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LA VIDA DE LAZARILLO DE TORMES Y DE SUS FORTUNAS Y ADVERSIDADES1
Cubierta de la edición de Burgos, 1554. Esta edición sigue las de Francisco Rico (ed. Cátedra, 1987), Ángel Basanta (Anaya, 1985) y Rosa Navarro Durán (Octaedro, 2006). Se incluyen en pie de página las interpolaciones de la edición de Alcalá (1554). Las ilustraciones provienen de www.museoferias.net/publi.htm#Lazarillo y de www.spanishArts.com
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Hay que suponer de los editores, y no del autor original, la responsabilidad de los errores que aparecen en la redacción del título general (La vida de Lazarillo de Tormes y de sus fortunas y adversidades) y de los epígrafes de cada capítulo (por ejemplo, Cuenta Lázaro su vida y cúyo hijo fue). En el título, después de Tormes, hace falta signo de puntuación para salvar la agramaticalidad del enunciado. Así mismo, De sus fortunas y adversidades puede entenderse como construcción latinizante, “acerca de...”, similar en otros títulos de la época. Ver n 22. El paralelismo sintáctico en la redacción del título (La vida de Lazarillo) y del tratado 1º (Cuenta Lázaro su vida...), y de este y los restantes, hace pensar en una sola pluma. Por otro lado, vemos que todos los epígrafes están enunciados en 3ª persona, lo que sólo cabe entender como una incoherencia frente a la 1ª persona autobiográfica, resultado del criterio de alguien diferente al autor original. A ello FcoRico y otros añaden la conjetura plausible de que estas variaciones se introdujeran en la edición de Burgos, esto es, en la imprenta de Juan de Junta (1554).
Prólogo Tratado Primero Cuenta Lázaro su vida, y cúyo hijo fue Tratado Segundo Como Lázaro se asentó con un clérigo, y de las cosas que con él pasó Tratado Tercero Como Lázaro se asentó con un escudero, y de lo que le acaeció con él Tratado Cuarto Como Lázaro se asentó con un fraile de la Merced, y de lo que le acaeció con él Tratado Quinto Como Lázaro se asentó con un buldero, y de las cosas que con él paso Tratado Sexto Como Lázaro se asentó con un capellán, y lo que con él pasó. Tratado Séptimo Como Lázaro se asentó con un alguacil, y de lo que le acaeció con él
Prólogo Yo por bien tengo que cosas tan señaladas, y por ventura 2 nunca oídas ni vistas 3, vengan a noticia de muchos y no se entierren en la sepultura del olvido, pues podría ser que alguno que las lea halle algo que le agrade, y a los que no ahondaren4 tanto los deleite; y a este propósito dice Plinio que no hay libro, por malo que sea, que no tenga alguna cosa buena; mayormente que los gustos no son todos unos, mas 5 lo que uno no come, otro se pierde por ello. Y así vemos cosas tenidas en poco de algunos, que de otros no lo son. Y esto para ninguna cosa se debría6 romper ni echar a mal7, si muy detestable no fuese, sino que a todos se comunicase, mayormente siendo sin perjuicio y pudiendo sacar della algún fruto 8. Porque si así no fuese, muy pocos escribirían para uno solo 9, pues no se hace sin trabajo, y quieren, ya que lo pasan, ser recompensados, no con dineros, mas con que vean y lean sus obras, y si hay de qué 10, se las alaben; y a este propósito dice Tulio: "La honra cría las artes11”. ¿Quién piensa que el soldado que es primero del escala 12, tiene más aborrescido13 el vivir? No, por cierto; mas el deseo de alabanza le hace ponerse en peligro; y así, en las artes y letras es lo mesmo 14. Predica muy bien el presentado15, y es hombre que desea mucho el provecho de las ánimas; mas pregunten a su merced si le pesa cuando le dicen: "¡Oh, qué maravillosamente lo ha hecho vuestra reverencia! 16" Justó17 muy 2
A la luz del final de la historia, dobles sentidos en la acepción de estas palabras: - señaladas: relevantes, pero también ‘comentadas, criticadas’ - por ventura: quizá, pero también ‘afortunadamente’. 3 Encarece el autor (o Lázaro [en adelante escribiremos L.]) la materia que va a tratar, con el objeto de atraer la atención del lector. Es este tópico retórico común del exordio o introducción. A continuación hay otras afirmaciones de la misma naturaleza. 4 Futuro imperfecto de subjuntivo, hoy en desuso (ahonden, en presente de subjuntivo, diríamos ahora) 5 mas: adversativa, ‘sino que’... 6 forma sincopada del condicional simple. 7 Y esto para ninguna cosa se debría romper ni echar a mal... O sea, Y esto hace que ninguna cosa se debería romper ni despreciar... En todo caso, expresión dudosa. Desde las ediciones antiguas se discute la palabra para ¿Preposición, verbo? Probablemente debamos (FcoRico) entenderlo como verbo (‘parar en’ diríamos hoy, como ‘hacer’, ‘implicar’...). O simplemente (RNDurán) se ha olvidado la preposición en por error de impresión (Y esto para [en] que...). Después echar a mal tiene sentido de ‘despreciar’. 8 Este fruto –según FcoRico– puede referirse al lector (fruto como lección moral o entretenimiento) si atendemos a lo dicho antes acerca de la materia de cualquier libro; o puede referirse al propio autor –o a Lázaro– (fruto como ganancia, mérito) si atendemos a la frase que sigue: ‘Porque si no se obtiene fruto alguno, muy pocos escribirían para una sola persona’... 9 ...muy pocos escribirían para uno solo,..: esta expresión puede significar ‘para un solo destinatario’ o ‘para uno mismo’ (en registro coloquial). Si seguimos la primera acepción estamos ante el autor de una epístola (esto es, el prólogo como carta de Lázaro a un destinatario) que confiesa que la comunicación privada resulta insuficiente para obtener mérito literario (motivo típico de la literatura latina y humanística, dentro del ars dictandi). En cambio, si seguimos la segunda acepción estaríamos ante un autor-prologuista (Alfonso de Valdés y cualquier otro) que, en llano estilo y ajeno al personaje literario, reclama para sí el mérito u honor público que nadie puede alcanzar si únicamente escribe para sí mismo (esta sería la hipótesis de RNDurán). 10 ...y si hay de qué... y si hay razones suficientes... 11 Se enlazan en el primer párrafo una serie de tópicos y motivos retóricos muy enraizados en la literatura clásica y de amplia circulación en el Renacimiento, casi todos empleados en la literatura epistolar o en la oratoria para captar el interés del lector (‘captatio benevolentiae’). Así la metáfora de la sepultura del olvido que aparece ya en Cicerón; después, la selección de tal materia que a unos ‘agrada’ (por concordancia de ideas y gustos) y a otros ‘deleita’ (pues es motivo de regocijo y entretenimiento), resulta variante manifiesta del precepto horaciano aut prodesse... aut delectare; inmediatamente la cita de Plinio sobre los libros, junto a las cosas tenidas en poco de algunos que de otros no lo son, tb horaciana; y para terminar la cita de Marco Tulio Cicerón (La honra cría las artes) sobre el mérito u honra como fuente de la creación literaria. 12 ...del escala... de la escalera. Era uso habitual del artículo masculino el ante nombres que empezaran por vocal. 13 En la lengua del XVI era frecuente la alternancia de la forma etimológica –e[-sc-]er y de la solución moderna –e[-c-]er. Así en otros muchos casos del propio Lazarillo (aborrescer/aborrecer; parescer/parecer; conoscer/concer...). 14 Se evoca aquí la idea ciceroniana del ‘deseo de alabanza’ como estímulo común de escritores y guerreros, tan cara a la literatura cortesana y humanística. Por otra parte la figura del soldado que, en un asalto, asciende primero la escalera por afán de gloria está en el Libro de Aleixandre, en el Tirant lo Blanc, y como en ellos, en la intuición que la gente tenía acerca de la guerra, por ejemplo, lo ocurrido con Garcilaso de la Vega, o con Jorge Manrique. Mesmo, mismo. La lengua del XV y XVI vacila en el timbre vocálico de las sílabas átonas, e incluso, como en este caso, en las tónicas. 15 el presentado: teólogo que, superados sus estudios, espera el grado de maestro (doctor). Después, su merced y vuestra reverencia, son expresiones de respeto referidas a este. 16 Era lugar común en la literatura religiosa desde la edad media (S Agustín) las advertencias a predicadores. El predicador de púlpito que sufre el pecado de la íntima vanidad (vanagloria) al verse admirado y atendido por muchos fieles es un motivo literario tratado también por Sta Teresa de Jesús en términos y argumentos muy similares al del L. 17 Justó muy ruinmente... combatió de forma tramposa en una justa. ‘Justa’ era batalla singular entre dos caballeros (con valla
ruinmente18 el señor don Fulano, y dio el sayete de armas al truhán, porque le loaba de haber llevado muy buenas lanzas. ¿Qué hiciera si fuera verdad? Y todo va desta manera: que confesando yo no ser más santo que mis vecinos, desta nonada, que en este grosero estilo escribo19, no me pesará que hayan parte 20 y se huelguen21 con ello todos los que en ella algún gusto hallaren, y vean que vive un hombre con tantas fortunas, peligros y adversidades 22. Suplico a Vuestra Merced23 reciba el pobre servicio de mano de quien lo hiciera más rico si su poder y deseo se conformaran24. Y pues Vuestra Merced escribe se le escriba y relate el caso 25 por muy extenso, parecióme no tomalle por el medio, sino por el principio 26, porque27 se tenga entera noticia de mi persona, y también porque consideren los que heredaron nobles estados cuán poco se les debe, pues Fortuna fue con ellos parcial, y cuánto más hicieron los que, siéndoles contraria, con fuerza y maña remando 28, salieron29 a buen
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puesta entre ambos a lo largo del recorrido para evitar choque de caballos), mientras que ‘torneo’ era batalla entre grupo de caballeros. Ruinmente: de forma vil, baja, despreciable. ...dio el sayete de armas al truhán porque le loaba de haber llevado muy buenas lanzas... ‘Sayete de armas’: vestidura ceñida de algodón que se ponía bajo la cota de malla, para evitar las molestias del hierro. ‘Truhán’: siervo (juglar, bufón, criado) de las cortes que divertía al rey y grandes señores con burlas y chocarrerías. ‘Llevar buenas lanzas’: combatir bien. Era costumbre (reprobada por la iglesia desde S Agustín) el que la nobleza regalara vestiduras a los bufones de corte. En este caso el caballero le regala su sayo porque el bufón le elogia lo bien que ha justado. ... confesando yo no ser más santo que mis vecinos... giro de humildad del autor, común en las lenguas románicas desde sus orígenes. O sea, ‘confesando yo ser un tipo tan normal como los demás’... Y a continuación: ...desta nonada, que en este grosero estilo escribo... ‘Nonada’: nadería, simpleza, de poco valor (‘pego’ en cordobés coloquial o ‘folletá’ en granaíno coloquial). Término que rebaja el valor de la obra propia; otro giro de supuesta modestia tan antiguo como la literatura. ‘Grosero estilo’: desde la Antigüedad al Renacimiento se distinguen tres estilos literarios (alto, medio y bajo o grosero, rústico) según el personaje de ficción (Lázaro) se considerara miembro de uno de los 3 estados en que se dividía la sociedad. E igualmente común era el excusarse, como en este caso, de la supuesta vulgaridad (rusticitas) del lenguaje empleado. Ver n. 11. No obstante, subrayemos que la alusión al grosero estilo no es aquí un mero tópico literario sino, según RNDurán, “una concesión a la verosimilitud” ya que se trataría del registro que corresponde al emisor de la carta, hombre de baja condición social. ...no me pesará que hayan parte... ‘no me sabe mal que participen’... Hay hipérbaton en el primer complemento del verbo ‘haber parte’. Reescribiendo el sentido y orden natural sería: ‘...pues confesando yo ser un tipo tan normal como los demás, no me sabe mal que participen de esta nadería y se diviertan con ella todos los que hallen en esta algún gusto, y vean cómo vive un hombre con tantos azares, peligros y adversidades’ regocijen ...fortunas... azares, casos venturosos o desgraciados. En el lenguaje de las gentes marineras ‘fortunas’ (habitualmente usado en sentido negativo) significaba ‘tormentas’. En esta frase del prólogo hubo de inspirarse quien, desde las primeras ediciones, puso título completo a la obra (ver n 1). ...Vuestra Merced... Primera aparición del destinatario de la carta de L. Esta expresión era la fórmula de cortesía más habitual en el XVI para dirigirse a otra persona (masculino y/o femenino). La otra expresión usual, pero ya en declive, era Vos. L. llama al destinatario Vuestra Merced y también llama así al escudero, lo que puede significar que eran personas de rango similar, de lo contrario, hubiera empleado términos más subidos (Vuestra Señoría, Vuestra Excelencia de personalidades ilustres o altos cargos). En cualquier caso, el anonimato de la carta exigiría el uso de Vuestra Merced. Suplico a V. M. reciba el pobre servicio de mano de quien lo hiciera más rico si su poder y deseo se conformaran... Suplico a V.M.: Dentro de la retórica epistolar suele ser expresión habitual para comenzar la petitio benevolentiae. Lo se refiere al ‘servicio’. Conformaran significa ‘estuvieran de acuerdo, se correspondiesen’. L. dice: ‘Suplico a V.M. reciba el pobre servicio de mano de quien hiciera más rico este servicio si su poder y su deseo estuvieran de acuerdo’... Se trata, obviamente, de otro giro de humildad, esta vez no destinado al lector sino al destinatario de la carta. Para la profesora RNDurán la cosa es bien distinta: ver nota 30. ...el caso... primera alusión al hecho o acontecimiento del que el destinatario (V.M.) le pide minuciosas explicaciones a L. Episodio que desencadena la redacción de la carta autobiográfica que estamos a punto de leer. parescióme no tomalle por el medio, sino del principio...: ‘me pareció no tomar el caso por el medio sino por el principio’... Tomalle: tomarle (solución del castellano del XV-XVII: asimilación de la –r final a la –l– del pronombre enclítico). Además, vemos que L. elige contar el caso por el principio y no por el medio. La retórica enseña a disponer los elementos de la narratio en dos órdenes posibles. El 1º, natural (naturales ordo), se refiere a la sucesión histórica correcta de los tiempos, y que es el elegido por L. El segundo, artificial (more homerico), transgredía este orden si la utilitas de la causa así lo requiere, como ocurre en los comienzos in media res que ya se conocen en las primeras narrativas del siglo XV. Porque: conjunción con valor de finalidad, ‘para que’ El encomio de quienes con fuerza y maña consiguieron remontar la adversa fortuna, unido a la indiferencia hacia la nobleza, se enlaza en este párrafo con el motivo de la honra (como honor o gloria), y por otro lado, se prolongará en el capítulo 1º cuando se diga: para mostrar cuánta virtud sea saber los hombres subir, siendo bajos. Así pues, y alrededor de L. se establece una terna de valores: honra, fortuna, virtud, que tuvo amplísima circulación cultural y literaria en el Renacimiento. Así es que era frecuente la contraposición virtud/fortuna (esta entendida como diosa mitológica o simple poder, sinónimos ambos del clásico grecolatino ‘azar’ o, en perspectiva religiosa, como las ‘causas segundas’ que Dios deja ‘libres’ para que obren sobre el mundo corruptible).
puerto30. Prólogo / SÍNTESIS - Al autor le parece conveniente que asuntos tan insólitos como los que narra este libro no caigan en el olvido y lleguen a un público amplio, de modo que sirvan para aleccionar (educar) a unos y entretener a otros; e igualmente, le parece que, como en gustos nada hay escrito, mejor es dar a conocer cualquier asunto (siempre que no sea reprobable) para que de su conocimiento quepa extraer algún fruto. Si el fruto que extrae el lector es la lección o el entretenimiento, el del escritor –en virtud de la dedicación y esfuerzo–, no es el dinero sino el reconocimiento, la alabanza, o sea, la honra. - Igual que el escritor, lo que busca el soldado temerario que en el combate se juega la vida es alabanza y honra; así también, el predicador vanidoso desde el púlpito; e incluso el caballero que hace trampas en las justas. - Como consecuencia, y puesto que el autor se considera un tipo tan corriente como los demás, ha decidido escribir una nadería (algo corriente, intrascendente) para que se diviertan todos los que le hallen algún gusto, y vean cómo vive un hombre acosado por la adversidad. - El autor se pone a servicio de Vuestra Merced (destinatario de la carta), y pues este le solicita le dé minuciosas explicaciones sobre un hecho –suponemos– delicado, decide narrar el ‘caso’ desde el principio, para que V.M. tenga noticia completa del autor y para que los nobles, favorecidos siempre e injustamente por la diosa Fortuna, comprendan qué escaso mérito tienen en comparación con el de aquellos que sin tener nada han salido adelante con astucia, sufrimientos y esfuerzos.
La retórica, en fin, recomendaba usar el lugar común de las ‘vicisitudes de la fortuna’ para despertar la simpatía del público (ej, Cicerón); este tópico aparece en el fragmento con referencia a una ‘tormenta marítima’, símbolo también habitual desde los clásicos. 29 ...salieron a buen puerto: en el lenguaje marítimo ‘arribar, llegar, entrar’ a puerto. 30 Según RNavarroDurán, el texto del Lazarillo que tenemos está incompleto; alguien le quitó un folio a la edición princeps. Y en él figuraba el Argumento de la obra, el resumen sucinto o esqueleto narrativo que la sustentaba. ¿Y cómo se puede hacer tal afirmación? Si releemos el prólogo desde el inicio resulta indudable que es el escritor quien se dirige a los lectores para hablar de su libro hasta el penúltimo párrafo: “Y todo va de esta manera; que, confesando yo [...] un hombre con tantas fortunas, peligros y adversidades”, palabras que dan título a la obra, La vida de Lazarillo de Tormes, y de sus fortunas y adversidades. Pero de pronto, sin explicación alguna, leemos en el último párrafo (ver n. 24): “Suplico a Vuestra Merced reciba el pobre servicio de mano de quien lo hiciera más rico si su poder y deseo se conformaran. Y pues Vuestra Merced escribe se le escriba y relate el caso muy por extenso, parecióme no tomalle por el medio, sino del principio, por que se tenga entera noticia de mi persona…” ¿Sigue hablando la misma persona? ¿Quién es “Vuestra Merced”? Es evidente que quien habla es ahora Lázaro, no el escritor, porque en seguida empieza la obra, el tratado primero con estas palabras: “Pues sepa Vuestra Merced, ante todas cosas, que a mí llaman Lázaro de Tormes…”. Así pues, RNDurán afirma que se han fundido dos discursos distintos ¿Por qué se ha añadido al final del prólogo ese párrafo que no le pertenece? Las ediciones de Burgos y de Medina, las más fieles al arquetipo perdido, tienen otra rareza que nos da la clave para “interpretar” esa anomalía: no separan apenas el final del prólogo del comienzo del primer tratado mientras sí aparecen blancos e ilustraciones para marcar el inicio de los distintos capítulos de la obra. ¿Qué ha ocurrido para que los dos impresores actúen de forma tan poco convencional? Sencillamente ellos reproducen un texto así editado, y lo está porque a su vez copiaba un impreso en donde no había separación entre el prólogo y el comienzo de la obra por haberse arrancado de él al menos un folio. El impresor vio que tenía que dividir esas dos partes fundidas (el prólogo y el primer tratado, porque luego aparecía el “tratado segundo”, claramente separado) y lo hizo mal, añadiendo al prólogo una parte que no le correspondía y dándole un epígrafe inadecuado: “Cuenta Lázaro su vida y cúyo hijo fue”. Además todos los otros epígrafes responden a la fórmula “Cómo Lázaro se asentó con un…, y de lo que le acaesció con él”. Es evidente que fue el impresor que hizo la división errónea quien puso también ese título equivocado al primer tratado. ¿Qué habría en ese folio perdido? No hay duda de que el prólogo figura entero ya que su final “con tantas fortunas, peligros y adversidades” nos lleva al título de la obra. Y tampoco de que la obra, la declaración de Lázaro, empieza con “Suplico a Vuestra Merced…”. Sin embargo, el texto carece de algo esencial que nos hubiera permitido leerlo adecuadamente, entender su sentido: el “argumento”. La síntesis del contenido –o “argumento”– figura en muchas obras de la primera mitad del XVI, desde La Celestina, La Lozana Andaluza, el Relox de príncipes o el Diálogo de las cosas acaecidas en Roma de Alfonso de Valdés, y también en textos que dejaron huella en el Lazarillo, desde los relatos del Decamerón o del Novellino, o en el Tirante el Blanco; y siempre aparece después del prólogo y antes del texto.
Tratado Primero31 Cuenta Lázaro su vida, y cúyo hijo fue32 Pues33 sepa Vuestra Merced ante todas cosas que a mí llaman Lázaro de Tormes 34, hijo de Tomé González y de Antona Pérez, naturales de Tejares 35, aldea de Salamanca. Mi nascimiento fue dentro del río Tormes, por la cual causa tomé el sobrenombre, y fue desta manera: mi padre, que Dios perdone, tenía cargo de proveer una molienda de una aceña36, que está ribera de aquel río, en la cual fue molinero más de quince años; y estando mi madre una noche en la aceña, preñada de mí, tomóle el parto y parióme allí: de manera que con verdad me puedo decir nascido en el río37. Pues siendo yo niño de ocho años, achacaron a mi padre ciertas sangrías mal hechas en los costales de los que allí a moler venían38, por lo que fue preso, y confesó y no negó y padeció persecución por justicia. Espero en Dios que está en la gloria, pues el Evangelio los llama bienaventurados 39. En este tiempo se hizo cierta armada contra moros, entre los cuales fue mi padre 40, que a la sazón estaba desterrado por el desastre ya dicho, con cargo de acemilero 41 de un caballero que allá fue, y con su señor, como leal criado, feneció su vida. Mi viuda madre, como sin marido y sin abrigo se viese, determinó arrimarse a los buenos por ser uno dellos42, y vínose43 a vivir a la ciudad, y alquiló una casilla, y metióse a guisar de comer a ciertos estudiantes, y lavaba la ropa a ciertos mozos de caballos del Comendador de la Magdalena, de manera que fue frecuentando las caballerizas44. 31
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Tratado o tractado: palabra que en los ss. XV y XVI servía para referirse a una obra completa (las más de la novelas sentimentales se llamaron así), y para denominar también partes o secciones de una obra (aquí o en La Celestina). Posiblemente los epígrafes no sean obra del autor. En el tratado 1º, además, se da la circunstancia (según RNDurán) de un epígrafe ‘inventado’ y mal ubicado (ver Prólogo, n. 30). Cúyo hijo fue: de quién fue hijo. La expresión es afortunada pues induce a preguntarnos por la auténtica paternidad de L ¿la madre, los dos padres, el ciego...tal vez el vino? Pues, ilativo, que une el párrafo final del prólogo (VM escribe se les escriba...) con el comienzo de este relato (Pues sepa VM...). FRico señala que “Tan estrecha ilación entre una y otra frase no parece compatible con la presencia de un epígrafe que las separe”. Observación que sirve a maravilla las razones de RNDurán acerca de la peculiaridad de este primer tratado (ver Prólogo, n. 30) de Tormes: las preposiciones junto a nombres de río no llevaban artículo en el castellano del XV-XVI. También se ha explicado este sobrenombre sin artículo como réplica (irónica) del uso aristocrático de la preposición ante apellido (‘de Gaula’ etc.) Aldeilla en la provincia de Salamanca. tenía cargo de proveer una molienda de una aceña: se ocupaba de atender el funcionamiento de una aceña o molino de río (cuya rueda es movida por la corriente) Si Tomé y Antona vivían en la aceña, el autor no tiene por qué precisar que la madre estaba allí; si no vivían, ¿qué hacía de noche, preñada, en tal lugar? ¿Ayudaba a ‘sangrar’ costales? Ver nota siguiente. ...ciertas sangrías mal hechas en los costales... ciertos robos hechos por error en los sacos grandes... ‘Sangrías’ tiene sentido metafórico; como si los pequeños hurtos del padre fueran errores involuntarios de un cirujano al hacer una sangría (abrir una vena y dejar salir la cantidad de sangre que conviene). L. emplea jocosamente dos pasajes bíblicos. Así el “confesó y no negó” del Evangelio de S. Juan. Así, desde “padeció persecución por Justicia” hasta “....bienaventurados” se juega con el valor polisémico de la preposición por (agente y causal) y del sustantivo justicia (virtud y poder judicial) para hacer un chiste (con antecedentes literarios en Libro de B Amor y La Celestina) acerca del célebre pasaje de S. Mateo “Bienaventurados aquellos que sufren persecución de la justicia pues de ellos será el reino de los cielos”. ... se hizo cierta armada contra moros, entre los cuales fue mi padre, [...] desterrado por el desastre ya dicho...: se preparó cierta flota militar contra los moros, entre los que se contaba mi padre,... El sintagma entre los cuales es deliberadamente ambiguo pues puede aludir a que el padre la acompañó para cuidar de las mulas, o que era uno de los moros, en cuyo caso L. puede insinuar que su padre era morisco, como tantos acemileros, y que acabó renegando. La frase siguiente abunda en la ambigüedad pues la palabra desastre se entendía (XVI y XVII) como ‘calamidad fortuita, atribuida a la acción de los astros’, con lo cual, L parece insinuar irónicamente que el padre fue acusado de robo injustamente. mulero Expresión basada en el refrán “allégate a los buenos y serás uno de ellos”, que en este contexto cobra un sentido paródico a causa de las ‘buenas’ compañías que encuentra la madre y sus afanes clasistas. ...se marchó a vivir... Comendador era el caballero de una orden militar al que correspondía una ‘encomienda’, dotada con tierras y rentas eclesiásticas. De hecho, la iglesia de la Magdalena de Salamanca dependía de una encomienda de la orden de Alcántara; y como este, se conocen de antiguo casos de otras ‘encomiendas de la Magdalena’ concedidas a clérigos de la orden de Alcántara. Si la madre frecuentaba las caballerizas, acaso L insinúa que su madre ejercía a veces de establera, prostituta de ínfima categoría que hacía su trabajo en establos y caballerizas con mozos de mulas. Estos tres párrafos iniciales están presididos por la ironía y la parodia. En el párrafo 1º encontramos, en contraste, el origen
Ella y un hombre moreno 45 de aquellos que las bestias curaban 46, vinieron en conocimiento. Éste algunas veces se venía a nuestra casa, y se iba a la mañana; otras veces de día llegaba a la puerta, en achaque de comprar huevos47, y entrábase en casa. Yo, al principio de su entrada, pesábame con él 48 y habíale miedo, viendo el color y mal gesto49 que tenía; mas de que50 vi que con su venida mejoraba el comer, fuile queriendo bien, porque siempre traía pan, pedazos de carne, y en el invierno leños, a que nos calentábamos 51. De manera que, continuando la posada y conversación 52, mi madre vino a darme un negrito muy bonito, el cual yo brincaba y ayudaba a calentar 53. Y acuérdome que, estando el negro de mi padrastro 54 trebajando55 con el mozuelo, como el niño vía 56 a mi madre y a mí blancos, y a él no, huía dél, con miedo, para mi madre, y, señalando con el dedo, decía: –¡Madre, coco! Respondió él riendo: –¡Hideputa!57 Yo, aunque bien mochacho, noté aquella palabra de mi hermanico, y dije entre mí: "¡Cuántos debe de haber en el mundo que huyen de otros porque no se veen a sí mesmos!" 58 Quiso nuestra fortuna que la conversación del Zaide 59, que así se llamaba, llegó a oídos del mayordomo 60, y hecha pesquisa61, hallóse que la mitad por medio62 de la cebada, que para las bestias le daban hurtaba, y
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humilde del antihéroe y la (tácita) alcurnia de Amadís. Así, el nacimiento folklórico de L en el río nos recuerda el de Amadís de Gaula, llamado ‘el doncel del mar’. El sobrenombre o apellido de L es ‘de Tormes’ como Amadis de Gaula pero los padres de aquel llevan apellidos vulgares y una conducta ruin. En el párrafo 2º L. parodia hasta el humorismo –por medio del lenguaje médico y del bíblico (ver n. 9)– la vida delictiva del padre. Y en el 3º ironiza (ver n. 12) sobre los afanes de ascenso social de la madre en contraste con la realidad brutal en la que termina. Se usaba moreno como eufemismo del término tabú, negro. L. utiliza el adjetivo negro un poco después, para subrayar un rasgo moral del Zaide (como si dijera, ‘el mísero de mi padrastro’) a la vez que juega con una de las acepciones del adjetivo niger,-ra,rum, deslucido, funesto, tenebroso, de mal agüero. Por otro lado el adjetivo negro menudea en la novela con connotación negativa no estrictamente material. Cuidaban (o sea, el negro es otro acemilero) con la excusa de comprar huevos... Es evidente que en estas frases L invita al lector a ‘pensar mal’ sin necesidad de aludir al amancebamiento del negro y la madre. Al principio me hacía sufrir... Obsérvese además el uso enfático del pronombre yo, nominativo a principio de frase. Aparece en anacoluto como aquel de quien se habla, pero interrumpiendo las relaciones gramaticales con todo lo que va a continuación. Gesto, ‘feo rostro’. pero desde que Los dos párrafos dedicados a la mudanza de la madre (de la aceña a la ciudad) y al amancebamiento con Zaide parecen prefigurar el clima moral y las condiciones de vida en los que se verá envuelto L. cuando consiga el puesto de pregonero y case con la criada del arcipreste: la ciudad, para arrimarse a los buenos; el alquilar una casa y el tener un empleo cuasi público; y por último, la conformidad con una relación marital tan indigna como necesaria para sobrevivir. Poco más adelante comprobamos otro paralelismo: el amancebamiento llegó a oídos del mayordomo, esto es, de la autoridad, de la ley. El ‘caso’ de Zaide y la madre viuda (como el del L. adulto) queda al descubierto por alguna clase de indiscreción . Se trataría, pues, de un recurso técnico –y no es el único– para dar coherencia y unidad a la trama biográfica. Ver n. 185, y ver tratado 7º, n. 33. ...continuando la posada y la conversación... continuando el alojamiento (estancia, residencia) y el conocimiento (relación, amancebamiento, trato carnal) ...el cual yo brincaba y ayudaba a calentar... a quien yo cogía en brazos y arropaba. Otras ediciones prefieren acallar a ‘calentar’. Ver n. 15: no es negro aquí por el color de piel sino por ser hombre desgraciado, sin suerte, infausto. trebajando igual que trebejando, verbo trebejar (arcaísmo): jugueteando. Vía, veía (forma etimológica contracta). Con sentido de exclamación afectiva más que de insulto, igual que sigue empleándose en el registro conversacional vulgar del español actual. El chascarrillo del negro que se asusta al ver la fealdad de otro negro es al parecer pasaje folklórico tradicional pero se difunde en la literatura a partir de esta escena del Lazarillo. Por otro lado L extrae aquí una primera lección, condensada en moraleja, cuyo sentido moralizante remite a la contraposición verdad/apariencias (ver tratado 3º, n. 75) Zaide es un nombre típicamente morisco, frecuente, por ejemplo, en los romances lopescos de género. Administrador, se supone, del Comendador de la Magadalena, para quien trabajaba Zaide. averiguación la mitad por medio, pleonasmo: ‘la mitad’
salvados, leña, almohazas, mandiles 63, y las mantas y sabanas de los caballos hacía 64 perdidas; y cuando otra cosa no tenía, las bestias desherraba, y con todo esto acudía 65 a mi madre para criar a mi hermanico. No nos maravillemos de un clérigo ni fraile, porque el uno hurta de los pobres y el otro de casa para sus devotas y para ayuda de otro tanto66, cuando a un pobre esclavo el amor le animaba a esto. Y probósele cuanto digo y aun más, porque a mí con amenazas me preguntaban, y, como niño, respondía, y descubría cuanto sabía, con miedo: hasta ciertas herraduras que por mandado de mi madre a un herrero vendí. Al triste de mi padrastro azotaron y pringaron 67, y a mi madre pusieron pena por justicia, sobre el acostumbrado centenario68, que en casa del sobredicho Comendador no entrase, ni al lastimado Zaide en la suya acogiese. Por no echar la soga tras el caldero 69, la triste se esforzó70 y cumplió la sentencia; y por evitar peligro y quitarse de malas lenguas, se fue a servir a los que al presente 71 vivían en el mesón de la Solana 72; y allí, padeciendo mil importunidades, se acabó de criar mi hermanico hasta que supo andar, y a mí hasta ser buen mozuelo73, que iba a los huéspedes por vino y candelas y por lo demás que me mandaban. En este tiempo vino a posar al mesón un ciego, el cual, paresciéndole que yo sería para adestralle 74, me pidió a mi madre, y ella me encomendó a él, diciéndole cómo era hijo de un buen hombre 75, el cual, por ensalzar la fe, había muerto en la de los Gelves 76, y que ella confiaba en Dios no saldría peor hombre que mi padre, y que le rogaba me tractase bien y mirase por mí, pues era huérfano. Él respondió que así lo haría, y que me recibía no por mozo sino por hijo77. Y así le comencé a servir y adestrar a mi nuevo y viejo amo 78. Como estuvimos en Salamanca algunos días, pareciéndole a mi amo que no era la ganancia a su contento 79, determinó irse de allí; y cuando nos hubimos de partir, yo fui a ver a mi madre, y ambos llorando, me dio su bendición y dijo: 63
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...salvados, leña, almohazas, mandiles... El ‘salvado’ es alimento de caballerías (cáscaras del grano que después de la molienda queda mezclada con la harina). ‘Almohaza’ es instrumento para rascar y limpiar el pelo y la piel de la caballería, y ‘mandil’ es bayeta para similar propósito. El fragmento viene a decir que Zaide robaba todo lo que podía. Fingía, simulaba. Cuidaba, asistía Entiéndase: no debe sorprendernos que el criado Zaide robe de las caballerizas para mantenimiento de la querida y del hijo, pues también el clérigo y el fraile hurtan respectivamente de la parroquia (los pobres) y del convento (casa) para mantener a sus amancebadas (sus devotas) y a los hijos nacidos de estas relaciones (para ayuda de otro tanto). Se trata de un pasaje oscuro si bien abiertamente anticlerical y de talante erasmista. El tormento de pringar a uno consistía en derretirle tocino a la llama de un hacha (antorcha) sobre las heridas causadas por los azotes (que para el delito de robo de cebada de caballerías subía a 100) ...sobre el acostumbrado centenario,...: ‘que además de los cien azotes acostumbrados’ (Se trata de los 100 azotes también prescritos por la ley para las mujeres que, como Antona, ‘cohabitaban’ con hombres de otra religión e incurrían, así, en herejía). ‘Por no echarlo todo a perder’. Otro refrán: ‘echar la soga tras el caldero’. Está tomado del que, yendo a sacar agua del pozo, se le cayó dentro el caldero o cubo y, de rabia y despecho, echó también la soga con que lo pudiera sacar atando a ella un garfio. El refrán parece particularmente bien traído por L, ya que esta soga podría aludir a la cuerda de presos o la misma horca, tras el castigo del caldero de pringue. Sacó fuerzas de flaqueza a la sazón, entonces. Mesón que al parecer existió realmente en la Salamanca (sito en la actual casa del Ayuntamiento). L. ha dicho: allí... se acabó de criar mi hermanico hasta que supo andar, y a mí hasta ser buen mozo... Anacoluto provocado por el cambio de sujeto (debería haber dicho: ‘y yo [me crié] hasta ser buen mozo’). adestrarle, de ‘adestrar’: Guiar a alguien con la mano diestra. Al mozo de ciego también se le llamaba destrón. buen hombre es expresión que a veces significaba ‘cornudo’ Antona Pérez (con independencia de que dijera la verdad) se refiere a la expedición militar de 1510 dirigida por García de Toledo y terminada en memorable fiasco. Gelves es nombre en español de la Isla de Jerba (Yerba o Djerba). Es la isla más grande de Tunicia, situada al este del país, frente a la ciudad costera de Gabes, en el golfo del mismo nombre. Se trata de una zona al sur del canal de Sicilia, y cercana a las islas de La Valetta, Lampedusa y Malta, dominada por los turcos hasta bien entrado el s. XVI. La armada de 1510 fue impulsada por el cardenal Cisneros (siendo regente de Castilla Fernando II el Católico, tras la incapacidad de Juana La Loca y la inesperada muerte de Felipe El Hermoso) dentro de las campañas que en la primera década del XVI promovió la corona para controlar el N. de África (y en las que se conquistó Orán y Bujía de Argelia y Trípoli de Libia). Tengamos en cuenta que en la época de escritura del Lazarillo (reinado de Carlos V) los nobles castellanos imponían siempre el ejemplo político de Fernando II al Emperador. ver n. 2. Obsérvese el gusto por la antítesis referida al ciego (viejo-nuevo) con fuerte valor connotativo (ver n. 109). El procedimiento se repite después. Que lo ganado no le satisfacía
– Hijo, ya sé que no te veré más. Procura de ser bueno, y Dios te guíe. Criado te he y con buen amo te he puesto; válete por ti. Y así me fui para mi amo, que esperándome estaba. Salimos de Salamanca, y, llegando a la puente, está a la entrada della un animal de piedra 80, que casi tiene forma de toro, y el ciego mandóme que llegase cerca del animal, y, allí puesto, me dijo: –Lázaro, llega el oído a este toro, y oirás gran ruido dentro dél. Yo, simplemente81, llegué, creyendo ser ansí; y como sintió que tenía la cabeza par de 82 la piedra, afirmó recio la mano y diome una gran calabazada en el diablo del toro, que más de tres días me duró el dolor de la cornada, y díjome: –Necio, aprende, que el mozo del ciego un punto ha de saber más que el diablo 83. Y rió mucho la burla. Parescióme que en aquel instante desperté de la simpleza en que como niño dormido estaba. Dije entre mí: "Verdad dice este, que me cumple avivar el ojo y avisar 84, pues solo soy, y pensar cómo me sepa valer."85 Comenzamos nuestro camino, y en muy pocos días me mostró jerigonza 86, y como me viese de buen ingenio, holgábase87 mucho, y decía: –Yo oro ni plata no te lo puedo dar; mas avisos para vivir muchos te mostraré. Y fue ansí, que, después de Dios, éste me dio la vida y, siendo ciego, me alumbró y adestró en la carrera de vivir.88 Huelgo de contar a Vuestra Merced estas niñerías para mostrar cuánta virtud sea saber los hombres subir siendo bajos, y dejarse bajar siendo altos cuanto vicio 89. Pues tornando al bueno de mi ciego y contando sus cosas, Vuestra Merced sepa que, desde que Dios crió el mundo, ninguno formó más astuto ni sagaz. En su oficio era un águila; ciento y tantas oraciones sabía de coro90: un tono bajo, reposado y muy sonable91 que hacía resonar la iglesia donde rezaba, un rostro humilde y 80
