La Alhambra y los palacios nazaríes

La Alhambra  y los palacios nazaríes Introducción Las primeras menciones históricas que se poseen acerca de la existencia de un núcleo islámico en el

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LOS NÚMEROS EN LA ALHAMBRA
ISSN 1988-6047 DEP. LEGAL: GR 2922/2007 Nº 24 NOVIEMBRE 2009 “LOS NÚMEROS EN LA ALHAMBRA” AUTORÍA TOMÁS DAVID PÁEZ GUTIÉRREZ TEMÁTICA MATEMÁTICAS ET

Tiendas, Templos y Palacios
282 T i e n d a s , Te m p l o s y P a l a c i o s Tiendas, Templos y Palacios INFORME DEL ALUMNO Y HOJAS DE RESPUESTAS INSTRUCCIONES Cuando haya co

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La Alhambra  y los palacios nazaríes Introducción Las primeras menciones históricas que se poseen acerca de la existencia de un núcleo islámico en el actual asentamiento de la Alhambra son de mediados del siglo IX, relativas a la existencia de un castillo de pequeñas proporciones, denominado Qalat-al-Hamra, ubicado en el cerro de la Sabika, en las inmediaciones de la Torre actual de la Vela. Esta fortaleza, “Castillo Rojo”, posiblemente debía su nombre al cerro de arcilla rojiza sobre la que se asentó, dado que sus muros, como las posteriores defensas de la Alhambra nazarí, siempre estuvieron pintados de blanco. Sea como fuere, esta pequeña fortaleza fue reconstruida en la época del reino zirí de Granada (siglo XI), por el rey Badis, para reforzar la defensa de la zona alta de Granada, cerrada con este castillo y las cercanas Torres Bermejas, pero supeditadas a la principal plaza fuerte de la Granada de la época, la Alcazaba Cadima del Albaicín. En la Alhambra, en aquella época el visir judío Ibn Musalla se hizo construir un palacio, cuyos únicos restos son los Leones de la fuente que han dado nombre una de las principales dependencias de la propia Alhambra. Un hecho de excepcional importancia histórica para el futuro desarrollo de este ámbito fue la proclamación de un reyezuelo de la ciudad de Arjona, Ibn Alhamar, como sultán del reino de Granada, en el año de 1232, bajo el nombre de Muhammad I. Este hecho se produjo en el contexto de la descomposición del reino almohade en las segundas taifas del siglo XIII y del avance de las tropas cristianas de Fernando III el Santo, de quien el propio Muhammad I fue vasallo. A partir de ese momento el reino nazarí de Granada se erige en el último baluarte de la civilización andalusí en la Península Ibérica, brillando a gran altura en la economía, el comercio y la manufactura de sedas y cerámica, el arte y la cultura, hasta que a partir de principios del siglo XV se reactiva la conquista castellana, ultimada el 2 de enero de 1492, al capitular la ciudad de Granada y su último sultán, Boabdil (Muhammad XII) ante los Reyes Católicos. El desarrollo de la Alhambra está íntimamente ligado a las circunstancias históricas del propio reino nazarí. El mismo fundador de la dinastía, Alhamar, aunque en principio habitó la Alcazaba Cadima en su llegada a Granada en 1238, pronto emprendió la construcción de una nueva fortaleza en el cerro de la Sabika, la Alcazaba Yidida de la Alhambra, pudiendo haber habitado la Torre del Homenaje de la misma. No está claro si el sultán pensó sólo en un reducto fortificado o en la construcción de una auténtica ciudadela, como ciudad cortesana o palatina (Madinat-al-Hamra) pegada pero distinta a la ciudad burguesa (Madinat-Garnata), con un núcleo fortificado (la Alcazaba), una zona residencial (los palacios) y un recinto murado, provisto de torres y puertas, que garantizase su aislamiento y funcionalidad. Este proceso es ya una realidad en sus sucesores a lo largo del siglo XIII, pues bajo Muhammad III (12721309) se construyen la Puerta del Vino y los palacios de los Abencerrajes y del Partal, así como la medina o zona de carácter administrativo y artesanal, y la rauda o cementerio real. A la época de Ismail I (13091353) corresponderían el primitivo Mexuar (ampliado por Muhammad V) y el palacio del Generalife. Pero, sin duda, la época constructiva más importante de la Alhambra es el siglo XIV, debido a la prosperidad económica de la centuria y a las buenas relaciones con los monarcas castellanos, especialmente en la época de don Pedro I el Cruel, a mediados de la centuria, truncadas aquéllas con la muerte del rey y el advenimiento de la dinastía Trastámara en 1370.

