La subjetividad en el comportamiento negativo socialmente

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La subjetividad en el comportamiento negativo socialmente

MIGUEL ÁNGEL CASTILLO

l control social se traduce como una maquinaria aceitada que tiene como espacio principal el empleo, dirigido con mayor fuerza para aquellos sujetos que han retado a las instituciones y que se encuentran fuera de los centros de trabajo, por lo que subjetivamente son considerados como desorganizados, improductivos, desocupados y por lo tanto potencialmente delincuentes. El comportamiento socialmente negativo es al final de cuentas un grupo muy simbólico que está subjetivamente degradado y para ello se estructura todo un control jurídico como un parámetro del funcionamiento de una maquinaria aceitada. Entender a este tipo de comportamientos implica acceder a su subjetividad, lo que devela que en algunas formas de desviación no aparezcan las drogas, el alcohol, el crimen organizado entre otros, ya que institucionalmente se afirma que el delito se deriva del embrutecimiento del sujeto, pero una lectura más real nos demuestra que parte de un sistema social criminal.

EL COMPORTAMIENTO NEGATIVO socialmente es visto como algo que tratamos de evitar, de prohibir cualquier contacto con sus actores, de excluirlo de nuestro ámbito social; sin embargo, también debemos aceptar que sentimientos de ese tipo están muy adentro de nosotros mismos. Para definir al criminal es necesario tomar en cuenta factores objetivos y subjetivos.1 Pero cabe preguntarse ¿quiénes son los criminales? La primera reflexión me lleva a pensar que es aquel sujeto que pasó de la pulsión al acto. Pero 1

Desgraciadamente siempre aparece la figura del delincuente como un ser pobre, vulnerable, con grandes limitantes psicológicas, con facciones antropológicas de subdesarrollo. No sería más justo ver ahí al presidente de la República, a los senadores, a los diputados, a los funcionarios, a los grandes empresarios defraudadores fiscales, entre muchos otros. ANUARIO DE INVESTIGACIÓN 2005 • UAM-X • MÉXICO • 2006 • PP. 868-883

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dicho acto se traduce a una voluntad deliberada, cuya intención es atentar contra alguien o contra sus propiedades materiales.2

Gilberto Aceves Navarro, De la serie de las máscaras No. 9, 1989

La psicología jurídica se preocupa por estudiar sujetos donde prevalecen actos de tipo antisocial preferentemente, sin embargo, su objeto de estudio no queda reducido a ese fin dado que tal concepto es muy amplio y no se limita al infractor de las normas, también interviene en el análisis de los procesos de criminalización los cuales determinan y señalan equivocadamente a los pobres como la clase social que más delinque [Castillo, 2004].

Profundizar en los elementos subjetivos es un fin primordial que demanda salir de un esquema tradicional, el cual utiliza manejos de clasificación, terminando con las prácticas de etiquetamiento. Es necesario que esta área de la psicología se oriente a la investigación del crimen y la delincuencia, buscando rebasar la dicotomización de criminales y no criminales, de delincuentes y no delincuentes, de buenos y malos, utilizando los estudios de personalidad e historias de vida como el punto de partida para llegar a modelos de intervención alternativos. Para conocer a este tipo de sujetos es necesario analizar su medio social, su dinámica familiar, su posición social, su medio laboral y su cultura. Para tal efecto se requiere de la interacción y convergencia de las Ciencias Sociales. Estudiar y analizar aspectos de relevancia social como pueden ser: delincuencia de los poderosos (delitos de cuello blanco, ecológicos, etcétera), su regulación jurídica, su aspecto legislativo, así como el daño social que producen se requiere de un trabajo y enfoque interdisciplinario en la investigación.3 2 Sabemos que los procesos de criminalización parten de las clases dominantes, las cuales determinan que los delincuentes se encuentran y se generan en los sectores más desfavorecidos de la sociedad, logrando con esto evitar la mirada y la culpabilidad de actos sociales negativos a los sectores poderosos. 3 Tradicionalmente el comportamiento negativo socialmente se mira como un producto patológico de una deficiente socialización, por lo que queda fuera del consenso.

