LA PRESENTACIÓN GRÁFICA DE LA PALABRA. CONEXIONES ENTRE FORMA Y LEGIBILIDAD
Eduardo Herrera Fernández
[email protected] Universidad del País Vasco
RESUMEN La escritura alfabética es un sistema de signos gráficos cuyo cometido es el de superar las limitaciones intrínsecas de la palabra, traduciendo ésta del canal sensorial acústico al óptico. Y al igual que la voz humana requiere de un código precisado para su validez como medio de comunicación, la imagen de la palabra implica un código perceptivo adecuado para su lectura y comprensión. El medio tipográfico es un mecanismo de comunicación y expresión que, prioritariamente, debe satisfacer la necesidad del código visual de las letras por medio de la claridad y rapidez. Esto supone uno de los fines esenciales de la edición por medio de los signos de escritura: la configuración y coordinación del texto favoreciendo su absorción por parte del lector. Es evidente que en la lectura sin esfuerzo las palabras son comprendidas con mayor intensidad en su significado, reciben un contenido expresivo más amplio y se aprehenden mejor. PALABRAS CLAVE Legibilidad / Lecturabilidad / Tipografía / Letra
THE GRAPHICAL PRESENTATION OF THE WORD. CONNECTIONS BETWEEN FORM AND LEGIBILITY
ABSTRACT Alphabetic writing is a system of graphic symbols whose purpose is to overcome the inherent limitations of the word, translating this, from the acoustic channel to the optical. And like the human voice requires a specified code to be valid as a way of communication, the image of the word implies a perceptual code suitable for reading and understanding. The typographic means is a mechanism of communication and expression which mainly should satisfy the need of visual code of the letters through clarity and speed. This is one of the essential purposes of written symbols: the configuration and coordination of the text, helping to its absorption by the reader. It is clear that when we read with no effort, the words are understood with greater intensity in their meaning, receive broader expressive content, and they are better grasped.
KEYWORDS Legibility / Readability / Typography / Letter
En el idioma español el término legibilidad engloba y traduce dos términos ingleses, “readability” y “legibility” que, aunque sinónimos, el uso les ha adjudicado significados diferentes. Así, el término “legibility” se refiere a aquellos aspectos relacionados con la forma de los signos de escritura y su disposición espacial. Por su parte, el término “readability” se asocia con la estructura lingüística, con el número y tipo de palabras que se aplica y la manera en que se combinan para conformar el texto para hacerlo más claro y fácilmente comprendido. En nuestro contexto más inmediato, el término “legibilidad” traduce y abarca el significado de “legibility”, formando parte del vocabulario común en el contexto del diseño tipográfico. Para traducir el término “readability” se ha recurrido
a
términos
artificiosos
como
“lecturabilidad”,
excesivamente genéricos como “comprensibilidad”.
“perspicuidad”
o
Partimos desde el principio de que la comunicación eficaz a través del medio escrito requiere la transformación de símbolos visuales —los caracteres tipográficos— en pensamiento. Desde una consideración de la legibilidad como factor que hace referencia al grado de facilidad y precisión para la realización de este proceso vital de comprensión del texto impreso, y aunque esta acción pueda describirse a través de términos diferentes, en este trabajo no realizaremos tal distinción. Consideramos una definición de legibilidad que englobe a estos dos aspectos
diferentes: legibilidad
—percepción visual—
y lecturabilidad
—
comprensión del texto— (Tracy, 1986, p. 31), desde el análisis de algunas características formales de las unidades básicas componentes del texto escrito que permiten leerlo y comprenderlo con facilidad. Para ello abordaremos algunas de las variables que afectan a la legibilidad, particularmente aquellas que están bajo el campo de actuación de la tipografía. La tipografía —del griego “typos", golpe o huella, y “graphο”, escribir— es una disciplina y técnica donde confluyen todos los procedimientos —creación, selección, aplicación…— que se refieren a los signos alfabéticos, siendo su objetivo general el de transmitir, a partir de formas gráficas, reflexiones, ideas e informaciones, en base al pertinente conocimiento y su práctica. La tipografía, como actividad relacionada con los aspectos referidos a la palabra impresa, de uso fundamental para la comunicación de las ideas, de los hechos, de las cosas y de la cultura, adquiere cada vez una mayor importancia, paralelamente al desarrollo de la comunicación escrita en nuestra “civilización de la imagen”. De una parte, la base en la que se sustenta la tipografía es la escritura, lo cual implica una finalidad precisa: transmitir información a través de la letra impresa. Tal y como el tipógrafo Jan Tschichold (1969, p. 16) consideraba, la escritura es uno de los medios básicos utilizados para el entendimiento, participando de manera directa en el proceso de visualización del lenguaje. A partir de la función de la escritura de representar un sonido a través de letras, es característico de cada uno de estos signos, un valor visual. En la legibilidad reside, por lo tanto, la función básica de la escritura, es decir, la forma en su presentación óptica, debiendo asentarse su configuración sobre la conexión entre forma y legibilidad. Según el editor e investigador François Richaudeau (1984, p. 49), la legibilidad es
