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DOS SIGLOS Y MEDIO DE PRENSA EN LA CIUDAD DE MURCIA (1706−1939) LOS PRIMEROS PERÍODICOS La prensa periódica en Murcia se remonta al año 1706, en el que se editó una Gazeta de cuatro páginas, con carácter probablemente semanal. La imprenta se había establecido en la ciudad con cierta antelación −en 1687−, pero no hay noticia de ningún periódico anterior este, cuyo director se ignora. De la Gazeta de Murcia se conservan tres ejemplares en la Hemeroteca Municipal de Madrid, correspondientes a los días 10 de agosto y 23 de septiembre. Era una época gris en la vida española a causa de la guerra de Sucesión y este pequeño periódico facilitó noticias importantes al lector de su tiempo. En los ejemplares existentes se cuenta la proclamación de Felipe V como Rey en Toledo y el inicio del sitio de Alicante por las tropas del archiduque Carlos, el asalto a esta ciudad y el breve relato de la batalla de El Albujón, en el que hubo mas de 150 muertos. La Gazeta de Murcia tiene una especial significación porque sitúa a la ciudad entre las diez primeras de España que dispusieron de prensa periódica. Extrañamente, no se conoce otra publicación hasta 1792 −mas de ocho décadas después−, cuando apareció un Diario de Murcia, también con cuatro pequeñas páginas, dirigido por Luis Santiago Bado, en el que se combinaba la seriedad de los planteamientos profundos con detalles humorísticos muy logrados. A diferencia de la Gazeta, atenta exclusivamente a las crónicas de guerra, el Diario de Murcia fue una publicación que trataba cualquier tema de interés publico, con una intención divulgadora de conocimientos y dirigida a la clase media−alta. Dio a conocer escritos de los lectores sobre temas muy variados, desde lo importante a lo superficial, firmados casi siempre con seudónimos o iniciales, y que suscitaban réplicas. Editó 76 números, en el primer semestre de 1792, incluidos los domingos. El Correo Literario, surgió como descendiente del Diario, pero con una periodicidad distinta, ahora cada dos semanas. Se publico los martes y sábados entre 1792 y 1795, con ocho páginas dedicadas a varios asuntos correspondientes a la política, física, moral, ciencia y artes, según se decía explícitamente en la portadilla previa a cada cuatrimestre. Sus directores y editores eran el citado Luis Santiago Bado y sus amigos Rosendo Zamorano y Francisco Meseguer. Cada articulo solía comenzar con un articulo de opinión, seguía con alguna poesía, breves ensayos sobre economía, agricultura, religión, modas, medicina, etc. En medio de todo ello, cartas de los lectores, como en su antecesor. Uno de los primeros trabajos históricos que dio a conocer se tituló Compendio histórico de Murcia y su reino, que no pudo completar. Los restantes periódicos del siglo XVIII −solo tres son conocidos por referencias− carecen de interés. Por contraste, la primera mitad del XIX es abundante en prensa murciana, aunque la mayoría de títulos documentados tuvieron una vida muy corta, apenas uno o dos años. Hay que mencionar El Observador del Segura (1813−14), dirigido por Bartolomé Colomar, El Caviloso (1814), del mencionado Bado, una nueva Gazeta de Murcia (del mi9smo año), fundada y redactada por el sacerdote Luis Muñiz... Solamente en el trienio liberal (1820−23) existe constancia de que se editaron nada menos que 19 periódicos, todos ellos muy afines a la ideología oficial, aunque muy críticos, algunos, con quienes regían los destinos de Murcia. Reflejaban la zozobra con que los ciudadanos vivían los vaivenes de la política nacional, a causa de los enfrentamientos ideológicos. El País estaba dividido en dos posiciones irreconciliables: la de los absolutistas, defensores de los plenos poderes del Rey y los constitucionales, que veían necesario colocar dentro de unos 1
