LA VENTAJA DE MENARD SEIS PÁGINAS EN CONTEXTO LA INVISIBILIDAD DE MENARD A PROPÓSITO DE PIERRE M ENARD, AUTOR DEL Q UIJOTE

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Paula Tizzano Fernández Universitat Jaume I, Castellón, España [email protected]

LA VENTAJA DE MENARD A PRO PÓ S ITO DE “PIERRE MENARD, AUTO R DEL QUIJO TE”

SEIS PÁGINAS EN CONTEXTO Jorge Luis Borges (1899-1982) escribe “Pi erre M enard, autor del Quijote” en 1939, des pués de un

grave accidente que lo mantiene pos trado durante un tiempo y has ta l e hace temer por su s alud mental. En la

sospecha de haber perdido la posibilidad no ya de escribir, sino incluso de leer, “Pierre Menard” es el primer intento que acomete el autor en su afán de reanudar la escritura (Arancibia: 2005).

Posiblemente sean l a angustia y la agi tación de su recuperación dudosa, de las que él mismo da cuenta

(Borges: 1999), 1 las que lo impulsan a abordar, a través de las libertades de la ficción, un tema tan

sorprendente como filosóficamente profundo y del cual Borges —él mismo, traductor consumado— en

definitiva tiene mucho para decir. Lo curioso del caso es que Borges, temiendo no ser capaz de escribir más

reseñas en la vida real, compone un cuento donde emplea las convenciones de una exégesis y, al fin, no hace sino reseñar una producción ficticia.

Sea como fuere, en los más de setenta años transcurridos desde su apremiada escri tura, las “seis

páginas de Pierre Menard” 2 han i nspirado un sinfín de referencias y artículos interdisciplinarios —algunos,

de notable originalidad—, no sólo en la crítica literari a, sino, por supuesto, en la semiología y los estudios

sobre la traducción. Desde Mona Baker (2009) 3 hasta Sukanta Chaudhuri (2007), los investi gadores de l a traductología se han aproximado a Pierre Menard como a un tentador punto panorámico desde el cual

observar con nuevos ojos las teorías e ideas sobre la equivalencia, la reconstrucción y la transcreación en la

obra traducida.

LA INVISIBILIDAD DE MENARD Pierre Menard, el personaje, es un escritor y traductor francés amigo del narrador “Borges”, a qui en

este s e propone reivindicar de una injus ta afrenta por omisión. Para ello, como dijimos, el narrador escribe una reseña que abarca la “obra visible” y la “obra invisible” de Menard. Esta última, precisamente la que, a juicio de “Borges”, merecerí a asegurarle a Pierre Menard un lugar de justo reconocimiento en la literatura,

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es nada menos que una singularísima versión (¿traducción?, ¿pseudotraducción?, ¿reescritura?) del Quijote, formalmente idéntica al ori ginal en cada palabra, pero a la vez, propia y nueva, conceptualmente opuesta a la

transcripción o al plagio. De tal suerte, Menard no es presentado como el “traductor” del Quijote, sino como su “autor”.

Menard no copi a; “traduce” cada palabra desde su propi a singularidad s ubjetiva, sus circunstancias

históricas y su universo lingüístico dispar: es un francés amante de Poe que escribe en la primera mitad del

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siglo xx y recrea en una lengua ajena, des de su punto de mira singular, cada exacta palabra del Quijote produciendo una obra final que no se aparta del original ni en una coma.

Esto pl antea el interesante tema de l a alteridad de la obra traducida [¡y hasta transcrita!], que

retomaremos párrafos más adelante. Baste aquí con citar un párrafo de la obra para ilustrar esta alteridad reconocida por Borges (1941), concomitante con una aparente “identidad” verbal:

Éste [Cervantes], por ejemplo, escribió (Don Quijote, primera parte, noveno capítulo):

... la verdad, cuya madre es la historia, émula del tiempo, depósito de las acciones, testigo de lo

pasado, ejemplo y aviso de lo presente, advertencia de lo por venir. Redactada en el siglo diecisiete, redactada por el “ingenio lego” Cervantes, esa enumeración es

un mero elogio retórico de la historia. Menard, en cambio, escribe:

... la verdad, cuya madre es la historia, émula del tiempo, depósito de las acciones, testigo de lo

pasado, ejemplo y aviso de lo presente, advertencia de lo por venir. La historia, madre de la verdad; la idea es asombrosa. Menard, contemporáneo de William

James, no defi ne la histori a como una i ndagación de la realidad sino como su origen. La v erdad

histórica, para él, no es lo que sucedió; es lo que juzgamos que sucedió. Las cláusulas finales —ejemplo y aviso de lo presente, advertencia de lo por venir— son descaradamente pragmáticas.