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El análisis del comportamiento negativo socialmente requiere explicar fenómenos de difusión masiva, cuyo objetivo es moldear y controlar actitudes, así como también penetrar en el análisis de la fotografía y del discurso en la prensa escrita, aspectos que aunados al análisis psico y sociológico vierten resultados antes no explorados por la criminología tradicional. Aquí el argumento consiste en que los medios de comunicación han insuflado en la población un respeto por la propiedad y un aborrecimiento del crimen que han penetrado en todas su capas. No hay duda de que los medios de comunicación masiva efectivamente tratan de difundir mensajes de esa clase [Taylor, 1981:107].

Socialmente se requiere analizar el funcionamiento de los órganos de control, opresión y dañicidad social que algunos delitos pueden generar en la estructura social, aspectos que complementan un marco de la investigación criminológica moderna.4 Para tal efecto es necesario también profundizar en la organización del sistema socio-político, así como aportar los elementos básicos de una teoría del Estado que ayude a recorrer la “cortina del poder”, aspectos que logran develar los ilegalismos y la delincuencia en la administración de justicia. 5 Los elementos de orden económico están muy Gilberto Aceves Navarro, vinculados a los deseos y motivaciones de los De la serie de las máscaras No. 2, 1989 sujetos, en los países en vías de desarrollo, dicho proceso parece relacionarse esencialmente en la generación de comportamientos socialmente negativos. A medida que la globalización ha controlado los sistemas económicos en la mayoría de los países, la brecha entre las clases se ensancha; hemos visto, como trabajadores universitarios, que las condiciones de trabajo y derechos logrados se han perdido paulatinamente, esto indica que por medio del Derecho se somete violentamente a la clase asalariada a los 4

La dominación legal ha obligado no sólo a encarar un enfoque más extenso, sino también a que el objeto de estudio sea más significativo. 5 La evaluación de las normas legales y de su moralidad implícita en nuestra sociedad, la cual criminaliza comportamientos surgidos de la contradicción de su economía política.

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intereses de la burguesía, es muy claro desde esta postura explicar la conducta humana, ya sea antisocial o no, conforme a la posición que el individuo ocupe en la estructura de clase de la sociedad en que viva. 6 Regresando a la criminalidad, los que pertenecen a las clases dominantes podrán violar a voluntad las leyes, mientras que las clases desfavorecidas estarán sujetas a sanción. Por tal motivo, analizar cómo influye en la población para que la gente crea que unos delitos son más graves que otros y por qué a algunos se les aplica la ley y a otros no, además de cuestionar cómo funcionan los órganos de control social son aspectos temáticos de interés en la actualidad y concretamente para la psicología jurídica. ¿Por qué el sujeto se vuelve delincuente?7 Desde la subjetividad este sujeto adquiere muchas variantes, una de ellas es su capacidad de pasar al acto que lo hace ser diferente a los demás, es decir, ¿por qué otros sí logran reprimir pulsiones agresivas? Si para describir este proceso, planteamos que el sujeto ha sido víctima de sus deseos inconscientes, que no pudo controlar, sublimar o desplazar según las normas y reglas de su medio social. ¿Sería esto la subjetividad del sujeto? En términos dinámicos tal vez se explica de esta forma, pero la subjetividad no se expresa totalmente de esa manera. Aquí se plantea en relación al otro, con base en el hecho, al significado que representa el haber realizado tal comportamiento, en otras palabras, al sujeto de la subjetividad. Esto último es lo que hace al sujeto, es lo que hace entender su existencia. ¿Pero cómo llegar a ella? Por medio del lenguaje, de su discurso, de sus actos, de su goce, de su placer; eso que no se mide, que es simbólico; la palabra la hace aflorar y nunca cesa, hace del hombre un sujeto hablante y lo constituye sólo a partir del otro. ¿Desde cuándo es sujeto de la subjetividad? Desde antes de nacer el “otro” ya lo espera, sean padres, familia, sociedad, Estado, escuela, religión. Sólo devendrá en sujeto cuando atraviese en calidad de objeto del otro. 6 Se pretende caracterizar a los comportamientos negativos dentro de un orden social consensual y monolítico y en los márgenes de la sociedad, cuando una verdadera lectura del fenómeno sostiene la existencia de una diversidad de valores en todos los sectores sociales. 7 El comportamiento humano en general se considera potencialmente basado en el libre albedrío, donde lo negativo socialmente hace uso de su libertad para sí mismo ignorando o eludiendo la intervención de la sociedad.

