La sala capitular del monasterio de Predicadores de Valencia y las salas medievales con pilares de gran esbeltez

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MEDIEVALES Y DEL RENACIMIENTO
MINISTERIO DE EDUCACION Y CIENCIA DIRECCION GENERAL DE BELLAS ARTES l' I NUEVAS INSTALACIONES MEDIEVALES Y DEL RENACIMIENTO MADRID 1 MARZO - 1970 -

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Actas del Sexto Congreso Nacional de Historia de la Construcción, Valencia, 21-24 octubre 2009, eds. S. Huerta, R. Marín, R. Soler, A. Zaragozá. Madrid: Instituto Juan de Herrera, 2009

La sala capitular del monasterio de Predicadores de Valencia y las salas medievales con pilares de gran esbeltez Rafael Soler Verdú Arturo Zaragozá Catalá

La sala capitular del convento de predicadores de Valencia apea sus bóvedas en unos pilares cuya asombrosa esbeltez desafía y contradice las normas de construcción actuales. No obstante sus recién cumplidos, y bien llevados, setecientos años de antigüedad dotan al edificio de un magisterio y de una autoridad reconocidas. Sin duda puede aprenderse mucho todavía de su estudio. Pero esta sala no es un caso único. A ella le precedieron un corto pero intenso episodio de construcciones medievales de similares características sobre el que vale la pena volver la vista.

NOTICIA HISTÓRICA El antiguo Convento de Predicadores de Valencia fue, desde los siglos XIII a XVIII, el principal de la ciudad. Desde la exclaustración de la comunidad de dominicos, hecho que sucedió hace más de ciento cincuenta años, fue destinado a Capitanía General. Bajo la titularidad del Ministerio de Defensa, ahora es el Cuartel de la Fuerza de Maniobra. Su interés como sitio histórico es considerable. El antiguo convento fue fundación de Jaime I, morada de san Vicente Ferrer y de san Luís Bertrán, importante foco religioso y cultural, protegido y visitado por los reyes de Aragón en la Edad Media y por los de la casa de Austria en época moderna, repetida sede de las Cortes del Reino de Valencia y de las españolas durante los años de la segunda República. Su valor monu-

mental queda señalado por ser arquitectura de imprescindible referencia, tanto lo existente como lo desaparecido, por la calidad de sus piezas y por su interés historiográfico. Deben destacarse, entre lo que nos ha llegado, el aula capitular y el claustro mayor, piezas ambas de arquitectura gótica del siglo XIV, también debe señalarse la Capilla Real, obra maestra de la arquitectura tardogótica europea. Posteriores a esta, pero todavía medievales e importantes, son los restos de la iglesia mayor y de las capillas del Rosario y de san Vicente. El refectorio renacentista (hoy salón del trono), la magnífica torre de las campanas y la renovada Capilla de san Vicente, construida ésta según pautas del barroco académico. El conjunto de construcciones que forman el antiguo convento tiene una larga y compleja historia. El espacioso edificio se construyó, al igual que todos los conventos mendicantes, a medida que los donativos lo permitían. Las capillas y muchas dependencias se construyeron, ampliaron o renovaron reiteradamente, sin un plan de conjunto. A partir del cambio de uso del convento, en el siglo XIX, las destrucciones, adaptaciones y restauraciones han sido numerosas. Todo ello hace que el antiguo convento dominico, al faltarle piezas esenciales y mostrar otras renovadas, sea un monumento de difícil lectura. El conjunto se muestra hoy día cuidado, pero desconcertante por la superposición y el contraste de tan diferentes y descontextualizadas piezas. Aunque carecemos de noticias sobre la construcción del Aula Capitular si que las tenemos sobre la

