Largo viaje hacia la noche
Información práctica FECHAS
Desde 9 de marzo hasta el 7 de mayo de 2006
HORARIOS
De miércoles a sábados a las 20,30 h. Martes y domingos a las 19 h.
SALA PRECIOS
Juan de la Cruz Precio normal: 19 euros Precio reducido: 14,50 euros
HORARIO DE TAQUILLA
Martes a sábados, 17 a 21 h. Domingos, 17 a 20 h.
INFORMACIÓN TEATRO DE LA ABADIA C/ Fernández de los Ríos, 42 28015 Madrid
Tel.: 91. 448. 11. 81 Fax: 91. 448. 61. 32 Contacto Prensa:
Alexis Fernández Tel. directos: 91 591 21 50// 91 448 11 81 #138
[email protected] Página WEB: www.teatroabadia.com ¡Consulta nuestra nueva página web!
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Para Carlotta, en el duodécimo aniversario de nuestra boda.
Queridísima: Te regalo el texto original de esta obra de antiguo dolor, escrita con sangre y lágrimas. Parecería un regalo tristemente inadecuado para un día que celebra la felicidad. Pero tú comprenderás. Te lo entrego como tributo a tu amor y ternura, que me dieron la fe en el amor, que me permitieron, por fin, enfrentarme con mis muertos y escribir esta obra, escribirla con profunda piedad, comprensión y perdón para los cuatro atormentados Tyrone. Estos doce años, mi amada, han sido un Viaje hacia la luz, hacia el amor. Conoces mi gratitud. ¡Y mi amor!
Gene Tao House, 22 de julio de 1941.
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Àlex Rigola, en un montaje dramático con final esperanzador
Una de las obras más estremecedoras del teatro universal Al dedicársela a su mujer Carlotta Monterey, en Tao House, su casa californiana de la montaña, evidenciaba su piedad, comprensión y perdón, como una reconciliación con su propio pasado. Largo viaje hacia la noche es la obra más autobiográfica de Eugene O’Neill, porque cuenta la historia de su propia familia, y quizá una de las más estremecedoras de la historia del teatro universal. Narra la crónica de un día en la vida de los Tyrone, un día que se convierte en un viaje al pasado para revelar las intimidades de sus cuatro miembros (un padre, una madre y dos hijos), cada uno de ellos culpable y al mismo tiempo inocente, desdeñándose, queriéndose, apiadándose uno de otro, a veces no entendiéndose, perdonando, pero condenados a no poder olvidar. Una puesta en escena del actual director del Teatre Lliure, Àlex Rigola que, tras su transgresor Ubú Rey en 2002, regresa para ponerse al frente de una nueva producción de La Abadía, esta vez con tintes dramáticos. Un montaje que toma a la familia como ejemplo de sociedad para mostrar la descomposición del ciudadano contemporáneo. A solas con los espectros de su pasado y con la dulzura que el paso del tiempo confiere a los recuerdos, el padre del teatro norteamericano moderno, ganador de cuatro Pulitzer y del Nobel de Literatura, crea todo un ejercicio sobre la compasión humana en una obra ―él mismo dijo que era la mejor que había escrito― de interiores, como si los largos y atormentados años transcurridos en una celda solitaria ―la vida― hubieran desembocado en un halo de luz, obligando a los personajes a mirar a sus propios fantasmas, tratando de encontrar en ellos la respuesta al sentido de la existencia. Un espectáculo del que se puede decir que es una historia de verdad, realidad y ficción en un solo plano, una historia de verdad porque ocurre cada día en nuestras familias. Una historia como podría ser la nuestra, con un final esperanzador. La Abadía estrena este espectáculo en su creencia de que el teatro es catarsis, para evocar las sombras del pasado o invocar a los fantasmas del futuro; para mejorarnos mirando por el ojo de la cerradura la vida de otros, sin juzgar, si no queremos ser juzgados. Tal vez porque creemos en el teatro para reconquistar nuestra posición como individuos y como ciudadanos.