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Bajo el reinado del sultán Yusuf I se construyen el Cuarto de Comnares, las torres de los Picos, Cadí y Cautiva, el Peinador de la Reina y parte de los Baños Reales. Y, en el sultanato de Muhammad V (1362-1391), se terminan los Baños, se amplía el Mexuar y se levanta el Cuarto de los Leones. La última estructura importante levantada en la Alhambra, a finales de dicha centuria, sería la Torre de las Infantas (Muhammad VII, entre 1392 y 1408), tras lo cual comienza una época de declive, pocos recursos y guerras civiles (gobiernan 12 sultanes en el siglo XV), como la mantenida entre Muley Hacén y su hijo Boabdil, que desembocó en la guerra de Granada y la conquista de los Reyes Católicos. La Alhambra cristiana pasó a la Corona como Casa Real de poderosas implicaciones simbólicas, lo que favoreció su conservación. Ello, unido al hecho de instaurarse en la ciudadela la capitanía general del Reino de Granada, dirigida por los Mendoza, condes de Tendilla y marqueses de Mondéjar, desde 1515; y, a partir de 1526, a la decisión de Carlos V de crear una Casa Real Nueva (el palacio quinientista de Machuca), con la asignación de una cantidad anual, impuesta sobre la seda, el llamado tributo de la farda. La Alhambra se mantuvo, con varias y necesarias reformas, en relativas buenas condiciones hasta que en 1717 Felipe V desposeyó de la alcaidía de la Alhambra a los marqueses de Mondéjar (por haber apoyado éstos al archiduque Carlos de Austria en el desarrollo de la Guerra de Sucesión), iniciándose entonces un periodo de decadencia, que pasó por sus peores momentos con la invasión napoleónica y el frustrado intento de voladura de sus torres. En 1829, tras la estancia de Washington Irving, se muestra un nuevo interés por los edificios, y, en 1870, tras ser desposeído del Patrimonio de la Corona y pasar al Estado, el conjunto es declarado Monumento Nacional. En 1913 se creó un primer Patronato para su conservación, renovado nuevamente en 1944 y en el actual patronato de la Alhambra, creado en 1985. La estructura urbana de la Alhambra El actual conjunto de la Alhambra supone la culminación de un tipo de ciudad palatina que, surgida en el mundo oriental, encontró su mejor plasmación en el mundo andalusí en la mítica Madinat-al-Zahra creada durante el califato cordobés de Abderramán III. Como tal ciudad palatina domina visualmente a la medina de Granada y, por extensión, al territorio del reino nazarí, en su asentamiento en las últimas estribaciones de Sierra Nevada, sobre la Vega granadina. Se trataba de una ciudadela perfectamente defendida, que no conoció asaltos cristianos y que estaba aislada por completo de las demás estructuras de la ciudad de Granada: respecto a la Vega, Torres Bermejas y el cinturón defensivo urbano señalaba un importante límite; hacia la sierra, el Castillo de Santa Elena (Silla del Moro) y el palacio de la Desposada (Dar-al-Arusa), en el Cerro del Sol; hacia el Genil, los palacios de recreo de los Alixares y el Campo de los Mártires, antiguo lugar de torneos, justas y martirios. La Alhambra poseyó tres núcleos bien diferenciados: la alcazaba, los palacios y la medina residencial y artesana; todo ello en el interior de un recinto amurallado con varias torres defensivas-residenciales y cuatro importantes accesos: la puerta de la Justicia y la puerta de las Armas, que comunicaban la Alhambra con la ciudad baja a través, respectivamente, del Albaicín y el Realejo; y la puerta del Arrabal y la de Siete Suelos, que permitían la llegada a la Alhambra sin necesidad de entrar antes a Madinat Garnata. La organización viaria de este conjunto se realizó a través de tres calles: el camino de ronda, como adarve defensivo que rodeaba todo el conjunto, y las calles Real Baja y Real Alta, dos vías paralelas que comunicaban los accesos de la Justicia y las Armas con la alcazaba los palacios y la zona alta (el Secano de la Alhambra). 12

