JUAN-ALBERTO KURZ UN MILENIO DE ARTE RUSO EL PRIMER BARROCO RUSO INSTITUTO DE HISTORIA Y ARTE DE RUSIA

JUAN-ALBERTO KURZ UN MILENIO DE ARTE RUSO III EL PRIMER BARROCO RUSO INSTITUTO DE HISTORIA Y ARTE DE RUSIA Edición no venal Ad modum manuscriptu

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JUAN-ALBERTO KURZ

UN MILENIO DE ARTE

RUSO III EL PRIMER BARROCO RUSO

INSTITUTO DE HISTORIA Y ARTE DE RUSIA

Edición no venal

Ad modum manuscriptum

El contenido de esta obra está protegido por la ley. Se autoriza la reproducción y/o traducción del presente texto total o parcialmente por cualquier medio, siempre que se cite la fuente y autor del mismo. Queda expresamente prohibido el uso lucrativo o comercial de esta obra, total o parcialmente, cualquiera que sea su fin ©Juan-Alberto Kurz Instituto de Historia y Arte de Rusia www.juan-alberto-kurz.es [email protected] DL V- Pendiente Portada. Iglesia de la Dormición de la Madre de Dios. Monasterio de Novodevichi. Moscú

Tomo III EL PRIMER BARROCO RUSO I.- SINOPSIS HISTÓRICA

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El final de la dinastía Rurik – La dinastía Romanov - La civilización rusa en el siglo XVII II.- PINTURA DE ICONOS

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III.- ESCULTURA

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IV.- ARQUITECTURA

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El barroco ucraniano - El barroco moscovita – Alto Volga - La desaparición de la arquitectura tradicional rusa.

EL PRIMER BARROCO RUSO CAPITULO I SINOPSIS HISTÓRICA

EL FINAL DE LA DINASTÍA RURIK El llamado Periodo de disturbios (1584 - 1613) que marcará el final de la dinastía Rurik, sobreviene a la muerte de Ivan IV, sin heredero primogénito, al haber matado el mismo a su hijo mayor por accidente. Le sucede Fiodor (1584 - 1598), débil y enfermizo, que fue mediatizado por su primo Boris Godunov, que se mostro pacifico y buen administrador. Continuo afianzando la frontera sur, colonizando Siberia y reconquistando algunas plazas a los suecos. Moscú fue erigido Patriarcado de toda Rusia por el Patriarca de Constantinopla y Novgorod, Kazán, Rostov, Krutitza fueron erigidas en sedes metropolitanas. Muerto Fiodor sin hijos, se extingue la dinastía Rurik (Dimitri, hijo de la séptima mujer de Ivan IV, había muerto en 1591 trágicamente) estableciéndose la Regencia de Boris Godunov (1598 - 1605). Rehusada la corona por la zarina viuda Irene, el pueblo proclama zar a Boris Godunov, rechazando su regencia. En 1601 sobrevienen años de pésimas cosechas, hambre, epidemias, acaparamiento y especulación, con revueltas y bandas de aventureros que campan por todo el país. En tal estado de cosas en 1603 corre el rumor de que Dimitri, el hijo de Ivan IV y verdadero zar, vive en el Sur al frente de los cosacos del Don y de los Polacos; estalla una rebelión de las guarniciones fronterizas a favor del nuevo Zar y Boris Godunov proclama que se trata de un falso Demetrio, un monje apostata pasado a los latinos. Muerto Boris en 1605, Dimitri entra en Moscú ese mismo año; pero casado con una noble polaca católica los boyardos lo denuncian como impostor y hereje y es asesinado el 17 de mayo de 1606 con tres mil rusos y polacos partidarios suyos. Se mantiene el misterio del falso Demetrio, que pasa al acervo de las leyendas rusas. De 1606 a 1610 reina el zar Shuiski, hombre de paja de los boyardos hasta que tras dos años de gobierno pacíficos, se corre

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el rumor de que Dimitri había escapado de la matanza del 17 de mayo y surge el Falso Dimitri II que de 1608 a 1610 incita insurrección de regimientos, bandas de paisanos y revueltas generalizadas. Shuiski llama en su ayuda a los suecos; los polacos, aliados de los suecos, entran en Moscú en 1610 obligando a abdicar a Shuiski y poniendo en el trono de los zares a Ladislao, hijo del rey de Polonia. Los polacos recuperan Smolensk y los suecos toman Nóvgorod. Parece que el Estado Ruso tiene los días contados.

LA DINASTÍA ROMANOV La nueva dinastía Romanov se instaurará tras la expulsión de los polacos de Moscú. A la llamada del Patriarca, el Norte se subleva, al principio sin éxito; en 1612, dos príncipes rusos, Minia y Poiarski, marchan sobre Moscú desde el Norte y el Este y entran en el Kreml en octubre de 1612. Los Estados Generales, convocados por Poiarski en 1613, eligen a Miguel I Romanov, de dieciséis años (1613 – 1645). Los suecos devuelven Nóvgorod y los polacos aun hacen una incursión sobre Moscú (1618), y el armisticio posterior deja Smolensk en sus manos. Filarete, padre del zar, elegido Patriarca, gobierna con Miguel I asesorado por la Zemski sobor o asamblea de terratenientes, con un gran sentido de estado: ordena un catastro general, reprime los abusos de los gobernadores locales, pone orden en las finanzas, impulsa la industria y el comercio, forma un ejército regular con instructores extranjeros y una imprenta estatal. En lo religioso, se declara enemigo acérrimo de las influencias latinas, impone una iglesia nacional muy jerarquizada, crea un obispado en Tobolsk (Siberia). En 1632 se recupera Smolensk y en 1634 los polacos renuncian definitivamente a sus pretensiones en Rusia. Filarete muere en 1633 y Rusia queda tan debilitada por la última guerra contra Polonia que debe renunciar a tomar posesión de la importantísima fortaleza de Azov, tomada por los cosacos a los turcos en 1642. A Miguel I le sucede su hijo Alexis (1645 - 1676). Fallecido su padre cuando tenía dieciséis años, reina bajo la regencia del boyardo Morosov. Débil de carácter, su reinado es un periodo de disturbios. En 1648, disgustado por los impuestos abusivos, el pueblo invade el Kreml y saquea las casas de los boyardos, rebelión que se extiendo por Rusia y obliga al zar a convocar rápidamente los Estados Generales: Las Leyes de 1649

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- el primer código impreso - consagran la vinculación de los siervos a las tierras y la abolición de los privilegios de los extranjeros. Prosiguen los disturbios en Pskov y Nóvgorod que solo pueden ser reprimidos con el envío de tropas. En Ucrania, los cosacos zaporogos se sublevan contra Polonia bajo el mando del atamán Bogdan Jmelnitski y con la ayuda del Janato tártaro de Crimea. La consecuencia es una revuelta general contra los propietarios, guerra religiosa contra los católicos y pogromo contra los judíos. Los polacos se retiran de Ucrania pero Jmelnitski, abandonado por los tártaros, se declara vasallo de Moscú, que se ve en la tesitura de romper con Polonia. Tras dos años de deliberaciones, los Estados Generales declaran la guerra a Polonia en 1653 y se proclama “el paso del pueblo cosaco con su territorio bajo la alta mano del zar”. Los ejércitos rusos van de éxito en éxito, apoderándose de Polotsk, Mochiler, Vítebsk, Smolensk, toda Bielorrusia en 1654; luego, Lituania: Bilis, Grodno, Cono. Al mismo tiempo Carlos X de Suecia ataca Polonia y se apodera de Posen, Varsovia y Cracovia. Pero Alexis, temeroso de un acuerdo entre el atamán cosaco Jmelnitski y los polacos, firma un armisticio con esta, en el que se reconocen sus conquistas, y abre hostilidades contra los suecos que dominan las provincias bálticas. Aunque conquista Dunaborg, sitia en vano Riga. Mientras, el nuevo atamán cosaco Vigovski negocia con los polacos y con los tártaros de Crimea. Alexis firma una tregua con los suecos y prosigue la guerra contra polacos y rebeldes cosacos. Por fin, en 1667 se firma una tregua de trece años por la que Rusia abandona Lituania, reteniendo Smolensk, y se mantiene en Ucrania hasta la orilla izquierda del Dniéper, reteniendo también Kiev. Al este, concluye la epopeya siberiana que había comenzado en el siglo XVI con la conquista de Siberia occidental por Iermak y sus cosacos. En 1640 llegan al Amur por el Lena y alcanza China. En 1648 llegan al estrecho de Bering. En 1656 una embajada rusa visita Pekín y de 1655 a 1661 los rusos recorren el itinerario Yeniséi - Angara Baikal - Amur. En ochenta años, desde 1582 miles de cazadores, colonos, comerciante y militares conquistan para el zar un continente: ciudades, fortalezas, campos, jalonan los cursos de agua y las martas cibelinas cazadas por los indígenas afluyen a Moscú. Se comienza a deportar a Siberia a los indeseables... La guerra contra Polonia produjo una inflación galopante; se llego a acuñar, además de la de plata, moneda de bronce, que se deprecio rápidamente con la consecuencia de la especulación y el alza de precios. En 1662 estallaron revueltas y hasta el zar, en Moscú fue maltratado: siete mil culpables, campesinos, burgueses, clérigos, militares, fueron ahogados, colgados, mutilados. En

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Alexis I

Bogdan Jmelnishik

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las provincias las causas eran otras: siervos domésticos, campesinos atados a la tierra, artesanos arruinados, huían hacia las tierras libres del Don, del Volga o de Siberia. Los mismos cosacos efectuaban correrías hacia el este y el sur; uno de ellos, Stenka Razin, en 1668, conquisto la costa persa del mar Caspio, se apodero de Trasmino y se alzo en abierta rebelión. Sus tropas crecieron como una bola de nieve con la incorporación de presos fugados, campesinos y desertores. Capturo Astraján, Sarátov, Samara. Sus arengas proclamaban la libertad y la igualdad cosacas; a lo largo del Volga los siervos mataban a sus amos, a los burgueses, a los funcionarios; las tribus indígenas de mordavos, cheremis y chuvachos se amotinaron. Todo el estado ruso se conmovió hasta sus cimientos. Solamente en 1671 los ejércitos del zar Alexis I lograron dispersar las bandas, aplastarlas, separar a la aristocracia cosaca de quien era solo un “bandido”. Capturado, fue descuartizado vivo en la plaza Roja. Tras este periodo de disturbios Teodoro I (1676 - 1682) sucede a su padre Alexis I, deja el gobierno en mano de los boyardos, primero los Naritsin con Matveiev, luego los Miloslavski con una camarilla. El atamán Doroshevich se alía con los turcos que avanzan por Ucrania hasta el Dniéper; tras nueve años de guerra, hay que cederles la orilla derecha del río. El príncipe Basilio Golitsin se entrega a vastos planes de modernización: proyecto de academia greco - latina, comisiones para reorganizar el ejército, reforma de los impuestos. Los únicos resultados fueron la abolición en 1682 de las primacías fundadas en honores relativos poseídos de antaño por las familias: signo de la decadencia de la antigua aristocracia. A partir del año de 1682, cuando transcurre la regencia de Sofía durante la minoría de edad de Pedro I, hijo del segundo matrimonio de Natalia Naritsin, y las revueltas y conspiraciones de las familias de boyados sumen a Rusia en un caos, va a desencadenarse en Rusia un cambio tan radical y trascendente como la historia no ha conocido jamás. Si ahora Pedro I Romanov sólo tiene 10 años y, durante su minoría de edad, su hermana Sofía ha de enfrentarse a los asuntos de estado, revueltas, rebeliones y conspiraciones, en cuando Pedro asume el trono a los 17 años, la Rusia medieval desaparecerá para convertirse en una de las potencias europeas.

