LA LIRICA ROCOCO EN HISPANOAMERICA

LA LIRICA ROCOCO EN HISPANOAMERICA POR EMILIO CARILLA University of California, Riverside INTRODUCCI6N De la misma manera que es perceptible en los

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LA LIRICA ROCOCO EN HISPANOAMERICA POR

EMILIO CARILLA University of California, Riverside

INTRODUCCI6N

De la misma manera que es perceptible en los filtimos afios el avance de la critica sobre el concepto de Manierismo, no resulta exagerado defender una situaci6n parecida para el concepto de Rococ6. Aunque tanto en un caso como en otro las clarificaciones disten de guardar relaci6n con la abundancia de la bibliografia'. Por otra parte, el proceso recorrido por la expansi6n del termino Rococ6 es semejante, pienso, al que recorrieron, en su momento, los de Barroco y Manierismo. Es decir, correspondi6 primero a una categoria restringida (centrada, aqui, en la arquitectura y la decoraci6n) para pasar despuds a designar todo un estilo de epoca. En general cabe decir que el estilo Rococ6 no tuvo la importancia que se le concede al Barroco y -hoy- al Manierismo. Se le considera mis limitado en el espacio y en el tiempo, aunque, por supuesto, hay variantes apreciables en la critica. Asi, para citar dos ejemplos bien defi-

nidos basta comparar la concepci6n de Walter Binni, por un lado 2, frente a la de Arno Schnberger y Haldor Sdhner ', la de Helmut A. Hatzfeld o a la de Wylie Sypher 4, por otro. Para estos iltimos, el Rococ6 es signo SCfr. Helmut A. Hatzfeld, Problems of the Baroque in 1975 (en Thesaurus, Bogota, 1975, XXX, 2, pp. 209-224); Patrick Brady, The present state of Studies on the Rococo (en Comparative Literature, 1975, nim. 27, pp. 21-33). 2 Cfr. Walter Binni, II Rococd letterario (en Accademia dei Lincei, Manierismo, Barocco, Rococ6, Roma, 1962, pp. 217-237). 3 Cfr. Arno Schanberger y Haldor Sohner, Die Welt des Rokoko (Munich, 1959). Hay traducci6n espajiola: El Rococ6 y su epoca (Madrid, 1971). 4 V6ase Wylie Sypher, Rococo to Cubism in Art and Literature (Nueva York, 1960). Vdase tambien la reseila de esta obra escrita por H. A. Hatzfeld, A new periodization of Literary History: a review article (en Romance Notes, 1960, II, nim. 1, pp. 1-6). De W. Sypher conocemos, como obra previa, su mas difundida Four Stages...

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definidor de todo el siglo xviii y le conceden, claro, trascendencia mucho mayor que la de un simple valor decorativo o circunscrito a las . En el caso especial de Sypher, su apoyo esti en una particular concepci6n del mundo y de la vida que caracteriza al siglo y que le da su sello. En cambio, para Walter Binni (que a su vez compendia coincidentemente la idea de muchos otros), el Rococ6 no puede considerarse como el tinico estilo epocal del siglo xviii. Ni siquiera de gran parte de 61. Despu6s de pasar revista a las diversas limitaciones que ve, postula que s6lo es licito hablar de direcciones, de componentes rococ6, si bien reconoce como su momento mas visible el periodo de la . tanto ni tan poco . AunQuiza sea ocasi6n de decir, una vez mas, que, reitero, prevalece la coincidencia en que el Rococ6 es un estilo limitado en el espacio y en el tiempo. Que se afirma (dejemos a un lado precedentes) en la corte francesa de Luis XV y se prolonga en la de su sucesor. De Francia se extendi6 a otras regiones hacia mediados del siglo, pero no tuvo, a mi parecer, una vida prolongada. En el caso especial de Espafia, si, por un lado, notamos su presencia, corresponde agregar que no se da con mucha firmeza (apartamos igualmente la menci6n de algunos anticipos ya a fines del xvii). Eso si, reconocemos una serie de condiciones que facilitan su aceptaci6n: dinastia francesa, prestigio de esta cultura en Europa, difusi6n de sus ideas en Espafia . Pero, insisto, hay en la 6poca otras fuerzas y estilos que nada tienen que ver (o que tienen que ver poco) con el Rococ6. De ahi igualmente una sensaci6n de dispersi6n, y aun rechazo. Las diversas circunstancias que dan perfil al siglo xvIIi americano no favorecen, por cierto, la expansi6n de un arte como el Rococ6. Recordemos, por un lado, la persistencia muy firme de tipicas formas barrocas, y por otro, los ya visibles anuncios de ideas politico-sociales que apuntan con mas o menos justeza a la Independencia (es decir, manifestaciones poco afines a lo esencial del Rococ6). Ahora si es justo decir que hay algunas sejiales de arte Rococ6 en Hispanoamerica durante el siglo xviii, con las comprensiones explicadas. Con otras palabras: lo que ocurre en estas regiones, resumo, es la continuidad de lo Barroco (mis ally de lo que el Rococ6 muestra como derivaci6n de lo Barroco), por una parte, y por otra, particulares condiciones sociales que mas bien rechazan la tendencia Rococ6. En fin, el

