La colección un libro por centavos, iniciativa del Departamento de Extensión Cultural de la Facultad de Comunicación Social-Periodismo de la

La colección un libro por centavos, iniciativa del Departamento de Extensión Cultural de la Facultad de Comunicación Social-Periodismo de la Universid

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LA TABERNA DE LOS DOS CENTAVOS
GEORGES SIMENON LA TABERNA DE LOS DOS CENTAVOS LUIS DE R Ganduxer, 77 BARCELONA Titulo de la obra original: LA GUINGUETTE A DEUX SOUS 1962 by George

INICIATIVA MARROQUÍ PARA LA NEGOCIACIÓN DE UN ESTATUTO DE AUTONOMÍA DE LA REGIÓN DEL SAHARA
INICIATIVA MARROQUÍ PARA LA NEGOCIACIÓN DE UN ESTATUTO DE AUTONOMÍA DE LA REGIÓN DEL SAHARA 1 INICIATIVA MARROQUÍ PARA LA NEGOCIACIÓN DE UN ESTATUT

Story Transcript

La colección un libro por centavos, iniciativa del Departamento de Extensión Cultural de la Facultad de Comunicación Social-Periodismo de la Universidad Externado de Colombia, persigue la amplia divulgación de los poetas más reconocidos en el ámbito nacional e internacional y la promoción de los nuevos valores colombianos del género, en ediciones bellas y económicas, que distribuye para sus suscriptores la revista El Malpensante. Este número 45 es una antología de Luis Carlos López, seleccionada por Miguel Méndez Camacho para esta colección, con el título: ¿Qué hago con este fusil?

N.º 45

¿Qué hago con este fusil?

• Luis Carlos López

universidad externado de colombia facultad de comunicación social-periodismo 2009

isbn 978-958-710

© Universidad Externado de Colombia, 2009 Calle 12 n.º 1-17 este, Bogotá - Colombia Fax 342 4948 [email protected] www.uexternado.edu.co Primera edición Marzo de 2009 Ilustración de carátula Por David Alba, técnica mixta 9 x 10 cm. Diseño de carátula y composición Depto. de Publicaciones Impresión y encuadernación Ladiprint Editorial Ltda. Impreso en Colombia Printed in Colombia

Universidad Externado de Colombia Fernando Hinestrosa Rector Miguel Méndez Camacho Decano de la Facultad de Comunicación Social-Periodismo Clara Mercedes Arango Directora de Extensión Cultural

de tierra caliente Flota en el horizonte opaco dejo crepuscular. La noche se avecina bostezando. Y el mar, bilioso y viejo, duerme como con sueño de morfina. Todo está en laxitud bajo el reflejo de la tarde invernal, la campesina tarde de la cigarra, del cangrejo y de la fuga de la golondrina… Cabecean las aspas del molino como con neurastenia. En el camino, tirando el carretón de la alquería, marchan dos bueyes con un ritmo amargo llevando en su mirar, mimoso y largo, la dejadez de la melancolía…

7

cuarto de hora La cigüeña, la clásica cigüeña de la hortaliza, ordeña la ubre del canjilón. Y mi alma sueña nerviosamente, hija del molinero. Con tu vestido a cuadros, tu sombrero de mimbre y tus pupilas de gitana, sospechosas como un desfiladero, haces de mí lo que te da la gana… Me impaciento, fumando cigarrillos, adosado a la alberca de ladrillos, porque tú no vendrás. El cielo arde y tal parece que chisporrotea la antorcha vesperal. Y silabea el agua en el silencio de la tarde…

8

mitin Se salió de plomada la colectiva estupidez, camino del rebenque, del tajo y la picota. Apóstol del Derecho, un petardista de frac y cubilete, volcó sobre la turba de los descamisados todo un cajón de frases… Su vibrante discurso causa fue de apoplético entusiasmo, que tuvo que sangrar tranquilamente la científica guardia pretoriana, con el cañón y con la bayoneta. Y yo, del caballete de un tejado, miré la rebujiña –como no soy Apóstol del Derecho– con toda la frialdad de un erudito 9

cromo En el recogimiento campesino, que viola el sollozar de las campanas, giran, como sin ganas, las enormes antenas de un molino. Amanece. –Por el confín cetrino atisba el sol de invierno. Se oye un trino que semeja peinar ternuras canas, y se escucha el dialecto de las ranas… La campiña, de un pálido aceituna, tiene hipocondría, una dulce hipocondría que parece mía. Y el viejo Osiris sobre el lienzo plomo saca el paisaje lentamente, como quien va sacando una calcomanía…

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una viñeta Tarde sucia de invierno. El caserío, como si fuera un croquis al creyón, se hunde en la noche. El humo de un bohío, que sube en forma de tirabuzón, mancha el paisaje que produce frío, y debajo de la genuflexión de la arboleda, somormuja el río su canción, su somnífera canción. Los labradores, camellón abajo, retornan fatigosos del trabajo, como un problema sin definición. Y el dueño del terruño, indiferente, rápidamente, muy rápidamente, baja en su coche por el camellón.

