARRICENSE DEL DEPORTE Y LA RECREACIÓN COSTA RICA

[email protected]

Publicado originalmente por el ICODER: 306.4812 ° R786-0 Roque Pujol, Roberto Ocio y tiempo libre / Roberto Roque Pujol. — la. ed.~ San José, C.R.: Instituto Costarricense del Deporte y la Recreación, 1999. 94 p. ;23xl5cm. ISBN 9968-835-00-5 l.Ocio. I.Título Prohibida la reproducción total o parcial de esta obra, sin el consentimiento expreso por escrito del Instituto Costarricense del Deporte y la Recreación. © Hecho el depósito de ley.

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RESUMEN

La acción promocional y la investigación del tiempo libre, el ocio y la recreación en un país en vías de desarrollo son tareas sumamente complejas que tienen ante sí no solamente urgencias sociales, económicas y culturales, sino también dificultades de tipo teórico referidas, básicamente, a la orientación teórica que se debe adoptar en el problema crucial de la definición de los conceptos fundamentales que deben guiar la promoción y la investigación, en particular los propios conceptos de tiempo libre y ocio, de los cuales se derivan las actividades, los énfasis sociales e institucionales y las prioridades económico-financieras. El trabajo teórico se convierte así no sólo en un escalón indispensable de toda acción o investigación, sino en su pre-rrequisito: la dirección de esfuerzos y recursos sin suficiente información o sin información adecuada, o la obtención de datos no enlazados y seleccionados a la luz de- un enfoque teórico consecuente con los propósitos institucionales, que se sustenten en una visión científica integradora, se convierte en una dilapidación de recursos y en una posible fuente de error social. Pero para poder sustentar un plan de acción o investigación en una plataforma teórica que abra camino a la obtención de resultados adecuados, deben estar suficientemente aclaradas las fuentes principales que han nutrido el acumulado de ideas, reflexiones y conceptos más importantes. Un conjunto importante de estas fuentes sobre el tiempo libre se ha elaborado en dos zonas geográficas: Europa Occidental y Estados Unidos de América, a lo largo de un plazo temporal suficientemente largo como para poder realizar generalizaciones que revelen sus tendencias más significativas, sus logros y sus limitaciones, en un continuo teórico que se renueva incesantemente y que requiere una constante actualización. En este sentido, este estudio monográfico pretende, en primer término, analizar un conjunto significativo de corrientes teóricas dedicadas a la definición de los conceptos de ocio y tiempo libre en el pensamiento euro-occidental y norteamericano. En estas corrientes se incluyen diversas escuelas y tendencias que abarcan desde el empirismo, el behaviorismo social, el enfoque funcional, posiciones aparentemente "marxistas" e incluso la interpretación clásica de Marx sobre el fenómeno de la enajenación y su aplicación al tiempo libre.

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ABSTRACT

The promotional action and the investigation of free time, leisure and recreation in a developing country are extremely complex tasks that have before itself not only cultural, economic, and social conditions, but also difficulties of theoretical type, basically, to the theoretical orientation that should be adopted in the crucial problem of the definition of the fundamental concepts that should guide the promotion and the investigation, particularly the concepts of free time and leisure, of which the activities, the social and institutional emphasis and the economic-financial priorities are derived. The theoretical work is converted thus not only in an indispensable step of every action or investigation, but in its antecedent: the direction of efforts and resources without sufficient information or without adequate information, or the obtaining of data done not bind and selected in light of a theoretical focus consistent with the institutional purposes, that be supported in an integrative scientific vision, becomes a dilapidation of resources and in a possible source of social error. But to be able to support a plan of action or investigation in a theoretical platform that break through to obtaining of adequate results, they should be sufficiently clarified the main sources that have nourished the ideas, reflections and concepts. An important assembly of these sources on the free time has elaborated itself in two geographical zones: Europe Western and United States of America, along a sufficiently long temporary time limit as to be able to carry out generalizations that reveal its more significant tendencies, its achievements and its limitations. In this sense, this monographic study intends, in the first term, to analyze a significant assembly of theoretical currents dedicated to the definition of the concepts of leisure and free time in the eurooccidental and North-american thought. In these currents diverse schools they are included and tendencies that cover the empiricism, the social behaviorism, the functional focus, positions apparently "marxists" and even the classical interpretation of Marx on the phenomenon of the alienation and their application to the free time.

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CAPITULO PRIMERO. LAS FUENTES TEÓRICAS DEL OCIO EN EL PENSAMIENTO OCCIDENTAL

1. ANTECEDENTES TEÓRICOS Y EPISTEMOLÓGICOS. El análisis teórico de los conceptos básicos de la investigación del tiempo libre parte de un obstáculo inicial: la enorme herencia semántica que portan esos conceptos como resultado de una preocupación social y cognoscitiva que se ha manifestado ininterrumpidamente a lo largo de un período histórico extremadamente extenso y en el que han confluido fuerzas socio-económicas, históricas, filosóficas y científicas heterogéneas. Esta realidad histórica se ha expresado lingüísticamente y ha condicionado que los conceptos tiempo libre y ocio hayan adoptado significados diversos y sean, en la actualidad, una nebulosa epistemológica que debe ser aclarada y precisada. 1.1. El ocio en el pensamiento helénico y romano. Los primeros análisis registrados sobre el tiempo libre y el ocio en el marco del pensamiento filosófico occidental fueron realizados en la Grecia Helénica y alcanzaron una sistematización posterior en el Imperio Romano. Con el término SKOLE Platón y luego Aristóteles designaban un estado o proceso que con posterioridad ha sido comúnmente conocido por "ocio" y "tiempo libre'' en español, "leisure" y free time" en inglés y "loisir" y "temps livre" en francés. Platón utilizó en su obra este concepto como un elemento de apoyo a sus concepciones sobre la organización ideal de la sociedad. En la República —aunque no exclusivamente— pueden encontrarse los sentidos más significativos que Platón asignaba a ese término y que revelan un nivel de reflexión que aún en nuestros días no es común por lo avanzado de las ideas. No puede olvidarse que el substrato socio-económico de las concepciones griegas sobre el ocio estaba constituido por la esclavitud y por su específica división del trabajo, que estaba ligada a los contenidos y formas propias de la labor realizada por los esclavos, así como a las modalidades del comercio y la artesanía, ejecutadas principalmente por ciudadanos libres sin recursos suficientes para garantizar su libre acceso a la política y a otras actividades usualmente reservadas a la aristocracia. Pero aún sobre esta base, es interesante observar cómo Platón no incurrió en el error de separar radicalmente al trabajo del ocio, sino antes bien, sostuvo su unidad. Más aún, defendió la tesis de que el ocio debía existir en función del trabajo, como una de sus condiciones. Este punto de vista es defendido por James O'Leary en su artículo "Skole and Plato's Work Ethic"', publicado en 1973 (55). Según este autor, en la República aparecen tres significados precisos del término SKOLE: • Como tiempo libre o no ocupado en el trabajo, •* como libertad respecto a otras ocupaciones y •

como un estado anímico de auto-posesión o no estar distraído por

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sentimientos o emociones no relacionadas con el ocio -que en la actualidad se ha denominado 'compromiso con la actividad'; •

un cuarto sentido estaría dado por la ausencia de contenido, la pérdida de tiempo o por estar ocupado en actividades improductivas e inútiles, pero según el autor de referencia, este sentido está expresado por un término distinto, AGRIA, lo que quiere decir que Platón distinguía los anteriores significados, de contenidos positivos, de este último, al que asignaba una connotación negativa.

James O'Leary expresó algunos juicios sobre el tratamiento del término SKOLE por Platón que son interesantes y merecen ser comprobados en investigaciones filológicas profundas. Pero en su defecto, y hasta que se realicen, parece conveniente relacionarlos a guisa de hipótesis. Sostuvo que en los Diálogos aparece el término SKOLE referido a las cualidades que hacen posible el trabajo: (a) como LIBERTAD-PARA y (b) como auto-posesión; ambos tipos de skole son necesarios a fin de que el trabajo pueda ser consumado. Según O'Leary, Platón sostuvo que el bienestar de la sociedad no es servido cuando está motivado tanto por mero interés personal o por un insaciable cultivo del lujo. "En una gran medida, Platón atribuye una pérdida del talento individual, una autoindulgencia sin sentido y una negación de las necesidades de la sociedad a la preocupación general respecto a la recreación. (...) Platón no argumenta que el trabajo hace posible al ocio, sino que el ocio es una condición del trabajo (...)" (55). Por su parte, Aristóteles criticó esta posición de Platón y la calificó de impracticable en su Política (1262 A). En su concepción, identificó la felicidad con la actividad intelectual y concedió teóricamente la "ciudadanía" a "todos los que se hayan exentos de los trabajos necesitados" (Política, II, 3,1278), al tiempo que sostuvo que el ocio es el objetivo de todos los individuos pensantes ya que proporciona las oportunidades para alcanzar "los más altos bienes": "(...) toda a vida se divide en trabajo y ocio, en guerra y paz, y de las acciones, unas son necesarias y útiles y otras honrosas, y también tiene que existir aquí la misma división que en las partes del alma y sus actividades: la guerra existe en vista de la paz, el trabajo en vista del ocio, y las acciones útiles y necesarias en vista de las honrosas (...) es preciso, en efecto, poder trabajar y hacer la guerra, pero aún más vivir en paz y tener ocio (...)" (72, 14,4801 Precisó más su idea al plantear: "(...} porque la naturaleza en sí misma, como a menudo se ha dicho, requiere que seamos capaces no solamente de trabajar bien, sino de utilizar el ocio bien; por esto, debo repetir una vez más, el primer principio de toda acción es el ocio (,..}" (73). Tal concepción se sustentaba en una estructura social cuyos roles legitimaba la sociedad

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esclavista: en las ciudades griegas quedaba para los ciudadanos las diversas formas de participación en la vida política, en la educación, la filosofía o el arte, o en un plano inferior, en el comercio o artesanía, mientras el trabajo productivo esencial descansaba sobre los esclavos. La distinción aristotélica, aplicada a este modelo, condujo a establecer una diferenciación de las ocupaciones que perseguían un fin diferente de la búsqueda de la felicidad, del placer, de la alegría, circunscritas exclusivamente a la actividad intelectual. Toda otra actividad era 'útil', 'necesaria', pero no se derivan de ellas 'los más altos bienes'. Estas ideas han constituido el germen de lo que ha sido posteriormente un verdadero "pantano teórico": las intersecciones semánticas entre ocio y tiempo libre. Según Aristóteles, el ocio comienza por la no-ocupación en el trabajo, es decir, por tener la oportunidad de alcanzar los bienes de tipo espiritual. Y esa oportunidad es, en primer lugar, para algunos autores contemporáneos, el tiempo libre. Pero no solamente es oportunidad, sino también la "utilización correcta del tiempo libre", que en el devenir histórico ha sido una de las corrientes de la definición del ocio. Aristóteles sentó las bases de la gran confusión lingüística que ha heredado la teoría del ocio en la actualidad. Tal interpenetración semántica entre ocio y tiempo libre no acaba en Aristóteles. El pensamiento latino introdujo el término LICERE, uno de cuyos significados oscilaba entre "ser permitido" y "ser libre", junto a este término coexistía el de OTIUM, traducción directa del skole griego. De esta forma, el latín dividió el significado en dos términos, uno de los cuales (licere) imponía una fuerte connotación de libertad. Así, la idea original de los griegos de que el ocio (skole) proporcionaba oportunidades para alcanzar la felicidad, o la misma felicidad, en contraposición con el trabajo y con todas las tareas que tienen un fin 'externo', se completó con la nota semántica de libertad introducida por LICERE. No obstante, parece que Cicerón retomó la idea platónica de que el ocio descansa el cuerpo y el espíritu para volver al trabajo, al formular un ciclo de "otium" y "neg-otium", aspecto que merece mayores estudios filológicos. Por supuesto, al igual que en Grecia, el fundamento de esta concepción que une felicidad-ocio-oportunidad-libertad es el sistema esclavista, cuya división clasista identificaba estas nociones al cultivo del espíritu y relegaba el trabajo útil a los esclavos y otras capas desfavorecidas. A la intrincada madeja PALABRA 1 (Con PALABRA 2 (Con lingüística descrita se ha IDIOMA sentido negativo' sentido positivo) sumado otro proceso histórico: el inglés y el GRIEGO SKOLE AGRIA francés han adoptado las LATÍN LICERE OTIUM derivaciones idiomáticas del LOISIR ' término LICERE (leisure y FRANCÉS loisir respectivamente) y han INGLÉS LEISURE puesto en primer lugar el ESPAÑOL OCIO significado secundario de "ser libre". De aquí que en esos idiomas el proceso social e individual del tiempo libre o el ocio se designe con esta fuerte connotación de libertad. Pero el español no siguió este camino: partió del término OTIUM, del cual se ha derivado la palabra OCIO, que también adquirió con el tiempo connotaciones peyorativas asociadas originalmente a la palabra

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AGRIA. A diferencia de los otros idiomas, el español asumió dos vías para designar este proceso social e individual: por una parte continuó conservando los significados originales del término SKOLE, que es la línea de desarrollo conceptual de tipo científico; pero asumió también las connotaciones negativas del término AGRIA, asociado al ocio improductivo. En el medioevo español, el estilo de vida de la nobleza y el pensamiento católico oficial confirmaron popularmente las acepciones de improductividad y decadencia de valores que ya tenía el ocio producto de su vínculo con el término griego agria. En resumen, los significados esenciales que han perdurado hasta la época moderna en la evolución histórica y lingüística del concepto ocio en los idiomas inglés y francés (que son los de la inmensa mayoría de los autores consultados para este trabajo) tienden a ser, al margen de las diferencias de enfoque^ los siguientes: libertad de elección, ausencia de compulsión o de fines externos a los sujetos, antagonismo con el trabajo y búsqueda de felicidad. En el español, estas acepciones se han abierto paso en el pensamiento científico, pese a la herencia histórica aportada por la etapa medieval.