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personalidad de su promotor. Éste fue Pedro Boil y de Aragón, primer señor de Manises, mestre racional de Valencia (1306–1320), consejero, mayordomo y tesorero (1302–1306) del rey Jaime II de Aragón. Fue también embajador cerca de la Santa Sede y de la República de Venecia. Casó en esta aula con la nobilísima señora doña Altadona de la Escala, hija del príncipe y duque de Verona Francisco de la Escala, gran Can o mastín de la Escala, legítimo descendiente de los príncipes de Like en Croacia, en el Imperio Germánico. El suegro de Pere Boil fue una interesante figura del que se ha dicho que fue protector de notables personalidades como Giotto o Dante. El barón de San Petrillo nos recuerda que Pedro Boil había construido a sus expensas el Aula Capitular, que costó 280 sueldos. Testó ante el notario Ramón de Rino en 5 de marzo de 1321. Dispuso, entre otras cosas, que se comprase un paño de oro y que después de cubrir su cuerpo, sirviese de ornamento al altar del Capítulo. Falleció el año 1323 en Cerdeña adonde había acompañado al infante Alfonso para la conquista de la isla. Pedro Boil era, sin duda, hombre de mundo. A las embajadas citadas puede añadirse su presencia en Sicilia, en Nápoles y en el concilio de Vienne donde se estableció la supresión de la Orden de caballería del Templo.1 Desconocemos cualquier otro tipo de documento de archivo referente al mantenimiento del edificio en época medieval. A comienzos del siglo XVIII el Aula se encontraba en mal estado de conservación y sufrió una fuerte renovación. El cronista dominico padre Tomás Güell describió la situación de la construcción y las obras realizadas de la siguiente forma Las paredes del capitulo manifestavan con su negrura y desaliño ser de las mas antiguas del convento. Su pavimento era tan desigual como viejo, no avia entero azulejo ni ladrillo. Son sus bovedas de ladrillo gordo puestos de canto, sostenidas de los cordones de piedra, el tiempo y la humedad, apartaron de la boveda el reboço que cubria los ladrillos, por sus espacios avia tiradas una lineas (ya se descubrian muy pocas de estas) que manifestavan como estavan ordenados los ladrillos a sus espaldas y de poca en poca distancia avia como un canto de ladrillo, pintado de almagre; parecia que la boveda se vendria a tierra, aunque esta firme como una roca; ... La puerta del Capitulo y las dos ventanas colaterales estavan patentes sin puerta ni rexas que defendieran la entrada, era un sitio inclemente para los confesores...

Reboçaron las bovedas con argamasa, llenaron sus vazios y despues las luzieron con alabastro. Junto a los cordones añadieron faxas negras para que resaltase mas la blancura. En las nueve llaves pintaron la cruz de la orden y en las difiniciones de las tres ventanas de la testera. Abrieron la ventana redonda que sale al sobreclaustro la qual estava cerrada de la parte de fuera con pared de ladrillo, la que cerraron poco antes del año 1700 quando hizieron nuevo el lienzo del sobreclaustro... En las llaves de la boveda en todas las nueve avia repartidas diferentes armas que authorizavan la anthiguedad y nobleza de la casa de Manises de aquellas unas avian caido, otras casi no se conocian y las hizieron caer para pintar en todas con uniformidad la cruz blanca y negra de la religion... Cubrieron todas las juntas de las piedras con faxas blancas desde el bosel de arriba (el que corre por baxo de las armas de las quatro paredes del Capitulo) las señalaron con pincel desde el bosel abaxo las hizieron solidas con alabastro y paleta no podien ponerle tan estrecho que no las ensanchassen mas de lo necessario, quitavan lo superfluo y cubrian las manchas con un betum de color de la mesma piedra, con este mesmo betum avivaron el color de las quatro columnas del medio a cuyas bassis y chapiteles cubrieron con un betum blanco destemplado con azeyte de nuezes que imita al marmol, este mesmo betum dieron a las columnillas de las dos ventanas colaterales a la puerta y al sepulcro que esta en la pared del lado del evangelio, el qual era de piedra basta.2

Una nueva restauración se realizó en el edificio a instancias del capitán general Gustavo Urrutia (1950–1953). Consta que se reconstruyó la bancada y se reagrupó el doble sepulcro de los caballeros Boil, situado en el testero de la cabecera, en el lado del evangelio. Este se había repartido, absurdamente, en 1865, entre el Museo Arqueológico Nacional y el de Bellas Artes de Valencia. También con estas obras debió realizarse la actual cubierta de teja árabe a cuatro aguas que sustituye a la cubierta plana que se ve en el plano dibujado por Tosca en 1704. Al parecer las vasijas que rellenaban los senos de las bóvedas fueron depositadas en el Museo Municipal de Cerámica de Manises. El recrecido de los muros exteriores (al menos tres hiladas de sillares) que se aprecia al exterior debe ser de este momento. También debe de serlo la eliminación del estuco que revestía las bóvedas (que puede verse todavía en fotografías antiguas) dejando vista la fábrica de ladrillo de las plementerías.3

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DESCRIPCIÓN Y FÁBRICAS La sala capitular es una construcción de planta cuadrada de trece sesenta metros de luz libre (60 palmos de vara valenciana), figura 1. Cuatro esbeltos pilares situados en el centro de la sala y doce pilastras dispuestas sobre ménsulas, situadas en el muro perimetral, ordenan la sala en nueve tramos cuadrados. Los pilares son fasciculados, con tantos baquetones como nervios se extienden por las bóvedas. El resultado de esta composición da a los pilares la imagen de palmeras. No es extraño que se conozca popularmente a esta aula como «sala de las palmeras». Los pilares soportan un sistema abovedado compartimentado en nueve bóvedas, apeadas por un entramado de nervios frontales ortogonales, y cruceros, que generan una estructura de comportamiento tridimensional, capaz de múltiples respuestas. Los nervios de piedra moldurada contrastan con las plementerías de ladrillo dispuesto a rosca con juntas del