la aptitud de un texto para ser leído, comprendido y memorizado fácilmente, siendo sus factores derivados de la tipografía: composición y compaginación; y de la escritura: palabras y agrupación de palabras. Más concretamente puede definirse el término legibilidad, desde la tipografía, como el contraste de los tipos con respecto a su contexto, o el atributo de los caracteres del conjunto alfanumérico que hace posible identificarlos unos de otros, posibilitándose dicho contraste desde diferentes variables: tamaño, anchura, color, forma, color, inclinación…
La función de la legibilidad está relacionada con otras cuestiones para lograr el propósito de significado, y su relación con el contenido y la comprensión del mensaje, a través de la codificación y optimización de los signos alfabéticos como forma de transcripción fonética y extracción del significado. Desde esta consideración, la tipografía se define desde una concepción ergonómica de la configuración formal, en función de la comprensión lectora. Ejemplo ilustrativo de esta dirección de la tipografía son las propuestas del asesor tipográfico y editor Stanley Morison (1958, p. 46), quien proponía: “La tipografía debe ser definida como el arte de disponer rectamente el material a imprimir de acuerdo con propósitos específicos: tanto de coordinar las letras, distribuir el espacio y controlar los tipos como de ayudar al lector en la máxima comprensión del texto. La tipografía es el eficaz instrumento de un utilitarismo esencial y solo de un resultado estéticamente accidental, porque el goce de modelos raramente es el principal interés del lector”. Otra consideración que antepone como objetivo de la tipografía el someter la forma hacia la legibilidad es la del diseñador tipográfico Emil Ruder (1983, p. 72), quien ilustra su afirmación comparando la función de los elementos tipográficos que intervienen en un libro con la banda sonora de una película: “La mejor banda sonora será aquella que esté tan estrechamente ligada a una película que la audiencia no escuche conscientemente la melodía”. El diseñador Josef Müller-Brockmann (1983, p. 80), por su parte, entendía que los caracteres alfabéticos deben en primer lugar transmitir el pensamiento antes que ser apreciados como una forma artística, y solo un carácter sin pretensiones puede cumplir esta función de transmisión para la comprensión del texto.
En cualquier caso, uno de los fines fundamentales de una obra impresa con elementos tipográficos es su reproducción seriada y la facilidad de su lectura, para lo cual será labor del diseñador tipográfico la coordinación del texto de tal manera que pueda ser absorbido sin demasiada dificultad por el lector. Es por ello que resulta imprescindible una reflexión acerca de los factores que intervienen en la legibilidad y percepción de los signos alfabéticos para la composición.
El problema de la legibilidad de los tipos ha supuesto desde hace ya muchos años,
tema
de
ocupación
de
investigaciones
científicas
por parte
de
neurofisiólogos, oftalmólogos, psicólogos, luminotécnicos… En la actualidad, con el desarrollo de nuevas tecnologías de producción, reproducción y medios de transmisión de información escrita, este interés está en grado creciente. Los actuales medios informáticos de creación de fuentes tipográficas y de programas de edición y maquetación, por ejemplo, permiten de forma muy accesible todo un catálogo de posibilidades tan grande de transformaciones, variaciones o correcciones, que parecen se ser la solución definitiva. Sin embargo, es evidente, esta mayor cantidad de variables que hoy en día es asequible controlar, obliga al diseñador tipográfico a ser más consciente de la responsabilidad de su trabajo. Las conclusiones más fiables e importantes de las diferentes investigaciones realizadas sobre legibilidad, atendiendo a la individualidad del signo tipográfico en el proceso de lectura y recogidas por diferentes autores, se pueden sintetizar en:
¿Qué hace a un tipo legible? El grado de legibilidad de un carácter tipográfico es una de las bases fundamentales del proceso de lectura. Debemos entender, en primer lugar, que la definición de “carácter” debe considerarse como la definición de un alfabeto completo, compuesto de mayúsculas, minúsculas, números y signos, proyectado según un estilo y adaptado para ser reproducido por los medios tecnológicos de reproducción gráfica. Contornos destacados de la imagen de la palabra, los trazos ascendentes y descendentes de las letras, los signos de puntuación y un ritmo armónico de trazos redondos y angulares, facilitan la recepción visual. El profesor de psicología Miles A. Tinker (1963, p. 61) realizó en sus investigaciones sobre legibilidad un resumen acerca del grado de legibilidad de las letras aisladas
minúsculas, determinando que entre éstas, las que presentan un mayor grado son: d, m, p, q; y un grado mediano: y, j, r, v, x, y. En minúsculas, se confunden con frecuencia c con e, i con j, n con a, l con j, siendo la acentuación de los rasgos más característicos el factor más determinante de su relativa legibilidad.