y al despliegue escenografico. V6anse, sobre todo, las comedias Afectos vencen finezas (Loa y Final de fiesta) y Triunfos de amor y poder (Baile y Fin de fiesta). (Cfr. Pedro de Peralta Barnuevo, Obras dramaticas, ed. de Irving A. Leonard, Santiago de Chile, 1937; Guillermo Lohmann Villena, El arte dramdtico en Lima durante el Virreynato, Madrid, 1945.) 9 Sobre el padre Aguirre, vdase mi edici6n de sus poesias (Un olvidado poeta colonial, Buenos Aires, 1943, pp. 77-78) y El gongorismo en America (Buenos Aires, 1946), pp. 197-206. o10 Vease Juan Jose de Arriola, Decimas de Santa Rosalia, Selecci6n y notas de Alfonso Mendez Plancarte (M6xico, 1955). 1 Cfr. Gabriel Mendez Plancarte, Horacio en Mexico (Mexico, 1937), p. 31. 12 Vease Antonio G6mez Restrepo, Historia de la literatura colombiana, 3.a edici6n (Bogota, 1953), I, pp. 203-284.

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quez de Cardenas y Le6n 13, fray Juan de la Anunciaci6n 14 y Martinez de Navarrete. En la lengua poetica del calderonismo habia ya muchos elementos vilidos que al transformarse ripidamente en formulas repetidas dan sensaci6n de precedentes del Rococ6. Y esa sensaci6n se confirma en los dramaturgos de su escuela o ciclo (Moreto, Rojas Zorrilla, Bances Candamo). Ademis no olvidemos que el calderonismo, como forma lirica, sigue siendo elemento vital en el siglo xviii, sobre todo a trav6s de las reiteradas imitaciones de mon6logos famosos, de desarrollo conceptista cultista o, mejor, de conceptismo cultista. Tambi6n encontramos en Hispanoamerica el renovado acento y escenografia del arcadismo. Lo que ocurre es que en Amdrica se agudiza posiblemente la paradoja, frente a la diversidad social que caracteriza al Nuevo Mundo, tan distinta, como resonancia, a la que el genero podia encontrar ain en Europa. Y la paradoja crece al considerar la riqueza prcticamente inedita del paisaje americano. Agreguemos en otro plano el regusto por la miniatura poetica y el epigrama por el poema y el juego ingenioso... Algo menos frecuente, una lirica musical inspirada en formas nuevas y en ejemplos famosos del siglo xviii (en primer lugar, Metastasio). Y menos todavia reflejos de pensamientos galantes, ain mds incomprensibles en estas regiones que en las refinadas cortes europeas. En fin, la mitologia conserva su estricto valor ornamental y su lustre erudito o es sentida coma simple juego a diversi6n. Y la anacre6ntica tiene, si no muchos cultores, ejemplos muy claros. Como es explicable, no desparecen ni el tema del homenaje cortesano, ni el tema religioso, ni el tema amoroso. Aunque no podemos vincular directamente al segundo con el Rococ6, notamos que tambien algo se tifie de los colores que dan las luces de la 6poca. Y en el tema amoroso, los poemas americanos muestran junto a su contenida sensualidad el cauce que le prestan arcadismo y anacre6ntica. Por iltimo, en el sector especial de la metrica, aparte del uso asiduo de sonetos, romances, octavas reales, redondillas, liras y otras formas 13 V6ase

mi libro El gongorismo en America (ed. citada, pp. 164-165 y 170). Sobre fray Juan de la Anunciaci6n, vease Alfonso M6ndez Plancarte, Poetas novohispanos. Segundo siglo (1621-1721), segunda parte, ed. citada, pp. 211-217. Por su parte, Alfonso Reyes lo destaca en breve pero ilamativo parrafo: fruto del Siglo de Oro novohispanico, se lo tomaria por directo e inmediato precursor del modernismo y del primer Ruben Dario...> (A. Reyes, Letras de la Nueva Espaina, M6xico, 1949, p. 117). 14

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