Story Transcript
Obra de Don Bosco • Para Don Bosco CASA − ESCUELA − PARROQUIA Y PATIO no son espacios físicos sino ACTITUDES DEL CORAZÓN, entrelazadas y mezcladas, donde la presencia de una implica la de las otras. O existen todas a la vez o no existe ninguna. Y también son APTITUDES para vivir en la casa salesiana. Para Don Bosco tales actitudes del corazón no se declaman, sino que se EXPERIMENTAN. Y la verificación de tal experiencia se realiza no a partir del educador, sino desde los mismos chicos. Nuestro proyecto quiere ser sobre todas las cosas UNA EXPERIENCIA. indice BREVE CRONOLOGÍA DE LA VIDA DE DON BOSCO 1815 Nace Juan Bosco un 16 de agosto en I Becchi (cerca de turín en Italia). Es bautizado al dia siguiente con el nombre de JUAN MELCHOR. 1817 Muere su padre. Su esposa MARGARITA de 26 años se encargara de la familia. 1824 Tiene el conocido sueño de los 9 años que orientara todas sus vidas. Sera PASTOR y atraera a los jovenes ovejas con monsedumbre y buenas maneras. 1831 Entra en la escuela. Aprendera sastreria, herreria y musica. Mientras estudia trabaja de mozo en cafe. 1835 Ingresa al seminario. Quiere dedicarse a la evangelizacion y a la educacion de los jovenes, especialmente los mas pobres y abandonados. 1841 Se recibe de sacerdote. Se encuentra con un muchacho llamado BARTOLOME GARELLI. Toda su obra dependera del AVE MARÍA rezada con el con mucha fe. 1846 Se enferma gravemente. Dios oye la oracion de los chicos. Luego se instala en la casa Pinardi. Con el tiempo sera la casa MADRE DE LA CONGREGACION SALESIANA (la obra de Don
1
Bosco). Va organizando su obra: escuela, talleres, empieza a publicar algunos libros de catequesis popular. 1854 Con un grupo de chicos decide crear UNA CONGREGACION RELIGIOSA: se llamaran SALESIANOS (el santo protector sera San Fransciso de Sales). Seran signos visibles del amor invisible de Dios. 1855 Crecen sus obras y tambien el numero de los que se quedan a vivir con el. Edifica la BASILICA DE MARIA AUXILIADORA EN TURIN. Son tiempos de milagros y de grandes y variadas obras. 1874 Su manera de educar se basara en tres grandes principios: LA RAZON−LA RELIGION Y EL AMOR. 1875 Envia los primeros misioneros a la Argentina. De Buenos Aires partiran hacia la Patagonia. 1888 El 31 de enero fallece. En el año de su muerte ya habia 110 casas salesianas repartidas por Italia, Francia, Inglaterra, España, Argentina, Chile, Brasil y Ecuador. 1934 Es proclamado SANTO DE LA IGLESIA CATOLICCA y llamado: PADRE Y MAESTRO DE LA JUVENTUD. 1997 Alrededor de 30000 salesianos y salesianas trabajan en los 5 continentes. LA CASA QUE COBIJA ( nuestras relaciones personales) Nos trae la idea de seguridad, de refugio e intimidad. Es el lugar donde nos manifestamos como somos. Donde se nos acepta y escucha. Es el lugar de nuestros sueños y proyectos. En ella compartimos las alegrías y dolores; el pan y las necesidades. Es el lugar de la ayuda. En ella experimentamos la paternidad, la maternidad, la filiación y la fraternidad. En casa experimentamos por primera vez lo que es el amor. Él nos habilitará para ser felices. En casa trabajamos y ponemos en común el fruto de nuestros esfuerzos. En casa aprendemos a manifestar y enriquecernos con el corazón. En casa aprendemos en los acontecimientos sencillos de la vida en común. En la casa destacamos los momentos significativos celebrándolos en la alegría de una fiesta, en la intimidad del diálogo, o en la comunión del dolor. En casa nos enriquecemos con nuestras 2
