La sociedad política como agenda de investigación: delimitación conceptual y marcos analíticos

VII Congreso Internacional del CLAD sobre la Reforma del Estado y de la Administración Pública, Lisboa, Portugal, 8-11 Oct. 2002 La sociedad política
Author:  Miguel Sáez Ortiz

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La sociedad política como agenda de investigación: delimitación conceptual y marcos analíticos Clemente J. Navarro Yánez En este texto se atiende a tres cuestiones. En primer lugar, se trata de presentar el concepto de sociedad política, entendido como espacio de interpenetración entre estado y sociedad civil. En segundo lugar, se pretende mostrar su relevancia en la agenda investigadora de la sociología y la ciencia política, pues se trata de un concepto marco en el que se sitúan temas o centros de interés básicos que ocupan actualmente a tales disciplinas. En tercer lugar, se intentar esbozar una propuesta de delimitación analítica del concepto, la propuesta de una lógica básica de explicación de los fenómenos que en ella acontecen, así como estrategias apropiadas de análisis empírico; elementos básicos de cualquier agenda de investigación coherente. 1. LA SOCIEDAD POLÍTICA COMO ESPACIO DE INTERPENETRACIÓN. Uno de los aspectos básicos del proceso de modernización ha sido la articulación de la dinámica sociopolítica a través de la dicotomía que forman estado y sociedad civil (Keane, 1988). Ésta, como ámbito en el que la acción se orienta hacia el logro de los intereses individuales (privados), y el estado, como esfera orientada a lo común, con la función principal de ser agente facilitador del mantenimiento del marco en el que se desenvuelven los individuos y sus intereses privados, esto es, la sociedad civil (Giner, 1995). Más concretamente, el estado y las agencias gubernamentales aparecen como el ámbito de las decisiones colectivas, aquel conjunto de decisiones que afectan, de manera vinculante, a la sociedad en su conjunto, o a sectores específicos de ésta (Dhal, 1992). La sociedad civil, en cambio, aparece como el ámbito el que tienen lugar decisiones particulares en forma de contratos que sólo vinculan y afectan a los involucrados en ellos. Así pues, mientras que la sociedad civil se fundamenta en la idea de contrato individual, el estado lo hace en la idea de contrato social y en la medida en que garantiza un marco adecuado para que puedan desarrollarse los primeros. Lo anterior supone que estado y sociedad civil son dos esferas separadas, con lógicas institucionales diferentes, esto es, criterios regulativos diferentes en cuanto a la inclusión y actuación en su seno1; pero que se constituyen y dan sentido mutuamente. O tal y como argumenta Tester, Su existencia se basa en un proceso de creación mutua (Tester, 1992). No obstante este esquema originario, el avance del proceso de modernización ha tenido como correlato la difuminación progresiva de la distinción entre la esfera estatal y la esfera civil. De modo que hoy, la dinámica socio-política, más que vertebrarse mediante dos esferas, lo hace mediante intensos y crecientes procesos En adelante se entenderá por lógica institucional el conjunto de reglas que regulan y constituyen un campo de interacción específico. El término se ha tomado de Friedland y Alford (1993) y de Burn y Flam (1987) 1

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de interacción entre ambas (García-Pelayo, 1977: 115). No se trata de argumentar que hayan dejado de existir diferencias substantivas entre ambas esferas, pero si que sus fronteras son cada vez menos nítidas. Ello, indudablemente, se debe a un continuo y creciente proceso de interpenetación, dando lugar a una esfera que es combinación de ambas, a la que pudiera denominarse sociedad política. Por un lado, esta aparece a través de la extensión de los ámbitos a los que llega y afecta de una manera fundamental la acción estatal a través de las políticas públicas. Cada una de estas en particular, y la acción estatal en general, suponen orientaciones, diseños y acciones encaminadas a provocar cambio social, esto es, una modificación sustantiva de las instituciones básicas de la sociedad, y con ello, de las oportunidades vitales de las que goza ciudadanía. El ejemplo más claro y extenso es, sin duda, el Estado del bienestar. Por otro lado, la sociedad política toma cuerpo a través de la intensidad y diversidad con la que los actores sociales, individuales y colectivos, tratan de hacer valer sus intereses en la toma de decisiones que subyacen a las políticas públicas; pretendiendo con ello, pues, tomar parte en el diseño de las orientaciones de cambio social que aquellas implican. De este modo tales procesos aparecen como complejos sistemas de intermediación y negociación de intereses de diversa naturaleza, en atención a los sujetos participantes, sus recursos, actitudes, etc.... Así, como manifestación de este fenómeno, ya no suele hablarse de acción de gobierno, sino de modelos de governance, en los que diferentes actores, estatales y civiles, tratan de diseñar formas por las que hacer viable la vida en común (Mayntz, 1999), en su versión de “regímenes” a partir de las aportaciones de Stone (1993) para el análisis de la sociedad política local. En lo que cuenta, como un factor básico, el creciente proceso de corporatización, por el que la defensa y representación de intereses civiles tiende, cada vez en mayor medida, a darse a través de corporaciones, organizaciones, grupos o asociaciones; en fin, actores colectivos orientados por criterios de coordinación imperativa (Pérez Yruela y Giner, 1979). Sin duda, el aumento de los procesos de interpenetración afecta al rendimiento heurístico de la dicotomía clásica estado-sociedad civil. Y ello, tanto en la discusión normativa, como al análisis de la dinámica socio-política de en las sociedades contemporáneas. Desde un plano normativo, pudiera señalarse que la discusión se sitúa, fundamentalmente, en la propuesta de modelos acerca de la extensión e intensidad de los procesos de interpenetración, y con ello, del espacio que ha de ocupar la sociedad política. De forma muy básica, pudiera argumentarse que las propuesta de corte liberal suponen el menoscabo de tales procesos al proponer la incentivación de la acción individual a través del mercado como mecanismo de organización socio-política. En cambio, las perspectivas comunitaristas reclaman la necesaria hegemonía de la “comunidad”, y con ello, en las versiones de corte marxista, la necesaria prevalencia del estado sobre la idea de contratos privados como mecanismos de regulación socio-política. Sin embargo, la perspectiva republicana apuntaría a la necesidad de intensificar y extender los procesos de interpenetración, o si se prefiere, a fortalecer la sociedad política. A ello parecen apuntar las actuales reflexiones acerca de la democracia participativa (asociativa o deliberativa). Por ejemplo, la propuesta de una “sociedad civil fuertemente democrática” de Benjamín Barber basada en la presencia de la ciudadanía en el espacio público de interpenetración entre estado y sociedad civil. Así mismo, la propuesta de democracia asociativa de Cohen y Rogers (1995) 2

