Story Transcript
INSTITUTO DE CIENCIA
MARY BAKER EDDY
Presenta: (traducción Libre)
Agosto 6, del 2007
Tema: ESPÍRITU.
La selección de esta semana está tomada de una serie de folletos titulados: – S IN PARÁBOLAS, por Clifford Stamp & Rosalie Maas
El trigo y la cizaña (Mat 13:24, 36) Con cada una de estas parábolas de Jesús, uno sólo puede buscar la línea dominante que recorre todas ellas. Todas son un resumen maravilloso de la Verdad, como una joya de pureza y profundidad que hace que la luz radie continuamente de ella a medida que sus caras son iluminadas. La parábola del trigo y la cizaña, le da un gran ánimo al estudiante y le muestran la forma de tener una continua experiencia celestial, en lugar de una llena de desilusión y abatimiento. “Les refirió otra parábola, diciendo: El reino de los cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero mientras dormían los hombres, vino su enemigo y sembró cizaña entre el trigo, y se fue. Y cuando salió la hierba y dio fruto, entonces apareció también la cizaña. Vinieron entonces los siervos del padre de familia y le dijeron: Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde, pues, tiene cizaña? El les dijo: Un enemigo ha hecho esto. Y los siervos le dijeron: ¿Quieres pues, que vayamos y la arranquemos? El les dijo: No, no sea que al arrancar la cizaña, arranquéis también con ella el trigo. Dejad crecer juntamente lo uno y lo otro hasta la siega; y al tiempo de la siega yo diré a los segadores: Recoged primero la cizaña, y atadla en manojos para quemarla; pero recoged el trigo en mi granero. …Entonces, despedida la gente, entró Jesús en la casa; y acercándose a él sus discípulos, le dijeron: Explícanos la parábola de la cizaña del campo. Respondiendo él, les dijo: El que siembra la buena semilla es el Hijo del Hombre. El campo es el mundo; la buena semilla son los hijos del reino, y la cizaña son los hijos del malo. El enemigo que la sembró es el diablo; la siega es el 060807 / ESPIRITU
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fin del siglo; y los segadores son los ángeles. De manera que como se arranca la cizaña, y se quema en el fuego, así será en el fin de este siglo. Enviará el Hijo del Hombre a sus ángeles, y recogerán de su reino a todos los que sirven de tropiezo, y a los que hacen iniquidad, y los echarán en el horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes. Entonces los justos resplandecerán como el sol en el reino de su Padre. El que tiene oídos para oír, oiga”. Cuando un individuo continua en la Ciencia o en cualquier actividad haciendo lo mejor que puede en el campo que tiene delante de él, estará operando como el Hijo del hombre. El Hijo del hombre denota la expresión del verdadero principio de la naturaleza del hombre, los cuales son derivados del único Principio llamado Dios. el estándar de la verdadera naturaleza del hombre y sus requerimientos cuando se despliegan ante él, puede cuasar que el individuo se vuelva muy consciente de las deficiencias en su actuación. “Porque Dios es Espíritu, el mal se hace más evidente y se vuelve más ofensivo en proporción y a medida que avanzamos espiritualmente, hasta que desaparece de nuestra vida” (C&S 207:2). Conociendo sus buenos motivos, el individuo pudiera sorprenderse y desilusionarse de la cizaña que aparece así. Pudiera parecerle tan real, que siente: No puedo seguir. No soy bueno, y no hay esfuerzo alguno para lograr algo en la Ciencia, hasta que me haya despojado de todos estos errores. Lo que la parábola le dice es: Continúa; la cizaña no es parte del trigo que está creciendo firmemente y no puede afectarte de ninguna manera ni interferir con tu crecimiento o fructificación. Es la obra del mal, o el falso razonamiento de la mente mortal, la que te hace creer lo opuesto. Sólo se debe a que has estado dormido, a que has tenido una falta de vigilia, por lo que has considerado que la cizaña posee alguna sustancia, inclusive temporalmente, y la cizaña ha apartado tu atención del trigo y de la fuerza de su crecimiento. Puesto que no somos ahora 100% perfectos en la manifestación humana, nuestro progreso hacia ello, hacia sus frutos, puede revelar cualidades que se asocian a sí mismas con nosotros a través de diferentes creencias de la mente mortal, y las cuales, siendo ajenas para nuestra verdadera naturaleza, gradualmente se apartarán de nuestras vidas. La experiencia muestra que con el desarrollo del grano, y especialmente en el momento de ‘cosechar sus frutos’, a menudo aparece la cizaña como la parábola lo muestra. Con nuestro desarrollo en comprensión a lo largo de la exigencia de la Ciencia, las 060807 / ESPIRITU