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Por otra parte, la política de lo criminal para el jurista no es otra cosa más que aplicar los principios legislativos en el Código Penal. En cambio, para la psicología jurídica es el estudio de los procesos de exclusión, represión y prevención que tienen por objeto la aplicación de las normas establecidas legalmente. Gilberto Aceves Navarro, El avispón rojo, 1981 En México la política de lo criminal se fundamenta en la dogmática penal, centrándose en la incriminación legal, de ahí que el procedimiento penal sea un factor básico en ella. La política de lo criminal, de esta forma, puede considerarse como una función excluyente del Estado, más que una estrategia sistemática de la reacción anticriminal.8 Por está razón se puede decir que la política de lo criminal maneja los niveles legislativo, ejecutivo y judicial. Nivel Legislativo: en este nivel se ubica a los legisladores. La base que sustenta su creación radica en buscar y crear las leyes que permiten mantener un ordenamiento social que controla la conducta de los individuos. Nivel Ejecutivo: aquí se encuentra todo el aparato federal encabezado por el presidente o gobernador. Surgen las iniciativas de reformas que una vez aprobadas por legisladores se ponen en marcha. Nivel Judicial: las diversas procuradurías; federal y estatales entran en acción en las situaciones apremiantes. A lo anterior le agregamos la política penitenciaria que maneja discursos enfocados a la prevención del crimen mediante la readaptación del sujeto, sin embargo, la realidad nos da otra lectura, es opinión pública que antes de todo principio reeducativo, pasan los represivos.9 Aquí se encuentran los consejos tutelares, casas de orientación, reclusorios, penitenciarias, etcétera. Piezas esenciales en el arsenal punitivo 8

Para una orientación del derecho penal y de la doctrina del delito según los principios constitucionales, véase, sobre todo, F. Bricola (1974). 9 Hoy se podría llamar política del control social, que se traduce en la creciente detención y sobrepoblación de las cárceles en México y donde la administración carcelaria nunca ha logrado financiar su propio funcionamiento derivado de las ganancias de trabajo de los reclusos.

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que tienen como único objetivo: el acceso a la humanidad. Dando con esto el nacimiento a un nuevo poder de los niveles anteriores. Este tipo de instituciones tienen su base en una forma simple: la privación de la libertad. Tal pareciera que su función técnica es la detención legal, encargada de un suplemento correctivo, es decir, una “empresa” encargada de la modificación de los individuos y que la privación de la libertad permite hacer funcionar en el sistema legal con resultados totalmente contrarios y dudosos.10 La criminología tradicional apoya muchos de estos postulados, ya que estudia la etiología del delito y la personalidad del delincuente. Al explicar el delito busca las causas en el terreno biológico, psicológico y jurídico. En muchos casos en forma fragmentaria y determinista. ¿Existe una base biológica en la conducta criminal? En el terreno biológico los antecedentes de Lombroso11 y su teoría del criminal nato abrieron muchas vertientes. Benigno di Tullio en Roma apuntaba que los delincuentes presentan alteraciones funcionales del diencéfalo. A principios del siglo XX se habló de las biotipologías: picnicomorfo ciclotímico, leptomorfo esquizotímico, atletomorfo apileptoíde y el displástico. Por los años treinta también se realizaron tipologías endocrinas: la glándula tiroides, el timo, las suprarenales y las gónadas. Todas estas hipótesis buscaron la posibilidad de la existencia de cierta predisposición hacia el crimen de tipo biológico, incluso hoy en día la biología molecular y la neuropsicología parecen tener promesas alentadoras.12 La crítica a esta postura radica principalmente, en que los resultados de mayor anormalidad biológica en criminales y enfermos mentales en sus investigaciones puede ser producto de la internalización o prisionalización, 10

La legalidad de las cárceles se define únicamente por sus normas y la conducta de las autoridades. 11 Ezequías Marco César Lombroso nació en Verona, Italia, sus primeros estudios demuestran una fuerte inclinación a los aspectos históricos y clásicos, médico que en 1897 publica la edición definitiva del hombre delincuente. 12 Actualmente no se puede afirmar que factores hereditarios sean explicativos en la génesis del delito, sin embargo, la aportación importante de las escuelas biológicas nos obliga a considerar cómo ciertos elementos de esta índole pueden influir en la conducta criminal.

