JESUCRISTO SACERDOTE VICTIMA Y ALTAR 2. JESÚSCRISTO VÍCTIMA (PUREZA)

AC SM ESPIRITUALIDAD DE LA CRUZ 2015-2016 JESUCRISTO SACERDOTE VICTIMA Y ALTAR Compr omiso Se pl a sm a co m o Perspec va Ca m bi ar Víct ima SV

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AC SM ESPIRITUALIDAD DE LA CRUZ 2015-2016

JESUCRISTO SACERDOTE VICTIMA Y ALTAR

Compr omiso Se pl a sm a co m o

Perspec va

Ca m bi ar

Víct ima

SV VA A JJ S

A t r av é s d e

Al t ar

Sacer dot e

Condiciones

Relaciones

Sit uación

Pr áct icas

2. JESÚSCRISTO VÍCTIMA (PUREZA) Compromiso, ponerse en juego,(Heb 10,5.7) Compromiso, perspectiva de los últimos, los pequeños (Heb 2,18)

SER VÍCTIMA EN LA SANTIDAD DE CRISTO OFRENDA 1. LOS ANTECEDENTES La ofrenda impersonal del culto antiguo de Israel El culto antiguo de Israel era excesivamente ritualista. Se caracterizaba por la necesidad de purificación. Debían ser purificados el santuario, el sacerdote y la víctima. Al hablar de la víctima, su afán era señalar las condiciones de integridad: “Si alguno de la casa de Israel presenta una ofrenda que ofrece a Yavé para que les alcance favor, la víctima habrá de ser macho, sin defecto. No ofrezcan nada defectuoso, pues no les será aceptado”. (Lv. 22,18-20) La víctima tenía que ser purificada por el fuego, signo indispensable de que la ofrenda era grata a Dios. (Lv. 9,24; 1 Re.18,38; Jc.6,21) La víctima del culto sacrificial de Israel era un animal (papel sustitutivo del oferente)

2. JESUCRISTO VÍCTIMA La ofrenda personal de Cristo

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En la parte central de la Carta a los Hebreos, especialmente los capítulos 8 y 9. Afirma que todo sumo sacerdote está establecido “para ofrecer dones y sacrificios” (5,1). El autor habla del acto sacerdotal por excelencia: el sacrificio de Cristo. Con Cristo el sistema del culto antiguo queda suprimido. El culto antiguo era ritual, externo, impersonal; era necesariamente así, porque los hombres eran incapaces de un culto perfecto. Cristo lo sustituye por un culto real, personal, existencial, que establece una comunión auténtica con Dios y con los demás hombres. “Pues si la sangre de machos cabríos y de toros, y ceniza de ternera, rociando a los que han sido manchados, los santifica para la pureza de la carne, cuanto más la sangre de Cristo, que por el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo inmaculado a Dios, purificará nuestra conciencia de obras muertas, para servir a Dios vivo” (Hb. 9, 13-14) La expresión “ofrecerse a sí mismo a Dios” constituye una novedad inaudita, que supera totalmente el marco ritual antiguo; más aún, lo suprime, como se dice en 10,9. Cristo es, al mismo tiempo, el oferente y la ofrenda, el sacerdote y la víctima. No estaba permitido a los sacerdotes antiguos ofrecerse a sí mismos, porque no eran víctimas dignas, y además, porque no eran sacerdotes capaces. Cristo, en cambio, era una víctima digna de Dios, porque estaba “sin mancha”. “Inmaculado” era un requisito de la víctima (Cf. Ex. 29,1; Lv.1,3-10; 22,17-25). Tratándose de animales, la palabra “sin tacha” significaba la ausencia de cualquier defecto físico. En el caso de Cristo, el sentido es mucho más profundo: expresa la ausencia de todo pecado (Hb. 4,15), de toda complicidad con el mal (7,26). Estando sin mancha, Jesús no tenía necesidad de buscar una víctima externa a sí mismo; podía presentarse a sí mismo a Dios, con la certeza de ser una ofrenda agradable. No bastaba tener una víctima digna; ese era sólo el aspecto pasivo del sacrificio. Se necesitaba también tener un oferente capaz, un sacerdote apto para ofrecer la víctima; este es el aspecto positivo, activo del sacrificio. Al decir el autor que Cristo “se ofreció por el Espíritu eterno”, da entender que el Espíritu Santo, el Espíritu de amor, es el verdadero fuego del cielo, el único capaz de realizar la verdadera transformación sacrificial, que consiste no en consumir víctimas de animales para hacerlas subir hacia el cielo en humo, sino en suscitar una ofrenda de la persona misma. Cristo fue un sacerdote capaz, porque poseía al “Espíritu eterno” que le dio la fuerza (aroma) necesaria para elevarse hasta Dios. Lo que llevó a Cristo a ofrecerse a sí mismo fue el amor. Él mismo lo dice explícitamente: El mundo ha de saber que amo al Padre y que obro según el Padre me ha ordenado (Jn. 14,31), es decir, entregarse a la muerte. Pero fue también el amor que tiene a la humanidad: Jn. 15,13; Tit.2,14; 1Tes.2,6; Ef.5,25-26; 2Cor.5,15; Ef. 5,2; Ga. 2,20; Rm.5,8 Hay que recalcar que Jesús se entregó como víctima, no sólo al dar su vida en la cruz, sino que lo hizo diariamente, momento tras momento, dándose en servicio a sus hermanos y 2

