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Asociación de Salesianos Cooperadores Región Ibérica
4.1.7.- Don Bosco con Dios
Septiembre 2011
4.- Un salesiano 4.1.- Don Bosco. 4.1.1.- Don Bosco y su tiempo 4.1.2.- Don Bosco, respuesta a una llamada 4.1.3.- Don Bosco, una respuesta a los jóvenes 4.1.4.- Don Bosco, respuesta a la sociedad 4.1.5.- Don Bosco, educador y evangelizador de los jóvenes 4.1.6.- Don Bosco, hombre de Iglesia 4.1.7.- Don Bosco con Dios
TEMAS DE FORMACIÓN INICIAL 4.- UN SALESIANO 4.1.- DON BOSCO Región Ibérica
4.1.7.- DON BOSCO CON DIOS
4.1.7 Don Bosco con Dios OBJETIVOS - Descubrir cómo Don Bosco se relaciona con Dios y cómo extrae de esa experiencia las bases de su espiritualidad. - Ver que su relación con Dios constituye el fundamento y el centro de su obra y de su santidad. - Reflexionar acerca de la intensidad y el estilo de su oración, y de los valores que con-tienen (cristianos y salesianos). - Subrayar la importancia de la vida sacramental en su pedagogía, en su espiritualidad y en su "santificación" personal. - Valorizar adecuadamente, a la luz de Don Bosco, el trabajo y lo cotidiano, como lugar de vida y de santificación. - Evaluar cómo repercuten todos estos elementos en nuestra vida.
MOTIVACION Si la fe de un cristiano no tiene sentido sin una "relación" fuerte y constante con Dios ("religión"), la existencia de Don Bosco y su fecunda obra no podrían explicarse sin la presencia de Dios en su vida. Así pues, con este tema, queremos aproximarnos a la inti¬midad con el Señor de nuestro Padre, ver su capacidad de oración y su unión constante con El, la fecundidad que la vivencia espiritual de este "Maestro de vida" ha supuesto para todos nosotros, qué tipo de espiritualidad nos ha dejado, quiénes han influido en esta rica herencia, qué supone hoy para nuestra vida de acción y de trabajo, de presen¬cia en el mundo y entre los jóvenes; qué facetas son más urgentes, ahora, en nuestra si¬tuación concreta, etc. Como para Juan Bosco, María constituye una realidad y una dimensión constante en la vida de la Iglesia, de la Familia Salesiana y del Cooperador. Por eso, se tratará este punto de manera unitaria, aunque en otros temas haya ya numerosas referencias. El tema pretende, dada su importancia, llegar a motivar, en quien se prepara a ser Cooperador, una verdadera reacción vital. Si la "santidad", a la que nos invita el RVA en el art. 50, no es más que "crecer en la fe y en el amor", el tema de la espiritualidad y de las relaciones con Dios ha de centrar, a estas alturas de la Etapa, una síntesis segura en cada "proyecto personal de vida".
METODOLOGIA - Estudio y reflexión personal de los contenidos y de los materiales de apoyo. - Comentario y comunicación en grupo de las diversas unidades.
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4.1.7.- DON BOSCO CON DIOS - Aplicaciones a nuestro caso concreto. - Reforzar la experiencia vivida con alguna celebración de la Palabra.
CONTENIDOS 1. Qué es y qué se entiende por "espiritualidad" "Espiritualidad" es una realidad y una palabra compleja. En términos generales, se puede afirmar que no se trata de un aspecto más de la vida, sino que toda la existencia se vive desde una perspectiva y una opción concreta, según los dinamismos infundidos por Dios en nuestros corazones con el Bautismo. En el fondo, es "el modo de ser cristia¬no, el modo que cada uno de nosotros tiene de vivir como hijo de Dios". Es, también, una "gracia", una "propuesta" y un "camino" de vida en Dios: - mediante la fe, que lo descubre en los acontecimientos y en las personas; - mediante la esperanza, que rastrea sus pasos en la historia y aguarda el encuentro definitivo con El; - mediante la caridad, que lo busca y se adhiere continuamente a su voluntad, a su "proyecto". Se puede afirmar que toda "espiritualidad" está condicionada por el tiempo, la cultura y lasa circunstancias en las que se desarrolla. En la raíz de la espiritualidad de cada cristiano y, sobre todo, en la de cada Santo, de cada Fundador, hay un elemento que caracteriza, de modo especial, esa espiritualidad concreta. Por ejemplo, en Felipe Neri, "el gozo de saberse hijos de Dios"; en Ignacio de Loyola, la convicción de ser "un soldado", un "servidor" de Jesucristo y de la Iglesia; en José B. Cottolengo, "el abandono total en la divina Providencia"; en Francisco de Asís, "la pobreza y la sencillez", etc.