Figura 1 El Aula Capitular del antiguo convento de santo Domingo de Valencia. Dibujo de J. J. Zapater

mismo grosor que el ladrillo. La tolerancia en la disposición de las hiladas y el grosor de las juntas, sugiere que el proceso constructivo de las plementerías podría asimilarse en mayor medida a la construcción de una fábrica de tapia que a una de ladrillo. La utilización de unos tableros apoyados en los nervios, o situados entre estos, que sirviera para apoyar los ladrillos y verter la argamasa, permitiría avanzar rápidamente en el crecimiento de las bóvedas. El posterior revestimiento del intradós haría que no importara el irregular acabado. Que las plementerías tenían un estuco con un fingido de ladrillos lo señala el cronista Tomás Güell: «el rebozo que cubría los ladrillos, por sus espacios avia tiradas unas líneas que manifestavan como estaban ordenados los ladrillos a sus espaldas y de poca distancia avia como un canto de ladrillos pintado de almagre». El fingido descrito es idéntico al existente todavía en la iglesia del Salvador de Burriana (s. XIII) y al que hubo hasta los años ochenta en la sala capitular de la catedral de Valencia (s. XIV).4 Los pilares centrales, esbeltas columnas, se posicionan en los vértices interiores situados a una distancia de 20 palmos, están formados por dos piezas en el basamento, cuatro tambores de medida teórica de10 palmos valencianos (medidas reales entre 2,30 y 2,00), una pieza a modo de capitel y tres que enjarjan las dovelas de la crucería. La altura total contando desde el basamento hasta los enjarjes supera los nueve metros. Aunque el pilar se inscribe en un círculo de 45 cm de diámetro, la retranqueada sección de los baquetones y la imposibilidad de que estos trabajen mecánicamente en los extremos hace que la sección hábil de trabajo se reduzca al octógono central inscrito en un círculo de 35 cm. El muro perimetral debe de responder a la solución medieval de sillería en los dos paramentos y un relleno de mampostería en el núcleo central, se trataría de una evolución del opus romano, adaptada a un espesor mínimo, de noventa cm o 4 palmos. La piedra es caliza de las canteras de Burjassot-Godella. La fachada recayente al claustro es simétrica y está formada por un portal formando por un arco apuntado en el que se inscribe labor de claraboya conformando un atrevido pinjante. Hay dos ventanales con tracería y un óculo sobre la puerta. Tres altos ventanales se sitúan en la pared frontera a la fachada. El aula está rodeada por dos filas de bancos de piedra, corridos y adosados a la pared.

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Los dos pilares más cercanos a la fachada del claustro están reforzados en su base con anillos de pletina de hierro forjado, que atan el pilar. En ambos pilares se aprecian fisuras en la base. El tipo de forja sugiere que la reparación es antigua.

ANÁLISIS GEOMÉTRICO Y PROCESO CONSTRUCTIVO I. La esbeltez considerando la longitud del pilar, desde el basamento hasta el capitel, tiene un valor del entorno de treinta diámetros de altura, varias veces superior a los recomendados por la normativa europea actual. Recordemos que las pilastras de la catedral de Valencia tienen una esbeltez del orden de seis. Leopoldo Torres Balbás, en su estudio sobre «Las iglesias del siglo XII al XIII «especifica que la dimensión de las pilastras de las iglesias es del orden de un tercio o un cuarto del ancho de la nave mayor. Aplicado a nuestro caso el diámetro mínimo de la columna debería ser mayor del metro, cuando es aproximadamente la tercera parte. Si estudiamos en detalle la geometría del pilar, la sección horizontal es la intersección de los boceles inferiores de los ocho nervios que son apeados y es por lo tanto la sección constructiva mínima posible, es el límite, no sólo dimensional. La solución adoptada supone un desafío, una innovación radical frente a los antecedentes del gótico en nuestro entorno cultural, que exigirá un conocimiento y dominio riguroso de las técnicas constructivas. II. Aunque se desconoce las características del trasdós, estimamos por comparación con otros casos analizados, que cada columna recibe al menos 20.000 kg. No es sensato suponer que la carga está perfectamente centrada, puesto que no se produce una simetría, más que en el sentido de una diagonal. Hay que advertir que para no rebasar el núcleo central, el descentramiento debe ser inferior a 6 cm. A todo ello hay que añadir, que un pequeñísimo desplome de los pilares, o un asiento diferencial, podría alejar la línea de esfuerzos del eje del pilar produciendo esfuerzos incapaces de ser soportados, provocando la rotura.5 Pero además los pilares no son monolíticos, de una sola pieza de piedra. Las columnas tienen su punto crítico en la unión entre las piezas de sillería del tambor. La junta es de unos 10 mm de espesor y exteriormente se observa un mortero. Si los lechos