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Efectivamente en el puente sobre el río frente a Salamanca hubo desde antiguo un toro o ‘verraco’ esculpido en piedra, tradicional símbolo telúrico del Tormes, que aparece también en el escudo de la ciudad. inocentemente Junta a saber un punto más que el diablo... otro dicho popular. L. cuenta la escena por medio de términos metafóricos muy comunes en el lenguaje coloquial que rayan en el humorismo: calabazada, diablo del toro y cornada. Estar sobre aviso, ser espabilado. Vuelve a aparecer como sustantivo, aviso, posteriormente. La burla primera del ciego es cruel y gratuita, y de ella extrae L. nueva lección –ver n. 28 – esta vez más práctica que moral. El aprendizaje por el dolor (propio o ajeno) es una de las claves de la obra. En sentido figurado es ‘piedra preciosa’. Pero aquí: ‘Me enseñó el lenguaje particular (la jerga) con que se entienden entre sí los ciegos’. En un sentido amplio el ciego enseña a L la lengua de germanía, propia de maleantes y vagabundos, si bien, suponemos, por metonimia, la práctica delictiva de la vida del hampa. Se alegraba Las palabras del ciego y el inmediato comentario de L. concuerdan dos pasajes bíblicos: “Ni plata ni oro tengo, pero lo que tengo eso te doy” (Hechos de los Apóstoles) y “Yo voy a hacerte ver, a enseñarte el camino por que irás; yo quiero aconsejarte, mis ojos sobre ti” (Salmos). El verbo ‘alumbrar’ ha hecho a algunos estudiosos especular con la idea de que el autor del libro fuera un alumbrado (ver otra vez este término en el tratado 7º). Nótese además el juego de las palabras (dilogías), de alumbrar (‘parir’ e ‘iluminar’) y adestrar (‘llevar de la mano’, aquí con el sentido de ‘encaminar a alguien por la senda de la verdad, sin la cual va a ciegas’). Magnífica paradoja pues es L quien recibe luz y guía del ciego; y paradoja que esconde toda la descarnada ironía de L: esa ‘verdad’ o ‘virtud’ para la vida que aprende del ciego son sólo malas artes. Me entretengo en contar a V.M. estas niñerías para mostrar cuánta virtud sea saber los hombres subir siendo bajos, y dejarse bajar siendo altos cuanto vicio... La conveniencia didáctico-moral de que cuente su vida quien con virtud venció y superó el vicio está en Tácito. El comentario de L. se inscribe en los debates doctrinarios e ideológicos del s. XVI. Para la doctrina medieval la sociedad es un trasunto del orden cósmico, y las clases sociales, tan inmutables como las órbitas de los planetas o la graduación de los coros angélicos; así que la pretensión de ascender en la escala jerárquica equivalía a revelarse contra la ley natural y la providencia divina. Sin embargo, dentro del humanismo se abrieron nuevos planteamientos que denostaban el valor de la herencia y la fortuna frente al mérito individual del esfuerzo y la virtud, y abrían caminos a la movilidad interclasista. De memoria, ‘del tirón’ Melodioso, agradable a los oídos
devoto que con muy buen continente 92 ponía cuando rezaba, sin hacer gestos ni visajes93 con boca ni ojos, como otros suelen hacer. Allende94 desto, tenía otras mil formas y maneras para sacar el dinero. Decía saber oraciones para muchos y diversos efectos: para mujeres que no parían, para las que estaban de parto, para las que eran malcasadas, que sus maridos las quisiesen bien; echaba pronósticos a las preñadas, si traía hijo o hija. Pues en caso de medicina, decía que Galeno 95 no supo la mitad que él para muela, desmayos, males de madre 96. Finalmente, nadie le decía padecer alguna pasión97, que luego98 no le decía: –Haced esto, haréis estotro, cosed99 tal yerba, tomad tal raíz. Con esto andábase todo el mundo tras él, especialmente mujeres, que cuanto les decía creían. Destas sacaba él grandes provechos con las artes que digo, y ganaba más en un mes que cien ciegos en un año. Mas también quiero que sepa Vuestra Merced que, con todo lo que adquiría y tenía, jamás tan avariento ni mezquino hombre no vi, tanto, que me mataba a mí de hambre, y así no me demediaba de lo necesario 100. Digo verdad: si con mi sotileza 101 y buenas mañas no me supiera remediar, muchas veces me finara 102 de hambre. Mas, con todo su saber y aviso 103, le contraminaba104 de tal suerte, que siempre, o las mas veces, me cabía105 lo más y mejor. Para esto, le hacía burlas endiabladas, de las cuales contaré algunas, aunque no todas a mi salvo106. Él traía el pan y todas las otras cosas en un fardel de lienzo 107 que por la boca se cerraba con una argolla de hierro y su candado y su llave; y al meter de todas las cosas y sacallas, era con tan gran vigilancia y tanto por contadero108, que no bastara hombre en todo el mundo hacerle menos una migaja 109. Mas yo tomaba aquella laceria110 que él me daba, la cual en menos de dos bocados era despachada. Después que cerraba el candado y se descuidaba, pensando que yo estaba entendiendo en 111 otras cosas, por un poco de costura, que muchas veces del un lado del fardel descosía y tornaba a coser, sangraba 112 el avariento fardel, sacando no por tasa 113 pan, mas buenos pedazos, torreznos 114 y longaniza. Y ansí buscaba conveniente tiempo para rehacer, no la 92
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Figura y semblante. Gestos exagerados Además Galeno fue famoso médico de la Grecia clásica, ejemplo legendario para las generaciones posteriores. Males de la matriz. Sufrimiento En seguida cosed no es verbo coser. Se ha interpretado por coged, o por coced si el ciego fuera un tanto seseante. No me demediaba... ‘no comía ni la mitad de lo que necesitaba’; el sujeto ya no es el ciego sino L. sutileza: agudeza, perspicacia muriera sustantivo de ‘avisar’; ver n. 54. Del verbo contraminar o contaminar con el significado de ‘dañar con engaños, secretamente, sin que se note’ RNDurán dice que la rara forma ‘contraminar’ es muy característica del Lazarillo y de otras obras de Alfonso de Valdés. me tocaba sin peligro o daño para mí saco o talega que normalmente utilizaban los mendigos sacar las cosas por contadero, o sea, contándolas una a una a dejarle sin una sola migaja. miseria, mezquindad. Laceria, sust. del verbo lacerar (sufrir) < LACERIA (latín vulgar) < LACER, -I (lat. culto). El sustantivo latino LACERIA restituiría la forma –RI– por analogía con ‘miseria’ etc (Corominas). También en el Lazarillo encontramos el adjetivo ‘lacerado’ como pobre o mísero. De otro lado, la palabra pertenece a la familia del nombre del protagonista, de modo que se trata de un juego o alusión paronomásica. ...Entendiendo de...Ocupándome de (como oficio o tarea propia) sangraba el avariento fardel... robaba (ver n. 8). Y enseguida el adjetivo avariento con finalidad subjetivizadora: hipálage pues no es avariento el fardel sino el dueño. Es recurso frecuente en toda la obra. ...sacando no por tasa pan, mas... no sacando pan en pequeñas cantidades sino... pedazo de tocino frito o para freír
chaza, sino la endiablada falta que el mal ciego me faltaba 115. Todo lo que podía sisar y hurtar traía 116 en medias blancas; y cuando le mandaban rezar y le daban blancas 117, como él carecía de vista, no había el que se la daba amagado con ella, cuando yo la tenía lanzada en la boca y la media aparejada, que por presto que el echaba la mano, ya iba de mi cambio aniquilada en la mitad del justo precio118. Quejábaseme el mal ciego, porque al tiento luego conocía y sentía que no era blanca entera, y decía: –¿Que diablo es esto, que después que conmigo estás no me dan sino medias blancas, y de antes 119 una blanca y un maravedí120 hartas veces me pagaban? En ti debe estar esta desdicha. También él abreviaba el rezar y la mitad de la oración no acababa, porque me tenía mandado que en yéndose el que la mandaba rezar, le tirase por cabo del capuz 121. Yo así lo hacía. Luego él tornaba a dar voces, diciendo: "¿Mandan rezar tal y tal oración?", como suelen decir 122. Usaba poner cabe sí123 un jarrillo de vino cuando comíamos, y yo muy de presto124 le asía y daba un par de besos callados 125 y tornábale a su lugar. Mas turóme126 poco, que en los tragos conocía la falta y, por reservar su vino a salvo, nunca después desamparaba el jarro, antes lo tenía por el asa asido. Mas no había piedra imán que así trajese a sí 127 como yo con una paja larga de centeno que para aquel menester tenía hecha, la cual, metiéndola en la boca del jarro, chupando el vino lo dejaba a buenas noches 128. Mas, como fuese el traidor tan astuto, pienso que me sintió, y dende129 en adelante mudó propósito, y asentaba su jarro entre las piernas, y atapábale 130 con la mano, y ansí bebía seguro. Yo, como estaba hecho al vino, moría por él, y viendo que aquel remedio de la paja no me aprovechaba ni valía, acordé en el suelo del jarro hacerle una fuentecilla y agujero sotil, y delicadamente, con una muy delgada tortilla 131 de cera, taparlo; y al tiempo de comer, fingiendo haber frío, entrábame entre las 115
...para rehacer, no la chaza, sino la endiablada falta que el mal ciego me faltaba, ‘para repetir no el engaño sino la endiablada escasez’. Rehacer la chaza (volver a jugar la pelota), falta y faltar (error en el juego). L emplea varios términos del juego de pelota del S XVI que aluden metafóricamente a sus artimañas contra el ciego. 116 me llevaba 117 Blancas y medias blancas: Monedas de muy poco valor 118 ...no había el que se la daba amagado con ella, cuando yo la tenía lanzada en la boca y la media aparejada, que por presto que él echaba la mano, ya iba de mi cambio aniquilada en la mitad del justo precio. Entiéndase [siempre según FRico]: ‘todavía la persona no había hecho el gesto de darle la blanca al ciego cuando la tenía yo metida en la boca y la media blanca preparada; que por rápido que el ciego pusiera la mano, ya le había dado el cambiazo por la mitad del valor’. La treta de L es así: al primer gesto del donador, el niño atrapa la blanca y se la lleva a la boca como para besarla (según costumbre de mendigos), pero se la metía en la boca mientras daba al ciego la media blanca que tenía preparada. Cambio y la mitad del justo precio son dos tecnicismos, el 1º económico y el 2º leguleyo, propio del derecho romano. ‘Cambio’ sería operación financiera de carácter crediticio o usurario que en los años 1551-52 se prohibió en el interior de España, salvo si se efectuaba sin interés. ‘Mitad del justo precio’ es expresión para referirse a la legalidad de cualquier operación de compraventa, atendiendo al valor medio del precio. L. sugiere jocosamente que el cambio que ha realizado no es perseguible en derecho porque no ha franqueado la barrera de la mitad del justo precio. 119 antes 120 Otra moneda muy usada en el XVI. Valía por dos blancas enteras (ver n. 87). 121 ...por cabo del capuz... por el extremo de la capa (capuz es arambismo) 122 Entiéndase: una vez seguro de que el donante está lejos, el ciego deja a la mitad la oración solicitada y, como es su costumbre, pide de nuevo que le manden rezar. 123 Solía poner junta a sí 124 ...yo muy de presto le asía: y yo muy rápido lo asía... 125 magnífica metáfora con el sentido de sorbos silenciosos. 126 Me duró (latinismo). 127 ...que así trajese a sí... paronomasia: que trajese hacia sí (el jarro) del mismo modo como yo... 128 ...chupando el vino lo [se refiere al ciego] dejaba a buenas noches: sorbiendo dejaba al ciego sin vino. Nótese la ambigüedad de la expresión popular ‘dejar a alguien a buenas noches’, que significa engañar o dejar burlado a alguien. Pero aquí, al referirse al ciego, parece que L, maliciosamente, lo engaña y lo deja a oscuras (como la noche). Por otro lado, el truco de la paja procede del folklore popular. 129 De ahí (arcaísmo). 130 tapar y atapar (arcaísmo) eran formas que convivían en el castellano del XVI. 131 Masa pequeña.
piernas del triste ciego a calentarme en la pobrecilla lumbre que teníamos, y al calor della, luego derretida la cera, por ser muy poca, comenzaba la fuentecilla a destillarme 132 en la boca, la cual yo de tal manera ponía, que maldita 133 la gota se perdía. Cuando el pobreto 134 iba a beber, no hallaba nada, espantábase, maldecíase, daba al diablo el jarro y el vino, no sabiendo qué podía ser. –No diréis, tío, que os lo bebo yo –decía–, pues no le quitáis de la mano 135. Tantas vueltas y tiento dio al jarro, que halló la fuente y cayó en la burla; mas así lo disimuló como si no lo hubiera sentido. Y luego otro día 136, teniendo yo rezumando mi jarro como solía, no pensando en el daño que me estaba aparejado ni que el mal ciego me sentía, sentéme como solía; estando recibiendo aquellos dulces tragos, mi cara puesta hacia el cielo, un poco cerrados los ojos por mejor gustar el sabroso licuor 137, sintió el desesperado138 ciego que agora tenía tiempo de tomar de mí venganza, y con toda su fuerza, alzando con dos manos aquel dulce y amargo jarro139, le dejó caer sobre mi boca, ayudándose, como digo, con todo su poder, de manera que el pobre Lázaro, que de nada desto se guardaba, antes, como otras veces, estaba descuidado y gozoso, verdaderamente me pareció que el cielo, con todo lo que en él hay, me había caído encima 140. Fue tal el golpecillo141, que me desatinó y sacó de sentido 142, y el jarrazo tan grande, que los pedazos dél se me metieron por la cara, rompiéndomela por muchas partes, y me quebró los dientes, sin los cuales hasta hoy día me quedé143. Desde aquella hora quise mal al mal ciego, y aunque me quería y regalaba 144 y me curaba, bien vi que se había holgado del cruel castigo. Lavóme con vino las roturas que con los pedazos del jarro me había hecho, y sonriéndose decía: –¿Que te parece, Lázaro? Lo que te enfermó te sana y da salud 145. Y otros donaires146 que a mi gusto no lo eran. Ya que147 estuve medio bueno de mi negra trepa 148 y cardenales, considerando que, a pocos golpes tales, el cruel ciego ahorraría de mí, quise yo ahorrar dél 149; mas no lo hice tan presto, por hacello más a mi salvo y 132 133 134 135
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destillarme en edición de Burgos, destilarme en las otras (acepción de ‘correr un líquido gota a gota’). ‘maldita’ aquí es un coloquialismo con el significado de ‘ninguna’. pobreto es italianismo (pobretón, miserable). Adviértase el cinismo de L al engañar con la verdad. Por otro lado, el tratamiento de tío era forma de cariño que el pueblo usaba con personas mayores. Al día siguiente Arcaísmo. suicida Ver n. 48. Máximo rendimiento significativo de la antítesis para que L interiorice la descripción del jarro. L abandona por un momento la 1ª p. para referirse en 3ª a los instantes inmediatamente anteriores al jarrazo, quizá con la intención de subrayar hasta qué punto estaba descuidado y gozoso. O a lo mejor es un modo –mediante el alejamiento del personaje– de participar de la burla con el lector. Cuando retoma la 1ª p (...verdaderamente me pareció...) se produce un violento anacoluto que nada tiene que ver con un descuido sino con un efecto estilístico perfectamente deliberado. Uso del diminutivo expresivo, de valor connotativo, en la causa del hecho (golpecillo) para enfatizar humorísticamente la consecuencia, es decir, que L. perdiera el tino y se desmayarse; por otra parte, L juega con el diminutivo golpecillo y el aumentativo jarrazo, de forma figurada, pues está hablando de la misma cosa. Que me hizo perder el tino y me desmayé. El narrador incurre en flagrante contradicción, porque más adelante habla con naturalidad de las cosas que puede hacer con los dientes (comerse la nariz del ciego) e incluso alardea (cuando el escudero) de la presteza con que se sirve de ellos. Se trata, pues, de una hipérbole de quien busca la complicidad emocional del lector. me trataba bien Es proverbial la idea de sustancias que enferman y curan a la vez. Literariamente L construye una paradoja corriente en todas las literaturas desde la misma Biblia. Chistes, gracias, ‘salidas’ En cuanto... negra trepa: negra orla, negro adorno, o sea, por metonimia, moradura de los golpes. Trepa es del verbo trepar, ‘guarnecerse, orlar, adornar’ (orillas de un vestido; aguas y ondulaciones de maderas labradas, etc.) Trepa en el habla familiar todavía significa engaño o castigo de azotes, patadas, etc. Obviamente, es verbo homógrafo de trepar como ‘subir a un lugar alto’. Ahorrar de: librarse o desembarazarse de alguien
provecho. Y aunque yo quisiera asentar 150 mi corazón y perdonalle el jarrazo, no daba lugar el maltratamiento que el mal ciego dende allí adelante me hacía, que sin causa ni razón me hería 151, dándome coxcorrones y repelándome152. Y si alguno le decía por qué me trataba mal, luego contaba el cuento del jarro, diciendo: –¿Pensaréis que este mi mozo es algún inocente? Pues oíd si el demonio ensayara 153 otra tal hazaña. Santiguándose los que lo oían, decían: –¡Mirá154 quién pensara de un muchacho tan pequeño tal ruindad! Y reían mucho el artificio155, y decíanle: –Castigaldo, castigaldo156, que de Dios lo habréis157. Y él, con aquello, nunca otra cosa hacía. Y en esto yo siempre le llevaba por los peores caminos, y adrede, por le hacer mal y daño; si había piedras, por ellas; si lodo, por lo más alto 158, que, aunque yo no iba por lo mas enjuto, holgábame a mí de quebrar un ojo por quebrar dos al que ninguno tenía 159. Con esto, siempre con el cabo alto del tiento me atentaba el colodrillo160, el cual siempre traía lleno de tolondrones y pelado de sus manos 161. Y aunque yo juraba no lo hacer con malicia, sino por no hallar mejor camino, no me aprovechaba 162 ni me creía, mas tal era el sentido y el grandísimo entendimiento del traidor. Y porque vea Vuestra Merced a cuánto se extendía el ingenio deste astuto ciego, contaré un caso de muchos que con él me acaescieron, en el cual me parece dio bien a entender su gran astucia. Cuando salimos de Salamanca, su motivo fue venir a tierra de Toledo, porque decía ser la gente más rica, aunque no muy limosnera. Arrimábase a este refrán: "Más da el duro que el desnudo 163." Y venimos a este camino por los mejores lugares. Donde hallaba buena acogida y ganancia, deteníamonos; donde no, a tercero día hacíamos Sant Juan164. Acaeció que llegando a un lugar que llaman Almorox 165, al tiempo que cogían las uvas, un vendimiador le dio un racimo dellas en limosna. Y como suelen ir los cestos maltratados y también porque la uva en aquel tiempo está muy madura, desgranábasele el racimo en la mano; para echarlo en el fardel tornábase mosto, y lo que a él se llegaba 166. Acordó de hacer un banquete, ansí por no lo poder llevar como 167 por contentarme, que aquel día me había dado muchos rodillazos y golpes. Sentámonos en un valladar 168 y dijo:
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serenar, reposar golpeaba tirándome de los pelos es capaz de inventar Mirad. La caída de la –d del imperativo era frecuente en el lenguaje popular. Aquí artificio se refiere a inventiva de L para beber de la jarra. Metátesis entre –r– y –l– (‘castigadlo’) que Dios os lo premiará (la pedagogía popular del castigo tan denostada por el Humanismo) ‘profundo’, según sentido con que se tomaba en el XVI el adjetivo alto. Este dicho tiene su origen en una fábula de Aviano, junto a Esopo, el fabulista clásico más difundido en las escuelas del XVI Es decir, ‘con el extremo levantado del bastón (tiento) me palpaba el cogote’ Es decir, ‘lleno de coscorrones y sin pelo debido a los repelones’ servía refrán con significado de que ‘da más un avaro que un generoso que no tiene nada’ al tercer día nos marchábamos. ‘Hacer San Pedro’ y ‘hacer San Juan’ eran dos frases hechas que (relacionadas con el refrán “Las riñas de por San Juan son paz para todo el año”) significaban mudarse de casa o sitio, o bien, despedirse los mozos del amo o despedirlos este. Acaeció...un lugar que llaman Almorox... Se llamaba ‘lugar o aldea’ al pueblo que jurídica y administrativamente pertenecía a una ‘villa’ vendida o donada por el rey a algún magnate. Pueblo provincia Toledo, dependiente de término de Escalona, famoso por sus vinos. RNDurán señala que en esta obra, igual que en las de Alfonso de Valdés, se prefiere el verbo acaecer por encima de sinónimos como ‘suceder o acontecer’. Quiere decir: para guardarlo en el fardel no valía, porque el racimo se hacía mosto, como también se hacía mosto cuanto entraba en contacto con él. Ansí por (tanto por)........ como... vallado, cerca que se levanta para defensa de un sitio e impedir la entrada en él.
–Agora quiero yo usar contigo de una liberalidad 169, y es que ambos comamos este racimo de uvas y que hayas del tanta parte como yo. Partillo hemos 170 desta manera: tú picaras una vez y yo otra, con tal que me prometas no tomar cada vez más de una uva. Yo haré lo mesmo hasta que lo acabemos, y desta suerte no habrá engaño. Hecho ansí el concierto, comenzamos; mas luego al segundo lance; el traidor mudó propósito y comenzó a tomar de dos en dos, considerando que yo debría hacer lo mismo. Como vi que él quebraba la postura 171, no me contenté ir a la par con él, mas aun 172 pasaba adelante: dos a dos, y tres a tres, y como podía las comía. Acabado el racimo, estuvo un poco con el escobajo 173 en la mano y meneando la cabeza dijo: –Lázaro, engañado me has. Juraré yo a Dios que has tú comido las uvas tres a tres. –No comí -dije yo-; más ¿por qué sospecháis eso? Respondió el sagacísimo ciego: –¿Sabes en qué veo que las comiste tres a tres? En que comía yo dos a dos y callabas 174 Reíme entre mí y, aunque muchacho, noté mucho la discreta consideración del ciego. Mas, por no ser prolijo, dejo de contar muchas cosas, así graciosas como de notar, que con este mi primer amo me acaescieron, y quiero decir el despidiente 175 y con él acabar. Estábamos en Escalona, villa del duque della 176, en un mesón, y diome un pedazo de longaniza que le asase. Ya que177 la longaniza había pringado y comídose las pringadas 178, sacó un maravedí de la bolsa y mandó que fuese por él de vino a la taberna 179. Púsome el demonio el aparejo delante los ojos, el cual, como suelen decir,
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generosidad Forma analítica del futuro (‘lo partiremos’) no cumplir lo acordado mas aun... sino que raspa que queda después de comer las uvas. Inmediatamente después la edición de Alcalá añade el siguiente fragmento:
A lo cual yo no respondí. Yendo que íbamos ansí por debajo de unos soportales en Escalona, adonde a la sazón estábamos en casa de un zapatero, había muchas sogas y otras cosas que de esparto se hacen, y parte dellas dieron a mi amo en la cabeza; el cual, alzando la mano, tocó en ellas, y viendo lo que era díjome: –Anda presto, muchacho; salgamos de entre tan mal manjar, que ahoga sin comerlo. Yo, que bien descuidado iba de aquello, miré lo que era, y como no vi sino sogas y cinchas, que no era cosa de comer, díjele: –Tío, ¿por qué decís eso? Respondióme: –Calla, sobrino; según las manas que llevas, lo sabrás y verás como digo verdad. Y ansí pasamos adelante por el mismo portal y llegamos a un mesón, a la puerta del cual había muchos cuernos en la pared, donde ataban los recueros [arrieros] sus bestias. Y como iba tentando si era allí el mesón, adonde él rezaba cada día por la mesonera la oración de la emparedada [cierto conjuro*], asió de un cuerno, y con un gran suspiro dijo: –¡Oh, mala cosa, peor que tienes la hechura! ¡De cuantos eres deseado poner tu nombre sobre cabeza ajena y de cuan pocos tenerte ni aun oír tu nombre, por ninguna veía! Como le oí lo que decía, dije: –Tío, ¿qué es eso que decís? –Calla, sobrino, que algún día te dará este, que en la mano tengo, alguna mala comida y cena. –No le comeré yo -dije- y no me la dará. –Yo te digo verdad; si no, verlo has, si vives Y ansí pasamos adelante hasta la puerta del mesón, adonde pluguiere a Dios nunca allá llegáramos, según lo que me sucedía en él. Era todo lo más que rezaba por mesoneras y por bodegoneras y turroneras y rameras y ansí por semejantes mujercillas, que por hombre casi nunca le vi decir oración. [* Junto a la edición del Lazarillo de Medina del Campo, encontrada en 1992 en Bancarrota (Badajoz), se hallaba también una “Oración de la Emparedada”; se trata, pues, de un texto que estaba en circulación.]
Toda la interpolación se considera apócrifa, esto es, no debida a la pluma del autor. Dista mucho del estilo del resto de la obra. Es más tosco. Como vemos, se abunda en predicciones o profecías que el desenlace de la obra confirmará. Por otra parte, el añadido interrumpe sin motivo el hilo del relato, que sin este tiene perfecta continuidad. 175 El último sucedido con el ciego, el que provoca la separación definitiva. Antes (Mas, por no ser prolijo, dejo de contar muchas cosas...) L ha realizado una abbreviatio y reticencia, o sea, una elipsis o sumario donde da a entender que hubo más aventuras. La volveremos a encontrar en el tratado 4º (ver n 9). 176 Escalona, de Toledo, pueblo con carácter de villa, junto al Alberche (ver n 135). RNDurán comenta que el duque era D. Diego López Pacheco, muy vinculado a los hermanos Valdés. 177 Cuando 178 las rebanadas sobre las que echamos la pringue ( “lo que destila de sí el torrezno cuando se asa”, Covarrubias) 179 por un maravedí de vino
hace al ladrón180, y fue que había cabe el fuego un nabo pequeño, larguillo y ruinoso, y tal que, por no ser para la olla, debió ser echado allí. Y como al presente nadie estuviese sino él y yo solos, como me vi con apetito goloso181, habiéndome puesto dentro el sabroso olor de la longaniza, del cual solamente sabía que había de gozar, no mirando qué me podría suceder, pospuesto todo el temor por cumplir con el deseo, en tanto que el ciego sacaba de la bolsa el dinero, saqué la longaniza y muy presto metí el sobredicho nabo en el asador. El cual, mi amo, dándome el dinero para el vino, tomó y comenzó a dar vueltas al fuego, queriendo asar al que de ser cocido por sus deméritos había escapado 182. Yo fui por el vino, con el cual no tardé en despachar la longaniza, y cuando vine hallé al pecador del ciego que tenía entre dos rebanadas apertado el nabo, al cual aún no había conocido, por no lo haber tentado con la mano. Como tomase las rebanadas y mordiese en ellas pensando también llevar parte de la longaniza, hallóse en frío con el frío nabo183. Alteróse y dijo: –¿Que es esto, Lazarillo? –¡Lacerado184 de mí! -dije yo-. ¿Si queréis a mi echar algo? Yo ¿no vengo de traer el vino? Alguno estaba ahí, y por burlar haría esto. –No, no -dijo él-, que yo no he dejado el asador de la mano; no es posible. Yo torné a jurar y perjurar que estaba libre de aquel trueco y cambio 185; mas poco me aprovechó, pues a las astucias del maldito ciego nada se le escondía 186. Levantóse y asióme por la cabeza, y llegóse a olerme; y como debió sentir el huelgo187, a uso de buen podenco188, por mejor satisfacerse de la verdad, y con la gran agonía189 que llevaba, asiéndome con las manos, abríame la boca más de su derecho y desatentadamente 190 metía la nariz, la cual él tenía luenga y afilada, y a aquella sazón 191 con el enojo se había augmentado un palmo, con el pico de la cual me llegó a la gulilla 192. Y con esto y con el gran miedo que tenía, y con la brevedad del tiempo, la negra longaniza 193 aún no había hecho asiento en el estómago; y lo más principal: con el destiento194 de la cumplidísima195 nariz medio cuasi ahogándome, todas estas cosas se juntaron y fueron causa que el hecho y golosina se manifestase y lo suyo fuese devuelto a su dueño 196. De manera que, antes que el mal ciego sacase de mi boca su trompa 197, tal alteración sintió mi estómago que le dio con el 180
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aparejo: la ocasión, el instrumento. Había dichos populares: ‘El aparejo hace al ladrón’, ‘En arca abierta el justo peca’ o ‘La ocasión hace al ladrón’ La escolástica distinguía dos géneros de apetito: uno natural y otro sensitivo. El 1º pertenece a las potencias del alma vegetativa y el segundo (al que alude L) corresponde a la concupiscencia desordenada del comer y beber. Apetito goloso forma, pues, unidad de sentido y actúa como sujeto de habiéndome puesto dentro. ...al que de ser cocido por sus deméritos había escapado. Es perífrasis de ‘longaliza’ en construcción latinizante de hipérbaton, y con prosopopeya del sujeto, o sea, ‘al que había escapado de ser cocido [como un reo] debido a sus deméritos [pecados, maldades]’ hallóse en frío, modismo: se quedó frío. Obsérvese la paronomasia Lazarillo (arriba) y lacerado (ahora). En la interrogación inmediata echar vale por ‘atribuir, achacar, imputar’. Yo torné a jurar y perjurar que estaba libre de aquel trueco y cambio... L juraba y perjuraba (de ‘perjurio’) en sentido estricto, porque mentía a sabiendas. Trueco significaba exactamente trocar una determinada moneda por su valor en moneda fraccionaria. Sin embargo, para el significado de cambio, ver n 88. Vacilación le/les, frecuente en español del XVI. Aquí prevalece le, cuando debiera ser les (pues se refiere a astucias) aliento tipo de perro ansiedad sin tiento, sin cuidado, imprudentemente. a aquella sazón: a la sazón, o sea, en aquella ocasión. Diminutivo de ‘gula’. Campanilla. Ver n 15. ‘desconsideración, imprudencia’. Juego de derivación relacionado con el adverbio desatentamente dos líneas antes. Ver n 160. Y posiblemente también juego de palabras pues la causa del vómito es precisamente el tiento (toque) de la nariz. Exagerada. Nuevo juego de palabras pues ‘cumplido’ significa también ‘cortés, que cumplidos o cortesías’, todo lo contrario del comportamiento de esta desatenta nariz. ...el hecho y golosina se manifestase y lo suyo fuese devuelto a su dueño. Entiéndase: ‘el robo y el manjar se manifestasen [discordancia del sujeto plural] y la longaniza fuese devuelta a su dueño’. Golosina: manjar delicado, generalmente dulce, más para el gusto que para el sustento. Nariz (metáfora hiperbólica)
hurto en ella, de suerte que su nariz y la negra mal maxcada longaniza a un tiempo salieron de mi boca 198. ¡Oh gran Dios, quién estuviera aquella hora sepultado, que muerto ya lo estaba! Fue tal el coraje del perverso ciego, que, si al ruido no acudieran, pienso no me dejara con la vida. Sacáronme de entre sus manos, dejándoselas llenas de aquellos pocos cabellos que tenía, arañada la cara y rascuñado 199 el pescuezo y la garganta. Y esto bien lo merescía, pues por su maldad me venían tantas persecuciones 200. Contaba el mal ciego a todos cuantos allí se allegaban mis desastres, y dábales cuenta una y otra vez, así de la del jarro como de la del racimo, y agora de lo presente. Era la risa de todos tan grande, que toda la gente que por la calle pasaba entraba a ver la fiesta; mas con tanta gracia y donaire recontaba 201 el ciego mis hazañas, que, aunque yo estaba tan maltratado y llorando, me parecía que hacía sinjusticia202 en no se las reír. Y en cuanto esto pasaba, a la memoria me vino una cobardía y flojedad que hice, por que me maldecía203: y fue no dejalle sin narices, pues tan buen tiempo204 tuve para ello, que la meitad del camino estaba andado; que con sólo apretar los dientes se me quedaran205 en casa, y, con ser de aquel malvado206, por ventura lo retuviera mejor mi estomago que retuvo la longaniza, y, no paresciendo ellas, pudiera negar la demanda 207. Pluguiera a Dios que lo hubiera hecho, que eso fuera así que así 208. Hiciéronnos amigos la mesonera y los que allí estaban 209, y, con el vino que para beber le había traído, laváronme la cara y la garganta, sobre lo cual discantaba210 el mal ciego donaires, diciendo: –Por verdad, más vino me gasta este mozo en lavatorios al cabo del año, que yo bebo en dos. A lo menos, Lázaro, eres en más cargo211 al vino que a tu padre, porque él una vez te engendró, mas el vino mil te ha dado la vida212. Y luego contaba cuántas veces me había descalabrado y arpado 213 la cara, y con vino luego sanaba. –Yo te digo -dijo- que si un hombre en el mundo ha de ser bienaventurado con vino, que serás tú. Y reían mucho los que me lavaban, con esto, aunque yo renegaba. Mas el pronóstico del ciego no salió mentiroso, y después acá214 muchas veces me acuerdo de aquel hombre, que sin duda debía tener spíritu de profecía, y me pesa de los sinsabores que le hice –aunque bien se lo pagué 215–, considerando lo que aquel día 198 199 200 201 202 203 204 205 206 207
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Obsérvese el tono jocoso y socarrón con que se describe este escabroso pasaje. Rasguñado, arañado El sujeto elíptico de merescía es ‘la garganta’. En cualquier caso resulta frase poco clara con diversas interpretaciones. Contar, relatar o, iterativamente, ‘volver a contar’ injusticia por la cual yo me maldecía oportunidad se refiere ‘a las narices’ aunque [las narices] fueran de aquel malvado. Entiéndase: ‘en ausencia del cuerpo del delito [las narices], podría haber evitado la demanda judicial’. Paresciendo como ‘viéndose, dejándose ver’. Observemos por tanto el tono jocoso y paródico del arrepentimiento de L. Se arrepiente de no haberse comido las narices del ciego, crimen sin castigo por el principio jurídico que determina que no puede prosperar una demanda (se puede negar la demanda) si no se halla el cuerpo del delito (en este caso, las narices). Entiéndase: Dios quisiera que lo hubiera hecho, que igual fuera lo uno como lo otro [dejarlo o no sin nariz]. La expresión así que así o así que asá señala cierta indiferencia por un modo u otro de hacer algo. No obstante, también esta es frase de sentido dudoso. Se hicieron nuestros amigos la mesonera y los que allí estaban... Cantaba en contrapunto. O sea, el ciego no sólo comentaba por largo y con donaires (chistes) la cura de L sino que también ponía el contrapunto jocoso al triste suceso de la longaniza. Ser en cargo: deber honra y hacienda; aquí ‘ser más deudor’. Acerca de las paternidades de L, ver n 2. arañado desde entonces me vengué
me dijo salirme tan verdadero como adelante Vuestra Merced oirá 216. Visto esto y las malas burlas que el ciego burlaba de mí, determiné de todo en todo dejalle, y como lo traía pensado y lo tenía en voluntad, con este postrer juego que me hizo afirmélo más. Y fue ansí, que luego otro día217 salimos por la villa a pedir limosna, y había llovido mucho la noche antes; y porque el día 218 también llovía, y andaba rezando debajo de unos portales que en aquel pueblo había, donde no nos mojamos 219, mas como la noche se venía y el llover no cesaba, díjome el ciego: –Lázaro, esta agua es muy porfiada 220, y cuanto la noche más cierra, más recia. Acojámonos a la posada con tiempo. Para ir allá habíamos de pasar un arroyo, que con la mucha agua iba grande. Yo le dije: –Tío, el arroyo va muy ancho; mas, si queréis, yo veo por donde travesemos mas aína 221 sin nos mojar, porque se estrecha allí mucho, y saltando pasaremos a pie enjuto. Parescióle buen consejo y dijo: –Discreto222 eres, por esto te quiero bien. Llévame a ese lugar donde el arroyo se ensangosta 223, que agora es invierno y sabe mal el agua, y más llevar los pies mojados. Yo que vi el aparejo a mi deseo, saquéle de bajo de los portales, y llevélo derecho de un pilar o poste de piedra que en la plaza estaba, sobre la cual y sobre otros cargaban saledizos 224 de aquellas casas, y dígole225: –Tío, éste es el paso más angosto que en el arroyo hay. Como llovía recio y el triste se mojaba, y con la priesa que llevábamos de salir del agua, que encima de nós caía, y, lo más principal, porque Dios le cegó aquella hora el entendimiento (fue por darme dél venganza), creyóse de mí y dijo: –Ponme bien derecho y salta tú el arroyo. Yo le puse bien derecho enfrente del pilar, y doy un salto y póngome detrás del poste como quien espera tope de toro, y díjele: –¡Sus! Saltá todo lo que podáis, porque deis deste cabo del agua 226. Aun apenas lo había acabado de decir, cuando se abalanza el pobre ciego como cabrón y de toda su fuerza arremete, tomando un paso atrás de la corrida para hacer mayor salto, y da con la cabeza en el poste, que sonó tan recio como si diera con una gran calabaza 227, y cayó luego para atrás, medio muerto y hendida la cabeza. –¿Cómo, y oliste la longaniza y no el poste? ¡Olé! ¡Olé! 228 -le dije yo. 216
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La premonición del ciego (a pesar de que L, como acabamos de leer, renegaba de ella, o sea, no le daba crédito) se cumple de modo implacable: L, de mayor, es pregonero de vinos, y este oficio trae su paradójica buenaventura. El autor, a través del ciego, hace una velada predicción que queda en el recuerdo del lector como un nudo de la trama pendiente de resolver. En definitiva se trata de dar cohesión o unidad argumental a la biografía de L. Ver n 21. Pronto, al día siguiente Durante el día (con valor adverbial, no con función de sujeto) mojábamos (en el XV-XVI mojamos era también forma del imperfecto por pérdida de la –b– morfemática, y asimilación posterior de las dos –aa–) insistente. Porfiar: continuar insistentemente una acción para el logro de un intento en que se halla resistencia. Porfiado: dícese del sujeto terco y obstinado en su dictamen o parecer. pronto Juicioso y prudente o agudo y oportuno. Se estrecha, se hace angosto ...sobre la cual y sobre otros cargaban saledizos: sobre la cual [plaza] y sobre otros [pilares] cargaban los saledizos (partes del edificio que salen fuera de la pared maestra de los cimientos; todavía ahora quedan saledizos en la plaza de Escalona). Obsérvese el cambio de tiempos, del pretérito indefinido de relato (vi, saqué, llevé, etc) al presente histórico (dígale), recurso con que se imprime variedad al discurso. Lo volvemos a encontrar en otros momentos de la obra. Lleguéis a esta parte del agua la calabazada que padeció L. contra el verraco se corresponde con este sonido de calabaza de la cabeza del ciego contra la piedra del pilar. ¡oled! ¡oled!