1.2. El ocio en la sociología occidental. Resulta imprescindible dar un salto histórico hasta fines del siglo XIX, no porque esta temática haya estado ausente de las reflexiones sociales y/o filosóficas en los siglos precedentes, sino porque no parece que ocurrieran cambios semánticos fundamentales en esta herencia antigua, que es la que retomaron los pensadores modernos en el esfuerzo fundacional de constituir una posible "sociología del ocio". En realidad el primer antecedente teórico di recto de la llamada "sociología del ocio" apareció en la obra del sociólogo y economista norteamericano Thorstein Veblen The Theory of Leisure Class, publicada en 1899 por primera vez, en la que examinó el ocio en función de la caracterización del modo o estilo de vida de una clase social. Para Veblen, el tiempo libre —vale decir, el empleo no productivo del tiempo—, tanto su posesión como el uso que se le da, constituía un símbolo de estatus social, riqueza y poder, y por ello, era una meta a alcanzar para las masas. Y aún antes, apareció la crítica de Marx sobre la sociedad y la economía capitalista, en especial su análisis sobre la enajenación, que ofreció un cuadro explicativo de los procesos socioeconómicos y clasistas que subyacen en la absolutización semántica de la libertad en las nociones de ocio y de tiempo libre, como el resultado de leyes económicas inherentes a la división en clases de la sociedad y en particular a la división en clases de la sociedad capitalista. Pero este análisis se mostrará más adelante, en ocasión de la crítica a la definición "deducida" u "opuesta al trabajo" del tiempo libre. Posteriormente, a partir del segundo cuarto del siglo XX, dentro de la llamada sociología empírica norteamericana, se observó una atención sobre el tiempo libre como parte de las investigaciones concretas que, sobre temas más generales, se desarrollaron en los Estados Unidos en la segunda

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y tercera década del siglo. El famoso estudio de los esposos Lynd, Middletown, cuyo objetivo era el análisis del modo de vida urbano, incluyó el empleo del tiempo libre como uno de los aspectos a considerar. Más tarde, la investigación de Elton Mayo acerca de los factores que aumentaban la productividad del trabajo caracterizó al tiempo libre como un factor de equilibrio de la personalidad. Y en 1934 se publicó la encuesta monográfica Leisure. A Suburban Study, de Lundberg, Komarovski y Mc-lllnezi, obra que marcó el inicio de la actual sociología del ocio. Estos primeros acercamientos al tema se produjeron en forma de investigaciones concretas, en las que lo más importante era la recogida de datos cuantitativos sobre el tiempo libre disponible para el ocio, las diversas preferencias en cuanto a qué tipo de actividad realizar, la frecuencia de asistencia a lugares recreativos y las opiniones de los individuos al respecto, todo ello desde el punto de vista comparativo a fin de encontrar las diferencias entre un grupo social y los otros, o entre una época y las otras, y de ahí se pretendía inferir la importancia del tiempo libre en relación con otros aspectos de la vida social. De esta forma, más que una definición del concepto, lo que se perseguía era encontrar un indicador que ayudara a esclarecer el problema estudiado, fuera este el modo de vida urbano en Middletown, la productividad del trabajo en los estudios de Elton Mayo o el problema de la adaptación a la vida de la ciudad, como en el caso de The City de Park y Bugers. Es necesario destacar que esta manera de enfocar el asunto responde y coincide gnoseológica y metodológicamente con el empirismo sociológico, la corriente más influyente dentro de la ciencia social norteamericana de la época. La llamada sociología empírica -bajo cuya denominación se incluyen aquí las Esta diferencia, aunque no en términos manifestaciones del behaviorismo social, el absolutos, es aplicable al análisis de los neopositivismo sociológico y la corriente estudios sobre el tiempo libre en ambas psicológica de la sociología— llegó casi a regiones y se explica por varias razones: dominar en los Estados Unidos desde la década en primer lugar, por las diferencias en el de 1920 hasta la de 1940 del presente siglo. desarrollo económico y social, dado Durante esos años la mayor parte de la sobre todo por el despegue acelerado producción sociológica tuvo lugar en forma de de los Estados Unidos a principios del investigaciones concretas o 'aplicadas' sobre siglo y en sus primeras dos décadas; y aspectos aislados de la vida social, de ahí en segundo, por la influencia que tuvo la que se acostumbre a contraponer una tradición teorética europea sobre la tradición 'empirista' en la sociología sociología. norteamericana con la sociología 'histórica' de carácter más teorizador y filosófico que se desarrolló en Europa Occidental. En los Estados Unidos de las últimas décadas del siglo, el despegue económico y la necesidad de estabilización social provocaron un énfasis en la aplicación de las ciencias sociales a estudios micro-localizados tendientes a disminuir las tensiones sociales. La investigación se orientó hacia la solución de tareas concretas en los campos de la producción y la productividad, de la estabilidad de la fuerza de trabajo, de la adaptación de estudiantes y otros sectores a las condiciones de vida de ese momento, a la eliminación de conductas desviadas de las

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normas, de los factores de prestigio social y del ocio, entre otros temas. Esta orientación fue sustentada por las instituciones que financiaban los estudios, tanto estatales como privadas, y se logró el nexo entre investigación y dirección social. Ni la sociología empírica, ni la vinculada a la temática del tiempo libre, pudieron colocarse — tal como aspiraban-- al margen de la política a fin de ser 'objetivas' y 'neutrales7, sino que, desde el primer momento, estuvieron estrechamente relacionadas con el orden social. Para cumplir con este objetivo, el empirismo combinó los principios del positivismo clásico con la filosofía pragmática -la tendencia filosófica de mayor influencia en el país— y con el neopositivismo que le fue contemporáneo; de aquí que empezara por declarar la necesidad de superar las construcciones metafísicas y especulativas de las teorías anteriores a través de la separación absoluta entre la sociología y la filosofía, por lo cual se concentró solamente en la constatación de los datos y hechos sociales mensurables y dados a la experiencia. La sociología norteamericana rechazó la generalización como especulativa. Y este rechazo fue una seria limitación metodológica, ya que si bien la selección, el ordenamiento y la clasificación de datos y hechos mensurables implican cierto grado de generalización, este resulta insuficiente en tanto describe solamente dónde y cómo ocurrieron los hechos y cuáles son, pero no revela los nexos profundos, las causas y los procesos sociales, usualmente no observables. El estudio del tiempo libre durante esta etapa inicial medición de las manifestaciones externas de la conducta individual, que el investigador ordenaba, clasificaba y comparaba, pero sin tener en cuenta el complejo sistema de relaciones sociales y circunstancias históricas en que ocurrían, ni las leyes sociales en que se desenvolvían. El tiempo dedicado a cada actividad del presupuesto de tiempo y del tiempo libre, las conductas y las preferencias recreativas, las opciones y los lugares para el uso del tiempo libre, fueron algunos de los temas de investigación usuales.

siguió este modelo y se redujo a la Pese a esto, es necesario destacar que estos sociólogos realizaron importantes contribuciones al estudio científico del tiempo libre: sentaron pautas, validaron métodos, promovieron el acercamiento al tema y señalaron la importancia social del tiempo libre, acumularon datos e informaciones e, incluso, sentaron bases para el establecimiento de regularidades en los diferentes aspectos tratados.

Es muy difícil evaluar el impacto del enfoque empirista en la reflexión sobre el tiempo libre, pero al menos hay que afirmar que fue decisivo y que hasta hoy en día la inmensa mayoría de los proyectos de investigación auspiciados por instituciones científicas, universitarias, comerciales o empresariales siguen el modelo trazado por los primeros estudios empíricos, no sólo en Estados Unidos o en Europa, sino también en América Latina, los países europeos del este y otras regiones. De hecho, y visto desde un ángulo cuantitativo, es posible afirmar que el empirismo continúa siendo la plataforma metodológica de la mayor parte de los estudios concretos sobre el tiempo libre a escala mundial, salvo focos y autores que han expresado enfoques metodológicos superiores.

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La década de 1950 fue el período en el que comenzó un verdadero auge en los estudios sociológicos sobre el tiempo libre. Desde ese momento tuvo lugar la publicación de los más importantes textos: Riesrnan, The Lonely Crowd (1950); Rossemberg y White, Mass CultureCI 957); Larrabee y Mayersohn, Mass Leisure (1958); estas dos últimas antologías; Anderson, Work and Leisure (1961}; De Grazia, Of Time, Work and Leisure (1962); Dumazedier, Vers une civilization du loisir (1960) y Socíologie du loisir (1958); Kaplan, Leisure in Amerca (1960); Kraus, Recreation and Leisure in Modern Societv (1971), entreoíros. En 1956 se celebró en Amsterdam el III Congreso Mundial de Sociología, en el cual se formó un grupo internacional de estudios sobre el tiempo libre, que promovió la discusión y edición de múltiples trabajos sobre esta temática. Se constituyó la World Leisure and Recreation Association, a la cual están afiliados la mayor parte de los países y que impulsó la formación de asociaciones regionales y nacionales, y que ha impulsado la celebración de Congresos periódicos, de investigaciones y estudios de distinto carácter y su publicación, básicamente a través de su revista World Leisure and Recreation, de amplia circulación y merecido prestigio científico internacional. Las obras mencionadas, representativas de esta explosión en el interés científico, incluyeron la preocupación por definir el concepto ocio y por abordar el problema con un enfoque más global. En este período se formularon las definiciones que en este texto se denominan "tradicionales" y que serán analizadas más adelante, cuyos objetivos se movieron alrededor de la caracterización del ocio, de su relación con el trabajo y con las motivaciones, intereses y aspiraciones del individuo, con los valores sociales e individuales, y con su manifestación como actividades recreativas. Las búsquedas teóricas que comenzaron en este período estaban relacionadas con las particularidades de esta etapa histórica y con las necesidades sociales y económicas del capitalismo de posguerra. Se inscribieron además en una etapa en la que el pensamiento sociológico trató de superar el empirismo abstracto que lo había caracterizado con anterioridad, elaborando teorías más generales que pudieran presentarse como alternativas al marxismo en los marcos del enfrentamiento al sistema socialista. Por otra parte, ya en los años sesenta se formuló la teoría de la 'sociedad del bienestar', en la que el ocio sería el factor decisivo de medición de la calidad de la vida, complementada por; (a)Un Estado benefactor que aumentaría su actividad en la distribución de las riquezas y la planificación de las actividades y espacios recreativos; (b)una cultura de masas exponenciada incesantemente; y (c)un movimiento recreativo sin precedentes, con líderes muy activos en la propagandización de la importancia presente y futura del ocio, El enfoque funcionalista se impuso en la sociología norteamericana y se presentó como la teoría general sobre la sociedad. Este modelo no excluyó el estudio empírico, sino que se planteó ampliarlo y complementarlo, es decir, introdujo la investigación empírica en el sistema teórico de la interacción social, de orientación psicológica, de las relaciones funcionales entre los sujetos sociales, básicamente las instituciones y los grupos humanos. Pero al mismo tiempo, redujo la importancia de los determinantes objetivos y los sustituyó por manifestaciones subjetivas, como

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orientaciones de valor, actividades de grupos, roles sociales, dependencias funcionales, etc. Si se tienen en cuenta las limitaciones del empirismo, esta etapa constituyó un salto de calidad en la teoría y la metodología de la investigación, y reveló un universo de causas y procesos muy importantes para explicar los fenómenos sociales, entre ellos los de la recreación. Las décadas de los años ochenta y noventa han significado u na apertura de la teoría hacia los problemas de tipo educativo y social, a la luz de los enfoques propuestos por los organismos de las Naciones Unidas en relación con el rol de las ciencias sociales en la solución de los problemas sociales globales. A esto se ha sumado la intensa comercialización del ocio y el tiempo libre, que también han acentuado -desde otro ángulo— los procesos sociales y comunicativos que subyacen en el ocio. En este contexto, los modelos teóricos han posibilitado un entrecruzamiento de las concepciones tradicionales y de las generalizaciones experimentales con los enfoques de tipo social y comunicativo, existiendo en la actualidad todo un mosaico de posiciones teóricas.