diferencias. En casa yo necesito de todos y todos necesitan de mí. Es aquí donde maduramos lentamente nuestra manera de ser y realizarnos en la vida. Tenemos nuestra casa. Queremos hasta sus paredes. Y nos sentimos orgullosos se recibir a cuantos llegan. Don Bosco utilizaba el término " familiaridad " o " espíritu de familia " para definir el estilo de relación familiar Que debe existir entre educadores y jóvenes. Su máxima expresión queda cristalizada en la palabra AMOR. LA ESCUELA QUE PREPARA PARA LA VIDA ( área educativo − cultural − vocacional ) Se nos presenta siempre como la continuidad del hogar. Cuando decimos que es una ESCUELA QUE PREPARA PARA LA VIDA, entendemos también una escuela para " ganarse se la vida " . Integramos los dos conceptos pero sobre todo acentuamos el primero. En este sentido tratamos ayudar a los chicos a descubrir y responder a su vocación. Vocación que desemboca en profesión. Don Bosco nunca les propuso a sus chicos elegir la profesión en base al dinero que podrían conseguir; estaba convencido que Dios a cada uno le confía una misión y les indica a todos por el camino que cada uno debe andar. Nos proponemos ser HONRADOS CIUDADANOS . Normalmente la asociamos a " conocimientos ". Valoramos la enseñanza y el aprendizaje. Tenemos claro la especificidad de nuestra escuela que es TÉCNICA y su inserción en el rico mundo del trabajo. El trabajo es el amor hecho visible. Si lo enfrentamos con disgusto, indiferencia, y mala onda, más vale no emprenderlo. Gracias al trabajo (con las manos y la mente) nos da sentido de pertenencia, nos hace sentir útiles, y poder sentarnos a la mesa a disfrutar del pan obtenido con dignidad y el sudor de nuestra frente. Don Bosco siempre hablaba de " tener los brazos arremangados ". El trabajo nos hace saborear el gusto por la conquista y la creación. TECNICOS COMPETENTES. Para Don Bosco es sobre todo el lugar donde venimos a aprender a vivir. Y este " aprendizaje " se lo aborda " preventivamente ", esto es: " el arte de educar promoviendo el bien en vivencias adecuadas y envolventes, capaces de atraer por su nobleza y hermosura. El arte de hacer que los chicos crezcan desde dentro, apoyándose en su libertad interior, venciendo condicionamientos y formalismos exteriores; el arte de ganar su corazón, de modo que caminen con alegría y satisfacción hacia el bien, corrigiendo desviaciones y preparando para el mañana por medio de una sólida formación de su carácter. " ( Juan Pablo II) Por eso, para nosotros la educación NO es una oficina de información ni los chicos son usuarios de un servicio por el que paga. Es así que no nos basta atender seriamente los problemas institucionales y curriculares, importantes en sí mismos; nos preocupa sobre todo el crecimiento de la persona de cada chico, con sus inquietudes y problemas, no todos clasificables. Don Bosco lo expresaba de esta manera : " en todo chico, por marginado o perdido que se encuentre, hay energías de bien que, si se cultivan pueden llevarlo a optar por la fe y la honradez. " Es el ambiente propio de la RAZON Y LA RACIONALIDAD. LA PARROQUIA QUE EVANGELIZA ( área evangelización − catequesis ) Nos sitúa en la fuente de donde bebemos los que somos y lo que hacemos y lo que queremos ser : nuestra fe. Como comunidad de creyentes nos sentimos llamados a ser " signos y lugar de diálogo sobre la fe ". Y los primeros son los padres donde se origina la imagen de ese Dios que deberá crecer con el tiempo. Como nos enseñó Don Bosco, creemos que no es necesario alejarse de la vida ordinaria para buscar y encontrar a Jesús. Así vamos descubriendo a Dios, Padre, misericordioso y compañero de nuestra vida. Para esto tratamos de compartir el camino de cada uno, no lo imponemos ni tampoco lo indicamos. A través de múltiples y variadas experiencias, en la enseñanza de la cultura religiosa, en la oración, en la celebración del perdón y en la Eucaristía encontramos la semilla del CORAZÓN LIMPIO Y SOLIDARIO, que quisiéramos alcanzar. Y en este contínuo dar a luz, MARÍA AUXILIADORA es nuestra Madre. Queremos ser BUENOS CRISTIANOS.