limites razonables y legales las potestades del Monarca. El Periodismo de aquellos años era muy critico, muy batallador, y a veces también muy violento y desmedido, con cierta confusión en las fronteras ideológicas: así, había periódicos que se autocalificaban de constitucionales y eran claramente defensores de las prerrogativas reales. Por otro lado, aunque el clero, en general, era proclive a las posturas realistas, existía en el seminario de San Fulgencio un fuerte núcleo liberal y defensor de una situación política contraria a las instituciones monásticas y a muchas prerrogativas de la Iglesia. Tras es pasajera efervescencia de prensa murciana, y extinguida también la breve vida de los títulos como El Liceo, El Segura, La Palma y algún otro, la ciudad se encontró de pronto con un solo periódico. Se llamó nuevamente Diario de Murcia y estuvo editado por el impresor José Carles Palacios, que lo subtituló muy prudentemente periódico de todo, menos de política y religión. Disponía de cuatro paginas de contenido variado. LLEGÓ LA PAZ El primer periódico importante de la ciudad, La Paz de Murcia, llegaría algo después, en 1858, de la mano del granadino Rafael Almazán Martín. Este hombre, de gran inventiva y tenacidad, era cajista de imprenta y, apoyado en sus conocimientos tipográficos, fundó sucesivamente cuatro pequeñas publicaciones periódicas: El Avisador, El Correo de Murcia, El Vulcano y El Telegrafo de pocos meses de duración. La Paz de Murcia la dirigió en sus primeras semanas el abogado Juan Contreras Moreno con el subtítulo de periódico de noticias, avisos y de fomento de la provincia de Murcia y salía los martes, jueves y domingos Almazán, participe en el negocio y con el cargo de administrador, asumió la responsabilidad de director de lo que, a partir de abril, se convertiría en diario de fomento, ciencias, artes, literatura, noticias y anuncios. Almazán pretendía hacer un periódico independiente, con objeto de atraerse lectores de cualquier ideología. Pero se vivía en una época difícil en que la publicidad era casi inexistente y la prensa solo se financiaba con las suscripciones, y no muchas, debido a los bajísimos índices de lectura. Almazán montó, como negocio complementario, un establecimiento de papelería y distribución de libros; aun así, su economía estaba siempre, por lo general, en situación precaria. Lo más llamativo es el hecho de que La Paz no encontró competidores durante varios años, y pese a ello el periódico no prosperaba en el aspecto financiero. Con gran imaginación, su director ideó varias formas para atraerse al publico, como editar en folletín una revista llamada Boletín agrícola, un suplemento semanal con artículos de divulgación, una hoja literaria, los lunes, o unos suplementos que tituló La Enciclopedia y La Miscelánea. Sin embargo, lo más singular fue editar La Paz a medias con otro periódico de alcance nacional: desde mediados de 1865, se editó como cuarta pagina de La Correspondencia de España, aunque también se vendía suelto. Los problemas se agudizaron a partir de los años 70, cuando aparecieron en la ciudad El Noticiero (1872), Las Noticias (1875), El Comercio (1876), El Semanario murciano (1878) y, sobre todo, El Diario de Murcia (1879). La imparcialidad política de La Paz, se resquebrajó ante tan amplia competencia. Y al igual que el país oscilaba entre isabelinos, revolucionarios del 68, amadeístas, republicanos, etc. y, especialmente, entre conservadores y liberales, este periódico tuvo que ponerse al servicio de la fluctuante política local para subsistir. Apena pudo lograrlo, y en los años 80 se editaba con solo dos paginas propias y otras dos, las centrales, de El Popular, de Madrid (igual que hacían otros colegas de Sevilla, Cádiz y Lugo). Agobiado por los gastos, lanzó urgentes llamamientos a los suscriptores morosos, amenazándolos con publicar sus nombres −y así lo hizo alguna vez si no abonaban lo que debían. Pese a sus vacilaciones políticas, Almazán logró hacer un periódico muy estimable para su tiempo, con un talante liberal y abierto. Defendió con insistencia los intereses de la ciudad en todos los aspectos −social, económico, cultural, etc.− y abrió sus paginas a colaboradores de distintas tendencias.