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en la penumbra A la intemperie mi alma. –¿Quién me abriga, quién me da de esperanza algún destello? Y apuré, con mis fardos de fatiga, la sed caliginosa del camello. Te vi… Pero te vi bajo la ortiga de tu sayal, tu escapulario al cuello, con el cilicio, que a Satán fustiga, y la profanación de tu cabello… Sentí, por el nirvana de tu influjo, mi espiritualidad. –Wagner, el brujo, interpretó la dualidad de un treno en la pequeña nave de la ermita, donde tú, buena Hermana Carmelita, me hacías bueno, extrañamente bueno…

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cinematográfica Todo verde, de un verde que maltrata los ojos… Reverbera y a lo lejos se pierde, como una cicatriz, la carretera. La inesperada sombra de un molino que dice adiós… Vertiginosamente se aleja el mar, un trozo del camino y el precipicio que atraviesa un puente. Y el tren a toda máquina. Marea la borrosa visión, siempre truncada, de un árbol, de una aldea, de un poste, una cascada, otra cascada.

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de perfil Cutis garapiñado, nariz curva de anzuelo, y del gorro, que porta a medio lado, surge la hirsuta rebelión del pelo. La brusca pincelada de la ceja, enfocando la azogada mirada socarrona, una mirada de bebedor de whiskey. Es una coma y un signo musical, bajo un violento golpe de luz, la oreja. Y la cachimba vieja, la panza gris de la cachimba asoma por un bigote ahumado y soñoliento.

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tarde de verano “El rico es un bandido” San Juan de Crisóstomo

La sombra, que hace un remanso sobre la plaza rural, convida para el descanso sedante, dominical… Canijo, cuello de ganso, cruza leyendo un misal, dueño absoluto del manso pueblo intonso, pueblo asnal. Ciñendo rica sotana de paño, le importa un higo la miseria del redil. Y yo, desde mi ventana, limpiando un fusil, me digo: –¿Qué hago con este fusil?

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cartulina postal Flota en desbordamiento de cascada, con visos de pavón, su cabellera funeral como el ébano y la endrina. Y acaricia su lánguida mirada, cual suele acariciar una quimera bajo el sopor azul de la morfina.

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de sobremesa Se vive, amada mía, según y cómo… Yo por la mañana tengo hipocondría y por la noche bailo un rigodón. ¿Y qué? Pura ironía del hígado, muchacha. En el amor y en otras cosas de mayor cuantía todo depende de la digestión. Que no fume, que olvide la lectura, que no maldiga en ratos de amargura y mil consejos más de este jaez, como si se pudiera vivir a la manera de las calles tiradas a cordel…

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tedio … Y al ver un pino quisiera ser una planta rastrera; pero en el acto presiento que puede –¡oh grato destino!– pisarme cualquier jumento, mientras sufre el alto pino las injusticias del viento.

18

postura difícil Siento el paisaje. Pero la vecina, noble señora muy devota, muy de mi pueblo, me ofrece su anodina conversación de ama de llaves. Y mientras la vieja va zurciendo prosa debajo un cielo de color de pus, le pregunto, pensando en otra cosa: ¿De qué murió Teresa de Jesús?

19

mi azotacalles Dudo ante el lienzo, dudo copiar al desnudo su cuerpo menudo, que parece una fruta en sazón. Las horas que paso, aparentemente sin hacerle caso, mirando el ocaso discreto del pubis de melocotón. Como no comprende, sintiéndose en celo, que adore al modelo y no tenga mimos para la mujer, qué cara más triste, de asombro, de duda, cuando está desnuda pone en el remanso tibio del taller…

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cuarto de hora Libértate, Señor Unamuno

Con una laxitud de sibarita bosteza en el Poniente la tarde gris. Un esquilón musita lenta, muy lentamente… Predispone a soñar esta marchita floración de la luz en el ambiente campesino. Provoca ir a la ermita con la gente, con esta buena gente de cepa provinciana, que se aleja, pues plañe la campana, camino de la iglesia–, ese camino de carretera, franco para el negro africano, el hombre blanco y, sobre todo, para el asesino…

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día de triquitraques Y después dijo el asno: I-A Nietzsche

La banda –es una murga de arrabal– sopla un danzón invertebrado por la calle principal de Cartagena de Indias. El rumor del inconsciente populacho es tal que no se oye el tambor ni el cornetín. –Crepúsculo invernal y la llegada de un gobernador. Mientras en la viscosa multitud, que alarga –pobre carne de fusil– el hocico de la curiosidad, clama un borracho, pleno de vermouth, con acento infantil: ¡Qué barbaridad, qué barbaridad!

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para ti Tosca mesa de pino y un modesto quinqué. Por la ventana penetra el opalino retazo de una rústica mañana metida en el invierno. Un argentino repique de campana de algún pueblo vecino, mientras dialoga el sapo con la rana… Lejos de todo, en esta casucha aislada –un quieto rincón acurrucado en el recodo de la húmeda floresta– te escribo este soneto rural, lejos de todo…

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in pace Life is a jest John Say

Cruza el arroyo el solitario entierro de un pobre. Es natural que le acompañe un perro bajo la indiferencia vesperal. ¿De qué murió? Sería de bulimia, es decir, de no haber visto la panadería con ojos de fakir. Y ahora va, como inútil adjetivo, despanzurrado dentro de un cajón de tablas de barril. –He aquí un motivo para una cerebral masturbación.