Si la obra de Menard cabe s er considerada una creación o si debe v erse como una traducción no es

una pregunta irrelevante para nuestro campo de es tudios; las respuestas posibles conllevan y res umen en sí mismas las distintas concepciones filosóficas y teóricas sobre la traducción. En tal sentido, la obra de Menard

es seminal, pues recrea un problema central en la inves tigación traductológica (y, a modo de comprobación

empírica, bas te con apreciar el voluminoso cuerpo de trabajos teóricos construidos en torno al tema de “Pierre Menard”).

A esta altura del texto, surge en el lector-traductor una pregunta que supera el alcance de es te

trabajo, pero que vale la pena al menos explicitar para un análisis futuro. Cuando Borges habla de la versión

del Quijote como obra no visible de M enard, y aplica el término a una recreación literal de exacta correspondencia con el original, ¿es posible homologar el uso del adjetivo a la noción traductológica de

“invisibilidad” tal como la emplean Venuti (1995) y Pym (1996)? 5 ¿El Menard que i nsiste en volverse invisible

—y elimina toda documentación que permita rastrear el proc eso de su trabajo— es el mismo traductor

“fluido”, “excelente” e “invisible” del que hablan la crítica literaria, el saber convencional e incluso ciertas concepciones traductológicas?

Hay en el texto algunas claves para esbozar la invisibilidad de Menard y concluir que no es la que

describe Venuti en su trabajo. 6 Algunas de ellas se verán indirectamente en las páginas siguientes.

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LO MISMO ES LO OTRO Hemos dicho que la primera parte del cuento enuncia el catálogo visible de Pierre M enard. Es ta

enumeración arroja datos muy interesantes, no sólo sobre las preferencias personales de Borges, sino tambi én sobre la naturaleza de la “obra invisible” que introducirá a continuación. De toda esta nómina, hay un

trabajo que merece destacarse por sus sugestivas rel aciones con el tema de la traducción (y por ser un tema que Borges visita en otros escritos, antes y después de “Pierre Menard” (1932; 1939), y es la aporía de Aquiles. 7 Borges atribuye a Menard…

…La obra Les Problèmes d'un problème (París, 1917) que discute en orden crono lógico las

soluciones del ilustre problema de Aquiles y la tortuga. Dos ediciones de este libro han aparecido hasta ahora; la segunda trae como epígrafe el consejo de Leibniz “Ne craignez point, monsieur, la tortue”, y renueva los capítulos dedicados a Russell y a Descartes. ¿En qué s e relaciona la aporía de Aquiles y la tortuga con el proceso de traducción de M enard, y de la

traducción en general ? Me permito traer aquí a colación las perti nentes observaciones de la s emióloga italiana Susan Petrilli en relación con las teorías lingüísticas de Bajtin.

En su trabajo “Bakhtini an Dialogics in Translation Theories”, Petrilli comenta el caso de “Pierre

Menard” y, específicamente, la aporía de Aquiles, analizando de qué manera los aportes de Bajtin y de la

“dialógica i ntertextual” permi ten resolver la aparente contradicción lógica y crear una resolución superadora para la paradoja de la traducción.

Según Bajtin, el texto en proceso de traducción debe establecer un vínculo de alteridad con el texto

original. En este marco teórico, la “fidelidad” no se plantea sólo como una imitación o reducción del texto de

origen ni como una copia literal y unidireccional en otro idioma, sino como una intervención de creatividad y

de interpretación que el traductor lleva a cabo. 8 Cuanto mayor es esa alteridad di alógica, ese lazo de diálogo entre textos, más posibilidades ofrece de crear una reinterpretación artística signada por la fidelidad plena.