El PATIO PARA ENCONTRARNOS COMO AMIGOS ( área asociacionista ) 3
Es para nosotros educadores, el lugar donde nos dedicamos a la educación de los chicos en las horas de recreo. Para todos, con la libertad y frescura que refleja es ocasión para ensanchar nuestro corazón y crecer en fraternidad. Su ámbito propio es la ALEGRIA. Y su expresión, el GRUPO. Patio es el lugar donde expresamos nuestra alegría sin por eso renunciar a nuestras responsabilidades y esfuerzos cotidianos. En él experimentamos la vida como alegría y la fe como felicidad. Sin alegría nos enfermamos. Creemos y valoramos el cuerpo como instrumento de revelación interior, tratamos de llevarlo mediante la educación física y el deporte en general y así lograr un cuerpo sano, fuerte, transparente, dueño de sí mismo. Don Bosco hablaba de " rostro alegre y corazón en la mano " La Sociedad de San Francisco de Sales: Orígenes En el origen de todo hay un sueño. Un prado, gran número de muchachos, altercados, blasfemias, puñetazos y apóstrofes violentos para hacerlos callar. Un señor: «Debes hacértelos amigos no a golpes, sino con la bondad... Te daré una maestra...». Después, bestias feroces: «Es el campo donde vas a trabajar. Hazte humilde, fuerte y robusto». Luego, transformación en corderos. «En su día comprenderás todo». Juanito sólo tiene nueve años. Infancia difícil, sacrificios sin cuento, humillaciones, toda clase de trabajos con tal de estudiar y ser sacerdote... Comienzos difíciles El encuentro en una sacristía con Bartolomé Garelli −peón de albañil, dieciséis años de edad, huérfano y emigrante− señala el comienzo del oratorio en el lejano 8 de diciembre de 1841. Todas las bendiciones del cielo son fruto de la primera avemaría rezada con aquel muchacho. Durante varios años se fue de un lado a otro, comenzando vez por vez, pero creciendo siempre. La dimensión social del oratorio se enriquecía con clases diurnas y nocturnas, se afianzaba un estilo de educación. Doce de abril de 1846: un pobre cobertizo, al lado norte de la casa Pinardi. Por lo menos, era una sede estable. Nacía Valdocco, núcleo inicial del que Don Bosco salió para el mundo, viviendo de modo muy personal la labor de los oratorios, ya afianzada y difundida en otras partes. Al año, la compañía de san Luis. Después, la de la Inmaculada y otra para solidaridad social en caso de enfermedad y falta de trabajo. Fueron las etapas de un crecimiento que verá consolidarse el sistema preventivo como actitud y método de educación: paternidad, espíritu de familia, afecto, asistencia, alegría, sacramentos en el centro, catequesis, devoción a la Santísima Virgen. Se consolidaban los talleres profesionales, las clases, el internado. Don Bosco adaptaba de forma creativa los valores del oratorio a la nueva situción. Surgía «la casa aneja al oratorio de San Francisco de Sales»: de este núcleo nacerá la Sociedad Salesiana. Tras una primera etapa de colaboradores externos, el Santo comprende que los ayudantes tienen que salir de casa. Reúne un grupo de jóvenes en torno a un proyecto de pastoral juvenil, capaz de entusiasmar por su impacto en la realidad concreta. Tal proyecto va a determinar las características del núcleo en torno al cual deberá desarrollarse la idea de la nueva Sociedad religiosa. El año 1854 dice Don Bosco a cuatro jóvenes: «La Santísima Virgen desea que comencemos una Sociedad. He pensado mucho en su nombre. He decidido llamarnos 'salesianos', en memoria de san Francisco de Sales, que va a ser nuestro modelo de bondad en el trato con los jóvenes». Desde entonces Don Bosco se informa sobre reglas de Órdenes antiguas y recientes, pide consejo y aprovecha su experiencia para redactar el primer esbozo de Reglas, que presenta al papa Pío IX: comienza un camino de sufrimientos y dificultades. El ministro Rattazzi le sugiere, en conversación particular, el modo de eludir las leyes que suprimen las Órdenes religiosas: fundar una sociedad cuyos miembros conserven, ante el Estado, todos los derechos. Estar con Don Bosco es fácil; más duro resulta decir que sí cuando se proyecta la fisonomía de una Congregación religiosa: el momento decisivo tiene lugar en 1859 con las diecisiete primeras profesiones religiosas. 4