La Alcazaba Yidida o Nueva es diferente a las demás alcazabas andalusíes, en el sentido en que su plaza de armas interior, en lugar de habilitarse con tiendas desmontables, se ocupó con 17 viviendas castrenses de çelite y dos barracones para la guardia. Aquellas casas seguían el modelo de casa romana de impluvium, simplificado, con un pequeño patio de andenes perimetrales, letrina, aposento bajo y algorfa superior. Los alcaides habitarían bien la torre del Homenaje, bien la Torre de la Vela, principales defensas de este recinto de forma triangular. Un amplio espacio servía de comunicación entre la alcazaba y la zona de los palacios, muy cambiado a principios del siglo XVI, cuando Tendilla construyó en él los grandes aljibes y la actual plaza de Armas. Esta zona se organizó mediante las dos calles antes citadas y dos accesos ceremoniales -de ahí que no sean puertas de recodo, como las estrictamente defensivas-: la desaparecida Puerta Real, para acceder a los palacios, y la Puerta del Vino, que señalaba la ruta hacia la medina. La calle Real Baja pasaba por debajo de la actual capilla del Palacio de Carlos V hacia el Partal, mientras que la Alta, que subsiste en parte, comunicaba con la Mezquita Mayor (hoy Santa María de la Alhambra), los baños de la mezquita y el Secano de la Alhambra. Los palacios nazaríes ocupaban la parte central de todo el conjunto. Hoy queda un pálido reflejo de su antiguo esplendor, sobre todo si se tiene en cuenta que se trataba de un amplio conjunto de edificios independientes, de los que sólo hoy se conservan en buen estado los Cuartos de Comares, Leones, Generalife y parte del Partal. La medina, finalmente, con su mezquita y partes artesanales y residenciales, ocuparía la zona más elevada, siendo un núcleo que pronto quedó congestionado por el crecimiento poblacional, y que contrastaba enormemente con la amplitud de los edificios áulicos. A esta zona se accedía directamente por la Puerta de Siete Suelos. Los Palacios Reales de la Alhambra De los 6 palacios reales que poseyó el recinto de la Alhambra (a ellos habría que sumar el palacete extramuros del Generalife) hoy sólo se han conservado en relativo buen estado dos: los cuartos de Comares y de los Leones. Y ello, debido a su condición histórica de Casa Real Vieja, unida al magno proyecto, nunca terminado, del palacio carolino. Estos dos grandes palacios se completaban con los siguientes edificios: - El palacio del Partal: Se trata de uno de los primeros prototipos de palacio urbano de la Alhambra, levantadao por Muhammad III hacia 1309, y flanqueado por 4 pequeñas casas y una diminuta mezquita que aún se conservan. Muy lejos de su apariencia actual, se trataba de una casas cerrada de doble pórtico, el principal de los cuales culmina en lo conservado de la misma: una sala provista de qubba-mirador orientada hacia el Albaicín, precursora, junto con el Cuarto Real de Santo Domingo, del extraordinario desarrollo del Cuarto de Comares. - El Palacio de los Abencerrajes: Ejemplar nobiliario, que al parecer también poseyó dos salas en formas de qubba-mirador, y que quedó prácticamente destruido en los destrozos napoleónicos de 1812. Poseyó un patio-jardín cuatripartito y baños propios, de los que subsisten los cimientos. Era ejemplar del siglo XIII, en el lado Sur de la Alhambra, junto a la torre de la Contaduría. - El Palacio Real de San Francisco: Hoy sobre sus antiguas dependencias se alza el actual Parador de Turismo, antes Casa Real de San Francisco. Quedan escasos restos de lo que fue un palacio nazarí de principios del siglo XIV. Al parecer, guardaba ciertos paralelismos con el Generalife, pues ambos edificios se plantearon en dialéctica paisajística. Este de San Francisco pudo haber sido la Casa Real de los Infantes, aspirantes al sultanato nazarí. 13