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es decir, que el estar privado de la libertad en pésimas condiciones acarrea serios problemas y trastornos que no presentan los sujetos libres. En el terreno psicológico se busca descubrir los móviles ocultos en los lugares más recónditos de la mente humana. Los psicólogos analizan elementos dinámicos que van desde lo inconsciente hasta lo consciente: la agresividad, la frustración, la impulsividad, los sentimientos de culpa y muchas otras cosas.13 Aunque en forma muy determinista las características psicológicas básicas de análisis para poder explicar el comportamiento humano son síntoma, agresión, proyección, defensa y simbólica.14 También desde lo grupal es un extraviado, emergente y portavoz de una problemática familiar. 1. Es un síntoma, ya que expresa una problemática intrapsíquica,15 que ha puesto en desequilibrio la estructura de su personalidad. Se sabe que a nivel psicológico toda conducta tiene una policausalidad muy compleja, que se deriva de distintos contextos o múltiples relaciones. Sin embargo, el psicoanálisis afirma que la conducta antisocial está motivada especialmente por las innumerables frustraciones a sus necesidades internas y externas que debió soportar el individuo, tales como el complejo de Edipo,16 la carencia real de afecto, entre otras. ¿Qué es un síntoma? Sabemos comúnmente que el síntoma es un trastorno que hace sufrir y que remite a un estado de enfermedad, es la expresión de dicho estado. Pero en psicoanálisis, el síntoma se nos muestra de otro modo, no sólo como un trastorno que hace sufrir; es

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Los psicólogos buscan descubrir los móviles ocultos en las regiones más recónditas de la psique humana y con base en esas explicaciones han aportado notables conocimientos y técnicas nuevas de intervención. 14 La teoría freudiana gira alrededor de la sexualidad, por lo que todo acto humano, sea delito o comportamiento antisocial, tiene un significado sexual. 15 Un aporte importante del psicoanálisis es el descubrimiento del inconsciente y del aparato intrapsíquico, donde el consciente es la representación que se halla presente en la conciencia y el inconsciente son las representaciones latentes que se hallan contenidas en la vida anímica. 16 El delincuente puede ser un sujeto que no resolvió su problema edípico (proceso de la infancia donde se desea sexualmente a la madre y se odia al padre) que al no superarse el sujeto puede desarrollar una mala estructuración de su personalidad que lo conduzca a la acción u omisión de una conducta delictiva.

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LA SUBJETIVIDAD EN EL COMPORTAMIENTO SOCIALMENTE NEGATIVO sobre todo un malestar que se nos impone, más allá de nosotros y nos interpela [Nasio, 1998:17].

2. Es una conducta agresiva,17 dado que de esta manera ataca al grupo, las instituciones y la comunidad, que en la mayoría de las veces le han negado su aceptación, afecto y comprensión. La privación psicoafectiva provoca en el sujeto formas y sentimientos agresivos hacia una sociedad que le ha sido castrante y frustrante en la gratificación de sus necesidades. Por otra parte, abusar del delito entra en un proceso obsesivo de destrucción, con lo cual hace sufrir a todas las personas que afectivamente dependen de él y principalmente a todas aquellas que representen para él la autoridad, el Estado y la dominación. 3. La antisocialidad en el terreno individual se utiliza como una proyección,18 que funciona como mecanismo de defensa del Yo, ayudándolo a mantener la integración ante los conflictos psicológicos que le implican siempre ambivalencia. 4. La conducta antisocial es una defensa,19 porque tiene la finalidad de resolver las tensiones producidas. Se tiene la fantasía en algunos casos que de esta manera los problemas se resuelven muy fácilmente. Generalmente es una conducta defensiva para mantener el equilibrio, logrando a través de éste un cierto ajuste, pero sin resolver el conflicto, es en sí, un medio para no caer en la dispersión de su personalidad. 5. Uno de los elementos más importantes en el análisis de la conducta antisocial es su carácter simbólico,20 dado que las motivaciones parecen surgir de significantes, por lo que el sujeto no se da cuenta conscientemente de su problema, recurriendo a justificar y racionalizar su comportamiento delictivo.