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mediante la asignación de tareas de provisión de servicios públicos a las asociaciones civiles. Por otra parte, el análisis de la dinámica socio-política muestra la existencia de un constante proceso de interpenetración, ya sea desde un enfoque genérico, ya sea en el análisis de políticas públicas concretas. Así, tal y como se ha apuntado más arriba, la literatura no habla de gobierno sino de governance (Kooiman, 1993), y tampoco de políticas públicas (policies), sino de redes de políticas públicas (policy networks) (Marsh y Rhodes, 1992). Así mismo, se señala la transición desde el Estado del bienestar al Pluralismo del bienestar a través de procesos de “gestión privada de intereses públicos”. O más en general, la acción estatal aparece como un entramado de agentes públicos y privados en constante interacción, tal y como defiende Knoke en su perspectiva del “estado organizacional” (organizational state)(Knoke, 1998). Lo expuesto sugiere que, en general, la dinámica socio-política en las sociedades contemporáneas se caracteriza por el aumento de la interpenetración entre estado y sociedad civil, y con ello, la creación de una esfera específica en la que tiene lugar la interacción entre actores civiles y gubernamentales con rasgos diversos al estado y a la sociedad civil propiamente dichos. Es a esta esfera, como espacio en el que tienen lugar los procesos de articulación y vertebración sociopolítica, a la que pudiera denominarse “sociedad política”. Concepto que parece estar en la base tanto de la reflexión normativa como del análisis empírico de la dinámica socio-política de las sociedades contemporáneas. En suma, la sociedad política se caracteriza como un espacio o sistema de interacción en el que participan actores civiles y gubernamentales, que no es propiamente ni el ámbito de las decisiones colectivas, ni el ámbito de las decisiones privadas, aquel en el que tienen lugar el ejercicio de la “libertad negativa” de los modernos, sino el ámbito en el que se ejerce la “libertad positiva” de los antiguos, por utilizar la conocida terminología de Isaac Berlin. No es, pues, el espacio en el que se ejecuta el contrato social, ni en el que se desarrollan contratos particulares, sino aquel en el que se elabora y reconstruye el primero. Se trata, en fin, de un espacio público participativo en el que colisionan, negocian y llegan a acuerdos actores (e intereses públicos) y privados. Tal y como señala Farneti (1994: 90), la sociedad política sería “un espacio político entre estado y sociedad civil” el que tienen lugar los procesos de interacción entre agencias gubernamentales (estado) y actores sociales (sociedad civil) para regular la vida en común. 2. LA SOCIEDAD CONTEMPORÁNEA.