Y dejéle en poder de mucha gente que lo había ido a socorrer, y tomé la puerta de la villa en los pies de un trote229, y antes que la noche viniese di conmigo en Torrijos. No supe más lo que Dios dél hizo, ni curé de lo saber230. Ilustraciones del Tratado 1º . Verraco de Martiherrero (Ávila). Siglo II d.C. Museo de Ávila . Jarro borracho. Siglo XVI. . Miniatura folclórica de un Lazarillo bebiendo con paja del jarro de vino de un ciego. Códice de las Decretales de Gregorio IX (s. XIV). British Library, Londres. . Lázarillo y el ciego, por Goya (hacia 1808) Tratado primero / SÍNTESIS - Nacimiento y nombre: [Tejares] hijo de Tomé y Antona, naturales de Tejares. Nace una noche en que la madre está en la aceña donde trabajó el padre más de 15 años, ribera del Tormes, de ahí el apellido. - Los padres: Tomé González: Cuando L tiene 8 años la justicia trinca al padre por robar en los costales de molienda: cárcel y destierro. Se alista después en una armada contra moros (como acemilero de un caballero) en la que muere. Un hombre moreno. Antona Pérez, viuda, se traslada a la capital [Salamanca-casa propia], alquila casa donde guisa y lava ropa (y acaso otras cosas) para estudiantes y mozos de caballos del Comendador de la Magdalena. La madre y un acemilero (el negro Zaide) traban relación. A L no le gusta el padrastro hasta que comprueba que con él se come mejor y la casa está más caliente (leños). Nace el hermanastro negrito. El padre y L quieren al pequeño. El negrito, sin conciencia propia, se asusta de ver la fealdad del padre negro (contra la blancura de la madre y L), y lo llama ‘coco’. Los hurtos del Zaide: El amancebamiento de Antona y Zaide llega a oídos del administrador del Comendador quien investiga y descubre (con interrogatorio incluido al propio L) los robos frecuentes de aquel en las caballerizas (cebada de los caballos, salvados, leña, almohazas, mandiles, mantas y sábanas, herraduras, etc): 100 azotes para él y para Antona, además de ‘pringada’ al padre y prohibición a la madre de entrar en casa del Comendador y de dar cobijo al Zaide. En el mesón. La madre cumple la condena y se muda de casa [Salamanca-mesón Solana]. Trabaja de criada en el mesón de la Solana donde termina de criarse L y hace de recadero de los clientes. - El ciego: L es encomendado por la madre a un ciego (ella dice que el padre del niño era buen cristiano y murió en la de Gelves; el ciego toma a L por hijo). Varios días en la ciudad sin ganar lo deseado. El ciego decide marcharse y L va a despedirse de la madre la cual le dice que aprenda a valerse por sí mismo. El toro de piedra: en el puente de Salamanca el ciego invita a L a acercar el oído a un verraco de piedra dentro del cual oirá un supuesto ruido; entonces le da una calabazada contra el animal que sirve a L para ‘despertar’ del sueño de la niñez. [De camino a Toledo] Mañas de ciego: El ciego instruye a L y éste reconoce que era astuto y sagaz: sabía del tirón cientos de oraciones y las recitaba muy bien, haciendo resonar la iglesia donde rezaba y poniendo un rostro devoto y humilde. Decía oraciones para diversos fines: para mujeres yermas, para malcasadas, para mal de amores. Hacía pronósticos de parto y tenía remedios (hierbas, raíces) contra dolores de muelas, desmayos y males de matriz. Su clientela era, sobre todo, de mujeres. Mezquindades del ciego y sisas de L: era tan agudo como mezquino y avariento, y tenía a L muerto de hambre. L, sin embargo, tras recibir su ración miserable, descosía, para coser después, una costura del fardel del ciego, del que extraía pan, longaniza, torreznos, etc. Lo mismo hacía con las limosnas, pues antes que el ciego recibiera una moneda, daba el cambiazo por la misma moneda pero de mitad de valor. De igual modo, el ciego dejaba a medio rezar la oración por la que le habían pagado en cuanto desaparecía el caritativo, para enseguida demandar limosna para rezar otra. El jarrillo de vino: El ciego se acompañaba en las comidas de un jarro que L en secreto tomaba para beber un poco y enseguida devolvía a su lugar. Sin embargo, el viejo se da cuenta de que falta vino y a partir de ese momento come con la jarra siempre asida de una mano. Entonces L inventó una paja larga de centeno que metía por la boca del jarro. También de esto se percata el ciego y ahora pone el jarro entre las piernas y lo tapa con las manos. L entonces hizo un agujerillo en el suelo del jarro que tapaba con cera. A la hora de comer se ponía entre las piernas del ciego con excusa de calentarse frente a la lumbre; la temperatura deshacía la cera y L bebía hasta dejar al ciego, desconcertado e irritado, sin vino. El jarrazo: Pero también descubrió esta maña el ciego; y, al día siguiente, toma venganza, pues, alzando con las dos manos el jarro mientras L bebía a ojos cerrados, se lo estampa con todas sus fuerzas en la boca: rota la cara, pedazos incrustados, morados y cardenales, y sin dientes. Después el ciego, jactándose, le lava con vino las heridas y le dice aquello de que lo mismo que lo enferma, le da salud. Maltratamiento y venganza: L decide vengarse, si bien, dándose un tiempo. Ya no soporta coscorrones y repelones o que se jacte públicamente de lo del jarrazo. Como desquite llevaba al ciego por los sitios más embarrados y por los caminos más pedregosos, aunque éste le golpeaba con la punta del cayado en el cogote, lleno de chichones. El ciego se dirige a Toledo porque la gente –dice– es más rica aunque menos limosnera que en Salamanca. Se paran en los sitos donde hallan ganancia fácil y dejan aprisa aquellos en los que no. Las uvas: [De camino a Toledo: Almorox] Un vendimiador le da limosna de uvas al ciego y este, no pudiendo guardarlas en su talega, decide compartirlas con L. Le invita a que cada uno tome un grano, pero en cuanto empiezan el ciego las coge de dos en dos, a lo que L, sin decir nada, las toma de dos y de tres en tres. El ciego lo acusa de ello, L se sorprende y el sagaz ciego le dice que es su silencio mientras las comía lo que lo ha delatado. [ De camino a Toledo: Escalona] *El ciego, de paso por los soportales de Escalona, le hace dos pronósticos a L: en el 1º, al tropezar en una espartería con cuerdas y sogas, advierte al cándido mozo que lleve cuidado con ellas; en el 2º le advierte, en un mesón donde había muchos cuernos en la pared, que algún día uno de ellos le gastará una mala pasada. A esto añade L que el ciego sólo ‘rezaba’ por mesoneras, turroneras, rameras, y mujercillas ásí, pero casi nunca por hombres. El nabo y la longaniza: en un mesón el ciego le manda comprar vino mientras se hace al fuego un pedazo de longaniza. L la cambia por un nabo que allí estaba tirado y se come la carne. Trae el vino y entonces el viejo muerde el nabo con el consiguiente enfado. Como sospecha de L le mete la punta de la nariz 229
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al trote. L pondera la rapidez con que abandona Escalona en evidente hipérbole, pues difícilmente pudo L recorrer 24 kilómetros en tan poco tiempo. Torrijos está al noroeste de la provincia de Toledo. ni me preocupé de saberlo.
hasta la campanilla, lo que provoca el vómito de L: paliza del ciego en la que se interpone la gente del mesón. El ciego cuenta con gracejo las desgracias de L con las que la gente ríe y este se arrepiente de no haberlo dejado sin narices cuando puedo, mientras en el mesón lo curan, de nuevo con vino, de esta última paliza. El poste de piedra: al día siguiente arrecia la lluvia y el ciego tiene que fiarse de L para que lo ayude a atravesar un arroyo en mitad de la plaza del pueblo. L trama su venganza y coloca al ciego delante de un poste de piedra haciéndole creer que es el vado más estrecho por donde cruzar en medio del chaparrón. A continuación grita al ciego que lo haga y este se estampa en el poste de los soportales. L se ríe del ciego. Mientras alguna gente socorre al ciego malherido, L huye deprisa [de camino a Torrijos] *Resumen de la interpolación de Alcalá
Tratado Segundo Cómo Lázaro se asentó con un clérigo, y de las cosas que con él pasó231 Otro día232, no pareciéndome estar allí233 seguro, fuime a un lugar que llaman Maqueda234, adonde me toparon mis pecados235 con un clérigo que, llegando a pedir limosna, me preguntó si sabía ayudar a misa. Yo dije que sí, como era verdad; que, aunque maltratado, mil cosas buenas me mostró el pecador del ciego, y una dellas fue ésta. Finalmente, el clérigo me rescibió por suyo 236. Escapé del trueno y di en el relámpago 237, porque era el ciego para con este un Alejandro Magno 238, con ser la mesma avaricia, como he contado. No digo más sino que toda la lacería del mundo estaba encerrada en éste. No sé si de su cosecha era o lo había anejado con el hábito de clerecía 239. Él tenía un arcaz240 viejo y cerrado con su llave, la cual traía atada con un agujeta del paletoque 241. Y en viniendo el bodigo de la iglesia 242, por su mano era luego allí lanzado y tornada a cerrar el arca. Y en toda la casa no había ninguna cosa de comer, como suele estar en otras algún tocino colgado al humero 243, algún queso puesto en alguna tabla o, en el armario, algún canastillo con algunos pedazos de pan que de la mesa sobran; que me parece a mí que, aunque dello no me aprovechara, con la vista dello me consolara. Solamente había una horca de cebollas244, y tras la llave245, en una cámara en lo alto de la casa. Déstas tenía yo de ración una para cada cuatro días; y cuando le pedía la llave para ir por ella, si alguno estaba presente, echaba mano al falsopeto246 y con gran continencia247 la desataba y me la daba, diciendo: –Toma, y vuélvela luego, y no hagáis sino golosinar248. Como si debajo della estuvieran todas las conservas de Valencia 249, con no haber en la dicha cámara, como dije, maldita la otra cosa que las cebollas colgadas de un clavo. Las cuales él tenía tan bien por cuenta, que, si por malos de mis pecados me desmandara 250 a más de mi tasa, me costara caro. Finalmente 251, yo me finaba de hambre. Pues ya que comigo tenía poca caridad, consigo usaba más. Cinco blancas de carne era su ordinario 252 para 231 232 233
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Asentarse con amo era ‘obligarse por asiento [contrato, salario] a servir a otro’ Al día siguiente (ver casos semejantes en el tratado 1º) Torrijos (alusión en párrafo anterior, del anterior tratado). De hecho, FcoRico observa cómo el epígrafe rompe el estrecho vínculo entre el final del tratado anterior y el comienzo de éste pueblo entre Escalona y Torrijos la expresión me toparon mis pecados prefigura un desenlace catastrófico. Bien distinto si hubiera dicho, por ejemplo, ‘me topó Dios’... (como ocurre en el tratado siguiente). me admitió a su servicio refrán: ‘salí de lo malo y entré en lo peor’. Este personaje, en la ideología medieval, representaba (recuérdense las Coplas de Manrique) la liberalidad, la generosidad (antonomasia). ‘lo había agregado o adquirido con el hábito de clérigo’. Sentido anticlerical reciamente erasmista en los dos párrafos iniciales: a) contra la costumbre de que las oraciones y la liturgia (incluso en su versión supersticiosa) fueran conocidas y difundidas por los mozos de ciego; b) y contra el hecho de que la condición clerical trajera consigo la avaricia. Arca grande la cual traía atada con un agujeta del paletoque... traía atada la llave en una cinta (de ajustar prendas de vestir) del capote (largo y sin mangas a uso de jubón) bollo, pan preparado con leche, que las mujeres solían llevar como ofrenda a la iglesia campana, cañón de la chimenea ristra bajo llave bolsillo en el entreforro del vestido con gran aire de moderación, con dignidad y templanza. Toma, y vuélvela luego, y no hagáis sino golosinar... Toma, y devuélvela enseguida y no te dediques a comer sólo por gusto. La forma vuélvela implica un tú, y la forma hagáis implica un vos, dos pronombres de tratamiento cuyo uso se mezclaba con frecuencia en la misma frase o frases vecinas. El verbo golosinar sería hoy ‘golosinear’ (comer manjares sabrosos sólo por gusto), ya visto en tratado 1. Frutas endulzadas, confitadas (las de esta ciudad eran muy apreciadas) si por malos de mis pecados me desmandara: si por desgracia me excedía... Por malos de mis pecados: frase hecha (por desgracia). Como consecuencia gasto diario. ‘Cinco blancas’ de carne, monedas de escaso valor, seguramente para carne de vaca, más barata que la de carnero.
comer y cenar. Verdad es que partía conmigo del caldo 253, que de la carne ¡tan blanco el ojo! 254, sino un poco de pan, y pluguiera a Dios que me demediara255. Los sábados cómense en esta tierra cabezas de carnero, y enviábame por una que costaba tres maravedís 256. Aquella le cocía y comía los ojos y la lengua y el cogote y sesos y la carne que en las quijadas tenía, y dábame todos los huesos roídos, y dábamelos en el plato, diciendo: –Toma, come, triunfa257, que para ti es el mundo. Mejor vida tienes que el Papa. "¡Tal te la dé Dios!", decía yo paso 258 entre mí259. A cabo de tres semanas que estuve con él vine a tanta flaqueza que no me podía tener en las piernas de pura hambre. Vime claramente ir a la sepultura, si Dios y mi saber no me remediaran. Para usar de mis mañas no tenía aparejo260, por no tener en qué dalle salto 261. Y aunque algo hubiera, no podía cegalle, como hacía al que Dios perdone –si de aquella calabazada feneció– que todavía, aunque astuto, con faltalle aquel preciado sentido, no me sentía; mas estotro, ninguno hay que tan aguda vista tuviese como él tenía 262. Cuando al ofertorio263 estábamos, ninguna blanca en la concha caía que no era dél registrada 264: el un ojo tenía en la gente y el otro en mis manos. Bailábanle los ojos en el caxco 265 como si fueran de azogue266; cuantas blancas ofrecían tenía por cuenta267, y, acabado el ofrecer, luego me quitaba la concheta 268 y la ponía sobre el altar. No era yo señor de asirle269 una blanca todo el tiempo que con él viví o, por mejor decir, morí. De la taberna nunca le traje una blanca de vino; mas aquel poco que de la ofrenda 270 había metido en su arcaz compasaba 271 de tal forma, que le turaba272 toda la semana. Y por ocultar su gran mezquindad decíame: –Mira, mozo, los sacerdotes han de ser muy templados en su comer y beber, y por esto yo no me desmando como otros.
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Ver tratado 1º, n 87. del caldo... ‘algo del caldo’. Del, partitivo indefinido, hasta finales del XV. Frase hecha: ‘tan blanco como el blanco del ojo’, o sea, nada. ...y pluguiera a Dios que me demediara. ... y placiera a Dios que lo repartiera conmigo. Según cálculos de FcoRico sería ¼ kilo, más o menos, de carnero. Triunfar... por tomar placer y holgura. Acaso se trata de un esquema proverbial del estilo ‘Comamos, bebamos, triunfemos’ frecuente en la prosa del XVI y XVII. "¡Tal te la dé Dios!", decía yo paso... Paso: quedo, en voz baja (locución adverbial). Cuando L replica en silencio a su amo, como si hiciera un aparte, le priva del tratamiento de respeto. Este pasaje de la cabeza del carnero está impregnado de ácido humorismo. Primero tenemos la fórmula sumaria de sesgo impersonal (Los sábados cómense...) con que L. quisiera distanciarse de los hábitos alimenticios de la tierra (acaso metonimia de la casa del propio clérigo), pero en la que el plural cabezas desnuda y enfatiza la hambruna de L. Después, la especificación del precio de la cabeza, que viene a ‘valorar’ la cantidad de comida que no probará L; y enseguida, el uso del polisíndeton (y...y...y...) para describir sensualmente la prisa glotona del clérigo. Por último, el asíndeton hiperbólico del clérigo, puro humor negro, que exhibe su hartazgo a costa del hambre y el odio reprimido de L (reflejados en el callado desprecio que L le dedica en la última frase). instrumento, ocasión. Ver tratado 1º, n 150. ...dalle salto: darle asalto, robarle. Y aunque algo hubiera, no podía cegalle, como hacía al que Dios perdone –si de aquella calabazada feneció– que todavía, aunque astuto, con faltalle aquel preciado sentido, no me sentía; mas estotro, ninguno hay que tan aguda vista tuviese como él tenía. Entiéndase: Y aunque alguna ocasión tuviera (yo), no podía cegarlo (engañarlo), como engañaba a aquel que Dios perdone –si murió de aquella calabazada–, el cual, por lo menos, aunque (era) astuto, por faltarle aquel preciado sentido, no me sentía; pero no así este otro amo, que nadie hay quien tuviera vista más aguda. ‘Ofertorio’: parte de la misa, en la cual el sacerdote ofrece a Dios la hostia y el vino del cáliz, antes de la consagración–Antífona [texto bíblico que se reza en el oficio y que está relacionado con el que es propio del día] del sacerdote antes de ofrecer la hostia y el cáliz. Mientras dice la misa, el clérigo no pierde ojo ni a L ni a las limosnas que éste recoge en la concha de los feligreses. vigilada cráneo, cabeza mercurio, bolas de mercurio llevaba la cuenta de las blancas (monedas) que los feligreses donaban diminutivo italianizante, igual que pobreto en el tratado 1º referido al ciego. No era capaz de... ofrenda: ‘el pan, vino y otras cosas que llevan los fieles a la iglesia’. distribuía, repartía ‘duraba’. Ver tratado 1º, n 96.
Mas el lacerado273 mentía falsamente, porque en cofradías y mortuorios 274 que rezamos275, a costa ajena comía como lobo y bebía más que un saludador276. Y porque dije de mortuorios, Dios me perdone, que jamás fui enemigo de la naturaleza humana sino entonces. Y esto era porque comíamos bien y me hartaban 277. Deseaba y aun rogaba a Dios que cada día matase el suyo, y cuando dábamos sacramento a los enfermos, especialmente la Extremaunción, como 278 manda el clérigo rezar a los que están allí, yo cierto no era el postrero de la oración, y con todo mi corazón y buena voluntad rogaba al Señor, no que la echase a la parte que más servido fuese, como se suele decir 279, mas que le llevase de aqueste mundo. Y cuando alguno de estos escapaba 280, Dios me lo perdone, que mil veces le daba al diablo; Y el que se moría otras tantas bendiciones llevaba de mí dichas. Porque en todo el tiempo que allí estuve, que sería cuasi seis meses, solas veinte personas fallescieron, y éstas bien creo que las maté yo, o, por mejor decir, murieron a mi recuesta281, porque, viendo el Señor mi rabiosa y continua muerte, pienso que holgaba de matarlos por darme a mí vida. Mas de lo que al presente 282 padecía, remedio no hallaba; que si el día que enterrábamos yo vivía, los días que no había muerto, por quedar bien vezado 283 de la hartura, tornando a mi cuotidiana hambre, más lo sentía. De manera que en nada hallaba descanso, salvo en la muerte, que yo también para mí como para los otros, deseaba algunas veces; mas no la vía, aunque estaba siempre en mí. Pensé muchas veces irme de aquel mezquino amo, mas por dos cosas lo dejaba284: la primera, por no me atrever a mis piernas, por temer de la flaqueza que de pura hambre me venía; y la otra, consideraba y decía: "Yo he tenido dos amos: el primero traíame muerto de hambre y, dejándole, topé con estotro, que me tiene ya con ella en la sepultura; pues si déste desisto y doy en otro más bajo, ¿qué será sino fenecer?" Con esto no me osaba menear, porque tenía por fe que todos los grados 285 había de hallar más ruines. Y a abajar otro punto 286, no sonara Lázaro ni se oyera en el mundo. Pues, estando en tal aflición 287, cual plega288 al Señor librar della a todo fiel cristiano, y sin saber darme consejo289, viéndome ir de mal en peor, un día que el cuitado 290, ruin y lacerado de mi amo había ido fuera del lugar, llegóse acaso291 a mi puerta un calderero 292, el cual yo creo que fue ángel enviado a mí por la mano de
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mezquino, miserable. Ver tratado 1º, n 80. Las cofradías (hermandades o congregaciones) de gente devota se reunían para rezar, dirigidas por un clérigo. Era costumbre ofrecer un pequeño refrigerio en estos actos, lo mismo que en entierros y honras de difuntos, en los que siempre estaba presente el clérigo o cura. Es frecuente encontrar en la literatura anticlerical de la época muestras de la degeneración de costumbres de ciertos clérigos pues en estas situaciones bebían y comían sin orden ni recato alguno. Rezábamos. Ver tratado 1º, n 189 saludador: curandero que dice sanar la rabia. Era gente de baja estofa, muy dada a la bebida. Afirmación paradójica de L plena de ironía. Sólo el mundo de los muertos le da bien de comer, así que odia el mundo de los vivos (la naturaleza humana) donde sólo pasa hambre. Con valor temporal, ‘cuando’. ‘Que Dios dispusiera de ello como fuera su voluntad’. Se supone frase proverbial (‘Dios echa algo o a alguien a las partes/a la parte donde mejor sea servido’) se refiere a los moribundos que no llegaban a fallecer ‘petición, requerimiento, deseo’ al presente: entonces acostumbrado (de vezar, acostumbrar). ...lo dejaba...: dejaba o abandonaba el pensamiento, la idea. escalones Y abajar otro punto... y al bajar otra nota (musical)... Aquí punto se relaciona con el sustantivo anterior, grado, como tecnicismos musicales. Aflicción, dolor, tristeza, padecimiento. ‘Plazca’, en forma etimológica de pres. subjuntivo del verbo ‘placer’. ‘Darme’, reflexivo, a mí mismo. desventurado De improviso, inesperadamente Eran los caldereros quienes vendían por las calles sartenes, badiles y otros instrumentos caseros de cobre o hierro sin tener tienda pública; eran reputados de gitanos o vagabundos.
Dios en aquel hábito293. Preguntóme si tenía algo que adobar 294. "En mi teníades295 bien qué hacer, y no haríades poco si me remediásedes", dije paso 296, que no me oyó. Mas, como no era tiempo de gastarlo en decir gracias, alumbrado por el Spiritu Sancto, le dije: –Tío, una llave de este arte 297 he perdido, y temo mi señor me azote. Por vuestra vida, veáis si en esas que traéis hay alguna que le haga, que yo os lo pagaré. Comenzó a probar el angélico calderero 298 una y otra de un gran sartal que dellas traía, y yo ayudalle 299 con mis flacas oraciones. Cuando no me cato 300, veo en figura de panes, como dicen, la cara de Dios 301 dentro del arcaz. Y, abierto, díjele: –Yo no tengo dineros que os dar por la llave, mas tomad de ahí el pago. Él tomó un bodigo de aquéllos, el que mejor le pareció, y dándome mi llave se fue muy contento, dejándome más a mí. Mas no toqué en nada por el presente, porque no fuese la falta sentida; y aun, porque me vi de tanto bien señor, parecióme que la hambre no se me osaba allegar. Vino el mísero de mi amo, y quiso Dios no miró en la oblada 302 que el ángel había llevado. Y otro día, en saliendo de casa, abro mi paraíso panal 303, y tomo entre las manos y dientes un bodigo, y en dos credos le hice invisible 304, no se me olvidando el arca abierta. Y comienzo a barrer la casa con mucha alegría, pareciéndome con aquel remedio remediar dende en adelante la triste vida305. Y así estuve con ello aquel día y otro gozoso. Mas no estaba en mi dicha que me durase mucho aquel descanso, porque luego al tercero día me vino la terciana derecha 306. Y fue que veo a deshora307 al que me mataba de hambre sobre nuestro 308 arcaz, volviendo y revolviendo, contando y tornando a contar los panes. Yo disimulaba, y en mi secreta oración y devociones y plegarias decía: "¡Sant Juan, y ciégale!" 309 Después que estuvo un gran rato echando la cuenta, por días y dedos contando, dijo: –Si no tuviera a tan buen recaudo esta arca, yo dijera que me habían tomado della panes; pero de hoy más, solo por cerrar la puerta a la sospecha, quiero tener buena cuenta con ellos: nueve quedan y un pedazo. "¡Nuevas malas te dé Dios!"310 –dije yo entre mí. Parecióme con lo que dijo pasarme el corazón con saeta de montero 311, y comenzóme el estómago a escarbar de hambre, viéndose puesto en la dieta pasada. Fue fuera de casa. Yo, por consolarme, abro el arca, y como
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Vestido, traje y, en general, aspecto. reparar ‘tendríais’ Ver n 28 ‘De esta forma’ (imaginamos a L haciéndole gestos al calderero). No obstante, Amberes edita comprensiblemente ‘arcaz’ Con este empieza una serie de adjetivos valorativos de intensa connotación emocional: angélico calderero, flacas oraciones, paraíso panal, terciana derecha… ‘y yo (a) ayudarle’, con la a embebida. ‘Cuando menos lo pienso...’ (verbo catar, mirar, considerar, pensar) nombre del pan caído en el suelo. Se trata de una expresión proverbial (cara de Dios) empleada en el lenguaje coloquial de la época, y así lo confirma L (como dicen). Es evidente el uso estilístico del autor: para L la aparición del pan dentro del arcón por fin abierto semeja a la milagrosa aparición del mismo Dios. Panecillo de ofrenda de pan, neologismo (en el que resuena el dulzor connotativo de la miel de los panales) La frase hecha era ‘en un credo’, en un abrir y cerrar de ojos. Si figuradamente un credo es un bocado, L se zampa el bodigo en dos. Nótese que en este párrafo la narración pasa al presente para provocar en el lector un acercamiento afectivo a L, al L hambriento favorecido por una circunstancia ocasional. fiebre que se repite cada tres días (derecha: verdadera, intensa). De improviso Uso estilístico del posesivo: para L el arcaz, por simpatía emocional, ya no es propiedad del clérigo sino, al menos, de los dos. L se encomienda al santo patrón de los criados (San José) para que ‘confunda, despiste, engañe’ al clérigo. Paronomasia (nueve-nuevas) de L para imitar tal recurso fónico del habla coloquial-familiar, con el que se trasluce el contrariado estado de ánimo del protagonista. …de montero: la precisión quizá porque en la caza mayor era el montero quien tiraba la saeta más grande y con más fuerza.
vi el pan, comencélo de adorar, no osando rescebillo 312. Contélos, si a dicha313 el lacerado se errara, y hallé su cuenta más verdadera que yo quisiera. Lo más que yo pude hacer fue dar en ellos mil besos y, lo más delicado314 que yo pude, del partido partí un poco al pelo que él estaba 315; y con aquel pasé aquel día, no tan alegre como el pasado. Mas como la hambre creciese, mayormente que tenía el estómago hecho a más pan aquellos dos o tres días ya dichos, moría mala muerte 316; tanto, que otra cosa no hacía, en viéndome solo, sino abrir y cerrar el arca y contemplar en317 aquella cara de Dios318, que ansí dicen los niños. Mas el mesmo Dios, que socorre a los afligidos, viéndome en tal estrecho319, trujo a mi memoria un pequeño remedio; que, considerando entre mí, dije: "Este arquetón es viejo y grande y roto por algunas partes, aunque pequeños agujeros 320. Puédese pensar que ratones, entrando en él, hacen daño a este pan. Sacarlo entero no es cosa conveniente, porque verá la falta el que en tanta321 me hace vivir. Esto bien se sufre." Y comienzo a desmigajar el pan sobre unos no muy costosos manteles que allí estaban, y tomo uno y dejo otro, de manera que en cada cual de tres o cuatro desmigajé su poco. Después, como quien toma gragea 322, lo comí y algo me consolé. Mas él, como viniese a comer y abriese el arca, vio el mal pesar, y sin dubda creyó ser ratones los que el daño habían hecho, porque estaba muy al propio contrahecho 323 de como ellos lo suelen hacer. Miró todo el arcaz de un cabo a otro y viole ciertos agujeros por do sospechaba habían entrado. Llamóme, diciendo: –¡Lázaro! ¡Mira, mira, qué persecución ha venido aquesta noche por nuestro pan! Yo híceme muy maravillado, preguntándole qué sería. –¡Qué ha de ser! -dijo él-. Ratones, que no dejan cosa a vida 324. Pusímonos a comer, y quiso Dios que aun en esto me fue bien, que me cupo más pan que la laceria que me solía dar. Porque rayó con un cuchillo todo lo que pensó ser ratonado, diciendo: –Cómete eso, que el ratón cosa limpia es. Y así, aquel día, añadiendo la ración del trabajo de mis manos, o de mis uñas 325, por mejor decir, acabamos de comer, aunque yo nunca empezaba. Y luego me vino otro sobresalto, que fue verle andar solícito, quitando clavos de las paredes y buscando tablillas, con las cuales clavó y cerró todos los agujeros de la vieja arca. "¡Oh, Señor mío! -dije yo entonces-, a cuánta miseria y fortuna y desastres estamos puestos los nascidos y cuán poco turan los placeres de esta nuestra trabajosa vida!326 Heme aquí que pensaba con este pobre y triste remedio remediar 327 y pasar mi laceria, y estaba yacuanto que alegre 328 y de buena ventura. Mas no quiso mi desdicha, despertando a este lacerado de mi amo y poniéndole más diligencia 329 de la que él de suyo se tenía (pues los míseros, por la 312
L comenta su temor casi supersticioso ante los panecillos: los ‘adora’ cual devoto y no se atreve a comerlos como si se tratara de ‘recibir’ la sagrada comunión. L dice ‘abro el arca’, de nuevo usando el presente indicativo (ver n 75) Por otro lado en la sintaxis del s XVI era frecuente la prep de ante infinitivo: comencélo de adorar... 313 Si por fortuna 314 delicado es delgado. El adjetivo latino DELICATUS, -I deriva doblete en español: delgado (vulgar) y delicado (culto) con variación de significado hasta hoy. 315 O sea ‘corté un poco de pan por la parte ya partida’ 316 …moría mala muerte… Nótese el valor ponderativo (pleonasmo) del adjetivo mala, y la aliteración. 317 Contemplar en, con el significado estricto de ‘mirar algo con religioso arrobamiento’. 318 Ver n 71. 319 Estar en estrecho. Frase hecha, ‘estar en apuros’. 320 …aunque pequeños agujeros es sintagma en claro anacoluto con el resto de la oración. 321 Tanta falta, tanta privación. La elipsis del sustantivo falta provoca zeugma. A continuación, Esto bien se sufre con el sentido de ‘Y que el dueño se entere de esto sería gran sufrimiento’ 322 Especie de menuda confitura de granitos redondos 323 muy al propio contrahecho: Convenientemente imitado. 324 con vida 325 Téngase en cuenta que es con las uñas como L araña el pan para que pareciera obra de ratones. 326 cuán poco duran los placeres… etc es frase que evoca un pasaje semejante de las Coplas de Manrique 327 nuevo juego de derivación (remedio-remediar). 328 algo, un poco alegre 329 Agilidad y atención
mayor parte, nunca de aquélla carecen), agora, cerrando los agujeros del arca, cierrase 330 la puerta a mi consuelo y la abriese a mis trabajos 331." Así lamentaba yo, en tanto que mi solícito carpintero, con muchos clavos y tablillas, dio fin a sus obras, diciendo: –Agora, donos traidores ratones332, conviéneos mudar propósito, que en esta casa mala medra 333 tenéis." De que salió de su casa, voy a ver la obra, y hallé que no dejó en la triste vieja arca 334 agujero ni aun por donde le pudiese entrar un moxquito. Abro con mi desaprovechada llave, sin esperanza de sacar provecho, y vi los dos o tres panes comenzados, los que mi amo creyó ser ratonados, y dellos todavía saqué alguna laceria, tocándolos muy ligeramente, a uso de esgrimidor diestro 335. Como la necesidad sea tan gran maestra, viéndome con tanta, siempre, noche y día estaba pensando la manera que ternía 336 en substentar el vivir. Y pienso, para hallar estos negros remedios, que me era luz la hambre 337, pues dicen que el ingenio con ella se avisa338, y al contrario con la hartura, y así era por cierto en mí. Pues estando una noche desvelado en este pensamiento, pensando como me podría valer y aprovecharme del arcaz, sentí que mi amo dormía, porque lo mostraba con roncar y en unos resoplidos grandes que daba cuando estaba durmiendo. Levantéme muy quedito 339 y, habiendo en el día pensado lo que había de hacer y dejado un cuchillo viejo que por allí andaba en parte do le hallase, voyme al triste arcaz 340, y por do había mirado tener menos defensa le acometí con el cuchillo, que a manera de barreno dél usé. Y como la antiquísima arca, por ser de tantos años, la hallase sin fuerza y corazón, antes muy blanda y carcomida, luego se me rindió y consintió en su costado, por mi remedio, un buen agujero 341. Esto hecho, abro muy paso342 la llagada arca, y, al tiento, del pan que hallé partido hice según deyuso está escripto 343. Y con aquello algún tanto consolado, tornando a cerrar, me volví a mis pajas 344, en las cuales reposé y dormí un poco, lo cual yo hacía mal, y echábalo al no comer; y ansí sería, porque cierto en aquel tiempo no me debían de quitar el sueño los cuidados del rey de Francia345. Otro día fue por el señor mi amo visto el daño así del pan como del agujero que yo había hecho, y comenzó a dar a los diablos los ratones y decir: –¿Qué diremos a esto? ¡Nunca haber sentido ratones en esta casa sino agora! 330
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‘Cerrase’ (quizá errata). Si bien el contenido del pasaje parece claro, la estructura sintáctica es confusa. Mas no quiso mi desdicha se contrapone al cuanto que alegre y de buena ventura de la frase anterior. Después de la digresión se produce evidente anacoluto: el autor olvida de que comenzó la frase en forma negativa, y deja indeterminado el sujeto de cierrase (¿la desdicha, el ciego?) padecimientos donos es el plural de ‘don’ y se usa antepuesto para introducir como aquí matiz burlesco, despectivo. Mejora, progreso Nuevamente valor connotativo de la adjetivación diestro como aquel espadachín que en la esgrima toca sin herir. ‘Tendría’ (el español del XVI todavía vacila para el condicional entre la solución con metátesis, ternía, y la solución con epéntesis, tendría.) …para hallar estos negros remedios…De nuevo, el adjetivo negro con sentido afectivo en antítesis de gran fuerza expresiva, con me era luz el hambre… Despierta (igual en las Coplas de J. Manrique). Por otro lado, está en la literatura clásica, Erasmo y La Celestina la proverbial sentencia de que necesidad, hambre y pobreza son maestras de vida y llama del ingenio. Diminutivo valorativo adjetivación valorativa Proceso de personificación del arca, y de la acción de L como si de un duelo con arma blanca se tratara. Ver n 28 ‘antes, arriba’ (según el contexto). Si bien, literal y etimológicamente, significa ‘abajo’ (pero nada de este proceder de L está escripto abajo). Metonimia de lecho, cama, pues los colchones se rellenaban de pajas. Esta alusión ha servido tradicionalmente para ofrecer una probable datación del libro; así este rey sería Francisco I, prisionero de Carlos V, en Madrid (1525), tras la batalla de Pavía. La fecha, pues, sería una mera indicación del terminus post quem de escritura. En cambio, FcoRico se fija en la estilística del párrafo ...y ansí sería, porque cierto en aquel tiempo no me debían de quitar el sueño los cuidados del rey de Francia... y afirma que el L adulto (que redacta o dicta el libro) recuerda no tanto el momento en que el rey de Francia pasó por problemas como un período de su niñez, impreciso y lejano, en que los problemas del rey de Francia le debían de traer al fresco. Así, FcoRico, sin descartar del todo el valor referencial de la fecha, se inclina por pensar que es una frase proverbial (que menudea en otros textos de la época) para ponderar, por comparación, ciertas preocupaciones personales.
