Story Transcript
Isabel Tejerina Lobo
La maleta mágica de Mariano Un teatro de títeres muy singular
No es fácil iniciar un escrito cuando las palabras, tan esquivas siempre, se presentan más limitadas ante la fuerza trágica de la realidad y nuestro iluso afán de expresarla con autenticidad. Así que voy a empezar donde lo dejamos la última vez, como una conversación interrumpida, renunciando a cualquier pretensión de trascendencia. Muy al final de lo que iba a ser tu último verano, volví de La Habana con ganas de hablarte de su orgullo invicto y de los deslumbrantes flamboyanes, de sus avenidas señoriales y ruinosas, de esa ciudad en la que lo increíble no es que los coches circulen como un divertido milagro del reciclaje y el ingenio, sino que todavía, como dice Benedetti, «aquí todo el mundo es alguien y nadie se queda fuera», a pesar de todos los pesares, que son muchos. Con deseos de quedar para acompañarte al teatro, ¡que no te perdías una!, y contarte que en una conferencia que impartí en la Facultad de Artes Escénicas, la cual aún conserva algunas huellas del esplendor de los años sesenta, un auditorio culto y alegre oyó hablar de tus títeres. Te hubiera gustado recibir la carta de una entusiasta y preciosa estudiante cubana que había coincidido contigo en algunos descubrimientos sobre las posibilidades expresivas de los objetos a partir de la recreación de un juego infantil... Pero ya no pudo ser. Antes que entregarme a la manifestación de la tristeza por esa enorme injusticia de una enfermedad misteriosa y cruel que te marcó desde los 16 años y por el golpe definitivo que, sin piedad, te arrebató la vida antes de tiempo, prefiero recordarte en tu lucha contra la adversidad y guardarme, muy dentro, para cuando soy débil ante pequeñeces, la imagen
poderosa de tu madre Gloria, tu Madre Coraje, arrojo y sabiduría de mujer del pueblo, que defendió tu alegría con su amor infinito; la de tu padre, lacónico y dulce; la de tu hermano Luis, tan fuerte y animoso, que te levantaba en brazos como a una pluma... Creo que es mejor homenaje hacer un repaso, siquiera breve, a tu trayectoria en el teatro infantil de Cantabria, desde el momento en que la esclerosis múltiple transformó tu vida, para conservar esa memoria tuya y contársela a otros. Eran los ochenta. Por aquel entonces recién habíamos inaugurado el Aula de Expresión de la Escuela de Magisterio. Fueron años llenos de vitalidad y de esfuerzos para incorporar la expresión dramática en la formación de los maestros. En aquel marco extraescolar, iniciamos los talleres de juego dramático como Universidad pionera en este campo y, a su calor, los estudiantes se organizaban en grupos de teatro y de animación: Socios Organizados para la Animación (SOPA), Magitíteres, Magiclowns... Tú habías hecho antes tus pinitos en el mimo y en el teatro de aficionados en el grupo denominado «Rapapolvo», con montajes de aire surrealista y nombres tan sugerentes como «Los Piojos Eléctricos», «Escupitajos Famosos» o «Las feas» y, ante la trágica incertidumbre de una enfermedad progresiva que no te va a permitir ser un maestro normal, te dejas seducir por la fascinación de una profesión inusitada, de un quehacer impensado que te envolverá y sacará de ti lo que ni tú mismo esperabas. Es nuestro compañero José Miguel Castro quien te descubre el increíble mundo de los títeres y la posibilidad de introducirte por esa puerta mágica a partir de una idea aparentemente simple: fabricaremos un guiñol en una maleta, así no tendrás que moverte; podrás trabajar sentado. Toda la Escuela, tus compañeros, los profesores, los bedeles, todos juntos, financiamos la operación sin que tú sospecharas nada. La maleta, primorosamente diseñada, llena de artilugios para cumplir bien su cometido, nació vigorosa desde la amistad y el apoyo firme que materializa la solidaridad para hacer realidad un sueño. El proyecto en marcha te saca de la desesperanza y te hace renacer de nuevo. La Compañía de títeres «La Maleta de Mariano» se inaugura oficialmente el 22 de febrero de 1986 en la Escuela de Magisterio de Santander, en el antiguo edificio de la calle Cisneros, en su gimnasio repleto de amigos, compañeros y profesores y, sobre todo, de emoción contenida. La obra, «El monstruo peludo», adaptación de un cuento de Henriette Bichonnier, divertida actualización del mito de la Bella y la Bestia, es una primera demostración de que los títeres no son algo exclusivamente infantil y que los adultos, incluso con historias ingenuas, podemos disfrutar como niños cuando la imaginación y la creatividad se ponen en juego. Comienzas tu andadura con los muñecos, la investigación sobre sus técnicas de fabricación y manipulación, la compleja relación con esos objetos a los que hay que dotar de vida con las manos y con las ideas. Se pone en marcha un grupo que, en ratos libres primero y, más adelante, ya como oficio del que se aspira a vivir. La Compañía se nutre de maestros recién titulados y de estudiantes, nunca más de cinco o seis personas. Por ella pasan sucesivamente: Begoña Mantecón, Nino González, Marisa Brugarolas, Pedro Santos, Pablo Martín, Marga de la Morena, Carmen Montoro, Lidia Corchado, Rosana Alonso, Juan Antonio González, Amaya Bocos, Silvia Clérigo,