«Se había celebrado con solemnidad, en el oratorio, la fiesta de la Inmaculada (1859). Por la noche Don Bosco anuncia en público que al día siguiente, viernes, iba a dar una conferencia especial en su habitación cuando los alumnos se retiraran a descansar. Los que debían acudir comprendieron la invitación. Los sacerdotes, seminaristas y laicos que cooperaban con Don Bosco en el oratorio y habían sido admitidos a las cosas secretas, tenían el presentimiento de que aquella reunión iba a ser importante. » Se reunieron, pues, el 9 de diciembre de 1859. » Tras invocar ... la luz del Espíritu Santo y la ayuda de María Santísima, Don Bosco recordó lo dicho en conferencias anteriores, expuso lo que era una congregación religiosa, su belleza, el honor inmortal de quien se consagra totalmente a Dios, la facilidad de salvar la propia alma, el cúmulo inestimable de méritos que pueden adquirirse con la obediencia, la gloria inmarcesible y la doble corona que espera al religioso en el paraíso. » Después, con emoción palpable, anunció que había llegado la hora de dar forma a la congregación que desde hacía tiempo pensaba fundar, que había sido objeto de todos sus cuidados, que el papa Pío IX había alentado y alabado, y que prácticamente ya existía con la observancia −aún no obligatoria− de las Reglas, que la mayoría de los presentes ya aceptaban, por lo menos en espíritu, y algunos con promesa o voto temporal. » Al terminar dijo que había llegado el momento de decidir si querían dar su nombre o no a la Sociedad, que tomaría −mejor dicho, conservaría− el nombre de san Francisco de Sales. Quien no se presentara a las conferencias siguientes era señal de que no lo haría. Daba a todos una semana de tiempo para reflexionar y tratar con Dios tema tan importante. » Como final, se rezó la oración de acción de gracias y la asamblea se disolvió en silencio profundo...». «Juan Cagliero, indeciso de si dar o no su nombre a la nueva congregación, paseó durante mucho tiempo por los pórticos, agitado por los pensamientos más diversos. Al fin exclamó, dirigiéndose a un amigo: Fraile o no fraile, da igual: estoy decidido a no separarme nunca de Don Bosco. Escribió inmediatamente unas líneas para comunicarle que lo dejaba a su consejo y decisión. Cuando le vio Don Bosco, lo miró sonriente y le dijo: Ven, ven; es tu camino. » La conferencia de adhesión a la Sociedad de san Francisco de Sales se celebró el 18 de diciembre de 1859. Sólo dos no se presentaron. Lo que en ella se hizo consta en el acta siguente. » En el nombre de nuestro Señor Jesucristo, amén. E1 año del Señor 1859, el 18 de diciembre, en este oratorio de san Francisco de Sales y en la habitación del sacerdote Juan Bosco se reúnen a las nueve de la noche el citado Don Bosco, el sacerdote Victorio Alasonatti, el diácono Ángel Savio, el subdiácono Miguel Rúa, Juan Cagliero, Juan Bautista Francesia, Francisco Provera, Carlos Ghivarello, José Lazzero, Juan Bonetti, Juan Anfossi, Luis Marcellino, Francisco Cerruti, Celestino Durando, Segundo Pettiva, Antonio Rovetto, César José Bongiovanni, y el joven Luis Chiapale, todos ellos con el fin de promover y conservar el espíritu de verdadera caridad que se requiere en la obra de los oratorios para la juventud abandonada y expuesta al peligro, en estos tiempos calamitosos seducida de mil maneras con perjuicio de la sociedad y abocada a la impiedad e irreligión. » Plugo, pues, a dichos congregados erigirse en sociedad que, teniendo como fin la ayuda recíproca en la santificación de cada uno, se dedique a promover la gloria de Dios y la salvación de las almas, especialmente de las más necesitadas de instrucción y educación; y, aprobado unánimemente el plan propuesto, tras breve oración e invocación del Espíritu Santo, procedieron a elegir a los miembros que debían constituir la dirección de la Sociedad, para ésta y para nuevas congregaciones, si Dios se dignaba favorecer su aumento». Aquí (v. MB VI, 333−337) hallamos descrito el nacimiento, todavía privado, de la Sociedad Salesiana, incluso con miras a las nuevas congregaciones