Integración hemisférica: geopolítica o

Integración hemisférica: ¿geopolítica ítica o política energética? Este ensayo se concentra en evaluar la vinculación existente entre los procesos d

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Integración hemisférica:

¿geopolítica ítica o

política energética? Este ensayo se concentra en evaluar la vinculación existente entre los procesos de integración llevados a cabo en el hemisferio americano y lo que se podría conocer como nuevos procesos de integración energética. En primer lugar se describirá someramente cómo han avanzado las distintas iniciativas de integración regional, luego el impacto de estos procesos y cómo causan la necesidad de iniciativas integradoras en el marco energético. Al final, se plantearán unos escenarios sobre las perspectivas de integración energética hemisférica. | AUTOR MARTÍN DURÁN BECARIO MAE-AECI |

Relación producción consumo por sus regiones

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1 Venezuela ha tratado de diversificar sus mercados pero la dinámica propia del mismo y las consecuencias de la geografía la atan a la Costa Este norteamericana. Esto no es casual, sobre todo, si dichos recursos se quieren manejar en condiciones cercanas a la racionalidad económica y no bajo constante intervención de factores derivados del voluntarismo personalista o injerencias políticas, que algunas veces se niegan a interpretar la lógica del mercado, aquella que se empeña en una diversifi cación forzada. La diversificación sin duda es posible, pero considerando los factores naturales del mercado. 2 Al respecto, ver A. Fuentes y J. Villanueva; Economía mundial e integración de América Latina. (Buenos Aires, 1989); así como J. Raúl Navarro García (coord), Sistemas Políticos y procesos de integración económica en América Latina. (Sevilla, Escuela de Estudios Hispano-Americanos de Sevilla, 2001), especialmente el artículo escrito por Luis Miguel Puerto Sanz: “Un Análisis Prospectivo del Proceso de Integración Energética en MERCOSUR con especial referencia al subsistema eléctrico”.

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AFTA y MERCOSUR , liderados por Estados Unidos y Brasil respectivamente, pugnan por las reservas de hidrocarburos de la Cuenca del Caribe. Esta pugna se mide por la velocidad de interconectividad a través de ductos y redes eléctricas. Hasta ahora MERCOSUR lleva la delantera y sabe, ante una disminución de la influencia americana en la región, que es un momento histórico ideal para lograr el control del gas y el petróleo venezolano. Brasil y Argentina reconocen que existe una oportunidad de ganar influencia estratégica como mercados y operadores de estos hidrocarburos mientras continúe EEUU concentrado en asegurar la democratización del Golfo Pérsico. El problema es que semejante cometido no es tan sencillo como se pinta. Es, en defi nitiva, un largo proceso que requiere de mucho capital, planificación, estabilidad política y constancia. De todos los actores del Hemisferio americano, los que más se acercan a ese estado ideal son los países miembros del NAFTA. Al fi nal, la lógica indica que si bien MERCOSUR puede lograr una buena participación en estos recursos aprovechando la apertura y diversificación desesperada del gobierno de Hugo Chávez, este mercado es relativamente pequeño para las posibilidades del gas y crudo venezolano, necesitando por tanto del mercado del NAFTA, no sólo por su capacidad de pago que permite un efectivo retorno de la inversión, sino por la posibilidad de maximizar su explotación y una mayor renta petrolera a largo plazo1.

Integración en América: continuidad de una configuración política aún no descifrable Desde el nacimiento de las repúblicas americanas, especialmente las ibéricas, el sentimiento integracionista era inherente. Para algunos, este sentimiento no es exclusivo del período republicano sino que tiene raíces en las civilizaciones prehispánicas y fueron consolidadas en el marco del período hispánico o ibérico que lo precedió. Obviamente, el crecimiento de la población, la implantación de instituciones políticas y económicas hispánicas en coexistencia con tradiciones aborígenes constituyeron fuerzas configuradoras de una región con valores y creencias similares con peso geopolítico especial en el creciente proceso de “mundialización” originario del siglo XVI. América inició su fase histórico-occidental singularizada por el peso de la minería y la extracción. Mientras España comenzaba a ser víctima de lo que hoy todos conocemos como la “Enfermedad holandesa”, América comenzaba a ser asediada por los enemigos de sus majestades católicas. Hoy los procesos de integración no dejan de recordarnos esos orígenes. Y no es casualidad, lejos de evocar leyenda negra de lo hispánico, que los líderes de ese proceso de integración sean precisamente dos Estados con orígenes muy distintos del impulso civilizatorio castellano: Brasil y los Estados Unidos. La primera una potencia regional con viejas pretensiones imperiales (para los brasileños integracionistas) y la