2. Lo peculiar en la espiritualidad de Don Bosco El elemento más específico que, - a través de su vocación, vida, obra y enseñanzas -, descubrimos en la raíz de la espiritualidad de Juan Bosco es el amor personalizado grande, intenso e incesante - a los jóvenes. Un amor que brota de su amor profundo y recio a Dios. Tan compenetrados están es-tos dos aspectos en su vida, que repetía con insistencia: "El amor a Dios nos ayuda a amar a los jóvenes; y el amor a los jóvenes nos impulsa a amar a Dios". Los dos se fun¬den, en él, en una sola cosa. Repite una y otra vez: "Entre las cosas divinas, la más divi¬na es cooperar con Dios en la salvación de las almas". Es la conclusión lógica de su amor a Dios y al prójimo.
3. La "caridad pastoral", elemento primordial Estos dos amores van a ser la fuente y el centro de su espiritualidad, lo que hoy llamamos "caridad pastoral". Pero con un matiz muy claro, hasta el punto de poder definirla como "caridad pedagógica", es decir, un amor que establece relaciones educativas, que se acerca al joven, a la persona, para ayudarle a abrirse, a descubrir la riqueza y el valor de la vida, a crecer...
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4.1.7.- DON BOSCO CON DIOS Es una caridad que vuelca sus preferencias en los humildes, en quienes tienen mayo-res dificultades, en los miembros de las clases populares. Así pues, se puede afirmar que Don Bosco alcanza y realiza su santidad en la educación, como "santidad educativa"1.
4. Características de su espiritualidad En la espiritualidad de Don Bosco podemos descubrir: - unas raíces populares: valora los elementos evangélicos de los que la gente sencilla de su tiempo es portadora; - el influjo de su madre, Mamá Margarita; - un tipo de relaciones-con Dios, llenas de sencillez y hondura; - una confianza total en Dios Padre y el abandono en su Providencia; - un amor intenso y total a Dios, a Jesucristo y, en Él, al prójimo; - una fuerte y tierna relación con Jesús-Eucaristía; - un sentido real y concreto del pecado como ofensa a Dios y, por consiguiente, de la lucha sin cuartel contra el mismo, así como del valor y necesidad de la Reconciliación; - por último, la presencia y la referencia constante a la Madre del Salvador y de la Iglesia, María, Inmaculada y Auxiliadora. Vale la pena insistir un poco más, desde el ángulo de la vida vivida. Mamá Margarita fue para su hijo maestra insuperable de "religiosidad vivida". Con la espontaneidad propia del lenguaje materno, fue infundiendo en él, desde su más tierna edad, el sentimiento vivo de la presencia de Dios, la admiración de sus obras en la creación (signos creaturales), la gratitud por sus beneficios, la conformidad con su santa Voluntad, el temor de ofenderle, la devoción a María2, el amor a la Eucaristía y a la Confesión, a los pobres y marginados... De su madre, primera maestra y catequista, recogerá directamente: - la confianza en Dios, - el amor al trabajo y a la austeridad, - su sentido práctico de las cosas - y sus "sistema" educativo: en realidad, él es el primero en ser educado con "razón, religión y cariño"; - el amor al prójimo, a los perseguidos y a los pobres; - el sentido religioso de la vida: "Dios te ve" era una de sus recomendaciones más frecuentes.