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LA CIVILIZACIÓN RUSA EN EL SIGLO XVII La civilización rusa en el siglo XVII cambiará durante el reinado de Ivan III (1462– 1505). Se produce una gran afluencia de extranjeros a Moscú llamados por el zar. Artistas italianos que hacen concebir al Kreml su actual aspecto. Los monjes salidos de la Laura de la Trinidad San Sergio (Sergei Posad) colonizan el Norte y el Este de Rusia. En el siglo XVI aparecen teólogos como Máximo el Griego, las herejías de los judaizantes, la espiritualidad de Nilo Sorski y de los monjes de más allá del Volga, así como los escritos unitarios de José de Volokolamsk. Se producen las polémicas intelectuales de Ivan IV con el príncipe Kurbski. Peresvetov expone sus planes de cruzada. El Metropolitano Macario dirige una empresa enciclopédica: una compilación de todos los libros aparecidos bajo la forma de Vidas de Santos, colección de crónicas y biografías de príncipes rusos. Federo imprime el primer libro en Moscú en 1564. Hay una corta moda polaca en el periodo de disturbios: se desprecian las antiguas costumbres, se busca el lujo, se afeita la barba, se componen versos silábicos, se usa un lenguaje culto. Tras el periodo de Kiev, la estructura del estado cambio mucho: los príncipes pagaban a sus oficiales civiles y militares con tierras habitadas o beneficios pomiestia -, creándose una clase de propietarios o nobleza más de función - funcionarios - que de nacimiento, ya que esos beneficios no eran hereditarios. Recaían en antiguos boyardos y príncipes sin tierras propias. Tras la edad de los disturbios, las asambleas representativas (Zemski Sobor, Duma de los boyardos) pudieron jugar durante un tiempo un papel moderador ante el zar. Pero los avances de la autoridad central, facilitados por la acción de administradores fieles y bien armados, alistados entre la nueva nobleza y beneficiarios del apoyo de la Iglesia, desviaron a Rusia del sistema de la “monarquía moderada” Cuando Alexis muere en 1676, deja un estado que ya no es el Principado de Moscovia sino el Imperio de Todas las Rusias: no toca el Báltico, pero engloba Pskov, Smolensk y una parte de la Rusia Blanca o Bielorrusia; Chernigov, Kiev y la mayor parte de Ucrania; se ha implantado en el Cáucaso y en el Caspio y abarca hacia el este todo el Asia septentrional hasta el Pacífico. Su reino es el apogeo de la civilización moscovita: civilización nacional y cristiana ortodoxa. Las dos sedes metropolitanas de Kiev y Moscú se han unificado; a Moscú vienen a impetrar los prelados del oriente

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ortodoxo. La educación se amplía, se enriquece, se extiende. Los edificios de piedra, palacios, iglesias, se multiplican, incluso en las ciudades secundarias, con una arquitectura original (cinco cúpulas). En el Kreml funciona una Escuela de Bellas Artes. Se renueva la pintura de iconos, se inicia el retrato. El prikaz (ministerio) de las Embajadas es un hervidero de traductores. La polémica en torno al Raskol genera una literatura: El patriarca Nikon escribe regenerando toda la riquísima liturgia de la Ortodoxia; los “viejos creyentes” difunden sus Suplicas; el arcipreste Avvakum, en su Vida, sus Epístolas, sus Sermones, eleva a la categoría de arte la lengua hablada. Nace el teatro. El canto tiene sus teóricos y se embellece. La vida material prospera y se diferencia: entre los ricos aparecen muebles, vajillas, relojes, cristales, vinos, libros. El zar acoge en sus dominios culturas exóticas, promueve la búsqueda de yacimientos minerales, funda fabricas de vidrio y cristal y molinos de papel. Se acrecienta el papel de las ciudades: Moscú, Pskov, Kazán, Vologda, son grandes ciudades comerciales. Hay una activa exportación de cereales, lino, pieles, cera y miel. Nacen centros industriales. Hay una abundante circulación de plata. Se instalan negociantes extranjeros. Se diferencia la población urbana: Grandes comerciantes capitalistas, detallistas, artesanos, empleados. El zar utiliza como recaudadores a los más ricos comerciantes. Hay una oposición de las ciudades, con grandes cargas impositivas, frente a los burgos privilegiados y los monasterios. La administración está muy centralizada. Censos periódicos por hogares; gobernadores (voivodas) y funcionarios que están por encima de las organizaciones comunales urbanas y rurales; en el aparato central adquieren fuerza los ministerios (prikaz) de Hacienda, de Asuntos Exteriores, de Justicia, del Ejercito, de Colonias (el poderosísimo Prikaz de Siberia), con boyardos al frente, pero sobre todo con secretarios generales (diaks), de modesto origen, y un sinfín de secretarios o escribientes, letrados, pero muertos de hambre. La jerarquía religiosa, obispos, arciprestes y curas de las ciudades, abades de los monasterios, duplica la civil. El servicio militar está asegurado por los “beneficiados” (pomiechtchik) que eran “mantenidos” - léase suplidos - por sus siervos. El ejercito así formado quintuplicó sus efectivos durante este reinado. Los campesinos eran libres - si no tenían deudas - de cambiar de amo una vez al año, por San Jorge. En el siglo XVI, huyendo del fisco, de las levas, de las guerras, la mayoría marcho hacia Siberia, hacia el Volga y hacia el Don, despoblando las tierras del centro y arruinando a la nueva

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Stepan Razin

Yermak

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nobleza. En 1581 Ivan IV prohibió todo desplazamiento y en 1593 se terminó un censo general por dominios. Eran los siervos atados a la tierra, las almas. El estado descansa sobre el campesino, que aspira a huir. El pomiechtchik se preocupa de que esto no ocurra. El estado protege siempre el derecho de búsqueda y captura de los fugitivos. En 1649, un nuevo código (Ulozenie) precisa los poderes del soberano, los deberes de los "hombres de servicio" ante el Estado, las relaciones entre las de las categorías sociales, sometidas estrechamente a la burocracia de los prikaz. La obligación de servir en nombre del interés del Estado sustituyó a las uniones feudales entre príncipes y boyardos. Paralelamente, se elimina la distinción entre vocina y pomestie: la servidumbre campesina es, para los propietarios, la contrapartida ventajosa de la obediencia al zar. El plazo de búsqueda de los campesinos fugitivos se amplió poco a poco a quince años. El código de 1649 une definitivamente al campesino a la tierra, haciendo de la servidumbre una institución: el estado servil se declara hereditario y los bienes de los siervos se convierten en propiedades de los nobles, que recibían un derecho de búsqueda ilimitada de los fugitivos. La presión demográfica y el peso de la servidumbre acentúan entonces esta lenta migración del campesinado ruso que coloniza las tierras del este, en el Volga medio, en los Urales y en Siberia occidental. A pesar de la severidad de la reglamentación que permite la búsqueda del fugitivo, éste se considera perdido en general por su propietario. Instalándose en regiones desiertas donde el fisco acaba encontrándoles, o en zonas más accesibles, en contacto con la administración que cierra los ojos en cuanto a su origen, los colonos aumentan la categoría de campesinos libres que cultivan una parte de sus tierras en provecho del Estado. La aristocracia propietaria se interesó poco por estos países del este, salvo una excepción: la familia Strogonov, que explota las salinas en la región de la Kama, que financió la primera incursión del cosaco Iermak contra los tártaros del otro lado del Ural al principio de la conquista de Siberia (1581), y que posee vastas propiedades a lo largo del río uraliano de Chusovaia, donde se desarrolló en el siglo XVIII una potente industria metalúrgica. La conquista siberiana reforzó el carácter continental del Estado ruso casi privado de acceso a un mar libre. No obstante, los intercambios con los países del oeste se desarrollan rápidamente, por el puerto de Arcángel y las ciudades fronterizas de Pskov y de Nóvgorod. La división del trabajo, el crecimiento de la producción mercantil, provocan un desarrollo del artesanado que sobrepasa el marco familiar, el desarrollo de barrios urbanos (posad), la aparición de numerosos riadi (filas

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de tiendas y de talleres) en pleno campo, embriones de futuras ciudades, y de una cierta especialización regional de la economía. Tal es el edificio. Pero su equilibrio está amenazado. Siervos, campesinos, indígenas, cosacos, lo sacuden sin cesar: doscientos mil rebeldes en 1670. El zar contrata a técnicos en el extranjero: el holandés Vilnius instala en Tula hacia el 1640 las primeras herrerías de altos hornos. Bajo el reinado de Alejo I Mijailovich (1645-1676), Rusia se convierte en un Estado mercantil, con mucho retraso con respecto a Occidente, pero donde se forma una burguesía comerciante, cuya categoría superior, los gosti, controlan el comercio al por mayor y los intercambios con el exterior e incluso aconsejan al zar. También moralmente el ideal moscovita esta socavado por las influencias extranjeras. Penetran con los técnicos y militares occidentales, con los sabios de Ucrania, las embajadas extranjeras. El segundo matrimonio del zar con Natalia Naritsin da bríos a los “modernos”. El boyardo Matveiev confía su hija a un preceptor polaco, es decir, latino - católico, algo hasta entonces impensable. La oposición a la secularización del estado ortodoxo, a la tutela de la burocracia estatal, a las infiltraciones extranjerizantes se agrupa en torno al Raskol. Las caravanas, que traían de Siberia las pieles o que circulaban en la Rusia de Europa entre los mercados, animan el comercio, sobre el que el Estado ejerce una estrecha vigilancia; sacando de él la base de los ingresos del Tesoro, Alejo I establece una normativa en 1667 que limita las empresas extranjeras, no obstante, necesarias para el progreso económico. El mismo Estado se hace comerciante ejerciendo un cierto número de monopolios (cibelinas, potasa, alquitrán, sebo, cáñamo). Pero la dosis de desarrollo económico no permitió la constitución de una clase burguesa numerosa y fuerte cuya influencia, importante bajo el zar Alejo I, no durará. Esta burguesía se convertirá en una clase súbdita bajo Pedro I el Grande. El Estado se apoya ya únicamente en una aristocracia terrateniente, a la que sus privilegios feudales le permiten desempeñar un papel industrial y comercial, ya que dispone de la tierra y de las materias primas (madera, lino, cáñamo, productos del subsuelo) y de una mano de obra servil. Boris Ivanovich Morosov, principal consejero del zar Alexis I, es del mismo tipo que estos aristócratas, a la vez gran propietario (posee 8.000 familias de siervos) y empresario industrial. La evolución de una sociedad más diferenciada, donde se oponían los intereses de clase y las exigencias crecientes de la fiscalidad estatal hicieron del siglo XVII un periodo particularmente agitado. En