1.3. Eclecticismo epistemológico en el tratamiento teórico del ocio en las ciencias sociales contemporáneas. Los estudios sobre el ocio que se efectuaron en los Estados Unidos durante esta etapa tuvieron un espíritu más teorizador. El fenómeno del tiempo libre empezó a verse más a través de las dependencias funcionales con el resto de los elementos del sistema social, sin eliminar su análisis empírico. Sin embargo, como se verá posteriormente, el nivel de la teorización no sobrepasó, en muchos casos, lo alcanzado por las generalizaciones empíricas existentes. En Europa Occidental, por otro lado, se observó desde momentos más tempranos un acercamiento más teorizador que en los Estados Unidos. Obviamente, las tareas prácticas que el desarrollo económico de posguerra le presentó a los sociólogos europeos fueron las mismas que en el caso americano, y ocurrió que la influencia del empirismo también había llegado a Europa y había condicionado la respuesta científica de una capa de dentistas sociales, en particular estudiosos del tiempo libre, como puede observarse en los trabajos de J. Dumazedier, Pieper, Friedman y otros. Pero sí ocurrió su asimilación con la tradición teorética europea. Puede pensarse que a partir de la década de 1950 la evolución de la investigación del ocio en Estados Unidos y Europa Occidental ha seguido caminos relativamente separados y, en algunos autores, hasta divergentes. Esta afirmación la fundamentan estudios comparativos realizados por especialistas norteamericanos, holandeses e ingleses, entre otros, que han precisado lo que se ha dado en llamar el problema del espejo de una sola cara (the one-way mirror problem), tal como puede observarse en un trabajo de Rabel, Burge y Theo Beckers, de las Universidades de Illinois (USA) y Wageningen (Holanda). Estos autores hacen un interesante diagnóstico de ese 'aparente antagonismo', por lo que constituyen fuentes importantes para conocer los grandes rasgos de esta evolución en ambas regiones. A continuación una síntesis de sus planteamientos. En primer lugar, parten de reconocer que la investigación del tiempo libre en esos países ha estado en crisis en el período anterior y hasta la década de 1980:

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"En ambos lados del océano la investigación del tiempo libre tiene problemas. Esta afirmación está basada en un conjunto de observaciones: 1. Las ciencias sociales han declinado como contribuyentes políticos efectivos. 2. Las predicciones sobre una sociedad del ocio, confiadamente expuestas en los años sesenta por los líderes del movimiento de la recreación y los deportes, no se confirmaron. 3.El tiempo libre, como tópico de la política gubernamental y de los programas de desarrollo, ha perdido apoyo con el triunfo de las políticas de derecha en las democracias occidentales. 4.El inefectivo debate sobre el concepto y las definiciones del ocio. 5. La incapacidad de vincular los estudios sobre el tiempo libre con las disciplinas formales (sociología, psicología, economía, geografía y otras) y con los más importantes objetivos teóricos. Ese abismo teórico nunca ha sido cubierto y, en su lugar, tenemos una serie de paradigmas invocados individualmente" (6,12). Sobre esa base, analizan las principales causas que, según su criterio, han condicionado la crisis y el aislamiento entre los investigadores europeos y norteamericanos. Una de esas causas ha sido la diferencia en enfoques metodológicos que ha caracterizado a ambas regiones, pues, según plantean, |a investigación europea ha sido más teorética y holística que la norteamericana y. en particular esta ha sido más aplicada y pragmática (6,12). En los EEUU, la investigación ha tendido a soslayar el análisis teórico y metodológico, a parcializar los objetivos de la investigación en dependencia de las respuestas concretas que han solicitado las fundaciones, empresas e instituciones privadas o estatales que las financian para, sobre esa base, adoptar de manera particular un basamento teórico conveniente a cada estudio específico; a seguir modelos biológicos y físicos que han conducido a que los problemas de investigación se fraccionen en pequeñas piezas como si no hubiera conexión entre ellos; a que los investigadores se hayan adherido a modelos científicos tradicionales, renunciando a las búsquedas y a la experimentación; a seguir caminos que han conducido en la mayoría de los casos a respuestas rápidas y a la fácil publicación de los resultados, en lo que lo más importante ha sido la forma del artículo, los tecnicismos y la sofisticación metodológica; por último, a que los investigadores norteamericanos se hayan fundamentado básicamente en un modelo funcionalista y hayan ofrecido predicciones y juicios empíricos. Tal situación se ha sustentado en la manera como se ha organizado la investigación en los EEUU, concentrada y financiada fundamentalmente por empresas comerciales interesadas en la solución de problemas de alcance reducido, en universidades e instituciones auspiciadas por fundaciones, consorcios y grandes empresas que han canal izado la investigación hacia temas vinculados con la dinámica del sector privado de la economía o hacia aspectos relacionados con la política o la ideología. La política de promoción científica de muchas de esas universidades e instituciones ha tendido a priorizar la publicación rápida de los resultados

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y la introducción acelerada de las recomendaciones de carácter aplicado, tendencia muy correcta que garantiza la utilidad social de la ciencia, pero que si es absolutizada, si no se equilibra con estudios de carácter fundamental, perjudica al desarrollo a largo plazo del pensamiento científico. Por otra parte, la planificación social de la recreación en los EEUU durante este período era casi inexistente o, al menos, no ha sido uniformemente adoptada en todo el país (6,12), ya que no ha constituido un aspecto de la discusión pública ni del interés socio-estatal, entendida más bien como un problema individual, con el resultado de que: "(...) la planificación en los EEUU tiende a enfatizar el desarrollo de las facilidades recreacionales casi como si el tiempo libre fuera una actividad aislada, realizada solamente en relación con el espacio para la recreación. La falta de tradición de planificación en los EEUU significa que las necesidades de tiempo libre y de recreación futuras, tal como se ha identificado por los investigadores, son rara vez incluidas en el proceso de decisiones políticas" (6,12). Aparentemente, y según los autores de referencia, el panorama ha sido distinto en Europa Occidental. La investigación ha tendido a ser más teórica y totalizadora que en EEUU, vinculada a la tradición científica europea aunque habría que distinguir la ejecutada en las universidades, que ha presentado con más nitidez ese carácter, de la financiada por empresas comerciales, que se ha acercado mucho al estilo norteamericano. En general, una parte de la investigación del ocio en Europa se ha vinculado a los sistemas de educación universitaria y los problemas han sido seleccionados solamente si ha tenido relevancia en la teoría desarrollada por el investigador jefe (6,12). En el sector vinculado a las empresas comerciales, se ha asistido a un empirismo y a un fraccionamiento de los temas y objetivos semejante al caso norteamericano. Pero pudiera también afirmarse, dejando aparte el análisis de estos autores, que la investigación europea del tiempo libre también se ha inclinado hacia los modelos empirista y funcionalista que se exportaron de los EEUU en su momento y que fueron copiados por los científicos sociales europeos. Sería quizás más acertado decir que fue sólo en los años setenta que comenzó un intento más sistematizado por complejizar esos modelos descriptivos con técnicas y concepciones que se enlazaban con la tradición analítica y reflexiva europea, tales como el enfoque histórico, la teoría crítica, el estructuralismo y la fenomenología, y más reciente aún, el postmodernismo. Y la aparición de técnicas tales como el interaccionismo simbólico, el 'actorcentric research' y el 'action research', este último muy importante en los estudios auspiciados por la UNESCO y otros organismos internacionales con vistas al desarrollo social y económico del Tercer Mundo. Desde el punto de vista de la definición del concepto, el problema ha parecido tan grave como el anterior: "Una de las razones de la declinación de la importancia de la investigación del tiempo libre ha sido nuestra incapacidad para resolver el problema de la definición. Porque la falta de una definición aceptada nos trae problemas para comunicarnos entre nosotros. Hemos dicho siempre que debemos estar de acuerdo con lo que significa el ocio (leisure, n.d.a.) antes de que la discusión deba proseguir. Por otra parte,

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tenemos dificultad no sólo en hablar entre nosotros, sino también con personas que pueden estar interesadas en políticas recreativas (...). Cada escritor de textos diferencia el tiempo libre basado en posiciones filosóficas distintas. Estas posiciones generalmente incluyen otras ideas e informaciones. (...) Por eso, es improbable que una explicación teórica única emerja. Los autores de este artículo sienten que toda investigación para una teoría totalizadora debe ser abandonada"(6,14). Es lo que se ha denominado "el pantano teórico", que ha conducido a posiciones pesimistas, agnósticas o eclécticas, como las que finalizan el párrafo anterior. También ha aparecido un eclecticismo metodológico que ha conducido a la dispersión de los métodos y los objetivos, tal como expresa Alan Roadburg en su artículo titulado Freedom and Enjoyment: Disentangling Perceived Leisure: "Las respuestas a la pregunta ¿qué es el ocio? han sido buscadas por los especialistas teniendo diferentes orientaciones metodológicas de investigación y enfocando tanto a las actividades en específico como al ocio en general (Tinsley y Kass 1979:279). La investigación en esta área ha incluido la designación de modelos o paradigmas para delinear varios estados de ocio y de no-ocio (Kelly 1978; Neulinger 1981:30), encuestas sobre la definición del término 'ocio' (Young y Breit; Crandall y Silvken 1980), investigaciones sobre satisfacciones derivadas del ocio (Hawkes 1978; Cuín 1980; Ragheb 1980; Beard y Ragheb 1980; Pierce 1980; Francken y Fred van Raaij 1981) y motivaciones del ocio (Crandall 1980)"(60,16). Si una especial característica de la ciencia social sobre el tiempo libre en estas regiones debe ser claramente expresada es su eclecticismo filosófico, teórico y metodológico. Este eclecticismo ha conducido a un estancamiento conceptual cuyas manifestaciones serán estudiadas en los próximos epígrafes. Y dado que en realidad se han propuesto un conjunto muy variado de definiciones, ninguna de las cuales ha logrado obtener la aprobación o el consenso de los especialistas, se analizarán sus tipos más significativos, incluyendo en ellos a los autores de acuerdo a los rasgos más sobresalientes de sus teorizaciones.

2. LAS DEFINICIONES TRADICIONALES Tras la gran Variedad de acercamientos teóricos existentes aparecen, al menos, cinco grandes tipos de definiciones: I. El ocio como tiempo libre. II. El ocio en la teoría de la enajenación de Carlos Marx. III. El ocio como estado de la mente o del espíritu. IV. El ocio como actividad recreativa. V. El ocio como valor.

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Pese a que esta clasificación se ha obtenido por vía inductiva, es posible obtener confirmación en algunas obras que han intentado hacer un balance de esta situación. En el texto de Richard Kraus, Recreation and Leisure in Modern Society, publicado en 1971, este autor pasó revista a tendencias y ejemplos significativos del quehacer socio y psicológico sobre el tiempo libre en Estados Unidos y Europa Occidental, exponiendo cuatro grandes grupos de definiciones que el mismo autor denomina "tradicionales": ''Exactamente, ¿qué es el ocio?. Desde un punto de vista conceptual, el término tiene, al menos, cuatro extensamente fundados significados: 1) la visión 'clásica' del ocio como está ejemplificada en ios escritos de De Grazia y Pieper, 2) la visión del ocio como función de las clases sociales, presentada originalmente por Veblen, 3) el concepto de ocio como forma de actividad, y 4) el concepto de ocio como tiempo libre" (38,253). De una forma más sintética, los profesores de la Universidad Estatal de Tejas del Norte, Peter A. Witt y Gary Ellis, sostuvieron que solamente pueden confirmarse tres grupos; tiempo, actividad y estado mental. Los dos primeros enfoques pueden ser considerados 'objetivos', en el sentido de que criterios independientes de los individuos sirven para discernir el ocio. El estado mental es categorizado como 'subjetivo' porque tiene que j ver más con la percepción del individuo sobre si una actividad es realizada como ocio. Aparentemente esta dicotomía parece j clara, pero en realidad esconde una profunda confusión epistemológica (69,20). El problema de qué tipo de enfoque adoptar es, para los sociólogos norteamericanos y europeos, no solamente una toma de posición teórica o científica, sino también sociopolítica, ya que las definiciones influyen en el campo delas políticas y los servicios recreativos. Si se adopta una postura favorable a las definiciones 'objetivas', significa que se abren las puertas al negocio del tiempo libre y de tas actividades, en el que las instituciones públicas o las privadas se deberían responsabilizar con la planificación y ejecución de aquellas actividades que han sido definidas como ocio. Pero si se adopta una definición subjetiva del ocio, habrá que tener más información sobre lo que es percibido como ocio por cada participante activo o potencial. Este dilema parecería no tener salida si continúa siendo enfocado unilateralmente. Habría mas bien que buscar la manera de acercar ambos polos, pues en efecto, tras los procesos 'objetivos' se hallan innumerables condicionantes subjetivos, y viceversa. El equilibro entre lo objetivo y lo subjetivo ha estado ausente, lo que ha constituido una seria limitación gnoseológica de ambas corrientes.