Y sin dubda debía de decir verdad. Porque si casa había de haber en el reino justamente de ellos privilegiada346, aquella de razón había de ser, porque no suelen morar donde no hay qué comer. Torna a buscar clavos por la casa y por las paredes y tablillas a atapárselos 347. Venida la noche y su reposo, luego era yo puesto en pie con mi aparejo348, y cuantos él tapaba de día, destapaba yo de noche. En tal manera fue y tal priesa nos dimos, que sin dubda por esto se debió decir: "Donde una puerta se cierra, otra se abre."349 Finalmente, parecíamos tener a destajo la tela de Penélope, pues cuanto él tejía de día, rompía yo de noche 350. Ca351 en pocos días y noches pusimos la pobre despensa de tal forma, que quien quisiera propiamente della hablar, más “corazas viejas de otro tiempo” que no “arcaz” la llamara, según la clavazón y tachuelas sobre sí tenía. De que vio no le aprovechar nada su remedio, dijo: –Este arcaz está tan maltratado y es de madera tan vieja y flaca, que no habrá ratón a quien se defienda; y va ya tal, que si andamos más con él, nos dejará sin guarda. Y aun lo peor, que, aunque hace poca, todavía hará falta faltando352, y me pondrá en costa de353 tres o cuatro reales. El mejor remedio que hallo, pues el de hasta aquí no aprovecha: armaré por de dentro354 a estos ratones malditos. Luego buscó prestada una ratonera, y, con cortezas de queso que a los vecinos pedía, contino 355 el gato356 estaba armado dentro del arca, lo cual era para mí singular auxilio, porque, puesto caso que 357 yo no había menester muchas salsas para comer, todavía me holgaba con las cortezas del queso que de la ratonera sacaba, y, sin esto358, no perdonaba el ratonar del bodigo. Como hallase el pan ratonado y el queso comido y no cayese el ratón que lo comía, dábase al diablo, preguntaba a los vecinos qué 359 podría ser comer el queso y sacarlo de la ratonera y no caer ni quedar dentro el ratón y hallar caída la trampilla del gato. Acordaron los vecinos no ser el ratón el que este daño hacía, porque no fuera menos de haber caído alguna vez. Díjole un vecino: –En vuestra casa yo me acuerdo que solía andar una culebra, y esta debe ser, sin duda. Y lleva razón, que, como es larga, tiene lugar de tomar el cebo, y aunque la coja la trampilla encima, como no entre toda dentro, tórnase a salir. Cuadró a todos lo que aquel dijo, y alteró mucho a mi amo; y dende en adelante no dormía tan a sueño suelto, que cualquier gusano de la madera que de noche sonase, pensaba ser la culebra que le roía el arca. Luego era puesto en pie, y con un garrote que a la cabecera, desde que aquello le dijeron, ponía, daba en la pecadora del arca360 grandes garrotazos, pensando espantar la culebra. A los vecinos despertaba con el estruendo que hacía, y a mí no me dejaba dormir. Íbase a mis pajas y trastornábalas 361, y a mí con ellas, pensando que se iba para mí y se envolvía en mis pajas o en mi sayo; porque le decían que de noche acaescía a estos animales, buscando calor, irse a las cunas donde están criaturas y aun mordellas y hacerles peligrar 362. 346 347
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privilegiada referido a una casa, era término leguleyo que significaba exenta de pagar tributos. para tapárselos. Herramienta, instrumento. Es decir, irónicamente dice L que este dicho debió de nacer de las noches y días en que ambos componían y descomponían el arca. Alude, obviamente, al pasaje de la Odisea de Homero: para retardar su respuesta a los pretendientes, y propiciar el regreso de Ulises desde Troya, Penélope destejía por la noche la tela que tejía por el día. Nótese que en frases sucesivas se combina un dicho proverbial y una cita mitológica sobre el mismo tema. Y... Este juego de derivación falta-faltando, significa: ‘por más que lo arregle seguirá faltando pan’. ‘Poner en costa de’: costar, tener que gastar armaré por de dentro: poner cepos (armas) dentro del arcón. ‘continuamente’, adverbio. ‘cepo’, metonimia. aunque yo... aparte, además de esto cómo... personificación del arca revolvíalas Esta creencia supersticiosa está ya en Plauto y circula en la cultura popular con abundantes muestras: la culebra, la bicha, ataca, muerde o entra por la boca de los niños, enfermos, inválidos, etc.
Yo las más veces hacía del dormido, y en la mañana decíame él: –Esta noche, mozo, ¿no sentiste nada? Pues tras la culebra anduve, y aun pienso se ha de ir para ti a la cama, que son muy frías y buscan calor. –Plega363 a Dios que no me muerda -decía yo-, que harto miedo le tengo. De esta manera andaba tan elevado y levantado del sueño 364, que, mi fe365, la culebra, o culebro366, por mejor decir, no osaba roer de noche ni levantarse al arca; mas de día, mientra estaba en la iglesia o por el lugar, hacía mis saltos367: Los cuales daños viendo él, y el poco remedio que les podía poner, andaba de noche, como digo, hecho trasgo368. Yo hube miedo que con aquellas diligencias369 no me topase con la llave que debajo de las pajas tenía, y parecióme lo más seguro metella de noche en la boca. Porque ya, desde que viví con el ciego, la tenía tan hecha bolsa, que me acaesció tener en ella doce o quince maravedís, todo en medias blancas, sin que me estorbasen el comer 370, porque de otra manera no era señor de una blanca que el maldito ciego no cayese con ella371, no dejando costura ni remiendo que no me buscaba muy a menudo. Pues, ansí como digo, metía cada noche la llave en la boca y dormía sin recelo que el brujo de mi amo cayese con ella; mas cuando la desdicha ha de venir, por demás es diligencia 372. Quisieron mis hados, o, por mejor decir, mis pecados373, que, una noche que estaba durmiendo, la llave se me puso en la boca, que abierta debía tener, de tal manera y postura, que el aire y resoplo que yo durmiendo echaba salía por lo hueco de la llave, que de cañuto374 era, y silbaba, según mi desastre quiso, muy recio375, de tal manera que el sobresaltado de mi amo lo oyó y creyó sin duda ser el silbo de la culebra; y cierto lo debía parescer. Levantóse muy paso, con su garrote en la mano, y al tiento y sonido de la culebra se llegó a mí con mucha quietud, por no ser sentido de la culebra. Y como cerca se vio, pensó que allí en las pajas do yo estaba echado, al calor mío se había venido. Levantando bien el palo, pensando tenerla debajo y darle tal garrotazo que la matase, con toda su fuerza me descargó en la cabeza un tan gran golpe, que sin ningún sentido y muy mal descalabrado me dejó. Como sintió que me había dado, según yo debía hacer gran sentimiento 376 con el fiero golpe, contaba él que se había llegado a mí 377 y dándome grandes voces, llamándome, procuró recordarme 378. Mas, como me tocase con las manos, tentó la mucha sangre que se me iba, y conosció el daño que me había hecho, y con mucha priesa fue a buscar lumbre, y, llegando con ella, hallóme quejando, todavía con mi llave en la boca, que nunca la desamparé, la mitad fuera, bien de aquella manera que debía estar al tiempo que silbaba con ella. Espantado379 el matador de culebras qué podría ser aquella llave, miróla, sacándomela del todo de la boca, y vio lo que era, porque en las guardas 380 nada de la suya diferenciaba. Fue luego a proballa, y con ella probó el 363 364 365 366 367 368
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plazca. ...tan elevado y levantado del sueño... tan ensimismado y desvelado mi fe: a fe mía, en fórmula enfática coloquial Alusión irónica de L a sí mismo. Asaltos, hurtos ‘duende, fantasma’. Espíritus malignos que la superstición decía actuaban en la oscuridad y solían revolver las cosas y cachivaches de casa. empeños, averiguaciones, ver n 99. El recurso de guardar monedas y objetos preciosos en la boca aparece en La lozana andaluza y otras obras de la época. Por otro lado, si L tenía bolsa por boca era debido al jarrazo del ciego que lo dejó sin dientes. Y si podía, como dice, meterse en la boca 15 maravedís en medias blancas, ¿quiere decir que le cabían unas 50 monedillas?... Diese con ella. Refrán de la época: ‘Cuando falta dicha, por demás es diligencia’. En este caso: ‘cuando llega la desdicha, está de más nuestro interés o dedicación’. Juego de rima en la paronomasia hados-pecados, para sugerir la relación entre infortunio y castigo de naturaleza clerical. Con el astil hueco y en su extremo, las guardas. ...recio: alto, fuerte. Hablando de intensidad sonora es adjetivo antónimo de paso o quedo. grandes quejidos compendía que estaba a mi lado despertarme (avivar, recordar son sinónimos de despertar ya en las Coplas de JManrique). ‘Espantar’ significaba también ‘admirarse’ la parte dentada de la llave (ver n 144)
maleficio381. Debió de decir el cruel cazador: "El ratón y culebra que me daban guerra y me comían mi hacienda he hallado." De lo que sucedió en aquellos tres días siguientes ninguna fe daré, porque los tuve en el vientre de la ballena382, mas de cómo esto que he contado oí, después que en mí torné, decir a mi amo 383, el cual a cuantos allí venían lo contaba por extenso. A cabo de tres días yo torné en mi sentido y vime echado en mis pajas, la cabeza toda emplastada y llena de aceites y ungüentos, y, espantado, dije: –¿Que es esto? Respondióme el cruel sacerdote: –A fe que los ratones y culebras que me destruían ya los he cazado. Y miré por mí y vime tan maltratado, que luego sospeché mi mal. A esta hora entró una vieja que ensalmaba 384, y los vecinos; y comiénzanme a quitar trapos de la cabeza y curar el garrotazo. Y como me hallaron vuelto en mi sentido, holgáronse mucho y dijeron: –Pues ha tornado en su acuerdo, placera a Dios no será nada. Ahí tornaron de nuevo a contar mis cuitas 385 y a reírlas y yo, pecador, a llorarlas. Con todo esto, diéronme de comer, que estaba transido de hambre, y apenas me pudieron demediar 386. Y ansí, de poco en poco, a los quince días me levanté y estuve sin peligro -mas no sin hambre- y medio sano. Luego otro día que fui levantado, el señor mi amo me tomó por la mano y sacóme la puerta fuera; y, puesto en la calle, díjome: –Lázaro, de hoy más eres tuyo y no mío. Busca amo y vete con Dios, que yo no quiero en mi compañía tan diligente servidor. No es posible sino que hayas sido mozo de ciego. Y santiguándose de mí387, como si yo estuviera endemoniado, tórnase a meter en casa y cierra su puerta. Ilustraciones del tratado 2º . La Misa de S. Gregorio. Taller de Brabante. Hacia 1515. Iglesia de Santiago (Medina del campo). Obra depositada en el Museo de las Ferias. Tratado segundo / SÍNTESIS – El clérigo de Maqueda: Al día siguiente, L no se siente seguro en Torrijos y marcha a Maqueda. Cuando está pidiendo limosna un clérigo, a quien le dice que sabe ayudar a misa –el ciego le había enseñado–, lo recibe por suyo. Este amo resulta más mezquino y avaro, si cabe, que el anterior. Dieta del clérigo y de L: El clérigo llevaba la llave de un arcaz (viejo y cerrado) siempre atada a una hebilla de la capa. En él metía panecillos de las ofrendas de la iglesia, de modo que en toda la casa no había otra cosa que comer, salvo una ristra de cebollas, bajo llave y perfectamente contadas, en una habitación alta de la casa. A L. le tocaba una cebolla cada 4 días. En consecuencia L moría de hambre. El clérigo, en cambio, comía unos trozos de carne para comer y cenar de la que L. sólo probaba el caldo y de vez en cuando una pizca del pan. Los sábados L. compraba cabeza de carnero que aquel comía y de la que L sólo chupaba los huesos. A las 3 semanas L se moría de hambre y debilidad. Las mañas aprendidas del ciego no le servían y además el clérigo tenía una vista muy aguda de forma que le era imposible robar las monedas limosneras del cepillo (concha) de misa. Jamás compraba vino en taberna, sólo bebía el de la iglesia y éste, guardado en el arcaz y racionado durante la semana, tampoco lo cataba L. En cambio, en casas ajenas, con ocasión de cofradías y mortuorios, se ponía las botas. De ahí que íntimamente (y aun reconociendo su inmoralidad) 381 382 383
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la fechoría. Se cita el pasaje bíblico en que Jonás permanece tres días en el vientre de la ballena. ... mas de cómo esto que he contado oí, después que en mí torné, decir a mi amo,... Enunciado ambiguo. Caben dos interpretaciones: ‘Ninguna fe daré de lo que en aquellos tres días sucedió, pero sí daré fe de que oí decir a mi amo esto que he contado; o bien ‘No daré más fe sino de que oí decir esto que he contado’, ‘Sólo daré fe de que oí esto que he contado’ el cual a cuantos allí venían lo contaba por extenso... Dentro de las supersticiones, eran ‘ensalmadores’ aquellos que decían sanar enfermos sólo con palabras, sin medicinas, si bien los hubiera que además de palabras ponían alguna cosa sobre las heridas o sobre el cuerpo enfermo. padecimientos ofrecer al menos la mitad de lo que necesitaba (Ver tratado 1º, n 25). ...santiguándose de mí... santiguándose supersticiosamente para ahuyentar algún mal que hubiera en mí.
ansiaba que Dios se llevara a alguien cada día, pues ello le permitía sobrevivir. Pensó L en abandonar a este amo pero siempre le vencía la aprensión de que el siguiente pudiera ser peor. La llave del arca: un día que el clérigo estaba fuera, llegó a casa un calderero (vendedor callejero de instrumentos de cocina: sartenes, calderos, badiles, etc) al que le pide abra el arca y le dé la llave pues, dice, se le ha perdido y teme los azotes de su señor. Así lo hace el calderero y L le paga con algunos bodigos que había dentro del arcón. El paraíso panal: Ese día no toma nada pero al siguiente, en cuanto el clérigo sale de casa, L se come un panecillo. La adoración del pan: El clérigo, al tercer día, abre el arcón y recuenta los panes y sospecha que ha perdido algunos. Decide entonces llevar cuenta exacta, lo que hace casi imposible que L coma ninguno si bien los mira y remira arrobado. Los agujeros del arca: Entonces se le ocurre que bien podría atribuir los hurtos a los ratones; al instante abre el arcaz y se dedica a desmigajar con las uñas los panecillos y a medio roer de unos y otros. Efectivamente el clérigo vuelve a casa, abre el arcaz para comer y cree que son ratones (le da a L las migajas que piensa ratoniles), y enseguida busca clavos y tablillas con las que parchea el arca. Negros remedios: L (forzado de pura necesidad) urde otra treta, esta vez nocturna, mientras el clérigo duerme, que consiste en barrenar en el arca otro agujero con un cuchillo, abrirla y al tiento, del pan que halla partido, tomar algo. Cuando el clérigo descubre el nuevo agujero y la falta de pan, no comprende lo que ocurre. Todos los días tapa los agujeros y todas las noches L los vuelve a hacer hasta que el clérigo concluye en poner cepos con queso dentro del arcaz para atrapar a los ratones. La ratonera y la culebra: esta solución beneficia a L. que sigue haciendo lo mismo, sólo que ahora acompaña el pan de queso. Los vecinos entonces le indican al clérigo que a lo mejor es una culebra, difícil de cazar con un cepo ratonero. Desde esa noche el clérigo ya no concilia bien el sueño y se dedica a buscarla por toda la casa, garrote en mano, incluso entre las pajas sobre las que L duerme. El culebro: Así L ya casi no visita el arca; además, para prevenir riesgos, todas las noches duerme con la llave metida en la boca. La llave y el garrotazo: Pero una noche, mientras duerme, la llave emite un silbido (era llave de cañuto) y el clérigo cree que es ruido de la culebra. Se levanta a oscuras y se llega al sonido, levanta el garrote y golpea con tal fuerza que desgracia a L. A continuación, palpa la sangre (de L), va por un candil, y descubre la verdad pues la llave asoma de la boca del criado. Tres días tarda L en reponerse a medias del garrotazo (se cura con cuidados y una pizca de alimentos que traen los vecinos mientras el clérigo les cuenta con risas lo ocurrido) e inmediatamente el clérigo lo despide.
Tratado Tercero Como Lázaro se asentó con un escudero388, y de lo que le acaeció con él Desta manera me fue forzado sacar fuerzas de flaqueza, y poco a poco, con ayuda de las buenas gentes, di conmigo en esta insigne ciudad de Toledo, adonde, con la merced de Dios, dende a quince días se me cerró la herida. Y mientras estaba malo siempre me daban alguna limosna; mas después que estuve sano todos me decían389: –Tú bellaco y gallofero eres390. Busca, busca un amo a quien sirvas. –¿Y adónde se hallará ése –decía yo entre mí– si Dios agora de nuevo, como crió el mundo, no le criase? 391
Andando así discurriendo de puerta en puerta, con harto poco remedio, porque ya la caridad se subió al cielo392, topóme Dios393 con un escudero que iba por la calle con razonable vestido, bien peinado, su paso y compás en orden394. Miróme, y yo a él, y díjome: 388
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Escuderos eran los hidalgos (‘Hijos de algo’), último eslabón de la nobleza campesina. Con frecuencia (es el caso de D. Quijote) sólo tenían, y apolillado, el título, pero escasas rentas y menos dinero. Las buenas gentes que ayudan a L lo son porque, obviamente, le dan limosna. Y una vez en Toledo, parece probarse el vaticinio del ciego: Cuando salimos de Salamanca, su motivo fue venir a tierra de Toledo, porque decía ser la gente más rica, aunque no muy limosnera (Ver tratado 1º). También, según FcoRico, la ley diferenciaba entre los pedigüeños enfermos y los que, no estándolo, fingían achaques. El mendigo que visitaba las porterías de los conventos para comer gallofa, es decir, mendrugo de pan, que allí daban. Esta frase no tenía sentido despectivo, sino que era una expresión estereotipada para desembarazarse de la presencia de un mendigo. Criar de nuevo: ‘crear por primera vez’ (según el latín de la escolástica, creare de novo o ex novo) Frase construida pensando en el mito de Astrea, diosa de la justicia, que tras propagar en la tierra este elevado sentimiento hubo de regresar al cielo obligada por la progresiva degeneración de los hombres, y refugiarse en el signo del zodíaco que llamamos Virgo. ...topóme Dios con un escudero...sentido inverso (o sea, premonición positiva, optimista) a la enunciada en el encuentro con el clérigo (Ver tratado 2º, n 5) Adecuadamente vestido, bien peinado y correctos el paso y el compás (ritmo del andar). La primera impresión no es la que importa, ésta sería la nueva enseñanza: el aspecto externo del escudero, incluida su forma de dirigirse a él, engaña a L. La falacia sigue de pie durante el paseo por la ciudad y los puestos de mercadeo, durante la misa en la catedral y hasta la llegada a la casa del amo en que éste hace el gesto altivo de apartar la capa. Contra esta suerte de simulación (y aunque L justifica que el amo no
–Mochacho, ¿buscas amo? Yo le dije: –Sí, señor. –Pues vente tras mí –me respondió–, que Dios te ha hecho merced en topar comigo; alguna buena oración rezaste hoy. Y seguíle, dando gracias a Dios por lo que le oí, y también que me parescía, según su hábito y continente 395, ser el que yo había menester. Era de mañana cuando este mi tercero amo topé, y llevóme tras sí gran parte de la ciudad. Pasábamos por las plazas do se vendía pan y otras provisiones. Yo pensaba, y aun deseaba, que allí me quería cargar de lo que se vendía, porque esta era propria hora cuando se suele proveer de lo necesario; mas muy a tendido paso 396 pasaba por estas cosas. "Por ventura no lo ve aquí a su contento –decía yo– y querrá que lo compremos en otro cabo." Desta manera anduvimos hasta que dio las once 397. Entonces se entró en la iglesia mayor 398, y yo tras él, y muy devotamente le vi oír misa y los otros oficios divinos, hasta que todo fue acabado y la gente ida. Entonces salimos de la iglesia. A buen paso tendido comenzamos a ir por una calle abajo. Yo iba el más alegre del mundo en ver que no nos habíamos ocupado en buscar de comer. Bien consideré que debía ser hombre, mi nuevo amo, que se proveía en junto399, y que ya la comida estaría a punto tal y como yo la deseaba y aun la había menester. En este tiempo dio el reloj la una después de mediodía, y llegamos a una casa ante la cual mi amo se paró, y yo con él, y, derribando el cabo de la capa sobre el lado izquierdo 400, sacó una llave de la manga401 y abrió su puerta y entramos en casa. La cual tenía la entrada oscura y lóbrega 402 de tal manera, que parece que ponía temor a los que en ella entraban, aunque dentro della estaba un patio pequeño y razonables cámaras 403. Desque fuimos entrados, quita de sobre sí su capa, y, preguntando si tenía las manos limpias, la sacudimos y doblamos, y, muy limpiamente soplando un poyo que allí estaba, la puso en él 404. Y hecho esto, sentóse cabo della405, preguntándome muy por extenso de dónde era y cómo había venido a aquella ciudad. Y yo le di más larga cuenta que quisiera, porque me parecía más conveniente hora de mandar poner la mesa y escudillar la olla406 que de lo que me pedía. Con todo eso, yo le satisfice de mi persona lo mejor que mentir supe, diciendo mis bienes y callando lo demás, porque me parecía no ser para en cámara 407. Esto hecho, estuvo ansí un poco, y yo luego vi mala señal, por ser ya casi las dos y no le ver más aliento de
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compre vituallas), el reloj del hambre no acepta engaños y enumera con precisión las horas del día... las once, después la una... Cuando abrimos la casa y L ve la entrada ‘obscura y lóbrega’ es porque las apariencias se están derrumbando. Una hora después, a las dos, la hora innegociable de comer, toda la mentira se derrumba: aparece una mala señal (el hidalgo no muestra intención de comer, y la casa parece encantada de tan vacía y silenciosa), señal, rematada con las palabras del escudero al mozo. continente: figura, ademán, postura. Hábito: vestido y traje de cada uno. Deprisa, a paso largo. A tendido paso pasaba... es paronomasia por derivación para enfatizar la velocidad y el ritmo (obsérvese el ritmo acentual) de la caminata. En la locución verbal ‘dar las horas (la una, dos, cinco, etc.)’ el sujeto, antiguamente, era singular (correspondía a ‘reloj’ o a sujeto impersonal), pero después pasó a ser plural (esto es, ‘las horas’) Se refiere a la catedral de Toledo ‘al por mayor’. De hecho, las casas señoriales no compraban al por menor en el mercado. Se abastecían autárquicamente de los productos de sus propias tierras; y en el mercado, en junto, para largos períodos de tiempo, compraban aquello de lo que carecía la propiedad patrimonial. La alegría de L. se explica precisamente porque cree haber dado con un gran señor. derribar la capa: dejarla caer por el hombro Las mangas se solían usar como bolsillo. Todavía hoy ocurre. ‘lóbrega y oscura’, variantes del adjetivo negro, de nuevo con un propósito más valorativo que descriptivo. Estos dos calificativos son palabras clave en uno de los episodios humorísticos del presente capítulo, como veremos más adelante. Dependencias, habitaciones La pulcritud del escudero puede verse como una alusión irónica hacia una clase social obsesionada por la limpieza de sangre, y también como una referencia sutil al carácter u origen cortesano del personaje. Al lado de ella ‘vaciar el caldo de la olla’ (escudillar porque se vertía en escudillas para ser tomado en la mesa). no ser para en cámara: ‘no ser conveniente, no ser adecuado’. Vemos a L. mintiendo sobre su vida al ofrecerle ‘referencias’ al escudero, precisamente porque lo considera hidalgo, de clase elevada.
comer que a un muerto. Después desto, consideraba aquel tener cerrada la puerta con llave ni sentir arriba ni abajo pasos de viva persona por la casa. Todo lo que yo había visto eran paredes, sin ver en ella silleta, ni tajo408, ni banco, ni mesa, ni aun tal arcaz como el de marras. Finalmente, ella parescía casa encantada. Estando así, díjome: –Tú, mozo, ¿has comido? –No, señor –dije yo–, que aún que409 no eran dadas las ocho cuando con Vuestra Merced encontré. –Pues, aunque de mañana, yo había almorzado, y cuando ansí como algo, hágote saber que hasta la noche me estoy ansí. Por eso, pásate como pudieres, que después cenaremos. Vuestra Merced crea, cuando esto le oí, que estuve en poco de caer de mi estado 410, no tanto de hambre como por conocer de todo en todo411 la fortuna serme adversa. Allí se me representaron de nuevo mis fatigas y torné a llorar mis trabajos. Allí se me vino a la memoria la consideración que hacía cuando me pensaba ir del clérigo, diciendo que, aunque aquél era desventurado y mísero, por ventura toparía con otro peor. Finalmente, allí lloré mi trabajosa vida pasada y mi cercana muerte venidera. Y con todo, disimulando lo mejor que pude: 412 –Señor, mozo soy, que no me fatigo mucho por comer, bendito Dios. Deso me podré yo alabar entre todos mis iguales, por de mejor garganta, y ansí fui yo loado della fasta 413 hoy día de los amos que yo he tenido414. –Virtud es esa –dijo él–, y por eso te querré yo más, porque el hartar es de los puercos y el comer regladamente es de los hombres de bien. "¡Bien te he entendido! –dije yo entre mí–. ¡Maldita tanta medicina y bondad como aquestos mis amos que yo hallo hallan en la hambre!"415 Púseme a un cabo del portal y saqué unos pedazos de pan del seno 416, que me habían quedado de los de por Dios417. Él, que vio esto, díjome: –Ven acá, mozo. ¿Qué comes? Yo lleguéme a él y mostréle el pan. Tomóme él un pedazo de tres que eran, el mejor y más grande. Y díjome: –Por mi vida, que parece este buen pan. –¿Y cómo, agora –dije yo–, señor, es bueno? –Sí, a fe -dijo él–. ¿Adónde lo hubiste? ¿Si 418 es amasado de manos limpias? –No sé yo eso –le dije–, mas a mí no me pone asco el sabor dello. –Así plega a Dios –dijo el pobre de mi amo. Y llevándolo a la boca, comenzó a dar en él tan fieros bocados como yo en lo otro. 408 409 410 411 412
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Corte de tronco grueso usado para partir carne o como simple asiento. ...aún que... todavía (la conjunción que no afectaba al adverbio) ...caer de mi estado... desmayarme ...de todo en todo... completamente En la edición de Burgos se elide el verbo ‘dije’ (de hecho, estaba admitido introducir el estilo directo sin verbo dicendi). Pero en las ediciones de Amberes y Alcalá sí aparece ‘dijo’. Por otro lado, vemos a L cortar el relato (V.M. crea...) e introducir un aparte, una confesión dirigida a Vuestra Merced, expansión directa del sufrimiento y de la sinceridad frente a la ficción que sostiene ante el escudero. ...fasta... hasta (arcaísmo) L. se ufana y disimula con irónico engaño; para ello vindica la templanza de su garganta (metonimia de ‘apetito’). Esta garganta hecha al poco comer contrasta con la culpa que L echa a las maldades de la garganta del trato 1º, o sea, a las desdichas alimenticias sufridas con el ciego (Ver tratado 1º, n. 167). L., en su radical verdad de hambriento, maldice así la redomada hipocresía del clérigo (los sacerdotes han de ser muy templados en su comer y beber) como la menesterosa del escudero (el hartar es de los puercos y el comer regladamente es de los hombres de bien). De entre los pliegues de la ropa ...de los de por Dios...de los que se consiguen mendigando (‘Por Dios, una limosna, un trozo de pan...’) Uso arcaico, hoy desaparecido, de la conjunción si con valor dubitativo.