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un caso Mi parienta, magra y fría, solteronamente fea, con nostálgica atonía piensa en cosas de su aldea… Quiere vivir con su cría de palmípedos. Desea manejar en la alquería diariamente la polea del pozo, oír en ayuna su misa y tragarse alguna que otra eucarística oblea, sin tiznar el pensamiento con el sexto mandamiento pornográfico. Así sea.

25

el trashumante mateo Conoce, pues trajina por pueblos y caminos, medio mundo. Es un raro músico de arrabal, de trágica melena, grandes ojos bovinos, crepusculares ojos de soñador sensual. Fue fraile inverosímil, turnó con asesinos, mercachifle ambulante, sacapotra genial, tiró el dado en las mesas de todos los casinos, durmiendo en un palacio como en un hospital. Y hoy torna, fatigado de su larga odisea de vagabundo, a esta soporífera aldea, para después, acaso, sin saber con qué fin, bifurcarse por otra ruta desconocida, siempre exótico, siempre bajo la misma vida, zurciendo su inefable tristeza en el violín…

26

noche truculenta Para libar el jugo de agrios vinos –no dejes ver la pierna, muchacha– los marinos vendrán dentro de poco a la taberna. Son de brusco perfil, bíceps de acero, niños enormes de cuadrada espalda y andar patojo. –Pero, ¿te arreglarás la falda? Con sus jarrones de licor, sus dados y sus cachimbas se darán al juego carnavalescamente iluminados por la epilepsia del candil. Y luego terminarán rugiendo una salvaje canción sensual. –Del cafetín me salgo, porque –bájate el traje!– lo que es aquí pasa algo…

27

va cayendo la noche Torva concavidad opalescente de un cielo que hace recordar la orina de los hipocondríacos. Lentamente se apaga la retina del sol, un sol ingente, lacio y senil. El mar hoy no amotina su carapacho: duerme mansamente con pesadez de fofa gelatina. Cierra la noche, fúnebre moldura, la vesperal cisura. Y a la mueca truncada del faro –mueca que ilumina el cromo–, tiembla el paisaje como si lo rasgasen de una cuchillada…

28

en el malecón Y me digo: ¡qué cosas, qué cosas! Manuel Cervera

Sol rubicundo que arde como en un crematorio. Y en la paz profunda y sugestiva de la tarde, rema olímpicamente un alcatraz. Rema con soberano desprecio. Y parodiando la altivez del mamífero humano, baja y engulle un miserable pez.

29

visión inesperada Las señoritas miedosas pueden retirarse, porque lo que sigue es verdaderamente trágico Fray Candil

Pasamos a unos metros de un islote que sobresale con la indolencia sensual del hotentote. No hay una brizna de vegetación. ¿De quién será este lote de piedra, esta senil aberración de los siglos? En vano es el azote del mar contra la flema del peñón. Luce un faro que tiene la burda forma de un erecto pene fenomenal. Tal vez medita en el amor este rapado terruño acantilado, ¡solo en su candorosa desnudez! 30

desde un pontón Ten valor para tus desnudeces Peter Altenbergh

Contemplo a flor de escotilla cómo los barcos se van bajo la tarde amarilla… Flota un sabor de alquitrán. La luna, como una astilla, surge por el balandrán, de un grumo. Escarba en la orilla y luego se agacha un can. No sé; pero la marea que me salpica, la brea del muelle y la hora me dan, tal vez por ley de atavismo, deseos de hacer lo mismo que acaba de hacer el can.

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así habló zaratustra No hay que hacerse ilusiones sobre tibios colchones de algodón y de seda. La vida que nos queda puede servirnos para vencer. Y cara a cara y contra la corriente tenderemos el puente de ribera a ribera… Después, sin un suspiro, disuelta la quimera, nos pegamos un tiro.

32

el año nuevo Happy new year Gadeon

Todo es lo mismo: ayer pasó, como ahora pasa, la mujer que vende a gritos queso y pan. La casa vecina, un caserón tan ruinoso que no resiste un tajo ni un ligero empujón, no se ha venido abajo… La calleja tal cual. Y en el agudo triángulo de una teja, mudo y senil asoma el sol. ¿Qué hacer para ir tras el imán del optimismo en un amanecer que huele a queso y pan?

33

hora romántica La luna parpadea tras el calado del ramaje. Hay una tranquilidad insípida de aldea. Y a la luz de la luna, mientras duerme el poblacho y alarga un perro por las cercanías su medroso plañir, canta un borracho majaderías y majaderías…

34

de sociedad “Maldita sea mi suerte y el día sea maldito”… Bartrina

La esposa del banquero, flaca y fría, que hace música. Yo junto al Pleyel, tenía toda la flema de un anglosajón. Se prolongaba con alevosía y premeditación la sonata. Mi tedio me decía bostezando: ¿por qué no anda el reloj? Y luego, para colmo de peras en el olmo, tuvimos que aplaudir a la señora del señor pudiente, pensando injustamente: ¿pero por qué Mozart no fue albañil? 35

mi española raza Del seminario, mientras las campanas citan para el rosario, van saliendo sotanas y sotanas… Después, tras la eminente nulidad de un político, en la acera de enfrente luce su desparpajo una ramera. Y delante de mí, cerca de un mendigo de hosco sombrero y de peludo ombligo, pasan dos militares y un torero.