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Cfr. JUAN PABLO II Carta "Juvenum Patris" a los educadores cristianas, Ed CCS, Madrid 1988, n. 5. 2
En circunstancias decisivas o en los momentos críticos, le recordará: "Sé devoto de María". (Ver más datos en este mismo tema, punto 4.10, y en E. Ceria, Don Bosco con Dios, Ed. CCS, Madrid 19, pp. 23 y 93).
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4.1.7.- DON BOSCO CON DIOS Juan aprendió a ver, junto a sus hermanos, amigos y vecinos de la aldea, a "otro Ser", a Dios. Alguien grande, invisible, pero cercano y. presente por doquier: en el cielo, en !os campos, en los pobres, en la voz de la conciencia... ALGUIEN en quien su madre pone una confianza ilimitada e indiscutible3.
5. Lo popular y la religiosidad de su época Don Bosco hace suyos las elementos y rasgos de su pueblo y de su ambiente: el trabajo, la oración humilde, el amor a la Virgen, la sencillez, la solidaridad, la confianza en la Providencia, el saber encontrar a Dios en lo de cada día y en cualquier situación, la capacidad de sacrificio, el gozo de encontrarse juntos, la alegría en las cosas pequeñas, el esperar un mundo más justo, que debe alcanzarse con la ayuda de Dios, pero también con el trabajo de nuestras manos y el sudor de nuestra frente. Con esta base, la espiritualidad de Don Bosco no podrá ser más que sencilla y popular. Constituye su experiencia desde la infancia y será una de sus características más notables. Por eso conectará tan fácilmente con los jóvenes y la gente. "Se hizo todo para todos..."
6. Oración y estilo de oración en Don Bosco Debido a la actividad continua y variada de Don Bosco, no se puede eludir una pregunta: "¿Podrá rezar Don Bosco?" Tal ritmo de vida no podrá dejar tiempo para la oración "formal", explícita (rezar). Esta actitud creó no poco escándalo en una época en la que bastantes consideraban que el trabajo era tiempo restado a la oración. La "oración rezada" reclama suspensión de toda actividad externa, concentración, recogimiento, lu¬gar y tiempo apropiados; cosas que, en una vida dominada por la acción, como la de Don Bosco, parecen totalmente imposibles... Su Causa de Beatificación tuvo que hacer frente a esta objeción: "¿Cuándo rezaba Don Bosco?", objetó el Promotor de la fe. Ciertamente, Don Bosco había rezado, pero parecía que no lo suficiente. Se alejaba del modelo tradicional de los demás santos. En realidad, Don Bosco no dedicaba largos ra¬tos, como hacían otros, a la meditación. Pero tener un modo propio de oración no es lo mismo que rezar o rezar demasiado poco. Sin duda, Don Bosco fue un "hombre de oración" y de altísima contemplación: se puede decir que rezaba siempre, en la calle, en los viajes, en su habitación. Siempre estaba en la presencia de Dios, según todos los testigos. Por eso, la respuesta a la objeción del Proceso fue rápida y contundente: "Y ¿cuándo no rezaba Don Bosco?". En cualquier momento que se le pidiera consejo espiritual, lo tenía a punto, "como si saliese, en aquel momento, de conversar con Dios". Cuando rezaba, `parecía un ángel", en opinión de sus jóvenes, y el que estaba cerca de él no podía por menos de rezar también. Otras veces, lo chicos del Oratorio afirman: "Parece que ve a nuestro Señor...". Pero hay más. Consideraba la oración como "la obra más importante". "La oración, he aquí lo primero. No se empieza bien sino desde el cielo.,.". En Don Bosco, la oración es una disposición habitual del alma que el ejercía con facilidad, constancia y gran consuelo.
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Cfr. Bosco T., Don Bosco, una biografía nueva, Ed. CCS, Madrid 1987, pp. 21-22.