–Sabrosísimo pan está419 –dijo–, por Dios. Y como le sentí de qué pie coxqueaba, dime priesa, porque le vi en disposición, si acababa antes que yo, se comediría420 a ayudarme a lo que me quedase. Y con esto acabamos casi a una. Y mi amo comenzó a sacudir con las manos unas pocas migajas, y bien menudas, que en los pechos se le habían quedado, y entró en una camareta421 que allí estaba, y sacó un jarro desbocado y no muy nuevo, y desque hubo bebido convidóme con él. Yo, por hacer del continente422, dije: –Señor, no bebo vino. –Agua es, –me respondió–, bien puedes beber. Entonces tomé el jarro y bebí. No mucho, porque de sed no era mi congoja. Ansí estuvimos hasta la noche, hablando en cosas 423 que me preguntaba, a las cuales yo le respondí lo mejor que supe. En este tiempo metióme en la cámara donde estaba el jarro de que bebimos, y díjome: –Mozo párate424 allí, y verás cómo hacemos esta cama, para que la sepas hacer de aquí adelante. Púseme de un cabo y el del otro y hecimos la negra cama 425, en la cual no había mucho que hacer, porque ella tenía sobre unos bancos un cañizo426, sobre el cual estaba tendida427 la ropa, que, por no estar muy continuada a lavarse, no parecía colchón, aunque servía dél, con harta 428 menos lana que era menester. Aquél tendimos429, haciendo cuenta de ablandalle, lo cual era imposible, porque de lo duro mal se puede hacer blando. El diablo del enjalma 430 maldita la cosa tenía dentro de sí, que, puesto sobre el cañizo, todas las cañas se señalaban y parescían a lo proprio entrecuesto 431 de flaquísimo puerco; y sobre aquel hambriento colchón, un alfamar432 del mesmo jaez, del cual el color yo no pude alcanzar. 433 Hecha la cama y la noche venida, díjome: –Lázaro, ya es tarde, y de aquí a la plaza hay gran trecho. También 434, en esta ciudad andan muchos ladrones, que siendo de noche capean 435. Pasemos como podamos, y mañana, venido el día, Dios hará merced; porque yo, por estar solo, no estoy proveído 436, antes he comido estos días por allá fuera. Mas agora hacerlo hemos de otra manera. –Señor, de mí –dije yo– ninguna pena tenga Vuestra Merced, que sé pasar una noche y aun más, si es menester, sin comer. 419 420 421 422 423 424 425
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Giro sintáctico latinizante: el verbo al final y el sustantivo pan sin artículo. ...comediría... se anticiparía sin pedírselo pequeña habitación (terminación italianizante) ...por hacer del continente... por hacerme el templado, el que no cae en la gula. ...hablando en cosas... ‘hablando de cosas’. Suplemento arcaico de ‘hablar’. Ponte ...negra cama... Tal vez con sentido de ‘maldita cama’. De nuevo el uso del adjetivo ‘negro’, esta vez, con una amplia connotación: negra es su fortuna, negro es el día (como la noche) y negro el descansar en esa cama. Porción de cañas del mismo tamaño que atadas una junto a otro forman a modo de estera dura que se emplea para diversos fines (por ejemplo, base de una cama) Echada, dispuesta. mucha Aquél tendimos, haciendo cuenta de ablandalle... Extendimos el colchón para ablandarlo... enjalma: un tipo de colchón (tela o ropa rellena de lana).Es la ropa a que antes se ha referido el narrador-protagonista. entrecuesto: espina dorsal, espinazo. alfámar: cobertor o tipo de manta de color encarnado Para describir la cama y el colchón L. los subjetiviza desde su cruda circunstancia, de modo que él, hambriento, y el lecho, desvencijado y duro, son la misma cosa. Obsérvese 1º la expresión diablo del enjalma que es queja del cochón, un cuerpo casi vacío, inerte, como el suyo. Después el espinazo del cerdo famélico y las cañas del cañizo que recuerdan a la osamenta de L. A continuación la hipálage en hambriento colchón, pues no es el colchón escaso de lana, precisamente, quien pasa hambre; y, para concluir, la imposibilidad de que L discierna el color del colchón porque o bien está muy desvaído y o bien (lo dice inmediatamente) es ya de noche, o ambas cosas: la miseria escrita, como síntoma, en la blancura enfermiza del cuerpo y en la noche del alma. Además ...capean...roban las capas. Era hurto frecuente en el siglo, pero solía ocurrir las noches de mucho frío y viento. Estos ladrones eran ‘capeadores’ y se organizaban en grupos de 2 ó 3. ‘Como estoy solo no me he preocupado de comprar provisiones’
–Vivirás más y más sano –me respondió–. Porque, como decíamos hoy, no hay tal cosa en el mundo para vivir mucho que comer poco437. “Si por esa vía es –dije entre mí–, nunca yo moriré, que siempre he guardado esa regla por fuerza, y aun espero, en mi desdicha, tenella toda mi vida.” Y acostóse en la cama, poniendo por cabecera las calzas y el jubón438; y mandóme echar a sus pies, lo cual yo hice, mas maldito el sueño que yo dormí, porque las cañas y mis salidos huesos en toda la noche dejaron de rifar 439 y encenderse; que con mis trabajos, males y hambre, pienso que en mi cuerpo no había libra440 de carne; y también, como aquel día no había comido casi nada, rabiaba de hambre, la cual con el sueño no tenía amistad. Maldíjeme mil veces, Dios me lo perdone, y a mi ruin fortuna, allí, lo más de la noche441; y lo peor: no osándome revolver por no despertalle, pedí a Dios muchas veces la muerte. La mañana venida442, levantámonos, y comienza a limpiar y sacudir sus calzas y jubón y sayo 443 y capa; y yo que le servía de pelillo 444. Y vísteseme445 muy a su placer, de espacio 446. Echéle aguamanos447, peinóse y púsose su espada en el talabarte448 y, al tiempo que la ponía, díjome: –¡Oh, si supieses, mozo, qué pieza es ésta! No hay marco de oro 449 en el mundo por que yo la diese. Mas ansí ninguna de cuantas Antonio hizo, no acertó a ponelle los aceros tan prestos como esta los tiene 450. Y sacóla de la vaina y tentóla con los dedos, diciendo: –¿Vesla aquí? Yo me obligo con ella cercenar un copo de lana 451. Y yo dije entre mí: "Y yo con mis dientes, aunque no son de acero, un pan de cuatro libras." 437
La antítesis ‘comer mucho / vivir poco’ es tópico que viene de largo en la historia literaria, si bien, revestido del oportuno humor, ironía o sarcasmo según la ocasión, como el comentario siguiente de L, que se nos hace forzosamente chistoso. 438 ...poniendo por cabecera las calzas y el jubón... calzas y jubón hacían de almohada o apoyo para la cabeza; calzas (calzones de pierna entera, ceñidos); jubón (vestidura ceñida y sin mangas, a modo de chaleco de chaqueta, que cubre desde los hombros a la cintura). Eran dos piezas que solían combinarse en el vestir. 439 ...rifar y encenderse... reñir y enfadarse. 440 Medida antigua de peso empleada en Castilla (divisible en 16 onzas) y equivalente a 460 grs. 441 casi toda la noche 442 Estos párrafos que siguen tienen un contenido retrospectivo para el lector pues cuentan cómo se viste y acicala el escudero para salir a la calle, esto es, cómo llega al hábito y continente con que L se lo había encontrado el día de antes. Terminan con un aparte o monólogo de L. que viene a enfatizar cómo ha cobrado conciencia de la mentira en que vive el dueño (ver n. 69) 443 sayo: casaca hueca o especie de chaqueta, con mangas o sin ella, hasta la cintura o hasta las rodillas (en cuyo caso tenía faldas) y sin botones. Después de la camisa (que iba sobre el cuerpo), el varón se ponía jubón y calzas combinados, y sobre aquel, el sayo. 444 ...hacer de pelillo: realizar servicios de poca importancia. 445 El –me enclítico de vísteseme es dativo ético, y sirve para que L haga suyo el proceder del escudero. El tiempo verbal, como en otros casos, cambia de pasado a presente histórico. 446 ...de espacio o de su espacio: despacio, con sosiego, a sus anchas. 447 aguamanos: agua para lavar las manos (solía darse con el aguamanil, jarro para este menester) 448 talabarte: cinturón de cuero del cual cuelga la espada o sable. 449 Moneda de oro. Tenía el máximo valor en la época (equivalente a 50 castellanos) 450 Antonio (Antonius) fue un espadero famoso de Toledo, que firmó (“Antonius me fecit”) la espada de Fernando el Católico, de Garcilaso de la Vega y otros (finales del s. XV- dos décadas del XVI). Eran espadas con la guarnición dorada y la contera de plata alemana. Según sea la hipótesis de datación de la obra, así es la explicación que se da de esta referencia. Para RNDurán se tratata a las claras de una cita contemporánea al momento de escritura, circa 1529; para Rico la cita de Antonio (espadero legendario a lo largo del XVI) ha de entenderse como una simple hipérbole que sirve a la alabanza del escudero para con su propia espada, luego su mención nada influye en la fecha de redacción que él defiende (hacia 1552-1553) Ponelle los aceros tan prestos significa ‘ponerlos con tanto acierto y diligencia’ 451 me obligo con ella cercenar... con ella puedo (me comprometo) a cortar... Con la preposición a de la perífrasis verbal (‘Obligar a’) embebida en el pronombre (ella) terminado en –a.
Tornóla a meter y ciñósela, y un sartal de cuentas gruesas del talabarte 452. Y con un paso sosegado y el cuerpo derecho, haciendo con él y con la cabeza muy gentiles meneos, echando el cabo de la capa sobre el hombro y a veces so453 el brazo, y poniendo la mano derecha en el costado, salió por la puerta, diciendo: –Lazaro, mira por la casa en tanto que voy a oír misa, y haz la cama, y ve por la vasija de agua al río, que aquí bajo está, y cierra la puerta con llave, no nos hurten algo, y ponla aquí al quicio, porque si yo viniere en tanto454 pueda entrar." Y súbese por la calle arriba con tan gentil semblante y continente, que quien no le conosciera pensara ser muy cercano pariente al conde de Arcos, o a lo menos camarero que le daba de vestir 455. "¡Bendito seáis Vos, Señor –quedé yo diciendo–, que dais la enfermedad y ponéis el remedio! 456 ¿Quién encontrará a aquel mi señor que no piense, según él contento de sí lleva, haber anoche bien cenado y dormido en buena cama, y, aun457 agora es de mañana, no le cuenten458 por muy bien almorzado? ¡Grandes secretos son, Señor, los que Vós hacéis y las gentes ignoran! ¿A quién no engañará aquella buena disposición y razonable capa y sayo? ¿Y quién pensará que aquel gentil hombre se pasó ayer todo el día sin comer, con aquel mendrugo de pan que su criado Lázaro 459 trujo460 un día y una noche en el arca de su seno, do no se le podía pegar mucha limpieza, y hoy, lavándose las manos y cara, a falta de paño de manos, se hacía servir de la halda461 del sayo? Nadie, por cierto, lo sospechará. ¡Oh, Señor, y cuántos de aquestos debéis Vos tener por el mundo derramados, que padecen por la negra que llaman honra lo que por Vos no sufrirán!" 462 Ansí estaba yo a la puerta, mirando y considerando estas cosas y otras muchas, hasta que el señor mi amo traspuso la larga y angosta calle. Y como lo vi trasponer 463, tornéme a entrar en casa, y en un credo la anduve toda, alto y bajo, sin hacer represa 464 ni hallar en qué. Hago la negra dura cama 465 y tomo el jarro y doy 452
...y un sartal de cuentas gruesas del talabarte. Hay que sobreenteder ‘Y también se ciñó...’ Sarta es serie de cosas ensartadas en un hilo, y cuenta cada una de las bolitas de un rosario, collar, etc. 453 so: bajo, debajo de (preposición arcaica del latín SUPER o SUB, que en esto se duda) 454 en tanto: mientras 455 El Condado de Arcos pasó a Ducado en 1493 en virtud de un acuerdo entre los Reyes Católicos y la última condesa. Por ahí (y por otras razones literarias) sacan algunos un hipotético Lazarillo primitivo anterior a esta fecha. Sin embargo, ya la edición de Alcalá imprimió El Conde Alarcos, personaje del romancero cuya alusión por L carece de sentido y oportunidad. Acaso por ello, Menéndez Pidal [en 1899] lo corrigió y editó como El conde Claros pues este personaje (del romance “Media noche era por filo”) sí encaja perfectamente en la alusión de L al escudero. En este romance se describía cuán suntuosamente se vestía el conde Claros ayudado por su camarero (“Levantá mi camarero, / dame vestir y calzar...”). Con todos estos elementos podríamos deducir una confusión de los editores a partir de dos términos, aquel condado de Arcos (muy citado en la literatura de la época) y este personaje del romancero, el conde Claros. 456 Monólogo. L. ha interrumpido el relato (ver n. 55) para dirigirse a Dios con una exclamación introducida en estilo directo (¡Bendito seáis Vos, Señor,...) que expresa sin ambages el pasmo ante la enorme mentira que sostiene públicamente el escudero: Dios permite la pobreza del escudero a la vez que la oculta. La misma idea y esquema aparecen en el tratado 1º, n. 115: Lo que te enfermó te sana y da salud en sentencia del ciego; la que ahora encontramos también presenta resonancias bíblicas, como también aparece en La Celestina. Sebastián de Horozco (XVI) la reconoce en el proverbio “Dios, cuando da llaga, luego da la medicina”. Acaso no ha de interpretarse como una exclamación anticlerical en ningún sentido, sino una sencilla y sutil expansión anímica de L. Poco más abajo nueva advocación al Señor fácil de rastrear en la Biblia y textos litúrgicos varios (‘Los caminos o designios son inescrutables’ etc.) 457 aun con valor concesivo-adversativo: ‘aunque ahora sea de mañana’... Alcalá y Amberes editan ‘Aunque’. 458 El sujeto de cuenten debía ser quiénes, pero es quién (principio frase). El uso del pronombre interrogativo ‘quién’ (con uso indistinto para singular y plural) dominaba en el español del XVI. Por otro lado, en el Lazarillo son frecuentes los cambios de sujeto. 459 Soberbio distanciamiento de L que habla de sí mismo como de un extraño, alguien envuelto en una empresa bien extraña. 460 trujo: trajo 461 halda: falda 462 L se dirige por última vez al Señor. Esta vez es la negra honra a lo que se alude, aquella por la que tantos humanos están dispuestos a padecer el rigor de la miseria. Era dicho proverbial “Esta negra honrilla me obliga a todo”, de donde pudo tomar origen el texto (la negra que llaman honra), con la sustantivación-personificación del adjetivo ‘negro’ que vuelve a adquirir una connotación agudísima: honra ‘negra’ pues no trae sino hambre y padecimiento, pero más negra aún porque, además, se trata de una pasión desaforada, que falsea el recto sentido de la fe cristiana (aquellos que padecen por esa honra lo que por Vos no sufrirán). Esta contraposición honra / cristianismo aparece con frecuencia en los autores moralistas del XV (También ver tratado 1º, n. 28) 463 torcer hacia a algún camino, de suerte que se pierda de vista. 464 ...sin hacer represa... sin detenerse. ‘Represa’ dícese del agua que se detiene y estanca, para aumentar su caudal. Pocas razones, en aquella casa, tendría L. para detenerse en beneficio propio. 465 Designación perfectamente subjetiva, y en consonancia con su estado y con la noche transcurrida.
comigo en el río, donde en una huerta vi a mi amo en gran recuesta con dos rebozadas mujeres 466, al parecer de las que en aquel lugar no hacen falta 467, antes muchas tienen por estilo 468 de irse a las mañanicas del verano469 a refrescar y almorzar, sin llevar qué, por aquellas frescas riberas, con confianza que no ha de faltar quien se lo dé, según las tienen puestas en esta costumbre aquellos hidalgos del lugar 470. Y como digo, él estaba entre ellas, hecho un Macías, disciéndoles más dulzuras que Ovidio escribió 471. Pero como sintieron dél que estaba bien enternecido, no se les hizo de vergüenza pedirle de almorzar, con el acostumbrado pago. Él sintiéndose tan frío de bolsa cuanto estaba caliente del estomago, tomóle tal calofrío que le robó la color del gesto, y comenzó a turbarse en la plática y a poner excusas no validas. Ellas, que debían ser bien instituidas, como le sintieron la enfermedad, dejáronle para el que era 472. Yo, que estaba comiendo ciertos tronchos de berzas, con los cuales me desayuné, con mucha diligencia – como mozo nuevo–, sin ser visto de mi amo, torné a casa, de la cual pensé barrer alguna parte, que era bien menester; mas no hallé con qué. Púseme a pensar qué haría, y parescióme esperar a mi amo hasta que el día demediase, y si viniese y por ventura trajese algo que comiésemos; mas en vano fue mi experiencia 473. Desque vi ser las dos y no venía y la hambre me aquejaba, cierro mi puerta y pongo la llave do mandó, y tórnome a mi menester474. Con baja y enferma voz e inclinadas mis manos en los senos, puesto Dios ante mis ojos y la lengua en su nombre 475, comienzo a pedir pan por las puertas y casas más grandes que me parecía. Mas como yo este oficio le hobiese mamado en la leche 476, quiero decir que con el gran maestro el ciego lo aprendí, tan suficiente477 discípulo salí, que, aunque en este pueblo no había caridad, ni el año fuese muy abundante, tan buena maña me di que, antes que el reloj diese las cuatro, ya yo tenía otras tantas libras de 466
...doy comigo en el río, donde en una huerta vi a mi amo en gran recuesta con dos rebozadas mujeres... Rebozadas pues llevan el rostro cubierto por rebozo o mantilla. Recuesta o ‘recuesta de amores’ por conversación íntima de enamorados, galanteo. La requesta es uno de los géneros más comunes de la poesía cancioneril y tradicional del XV, de ahí que se cite inmediatamente a Macías el Enamorado, trovador gallego del s. XIV, cuya doliente leyenda (una pasión amorosa le costó la vida) lo convirtió en modelo de amantes. De hecho todavía se escucha hoy la expresión tradicional “es un Macías enamorado” o “está hecho un Macías” (estilísticamente, una antonomasia). 467 O sea, ‘ni se las necesita allí ni faltan nunca’ (obvia alusión peyorativa). Y es con el segundo término de la frase con el que se relaciona el sentido de la oración que sigue. 468 ...tienen por estilo: tienen por costumbre. 469 El vulgo sólo discernía dos estaciones del año: invierno y verano (que incluía la primavera), época a la que se está refiriendo L. 470 Costumbre social perfectamente documentada (y censurada por la Iglesia) en la Toledo del XV-XVI: las frescas huertas alrededor del Tajo eran lugares, durante la primavera y el verano, de esparcimiento de la hidalguía varonil (almuerzos, juegos, galanteos, etc.). Al reclamo de los varones se allegaban a estos pagos las ‘tapadas’, damas de dudosa moral que entablaban trato y conversación con aquellos. 471 Poeta latino, autor del Ars Amandi, modelo lírico de la poesía erótico-sentimental. 472 Endiéndase todo el pasaje: ‘cuando ellas advierten que el escudero estaba muy enternecido (apasionado, ‘lanzado’), no les dio vergüenza que las invitara a comer, ofreciéndole a cambio el pago (verosímilmente, en especie...) que ellas acostumbraban. Él, que estaba tan frío de bolsa (‘sin blanca’) como caliente del estómago (‘con hambre’ de comida o de otra cosa...) sufrió tal calofrío (escalofrío) al oír la propuesta de las damas, que se le puso blanco el gesto (rostro), comenzó a aturdirse y a poner excusas no validas (poco convincentes). Ellas, que debían ser bien instituidas (expertas, instruidas) en estos negocios, se dieron cuenta de que el escudero estaba sin blanca, y le dejaron para el que era (sin hacerle más caso)’. Destaca en el fragmento el uso del adjetivo validas, arcaísmo por su acentuación llana en el español del XVI. También latinismo instituidas por instruidas, enseñadas. Y el giro final ‘para el que era’, interpretable como un giro conversacional de la época, de marcado sesgo peyorativo, usado con frecuencia para despreciar la conducta incorregible de alguien. O como subordinada del verbo dejáronle, es decir, ‘ellas lo dejaron para el que era (para el médico adecuado a su enfermedad)’. Literariamente el pasaje es registrado por un voyeur llamado L. Hay que fijarse en la actitud del escudero espiada de lejos por el mozo: ¿Por qué entra a conversar con aquellas damas? ¿Por pura ingenuidad de noble cortesano que cree que el porte y el linaje bastan para ligar? ¿Porque desconoce que tales parajes y tales damas no son lo que realmente son? El autor –que no L– genera una indeterminación acerca de la personalidad del escudero: ¿un fantasmón? ¿un chuleta? ¿un caradura? ¿un forastero? El aura galante de esta fallida recuesta queda cortada magistralmente por las palabras con que L. arranca el siguiente párrafo: Yo, que estaba comiendo ciertos tronchos de berzas, con los cuales me desayuné... (frente al relato objetivador precedente, el yo que vuelve a reafirmarse; frente al devaneo amoroso, el espectador que mientras mira se desayuna unos tronchos de berzas; frente al perifollo lírico del amor, la cruda realidad del hambre). 473 ...experiencia con sentido connotativo de esperanza vana, de esperar en vano. 474 ‘y vuelvo a mi ocupación (oficio)’. Mester y menester son la misma palabra latina MINISTERIUM. El mozo, harto de esperar y hambriento, vuelve a mendigar. Esta expresión recuerda refranes del tipo “zapatero solía ser y tornéme a mi menester” 475 ...puesto Dios ante mis ojos y la lengua en su nombre... con la mirada vuelta al cielo (con apariencia piadosa y humilde) y encomendándome sin cesar a Dios, 476 Volvemos a la ‘paternidad’ espiritual del ciego, en este caso, en las mañas de pedigüeño. 477 sobrado, destacado.
pan ensiladas en el cuerpo478 y más de otras dos en las mangas y senos 479. Volvíme a la posada y al pasar por la Tripería pedí a una de aquellas mujeres, y diome un pedazo de uña de vaca, con otras pocas de tripas cocidas480. Cuando llegué a casa, ya el bueno de mi amo estaba en ella, doblada su capa y puesta en el poyo, y él paseándose por el patio. Como entro, vínose para mí. Pensé que me quería reñir la tardanza, mas mejor lo hizo Dios481. Preguntóme dó482 venía. Yo le dije: –Señor, hasta que dio las dos estuve aquí, y de que vi que Vuestra Merced no venía, fuime por esa ciudad a encomendarme a las buenas gentes, y hanme dado esto que veis. Mostréle el pan y las tripas, que en un cabo de la halda traía, a lo cual él mostró buen semblante, y dijo: –Pues esperado te he a comer, y de que vi no veniste, comí. Mas tú haces como hombre de bien en eso, que más vale pedillo por Dios que no hurtallo483. Y ansí Él me ayude como ello me paresce bien, y solamente te encomiendo484 no sepan que vives comigo, por lo que toca a mi honra. Aunque bien creo que será secreto, según lo poco que en este pueblo soy conocido. ¡Nunca a él yo hubiera de venir! –De eso pierda, señor, cuidado –le dije yo–, que maldito aquel que ninguno tiene de pedirme esa cuenta, ni yo de dalla. –Agora, pues, come, pecador, que si a Dios place, presto nos veremos sin necesidad. Aunque te digo que después que en esta casa entré, nunca bien me ha ido. Debe ser de mal suelo, que hay casas desdichadas y de mal pie, que a los que viven en ellas pegan la desdicha. Esta debe de ser sin dubda de ellas; mas yo te prometo, acabado el mes, no quede en ella aunque me la den por mía 485. Sentéme al cabo del poyo y, porque no me tuviese por glotón, callé la merienda 486. Y comienzo a cenar y morder en mis tripas y pan, y disimuladamente miraba al desventurado señor mío, que no partía 487 sus ojos de mis faldas, que aquella sazón servían de plato. Tanta lástima haya Dios de mí como yo había dél, porque sentí lo que sentía, y muchas veces había por ello pasado y pasaba cada día. Pensaba si sería bien comedirme a convidalle; mas, por me haber dicho que había comido, temía me no aceptaría el convite. Finalmente, yo deseaba aquel pecador ayudase a su trabajo del mío 488, y se desayunase como el día antes hizo, pues había mejor aparejo, por ser mejor la vianda y menos mi hambre. Quiso Dios cumplir mi deseo, y aun pienso que el suyo; porque como comencé a comer y él se andaba paseando, llegóse a mí y díjome: –Dígote, Lázaro, que tienes en comer la mejor gracia que en mi vida vi a hombre, y que nadie te lo verá hacer que no le pongas gana aunque no la tenga. "La muy buena que tu tienes –dije yo entre mí– te hace parescer la mía hermosa." 478 479 480
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‘ensilar’ era echar el trigo en el silo, y por metonimia, comer mucho. Bolsillos y aperturas en la ropa de mangas y pecho (ver n. 14). Con absoluta fidelidad histórica, es en la calle toledana de este nombre (hoy de Sixto Ramón Parro) donde se instalaban los puestos de las vendedoras. L pide uña de vaca, que hoy llamamos ‘mano o pie de vaca o buey’. Era frase hecha con el sentido de ‘Dios me ayudó’. Literal: mas mejor (de lo que yo me temía) lo hizo Dios. ‘De dónde’. Adverbio con valor de procedencia; es etimológico (< DE UBI). Dicho popular: ‘Más vale pedir que hurtar’ Entiéndase: ‘Y así también me ayude Dios a mí igual que a mí me parece bien que tú mendigues, y solamente te encargo...’ Las palabras de escudero arrojan luz sobre su persona: 1) a lo mejor es forastero en Toledo, ciudad que ama poc y conoce menos (¿de aquí su patinazo con las rabizas?...), pero de lo que no cabe duda, es de que tiene un estricto sentido de la honra como valor público, lo que nos lleva de nuevo a la relación verdad/apariencia, leitmotiv de este tratado; 2) prevé (ante L) que en pocos días la fortuna cambiará: se terminará el hambre y se mudará de casa (dice supersticiosamente que es la casa lo que le ha traído el infortunio, como lo de ‘entrar con mal pie’ en un sitio). Pero finalmente, los lectores también podemos dictaminar: ¿Es cierto todo este ‘rollo’ del escudero? ¿No será que necesita creérselo él mismo y que confía –de nuevo, ingenuamente– que L lo tenga por verdad? Poco después, muriendo de hambre, lo encontramos incapaz de confesársela a L, quien, profundo conocedor del asunto, se pone en el pellejo del otro y, reconociendo en él debilidad antes que mezquindad o crueldad, lo convida. Doble sentido metafórico: ni hizo alusión a ella ni comió nada. separaba ...yo deseaba aquel pecador ayudase a su trabajo del mío... con el sentido de ‘ya estaba deseando que él ayudase a su necesidad con el miserable fruto de mi trabajo’. Es zeugma dilógico, o sea, la expresión presenta un desajuste de significados entre el término expresado y el mismo término sobreentendido. El ‘trabajo’ expresado significa miseria o necesidad, pero el sobreentendido significa propiamente trabajo, ocupación.
Con todo, parescióme ayudarle, pues se ayudaba 489 y me abría camino para ello, y díjele: –Señor, el buen aparejo hace buen artífice 490. Este pan está sabrosísimo y esta uña de vaca tan bien cocida y sazonada, que no habrá a quien no convide con su sabor. –¿Uña de vaca es? –Sí, señor. –Dígote que es el mejor bocado del mundo y que no hay faisán que ansí me sepa. –Pues pruebe, señor, y verá qué tal está. Póngole en las uñas la otra491 y tres o cuatro raciones de pan de lo mas blanco. Y asentóseme al lado, y comienza a comer como aquel que lo había gana 492, royendo cada huesecillo de aquellos mejor que un galgo suyo lo hiciera. –Con almodrote493 –decía– es éste singular manjar. "Con mejor salsa lo comes tú494" –respondí yo paso. –Por Dios, que me ha sabido como si hoy no hobiera comido bocado. "¡Ansí me vengan los buenos años como es ello!"495 –dije yo entre mí. Pidióme el jarro del agua, y díselo como lo había traído: es señal que, pues no le faltaba 496 el agua, que no le había a mi amo sobrado la comida. Bebimos y muy contentos nos fuimos a dormir como la noche pasada. Y, por evitar prolijidad, desta manera estuvimos ocho o diez días, yéndose el pecador en la mañana con aquel contento y paso contado497 a papar aire por las calles, teniendo en el pobre Lázaro una cabeza de lobo 498. Contemplaba499 yo muchas veces mi desastre, que, escapando de los amos ruines que había tenido y buscando mejoría, viniese a topar con quien no solo no me mantuviese, mas a quien yo había de mantener. Con todo, le quería bien, con ver 500 que no tenía ni podía más, y antes le había lástima que enemistad. Y muchas veces, por llevar a la posada con que él lo pasase, yo lo pasaba mal 501. Porque una mañana, levantándose el triste en camisa, subió a lo alto de la casa a hacer sus menesteres 502, y en tanto yo, por salir de sospecha, desenvolvíle el jubón y las calzas que a la cabecera dejó, y hallé una bolsilla de terciopelo raso hecho cien dobleces y sin maldita la blanca ni señal que la hobiese tenido mucho tiempo 503. "Este –decía yo– es pobre, y nadie da lo que no tiene 504; Mas el avariento ciego y el malaventurado mezquino 489
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El autor parafrasea el dicho “ayúdate y ayudarte he” para establecer el pacto implícito con el escudero: no solo tiene convidarle sino que tiene que hacerlo de modo que el señor no se sienta incómodo. Dicho proverbial: ‘La ocasión hace al ladrón y el buen aparejo al buen artífice’ Otro zugma dilógico como el visto en n. 101 (‘uña’ de la vaca y ‘uñas’ como dedos del escudero) como aquel que tenía ganas almodrote: cierta salta que se hace con aceite, ajos, queso, etc. Nótese la locuacidad del escudero como disimulo del hambre... “La mejor salsa es el hambre” se lee ya en Cicerón. Tópico literario que L sentencia de modo tan lapidario como discreto. Entiéndase: así se acaben mis desventuras según ello es cierto. No echaba en falta acompasado ...papar aire... o ‘papar, sorber aire o viento’. Literalmente probar o alimentarse del aire. Metafóricamente estarse sin hacer nada. El registro coloquial, cortante, que emplea con humor L para describir este papel del escudero contrasta con el que L asigna para sí mismo como cabeza de lobo. Una cabeza de lobo era el artificio para sustentarse. La expresión viene de antiguo: cuando se cazaba lobo u otra alimaña, el cazador paseaba públicamente la cabeza del animal y los vecinos le daban dinero en agradecimiento. Pensaba en Al ver Aquí el verbo pasar como subsistir; así pues, ‘muchas veces dejaba de comer yo para que él comiese lo imprescindible’ Sólo en fechas relativamente recientes ha sido común destinar un lugar dentro de la casa para las necesidades fisiológicas: antes solía recurrirse al corral o a un sobrado (alto de una vivienda). L comprueba –pues no está para poesías ni para sentimentalismos– si el escudero es pobre de veras. Nos queda la duda de si le hubiera robado conforme lo hizo con el ciego y el clérigo... pero esa indeterminación da veracidad al personaje. Refrán: “ninguno da lo que no tiene”.
clérigo, que, con dárselo Dios a ambos, al uno de mano besada y al otro de lengua suelta 505, me mataban de hambre, aquellos es justo desamar y aqueste de haber mancilla 506." Dios es testigo que hoy día, cuando topo con alguno de su hábito con aquel paso y pompa, le he lastima, con pensar507 si padece lo que aquel le vi sufrir. Al cual, con toda su pobreza, holgaría de servir más que a los otros, por lo que he dicho. Sólo tenía dél un poco de descontento, que quisiera yo me no tuviera tanta presumpción508, mas que509 abajara un poco su fantasía con lo mucho que subía su necesidad. Mas, según me parece, es regla ya entre ellos usada y guardada. Aunque no haya cornado de trueco, ha de andar el birrete en su lugar510. El Señor lo remedie, que ya con este mal han de morir. Pues estando yo en tal estado, pasando la vida que digo, quiso mi mala fortuna, que de perseguirme no era satisfecha, que en aquella trabajada y vergonzosa vivienda 511 no durase. Y fue, como el año en esta tierra fuese estéril de pan 512, acordaron el Ayuntamiento que todos los pobres estranjeros se fuesen de la ciudad, con pregón que el que de allí adelante topasen fuese punido con azotes. Y así, ejecutando la ley, desde a cuatro días que el pregón se dio, vi llevar una procesión de pobres azotando por las Cuatro Calles. Lo cual me puso tan gran espanto, que nunca osé desmandarme a demandar. Aquí viera, quien vello pudiera, la abstinencia de mi casa y la tristeza y silencio de los moradores: tanto, que nos acaeció estar dos o tres días sin comer bocado, ni hablaba palabra. A mí diéronme la vida unas mujercillas hilanderas de algodón, que hacían bonetes y vivían par de nosotros, con las cuales yo tuve vecindad y conocimiento513. Que, de la 505
Entiéndase: ‘Al clérigo se le besaba la mano al darle la ofrenda y al ciego se le daba la limosna por las oraciones que rezaba’. Se evoca aquí –dice FcoRico– una clasificación de las remuneraciones o recompensas, propuesta por Gregorio el Grande y difundida ampliamente en la época, que distinguía entre el munus a manu, el munus a lingua y el munus ab obsequio (o ab officio). L juega con la dualidad explicada antes (a manu del clérigo / a lingua del ciego), pero refiriéndose no al modo de recibir, sino a la forma de ganar los munera, las remuneraciones; en este contexto, el servicio que hace L al escudero entraría en el munus ab obsequio. 506 Lástima, compasión. Entiéndase: ‘y a éste [es justo] tener lástima’. 507 Con pensar: preposición con valor causal (‘pues pienso si...’) 508 vanidad; fantasía es sinónimo figurado de vanidad o presumpción. 509 mas que... sino que... 510 cornado, moneda de ínfimo valor. Entiéndase: ‘aunque no lleven encima ni calderilla para dar cambio, no se quitarán el birrete (bonete, sombrero) para saludar’. La alusión de L sirve como adelanto de una siguiente anécdota contada por el escudero donde se pondrán en juego honra, bonetes y presunción. 511 modo de vivir. 512 Pan se llamaba también al trigo. El año estéril de pan del que habla L. y las medidas municipales contra el vagabundeo y la mendicidad fueron cuenta repetida desde comienzos del XVI. Así RNDurán arguye estas palabras de L para traer el período de escritura de la novela cerca del año 1529, cuando Carlos V y su corte (Alfonso de Valdés en ella) abandonan Toledo, y la ciudad padece un “año estéril de pan”. FcoRico detalla, en cambio, que en muchas capitales existían de antiguo normas contra pedigüeños pero que no solían aplicarse. Sin embargo, hay abundantes pruebas documentales de que el Ayuntaminto de Toledo se vio obligado a aplicar con inusitado rigor esta pragmática del emperador en 1546, un año en que efectivamente el campo toledano no dio trigo y hubo graves enfermedades entre el vecindario: durante varias meses se persiguió, encarceló, azotó públicamente y expulsó a reatas de pobres. L, sabedor de las costumbres urbanas, tuvo que ser testigo (con gran espanto, o sea, sorpresa y medrosa confusión) de la aplicación de tal norma en las Cuatro Calles (encrucijada entre la plaza de Zocodover y la catedral de Toledo donde históricamente se pregonaban y ejecutaban sentencias) y así nos dice atemorizado que no osaba desmandarme a demandar (paronomasia), esto es, desobedecer para pedir, mendigar. Es obvio, por otro lado, que FcoRico aduce este marco temporal para acercar los hechos a ‘su’ fecha de redacción de la novela, o sea, 1552-53. 513 Los bonetes se contaban entre los principales productos textiles de Toledo, tanto para el mercado exterior como para el interior. Segunda alusión a la prenda de vestir, segundo aviso de la anécdota que hallaremos más tarde. Por otro lado, la alusión a estas mujercillas está llena de malicia. Si es cierto que L (y el autor) proyectan hacia ellas una indudable simpatía, no lo es menos que L señala que vivían par de nosotros, y enseguida aclara –cuando ya no es necesario pues es obvia la
laceria que les traía, me daban alguna cosilla, con la cual muy pasado me pasaba 514. Y no tenía tanta lástima de mí como del lastimado 515 de mi amo, que en ocho días maldito el bocado que comió. A lo menos en casa, bien lo estuvimos sin comer 516; no sé yo cómo o dónde andaba y qué comía. ¡Y velle venir a mediodía la calle abajo con estirado cuerpo, más largo que galgo de buena casta 517! Y por lo que toca a su negra que dicen honra 518, tomaba una paja de las que aun asaz 519 no había en casa, y salía a la puerta escarbando los dientes que nada entre sí tenían 520, quejándose todavía de aquel mal solar, diciendo: – Malo esta de ver, que la desdicha desta vivienda lo hace. Como ves, es lóbrega, triste, obscura. Mientras aquí estuviéremos, hemos de padecer. Ya deseo que se acabe este mes por salir della. Pues, estando en esta afligida y hambrienta persecución, un día, no sé por cuál dicha o ventura, en el pobre poder de mi amo entró un real, con el cual él vino a casa tan ufano como si tuviera el tesoro de Venecia 521, y con gesto muy alegre y risueño me lo dio, diciendo: –Toma, Lázaro, que Dios ya va abriendo su mano. Ve a la plaza, y merca pan y vino y carne: ¡quebremos el ojo al diablo!522 Y más te hago saber, porque te huelgues: que he alquilado otra casa, y en esta desastrada 523 no hemos de estar mas de en cumpliendo el mes. !Maldita sea ella y el que en ella puso la primera teja, que con mal en ella entré! Por nuestro Señor, cuanto ha que en ella vivo, gota de vino ni bocado de carne no he comido, ni he habido descanso ninguno; mas ¡tal vista 524 tiene y tal obscuridad y tristeza! Ve y ven presto, y comamos hoy como condes. Tomo mi real y jarro, y a los pies dándoles priesa, comienzo a subir mi calle, encaminando mis pasos para la plaza, muy contento y alegre. Mas ¿qué me aprovecha, si está constituido en mi triste fortuna que ningún gozo me venga sin zozobra? Y ansí fue éste. Porque, yendo la calle arriba, echando mi cuenta en lo que le emplearía, que fuese mejor y más provechosamente gastado, dando infinitas gracias a Dios que a mi amo había hecho con dinero, a deshora me vino al encuentro un muerto, que por la calle abajo muchos clérigos y gente en unas andas traían. Arriméme a la pared, por darles lugar, y, desque el cuerpo pasó, venían luego a par del lecho una que debía ser mujer del difunto, cargada de luto, y con ella otras muchas mujeres 525; la cual iba llorando a grandes voces y diciendo: –Marido y señor mío, ¿adónde os me llevan? ¡A la casa triste y desdichada, a la casa lóbrega y obscura, a la casa donde nunca comen ni beben! Yo que aquello oí, juntóseme el cielo con la tierra 526, y dije:
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vecindad– con las cuales yo tuve vecindad y conocimiento. La perfecta ambigüedad léxica de conocimiento (ver tratado 1º, n 22) sugiere algo más que ‘vencidad’... y la aclaración resulta más maliciosa cuando se advierte que gracias a estas hilanderas L conocerá al fraile de la Merced, a quien ellas lo llaman pariente. Es decir, ‘muy pasado, enjuto o demacrado [como las frutas pasas], iba tirando con aquello’ Paronomasia por derivación léxica en pasado-pasaba. Si una línea antes la estructura paronomásica encaja en L, ahora, mediante un juego chispeante de derivación, se repite referida al escudero, lástima-lastimado, y las dos veces, con la connotación de condolencia ante el sufrimiento. ‘Por lo menos en casa, bien que no lo probamos’, es decir, el bocado. Dicho todavía hoy, ‘De casta le viene al galgo’, y la descripción de uno de los rasgos típicos del hidalgo de los siglos de oro: ‘Hidalgos y galgos, secos y cuellilargos’ (D. Quijote, etc.) su negra que dicen honra... De nuevo el sentido connotativo de lo negro aludiendo en esta ocasión a la honra, que es negra porque no luce, no da el esplendor que debiera al hidalgo, pero además, y sobre todo, porque a L se le hace siniestra y nefanda. asaz: bastante, harto, muy (hoy casi un arcaísmo); aun asaz: no siquiera, ni por casualidad... O bien ...escarbando los dientes, que nada entre sí tenían,... O bien ...los que nada entre sí tenían... (en edición de FcoRico). De hecho, en todas las ediciones del 54, salvo la de Burgos, se elide la palabra dientes. Esta artimaña de exhibirse con un palillo mondadientes para aparentar haber comido crea tradición especialmente en la literatura áurea. En la cultura contemporánea se populariza; recordemos, por ejemplo, que el personaje del TBO, ‘Carpanta’, hace lo mismo. Se mencionaba proverbialmente para referirse a grandes tesoros. Dicho que significa ‘hacer rabiar a alguien’, en este caso al diablo, o sea, al diablo del hambre (personificación). Cosa o ser, nacido sin fortuna, con mala estrella. ‘Tal aspecto tiene...’ Acaso se refiera a las plañideras o ‘endechaderas’, profesionales o no, que acompañaban los cuerpos con suspiros, sollozos, gritos, murmullos, pelamesas (riñas en que los contendientes se mesan los cabellos o tiran de la barba), etc. Era tanto el alboroto que organizaban éstas en los mortuorios que el clero les prohibía entrar en la iglesia. Se me vino abajo, encima, el mundo
"¡Oh desdichado de mí! Para mi casa llevan este muerto." Dejo el camino que llevaba y hendí por medio de la gente, y vuelvo por la calle abajo a todo el más correr que pude, para mi casa; y, entrando en ella, cierro a grande priesa, invocando el auxilio y favor de mi amo, abrazándome dél, que me venga ayudar y a defender la entrada. El cual, algo alterado, pensando que fuese otra cosa527, me dijo: –¿Qu’es eso, mozo? ¿Qué voces das? ¿Qué has? ¿Por qué cierras la puerta con tal furia? –¡Oh señor –dije yo–, acuda aquí, que nos traen acá un muerto! –¿Cómo así?528 –respondió él. –Aquí arriba lo encontré, y venía diciendo su mujer: "Marido y señor mío, ¿adónde os llevan? ¡A la casa lóbrega y oscura, a la casa triste y desdichada, a la casa donde nunca comen ni beben! Acá, señor, nos le traen. Y ciertamente cuando mi amo esto oyó, aunque no tenía por qué estar muy risueño, rió tanto, que muy gran rato estuvo sin poder hablar. En este tiempo tenía ya yo echada la aldaba a la puerta y puesto el hombro en ella por más defensa. Pasó la gente con su muerto, y yo todavía me recelaba que nos le habían de meter en casa. Y desque fue ya más harto de reír que de comer, el bueno de mi amo díjome: –Verdad es, Lázaro: según la viuda lo va diciendo, tú tuviste razón de pensar lo que pensaste; mas, pues Dios lo ha hecho mejor y pasan adelante, abre, abre, y ve por de comer. –Dejálos, señor, acaben de pasar la calle –dije yo. Al fin vino mi amo a la puerta de la calle, y ábrela esforzándome 529, que bien era menester, según el miedo y alteración, y me tornó a encaminar. Mas aunque comimos bien aquel día, maldito el gusto yo tomaba en ello, ni en aquellos tres días torné en mi color. Y mi amo, muy risueño todas las veces que se le acordaba aquella mi consideración. De esta manera estuve con mi tercero y pobre amo, que fue este escudero, algunos días, y en todos deseando saber la intención de su venida y estada 530 en esta tierra; porque, desde el primer día que con él asenté, le conoscí ser estranjero, por el poco conoscimiento y trato que con los naturales della tenía. Al fin se cumplió mi deseo y supe lo que deseaba, porque un día que habíamos comido razonablemente y estaba algo contento, contóme su hacienda531 y díjome ser de Castilla la Vieja y que había dejado su tierra no más de por no quitar el bonete a un caballero su vecino532. –Señor –dije yo–, si él era lo que decís y tenía más que vós, ¿no errábades en no quitárselo primero, pues decís que él también os lo quitaba?533 527
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Nuevamente los matices maliciosos, ambiguos, sutiles: esta otra cosa ¿puede tener algo que ver con el real que acaba de conseguir el escudero? ¿Por qué tal inquietud? ¿Qué ha hecho o qué espera el escudero para pensar que era otra cosa. ¿Cómo así? Expresión invariable que se empleaba para mostrar extrañeza o admiración ante algo inesperado. Animándome, alentándome. permanencia contóme su hacienda... ‘me contó su vida, sus asuntos, lo que a él se refería’. En 1535 (para Juan de Valdés en su Diálogo de la lengua) era ya expresión arcaica, propia de los libros de caballerías (del Amadís, en concreto). Para los lectores del Lazarillo – desde 1552-54– tal expresión podía resultar una alusión jocosa (paródica) al Amadis, y en general, al subido lenguaje de las novelas caballerescas. Más adelante, al comentar la confesión del escudero, L quizá emplea otra fórmula ‘caballeresca’, pues dice: Desta manera lamentaba también su adversa fortuna, dándome relación de su persona valerosa. El discurso del escudero quedaría, así, enmarcado entre dos fórmulas simétricas y sinónimas (ver n 177). Por fin, aquí, se inicia la anécdota del orgulloso bonete, o sea, de la norma de descubrirse para saludar, signo y emblema de la honra para el escudero, como se verá enseguida. ...no más de por quitar el bonete a un caballero su vecino... Esto es: ‘sólo por no quitarse –en un exceso de orgullo– el sombrero (bonete) para saludar a un caballero (un noble) vecino suyo...’ Se trata de un gesto de respeto que muchos hidalgos, encarecidos de su linaje, seguían y exigían con rigor. El celo con que lo cumplían y lo hacían cumplir estos nobles de baja estofa, resultaba pintoresco, si no necio, para otros grupos y tipos sociales. Todo ello aparece recogido y comentado en diversa literatura de la época. Primero L pregunta lo obvio, pues le resulta chocante la actitud desproporcionada del hidalgo: Si el vecino era noble de alcurnia y tenía dinero ‘¿no os equivocabais en no quitaros primero el sombrero si él también se lo quitaba?’. Poco después, ante las hiperbólicas razones aducidas por el amo, le responde con otra observación llena de sentido común: ‘no me fijaría yo en esas señales exageradas de respeto, especialmente si saludo a personas de más rango y más ricas que yo’.