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Moscú en 1648 y 1662, en Nóvgorod y Pskov en 1650, se produjeron revueltas de la gente de los posad, a las que se unió en ocasiones una parte de la nobleza terrateniente. Al igual que la precedente, ésta fue acallada. Durante el reinado de Alexis (1645 - 1676) los contactos con Polonia y Bielorrusia pusieron de manifiesto el retraso intelectual moscovita. La elite del clero se propuso reformar las costumbres y la disciplina y dar un impulso a la educación. Se imprimieron libros, se hicieron venir sabios desde la Academia de Kiev que fundara el metropolita Pedro Mohila y, por último, el Patriarca de Moscú, Nikon, intento retornar a las primitivas practicas litúrgicas que con el paso del tiempo se habían adulterado y habían distanciado a la iglesia rusa de la griega, tal como la señal de la cruz con dos dedos en vez de con tres, como disponían los cánones griegos y la ortodoxia primitiva. Sin embargo, sus métodos despóticos le atrajeron la oposición frontal de parte del clero, con el arcipreste Avvakum a la cabeza, que le acusaron de introducir en la liturgia y en los textos sagrados correcciones temerarias, de admitir errores latinos y de intentar sustituir la iglesia nacional por una iglesia herética. El zar Alexis dudo largo tiempo, pero finalmente depuso a Avvakum, lo degradó y exilió. El exilio de Avvakum en Siberia (1655), su martirio (1682), y los suplicios infligidos a los cismáticos que rechazaban los nuevos ritos no pusieron fin a la lucha de los viejos creyentes contra el poder. El gobierno tuvo que tomar por asalto, tras un sitio de ocho años (1668-1676), el monasterio de Solovski. El cisma (Raskol) tuvo defensores entre los boyardos, algunos de los cuales (Miloslavski, Jovanski, Morozova) fueron castigados duramente. Nikon mantuvo su postura, convoco un concilio de prelados rusos y orientales que anatematizo la vieja fe y excomulgo a sus seguidores, los viejos creyentes (1666-67). Estos replicaron acusando a las jerarquías rusas de sumisión al poder civil y a los orientales de incompetencia, y se obstinaron en sus creencias. El cisma o Raskol se había consumado. Desde entonces coexistirán una iglesia oficial, cada vez mas sumisa al poder temporal, y la de viejos creyentes, perseguida, que estará confinada entre el pueblo, que se dividirá en sectas. El Raskol subsistió, y los viejos creyentes se contaron por centenas de miles, y más tarde, por millones: son numerosos en los márgenes del Estado, en las regiones aisladas, lugares de refugio, pero también más cercanos a Moscú y a lo largo del Volga, donde una solidaridad que se extiende a sus profesiones les permite vivir en una semiclandestinidad, practicando en secreto su culto bajo las apariencias de la ortodoxia

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Patriarca Nikon

Nikita Pustosviat polemizando con el Patriarca Joaquín

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oficial. Tal fue el comienzo del divorcio entre la sociedad cultivada y el pueblo llano, que consumara las reformas de Pedro I y cuyas consecuencias han llegado hasta nuestros días. En efecto, estos calvinistas de la ortodoxia jugarían más tarde un gran papel en el desarrollo industrial de Rusia. La existencia del cisma apenas disminuyó el poder de la Iglesia oficial, que alcanza su apogeo en vísperas del reinado de Pedro el Grande. La lucha victoriosa contra el paganismo, la multiplicación de las iglesias (400 a principios del siglo en la ciudad de Moscú; 20.000 en todo el país a finales de siglo) y de los monasterios (unos 2.000), la posesión, por los dos cleros (negro y blanco, es decir, regular y secular), de los dos tercios del territorio y las ganancias de las actividades comerciales (venta de trigo y de sal) demuestran su influencia y su riqueza. La religión da ritmo a las actividades humanas, y está presente, en particular en los pueblos, en todos los actos públicos, cortejos, desfiles militares y civiles. El clero es el depositario de la cultura, pero también constituye un freno a las novedades. La Academia Greco-eslavo-latina, creada en Moscú en 1687 y que debía competir con la Academia Eclesiástica de Kiev, fue sobre todo un instrumento de censura rigurosa de las obras extranjeras. Con las reticencias de la Iglesia, el pequeño número de gente instruida, el retraso económico, el uso de una lengua culta oficial explican los escasos avances de la cultura. Sin embargo, en la segunda mitad del siglo, la adopción de los números arábigos hace posible el sistema decimal, la lengua de los burócratas de los prikazes, los sacerdotes próximos al pueblo como Avvakum, autodidactas cultos como Ivan Pososhkov, extiende y da una nueva dignidad al habla popular, que reemplazará al eslavo. El siglo XVII ve también, con las primeras huellas escritas de una poesía popular, los inicios del teatro: en forma de dramas escolares sobre temas religiosos cortados por entremeses cómicos, procedentes de Kiev, pero también, en la corte de Alejo Mijailovich, en forma de obras profanas originarias de Alemania.

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CAPITULO II PINTURA DE ICONOS El icono deja de ser una ventana al cielo para devenir sólo una pintura. Esta es el comienzo de los iconos que no son iconos en el siglo XVI. La nueva pintura de iconos introducida en la escuela de Moscú en el siglo XVI duda atribulada entre las antiguas e inamovibles tradiciones de la pintura de iconos y las nuevas influencias occidentales. Es un periodo de transición y de decadencia. La pintura de iconos pierde, intentando renovarse, todo lo que la hacía única y trascendente, mientras que la pintura moderna, introducida en Moscú por artistas extranjeros de tercera fila, sólo está en sus primeros balbuceos. La iglesia ortodoxa se esfuerza todo lo que puede en detener la evolución de la pintura moscovita, que sufre cada vez más el contagio de occidente. El 1551 el Concilio de Stoglav o de los Cien capítulos decide someter la pintura de iconos a la supervisión de las autoridades eclesiásticas, insta a los iconógrafos a no apartarse bajo ningún pretexto de los modelos antiguos. La pintura religiosa es considerada como un sacerdocio: quien se dedique a ella no debe ser ni pendenciero, ni envidioso, ni bebedor, ni avaricioso; debe mantenerse puro de alma y cuerpo. Pese a todo (incluso a los manuales podlinnik eclesiásticos que restablecían los cánones de la auténtica pintura de iconos) los modelos occidentales, extendidos por los grabados, hacían una competencia cada vez más fuerte a los defensores del icono puro. En 1654 el patriarca Nikon fulminó con excomunión a aquellos que pintaran o poseyeran iconos francos; hubo que sacar a la fuerza de las casas de los boyardos todas las imágenes sospechosas y cegarles la vista. En 1674 el patriarca Joaquín intenta oponerse a esta marea ascendente. Proclama públicamente que queda prohibido, bajo graves penas, comprar o vender las estampas impresas por los herejes alemanes al imitar el parecido y las costumbres de las gentes de su país y no según los modelos consagrados de la Rusia ortodoxa. Nada muestra mejor el fracaso de estas tentativas para fijar la pintura de iconos ne varietur que los vehementes anatemas de un clero fanático, cuyo prototipo es el arcipreste Avvakum. Vemos multiplicarse en nuestra tierra rusa imágenes de Nuestro Salvador representado con las mejillas rollizas, los labios rojos, el pelo rizado, las manos grasientas, las caderas anchas, en suma, todo el retrato de un alemán corpulento y obeso; sólo le falta un sable al cinto (las diatribas contra los alemanes han sido atenuadas del original ruso:

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Pintor de iconos

Trinidad del Nuevo Testamento

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вес яко Немецкие брюхат v толст). El pintor que mejor encarna las difusas aspiraciones de esta época es Simón Uchakov. Después de Rublev es el maestro más conocido de la pintura rusa. Es el mayor exponente de la escuela moscovita del siglo XVII, aunque con algunos peros. Su primera obra datada, 1652, es el icono de la Madre de Dios de Vladimir. La Iglesia de la Madre de Dios de Georgia, en el Kitai Gorod, tiene dos de sus más célebres obras: Un Cristo en majestad, 1668, y el icono de la Anunciación, cuyo tema central está rodeado de doce compartimentos ilustrando los kondaki del Akatistos de la Madre de Dios. Este icono pasa por ser la obra maestra de Uchakov, pero se trata de una obra colectiva como testimonia una inscripción que reúne los nombres de Jacob Kazanets, Gabriel Kondratiev y Simón Uchakov con la fecha de 1659. Los biógrafos de Uchakov le adjudican la composición de la obra, pero parece más lógico que Kazanets, que era pintor de cámara del zar y cuyo nombre encabeza la inscripción citada, sea el autor de la composición. Uchakov sólo pintó los rostros de esta obra que, por otra parte, dista mucho de ser excepcional. Una de las especialidades de Uchakov es la pintura de los Santas Faces o Santos Sudarios a partir del tipo del Cristo aqueropoiético (Spas nerukoivoreni). Se pueden ver dos obras en la Lavra de la Trinidad San Sergio, una datada en 1673 y otra en 1677. Es un compromiso entre la tradición idealista de Nóvgorod y el realismo occidental, con una infeliz tendencia al academicismo. Esta tendencia se exagera en una de las últimas obras de Uchakov: el icono de Cristo Pantocrátor, 1685, que orna el iconostasio de la Catedral de la Trinidad, donde está representado sedente sobre un trono dorado, vestido con vestimenta de brocados de oro; su mirada y su actitud están totalmente faltas de vida. Uchakov se dedicó también a realizar grabados - fue el primer artista en usar el aguafuerte – muy influido por los temas occidentales venidos, sobre todo de la Alemania protestante. Por ejemplo, en la Trinidad grabada en 1666 se muestra a Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo, los dos primeros sentados en un trono y sobrevolados por una paloma del Espíritu Santo. La desgracia de Uchakov es que no es un pintor de iconos (ikonopisets) ni llega a ser un pintor moderno (jivopisets) a la manera de occidente. Es víctima de su época. Llegado muy tarde, no logró detener la decadencia de la pintura de iconos, se queja de la falta de modelos de iconos canónicos, de originales. Muy sensible a las condenas por parte de los extranjeros en relación a la antigua manera rusa de pintura, su admiración recae en