POLÍTICA

EN

LA

AGENDA

DE

INVESTIGACIÓN

Específicamente, según Farneti, la sociedad política sería aquel espacio en el que tienen lugar los procesos de movilización, participación y representación política (1994: 88-89). Ello supone que un aspecto básico de las dinámicas que tienen lugar en ella se refiere a los procesos de participación política, aquellos por los que la ciudadanía trata o bien de elegir a las personas que han de ocupar los puestos de gobierno, o bien tratan de influir sobre las decisiones que aquellas adoptan. Ahora bien, considerando las diversas formas que puede adoptar tal ejercicio, y el creciente proceso de corporatización, puede concluirse que son fundamentalmente dos las esferas o espacios en las que tienen lugar, a saber: la 3

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esfera electoral y la esfera corporativa. La aparición de la primera en el siglo XIX a través del ejercicio del voto supone, ante todo, un proceso de democratización cuantitativa, el incremento en el número de participante en la sociedad política. En cambio, en la esfera corporativa se producen procesos de democratización cualitativa, pues no se trata tanto del aumento de los participantes, sino más bien de modalidades de participación diferentes al voto, entre las que destaca, la participación en organizaciones y grupos. Ello supone que la lógica que regula ambas esferas se diferencia, cuando menos, en atención al recurso básico que hacen valer los actores. En la esfera electoral, el recursos sería de carácter cualitativo, pues el ejercicio del poder depende de la acumulación de apoyos electorales. En cambio, en la esfera corporativa, el recurso sería la capacidad de influencia que no se deriva necesariamente del tamaño del grupo sino de su capacidad organizativa, reputación, información que posee y maneja, y más en general, de su situación, su centralidad, en la trama de relaciones que constituye la sociedad política2. Básicamente, y por seguir a Lindblom, estas dinámicas de la sociedad política constituiría el “juego político” que subyace a las decisiones colectivas, y con ello, a las políticas públicas (Lindblom, 1991). Un juego en el que se discuten y acuerdan normas específicas de inclusión, formas adecuadas de acceso a recursos y al ejercicio del poder político, así como sus potenciales efectos; esto es, lógicas institucionales, ya sea para la sociedad política en su conjunto, ya sea para espacio específicos a través de políticas. De hecho, el análisis de los procesos de participación política han comenzado a considerar el factor “oportunidades” como un elemento explicativo, además de los clásicos referidos a la posición social y las actitudes o valores, en el entendimiento de que diferentes lógicas institucionales condicionan las oportunidades para el desarrollo de los comportamientos políticos (March y Olsen, 1989). Ahora bien, si el análisis del “juego político” informa del origen de las lógicas institucionales que regulan la dinámica socio-política en general, y las políticas públicas en particular, quedaría por conocer cómo afectan tales lógicas a la dinámica de interacción. Esto es, quedaría por analizar los rendimientos de la acción de gobierno, tal y como se trata de expresar en el gráfico 1. Gráfico 1 Básicamente este ejercicio suele reservarse a la evaluación de políticas públicas, que fundamentalmente ha centrado sus esfuerzos en conocer los niveles de eficacia y eficiencia de la acción gubernamental, así como los factores que puedan explicarlo, principalmente a través del análisis de la implementación. No obstante, tales ejercicios se han centrado, sobre todo, en el análisis de los “rendimientos materiales”, en la medida en que la acción gubernamental modifica las que Dahrendorf “oportunidades vitales” de las que goza la ciudadanía (Dahrendorf, 1983). Habiendo desatendido el análisis de sus “rendimientos simbólicos”, referidos a las “actitudes vitales”, esto es, la percepción que la ciudadanía posee acerca de las oportunidades que pueden aprovechar, y en Para una visión sintética de las esferas y modos de participación política puede consultarse Navarro (1999: cap. 4). 2

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particular, su papel en la creación de éstas. Desde esta perspectiva, un análisis ajustado de la acción pública, o más específicamente, de sus rendimientos, debería atender tanto a la medida en procura o no la mejora de las condiciones de vida de la ciudadanía, como a la percepción que desarrolla acerca de éstas, y en particular, hasta que punto potencia diferentes orientaciones y comportamientos hacia el espacio público (la sociedad política). Si se prefiere, sus “rendimientos simbólicos”. Esta cuestión se refleja, por ejemplo, en el actual debate sobre el capital social. En concreto, el efecto del estado sobre el origen y desarrollo de este fenómeno, el cual no se refiere a las condiciones de vida de los sujetos, sino más a sus comportamientos, percepciones y orientaciones actitudinales hacia la cooperación y el espacio público. De manera que diferentes acciones estatales pudieran producir diferentes rendimientos simbólicos, en términos de capital social, pero también, que diferentes marcos institucionales derivados de la estructura y funcionamiento estatales, influyen en tal aspecto (Collier, 1998). Otro aspecto de interés, relacionado con los procesos de corporatización sería el potencial desarrollo de zonas de insensibilidad en la actuación de los poderes públicos, esto es, la desconsideración de aquellos intereses que, por incapacidad o desinterés, no han logrado articularse para pasar de “cuasi-grupo” a “grupos” (García de la Cruz, J.J., 1995). Todo lo anterior supone que el análisis de la sociedad política puede situarse, cuando menos, a dos niveles. Por un lado, un nivel marco, referido a los modelos genéricos de estructuración de la dinámica socio-política, en donde la globalización, los modelos de governance o la new public managment aparecen como conceptos fundamentales en la literatura contemporánea. Por otro, un nivel meso, la forma en que se estructuran los procesos de interacción e interpenetración entre actores civiles y estatales en el caso de políticas públicas particulares, en donde la perspectiva de las policy networks aparece como enfoque en continua expansión. Pudiéramos hablar, pues, de enfoques macro y meso para el análisis de la sociedad política, de los procesos de interacción entre estado y sociedad civil. Ahora bien, a lo anterior también subyace, cuando menos, otra dimensión por al que articular el conjunto de fenómenos que tiene lugar en la sociedad política. A saber: la clásica distinción entre politics and policy, o si se prefiere, la toma de postura acerca de la cuestión que plantease Lowi: ¿cuál de las dos es la variable independiente?. Así, la investigación pudiera estar orientada al análisis de las “razones” que subyacen e informan de la acción de gobierno, o bien, al análisis de los factores que influyen en los diversos tipos y niveles de rendimiento de la acción de gobierno. Tabla 1 3. EL ANÁLISIS DE LA SOCIEDAD POLÍTICA: MODELOS Y LÓGICAS DE EXPLICACIÓN PARA UNA AGENDA DE INVESTIGACIÓN. Hasta aquí se ha tratado de mostrar el carácter de la sociedad política como espacio de interpenetración, así como su relevancia en la dinámica socio-política de las sociedades contemporáneas. Ahora bien, ello supone, ante todo, dar cuenta de 5