Fernando Estanillo, Ana Lekube, Alberto Sebastián... Se lleva el teatro, con la maleta a cuestas, nunca mejor dicho, a numerosos colegios y asociaciones de vecinos, a los escenarios de Caja Cantabria y del Palacio de Festivales, incluso os aventuráis con éxito en encuentros fuera de la región (Barcelona, Bilbao, Basauri, Zaragoza, San Sebastián). Se montan historias para niños/as llenas de originalidad, ternura y cuidado de los detalles. Reniegas de la moneda corriente de acercarse a los chavales para entretenerlos con boberías o para embaucarlos con fuegos de artificio. Los espectáculos de «La Maleta de Mariano» disponen de pocos medios técnicos y financieros, pero están concebidos con enorme respeto a los pequeños y desde el conocimiento de lo difícil que es colmar las expectativas de este público exigente y sin prejuicios. Obras todas que han huido de los trucos fáciles y de los golpes de efecto para buscar los puntos de fusión del humor y la poesía y que, en diferentes planos, han disfrutado los pequeños y hemos gozado los mayores que, como Pablo Neruda, no creemos en las fronteras artificiales de la edad: «Todos los viejos/ llevan / en los ojos / un niño, / y los niños / a veces / nos observan / como ancianos profundos.» Cada uno de los montajes de «La Maleta de Mariano» se estrena como primicia exclusiva en la Universidad de Cantabria. Tú lo tenías como un orgullo. Nosotros también. Era un pacto, primero implícito, que el éxito repetido y la constante relación con la Escuela de Magisterio a lo largo de todos estos años se encargan de consagrar. A «El monstruo peludo» le sigue «En el bosque del dragón», una creación colectiva original que ya se escapa del espacio reducido de la maleta para aumentar el tamaño de los títeres y multiplicar los recursos escénicos. Se estrenó el 8 de mayo de 1988 en el Salón de Actos de Las Llamas. El siguiente paso son dos creaciones en la modalidad más novedosa del teatro de títeres, el teatro de objetos: «El gato con botas» y «Hansel y Gretel», ambas del año 1989. A partir de estos dos cuentos clásicos, tu indagación creativa, en permanente colaboración con José Miguel Castro, logra un resultado más que notable. Creo que, en especial, «El gato con botas» es verdaderamente un pequeño universo donde se hace realidad la máxima de la revuelta de mayo del 68: «la imaginación al poder». Efectivamente, la imaginación es aquí la reina y señora, la varita mágica que logra convertir los objetos más cotidianos en personajes insólitos: una zapatilla vieja con unos anteojos es el viejo molinero moribundo; un globo es el ogro malvado; un cazo con agua, el río; una destartalada caja de zapatos, el suntuoso castillo del rey... Lo más llamativo es la aparente simplicidad de los medios, la artesanía de una dramaturgia que usa una simple mesa como espacio escénico, y lo que verdaderamente emociona al espectador, al niño y al adulto, es el descubrimiento de que lo que está viendo sobre ese singular escenario es la recreación de un conocido juego infantil, es su infancia convertida en manifestación artística. El 3 de noviembre de 1993 en la Sala Medicina se estrena «El soldadito de plomo», montaje de actores, títeres y teatro de sombras que algunos meses más tarde se presentará en el Palacio de Festivales. El famoso cuento es sólo el telón de fondo para levantar una historia nueva en la que la fantasía y el juego se vuelven a casar. Dos niños juegan en su habitación.
Cuando llega la noche se duermen, entonces los juguetes cobran vida... Con un tono mucho más lúdico y positivo que el relato original de Andersen y una técnica más compleja que las precedentes, ha sido el espectáculo más ambicioso. En su proceso, todavía pudiste participar en el diseño y la construcción de los muchos títeres que allí se dieron cita. Yo conservo como oro en paño uno de tus soldaditos de goma espuma. El sexto y último montaje es «Klaus, el comprador de alegrías». De nuevo se vuelve a la sencillez de la dramaturgia, ante las dificultades crecientes por el progreso imparable de tu enfermedad. Basado en un cuento del Premio Nacional de Literatura Infantil, el escritor catalán Joles Sennell, se estrenó en el Edificio Interfacultativo el 22 de mayo de 1996. Es una historia con un mensaje humanista sobre la necesidad de la alegría y el valor de las cosas sencillas frente a los afanes delirantes por atesorar dinero y productos de consumo. Se presenta como un chispeante juego ante el espectador mediante una técnica mixta de títeres convencionales, «teatro de objetos» y actor a la vista. La mesa del profesor de un aula universitaria era otra vez el escenario insólito de una nueva apuesta por la imaginación desde la economía extrema de los recursos escénicos. Un peldaño más, el definitivo, fue la aventura de contar cuentos, recuperar la palabra oral. «Los mayores cuentistas del mundo» se adentraron en centros culturales, colegios y bibliotecas, bares y cafés, para devolverles a niños y mayores las mejores historias tradicionales y modernas, rescatándolas del olvido y del dominio avasallador de la televisión en nuestra cultura. Alberto Sebastián, Ana Lekube y Fernando Estanillo siguen en ello, ya sin tu presencia. En fin, querido amigo, la magia de los títeres y la ayuda de los amigos que te han acompañado con esa maleta singular, ha sido transformar lo que podía haber sido una vida desalentada por el infortunio en un tiempo pleno de proyectos y de logros, que merecieron la sonrisa y el aplauso de grandes y chicos. Creo que seguirás vivo mucho tiempo en tus creaciones y en nuestra memoria personal y colectiva. ¡Hasta siempre, Mariano! Santander, 24 de febrero del año 2000.
MARIANO GARCÍA PÉREZ, maestro y director de la Compañía de títeres «La Maleta de Mariano», falleció en Santander el día 14 de enero del año 2000, a los 35 años de edad.
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