17 El sujeto delincuente desencadena su agresividad, en el paso al acto, a diferencia del neurótico que por lo general lo imagina, pero jamás llega a consumarlo. 18 Psicoanalíticamente se dice que los actos delictivos son cometidos porque se hallan prohibidos y porque a su manifestación se enlazan alivios psíquicos. 19 La defensa es de tipo psíquico, logrando el sujeto mantener la armonía y estabilidad emocional mediante una conducta antisocial. 20 El sujeto puede sufrir de un penoso sentimiento de culpa cuyo origen se desconoce, motivo que lo lleva a cometer la falta, logrando reducir con ello la tensión a la que estaba sometido.

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LA SUBJETIVIDAD EN EL COMPORTAMIENTO SOCIALMENTE NEGATIVO [...] el significante es una categoría formal, no descriptiva. Importa poco lo que designa [...] el significante es siempre la expresión involuntaria de un ser hablante. Un gesto cualquiera sólo será significante si es un gesto inoportuno e imprevisto, realizado más allá de toda intencionalidad y saber consciente [...] un significante está desprovisto de sentido, no significa nada y por lo tanto no entra en la alternativa de ser explicable o inexplicable [Nasio, 1998:23].

Es un extraviado, ya que mientras el sujeto normal consigue reprimir las tendencias destructivas y agresivas o desplazarlas a lo socialmente aceptado, el llamado delincuente fracasa en su intento por hacerlo. En cuanto a la familia, es un grupo que funciona como sistema de equilibrio: inestable o seguro, funcional o disfuncional; estructurado entorno a la diferencia de roles y sometido a un interjuego interno y extragrupal la familia es portadora de ansiedad y conflicto. La estructura familiar y las actividades desplegadas por ella contribuyen esencialmente a determinar la naturaleza específica de la conducta delictiva, de ahí que se la considere emergente, exponente y consecuencia de las tendencias del grupo. El grupo es un espacio indispensable para la comprensión de los procesos colectivos; es justamente a través del dispositivo grupal que se pueden elucidar algunos de los elementos que dan forma a los modos de constitución y organización de la subjetividad. Desde esta perspectiva, el grupo aparece como un campo de articulación entre las estructuras psíquicas y las sociales [Soto, 2002:191].

Es un portavoz del sistema imperante porque es el resultado de una serie de contradicciones políticas y económicas, que ponen a los desfavorecidos entre la espada y la pared, entre lo bueno y lo malo, es decir, entre morir o sobrevivir a costa de lo que sea. El delincuente es un utilísimo chivo expiatorio —que se envía como blanco de la sensación de injusticia de los oprimidos— y constituye un blanco realista, en el sentido de que a menudo actúa efectivamente contra los intereses de clase, aunque no lo es en el sentido de que su “villanía” empalidece confrontada con los poderes que existen [Taylor, 1981:112]. VIOLENCIA Y COMPORTAMIENTO SOCIAL