–Sí es, y sí tiene534, y también me lo quitaba él a mí; mas, de cuantas veces yo se le quitaba primero, no fuera malo comedirse él alguna y ganarme por la mano 535. –Paréceme, señor –le dije yo–, que en eso no mirara, mayormente con mis mayores que yo y que tienen más. –Eres mochacho –me respondió– y no sientes las cosas de la honra, en que el día de hoy está todo el caudal de los hombres de bien. Pues te hago saber que yo soy, como vees, un escudero; mas, vótote a Dios 536, si al Conde topo en la calle y no me quita muy bien quitado del todo el bonete, que otra vez que venga me sepa yo entrar en una casa, fingiendo yo en ella algún negocio, o atravesar otra calle, si la hay, antes que llegue a mí, por no quitárselo537. Que un hidalgo no debe a otro que a Dios y al rey nada, ni es justo, siendo hombre de bien, se descuide un punto de tener en mucho su persona. Acuérdome que un día deshonré en mi tierra a un oficial y quise ponerle las manos 538, porque cada vez que le topaba me decía: “Mantenga Dios a Vuestra Merced”. “Vos, don539 villano ruin –le dije yo– ¿por qué no sois bien criado? ¿”Manténgaos Dios”, me habéis de decir, como si fuese quienquiera? De allí adelante, de aquí acullá, me quitaba el bonete y hablaba como debía. –¿Y no es buena manera de saludar un hombre a otro –dije yo– decirle que le mantenga Dios? –¡Mirá mucho de enhoramala! –dijo él–. A los hombres de poca arte 540 dicen eso; mas a los mas altos, como yo, no les han de hablar menos de “Beso las manos de Vuestra Merced”, o por lo menos “Besoos, señor, las manos”, si el que me habla es caballero 541. Y ansí, de aquel de mi tierra que me atestaba de mantenimiento 542, nunca más le quise sufrir; ni sufriría ni sufriré a hombre del mundo, del rey abajo, que “Manténgaos Dios” me diga. "Pecador de mí –dije yo–, por eso tiene tan poco cuidado de mantenerte, pues no sufres que nadie se lo ruegue”543. –Mayormente –dijo– que no soy tan pobre que no tengo en mi tierra un solar de casas, que a estar ellas en pie y bien labradas, dieciséis leguas de donde nací, en aquella Costanilla de Valladolid 544, valdrían más de 534
Sí es, y sí tiene...Entiéndase: ‘Efectivamente, sí es noble de alcurnia y sí tiene dinero’. Como vemos el adverbio afirmativo [sí] se empleó acompañando a un verbo como perífrasis afirmativa, hasta bien entrado el S. de Oro. Después se desarrolló la construcción elíptica que hoy empleamos, solamente con ‘sí’. 535 ...ganarme por la mano... anticiparse a hacer algo antes que otro. O sea: ‘no hubiera estado mal que él se anticipara en alguna ocasión y se hubiera descubierto antes que yo’ (comedirse: anticiparse a algo; ver nota 33). 536 ¡Te juro por Dios! 537 Insiste el escudero en el rigor de observar la regla del saludo ente iguales. Viene a decir el hidalgo: Si en una sola ocasión ‘el Conde’ –se estaría refiriendo al mismo caballero de la frase anterior– no me saluda como debe, en la siguiente en que lo vea venir, ya sabré yo quitarme del medio para no tener que saludarlo. Pues un hidalgo sólo depende directamente del rey y de Dios, y como tal debe hacerse valer. De hecho, las antiguas leyes medievales recogían que los hidalgos, y sus heredades y bienes, –precisamente por ser habitualmente muy escasos– estaban exentos de jurisdicción señorial, fuera de la debida directamente al rey, y a Dios. 538 ...un día deshonré en mi tierra a un oficial y quise ponerle las manos... ‘un día ofendí [afrenté] a un artesano y casi le abofeteo’. El oficial era un artesano cualificado; por supuesto, no pertenecía a la nobleza, si bien dentro de las sociedades urbanas del XV y XVI ocupa el estrato social inferior a los hidalgos. 539 Tiene aquí valor despectivo que todavía hoy cabe escuchar en ciertos contextos. 540 de poca categoría social; generalizando, que no son nobles. 541 En tiempos del Lazarillo los tratamientos de cortesía habían cambiado y abundan las censuras contra la presunción y vanagloria de quienes, como este escudero, exigen que se les salude con las nuevas fórmulas de la Corte (el “beso, señor, sus manos, pies, etc”) contra las viejas fórmulas nobiliarias (ya viejas en época de los Reyes Católicos) de “Mantenga Dios a V.M.” que quedan para el trato de la gente común, o sea, para el saludo rústico. 542 ‘Nunca más quise soportar el saludo de aquel vecino que me hartaba (atestaba) con el Manténgaos Dios’. Y atestar de mantenimiento quería decir también ‘hartar de comida’ con una más que probable connotación sarcástica. 543 Este aparte de L es un chiste. ‘Con razón Dios –deduce irónicamente L– no se preocupa de mantenerte [ayudarte, alimentarte] si no toleras que te digan ’. El chiste ha sido relacionada con bromas similares del escritor Antonio de Guevara y de Diego Sánchez de Badajoz. 544 Entiéndase: ‘...si en vez de hallarse en el pueblo donde nací, a dieciséis leguas de la ciudad, estuviera en la Costanilla de Valladolid’ [o sea, en el barrio más próspero de Valladolid, tradicionalmente habitado por judíos conversos]. No obstante hay anfibología en la construcción sintáctica... no tengo en mi tierra un solar de casas, que a estar ellas en pie y bien labradas, dieciséis leguas de donde nací, en aquella Costanilla de Valladolid... pues cabe interpretar también que el escudero nace en la Costanilla, con lo cual se insinúa su origen converso, y por tanto, se enfatiza la vacuidad y la artificiosidad de tanto remilgo aristrocratizante. Valladolid fue sede frecuente de las cortes a lo largo del s. XV, convirtiéndose en residencia real y escenario de la boda de los Reyes Católicos en 1469. Bajo el reinado de estos y durante la 1ª mitad del XVI la capital (industria textil y comercio
doscientas veces mil maravedís 545, según se podrían hacer grandes y buenas. Y tengo un palomar que, a no estar derribado como está, daría cada año más de doscientos palominos 546. Y otras cosas que me callo, que dejé por lo que tocaba a mi honra 547. Y vine a esta ciudad pensando que hallaría un buen asiento 548, mas no me ha sucedido como pensé. Canónigos y señores de la iglesia muchos hallo; mas es gente tan limitada 549, que no los sacarán de su paso todo el mundo. Caballeros de media talla también me ruegan; mas servir con éstos es gran trabajo, porque de hombre os habéis de convertir en malilla 550, y, si no "Andá con Dios" os dicen. Y las mas veces son los pagamentos a largos plazos; y las más y las más ciertas, comido por servido 551. Ya cuando quieren reformar consciencia552 y satisfaceros vuestros sudores, sois librados, en la recámara, en un sudado jubón o raída capa o sayo 553.Ya cuando asienta un hombre con un señor de título, todavía pasa 554 su laceria. Pues ¿por ventura no hay en mí habilidad para servir y contentar a éstos? Por dios, si con él topase, muy gran su privado 555 pienso que fuese y que mil servicios le hiciese, porque yo sabría mentille tan bien como otro, y agradalle a las mil maravillas; reílle 556 ya mucho sus donaires y costumbres, aunque no fuesen las mejores de el mundo; nunca decirle cosa con que le pesase, aunque mucho le cumpliese; ser muy diligente en su persona 557 en dicho y hecho; no me matar por no hacer bien las cosas que él no había de ver; y ponerme a reñir, donde él lo oyese, con la gente de servicio, porque pareciese tener gran cuidado de lo que a él tocaba. Si riñese con algún su criado, dar unos puntillos agudos 558 para le encender la ira y que pareciesen en favor de559 el culpado; decirle bien de lo que bien le estuviese y, por el contrario, ser malicioso mofador 560, malsinar561 a los de casa y a los de fuera, pesquisar y procurar de saber vidas ajenas para contárselas; y otras muchas galas de esta calidad que hoy día se usan en palacio y a los señores dél parecen bien, y no quieren florecientes) y la universidad se convirtieron en centro del Renacimiento español, hasta el punto que Carlos V la hizo sede del Consejo Real y, de facto, en capital de su reino. FcoRico señala en concreto la pujanza urbanística de la construcción entre los años 1551-1559, teniendo en cuenta las palabras del escudero, y enmarcándolas en la época de escritura del Lazarillo, o sea, 1552-54. 545 Sin embargo, las ediciones de Medina, Alcalá y Amberes transcriben ‘200.000 maravedís’. 546 Desde la Edad Media la posesión de un palomar era un privilegio (y un negocio rentable) sólo concedido a los hidalgos y a las órdenes religiosas, así que la mención de ello por el escudero está llena de sentido económico y social. 547 Nueva referencia del escudero acerca de su pasado, pero asociada, nebulosamente, a cosas abandonadas, de las que calla, pero relacionadas con la honra; esto es, el pie del que ya sabemos que cojea el hidalgo y por el que –pensamos los lectores– podría llegar a mentir incluso a L. para marcar una línea ideológica entre pobreza de amo y de criado. 548 Contrato para servir a otro (ver tratado 2º, nota 1) 549 mezquina, poco generosa. Dicho por otro personaje, de nuevo nos encontramos ante una de las últimas enseñanzas del ciego acerca de las clases pudientes de Toledo. ‘Son tan avaros que el mundo entero no los hará cambiar de costumbre’ (véase la discordancia del sujeto en singular y el plural de sacarán). 550 Criado para todo. En el juego de naipes, comodín. 551 Sin obtener ganancia. 552 Era la fórmula habitual para los testamentos. Se reforma consciencia también para la confesión, para el cumplimiento de obligaciones atrasadas, satisfacer deudas o, en general, para cualquier propósito de enmienda. 553 ...sois librados, en la recámara, en un sudado jubón o raída capa o sayo. ‘Os pagan con ropas usadas (que guardan en la recámara)’ ‘Librar, o recibir y dar libranza’ era ordenar el pago a alguien en/por valor de algo. Alcalá y Amberes transcriben sois librado. Pero el sois librado de esta edición (o sea, de la de Burgos) se puede explicar por la concordancia lógica de vós y el predicado con adjetivo o participio en plural, y aun es posible interpretarlo como un cambio de sujeto, de lo particular a lo general, habitual en toda la obra. La nobleza ‘pagaba’ al criado sus servicios con ropas viejas y rotas, y el hecho está prolijamente recogido en la literatura de la época, junto con las quejas simétricas de la servidumbre, desde La Celestina, hasta las espléndidas palabras de J. de Mondragón en su Censura de la locura humana (de 1598) citadas por FcoRico: “los que se alzan con el sudor de los que trabajan por ellos... y piensan que recompensan el hurto que hacen con unos zapatos viejos y una camisa que de puro molida dejan de traella” 554 padece 555 criado particular del noble de alcurnia. 556 Otras ediciones escriben reílle hía (forma analítica del potencial) por reílle ya (infinitivo con pronombre átono apocopado) que aparece en esta. 557 en su presencia 558 literalmente sería ‘elevar afectadamente el tono de la voz’, y aquí, en sentido figurado, ‘exagerar los hechos con mala intención’. 559 a cargo de 560 el que hace burla 561 malsinar: delatar (con mala intención y por interés). Era éste, uso y abuso del privado “parlero”, y en general, del ejercicio de cortesano, censurado con frecuencia por aquellos autores que despreciaban las pompas palaciegas y, en general, toda forma moderna del estado absolutista. Así, según cita de FcoRico, Cristóbal de Castillejo (en su Aula de Cortesanos) dice que son menesteres cortesanos el malsinar, aborrecer, meter cizaña, blasfemar, holgar, burlar, reír, mentir, revolver, confundir, murmurar, maldecir... Cabría traer aquí el anecdotario de la relación del privado Lope de Vega y su amo, el Duque de Sesa.
ver en sus casas hombres virtuosos, antes los aborrecen y tienen en poco y llaman nescios y que no son personas de negocios562 ni con quien el señor se puede descuidar 563. Y con éstos los astutos usan, como digo, el día de hoy, de lo que yo usaría; mas no quiere mi ventura que le halle. Desta manera lamentaba también su adversa fortuna mi amo, dándome relación de su persona valerosa 564. Pues, estando en esto, entró por la puerta un hombre y una vieja. El hombre le pide el alquiler de la casa y la vieja el de la cama. Hacen cuenta, y de dos en dos meses le alcanzaron lo que él en un año no alcanzara 565: pienso que fueron doce o trece reales. Y él les dio muy buena respuesta: que saldría a la plaza a trocar una pieza de a dos566, y que a la tarde volviesen. Mas su salida fue sin vuelta. Por manera que 567 a la tarde ellos volvieron, mas fue tarde. Yo les dije que aun no era venido. Venida la noche, y él no, yo hube miedo de quedar en casa solo, y fuime a las vecinas y contéles el caso, y allí dormí. Venida la mañana, los acreedores vuelven y preguntan por el vecino, mas a estotra puerta. Las mujeres le responden: –Veis aquí su mozo y la llave de la puerta. Ellos me preguntaron por él y díjele que no sabía adónde estaba y que tampoco había vuelto a casa desde que salió a trocar la pieza, y que pensaba que de mí y de ellos se había ido con el trueco. De que esto me oyeron, van por un alguacil y un escribano. Y568 helos do vuelven luego con ellos, y toman la llave, y llámanme, y llaman testigos, y abren la puerta, y entran a embargar la hacienda de mi amo hasta ser pagados de su deuda. Anduvieron toda la casa y halláronla desembarazada 569, como he contado, y dícenme: –¿Qué es de la hacienda de tu amo, sus arcas y paños de pared y alhajas de casa 570? –No sé yo eso –le respondí. –Sin duda –dicen ellos– esta noche lo deben de haber alzado 571 y llevado a alguna parte. Señor alguacil, prended a este mozo, que él sabe dónde está. En esto vino el alguacil, y echóme mano por el collar del jubón 572, diciendo: –Mochacho, tú eres preso si no descubres los bienes deste tu amo. Yo, como en otra tal no me hubiese visto 573 –porque asido del collar, sí había sido muchas e infinitas veces, mas era mansamente dél trabado, para que mostrase el camino al que no vía–, yo hube mucho miedo y, llorando, prometíle de decir lo que preguntaban. –Bien está –dicen ellos–, pues di todo lo que sabes, y no hayas temor. 562
hombres o personas de negocios son aquellos que tienen muchos a su cargo. Perder cuidad, confiarse. 564 Ver n 144. Evidente ironía, parodia del lenguaje de las novelas de caballerías, que cierra la confesión del escudero. Se trata de un parlamento repleto de sutiles insinuaciones: ¿era el hidalgo un privado que perdió el favor de la corte o de su señor? ¿Fue en cambio ‘escudero de muchos señores’ como L es pobre de muchos amos? ¿Fue un simple escudero en el servicio doméstico de alguna familia donde vio y aprendió cómo se comportan los cortesanos y los privados de estos? ¿Se trata el parlamento de un lamento confesional o, en el fondo, es la justificación de un destino al cabo misérrimo? Claro que toda esta fronda retórica queda zanjada por L cuando resume paródicamente las palabras del escudero con el ‘dándome relación de su persona valerosa’, como si las peripecias del escudero fueran o pudieran ser de tan acendrado heroísmo como el que brilla en los libros de caballería. 565 ...de dos en dos meses le alcanzaron lo que él en un año no alcanzara: ‘el alquiler de dos meses alcanzaba lo que él no alcanzaba tener en un año’. Adviértase además el doble sentido de alcanzar: reconocer como deudor y obtener. En la época los alquileres solían cobrarse bimensualmente. Y enseguida conocemos el coste: 12-13 reales en concepto de casa y cama, o sea, aproximadamente 390 maravedís. Este era un precio mediano en relación al alquiler en otros barrios del Toledo del XVI; lo que significa que la casa lóbrega debía ser del montón, sin pobreza pero sin lujos ostensibles. 566 Pieza de a dos (moneda de dos castellanos de oro, equivalente a unos 30 reales de plata). De sobra para pagar la deuda. 567 De manera que... a la tarde ellos volvieron, mas fue tarde. Se trata de una dilogía o equívoco, pues L emplea la palabra ‘tarde’ con doble sentido, como sustantivo temporal (momento del día) y como adverbio temporal (pasado el tiempo oportuno). 568 Veamos cómo se cambia del pasado al presente histórico-actual, construido en polisíndeton, para sugerir viveza y rapidez en la cadena de actos. 569 desocupada 570 alhajas: conjunto de mobiliario y adornos 571 levantado, recogido 572 Hoy sería como ‘cuello de la camisa’; generalmente el cuello del jubón se descubría por encima del escote del sayo. 573 Se ha observado aquí una posible referencia a la canción popular “La niña de Gómez Arias”, cuyos versos rezan así: “Señor Gómez Arias / duélete de mí / que soy niña y sola / y nunca en tal me vi.” 563
Sentóse el escribano en un poyo para escrebir el inventario, preguntándome qué tenía. –Señores –dije yo–, lo que este mi amo tiene, según él me dijo, es un muy buen solar de casas y un palomar derribado. –Bien está –dicen ellos–. Por poco que eso valga, hay para nos entregar 574 de la deuda. ¿Y a qué parte de la ciudad tiene eso? –me preguntaron. –En su tierra –les respondí. –Por Dios, que está bueno el negocio –dijeron ellos–. ¿Y adónde es su tierra? –De Castilla la Vieja me dijo él que era –le dije yo. Riéronse mucho el alguacil y el escribano, diciendo: –Bastante relación es ésta para cobrar vuestra deuda, aunque mejor fuese. Las vecinas, que estaban presentes, dijeron: –Señores, este es un niño inocente, y ha pocos días que está con ese escudero, y no sabe dél más que vuestras mercedes, sino cuánto el pecadorcico se llega aquí a nuestra casa, y le damos de comer lo que podemos, por amor de Dios, y a las noches se iba a dormir con él. Vista mi inocencia, dejáronme, dándome por libre. Y el alguacil y el escribano piden al hombre y a la mujer sus derechos575, sobre lo cual tuvieron gran contienda y ruido, porque ellos alegaron no ser obligados a pagar, pues no había de qué ni se hacía el embargo. Los otros decían que habían dejado de ir a otro negocio que les importaba más por venir a aquél. Finalmente, después de dadas muchas voces, al cabo carga un porquerón 576 con el viejo alfámar de la vieja 577; aunque no iba muy cargado, allá van todos cinco dando voces. No sé en qué paró. Creo yo que el pecador alfámar pagara por todos; y bien se empleaba, pues el tiempo que había de reposar y descansar de los trabajos pasados, se andaba alquilando578. Así, como he contado, me dejó mi pobre tercero amo, do acabé de conocer mi ruin dicha, pues, señalándose todo lo que podría contra mí, hacía mis negocios tan al revés, que los amos, que suelen ser dejados de los mozos, en mí no fuese ansí, mas que mi amo me dejase y huyese de mí 579. Ilustraciones del tratado 3º . Vista de Toledo (Civitates Orbis Terrarum. Colonia, 1593-1594). Biblioteca de Sta Cruz. Universidad de Valladolid. . Espada ropera. Taller de Solingen (Alemania). Finales del S. XVI – s. XVII. Museo de Valladolid. . Grabado del Tercer tratado, según edición de Medina del Campo. . Ordenanzas de Toledo, 1505. Archivo municipal de Medina del Campo. Tratado tercero / SÍNTESIS – L en Toledo y encuentro con el escudero: L se traslada a duras penas (la herida causada por el clérigo de Maqueda tarda 15 días en cerrarse) hasta Toledo donde, mientras limosnea, busca amo. 574 575
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resarcirnos Los alguaciles (menores) eran oficiales de justicia y su labor consistía en ejecutar embargos y desembargos a petición de las partes interesadas o por mandamiento expedido por el alcalde. Las Ordenanzas Judiciales de Toledo (1562) estipulaban claramente que “los derechos [emolumentos] que han de llevar los alguaciles y escribanos” corrían a cargo de los interesados y se elevaban a 4 maravedíes para el alguacil de embargo y 6 para el escribano de testimonio. Corchete o ministro de la justicia (ayudante del alguacil) que arresta a los delincuentes y los lleva a la cárcel. Hay elipsis de casa o de cama; la cama donde ha dormido el hambriento L. ...y bien se [le] empleaba... y bien se lo merecía. L especula con el destino del cobertor e imagina que la vieja, dueña de la cama, o algún otro, lo alquilan a terceros, y de este modo, pudiera pagarse la deuda del escudero con los acreedores y de éstos con los funcionarios. Pero la sutileza estilística reside en cómo L personifica el objeto: ...el pecador alfamar pagara por todos; y bien se empleaba, pues el tiempo que había de reposar y descansar de los trabajos pasados, se andaba alquilando. Una personificación que sugiere el destino del alfamar (el vivir alquilado en vez de disfrutar de un merecido descanso) como trascripción del destino de L, quien para pagarse un destino, una vida, ha de vivir siempre alquilado, o sea, mozo de muchos amos. Era tan frecuente que los amos fueran dejados de los mozos, que incluso los contratos de los lazarillos auténticos preveían cómo proceder en tal caso y hay repetidos testimonios literarios al respecto. Esa realidad hace más paradójico el destino de L y a la vez explica el cuentecillo (recogido por Pedro de Mercado en sus Diálogos de filosofía natural y moral, de 1558) que algunos creen fuente del final del tratado 3º. En él un amo, tras encontrar un criado mejor, abandona con premeditación y nocturnidad a su mozo, que bien enojado lo tenía.
Una mañana, a las 8 (en plena calle), se topa con un escudero cuya pinta es irreprochable (buen porte y buena ropa). Se miran; el escudero le pregunta si tiene amo y enseguida le invita a seguirlo. Pasean por la ciudad (plazas y mercados) hasta las 11, y aunque L confía en que en algún momento le mandará comprar algo, no ocurre así. A esa hora el escudero entra en misa, y al salir se dirige calle abajo. L entonces piensa con alegría que es este gran señor que no compra en el mercado sino que se abastece “en junto”, y que ya en su casa ha de estar la comida presta. – En casa del escudero: A la 1 llegan a la casa, que L encuentra obscura y lóbrega pero con patio y habitaciones razonables. El escudero se quita la capa, la sacuden y doblan (el escudero le pregunta a L si para hacer esto tiene limpias las manos); y a renglón seguido ambos se sientan a departir: el escudero se interesa por L y este le responde (mintiendo e inventado sobre su vida como ha de hacer el criado de un escudero) si bien lo que le urge a esa hora es comer. A las 2 L. ya ve claro que el escudero no tiene intención de comer, que la casa está cerrada con llave y que no hay nadie ni nada más (sillas, muebles, tapices, etc.) dentro de ella, hasta el punto de que L cree que es casa encantada. El escudero le pregunta entonces a L si ha comido, y le informa de que él ya lo hizo por la mañana temprano y que en estas ocasiones es hábito suyo no volver a comer hasta la cena. Es en ese instante cuando L comprende la mala suerte que de nuevo le acompaña. L (a su pesar) miente al escudero diciéndole que no le importa pasarse sin comer y que de ello fue alabado de otros amos, a lo que el escudero le responde que el comer en exceso es de cerdos. – Los pedazos de pan: L (sabedor ya del pie que cojea el amo) se sienta entonces en el portal de casa a comerse tres pedazos de pan limosnero; esto que el escudero ve, le pregunta a L lo que come, y le toma el trozo más grande alabando la calidad del pan y preguntando si fue amasado con manos limpias, a lo que L le responde que ni lo sabe ni le importa. El escudero da fieros bocados al mendrugo como L a los suyos, mientras dice que está sabrosísimo. L se apresura a comerse sus trozos pues sospecha que el escudero también los quiera. El escudero entonces entra en la habitación pequeña y saca un jarro del que invita a L, quien, pensando ser vino, cree conveniente mentir de nuevo y rechazarlo, pero es agua, de la que ambos beben. La negra cama: De plática están hasta la noche, momento en que el escudero hace entrar a L en la habitación del jarro. Allí le ‘enseña’ a hacer una cama (el somier, el colchón y el alfamar) dura, vieja e incómoda. Como ya es entrada la noche –dijo entonces el escudero– y la casa queda lejos de la plaza y en la ciudad hay ladrones, invita a L a pasarla sin cenar (pues él, dice, ya ha comido días atrás y no lo necesita) y comer mucho es insano; a lo que L vuelve a asentir (aunque piensa para sí que si comer mucho es insano, él será inmortal). El escudero se acuesta en la cama recién hecha y manda a L dormir a sus pies: noche horrible de hambre y cuerpo dolorido de pura incomodidad pues si se revuelve despierta al amo [día 1 con el escudero]. – La mañana venida, el escudero sale de casa: L asea la ropa del escudero; este se viste, L le echa agua a las manos, se peina, y mientras coloca la espada al cinto la alaba (pero L sólo piensa en comer) y, ya preparado, sale a misa. Manda entonces L. que vigile la casa, haga la cama, llene la vasija de agua en el río y deje la llave al quicio por si él llega en tanto. Cuando L lo ve ir calle arriba piensa en la naturaleza de este engaño (esa necesidad de salvar las apariencias para salvar su honra), y en lo que la gente de la ciudad puede pensar de alguien así. – Los galanteos del amo: L aprovecha para reconocer la casa y confirma que está vacía,. Hace entonces los mandados. Cuando está a llenar el jarro, ve al escudero de galanteo con unas ‘damas’ en la ribera del río. Las damas, a lo que se ve, son prostitutas que venden sus servicios a cambio de una invitación a comer, cosa que el escudero no debe saber porque cuando hay que concretar el negocio, se azora. L lo ve todo mientras se desayuna unos tronchos de berzas, y de inmediato regresa a casa donde quiere barrer pero no sabe con qué. – L vuelve a pordiosear: Espera al amo hasta las 2 (por si trae algo de comer) pero este no llega; de modo que decide limosnear: antes de la 4 ya ha conseguido unas libras de pan, un pedazo de manita de vaca y tripas cocidas. – Merienda y cena de L: cuando el mozo llega a casa ya está el amo, a quien informa de lo que ha hecho. El escudero le dice que viendo que no venía ya ha comido, y le alecciona a seguir mendigando (pues es preferible a hurtar) siempre que la gente no se entere de a quién sirve, a lo que L le dice que no tenga cuidado. Después se lamenta de haber venido a Toledo, y más aún de la casa donde vive que, dice, ha de estar maldita porque cuanto le ocurre desde que vive en ella es tristeza e infortunio; por eso avisa a L de que antes de que termine el mes se mudará a otra. Por no quedar mal, L se salta la merienda. Cuando comienza a cenar, se da cuenta de que el amo no le aparta los ojos a la comida; siente lástima, y decide compartirla con él, no sin que este haga como si la uña y el pan fueran platos que prueba por su excelencia (mejor que el faisán, dice; o que con salsa de almodrote estaría mejor), pero nunca por pura hambre. Después ambos beben del jarro y se van a dormir, ese día, más contentos [día 2 con el escudero]. – Consideraciones de L y prohibición de la mendicidad en Toledo: [8 o 10 día más del mismo modo: el amo de paseo y L pidiendo para los dos] A pesar de ello, L dice quererlo bien y tenerle lástima por ser (frente a la crueldad del ciego y la avaricia del cura) pobre y, más, después de comprobar que el monederillo que había entre sus ropas estaba completamente vacío. Por eso, dice, no le importaba servirlo a pesar del hambre, y por eso cuando L, ya adulto, ve a personajes de esta clase le da lástima pensando en quien fue su dueño. Sólo un pero ponía a su manera de ser, y era la exagerada vanidad de su persona. Un día de estos se hizo pregón para que todos los mendigos forasteros abandonaran la ciudad bajo pena de azotes (fue año ese de carestía de trigo); pena aplicada, días después, como L pudo comprobar, en el centro mismo de Toledo. Este pregón y el rigor de las penas obligaron a L a dejar de pedir, y por tanto, a pasar de nuevo hambre; así estuvieron 2 o 3 días sin probar bocado y sin hablar, recluidos en la triste casa. Sólo L conseguía algo, para ir tirando, de las vecinas (hilanderas que hacían bonetes), que se apiadaban de su miseria y con las que –dice– tuvo ‘vencidad y conocimiento’. – La paja, el real y el entierro: No así el escudero, quien en 8 días no probó bocado, pero no por ello dejaba de hacer la comedia de pasear por la calle con el palillo entre los dientes a la hora de comer, ni dejaba de lamentarse por el encantamiento de la casa ni por las ganas de dejarla antes de fin de mes. Un día apareció el escudero, por sorpresa, con un real. Risueño, le dijo a L que fuera a la plaza a comprar pan, vino y carne, y le anuncia que acaba de alquilar la casa donde se mudarán a fin de mes. L marcha alegre con el real y el jarro pero se topa con un entierro por medio de la calle en el cual la mujer del difunto grita aquello de ¿adónde os me llevan? ¡A la casa triste y desdichada, a la casa lóbrega y obscura, a la casa donde nunca comen ni beben!, palabras que producen honda aprensión a L pues se piensa que se dirigen a casa del escudero. Se precipita de vuelta a casa, cierra la puerta y se abraza al escudero, quien, según se repone de su propia sorpresa y del susto de L, ríe largo y tendido. Compra al fin L, comen bien ese día aunque L no logra a sobreponerse del todo. – Por no quitar el bonete: [Algunos días después] El escudero se sincera con L. Le cuenta que efectivamente es forastero (de Castilla
la Vieja) pero que ha terminado en Toledo contra su voluntad por un incidente en su tierra con un caballero al que se negó a saludar (quitándose el bonete), ya que éste siempre se lo quitaba después de él. A pesar de que L no entiende ese orgullo desmedido, el escudero le explica que esperó muchas veces que el caballero se adelantara en alguna ocasión y saludara primero, y en vista de que esto no sucedió, pues marchó de su tierra. Y ante el juicio realista y práctico de L (saludar primero a aquel que sabes que es más que tú), el escudero le explica que no puede entenderlo pues es una cuestión de honra. Los escuderos –como hidalgos, que sólo se deben a Dios y al rey– son tan nobles como los de titulo, y como ellos deben saludar y ser saludados, así que si topa con un conde que no lo saluda correctamente, la otra vez que se cruce con él en la calle, se esconderá antes que saludarlo. De hecho, en cierta ocasión – cuenta el escudero– se cruzó con un artesano (un burgués corriente) a quien, por no dirigirle las palabras adecuadas a un noble (Bésoos, señor, las manos), a punto estuvo de zurrar. – Hacienda y proyectos del escudero: Sigue el escudero su relación y le habla ahora de sus propiedades, esto es, un solar mal labrado de casas derruidas, un palomar derribado y otras cosas que se calla, todo allá en su tierra, y hacienda que de estar en mejor sitio y en buenas condiciones daría dineros y palominos en abundancia. Después comenta sus proyectos al llegar a Toledo, esto es, asentarse con un noble, pero no para trabajar a destajo para señores de la clerecía (muy avarientos) ni para señores de medio pelo que no pagan, o pagan tarde y mal, o creen que lo comido por lo servido es suficiente, o que terminan simplemente regalando ropa vieja y raída. Él lo que quiere (y por ello se lamenta) es llegar a ser privado de un noble de alcurnia, con el que establecería todas las convenciones, costumbres y atenciones propias de un buen cortesano, lo que ocurre es que tampoco esto se lleva, y estos nobles desprecian a los ‘hombres virtuosos’ y prefieren a gente de poco fiar, tipos más ‘astutos’ que él que se aprovechan de las circunstancias. – Acreedores y huida del escudero: En esta plática estaban cuando un hombre y una vieja asoman por la puerta reclamando él, el alquiler de la casa, y ella, el de la cama. Las cuentas dicen que el escudero debe 12-13 reales, a lo que este responde que vuelvan a la tarde porque se va a la plaza enseguida a cambiar una pieza de dos castellanos de oro. Sin embargo, el escudero ya no regresa. No lo hallan a la tarde, y por la noche, L, miedoso, pide refugio en casa de las vecinas hilanderas. Por la mañana se presentan de nuevo los acreedores, entran con L en la casa, y le preguntan si sabe dónde está el amo. Como no averiguan nada, traen a un alguacil y a un escribano que levanten acta de embargo de la hacienda del escudero hasta que sea pagada la deuda. Registran la vivienda y al ver que no hay nada de nada, creen que el escudero, de acuerdo con L, se lo ha llevado todo por la noche. Bajo amenaza de ir a la cárcel, L les cuenta las propiedades que su amo decía tener allá en su tierra natal, lo cual provoca la risa del alguacil y del escribano que está haciendo inventario. Las vecinas que estaban presentes interceden por L e informan a la autoridad de que sólo es un niño pobre al que ellas suelen ayudar. – Escribano y alguacil reclaman su minuta a los acreedores y estos se niegan a pagar pues nada han gaado. Comienza discusión entre todos, a la que se añade un corchete llevándose, como único objeto de embargo, el alhamar de la cama. Y mientras, L, queda compuesto y sin amo, pues, en el colmo del infortunio, es este quien ha huido del criado.