que Dios se dignara suscitar. El nacimiento público, con firma de Reglas y presentación al arzobispo de Turín, monseñor Luis Fransoni, lleva fecha de 11 de junio de 1862. A la lista de los de primera hora se añaden otros, que vivirán siempre en la historia salesiana por su repercusión mundial. El camino de Don Bosco en el mundo comenzó, pues, con veinticinco nombres, que en el breve transcurso de pocos decenios pasarán a ser miles, y no sólo italianos. Estos nombres y este desarrollo se apoyan en una Regla que formula, corrige y define no sólo Don Bosco, sino también, de puño y letra, el mismo pontífice Pío IX. En 1864 el decreto de alabanza, por parte de la Santa Sede, reconoce la existencia de la Sociedad Salesiana y aprueba su espíritu, aunque deja para más tarde la aprobación de sus Reglas. El camino será todavía largo y 5
doloroso. Una prueba espinosa Don Bosco siempre encontró dificultades para traducir a realidad sus sueños. Le resultaron particularmente penosas las habidas con su obispo. El forcejeo desde 1867 hasta 1870 fue con monseñor Riccardi, que se sorprendía de que Don Bosco quisiera una institución no diocesana. La aprobación de la Santa Sede, en 1869, daba a Don Bosco por diez años la facultad de presentar sus clérigos a recibir las órdenes con su certificación de garantía, aunque no hubieran frecuentado el seminario. En 1870 comenzó la pelea con el nuevo arzobispo, monseñor Gastaldi. Era muy amigo de Don Bosco, buen organizador, pero centralizador decidido y de carácter susceptible. Nunca logró comprender del todo ni el espíritu ni el corazón ni la universalidad de Don Bosco. El contraste se vio agudizado por la prensa y por ciertos ambientes cercanos a la curia. Incluso se le suspendió a Don Bosco la facultad de confesar y hubo muchas actuaciones de castigo contra sus salesianos, que monseñor Gastaldi quería llevar a mayor disciplina bajo su dirección. El obispo se opuso a la aprobación definitiva de las Reglas. Sólo gracias al voto de Pío IX, la Santa Sede promulgó el decreto de aprobación el 3 de abril de 1874. La Sociedad de san Francisco de Sales adquirió así la forma definitiva de congregación religiosa, comunidad cuyos miembros se vinculaban a Don Bosco mediante los votos religiosos de obediencia, pobreza y castidad, a fin de ser en la Iglesia «signos y portadores del amor de Dios a los jóvenes». Tal misión, vivida en la consagración religiosa, da a la Sociedad Salesiana carácter propio y especifica su puesto en la Iglesia. En las comunidades viven juntos clérigos y laicos, a quienes Don Bosco ve de forma original: gradualmente se irá delineando la figura de estos salesianos laicos, religiosos igual que los sacerdotes, y con una responsabilidad especial en la gestión ordinaria de la casa y en la educación de los jóvenes, sobre todo en los talleres profesionales. La preferencia de los salesianos es, con Don Bosco, por la «juventud pobre, abandonada, en peligro» y por los lugares donde la pobreza es más grave. Los jóvenes del mundo laboral, los llamados a vocaciones especiales, los ambientes populares, el campo de la comunicación social y los pueblos sin evangelizar son el objeto de su dedicación particular. Así pues, los salesianos se reúnen en comunidad para ir al encuentro de las necesidades sociales y religiosas de un lugar. Vivir y trabajar juntos es, para ellos, exigencia fundamental y camino seguro, sabiendo que Dios los llama a vivir en comunidad y les da hermanos a quienes amar. Co icultades de Don Bosco con su obispo. En 1881 se celebró un proceso, cuya sentencia fue favorable a Don Bosco. Sin embargo, León XIII, por salvar la autoridad de un obispo poco dispuesto a admitir su error y para probar a Don Bosco, le pidió la costosa humillación de pedir perdón al superior. Simultáneamente le rogaba que se encargara de construir el templo del Sagrado Corazón de Jesús en Roma, labor que le costó viajar por Francia y España para buscar dinero, otras humillaciones y el quebranto definitivo de su salud. Por algo, en 1887, Don Bosco lloró al inaugurar la nueva iglesia. Era el final de su quehacer humano, momento en que pudo