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Se publicó La Paz hasta enero de 1896; no sobrevivió más que unos meses a la muerte de su director. Casi 40 años de vida murciana, están recogidos para la posteridad en sus miles de columnas, compuestas pacientemente a mano. NOTICIEROS Y NOTICIOSOS La década de los 70,en el siglo XIX, es interesante desde el punto de vista periodístico, porque coinciden en el mercado de la prensa cabeceras muy significativas. Por su larga duración descuella El Noticiero, diario de intereses generales, dirigido por Felipe Blanco Ibañez, que apareció en abril de 1872. Comenzó con una intención política centrista, pero pronto se fue inclinando hacia la derecha, de la cual recibió apoyos, al parecer. En los años 80 ya sé autodenominaba diario conservador. Se inicio con buenas perspectivas, pues contó con el respaldo de 1.000 suscriptores, cifra insólita en aquel momento. Pero su estrella declino de modo alarmante, al salir a la palestra El Diario de Murcia, en 1879. Felipe Blanco se amolda a una supervivencia modesta; a lo que no se resigno fue a la desaparición de su periódico, y para evitarlo llevo a cabo diversas innovaciones: ampliar el tamaño, hacer dos ediciones diarias −mañana y tarde−, salir los domingos, publicar un suplemento los lunes −al estilo de El Imparcial madrileño−, etc. un trabajo tan agotador afecto probablemente a su salud, y este activo periodista, hombre bohemio y de reconocido buen talante, murió en 1908. El Noticiero siguió editándose hasta 1917, dirigido por su hijo Ramón, pero con periodicidad muy irregular. Las Noticias se publica desde 1875 a 1882, con carácter bisemanal, primero, y semanal, mas tarde. Tuvo tres directores, Gabriel Baleriola, Ibañez Maceres y Diez Sanz de Revenga, que defendieron tenazmente la ideología liberal y atacaron con dureza a los conservadores, cuando estos se hallaban en el poder; en concreto, llegaron a responsabilizarlos de las consecuencias de la riada de Santa Teresa. Se imprimió en la tipografía de José selles, el cual aparecía como titular de la dirección y administración; cabe pensar que más bien era el empresario o promotor. El Comercio, subtitulado semanario mercantil, agrícola e industrial, duro solamente cuatro o cinco años y en tan corto lapso de tiempo lo dirigieron tres periodistas. Eduardo Bermúdez, Martínez Tonel y Rodolfo Carles. Se mantuvo al margen de cualquier ideología política, actuando eficazmente en defensa de los intereses de Murcia, sin desdeñar en ocasiones los aspectos de la cultura y la divulgación científica. Se publico entre 1876 y 1880 en la imprenta de Anselmo Arques. En esos mismos talleres, al principio en los de la Paz después, se imprimió El semanario murciano, muy vinculado a la política, no siempre moderada, de Hernàndez Amores. Duro desde 1878al 81, y en sus paginas se alternaron las violentas descalificaciones de los rivales ideológicos con interesantes paginas de carácter literario. Firmas de gran prestigio local, como Andrés Baquero y Javier Fuentes y Ponte, en prosa, y Ricardo Gil y Sánchez Madrigal, en poesía, dejaron han esta publicación diversas huellas de su talento. Parece ser que lo dirigió Gabriel Baleriola, al que acompañaban han el consejo de redacción Tomas Maestre y el mencionado Sánchez Madrigal. TORNEL ESCRIBE UN DIARIO El mejor periódico murciano del siglo XIX es indudablemente El Diario de Murcia, que dirigió con tanta dedicación José Martínez Tornel. Salió a la luz en 1879 y sirvió los intereses de la provincia hasta 1903. Tornel, a diferencia de Almazán, era escritor, y además, un escritor de fácil pluma, con inspiración casi siempre localista. Esto lo convertian en el hombre idóneo para reflejar cotidianamente los aconteceres de la vida murciana, una s veces en versos ligeros, otras, en elaboradas editoriales, cuando no en artículos de carácter histórico o costumbrista. Se dio cuenta que Murcia era una ciudad de raigambre religiosa y estructura conservadora, y creó un diario 3