2.1. El ocio como tiempo libre El primer gran tipo de definición del ocio ha sido considerarlo tiempo libre --lo que ha equivalido a establecer como sinónimos a leisure y free time en inglés, y a loisir y temps livre en francés—. En esta concepción, que para abreviar llamaremos en lo adelante residual, se ha definido el ocio como "el tiempo que queda después de terminadas las tareas y actividades necesarias para la vida u obligatorias", sentencia en la que han coincidido muy frecuentemente dentistas sociales de

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muy diversa orientación sociopolítica y filosófica. Neulinger, en su libro The Psychology of Leisure hace una interesante reflexión de esta manera de definir el ocio: "Los estudios que mejor caracterizan la investigación del ocio a principios del siglo veinte son los de Lynd y Lynd (1929,1937); Lundberg, Komarovski y Me Inerny (1934); Sorokin y Berger (1939); y Wagner y Lunt (1941). Estos estudios estaban en sintonía con la gran cantidad de investigaciones empíricas que prevalecían en esos días y eso concernía primariamente con la determinación de los hábitos de tiempo libre o de las actividades. La conceptualización del ocio que subyacía en esos estudios es de tipo residual: el ocio es un residuo que es dejado en las veinticuatro horas del día cuando el tiempo dedicado al trabajo, sueño y otras necesidades de la vida se restan del total (5). Es importante señalar que en la mayoría de los países ha ocurrido una asimilación consciente o inconsciente de esta definición, quizás un subproducto de la dominación metodológica del empirismo en la constitución de las investigaciones sobre esta temática, además de que indudablemente parece ser, a primera vista, una definición 'cómoda', 'operativa', 'que facilita el trabajo empírico'. En efecto, puede tener esas ventajas, pero a costa de introducir muchos problemas que hacen que los datos obtenidos sean muy a menudo una imagen falseada de la realidad. Se puede afirmar que esta definición es un estadio elemental y empírico de la reflexión y la investigación sobre el ocio. Parece como si constituyera una regularidad metodológica el tránsito por un estadio de nivel empírico en que el ocio sería un componente residual de tipo temporal. Esta idea se ha sustentado en el criterio aristotélico de que el ocio provee de oportunidades para la recreación, tal como sostienen también autores contemporáneos, por ejemplo, P. Jephcoot, D. Yoesting y D Burkhead, I. Graven, J. Shivers, E. Staley y N. Miller, entre otros. Ida Graven, en su artículo titulado Leisure. Accordingto the Encyclopedia of the Social Sciences ha planteado que: "El ocio no sólo es el tiempo germinativo del arte y la filosofía, el tiempo en que el visionario logra vislumbrar (os valores y (as realidades detrás de la apariencia ordinaria; es también la oportunidad de la apreciación, el tiempo en que ciertos valores llegan hasta la común experiencia" (14). Yoesting y Burkhead, por su parte, consideraron que la teoría de la oportunidad es una explicación causal, pues considera que la participación en actividades recreativas depende de su disponibilidad (70). Shivers fue aún más claro al considerarlo solamente una fracción de tiempo que el individuo y la sociedad usan en su beneficio, enfatizando que sólo la persona puede decidir la forma en que ese tiempo será usado (64). Ocurre aquí un interesante fenómeno epistemológico: la reducción de significados del concepto 'oportunidad'. Es evidente que en cualquier sociedad la oportunidad o la posibilidad de realizar una determinada actividad está condicionada directa e indirectamente por un conjunto muy amplio de factores que no deben ser reducidos a la sola consideración del tiempo, influyendo

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también otros indicadores objetivos del nivel de vida (ingresos, tipo de familia, estatus clasistas o socio-profesional, zona o región de residencia, índices de densidad de ofertas recreativas, etc.) y diversas variables subjetivas (formación y educación, personalidad, motivaciones, valores individuales y culturales, tradiciones, etc.). La reducción de tal complejidad al tiempo es una seria limitación teórico-metodológica. Es correcta la hipótesis de que el ocio provee 'oportunidades' para la búsqueda de la felicidad, siempre y cuando no sean exclusivamente temporales. Pero más claramente dicho, esas oportunidades no sólo las brinda el tiempo libre, sino la interacción entre el individuo y la sociedad en su conjunto. En este enfoque el tiempo libre sería una variable entre otras a consideraren un modelo de análisis más complejo y sintético. Pero ¿qué tipo de oportunidad proporciona el tiempo libre?. No solamente el tiempo, sino más allá de él, la ausencia de trabajo, o sea, la libertad. Esta idea es quizás la nota distintiva de la lógica de la definición residual, tal como se puede observar en las definiciones propuestas por varios investigadores. Henry Laloup, sociólogo francés de orientación católica, puede servir de ejemplo de esta orientación, al defender que el tiempo libre es: “

Lla porción del tiempo utilizada en actividades humanas (...) fuera del trabajo profesional o del hogar (...) en los cuales los hombres disfrutan de una libertad y una iniciativa más grande que en las de la profesión (...) realizadas principalmente en vistas de la satisfacción inmediata o para la adquisición de un determinado placer (...) y admitidas habitualmente como actividades de ocio de una sociedad"(39,25-26). Richard Kraus, en su balance teórico del concepto ocio, india que: “El más común acercamiento al ocio (...) es considerarlo como una forma de tiempo no-obligatorio o discrecional (...). Este concepto de ocio lo concibe como tiempo que es libre del trabajo o de esas responsabilidades relacionadas con el trabajo, como los viajes, estudios o complicaciones sociales basadas en el trabajo. También se concibe como un tiempo no dedicado a actividades esenciales de auto-mantenimiento, como el sueño, comida o cuidados personales. Su más importante característica, no obstante, es el debilitamiento del sentido de obligación o compulsión. (...) El más importante elemento para una definición parece ser un sustancial grado de no-obligatoriedad y sentido de la libertad e individualidad en la selección por parte del participante (...)" (68,256-260). Pero ocurre en este razonamiento una debilidad lógica: el tiempo libre provee de oportunidad para la libertad y felicidad, pero al ser solamente una referencia temporal ocurre que la organización cronométrica de la industria fordista puede limitar y hasta puede llegar a cercenar las posibilidades de esa felicidad y del enriquecimiento personal, incluso puede reducir los grados de libertad teóricamente abiertos a los individuos. Causas históricas de la definición residual del tiempo libre. ¿Qué fenómeno social generó el antagonismo entre un ocio entendido como tiempo de

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libertad y un trabajo identificado a la necesidad, la obligatoriedad y la falta de libertad?. Algunos autores indagan en estas causas, entre ellos merece señalarse el estudio sobre la evolución de las interpelaciones entre el trabajo y el ocio en el contexto de la Revolución Industrial, particularmente en los siglos XVIII a principios del XX, realizado por los sociólogos Kenneth Roberts y Deborah Chambers, de la Universidad de Liverpool, en su artículo Changing Times. Tras reconocer que el tiempo no solamente tiene una función astronómica y cuantitativa, sino social, los autores de referencia comenzaron a anal izar el proceso de industrialización capitalista de los siglos XV11I y XIX y su influencia sobre el ocio. Una primera característica es que la industrialización provocó en sus primeras etapas un crecimiento del tiempo de trabajo y una consolidación del trabajo efectivo dentro de la jornada laboral, excluyendo todo tiempo 'perdido' o 'no-laboral', es decir, menor cantidad de tiempo libre mediante días y semanas laborales más extensas, complementadas por la imposición de una disciplina temporal mucho más fuerte en el trabajo (61,18). Pero la industrialización capitalista tuvo influencias sobre el tiempo libre que no se redujeron a esta rigidez temporal. Otra consecuencia ya evidente en el siglo XIX fue: "(...) una clara división entre trabajo y tiempo libre. El primero devino propiedad de los patronos, quienes tenían que asegurarse que no se desperdiciara. El tiempo se amoldó a la circulación monetaria. (...) La organización fabril requiere una exacta conservación del tiempo. El principio y el fin del día de trabajo estaban marcado precisamente por 'la tiranía del reloj', no por acontecimientos naturales (Kumar, 1978). Durante el siglo XIX la población trabajadora tuvo que ser educada en esta nueva conciencia del tiempo. Tuvieron que aprender que el tiempo era una preciosa mercancía que debía ser ahorrada y gastada productivamente. A los niños les fue enseñada la puntualidad, la regularidad y la obediencia en las escuelas elementales en preparación para la disciplina temporal del trabajo industrial. Fabricantes ilustrados compraban fidelidad a la disciplina industrial con la promesa del ocio. En vez de oponerse a la recreación, firmas progresistas comenzaron a aplaudir la diversión, a condición que fuera realizada en su lugar adecuado, comprimida en el tiempo de ocio. Los trabajadores fueron estimulados a valorar el ocio, a trabajar duro para tenerlo, y entonces usarlo 'racionalmente' en vías que restauraran, más que disminuyeran su habilidad y espíritu de trabajo (...). Valía la pena trabajar duro, regularmente, durante largas horas, como se los dijo a les obreros, a fin de disponer de ocio, en el cual simultáneamente se divirtieran y renovaran su potencia laboral"(61,18). Por supuesto, hubo una respuesta obrera: "La primera generación de obreros fabriles fue enseñada por sus maestros a valorar la importancia del tiempo; la segunda generación se declaró en huelga por menores horas de trabajo y por tarifas para el tiempo extra. Aceptaron las categorías de los patronos y empezaron a luchar con ellas. Aprendieron que el tiempo es solamente dinero (...). Una vez que los patronos sintieron que podían confiar en que la clase obrera podía trabajar diligentemente a fin de tener derecho al ocio, que pudiera ser usado para el mejoramiento moral y social, estuvieron dispuestos a

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negociar menores días y semanas de trabajo, mas vacaciones pagadas. Es solamente desde a Segunda Guerra Mundial que los obreros han reobtenido las cantidades de tiempo libre preindustriales, mediante las formas de las noches, fines de semana y vacaciones anuales. Fue tan reciente como en las décadas del 50 y del 60 que los sindicatos de la mayoría de las industrias ganaron a batalla de las ocho horas y cinco días a la semana de trabajo. Las culturas de la familia y de a vecindad han desarrollado y celebrado las ocasiones de ocio definidas por este patrón industrial"(6l,19). Hasta aquí el análisis de Roberts y Chambers, correcto en la descripción del proceso, pero se les escapan dos aspectos importantes. En primer lugar no mencionan las causas objetivas que en el plano del desarrollo de las fuerzas productivas —sobre todo en condiciones de la revolución científico-técnica-- han impulsado los cambios en las relaciones entre el trabajo y el ocio, particularmente en su magnitud y en la comercialización de este último en el contexto de una cultura de masas. En segundo lugar, puede expresarse en el análisis una sobreestimación de los factores educacionales, cuya importancia nunca puede ser desdeñada, pero que considerado como causa fundamental esconde las condicionantes propias de la organización del trabajo industrial fordista y la mercantilización de la fuerza de trabajo de los obreros. Pero para una mayor profundización en este campo es conveniente reseñar sintéticamente la teoría de la enajenación propuesta por Carlos Marx, en su vínculo con el ocio. Pudiera afirmarse, siguiendo a Marx, que las limitaciones del enfoque tradicional de la definición del ocio dependen del proceso que él llamó enajenación o alienación, que es una de las consecuencias de las relaciones capitalistas de producción. Marx enunció este concepto en sus obras tempranas, particularmente en los Manuscritos Económicos y Filosóficos de 1844, en donde planteó que para el obrero el trabajo es externo a su ser esencial (79,34). Uno de las tesis centrales de la argumentación de Marx fue la ruptura de la concepción tradicional de la economía clásica inglesa sobre el trabajo. Consideró que en realidad el obrero no vende al patrón su trabajo, sino su fuerza de trabajo, su capacidad para crear nuevos productos o mercancías, conceptos centrales en su concepción de la enajenación. Tanto Marx como Engels consideraron que la fuerza de trabajo era una mercancía, al igual que todas las demás, pero simultáneamente algo muy diferente ya que tendría la virtud de ser una mercancía con capacidad de producir nuevas mercancías, aumentando, reproduciendo y multiplicando así su valor. El obrero vende al capitalista su capacidad de creación y transformación de la materia prima, y mediante esta venta aquella se convierte así en una mercancía más de las que integran el mercado, pero distinta pues se realiza creando nuevas mercancías, nuevos valores, nuevo capital; y creándolos, se agota y debe ser renovada. Tal renovación consistiría en un proceso gracias al cual el obrero recuperaría la capacidad de creación que ha agotado en una jornada de labor, o sea, en el tiempo de trabajo. Pero, ¿cómo la recuperaría?. En primer lugar, mediante el salario, es decir, el mínimo de recursos indispensables para el mantenimiento de la vida, para la recreación de las condiciones físicas y psíquicas imprescindibles con vistas a la utilización creadora de los

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instrumentos de trabajo. Por lo tanto, al vender su fuerza de trabajo recibe salario, que se cambio. por un conjunto de medios de vida. El salario tiene la función social de posibilitar la reproducción de la fuerza de trabajo del obrero en tanto individuo y en tanto clase. Y la magnitud del salario sería proporcional al costo de producción de fuerza de trabajo, es decir, aun mínimo estadístico, histórico-social de medios de vida. Por eso, esa capacidad de creadora del obrero, mercantil izada vendida y diariamente agotada en un proceso que no pertenece y de cuyos resultados solamente percibe un mínimo que permite los estándares de subsistencia, se le aparece como el más preciado y vital contenido de su existencia, sir como algo hostil y exterior a su propio ser. Marx describa claramente este proceso: "(...) la fuerza de trabajo en acción (...) es la propia actividad vital del obrero, la manifestación misma de su vida. Y esta actividad vital la vende a otro para asegurarse los medios de vida necesarios. Es decir, su actividad vital no es para él más que un medio para poder existir. Trabaja para vivir. El obrero ni siquiera considera el trabajo parte de su vida; para él es mas bien un sacrificio de la vida. Es una mercancía que ha adjudicado a un tercero"(78,68). Según este enfoque, la producción fabril capitalista y si relaciones de producción generan enajenación; y esta a vez, tiende a caracterizar al conjunto de relaciones sociales que existen en la sociedad industrial capitalista. Y esta enajenación provoca una situación socio-psicológica o estado de conciencia particular que Marx explica sintéticamente: "El obrero, (...) en su trabajo (...) no se confirma a sí mismo, sino que se niega a sí mismo, no se siente feliz sino desgraciado, no desarrolla libremente su energía física y mental, sino que modifica su cuerpo y arruina su mente. Por tanto, el obrero solamente se siente fuera de su trabajo, en su trabajo se siente fuera de sí mismo. Se siente libre cuando no está trabajando y cuando está trabajando no se siente libre. Resulta, por consiguiente, que el hombre (el obrero) ya no se siente libremente activo en otra cosa que no sean sus funciones animales: comer, beber, procrear, o a lo más, en construir su habitación, buscarse el vestuario, etc.; y en sus funciones humanas no se siente otra cosa que un animal. Lo que es animal se hace humano y lo que es humano se hace animar' (78,74-75), La libertad, la autonomía, lo humano, se situaría así fuera del trabajo, mientras que este se caracterizaría por la opresión, la obligatoriedad, la inhumanidad; el trabajo sería lo ajeno, y lo que está fuera del trabajo sería lo propio. La autorrealización no se establecería en la creación de nuevos productos (mercancías), sino en la utilización de los medios de vida que le corresponden al obrero como pago de su fuerza de trabajo. Y por supuesto, este reino de libertad estaría situado fuera del tiempo de trabajo, es decir, en el tiempo libre. Este tiempo tendría la función de reproducir la capacidad creadora del obrero, su fuerza de trabajo, sus potencialidades físicas y psíquicas, mediante un conjunto de actividades de