36

emoción vesperal “Lo triste es así” Peter Altenberg

Perfume delicado de flor y de retoño. Olor de prado sentimental, un exquisito olor… Pero bajo la ampolla del mismo sol, también hiede a fritanga de cebolla y col.

37

sin ninguna intención (Álbum de autógrafos de A. Valverde R.)

Me pide Ud. mi autógrafo. Y la idea no es única y genial. Parole d’honneur. Lo mismo me pidió, siendo más fea que un susto en la manigua, una mujer… Una mujer de nombre Dorotea, que al verla daban ganas de correr, de correr y gritar: –¡Maldita sea! –¡Ah, sus ojos de queso de Gruyère! Mas tuve que zurcirle, en el aprieto, con maligna intención, un mal soneto, cual hoy le escribo este soneto a Ud., por complacerle y por pasar el rato, como escribe un gamín un garabato, sin ninguna intención, en la pared…

38

a mi ciudad nativa “Ciudad triste, ayer reina de la mar” J. M. de Heredia

Noble rincón de mis abuelos: nada como evocar, cruzando callejuelas, los tiempos de la cruz y de la espada, del ahumado candil y las pajuelas… Pues ya pasó, ciudad amurallada, tu edad de folletín… las carabelas se fueron para siempre de tu rada… –¡Ya no viene el aceite en botijuelas! Fuiste heroica en los años coloniales, cuando tus hijos, águilas caudales, no eran una caterva de vencejos. Mas hoy, plena de rancio desaliño, bien puedes inspirar ese cariño que uno les tiene a sus zapatos viejos… 39

versos a la luna ¡Oh, luna, que hoy te asomas al tejado de la iglesia, en la calma tropical, para que te salude un trasnochado y te ladren los perros de arrabal! ¡Oh, luna!... En tu silencio te has burlado de todo!... En tu silencio sideral, viste anoche robar en despoblado …y el ladrón era un Juez Municipal!... Mas tú ofreces, viajera saturnina, con qué elocuencia en los espacios mudos consuelo al que la vida laceró, mientras te cantan, en cualquier cantina, neurasténicos bardos melenudos y piojosos, que juegan dominó…

40

se murió casimiro… “A muertos de mogollón da de balde la parroquia”. Quevedo

Se murió Casimiro el campanero de la iglesia rural. Y esta mañana lo llevaron al último agujero con tres o cuatro dobles de campana… Se lo llevaron bajo un aguacero definitivamente. –Y quedó Juana, su sobrina, sin sol y sin alero, ¡y tan hermosa como casquivana! …¡Y quién podrá decir que Casimiro no apuró sorbo a sorbo, en un suspiro y otro suspiro, un cáliz de amargura, conociendo la lengua viperina de las devotas! ¡Conociendo al cura! ¡Y conociendo tanto a su sobrina! 41

muchachas solteronas “Susana, ven: tu amor quiero gozar” (Léhar. Opereta “La casta Susana”)

Muchachas solteronas de provincia, que los años hilvanan leyendo folletines y atisbando en balcones y ventanas… Muchachas de provincia, las de aguja y dedal, que no hacen nada, sino tomar de noche café con leche y dulce de papaya… Muchachas de provincia, que salen –si es que salen de la casa– muy temprano a la iglesia, con un andar doméstico de gansas.

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Muchachas de provincia, papandujas, etcétera, que cantan melancólicamente de sol a sol: –“Susana, ven”… “Susana”… ¡Pobres muchachas, pobres muchachas tan inútiles y castas, que hacen decir al Diablo, con los brazos en cruz: –¡Pobres muchachas!...

43

siesta del trópico Domingo de bochorno, mediodía de reverberación solar. –Un policía, como empotrado en un guardacantón, durmiendo gravemente. Porquería de un perro en un pretil. Indigestión de abad, cacofonía sorda de un cigarrón… Soledad de necrópolis, severo y hosco mutismo. Pero de pronto en el poblacho se rompe la quietud dominical, porque grita un borracho feroz: –¡Viva el partido liberal!...

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in memoriam A Soto Borda † 1919

¡Oh, si pudiera, noble camarada, darte de mi jardín rosas hermosas y olorosas!... Pero ¡ay! Si ya mis rosas me las comí hace tiempo en ensalada. ¿De qué vale hoy regar tumba regada?... Tu madrecita, en tardes dolorosas, te pondrá –como frescas mariposas– lo que no ha de poner mi carcajada… Sin embargo, donoso compañero, casi me duele el corazón… Y quiero recordar aquel rancio ventorrillo, donde te conocí vencido y fuerte, y donde me dijiste al conocerte: –Sirve un trago y me das un cigarrillo.

45

serenata “Asómate a la ventana para tirarte un limón” Victor Hugo

¡Ay, Camila, no vuelvo ni al portón de tu casa, porque tú, la más bella del contorno, me matas con promesas que saben a bagazo de caña! ¡Nada valen mis besos y achuchones!... ¡Y nada si murmuro en tu oreja, tu orejita de nácar, cuatro cosas que tumban bocarriba a una estatua!