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4.1.7.- DON BOSCO CON DIOS Incluso su Institución primera está fundamentada en la oración: "Di el nombre de Oratorio a esta casa para indicar, bien a las claras, que la oración es el único poder en que podemos confiar". La oración y el espíritu de oración se respiraban en aire de Valdocco y se podían leer en el rostro de sus moradores, los que formaron la primera generación salesiana. La oración de Don Bosco, oración de apóstol y de educador, tiene características y originalidad propias: auténtica y completa en su sustancia, lineal y simplicísima en sus formas, popular en sus contenidos, alegre y festiva en sus expresiones. Es una oración al alcance de todos, especialmente de los niños y de los humildes. Es la oración de los fieles de vida activa y de los apóstoles, intrínsecamente orientada a la acción y vinculada a ella; nunca es una liberación y fuga del mundo, al que hay que transformar según el proyecto de Dios. Es una oración claramente marcada por la vocación y la misión de cada uno. La oración (explícita) precede, acompaña y sigue a la acción de Don Bosco, como un factor irrenunciable y necesario. a oración de Don Bosco toma cuerpo en lo que él llama prácticas de piedad: oraciones y actos de piedad, confesión frecuente y comunión, retiros, Ejercicios... Son las que él llama las "prácticas del buen cristiano". Pero, debido a la vida activa y, por tanto, a la falta de tiempo para demasiadas prácticas de piedad en común, Don Bosco recomienda a los suyos, para la oración personal, oraciones breves o "jaculatorias". "Las jaculatorias recogen brevemente la oración vocal y mental, salen del corazón y van a Dios. Son dardos inflamados que envían a Dios los afectos del corazón y hieren a los enemigos del al¬ma, las tentaciones y los vicios". Podrán sustituir a la meditación, cuando no puede ha¬cerse, les aclara a los religiosos salesianos.
7. En la realidad de la vida cotidiana Pero los "ejercicios de piedad" y las "oraciones breves" no son toda la oración de Don Bosco. Otra forma es la "oración de vida" u "oración-actitud"; es presencia y atención constante a Dios en los acontecimientos de la vida cotidiana. Es oración verdadera, porque es un camino con Cristo dentro de las realidades humanas, es un vivir en El, con El y por El. A sus Salesianos, sólo les propone como "prácticas de piedad", el "buen ejemplo" y "el perfecto cumplimiento de los deberes generales del cristiano"; debido a "la vida activa a la que tiende nuestra Congregación". De ahí la importancia de la "oración de vida" (o "liturgia de la vida"), como acto de unión con Dios. Acción y contemplación, trabajo y oración no son sino dos momentos del mismo amor de caridad, que da consistencia y unidad a la vida. Entre oración y trabajo se produce una relación perfecta de identidad. Sólo en este sentido se puede decir que el trabajo es oración. Don Bosco fue un trabajador formidable y un gran orante, con una oración íntima, sentida, sin grietas, oculta bajo un semblante sereno y un obrar espontáneo4. Se la he definido como "la unión con Dios", no sólo porque vivía unido a Él en sus momentos más explícitos de oración, sino porque impregnaba, habitualmente, cada momento y aspecto cotidiano de acción de gracias a Dios, de confianza filial en su Providencia, de filial coloquio con María.
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Cfr. BaocsaeO P., Don Bosco, profundamente hombre, profundamente santo, Ed. CCS, Madrid 1988, pp. 117-129
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4.1.7.- DON BOSCO CON DIOS Para nuestra vida de seglares, apóstoles en la vida y en lo cotidiano, la "fórmula„ y el "estilo" de fa oración salesiana nos fortalece y nos cuestiona. De ahí la importancia concedida al tema en nuestra reflexión.