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los pintores de la Europa occidental que pintan como vivos a Cristo y a la Virgen. Es una de esas naturalezas problemáticas que se encuentran en todos los periodos de transición. Su obra tiene algo de híbrido, de pastiche que excluye, pese a su calidad real, todo juicio estético. Su influencia fue considerable en los pintores moscovitas de la segunda mitad del siglo XVII. Tras él la penetración del arte occidental, favorecido por la difusión de los compendios de grabados, no ceso de progresar. Pintores extranjeros, armenios y polacos sobre todo, introducen nuevos temas en la iconografía rusa: Cristo coronado de espinas, Christus Patiens, Coronación de la Virgen, Virgen atravesada por siete espadas… La historia de la pintura de iconos rusa finaliza miserablemente a causa de esta imaginería piadosa, tomada de la devoción católica. Así como Miguel Ángel Buonarotti, el divino martillo, extraía de un bloque de mármol la figura que permanecía escondida, quitando la piedra que sobraba, así el iconógrafo, en su místico recogimiento, en su oración perpetua, con su pincel nos quita los velos y descubre poco a poco la ventana a la Eternidad desde donde somos contemplados por la Divinidad, la Madre de Dios, sus ángeles y sus santos... El icono ha dejado de ser una ventana a la Eternidad

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CAPITULO III ESCULTURA Tras la invasión mongola la escultura desapareció completamente de las fachadas de las iglesias. Se refugia en los encuadres de puertas y ventanas que, a partir del siglo XVI, traen la mayoría de sus motivos del renacimiento italiano. Solamente a finales del siglo XVII, bajo la influencia del catolicismo polaco, reaparecen los bajorrelieves en la decoración de las iglesias. La iglesia de Dubrovitski construida en 1690 cerca de Moscú está enteramente recubierta de relieves tanto en el interior como en el exterior, con una profusión que recuerda las fachadas de Iuriev Polski. Pero estas esculturas de estilo barroco italiano no tienen nada de ruso. Han sido concebidas y ejecutadas por un equipo de artistas extranjeros. Kiev, capital de Ucrania, que durante mucho tiempo fue feudo de Polonia, sufrió más que Moscú la influencia del arte occidental. En la Lavra de las Catacumbas fue donde la escultura funeraria, severamente proscrita por la ortodoxia, hizo su primera aparición con el monumento al príncipe Constantino Ostrojski, cuya estatua yacente reposa bajo un baldaquín en el que dos querubines alzan una cortina de mármol. El triunfo de la escultura de madera consistió en la decoración de los iconostasios y baldaquinos en forma de pirámide que se alzan por encima de los tronos del zar y del patriarca por encima del altar en varias catedrales, sobre todo, los más importantes, los de la Catedral de la Dormición de la Madre de Dios del Kreml de Moscú. En todo caso, sillerías, iconostasios, baldaquinos, aunque contengan relieves no pueden tomarse como obras escultóricas stricto sensu. Sin embargo hay que decir que la mayoría de motivos a partir del siglo XVI están tomados del renacimiento italiano, aunque no copiados servilmente ya que los artesanos rusos introdujeron numerosos elementos autóctonos, sobre todo en la disminución de tamaño – que se podía hacer en la talla de madera – respecto de los elementos renacentistas y los ricos y abundantes detalles que esclataban en la rica policromía rusa. La escultura de madera, pues, no escapa tampoco como la de piedra de las influencias occidentales. Sabemos que en siglo XVII destacan numerosos escultores extranjeros, sobre todo italianos y alemanes. A ellos hay que atribuir los leones que soportan en trono de Ivan IV, en la Catedral de la Dormición de la Madre de Dios del Kreml, así como los leones heráldicos de la escalera

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San Nicolás

Crucifixión

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de oro del Kreml. Según un viajero extranjero del siglo XVII, Reitenfels, el palacio de madera de Kolomenskoie estaba decorado, como el piso superior del Terem, con esculturas doradas. Gracias a las influencias católicas de Occidente se introdujeron en Rusia imágenes de santos de madera policromada, de las cuales hay algunas en el Museo Ruso. Las estatuas están toscamente labradas, rígidas, hieráticas, con los brazos pegados al cuerpo; son una reminiscencia de la xoana de la primitiva escultura griega. La mayoría de los santos representan a san Nicolás, san Balaán y santa Parasceve, con un rollo del Evangelio en una mano y la otra con gesto de bendecir. Otras representaciones son enteramente extrañas a la iconografía rusa: Ecce Homo, la Cabeza de San Juan el Precursor en una bandeja, que muestran la penetración de las influencias occidentales. A partir de la creación de la Academia de Bellas Artes Rusia no produce una sola estatua en piedra digna de este nombre, y tras el ukase de Pedro I de 1724 prohibiendo la creación de cualquier estatua o relieve de carácter religioso, a excepción de los crucifijos, para proteger la tradición religiosa de la ortodoxia frente a las influencias occidentales, se pierde absolutamente todo vestigio del poco arte escultórico genuinamente ruso.

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CAPITULO IV ARQUITECTURA

EL BARROCO UCRANIANO Así como el renacimiento italiano penetró en Rusia por la voluntad de Ivan III, que deseaba un centro de poder que pudiera competir con la Europa occidental, y se quedó únicamente en el Kreml moscovita, el barroco europeo corrió distinta suerte ya que penetró en el imperio ruso a través de Ucrania. En efecto, tras la destrucción total de Kiev en el siglo XII, durante cinco siglos cesó en Ucrania toda vida artística. Cuando llegamos al siglo XVII las influencias europeas hacen que despierte la arquitectura con un claro cambio respecto a la arquitectura bizantina: su modelo ahora es la arquitectura barroca occidental propagada por la católica Polonia. Así, encontramos iglesias barrocas que conservan el plano de las iglesias bizantinas de tres o cinco cúpulas pero con pilastras, cornisas, nichos, frontones, etc. barrocos; otras adaptarán la planta basilical de las iglesias católicas polacas, con la fachada occidental flanqueada por dos torres. Los frontones ondulados con volutas, las tarjetas esquinadas, forman los principales elementos de decoración. Los fustes de las pilastras y de las columnas están adornados profusamente. La más antigua es la iglesia – fortaleza de Sutkovsi en Podol. Es de planta griega con techos a dos aguas y en las extremidades de los brazos redondeados, menos en la fachada que culmina con un frontón. Un buen número de iglesias que amenazaban ruina fueron restauradas durante el siglo XVII. El Kiev, la iglesia de la Dormición fue salvada en 1614 por el arquitecto italiano Sebastiano Bracci. El metropolitano Pedro Mohila, celoso ortodoxo, se distinguió por su actividad restauradora: él consolidó la antigua catedral de Santa Sofía y restauró, bien que mal, las otras iglesias de Kiev con los materiales que pudo. Durante el gobierno del atamán Ivan Mazepa sobreviene el apogeo de la arquitectura barroca en Ucrania. Pocos monumentos de esta época no estuvieron marcados con sus armas: una T invertida y a cada lado un creciente y de una estrella de seis rayos. Un curioso grabado que le dedicó Hilarión Migura, archidiácono del Monasterio de las Catacumbas, nos permite reconocer bien todas las iglesias de Kiev

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construidas o restauradas por el vanidoso atamán. La iglesia de la Epifanía y la catedral de San Nicolás fueron construidas por el arquitecto Osip Startsev, que Mazepa hizo venir de Moscú. Los planos de las dos iglesias son casi idénticos. Tienen la forma de una basílica occidental de tres naves, con un transepto y tres ábsides: una cúpula se alza sobre el crucero y dos torres flanquean la fachada. La influencia occidental se revela no solo por el plano, sino por la decoración de las puertas y ventanas, la ornamentación de las semicolumnas y de los capiteles. El iconostasio de San Nicolás es de una riqueza inusual: es un enorme panel divisorio labrado en madera tallada y dorada, adornada con un follaje exuberante, flores, racimos de uvas, En toda esta decoración fastuosa hay más riqueza que refinamiento artístico. La tercera iglesia del grabado de Migura con las armas de Mazepa es la iglesia de Todos los Santos, encima de la puerta norte de la Lavra de las Catacumbas. Es una pequeña y airosa iglesia de planta de cruz griega con cinco cúpulas. Está repleta de pilastras, frontones y columnillas que encuadran las ventanas, de nichos de variada forma. No satisfecho con construir iglesias nuevas, el atamán restauró numerosas iglesias medio derruidas. Hizo dorar hacia 1696 las cúpulas de la gran iglesia de la Lavra de las Catacumbas y rodeó de una muralla la ciudad conventual de las Catacumbas. A Mazepa se debe el aspecto exterior de Santa Sofía, que es tanto una iglesia bizantina como una catedral barroca. Hizo añadir dos capillas y abrir dos ventanas adornadas con columnas salomónicas y de frontones en forma de kokoshniki. El campanario exento, adornado con columnas, pilastras y ornado con estucos es de mediado el siglo XVIII, salvo el piso superior y la cúpula bulbosa que son dos añadidos del historicismo neo-ruso del siglo XIX. En resumen, el estilo barroco polaco dejó en Ucrania algunas obras de primer orden. Pero el estilo enfático, sobrecargado, carente de importancia religiosa, no es apropiado para las iglesias ortodoxas. Arquitectos con poca inspiración, experiencia ni sin tradición, sus obras son una imitación del barroco latino. Pero históricamente su importancia radica en que engendrarán el barroco moscovita, y nos encontraremos con el estilo Mazepa en las iglesias moscovitas de fines del siglo XVII

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EL BARROCO MOSCOVITA Descartada en Moscú toda influencia renacentista, que fue sólo una estrategia política de Ivan III para dotarse de un centro de poder digno de la III Roma, el Kreml de Moscú, en el siglo XVII sí penetró a través de Ucrania y Polonia el estilo barroco, que mezclado con las tradiciones constructoras y decorativas rusas, así como con los materiales de construcción – madera, ladrillo, piedra –, dio origen a un estilo peculiar que se conoce como Barroco moscovita. Ni el barroco italiano ni el alemán penetran en Rusia, salvo algún detalle traído por los alemanes que se establecen en Moscú, como motivos decorativos, grabados sobre todo. Sin embargo, la influencia ucraniana creará un modelo de iglesia de pisos del que no hay equivalente en toda Europa. Desdichadamente, el decreto de Pedro I de 9 de octubre de 1714 detuvo todos los trabajos de construcción en Moscú y en resto de Rusia para acelerar la edificación de la nueva capital. Muy a finales del siglo pasado pero prácticamente para formar parte del barroco moscovita, se erigió el Monasterio Donskoy, (de la Madre de Dios del Don) fundado en 1591 para conmemorar el rechazo de Boris Godunov de una invasión de los tártaros del Jan Kazy-Girey; el monasterio es uno de los más impresionante fortificado en Moscú, y ha tenido una historia turbulenta. El zar Boris Godunov despertó a sus tropas en la víspera de la batalla con las ostensión del icono de la Madre de Dios del Don, que la leyenda afirmaba había sido llevado por Dimitri Donskoy en la batalla de Kulikovo en 1380. Cuando las fuerzas tártaras huyeron después de una breve escaramuza, se tomó la decisión de construir una iglesia para albergar el icono en el sitio y un monasterio alrededor de ella, que también serviría para proteger la carretera principal de Moscú a Crimea. La catedral original, que ahora se llama la Catedral Vieja, fue terminada en 1593, y es un ejemplo encantador de Moscú barroco, pintado de rojo suave, con típica kokoshniki - filas recesivas de la ménsula de arcos que eran una característica de la arquitectura de la iglesia rusa del siglo XII - y cubierto con cúpulas azules. En la actualidad alberga una copia del icono, cuyo original se exhibe en la Galería Tretiakov. El monasterio fue originalmente pequeño y pobre, y fue abandonada por completo en la Era de los Disturbios después de la muerte de oris Godunov, y se convirtió en un apéndice del monasterio Andronikov. Durante un período fue de nuevo el escenario de