comprender, junto con el sueño tenido a los nueve años, que todo profeta tiene que pagar personalmente su propia entrega. Expansión incontenible Mientras, Don Bosco había visto cómo se desarrollaba su obra con nuevas casas en Italia y fuera, con las publicaciones, con las misiones. No todo se ve claro desde el principio. Hay intuición y presagios de futuro; pero debe ganarlo con sudor, con mucha fe y con tenacidad todavía mayor. Un quehacer humano brillante, una historia de fe que se encarna en la vida de cada día y busca, prueba y cambia con un fin específico: salvar a los jóvenes. Su proyecto, su Regla llegará a toda la haz del globo, para lograr, a pesar de la diversidad de culturas, unidad de espíritu y misión, para salvar sobre todo las almas de los pobres, de los marginados, de los hijos del pueblo, de los jóvenes sin 6
porvenir, de los chicos de la calle, de cuantos necesitan salvación. La primera casa fuera de Turín es Mirabello, abierta en 1863; fuera de Piamonte, será Alassio en 1870; la primera fuera de Italia es la francesa de Niza en 1875. La presencia salesiana se extiende a Argentina, España, Hungría, Chile, Brasil y Ecuador. Las primeras misiones surgen a partir de 1875. Después de 1888 la semilla germina y fructifica. Miles de jóvenes, de cooperadores, de antiguos alumnos se ponen al lado de los salesianos y de las Hijas de María Auxiliadora: la familia salesiana. La clave del Fundador Con determinación sorprendente, Don Bosco formó su Congregación religiosa a base de muchachos. Los diecisiete salesianos del primer momento eran adolescentes que se habían abierto a la vida en el oratorio de Valdocco. No eran sacerdotes, sino estudiantes, excepto Victorio Alasonatti, que se unió a ellos tras renunciar a una buena parroquia. No es que le faltasen a Don Bosco colegas en el sacerdocio interesados por la juventud pobre y solidarios con su labor en las barriadas del Turín popular; al contrario: había reunido en torno a sí a sacerdotes como Leonardo Murialdo (actualmente canonizado), Federico Albert (declarado beato), Lorenzo Gastaldi (más tarde arzobispo de Turín), Juan Borel, Jacinto Carpano, Luis Nasi, Juan Vola, Félix Rossi y otros, desde Sebastián Pacchiotti, Pedro Ponte y Carlos Morozzo hasta jóvenes de la residencia que dirigían san José Cafasso y Luis Guala, comprometidos también en la labor de Don Bosco. Si hubiera querido agrupar en sociedad a estos compañeros de trabajo, quizá no le habría sido difícil seguir el camino de otros fundadores, antiguos o modernos, y levantar su edificio religioso sobre firmes piedras angulares, posiblemente con menos riesgo. No siguió tal pista. Tampoco asoció con vínculos a los magníficos colaboradores seglares que le ayudaban en el primer oratorio: hombres como el conde Callori de Vignale, el conde Scarampi de Pruney, el marqués Gustavo de Cavour (hermano del estadista Camilo), el conde Cays de Gilette (que más tarde se haría salesiano), el banquero Cotta, el caballero Oreglia de Santo Stefano y muchos más. Para fundar la Sociedad Salesiana (aconsejado por Pío IX la llamó «sociedad», tachando el título de «congregación»), Don Bosco se fijó en sus chicos, en los mejores muchachos que veía crecer en el oratorio y que, en gran parte, procedían del mismo suburbio turinés: hijos de la pobreza, hijos de la alegría, hijos de la santidad cotidiana, encarnada en el deber del estudio y el trabajo, del juego y lo que llamamos efímero. Por ello, suscitó no pocas ni leves desconfianzas en los observadores y en las jerarquías eclesiásticas y civiles. ¿Qué formación religiosa, sacerdotal, pedagógica y escolar, qué cultura y piedad podían tener aquellos jóvenes bullangueros, que −se dijo− no habían pasado por el crisol en que se forma todo género de virtud, como joyas trabajadas mediante cincel, martillo y lima de artista? Si el proyecto de Don Bosco −se dijo también− «no seguía de cerca el de los jesuitas, su Congregación nunca podría ser estable» (cf. MB X, 684 ss). ¡Hasta tal punto se desconoció, en sus días, la estrategia, espiritualidad e innovación de Don Bosco! Don Bosco desmentía con los hechos las casandras quejumbrosas. En