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cumpliendo la voluntad de su Padre. Los evangelios nos dan testimonio de que Jesús asumió un programa de vida autodonada y entregada. Sin embargo, la donación de su vida llegó a su más alto grado victimal durante el proceso de su pascua. Se pueden destacar cuatro escenas en las que Jesús se ofreció a sí mismo como suprema víctima inmaculada para la salvación de la humanidad. a) b) c) d)

Cuando lavó los pies de sus discípulos. Cuando instituyó la Eucaristía. Cuando oró en Getsemaní. Cuando murió clavado en la cruz.

3. SER VÍCTIMA CON CRISTO VÍCTIMA Fundamento bíblico: 

  

“Por medio de Él, ofrezcamos continuamente a Dios un sacrificio de alabanza, es decir, el fruto de los labios que confiesan su nombre… no se olviden de hacer el bien y de la solidaridad, que tales sacrificios son los que agradan a Dios” (Hb.13,15-16) “Les ruego, por la ternura de Dios, que le ofrezcan su propia persona como una víctima viva y santa capaz de agradarle…” (Rom. 12,1) “Vivan en el amor, como Cristo nos amó y se entregó por nosotros como oblación y víctima de suave aroma” (Ef. 5,2) “Él nos amó primero y nos envió a su Hijo como propiciación (víctima) por nuestro pecados. Queridos, si Dios nos amó de esta manera, también nosotros debemos amarnos unos a otros” (1Jn.4,11-12)

Textos de la Cuenta de Conciencia de CCA 

Es necesario que unida al Sacerdote Eterno, hagas tu papel de sacerdote, ofreciéndome al Padre y arrancándole gracias y misericordias para la Iglesia ¿No recuerdas cuántas veces te he pedido que te ofrezcas de víctima en unión de la Víctima, por la Iglesia amada? (49,26-27)



Mira, éste es el fin, la esencia de mis Obras de la Cruz: un conjunto de víctimas, unidas a la gran Víctima, Yo, todas puras y sin levadura de concupiscencias, todas reflejando en sí mismas mi pasión, para que se levante al cielo un grito unánime que diga: `Éste es mi cuerpo, ésta es mi sangre'. Es decir, transformarse en sacerdotes en unión del Sacerdote eterno, ofreciendo al cielo por la Iglesia y los sacerdotes, sus hermanos, unos cuerpos crucificados, formando un solo Cuerpo con el Mío, una sola Sangre expiatoria e impetratoria con la Mía, como miembros que son del que es la Cabeza, Cristo tu Redentor. Date a Mí con todas tus cosas y vive de mi vida de Víctima. No te digo sólo: vive de mi vida, sino de mi vida de Víctima (22,390-395)

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Me ofrecí al Señor con todo mi corazón a ser su víctima, pero medité que el carácter especial de la víctima es la dulzura... (33,171-173)

Vivir esta actitud victimal en unión con María 

“Tu papel es el del sacerdote… para eso ofréceme en tu unión y ofrécete en la mía y por los mismos fines de caridad, por manos de María, la primera sacerdote y víctima en mi unión” (32,122)