Así pues, desde un enfoque di alógico se reconoce que la traducción debe reflejar el origi nal, pero la

semejanza no es i ncompatible con la capacidad de inv entiva, creatividad y autonomía con res pecto al texto original; antes bien, se constituye en su mismísima condición.

Sostenido en esta autono mía (o alteri dad) respecto del Quijote de Cervantes, Menard traduce el

Quijote y arriba a s u versión más fiel. Lo admi rable de la traducción de Pierre Menard es que lleva a cabo esta

operación de recreación di alógica hasta las últimas consecuencias —“ En su obra no hay gitanerí as ni

conquistadores ni místicos ni Felipe II ni autos de fe. Des atiende o proscribe el color local” (Borges: 1941)—,

y produce, no obstante, una recomposición exacta hasta la última coma.

Petrilli (2008) obs erva que si una traducción fuera completamente i déntica al ori ginal —y aclara con

acierto que ni siquiera la de Pierre Menard lo es— estarí amos ante una copia del mismo texto. Al res pecto,

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hace notar que una traducción debe s er al mismo tiempo similar y disímil, y esto instaura la paradoja de la

traducción, que es la paradoja de la multiplicidad. 9 Dicho de otro modo —y la paráfrasis es nuestra— algo que es una sola cos a no puede ser similar y no similar al mismo tiempo. Si es así, serían dos entidades distintas, pero no una sola.

¿POR QUÉ TEMER A LA TORTUGA? Situados en este punto, es momento de hacer interveni r la aporí a de Aquiles presentada por Zenón

(Platón: 1977), visitada por Borges y comentada por Petrilli.

Aquiles sobres ale por su agilidad y destreza. Aunque es diez veces más veloz que la tortuga, disputa

una carrera contra ella, pero, consciente de su superioridad física, le concede una ventaja de diez metros. Pero

Aquiles corre diez veces más rápido que la contri ncante; entonces, cuando él ha corrido un metro, ella ha

avanzado un decímetro; cuando aquel ha corrido un centímetro, la tortuga ha avanzado un milímetro, y así ad infinitum. Ergo, el veloz Aquiles, en términos de rigor lógico, nunca puede alcanzar a la pesada tortuga. He aquí la contradicción.

En “Pi erre Menard”, el ficticio autor francés escribe un volumen para analizar el tratamiento de es ta

aporía, y finalmente, en la “segunda edición”, des taca el cons ejo de Leibniz: “Señor, no tema usted en absoluto a la tortuga” (Borges: 1941).

¿Por qué debería Aquiles temerle? Por su ventaja, por la precedencia de la tortuga en el tiempo y el

espacio que, en términos lógicos y por ínfima que sea, termi na consti tuyendo un abismo infranqueabl e.

Sencillamente, si Aquiles le teme a la tortuga es porque ella ha salido primero.

Petrilli (2008) toma esta aporía y la traslada a los estudios sobre la traducción con una pregunta

audaz: “Aquiles no puede nunca alcanzar a la tortuga porque cuando llega al lugar en que inicialmente ella estaba, ésta ya se ha ido más lejos. ¿Podríamos pensar que el veloz Aquiles (incapaz de alcanzar a la lenta tortuga) es como una traducción relevante y bien hecha?”. 10

La paradoja de la traducción es que, para alcanzar al texto de origen, el texto en proceso deberí a, de

algún modo, recuperar la ventaja del original: haber sido el primero desde el principio.

Una reformulación traductológica de lo expuesto nos llevaría a decir que “s e teme la traducción por

causa del original, que tiene la ventaja de haberla precedido en el tiempo”. 11

Menard teme al origi nal y lo respeta fielmente. Decide que no habrá de componer otro Quijote, sino

“el” Quijote, el Quijote original. Leámoslo en palabras de Borges (1941):

No encaró nunca una transcripción mecánica del ori ginal; no se proponí a copiarlo. Su

admirable ambición era producir unas páginas que coincidi eran palabra por palabra y línea por línea con las de Miguel de Cervantes”.

