JUAN MIGUEL BAKULA: REFLEXIONES SOBRE SUS APORTES POLITICOS

JUAN MIGUEL BAKULA: REFLEXIONES SOBRE SUS APORTES POLITICOS Ignacio Basombrío Juan Miguel Bákula fue, en palabras del ministro de Relaciones Exteriore

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JUAN MIGUEL BAKULA: REFLEXIONES SOBRE SUS APORTES POLITICOS Ignacio Basombrío Juan Miguel Bákula fue, en palabras del ministro de Relaciones Exteriores, José Antonio García Belaunde, “un gran diplomático y un gran intelectual”. La visión de conjunto de tan ilustre peruano aporta reflexiones y consideraciones de carácter institucional para abordar, con sentido y proyección histórica, los graves problemas confrontados por el Perú a lo largo de su historia republicana. Además, no dejó de analizar, a lo largo de su permanente itinerario intelectual, las asignaturas pendientes para consolidar el proyecto nacional y la presencia global del país. Las cuestiones políticas resultan, en esa visión, cualitativamente superiores a las razones estrictamente económicas que, en los últimos tiempos, se han pretendido constituir en las opciones viables y convenientes para el interés nacional. Bákula subraya que resulta necesario vincular la política interna y el papel del Estado, que considera indispensable, con la concepción internacional del país. Señala, con preocupación, que en las dos décadas previas al inicio del siglo XXI, el Perú había experimentado situaciones que ponían en evidencia "que el conflicto social, subyacente dentro de todo grupo, se había exacerbado hasta el extremo de estar presenciando la pugna entre el Estado y la Nación". Por ello consideró que las dos últimas décadas del siglo XX debían ser calificadas, la primera de ellas, como perdida y, la segunda, como el "tiempo del desprecio" (Bákula dixit). No vacila en calificar al 5 de abril de 1992 como un momento crítico para la historia del Perú. Afirma en tal sentido que "con el golpe civil-militar y el trastorno del régimen democrático se inició una etapa que tuvo un doble efecto. En lo externo produjo una creciente dependencia y la inequívoca

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intervención de los agentes internacionales; y, en el orden interno, la entronización de un sistema autocrático". Reflexión histórica Bákula profundizó en el estudio de las circunstancias en las cuales se produjo la emancipación del Perú. Procuró encontrar las razones que explican los problemas de identidad y de viabilidad de la República. Identificó las raíces históricas de la fragilidad del país. Es importante, para conocer la profundidad del pensamiento del embajador Bákula sobre la realidad nacional, revisar, con sentido crítico, su trabajo con relación al Estado en ciernes, que publicó en su condición de miembro de la Academia Nacional de la Historia, en el homenaje al maestro José Agustín de la Puente Cándamo. Bákula, en tal ensayo, es riguroso en su juicio cuando afirma que "la revolución de la Independencia estuvo lejos de alcanzar aquellos propósitos indispensables para asegurar la transformación imaginada por algunos, al dejar intactas las estructuras socioeconómicas de la Colonia y la dependencia psicológica a los valores hispanos". Varias fueron las cuestiones que la República a lo largo del siglo XIX no estuvo en capacidad de resolver. Basadre, citado por Bákula, sostiene que el Perú, al momento de emanciparse de la dominación española, debió haber conformado un Estado fuerte "identificado con el pueblo, para realizar con energía y poder una obra democrática, (que) habría ahorrado a las generaciones posteriores no pocos desastres y no pocos problemas". Tal mención de Basadre no es fruto del azar ni una simple referencia al historiador de la República. Bákula más bien la elige cuidadosamente para, con capacidad cartesiana de análisis, deslizar su propio pensamiento sobre las razones que le impidieron al Perú asumir una identidad propia, con capacidad de realización de un proyecto nacional. Formula, en esa línea de pensamiento, interrogantes que todavía no se pueden responder satisfactoriamente, a pesar de los casi dos