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El tercer terreno es el derecho penal,21 la comprobación del hecho y la aplicación de la pena respectiva son elementos básicos para calificar a un sujeto de delincuente, es decir, jurídicamente un delincuente es aquel sujeto responsable penalmente de un acto socialmente negativo. El delito es una conducta definida por los códigos legales y sancionado por las instituciones de justicia penal, sin embargo, es necesario resaltar que esta conceptualización del delito no refleja la realidad de un régimen jurídico basado en el poder y en los privilegios, admitir esta forma de entender el delito significa aceptar la ficción de que la ley es neutral. La investigación criminológica tradicional explica desde los anteriores tres terrenos el comportamiento humano considerado como delito. Convirtiendo a este último en un concepto muy abstracto y aislado de su contexto normativo de poder, donde se agrupan las conductas más dispares sin relación entre ellas de ningún tipo. Asimismo, el delincuente es un concepto atomizado determinado en su conducta por causas de diversa índole, que tiene como pauta común la culpabilidad por el hecho realizado. Desde este enfoque tradicional la norma juega un papel importante, dado que cae en el terreno del deber ser, ya que implica y exige un patrón compartido por la sociedad en forma obligatoria. Todo aquél que no la cumpla pasa a formar parte, casi en forma automática, de las filas de los antisociales y, por lo tanto, de los marginados.22 De ahí la importancia de que en la actualidad la psicología jurídica busque hacer una lectura más objetiva, partiendo paradójicamente de la subjetividad del sujeto antisocial. De esta manera, ¿cómo llega a ser sujeto antisocial? Si la subjetividad se construye a través del otro, ese otro, es la propia norma o ley con todas sus instituciones ¿Y cuáles son sus características? Que su ejercicio y aplicación preferentemente protegen lo que la minoría dominante quiere que se proteja. Desde esta perspectiva, las instituciones de readaptación social siguen siendo las cárceles, centros de marginación y, a la vez, maquinaria poderosa que impone una nueva forma al individuo que es considerado como extraviado, pervertido o delincuente. 21

Es el estudio de las normas penales, donde se dice qué conductas son castigadas, la pena que le corresponde y las reglas para su aplicación. 22 A este mecanismo se le conoce como la distancia social y tiene como objetivo limitar los contactos que pueden tener los sujetos “normales” con los etiquetados como delincuentes.

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Así, el Estado puede disponer de la libertad de las personas y del tiempo del detenido. La prisión no es un taller, es una máquina que los ocupa con el fin de llenar su tiempo, donde el cuerpo se controla, haciendo que lo absorban las buenas ideas y las malas se alejen. La ficción jurídica radica en que el trabajo no representa la libre sesión de una fuerza de trabajo, sino un artificio que se supone eficaz en las técnicas de corrección, lo cual en la realidad se ha comprobado que es un rotundo fracaso. La psicología jurídica se preocupa por estudiar sujetos donde prevalecen actos de tipo antisocial preferentemente, sin embargo, su objeto de estudio no queda reducido a ese fin, dado que tal concepto es muy amplio y no se limita al infractor de las normas, también interviene en el análisis de los procesos de criminalización los cuales determinan y señalan equivocadamente a los pobres como la clase social que más delinque [Castillo, 2004].

La subjetividad se impone sobre la clara objetividad, la primera representa todo un sistema simbólico de valores que no son apreciados en el discurso manifiesto, donde muchas veces su comprensión requiere de un modelo de intervención cualitativo, donde lo tradicional no tiene acceso. La subjetividad requiere de una misión diferente, que no consista solamente en aclarar los determinismos psicológicos, sino que tampoco desprecie sus articulaciones con los procesos político-sociales. ¿Cómo acceder? Es más complicado de lo que aparenta, de ahí su importancia en el terreno del comportamiento socialmente negativo, aunque sabemos que representa lo más íntimo del sujeto, esto no indica que es totalmente producida por él. La subjetividad, por lo tanto, es una estructura meramente social, generada por un proceso social, es decir, los sentimientos, los pensamientos y los valores son construidos desde situaciones sociales. ¿Entonces lo objetivo no es real? Parten del mundo real, pero eso no significa necesariamente que sea lo objetivo del hecho, al contrario, se busca acceder a datos que van más allá de eso, es decir, llegar a significados que porta el sujeto social y que a veces quedan en simples reconocimientos de elaboraciones personales. VIOLENCIA Y COMPORTAMIENTO SOCIAL

