AUTOESTIMA BAJA

La autoestima es la forma, el enfoque en cómo alguien se estima, se considera, cree que es.

La Autoestima es lo que la persona cree que es.

No lo que es, sino lo que piensa que es.

La autoestima puede ser superior, neutra o inferior en las personas.

En la actualidad, en el mundo contemporáneo, la gran-gran mayoría de personas, a nivel mundial, tiene una baja autoestima.

Prácticamente la diferencia no está en si tiene o no una baja autoestima, sino en el grado de baja autoestima que tiene, que tienen.

La baja autoestima es causa de múltiples desórdenes en la vida de las personas, de las familias, de las sociedades.

No importa el grado de educación técnica que tenga una persona, no importa los logros económicos que tenga, no importa el poder que tenga sobre los demás.

La baja autoestima no tiene límites de ningún tipo, de ningún nivel. No tiene un “desde aquí… hasta aquí”.

La autoestima, mayoritariamente, a nivel mundial, en las comunidades “civilizadas” y “semicivilizadas”, tiene como componente principal a la baja autoestima, a su parte, a su nivel que está por debajo de lo que se consideraría como neutra y positiva estima.

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AUTOESTIMA BAJA

La autoestima baja es una epidemia, una verdadera pandemia de la humanidad, de prácticamente toda la humanidad, de la humanidad presente y de las que vienen, que siguen llegando.

La baja autoestima es una herencia dejada en los últimos tiempos, en las últimas decenas de años. Y aumentada por todos nosotros, y así entregada, cada vez más aumentada, a nuestros niños, a nuestros seres queridos.

La baja autoestima es como una inmensa bola de nieve en una pendiente pronunciada y bien alimentada de nieve para aumentar su tamaño con el paso del tiempo, de su recorrido en la vida de la humanidad.

La baja autoestima es algo que nos disminuye notoriamente en todos los actos de la vida, de nuestras vidas, de las vidas de nuestros seres queridos, de las vidas de todas las personas de nuestra, cada sociedad.

El considerarnos que somos menos de lo que en verdad somos, que valemos menos de lo que en verdad valemos, pues nos tiene en una realidad irreal, no real. Esto nos hace movemos en un mundo diferente, en una realidad diferente a la que en verdad deberíamos tener.

Todos los días fabricamos, nos movemos, vamos haciendo una realidad diferente a la que deberíamos tener, hacer, entregar, recibir, intercambiar.

Los padres tienen una realidad diferente, y en base a esa realidad diferente entregan una realidad diferente también a sus hijos. Y sus hijos crecen en su vida con una realidad diferente, llevan su vida con una realidad diferente, se casan dentro del marco de una realidad diferente, forman y mantienen su hogar en una realidad diferente. Y entregan a su vez, ellos, una realidad diferente a sus hijos, nietos de usted.

Y así crece como una inmensa bola de nieve la autoestima baja, con todos sus alcances, con todas sus consecuencias, con todo su enredo. Con todo su anclaje de por medio.

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La baja autoestima es como una inmensa ancla que no le deja desarrollar lo que debería desarrollar, como debería desarrollar.

La baja autoestima, como principio básico, como la principal consecuencia para nosotros, lo que nos entrega, es el hacernos creer que somos menos de lo que en verdad somos, de creer que no podemos ser y hacer lo que en verdad somos y podemos hacer.

Y esto Dios quiere que se lo destierre, al menos en su gran-gran mayoría, en la gran-gran mayoría de la población humana.

Siempre habrá personas que por diferentes circunstancias tendrán una baja autoestima, por razones temporales. Y Dios espera que esas personas tengan eso, una baja autoestima temporal. Y no más allá de eso.

Pero hablando en humanidad, en sociedades, en comunidades, el denominador común debería ser el que todos tengan una autoestima real: una Autoestima Positiva. Tanto como persona, como familia y como sociedad. Y como humanidad.

Dios no nos pide que creemos algo, que confeccionemos algo, que inventemos algo, que en laboratorios sicológicos inventemos algo, que mediante establecimientos o profesionales todos recibamos conferencias y conferencias, metodologías y metodologías, sistemas de aprendizaje y afianzamiento, de supervisión, de superación de diferentes niveles, de repetición de niveles no superados, etc., etc.

Dios comprende que eso es prácticamente imposible. Y aún más partiendo que quienes nos darían estas instrucciones también tienen su autoestima baja. Y si algo no se lo comprende, si no se vive realmente algo, pues difícilmente se puede tener la solución, la meta. Las metas graduales y los caminos para llegar a ellas.

Es por eso que Dios, poco a poco en los escritos, en los diferentes escritos, va, irá dándonos diferentes partes de una gran conjunto, de un todo que conforma nuestra autoestima positiva; el tener, el ir teniendo, poco a poco, una autoestima positiva, constructiva, ayudante, real. Como la deberíamos tener.