la primera generación de salesianos abundan los graduados ilustres y, sobre todo, los santos: graduados que ocuparon cátedras universitarias, santos solemnemente proclamados, con el Fundador, por la Iglesia. ¡Qué cincel y qué lima! ¡Qué crisol y qué artista!... Dios no tiene, para los fundadores, un patrón único. La estrategia de Don Bosco era peculiar. Miraba a otros fundadores, sí, y evidentemente a los límpidos manantiales del Evangelio; pero no necesitaba seguir de cerca a modelos anteriores. Lo dijo monseñor Manacorda a Pío IX: «En conciencia y ante el Señor, damos testimonio de lo que hemos visto con nuestros ojos y escuchado con nuestros oídos ... Todos afirman unánimemente que en el Instituto [de Don Bosco] las almas se enriquecen de virtud; allí los jóvenes crecen en clima de piedad, ciencia, trabajo y sana alegría ... Allí trabajan religiosos, preparados de forma menos visible que en otros lugares, pero con noviciado verdadero, del que salen salesianos muy bien formados...» (cf. MB X, 704−706). «¿Ejercicios? −decía admirado a Celestino Durando (uno de los primeros salesianos) monseñor Ghilardi, obispo de Mondoví−. ¿Qué ejercicios? ¡Los de Don Bosco los hacéis a diario, del primero al último día del año! (cf. MB X, 715 s.). Pero no todos comprendieron así a Don Bosco. Cuando murió, hubo quien presagió la fusión de su Sociedad con otras de virtud más tradicional y acrisolada. Hicieron falta santos como Miguel Rúa, Pablo Álbera, Felipe 7
Rinaldi..., pioneros como el cardenal Cagliero, monseñor Fagnano y el padre Milanesio..., e intelectuales como Juan Bautista Francesia, Celestino Durando, Francisco Cerruti... para disipar poco a poco, aunque quizá no del todo, las prevenciones de ciertos bienintencionados. Un siglo después, los santos, los pioneros, los educadores, los profesionales, los misioneros, los maestros, los artistas y los doctos... alcanzan cifras tan elevadas entre los salesianos, que se desvanecen las negras previsiones de quien no entendió la original profecía de un Santo. El nombre de «salesiano» Don Bosco no vaciló en llamar salesianos a sus hijos, refiriéndose explícitamente a san Francisco de Sales. Como santo del lugar y santo del tiempo, el doctor de la Iglesia se le ofrecía, sobre todo, como religión, razón y amor, que se proponía llevar a todos los lugares y tiempos. Evidentemente, no es la única definición −ni quizá la más pertinente− la que un día floreció en labios de Don Bosco, quien, para indicar el carácter y la misión de sus hijos espirituales, exclamó graciosa y emblemáticamente: «Che sale − siano! (= que sean sal)». Ya habían dicho a san Francisco: Tu vere sal es. El mismo Jesucristo había legado a sus apóstoles la consigna de ser sal de la tierra... Don Bosco hizo un juego de palabras −programáticamente− con el mismo concepto. De todas formas, no podía darse mejor coincidencia entre la misión salesiana y el apostolado evangélico. La idea es de actualidad eclesial. La verdadera definición, la etimológicamente válida y que mejor responde a la verdad, vincula los hijos de Don Bosco al nombre y, como es obvio, al espíritu de san Francisco de Sales (MB X, 1104; XVIII, 438). «Que pueda decirse −afirmó Don Bosco− que donde hay un hijo de san Francisco de Sales, hay sal de sabiduría eterna que conserve y aliente a todos en el bien» (MB XI,518). Hoy día la óptica se ha desplazado hacia Don Bosco, y la sigla, autorizadamente sancionada por las Constituciones y la Santa Sede, es: «Salesianos de Don Bosco, SDB»; pero en dicha nomenclatura hay que incluir la síntesis de ambos santos y recoger el brillo de toda su espiritualidad... «A todos nos será útil −puntualizó Pablo Álbera− oírnos llamar salesianos, pues encierra un programa grandioso y el estímulo más eficaz para seguir las huellas del Santo que nos gloriamos de tener como padre y patrono»(Cartas circulares, Turín 1965, pág. 213). Don Bosco lo quiso como padre y patrono, lo escogió como modelo personal y de sus hijos, le dedicó el primer oratorio, su primera iglesia y su misma Sociedad religiosa. Lo había vislumbrado durante los años de su primera formación eclesiástica en