Casi nada queda hoy de lo que fuera un importante palacio al Sureste del Partal, de la época de Yusuf III (1417), pues fue demolido en 1717. Otros importantes espacios de carácter áulico son los siguientes: - Las torres de la Cautiva y de las Infantas: Se trata de palacios en miniatura, siendo especialmente interesante la última, como ejemplar derivado de la qa’a egipcia o residencia de patio cubierto. - El Palacio del Generalife: Ejemplar único de villa rústica, frente al recinto de la Alhambra, usado como residencia veraniega y lugar de recreo. Caracterizado por un amplio mirador, que contrastaba con el de la Casa Real de San Francisco, y una larga acequia con un tipo de jardín alargado, propio del carácter cerrado de las casas de doble pórtico, pero que aquí se ofrece ubicado en un lugar abierto hacia la Alhambra y la Vega. El Cuarto de Comares El conjunto conocido hoy como Cuarto de Comares integra, en realidad, varias dependencias con funciones y significados muy distintos. Su organización, tal y como hoy la concemos, se debe a la iniciativa del sultán Yusuf I, quien levantó un amplio palacio oficial entre el primitivo Mexuar y los Baños Reales, erigidos en época de su predecesor Isamil I. Se trata de una serie de estancias en las que alternan lo privado, lo público y lo ceremonial, con un sentido e itinerario muy distintos a los que hoy se pueden observar, debido a las sucesivas modificaciones de este recinto, como la apertura de accesos en hornacinas y oratorios, de puertas por antiguas ventanas, de alcobas por pasillos y de modificación de espacios. La entrada primitiva al Cuarto de Comares se practicaba por el Mexuar o Consejo. La sala hoy llamada Mexuar no era sino el último espacio de una serie de patios de carácter burocrático, como son los llamados del Mexuar y de Machuca, que marcaban un itinerario cada vez más restringido hasta la Sala del Consejo, concebido como espacio cubierto por una cúpula con linterna sobre 4 columnas, rehecho en época de Muhammad V y convertido, tras la conquista de Granada, en capilla cristiana, junto a un pequeño oratorio doméstico, orientado hacia el Albaicín, hoy día aún en pie. En este lugar ejercía funciones judiciales y realizaba audiencias el cadí de la Alhambra, rango distinto e independiente del del propio cadí de la medina. Hasta la Sala del Consejo o Mexuar llegaba la parte burocrática, pública y administrativa del patio de Comares, a través de una puerta hoy desaparecida. A partir del Mexuar, el acceso era más restringido, para funcionarios, nobles y cortesanos, a través de un espacio intermedio entre la zona pública y el palacio oficial y privado propiamente dicho. Este ámbito intermedio era el llamado hoy día Patio del Cuarto Dorado. El Cuarto Dorado posee dos espacios bien diferenciados: la Cancillería, que viene a ser una sala de espera ante las audiencias dadas por el sultán, y, frente a ella, un gran telón de fondo escenográfico, que puede interpretarse como la verdadera puerta de acceso al palacio de Comares, conocida probablemente de antiguo como puerta de la Justicia. Debe tenerse en cuenta que las leyes coránicas prohíben el lujo y la ostentación en las portadas de los edificios, pero lo que aquí se da es una subversión de la norma, al ubicar la portada no en el exterior del edificio, sino en el interior de uno de sus patios. 14

Es, por ello, uno de los muros más decorados del conjunto, a la vez que parece anunciar cierto contacto con la arquitectura cortesana de Castilla, fundamentalmente con la fachada de los Reales Alcázares sevillanos de don Pedro I el Cruel, lugar que conoció el propio Muhammad V durante su corto exilio de la corte nazarita entre 1359 y 1362. Este muro no es sólo una entrada monumental, sino también un auténtico salón del trono para los días de audiencia. En el centro, sobre una escalinata-estrado, se ubicaría una silla de tijera para el sultán, flanqueado a los lados por el visir y el chambelán, donde además