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Lavra de la Catacumbas

Monasterio de la Epifania (Kiev)

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combates, en primer lugar cuando se tomó por los polacos sólo durante un día en 1612 y luego, cuando derrotó a las fuerzas de cosacos de Ucraniana bajo sus muros en 1618. No fue sino hasta 1678, en el reinado de Fiodor III que el monasterio recobró su independencia y comenzó a prosperar. La Gran Catedral o Nueva se inició en 1684 bajo las órdenes de la zarina Sofía, media hermana y regente de los primeros años del reinado de Pedro I. La catedral tiene algunas características inusuales que se pueden atribuir al hecho de que sus constructores fueron los albañiles y artesanos traídos de Ucrania. De acuerdo con la costumbres de allí, las cinco cúpulas de la catedral se decía que representaban a los cuatro rincones de la tierra, un diseño que escandalizó a los viejos creyentes, quienes le dieron el nombre de El Altar del Anticristo. En realidad la simbología de las iglesias de cinco cúpulas es Cristo (la cúpula central, en cuya bóveda interior está pintado el Pantocrátor) y los cuatro evangelistas. El impresionante iconostasio de ocho niveles fue tallado entre 1688 y 1698, y se centra en una copia del siglo XVI de la Virgen del Don. Los frescos de la catedral fueron pintados por el italiano Claudio Antonio entre 1782 y 1785, por lo que fueron las primeras pinturas de la iglesia en Moscú que fueron ejecutadas por un extranjero. En el tiempo de la construcción de la Catedral Nueva, los muros del monasterio fueron reconstruidos también en Moscú, de estilo barroco. Las altas murallas almenadas de color rojo, con doce torres coronadas construido entre 1686 y 1711, se asemejan a las del monasterio de Novodevichi. De particular interés es la fuerte subida a la Puerta-Iglesia de la Madre de Dios de Tijivin, que actúa como la entrada del monasterio. La peste que asoló Moscú en el año 1771 y los disturbios posteriores llegaron al monasterio. Allí Ambrosio, arzobispo de Moscú que había huido del Kreml, fue asesinado a golpes por una multitud furiosa. La peste dio también lugar a un decreto de Catalina la Grande que ordenaba que ningún cementerio se encontrara dentro de los límites de la ciudad. Siete cementerios ortodoxos se establecieron luego alrededor de la ciudad, y el cementerio del monasterio de Donskoy se convirtió en uno los más prestigiosos. Entre las grandes familias que comenzaron a utilizar el cementerio fueron los príncipes Golitsin y Zubov, que construyeron iglesias privadas – las de San Aleksandr Svirski y la Iglesia Arcángel, respectivamente - en los terrenos del monasterio. Poco después de 1917 el gobierno soviético ordenó su cierre.

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Pese a las trabas impuestas por las prescripciones eclesiásticas, hostiles a toda innovación, la segunda mitad del siglo XVII ha sido uno de los periodos más fecundos de la arquitectura moscovita. Moscú y sus alrededores se enriquecieron en esta época con gran número de edificios, algunos de primera magnitud. En su conjunto lo primero que llama la atención en la desaparición total de las iglesias piramidales .Las pirámides sólo se admiten en los porches y campanarios. Sobre el cuerpo de la iglesia son obligatorias las cinco cúpulas; pero colocadas sobre bóvedas con kokoshniki, solo juegan un papel decorativo. Sin embargo, en Putkini, se construyó de 1649 a 1652 a expensas del zar Alexis Mijailovich la iglesia de la Natividad de la Madre de Dios, de madera de tres pirámides, en el lugar donde existió otra antigua iglesia de madera destruida por un incendio. Está formada por un rectángulo alargado que sirve de base a tres pirámides. A este rectángulo se adosa al este un ábside, al oeste una torre campanario y una pequeña capilla consagrada a la Zarza ardiente. El conjunto es más pintoresco que homogéneo. Hay que notar que las tres pirámides son elementos puramente decorativos y no responden a ninguna necesidad tectónica. Son pirámides ciegas colocadas sobre el extradós de las bóvedas. La iglesia de Putkini fue la última de las iglesias en pirámide. A partir de 1650 el patriarca Nikon proscribe esta forma nacional que sólo es tolerada para los anexos de las iglesias: porches y campanarios. En su cruzada para que la Iglesia Ortodoxa rusa regresara a su pureza originada en Bizancio, el patriarca declaró que las iglesias en pirámide eran contrarias a la tradición de la Iglesia. Solamente en las soledades septentrionales, donde no llegaba la larga mano del patriarca, se perpetuó este tipo de arquitectura popular. La Iglesia de la Santísima Trinidad, también llamada Madre de Dios de Georgia, en el Kitai Gorod de Moscú, construida en 1628 pero considerablemente agrandada en 1653, cuyo magnífico porche está coronado con una pirámide de ocho lados, señala la transición al nuevo estilo oficial. El iniciador de la reforma, el patriarca Nikon, hizo construir a 50 verstas de Moscú el gran Monasterio de la Resurrección entre 1657 y 1685, introduciendo en él la decoración en fayenza, al que dio el nombre de Nueva Jerusalén, y su Catedral de la Resurrección, que se inspiró en el templo de Jerusalén. Los alrededores del monasterio recibieron nombres tomados de los Santos Lugares; así, el rió Istra se convirtió en el Jordán, un riachuelo que pasaba cerca del monasterio, Cedrón, una colina cercana se

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llamó monte Tabor y los pueblos vecinos fueron renombrados como Nazaret, el Campo de Poitiers. El patriarca mismo señaló el emplazamiento de su sepultura en el lugar correspondiente al sepulcro del rey-sacerdote Melquisedec en Jerusalén. La Iglesia de la Santísima Trinidad en Ostankino, de 1668, construida por la familia de boyardos Cherementev, es el monumento más típico de este periodo. Las cinco cúpulas próximas entre sí colocadas sobre delgados tambores, se alzan sobre dos filas de kokoshniki en voladizo que parecen llevarlos sobre sus espaldas; las cornisas abalaustradas, los ricos encuadramientos de las ventanas y las portadas fueron concebidas en un estilo barroco. La iglesia de San Gregorio Neocesáreo, de 1679, construida por el zar Alexis Mijailovich, tiene la misma predilección por el exuberante y rico estilo que la de Ostankino. Esta interesante iglesia, muy apreciada por sus contemporáneos que la apodaron Krasnaia (la bella), está abigarrada de vivos colores: la ornamentación destaca sobre un fondo rojo. La cornisa está decorada por un magnífico friso de cerámica. El mismo sistema de decoración en fayenza, introducido por el patriarca Nikon en su monasterio de la Nueva Jerusalén, se encuentra en el encantador

Teremnok del

Monasterio de Krutitski, construido hacia 1670, que debe su nombre a la escarpada colina en cuyo borde está construido. Hacia 1670 desaparecen los kokoshniki, las hileras de arcos ménsula que desde principios del siglo XVI formaban, por sí decir, parte integral de la arquitectura moscovita. Los tambores de las cúpulas se implantan a partir de ahora directamente sobre el techo a cuatro vertientes de las iglesias como vulgares tubos de chimenea. ¿A qué se debe la supresión de este ornamento tradicional? No parece que haya existido una intervención eclesiástica, sino meramente un interés económico por parte de los constructores. Las láminas de hierro forjado unidas por remaches que remplazan en esta época las cubiertas de plomo fundido se adaptan mal a las curvas de los kokoshniki y eran difíciles de remplazar. Se preferirá renunciar a estos costosos voladizos. Por otra parte, las nuevas formas introducidas a fines del siglo XVII en la arquitectura moscovita por intermedio de Ucrania no eran para nada compatibles con esta decoración. Moscú importa de Ucrania la disposición en tres cúpulas de este a oeste o de cinco cúpulas en forma de cruz al mismo tiempo que una tendencia a la verticalidad que se afirma en las edificaciones de pisos. La hermosa iglesia de San Nicolás y la Gran Cruz, en el Kitai Gorod, debe este nombre a una gran cruz – relicario que los fundadores, la familia de comerciantes Filatiev hicieron voto de alzar allí, recuerda por la decoración de su fachada al estilo de la catedral del Arcángel Miguel del

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Monasterio Donskoi (Moscú)

Monasterio de la Nueva Jerusalén

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Kreml. Los porches están adornados con filacterias y arcos bilobulados. Pero esta decoración es bastante sobria si la comparamos con un singular edificio de los alrededores de Moscú: la iglesia de la Madre de Dios del Signo en el pueblo Dubrovitski, construida en 1690 sobre unas tierras del príncipe Vasili Golitsin. Es una iglesia de piedra blanca, sobre un plano cuadrado inscrito en un cuadrilóbulo, que presenta el aspecto de una alta torre con tres hileras de ventanas y cubierta por una corona calada. Por una anomalía única en el arte ruso desde las iglesias de Suzdal del siglo XII, la iglesia de Dubrovitski está enteramente recubierta, tanto en el exterior como en el interior, de esculturas decorativas de mala factura. Un fantástico iconostasio, adornado con una profusión de vides, caracolas, es el lazo de unión de este abigarramiento. No hay allí nada ruso, ni en la forma ni en la decoración. El príncipe Golitsin, educado a la europea, recurrió con toda seguridad a arquitectos europeos. Se supone que los trabajos fueron dirigidos por un tal Tessing, que puede ser el mismo Nicolás Tessin, alumno de Bernini y arquitecto del palacio real de Estocolmo, al que Pedro I encargó la construcción de la fortaleza y catedral de San Pedro y San Pablo en el naciente San Petersburgo. Sea lo que fuere, esta torre cincelada como una gigantesca futesa de marfil no cabe en la tradición arquitectónica moscovita. Es una simple curiosidad, locura de un boyardo chiflado por el occidentalismo que quiso rivalizar con los grandes señores polacos. La tentativa más afortunada que hicieron los arquitectos rusos para remplazar las iglesias en pirámide proscritas por el patriarca, fue la iglesia de la Intercesión de la Madre de Dios en Fili, de 1693. Si la torre de Dubrovitski sigue el estilo barroco polaco, a la iglesia de pisos de Fili construida por el boyardo Lev Kirilovich Narishkin, tío de Pedro I, deriva visiblemente de las iglesias de madera de Ucrania. Aquí, el efecto decorativo está conseguido con un mínimo de decoración. La iglesia está elevada sobre un altozano. Tiene forma de cruz con las extremidades de los brazos con ábsides. Sobre este ancho basamento se superponen numerosos prismas octogonales que van retranqueándose hasta la pequeña cúpula final. Las ventanas están cubiertas por frontones truncados, en forma de crestas de gallo. La silueta general, que evoca los zigurates de Caldea, las pagodas chinas y los templos hindúes, es de una armonía magnífica. Tanto así que esta obra introdujo en Rusia lo que se llamaría el barroco Narishkin. A esta misma época pertenece la torre Sujarev, erigida por Pedro I en 1692 – 1695 en honor de un regimiento mandado por el coronel Sujarev, bajo cuya protección el joven zar pudo refugiarse en la Lavra de la Trinidad San Sergio durante la

