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MURILLO.
ÉPOCA
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BALMES.
CERVANTES. •\>^
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.fe.-sít^'' M.
NUMERO 22.—Madrid 5 de Febrero de 1883.
AÑO VIII. — TOMO VI
PRECIOS DE SUSCRICIÓN. 30 r s . 60 •
DON
CUBA Y PUERTO-RICO.
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SUMARIO TEXTO. —Kirvisía, por 'Su]t:ma.— Crónica, por D . Isem. — / ? . Juan de Argitijo (continuación), por D . José María Asensio. — L a vía dolorosa de los pontífices.—A Fr. FHLv de Azcoiüa^ poesía, por el Marqués de C e r r a l b o . — E n un J>elo, por Martínez P a r r a . — E x c e leniisimo Sr. P. José Marta Muñoz, por M. R.— Ka'isía cientifica, por el D r . Marco de Colomer. — BibUogra/ia —Los grabadfís.— El mártir de un secreto (continuación), por Kaul de Navery. — Jerogli/ico. — Revista de conocimientos útiles. — Anuncios. GRABADOS. — Exento. Sr. D.yosé M. Muñoz. — Er. Domingo de Siios.— El gran arsenal de Viena.—Mr. C/Í^Í'«Í'/£7«¿-, Diptitado católico de la Asamblea íranc&sa.
REVISTA UNQUE sea impropio de los días de Carnaval, en que escribimos estas líneas, hablar de sucesos tristes, no podemos menos de comenzar esta Crónica dedicando un recuerdo al noble Marqués de Mirabel, que acaba de pasar á mejor vida. Era un noble de los buenos tiempos, caballeroso, caritativo, católico ferviente, de costumbres intachables y de virtudes ejemplares. Aunque dueño de un título ilustre que se remonta á los días del Emperador Carlos V, y de una gran fortuna que le permitía vivir con fausto, siempre fué sencillo en su trato y modesto en sus costumbres, ostentando como el mejor timbre de su nobleza, su intachable conducta y como el mayor esplendor de su fortuna, su caridad inagotable. Habíase mantenido ajeno á las luchas de los partidos, pero en las obras puramente reh'giosas no escaseaba su celo ni sus recursos, como lo acreditan los actos de la Asociación de Católicos que presidía, impulsados casi todos por su iniciativa y mantenidos con su dinero. La última vez que nosotros le hablamos, fué en los ejercicios espirituales de San Vicente Paul de la Cuaresma anterior, y por cierto que, teniéndole al lado, nos edificó con su recogimiento y fervor, que más parecían de un monje que de un Alarqués de estos tiempos. Cuéntase del período de su última enfermedad un rasgo que llamaríamos dramático, si la gravedad del asunto nos permitiese emplear esta palabra tan profana, en el cual se patentizan su sencillez y su piedad. Hace muy pocos días que, sintiéndose muy aliviado de su penosa enfermedad del corazón, se levantó del lecho sin que le viesen las personas que estaban á su cuidado, y salió sin que se enterara nadie. Al llegar
MANUEL
PÉREZ
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