acorde con los sentimientos de la sociedad a la que se dirigía, frente al liberalismo de La Paz, en cuya Redacción trabajó anteriormente. El éxito de Tornel fue inmediato, porque además de su acertado planteamiento, tuvo la oportunidad de vivir la trágica riada de Santa Teresa, que brindo ocasión para un brillante despliegue informativo. En diez días vendió mas de 25.000 ejemplares, muchos de ellos fuera de la provincia, y el propio Alfonso XIII quedó impresionado por el relato de la catástrofe y se desplazo hasta la huerta murciana para conocer la magnitud de los daños. Tornel publicó en su primera pagina, una sección titulada Lo del día, en la cual comentaba la actualidad local, casi siempre muy leve, poco trascendente, pero reflejada con espíritu cordial y conciliador. En ella a quedado para épocas posteriores la pequeña historia de Murcia en la segunda mitad del XIX. Tornel se interesó afanosamente por el progreso de Murcia, no solo en la faceta económica, que era importantisima, sino también cultural. Los centenarios de Salzillo, Saavedra Fajardo y Calderón, encontraron el eco adecuado en las paginas de El Diario, que impulsó además juegos florales y certámenes literarios con valiosos premios. Leído por muchos, comentado en tertulias y reuniones, moderado en sus juicios y eficaz en su información, El Diario de Murcia llegó a ser lo que se propuso, el periódico de todos. FLORES DE UN DIA Durante el siglo XIX, muchos fueron los periódicos que vieron la luz, algunos de ellos de gran interés. Así en los años 80, El murciano, La Región del Levante, El Heraldo murciano, El Criterio murciano, La Revista,... No tuvieron larga vida −ninguno superó el año 90−, sin embargo adquirieron cierta significación en su momento. El Murciano, dirigido sucesivamente por José Carles y Andrés Blanco, se publico en 1884−85 y pasó de ser anticlerical y republicano a católico y monárquico, según quien lo dirigía. Mantuvo polémicas con el Diario de Murcia. La Región del Levante, a cuyo frente estaba Lorenzo Llinares, difundía ideas claramente anticatólicas, fraguadas en círculos republicanos o afines. Se publicó entre 1885−86, y durante un breve tiempo salió refundido con Las Provincias. El Heraldo murciano, bisemanal, fue fundado por Agustín Medina Almela y dirigido por Manuel Sánchez Visiedo. Se editó entre 1886−87, adicto a la política de Romero Robledo, al principio, y apegado después al partido liberal. Mas significación tuvo El Criterio murciano, también bisemanal y autocalificado de periódico religioso, científico, literario, de administración y de intereses materiales. Salió entre 1885 y 1890, bajo ña dirección en sus comienzos, de Manuel Martínez López y, mas adelante, de Joaquín Arques, con Andrés Blanco como redactor−jefe, en esta segunda etapa apareció bajo el enunciado de diario independiente. Publicó en folletín obras poéticas de Federico Balart, José Selgas, Ricardo Gil, Carlos Cano, Virgilio Guirao... Dos aspectos reseñables de este periódico, son por un lado, la colaboración anónima, del canónigo Ildefonso Montesinos, en defensa del dogma y la moral, frente a los ataques de los librepensadores de la época, y por otro, las duras sátiras de Arques, escritor de fértil ingenio y virulento humor, que motivaron fuertes polémicas. En esa línea de critica briosa y batalladora estuvo La Revista, semanario impulsado por Hernández Amores y dirigido por Gabriel Baleriola entre 1886 y 1887. Además de su atención a lo literario y artístico, puso interés en cuestiones importantes de carácter económico y social, como las relativas a impuestos o a administración de justicia y suscitó campañas que alcanzaron 4
notable eco. AUGE DE LA PRENSA LITERARIA La Juventud literaria se fundó a finales de 1888 por Ramón Blanco y Rojo de Ibañez, hijo de Felipe Blanco, cuando tenia 19 años. El joven periodista dio cabida en sus paginas a los escritores de su generación, facilitando así la divulgación de sus creaciones literarias. Lo mas llamativo de La Juventud literaria fue su larga trayectoria de quince años, un ejemplo de perseverancia y de afición a las letras, sin comparación. Por su estructura peculiar, citar a El Panocho, pequeña revista de Frutos Baeza, escrita en habla huertana. La Enciclopedia y La Miscelánea, fueron creadas por Rafael Almazán, director de La Paz, con el propósito de llegar a mas lectores. Por su parte, el inquieto Joaquín Arques, editó su propia revista literaria, en 