Figura 2 Columna. Detalle sección horizontal

de la piedra fueran planos, el mortero haría de almohadilla para evitar el contacto directo piedra piedra. Sabemos que la adherencia piedra mortero es escasa y por lo tanto incapaz de absorber cualquier esfuerzo horizontal. Por otra parte la carga de la columna es elevada y ante el mínimo descentramiento de la misma, las tensiones que se originarían superarían la resistencia del mortero de cal.6 Por todo ello suponemos que la disposición adoptada se basa en un cajeado y una espiga de las piezas del tambor, entre las que se coloca una lámina de plomo que es capaz de deformarse y transmitir la carga superior a la piedra . Este ensamble centrador es además capaz de soportar acciones horizontales. El problema por lo tanto no sería de resistencia del material sino de rigor constructivo. III. La hipótesis más razonable sobre la construcción de los pilares es que estos están formados por tambores machihembrados tomados con plomo. Esta solución es la que tradicionalmente se utilizó en la

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dios auxiliares que permitieran ajustar los tambores de 1500 kg. de peso con precisión. El mecanismo apropiado sería algún tipo de grúa puente. Este tipo de grúa era ya conocido de antiguo, al menos en el mundo bizantino ya que aparece en la ilustración de un manuscrito datado entre 857–865.8 V. El muro perimetral debe de responder a la solución medieval de sillería en los dos paramentos y un relleno de mampostería en el núcleo central, se trataría de una evolución del opus romano, adaptada a unos espesores mínimos. La altura de los sillarejos es del entorno de los 30 cm y el espesor de los tendeles de 10 mm, posibilita tener un comportamiento similar frente a los asientos y retracciones, de la cortina exterior de sillería y el núcleo de piedra y argamasa. El resultado es un muro de tres hojas que

Figura 3 Machihembrado ajustado con plomo de dos piezas de una cruz de término o peiró de la comarca del Maestrazgo (Comunidad Valenciana) ss. XIV-XV

Edad Media en la región para construir las esbeltísimas cruces de piedra o peirons que todavía se encuentran (y se restauran) en la comarca del Maestrazgo.7 La documentación de archivo (y los testimonios arqueológicos) señalan que las tracerías góticas de los siglos XIV y XV se unían con gafas o barras de hierro forradas con plomo. También hemos observado como en elementos decorativos y pináculos de piedra, la estabilidad se consigue mediante un ensamble a modo de caja y espiga. Abundaría en esta hipótesis el hecho de que la reparación de los tambores de los pilares fisurados no consistió en su sustitución sino en su anillado, con pletinas de hierro forjado, que se abrochan mediante un abisagrado. Al ser las piezas machihembradas la sustitución no hubiera sido posible sin demoler la bóveda. IV. La construcción de pilares esbeltos formados por piezas machihembradas supone contar con me-

Figura 4 Colocación de una columna mediante una grúa puente. Psalterion. Cod. Pr. Gr. 20, fol. 4r, Bibliothèque Nationale de France. París

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se comporta homogéneamente como una fábrica de piedra. El muro, está exento de contrafuertes, su espesor es de 90 cm, 4 palmos valencianos, es de una asombrosa esbeltez para absorber los empujes que a gran altura le transmiten los nervios que apean la plementería. El resultado es una audaz construcción, cuyos muros más anónimos que las columnas merecen la atención. VI. Un problema añadido a la estabilidad de la construcción que ha debido de ser superado es el del buen funcionamiento de su cimentación. De variada tipología debe de compatibilizar, los asientos de la cimentación lineal de muros de carga perimetrales, con vanos importantes, con la aislada, de cuatro columnas exentas que reciben una importante carga concentrada. Cabe recordar que el convento está situado en una antigua isla del río Turia y ha recibido periódicamente grandes riadas. Considerando una media de dos por siglo, similares a la riada del año 1957, equivaldrían a haber sufrido unas catorce grandes riadas. En diversas ocasiones el nivel de las aguas en el interior de la sala ha superado los dos metros de altura. A pesar de todo lo anterior no hay manifestaciones patológicas relacionadas con un mal comportamiento de la cimentación, cuyas características reales se desconocen, pero no hay duda de que es obra de expertos maestros constructores. VII. En territorio valenciano no se encuentran otros ejemplos de salas abovedadas apeadas sobre pilares de esbeltez similar a la del Aula capitular de Santo Domingo. No obstante, si que existen otros ejemplos, posteriores, de construcciones civiles con pilares de gran esbeltez y cubierta de madera. Puede citarse entre éstas las salas de los ayuntamientos de Morella y Catí (Castellón), de la segunda mitad del siglo XIV y la escalera exterior del palacio ducal de la familia Borja en Gandía (finales del siglo XV). Uno de estos pilares tiene una altura de 6,50 metros, es de planta octogonal, cuyo octógono se inscribe en un círculo de 30 cm de diámetro. VIII. No hay que descartar la más que probable influencia, sobre el excepcional edificio de la Lonja de los Mercaderes de la propia ciudad de Valencia, más de cien años posterior, si bien prudentemente su esbeltez no alcanzó la audacia del Aula Capitular dominica.

