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GLANDULA MAMARIA
Las glándulas mamarias son glándulas accesorias especializadas de la piel. En el embrión se localizan a lo largo de las líneas mamarias, las cuales se extienden desde la axila a la ingle, a ambos lados de la línea media anterior. Su número y localización varía según las especies animales. En la mujer normalmente sólo se desarrollan dos. Durante la vida intrauterina su diferenciación es similar en ambos sexos. Sin embargo, en el macho no se desarrollan durante la vida postnatal, mientras que en la hembra se producen extensas modificaciones estructurales en relación con la edad y estado funcional del sistema reproductor. El mayor desarrollo de la mama femenina se alcanza hacia los 20 años de edad, su involución se produce a partir de los 40 años. Además de estas modificaciones graduales, existen variaciones en relación con el ciclo menstrual y notables diferencias en la cantidad y estado funcional del tejido glandular durante la gestación y la lactancia. Glándula mamaria en reposo. La glándula mamaria es de tipo túbulo-alveolar compuesta. Cada mama está constituida por 15-25 lóbulos, dispuestos irregularmente en forma radiada desde la papila mamaria o pezón. Los lóbulos están separados por tabiques de tejido conectivo denso, rodeados de tejido adiposo. Cada lóbulo está provisto de un conducto excretor ("galactóforo") de 2 a 4,5 mm de diámetro. Cerca de su orificio externo, los conductos galactóforos están revestidos por epitelio estratificado plano que se continúa con la piel del pezón. A medida que el conducto se profundiza en la mama su epitelio se vuelve más delgado, disminuyendo el número de estratos hasta presentar solamente dos capas celulares cilíndricas. Cerca de las unidades secretoras el epitelio de los conductos se vuelve cúbico simple. La porción secretora de las glándulas mamarias está constituida por túbulos de epitelio cúbico simple, los cuales terminan en porciones dilatadas llamadas alvéolos. Las células secretoras presentan microvellosidades en su superficie libre. Su polo basal descansa sobre una lámina basal y una capa de prolongaciones de células mioepiteliales (Fig. 6). Este último tipo celular presenta múltiples prolongaciones que envuelven a los alvéolos glandulares en forma de una malla. El tejido conectivo intralobulillar es laxo y carece casi totalmente de grasa. Se ha discutido sobre la presencia de alvéolos en la mama en reposo. Según la mayoría de las descripciones, las estructuras epiteliales consisten sólo de conductos y sus ramas. Sin embargo, algunos autores describen algunos alvéolos que brotan de los extremos de los conductos, disponiéndose en pequeños lobulillos. Al principio del ciclo menstrual, las células epiteliales tienen escaso citoplasma y el lumen de los conductos es estrecho o nulo. Más avanzado el ciclo, las células epiteliales son cúbicas o cilíndricas bajas, el lumen se hace evidente y contiene alguna secreción. El estroma de tejido conectivo que las envuelve está muy vascularizado.
La mama humana no posee un conducto excretor único. Cada lóbulo constituye una glándula túbuloalveolar compuesta independiente, cuyos conductos primarios se unen a otros, formando conductos cada vez mayores, los cuales terminan en un conducto galactóforo. Cada conducto galactóforo se abre separadamente en el pezón. Por consiguiente, la mama es en realidad un conjunto de glándulas mamarias independientes (Fig. 1). Pezón y areola. La epidermis del pezón y de la areola presenta papilas dérmicas muy desarrolladas. En la pubertad la piel se pigmenta y el grado de pigmentación aumenta durante la gestación. El epitelio del pezón descansa sobre tejido conectivo denso con fibras musculares lisas. Estas fibras se disponen longitudinalmente a lo largo de los conductos galactóforos y circularmente en el interior del pezón y alrededor de su base. Su contracción permite la erección del pezón (Fig. 2). Rodeando la areola hay glándulas sebáceas y sudoríparas de gran tamaño, generalmente desprovistas de pelos. La piel del pezón presenta abundantes terminaciones nerviosas libres y corpúsculos de Meissner en las papilas dérmicas. Glándula mamaria en actividad. La gestación provoca modificaciones en los niveles plasmáticos de las hormonas sexuales que se traducen en alteraciones profundas en las glándulas mamarias. Durante la primera mitad de la gestación, se observa un rápido crecimiento y ramificación de la parte terminal del sistema de conductos de la glándula. El crecimiento de la estructura epitelial ocurre a expensas del tejido adiposo intersticial de la mama, el cual involuciona a medida que crece el tejido glandular. Sólo en la fase final de la gestación se observan señales de secreción.