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Viene a cuento, en toda su oportunidad, esta reflexión de Bajtin (Beasley-Murray: 2007): “Es posible,

desde luego, reproducir un texto a través de un mismo modo mecánico (tal sería el caso de una reimpresión); con todo, la reproducción del texto por parte de un sujeto (ya sea relectura, nuev a ejecución, cita o consulta)

es un nuevo acontecimiento irrepetible en la vida del texto, un nuevo eslabón en la cadena histórica de la comunicación discursiva”. 12

En s u respeto por el original, y dando una vuelta de tuerca sobre los pos tulados de Bajtin, Menard

despliega una absoluta coherencia y resuelve la aporía de Aquiles: no es cues tión de imitar o de copiar el texto de ori gen, pues de ese modo no harí a más que reforzar, una vez más, la ventaja del original sobre la

copia, haciendo del suyo, el Quijote de M enard, un segundo texto. Menard siente un temor sagrado por el original (entendido como portador de ventaja). Pero no teme, en absoluto, escribir páginas ori ginal es que coincidan textualmente con la obra de Cervantes. Al escribir un original, recupera la ventaja y la hace propia.

En este abordaje “vital” de su tarea, Menard considera, inicialmente, la idea de revivir él mismo la

vida de Cervantes (ser Cervantes) e identificarse totalmente con su contexto histórico y subjetivo. Pero este

trayecto l e resulta propio de holgazanes, y enseguida lo descarta. 13 Mucho más arduo y meritorio le parece

arribar al Quijote siendo M enard en cada una de sus circunstancias. La identidad entre ambos Quijotes es sólo

“verbal”, aunque, en el contexto de Bajtin, en cada caso los enunciados son distintos, porque es distinto el yo discursivo. La escritura de Menard es una reconstrucción desde la alteridad, una “extralocalización”. En tal sentido, la “traducción” de Menard s e revela como un discurso indirecto que puede s er erróneamente tomado como un discurso directo.

Con s u lectura personal y vital, desde la autonomía de su subjetividad, 14 Menard hace propio el texto

del Quijote. Pero también, al visitarlo, le permi te incorporar “un nuevo eslabón a la historia de su comunicación discursiva” (Bajtin: 1982). La transformación es para ambos: texto y traductor.

A TÍTULO CONJETURAL: EL SUJETO COMO VECTOR Petrilli (2008) formula aquí una observ ación interes ante que pone la subjetividad en el centro de la

escena. Para Menard, la verdad histórica no es lo que ha ocurrido, sino lo que juzgamos que ocurrió (Borges:

1941). Siguiendo esta concepción, “Aquiles puede recuperar la ventaja de la tortuga y apropiarse de ella, sencillamente, porque es él mismo quien se la había concedido desde el primer momento.

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Vistas así las cosas,

es la tortuga la que depende de Aquiles, y es éste qui en, en virtud de l a generosidad con que ha beneficiado a su oponente, de hecho la supera y la vence en la carrera” (Petrilli: 2008).

En esta línea —ya dejando aquí a Petrilli para entrar en l a exploración conjetural— ¿podríamos decir

que el traductor puede dejar atrás al original y apoderars e de la ventaja en el momento en que asume la

alteridad entre los textos y adopta, en su posición de distanci amiento, una relación abierta y di alógica entre ambos? No se trata de un enfoque diacrónico o direccional, sino de una relación dialéctica, que pretende

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superar las contradicciones o imposibilidades generando un nuevo orden de análisis donde éstas queden subsumidas y produzcan nuevos efectos de sentido. Pero en esa dialéctica, ¿dónde está el vector?

Puede verse una resolución de la aporía en cuanto la subjetividad de Menard/Aquiles se posiciona en

el centro del sistema; el punto no es lo que hace la tortuga, sino hasta dónde Aquiles comprende que esta última es una función de su propi a posición como sujeto y que, por lo tanto, es él quien tiene l a clave para

definir en dónde reside la ventaja, para cambiarl a de polaridad, apropi arse de la dinámica e imponerl e su signo. Dicho de otro modo, Aquiles recupera la ventaja en cuanto se hace cargo de que todos los fenómenos

(la carrera, la tortuga, la ventaja) son funciones de su propia subjetividad y se asume como vector de esa, su carrera.