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discrepancias en la expresión de nuestro carácter están destinadas a salir a la luz. La parábola está diciendo: No te desalientes por la aparición de la cizaña, especialmente al tiempo de que tengas algún fruto en la demostración, porque ese fruto verdadero muestra que está en la senda correcta. Continúa con tu progreso y entendimiento. Cuando aparece la cizaña, la tendencia en el estudiante serio, es hacer un alto en su línea de desarrollo, pensando que debe eliminar todo error antes de estar calificado para continuar hacia delante en la línea del bien. Si este sutil argumento se aceptara, la cizaña se volvería más importante que el trigo; y al arrancar la cizaña, el crecimiento del trigo podría ser retrasado y quizá temporalmente detenido. La desilusión podría destruir la raíz y el crecimiento del verdadero carácter. Por lo tanto el Maestro dice al estudiante que continúe su crecimiento en la comprensión espiritual. En su primer discurso a La Iglesia Madre (Misc 106:15-110:12), la Sra. Eddy habló fuerte y claramente acerca de la necesidad de reconocer los errores propios, de arrepentirse y de alcanzar una comprensión del bien por medio de una fresca y estimulante lealtad al hecho de que “el bien es infinito, Todo”. Dijo: “La humanidad le da o bien demasiada importancia al pecado o no la suficiente. El santo afligido y sensible le da demasiada importancia; el pecador sórdido, o el llamado cristiano, adormecido, le da muy poca” (Misc 107:36). Con seguridad esta parábola da la respuesta a cómo tratar con estas falsas tendencias. Primero reconociendo e identificando claramente la cizaña, los errores, e inmediatamente conscientizando que son la obra de la mente mortal y no son inherentes al individuo. (“Un enemigo ha hecho esto”); entonces, de inmediato y sin más pérdida de tiempo, (no “faltan cuatro meses para que llegue la siega”, como dijo Jesús), dirijamos hacia la siega, las verdades específicas acerca de los errores que mienten – “los errores, por inversión, sirven de postes que indican el camino hacia la Mente única” (C&S 267:26). Esto siempre concluirá con la cizaña reunida en su nada original y el saludable regocijo consecuente del estudiante. Y así debiéramos todos tener una admisión honesta de las inconsistencias en nuestra expresión del carácter, pero en lugar de concentrarnos en ellas como realidades, debiéramos tener un discernimiento más alerta de nuestro crecimiento hacia el Espíritu y de la inspiración que esto conlleva. “Crecimiento es el eterno mandato de la Mente” (C&S 520:26) y nada puede interferirlo; es una ley eterna del ser. 060807 / ESPIRITU
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El reconocimiento de un error como error, es decir, sin el menor vestigio de realidad, es, de acuerdo con la Ciencia, el comienzo de su aniquilación. “El error que ha sido descubierto ya tiene las dos terceras partes destruidas” (Mis 355:15). Esta saludable actitud de mente es hacia lo que señala la parábola como lo correcto, porque dice que la cizaña fue vista pero no ignorada, y luego destaca que no puede volverse realidad al grado que pueda interferir con el crecimiento del trigo; debe ser vista como carente de poder, siendo sólo capaz de provocar su propia extinción. Entretanto, la tarea del estudiante es seguir adelante con su crecimiento en la Ciencia, con un énfasis continuo en los frutos a que tiene derecho. Humanamente es cierto que en el radio de nuestro progreso, los errores descubiertos aparecerán magnificados; y en ese momento el estudiante serio a menudo abandona este progreso por la sensación de que a menos que se traten los errores, no podrá progresar. Esta inclinación está equivocada, porque va contra las enseñanzas del Maestro en esta parábola, y contra las enseñanzas de la Ciencia, en cuanto que hace real y sustancial al error antes de invitar al estudiante a erradicarlo. Esta actitud conlleva al fracaso porque no es científica, ya que es imposible destruir algo que sea real. De acuerdo al método definido por Jesús en esta parábola, disminuimos la realidad del error al cultivar nuestro crecimiento hacia el Espíritu, hacia lo que él llama “el tiempo de la cosecha”, es decir, hacia la comprensión de nuestra propia bondad como el hijo de Dios, o la expresión del Principio. A menudo el esfuerzo de deshacernos de una falta en la expresión del carácter sobre la base de admitir su realidad y luego tratar de vencerla por medio de la bondad humana o el poder personal, resulta