LAS SALAS MEDIEVALES CON PILARES DE GRAN ESBELTEZ; ANGERS, SALISBURY, PARIS El inicio de la construcción de pilares de gran esbeltez en la arquitectura europea aparece a comienzos del siglo XIII en diferentes lugares, de forma prácticamente coetánea y sin aparente relación directa entre sí: el coro de la abadía de san Sergio de Angers (1210–1220); la capilla de la Trinidad de la catedral de Salisbury (comenzada hacía 1220) y el refectorio del monasterio de Saint-Martin-des-Champs en París (fecha indeterminada a comienzos del siglo XIII). Estos tres ejemplos de excelencia arquitectónica parecen señalar como surge el episodio que dio lugar al know-how que permitió construir entre otros edificios, el aula capitular de Valencia. El coro de la iglesia de la abadía benedictina San Sergio de Angers (figura 5) en la capital del antiguo Anjou se presenta como una sala de 21 por 14 metros, lo que da una superficie de casi 300 metros cuadrados, prolongado al este por un ábside rectangular. En él las bóvedas son apeadas por columnillas de 8,21 metros de alto por 0,33 metros de diámetro. Las columnas cuentan poco en la percepción del espacio interior del edificio. Este aparece como completamente unificado con un cierre exterior particularmente potente. La abundante luz filtrada por las numerosas ventanas y las bóvedas notablemente abombadas con nervios múltiples y claves historiadas dispuestas a la misma altura, producen un coherente espacio interior. Esta construcción está datada entre 1210 y 1220. Erlande Brandenbourg atribuye al mismo arquitecto del coro de la iglesia de san Sergio el coro de la iglesia de la cercana abadía benedictina de Asnières (Maine-et-Loire). Este otro coro se dispone en una sala rectangular de 15,80 por 8,25 metros y la cubrición se realiza mediante dos columnas de 7,90 metros de altura y 0,30 metros de diámetro. Esta formula de pilares de gran esbeltez se expandió por la región caracterizando al gótico anjevino.9 La construcción de la catedral de Salisbury, en el sudoeste de Inglaterra, comenzó en el año 1220 con la capilla de la Trinidad (figura 6) situada en el extremo este del templo. La capilla está dispuesta al modo de las características «capillas de Nuestra Señora» de las catedrales inglesas. Esta capilla estaba completa y en uso en 1225. Las bóvedas de crucería simple de esta capilla se apean en columnas cilíndricas forma-

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cio no pertenezca a la arquitectura francesa; pero este ejemplo es demasiado precioso para no ser mencionado. La catedral de Salisbury, como se sabe, está construida con gran cuidado; los pilares de la nave, están levantados a partir de juntas de asiento continuas, tienen una figura compuesta por cuatro semicírculos, cantonados por cuatro columnillas cuyos fustes alcanzan toda la altura del pilar con solo dos tambores (figura 7). Las juntas que reúnen estos fustes están situadas a la misma altura en todos los pilares y se mantienen mediante anillos o collares de bronce, unidos al pilar mediante un tirante metálico.10 Al episodio de las columnas esbeltas de la catedral de Salisbury con piedra de Purbeck deben añadirse las salas capitulares inglesas con planta poligonal y un esbelto soporte central para apear la bóveda. Los capítulos de las catedrales de Wells y Salisbury y el de la abadía de Westminster son de planta octogonal. El capítulo de la catedral de Lincoln es decagonal. Todos ellos fueron construidos en el siglo XIII y suponen otros tantos alardes constructivos.11 El refectorio del antiguo monasterio de Saint-Martin-des-Champs (figura 8) en París es una construcción bien conocida por la cultura arquitectónica desde el siglo XIX. Se ha dicho que este refectorio, cuando estaba siendo adecuado para biblioteca por el