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Reparto y equipo artístico
James Mary Jamie Edmund
Tyrone Tyrone Tyrone Tyrone
CHETE LERA MERCÈ ARANEGA ISRAEL ELEJALDE ORIOL VILA
Adaptación y Dirección ÀLEX RIGOLA Traducción ANA ANTÓN-PACHECO Escenografía ESTEL CRISTIÀ & MAX GLAENZEL Vestuario BERTA RIERA Iluminación MARíA DOMÈNECH Banda sonora EUGENI ROIG Aydte. de dirección RAFAEL DÍEZ-LABÍN Ayudante de producción TERESA RIVERA Diseño gráfico ESTUDIO MANUEL ESTRADA
Realizaciones Escenografía Giratorio Utilería y vestuario Peluquería y maquillaje Sastrería y utilería Diseño de sonido Fotografía
PROESCEN TEATRE LLIURE TEATRO DE LA ABADÍA NINES RIVERA MAURI NURIA MARTÍNEZ BORJA DE ANDRÉS ROS RIBAS
Producción: Teatro de La Abadía Duración:
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Sinopsis La obra sitúa a una familia en el salón de su casa de verano en un día de agosto, una jornada de 24 horas, del día a la noche. Es la familia Tyrone, un matrimonio y dos hijos, cuya vida veremos transcurrir como un viaje hacia las profundidades de sus sombras, un viaje desde una luz aparente a la oscuridad. Todos silencian palabras, todos esconden sentimientos, faltas. Palabras, sentimientos y faltas que reflejan remordimientos flotando sobre sus cabezas, los mismos que flotaron sobre las cabezas de sus antepasados. Pero será en el transcurso de ese día cuando todas las mentiras, hipocresías y rencores –productos de la falsa piedad que unos y otros sienten mutuamente, reflejos de cómo cada uno de ellos es la causa de las frustraciones y fracasos del otro– saldrán a la luz, expresándose cara a cara, fría pero a la vez apasionadamente, para llegar a la catarsis final que abre la puerta del entendimiento y el perdón.
La familia y la sociedad ¿Cómo está construida nuestra sociedad sino sobre la piedra angular de la familia? En Largo viaje hacia la noche se habla de una familia basada en la unión de sus miembros, pero cada miembro está roto por dentro. De esta fractura sólo podemos inferir la desintegración de la familia, el colapso de la sociedad. Una cadena rota, como un efecto dominó, que apenas es visible. Tenemos que fijar nuestros ojos en él para percibir algún signo, cuando lo que queremos es apartar la mirada. Tenemos que viajar hacia la oscuridad de la noche para intuir algo, mientras deseamos correr hacia la luz. Mano a mano, con la familia Tyrone será más fácil o menos doloroso. Podremos sentarnos y observar su excursión como si no nos concerniese, protegidos por la barrera de seguridad de nuestro silencio. Tal vez tras su viaje estemos más cerca del comienzo del nuestro...
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MARY TYRONE.- Nadie puede pasar por alto lo que le hace la vida.
Las cosas suceden sin que te des cuenta y luego se interponen entre lo que eres y lo que te gustaría ser, hasta que acabas por no ser tú mismo.
MARY TYRONE.- [...] ¿Por qué? ¿Cómo voy a olvidarlo? El pasado
es el presente, ¿no? También es el futuro. Todos nos queremos engañar, pero la vida no nos lo permite.
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El contexto teatral en la América de los años 30
O’Neill, fundador del teatro moderno Eugene O’Neill hizo nacer al teatro americano y murió por él. Tennesee Williams
El teatro norteamericano moderno nació en los Estados Unidos en el año 1916, a través de un escritor de 28 años, aún desconocido en aquel momento, Eugene O'Neill y la compañía “Provincetown Players”. Ambos buscaban nuevas exigencias y nuevos recursos y tenían la voluntad de dar al teatro americano una personalidad inexistente hasta entonces para ofrecer al público una dramaturgia diferente. Cuando Eugene O’Neill decide convertirse “en artista o nada”1, los escenarios norteamericanos estaban dominados por obras escritas en clave de melodrama, “no eran modernas porque no eran realistas en el tema ni en la forma”2. Todo era mediocre y Broadway seguía en manos de los negociantes teatrales. Será fuera del ambiente de Broadway (“Off-Broadway”), concretamente en Greenwich Villlage, en provincias y en la universidad donde se organice el movimiento a favor de una mejor calidad en la expresión escénica, gracias a la prosperidad económica y a la actividad artística del momento. En 1912 en Harvard, George Pierce Baker inaugurará un curso de composición dramática y fundará el “47 Workshop”, donde los estudiantes representan las obras que ellos mismos escriben, manifestando la condición del hombre americano y su manera de vivir, entre ellos Eugene O'Neill. Durante este periodo, “Off-Broadway” es siempre símbolo del nuevo teatro y en un inicio su localización se limita a Nueva York y a Greenwich Village, pero a partir de 1950 se abren teatros profesionales por todo el país con la ayuda de las universidades y sus departamentos dramáticos, con el objetivo primordial de formar un público, lo más extenso posible, familiarizado con las grandes obras del repertorio clásico y moderno mundial. O'Neill aparecerá como el patriarca de toda esta evolución, y como el fundador de la literatura dramática americana. Coloca a sus personajes en situaciones donde los hombres se desprenden de sus cadenas y dejan fluir sus instintos, retrata tipos que conoce y los traslada al escenario en las situaciones vivenciales correspondientes, personajes que, atrapados por un destino común, hallan en sus relaciones mutuas un lazo que da valor a su existencia. La certidumbre de “estar aquí” y la obsesión de hurgar y mantener una relación con Dios son los dos conflictos en que se basan todas las obras del dramaturgo. Su intento de dar una explicación a la soledad del individuo, de analizar la fuerza del determinismo social, de optar entre la disyuntiva vida-muerte, entre el inconsciente aniquilador y la pasión por la vida, es lo que mueve a O’Neill a 1 2
Wisner Payne Kinne en George Pierce Baker and the american theatre John Gassner en American theatre.