En el movimiento de avance horizontal en el proceso de lectura sobre la configuración de la línea tipográfica, el ojo reconoce instantáneamente los signos alfabéticos en sus mínimos detalles, no necesitando captar la letra entera para reconocer las formas individuales de las minúsculas latinas. En principio, es suficiente individualizar solamente la mitad superior de las letras minúsculas para reconocerlas.
Esta
parte
superior
es
la
fracción con mayor nivel de
reconocimiento, por lo que se lo denomina “zona fisonómica”. Esta es la razón por la que las fuentes tipográficas que presentan trazos ascendentes acentuados y formas redondeadas con modulaciones, en general, poseen un mayor grado de legibilidad. Este fundamento de legibilidad del signo tipográfico es una de las conclusiones de las investigaciones realizadas por el oftalmólogo Emile Javal (1878, p. 569), lo cual tiene una validez relativa, ya que ciertas letras están más diferenciadas en su mitad inferior —a,g,p,q,u—, o por lo menos con la misma evidencia —o, s, v, w, y, z—.
Imagen 1. Si tapamos la parte inferior de un texto es posible realizar su lectura, lo cual puede ser muy difícil en el caso contrario.
Imagen 2. En el experimento realizado por el diseñador Brian Coe (Spencer, 1969, p. 62) se intentó averiguar qué trazos pueden eliminarse de una minúscula sin perder la legibilidad. Es sensible la prevalencia de la parte superior de la letra para lograr su legibilidad.
Un factor evidente que ayuda a los tipos a aumentar su grado de legibilidad es el poseer unas características particulares en su morfología. En este sentido, el psicólogo Jeremy J. Foster (1980, p. 14) recomendaba acentuar aquellas características formales que impulsan un rápido y preciso reconocimiento del carácter tipográfico, tales como la mitad superior y el lado derecho de las letras. Los tipos lineales geométricos tienen un menor índice de legibilidad ya que muestran mitades superiores demasiado uniformes en letras diferentes —una especie de “asepsia” tipográfica— para que pueda efectuarse una correcta discriminación formal (Watts y Nisbet, 1974, p. 33). Diseño del remate En principio, las diferencias en los índices de legibilidad entre un tipo de escritura lineal —o de palo seco—, y un tipo con remates, son mínimas, en contra de las deducciones de muchos estudios, que han determinado durante mucho tiempo criterios de selección y aplicación de fuentes tipográficas para la lectura, en los que se afirmaba que los caracteres con terminales ayudaban a una mayor facilidad de lectura. En su conjunto, las diferentes investigaciones llevadas a cabo muestran unos resultados variados y en ocasiones contradictorios.
Independientemente de este aspecto y en relación con los remates de las letras, Miles A. Tinker (Spencer, 1969, p. 25) examinó cómo la forma de los remates puede tener influencia en la legibilidad. De sus estudios concluyó que las letras con remates largos y gruesos —como los de los caracteres egipcios— pueden disminuir el grado de legibilidad de un texto. Familiaridad de las formas tipográficas Aunque sea extremadamente complejo definir qué es exactamente un carácter tipográfico bueno para facilitar la lectura y comprensión de un texto, sí se pueden determinar tres principios básicos. En primer lugar, los ojos del lector no deben quedarse “adheridos” en una forma desacostumbrada. En este sentido, es oportuno citar la definición más concisa que quizá pueda encontrarse acerca de la legibilidad, y que pertenece al grafista Eric Gill: “En la práctica, la legibilidad equivale a lo que uno está acostumbrado” (Spencer, 1969, p. 11), y aunque este aserto pueda parecer trivial, ha sido confirmado por diferentes estudios sobre el tema: “Las formas con las que estamos familiarizados nos resultan más legibles que las que no” (Watts y Nisbet, 1974, p. 36). Desde esta consideración, es conveniente no rechazar aquellas fuentes tipográficas que han determinado tradicionalmente nuestras “formas” de leer aunque nos acosen constantemente con nuevas propuestas tipográficas, desde presupuestos tan endebles como el de que todo lo que está por venir siempre será mejor que lo que ya ha venido. En segundo lugar, todos los caracteres de un alfabeto tienen que representar los principios formales comunes a todos ellos; y en tercer lugar, cada letra debe diferenciarse claramente de las demás.