Tratado Cuarto Como Lázaro se asentó con un fraile de la Merced580, y de lo que le acaeció con él Hube de buscar el cuarto581, y este fue un fraile de la Merced, que las mujercillas que digo me encaminaron582, al cual ellas le llamaban pariente 583: gran enemigo del coro y de comer en el convento 584, perdido por585 andar fuera, amicísimo de negocios seglares y visitar 586, tanto que pienso que rompía él mas zapatos que todo el convento. Este me dio los primeros zapatos que rompí en mi vida, mas no me duraron ocho días, ni yo pude con su trote durar más 587. Y por esto y por otras cosillas que no digo588, salí dél. Tratado cuarto / SÍNTESIS – Las vecinas (mujercillas) encaminan a L hacia un fraile mercedario que mantenía con ellas relaciones poco ejemplarizantes. Nada amigo de misas y convento, se pasaba la vida en la calle, mezclándose en negocios con seglares, visitando a unas y otros, tanto, que regaló a L los primeros zapatos que este rompió en menos de ocho días, hasta que L decide abandonarlo pues no aguantaba aquel trote.
580
Aquí, como un poco más abajo, Alcalá omite “de la Merced”. Para M. Bataillon [1958] no es gratuito que se trate de un mercedario, orden esta famosa en el Nuevo Mundo, donde contrastaba escandalosamente con las órdenes misioneras por su falta de espíritu evangélico y que, según el obispo de Guatemala, más hubiera valido expulsar de América. 581 Esta frase inicial del tratado 4º se vincula estrechamente –según Fco Rico– con el final del anterior (mi pobre tercero amo...; los amos...;que mi amo me dejase y huyese de mí), por más que el epígrafe haga difícil percibir la ilación. El dato inclina a pensar – cuando menos– que éste y los demás epígrafes se insertaron cuando el texto ya estaba enteramente redactado. Nótese, por otro lado, que el inicio del capítulo 5º mantiene la relación con el final del 3º, por encima del párrafo interpuesto: En el quinto por mi ventura di... 582 a quienes ellas me dirigieron 583 Como otros eufemismos, pariente es un término de parentesco que encubre relaciones vergonzantes. En general, la fugaz convivencia de Lázaro con este amo, carente de episodios o anécdotas concretos, sugiere la cercanía del protagonista a un mundo de moralidad prohibida que no se relata en el libro por razones evidentes. 584 O sea, ‘enemigo de cumplir con la obligación de participar en los rezos y oficios de su convento’ 585 muy aficionado por... 586 Visitar como irregular significa ‘andar de visita’ con el sentido de vivir con costumbres relajadas, gastar en demasía, entrar y salir de las casas sin guardar ningún decoro, etc. 587 Además del sentido recto (los zapatos rotos de seguir al fraile en sus continuas andanzas), romper los zapatos tenía el peyorativo de ‘andar en malos pasos’. Trotar, por igual, es verbo de marcada connotación sexual. Parece evidente que es este personaje quien inicia a L en la vivencia de lo erótico. En la misma línea, de nuevo el regalar calzado a los criados, costumbre habitual entre amos y mozos andariegos (y motivo literario reiterado en la alcahuetería). 588 Hace algunos años la crítica quiso ver en estas palabras una insinuante malicia para intrigar al lector: ¿Huyó L debido al intento de sodomización del que sería objeto por parte del fraile? Nada hay en la obra que nos haga presuponer esta posibilidad en L, y del fraile se nos dice que era pariente de las mujercillas. Acaso sea más sensato pensar en un recurso estilístico, una abbreviatio y reticencia, como hace L en varios momentos de la historia, por ejemplo, al hablar del ciego (Mas, por no ser prolijo, dejo de contar muchas cosas, así graciosas como de notar, que con este mi primer amo me acaecieron... Ver tratado 1º). O como hará otra vez en el tratado 5º. Se trata de un recurso habitual en el final de las cartas y que resulta comprensible en este momento, cuando L quiere imprimir más viveza al relato.
Tratado Quinto Como Lázaro se asentó con un buldero589, y de las cosas que con él pasó En el quinto por mi ventura di, que fue un buldero, el más desenvuelto y desvergonzado, y el mayor echador dellas590 que jamás yo ví ni ver espero ni pienso que nadie vio; porque tenía y buscaba modos y maneras591 y muy sotiles invenciones.
589
Buldero o bulero: persona que predicaba y vendía bulas por orden superior. También se les denominaba cuestores o comisarios. Bula o bulda (< lat BULLA, en sentido recto, burbuja; y en el figurado, medalla de caja, generalmente de oro, conteniendo amuletos, que llevaban a modo de collar los jóvenes nobles romano hasta los 17 años –hasta recibir la toga–, las jóvenes nobles hasta el matrimonio y los soldados o atletas triunfadores. Dentro del latín eclesiástico, la bulla era el sello de plomo que va pendiente de ciertos documentos pontificios y que por un lado representa la cabeza de S. Pedro y S. Pablo y por el otro lleva el nombre del papa). Por metonimia la palabra acaba designando el contenido del propio documento, o sea, cualquier expediente pontificio relativo a materia de fe por el que se otorgan, a cambio de dinero, determinadas indulgencias o beneficios espirituales (por ejemplo, el reconocimiento de la nulidad matrimonial etc.), o que exime del cumplimiento de algunas obligaciones como el ayuno, el pago de ciertos impuestos, ciertas penitencias, la asistencia a ciertos oficios, etc. Se trataba, por supuesto, de un documento expedido por un Comisario General de la cancillería apostólica, autorizado por el sello de su nombre y con pleno valor jurídico dentro de la administración del reino. Nuestro buldero sería un cura andariego (con el rango de ‘Comisario principal de la Cruzada’ de una diócesis) encargado de predicar y vender las bulas (y recaudar el caudal y producto de ellas) conocidas como ‘de la Santa Cruzada’ con las que en la España imperial se recaudaban fondos para luchar contra el turco. Cubrían diferentes indulgencias para redención de cautivos en tierras de moros y para los que iban a la guerra contra infieles o acudían a los gastos de ella con limosnas. La bula de la Sta Cruzada costaba dos reales, y la mayor parte del dinero recaudado iba a las arcas del Estado y el resto a la Iglesia. Movido por sus escasos escrúpulos, este buldero se convierte en un timador, un híbrido de timador y charlatán de feria, que termina por quedarse el dinero de las bulas vendidas. Los bulderos o echacuervos menudeaban en las zonas rurales del cristianismo. Solían acompañarse de un alguacil u oficial que ejecutaba sus órdenes y multaba o prendía a quien correspondiese. Desde 1512 las cortes claman contra este tributo. Las cortes de Valladolid (1523) y Toledo (1525) cargan contra la canalización de la fe, la mezcla de esta con las supercherías y la corrupción moral de los bulderos. Es bien conocida la actitud radicalmente crítica que Erasmo y discípulos, adoptan al respecto. Una pragmática de 1524 prohibió estas actividades en Castilla, pero no alcanzó su objetivo. Las protestas se acentúan en las cortes de 1542 y 1548 (ya en un contexto contrarreformista, postrindentino), sólo que ahora la validez ecuménica y eucarística de la bula queda fuera de toda duda, pero se arremete exclusivamente contra su carácter mercantilista, y como tal, corruptor de la fe auténtica. 590 Dellas son las bulas. Pero obsérvese que el pronombre se refiere a buldero (hiperónimo), pues la palabra bula (hipónimo) se omite. Se trata, pues, de un zeugma, deixis elíptica pronominal condensada en un significado hiperónimo. Es rasgo del lenguaje conversacional, espontáneo, que da naturalidad a la dicción de L. 591 modos y maneras... sentido peyorativo, como ‘tener mañas’ (en el tratado 3º) o ‘mañosos artificios’ (a continuación)
En entrando en los lugares do habían de presentar 592 la bula, primero presentaba a los clérigos o curas algunas cosillas, no tampoco de mucho valor ni substancia: una lechuga murciana, si era por el tiempo, un par de limas o naranjas, un melocotón, un par de duraznos, cada sendas peras verdiniales 593. Ansí procuraba tenerlos propicios porque favoreciesen su negocio y llamasen sus feligreses a tomar 594 la bula. Ofreciéndosele a él las gracias, informábase de la suficiencia dellos 595. Si decían que entendían, no hablaba palabra en latín, por no dar tropezón; mas aprovechábase de un gentil y bien cortado romance 596 y desenvoltísima lengua. Y si sabía 597 que los dichos clérigos eran de los reverendos (digo, que más con dineros que con letras, y con reverendas598 se ordenan sancto), hacíase entre ellos un sancto Tomás 599 y hablaba dos horas en latín. A lo menos, que lo parecía, aunque no lo era 600. Cuando por bien no le tomaban las bulas, buscaba cómo por mal se las tomasen, y para aquello hacía molestias al pueblo e otras veces con mañosos artificios. Y porque todos los que le veía hacer sería largo de contar601, diré uno muy sotil y donoso, con el cual probaré bien su suficiencia. En un lugar de la Sagra de Toledo602 había predicado dos o tres días, haciendo sus acostumbradas diligencias, y no le habían tomado bula, ni a mi ver tenían intención de se la tomar. Estaba dado al diablo con aquello y, pensando qué hacer, se acordó de convidar al pueblo, para otro día de mañana despedir la bula 603. Y esa noche, después de cenar, pusiéronse a jugar la colación 604 él y el alguacil, y sobre el juego vinieron a reñir y a haber malas palabras. Él llamó al alguacil ladrón, y el otro a él falsario. Sobre esto, el señor comisario, mi señor, tomó un lanzón 605 que en el portal do jugaban estaba. El aguacil puso mano a su espada, que en la cinta606 tenía. Al ruido y voces y que todos dimos, acuden los huéspedes y vecinos, y métense en medio, y ellos, muy enojados, procurándose desembarazar de los que en medio estaban, para se matar. Mas 592
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...habían de presentar... el plural es marca de impersonalidad. O, como señalan algunos, sugeriría la presencia de alguien más, un socio, en esta industria del timo popular, como enseguida se verá. Presentar: Predicar un sermón explicando para qué sirve una bula. E inmediatamente después del verbo, presentar se emplea con el sentido de ‘regalar’ (otra dilogía) Estos regalos para ganar la voluntad del cura del lugar hacen pensar en la pobreza general del clero rural. La huerta murciana era famosa; la lima (del árabe lima) es el fruto del limero; se llama aquí durazno (del latín DURACINUS) a una variedad del melocotón. El durazno también es el fruto del árbol del mismo nombre (término genérico para el melocotonero, el pérsico y el propio durazno); las peras verdinales o verdiñales (también las bergamotas) conservan el color verde incluso cuando maduras. comprar Fragmento de difícil interpretación. Puede significar: ‘cuando los clérigos iban a darle las gracias, se informaba acerca de sus conocimientos’ (FcoRico, y en general todos los editores modernos). También cabe interpretar gracias como ‘nombres’. Por último, otros proponen modificar la puntuación del enunciado: Ansí procuraba tenerlos propicios, porque favoreciesen su negocio y llamasen sus feligreses a tomar la bula, ofreciéndosele a él las gracias [‘beneficios’]. Informábase de la suficiencia dellos. Esto es, ‘procuraba tener a los curas agradecidos de modo que llamaran a los fieles a tomar la bula, la cual habían de pagar al buldero; y este a su vez se informaba del número de feligreses’. Con todo, se trata en este caso de ‘forzar’ en exceso la construcción sintáctica. El romance era cualquier lengua derivada del latín, o sea, en este caso, el castellano. El nombre del idioma (castellano o español) no estaba asentado en los años 50 del XVI. En las ediciones de Burgos y Amberes se lee sabían, siguiendo quizá el sujeto plural visto antes (habían) Las reverendas eran cartas de recomendación (por las cuales se solía pagar un dinero) entre prelados para autorizar el ordenamiento de alguien. Se llamaban así –por metonimia– porque iban encabezadas por al expresión “Reverendo en Cristo...”. Los clérigos reverendos (generalmente iletrados y pobretones) son los que han llegado a cura mediante este procedimiento. Obviamente, aquí, L emplea este adj para generar una intencionada ambigüedad: estos no son clérigos ‘dignos de reverencia’ sino ‘ordenados mediante un procedimiento corrupto e inmoral’. Santo Tomás de Aquino es una antonomasia de ‘teólogo’ o ‘sabio’ en general. Tomás de Aquino (1225- 1274) encarna la época dorada de la Escolástica, el sistema teologal-filosófico que resume el pensamiento de la iglesia de Roma durante toda la Edad Media y buena parte del Renacimiento. Otra artimaña empleada con frecuencia por el clero o los bulderos en el púlpito era la de hablar macarronamente el latín, aparejando ‘una ensalada de vocablos incógnitos’, con los que se pensaba espantar y admirar a los oyentes, generalmente personas sin formación, ajenas a los latines, quienes en su simpleza tomaban a los curas por sabios y lo que decían por ‘cosas de gran misterio y valor’ (recuérdese al respecto el desenlace de Divinas palabras, de Valle, bien entrado el siglo XX) Como ocurre en el tratado 4º o en el 1º, el autor emplea aquí otra abbreviatio. Región al norte de Toledo (zona de Illescas), paso obligado a Madrid o desde ella. Convidar era ‘rogar a alguien que estuviese presente en alguna celebración o ritual’. En cambio, despedir la bula, lo mismo que recibirla, mediante sendos sermones, eran actos rituales de obligado cumplimiento por los lugareños del sito que visitaba el buldero, según la pragmática real de 1524, todavía vigente en los años 50. Por tanto, el uso de convidar es una ironía. Colación: confitura que, después de cenar, a modo de postre, acompañaba a la bebida. Lanza pequeña cintura
como la gente al gran ruido cargase 607 y la casa estuviese llena della, viendo que no podían afrentarse 608 con las armas, decíanse palabras injuriosas, entre las cuales el alguacil dijo a mi amo que era falsario y las bulas que predicaba que eran falsas609. Finalmente, que los del pueblo, viendo que no bastaban a ponellos en paz, acordaron de llevar el alguacil de la posada a otra parte. Y así quedó mi amo muy enojado; y después que los huéspedes 610 y vecinos le hubieron rogado que perdiese el enojo y se fuese a dormir, se fue, y así nos echamos todos. La mañana venida, mi amo se fue a la iglesia y mandó tañer a misa y al sermón para despedir la bula. Y el pueblo se juntó, el cual andaba murmurando de las bulas, diciendo cómo eran falsas y que el mesmo alguacil, riñendo, lo había descubierto. De manera que, tras que 611 tenían mala gana de tomalla, con aquello del todo la aborrecieron. El señor comisario se subió al púlpito, y comienza su sermón, y a animar la gente a que no quedasen sin tanto bien y indulgencia como la santa bula traía. Estando en lo mejor del sermón, entra por la puerta de la iglesia el alguacil y, desque hizo oración, levantóse 612, y, con voz alta y pausada, cuerdamente comenzó a decir: –Buenos hombres, oídme una palabra, que después oiréis a quien quisiéredes. Yo vine aquí con este echacuervo613 que os predica, el cual me engañó y dijo que le favoreciese en este negocio y que partiríamos la ganancia. Y agora, visto el daño que haría a mi consciencia y a vuestras haciendas, arrepentido de lo hecho, os declaro claramente que las bulas que predica son falsas, y que no le creáis ni las toméis, y que yo, directe ni indirecte614, no soy parte en ellas, y que desde agora dejo la vara y doy con ella en el suelo615. Y si en algún tiempo este fuere castigado por la falsedad, que vosotros me seáis testigos como yo no soy con él ni le doy a ello ayuda, antes os desengaño y declaro su maldad. Y acabó su razonamiento. Algunos hombres honrados que allí estaban se quisieron levantar y echar el alguacil fuera de la iglesia, por evitar escándalo. Mas mi amo les fue a la mano 616 y mandó a todos que, so pena de excomunión, no le estorbasen, mas que le dejasen decir todo lo que quisiese. Y ansí, él también tuvo silencio mientras el alguacil dijo todo lo que he dicho. Como calló, mi amo le preguntó si quería decir más, que lo dijese. El alguacil dijo: –Harto hay más que decir de vos y de vuestra falsedad, mas por agora basta. El señor comisario se hincó de rodillas en el púlpito y, puestas las manos 617 y mirando al cielo, dijo ansí: –Señor Dios, a quien ninguna cosa es escondida, antes todas manifiestas, y a quien nada es imposible, antes todo posible618: Tú sabes la verdad y cuán injustamente yo soy afrentado. En lo que a mí toca, yo lo perdono, 607
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se amontonase, acudiese en masa afrentar como ofender, humillar, oponer en peligro, atacar con intención de herir... Uso pleonástico de la conjunción que para dar al discurso indirecto particular vivacidad (sólo aparece en la edición de Burgos) ...huéspedes... en la época clásica (XVI y XVII), ‘propietarios de la posada’; hoy entendemos –por metonimia– que son los que reciben hospedaje. ...tras que...además de que... Al entrar en un templo, era costumbre santiguarse y, de rodillas, rezar una breve oración. El echacuervo [pues el ‘cuervo’ era animal con el que las supersticiones nombraban al diablo] era el charlatán que engañaba a la gente sencilla con embelecos, pócimas y ungüentos, o sea, con remedios cuyos efectos nunca se realizan. También la expresión echar el cuervo sigue el mismo sentido. Se aplicaba a los exorcistas, sanadores, y particularmente, a los bulderos. Directa o indirectamente, latinismo, fórmula jurídica común. El alguacil, símbolo de la autoridad, se acompañaba de un bastón o vara. Al arrojarla al suelo, estaba renunciando al cargo. ...les fue a la mano (‘ir a la mano’)... se lo impidió, se lo estorbó. juntas las manos en actitud de rezo. Según Fco Rico este parlamento del buldero imita con humor el estilo paralelístico y antitético propio de la retórica eclesiástica y exacerbado por fray Antonio de Guevara
porque Tú, Señor, me perdones. No mires a aquel, que no sabe lo que hace ni dice 619; mas la injuria a Ti hecha, te suplico, y por justicia te pido, no disimules. Porque alguno que está aquí, que por ventura pensó tomar aquesta sancta bula, dando crédito a las falsas palabras de aquel hombre, lo dejará de hacer. Y, pues es tanto perjuicio del prójimo, Te suplico yo, Señor, no lo disimules, mas luego muestra aquí milagro, y sea desta manera: que, si es verdad lo que aquél dice y que yo traigo maldad y falsedad, este púlpito se hunda conmigo y meta siete estados 620 debajo de tierra, do él ni yo jamás parezcamos 621; y si es verdad lo que yo digo y aquél, persuadido del demonio 622, por quitar y privar a los que están presentes de tan gran bien, dice maldad, también sea castigado y de todos conocida su malicia. Apenas había acabado su oración el devoto señor mío, cuando el negro alguacil cae de su estado 623, y da tan gran golpe en el suelo que la iglesia toda hizo resonar, y comenzó a bramar y echar espumajos por la boca y torcella y hacer visajes con el gesto624, dando de pie y de mano, revolviéndose por aquel suelo a una parte y a otra. El estruendo y voces de la gente era tan grande, que no se oían unos a otros. Algunos estaban espantados y temerosos. Unos decían: "El Señor le socorra y valga." Otros: "Bien se le emplea, pues levantaba tan falso testimonio." Finalmente, algunos que allí estaban, y a mi parescer no sin harto temor, se llegaron y le trabaron de los brazos, con los cuales daba fuertes puñadas a los que cerca del estaban. Otros le tiraban por las piernas y tuvieron reciamente, porque no había mula falsa 625 en el mundo que tan recias coces tirase. Y así le tuvieron un gran rato, porque más de quince hombres estaban sobre él, y a todos daba las manos llenas, y, si se descuidaban, en los hocicos626. A todo esto, el señor mi amo estaba en el púlpito de rodillas, las manos y los ojos puestos en el cielo, transportado en la divina esencia, que el planto y ruido y voces que en la iglesia había no eran parte para apartalle de su divina contemplación. Aquellos buenos hombres llegaron a él y, dando voces, le despertaron, y le suplicaron quisiese socorrer a aquel pobre, que estaba muriendo, y que no mirase a las cosas pasadas ni a sus dichos malos, pues ya dellos tenía el pago; mas si en algo podría aprovechar para librarle del peligro y pasión que padescía, por amor de Dios lo hiciese, pues ellos veían clara la culpa del culpado y la verdad y bondad suya, pues a su petición y venganza el Señor no alargó el castigo. El señor comisario, como quien despierta de un dulce sueño, los miró, y miro al delincuente y a todos los que alderredor estaban, y muy pausadamente les dijo: –Buenos hombres, vosotros nunca habíades de rogar por un hombre en quien Dios tan señaladamente se ha señalado627; mas, pues Él nos manda que no volvamos mal por mal y perdonemos las injurias, con confianza podremos suplicarle que cumpla lo que nos manda, y Su Majestad perdone a éste que le ofendió poniendo en su sancta fe obstáculo628. Vamos todos a suplicalle. Y, así, bajó del púlpito y encomendó a que muy devotamente suplicasen a Nuestro Señor tuviese por bien de perdonar a aquel pecador, y volverle en su salud y sano juicio, y lanzar dél el demonio, si Su Majestad había permitido que por su gran pecado en él entrase. Todos se hincaron de rodillas, y delante del altar, con los clérigos, comenzaban a cantar con voz baja una 619 620 621 622
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paráfrasis de las palabras de Cristo en la cruz, “Señor, perdónalos porque no saben lo que hacen...” (Evangelios) ...estados... medidas de estatura normal de una persona (se usaban, por ejemplo, para medir la profundidad de un pozo) ...parezcamos con el sentido de ‘aparezcamos, seamos vistos’. Recuerda, según FcoRico, el “Si quis, suadente diabolo...”, del Derecho canónico... Y la fórmula se repetirá más adelante (ver n 45) Caer de su estado: literalmente, ‘cae desde su estatura, tan grande como es’; figurado: se desmaya. ‘haciendo muecas (visajes) con el rostro (gesto)’ mula que engaña. En la jerga del ganado caballar, mula o caballo falso era el que sin motivo alguno, soltaba coces. Se juega con la expresión dar [a] manos llenas, que significa ‘dar o repartir con generosidad, en abundancia’ juego de derivación donde se ha señalado significa ‘se ha manifestado’. La intervención del buldero (palabras y situación) remite a un pasaje del Evangelio según S. Marcos donde Jesús se dirige a los discípulos: “Y cuando estéis orando, si tenéis algo contra alguien, perdonadlo, para que también vuestro Padre que está en los cielos os perdone vuestros pecados”
letanía629. Y viniendo él con la cruz y agua bendita, después de haber sobre él cantado, el señor mi amo, puestas las manos al cielo y los ojos que casi nada se le parescía 630, sino un poco de blanco, comienza una oración no menos larga que devota, con la cual hizo llorar a toda la gente (como suelen hacer en los sermones de Pasión, de predicador y auditorio devoto 631), suplicando a Nuestro Señor, pues no quería la muerte del pecador, sino su vida y arrepentimiento 632, que aquel633 encaminado por el demonio y persuadido de la muerte y pecado, le quisiese perdonar y dar vida y salud, para que se arrepintiese y confesase sus pecados. Y esto hecho, mandó traer la bula, y púsosela en la cabeza; y luego el pecador del alguacil comenzó, poco a poco, a estar mejor y tornar en sí. Y desque fue bien vuelto en su acuerdo, echóse a los pies del señor comisario y demandóle perdón, y confesó haber dicho aquello por la boca y mandamiento del demonio, lo uno por hacer a él daño y vengarse del enojo, lo otro, y más principal, porque el demonio reciba mucha pena del bien que allí se hiciera en tomar la bula. El señor mi amo le perdonó, y fueron hechas las amistades entre ellos. Y a tomar la bula hubo tanta priesa, que casi ánima viviente en el lugar no quedó sin ella: marido y mujer, e hijos e hijas, mozos y mozas. Divulgóse la nueva de lo acaecido por los lugares comarcanos y, cuando a ellos llegábamos, no era menester sermón ni ir a la iglesia; que a la posada la venían a tomar, como si fueran peras que se dieran de balde. De manera que en diez o doce lugares de aquellos alderredores donde fuimos, echó el señor mi amo otras tantas mil bulas sin predicar sermón. Cuando él hizo el ensayo 634, confieso mi pecado que también fui dello espantado, y creí que ansí era, como otros muchos; mas con ver después la risa y burla que mi amo y el alguacil llevaban y hacían del negocio, conocí cómo había sido industriado por el industrioso635 e inventivo de mi amo636. 629
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oración de súplica ...nada se le parescía... nada se les veía. De nuevo, fluctuación sing/plur en pronombre átono de tercera persona. Hoy diríamos les pues se refiere a ‘ojos’. Es perceptible en estas palabras (o un poco antes, donde ha dicho el devoto señor mío) un tono irónico, de raíz erasmista, sobre todo, en el adjetivo devoto. Efectivamente, en los momentos más ardorosos del combate religioso del siglo XVI fue este un adjetivo, valga decir, de aire erasmiano, frente al término ‘piedad-piadoso’. De hecho, devoto y devoción trascribían la actitud erasmista de la ‘devotio moderna’, esto es, la de encomiar en el feligrés la ligereza y sencillez del culto y la de reforzar la oración mental o muda sobra la pública y exterior. Todo ello como parte de la lucha espiritual contra la exhibición ritual del oficio religioso y contra el dogma hermeneútico de la Iglesia romana. Así ‘devoto o devoción’ solían acompañarse de vocablos despectivos como ‘superstición, escrúpulo, ceremonia...’, siempre con el matiz de lo engañoso, falso, de lo burdamente fácil o material de la fe. Paráfrasis de otro versículo bíblico (Libro de Ezequiel): “Diles: Por mi vida –oráculo del Señor Yahvé–, que no me complazco en la muerte del malvado, sino en que el malvado se convierta de su conducta y viva [...]” En vez de aquel, hay que entender ‘a aquel’ pues el autor emplea una fórmula ya fijada (ver n 34). Embuste, ardid, traza maliciosa otro juego de palabras por derivación: industriado como ‘amañado’ e industrioso como ‘ingenioso’. Inmediatamente después la edición de Alcalá añade el siguiente fragmento:
Acaeciónos en otro lugar, el cual no quiero nombrar por su honra, lo siguiente. Y fue que mi amo predicó dos o tres sermones y dó a Dios la bula tomaban [y doy al diablo maldita la bula que compraban]. Visto por el astuto de mi amo lo que pasaba y que, aunque decía se fiaban por un año, no aprovechaba y que estaban tan rebeldes en tomarla y que su trabajo era perdido, hizo tocar las campanas para despedirse. Y hecho su sermón y despedido desde el púlpito, ya que se quería abajar, llamó al escribano y a mí, que iba cargado con unas alforjas, e hízonos llegar al primer escalón, y tomó al alguacil las que en las manos llevaba y las que no tenía en las alforjas, púsolas junto a sus pies, y tornóse a poner en el púlpito con cara alegre y arrojar desde allí de diez en diez y de veinte en veinte de sus bulas hacia todas partes, diciendo: –Hermanos míos, tomad, tomad de las gracias que Dios os envía hasta vuestras casas, y no os duela, pues es obra tan pía la redempción de los captivos cristianos que están en tierra de moros. Porque no renieguen nuestra santa fe y vayan a las penas del infierno, siquiera ayudadles [metátesis: ayudadles] con vuestra limosna y con cinco paternostres y cinco avemarías, para que salgan de cautiverio. Y aun también aprovechan para los padres y hermanos y deudos que tenéis en el Purgatorio, como lo veréis en esta santa bula. Como el pueblo las vio ansí arrojar, como cosa que la daba de balde y ser venida de la mano de Dios, tomaban a más tomar, aun para los niños de la cuna y para todos sus defuntos, contando desde los hijos hasta el menor criado que tenían, contándolos por los dedos. Vímonos en tanta priesa, que a mí aínas [casi] me acabaran de romper un pobre y viejo sayo que traía, de manera que certifico a Vuestra Merced que en poco más de una hora no quedó bula en las alforjas, y fue necesario ir a la posada por más. Acabados de tomar todos, dijo mi amo desde el púlpito a su escribano y al del Concejo [Ayuntamiento] que se levantasen y, para que se supiese quién eran los que habían de gozar de la santa indulgencia y perdones de la santa bula y para que él diese buena cuenta a quien le había enviado, se escribiesen. Y así, luego todos de muy buena voluntad decían las que habían tomado, contando por orden los hijos y criados y defuntos. Hecho su inventario, pidió a los alcaldes que, por caridad, porque él tenía que hacer en otra parte, mandasen al escribano le diese autoridad del inventario y memoria de las que allí quedaban [ordenaran al escribano que le otorgara la autoridad legal sobre el inventario de las bulas
Y, aunque mochacho, cayóme mucho en gracia, y dije entre mí: "¡Cuántas déstas deben hacer estos burladores entre la inocente gente! 637" Finalmente, estuve con este mi quinto amo cerca de cuatro meses, en los cuales pasé también hartas fatigas.638
Ilustraciones del tratado 5º . Grabado del tratado 5º (según edición de Alcalá) . Campanilla. Taller de Malinas. Mediados del s. XVI. Fundación Museo de las Ferias. . Bula de la Cruzada, 1581. Tratado quinto / SÍNTESIS – El 5º dueño fue un desvergonzado y tramposo buldero. Allí donde quería vender bulas, se ganaba primero la voluntad de los curas con regalillos menores (unas frutas, alguna lechuga etc.) para que estos llamaran a los fieles a tomar las bulas y para conocer de primera mano el poder adquisitivo de la parroquia. Según los curas entendieran más o menos, les hablaba o no en latín macarrónico para aparentar sabiduría; y siempre gastaba un español ‘gentil y bien cortado’. Cuando los feligreses no le tomaban las bulas, empleaba todo tipo de artificios engañosos, de los que recuerda el siguiente. En un lugar [Sagra de Toledo] nadie le había comprado bulas tras 3 días de prédicas. Así que el penúltimo día citó a la gente a la iglesia para despedir al siguiente la bula. Esa noche, en el mesón se jugaron el buldero y su alguacil la colación, y por ella terminaron a las manos, en violenta riña (el buldero llamó al alguacil ladrón, y el otro a él buldero falsario), riña en la que intervino la gente para separarlos hasta llevarse al alguacil a otra parte. concedidas. Es decir, para, en el futuro, demandar el pago por vía judicial] , que, según decía el escribano, eran más de dos mil. Hecho esto, él se despidió con mucha paz y amor, y ansí nos partimos deste lugar. Y aun antes que nos partiésemos, fue preguntado él por el teniente [sustituto] cura del lugar y por los regidores si la bula aprovechaba para las criaturas que estaban en el vientre de sus madres, a lo cual él respondió que según las letras que él había estudiado que no; que lo fuesen a preguntar a los doctores más antiguos que él, y que esto era lo que sentía [su parecer] en este negocio. E ansí nos partimos, yendo todos muy alegres del buen negocio. Decía mi amo al alguacil y escribano: –¿Qué os parece, como a estos villanos [rústicos], que con sólo decir Cristianos viejos somos, sin hacer obras de caridad, se piensan salvar sin poner nada de su hacienda? Pues, ¡por vida del licenciado Pascasio Gómez [nombre del buldero], que a su costa se saquen más de diez cautivos! Y ansí nos fuimos hasta otro lugar de aquel cabo de Toledo [al lado de], hacia la Mancha, que se dice, adonde topamos otros más obstinados en tomar bulas. Hechas mi amo y los demás que íbamos nuestras diligencias [curiosa construcción sintáctica en que conviven el sujeto agente –mi amo y los demás– y un sujeto paciente –nuestras diligencias–], en dos fiestas que allí estuvimos no se habían echado treinta bulas. Visto por mi amo la gran perdición y la mucha costa que traía, y la ardideza [astucia] que el sotil de mi amo tuvo para hacer despender [expender, deshacerse de] sus bulas, fue que este día dijo la misa mayor, y después de acabado el sermón y vuelto al altar, tomó una cruz que traía de poco más de un palmo, y en un brasero de lumbre que encima del altar había, el cual habían traído para calentarse las manos porque hacia gran frío, pusóle detrás del misal sin que nadie mirase en ello [sin que nadie se diera cuenta]. Y allí, sin decir nada puso la cruz encima la lumbre y, ya que hubo acabado la misa y echada la bendición, tomóla con un pañizuelo [pañuelo], bien envuelta la cruz en la mano derecha y en la otra la bula, y ansí se bajó hasta la postrera grada del altar, adonde hizo que besaba la cruz, e hizo señal que viniesen adorar la cruz. Y ansí vinieron los alcaldes los primeros y los más ancianos del lugar, viniendo uno a uno como se usa [como es habitual]. Y el primero que llegó, que era un alcalde viejo, aunque él le dio a besar la cruz bien delicadamente, se abrasó los rostros [labios] y se quitó presto afuera [apartó rápido]. Lo cual visto por mi amo, le dijo: –¡Paso, quedo, señor alcalde! ¡Milagro! Y ansí hicieron otros siete o ocho, y a todos les decía: –¡Paso, señores! ¡Milagro! Cuando él vido que los rostriquemados bastaban para testigos del milagro, no la quiso dar más a besar. Subióse al pie del altar y de allí [desde allí] decía cosas maravillosas, diciendo que por la poca caridad que había en ellos había Dios permitido aquel milagro y que aquella cruz había de ser llevada a la santa iglesia mayor de su Obispado; que por la poca caridad que en el pueblo había, la cruz ardía. Fue tanta la prisa que hubo en el tomar de la bula, que no bastaban dos escribanos ni los clérigos ni sacristanes a escribir. Creo de cierto que se tomaron más de tres mil bulas, como tengo dicho a vuestra merced. Después, al partir él, fue con gran reverencia, como es razón, a tomar la santa cruz, diciendo que la había de hacer engastonar [engastar] en oro, como era razón. Fue rogado mucho del Concejo y clérigos del lugar les dejase allí aquella santa cruz por memoria del milagro allí acaecido. Él en ninguna manera lo quería hacer y al fin, rogado de tantos, se la dejó. Conque le dieron otra cruz vieja que tenían antigua de plata, que podrá pesar dos o tres libras, según decían. Y ansí nos partimos alegres con el buen trueque y con haber negociado bien. En todo no vio nadie lo susodicho sino yo, porque me subía par del altar [colocaba cerca del altar] para ver si había quedado algo en las ampollas [vinajeras], para ponello en cobro [para cobrármelo, o sea, irónicamente, para bebérmelo] , como otras veces yo lo tenía de costumbre. Y como allí me vio, púsose el dedo en la boca haciéndome señal que callase. Yo ansí lo hice porque me cumplía [convenía], aunque, después que vi el milagro, no cabía en mí por echallo fuera, sino que el temor de mi astuto amo no me lo dejaba comunicar con nadie, ni nunca de mi salió, porque me tomó juramento que no descubriese el milagro [es el colmo de la corrupción: un delincuente haciendo valer el acto de juramento]. Y ansí lo hice hasta agora. 637
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RNDurán hace una consideración oportuna al hilo del ataque anticlerical que encierra el tratado: el Concilio de Trento comienza en 1545. Si la obra se hubiera escrito en el 52-53, sería impensable este ataque contra bulas y bulderos pues el concilio y su ortodoxia impregnan ya toda la vida social y cultural del reino. En cambio, sí tendría su lógica si aceptamos que la obra pudo escribirse entre el 29-32, o sea, en plena lucha erasmista contra la venta de bulas, la corrupción y los abusos de estos personajes. Inmediatamente después, tras coma, la edición de Alcalá añade:
[...] , aunque me daba bien de comer a costa de los curas y otros clérigos do iba a predicar.