María nos enseña la actitud sacerdotal de “ofrecer a Jesús” y la actitud victimal de “ofrecernos nosotros mismos” en unión con Jesús. En los evangelios: Al presentarlo en el templo y al consentir al pie de la cruz la entrega de Jesús al Padre por la salvación de la humanidad. Testimonio del Juan Pablo II estando hospitalizado tras el atentado que sufrió por un disparo de arma:Unido a Cristo Sacerdote y Víctima, ofrezco mis sufrimientos por la Iglesia y por el mundo… (Mayo 1981) Los equívocos del término “víctima”1 La palabra “víctima” tiene connotaciones negativas. La teología actual evita utilizarla: se prefiere hablar de autodonación, de entrega, de ofrenda e incluso de sacrificio. En el lenguaje común, esta palabra es empleada casi únicamente en el sentido negativo. Se está haciendo “la víctima”. ¿Qué revela el comportamiento de una persona así?        

La tendencia a exhibir el propio sufrimiento, real o imaginario La tendencia a exagerar el sufrimiento Para obtener atención y afecto Para evadir responsabilidades y cargas Para suscitar lástima o sentimientos de culpa en los demás A fin de poder manipularos o chantajearlos A fin de echar la culpa a los demás, negando la responsabilidad de los propios actos Se trata de una persona centrada en sí

Al mostrarse como “víctima”, una persona pretende evadir responsabilidades y cargas. Por el contrario, ser víctima al estilo de Jesús Víctima consiste en tener una actitud de generosidad, entrega, servicio y donación que la hace capaz de asumir el peso de las responsabilidades de la vida y de la propia misión. “Muy a gusto me gastaré y desgastaré en favor de la Iglesia” (san Pablo) El discípulo de Jesús nunca pretenderá manipular o chantajear a nadie con sus sufrimientos y penas. Por el contrario vive en obediencia y abandono al estilo de Jesús2, para quien el sufrimiento no fue lo más importante sino su apertura a la voluntad del Padre. 1

Ideas tomadas de “Víctima al estilo de Jesús”. En Encarnar el Evangelio II, Fernando Torre, pp.83ss

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Un verdadero cristiano no echa la culpa a los otros, por el contrario hace opción de “cargar” con las culpas de los demás3. Al estilo de Jesús Víctima que por solidaridad con nosotros cargó nuestros pecados, soportó nuestras culpas y fue entregado a la muerte por nuestras rebeldías (Cf. Is.53,5-6.10-12; 2 Cor. 5,21; 1Jn.2,3) Si el que se “hace la víctima” es una persona centrada en sí misma. Quien sigue a Jesús Sacerdote y Víctima, por el contrario, es una persona olvidada de sí misma y totalmente volcada hacia Dios y los hermanos. Jesús vive totalmente para el Padre y para los hombres. Jesús nos llama a colaborar con él en la salvación de la humanidad siendo Mediadores con Él. “Así quiero sacerdotes, hija: poseídos del Espíritu Santo y olvidados de sí mismos, todos para Dios y todos para los demás” (CC 49,249)

Aplicaciones Ser “víctima viva” implica desgastar la propia vida en favor de los demás. Desde el amor sacerdotal de Jesucristo, nos corresponde acercarnos a las víctimas de la historia (los que viven en condiciones de injusticia, marginación y pobreza), para hacerles cercana su misericordia y promover la vivencia del sacerdocio bautismal. Aplicación de los tres elementos que implica ser víctima al estilo de Cristo: -

Una disposición personal: Esto es mi cuerpo, esta es mi sangre… Una acción sustitutiva: En lugar de… Una adhesión obediencial: conocer y hacer la voluntad de Dios… Una impregnación de Espíritu Santo: difundiendo vida…

Yo me ofrecí a lo que él quiera… y como quiera, y a la hora que él lo quiera: le sacrifiqué lo más grande que tengo, la voluntad, para que haga y deshaga en mí a su sabor y gusto. (Conchita. CC 20,582) 3 Testimonio de Conchita cuando escuchaba una conversación en que se hablaba mal de algún sacerdote: “Yo tengo la culpa… no he orado ni me he sacrificado lo suficiente” 2

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