46

¡Ah, te juro que nunca tornaré por tu casa, ya que tú, más bonita que agridulce manzana, tienes ¡ay! la simpleza del icaco y la guama! ¡ Y eres más que imposible, pues tus mismas palabras son candados, pestillos, cerraduras y aldabas de tus brazos abiertos y tus piernas cerradas!

47

versos para ti “Y sin embargo, sé que te quejas” Bécquer

… Te quiero mucho. Anoche, parado en una [esquina, te vi llegar… Y como si fuese un colegial, temblé cual si me dieran sabrosa golosina… –Yo estaba junto a un viejo farol municipal. Recuerdo los detalles, cualquier simple detalle de aquel minuto: como si fuese un chimpancé, la sombra de un mendigo bailaba por la calle, gimió una puerta, un chico dio a un gato un [puntapié… Y tú pasaste… Y viendo que tú ni a mí volviste la luz de tu mirada jarifa como un sol, me puse más que triste, tan hondamente triste, ¡que allí me dieron ganas de ahorcarme del [farol!...

48

apuntes callejeros “¡Qué espectáculo! Pero no pasa de ser un espectáculo”. ¡Oh, qué moza flexible y sandunguera de pueblo, alegre como un cascabel, –Ojos de brasa y boca de clavel. ¡Con qué garbo, pindonga y zalamera cruza la multitud! –Y don Abel surge al paso gentil de la hechicera… –¡Qué chica hecha de sal y hecha de miel! Don Abel, agiotista adinerado, voluminosamente colorado, le suelta un beso a la muchacha: está sudoroso, la faz congestionada… Y ella le grita, en una carcajada, vibrante y juvenil: –¡Adiós, papá!

49

tedio de la parroquia “¡Ay, qué vida!” Temístocles

La población parece abandonada, dormida a pleno sol. –¿Y qué hay de bueno? Y uno responde bostezando: –¡Nada! ¡Ni una sola ilusión inesperada, que brinde ameno rato!... Es un sereno vivir este vivir siempre a plomada. Porque ¡ay! no surge un acontecimiento sensacional. Apenas un detalle, y eso de vez en cuando, en la infinita placidez lugareña: hoy no hace viento, y andan únicamente por la calle cuatro perros detrás de una perrita.

50

medio ambiente “–Papá, ¿quién es el rey? –Cállate, niño, que me comprometes.” Swift

Mi buen amigo el noble Juan de Dios, compañero de mis alegres años de juventud, ayer no más era un artista genial, aventurero… –Hoy vive en un poblacho con hijos y mujer. …Y es hoy panzudo y calvo. Se quita ya el sombrero delante de un don Sabas, de un don Lucas…¿Qué [hacer? La cuestión es asunto de catre y de puchero, sin empeñar la “Singer” que ayuda a mal comer… Quimeras moceriles –mitad sueño y locura–; quimeras y quimeras de anhelos infinitos, y que hoy –como las piedras tiradas en el mar– se han ido a pique oyendo las pláticas del cura, junto con la consorte, la suegra y los niñitos… ¡Qué diablo!... Si estas cosas dan ganas de llorar.

51

fabulita “¡Pax vobis!” Wilson

“¡Viva ala paz, viva la paz!”… Así trinaba alegremente un colibrí sentimental, sencillo, de flor en flor… Y el pobre pajarillo trinaba tan feliz sobre el anillo feroz de una culebra mapaná. Mientras que en un papayo reía gravemente un guacamayo bisojo y medio cínico: –¡Cuá, cuá!

52

croquis lugareño La rústica plazuela del poblacho parece bostezar. –Una muchacha, que porta una batea, va pregonando: –¡Camarones frescos! Sobrio silencio campesino. Apenas surge la esqueletosa fatalidad de un buey… Sobrio silencio, y un gallinazo en una empalizada. Gelatinoso el mar, el horizonte de un invernal cariz panza de burro, y en el poblacho, cantarina y pura, la voz alegre: –¡Camarones frescos!

53

noche señera La luna es un medio mamey: asoma detrás de la perilla de un mirador. Y el faro con brusquedad insólita hace guiños… La silueta de un perro, fugitiva y elástica, en un muro da ódicamente un salto… Y esto asombra en la calle a un policía… Y en la noche señera, en el silencio de la ciudad levítica, obsesiona y pide una pedrada la impertinencia erótica de un gato.

54

versos futuristas La sombra que proyecta mi aposento dibuja en un tejado y una pared, la oreja de un jumento y una sartén… La oreja se alarga en el crepúsculo morado, dando la sensación del caminar de una pantufla vieja, y la sartén se mete en un balcón… ¿No es un presentimiento matrimonial?... Y, como un argumento, se oye una tremolina, que invade la quietud de mi aposento… ¡Y es que un gallo persigue a una gallina!