Figura 5 Iglesia benedictina de Saint-Serge de Angers

das por dos tambores anillados y sujetos en la parte superior por un tirante de forja. Las dimensiones de las columnas son 30 pies de altura (9,14 metros) y 11 pulgadas de diámetro (27,9 cm). Están construidas con una piedra popularmente conocida como mármol de Purbeck, (en realidad es una caliza fosilifera procedente de la cercana península del mismo nombre situada al sudoeste de Dorset). Esta piedra fue frecuentemente empleada para labrar columnas en la Edad Media en las catedrales del sur de Inglaterra. Esta piedra de Purbeck permite un pulido que le hace aparentar mármol, aunque carezca de las características de éste. Viollet-le-Duc en la voz Bague (anillo) de su conocido Diccionario, recuerda que «no podemos omitir los anillos de metal que mantienen las columnillas de la catedral de Salisbury, aunque el edifi-

Figura 6 Capilla de la Trinidad de la catedral de Salisbury (Inglaterra), dibujo de James Wyatt (1813)

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Figura 7 Sala capitular de la catedral de Salisbury

Figura 8 Refectorio de Saint-Martin-des-Champs de París, según Choisy (1899)

arquitecto León Vaudoyer, inspiró a su amigo Henri Labrouste para la construcción de la famosa biblioteca de Sainte Geneviève, en París, en 1843. Podemos añadir que acaso también inspiró la solución proyectada para la Biblioteca Nacional de Francia (18571867). Cabe concluir que los pilares de piedra de gran esbeltez del siglo XIII sirvieron de modelo compositivo para los de fundición del siglo XIX. En la voz Refectoire (refectorio) del Diccionario de Viollet-le-Duc, éste señala que «uno de los más bellos refectorios de abadías es el que fue construido a comienzos del siglo XIII en el priorato cluniacense de Saint-Martin-des-Champs, en París. Esta sala ha sido equivocadamente atribuida a Pierre de Montereau, ya que cuando fue construida este maestro de obras debía ser todavía un niño. La sala se compone de dos hileras de bóvedas descansando sobre columnas muy delicadas de piedra calcárea muy dura y compacta. Bellas ventanas con rosetones la iluminan tanto lateralmente como por las cabeceras. Estas quedan rematadas por piñones. La puerta del refectorio, de un estilo admirable, daba sobre el claustro, de cara al lavabo, igualmente se conserva el púlpito del lector. «El mismo Viollet-le-Duc, en la citada voz Bague (anillo) del mismo Diccionario, indica que «... En ocasiones los anillos (de las columnas) se disponen en columnas aisladas y no son más que un ornamento, un medio de decorar la junta de dos tambores de una columna. Uno de los más bellos ejemplos de este género de anillos se encuentra en el priorato de Saint-Martin-des-Champs en París. Las columnas para soportar las grandes bóvedas soportan y dividen la sala en dos tramos. Estas columnas son muy altas y están compuestas de dos tambores reunidos por un anillo; el anillo (en este caso) es más que necesario ya que el tambor inferior es de un diámetro mayor que el fuste superior.12 Desconocemos con exactitud las dimensiones del refectorio y de las columnas de Saint-Martin-desChamps, pero de su examen directo evidencia que su esbeltez es igual o mayor que los ejemplos antes citados. Detalle curioso de esta sala, hecho notar por Viollet-le-Duc y por Choisy, es el hecho de que los arcos que recaen a la vez en los muros perimetrales y en los pilares llevan más corto el tramo recayente al pilar para centrar mejor así la carga de las bóvedas. La desmaterialización arquitectónica que se aprecia en el pisodio gótico desarrollado en los dominios reales franceses llevada de la mano de los pilares de

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gran esbeltez franqueó en el curso del decenio de 1270 una nueva etapa. Siguiendo nuevamente a Erlande-Brandenbourg, el coro de Saint-Germain d’Auxerre, concebido en 1277 nos suministra otro ejemplo espléndido. La cubrición de este pequeño espacio está formada por dos bóvedas de crucería que apean en columnas muy altas (6,32 metros) y de un diámetro reducido (0,265 metros). Aquí los nervios se funden con las columnas sin el intermedio de los capiteles. Esta extrema audacia ha sido posible gracias a un anillado metálico que, como en Salisbury, ata las columnas a los muros.13 Todas estas actuaciones del siglo XIII, realizadas en espacios relativamente pequeños tomarían un nuevo sesgo a fines del mismo siglo con la definitiva construcción de la iglesia del convento de los dominicos de Toulouse. Esta iglesia llegaría a medir 80 metros de longitud por 20 metros de anchura. Consta de siete pilares situados en el centro de la nave. El de la cabecera, el primero en construirse (1292), recibe el nombre de «la palmera» y llega a los 28 metros de altura. En el mismo convento la coetánea sala capitular apea las bóvedas en dos esbeltos pilares prismáticos de gran esbeltez.14 De forma paralela en territorio imperial surgirían las iglesias sala con esbeltos pilares. Estos tendrían un asombroso desarrollo a lo largo de los siglos XIV y XV. No obstante, aunque las dimensiones de estas construcciones fueran mayores no alcanzarían la asombrosa esbeltez relativa de las construcciones del siglo XIII. Vg los esbeltos pilares de la catedral de Palma de Mallorca tienen «solamente» una esbeltez de diecisiete diámetros, frente a los casi treinta del episodio que va desde Angers a Valencia.