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Pichon Rivière hablaba y utilizaba el concepto de latente, mientras que Lacán planteaba el término de imaginario, hoy en día se postula el de subjetividad, sin embargo, todos hacen referencia a significaciones con fundamento en procesos político-sociales más amplios. Si bien es cierto que una investigación cualitativa toma en cuenta procesos psicoanalíticos, éstos no representan la totalidad en la explicación de la subjetividad, recordemos que hablamos de un sujeto social, construido desde procesos sociales, donde no impera algún determinismo psíquico. ¿Qué representa la subjetividad? Permite entender cómo el sujeto, por medio del lenguaje conforma estructuras referentes que indican resignificaciones de sus experiencias, en otras palabras, se puede apreciar cómo el sujeto ha integrado sus conocimientos, valores y percepciones en relación al mundo que lo rodea y cómo han influido para la manifestación de conductas socialmente negativas. De esta forma tomamos un sujeto histórico y dinámico que construye su historia personal con el momento en el que se desenvuelve. Esto es lo que hace diferentes a los sujetos, ya que una experiencia similar tiene un significado diferente, es decir, el esquema construido depende de la historia personal de cada sujeto y de la relación que tenga con su medio. De ahí que si varios sujetos realizaron un acto criminal formalmente idéntico, eso no indica necesariamente que sus significados representen lo mismo, por lo tanto, la resignificación está en función de sus propias historias personales. ¿Por lo tanto, cómo pueden ser reconstruidos los significados?23 Debido a que son experiencias personales y que refieren algo íntimo, cada sujeto puede hacerlo mediante su propia palabra. Por lo tanto, el delito va más allá del conjunto de acciones que se describen como objetivas y reales, el delito queda fragmentado si no hay una reconstrucción de las vivencias que provocaron el acontecimiento. Pero, ¿siempre hay que desconfiar de la palabra de un delincuente? En el terreno judicial nadie cree lo que un sujeto manifiesta dentro de su proceso penal, mucho menos el Agente del Ministerio Público; desconfía totalmente de la palabra del sujeto indiciado, no puede considerar verdadera 23 Detrás de todos los significantes y a pesar de su carácter sin sentido, el psicoanálisis encuentra un sujeto.

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su declaración de los actos registrados, atribuyéndole falsedad y deformación a su discurso, siempre cuestiona y siente que un sujeto en esas circunstancias tiende a mentir de manera intencional. Pero si en verdad las preguntas, el cuestionario o el interrogatorio partiera de un análisis profundo de hacia dónde queremos llegar, se puede estructurar un sistema de preguntas que guíe al sujeto a expresarse ampliamente sobre el comportamiento negativo. Al respecto P. Bourdieu y otros señalan la falsa neutralidad de las técnicas: En tanto no hay registro perfectamente neutral no existe una pregunta neutral [...] El cuestionario más cerrado no garantiza necesariamente la univocidad de las respuestas por el sólo hecho de que someta todos los sujetos a preguntas formalmente idénticas. Suponer que la misma pregunta tiene el mismo sentido para sujetos sociales distanciados por diferencias de cultura pero unidos por pertenecer a una clase, es desconocer que las diferentes lenguas no difieren sólo por la extensión de su léxico o su grado de abstracción sino por la temática y problemática que trasmiten [1975:63-64].

Por lo anterior, se determina que la palabra de un sujeto delincuente genera incertidumbre principalmente en los Ministerios Públicos, debido a que desconocen el problema de la significación diferencial de sus preguntas. Por lo tanto, a veces un cuestionario generado sin el debido cuidado dentro de un interrogatorio penal, se convierte más en un instrumento ideológico que funciona como artefacto de un instrumento judicial. ¿Entonces cómo no dudar de la palabra de un probable responsable? La técnica reclama no basarse en una sola respuesta, hay que profundizar, provocar al sujeto para que genere una serie de asociaciones, se confronte, devele contradicciones, amplíe su producción y permita la comprensión de elementos significantes en su discurso. ¿El sujeto siempre busca la felicidad? Se puede decir que sí, pero siempre genera obstáculos para no alcanzarla, y el delito puede interpretarse como una forma de buscarla. El psicoanálisis dice que es una felicidad modesta y que nos contentamos con muy poco, debido a que la felicidad encontrada concretamente es una satisfacción lograda con muy pocos medios.