1895, El álbum murciano, donde él mismo colaboró activamente en las secciones de Hojas sueltas y Correspondencia. Tuvo especial importancia la parte gráfica, con portada y paginas centrales de tono humorístico de Manuel Iznardo. Pero la publicación literaria más relevante de la época es El Mosaico, dirigida por el poeta festivo Carlos Cano. Fue una revista variada en su contenido, con buenas firmas nacionales, como Blanca de los Ríos, Vital Aza y Pérez Zuñiga. Se editó en 1896−97 durante 65 semanas y el cronista Ibañez la consideró una de las revistas semanales de más exquisita literatura que vieron en Murcia la luz de publicidad. TRANSICION Y RELEVO Algunos periódicos iniciados en el siglo XIX continuaron su vida en el XX. Es el caso de El Noticiero, El Diario de Murcia, Las Provincias... Y de otros menos importantes como el Heraldo de Murcia, El Correo de Levante... El segundo Heraldo de Murcia comenzó en 1898 y siguiendo la costumbre de la época, logró colaboraciones de escritores de la Corte, como Pardo Bazán, Jacinto Octavio Picón, Pérez Zuñiga y Ramón y Cajal, el cual mantuvo una sección titulada Bagatelas y pensamientos. En los últimos meses de su existencia −duró cinco años− el Heraldo incorporo a su Redacción a Pedro Jara Carrillo y a Bautista Montserrat, que en prosa el primero y en poesía el segundo, infundieron savia nueva al periódico. Ibañez García comento que era el primer diario local hecho a la moderna. Y tal vez fuese cierto desde su perspectiva de 1930, pero la modernidad, y aún relativa, no llegaría hasta 1903. El Correo de Levante, diario liberal de la tarde, se publicó durante cuatro años escasos desde 1899. En sus paginas incluía una crónica, información de corresponsales, noticias locales, telegramas de agencia y un espacio dedicado a colaboraciones literarias, concretamente un cuento cotidiano. Los años 1902 y 1903 marcan una especie de frontera en el periodismo murciano. Coinciden esos dos años, la desaparición de Las Provincias, el Heraldo y El Correo y comienzan a editarse dos diarios importantes, EL Liberal y La Verdad a los que acompañaran otros dos de cierta relevancia: El Diario murciano y Región de Levante. EL LIBERAL Apareció el 30 de junio de 1902, dirigido por Enrique Rivas Beltrán, con la idea declarada en su primera editorial, de colaborar con la prensa local ya existente para la defensa de todo aquello que la región levantina 5
pueda resultar beneficioso, agregando utópicamente que ninguna agrupación política ni interés ideológico influiría en su independencia de criterio. En un principio, su postura fue de un izquierdismo moderado, de base monárquica, para inclinarse después hacia el radicalismo de Lerroux y terminar como portavoz de los partidos republicanos de Murcia. Durante algún tiempo sacó dos ediciones diarias, con cuatro páginas de tamaño grande, a base de una primera de variado contenido −editorial, crónica, artículos diversos−, dos centrales para las noticias de España y del extranjero, y una cuarta con novelas de folletín y anuncios. Tras Enrique Rivas, la dirección de El Liberal quedo en manos de Pedro Jara Carrillo, escritor que alcanzará renombre en la ciudad. Sus quince años al frente del periódico −1911 a 1926− fueron importantes por el acierto de algunas de sus iniciativas, entre las que destacaron su laboriosa campaña para la creación de la Universidad. Se publicó El Liberal hasta finales de marzo de 1939, en la víspera del último día de la guerra civil en Murcia. Sus meses postreros fueron de una gran precariedad por la escasez de papel y la absoluta falta de medios de cualquier clase. LA HORA DE LA VERDAD La Verdad vivió paralelamente a El Liberal todos los acontecimientos de la ciudad, del país y de Europa, durante mas de un tercio de siglo. Nacido este periódico a comienzos de marzo de 1903 y vinculado al movimiento obrero católico, coincidió su aparición con el cierre, en menos de cinco meses, de tres fuertes competidores: El Diario de Murcia, a los pocos días, El Heraldo, en junio, y El Correo, un mes después. El primer director de La Verdad fue un periodista madrileño, Sánchez de los Ríos, elegido por su alejamiento de los posibles centros de presión de Murcia. La designación