55

noche de pueblo “Era del año la estación florida” Góngora

Noche de pueblo tropical: las horas lentas y graves. Viene la oración, y después, cuando llegan las señoras, la musical cerrada del portón… Se oyen de pronto, cual un disparate los chanclos de un gañán. Y en el sopor de las cosas, ¡qué olor a chocolate y queso, a pan de yuca y alfajor! De lejos y a la sombra clandestina de la rústica cuadra, un garañón, le ofrece una retreta a una pollina, tocando amablemente su acordeón…

56

Tan sólo el boticario, mi vecino, vela impasible tras del mostrador, para vender –con gesto sibilino– dos centavos de aceite de castor… Mientras la luna, desde el hondo arcano, calca la iglesia. En el azul plafón, la launa tumefacta es como un grano… Y la iglesia un enorme biberón.

57

día de procesión A “San Ciriaco, ermitaño, confesor y mártir” (Almanaque de Bristol)

¡Ah, noble San Ciriaco!... ¡Tú fuiste un gran [sujeto!... Y en una parihuela, que acaso fue un quitrín, por estos callejones que son como un aprieto, te llevan con bigotes y barbas de mujik… ¡Te faltan al respeto!... ¡Te faltan al respeto!... Mas tú –falsificado producto de Munich– parece que pensaras con la mudez de un feto: –¡Pues bien, a mí estas cosas me importan un [maní!... ¡Oh, mártir, viejo mártir, sublime anacoreta!... Tu vida fue más dulce que la caspiroleta, y ahí vas entre bufones vestido de bufón,

58

cruzando aquí unos baches, subiendo allá un [cascajo, mientras la hermana luna, que hoy finge un [diente de ajo, por ti tal vez implore: –¡Perdónalos, Señor!...

59

y eres traidora… Nadie remotamente se imagina tu matinal rubor, ese rubor disuelto en pinceladas de anilina, producto de farmacia y tocador. Deleitas el olfato con tu fina fragancia, noble y arrogante flor de papiro. –Sutil treta supina de gitano prestidigitador. Pesar que asoma en ti, pesar que vuela lejos, con la jocunda francachela de tu risa de hueco cascabel. Y aunque finges reír con el que llora penas del corazón, eres traidora como la cerradura de un hotel.

60

al padre donoso “Aquí estoy porque he venido que es una razón que aplasta” Humboldt

¡Ah, mi querido Padre!... ¡Qué bien estoy en [esta… metrópolis, comiendo repollo y salchichón, sin moscas ni mosquitos en la sabrosa siesta, y sin que usted me pida que vaya a oírle un sermón! Repican las campanas del corazón… ¡Oh, fiesta! ¡Y yo que quise un día –¿No es cierto, corazón?– ponerme en cuatro patas, quitándome la testa, para en un bosque virgen vivir como un gibón! Pero hoy aquí me arrulla la cítara de Orfeo, mientras me hablan las cosas que miro en un [museo. –La cerveza la sirven en jarros de a un galón–. ¡Y las mujeres, Padre, son una maravilla!... Las unas con el pelo color de mantequilla, y las otras…Oh, Padre, no tengo absolución. 61

barrio holandés “Porque hay cosas pueriles, como rascarse la nariz, que se complican de una manera abstracta y ridícula. Y en verdad que esto acontece cuando hay ausencia de nariz” Del Libro d las vainoletas.

Perfectamente serio luce un buey su gravedad teológica. No hay gente por la calle. Amarillo de mamey resulta el cielo. Y puestos a secar en una alegre tapia de ladrillo, flotan dos camisetas, un calzón del algún lobo de mar con un remiendo azul en el fondillo, y junto a enorme par de gruesos calcetines de algodón, cuelga la indiscreción de un calzoncillo. 62

portal de los dulces Riñón de la ciudad, roto avispero por donde cruza, frívola y austera, toda la población de Enero a Enero, con un ir y venir de lanzadera… Dulces, frutas, revistas… Semillero de mil cosas en una larga hilera de vitrinas… Y el busto amplio y severo de Uribe Uribe exorna una vidriera. Luego un millón de ofertas, limpiabotas, Sobrino Caro y su guitarra, notas típicas… y los últimos sucesos comentados en esa algarabía, como el premio que hoy da la Lotería de Bolívar: Mayor, $9.000.00.

63

calle del candilejo A Nick de Zubiría

Esa típica calle tan estrecha y estratégicamente jorobada, fue todo un folletín: última brecha del chambergo, el embozo y la estocada… Furtiva calle, original, como hecha para don Juan Tenorio… Encrucijada que aún pide una farola cuya mecha crepite… ¡Ah, colonial farola ahumada! Pero ya para siempre le han hurtado sus románticas noches silenciosas, con la electricidad, la gasolina y el cemento… Rincón modernizado donde hoy ninguno encuentra, entre otras cosas, los polvos de la madre Celestina.

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calle de las carretas A Mustafá Kemal, muy afectuosamente.

Locales y locales y locales de turcos y más turcos… ¿Quién diría que sin fez y con fines comerciales se nos volcase allí media Turquía, para vender botones con ojales y ojales sin botones?... Y de día merendar, entre agujas y dedales, quibbe, pepino, rábano, sandía!... Y en tanto, milenarias, indiscretas, las carretas aún violan esa faja que han invadido Estambul y el sol abruma, pues no han muerto esas fósiles carretas, como aún viven, después de la tinaja y el lebrillo, el anafe y la totuma!...