se ubican las dos puertas de acceso al patio de Comares; y, en el alero, un tejadizo muy saliente haría las veces del dosel de la autoridad regia. Por una de las dos puertas del muro del Cuarto Dorado se accede al tercer gran conjunto de dependencias del Cuarto de Comares, el patio conocido también como patio de Comares, de la Alberca o de los Arrayanes, que integran en un rico conjunto de dependencias la vivienda oficial y doméstica del sultán granadino. Este patio es el ejemplo más conseguido de la casa andalusí de doble pórtico, en un periplo evolutivo que va desde la casa del visir Yafar en Madinat-al-Zahra hasta los ejemplares almohades de Sevilla, Onda o Murcia. Aquí, se trata de un pórtico monumental, de 7 vanos, mayor el central, concebidos como verdaderos arcos de pabellón que con su insistencia en los paños calados de sebka sugieren la idea de la mutación de lo textil en arquitectura estable de yeso. Interesa resaltar aquí la organización del conjunto: el pórtico sur, hoy desvirtuado por la masa del palacio de Carlos V, sería el lugar reservado al harén del palacio. Los lados no porticados, por su parte, contenían las viviendas de las 4 esposas oficiales del monarca, distribuidas en puertas principales para pasar al núcleo residencial de verano (alcoba central y alhanías laterales) con puertas accesorias pareadas que daban acceso, respectivamente, a una letrina y a la escalera de acceso al piso superior, algorfa o vivienda de invierno. En el centro, una gran alberca, que refresca el ambiente y que quizá pudo hacer las veces de natatorio de los cercanos Baños Reales. Y, al Norte, la imponente mole de la torre de Comares es, en sentido estricto, la residencia del monarca nazarí, organizada de la siguiente manera: una gran sala , conocida como Sala de la Barca (Baraka o Bendición, originariamente), provista de alhanías laterales, era el hogar privado del sultán en verano, probablemente aislado con biombos o estructuras portables, dado que por su centro se pasaba al Salón del Trono. Antes de llegar a éste, una antesala alargada comunicaba a un lado y otro con un mihrab o pequeño oratorio y con una letrina y puerta de acceso a la vivienda de la parte superior; y finalmente, un gran espacio cuadrado en el interior de la torre de Comares, el Salón del Trono o de Embajadores, concebido como una gran qubba coronada por bóveda esquifada de siete paños, en alusión al cosmos islámico con vértice en Allah. Este eje vertical se correspondería con el horizontal que, dentro de la estancia, indicaba el lugar reservado al delegado de Dios, el suiltán, en uno de los nueve nichos horadados de la Torre, lugar donde “todo lo ilumina con su mirada”. La rica decoración epigráfica de la sala es todo un poema laudatorio del monarca e insiste en una idea que aparece por doquier en los muros de la Alhambra. La identificación absoluta entre el poder el lenguaje arquitectónico y el lenguaje poético de los versos de Ibn Zamrak. Finalmente, en uno de los costados de Comares se alza la última dependencia de este conjunto de estancias públicas, privadas y oficiales, los Baños Reales de la Alhambra, levantados en épocas sucesivas por Ismail I, Yusuf I y Muhammad V, a lo largo de la primera mitad del siglo XIV. Se trata, en rigor, de unos baños turcos, por vapor y no por inmersión, que constan de un rico apodyterium o Sala de las Camas, y tepidarium de agua templada y dos caldaria, con calefacción en paredes y suelo. La ausencia de frigidarium, poco adecuado al sentido musulmán del decoro, se compensa con la gran alberca del patio de los Arrayanes. 15