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¿La conducta socialmente negativa satisface el deseo del individuo? El deseo nunca se satisface por la simple razón de que hablamos y mientras hablemos, estamos inmersos en un mundo simbólico, donde todo adquiere muchos sentidos, por lo tanto, nunca se logra la satisfacción del deseo, ya que en el camino a la satisfacción, el pronunciar una palabra o realizar un acto, de inmediato se dan una variedad de equívocos dando paso a una gama de malentendidos. ¿Qué repercusiones genera la represión sexual? En un sentido amplio se presume que limita las fuerzas de rebelión, al inhibirse la curiosidad y el pensamiento sexual se engendra un proceso de inhibición general del pensamiento y de la facultad crítica, buscando este tipo de control forjar sujetos adaptados a la autoridad. Los resultados puede ser el miedo a la libertad, por lo que se puede concluir que la represión sexual es una estrategia de la reacción política. ¿El sistema de control social es una maquinaria aceitada? Por supuesto que sí, pero no con base en los cuerpos policíacos, aunque éstos pueden estar presentes como un último recurso, realmente la maquinaria se concentra en las instituciones, mismas que crean subjetividades con contenidos que mantienen fuertemente vivos las normas y los valores imperantes, donde todo sujeto tiene muy bien introyectados los mecanismos permanentes y actualizado el pago por manifestar un comportamiento socialmente negativo. El enorme estigma de la cárcel que se traduce finalmente en desempleo, marginación, aislamiento asociados a la pobreza, de donde resulta que el verdadero espacio donde se da el control social es el empleo. Este proceso es un mecanismo denominado distancia social y genera una producción de sujetos desiguales, quienes atravesados por una intervención estigmatizante del sistema punitivo son desfavorecidos en su interacción social, disminuyendo sus contactos con los miembros de su comunidad y con sus propias familias. [...] la cárcel representa, en suma, la punta del iceberg que es el sistema penal burgués; representa el momento culminante de un proceso de selección que comienza aun antes de la intervención del sistema penal con la discriminación social y escolar, con la intervención de los institutos de control de la desviación de los menores, de la asistencia VIOLENCIA Y COMPORTAMIENTO SOCIAL

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¿Existe un sistema social criminal? La corriente sostiene que el Estado existe para mantener el orden social, por lo que la ley es un conjunto de reglas establecidas por consenso. La postura crítica señala que el estado es creado por la clase que dispone del poder para defender sus intereses particulares y que el sistema jurídico es un instrumento generado para asegurar los intereses de la clase dominante. El orden jurídico beneficia a la clase gobernante en el curso mismo de la dominación de las clases gobernadas. Y cabe añadir que el sistema jurídico impide que las clases dominadas adquieran poder24 [Quinney].

Por lo tanto, sí existe un sistema social criminal al que Manero y Villamil llaman Estado delincuente: [...] la inseguridad y la violencia delincuencial no pueden atribuirse a estatutos de pobreza, ni se distribuyen de acuerdo con el grado de desarrollo de diferentes países [...] De acuerdo con estos análisis, todo apunta más bien a sociedades con fuertes y crecientes diferencias sociales. Cuando el abismo entre las clases ricas y poderosas y las clases subalternas aumenta, también aumentan la violencia y la delincuencia25 [1998].

Finalmente, la subjetividad en el comportamiento socialmente negativo reúne los efectos de los procesos de criminalización a que se ven sometidos los llamados delincuentes, quienes padecen de rechazo y marginalidad sociales; son sujetos indeseables, donde la mirada, el contacto, el hablar, el sentir pareciera que les ha sido arrancado. La subjetividad de tales individuos está estructurada a partir del lugar que ocupan socialmente y se organiza en torno a la forma en que perciben, 24

En el libro de Criminología crítica de Ian Taylor (1981:244). Citado en “Perspectivas para la elucidación de la violencia institucional”, Anuario de Investigación 2002, p. 203. 25

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sienten y accionan sobre su realidad. Se expresa, por lo tanto, con comportamientos que socialmente no son aceptados, manifestando actitudes de rechazo a las normas y valores, provocando toda una gama de riesgos para la población que está consensada. Estos sujetos se encuentran atravesados por las instituciones que les han dado sentido, que los han instituido y sustentado, convirtiéndolos en actores socialmente negativos.

Gilberto Aceves Navarro, Felipe II (azul), 2000

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