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calle de las flores En esa oscura calle que pudiera ser un primor entre diez mil primores no existe ni una flor, ni una siquiera y se llama “la Calle de las Flores”…! Bizcos solares… Ni una triste acera de aquel jardín abierto a los amores clandestinos del barrio, allá en la era de los muy sapientísimos oidores…! Marchito el ramillete y roto el vaso, las gallinas escarban en los restos de inconfesables cosas, entre olores que si no surgen de un vergel, acaso vengan de algún zambullo y de otros tiestos… ¡Y aún se llama la Calle de las Flores!

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calle tumbamuertos Al Dr. Pedro Ma. de Revollo y Rada, literato y académico apolítico.

Es fatídicamente el ojo tuerto del arrabal; oscura y siempre oscura, después de haber tumbado a más de un muerto que quiso abandonar la sepultura… Como puede ser también un injerto del Diablo esa antiquísima hendidura que pide hisopo y bendición… ¿No es cierto, dígame si no es cierto, señor cura?... Ratas, moscas, vampiros, el detalle de un perro zungo, hollín, brujas astrosas… Y si eso y mucho más –hedor a establo y a cueva y a cubil– tiene esa calle, pues… indudablemente que esas cosas, son cosas, sí doctor, cosas del Diablo…

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calle del virrey Duerme, tumbada al sol, sin un deseo: Y fue alegre en la edad de las mantillas, del chambergo, del típico manteo y de los escarpines con hebillas. Oh asilo, último asilo de Morfeo, rincón del comején y las polillas, que no admite jamás ni un aleteo porque todo anda allí como en puntillas…! Sólo de noche surge una docena de fantasmas que van a la Novena y al Sermón, cual exótico inventario de una absurda necrópolis en ruinas, para luego volver… y en una esquina ponerse a murmurar del vecindario.

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calle de san agustín Pobre San Agustín del alma mía!... Le pusieron tu nombre, tu adorado y dulce nombre a una profana vía… A una calle no exenta de pecado, donde vivió Bolívar… Y hoy en día da cupo a “El Bodegón”, a ese dechado de humorismo envuelto en la alegría piramidal del ron y el anisado… La gente que circula y encadena la prosa estomacal, rompe la calma de una calle que es una burla impía para tu sacro nombre y tu serena paz interior, San Agustín del alma, ¡noble San Agustín del alma mía!...

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a mi casa ¡Pobre casa de mis antepasados! Si pudiera comprarte, si pudiera restaurar tus balcones y tejados, y por el caracol de tu escalera subir a tus salones empolvados, para en tu soledad, casona austera, revivir episodios olvidados, teniendo en tu zaguán loro y portera… Pero tú, caserón en esqueleto, refugio de vampiros y lagartos, donde penetra el sol hecho una brasa, ¡qué sabes de las cuitas de un biznieto, de un biznieto aburrido y sin dos cuartos, que no puede comprarte, pobre casa!...

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a un condiscípulo “El hombre es digno de sus propias obras”. Baronesa de Wilson

¡Qué situación la tuya!... ¡Qué situación la mía! Los dos fuimos alumnos de griego y de latín y desde aquellos años de olímpica alegría, tú no pasaste nunca de ser un adoquín. Mas hoy, por un prodigio quizás de hechicería, ya eres académico, tu casa es un jardín, y sabiamente preñas de duros tu alcancía, mientras que tu cofrade no guarda ni un chelín… Después surgió el político. Yo apenas soy un cero. Viajas en automóvil. Y yo por mi sendero cabalgo en rocinante sin humos de chofer. Y yo, cuando te encuentro, con qué efusión te acojo –siempre andas por la calle más serio que un [cerrojo– con una de las cáusticas sonrisas del Voltaire…

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en tono menor ¡Qué tristeza más grande, qué tristeza infinita de pensar muchas cosas!... ¡De pensar, de pensar! de pensar, por ejemplo, que hoy tal vez, Teresita Alcalá, tu recuerdo, me recuerda otra edad… Yo era niño, muy niño… Tú llegabas, viejita, cucaracha de iglesia, por la noche a mi hogar. Te hacía burlas… Y siempre mi mamá, muy bonita y muy dulce, te daba más de un cacho de pan… Tú eras medio chiflada… Yo pasé buenos ratos destrozando en tu casa, cueva absurda de gatos, cachivaches y chismes… ¡Oh, qué mala maldad! Pero ya te moriste… Desde ha tiempo te lloro, y al llorarte, mis años infantiles añoro, ¡Teresita Alcalá, Teresita Alcalá!...

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luis carlos lópez (Cartagena, 1879-1950). Luis Carlos Bernabé del Monte Carmelo López Escauriaza, más conocido como “el Tuerto” (que no era tuerto sino bisojo, bizco) es considerado “el maestro de la caricatura poética” y uno de los poetas más importantes del Siglo xx colombiano posterior al modernismo. Su mundo poético está lleno de parodias, ironías, sátiras y antipoesía, elementos indispensables para la comprensión del villorrio y de sus personajes en el boceto de la comedia del trópico. Interrumpió su carrera de medicina en la Universidad de Cartagena cuando fue apresado por el ejército conservador en la Guerra de los Mil Días. Militaba en el llamado Olimpo Radical. Intentó sin éxito vincularse a la política y aspiró, sin votos, a una curul en la Cámara de Representantes. Derrotado en política escogió el periodismo para fundar y dirigir el diario La Unión Comercial. Fue cónsul en Munich (1928) y en Baltimore (1937), pero regresó al antiguo almacén de abarrotes de su padre. Lo fundamental de su obra está recogido en De mi villorrio (1908), Posturas difíciles (1909), Varios a varios (1910) publicado con Abraham López Penha y Manuel Cervera; Por el atajo (1920) y Hongos de la riva (1942).