Chieri, cuando formuló explícitamente un propósito: «Que la caridad y dulzura de san Francisco de Sales me guíen en todo» (MB I, 518). Tal propósito se concretó no sólo en la dulzura y el amor del sistema preventivo, sino también en la fuerza propulsora que caracterizó su apostolado, hasta llegar al empleo de los medios de comunicación social y a identificar acción y santidad, y abrirse a un ecumenismo concreto y anticipado. Consiguientemente, Don Bosco, lleno de fe en las posibilidades nativas de los jóvenes, abierto a sus necesidades y a sus pretensiones quizá justificadas, dio nueva vida a la figura amable de su modelo transalpino. «Con el nombre de salesianos −declararía a sus jóvenes− quiero referirme a cuantos se educaron con las máximas de este gran Santo. Así pues, todos sois salesianos» (MB XVII, 177). Recordó a los misioneros de Patagonia aquel nombre programático: «El espíritu de san Francisco de Sales −les escribía− es mi espíritu, y debe ser el espíritu de toda la Congregación en América y en todas partes...» (Epistolario IV, 333). La Familia Espiritual de Don Bosco SAN JUAN BOSCO, comúnmente llamado Don Bosco, es santo y fundador. Vivió en Turín entre 1815 y 1888. El siglo diecinueve representó un período muy especial en la historia de la Iglesia y de Italia. Don Bosco se insertó en los acontecimientos de su tiempo con la fuerza de un santo y con los instrumentos de un fundador. Le ha sido dado por el Papa oficialmente el título de Padre y Maestro de la Juventud, por haber hecho de los jóvenes el motivo psicológico, espiritual, organizativo de su vida y de su actividad. El sentido religioso de la gente lo invoca, además, como patrono en muchos sectores de la vida diaria.
8
Hoy permanece, como fruto de su santidad, una numerosa Familia espiritual, que consta de muchos grupos que se reconocen en su espíritu y difunden su espiritualidad. Los Salesianos representan el grupo al que Don Bosco le dejó sus mejores fuerzas e instituciones. Recordemos, además, los grupos que más se han difundido: las Hijas de María Auxiliadora, los Cooperadores Salesianos, los Exalumnos de Don Bosco, las Voluntarias de Don Bosco, que esparcidos por todo el mundo trabajan por la salvación de los jóvenes. Todos los grupos de la Familia espiritual de Don Bosco participan del Sistema Preventivo, que es vivido como método educativo, metodología pastoral y contenido espiritual . De su santidad, además, permanece un testimonio significativo de santos, entre los que han asumido la experiencia de Don Bosco en su propia existencia: hay santos presbíteros y santos laicos, santos jóvenes y santos adultos, santos de vida consagrada y santos en el mundo: un don especial del Espíritu de Dios. De Don Bosco fundador se pueden recordar muchos proyectos realizados en favor de los jóvenes: los colegios, los oratorios−centros juveniles, las escuelas profesionales, los internados, las comunidades de recuperación para jóvenes con dificultades, las parroquias, las misiones en el extranjero, las actividades de comunicación social. El ha querido que muchas iniciativas fueran colocadas en el contexto de la vida civil con la aprobación oficial de los gobiernos. Hoy existen en el mundo innumerables instituciones e iniciativas de asociacionismo juvenil encaminadas a fomentar la cultura, el deporte, el turismo social, VIS Voluntariado Internacional... Para sostener el conjunto de sus obras, no sólo desde el punto de vista económico, sino, sobre todo desde el punto de vista de la simpatía de la gente y de la difusión de su espíritu, dio inicio en 1877 al Boletín Salesiano. Don Bosco se comprometió mucho en el sector de la comunicación social. Personalmente fue escritor, publicista, editor. Dio vida, por medio de la obra de sus sucesores, los Rectores Mayores, a muchas editoriales: la SEI, la LDC, la EDEBE, para recordar algunas. Dirigidas de modo especial a los jóvenes y a la clase popular han nacido revistas y publicaciones adaptadas a las exigencias de los mismos. La difusión mundial de la obra de Don Bosco y la opción por los jóvenes lo han hecho muy popular en varios continentes. Trabajo de Don Bosco
9