Que Borges haya incluido la aporía de Aquiles en un texto de absoluta centralidad para el análisis de la

traducción no es un hecho que, a nuestro criterio, deba ser pasado por alto ni tomado como una inclusión sin

trascendenci a. Es posible pens ar que en esta parábol a haya una puerta para exami nar la traducción desde el punto de vista de su resolución paradojal. Aun reconoci endo la alteridad entre el texto de ori gen y el texto

traducido, y aun introduciendo una verti ente bajtiana que haga hincapié en la “distancia” como condición

interdialógica, lo que define todo es cómo opera el sujeto de la traducción, y con qué grado de compromiso y responsabilidad asume su posición clave en el sistema. Él es el agente y el vector del translatum.

Como acabamos de v er, para Menard/Aquiles la resolución es comprender que él mismo es el sujeto de

la contradicción que lo condena a perder. D el mismo modo, ¿qué aporías y falsas contradicciones podría

superar el traductor a parti r de sosteners e a sí mismo, no sólo como el sujeto capaz de defini r la

“traducibilidad” de un texto y de articul ar una relación dialógica y superadora entre las obras, sino i ncluso como el sujeto capaz de emprender una transcreación que será tanto más “fiel” cuanto mayor sea su grado personal de compromiso, responsabilidad y autodisciplina?

Es posible pens ar que, si este nuevo orden es superador, la cues tión de la visibilidad sea desplazada a

la periferia como un subproducto de cierta linealidad en la visión traductológica y termine reubicando su vigencia como una cuestión acaso verdadera, pero a la vez superflua. Buenos Aires, 26 de octubre de 2010.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS: BAKER, Mona (ed.) (2009): Routledge’s Encyclopedia of Translation Studies, Nueva York: Routledge, 2009.

BAJTIN, Mijail (1982): “El problema de los genéros discursivos”, en Estética de la creación verbal, trad. del ruso por Tatiana Bubnova, México: Siglo XXI Editores, págs. 248 y sigs.

Paula Tizzano Fernández Universitat Jaume I, Castellón, España [email protected]

BEASLEY-M URRAY, Tim (2007): Mikhail Bakhtin and Walter Benjamin – Experience and Form, Nueva York: Palgrave-Macmillan.

BORGES, Jorge Luis (1932): “La perpetua carrera de Aquiles”, en Discusión, Buenos Aires, Emecé.

—— (1939): “Avatares de la tortuga”, en Sur N.o 63, Buenos Aires. —— (1941):

“Pierre Menard, autor del Quijote”, en El jardín de senderos que se bifurcan, Buenos Aires : Sur

(Luego, reeditado en Ficciones, Buenos Aires: Sur, 1944.)

—— (1999): Autobiografía, Buenos Aires: El Ateneo, 1999.

CHOUDHURY, Sukanta (2007): “Translation and Displacement: The life and Works of Pierre Menard”, in ST PIERRE, Paul y Prafulla KAR (eds.): In Translation – Reflection, Refractions, Transformations,

Amsterdam: John Benjamins. Véase, además, “Translation, Transcreation, Travesty”, obtenido en

http://www.soas.ac.uk/literatures /satranslations /Chaud.pdf, School of Oriental and African Studi es, Universidad de Londres [25 de octubre de 2010].

FIGUEROA ARANCIBIA, Vicente J. (2005): “Ideas semióticas en ‘Pierre Menard, autor del Quijote’, de Jorge Luis Borges”, en Esc ritos, Revista del Centro de Ciencias del Lenguaje, Puebla: Universidad Autónoma de Puebla, N.o 31, enero-junio, págs. 163-176.

PETRILLI , Susan (2008): “Bakhtinian Dialogics in Translation Theories”, ponencia en la 13. a Conferencia Internacional Mikhail Bakhtin, University of Western Ontario, London, Canadá, 28 de julio de 2008.

Obteni do en: http://www.augus toponzio.com/Eventi/28luglio%20s usanpetrilli.pdf [25 de octubre de 2010].

PLATÓN (1977): Parmenides, en Plato in Twelve Volumes, G. P. Goold (ed.), vol. IV, trad. al inglés por H. N. Fowler, Cambridge, MA: Harvard University Press.