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subsistencia y otras de tipo recreativo, que serían las que verdaderamente se identificarían con la libertad, la autorrealización y la sociabilidad, oponiéndose radicalmente al tiempo y a las actividades laborales. Esta estructura de funciones ha sido también descrita en el presente, por ejemplo por H.Laloup: "(...) muchos de nuestros contemporáneos viven en un estado endémico de inferioridad. En tareas parcelarias de buró o de fábrica, el trabajador se encuentra humillado: no es más que un agente secundario, cuya función está modestamente limitada bajo una vasta jerarquía. Algunas formas de ocio destruyen toda jerarquía, amplían os límites restringidos de a función y suprimen así la fuente de la humillación. La humillación de la vida ordinaria engendra a menudo a necesidad de la afirmación de sí (...) lo que el trabajo no puede asegurar, el ocio lo procura" (39,73). Esta 'ruptura' entre el trabajo y el ocio ha sido ratificada en la i actualidad por el Congreso Mundial sobre Investigación del Tiempo Libre, celebrado en Francia en 1984: "... el tiempo libre no es más que el tiempo de supervivencia evocado, la ruptura entre el tiempo de trabajo y el tiempo libre no solamente se ha mantenido, sino se ha acentuado, quizás, para numerosos trabajadores: es que un trabajo consagrado a tareas sin interés, aunque su duración sea reducida, pesa demasiado sobre el resto del tiempo disponible, junto a que muchas de esas tareas aumentan la fatiga nerviosa. Es pues en el trabajo que debe ser investigada la cualidad del tiempo libre"(l2,7). Hay otra idea propuesta por Marx que debe ser analizada este momento: el fetichismo de la mercancía, que significa forma universal izada de la enajenación, que proyecta el carácter social del trabajo como si fuese un carácter material los propios productos, un don natural de estos objetos, y por tanto, transforma la relación social entre las personas como relaciones sociales establecidas entre los mismos objetos, al margen de sus productores (80,39). De esta manera, el trabajo sería sentido como obligatorio y el ocio como libre; no como el resultado de relaciones sociales determinadas históricamente, sino como la consecuencia de sus propias naturalezas. El trabajo sería siempre e intrínsecamente opresivo, mientras el ocio sería siempre e intrínsecamente libre. Pero esta conciencia subjetiva estaría falseada por el fetichismo de la mercancía, ya que en realidad ambos sectores del tiempo tendrían un rol coincidente y complementario: la producción y la reproducción de las mercancías (productos y fuerza de trabajo). En la visión de Marx sobre el tiempo social no hay fractura o solución de continuidad pues ambos sectores (trabajo - libre) cumplirían la misma función en un ciclo de producción-reproducción de las mercancías: la fuerza de trabajo del obrero se cambia por medios de vida útiles para la renovación de esa fuerza de trabajo, que es a su vez de nuevo cambiada... La función reproductiva del tiempo libre no sólo es psico-somática y de clase, sino también cognoscitiva: el obrero debe seguir calificándose para seguir en un proceso laboral en el que,

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con el desarrollo tecnológico, se agudiza la división del trabajo y la especialización, se renueva la tecnología y las formas de organización. Por tanto, es una reproducción también cualitativa de la fuerza de trabajo a fin de poder utilizar las nuevas tecnologías y formas organizativas. De este enfoque puede derivarse igualmente el enjuiciamiento de la llamada cultura de masas, en tanto una cultura mercantilizada, homogeneizada y estandarizada que estimula la pasividad y el consumo y contribuye a un mayor grado de como un 'espacio de libertad', en contraposición con el trabajo, en donde estaría ubicado el reino de la obligatoriedad. Pero a diferencia de otras concepciones, aquí se exponen causas sociales que indican con claridad el sentido histórico y social de ese antagonismo entre el tiempo de trabajo y el tiempo libre. No serían así ambos opuestos por esencias inmutables e a-históricas, sino por el tipo de relaciones sociales que se generan en determinadas formas de sociedad. Y de aquí la génesis futurológica de una utopía social en donde el antagonismo entre ambos sectores del tiempo desaparezca en la medida en que se eliminen las relaciones de producción antagónicas entre las clases, en que desaparezca también la enajenación y el hombre se realice tanto en el ocio como en el trabajo. Por supuesto que de inmediato surge la pregunta acerca de si este análisis continúa siendo vigente en un mundo donde el desarrollo tecnológico, la informatización, la automatización y la aparición de nuevas formas organizativas de la producción (post-fordismo), junto a una búsqueda permanente de mecanismos de incentivación de los obreros por todo el proceso productivo han ido debilitando paulatinamente, cuando no erradicando en determinados países y focos, la enajenación clásica descrita por Marx. Sin embargo, el enfoque de la enajenación propuesto por Marx es útil para entender procesos que tienen vigencia hoy día al menos en los países subdesarrollados y en los sectores menos avanzados del mundo desarrollado, donde muchas de las contradicciones clasistas se expresan aún con relativa claridad. Es además útil en estos casos pues indica que el tiempo libre puede contener, en estos casos, el germen de una actividad social e individual menos enajenada que la del tiempo de trabajo, en donde pueda desarrollarse una actividad que contribuya a restituirle a los obreros parcialmente su ser, su humanidad, su integridad vital, así como determinados niveles es ilusorio mientras el elemento subjetivo permanece en el término libre" (75). Otro enfoque ha sido el de Iso-Ahola (1973), en el que se refirió a la percepción subjetiva o psicológica del ocio como el factor esencial para la definición, más que su conducta u otro factor objetivo. Priorizando los contenidos de experiencia, motivación y percepción de la libertad, Ellery Hamilton-Smith reafirmó esta concepción: "(...) rechazo la noción de que el ocio es simplemente el tiempo que queda después que el trabajo y las otras obligaciones han sido llevadas a cabo. Encuentro esta interpretación no sólo simplista y estéril, sino que desafía la etimología de la palabra ocio desde su entrada en el idioma inglés en el siglo XI. Aún en aquel tiempo era un concepto polémico y envolvía mucho más que una

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perspectiva residual basada en el tiempo. Así, cuando uso el término 'ocio', estoy hablando acerca de la experiencia humana, caracterizada por motivaciones y satisfacciones intrínsecas, por un sentido subjetivo de libertad para seleccionar y libertad respecto a la obligación; y por la comprensión de que es aceptada por nuestro propio grupo de referencia como ocio" (30,15). Tras la aparente dispersión de enfoques que intentan definir el ocio desde un punto de vista subjetivo, como estado mental, aparecen dos características que pueden identificarlos como un grupo relativamente homogéneo: (i) La raíz subjetiva de la definición, relacionada con diferentes factores psicológicos, tales como la percepción, la motivación y la experiencia. ¿Cómo pueden manejarse las distinciones entre el trabajo y el no-trabajo?. ¿Puede el ocio ser experimentado en el trabajo?(...)Adicionalmente, ¿existen algunos aspectos comunes entre los individuos en lo que respecta a su experiencia subjetiva, o las definiciones del ocio son totalmente personales?. Por ejemplo, ¿la mayoría de las personas necesitan las percepciones de la libertad y de estar intrínsecamente motivados para experimentar el ocio, y si es así, qué significa la percepción de la libertad?" (69,21). Este enfoque no es teóricamente correcto pues el ocio es un proceso social, que tiene causas y condicionamientos objetivos e históricos que se encuentran indisolublemente vinculados a la psicología individual y social. El problema epistemológico de la primacía de los factores objetivos por sobre los subjetivos, o a la inversa, se expresa con toda claridad en esta variante de definición. Y más allá de una toma de posición ante este problema, siempre válida para cada autor, parece más conveniente aceptar que cualquier forma de reduccionismo es contraproducente para los fines de la ciencia. En efecto, el problema de la definición del ocio tiene su lado objetivo y su lado subjetivo, y ambos momentos deben ser incluidos en la teorización. La parcialización de este enfoque hacia los factores exclusiva o predominantemente subjetivos, a la "percepción de la libertad", a la "experiencia subjetiva individual", lo conduce a un callejón sin salida. ¿Quiere decir esto que no han de ser estudiados?. No, sino que deben ser estudiados en el contexto de una concepción integradora de los factores objetivos y los subjetivos. El enfoque del ocio como estado mental revela la importancia de las causas psicológicas del ocio, sobre todo al ser el origen de numerosas teorizaciones causales de tipo explicativo, pero yerra en absolutizarlas y toma un camino reposar, sea para divertirse, sea para desarrollar su información o su formación desinteresada, su participación social voluntaria o su Ubre capacidad creadora después de haber culminado sus obligaciones profesionales, familiares y sociales" (19,29). Ahora bien, este enfoque ha presentado imprecisiones y ambigüedades que han sido criticadas por sociólogos norteamericanos, por ejemplo los ya mencionados Witt y Ellis: "El ocio, definido como actividad, ha sido también un acercamiento popular para cruzar por el pantano de la definición. Un uso dado de un período de tiempo

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pudo ser considerado ocio si la actividad realizada ha estado de acuerdo con una lista de actividades consideradas ocio. En la superficie, esto parece suficientemente fácil y muy objetivo. Si se nos pregunta, puede que probablemente todos incluyamos el baseball, el tejido y la pintura en la lista. ¿Pero qué si uno juega baseball por dinero, teje para crear ropas cálidas para la familia y pinta la casa a fin de que la superficie exterior no se deteriore?. ¿Puede ser incluido el juego de cartas en la lista para todas las personas o eso depende?. ¿Puede ser incluido el sexo si envuelve el adulterio, o eso también depende?. (...) Tomar este enfoque es cómodo si se desea una lista precisa de actividades, hasta que miramos más detenidamente la dificultad de decidir qué actividades pueden ser ubicadas en esa lista." (69,20) En realidad este acercamiento ha sido una fase inicial superada por muchos autores debidos a sus dificultades metodológicas. En la vida cotidiana aparecen muchos casos que ilustran cómo una actividad cualquiera tiene una especial función para algunos sectores y otra completamente distinta para otros. Por ejemplo, la jardinería es fuente de placer y actividad de tiempo libre para algunos, mientras es trabajo físico remunerado para otros. Un pasatiempo como la mecánica automotriz es renglón de trabajo. La cocina (gastronomía) puede ser, en dependencia de la ocasión y de las personas, actividad de reproducción de la vida familiar o actividad placentera y recreativa. Uno de los autores que suscriben este enfoque, George Butler (1959), comprendió que esta dicotomía en la que un grupo de actividades son ocio y otros grupos no lo son, es problemática y conduce a falsas interpretaciones. Como todo depende de las personas, algunas actividades serán ocio para unos, mientras que esas mismas actividades pueden ser trabajo o actividades obligatorias para otros individuos. Pero aún en el mismo individuo, una actividad que es ocio bajo ciertas condiciones, si estas cambian, puede dejar de proporcionar las satisfacciones que la convierten en recreación (7). La polisemia, por su parte, es la multiplicidad de significados que puede tener cada una de las actividades de la vida cotidiana en el conocimiento común y en el científico. En el primero, la polisemia se manifiesta en la información valorativa que tienen las clases y grupos sociales sobre cada actividad y en los significados que esta adquiere para los sujetos, en dependencia de condiciones externas. Por ejemplo, la información, la valoración y los significados que una actividad artística tiene para el campesinado puede ser bastante diferente que el que tiene para la intelectualidad metropolitana; significado que depende de la existencia de la actividad en el entorno social de los sujetos, su práctica o conocimiento previo, la educación e información general y específica que tengan, la transmisión familiar y grupal de valores, entre muchas otras cosas. La siguiente definición de H. Laloup es interesante porque insiste en la noción de actividad en el ocio: "(..,) contrariamente a una acepción muy extendida, el ocio no puede ser confundido con el reposo, con no hacer nada. Hay en el ocio una noción de