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contenido De tierra caliente [7], Cuarto de hora [8], Mitin [9], Cromo [10], Una viñeta [11], En la penumbra [12], Cinematográfica [13], De perfil [14], Tarde de verano [15], Cartulina postal [16], De sobremesa [17], Tedio [18], Postura difícil [19], Mi azotacalles [20], Cuarto de hora [21], Día de triquitraques [22], Para ti [23], In pace [24], Un caso [25], El trashumante Mateo [26], Noche truculenta [27], Va cayendo la noche [28], En el malecón [29], Visión inesperada [30], Desde un pontón [31], Así habló Zaratustra [32], El año nuevo [33], Hora romántica [34], De sociedad [35], Mi española raza [36], Emoción vesperal [37], Sin ninguna intención [38], A mi ciudad nativa [39], Versos a la luna [40], Se murió Casimiro… [41], Muchachas solteronas [42], Siesta del trópico [44], In memoriam [45], Serenata [46], Versos para ti [48], Apuntes callejeros [49], Tedio de la parroquia [50], Medio ambiente [51], Fabulita [52], Croquis lugareño [53], Noche señera [54], Versos futuristas [55], Noche de pueblo [56], Día de procesión [58], Y eres traidora… [60], Al padre Donoso [61], Barrio holandés [62], Portal de los dulces [63], Calle del candilejo [64], Calle de las carretas [65], Calle de las flores [66], Calle tumbamuertos [67], Calle del virrey [68], Calle de San Agustín [69], A mi casa [70], A un condiscípulo [71], En tono menor [72]

colección un libro por centavos 1. Postal de viaje, Luz Mary Giraldo 2. Puerto calcinado, Andrea Cote 3. Antología personal, Fernando Charry Lara 4. Amantes y Si mañana despierto, Jorge Gaitán Durán 5. Los poemas de la ofensa, Jaime Jaramillo Escobar 6. Antología, María Mercedes Carranza 7. Morada al sur, Aurelio Arturo 8. Ciudadano de la noche, Juan Manuel Roca 9. Antología, Eduardo Cote Lamus 10. Orillas como mares, Martha L. Canfield 11. Antología poética, José Asunción Silva 12. El presente recordado, Álvaro Rodríguez Torres 13. Antología, León de Greiff 14. Baladas – Pequeña Antología, Mario Rivero 15. Antología, Jorge Isaacs 16. Antología, Héctor Rojas Herazo 17. Palabras escuchadas en un café de barrio, Rafael del Castillo 18. Las cenizas del día, David Bonells Rovira 19. Botella papel, Ramón Cote Baraibar 20. Nadie en casa, Piedad Bonnett 21. Álbum de los adioses, Federico Díaz-Granados 22. Antología poética, Luis Vidales 23. Luz en lo alto, Juan Felipe Robledo 24. El ojo de Circe. Poemas escogidos 1995-2005, Lucía Estrada 25. Libreta de apuntes, Gustavo Adolfo Garcés 26. Santa Librada College and other poems, Jotamario Arbeláez 27. País intimo. Selección, Hernán Vargascarreño 28. Una sonrisa en la oscuridad, William Ospina 29. Poesía en sí misma, Lauren Mendinueta 30. Alguien pasa. Antología, Meira Delmar 31. Los ausentes y otros poemas. Antología, Eugenio Montejo 32. Signos y espejismos, Renata Durán 33. Aquí estuve y no fue un sueño, John Jairo Junieles 34. Un jardín para Milena. Antología mínima, Omar Ortiz 35. Al pie de la letra. Antología, John Galán Casanova 36. Todo lo que era mío. Antología poética 1947-2007, Maruja Vieira 37. La visita que no pasó del jardín. Poemas, Elkin Restrepo 38. Jamás tantos muertos y otros poemas, Nicolás Suescún 39. De la dificultad para atrapar una mosca, Rómulo Bustos Aguirre 40. Voces del tiempo y otros poemas, Tallulah Flores 41. Evangelio del viento. Antología, Gustavo Tatis Guerra 42. La tierra es nuestro reino. Antología, Luis Fernando Afanador 43. Quiero escribir, pero me sale espuma. Antología, César Vallejo 44. Música callada, Jorge Cadavid 45. ¿Qué hago con este fusil?, Luis Carlos López

Editado por el Departamento de Publicaciones de la Universidad Externado de Colombia en marzo de 2009 Se compuso en caracteres Sabon de 10,5 puntos y se imprimió sobre papel periódico de 48,8 gramos, con un tiraje de 12.500 ejemplares. Bogotá, Colombia Post tenebras spero lucem

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