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buscar una nueva forma expresiva que le permita llevar a escena estos problemas y que posteriormente, como en Largo viaje, acabarán por centrarse en el interior del mundo de espejos que reflejan su pasado familiar. Su preocupación por utilizar todos los medios para llegar a la verdad hace que busque la renovación de la forma dramática y la utilización de técnicas diversas que puedan contribuir a intensificar el contenido. Partiendo del realismo de su primeras obras –desarrolladas en un solo acto y todas relacionadas con el mar―, y de Más allá del horizonte, incorporó sucesivamente el expresionismo tan de moda en la década de los 30, el monólogo interior, el uso de las máscaras, de fantasías, de ideas abstractas, teorías freudianas, creencias religiosas, para finalizar con el realismo simbólico de Largo viaje hacia la noche. Escribió obras altamente originales en cuanto a su forma que, sin llegar a ser imitativas, reflejaban influencias del repertorio mundial (Strindberg, Ibsen); ideó o ayudó a idear nuevos métodos de montaje que se ajustaban a los requisitos de cada obra y reflejó el pensamiento de su tiempo. Para Joseph Word Krutch, profesor de Literatura de la Universidad de Columbia y un estudioso de la obra de O’Neill, este autor es casi “el único entre los dramaturgos contemporáneos que posee lo que parece ser una percepción instintiva de lo que la tragedia moderna debería ser. Sus obras son casi cínicamente modernas en su aceptación del punto de vista racionalista del hombre y del universo. Sin embargo, él ha creado sus personajes en tan grande escala que su caída nos parece no meramente patética, sino terrible”. Ganador de cuatro premios Pulitzer, en 1936 O'Neill fue galardonado con el Premio Nobel de Literatura, convirtiéndose así en el único dramaturgo estadounidense merecedor de tal honor. No pudo recogerlo por problemas de salud y porque acababa de trasladarse a Seattle, pero agradeció y reconoció ante el pueblo sueco la deuda de su obra con el genio más grande de todos los dramaturgos modernos: Strindberg. “Fue la lectura de sus obras lo que me dio la visión de lo que podría ser el teatro moderno y lo que a mí mismo me impulsó a escribir para el teatro”, comentó. Desde el punto de vista específico del teatro norteamericano, O’Neill es quien inicia la exploración de una temática basada en el desequilibrio de los valores espirituales y sociales que formaron a su país. Es quien primero intuye que está viviendo un “viaje” que comenzó como un “sueño” y va perfilándose como “tragedia”. Lo que sucede en ese transcurso, en ese paisaje, es la esencia de sus situaciones dramáticas. Tanto sus contemporáneos (Thornton Wilder, Clifford Odets, William Inge, Gore Vidal, William Gibson, Carson Mac Cullers), como futuras generaciones continuarán presentando variaciones sobre este tema que él formuló. O’Neill fija la dirección o el camino que muchos dramaturgos posteriores a él seguirán. He ahí Arthur Miller, Tennessee Williams o Edward Albee. En palabras de John Henry Raleigh, “O’Neill significa para el teatro norteamericano lo que Mark Twain significa para la novela”. A. F.