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siglos de vida independiente. Bákula subraya, entre otras, dos cuestiones fundamentales: el problema de las elites y el consenso para asentar sobre bases firmes una concepción política. Política exterior y seguridad Uno de los aspectos importantes en lo que respecta a los temas institucionales se refiere a las relaciones que deben existir entre la política exterior y la defensa. Bákula, al analizar el tema de la doctrina de seguridad nacional, la considera como "desfasada como derivación de la guerra fría". Cuestiona el concepto de la seguridad dentro del contexto de la actuación del gobierno autocrático de la década de los años 90 y precisa que la aplicación de esa doctrina contribuyó a la desarticulación del aparato estatal y subordinó "la política exterior, en su planteamiento, decisión y ejecución, a criterios inconfesables". De tal diagnóstico deduce las razones por las cuales la Cancillería peruana fue debilitada y no tuvo el papel relevante que le correspondía cumplir en el régimen autocrático de Fujimori. Pero, además de esa reflexión que tiene un alto grado de compromiso político con Torre Tagle, Bákula agrega que debe revisarse el concepto contenido en la doctrina de seguridad nacional "según el cual el Ministerio de Relaciones Exteriores debe ser parte del sistema de la defensa nacional". Se opone a tal criterio por cuanto considera que, en el fondo, la seguridad nacional tendría primacía sobre la política exterior, la cual debía subordinarse al criterio castrense. Tal planteamiento supone revisar criterios para, de manera firma, enérgica y democrática, restablecer y mantener el nivel de autoridad que le corresponde al Presidente de la República y al Canciller en la definición de los objetivos de la política exterior peruana. En tal contexto debe subordinarse la defensa nacional a los grandes objetivos nacionales en materia de fortalecimiento de los vínculos con la comunidad internacional y, en particular, con los países fronterizos.

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Bákula recoge y refuerza los planteamientos del embajador Hugo Palma, uno de los más calificados especialistas de Torre Tagle en materia de defensa y, por tanto, plantea que una adecuada política de seguridad externa reposa en tres condiciones: (i) el respeto a las normas del derecho internacional, (ii) la construcción de la confianza entre los pueblos, los gobiernos y las fuerzas armadas y (iii) la concertación de instrumentos que otorguen estabilidad y diversidad a las relaciones socioeconómicas y demás áreas de la trama internacional. De tal análisis Bákula concluye, de manera enfática, que "la mejor solución a posibles problemas de seguridad, no está en la acción de las fuerzas armadas sino en otros factores generadores de seguridad y llamados - implícitamente - a sustituir el uso de políticas belicistas, así sean meramente disuasivas". Con una visión integral sobre el concepto del progreso y bienestar auténticos, define la acción del Estado en términos de su objetivo supremo, que es la promoción y el sostenimiento del desarrollo humano. Afirma que debe ponerse fin "a la errónea sobrevaluación del crecimiento económico que es, tan solo, uno de los medios para enaltecer la vida de las gentes". Agrega que "el fanatismo de las cifras macroeconómicas condujo a una distorsión de los conceptos". Por tanto considera que el desarrollo humano "requiere de múltiples coincidencias y formas de participación; y no es el resultado exclusivo de una preocupación del Estado. Menos de un Estado burocratizado, sometido a las exigencias inmediatas de atender a la inseguridad económica". El papel del Estado En el escenario político internacional han surgido, en la etapa contemporánea, nuevos actores y protagonistas, que han modificado las condiciones en las cuales se produce el proceso de las relaciones entre los Estados y las sociedades. El Estado-Nación, el sistema internacional, las empresas transnacionales y la sociedad civil forman parte de una

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realidad nueva y más compleja. Se presentan nuevos desafíos para lograr la consolidación de las instituciones y de los mecanismos destinados a lograr la paz, el desarrollo económico, la vigencia de las libertades y el respeto de los derechos humanos. El embajador Bákula no estuvo ajeno a plantear reflexiones sobre la nueva realidad de la sociedad internacional, caracterizada por el cambio producido en la última etapa del siglo XX y comienzos de la presente centuria. En tal línea de pensamiento aportó criterios válidos para la reflexión sobre temas institucionales y políticos. Aceptó la dinámica de los cambios y, al mismo tiempo, afirmó que para efectos de evitar el conflicto derivado de la inestabilidad y de los cambios es indispensable lograr, en la búsqueda de consensos, la consolidación de instituciones y valores. El papel del Estado, a pesar del discurso neoliberal, no es desconocido por Bákula. Sostiene, al respecto, que la presencia de nuevos grupos, que denomina agentes no territoriales, como las transnacionales o las ONG, por ejemplo, "no han sido óbice para que el Estado siga siendo el núcleo de las actividades políticas - o sea el agente directo y visible de las decisiones de alcance externo - con las características de la organización creada y perfeccionada por los pueblos europeos para terminar siendo el modelo de aplicación universal, con sus presupuestos de separación de poderes, sus mecanismos para lograr la representatividad y su inequívoca preferencia por el respeto a los valores democráticos y el enaltecimiento de la persona humana, resultados propios de los dos milenios de la era de Cristo". Luego de afirmar la importancia del Estado, considera que el sistema internacional debe ser consolidado y fortalecido, junto con la presencia de la sociedad civil y de las empresas, en el contexto de un proceso de globalización. Sobre este último punto subraya la necesidad que la mundialización cuente con principios, alcance una dimensión cultural, respete las

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circunstancias nacionales y, por tanto, haga posible un desarrollo internacional más estable y solidario. Noviembre 2, 2010

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