8. Una vida centrada en los Sacramentos y el apostolado "El programa de vida cristiana apropiado a los jóvenes incluye la relación personal con Dios y el compromiso apostólico. Cristo ha de ser conocido y amado como un amigo vivo, presente en la vida de cada día. En concreto, Don Bosco enseñaba a los jóvenes a hacer la experiencia del encuentro con el Cristo que salva, sobre todo mediante los sacramentos de la Eucaristía y de la Reconciliación. Estos dos sacramentos, vividos como experiencias de fe, son la base de la vida espiritual y de la creatividad apostólica. La Eucaristía es el memorial del amor de Dios a los hombres, manifestado en Cristo muerto y resucitado,- y, al mismo tiempo, una invitación constante a la comunión con El. El sacramento de la Reconciliación es expresión de la misericordia de Dios, infinitamente más grande que los pecados de los hombres. Don Bosco supo aprovechar los medios que la Liturgia y la religiosidad popular ponían a su disposición para iniciar a los jóvenes en una experiencia cristiana enraizada en la vida. Hizo todo lo posible para evitar que la práctica religiosa fuese desencarnada o alejada de las preocupaciones de cada día. Es más, invitaba a los jóvenes a asumir un compromiso apostólico, a ser apóstoles de las personas en los ambientes donde vivían, como fruto de la vivencia de su fe. En la biografía de Santo Domingo Savia escribe lo siguiente: "La primera cosa que le aconsejé para hacerse santo fue que se esforzara por ganar almas para Dios, porque no hay cosa más santa en este mundo que el cooperar con Dios a la salvación de los hombres. Por ellos Jesucristo derramó hasta la última gota de su preciosísima sangre"5 Para Don Bosco, el compromiso apostólico de los jóvenes, corno una manera de servir a los compañeros y amigos, y de colaborar en la expansión del Reino de Dios, era el signo más elocuente de una vida de fe auténtica"6 En cualquiera de sus biografías se puede ver toda la fuerza que Don Bosco daba a la vida sacramental, desde la valoración del Bautismo y de la consiguiente dignidad cristiana de sus jóvenes, convertidos en "templos del Espíritu Santo", hasta la frecuencia de la Eucaristía y de la Reconciliación, que alcanzará, -tanto en él (de joven, en el seminario, sacerdote apóstol de la Confesión...) como en sus jóvenes (casos de Savia, Magone; clima de Valdocco, resultados vocacionales)-, altísimas cotas de intensidad. Vale la pena profundizar este aspecto y contrastarlo con nuestra práctica personal y nuestras catequesis y actividades apostólicas.
9. Maestro de espiritualidad Entre dificultades de todo tipo, había florecido en Valdocco una original experiencia del Espíritu, un nuevo modelo educativo y pastoral.
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CANALS J.-MARTINEZ A., San Juan Bosco, obras fundamentales, BAC, Ed. Católica, Madrid 1979, pp. 30-31 6
JUBANY N., Don Bosco, amigo de los jóvenes y modelo de educadores, Edebé, Barcelona 1988
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4.1.7.- DON BOSCO CON DIOS Don Bosco pertenece a una constelación de santos Fundadores. Es, en efecto, el padre de una gran descendencia espiritual: Salesiano, Hijas de María Auxiliadora, Cooperadores y otros grupos suscitados por el Espíritu Santo, que viven su espíritu y realizan su misión, con funciones específicas. Es una de las figuras más representativas de esa santidad, que ha sido llamada "es-cuela de santidad turinesa". Una escuela que, en el espacio de un siglo, ha visto florecer a unos sesenta Santos, Beatos y Siervos de Dios, interdependientes y distintos, cuyo anhelo común es orar y trabajar. Una escuela que se ha distinguido por su equilibrio práctico, lleno de criterio; por su actitud de prudencia y de independencia política; por su tradicionalismo, que no excluye, sobre todo en Don Bosco, - el más combativo de todos contra el anticlericalismo dominante -, audacia creadora, gran espíritu de iniciativa y capacidad de apertura constructiva ante las necesidades de la Iglesia, en la frontera de los nuevos tiempos. A la distancia de los años, podemos constatar que Don Bosco se encuentra a la cabeza, no sólo de una numerosa posteridad espiritual, sino también de una verdadera y propia corriente espiritual en la Iglesia, que está empapando al mundo, y de una auténtica escuela de espiritualidad. Una espiritualidad original: apostólica o, dicho de otro modo, una espiritualidad de la acción. El cristiano de hoy, tentado por la dificultad de ensamblar en una unidad vital el ser y el obrar, el amor a Dios y el amor al prójimo, la oración y el trabajo, la acción y la contemplación, encontrará en Don Bosco un modelo concreto de unidad espiritual, vivida en la intensidad de una vida activa. No existe en él división interna alguna, sino una perfecta "gracia de unidad": Dios es verdaderamente la luz, el motor, el centro de su vida. Santo de la acción, no silencia los valores de la oración, pero sabe