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ella como “objeto material” de conocimiento, esto es, el conjunto más o menos amplio de fenómenos que pueden observarse en la realidad y dinámica socio-política contemporánea. Ahora bien, su potencial analítico debe venir de la mano de su transformación en “objeto formal” de conocimiento, esto es, su conceptualización analítica, así como el desarrollo de propuestas básicas para enfrentar su análisis, modo por el que encontrar explicación a los fenómenos que la caracterizan, así como también el desarrollo de instrumentos de carácter técnico que permitan constatar empíricamente tales propuestas, haciendo de los fenómenos “objeto empírico” de conocimiento. De forma más específica, la constitución del objeto formal de conocimiento, como primera regla de vigilancia epistémica (Bourdieu, Chamboredon y Passeron, 1975), supone articular una definición analítica del fenómeno, establecer una lógica apropiada de investigación y su posterior desarrollo en temas, o mejor, preguntas de investigación relevantes. El carácter de objeto de análisis empírico vendría de la mano del desarrollo de estrategias de investigación y técnicas de análisis apropiadas al marco metodológico y preguntas establecidas. De una forma básica y resumida, estos aspectos se muestran a continuación: 3.1. Definición analítica: la sociedad política como sistema de interacción social. La sociedad política debería ser caracterizada como un sistema de interacción social, esto es, como un conjunto más o menos amplio de actores que, con recursos, intereses y percepciones diversas, desarrollan estrategias y pautas de interacción en el seno de marcos institucionales específicos, ya sea globales, referidos a la dinámica socio-política en su conjunto, ya sea aquellos específicos referidos a políticas públicas en particular, los cuales delimitan las oportunidades para el desarrollo de determinados cursos de acción. Ello supone que el punto de partida en el análisis de un fenómeno debe consistir en informar de las propiedades básicas del sistema de interacción que supone, y por tanto, que la similitud de fenómenos objeto de análisis debe hacerse en virtud a la semejanza de tales características, más que en atención a temas. Son tales propiedades las que revelan el carácter analítico del fenómeno, que como mínimo, deben remitir a la estructura de oportunidades y a los actores sociales (sus recursos, intereses y percepciones de la estructura de oportunidades)3. Lo anterior supone atender al conjunto de actores que participan en los procesos objeto de análisis, vinculándolos al marco y lógica institucional en el que han de desarrollar sus estrategias de acción. De lo que se deriva el uso de la lógica situacional como método de explicación. 3.2. Lógica o método de explicación: la lógica situacional. De forma muy sucinta, el planteamiento de la sociedad política como sistema de interacción social supone el reto metodológico de la integración entre niveles El concepto de sistema de interacción se ha tomado de Boudon (1981), habiendo simplificado a dos las propiedades básicas de éstos, pues este autor pormenoriza y detalla de forma profusa tales elementos. 3