Imagen 3. En algunas fuentes tipográficas se producen coincidencias de similitud formal
entre
legibilidad
diferentes
caracteres, produciendo
evidentes
problemas
de
Todo producto editorial conformado por letras —libros, revistas, catálogos, páginas web, libros electrónicos…— debe estar determinado por una serie de criterios tipográficos básicos que intenten optimizar el grado de legibilidad en cualquier condición de iluminación, distancias, campos de visión, tipo de usuario, condiciones fisiológicas y psicológicas, contexto cultural…, atendiendo a aspectos como la dimensión y uniformidad de los caracteres, repetición de elementos estructurales y gráficos, contraste, color… La selección de fuentes tipográficas para la transcripción visual del lenguaje debe basarse, esencialmente, en principios de claridad, coherencia, proporcionalidad, lectura fácil y descarga de significado. Para justificar esta última característica se hace precisa una aclaración sobre la dimensión semántica que adquieren algunos caracteres alfabéticos y que desvían la intención del mensaje. Los alfabetos con una fuerte tradición histórica, cultural, ideológica…, o con elementos añadidos de carácter ornamental, tienen una carga semántica que les limita en un proceso racional de lectura, pudiéndoles conducir a un mimetismo kitsch partidista, subjetivo e imposible de seguir con argumentos racionales. Sobre este aspecto, Stanley Morison (1958, p. 10) planteaba para la configuración de los tipos de letras para texto que no debían ser “ni muy diferentes ni muy fenomenales”.
Imagen 4. En este ejemplo apreciamos tres configuraciones tipográficas. Las dos primeras no responderían correctamente a la necesidad de una letra “impersonal” para optimizar el proceso de lectura. La tercera, sin embargo, no supone un fuerte
valor añadido de carácter expresivo-formal que interfiera entre el contenido del texto y el lector.
Con respecto a este tema tan complejo creemos necesario mencionar, por ejemplo, la antigua discusión surgida en Alemania sobre la mejor legibilidad de la letra gótica o la romana antigua, lo cual no podrá ser aclarado nunca por investigaciones científicas. Todos los sujetos de experimentación leían más fácilmente y con mayor rapidez aquel tipo de texto transcrito con caracteres que les suponían más conocidos personalmente. Escrituras de evidente complejidad morfológica, eran a veces preferidas por estos sujetos debido a la costumbre habitual en su uso. Es por ello que, en algunas investigaciones sobre legibilidad, siempre puede haber un factor de no fiabilidad y lo que podría explicar los esfuerzos realizados en el cambio de caracteres de publicaciones en un afán de mejorar su legibilidad, suponga un efecto opuesto, al menos temporalmente. Conclusiones Esta
breve
reflexión sobre
algunos
fundamentos
que
intervienen en la
discriminación e identificación de los signos tipográficos supone interesarse por aquellos aspectos que contribuyen a determinar la apariencia perceptiva global — la fisonomía— de la palabra. Por una parte, estos aspectos son vitales cuando en el proceso de lectura se trata de aprehender rápidamente esta “fisonomía”. Y por otra parte, una buena legibilidad contribuye a la eficacia de un texto, evitando esfuerzos inútiles para lograr la comprensión del mismo, así como el permitir leerlas con una mayor rapidez y, en consecuencia, registrar mejor las combinaciones lingüísticas y semánticas.
A través de la exposición de este análisis de resultados de investigación sobre el problema de la legibilidad de los caracteres tipográficos, realizados desde campos como la Neurofisiología, la Oftalmología, la Psicología, el diseño tipográfico o la caligrafía..., se ha pretendido ilustrar una parte esencial de la compleja función que determina a la tipografía en términos ergonómicos en función de la legibilidad.
En la legibilidad reside una de las funciones básicas para la comprensión lectora,
debiendo asentarse los criterios de la presentación gráfica de la palabra sobre la conexión entre forma y legibilidad. Bibliografía Foster, J. (1980). Legibility research 1972-1978: a summary. Londres: Graphic Information Research Unit, Royal College of Art. Javal, E. (1878). Higiène de la lectura. París: Sociedad de Medicina Pública. Morison, S. (1958). Fundamentos de tipografía. Madrid: Aguilar. Müller-Brockmann, J. (1983). Sistemas de retículas. Un manual para diseñadores gráficos. Barcelona: Gustavo Gili. Richaudeau, F. (1984). La legibilidad. Investigaciones actuales. Madrid: Fundación Germán Sánchez Ruipérez. Ruder, E. (1983). Manual de Diseño Tipográfico. Barcelona: Gustavo Gili. Spencer, H. (1969). The visible Word. Londres: Lund Humpheries. Tinker, M.A. (1963). Legibility of Print, s.l.: Ames. Tracy, W. (1986). Letters of credit. Londres: Gordon Fraser Gallery Ltd. Tschicold, J. (1969). Asymetric typography. New York: Reinhold English Editions. Watts, L. y Nisbet, J. (1974). Legibility in children’s books: a review of research. Windsor: NFER Publishing Company, Ltd.