CONCLUSIONES En el imaginario colectivo hablar de arquitectura gótica es equivalente a pensar en alardes técnicos asociados a bóvedas de crucería situadas a alturas sin precedentes, con los empujes de las bóvedas dirigidos hacía las esquinas, dejando los muros con grandes vanos. Los estudios realizados sobre estas estructuras son numerosísimos. Pero menos fortuna ha tenido otro tipo de alardes coetáneos: los pilares de gran esbeltez. La construcción con soportes de gran esbeltez tuvo un brillante comienzo en la arquitectura europea a comienzos del siglo XIII. Hay ejemplos excelentes

en Angers, Salisbury y París. Estos centros parecen haber generado otras construcciones similares a lo largo del siglo XIII. A comienzos del siglo XIV la finura de los soportes parece haberse convertido en un distintivo de la arquitectura. Ejemplo de ellos son los fondos arquitectónicos de los frescos de la pintura italiana del siglo XIV. En ellos los soportes se estiran hasta extremos inverosímiles. La fortuna del estilo rayonnant en Francia (1230–1360) incidió en la valoración de las estructuras de gran esbeltez. ErlandeBrandenbourg ha señalado el desarrollo de la piedra armada y el empleo del metal en muchos niveles.15 El grupo de edificios que se ha estudiado en este trabajo inicia su construcción en el siglo XIII y el Aula capitular de Valencia puede considerarse el final de la serie. Sus artefactos construidos son insuficientemente conocidos, por lo que proponemos se abra una línea de investigación, que de respuestas a las incógnitas que plantean.16

NOTAS 1.

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San Petrillo, Barón de. 1951 «Pedro Boil Fundador del Aula Capitular». Valencia Atracción, nº 1989. Valencia, julio. Según este autor entre las joyas que aportó al matrimonio Altadona de la Escala, figuraron las reliquias del cuerpo de Santa Euglina y los huesos de Santa Ursula la Capitana, los cuales se veneraron en el real convento de Santo Domingo de Valencia. Esta descripción de Tomás Güell coincide con la realizada por el también cronista Teixidor algo más tarde: «Sin embargo de este gasto, quedó mucho que remendar, pues la bóveda estaba tan descarnada que parece se había de venir al suelo, y la mayor parte de los escudos de armas que había en sus llaves, estaban totalmente arruinados. Las paredes negras y muy tiznadas de apagar en ellas las antorchas de los entierros y el púlpito de la parte de la epístola de puro viejo se caía a pedazos. Viendo este desaseo emprendió su repaso el P. Fr. Vicente Ricart para el Capítulo Provincial que se celebró en 17 de abril de 1717. Pidió alguna ayuda de costa a Don Vicente Boil de la Escala Señor de Manises y Patrón del capítulo; pero dijo no podía dar cosa por hallarse muy endeudado. Rebozaron pues las bóvedas con argamasa y se lucieron de alabastro, añadiendo fajas negras para que resaltase más su blancura. En las nueve llaves de sus arcos pintaron la Cruz de la Orden en lugar de los antiguos escudos de armas, como también en las tres ventanas de la pared testera, dejando totalmente cerrada de pared la de en medio. En las paredes había so-