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colectivos e individuales de análisis, o si se prefiere, entre estructura y acción. En esta línea, parece oportuno el uso de la lógica situacional como método de análisis. Esta lógica de explicación constituye la tradición sociológica fundamental (Giner, 1997), desde Weber, la Escuela de Chicago o el interaccionismo simbólico, a las propuestas más recientes de Boudon (1999) o el esquema deseos-oportunidades propuesto por Elster (1996)4. Este enfoque parte de la premisa básica de un actor (sea individual o colectivo) intencionalmente orientado al cumplimiento de sus intereses (deseos u objetivos) y situado en el sistema de interacción social en el que desarrolla su acción, el cual establece el marco o estructura de oportunidades de acción que puede desplegar, en lo que cuenta tanto sus recursos de toda índole, como su percepción acerca de tal estructura de oportunidades. De esta forma, y tal y como plantea Boudon (1986), el objetivo del investigador social consistiría en desvelar la estrategia o función adaptativa que desarrolla el actor o actores en atención a sus recursos, sus intereses y su percepción acerca de las oportunidades que tiene para lograrlos. De una forma básica, el procedimiento de explicación que orienta la lógica situacional pudiera esquematizarse de la forma siguiente: 1) Imperativos metodológicos: • de la intencionalidad: actores intencionalmente orientados, lo que implica una explicación finalista o intencional. • situacional: actores situados, y por tanto, constreñidos por marcos situacionales (contextos de interacción). • credencial: la importancia de la percepción de la situación por parte del sujeto. 2) Lógica de explicación: 1º) Comprensión de sentido: hipótesis acerca de las razones que causan la acción de un actor. 2º) La interacción: modos, pautas o procesos de interacción en una situación dada con constreñimientos estructurales y las creencias de los sujetos sobre ellos. 3º) Pautas de agregación: los resultados, en forma de macrofenómenos, debe explicarse en atención a los modos o pautas de interacción que se dan entre actores. Esta lógica de explicación hace del “actor situado e intencionalmente orientado” su elemento básico, medio por el que considerar en el análisis tanto la estructura como la acción individual. Ahora bien, el modelo queda indeterminado, no predice nada acerca de la hipótesis acerca de las motivaciones para la acción, sobre el mecanismo de explicación en términos de la propuesta de realizada por Elster (1998), pudiéndose aplicar al respecto diferentes supuestos, tal y como hiciera Weber5. Al respecto también puede consultarse Boudon (1987). Como es sabido, Weber propuso cuatro hipótesis o mecanismos de explicación: acción con arreglo a fines, con arreglo a valores, tradicional y afectiva. Más recientemente el “modelo cognitivista” de Boudon (1999) distingue cuatro: racionalidad de utilidad esperada, racionalidad limitada, racionaliad cognitiva y racionalidad axiológica; y para Elster (1991), se trata tanto de racionalidad instrumental como de valores, cualquiera puede funcionar como “mecanismo” de explicación. El mismo esquema 4 5

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Este marco genérico de análisis sociológico viene siendo aplicado por diferentes autores al análisis de procesos de interacción entre estado y sociedad civil. Así por ejemplo, la propuesta del enfoque de “Sistema de Reglas” propuesto por Burns y Flam (1987), en la que la acción política es explicada como estrategias desarrolladas en atención al contexto institucional en el que tiene lugar, entendiendo a éste como un conjunto de reglas que delimitan el acceso al poder política y la forma adecuada de ejercerlo. Otro ejemplo es la propuesta del análisis institucional desarrollado por Elionor Ostrom (1990) para estudiar problemas de acción colectiva en relación con el desarrollo. Situándose en este marco, y como propuesta específica para el análisis de políticas públicas, Mayntz y Scharf han elaborado la perspectiva del “actor institucionalmente situado” (actor-centered institutionalism). Básicamente, se sostiene que cada política pública fija, o tiene lugar, en un marco o espacio institucional que da cuenta de los actores que participan en los procesos de interacción, sus orientaciones y capacidades, pudiendo derivar de ello posibles cursos o modo de interacción, así como resultados específicos de las políticas que se trate (Scharpf, 1997). Los elementos básicos del marco analítico que se propone son los siguientes: • • • •

Marcos institucionales, conjunto de reglas constitutivas que delimitan cursos de acción, modos de interacción y resultados deseables. Actores, con sus preferencias, percepciones y capacidades. Constelaciones de actores, conjunto de actores que intervienen, sus opciones estratégicas, los resultados asociados a éstas y la percepción que de ellos poseen. modos de interacción, formas específicas en las que interactúan los actores en determinadas constelaciones situadas en marcos institucionales específicos.

Básicamente esta propuesta, reinterpretada en términos de lógica situacional, supone que cada política pública fija un sistema de interacción socio-política, estableciendo recursos a disposición de los actores, así como una gama más o menos amplia de posibles modos de interacción, o si se prefiere, una estructura de oportunidades específica. A ello añade que específicos marcos institucional (institutional setting) hacen más o menos probable el desarrollo de determinados modos de interacción (modes of interaction) (Scharpf, 1997: 47-49), esto es, asigna papel analítico, si se prefiere efectos causales, al marco institucional, pues sería un elemento fundamental para explicar los modos de interacción que tienen lugar entre los actores. En esta línea parecen apuntar, así mismo, las propuestas analíticas desde el enfoque de las redes de políticas públicas (policy networks), una vez que tratan de superar el carácter metafórico de sus primeras propuestas, tal y como apuntara Dowding (1995). Esto es, tomando a la red como una propiedad del sistema de interacción y no sólo como una metáfora de carácter descriptivo; y dando cuenta, pues, de qué propiedades del sistema de interacción se refiere al actor (intereses, recursos,...) y cuales otros al sistema mismo (la red), para con ello poder establecer sería valido para las perspectiva interpretativista, como la micro-sociología, en donde el modelo o mecanismos de explicación queda también indeterminado. 8

