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La alegría del perdón
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Quinta semana Reconcíliate con Dios
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Cuaresma 2015
Domingo V de Cuaresma Del evangelio según san Juan 12, 20-33 En aquel tiempo, entre los que habían venido a celebrar la fiesta había algunos griegos; éstos, acercándose a Felipe, el de Betsaida de Galilea, le rogaban: – «Señor, quisiéramos ver a Jesús.» Felipe fue a decírselo a Andrés; y Andrés y Felipe fueron a decírselo a Jesús. Jesús les contestó: – «Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo del hombre. Os aseguro que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto. El que se ama a sí mismo se pierde, y el que se aborrece a sí mismo en este mundo, se guardará para la vida eterna. El que quiera servirme que me siga, y donde esté yo, allí también estará mi servidor; a quien me sirva, el Padre lo premiará. Ahora mi alma está agitada, y ¿qué diré?: Padre, líbrame de esta hora. Pero si por esto he venido, para esta hora. Padre, glorifica tu nombre.» Entonces vino una voz del cielo: –«Lo he glorificado y volveré a glorificarlo.» La gente que estaba allí y lo oyó decía que había sido un trueno; otros decían que le había hablado un ángel. Jesús tomó la palabra y dijo: –«Esta voz no ha venido por mí, sino por vosotros. Ahora va a ser juzgado el mundo; ahora el Príncipe de este mundo va a ser echado fuera. Y cuando yo sea elevado sobre la tierra atraeré a todos hacia mí.» Esto lo decía dando a entender la muerte de que iba morir.
Oración • Javier Leoz QUEREMOS VERTE, SEÑOR, en lo que hacemos, si miramos el bien de los demás; en lo que somos, si nos dejamos llevar por tu amor.
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QUEREMOS VERTE, SEÑOR, sirviéndote, sin esperar nada a cambio, dándonos, ofreciendo nuestra vida, perdonando, sin mirar hacia atrás. QUEREMOS VERTE, SEÑOR, en la vida de cada día, en el perdón que nos ofreces, en la alegría de la Eucaristía. QUEREMOS VERTE, SEÑOR.
Lunes V de Cuaresma Grabados Dice una leyenda árabe que dos amigos viajaban por el desierto, y en un determinado punto del viaje discutieron, y uno le dio una bofetada al otro. Éste, ofendido, sin decir nada, escribió en la arena: “Hoy mi mejor amigo me ha pegado una bofetada en la cara”. Siguieron adelante y llegaron a un oasis, donde decidieron bañarse. El que había sido abofeteado comenzó a ahogarse, siendo salvado por el amigo. Al recuperarse, tomó un estilete y escribió en una piedra: “Hoy mi mejor amigo me ha salvado la vida”. Intrigado, el amigo preguntó: “¿Por qué después de que te pegué escribiste en la arena y ahora escribes en una piedra?” Sonriendo, el otro amigo respondió: “Cuando un amigo nos ofende, debemos escribir en la arena, donde el viento del olvido y el perdón se encargarán de borrarlo para siempre; por otro lado, cuando nos pasa algo grandioso, debemos grabarlo en la piedra de la memoria del corazón, donde ningún viento podrá jamás borrarlo”.
Para pensar • ¿Qué significa que un amigo me dé una bofetada? ¿Qué significa que un amigo me salve la vida? • Entre otras cosas ¿qué puedo escribir sobre arena y sobre piedra? • ¿Vas al gimnasio del perdón?
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Martes V de Cuaresma Libertad • Jesús Adrián Romero Me has dado libertad, salí de mi prisión, tu gran poder, en mi rompió las condenas de mi gran opresión. Me has dado salvación, cautivo ya no soy, no vivo más condenación, he sido libre por tu gran amor. Libertad incluso me has dado; libertad excluyó mis cadenas; libertad incluso soy esclavo, eso es tan libre, puedo casi volar. Libre soy en Jesús, libre soy por su cruz, he visto en él la luz, ¿por qué no vienes tú?