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revuelta de los streltsi. Se alzaba encima de una puerta de la muralla de Zemliani Gorod, hasta que fue destruida en la reforma urbana de Moscú de 1935. La torre Menshikov, construida por Ivan Petrovich Sarudny en 1705 – 1707, debía sobrepasar en altura no solamente la torre Sujarev, sino la iglesia-torre de Ivan Vieliki del Kreml. El príncipe Menshikov la dotó de un carrillón que compró en Inglaterra. Pero la construcción de su palacio de Oraniembaum le hizo olvidar su iglesia de Moscú. En 1723 un incendio destruyó el piso superior de madera y la flecha coronada por una estatua de cobre del arcángel Gabriel. Es, como la iglesia de Fili, una construcción puramente ucraniana. Sobre una planta de cruz se eleva una torre de pisos compuesta de un cuadrado coronado por tres octógonos. Los frontones semicirculares están perforados por ojos de buey. Enormes contrafuertes festoneados en forma de volutas encuadran las columnas de la portada. Este estilo barroco ucraniano – moscovita señala el final de la evolución de la arquitectura en la antigua Rusia. El ucase de 1714 prohibiendo las construcciones de piedra en toda Rusia, salvo en San Petersburgo, paralizó durante medio siglo la arquitectura moscovita, que no renacerá - dentro del neoclasicismo - hasta el reinado de Catalina II.

EL ALTO VOLGA A partir de 1650 surge un centro provincial muy activo a orillas del alto Volga: la actividad artística se extiende a dos ciudades, una la capital eclesiástica y otra la capital comercial de la región: Rostov Vieliki y Yaroslav. Hubiéramos dicho que la arquitectura moscovita volvía a su cuna: Suzdal; pero los núcleos del arte de este siglo ya no son las capitales detenidas en la época premongola: Suzdal o Vladimir. El arte del alto Volga merecía un estudio mucho más detallado del que podemos ofrecer aquí; no sólo por la cantidad de monumentos sino por su llamativa originalidad. Es, como todas las escuelas provinciales, excesivamente conservador y se muestra mucho más refractario que el arte moscovita a las influencias lejanas del barroco ucraniano o polaco. Rostov y Yaroslav son las últimas trincheras donde el arte nacional ruso se defiende del inexorable arte occidental, preparado para barrer todo lo que quede de las tradiciones bizantinas. Las

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iglesias de Yaroslav, además de ser la ciudad más rica en iglesias después de Moscú, son más grandes y más suntuosamente decoradas que las de la capital. ¿Por qué ese súbito resplandor en una ciudad que hasta entonces no había jugado ningún rol importante en el arte ruso? Como ya hemos leído en la parte dedicada a la Rusia medieval, fue fundada por Vladimir I en el siglo IX en la confluencia de los ríos Katoral y Volga, y fue pronto un centro cultural. En la biblioteca de uno de sus monasterios se halló el manuscrito del Cantar de la hueste del príncipe Igor. Pero en 1237 la ciudad fue arrasada por los tártaros y no resucitó hasta el siglo XVI, durante el reinado de Ivan IV que deportó a toda una colonia de comerciantes de Nóvgorod y abrió al comercio una doble vía al mar Blanco y al mar Caspio. Por Kazán y Astraján, los comerciantes de Yaroslav comerciaron con Persia y otros países orientales; por Vologda y Arcángel se relacionaron con Europa. Los ingleses abrieron en Yaroslav una factoría y un astillero. Luego llegaron los alemanes y holandeses y poco más tarde los franceses y los españoles. Esta prosperidad económica explica la intensa actividad arquitectónica de Yaroslav. A partir de 1620 se elevan una tras otra cuarenta iglesias de piedra, muchas de ellas mayores que las de Moscú. Una verdadera exaltación se apodera de las comunidades religiosas que consagran todos sus recursos al embellecimiento de la ciudad. Reina una actividad febril: se fabrican ladrillos a destajo que se hunden para hacer sólidos cimientos y sobre ellos se elevan las iglesias, los arteles de pintores cubren los muros aún húmedos del interior de frescos con programas iconográficos: Los ricos comerciantes empeñan su orgullo en construir las más bellas iglesias. La historia de los monumentos de Yaroslav es semejante a los relacionados con los nombres de los famosos mecenas de occidente, los Medici, Ricardi, Fugger, etc. Así fue como la iglesia del profeta Elías fue sufragada enteramente por los hermanos Skripin, que comerciaban con perlas y piedras preciosas no solamente con Moscú sino con toda la Europa occidental. Un incendio estragó la ciudad en 1658, destruyendo veintinueve iglesias, tres monasterios, mil cuatrocientas ochenta casas, las murallas y las torres circundantes. Pero este desastre, rápidamente reparado, no hizo sino estimular la actividad de los constructores y dar más homogeneidad a la arquitectura. Casi todos los edificios religiosos de Yaroslav se alzan entre 1660 y 1690. Así, toda la ciudad se encuentra marcada por el sello del final del siglo XVII.

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Iglesia de la Madre de Dios, en Dubrovitsy

Palacete Krutitskoe, Tagans, Ms.

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Las iglesias de Yaroslav son un grupo aparte en el conjunto de la arquitectura moscovita. Son mayores incluso que las catedrales del Kreml, además, se agrandan por la anexión de vasta galerías de tres lados con una ancho medio de seis o siete arjenas. Los estrechos deambulatorios – paparte - se convierten a fines del siglo XVII claras y espaciosas galerías formando un cinturón alrededor de la iglesia y que se abren al exterior por tres vastos porches. Estas galerías son una adopción puramente rusa del tipo bizantino. Son especialmente útiles en los países nórdicos donde por el frío y la lluvia es agradable hallar un refugio cerca de la iglesia antes de los oficios. En las aldeas los paperti son lugares de reunión para los parroquianos; en las ciudades tenían lugar – como en las catedrales occidentales – las asambleas de ciudadanos. El cubo de la iglesia estaba generalmente cubierto de cinco cúpulas sobre altos tambores. Las cúpulas son claras, contribuyen a la iluminación de las bóvedas en vez de ser cúpulas ciegas, puramente decorativas, como en la mayoría de las iglesias moscovitas coetáneas. Las cúpulas se - levantaban por orden de los patriarcas – que no por gusto de los arquitectos – y según las reglas canónicas que prescribían la una, tres, cinco o trece cúpulas ( Una, representa a Cristo Salvador; tres a la Santísima Trinidad; cinco a Cristo con los Cuatro Evangelistas y trece a Cristo con los Doce Apóstoles) y prohibían las pirámides. Con todo, los habitantes de Yaroslav sortearon estas trabas elevando pirámides sobre las capillas y los campanarios, generalmente exentos. Su base está totalmente desprovista de ornamentos mientras que su punta, ricamente decorada, está atravesada por varias filas de arcos y claristorios. El motivo de que el campanario sea exento es evitar un contrasentido y al mismo tiempo un despropósito estético, ya que añadir un campanario en pirámide a una iglesia culminada por cúpulas sería acoplar dos formas heterogéneas: la primera derivada de la arquitectura en piedra, la segunda de la arquitectura de madera. Otra nota peculiar e importante de las iglesias de Yaroslav es la riqueza de su decoración; son no sólo más grandes sino más fastuosas que las moscovitas. Baldosas de fayenza esmaltada encuadran espléndidamente los porches y las ventanas de los ábsides. En el interior, las galerías, las bóvedas y los muros, las columnas, los encuadres de las ventanas, están totalmente recubiertas de frescos con programas sacros de un gran efecto decorativo y con una prodigalidad que no se encuentra por parte alguna, ni siquiera en los monasterios del Monte Athos. De todas estas iglesias, en un libro como este solamente podemos escoger tres de ellas, quizás las más sobresalientes de todas.

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La iglesia del profeta Elías, que fue construida entre 1647 y 1650 como ya hemos dicho a expensas de los ricos comerciantes hermanos Bonifacio y Ioanik Skripin, es una masa cúbica de tres ábsides coronada por cinco cúpulas. Cuatro pilares cuadrados soportan las bóvedas como en las viejas iglesias de Suzdal. Este plano, simple y elemental, se completa con una galería que alarga la iglesia fría al oeste y al norte; al lado sur esta galería, bastante estrecha, se alarga para formar la iglesia cálida de la Intercesión. Capillas en miniatura están adosadas a la iglesia; una de ellas, separada, consagrada a la Deposición de los vestidos de Cristo, está cubierta por una torre piramidal. En el ángulo noroeste se eleva un alto campanario en pirámide. Este plan puede chocar a nuestras mentes acostumbradas a una simetría puramente lineal; pero la armonía se funda en la iglesia del profeta Elías, como en la de la Intercesión de la Madre de Dios de la Plaza Roja, en el equilibrio de masas. La iglesia del profeta Elías tiene una ornamentación relativamente sobria. El peso de su techo se suaviza por la curva cerrada de cúpula central coronada por una cruz de cobre forjado y por una hilera de kokoshniki. La fachada occidental es particularmente pintoresca. La portada coronada por un frontón muestra un arco en clave pendiente y un encuadramiento de casetones. La decoración se reduce a algunas aplicaciones de fayenzas. Esta sobriedad hace resaltar la magnificencia del interior, enteramente cubierto de frescos colocados sobre los muros como tapices de Oriente. La iglesia de San Juan Crisóstomo de Korovniki, más o menos de las mismas fechas que la del profeta Elías, fundada en 1649 y consagrada en 1654, fue construida como la anterior a expensas de otros ricos comerciantes, los hermanos Neidanovski. Se alza en Korovniki, uno de los barrios de Yaroslav, en aquellos tiempos de miserables cabañas y depósitos de madera, sobre terreno de pastos, donde se llevaba a menudo a pacer las vacas. Por contraste, se distinguió por la riqueza de su decoración exterior, por la profusión de baldosas de fayenza que encuadran porches y ventanas. Es, como la iglesia de San Elías, un conjunto muy heterogéneo de vastos porches, de galerías, de capillas y de campanarios encuadrando todo una iglesia cúbica de cinco cúpulas. Las formas, aunque contradictorias, están muy bien combinadas. Dos pirámides laterales enlazan el grupo de cúpulas a los porches. A cierta distancia se alza un alto campanario de base octogonal coronado por una elegante pirámide calada. Por razones de orientación, el ábside de las iglesias de Yaroslav está dirigido hacia el Volga, lo mismo que las iglesias de Colonia miran hacia el Rhin. La de San Juan Crisóstomo de Korovniki fue decorada con un