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los 15 escudos de armas, esto es, seis en la pared testera, tres en cada pared colateral, y otros tres en la pared de la puerta y rejas y ninguno de ellos tenía corona. El dicho D. Vicente Boil de la Escala fue quien añadió la corona de madera cortada en cada escudo, quitó los tres antiguos de la parte de la epístola, que eran como los tres antiguos que permanecen a la parte del evangelio, que son el primero de las Barras de Aragón, el segundo el de la escala, y el tercero el de Boil. En lugar de otros tres escudos quitados, puso otros tres que jamás hubo en el capítulo; y en el primero hay un ala en campo oscuro, en el siguiente tres peras en campo de oro, y en el tercero una águila real en campo de oro, y en su pecho tres palos verdes encendidos en la extremidad superior; cuya voluntaria mutación es menester que se tenga muy presente para lo que pueda convenir. El mismo D. Vicente Boil pretendió poner el escudo de sus armas sobre la puerta del capítulo a la parte exterior del claustro, y el convento no se lo permitió, ni hay necesidad de ello ni su fundador D. Pedro Boil quiso tal» (n. 1287). Teixidor, J. 1949, 1950, 1952. Capillas y sepulturas de la iglesia y claustro del Convento de Predicadores de Valencia. Valencia, 3 vols. El sepulcro de los Boil, fue llamado humorísticamente «del juicio de Salomón, porque cuando en 1865 se planteó la necesidad de arrancarlo de allí para evitar males mayores, se lo disputaron el Museo Arqueológico Nacional y la Comisión de Monumentos de Valencia. Se llegó a la absurda solución de dar la mitad a cada uno. En 1952 gracias a la restauración emprendida por el capitán general Urrutia volvieron ambas urnas funerarias a su primitivo estado. Gascó Pelegrí, V. 1975. El real monasterio de Santo Domingo. Valencia: Capitanía General. Ministerio de Educación y Ciencia, t. II: 381. Catalá Gorges, M. Ángel. 1983. «Real Convento de santo Domingo Capitanía General». Catálogo Monumental de Valencia. Valencia, 200–206. Zaragozá Catalán, Arturo. 2000. «Modos de construir en la Valencia Medieval, Bóvedas». Historia de la Ciudad I, Valencia, 76–88. Zaragozá Catalán, Arturo. 2002. Arquitectura Gótica Valenciana. Valencia: Generalitat Valenciana. Si bien es cierto que las fábricas históricas están sometidas a esfuerzos de compresión relativamente bajos, y que la resistencia de la piedra es muy elevada, no compartimos la generalización de suponer que su resistencia es infinita. En primer lugar, la resistencia de las fábricas, es del orden de la resistencia de sus morteros, con independencia de la de la piedra, por otro lado las cargas incrementan el valor de las tensiones notablemente por el efecto del descentramiento que reduce la sección resistente. En algunos casos el resultado puede ser la rotura. Si interpretamos la normativa de muros

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resistentes de fábrica de ladrillo, en la NBE FL-90 la tabla 5.2 resistencia de cálculo de las fábricas de ladrillo macizo, se deduce que la resistencia de la fábrica, depende de los siguientes factores: la resistencia del ladrillo, la resistencia del mortero, el espesor y plasticidad de las juntas. Si realizamos una aproximación a una fábrica de sillarejos de piedra caliza y unas juntas de 10 mm de mortero de cal, tomaremos los valores de la tabla 5.2 para un ladrillo de 300kg/cm2, mortero M40, junta de 100mm, la resistencia de la fábrica está comprendida entre 28 y 45 kg/cm2. Bergós Massó, Juan. 1953. «Materiales y elementos de construcción. Estudio experimental. p 101. Resultados de ensayos morteros de cal 1:3. Resistencia a compresión cal magra 29 kg/cm2, cal grasa 67 kg/cm2. p103. Resistencia a tracción cal magra 0,6 de la resistencia a compresión. Resultados de pasta pura de cal. Resistencia a compresión cal hidráulica 5,7 Kg/cm2. Resistencia a tracción, un tercio de la de compresión. Piedras naturales. Resistencia a compresión. Caliza de Novelda 323 kg/cm2. Caliza de Tarragona compacta 855 kg/cm2. Resistencia a tracción 1/26 de la de compresión. Op. cit. nota anterior. (Psalterion cod. Par. Gr. 20, fol. 4r., Bibliothèque Nationale de France, París). Erlande-Brandenbourg, Alain; Mérel-Brandenbourg, Anne-Bénédicte. 1995. Histoire de l’Architecture Fraçaise, Du Moyen Age à la Renaissance. París. Viollet-le-Duc, Eugéne. Dictionnaire Raisonné de l’Architecture Fraçaise du XIe au XVIe siècle. T. II: 59 y ss.; T. VIII: 9 y ss. BackinselL, William, G. C. 1986. Medieval Engineering in Salisbury Cathedral. South Wiltshire Industrial Archeology Society, Historical Monograph, 10, Salisbury, Roy Spring. Salisbury Cathedral. Londres, 1987. Viollet-le-Duc, Eugéne. Dictionnaire Raisonné de l’Architecture Fraçaise du XIe au XVIe siècle. T. II: 59 y ss.; T. VIII: 9 y ss. Erlande-Brandenbourg, Alain; Mérel-Brandenbourg, Anne-Bénédicte. 1995. Histoire de l’Architecture Fraçaise, Du Moyen Age à la Renaissance. París. Sundt, Richard A. «From halft to full Palmier: factors contributing to the final chevet design of Toulouse’s Jacobin church». Avista Forum Journal, Kalamazoo and Leeds, vol. 9, nº 2: 7–15. Erlande-Brandenbourg, Alain. Op. cit., nota 10 y sobre la utilización del metal en la arquitectura medieval véase también Bork, Robert; Montgomery, Scott Bradford (eds.). 2005. The middle Ages as metal Ages. Ashgate. El estudio se ha realizado sin poder disponer de andamios para medir la geometría de los nervios con precisión tampoco se han realizado catas en los muros, ni se ha podido inspeccionar el trasdós.

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