Miércoles V de Cuaresma 25 de marzo, la Anunciación de Señor Del evangelio según san Lucas 1, 26-38 A los seis meses, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María. El ángel, entrando en su presencia, dijo: -«Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.» Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquél. El ángel le dijo: -«No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.» Y María dijo al ángel: -«¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?» El ángel le contestó: -«El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible.» María contestó: -«Aquí está la esclava del Señor; hágase en mi según tu palabra.» Y la dejó el ángel. Palabra del Señor
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Yo te saludo, María • Florentino Ulibarri Yo te saludo, María, porque el Señor está contigo: en tu casa, en tu calle, en tu pueblo, en tu abrazo, en tu seno. Yo te saludo, María, porque te turbaste, –¿quién no lo haría ante tal noticia?–, mas enseguida recobraste paz y ánimo y creíste a un enviado cualquiera. Yo te saludo, María, porque preguntaste lo que no entendías –aunque fuera mensaje divino–, y no diste un sí ingenuo ni un sí ciego, sino que tuviste diálogo y palabra propia. Yo te saludo, María, porque concebiste y diste a luz un hijo, Jesús, la vida; y nos enseñaste cuánta vida hay que gestar y cuidar si queremos hacer a Dios presente en esta tierra. Yo te saludo, María, porque te dejaste guiar por el Espíritu y permaneciste a su sombra, tanto en tormenta como en bonanza, dejando a Dios ser Dios y no renunciando a ser tú misma. Yo te saludo, María, porque abriste nuevos horizontes a nuestras vidas, fuiste a cuidar a tu prima, compartiste la buena noticia, y no te hiciste antojadiza. Yo te saludo, María. ¡Hermana peregrina de los pobres de Yahvé, camina con nosotros, llévanos junto a los otros y mantén viva nuestra fe!
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Jueves V de Cuaresma Decálogo del otro • J. M. de Palazuelo 1 Por cada cinco minutos que uses para abrir la boca y decir lo que piensas, usa diez para abrir los oídos y escuchar lo que piensa el otro. 2 Por cada cinco minutos que uses para colgarte medallas, usa diez para compartirlas con el otro. 3 Por cada cinco minutos que uses para regodearte de tu felicidad, usa diez para disfrutarla con el otro. 4 Por cada cinco minutos que uses para trabajar en tus objetivos, usa diez para hacer tuyos los propósitos del otro. 5 Por cada cinco minutos que uses para reclamar tus derechos, usa diez para no olvidar tus deberes con el otro. 6 Por cada cinco minutos que uses para autocompadecerte de tu problema, usa diez para poner solución a las dificultades del otro. 7 Por cada cinco minutos que uses para convencerte de que la razón la llevas tú, dedica diez para descubrir la parte de razón que también lleva el otro. 8 Por cada cinco minutos que uses para “sacar a relucir” tus talentos, usa diez para invertirlos en el corazón del otro. 9 Por cada cinco minutos que uses para cargar con tu cruz, usa diez para arrimar hombro y corazón en las cargas del otro. 10 Por cada cinco minutos que uses para hablar de Dios al otro, usa diez para hablar del otro a Dios.
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Viernes V de Cuaresma Señor, ¿a quién iremos? • José Mª Rodríguez Olaizola Un día decidimos subir a tu barca, confiarte el timón. Desde entonces navegamos por la vida y escuchamos sonidos diversos, el ruido del trueno que anuncia la tormenta, los cantos de sirena que prometen paraísos imposibles, el bramido de un mar poderoso que nos recuerda nuestra fragilidad, las conversaciones al atardecer con distintos compañeros de viaje, los nombres de lugares que aún no hemos visitado, y los de aquellos sitios a los que no volveremos. A veces nos sentimos tentados de abandonar el barco, de cambiar de ruta, de refugiarnos en la seguridad de la tierra firme. Pero, Señor, ¿a quién iremos… si solo tú puedes ayudarnos a poner proa hacia la tierra del amor y la justicia?
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Sábado V de Cuaresma María, “la de los pequeños-grandes detalles” • J. M. de Palazuelo María, hoy vengo a tu presencia porque se me ha acabado el vino del amor y… ya se sabe: uno no sabe lo que es el vino hasta que no se emborracha, y uno no sabe lo que es el amor hasta que no se enamora. María de los pequeñosgrandes detalles, en Caná sacaste del apuro a unos novios mientras los otros estaban demasiado ocupados en pasarlo bien. Sin ruido, sin llamar la atención, sin coger el micrófono… Desde el silencio, desde el anonimato, desde el servicio desinteresado… ¡Cuánto, cuánto tengo que aprender de ti! María de los pequeños-grandes detalles, en mi hogar, en mi trabajo, en el barrio, en la parroquia… Préstame tus ojos para ver “aquello que falta”, tus manos, para ponerme el mandil y seguir tu ejemplo, tus pies, para darme a la fuga prescindiendo de la dichosa palmadita, y tu corazón, sí, Madre, tu corazón, para sentir tu amor y compañía. Una cama sin hacer, una bolsa de basura que tirar, un SMS que mandar, un amigo que escuchar, un anciano al que hablar, un libro que regalar, una visita al hospital, unos apuntes que prestar, una oración que compartir, una pelea que evitar… (Un minuto de silencio vale más que mil horas de discusión dialéctica… ¡Te toca a ti, junto a María, seguir con el listado de los pequeños-grandes detalles…) Virgen María (ahora sí, ahora puedes ponerla el piropo que más te guste), concédeme tu sabiduría, la sabiduría de los pequeños-grandes detalles.