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particular cuidado: la ventana central destaca por un fastuoso encuadre de baldosas de fayenza. En el interior el ábside está cubierto por una bóveda a media altura que forma un entresuelo. Es seguramente una cámara secreta oculta por el iconostasio, donde en caso de alarma se podían esconder los objetos preciosos. La iglesia de San Juan el Precursor de Tolteiovo, construida entre 1671 y 1687, presenta disposiciones análogas. Está construida sobre una planta cuadrada con tres ábsides semicirculares, y flanqueados por capillas. Una ancha galería, a la que se accede por tres porches cubiertos por anchos frontones, rodea la iglesia por tres lados: la galería occidental es más larga que las galerías laterales. En el interior se encuentra el mismo entresuelo oculto, encima del ábside. El exterior, de tejas rojas realzadas por baldosas de fayenza azulados, ha sido alterado por reconstrucciones modernas. Las cinco cúpulas renovadas a fines del siglo XVIII estaban primitivamente revestidas de estaño: en 1859 fueron doradas a expensas de un comerciante de Yaroslav. A cierta distancia de este grupo de cúpulas doradas se eleva un magnífico campanario exento de forma octogonal con los pisos superiores con aberturas. Las tres iglesias citadas son, como hemos dicho, las más importantes de Yaroslav. La de los Santos Pedro y Pablo es muy inferior. Cubierta por una cúpula desmesurada, llama la atención por su pintoresca situación en el alto Volga y la fantástica decoración del ábside dividido en tres partes por columnas blancas sobre las que se enrollan en espiral grandes flores estilizadas. Un damero negro y rojo separa los encuadres de las ventanas de fayenza verde pálido. El Monasterio de Rostov Vieliki fue fundado en el año 862. Ha sido a lo largo de su historia un importante centro político, cultural y artístico que le ha valido el sobrenombre de "el grande". Es una de las ciudades más antiguas de Rusia; su apodo “Vieliki” o “Grande” no es sino para distinguirla de la sureña Rostov del Don (Rostov na Dona), una ciudad que con el tiempo ha devenido más grande e importante que su homónima del norte. Rostov Vieliki no tiene ningún vestigio de su pasado medieval salvo la Catedral de la Dormición de la Madre de Dios, muy modificada con el tiempo; flanqueada de un campanario arcada, está construida a modo de una barbacana fuera del recinto. El magnífico conjunto de su Kreml, a orillas del lago Nero, data de 1665 y no fue terminado hasta treinta años después; se necesitaron veinte millones de ladrillos de gran tamaño fueron para su edificación. El Kreml destaca por sus muros blancos, sus torres, sus cúpulas de plata y oro, sus giraldillas con filigranas de cobre y, sobre todo,

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Torre de Mensihikov, Ms. (1)

Torre Sujarev

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con edificios como la Catedral de la Asunción, la Iglesia de Juan el Teólogo, el Templo de la Resurrección, la Iglesia de la Odigitria, los Monasterios de Jacobo y de Abrahán. La mayoría se abre a la altura de la primera planta, por encima de las puertas del recinto, flanqueadas por dos gruesas torres. Unidas por una muralla con su camino de ronda, contribuyen a la defensa de la ciudadela eclesiástica: El Palacio episcopal o Palacio Blanco - sede del metropolitano - cuya gran sala abovedada con una columna central recuerda las del Palacio episcopal de Nóvgorod y del Palacio de las Facetas de Moscú. En esta época Rostov tuvo su apogeo. Su obispo fue elevado en 1689 a la dignidad de Metropolitano. Su único igual era el Metropolitano de Nóvgorod y su único superior el Patriarca de Moscú. Pero la decadencia fue rápida: las reformas de Pedro I privaron al Metropolitano de Rostov de la mayor parte de sus ingresos. En 1788, la sede metropolitana fue transferida a Yaroslav. Casi todas las construcciones del Kreml de Rostov, así como las de los monasterios de Borisoglebsk y de Uglish, son debidas a la actividad de un simple hijo de un pope, Jonás Sisoievitch, que ocupó la sede episcopal de Rostov de 1652 a 1690 y fue uno de los grandes constructores de su tiempo. Junto con el patriarca Nikon fue el más importante ejemplo de mecenas eclesiástico del siglo XVII. Todas sus construcciones se caracterizan por la unión íntima de la arquitectura religiosa con la arquitectura civil y militar. El prelado soñaba con edificar verdaderas fortalezas monásticas, ciudadelas de la fe ortodoxa defendidas por muros almenados, erizados de torres de vigilancia y defensa. Casi todos los monasterios rusos: la Lavra de la Santísima Trinidad y San Sergio, el monasterio de las Vírgenes de Moscú, el monasterio insular de Solovietski en el mar Blanco, son algunas de las fortalezas cuyos espesos muros podían resistir un asedio. Esta asociación de la arquitectura religiosa y de arquitectura militar imprime a este género de construcciones una poderosa originalidad. Este carácter está muy acusado en el Kreml de Rostov que, aunque haya sido construido a finales del siglo XVII, casi doscientos años después que el de Moscú, presenta un aspecto medieval. Las iglesias, en vez de estar agrupadas en el centro del recinto, están repartidas por la periferia. La mayoría se abre a la altura de la primera planta, por encima de las puertas del recinto, flanqueadas por dos gruesas torres. Unidas por una muralla con su camino de ronda, contribuyen a la defensa de la ciudadela eclesiástica. Al abrigo de este anillo de iglesias – fortaleza se levanta el palacio episcopal, con una gran sala abovedada con un pilar central, análogo a la del Palacio de las Facetas del Kreml moscovita... Está rodeado de once torres y cinco iglesias. La más antigua de las

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iglesias del Kreml es la iglesia de la Resurrección, construida hacia 1670. Su volumen cuadrado, coronada por cinco cúpulas, surge entre dos torres circulares por encima de la puerta triple en una galería que le sirve de pedestal. El solado esta elevado por cuatro escalones rodeado de una cerca baja. La iglesia de San Juan el Teólogo, de 1683, está suspendida, como la iglesia de la Resurrección, por encima de una puerta del recinto y encuadrada por dos torres redondas entra las que se amplía su bella portada con profundas bóvedas. De las cinco iglesias la que presenta mayor interés arqueológico es la iglesia del Salvador. Unida directamente al palacio episcopal, servía de iglesia del Metropolitano. Una magnífica arcada de piedra con columnas doradas se eleva sobre el parapeto de la solada elevada por ocho escalones y separado del iconostasio de la nave como una galería. Esta disposición es única en la arquitectura rusa. La iglesia de San Gregorio Nacianceno no ha conservado su aspecto primitivo. Fue reconstruida a mediados del siglo XVIII y restaurada en 1884. En cuanto a la iglesia de la Madre de Dios Odigitria de Smolensk, adosada a la muralla de manera exenta, fue decorada por el sucesor del Metropolitano Jonás, en el estilo barroco moscovita o estilo Narishkin, con una profusión de estucados poco esbeltos. La Catedral de la Dormición, consagrada en 1164 durante el reinado de Andrés Bogoliuvsky, reconstruida en 1408 y considerablemente renovada después de un incendio en 1730, está fuera del recinto del Kreml. Pero está estrechamente unida a este conjunto arquitectónico. Jonás le añadió, al final de su episcopado (1682 – 1687) un campanario de arcadas coronado por pequeñas cúpulas con bulbos imbricados A algunas verstas de Rostov se eleva en medio del bosque y en la pradera el Monasterio de Boris y Gleb, cuyo emplazamiento habría sido escogido, según la tradición, por el mismo San Sergio. La catedral construida en 1524 ha sido desfigurada por las reconstrucciones y añadidos. Pero las iglesias de San Sergio y de la Purificación que alzan ambas sus cuerpos coronados de las cinco cúpulas tradicionales encima de las puertas del recinto del monasterio, entre dos torres decorativas, están entre las más encantadoras creaciones de la arquitectura rusa del siglo XVII. La ornamentación de las portadas de las logias con arcadas alcanza aquí su mayor complicación y riqueza. Los pilares masivos están ornados de medallones y columnillas ensanchadas en forma de balaustres. Las arcadas, bilobuladas o polilobuladas según su aplicación, dejan colgar sus claves como estalactitas. Juzgándolas por su idéntico estilo, estas iglesias habrían

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sido construidas por los arquitectos del Kreml de Rostov. También a finales del siglo XVII aparece una curiosa iglesia de madera en los alrededores de Rostov: la iglesia de San Juan el Teólogo en la orilla del Ichna, de 1687. Se eleva sobre un montículo; sobre su base se alza una galería colocada sobre repisas y un pequeño campanario en pirámide se levanta sobre el porche. La actividad arquitectónica de la región no se limita a Yaroslav y Rostov. Se encuentran todavía hoy admirables testimonios en dos pequeñas ciudades del alto Volga, situadas al norte de Yaroslav: En la orilla derecha del Volga se alza Romanov, fundada a mediados del siglo XIV por el príncipe Romanov, con su magnífica iglesia de la Erección de la Cruz. En la orilla derecha se alza Borisoglebsk con su Catedral de la Resurrección: maravillosos monumento del siglo XVII que sobrepasa aun a las iglesias de Yaroslav por sus vastas proporciones y por el lujo de su decoración. Consagrada en 1652, la catedral de la Resurrección fue considerablemente ampliada en 1670 por el metropolitano de Rostov, Jonás, que hizo construir el segundo piso y las galerías de arcadas con sus porches monumentales. La historia de esta construcción es bastante obscura: no se explica porque un pequeño pueblo del alto Volga ha sido destinatario de una grandiosa catedral de la que se enorgullecerían ciudades como Yaroslav o Moscú. La iglesia, pintada de amarillo y blanco, ocupa una gran superficie. Presenta los mismos trazos que las iglesias de Yaroslav construidas en la misma época, pero más completa: es el tipo ideal de la arquitectura popular rusa. La silueta general es sencilla: las líneas verticales armonizan perfectamente con el tranquilo paisaje del Volga. Una magnífica galería de dos pisos atravesada por arcadas rodea por tres lados la iglesia de planta cuadrada coronada por cinco cúpulas bulbosas. Tres portadas con claves pendientes dan acceso a largas galerías enteramente pintadas, inundadas de luz coloreada por los tonos azules y amarillos de los frescos: el visitante anonadado por estas perspectivas celestiales diría que se ha introducido en un milagro. La pequeña ciudad de Uglish que alza sus innombrables cúpulas plateadas en medio de un bosque de abetos sobre la escarpada ribera del Volga no es una aparición menos asombrosa. Situada en un recodo del río (de dónde viene su antiguo nombre Ugletche pole, del ruso ugol, codo), es una de las antiguas colonias eslavas de la región. Su Kreml rodeado de murallas estaba rodeado de un profundo foso alimentado por el Volga. Unida desde el siglo XIII a Rostov, sirvió de prisión a los príncipes moscovitas