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le “efecto neto” de la red sobre los modos de acción e interacción socio-política. A ello apunta, por ejemplo, el “enfoque dialéctico” propuesto al respecto por Marsh y Smith (2000) para integrara estructura y acción en buena lógica situacional. Para ello diferencian cuatro elementos básicos: el contexto estructural, la estructura de la red, la interacción en la red y el actor. Los cuales guardan un estrecho paralelismo con los elementos básicos del marco analítico de la propuesta del “actor-centered institutionalism”. Tabla 2 Ambas propuestas suponen, pues, marcos analíticos específicos para el estudio de procesos de interacción entre estado y actores civiles, o si se prefiere, para el estudio de la sociedad política, desde la perspectiva de la lógica situacional, como elaboración específica de la tradición sociológica fundamental al estudio de los procesos de interacción entre estado y sociedad civil. De lo anterior se deriva que el uso de la lógica situacional implica, por imperativo metodológico, la imposibilidad de generar “grandes teorías” sobre la sociedad política, por utilizar la terminología mertoniana (Merton, 1964). A saber: si se sostienen que la explicación de los procesos de interacción vienen dados por el marco y lógica institucional que regula el sistema de interacción, sólo pueden llegar a generalizarse resultados para aquellas situaciones de interacción que posean las mismas o similares características6. Así pues, la lógica situacional, o en sus versiones más concretas del “actorcentered institutionalism”, aconseja, en línea mertoniana, desarrollar un programa o agenda de investigación basado en “investigación empírica teóricamente fundamentada” por alguno de los marcos analíticos mencionados, pero con el objeto de desarrollar “teorías de rango intermedio”, o si se prefiere, modelos que expliquen los procesos de interacción y sus resultados para situaciones específicas. El objeto de la agenda de investigación no sería, pues, el desarrollo de una teoría sobre la sociedad política, sino teorías de rango intermedio, modelos analíticos acerca de procesos o fenómenos centrales referidos a ésta en atención a la diversidad (o similitudes) de contextos institucionales, o más en general, específicos sistemas de interacción socio-política. Desde esta perspectiva, la agenda investigadora de la sociedad política debería extenderse desde la zona derecha de la tabla 1a la zona izquierda. Esto es, desde el nivel meso al nivel macro, toda vez que existen diferencias analíticas al primer nivel que no permiten, o cuando menos, no aconsejan la generalización a nivel macro si no es a través de modelos analíticos o teorías de rango intermedio. 3.3. Estrategia de investigación: el estudio comparado de casos. De lo expuesto pudiera derivarse que la estrategia de investigación comparada sería más eficiente que estrategias cuantitativas de carácter extensivo o estrategias

Tal y como señala Scharpf las “regularidades empíricas que dependen de los efectos estandarizados de instituciones no pueden ser universales sino limitadas espacio y temporalmente” (Scharpf, 1997: 41). 6

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cualitativas de carácter intensivo7. La primera, bien representada por las encuestas, permitiría establecer generalizaciones empíricas mediante relaciones entre variables sin situar a los actores en sus contextos situaciones, ya sea políticas concretas o sistemas políticos estatales en su conjunto. Así, por ejemplo, en el análisis de la cultura política y del cambio de valores en particular, se viene insistiendo en introducir variables que den cuenta de la influencia del contexto sobre las relaciones que se establecen a nivel individual, mostrando empíricamente mediante estudios comparados tal hecho, ya sea del cambio socio-económico sobre el cultural (Haller, 2002), ya sea la relación entre valores y comportamiento políticos (Van Deth, 1995), ya sea sobre los efectos de las políticas y regímenes de bienestar sobre los valores socio-políticos de la ciudadanía (Andress y Heien, 2002), y en particular, las diferencias en la génesis y desarrollo de capital social (Rothsthein, 2001). Los estudios cualitativos, bien ejemplificados mediante los estudios de caso, permiten indagar con profundidad sobre las razones que pueden explicar un fenómeno, pero, tal y como es sabido, adolecen de capacidad de generalización de sus resultados, si no es mediante procesos de comparación analógica. Esto es, dado tales resultados en el contexto X, cabe pensar que en el contexto Y se darían estos otros resultados. Ahora bien, tal y como señalara Smelser (1982), y de forma más detallada King, Keohane y Verba (2000), un número de reducido de casos no permite la variabilidad de condiciones necesaria para llegar a inferencias causales. Es por ello que frente a las anteriores, la lógica situacional reclama una estrategia de investigación que permita controlar el efecto del marco situacional (institucional). Para ello aparece apropiado el uso de los “estudios comparados de casos” en donde estos sean diferentes políticas públicas que presentan diferencias y semejanzas en atención a dimensiones de carácter analítico, en forma de una “muestra teórica” que permita realizar procesos de “generalización inductiva”, en la que importa más contrastar la veracidad de un modelo específico para un marco institucional concreto, y su comparación con otros, que la generalización estadística de asociaciones entre variables (Yin, 1993). Esto supondría llegar al análisis de la sociedad política a través de estudios comparados de casos de específicos procesos de interacción entre estado y sociedad civil; por ejemplo, mediante la comparación de diferentes políticas públicas o una misma política pública en diferentes contextos institucionales. O también, por ejemplo, constatando el efecto o rendimiento simbólico de diferentes políticas sobre la creación de capital social, como algunos de los estudios que viene financiando el Banco Mundial en su Iniciativa sobre Capital Social. Este también parece ser el programa de investigación que subyace, de manera más o menos explícita, en el cada vez más abundante análisis de redes de políticas públicas (policy networks)8. Cuestión que de forma explícita plantea Scharpf para su propuesta del Actor-centered institutionalism, o usa Ostrom en su Governing the Commons, al comparar diferentes casos que se diferencias o asemejan en atención al contexto de interacción institucional que subyace a cada uno de ellos. Esta clasificación tripartita de estrategias de investigación se basa en Ragin (1994). Un planteamiento explícito de esta estrategia se encuentra en la perspectiva del “organizational state” propuesta por Knoke (1989), o en las diversas compilaciones sobre este asunto en donde, aún de manera asistemática, se comparan análisis de redes de políticas públicas en diferentes sectores y/o países, entre los que puede destacarse la compilación de Marin y Mayntz (1991). 7 8