hacer de la acción "el lugar habitual" de su encuentro con Dios". Más en concreto, Don Bosco se da cuenta de que él, personalmente es-taba llamado a encontrar al Señor de modo particular en la obra de salvación de los jóvenes pobres. "Los santos no envejecen, - ha dicho Juan Pablo II -, son siempre los hombres y las mujeres del mañana, los hombres del porvenir evangélico del hombre y de la Iglesia, los testigos del mundo futuro". El hecho de que Don Bosco triunfe todavía y atraiga hacia sí poderosamente a multitud de jóvenes y de fieles, demuestra que posee en sí mismo algo que desafía a los siglos. Cuantos viven en su órbita o se siente deseosos de familiarizarse con él, pueden recoger sin temor el mensaje de su "santidad", simple y profunda, cautivadora y simpática, aunque honda y exigente. En efecto, Don Bosco, tan amable y comprensivo, nos quiere "no "mundanos", sino en el mundo; no amorfos, sino con una identidad propia; no anticuados, sino como actuales profetas de las realidades que nos anuncia y abre la Pascua, cultores de una renovación exigente, protagonistas de una historia de Salvación". El don más grande que podemos ofrecer a los demás es precisamente nuestra santidad...7 Y una observación más. La dinámica de la contemplación en Don Bosco está en su "D.M.A.C.T.", vivido con coherencia absoluta.
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Cfr. BROCARDO P., Don Bosco, profundamente hombre..., o.c., pp. 13-22.
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4.1.7.- DON BOSCO CON DIOS
10. La opción mariana de Don Bosco "Sabemos que Juan Bosco nació y se educó en un ambiente profundamente mariano, por tradición de su Iglesia local y de la piedad familiar". Baste recordar cómo, pocos días después de su vestición clerical, - octubre de 1835 -, la víspera de su partida para el seminario, Mamá Margarita lo llamó aparte y le dirigió aquellas memorables palabras: "Juan, hijo mío, ... cuando viniste al mundo, te consagré a la Virgen; cuando comenzaste los estudios, te recomendé la devoción a nuestra Madre; ahora te recomiendo que seas devoto suyo; ama a los compañeros devotos de María; y, si llegas a ser sacerdote, recomienda y propaga siempre la devoción a María". Considero de particular interés hacer notar que ya a los nueve años, en el histórico sueño (que se repetirá varias veces, y al cual Don Bosco atribuye particular incidencia en su vida), María se asoma a su conciencia de fe como un personaje importante, interesado directamente en un proyecto de misión para su vida; es una Señora que muestra particulares preocupaciones `pastorales' hacia la juventud: efectivamente, se le presenta `vestida de Pastora8. Digamos en seguida que no es Juanito quien escoge a María, sino que es María quien se presenta con la iniciativa de la elección: Ella, a petición de su Hijo, será la inspiradora y la Maestra de su vocación. Este sentido íntimo de una relación personal de María con él, ayudará espontánea-mente a Don Bosco a cultivar en su corazón una atención y un afecto que van más allá de las diversas fiestas y títulos marianos, localmente más venerados, que ciertamente él apreciaba y sabía festejar con entusiasmo. Siempre será característica suya esta actitud de relación personal con la Virgen: su devoción mariana le lleva a considerar directamente a María como una persona viva; en ella contempla y admira todas sus grandezas, sus múltiples funciones e innumera¬bles títulos de veneración. Así se fue consolidando en el corazón de Don Bosco un tipo de devoción mariana que no es sectorial o unilateral, sino comprensiva y total, centrada directamente en el aspecto vivo y real más esencialmente apropiado de la persona de María. Escribe Caviglia: "Nótese bien: hablando de la devoción a María, nosotros dejamos aparte todo título celebrativo, exhortativo o devocional. Es María, la Virgen, sin más. Vulgarmente, diríamos: ¿cuál es la Virgen que indicaba Don Bosco y de la cual era devoto Domingo Savio? Todas y ninguna. En el primer sueño de los nueve años, a Don Bosco niño se aparece, no una Virgen, digamos, bajo alguno de sus títulos, sino la Virgen, María, la Madre de Jesús. En la época que estamos considerando, el Santo Maestro era devoto de la Consolata (ésa fue la primera estatua de la Capilla Pinardi), la Virgen de los turineses: entre tanto, bajo el lema religioso que llevó a la Iglesia a la defi¬nición del dogma de fa Inmaculada, se fue orientando hacia esta devoción y, con espíritu exquisitamente católico y profunda y lúcida comprensión, transformó el artículo de fe en amor y devoción, de modo que ésa fue, durante mucho tiempo y bajo ciertos aspectos, su Virgen. Y ésta es la que propuso a Savio desde el principio; prueba de ello
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También en el Sueño de Barcelona-Sarriá sobre las Misiones (1886),- "traza una raya desde .Valparaíso y Santiago hasta Pekín"-, volverá a aparecerse en figura de "Pastora".