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segunda, una potencia global con intereses tan diversos como complejos donde América no constituye precisamente una de sus prioridades. Ambas potencias están secundadas por repúblicas hispánicas y antiguas adversarias en el plano geopolítico como lo son Argentina y México. Las fuerzas involucradas en las posibilidades de integración en América no son del todo simétricas en cuanto a peso y orientación. Desde el norte, los Estados Unidos avanzan inexorablemente en una acción envolvente y con unos resultados económicos hasta ahora significativos. Brasil trata resolver con dificultad los desequilibrios que su colosal economía genera en el sur, pero se mantiene incólume bajo la guía de su peculiar orientación geopolítica. En el medio de ambas fuerzas habita una fauna de repúblicas que por distintas razones no pueden jugar el rol protagónico deseado por sus liderazgos o sociedades, pero no por eso dejan de cumplir papeles significativos en la dinámica internacional hemisférica. Dentro de esta fauna, se encuentran las repúblicas con economías fortalecidas cuyos intereses obedecen a sus respectivos planes de política exterior y no dejan de tender redes en función a éstos con una habilidad sorprendente. Estas son Colombia, Chile y Costa Rica. Existen también las que pertenecen al embolsamiento argentinobrasileño, como lo son Uruguay y Paraguay. Luego, aparece otra especie, la de repúblicas pequeñas, cercanas a la influencia norteamericana y que no tienen más remedio que recibir a gusto dicha influencia, es decir, las centroamericanas y del Caribe. Seguida de estas, aparecen los países bajo confusión existencial ó Bolivia, Perú y Ecuador. Por último, quedan las autodenominadas repúblicas “Revolucionarias”, Cuba y Venezuela. Pero esta fauna descrita bajo los efectos del peso de la circunstancia vigente, tienen una adscripción a iniciativas integracionistas que históricamente, en algunos casos, han sido ejemplo de procesos fracasados, como en otros, constituyen éxitos precarios (VER RECUADRO) . Los procesos de integración, más que una anomalía en un mundo marcado por la lucha por el poder, forman parte de los esquemas de búsqueda del poder, es decir, los procesos liderados por los Estados Unidos o Brasil obedecen en esencia a la consolidación de sus status de potencias o al temor de una pérdida de poder relativo, mientras que la ausencia de un mundo bipolar o un Tercer Mundo consolidado impul| 3 | PETROLEO YV

LOS PRINCIPALES ACUERDOS INTERNACIONALES PARA LA PROMOCIÓN DE LA INTEGRACIÓN EN AMÉRICA HAN SIDO, EN PRIMERA INSTANCIA, CUATRO ZONAS DE LIBRE COMERCIO a la Asociación Latinoamericana de Libre Comercio, conocida

como ALALC (1960); b la Asociación de Libre Comercio del Caribe ó CARIFTA (1965); c el Grupo de los Tres, establecido por México, Colombia y Venezuela en 1990; d el Tratado de Libre Comercio (TLC) en 1993.

LUEGO DE ELLO SE TIENEN CINCO CONVENIOS CON RASGOS DE MERCADO COMÚN, ESTOS SON: a Mercado Común Centroamericano (MCCA) fundado en

1961; b Mercado Común del Caribe Oriental (MCCO) desde 1968; c Grupo Andino (GRAN), desde 1969; d Mercado Común del Caribe (CARICOM) en 1973; e Mercado Común del Sur (MERCOSUR) desde 1991. De la misma forma, existe un convenio previsto para la suscripción de acuerdos de carácter parcial y establecimiento de una preferencia arancelaria regional, pero sin plazos determinados, este es el caso de la Asociación Latinoamericana de Integración o ALADI (1980)2. Desde el año 1992 han avanzado acuerdos de libre comercio impulsados por EEUU como lo son el North America Free Trade Agreement (NAFTA) entre México, los mismos Estados Unidos y Canadá. Desde 2001, el coloso del Norte ha manejado su política integracionista entre dos manos, la multilateral y la bilateral. Cuando falla la primera, se apela a la segunda. Sus dos últimos intentos son el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA)3 y el Acuerdo de Libre Comercio de Centroamérica (ALCC), conocido por sus siglas en inglés como CAFTA. En la medida que la propuesta del ALCA ha perdido fuerza en el espacio multilateral, más por la resistencia de Brasil que por otra cosa, EEUU apela entonces al espacio bilateral, manteniendo negociaciones con Perú, Ecuador y Colombia, entre otros. Los éxitos de Chile y México son seductores en este caso.