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actividad (...). Admitido esto, resta entender esta actividad en un sentido a la vez más libre y opcional que la del trabajo profesional (...)" (39,22). Richard Kraus apoyó esta variante de enfoque al considerar el ocio como una actividad de carácter voluntario que es realizada en el tiempo libre y que se diferencia del trabajo, que es obligatorio, utilitario y se concibe en términos económicos (38,256). También este acercamiento presenta confusiones e incomodidades metodológicas, algunas de ellas sentidas por científicos sociales como el profesor J. Shivers: ''Quizás el análisis y la definición del ocio menos beneficiosa viene en términos de confundira con la actividad recreativa. Mientras que la actividad recreativa puede ser caracterizada por: (1) participación voluntaria; (2) aceptabilidad social; (3) placer personal; y (4) programación durante el ocio. El ocio puede ser (1) voluntario o involuntariamente obtenido; (2) positivo o negativo; (3) puede no tener nada que ver con el placer personal o con la realización personal; y (4) no tener nada que ver con la programación" (64,26). No obstante, no hay aquí claridad en la crítica: el problema no es si existen relaciones entre los conceptos de ocio y recreación, aunque este problema también debe ser considerado. El problema estriba en que es necesario determinar Sociology of Leisure, representa una especie de tránsito entre una definición basada en la actividad y una valorativa: "(..,) el ocio se refiere a esas actividades cuyo contenido normativo as convierte para nosotros en las más importantes, esas cosas que queremos hacer por propia voluntad o esas que sentimos éticamente (...) impelidos a hacer" (38,256). Son las actividades "más importantes" cuya realización tiene, además, un contenido ético. La asociación del ocio con la ética ha tenido una gran aceptación y ha conducido a un nuevo 'pantano teórico'. Witt y Ellis, en su estudio sobre las diversas definiciones tradicionales, han señalado críticamente hasta dónde conduce esta asociación entre moral y ocio: "(...) para ser considerada ocio, la actividad debe ser moral, saludable y debe contribuir al mejoramiento y el bienestar del individuo (...). Claramente, cada uno de estos criterios envuelve una serie de juicios acerca de los que es moral o saludble, etc. Es fácil observar porqué hay tan poco acuerdo en lo que constituye el ocio basado solamente en diferencias en la perspectiva religiosa o cultural. En el análisis final, el enfoque de la actividad también parece estar ampliamente basado en una percepción subjetiva de la moral, de lo saludable, del bienestar y de un ejercicio de otros criterios igualmente difíciles de definir" (69,20). Un criterio semejante adoptó Richard Kraus al analizar esta definición de tipo ético: "Otro elemento que interviene en la definición del tiempo libre como ocio es la cuestión de los valores. Algunas autoridades sugieren que sólo esos Pero el enfoque del ocio como valor no se agota en el ángulo ético, sino más bien se dirige preferencialmente hacia las funciones que este tiene respecto a la sociedad y a los individuos, funciones que pueden ser, como han dicho

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Coronio y Muret: "(..actividad de recuperación (Prudenski); de reproducción y compensación (Friedmann, Mayo); de consumo (Wagner); de integración social en relación con el estatus profesional (Lynd y Lundberg)". Lidia Caputo se ha inscrito en esta línea al sostener que la recreación: a)"Es una ruptura con lo habitual o cotidiano, pero con un matiz de goce estético. b)Es el descubrimiento de un nuevo sentido de las cosas que nos rodean, aparentemente conocidas, c)Es descubrir un nuevo sentido, posible o ignorado hasta entonces, de la propia existencia. d)Es el descubrimiento del 'otro' como alguien diferente del que estoy acostumbrado a ver todos los días. e)Es (...) una experiencia de plenitud. f)Es una experiencia de enriquecimiento de la propia existencia. g)Quien experimenta la vivencia de 'recrearse' debe poder, luego, tomar conciencia reflexivamente de ello" (71). Ambos párrafos muestran el camino lógico adoptado: se ha adoptado como características esenciales del concepto a las y el no-ocio. Con toda seguridad, puede demostrarse que las funciones que son atribuidas al ocio en términos de consecuencias valiosas existen en actividades obligatorias (...) Debemos terminar con la asociación de valores específicos con el ocio porque esto no conduce a ninguna definición (...)" (64,26).

3. Otros enfoques conceptuales: hacia una metodología de investigación de naturaleza causal La conciencia crítica que ha germinado en la ciencia social norteamericana y europea en los años finales de la década de 1970 y hasta el presente ha conducido a algunos cientistas sociales a proponer diferentes enfoques conceptuales del problema del ocio. Estos casos no son numerosos y existen criterios de que la investigación contemporánea del tiempo libre no se ha caracterizado aún por ese aire renovador. No obstante, existen elementos para suponer que se está trabajando por superar el estancamiento conceptual tradicional, Y pese a que estos intentos no son homogéneos ni coincidentes, es posible identificar tres líneas de desarrollo: (i) Los enfoques apoyados en modelos compuestos por una pluralidad de factores. (i i) Los enfoques erigidos sobre teorizaciones causales.

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Como es natural, cada uno de ellos no es un compartimiento estanco, sino que existen enfoques que pueden ser inscritos en dos o en los tres grupos; en estos casos, ha quedado a juicio de los autores ubicarlos en aquel grupo que evidencie con mayor claridad una línea de razonamiento más coherente. También se ha asumido el peligro de las ausencias por motivo de carencias bibliográficas, teniendo en cuenta que en un estudio de esta naturaleza es imprescindible la permanente actualización. 3.1. Enfoques sustentados en modelos multifactoriales. Las definiciones tradicionales del ocio se han organizado mediante un modelo conceptual constituido por un factor explicativo único, a saber, el tiempo, la actividad, el estado mental o los valores. Pero la experiencia y la investigación han indicado que cualquier modelo unifactorial es incapaz de explicar satisfactoriamente al proceso socio-psicológico del ocio. Desde la década de 1950, pero fundamentalmente en las de 1960 y 1970, algunos autores han sentido la necesidad de abandonar las conceptualizaciones simples y adoptar modelos explicativos que incluyan mayor cantidad de factores, en un proceso de complejización teórica que se ha extendido en la actualidad a los enfoques más renovadores, de carácter causal. En este epígrafe solamente se desea mostrar la lógica de los enfoques multifactoriales, sin entrar a detallar a los más importantes enfoques causales, que serán analizados en el epígrafe siguiente. En la raíz del interés por complejizar los modelos se ha encontrado el problema de la falta de concordancia entre los modelos unifactoriales y la compleja realidad del ocio, Neulinger, en su libro The Psychology of leisure, señaló esta preocupación: "Quizás la complejidad del problema del ocio no permite una explicación basada en un 'principio único' o lo que Allport (1968) denominó 'una teoría simple y soberana'. Quizás todo lo que podemos esperar es el diseño de sus muchas funciones (...)" (51,7J. Y en efecto, comenzaron a aparecer modelos que incluían varios factores o funciones, indistintamente. Pueden señalarse, siguiendo a Neulinger, cinco autores, algunos de los cuales habían sido anteriormente defensores de algún modelo unifactorial: W.Sutherland (1957); J.Dumazedier (1967); S.Parker (1971); J.R.Kelly (1972); y M.Kaplan (1970). S.Sutherland, en el artículo titulado A Philosophy of Leisure (1957), sostuvo que el ocio debía ser comprendido a partir de seis condiciones o factores: (i) integridad de propósitos, (ii) libertad para revisar los objetivos o fines, (iii) objetividad, (iv) igualdad en la asociación, (v) dominio común de las habilidades y (vi) desarrollo (51,7). Max Kaplan propuso siete elementos en su texto Leisure ín America: A Social Inquiry: a)"Una antítesis con el trabajo como función económica, b)una expectativa y un recuerdo placentero, un mínimo de roles sociales involuntarios y obligatorios, c)una percepción psicológica de la libertad, d)la inclusión de un completo ordenamiento desde la inconsecuencia y la

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insignificancia hasta la firmeza y la importancia, e)a menudo, aunque no necesariamente, una actividad caracterizada por el elemento de juego" (51,7). Joffre Dumazedier, en Vers une civilizatíon du loísir 1967, redujo el número de factores a analizar al proponer un modelo de tres funciones: relajación, diversión y desarrollo (19,27). S.Parker, en The Future of Work and Leisure (1971), propuso un modelo aún más reducido, de dos factores: tiempo y actividad; el tiempo era subdividido en tiempo de trabajo y de no-trabajo, mientras que la actividad se subdividía en una escala cuyos dos polos opuestos eran la actividad obligatoria y la libre. Lo más interesante de este modelo era que en la medida en que el ocio se definía principalmente a partir de una escala ordinal entre lo obligatorio y lo libre, algunas formas de trabajo podían ser consideradas ocio. Como se verá más adelante, esa idea ha sido recogida por otros enfoques causales, especialmente por el paradigma del ocio propuesto por Neulinger y por el modelo del flujo de Csikzentmihalyi (51). J,R. Kelly propuso un modelo semejante de dos elementos en Work and Leisure: A Simplified Paradigm (1972): la libertad relativa de selección y la relación con el trabajo. En 1978, no obstante, cambió este último elemento e introdujo la noción de significado intrínseco o social de la actividad que, cruzado con la libertad de selección, conducía a cuatro tipos de ocio (51). De una forma u otra, todo parece indicar que la investigación teorética del ocio ha tendido a proponer modelos más complejos que los tradicionales, en los que el ocio se ha medido por un número determinado de variables sociológicas o psicológicas. En la base de este tránsito se encuentra la necesidad de superar los modelos simples puramente descriptivos para adoptar en su lugar modelos explicativos más complejos que permitan establecer relaciones causales entre los factores y sus consecuencias. Son precisamente algunos de los más importantes de estos modelos los que serán estudiados en lo adelante.

3.2. Los enfoques teórico-causales. En la base de estos enfoques puede encontrarse un giro epistemológico en la investigación del tiempo libre, principalmente en Estados Unidos de América. Este giro consiste en trasladar la atención de la pregunta ¿qué? a la pregunta ¿por qué?, es decir, hacia la búsqueda de las razones por las cuales los individuos tienen una determinada conducta recreativa. Como característica común a muchos de los enfoques de esta naturaleza, se encuentra su orientación psicológica, mediante la cual han intentado precisar las correlaciones entre determinados factores psíquicos y las conductas recreativas; y en otros casos, esas correlaciones han tenido un carácter social o biológico. La estructura lógica de todas estas conceptualizaciones se ha fundamentado en un esquema simple de causa-efecto: A conduce a B, siendo A una serie de factores medidos cuantitativamente por diversos medios, y B un conjunto de conductas tipologizadas. Para la medición se han seguido en la mayor parte de los casos métodos experimentales, encuestas, escalas ordinales, mediciones somáticas, encuestas de presupuesto de tiempo, diferenciales semánticos, entrevistas, estudios de casos y otras técnicas.

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Serán reseñados en lo adelante, como muestras de un quehacer en constante renovación, algunos de estos enfoques causales: a)La teoría del enlace (The Linkage Theory). b)La teoría de la excitación óptima (The Qptimal Arousal Theory). c)El modelo del flujo (TheFlow Model) d)El paradigma del ocio de Neulinger (Neulinger's Paradigm of Leisure). e)La batería de diagnóstico del ocio (The Leisure Diagnostic Battery). f)Otros estudios psicosociales sobre el ocio. En todos los casos la teorización solamente ha alcanzado a establecer una regularidad particular comprobada por una determinada medición empírica de los factores seleccionados por los autores. Esta regularidad no ha designado al sistema en su conjunto, a todo el proceso social o individual del ocio, sino sólo a la correlación entre los factores analizados y los tipos de conducta recreativa. No obstante, cada autor ha pretendido proponer una comprensión del ocio en su totalidad a partir de una regularidad particular empíricamente comprobada. 3.3.1. La teoría del enlace. Este enfoque pretende vincular cinco factores en orden sucesivo y puede ser catalogado como un buen ejemplo de modelo multifactorial. Son: EDAD  ABUNDANCIA  NUTRICIÓN  ESTILO DE VIDA  MANEJO DEL OCIO Su autora, Bernardette Feist-Fite, profesora de Sanidad en la Universidad Nacional de la Defensa, Washington, ha dicho que: "El impacto de la edad y la abundancia sobre el concepto de nutrición, el fenómeno de los estilos de vida y el manejo de las preferencias del ocio es una relación que garantiza la investigación, el estudio y, como este autor sugiere, la educación y la terapia centrada en el cliente. Esta relación —o enlace- de la edad hacia la abundancia hacia la nutrición hacia los estilos de vida hacia el manejo del ocio debe ser referida como la teoría del enlace"(23,45). En primer lugar, es necesario analizar los factores seleccionados como "influyentes" sobre el ocio que pueden ser considerados como variables independientes: edad, abundancia, nutrición y estilo de vida. Su relación conduce al planteamiento de que hay que tener, de acuerdo con la edad, determinada "abundancia" de bienes materiales, que tiene que ver con las formas de nutrición de las personas (claro), que a su vez tiene que ver con los estilos de vida (no tan claro...), todo lo cual en definitiva conduce a una particular conducta en el ocio (menos claro