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I. San Juan Crisóstomo (Korovitni)

Mon. Boris y Gleb. Rostov

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destronados. Allí fue asesinado en 1591 el zarévich Dimitri, hijo de Ivan IV, por instigación de Boris Godunov. En esta época era una ciudad grande y populosa: según las crónicas contaba con ciento cincuenta iglesias, tres catedrales consagradas a la Anunciación, a la Transfiguración y a la Dormición de la Madre de Dios y doce monasterios. De todo este esplendor quedan pocos vestigios. La desgraciada ciudad, saqueada por Boris Godunov, fue totalmente devastada por los polacos en 1609; las víctimas de esta matanza polaca son evaluadas por los analistas en cuarenta mil. Del periodo posterior a esta devastación, Uglish sólo ha conservado el Palacio del zarévich Dimitri, monumento de finales del siglo XV, de 1481, precioso a causa de la rareza de los vestigios de la arquitectura civil en Rusia. Es una pequeña construcción cuadrada con espesos muros, con piezas sombrías aplastadas bajo bóvedas. La ciudad se alzo muy pronto de entre las ruinas: en 1628 se construyó la Iglesia de la Dormición del monasterio Alexeievski: armoniosa iglesia de tres pirámides que el pueblo apodó Divnaia (la Maravilla). Es el ejemplo más bello de las iglesias de tres pirámides, edificada sobre el Volga. La fachada es de una extrema simplicidad: toda la belleza de este edificio, tan apreciada por el pueblo ruso, reside en la silueta armoniosa de las tres pirámides que coronan el edificio. Otra iglesia similar se alzó en Kazán, en 1649, en el monasterio de San Juan el Precursor, que desgraciadamente fue demolida. Pero la segunda mitad del siglo XVII produjo iglesias más bellas todavía. La trágica muerte del zarévich hizo de Uglish un lugar de peregrinaje. Se construyó en 1692, sobre el lugar del asesinato, la Iglesia Expiatoria de Dimitri sobre-la-sangre, con decoraciones simbólicas en púrpura; no presenta más que un interés histórico. El grupo de iglesias y de edificios conventuales del Monasterio de la Resurrección, edificado por el metropolitano de Rostov Jonás Sisoievitch, es uno de los conjuntos más imponentes de la antigua arquitectura rusa. Iglesias, refectorios, campanario, forman un conjunto admirablemente homogéneo. Allí Jonás pronunció sus votos. Más tarde, llegado a Metropolitano, se acordó del humilde monasterio y le dotó de edificaciones nuevas que fueron consagradas en 1674. El monasterio de la Resurrección de Uglish se puede considerar como el primer y pujante proyecto del Kreml de Rostov. La iglesia vecina de San Juan el Precursor, 1692, es notable sobre todo por su campanario piramidal, calado y su robusto porche sostenido por cuatro columnas abalaustradas en el centro.

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Muchos otros monumentos merecen ser citados en la región de Yaroslav – Suzdal, de bellos campanarios en pirámide; en Murom, el campanario del monasterio de la Trinidad, admirable por la armonía de sus formas y la riqueza de sus ornamentos; en Pereslav–Zalevski el monasterio de San Nikita; en Kostromá la iglesia de la Resurrección y el célebre monasterio de San Hipatius. Este estilo irradia muy lejos hacia el norte y el este de Rusia. En Solikamsk, en Perm, no lejos de los Urales, aparece sorprendentemente una bellísima “iglesia fría” rodeada de una galería con columnas abalaustradas y con magníficos marcos de ventanas y portadas. Los juegos de ladrillos en el interior de la iglesia hacen el efecto de ricas telas; los pilares están trabajados como un encaje. La iglesia cálida o la iglesia de invierno que le sirve de complemento es menos interesante. En Solvichegodsk, que debe su nombre y su fortuna a las salinas de la Vichegda, como Solikamsk a las salinas de la Kama, los Strogonov – los primeros magnates rusos – construyeron una lujosa iglesia (1689 – 1693) con una galería de dos pisos decorada con baldosas de fayenza. Las iglesias de Kargopol sobre la orilla del río Onega combinan la severa desnudez de la arquitectura nóvgorodiana con la riqueza decorativa de Moscú. En la iglesia de la Madre de Dios de Vladimir, los marcos de las ventanas son de una extraordinaria variedad. La decoración de la iglesia de la Anunciación es aún más notable: los vanos horadados en las desnudas fachadas están agrupados con una fantasía encantadora y el intradós de los ábsides está discretamente realzado por un exquisito rosario de perlas. Con medios de una extrema simplicidad: ladrillos, fayenzas, la arquitectura moscovita del siglo XVII realizó efectos decorativos de una originalidad y riqueza sorprendentes. El medio siglo que ha producido el templo de Fili, las iglesias y los campanarios de Yaroslav, el Kreml de Rostov, la catedral de la Resurrección de Borisoglebsk y el monasterio Voskresenski de Uglish está a caballo de una de las grandes épocas de la arquitectura rusa.

LA DESAPARICIÓN DE LA ARQUITECTURA RUSA La desaparición de la arquitectura rusa se produce en el tránsito del siglo XVII al XVIII, que supone una verdadera revolución: la occidentalización de Rusia de la férrea y despótica mano del zar Pedro I el Grande. La arquitectura bizantina y la rusa autóctona desaparecen - lenta o rápidamente - para dejar paso al barroco europeo y, a lo

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largo del siglo XVIII, al rococó y al clasicismo. La construcción de San Petersburgo y su rápida conversión en capital del Imperio inicia la decadencia de Moscú; el decreto de 1714 al prohibir toda construcción en piedra o ladrillo fuera de la nueva capital paraliza la arquitectura de toda Rusia. Estamos en una nación occidentalizada malgré luí, y es hora de hacer una recapitulación de la arquitectura de los siglos medievales que finalizan, por dar una fecha histórica, en 1703, cuando se funda San Petersburgo, arquitectura que no tendremos ocasión de toparnos de nuevo con ella. Todas las iglesias que hemos visto en las páginas anteriores de esta obra presentan ciertos trazos comunes que es necesario resaltar. Hemos visto multiplicarse las iglesias de dos pisos, siguiendo el tipo de la Sainte Chapelle o de la basílica de Asís. Esta disposición es excepcional en occidente, salvo en las iglesias palatinas donde la planta baja se utilizaba sólo para el culto público mientas que el piso superior formaba un oratorio a nivel de las habitaciones de palacio. En Rusia, al contrario, bajo la influencia de la arquitectura de madera y de las necesidades del clima, nos es raro que la iglesia se divida en dos plantas que forman la una la iglesia cálida o de verano, en la planta inferior y la otra la iglesia fría o de inverno, en la parte superior. Los enmarques de las puertas y ventanas son elementos esenciales en la decoración de las fachadas. Las más antiguas portadas moscovitas se construyen siguiendo el trazado de las portadas románicas como el dovelaje de las iglesias de Vladimir; adoptan una traza de arco apuntado y un encuadramiento de columnillas mixtas que alternan engrosamientos con estrangulamientos. Bajo la influencia de los arquitectos italianos del Kreml aparece en el siglo XVI, por oposición a esta portada tradicional, una nueva, al estilo italiano, con una rica decoración renacentista. El gusto por los arcos polilobulados con la clave pendiente se desarrolla sobre todo en la segunda mitad del siglo XVII. La costumbre de recubrir el subasamento de las fachadas con galerías de arcadas obscurece el efecto decorativo de las portadas que no cesan sin embargo de estar muy cuidadas. Las estrechas troneras nóvgorodianas se transforman en el siglo XVII en anchos vanos coronados por un frontón en forma de kokoshniki y enmarcados, como las portadas, de columnillas; recibirán en Yaroslav magníficos marcos de fayenza. En el siglo XVI persiste el uso de cerrarlas con placas de mica. La iglesia de la Intercesión de la Madre de Dios y de San Basilio el Bienaventurado tenía como placas de mica en los vanos lo mismo que el Terem de los zares. Las cúpulas van adquiriendo en Moscú una forma

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Iglesia de San Demetrio sobre la sangre derramada. Uglish

Igl. San Juan Baustista (Yaroslav)

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bulbosa cada vez más acentuada. Las de la catedral del Arcángel Miguel están a penas peraltadas. Pero su peralte es más notorio en la iglesia de la Intercesión de la Madre de Dios y de San Basilio el Bienaventurado. Según la importancia de la iglesia y las posibilidades de la parroquia, las cubiertas son de materiales más o menos valiosos: simples tejas imbricadas de madera, baldosines de fayenza u hojas de metal bruñido. El dorado de las cúpulas no se hizo usual hasta finales del siglo XVII. En la aguja de las cúpulas se alzaron bellas cruces de tres palos, llamadas de Korsun, alzadas victoriosamente sobre el Creciente del Islam y adornadas de colgantes cadenas doradas. Las edificaciones anexas, porches y galerías, adquieren en el siglo XVII una importancia considerable. Antes de esta época las iglesias de Moscú no tenían galerías exteriores, salvo las de Suzdal. Esta disposición es desconocida tanto en la catedral de la Dormición del Kreml como en la de Vladimir. El nártex que rodeaba la iglesia por todas partes, salvo por el lado del ábside, no aparece más que cuando los constructores se inspiran en la arquitectura de madera. La arquitectura religiosa rusa no conoce la particularidad de los claustros que se adosan a nuestras iglesias abaciales. El sistema ruso goza de una cierta mesura: pero tiene el inconveniente de aumentar el peso de la base de las iglesias y de enmascarar sus portadas. En los tres lados de nártex se abren tres porches que primeramente fueron construidos de madera con el remate en forma de pirámide. A mediados del siglo XVII se construyen generalmente con ladrillos se cubren por una techumbre de armazón sobresaliente para desviar la lluvia lejos de los paramentos. Las puertas de estos porches se decoran con columnas mixtas de fustes con entrantes y salientes y arquerías geminadas polilobuladas con la clave colgante. La forma del campanario con arcada que Nóvgorod y Pskov habían creado en el siglo XV, se introduce también en Moscú. Pero el tipo más frecuente a partir del siglo XVI es el campanario en pirámide, encima de la galería con vanos que encierra el carrillón, con una o varias filas de ojos de buey en forma de tragaluces. Desde finales del siglo XV se conoce la existencia en Moscú de una fundición de campanas dirigidas por un veneciano. El campanario y la iglesia son generalmente un todo. Los campanarios aislados son raros en Moscú, y no se desarrollarán hasta el fin del siglo XVII en Yaroslav.

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