sa a las potencias medianas o pequeñas a buscar espacios bajo nuevas hegemonías en aras de su seguridad. La visión de los realistas sobre la economía en este caso, es netamente neo mercantilista. Desde el punto de vista liberal o neoliberal, la globalización está allí y los Estados no pueden hacer nada más que tratar de armonizar y canalizar sus impactos entendiendo que es imposible resistir al ímpetu del libre comercio, la libre información, el libre pensamiento y la democracia. En esta visión, tal vez la más imperante, los procesos de integración son inevitables en el escenario mundial y el rol de potencias como Estados Unidos y Brasil es el de

Reservas probadas de crudos

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3 Los esfuerzos para unir las economías de las Américas en una sola área de libre comercio se iniciaron en la Cumbre de las Américas, que se llevó a cabo en Miami, EEUU, en diciembre de 1994. Los Jefes de Estado y de Gobierno de las 34 democracias de la región acordaron la creación de un Área de Libre Comercio de las Américas, o ALCA, en la cual se eliminarán progresivamente las barreras al comercio y a la inversión. Resolvieron igualmente que las negociaciones con miras a lograr el acuerdo finalizarían a más tardar en el año 2005 y que lograrían avances sustanciales en el establecimiento del ALCA para el año 2000. Para muchos, es uno de los mayores fracasos de la Política Exterior de Bush hasta este momento.

liderar un proceso al que se ven implicados por el peso de su comercio y economía, pero sin ánimos impositivos, más bien integradores. Desde el punto de vista estructuralista o dependentista, visión algo desactualizada, existen potencias hegemónicas en el marco de la división del trabajo y explotadora de países con abundante materia prima. Para éstos un Brasil o unos Estados Unidos, no cesarían de avanzar con procesos integradores como máscara de intenciones explotadoras. Cada una de estas perspectivas tiene un peso a la hora de evaluar las políticas exteriores de cada actor estatal. Las Cancillerías con cuadros preparados en verdaderas tradiciones diplomáticas y especializadas en comercio exterior, saben diferenciar y diseñar políticas tomando aspectos valiosos de estas macro tendencias teóricas 4. El éxito de Brasil, Chile, México y los Estados Unidos puede estar allí. Así los procesos de integración exitosos no solo están impulsados por la existencia de condiciones favorables domésticas, sino también por una percepción equilibrada de la realidad.

Integración y energía en el hemisferio occidental: juego Brasilia vs Washington con Caracas y la Habana en maniobras furtivas Estos procesos de integración concentrados especialmente en el marco comercial, tienen impactos tanto a nivel doméstico como en el aspecto regional en las esferas sociales, económicas y políticas. Uno de estos es la ampliación

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de la capacidad receptora de nuevas inversiones foráneas y con ello el crecimiento de su capacidad productora. Suelen incrementarse las mejoras de infraestructura, el crecimiento de la capacidad empleadora y por derivación del consumo doméstico del país involucrado. Esto supone a su vez, sobre todo en países con incipiente desarrollo tecnológico, un crecimiento acelerado consumo energético5. Los avances del MERCOSUR y NAFTA han impulsado la necesidad de acordar formas de aprovechamiento óptimo de los recursos energéticos de la región. MERCOSUR -bajo el impulso brasileño- dio pasos fundamentales para incrementar el potencial hidroeléctrico de la región junto al trazado de una red de avanzada de gasoductos, oleoductos y poliductos. EEUU y México concretan proyectos conjuntos a pesar de la decadente capacidad de exportación mexicana. Lo mismo pasa en el caso de Canadá-Estados Unidos. CARICOM ha avanzado con el apoyo de Trinidad y Tobago, pero con anterioridad recibían el apoyo de México y Venezuela con el Acuerdo de San José. Recientemente la iniciativa PETROCARIBE y el Acuerdo de Caracas están permitiendo un flujo creciente a precios especiales por parte de Venezuela6. La zona andina se autoabastece con la presencia de crudos y gas en Ecuador, Perú, Colombia y dentro de poco con la unificación de redes entre Colombia y Venezuela. Cada una de las iniciativas de integración tiene, como se ve, un interés creciente y que a