PYM, Anthony (1996): “Venuti’s Visibility”, en Target, 8-2, Amsterdam: Routledge, págs. 165-167.

VENUTI , Lawrence (1995): The Translator´s Invisibility, Nueva York: Routledge.

NOTAS FINALES 1

2

“Pens é que si ahora intentaba escribir otra reseña, y fracasaba con ello, estaba perdido intelectualmente, pero si lo intentaba con algo que nunca hubiera hecho antes, y fallaba en eso, podrí a prepararme para la rev elación final. Decidí que intentaría escribir un cuento. El resultado fue ‘Pierre Menard, autor del Quijote’. Era el año de 1939” (Borges: 1999).

El novelista británico Douglas Adams escribe en el prólogo de la novela de P. G. Wodehouse Sunset at Blandings: “You should read Jorge Luis Borges’ short story ‘Pierre Menard, Author of Don Quixote.’

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It’s only six pages long, and you’ll be wanting to drop me a postcard to thank me for poi nting i t out to you”. (Las cursivas son mías.).

En “Pseudotranslation” (Baker 2009: 209-211), se habla de la traducción desvinculada del texto de origen y se menciona a Pierre Menard. No obstante, como en el artículo se habl a de superposición de identidades entre el autor y el traductor, y el caso de Menard ocurre lo contrario, ¿cabría llamarlo “pseudotraducción inversa”? Aunque Menard dice a “Borges”, lamentándose de los estragos que la fama ha hecho con el Quijote, que “la gloria es una incomprensión, y quizá la peor”.

Pym reseña el texto de Venuti críticamente. En el párrafo final de este trabajo aventuro una superación de esta dicotomía.

Borges no emplea exactamente la pal abra “invisible”. En cambio, habla en un mismo párrafo de la “obra visible de Menard”, e inmediatamente a continuación, de “l a otra: la subterránea”. El énfasis de “visible” en cursiva es del propio Borges. La invisibilidad es inferida del contraste y así es entendi da por el lector. En el trabajo atribuido a Menard, se mencionan las resoluciones de Descartes y de Russell. Borges, personalmente, prefería la resolución lógica de Russell a las demás (1932). En Bajtin (1982) leemos: “Todo enunciado, oral o escrito, primario o secundario, en cualquier esfera de la comunicación discursiva, es individual y por lo tanto puede reflejar la individualidad del hablante (o del escritor)”. En esto hay convergencia con lo planteado por Borges: en el campo puro de los enunciados es donde el texto de Menard nunca puede ser una copia o un plagio.

No he querido extender demasiado es te trabajo, pero Petrilli (2008) acl ara que Zenón articula las aporías con el objetivo de respaldar las proposiciones filosóficas de Parménides, centradas en la “unidad inmutable” del “ser”, entendido como “uno”, en el marco de la polémica con Heráclito, filósofo de la multiplicidad y del cambio. El interés que esto ofrece para la traductología, s egún Petrilli, es si se va a pens ar en la traducción y el original como dos entes únicos y separados, o si se concibe el ori ginal como “uno” y el conjunto de traducciones posibles como “multiplicidad”, noción que Petrilli refuta en su ensayo.

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La traducción y el encorchetado, aquí y en páginas sucesivas, son míos.

Desde luego, es un enfoque direccional, pero en la misma medida lo es la aporía de Zenón.

“All that is possible for a fingerprint is mechanical reproduction (in any number of copies); it is possible, of course, to reproduce a text in the same mechanical way (i.e. reprinting), but the reproduction of the text by the subject (a return to it, a repeated reading, a new execution, a quotation) is a new unrepeatable event in the life of the text, a new link in the historical chain of speech communication”. La traducción es mía. “Menard estudió ese procedimiento […], pero lo descartó por fácil” (Borges: 1941).

Bajtin habla de la vitalidad de los enunciados: “El lenguaje participa en la vida a trav és de los enunciados concretos que lo realizan, así como la vida participa del lenguaje a través de los enunciados. El enunciado es el núcleo problemático de extrema importancia”. (1982: 251) Las comillas son mías.

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