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No hay cómo, dice Dios, el hacer una especie de listado de varios aspectos para irlos haciendo como tarea. Eso no hay como, eso no se lo puede hacer. Así no funciona esto.

Dios nos conoce, nos conoce mucho más de lo que nosotros mismos nos conocemos. Y Dios dice que Él, Dios, sabe el cómo ayudarnos en general y en esto específicamente.

La baja autoestima, nuestra baja autoestima, está presente en todos nuestros actos, en nuestro interior, en nuestro exterior como un reflejo fidedigno de nuestro interior, en lo que somos, en lo que hacemos, en lo que entregamos, en lo que nos entregan. En lo que decimos y no decimos, en lo que hacemos y no hacemos.

Todos, toda la humanidad se siente menos de lo que en verdad es, de lo que en verdad puede hacer, de lo que termina siendo y haciendo.

Si usted lleva como algo principal, como algo muy importante a un lugar determinado, si usted sabe que el ir a ese lugar determinado, como razón principal de ir, la razón sustancial de ir es el llevar algo para usar, para darle un determinado uso, para emplear eso que lleva, para darle una finalidad al uso de eso que lleva, e inclusive sabe que lo especial de lo que lleva es para entregar a sus seres queridos, para intercambiar con sus seres queridos, y en cierta forma con la mayoría de personas con las que va a tener algún tipo de contacto, pues lo mínimo que debe hacer es emplear a cabalidad eso, suficientemente eso, in extenso eso.

Pero si lo lleva y lo trae de regreso sin haberlo empleado, sin casi haberlo empleado, utilizado, entregado, intercambiado… pues simplemente no le sirvió, fue como si no lo hubiera llevado, como si hubiera sido un simple adorno, mejor dicho un estorbo, un lastre, un “de gana”.

Y eso es lo que hacemos ahora mayoritariamente: el casi no emplear el Amor, el no utilizar el Amor, el no intercambiar el Amor, el no dar y no recibir Amor.

Así es. Lo dice y lo ratifica Dios: el hombre actual no sabe lo que es el Amor en su verdadera intensidad, en su verdadero principio, en su verdadero uso, en su verdadera utilidad, en su verdadera finalidad, en el verdadero porqué, en el verdadero para qué.

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El hombre tiene amor, todo el amor que podría necesitar en toda su vida, y más que eso, mucho más que cualquier cantidad que se podría necesitar, imaginar, creer.

Pero el amor para el hombre actualmente es un estorbo, algo inútil, innecesario, un lastre, un estorbo. Una “sensiblería cursi”.

Es verdad que queremos a nuestros seres queridos, a nuestros padres, a nuestros hijos, a nuestra-o cónyuge y a algunas otras personas como familiares y amistades, pero no en la intensidad que debería ser, no en la realidad del día a día como debería ser.

Si usted está en una isla y no ha tenido contacto con otras culturas, si alguien le lleva una llanta de un vehículo por ejemplo, y usted desconoce la utilidad de un vehículo, lo que es un vehículo, pues se va a contentar con tener esa llanta. Para usted va a ser un entretenimiento el ver esa llanta, el ver cómo está confeccionada, el hacerla rodar, el mostrar a las personas que llegan su casa (todos de esa, la misma isla), e inclusive la presta cada que alguien la pide.

Pues no es lo mismo esa llanta (que usted la utiliza) con el vehículo, con las diferentes variedades de vehículos, con las diferentes funciones de los vehículos que tienen en otros lados, de donde le llevaron esa sola rueda (digamos para el ejemplo que los vehículos son muy seguros, en suficiente cantidad y que no contaminan ni llevan peligro para las personas, y que existen en número necesario, estrictamente necesario).

El hombre, dice Dios, por poner un ejemplo material, necesariamente material para la comprensión necesaria en la actualidad, tiene solo una llanta en manejo, en utilidad, en función, en dar y recibir.

Pero, dice Dios, el Amor que el hombre actual maneja, está muy distante del que debería manejar, utilizar, intercambiar, dar y recibir.

Muy distante.

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Y Dios quiere que poco a poco todos vayamos manejando más y más Amor, que conozcamos lo que en verdad es el Amor, la intensidad del Amor que deberíamos tener.

Pues eso está marcado en los Ciclos, en los Grandes y Grandes-Grandes Ciclos.

Eso lo vamos a tener, a sentir, a intercambiar, a dar y recibir.

Es que para eso fuimos construidos, confeccionados, hechos.

. Para eso es la Familia.

Para eso es la Comunidad, la Sociedad.

Para eso es la Humanidad.

. Por eso en verdad somos seres de Amor. Hechos, confeccionados, construidos verdaderamente como seres de Amor. Revestidos de carne y hueso. Pero en verdad Dios nos hizo de Amor, de su Amor.

Es que Dios nos hizo de su mismo Amor.

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