Número de pozos

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primera vista luce como un mosaico difícilmente configurado, de conexiones aisladas, pero esto obedece a una razón esencial. Las tecnologías existentes de generación energética solo permiten contar, por ahora, con los caprichos de la naturaleza. En otras palabras, la elevada dependencia de los elementos y los hidrocarburos induce a estas economías a juntar esfuerzos donde estos se encuentren concentrados. Existen, por otro lado, economías que son gigantes a efectos de consumo energético. El caso de los Estados Unidos, con un consumo de 21 millones de barriles diarios (MBD) solamente en hidrocarburos y un déficit de 13 MBD si se toma su producción doméstica, hace reflexionar sobre la presión que este mercado debería ejercer sobre el hemisférico. Los Estados Unidos observan otras cuencas energéticas distintas a la del Caribe y mantiene una visión global más que regional del problema energético, pero aún así, la presión podría incrementarse de aumentar sus dificultades para acceder a los suministros del Medio Oriente. Brasil por su lado, circunstancialmente es autosuficiente, pero su crecimiento económico es muy veloz. Su presión sobre nuevos suministros se mantiene latente. Pero lo que más preocupa en la región es la interconectividad de los flujos energéticos desde las principales cuencas a los principales mercados de consumo. En parte, el éxito de los procesos de integración comercial en América constituye la llave para entender las necesidades de mayor interconectividad o no. Hasta ahora, solo las economías brasileña y norteamericana son capaces de llevar adelante proyectos de este tipo de envergadura, por su capacidad de consumo y apalancamiento de fi nanciamiento. Resulta llamativo que el eje NAFTA se en| 5 | INVESTIGACION PYV

cuentra un poco más retrasado en materia de interconectividad. En parte, por las preocupaciones de Washington fuera del Hemisferio Occidental y porque esta interconectividad podría afectar la oferta doméstica norteamericana, uno de los soportes valiosos de la administración Bush. No obstante, Canadá, más poderosa en arenas bituminosas o México carente de gas pero con capacidad fi nanciera suficiente, tienen una preocupación creciente por la interconectividad. Desde México se requiere gas, los Estados Unidos carece de él y mucho más Canadá. Los países del NAFTA confían en su capacidad exploratoria pero saben que no es suficiente. Medio Oriente es la meta norteamericana y aspira que con su democratización se logre una fuente confiable a largo plazo. Aún así, gas y petróleo son esquivos a la hora de lograr altas tasas de descubrimiento. México por su lado planifica y tiende redes eléctricas hacia Centro América que podrían 4 Además de las cancillerías, la individualidad de un líder puede tomar elementos aislados de lecturas indigestas y construir esquemas del funcionamiento del orden internacional a conveniencia de su juego político. La teoría de los dependentistas es la más usada a estos fines, sobre todo para líderes de izquierda de tendencia marcadamente populista o demagógica. Los teóricos de la dependencia nacen en los años 50 y 60, de los trabajos realizados por Raúl Prebisch en el marco de la Comisión Económica de las Naciones Unidas para América Latina (CEPAL). El libro característico para el caso Iberoamericano es Fernando Cardoso y E Faletto, Dependencia y desarrollo en América Latina (México, FCE, 1978).

5 Para un estudio con mayor profundidad estadística ver: Rocco Fabiola. Factores que Contribuirían a la Conformación de un Mercado Común Energético en América Latina. (Caracas, Tesis para optar al grado de Master en Economía y Administración de Hidrocarburos de la UCV, 2004). Uno de los mejores, sino, el único hecho en Venezuela sobre el tema. 6 Esta iniciativa forma parte de una gama que impulsa el gobierno de Chávez en materia de integración energética, las cuales van ligadas a tres variables. La primera es diversificar el destino de las exportaciones petroleras, un viejo sueño venezolano; segundo tender sus redes de avance político-insurreccional financiado con divisas americanas y tercero drenar la

renta petrolera hacia América, como una forma especial de fuga de divisas políticamente orientada que intenta a su vez dos tareas: 1. a través de importaciones sustitutivas, exterminar la élite económica nacida y fortalecida de la IV República (1958-1999), especialmente los que se niegan someterse a sus designios, y 2. formar una nueva élite, la de la V República, formada con aquellos de la IV que bajaron la cerviz y con nuevos y viejos hombres de negocios con claros vínculos con parte de la clase política del chavismo. Nuevo Régimen, nuevos ricos. Esto se ha visto en otras ocasiones en Irán, Rusia, China, Francia, etc. Los acuerdos que Venezuela ha firmado con Argentina, Uruguay, Brasil, Cuba, Paraguay y ahora Bolivia van en ese sentido.