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3.4. Técnicas de análisis empírico: el análisis de redes. Por último, dotar de rango analítico al marco institucional, ya sea en form a de constelaciones de actores o estructura de redes implica el reto analítico de distinguir propiedades del sistema de interacción (de la red) de aquello que son atributos individuales (Dowding, 1995). Y ello, desde una perspectiva empírica, supone la necesidad de desarrollar técnicas de análisis que permitan determinar la influencia de uno y otro factor desde en el análisis empírico de los procesos de interacción entre estado (agencias gubernamentales) y sociedad civil (actores sociales). En este campo existen considerables avances desde las aportaciones del análisis de redes, centrado en “medir” la estructura del sistema de interacción a partir de las relaciones que mantienen entre sí los actores de una constelación, por decirlo en términos de Scharpf. Habiendo aplicado para ello análisis multidimensioinales que permiten describir situaciones de equivalencia entre actores en una misma red, o bien desarrollado para conceptos, mediciones y algoritmos específicos. Ahora bien, sea de una forma u otra la medición, existe el riesgo de homologar en términos empíricos elementos que son diferentes desde una perspectiva analítica, como por ejemplo, los marcos institucionales con sus efectos en términos de modos de interacción, o si se prefiere, la estructura de la red con los procesos de interacción que en ella tienen lugar. Ello supone que el análisis de redes debe enfrentar el difícil reto de plantear mediciones del sistema de interacción independientes de las relaciones que establecen los actores entre sí. Esto es, para, haciendo buen uso de la lógica situacional, situar al actor en el contexto de interacción, deben separarse analíticamente estructura y actor, pero también, deben darse mediciones independientes de estos conceptos, de manera que pueda contrastarse empíricamente el peso que cada uno de ellos posee sobre la función adaptativa que desarrollan los actores, el modelo de interacción que producen, y con ello, sus resultados. 4. COMENTARIOS FINALES. Lo expuesto hasta aquí plantea una agenda de investigación amplia en cuanto a sus temas o fenómenos a investigar, pero más concreta si se afronta desde investigación empírica teóricamente fundamentada, al considerar que la labor de la sociología o la ciencia política debe consistir en dar cuenta de las circunstancias que explican el curso de acción que toman diferentes actores políticas en procesos de interacción y los resultados que de ello se deriva. No se tarta, pues, ni de elaborar una “gran teoría” de la sociedad política, ni de producir “generalizaciones empíricas”, sino más bien de desarrollar modelos analíticos susceptibles de contrastación empírica que permitan indagar acerca de la lógica que orienta espacios concretos o fenómenos específico que articulan el creciente espacio de interpenetración entre estado y sociedad civil. En este sentido, y de una forma esquemática, la tabla 3 muestra los rasgos básicos y necesarios para el desarrollo de la agenda de investigación sobre la sociedad política. Tabla 3 11

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Las aportaciones que se incluyen en el panel presentan algunos análisis parciales en el objetivo general planteado en ésta. Una de ellas, se plantea el peso de las redes de relaciones intergubernamentales sobre la provisión de servicios públicos. En concreto, si diferentes sistemas de interacción entre gobierno central y gobiernos locales influyen en la provisión de servicios con cierta independencia de las redes de interacción local (entre gobierno local y grupos locales). Otra de ellas plantea avances en torno a la medición de redes de interacción local, como elemento constitutivo de la sociedad política que articula la relación entre autoridades municipales y actores sociales en tal escala. Por último, se analiza el efecto potencial de una política pública que tienen como objetivo la articulación de la sociedad política, como es el fomento del voluntariado. A partir de la legislación existente al respecto se muestra la lógica institucional que orienta la acción estatal, contrastándose con la lógica que presenta la solidaridad cívica, como movimiento societario de ayuda mutua que se manifiesta en los motivos por los que parte de la ciudadanía decide incorporarse a una asociación para prestar ayuda a los demás. BIBLIOGRAFÍA