en el error de hacerla más real y tenaz para nosotros y con ello nuestros esfuerzos nos desilusionan. Por lo tanto debemos velar la inclinación de hacer esto, así como de seguir las instrucciones de esta parábola, sin tomar en cuenta el lamento humano: debes destruir el error antes de poder alcanzar el bien, porque obviamente sólo inclinándonos hacia el bien en cualquier forma de ciencia, es que los errores que pudieran haber aparecido en nuestra expresión, disminuyen hasta que finalmente son aniquilados. Si un matemático mirara sobre el hombro de un pequeño haciendo sumas y viera escrito 2+2=5, lo único que provocaría en su mente sería 2+2=4. Lo que no hay que olvidar es que no tendría que pasar por un proceso de corrección de su pensamiento, porque cuando vio el cómputo como apareció a los sentidos, sólo 2 +=4 fue lo que pudo 060807 / ESPIRITU
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provocarle. Por supuesto pudo haber ayudado al pequeño si se lo hubiera pedido, pero desde su punto de vista, el impacto sería el de la manifestación frente a él de la ciencia que controló su pensamiento. Y así cuando permitamos que “haya en nosotros aquella Mente que hubo también en Cristo Jesús”, también, como él, contemplaremos “en la Ciencia al hombre perfecto”, que aparecerá ante nosotros “donde el hombre mortal y pecador aparece a los mortales” (C&S 497:27; 477:1). Hallaremos que sin esfuerzo seremos espiritualmente científicos y que cualquier manifestación que el error presente, sólo avivará en nuestro pensamiento la verdad de lo que es su supuesto opuesto. No buscaremos una razón para la cizaña ni para cómo llegó a ser, porque para nosotros no estará ahí, pues sólo “las obras de Dios” serán manifiestas. Cuando lleguemos a esta actitud a semejanza de Cristo, sanaremos al enfermo como Jesús sanaba, porque por medio de nuestra comprensión liberaremos la conciencia del individuo para expresarse como realmente es. Cuando la verdad y sólo la verdad ocupe totalmente la conciencia de un individuo, todo cuanto llegue dentro del radio de esa conciencia, se hallará liberado de las mentiras que obstaculizan su expresión. Esta fue una experiencia continua para Jesús, porque dejaba todo “hasta el tiempo de la cosecha”, pero ese tiempo siempre estaba presente en él, como lo indicara cuando en otra ocasión dijo: “¿No decís vosotros: Aún faltan cuatro meses para que llegue la siega? He aquí os digo: Alzad vuestros ojos y mirad los campos, porque ya están blancos para la siega” (Juan 4:35). Mantengamos siempre en conciencia que la cizaña no tiene fundamentalmente nada que ver con nosotros, sino que es el resultado de la falsa educación de la mente mortal. Nuestra tarea debiera ser educarnos desde la Mente divina y no quedar relegados. Debemos “dejar que los muertos entierren a sus muertos” (Mat. 8:22), y seguir al ideal del Cristo de la mejor manera. “La semilla de la Verdad dejada a su propia vitalidad, se propaga; la cizaña no puede estorbarla” (Mis 111:16). Esta parábola muestra la importancia no sólo de no interferir con lo que el Principio está haciendo, sino también ver que el Principio está en acción, y consentir inteligentemente en esa operación, regocijándonos en lo que está haciendo para cada uno de nosotros. Debido a que el Principio tiene su propia manera de resolver todo, es erróneo interferir con esas maneras, desde la base de juicio humano. Cuán a menudo los padres, con la mejor intención del mundo, han tratado de arrancar el mal que les parece ha surjido en 060807 / ESPIRITU
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sus hijos. Finalmente tienen que llegar a aceptar que la manera del Principio es más minuciosa que cualquier cosa que la mente humana pudiera trazar o concebir. Ningún hombre puede decirle al Principio: “¿Qué haces?”. No siempre podemos ver cómo es que el Principio opera, pero tenemos que aprender a admitir que el Principio está haciendo su obra y no debe ser interferido. No puede ser burlado en su obra y no nos corresponder ver algo que lo burle, sino más bien, ver que no hay nada ahí que pudiera burlarlo. Ese es nuestro trabajo. Tratamos de interferir en nombre del bien, en lugar de ceder al Principio, reconociendo que está actuando, produciendo la combinación correcta de circunstancias y las condiciones correctas para el mejor crecimiento y fruto, aunque algunas de dichas condiciones puedan parecernos opuestas al Principio. No debiéramos ignorar la situación, sino debiéramos aceptar que el Principio ha mostrado la semilla y está haciendo la obra. “[Lo derrocaré, lo