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4.1.7.- DON BOSCO CON DIOS es que el santo discípulo tuvo en aquella celebración su primer momento, y la histórica Compañía, por él iniciada, la denominó "de la Inmaculada Concepción"9.
PARA LA REFLEXION Y EL DIALOGO - ¿Existe una espiritualidad en Don Bosco? ¿En qué insiste más? - ¿Por qué arrastra a los chicos y a los primeros seguidores? ¿Cuál es el secreto de su extraordinaria fecundidad apostólica? ¿Qué representa la oración en su vida y en la nuestra? - ¿Cómo conjugamos nosotros la vida activa y el trato con Dios? ¿Sólo se reduce a una oración ocasional, o se convierte en trato habitual, en presencia viva y permanente de Dios en nuestras vidas y proyectos? - ¿Qué valor damos a los Sacramentos? ¿Los entendemos? ¿Los vivimos? ¿Cómo re-percuten en nuestra acción apostólica? - Qué reacciones e interrogantes suscita en mí la espiritualidad de Don Bosco? ¿Me siento integrado en esa corriente espiritual? ¿He entendido bien qué supone la "espiritualidad de la acción"? - ¿Dónde está el secreto del `Dame las almas y llévate lo demás'? Reflexionar, en grupo, sobre nuestro "celo apostólico", sobre nuestras prudencias y miedos, a la hora de la acción... -
Sin María, la obra de Don Bosco no tiene explicación. ¿Cómo la entendemos nosotros? ¿Cómo vivimos su cercanía y su presencia de Madre y de Auxiliadora? ¿Estudiamos a la "Virgen de Don Bosco" en todo su valor teológico de Madre de Cristo, de los hombres y de la Iglesia?
BIBLIOGRAFÍA - Bosco T., Don Bosco, una biografía nueva, Ed. CCS, Madrid 1987. - Bosco T., El Oratorio de Don Bosco, Delegación Nacional de Pastoral Juvenil, Madrid 1988. - Brocardo R, Don Bosco, profundamente hombre, profundamente santo, Ed. CCS, Madrid 1988. - Canals J.-Martínez A., San Juan Bosco. Obras fundamentales, BAC, Ed. Católica, Madrid 1979. - Ceria E., Don Bosco con Dios, Ed. CCS, Madrid 1984. - Juan Pablo II, Carta "Juvenum Patris" a los educadores cristianos, Ed. CCS, Madrid 1988.
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VIGANÓ E., María y la Familia Salesiana, Carta del Rector Mayor, Ed. CCS, Madrid 1985, pp. 14-16. 32 MBe XVIII, p. 382.
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4.1.7.- DON BOSCO CON DIOS - Jubany N., Cardenal de Barcelona, Don Bosco, amigo de los jóvenes y modelo de educadores, Edebé, Barcelona 1988. - Lemoyne-Amadei-Ceria, Memorias Biográficas de San Juan Bosco, Traducción de B. Bustillo, Ed. CCS, Madrid 1981-1989. - -Viganó E., María y la Familia Salesiana, Carta del Rector Mayor, Colección "Documentos/20, Ed. CCS, Madrid 1985.