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RESEÑA BIOGRÁFICA

Autor: Clemente J. Navarro Yánez Cargo: Profesor Titular de Sociología Institución: Centro de Sociología Política – Universidad Pablo de Olavide (UPO) Dirección postal: Carretera de Utrera, Km. 1 41013 Sevilla (Spain) Teléfono: ++.37.954.34.91.88 e-mail: [email protected] web: www.upo.es Responsable del Observatorio del Mundo Local en el Centro de Sociología Política y Director de la Unidad de Calidad de la UPO. Anteriormente fue investigador del Instituto de Estudios Sociales de Andalucía (Consejo Superior de Investigaciones Científicas)(1997-2001). Investigador invitado del Consiglio Nazionale della Ricerca, así mismo en diversas universidades y centros, como Università degli Studi di Roma y Bologna, o el Instituto de Arqueología e Historia de Roma (Italia), Universidad de Bielefeld y el ZUMA (Alemania), La Habana (Cuba), Río de Janeiro, Campinas, Sao Carlos (Brasil) y la Universidad Nacional de San Luis (Argentina). Premio Extraordinario Tesis Doctoral de la Universidad Complutense de Madrid (1997). Premio Mundial de Jóvenes Sociólogos concedido por la Asociación Internacional de Sociología (1993). Sus trabajos se centran en el análisis de los procesos de interacción entre actores sociales y agencias gubernamentales, y en particular, la participación de la ciudadanía en políticas públicas a nivel local. Entre sus publicaciones, Democracia asociativa y oportunismo político (2002), La calidad del pluralismo del bienestar (2001), El Sesgo Participativo (1999), El nuevo localismo (1998); además de artículos revistas científicas como Sociologia Ruralis, Revista Internacional de Sociología, Analise Sociale, Cadernos do Noroeste, Revista Española de Investigaciones Sociológicas, Revista de Análisis y Evaluación de Políticas Públicas o la Revista de Estudios Políticos.

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CUADROS, TABLAS Y GRÁFICOS

Gráfico 1 EL ESTUDIO DE LA SOCIEDAD POLÍTICA ESTADO y agencias gubernamentales El ámbito de las decisiones colectivas

LA ACCIÓN PÚBLICA(policies)

CORPORATIZACIÓN

RESPONSIVIDAD y DEMOCRATIZACIÓN Cuantitativa Cualitativa

SOCIEDAD POLÍTICA La interpenetración entre estado y sociedad civil (pautas y sistemas de interacción) • New governance • Political and policy networks • Democracia asociativa • Pluralismo del bienestar • Capital social

El ámbito de la “libertad positiva de los antiguos”

ESFERA ELECTORAL

ESFERA CORPORATIVA LA CULTURA Y LA PARTICIPACIÓN CÍVICA

ZONAS DE INSENSIBILIDAD RENDIMIENTOS: • Materiales: oportunidades vitales. • Simbólicos: actitudes vitales.

SOCIEDAD CIVIL (Familia, mercado, vecindario,…)

El ámbito de la “libertad negativa de los modernos” 15

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Tabla 1. ASPECTOS Y NIVELES BÁSICOS PARA EL ANÁLISIS DE LA SOCIEDAD POLÍTICA Aspecto de análisis

Nivel de análisis Macro

ANÁLISIS

EVALUACIÓN

Meso

Dinámica socio-política

Políticas públicas

POLITICS

POLICY ANALYSIS

Governance Local Regimes Cultura y participación política (democracia asociativa)

Policy networks Pluralismo del bienestar Zonas de Insensibilidad

GOVERNMENT ACTION

POLICY EVALUATION

Responsividad Calidad de vida Valores y cultura política Capital social

New Public Management (implementación) Rendimientos materiales Cultura política de las políticas públicas

Tabla 2. PROPUESTAS PARA LA APLICACIÓN DE LA LÓGICA SITUACIONAL PARA EL ANÁLISIS DE LA SOCIEDAD POLÍTICA Actor-centered institutionalism (Scharpf, 1997) Institutional Setting Constelations Modes of interactions Actors (orientations and capabilities) Policies

Dialectical Approach (Marsh y Asmith, 2000) Structural Context Network structure Network interaction Actors (resources and skills) Policy Outcomes

Tabla 3. ELEMENTOS BÁSICOS DE LA AGENDA DE INVESTIGACIÓN SOBRE LA SOCIEDAD POLÍTICA Objeto material Descripción Fenómenos de interpenetración entre estado y sociedad civil Objeto formal Delimitación analítica Sistemas de interacción Lógica de análisis Lógica situacional Objeto empírico Estrategia de investigación Estudio comparado de casos Técnica de investigación Análisis de redes

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