derrocaré, lo derrocaré]… hasta que venga aquél cuyo derecho [es], y yo se lo entregaré” (Eze. 21:27). Para el Principio no hay enemigo, ningún contrincante. “El mal más grande no es más que el opuesto hipotético del bien más elevado” (C&S 368:1). Fue este conocimiento lo que hizo que Jesús no interfiriera con ninguno de sus preciados estudiantes. Debió haber estado bien consciente de la cizaña creciendo al lado del trigo en el carácter de Judas, de la “cizaña” de mezquindad, de envidia, etc., creciendo al lado de la buena semilla que él mismo había sembrado, pero sabía que la buena semilla tenía su fruto en Judas y por tanto en lugar de reprocharle, (como seguramente pudo haberlo hecho, porque conocemos de sus poderes supremos de detección y corrección), fue el siervo del Principio. Lo que sabía era que la Verdad no podía mas que triunfar: aunque la cizaña se hubiera reunido y quemado en breve agonía de auto destrucción en la vasija del alfarero, él jamás lo hubiera permitido, o hubiera constituido una catástrofe. Vio que la lección que Judas debía aprender era la mejor y más rápida lección para él que si lo hubiera mantenido a raya. (Véase Juan 13:21-30; Mat 26:47-54 y 27:3-10) También con Pedro y otros discípulos, Jesús no interfirió. Sabía que el Principio no está fuera de nosotros – está operando a través de nosotros y como nosotros. Esa es la razón por la que todos estamos creciendo hasta el momento de la cosecha. El mal trata de decirnos lo contrario para desanimarnos o para que dejemos de creer que lo que dice es real, pero el Principio no sabe nada de esa 060807 / ESPIRITU
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irrealidad. Si seguimos el impulso del bien, alcanzaremos la cosecha en experiencias continuas iluminadoras, y en comprensión creciente. “Lo temporal y lo irreal nunca tocan lo eterno y lo real. Lo mutable y lo imperfecto nunca tocan lo inmutable y lo perfecto. Lo inarmónico y lo autodestructivo nunca tocan lo armónico y lo auto-existente. Esas cualidades opuestas son la cizaña y el trigo, que realmente jamás se mezclan, aunque (a la vista mortal) crezcan juntos hasta la cosecha; entonces la Ciencia separa el trigo de la cizaña mediante la comprensión de que Dios está siempre presente y que el hombre refleja la semejanza divina” (C&S 300:13-22). El maestro nos dice: “La siega es el fin del [mundo]” (Mat 13:39). El fin del mundo del ayer nos llega hora tras hora como un mundo nuevo de mayor comprensión que amanece sobre el pensamiento. Por ejemplo, cuando aceptamos que sólo hay una única Mente y que es Todo, es “el fin del mundo” en el que habíamos vivido anteriormente. El mundo de muchas mentes con todas los posibles desacuerdos y trastornos que conllevan ya no es tan real. El fruto de la comprensión de Una Mente infinita es lo que provoca que la cizaña se muestre, porque antes, sin pensarlo, permitimos la posibilidad de desacuerdos y trastornos; pero nuestro entendimiento creciente acerca de esa única Mente, también nos pondrá de manifiesto la imposibilidad de la cizaña, y así sus pretensión se harán cada vez más irreales para nosotros y más y más impotentes en nuestra experiencia. Lo que la parábola indica es que sólo el bien está siempre presente. El sentido mortal pareciera fabricar y ver el error corriendo en paralelo con ese bien, pero aquél que piense que debe arrancar personalmente el error, lo hace real. Aquél que sabe que no hay error en el ser real, no es perturbado por las miríadas del error galopante, más de lo que sería por la sombra provocada cuando la luz es lanzada sobre un objeto. Cuando aceptamos una imagen del mal como muy real en una misma situación y nuestra primera inclinación es actuar precipitadamente para arrancarla sobre la base de su realidad, nuestra única e inmediata reacción debiera ser verla como si Dios jamás la hubiera hecho ni la conociera; no está ahí como una realidad para ser desarraigada; y desde esta verdad básica, debiéramos continuar admitiendo los pensamientos angélicos que sostienen esta verdad a nuestra comprensión, hasta que nos guíen hacia la siega de nuestra propia convicción individual de que la verdad que hemos declarado es verdaderamente cierta para nosotros. 060807 / ESPIRITU