fue un fracaso, ya que protagonizó un desagradable incidente en Carnaval y hubo que sustituirlo a los once días por Nicolás Ortega Pagán, nacido en Fuente−Álamo. Los inicios de La Verdad, tuvieron un claro signo eclesial, que se mantendría durante años, y lógicamente sus primeras campañas se orientaron en el terreno de lo religioso y social. Hubo dos muy significativas: Una, sobre el descanso dominical en los distintos sectores laborales de Murcia, para la cual dieron ejemplo los periódicos locales −excepto El Liberal−, no publicando ediciones los domingos. Otra, sobre los escándalos del Entierro de la Sardina, con carrozas tripuladas por mujeres de vida airada y una llamativa pesca de diosas a la conclusión. Vivió La Verdad, en todos esto años, una época de notable desarrollo, con evidente mejora de sus instalaciones y servicios informativos y ampliación de su censo de colaboradores. Se publicó una página dedicada a las letras y las artes, convertida muy pronto en Suplemento literario, y más adelante, en una valiosa revista, Verso y Prosa, que se editó desde noviembre de 1923 a octubre de 1926, con 59 salidas al publico, en las que brillaron colaboraciones de gran prestigio nacional, como las de Antonio Machado, Juan Ramón Jiménez, García Lorca, Jorge Guillen, Azorín, Gabriel Miró, Alberti... Otras aportaciones interesantes, fue la publicación de unos libros −almanaques anuales, de excelente papel, con abundante material gráfico y colaboraciones literarias también muy valiosas. En septiembre de 1931, accedió a la dirección el abogado del Estado, Federico Salmón, el cual experimento en su corta etapa como director (15 meses), la creación de la Editorial La Verdad S.A., para establecer sobre 6
una firmeza económica la pervivencia del diario. Antonio Reverte sustituyó a Salmón en la dirección y vivió la etapa más conflictiva políticamente, con un ambiente prerrevolucionario en las calles que culminó en 1936 con un incendio provocado en la sede del periódico ( segundo incendio que padeció el medio). Incautado el 19 de julio de 1936 por las Juventudes Socialistas Unificadas, desapareció La Verdad hasta el final de la guerra civil, y sus instalaciones se utilizaron para editar otro diario con el nombre Nuestra Lucha. EL TIEMPO Fundado en septiembre de 1908 y dirigido por Nicolás Ortega Pagán, tras su experiencia en La Verdad. Salió durante 28 años, con clara adicción a la política de La Cierva, aunque durante una época se autodefinió como diario independiente. Siempre se mantuvo en una línea moderada y dialogante. Además de su publicación cotidiana, El Tiempo editó dos tipos de extras anuales: Unos en Semana Santa, con ilustraciones de imágenes de Salzillo y otros en la feria de septiembre, desde marzo de 1924 hasta 1935.Tanto en unos como en otro, colaboraron firmas muy conocidas. GUERRA Y PAZ Durante la guerra civil se publicaron en Murcia, además de El Liberal, tres diarios: − Nuestra lucha, se editó en los talleres en los talleres incautados a La Verdad, desde agosto de 1936, dirigido por el diputado comunista Francisco Félix Montiel. Salió hasta el 28 de marzo de 1939, víspera del fin de la contienda bélica en Murcia. Se proclamó órgano del partido socialista y portavoz de la UGT. Tenía un carácter panfletario, como consecuencia de las dramáticas tensiones que producía la guerra civil. − Confederación, órgano de la CNT, editado en los talleres de El Tiempo, también incautados. Titulaban las informaciones con un desaforado tono mitinesco. − La Unidad, dirigido por Ramón Blasco Blanco, que se publicó desde septiembre de 1937 hasta marzo de 1939 como portavoz del Partido Comunista. Intentaron a toda costa mantener la moral de la retaguardia, con abundancia de consignas políticas a modo de titulares periodísticos. Los tres diarios, inmersos en la conmoción bélica, optaron siempre por la arenga, la amenaza o el falso triunfalismo, en perjuicio de una información mínimamente veraz. La historia de la prensa murciana se configura, a partir de 1939, con el renacimiento de La Verdad, la creación de La Línea, en sustitución de El Liberal, posteriormente, el nacimiento de La Opinión y Diario 16 Murcia.
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