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aún). Quiere decir que para tener un ocio satisfactorio hay que tener un estilo de vida adecuado, determinado por la alimentación que tenga esa persona, a su vez condicionada por la abundancia de recursos que posea en relación con la edad. Pero ocurre que la abundancia no es un factor pasivo, ni es causa, sino la consecuencia de un proceso muy complejo que se enraíza en la estructura económica y social de cada país, en la distribución de las riquezas y en las relaciones intergrupales, además de otros factores supranacionales como la división internacional de las riquezas y las funciones en el sistema mundial, la deuda externa, etcétera. Hablar así de la ''abundancia" es cerrar los ojos al hecho de que los recursos y las oportunidades están desigualmente repartidos y que son precisamente estas desigualdades sociales uno de los principales objetivos de la investigación y la transformación para construir un mundo mejor para todas las personas. Pero, además, la vinculación de estos factores de manera ajuste de la novedad y la complejidad del input proveniente del medio ambiente. Así, un niño necesitado de aumentar su nivel de excitación a un nivel óptimo podría pensar en nuevos usos para un viejo juguete (incrementa novedad y complejidad) y un muchacho asustado durante su primera visita al dentista podría reducir un nivel demasiado elevado de excitación jugando con un juguete familiar (reduce novedad) que un padre perspicaz lo animó a traer. El juego, por lo tanto, representa un mecanismo por el cual los individuos regulan su nivel de excitación" (69,22). La medición de los niveles de excitación en el juego o en el ocio se ha buscado mediante un conjunto de técnicas somáticas que han intentado precisar cuantitativamente la existencia de varios factores de excitación, cada uno de ellos asociado con un diferente aspecto del sistema nervioso (69,22). Según Witt y Ellis: "La medición del impacto de cada uno de estos factores únicos puede ser más significativa que el intento de medir un único factor común. La medición de la excitación dentro del sistema nervioso autónomo, por ejemplo, incluye el conteo de los latidos del corazón, la presión arterial, a conductibilidad y el potencial de la piel. La excitación del sistema nervioso central puede ser medida con un electroencefalograma (EEG), y un electrocardiograma (ECG) puede ser usado para la excitación del sistema nervioso somático''(69,22). No obstante, ¿la conducta humana en el ocio puede ser exclusivamente explicada y transformada por la idea de la excitación?. O lo que es aún más complejo, ¿el proceso del ocio en la sociedad, con sus ramificaciones económicas, históricas y socio-psicológicas, puede ser comprendido satisfactoriamente por este enfoque?. Evidentemente no, ya que intenta explicar un complejo proceso de interacción entre lo social y lo psicológico por el establecimiento de una regularidad que funciona solamente a escala de la psiquis individual --al margen de que en este nivel sea efectiva para revelar los estados de excitación vinculados al ocio. Pero, además, tal excitación, ¿es exclusiva del juego y el ocio?. Al igual que en otros enfoques, los límites de lo que puede o no ser considerado ocio en este enfoque se difuminan en la medida que el factor explicativo no es inmanente a la conducta o a los procesos psicológicos en el tiempo libre, sino que pueden encontrarse también en cualquier compromiso personal de los

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individuos para con un objeto externo que satisface sus necesidades y atrae su atención. No es tampoco, en este sentido, un enfoque metodológicamente fructífero. Pero sí es, en todo caso, un enfoque parcial a tener en cuenta en una concepción totalizadora del ocio.

3.3.3. El modelo del flujo. M.Csikszentmihalyi propuso este modelo en el libro Beyond Boredom and Anxiety, publicado en 1975. Posteriormente la idea del flujo como explicación de la conducta recreativa ha tenido una amplia aceptación, para convertirse quizás en uno de los enfoques que actualmente han sido más ampliamente aceptados por los especialistas en el campo de las conceptualizaciones empíricas. En síntesis, esta idea designa un proceso psicológico mediante el cual los individuos experimentan una entrega total a la actividad en la que participan. Como premisa se encuentra el hecho de que no todas las actividades humanas exigen tal entrega de los individuos, sino más bien aquellas que demandan un intenso compromiso y un óptimo desafío (69,22). En "este tipo de actividades los individuos deben experimentar un "estado de flujo"; para explicar en qué consiste ese estado, Csikszentmihalyi incluyó en su libro la descripción que hace un alpinista sobre su experiencia: "Tu concentración es muy completa. Tu mente no está vagando, no estás pensando en otra cosa; estás totalmente envuelto en lo que estás haciendo. Tu cuerpo se siente bien. Tu energía está fluyendo muy suavemente, te sientes relajado, confortable y enérgico" (69,22). Según Witt y Ellis, Csikszentmihalyi ha propuesto seis características del estado de flujo: "(1) Una combinación de acción y conciencia. (2)Una concentración de la atención. (3)Pérdida de la autoconciencia. (4)Percepción de gran poder y control. (5)Demandas no contradictorias de acción y una clara y no-ambigua retroaílimentación concerniente a la acción de la persona. (6)La ausencia de la necesidad de recompensas externas. (69,22). El estado de flujo depende de la relación entre el reto o las demandas de la actividad y las capacidades individuales: "Cuando las demandas de la actividad exceden la habilidad del individuo, la ansiedad se presenta. Cuando el nivel individual de la habilidad sobrepasa las demandas de la actividad, ocurre el aburrimiento. Cuando las demandas de la actividad

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igualan la habilidad del participante, el individuo puede experimentar un estado de flujo'"(69.22). Esta descripción del estado de flujo ha llevado a algunos autores a afirmar que no solamente ocurre en el ocio, sino que es perfectamente aplicable a otras formas de la actividad humana, al trabajo por ejemplo. Un exponente de este criterio es Elery Hamilton-Smith, del Dpto. de Estudios del Ocio, perteneciente al Instituto Phillip de Tecnología, Victoria, Australia. En su artículo Can the Arts Really Be Leisure?, que se fundamenta en el modelo del flujo, ha sostenido que el ocio no puede distinguirse ni oponerse al trabajo. "Creo que la experiencia laboral o de ocio más satisfactoria es aquella que conduce a un estado de flujo; esto es, cuando el reto que enfrentamos es más o menos igualado por los recursos con los cuales lo acometemos. Esto me lleva a la idea de que todo ocio o actividad recreativa no tiene igual valor, y que el individuo participante no es el único que puede hacer juicios legítimos acerca de as actividades. Pienso que una actividad que conduce a las personas a un estado de flujo es preferible a una que las condena a la excesiva ansiedad o al aburrimiento. (30-16). En una interesante deducción, Hamilton-Smith ha propuesto la idea de que la creatividad, en cualquier campo de la actividad humana, posee la característica de proporcionar estados de flujo a los individuos, expresa el sentido subjetivo de la libertad y su utilización renovadora en múltiples campos de actividad. Este autor afirmó que existe una estrecho vínculo entre la creatividad y el flujo y que ser creativo conduce con seguridad a un fuerte estado de flujo (30,16). Tal asociación entre la creatividad y el estado de flujo es sumamente interesante y debe ser tomada en su justo valor. Al margen del problema de si la creatividad conduce más o menos fácilmente a un estado de flujo, lo cierto es que la actividad creativa representa la forma avanzada innovadora y progresista de la actividad humana; es aquella actividad que en cualquier contenido conduce al cambio cualitativo, a la transformación de las condiciones del presente, a la aparición de hechos, fenómenos, productos o ideas nuevas. Indudablemente la creación debe proporcionar al hombre un alto nivel de empleo de sus potencialidades y habilidades psico-somáticas, así como un elevado sentimiento de autorrealización difícilmente igualado por una actividad reproductiva. Sin embargo, y pese a aceptar la justeza de esta hipótesis, debe ser comprobada experimentalmente, al igual que la noción de flujo. En este último caso, Witt y Ellis han señalado ocho factores, propuestos por Csikszentmihalyi: autoconciencia, habilidades, reto de la actividad, estado de ánimo, motivación, sentido de control, cuánto le va al sujeto en la actividad y dificultad en concentrarse. Esos factores son medidos por la técnica de la escala ordinal de respuestas, con 10 órdenes en cada caso. La única excepción es el estado de ánimo, que se dividió en dos elementos; afectivo y activo, cada uno de ellos medido por escalas de siete órdenes compuestos por parejas de adjetivos. El modelo del flujo propone un interesante ángulo de análisis y de investigación, pero no debe ser absolutizado pues se corre el riesgo de perder de vista otros factores no menos importantes. Pero además, no explica por qué una actividad proporciona mayor reto, y con este, mayor 'flujo', ni si lo proporciona en todos los casos o depende de las circunstancias externas e internas, ni si todos

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los individuos reaccionan igual ante cada actividad. Pero más allá de estos interrogantes, el modelo del flujo ilumina un aspecto central en la teoría del ocio: ¿por qué un individuo selecciona una determinada actividad para su ocio?. El problema de la selección de las actividades merece ser debidamente estudiado, y en esta línea de análisis el modelo del flujo parece ser fructífero. 3.3.4. El paradigma del ocio de Neulinger. La base conceptual de este paradigma, tal como su autor lo explica en The Psychology of Leisure, es la definición tradicional del ocio como estado mental, con lo cual se sitúa en línea recta con Pieper, De Grazia y otros autores. Pero no se limita a aseverar la condición subjetiva del ocio, sino que propone un modelo causal de dos factores que pueden permitir la medición y la clasificación de las conductas en varios tipos de acuerdo con el criterio de si son ocio no-ocio o algún estado intermedio. "EI criterio primario de definición es la libertad o, para ser más específico, fa percepción de la libertad. Por esto queremos decir un estado en el cual las personas sienten que lo que están haciendo está dado por la selección y porque uno desea hacerlo. No se requiere una definición filosófica de la libertad. Cada uno conoce la diferencia entre hacer algo porque hay que hacerlo y hacer algo porque uno quiere hacerlo. Es irrelevante que esa percepción sea una verdadera libertad o sólo una ilusión, como ha ilustrado Lefcourt (1973). Aún las ilusiones tienen reales consecuencias y la consecuencia crucial de (a ilusión de libertad es el ocio. (51,15) No hace falta diferenciar la libertad objetiva de la ilusión de la libertad pues al final ambas funcionan igual. De aquí que para la investigación del tiempo libre lo importante sea más bien la última. En principio esta es una aseveración correcta pues en el proceso de selección de actividades la percepción subjetiva de la libertad personal es esencial, aspecto que se ha constatado repetidamente a lo largo de los años. Es más importante para los individuos sentirse libre mientras eligen qué hacer en su tiempo libre que serlo realmente. Tras esa aparente libertad en todas las sociedades existen numerosos obstáculos objetivos que restringen las opciones y las alternativas reales, pero mientras esos obstáculos sean menos percibidos por los individuos, la percepción de la libertad aumenta y, con ella, la capacidad de sentirse libre y de ser feliz en el ocio, de aquí que para la investigación del ocio un nivel importante del análisis es la medición de la percepción de la libertad, o libertad percibida. Pero no puede soslayarse la indagación acerca de los límites objetivos a la libertad individual. Ese vacío es una seria limitación a la investigación del ocio para poder responder efectivamente a los cuestionamientos sociales, en primer término, e incluso a los individuales, más allá de las ilusiones, cuando hay que ofrecer respuestas que tiendan a transformar las presiones del momento y de las situaciones actuales. Por tanto, si bien es imprescindible tomar en cuenta la libertad percibida, también habría que adoptar una definición filosófica de libertad que abra las puertas a análisis objetivos de las restricciones que la sociedad impone a los individuos para realizar su libertad de elección personal. Estos análisis conducen al cuestionamiento del nivel real de democracia imperante en cada país y, como uno de

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sus corolarios, el grado de democracia cultural a que ha llegado esa sociedad. Tal indagación es insoslayable para evidenciar el peso real del ocio, sus limitaciones y sus perspectivas. El modelo de Neulinger se sostiene también sobre otro factor: la motivación, que puede ser extrínseca e intrínseca, en asociación con la libertad percibida. Pero como esta última es el factor determinante, Neulinger concluye en la idea de que puede haber estados de ocio en el trabajo: "El ocio no está definido ya en contraste con el trabajo; este no es m ás lo opuesto a un valor positivo. El trabajo puede conducir al ocio tanto como a una experiencia de no- ocio... (subrayado del autor). (51,22). Neulinger ha propuesto tres estados de ocio y tres estados de no-ocio, divididos exclusivamente por la percepción de libertad que tengan los sujetos participantes en la actividad. Sobre su base, la motivación extrínseca o intrínseca determinaría el grado de ocio o de no-ocio de cada estado. Este autor incluye en el ocio a dos tipos de trabajo, o más bien de estados que tienen contenido laboral y que son 'libres', en los cuales aparecen diversas modalidades del trabajo intelectual y del artesano que tienen contenido creativo y que, por ello, provocan estados de flujo y despiertan altos niveles de excitación. Esta hipótesis puede ser útil, pero no como teoría general sino en el plano operacional. Constituye la expresión de una regularidad que opera a nivel psíquico y que puede explicar procesos particulares de la selección de actividades por los individuos, así como de la satisfacción de las necesidades recreativas. Como se puede observar, Neulinger asimila en su teoría a las nociones del flujo, de la excitación y de la creatividad, organizándolas a partir de una base teórica erigida sobre la percepción de la libertad. Es, portante, una teorización de tipo integrativo.