El Cuarto de los Leones El conjunto de dependencias hoy conocido como Cuarto de los Leones forma un palacio privado completamente diferente (no de funciones complementarias, como tradicionalmente se pensaba) respecto del núcleo oficial y doméstico de Comares. En puridad, ambos palacios, aunque contiguos, estaban ubicados espalda a espalda, sin conexión directa entre ambos. Es un caso único en la arquitectura andalusí este ámbito, quizás sólo anunciado en el famoso castillete de Monteagudo, de la Murcia mardaní, y en los escasos restos del palacio de los Abencerrajes. No es palacio oficial, sino lugar de descanso y recreo, con funciones lúdicas y terapéuticas, para evasión de la pesada vida cortesana. Es, en realidad, la más completa y feliz recuperación, en el contexto del Medievo, del ideal de la villa romana, en este caso concebida no como villa rustica (ese sería el caso del Generalife), sino como una auténtica villa in urbe, en el corazón mismo de la congestionada medina de la Alhambra. En general este conjunto sigue las recomendaciones vitruvianas de practicar la entrada a una villa a través de un gran peristilo, que es el conocido patio de los Leones, con la fuente de época taifa en su centro, remodelada a mediados del siglo XIV. Se han subrayado también las coincidencias con los charbags persas, así como su evidente relación, de nuevo, con los Reales Alcázares de Sevilla, en especial, el patio de las Doncellas. Asimismo, se ha visto en el conjunto la última culminación de la evolución estilística nazarí, en decoraciones, columnas, capiteles y cubiertas. Y es, en fin, un espacio de lectura simbólica, en la alusión a los cuatro ríos del Paraiso Coránico, así como un perfecto discurso arquitectónico en la tensión entre cuerpos adelantados y retranqueados, espacios horizontales y verticales, que se crean alrededor suyo. Su jardín, del tipo cuatripartito o expansivo, contrasta con el carácter delimitador del peristilo, de la misma forma que la acequia del Generalife, con un jardín limitado visualmente, contrasta con el mirador abierto hacia la Vega. La organización funcional de este espacio sería la siguiente: La Sala de Mocárabes, muy remozada en el siglo XVII, debió ser una sala de banquetes, al igual que la frontera, conocida como de los Reyes, por las famosas pinturas de monarcas nazaritas. En este caso, con sus espacios partidos por arcos de pabellón y sus nichos laterales, supone la más tardía y rica derivación medieval de un triclinio romano conocida. Por su parte, las dos Salas al Sur y al Norte, conocidas hoy como Abencerrajes y Dos Hermanas, serían dos salas cupuladas para veladas literarias y musicales, de verano la primera y de invierno la segunda. En ambos casos se completan con estancias laterales y con una antesala para el servicio, letrinas y acceso al pìso superior, pero no se trata de viviendas estables, sino de refugios ocasionales para el sultán, tras algún acontecimiento o buscando todo tipo de placeres. La más completa es la Sala de Dos Hermanas, que ofrece un espacio prolongado hacia el Norte, el llamado Cuarto de Lindaraja, antaño concebido como bellísimo mirador hacia la Vega. Su nombre original debió ser Dar-al Aisa o el Ojo de Aisa (una favorita del sultán), para expresar un lugar que identifica la mirada del monarca con la idea de poder que se extiende hacia el territorio circundante. Este mirador fue muy desvirtuado en la primera mitad del siglo XVI, dado que se cercó su parte externa para crear las estancias de Carlos V en la Casa Real Vieja, cerrando una vista abierta con un patio castellano y un pasadizo de comunicación con la antes independiente torre de Abul-Hay-Hay o Peinador de la Reina. Y, en fin, ubicados a espaldas de este magnífico palacio de los leones, estuvieron dos importantes espacios: la Rauda o cementerio de la dinastía nazarí (rauda es sinónimo de jardín, para aludir al paraiso de reposo de los muertos, llorados simbólicamente con el rocío de la mañana) y la mezquita Real de la Alhambra, hoy parroquial de Santa María. (Texto cedido por cortesía del profesor D. Policarpo Ruiz Cabrera (Dpto. de Historia del Arte, Universidad de Granada). 16

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