7 Una insurrección escalonada implica la existencia de etapas y fases. Chávez observa al Hemisferio como un terreno para una Revolución Continental Bolivariana y su experiencia política sazonada con la de F. Castro, quien en su momento lo intentó bajo el contexto histórico de la Guerra Fría, le indica que olas insurreccionales como prólogo a la Revolución no pueden protagonizarse bajo un impulso violento, sino pacífico y gradual. Así, se sirve pragmáticamente de los recursos que Estados Unidos y otras economías le drenan a cambio del petróleo venezolano y motoriza en diferentes niveles una insurrección continental por la vía democrática. No se debe confundir la ola de izquierda que sacude al continente con estas olas insurreccionales, de izquierda que obedecen a razones propias a cada país, solo que Chávez aprovecha el momento histórico y se cuela en la fiesta del cambio político para maximizarlo hacia sus objetivos. Chávez gerencia la insurrección escalonada, en 1er lugar al nivel diplomático con una cancillería incipiente pero que mejora bajo la tutela de Rodríguez Araque. Esa es la capa formal. En 2do nivel, se encuentran los contactos con empresarios de la energía y las telecomunicaciones en el hemisferio, quién establece negocios que le permitan diversificar los ingresos y a su vez filtrar las élites de los países blanco. En 3er nivel, se encuentran los contactos informales civiles a través de los movimientos de distintas índoles a los que de alguna manera ayuda y financia a través de redes informales tejidas desde las embajadas o contactos directos en todo el continente. En un 4to nivel, se encuentran los contactos políticosmilitares insurreccionales, que constituyen un nivel clandestino pero efectivo para el drenaje de recursos y contactos con nuevas logias militares que luego de controlado el poder democrático servirán de sustento fáctico de los nuevos gobiernos revolucionarios. El primer experimento fue Lucio Gutiérrez y fracasó antes de que este presidente ecuatoriano dimitiera luego de darle la espalda al chavismo continental. El segundo es Morales en Bolivia. Este es un caso digno de seguimiento. El modelo es mejorado y perfeccionable. Chávez va en serio y es un buen táctico.

Población americana

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unificarse con la interconectividad colombovenezolana para 2010. Trinidad y Tobago también se ofrece como alternativa. No cabe duda que lo natural es que el eje T&T-Venezuela terminen siendo los surtidores naturales del NAFTA, pero Brasil avanza desde el sur y compite por ese eje. El gasoducto al Sur es la maniobra de Itamaratí para garantizar parte de ese suministro y de esa forma jugar una carta interesante ante los Estados Unidos en el juego estratégico mundial. Venezuela con el gasoducto se convierte de esta forma en pieza de la pugna energética entre una potencia global y una regional. Ya Brasil había obstaculizado con la “Guerra del Gas” en Bolivia el flujo gasífero hacia Chile y de allí a México y California. El apoyo a las actividades de Morales por parte de Itamaratí tiene un precio que Morales sabrá pagar ante la opinión pública boliviana. Venezuela en este caso, ha sido mero instrumento de este juego, aún cuando la dupla Fidel-Chávez tiene su jugada paralela mediante la insurrección escalonada del continente7. Esta pugna entre ambos ejes tiene su doble cara. EEUU ha cedido espacios en América, y Brasil los aprovecha. Aún así, mantiene una presencia petrolera notable en Venezuela y los negocios entre ambos países se mantienen en un buen momento a pesar de la pugna de micrófonos. Si bien el presidente venezolano sueña con una diversificación de las exportaciones con las cuales alimentar su revolución, este anhelo lleva tiempo en hacerse realidad. El gasoducto es un intento más. La pregunta obvia es: ¿para el año 2015 el gas venezolano estará consumiéndose en el eje Brasilia-Buenos Aires o en México-Washington? La respuesta

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depende de la capacidad de producción instalada y seguramente América del Sur será un mercado pequeño para las inmensas posibilidades del gas venezolano. Al fi nal, NAFTA, terminará siendo otro destino si la tecnología no ha hecho para esa fecha otro salto paradigmático en el campo de la energía.

Escenarios de integración El futuro de los procesos de integración energética hemisférica está marcado por tres escenarios: • Mercados domésticos no integrados. • Integración energética desarticulada (IED). • Integración energética articulada y autopropulsada. Visto el escenario político regional vigente, existe la certeza que la fase de mercados domésticos no integrados está siendo superada y se está en una frontera entre la IED que se expresa en políticas descontinuadas, bilaterales, sin coordinación de objetivos y la integración articulada apegada a los espacios de diálogos abiertos entre los bloques comerciales de la región, pero con altibajos lógicos derivados de la dimensión de semejante empresa. La pugna NAFTA-MERCOSUR incidirá en cierta forma sobre el futuro de las principales reservas de la región. Los procesos de interconectividad son importantes y allí países como Colombia, Panamá o las Islas del Caribe serán cruciales y se beneficiarán de los mismos. La IED resulta el escenario más probable y dependerá en gran medida de la estabilidad política del continente y del destino de la intervención norteamericana en Irak, así como el tiempo en que tarde en mirar hacia el Sur de sus fronteras. | PYV |

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