3.3.5. La batería de diagnóstico del ocio. Al igual que el modelo de Neulinger, este enfoque se ha fundamentado en la definición del ocio como estado mental y también ha caracterizado a esos estados a partir de la percepción de la libertad y de la motivación. Sus autores son Ellis y Witt, quienes han dado a conocer sus ideas en varios artículos publicados en revistas especializadas. Por su contenido, este enfoque tiene una dirección de carácter metodológico, e incluye una conceptualización muy parecida a la de Neulinger. Pero a diferencia de este, que concibe la percepción de la libertad como un "estado transitorio y situacional", el enfoque de Witt y Eli is sostiene que la percepción de la Iibertad se fundamenta en "(...) la existencia de una autopercepción relativamente estable que es permanente en el tiempo y que predispone a los individuos a experimentar el estado de ocio"{69,23). Se habla aquí de una propiedad o un componente de la personalidad que determina la percepción de la libertad por los individuos, independientemente del tiempo y de los contextos sociales. Con esta idea se avanza un paso más en la subjetivización del ocio ya que plantea el problema a escala de la estructura de la personalidad, independientemente de la realidad social, en tanto propiedades que deben ser medidas:

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"La LDB (batería de diagnóstico del ocio; n.d.a.) define la percepción de la libertad como un concepto unitario que consiste en a aptitud para percibir el ocio, el control de la percepción del ocio, la habilidad para satisfacer las necesidades de ocio mediante la participación en la recreación, la habilidad para lograr un profundo compromiso en as actividades y una actitud de juego. Se asume que los individuos que tienen una alta percepción de libertad tienen un alto grado de autosuficiencia en el ocio. La mayoría de sus actividades de ocio están intrínsecamente motivadas. Tienen una alta propensión a experimentar 'estados de flujo', se sienten confortables con su nivel de habilidad y su compromiso con las actividades recreativas, y exhiben un alto nivel de satisfacción con el ocio. Se asume que los individuos que tienen un bajo grado de percepción de la libertad, por otra parte, perciben un sentimiento de incompetencia en el ocio. Sus compromisos en el ocio están por lo general motivados extrínsecamente, les falta confianza en su habilidad para participar exitosamente en las habilidades recreativas, y son infelices con su ocio"{69,23). Estos factores tienen carácter individual y psíquico. Se percibe la libertad si se tienen aptitudes, habilidades; y si no se tienen, no se percibe la libertad ni, por tanto, ai ocio. Por lo que el problema consiste entonces en perfeccionar esas habilidades para obtener un perfeccionamiento del ocio. Más allá de la reducción de la libertad a su percepción, la asignación de esta percepción a factores exclusivamente psíquicos, en los que no interviene ningún elemento externo al individuo, reduce enormemente la validez del modelo. Esta limitación se observa incluso en la plataforma de objetivos posibles dentro del cuerpo de este enfoque, aunque cuando pasan al plano de la práctica se observa que los autores incluyen variables externas situacionales: "El énfasis del enfoque está en las vías de manipulación del medio a partir de las indicaciones de dirección, del diseño programático y de la manipulación de los ambientes físicos de tal forma que el flujo sea maximizado. Los principios específicos discutidos aquí son: atracción de la atención, logro de complejidad a fin de provocar un reto óptimo, acercamiento del campo de estímulo, minimización de las recompensas externas y la disminución del enfoque consciente de los individuos sobre las consecuencias de su compromiso"(69,24). Son mecanismos indudablemente útiles para lograr mayor eficiencia en el ocio, pero si se extrapolan como factores universalmente válidos, pierden su razón de ser. Por lo tanto, es necesario asimilarlos en su justa medida y valor, en tanto procesos directamente influyentes sobre la percepción de la libertad en el ocio por las personas.

3.3.6. Otros enfoques causales. Se muestran en este acápite algunos enfoques causales de diferentes autores, cada uno de los cuales aporta determinada porción de verdad o ilumina cierta zona del proceso total del tiempo libre. Un primer enfoque es el propuesto por Kleiber en su artículo: FreeTime: Activity and Psycho-Social Adjustment in College Students", sustentado en la pareja de contrarios 'activo-

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pasivo' aplicada a la conducta en el tiempo libre: ''Un factor que tiene un atractivo intuitivo como correlato potencial de las mediciones de las regularidades de la conducta es la dimensión activa-pasiva. La pasividad, especialmente en esta cultura, sugiere cosas tales como apatía, alienación y depresión. El uso activo del tiempo Ubre ha sido definido además como esas conductas que indican un compromiso físico o cognitivo con el medio durante el tiempo libre, con algunos intentos de manipular los acontecimientos y obtener algún tipo de control sobre él". (37,206}. Otro enfoque es el que ha afirmado la importancia del grupo social en la determinación de las conductas recreativas. Fue propuesto por Neil Cheek en el artículo Towards a Sociology of Not-Work. Según Cheek, el grupo social tiene un impacto "significativo" en la conducta recreativa de los individuos, sobre todo en lo que respecta a la selección de aquellas actividades que usualmente son realizadas en grupos, tales como los paseos, la asistencia a parques, zoológicos, etc. Cabría añadir la influencia de la edad sobre la pertenencia al grupo y en relación a la conducta recreativa, y adelantar la hipótesis de que este impacto es mayor en los jóvenes que en los restantes grupos etéreos. Sobre la base de estos criterios, William Burch (The Social Circles of Leisure: Competing Explanations) ha expuesto su "teoría de la comunidad personal", que consiste en considerar que el círculo personal de amigos puede ser más influyente sobre la conducta recreativa que otros factores. El patrón de selección de este grupo se crea en la niñez, y el la edad adulta se aplica tal patrón de una forma repetida, participando en actividades que el grupo-patrón hubiera seleccionado y reforzándose los valores y los estilos de vida asociados a esas actividades (5,26-27). En un campo de acción más amplio que el de los grupos, se ha mostrado un enfoque basado en la idea de la oportunidad para la recreación, según el sentido aristotélico original del término. Este enfoque ha sido propuesto por Philip Hauser en el artículo Demographic and Ecological Changes as Factors in Qutdoor Recreation Participation, aparecido en 1962, en donde sostuvo que la teoría de la oportunidad es otra posible explicación de tipo causal pues indica que la participación en diferentes formas de recreación fuera de la casa está condicionada por su disponibilidad (38,27). Y en efecto, desde el punto de vista sociológico la disponibilidad de ofertas recreativas, su cantidad y calidad, ubicación territorial, horarios, etc., son factores influyentes sobre la conducta en el tiempo libre, tal como han mostrado las investigaciones empíricas. También una relación causal se ha visto en el prestigio profesional. Alfred Clarke, en Le'isure and Qccupational Prestige, ha sostenido que el prestigio condiciona determinadas conductas recreativas. Por ejemplo, los hombres que tienen un alto nivel de prestigio realizan actividades tales como asistir a teatros, leer, ir a conciertos, entre otras; mientras que los que tienen un bajo nivel de prestigio profesional participan preferentemente en espectáculos deportivos, en la televisión, el consumo de bebidas alcohólicas, juegos de mesa y otras (38,292-293). Muy interesante es el estudio causal sobre la influencia de la experiencia recreativa infantil

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sobre la conducta posterior en el ocio. Yoesting y Burkhead, en su artículo Significance of Chíldhood Recreation Experience on Adult Leisure Behavior: An Exploratory Analysis, han planteado la llamada ''teoría de la memoria infantil", que consiste en la idea de que un adecuado aprendizaje por vía de la experiencia en la niñez correlaciona positivamente con la conducta recreativa en la adultez. "Evidencia sustancial indica que las actividades recreativas infantiles fuera de la casa de los individuos son un importante predictor de las actividades recreativas al aire libre de ese individuo adulto. El número de las actividades infantiles fue un predictor significativo del número de actividades ejecutadas desde la niñez (...)"(7Q,34). Por último, ha sido propuesta la idea de que, pese a que el juego ha sido tradicionalmente considerado como una actividad infantil, no se pierde con la edad sino que continúa vigente en las formas de la recreación adulta en el tiempo libre. Esta idea ha sido expresada por B.SuttonSmith en Child'sPlay: Very Serious Business (83). Esta pequeña muestra de enfoques causales no agotan su variedad , pero ilustran las diversas formas de acercamiento al problema de dilucidar qué es el ocio y cómo explicarlo.

4. HACIA UNA ASIMILACIÓN CRITICA DE NORTEAMERICANAS DE LA TEORÍA DEL OCIO.

LAS

FUENTES

EUROPEAS

Y

La palabra 'crítica' es a menudo malinterpretada por investigadores y analistas. Se piensa que es sinónimo de rechazo o condena de ideas o autores. Sin embargo se usa aquí con aquel la acepción que ofreciera José Martí cuando la definió como "ejercicio del criterio", o el balance mesurado del pensamiento analizado, la asimilación de sus aciertos y la demostración de sus errores. Para un intento de construcción de una teoría de carácter sintético, ¿qué puede ser asimilado de las fuentes antes expuestas de manera muy sucinta?. En mi criterio, muchos elementos, muchos más de los que se pueden efectivamente evaluar en un estudio de esta naturaleza. Pero al mismo tiempo deben ser juzgados a la luz de criterios de índole global, que justifiquen su inserción en una teorización de tipo más general, o que les señale las insuficiencias. Tal tarea debe quedar para un debate más profundo y detenido. Pero sí se pueden señalar algunos rasgos muy generales a manera de incitación a ese hipotético debate. En primer lugar, habría que indicar que ha existido un vínculo permanente entre los objetivos científicos y los sociopolíticos, en tanto intentos de estabilización de la realidad social por medio de la investigación sobre el ocio. Algunos de los rasgos mencionados en el análisis de determinados enfoques, a saber, el ahistoricismo, el subjetivismo y el individualismo, parecen depender de orientaciones generales del pensamiento científico que se manifiestan en el plano teórico-metodológico. No se ha intentado una comprensión global del problema del tiempo libre, sino más bien su indagación limitada a micro sectores o a individuos. En segundo lugar, hay razones para suponer que tras la mayor parte de los enfoques continúa

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actuando la visión empirista de los fenómenos sociales. Se asiste de manera constante a la empresa de explicar los procesos recreativos sobre la base de modelos descriptivos y/o causales que designan solamente características mensurables, es decir, empíricas. Pero la lógica ha probado que lo particular no designa a lo general, aunque lo general deba incluir a lo particular como uno de sus momentos y su forma de existencia. El proceso de la recreación en la sociedad solamente puede ser científicamente comprendido en la medida en que se fundamente en una visión totalizadora del problema de estudio. ¿Está la ciencia social preparada para esto en el campo del ocio?. Hay bases para suponer que no es así, pero no se resolverá el problema abandonando la plataforma teórico-totalizadora para sentirse satisfecho el investigador en micro-teorizaciones parcialmente válidas. En tercer lugar, es posible considerar que la pretendida diferencia entre los enfoques tradicionales y los causales representa solamente una sucesión de fases de desarrollo que no hacen variar substancialmente la orientación científica. Este decursar del pensamiento sobre el ocio puede ser enunciado por el siguiente camino lógico, que incluye cuatro momentos o etapas principales: (i)

El establecimiento de modelos teoréticos unífactoriales.

(ii)

El establecimiento de modelos multifactoríales.

(iii)

La reducción del número de factores a incluir en el modelo.

(iv)

El establecimiento de relaciones causales entre los factores del modelo.

La separación entre los diversos momentos no ha sido cronológica y a menudo las etapas no han estado claramente diferenciadas en los mismos autores, es decir, ha existido una constante intersección entre ellos en el quehacer investigativo concreto. Sin embargo, estos cuatro momentos pueden representar una estructura lógica que señalice el desarrollo de esas conceptualizaciones. En cuarto lugar, el análisis de estas fuentes demuestra que ha existido una fuerte corriente de pensamiento e investigación sobre el ocio en estas regiones, vinculadas a las necesidades económicas, sociales e ideológicas del sistema, la función de estabilización de la recreación como medio de ajuste y equilibrio, y su vínculo temprano a los problemas de la productividad del trabajo y la estabilidad laboral. En quinto lugar, el estudio de los diversos enfoques muestra que existen interesantes e incluso indispensables ideas y ángulos de interpretación que deben ser asimilados, algunos de los cuales son: (i) La importancia de la definición de las nociones centrales de la teoría, sobre todo de los conceptos ocio y tiempo libre. (ii) El rescate de la idea platónica de la necesidad de unir el ocio y el trabajo en una visión integradora.

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(iii) El valor de la noción aristotélica de 'oportunidad' asociada con el ocio, pero comprendida como un complejo sistema de influencias sociales. En este contexto, la valoración de la libertad como uno de los más importantes rasgos del ocio, en sus facetas de libertad percibida y de libertad real u objetiva. (iv) La necesidad de precisar teórica y experimentalmente los vínculos concretos entre los factores objetivos y los subjetivos en el tiempo libre. (v) El imperativo de enfocar los problemas teóricos del ocio desde el ángulo de la actividad, pero no desde el punto de vista empirista, sino en el contexto de una teoría de la actividad humana en la sociedad. (vi) El tránsito hacia un modelo sintético y totalizador, de carácter multifactorial, que conduzca al establecimiento de una estructura de regularidades particulares integradas como un sistema hipotético-deductivo. En resumen, el estudio de las fuentes occidentales de la investigación sobre el tiempo libre es un paso imprescindible para cualquier interesado en esta temática, pero al mismo tiempo es una etapa aún no terminada de la ciencia social contemporánea. El reto de los problemas teóricos y metodológicos está presente y espera por nuevos intentos y continuadas audacias.

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