Por la mañana, el bulero va a decir la misa para despedir la bula. En la iglesia la gente se reune incrédula ante sus palabras. Cuando está diciendo el sermón es interrumpido por el alguacil quien, intempestivamente, dirigiéndose a los fieles, les confirma que el otro es un echacuervo (mentiroso engañador e inmoral) con el que él mismo está asociado pero que desde ahora se arrepiente de todo y lo abandona. A lo cual, el buldero, completamente sereno, contesta (dirigiéndose a Dios), hincado devotamente de rodillas, que miente el alguacil y que todo es una afrenta a su persona, y que él la perdona, pero, en cambio, solicita al Señor que se ‘manifieste’ ya que también Él ha sido injuriado, ya que es mucho el perjuicio de aquella gente que al creer al alguacil ya no fía de tomar las bulas. Así que le pide un milagro: si es verdad lo que dice el alguacil el púlpito se hunda con él y entierra a siete personas, además de ellos dos; y si es el buldero quien dice verdad, que el alguacil sufra merecido castigo. Apenas es acabada esta oración, al alguacil le da un ataque de enajenación acompañado, como posesión demoníaca, de visajes, bramidos, espumarajos y violentos retorcimientos en el suelo, los cuales amedrentan a los parroquianos, quienes ahora dan por bueno el vaticinio del buldero. Entre muchos consiguen reducir al enfermo alguacil, mientras el otro permanece en el púlpito de rodillas, absorto en la divina esencia. La gente le pide al buldero que haga algo por el pobre enfermo y que no tenga en cuenta las cosas pasadas. Por amor de Dios y apoyado en la plegaria de toda la iglesia, el buldero toma la cruz y el agua bendita; reza sobre el enfermo; y a continuación le coloca una bula sobre la cabeza, con lo que el pecador enseguida vuelve en sí y se repone. Por supuesto, confiesa su mentira y haberla dicho como venganza por lo ocurrido la noche antes. Pide perdón y el buldero se la concede. A todo ello, el pueblo responde con la compra masiva de bulas, y el sucedido se corre entre los pueblos cercanos donde se venden otras miles de ellas. De hecho L confiesa que también él se creyó el engaño hasta que las chanzas posteriores del alguacil y el buldero le convencieron de la mentira. *En otro lugar donde tampoco conseguía vender bulas, llamó a los parroquianos para despedirse. Una vez terminada la oración, casi por sorpresa, él y el alguacil comienzan a repartir bulas (regalarlas) indiscriminadamente con el pretexto de que basta poseerlas para ayudar así a los cristianos cautivos en tierra de moros. Pero terminado el multitudinario reparto el buldero solicita a su escribano y al del ayuntamiento que tomen nota del nombre de todos aquellos que van a disfrutar de las dispensas de la bula, y enseguida se queda con la lista de los beneficiarios (cabe suponer que para reclamar después el dinero vía judicial). Cuando ya se despide del pueblo alguien le pregunta si las bulas sirven a las criaturas en el vientre de la madre, a lo que contesta que no (se supone irónicamente, pues estos sí que no pueden pagarlas). Lejos ya del pueblo, el buldero se ríe de la miopía de los cristianos viejos que tan fácilmente se han dejado engañar. En otro lugar, en la Mancha toledana, donde tampoco querían comprarle bulas, ideó otro engaño, esta vez con la traza de un timo. El buldero dice la misa mayor y tras el sermón, de espaldas a la gente, toma una cruz pequeña y la calienta en las ascuas de un brasero que sobre el altar se había dispuesto para calentarse las manos y que él esconde a la gente situándolo tras el misal. Acabada la misa, toma la cruz con un pañuelo y mostrándola a los fieles hace como que la besa y solicita que todos se acerquen a adorarla. El primero que la besa se quema los labios, a lo que el buldero exclama “milagro”, y como aquel, les ocurre a 7 u 8 más. El buldero entonces vuelve al altar y desde allí dice que el milagro se debe a la poca caridad de todos aquellos que se han negado a tomar las bulas. A lo que los feligreses responden con la compra masiva de bulas. Después el buldero dice que va a llevar la cruz para que la engasten en oro pero la gente lo convence de que la deje en la iglesia a cambio de una cruz vieja pero de plata que allí había. Dice L que de toda esta maña sólo se percató él pues había subido a la altura del altar con el fin de beberse el vino de las vinajeras, cuando, el buldero, mientras oficiaba, le hizo señal de que permaneciera en silencio. Después, el buldero obliga a jurar a L que a nadie le contará lo que sabía, cosa que viene a cumplir hasta el momento de escribir esta carta. L añade que a pesar de todo guarda buen recuerdo de este personaje que tanta habilidad e inteligencia tenía para engañar a los ilusos, y que fueron 4 meses los que pasó a su lado antes de abandonarlo, *aunque con él nunca pasó hambre. * Resumen de la interpolación de Alcalá.
Tratado Sexto Como Lázaro se asentó con un capellán, y lo que con él pasó. Después desto, asenté con un maestro de pintar panderos 639 para molelle los colores, y también sufrí mil males. Siendo ya en este tiempo buen mozuelo, entrando un día en la iglesia mayor 640, un capellán della me recibió por suyo, y púsome en poder un asno y cuatro cántaros y un azote 641, y comencé a echar agua por la ciudad642. Este fue el primer escalón que yo subí para venir a alcanzar buena vida, porque mi boca era medida643. Daba cada día a mi amo treinta maravedís ganados644, y los sábados ganaba para mí, y todo lo demás645, entre semana, de treinta maravedís.
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Este maestro sería acaso un buhonero de los que se ganaban la vida vendiendo las panderetas que ellos mismos pintaban. Algunas interpretaciones sugieren que la alusión a tal maestro es figurada y con ella L da a entender que se trataba de un alcahuete a quien le habría ayudado mezclando los productos cosméticos. catedral látigo ...a echar...a pregonar y vender agua por la ciudad. O sea, L comienza en el oficio de aguador, que era tenido como de gente baja. La vida de un aguador en Toledo se detalla en La ilustre fregona de Cervantes, o en el famoso cuadro de Velázquez. Lógicamente –y L lo reconoce enseguida– se trata de la primera anécdota que organiza estructuralmente el desenlace de la obra. Por otra parte no resulta casual que aparezca un capellán o canónigo negociante vinculado a la catedral de Toledo. La figura del clérigo mercader es algo tradicionalmente censurado por la Iglesia. Los capellanes eran sacerdotes que hacían funciones subalternas como asistir al celebrante o como decir misas en los oratorios privados de la nobleza y su pobreza los impelía a tales negocios. Además, se piensa de este personaje que podía ser un judío por el tipo de contrato que hace a L. La ironía reside en que, a pesar de que en 1547 se implantan en la catedral de Toledo los estatutos de limpieza de sangre, muchos eclesiásticos intermedios (capellanes) formaban una secta judía, oculta y sacrílega en la medida en que ni siquiera eran conversos. No es desdeñable que el autor anónimo intentase levantar esta sospecha en el lector. ...porque mi boca era medida: recuerda el dicho “Su boca será su medida”, esto es, ‘se le dará satisfacción y gusto en todo lo que pida’. También cabe la interpretación de ‘mi boca era la adecuada; tenía idóneas condiciones’ para el oficio. En cualquier caso – recuerda Ángel Basanta– la boca es la medida de L para medrar y para medir su ascenso social. Recordemos el valor simbólico de las treinta monedas como precio de Cristo. ...todo lo que excedía...
Fueme tan bien en el oficio que al cabo de cuatro años que lo usé, con poner en la ganancia buen recaudo646, ahorré para me vestir muy honradamente de la ropa vieja647, de la cual compré un jubón de fustán viejo y un sayo raído de manga tranzada y puerta, y una capa que había sido frisada, y una espada de las viejas primeras de Cuéllar648. Desque me vi en hábito de hombre de bien, dije a mi amo se tomase su asno, que no quería más seguir aquel oficio. Ilustraciones del Tratado 6º . Grabado del tratado 6º (según edición de Alcalá) Tratado sexto / SÍNTESIS – Sirve a continuación a un maestro (buhonero) de pintar panderos. – Un capellán de la catedral primada de Toledo es el siguiente amo de Lázaro; bajo su tutela se convierte en aguador, recorriendo la ciudad con un asno, 4 cántaros y un azote o látigo. Realmente -y en palabras del propio Lázaro- " fue el primer escalón que yo subí para venir a alcanzar buena vida". proporciona su oficio. Aunque el capellán lo explota vilmente (entre semana sólo gana lo que sobrepasa los 30 maravedies –cuota fija del amo–, y se queda con todo lo ganado el sábado), se mantiene a su servicio cuatro años, hasta que las ganacias del oficio le permiten vestirse "muy honradamente de la ropa vieja" (y espada). Esto alcanzado, se despide del capellán.
Tratado Séptimo Como Lázaro se asentó con un alguacil, y de lo que le acaeció con él649 Despedido del capellán650, asenté por hombre de justicia 651 con un alguacil, mas muy poco viví con él, por parescerme oficio peligroso; mayormente, que una noche nos corrieron a mí y a mi amo a pedradas y a palos unos retraídos 652; y a mi amo, que esperó653, trataron mal, mas a mí no me alcanzaron. Con esto renegué del trato654.
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...recuado... en este caso, toda la atención, todo el cuidado (o sea, vigilando no se estafado por el amo) Le fue muy bien, pero tardó cuatro años en poder vestirse con ropa vieja. La ironía es hiriente, casi sarcasmo. El capellán explotaba vilmente a L. Descripción de una indumentaria extremadamente humilde. Fustán era una tela de algodón para forros. Sayo de manga tranzada y puerta: Sayo de mangas trenzadas con apertura a la altura del pecho. Capa frisada: capa cuyo tejido se levantaba o rizaba formando borlillas. Ver tratado 3º, nota 56, para orden de colocación de toda esta vestimenta. Espada de Cuellar: otra ambigüedad en el uso de los nombres propios. Cuéllar es villa segoviana famosísima en el XV y XVI por sus espaderos (por ejemplo, Antonio, citado en el tratado 3º, y Juan de Lobínguez). Pero es que también se ha documentado un espadero llamado Pedro de Cuéllar, en Toledo, hacia 1529. De nuevo se trata de un epígrafe que no corresponde al contenido del tratado. Despedido... aquí despedido viene de EXPETARE, no de EXPEDIRE. O sea, con el sentido de antiguo de ‘saludar o pedir licencia para marcharse’. ...hombre de justicia... porquerón (ver tratado 3º, n 189). Los alguaciles menores u ordinarios eran encargados de apresar a aquellos que, en la ciudad o poblado, determinaban los alcaldes. los delincuentes que, tras cometer un delito, se refugiaban (retraían) en una iglesia para no ser capturados por la justicia. El derecho de asilo de estas gentes provocaba atropellos innumerables de los que se quejaba la autoridad eclesiástica. Entiéndase: ‘el alguacil no huye sino que, cumpliendo con su obligación –al revés que L– permaneció allí, por más que lo apedrearan y apalearan’. ...trato significa por un lado ‘contrato’ pero también ‘modo de comportarse’, en este caso, ‘comportarse mal’ si atendemos al trataron mal que aparece antes.
Y pensando en qué modo de vivir haría mi asiento 655, por tener descanso y ganar algo para la vejez, quiso Dios alumbrarme656 y ponerme en camino y manera provechosa. Y con favor que tuve de amigos y señores, todos mis trabajos y fatigas hasta entonces pasados fueron pagados con alcanzar lo que procuré 657, que fue un oficio real658, viendo que no hay nadie que medre, sino los que le tienen. En el cual el día de hoy vivo y resido a servicio de Dios y de Vuestra Merced 659. Y es que tengo cargo de pregonar los vinos que en esta ciudad se venden, y en almonedas y cosas perdidas 660; acompañar los que padecen persecuciones por justicia y declarar a voces sus delitos: pregonero, hablando en buen romance 661. Hame sucedido tan bien, yo le he usado tan fácilmente, que casi todas las cosas al oficio tocantes pasan por mi mano. Tanto, que, en toda la ciudad, el que ha de echar 662 vino a vender, o algo, si Lázaro de Tormes no entiende en ello663, hacen cuenta de no sacar provecho. En este tiempo, viendo mi habilidad y buen vivir, teniendo noticia de mi persona el señor arcipreste de Sant Salvador664, mi señor, y servidor y amigo de Vuestra Merced 665, porque le pregonaba sus vinos, procuró casarme con una criada suya 666. Y visto por mí que de tal persona no podía venir sino bien y favor, acordé de lo hacer667. Y así, me casé con ella, y hasta agora no estoy arrepentido. Porque, allende 668 de ser buena hija y
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...asiento... estancia, permanencia y detención larga y continua en alguna parte. Se ha querido ver en el uso del verbo alumbró la condición de alumbrado del autor anónimo del Lazarillo, o al menos, una orientación iluminista (de hecho, este verbo también aparece en el tratado 1º). Alumbrar (< lat ILLUMINARE) y alumbrado: miembro de cierta corriente espiritualista, mística y renovadora, en la España del XV y XVI. Los alumbrados, bajo influencia de la Reforma y del pensamiento de Erasmo, propugnaban una desacralización de la vida religiosa, al tiempo que la comunión directa del alma con Dios. Diseminados por Castilla y Andalucía, sólo tenían en común un marcado misticismo y una tendencia a menospreciar los aspectos más formales de la religión. 657 ...procuré con sentido de ‘busqué una prebenda o cargo’. 658 ...oficio real ‘Oficio’ porque lo era todo servicio al rey o al reino (esto es, dentro de la administración del Estado), y ‘real’ porque, frente a las ocupaciones pasadas, nada más real que un trabajo regular y remunerado. Fco Rico señala que aquí L, a lo mejor, está remedando el proverbio de la nobleza “Iglesia, o mar o casa real”. 659 ...a servicio de Dios y de Vuestra Merced... era fórmula habitual para terminar cartas según los manuales de la época. 660 Entiéndase: ‘y [pregonar] en almonedas y [pregonar] cosas perdidas’. Almoneda: subasta, venta pública de bienes muebles realizada ante justicia y escribano, y voceada por un pregonero que en voz alta proponía la cosa que se vendía y el precio que habían de dan por ella. 661 El oficio de pregonero era vil y bajo, pues se vinculaba a los delincuentes, pero sin olvidar, para el caso que nos ocupa, que el cargo proporcionaba unos buenos ingresos, como se recoge en las Ordenanzas municipales de Toledo, de 1562. El buen romance (ver tratado 5º, n 8) es el castellano o español. Por último, la edición de Alcalá añade en punto seguido: 656
En el cual oficio un día que ahorcábamos un apañador [ladrón] en Toledo y llevaba una buena soga de esparto, conocí y caí en la cuenta de la sentencia que aquel mi ciego amo había dicho en Escalona, y me arrepentí del mal pago que le di por lo mucho que me enseñó, que, después de Dios, él me dio industria para llegar al estado que ahora estó.
Este añadido viene a justificar la profecía de las sogas incluida en la interpolación del tratado 1º 662 Ver tratado 6º, n 4. 663 Ver tratado 1º, n 81. 664 ...el señor arcipreste de Sant Salvador... Esta parroquia de S. Salvador está perfectamente datada. Una descripción de la ciudad imperial en el s. XVI, la menciona pequeña, de noble gente poblada, de insignes y notables enterramientos, con muchas capellanías; con cementerio interior, huerto y casa para el cura. Un arcipreste es el cura principal en las iglesias parroquiales o menores, y preside a los curas y beneficiados de alguna villa. No consta que la iglesia de S. Salvador fuera arciprestal, luego hay que pensar (FcoRico) que L atribuye el título al párroco. No piensa igual RNDurán, que afirma taxativamente que el arcipreste no vive ni oficia en Toledo sino en alguna ciudad cercana. Por otro lado, la figura del ‘arcipresta lascivo’ tiene larga filiación literaria desde la edad media; y la del ‘clérigo mercader’ la acabamos de encontrar, también, en el capellán del tratado 6º. 665 Fórmula idéntica a la de la nota 11. 666 En una Pragmática de costumbres de 1503 leemos lo que era sabido de todos: “Muchas veces acaesce que, habiendo tenido algunos clérigos mujeres por mancebas públicas, después, para encubrir el delito, las casan con sus criados y con otras personas tales, que se contentan estar en casa de los mismos clérigos que antes las tenían de la manera que antes estaban”. Además, tampoco conviene descuidar el hecho de que la conducta seguida por L estaba penada: “A los maridos que por precio consintieren que sus mujeres sean malas de cuerpo..., les sea puesta la mesma pena que por leyes de nuestros reinos está puesta a los rufianes, que es, por primera vez, vergüenza pública y diez años de galeras, y, por segunda vez, cien azotes y galeras perpetuas” (Pragmática de 1577). L, al negar el caso, no sólo defiende su buena fama, sino también su libertad. Por último, Diego Sánchez de Badajoz escribió una Farsa del matrimonio (s. XVI) donde un fraile, para aprovecharse de una moza, propone a su criado que se case con ella. 667 Ver tratado 3º, n 82. 668 aparte
diligente servicial669, tengo en mi señor arcipreste todo favor y ayuda. Y siempre en el año le da, en veces 670, al pie de una carga de trigo671; por las Pascuas, su carne; y cuando el par de los bodigos, las calzas viejas que deja672. Y hízonos alquilar una casilla par de la suya: los domingos y fiestas casi todas las comíamos 673 en su casa. Mas malas lenguas, que nunca faltaron ni faltarán, no nos dejan vivir, diciendo no sé qué, y sí sé qué 674, de que veen a mi mujer irle a hacer la cama y guisalle de comer 675. Y mejor les ayude Dios que ellos dicen la verdad676. Porque, allende de no ser ella mujer que se pague destas burlas 677, mi señor me ha prometido lo que pienso cumplirá. Que él me habló un día muy largo delante della, y me dijo: –Lázaro de Tormes, quien ha de mirar a dichos de malas lenguas, nunca medrará 678. Digo esto porque no me maravillaría alguno679, viendo entrar en mi casa a tu mujer y salir della. Ella entra muy a tu honra y suya, y esto te lo prometo680. Por tanto, no mires a lo que pueden decir, sino a lo que te toca, digo, a tu provecho. –Señor –le dije–, yo determiné de arrimarme a los buenos 681. Verdad es que algunos de mis amigos me han dicho algo deso, y aun por más de tres veces me han certificado que, antes que comigo casase, había parido tres veces682, hablando con reverencia de Vuestra Merced, porque está ella delante 683. 669 670 671
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Dice: ‘buena muchacha y diligente criada’. Servicial se usa como sustantivo: ‘criada, sirvienta’. ...en veces... varias veces al año Entiéndase: ‘casi (al pie de) cuatro fanegas de trigo (unos 222 litros)’. Esto es, la carga era medida de capacidad cuyo nombre proviene del volumen de áridos que podía acarrear un macho. [...] y cuando el par de los bodigos, las calzas viejas que deja. Entiéndase: ‘y en el tiempo de la ofrenda del par de bodigos, le da las calzas viejas’. Las calzas era una suerte de medias vistas que cubrían, ciñéndolos más o menos, el muslo y la pierna de varón. El arcipreste se las da a la moza para L. En Pascua le daba carne y el 25 de abril (S Marcos), con el final del invierno, le daba las calzas viejas. Según la antigua división de las estaciones, esta fecha era frontera de invierno y estío, y momento propicio para cambiar de calzas y celebrar fiestas de las que formaba parte la ofrenda de bodigos al predicador. El pasaje, en cambio (recuerda FcoRico), ha planteado dudas. Hay editores que interpretan el cuando como segundo término de una coordinación distributiva cuyo primer término es en veces (‘una veces el arcipreste le da... y otras el par de bodigos, las calzas viejas que deja’). Para este punto de vista el arcipreste sería quien da los bodigos a su amancebada, lo que serviría para recoger el hilo del tratado 2º y para recordar refranes como “Pues que el clérigo la mantiene, bodigos tiene” y semejantes. La metonimia comíamos se explica porque comúnmente, todavía ahora, los domingos y fiestas de guardar se celebran con comida familiar o de invitados. Muletilla conversacional que aquí introduce una aguda reticencia, pues sugiere mucho sin decir nada. Lo de hacer la cama es alusión erótica en las canciones populares medievales del estilo de “Hícele la cama / a mi enamorado, / hícele la cama / sobre mi costado” (o sea, le hice ‘sitio’, le invité...) Sin embargo, FcoRico recuerda que en este contexto es posible emparentar la frase con el romance La bella malmaridada donde leemos: “Por las tierras donde fueres, / bien te sabría yo servir; / yo te haría bien la cama / en que hayamos de dormir. / Yo te guisaré la cena / como a caballero gentil, / de gallinas y capones / y otras cosas más de mil. / Que a este mi marido / ya no lo puedo sufrir...” Y mejor les ayude Dios que ellos dicen la verdad. Entiéndase: ‘y mejor les ayude Dios, pues mienten’. Literalmente, la construcción elíptica dice ‘Y sería mejor [para los que hablan mal de mi mujer] que la ayuda que les dispensara Dios fuera mayor que la verdad que dicen’ Después del punto la edición de Alcalá interpola ahora el cumplimiento de la segunda profecía del ciego acerca de los cuernos (tratado 1º):
Aunque en este tiempo siempre he tenido alguna sospechuela y habido algunas malas cenas por esperalla algunas noches hasta las laudes [rezo dentro del oficio divino que se dice después de los maitines, o sea, de madrugada] y aun más, y se me ha venido a la memoria lo que mi amo el ciego me dijo en Escalona estando asido del cuerno; aunque de verdad siempre pienso que el diablo me lo trae a la memoria por hacerme malcasado, y no le aprovecha. 677 678
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Entiéndase: ‘aparte de no ser ella mujer a la que gusten estas bromas (niñerías)...’ saldrá adelante, ascenderá socialmente no me sorprendería algún mal dicho... prometo...aquí con el sentido de ‘aseguro’. FcoRico llama la atención sobre la diferencia del prometo distinguido, de elevado escrúpulo, del arcipreste, y los juramentos de la moza o el jurar sobre la hostia de L. En realidad estamos ante una artimaña seguramente hurdida por el arcipreste y la moza, una engañifa de las que estilaba el buldero, por ejemplo, engañifa, eso sí, que al día de hoy L ya no cree, pero acepta. Esencial referencia que cierra el círculo de la indignidad, abierto en el tratado 1º. En primer lugar, por más de tres veces [le] han certificado a L la malandanza de su mujer. Tres veces, como las tres negaciones de Cristo por parte de Pedro. Y en segundo lugar, la alusión al parir de las albarranas de un clérigo escondía una acusación de crimen. Diversas fuentes de la época (Bernat Metge, S Vicente Ferrer, Rodrigo de Reinosa, etc) nos hablan de las ‘abominaciones’ que realizaban aquellas mujeres dispuestas a cubrir el pecado cometido. Así –se dice– ahogaban al recién nacido o lo enterraban vivo, etc. ... hablando con reverencia de Vuestra Merced, porque está ella delante. Expresión que ha levantado últimamente prolija
Entonces mi mujer echó juramentos sobre sí 684, que yo pensé la casa se hundiera con nosotros. Y después tomóse a llorar 685 y a echar maldiciones sobre quien comigo la había casado, en tal manera que quisiera ser muerto antes que se me hobiera soltado aquella palabra de la boca686. Mas yo de un cabo687 y mi señor de otro, tanto le dijimos y otorgamos, que cesó su llanto, con juramento que le hice de nunca más en mi vida mentalle nada de aquello, y que yo holgaba y había por bien de que ella entrase y saliese, de noche y de día, pues estaba bien seguro de su bondad. Y así quedamos todos tres bien conformes. Hasta el día de hoy nunca nadie nos oyó sobre el caso; antes, cuando alguno siento que quiere decir algo della, le atajo y le digo: –Mirá, si sois amigo, no me digáis cosa con que me pese, que no tengo por mi amigo al que me hace pesar; mayormente, si me quieren meter mal con mi mujer, que es la cosa del mundo que yo más quiero, y la amo más que a mí. Y me hace Dios con ella mil mercedes y más bien que yo merezco; que yo juraré sobre la hostia consagrada, que es tan buena mujer como vive dentro de las puertas de Toledo688. Quien otra cosa me dijere, yo me mataré con él. Desta manera no me dicen nada, y yo tengo paz en mi casa. Esto fue el mesmo año que nuestro victorioso Emperador en esta insigne ciudad de Toledo entró y tuvo en ella Cortes, y se hicieron grandes regocijos, como Vuestra Merced
discusión. FcoRico (1984) señala que ella se refiere a Vuestra Merced, y no a la mujer de L, por más que a ésta remite la expresión delante della que aparece dos párrafos antes. Rafael Lapesa, de hecho, afirma que en la lengua del XVI y XVII, “un interlocutor a quien el hablante se ha dirigido valiéndose de sustantivos que lo representan con acatamiento o denuesto puede ser designado luego mediante el pronombre él, ella”. Esto plantea de inmediato un problema interpretativo: ¿puede ser Vuestra Merced, el interlocutor que pide a L aclaraciones sobre el ‘caso’, una mujer? RNDurán (2006) muestra las incoherencias de que Vuestra Merced se refiera al arcipreste y propone que sólo puede asimilarse al interlocutor de L, quien a la postre sería interlocutor femenino. >. Por tanto L (que está charlando con el arcipreste en presencia de su mujer) viene a decir lo siguiente: “Verdad es que algunos de mis amigos me han dicho algo de eso, y aun por más de tres veces me han certificado que, antes que conmigo casase, había parido tres veces; expresión por la que pido excusas porque VM (usted, como interlocutor femenino) está delante.” 684 Entiéndase: ‘conjuró males sobre sí en el caso de que mintiera’ 685 se echó a llorar 686 palabra, en sentido lato, como ‘conversación, asunto, cuestión, caso...’ Obsérvese la vaguedad que toman ahora las palabras de L: palabra, aquello, y el así quedamos de la frase final, cuando en nada han quedado. Esta vaguedad se sintetiza enseguida en la voluntad compartida de silenciar el caso, que leemos en el enunciado siguiente. 687 de un lado 688 Entiéndase: ‘la mía es tan buena mujer como [lo es cualquier mujer que] vive en Toledo’ De hecho, Antona Pérez confiaba que L no saliera peor hombre que su padre (tratado 1º)
habrá oído689. Pues en este tiempo estaba690 en mi prosperidad y en la cumbre de toda buena fortuna. 691
. . . .
Ilustraciones del tratado 7º Grabado del tratado 7º (según edición de Alcalá) Tambor de pregonero. Siglo XVI. Mueso diocesiano y Catedralicio. Valladolid. Ordenanza y pregón del vino (1503). Grabado del tratado 7º (según edición de Medina del Campo) Tratado séptimo / SÍNTESIS
– El octavo dueño fue un alguacil del que se despide pronto por parecerle oficio peligroso (especialmente una noche en que unos criminales retraídos los apedrean, maltratando al alguacil que les hizo frente, pero no a L, quien sale por piernas y no alcanzan) – El último trabajo (que dice haberlo conseguido con ayuda de ‘amigos y señores’) es el que ocupa en el momento de escribir la carta, y el que más le satisface pues compensa con creces todos los pasados sufrimientos. Se trata de un ‘oficio real’ (o sea, un empleado público dependiente de la administración del reino) donde se puede ‘medrar’. El oficio es el de pregonero (de vino, de subastas de almoneda, de cosas perdidas, de ajusticiados, etc.), *en cuyo ejercicio, un día que pregonaba el ahorcamiento de un ladrón, cayó en el significado de la profecía del ciego en Escalona cuando le advirtió que se cuidara de sogas y cuerdas (recuerdo que le provoca el arrepentimiento por lo que le hizo después de haber aprendido tanto de aquél). Oficio este que le ha dado a conocer en Toledo y por el que todo el mundo lo estima. – Cuando ya está situado en este trabajo, el arcipreste de S Salvador, a quien también pregonaba los vinos (y a la sazón, amigo de VM, destinatario de la carta), lo invita a casarse con una criada suya, cosa que acepta L atendiendo a la persona que se lo pide. Matrimonio del que hasta el presente (momento de escribir la carta) dice no estar arrepentido y ello porque su mujer es buena y hacendosa y porque el arcipreste les ayuda continuamente (una carga de trigo al año, carne por Pascuas, y ropa usada). Además, el arcipreste les hace alquilar una casa par de la suya donde comen domingos y fiestas. – Así estaban las cosas hasta que hace poco –explica L.– las malas lenguas han comenzado a insinuar que su mujer le hace la cama al arcipreste y guisa para él, cosa que es completamente falsa. *Aunque en este tiempo siempre ha sospechado un tanto después de esperarla algunas noches hasta el amanecer, lo cual le ha hecho recordar la otra profecía del ciego en Escalona, cuando le advirtió de 689
Esta alusión a las cortes de Toledo se suele relacionar con el momento de redacción del Lazarillo: o bien se escribió después de 1538: cortes bien poco victoriosas (se acababa de firmar en Niza una muy poco honrosa tregua con Francia) y nada satisfactorias para Carlos V (pues la emperatriz Isabel está gravemente enferma y de hecho morirá el 39, recién terminadas las cortes); o más probablemente, se escribió después de 1525: cortes convocadas tras la victoria de Pavía contra Francia y con el rey de Francia encarcelado en Madrid, convocadas en la ciudad de Toledo, último bastión comunero recientemente sofocado por el emperador; y convocadas, también, para anunciar los esponsales de este con Isabel de Portugal, nieta, como Carlos, de los R Católicos, quien le aportaría una cuantiosa dote. Esto es, en un momento perfectamente recordado por la gente e idóneo para los grandes regocijos. RNDurán añade que la frase dice que el Emperador entró en Toledo, y un personaje sólo “entra” en una ciudad cuando lo hace por primera vez, y esa ocasión fue, sin ningún género de dudas, 1525. Rico no piensa lo contrario. El marco de cierre son las cortes del 38-39, y ello porque el autor apócrifo de la Segunda parte de la vida de Lazarillo de Tormes arranca la narración el año 40, cuando en la ciudad todavía se encuentra el séquito imperial. Esto significa que las diversas referencias al esplendor del momento histórico y subjetivo que hace L no serían si no elementos burdamente satíricos. De otro lado, todo este párrafo final, más allá de la intencionalidad satírica, sirve para cerrar el marco temporal del relato. La alusión, aunque fuera ambigua, a una fecha final de redacción, se compadece perfectamente con el género epistolar del Lazarillo, y no menos con el propósito verista o realista que impregna todo el relato. 690 Pues en este tiempo estaba... Desde la boda de L (explica Fco Rico) han pasado varios años de cuyo curso el pregonero se dice satisfecho. Pero el arranque de este párrafo Esto fue... y la alusión a su persona en términos de en este tiempo estaba... no pueden remitir al momento más o menos lejano de la boda ni de la enrabietada conversación con el arcipreste y la moza, sino que, lógicamente, han de referirse al último episodio singular del que es protagonista L. El autor juega con dos tiempos: el pretérito indefinido (o sea, los sucesos de los años transcurridos desde su boda hasta el presente) y el presente habitual (o sea, los acontecimientos cotidianos que han venido sucediendo y siguen sucediendo desde entonces). Si bien, ambos tiempos confrontan con el presente actual, con el ‘ahora’ desde el que escribe ¿A qué se refiere entonces con los pasados Esto fue... y en este tiempo estaba en mi prosperidad...? Evidentemente se refiere al episodio singular (al hecho y al tiempo) de la redacción de la carta autobiográfica. Se trata, pues, del uso estilístico del llamado pasado epistolar en cual al final de una carta o de una obra literaria, el narrador se sitúa en la perspectiva del lector y expresa en pretérito (indefinido o imperfecto) lo que todavía es presente cuando está escribiendo. 691 Alcalá añade: De lo que de aquí adelante me sucediere avisare a vuestra merced.
Con esta coletilla (fórmula muy común para rematar las cartas de relación) Alcalá rompe la estructura cerrada de la obra, pero respeta el disfraz epistolar adoptado desde el comienzo.
los cuernos; si bien piensa que es el diablo quien le envenena la cabeza para hacerlo malcasado. Porque además de que ella no es mujer a la que gusten estas burlas, fue el propio arcipreste quien un día habló ante los dos con claridad y explicó a L lo que le convenía: que si hacía caso a las malas lenguas no medraría, y bastaba con que creyera al arcipreste pues éste le prometía que su mujer entraba y salía de la casa de su casa con mucha honra, de modo que lo mejor para L era hacer oídos sordos y seguir su provecho. A esto L contesta que ya él había decidido arrimarse a los buenos, aunque es cierto que algunos amigos le habían insinuado estas cosas, incluso afirmaban que ella había parido tres veces antes del matrimonio. Cuando la mujer escuchó esto, se puso hecha una furia, a gritar y llorar y a maldecir a L, de forma que sólo con muchos ruegos del arcipreste y del propio L consiguió calmarse, y una vez que L le jura no volver a mencionar aquello, de modo que los tres quedaron tras la ‘charla’ muy conformes. Así pues, hasta el presente nadie –dice L a VM– ha vuelto a hablar del ‘caso’, y cuando parece que alguien tiene intención de referirse a su mujer, L lo corta y le exige respeto y silencio por ella, persona ejemplar como la mejor que vive en Toledo; y a quien diga lo contrario, es capaz de matarlo; y así tiene L –dice– paz en su casa. L termina situando la redacción de la carta cuando el emperador hizo cortes en Toledo y hubo grandes y afamados regocijos, momento que coincide en la prosperidad y en la cumbre de toda buena fortuna del propio L. *De lo que ocurra en adelante, añade L, avisará a VM. *Resumen interpolaciones de Alcalá.