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Si se emitieran opiniones acerca de nuestro mejor amigo en el sentido de que carece por completo de Principio y fueran falsas, nuestra primera y única reacción debiera ser comprender que son mentiras sin fundamento. Entonces debiéramos tanto permitir como cultivar un torrente de verdades (los ángeles de nuestro Hijo del hombre), en relación a nuestro amigo y ocuparían finalmente nuestra conciencia de tal manera, que disfrutaríamos una siega de una más maravillosa comprensión acerca de él, que antes jamás. La cizaña tiene que ser reconocida como cizaña o mentira y luego abandonada, en tanto que el trigo del pensamiento verdadero tuvo que borrar sin esfuerzo alguno, la llamada cizaña. Todo aquél que no adopte esta lealtad directa y clara hacia Dios, sufrirá temporalmente por la admisión del error como real, y por su convicción de que siendo real, ahora tiene que ser derrotado de alguna manera. Es sabio recordar también que “nuestro mejor amigo” no siempre debe referirse a algún otro, sino pudiera aplicarse a nuestro propio ser verdadero. Las ideas del Principio están destinadas a llegar a todo individuo, ya sea aquí o en el más allá, pero siempre en su “preciso momento”, y las ideas del Principio no pueden evitar consumir lo errores definitivamente, y realzar la belleza de la rectitud de aquello que es bueno. Una vez que el individuo se decide por completo a favor del Principio y su perfección, halla al Principio abrazando toda su conciencia, por lo que se vuelve clara y limpia, sin vestigio de impedimentos. Por ello es que Jesús termina la parábola: “Entonces los justos resplandecerán como el sol en el reino de su Padre”. Es algo sencillo, y puede ser experimentado por cualquiera, cuando todo el peso es quitado de uno y toda la niebla se dispersa cuando verdaderamente se mantiene un sentimiento de claridad y seguridad como el de la descripción de Jesús del resplandor: “como el sol en el reino [del] Padre”. Cuando se consume la cizaña, hay “lloro y crujir de dientes” (Mat 13:42), pero esto se refiere sólo a ese estado de pensamiento que se cuelga a la creencia de que manejar el error implica primero admitir su realidad y luego tratar de erradicarlo, tarea imposible sobre tal base. La Sra. Eddy dice: “Al conocer la irrealidad del pecado, la enfermedad y la muerte, se demuestra la totalidad de Dios” (Un 9:31), y así es que debemos comenzar con la irrealidad del mal y no con un sentido de su realidad. Un hombre que determina soportar la tormenta y luego abre su puerta para ver brillar el sol, no puede más que desilusionarse. 060807 / ESPIRITU
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Algunas personas sobre enfatizan tanto la presencia de la cizaña que se perturban y envidian el progreso de aquél que sigue el Principio y destruye al enemigo del menosprecio personal, siguiendo adelante lo mejor que puede, sabiendo que es amado por su Padre. Hay individuos que pasan mucho tiempo mirando la cizaña en otros campos de expresión, y raras veces tienen tiempo de la cosecha o de aceptar aquellos pensamientos angelicales que disipan la sugestión de limitación en sus semejantes. Uno de los signos de que hemos admitido la presencia del Amor, es cuando el ver la debilidad en nuestra propia expresión del Principio o en la de otros, se vuelve tan sin importancia, que permite que se destruya a sí misma; en tanto que lo bueno se vuelve tan realzado, que la inspiración que baja del cielo nos eleva a un plano superior. La Sra. Eddy escribió: “Cuanto más comprendo la verdadera naturaleza humana, tanto más percibo que es impecable, tan ignorante del pecado como lo es el perfecto Hacedor. Para mí, la realidad y la sustancia del ser son buenas, y nada más que buenas. Por medio de la eterna realidad de la existencia logro, mentalmente, una conciencia glorificada del único Dios viviente y del hombre auténtico. Mientras yo tenga conciencia del mal, no puedo ser enteramente buena” (Un 49:8). Y así cuando Jesús abre esta parábola con las palabras: “El reino de los cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo…” en efecto estaba diciendo: Hagan lo mismo; tengan esta misma actitud de mente, y los resultados tendrán la calidad del cielo o la armonía. Era como un maestro de música, demostrando la belleza de una pieza musical con su instrumento y por medio de esta actividad, diciéndole a un alumno: Haz lo mismo, y en lugar de tener tiempos difíciles, te hallarás en el reino de la armonía que te habla de la verdadera alma tras todas las cosas.
Citas semanales de la Lección proporcionadas por el Instituto de Ciencia Mary Baker Eddy. Visite nuestro sitio web: http://www.mbeinstitute.org/espanol/ 3350 N. Key Drive # B 313 North Fort Myers, FL 33903 USA Para mayor información llame al (239) 656-1951 (USA) ¡Damos la bienvenida a sus comentarios! 060807 / ESPIRITU
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