La forma de las células epiteliales varía desde aplanada a cilíndrica baja y los límites entre las células se hacen difusos. El extremo distal de las células se proyecta hacia el lumen alveolar formando protrusiones redondeadas. El núcleo es redondo u ovalado y se ubica en el centro de la célula. Las mitocondrias son alargadas. El RER y el Golgi están muy desarrollados. En la región apical de la célula, se acumulan gotas de lípidos, a menudo de gran tamaño, y aparecen pequeños gránulos de secreción proteica (Fig. 3, 4). La célula elabora distintos productos de secreción, los cuales se liberan por mecanismos diferentes. Los constituyentes proteicos de la leche son elaborados en el RER, pasan por el Golgi y se transportan a la superficie celular en gránulos secretorios. Los gránulos se fusionan con la membrana citoplasmática vertiendo su contenido al exterior. Este mecanismo de secreción se conoce como secreción merocrina (exocitosis). Las proteínas constituyen alrededor del 1,5% de la leche humana. Los componentes grasos se originan como pequeñas gotas de lípidos libres en la matriz citoplasmática, las cuales aumentan de tamaño a medida que se desplazan hacia la región apical, donde se proyectan hacia el lumen cubiertas de una delgada capa de citoplasma. Finalmente estas gotas se expelen envueltas en un fragmento de membrana celular conteniendo una delgada capa de citoplasma. Este tipo de secreción se conoce como apocrina. Los lípidos constituyen un 3-4% de la leche humana. La lactosa, tercer componente importante de la leche, se sintetiza a partir de glucosa. Constituye el 3% de la leche humana. De esta forma las células secretoras de la glándula mamaria constituyen un interesante tipo celular que sintetiza y secreta tres tipos de sustancias de naturaleza distinta (lípidos, proteínas e hidratos de carbono). En los últimos meses de gestación, la hiperplasia del tejido glandular disminuye y el subsiguiente aumento de tamaño mamario se debe, en gran parte, a hipertrofia de las células parenquimatosas y a una distensión de los alvéolos por la presencia de una secreción eosinófila, rica en lacto-proteínas, relativamente pobre en lípidos, que se conoce como calostro. Es la primera leche que sale de las mamas después del nacimiento. El calostro tiene propiedades laxantes y además anticuerpos que proporcionan al recién nacido cierto grado de inmunidad pasiva. Durante los primeros días que siguen al parto, el grado de infiltración del estroma de la glándula por elementos linfoides disminuye y el calostro se convierte en una copiosa secreción de leche, rica en lípidos. Regulación endocrina de la función de la glándula mamaria. El funcionamiento de la glándula mamaria depende de la interacción de múltiples y complejos factores endocrinos y nerviosos. Los conductos primarios y secundarios que se desarrollan durante la vida embrionaria y fetal continúan creciendo, hasta poco antes de la pubertad, sólo en proporción al crecimiento del conjunto del cuerpo. Posteriormente, en la mujer se inicia
una rápida proliferación del sistema de conductos. El crecimiento de las glándulas mamarias durante la gravidez se debe a la acción sinérgica de varias hormonas, destacándose entre otras: estrógenos, progesterona, prolactina (PRL), hormona mamotrópica placentaria, tiroxina y hormona somatotrópica (Fig. 5).
Los estrógenos estimulan el crecimiento (aumento del número de mitosis) y promueven la ramificación de los conductos. La progesterona estimula el crecimiento de las porciones secretoras (alvéolos). Durante la gravidez aumentan los niveles plasmáticos de estrógenos y progesterona. Ambas hormonas son producidas inicialmente por el cuerpo amarillo y más tarde por la placenta. Existen evidencias sobre la participación de PRL en la fase inicial de crecimiento de las glándulas mamarias, pero no para la continuación del crecimiento. Tiroxina y somatotrofina actuarían reforzando las acciones de estrógenos y progesterona. Hacia el final de la gestación, el aumento de los niveles plasmáticos de PRL de origen hipofisiario y la secreción de corticoesteroides estimulan la secreción láctea en la glándula mamaria plenamente desarrollada. Para la mantención de la lactancia es necesaria la estimulación continua por PRL. Su liberación estaría mediada, por
un reflejo neurohumoral, en el que el estímulo periódico de la succión actuaría a nivel hipotalámico, provocando la liberación de PRL. La leche, producida entre los intervalos de amamantamiento, es almacenada en su mayor parte en los alvéolos y conductos alveolares. La salida de la leche depende del estímulo de succión que forma parte del reflejo eyecto-lácteo, en que se estimula el hipotálamo causando la liberación de oxitocina a nivel del lóbulo neural de la hipófisis. La oxitocina estimula la contracción de las células mioepiteliales (Fig. 6) de la glándula y se expulsa la leche acumulada en los alvéolos y conductos hacia los conductos galactóforos y senos galactóforos de la glándula. Involución de la glándula mamaria. Si el recién nacido succiona con regularidad, la lactancia se puede mantener por meses o incluso años. Sin embargo, si no se extrae la leche, la glándula mamaria se distiende y la producción de leche cesa. Esto se debe, en parte, a la interrupción del reflejo neurohormonal para el mantenimiento de la secreción de PRL. Además, la plenitud mamaria podría comprimir los vasos sanguíneos y dificultar el acceso de oxitocina a las células mioepiteliales. En pocos días, la secreción acumulada se reabsorbe y los elementos glandulares retornan gradualmente a su estado de reposo. La glándula no vuelve a su estado original ya que muchos de los alvéolos formados durante la gestación no desaparecen del todo. Involución senil de la glándula mamaria. En la vejez la glándula mamaria involuciona aún más. Los epitelios de las partes secretoras y en parte también de los conductos se atrofian y la glándula se asemeja al estado prepuberal, observándose sólo algunos conductos dispersos. En la enfermedad quística crónica, muy frecuente en mujeres entre 30 y 50 años de edad, los conductos terminales y los acinos pierden su continuidad con el resto del sistema excretor y forman quistes de tamaño variable.