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Una historia real sobre el perdón y la compasión humana Él mismo consideraba a Largo viaje hacia la noche (Long day’s journey into night), junto a Llega el hombre de hielo (The iceman cometh), como una de sus mejores obras. “Lo sé, pero digo tajantemente que no quiero que, en estos momentos críticos, se produzcan ni publiquen, especialmente la primera”, escribía en 1941. Quizá porque, como explicaba Laurence Olivier, “era una obra demasiado personal, contenía demasiada sangre y dolor”. “No es fácil desplegar la propia vida en el escenario y decir: ‘Así fueron las cosas’. Cuando se dice la pura verdad, nadie desea realmente escuchar la crítica”, matizaba el actor. Y es que aparte de que su estructura y sus cuatro principales personajes ofrecen el esquema más completo que se pueda tener del carácter de la dramaturgia moderna –hay quien dice que su sencillez estructural “comienza por perturbar, prosigue a hipnotizar y termina por producir una auténtica catarsis”–, lo cierto es Largo viaje hacia la noche es un drama que reproduce las relaciones entre los O’Neill sin necesidad de subterfugios ni divagaciones argumentales. Los cuatro atormentados Tyrone son los cuatro O’Neill: James O’Neill, un actor de ascendencia irlandesa que consiguió el éxito y la fortuna gracias a su protagonismo en El Conde de Montecristo; Ella Quinlan (Mary Tyrone), una joven católica educada en un convento que siguió a su marido en una vida nómada entre escenario y escenario; Jamie, el hijo mayor, alcohólico y desencantado de la vida; y Edmund, el hijo menor y el alter ego del propio autor, un joven soñador y romántico, pero enfermo debido al tratamiento que su madre recibió con esta droga durante su embarazo. De ahí que Largo viaje… sea una obra sin argumento, en la que durante 24 horas, del día a la noche, se despliegan los porqués del sufrimiento de los cuatro protagonistas, que se confiesan, uno a otro, las intimidades de su vida en un fluir de reproches con un ritmo que recuerda al oleaje del mar, ese mar tan amado por O’Neill. Una obra de interiores donde toda acción es interna, ya que ninguno de los protagonistas puede expresar su angustia coherentemente ni permitir que salga a la luz pública. La acción procede de sus mentes y de lo que dentro de ellas va sucediendo. Y, sobre todo, hay un planteamiento sobre quién tiene la culpa. El hombre en su soledad ante su propio destino, justificándose en él, anulando toda posibilidad para elegir. El proceso de gestación de Largo viaje... es un proceso de experimentación formal paralelo a la necesidad de introspección que O’Neill sentía al abordar aquellos elementos autobiográficos que desde un principio fueron parte constituyente de su vida literaria. Esa celda solitaria que era la vida para O’Neill es el lugar donde encierra a sus personajes, conscientes de su soledad e inoperancia, obligándolos a debatirse ciegamente entre disyuntivas insatisfactorias. Su constante obsesión por encontrar sentido a la vida procede de su propia incapacidad para hallar una fe religiosa o filosófica que diera sentido a su soledad. O’Neill se debatía entre el afecto que sentía hacia los miembros de su familia y la falta de respeto que, al rechazar lo que cada uno representaba, le resultaba insuperable.
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En 1932 Joseph Word Krutch recordaba lo que el propio Eugene O’Neill comentaba: “La mayoría de los dramas modernos se preocupan de la relación entre hombre y hombre, pero a mí me interesa algo más, la relación entre hombre y Dios”. En las páginas del “New York Times”, Krutch apuntaba: “En toda tragedia existe un elemento que queda sin resolver, por explicar, algo que afecta a nuestra vida: el pasado, del que somos responsables en parte sí y en parte no, y que, como dice Mary Tyrone en Largo viaje..., está también en nuestro presente y en nuestro futuro”. Frente a un pasado omnipotente y frente a las cosas que hace la vida sin que nadie pueda evitarlo, ¿cómo se puede vivir en el presente? A raíz del estreno de la obra en Estocolmo, el escritor George Williamson, afirmaba que era “la compasión humana lo que convertía el drama de algo autobiográfico en algo universal, lo que eleva del pesimismo latente de buena parte del teatro contemporáneo hacia un despliegue de amor y comprensión. La escena final disuelve todas las emociones de odio en una catarsis de comprensión”. La sombra de O’Neill se encuentra en numerosos dramaturgos norteamericanos modernos, desde Tennessee Williams y Arthur Miller hasta Sam Shepard y David Mamet, y también en muchos autores británicos. No es difícil imaginar al dramaturgo saliendo de su cuarto tan sólo a las horas de comer, absorto y con los ojos enrojecidos, como tantas veces lo vio su última esposa, Carlotta Monterrey. El mismo Laurence Olivier le definía como “un escritor con un corazón del tamaño de un melón, que abría de vez en cuando para mojar en él su pluma”.
Largo viaje... es la obra más íntima de O’Neill tal vez porque en ella se
disuelven todos los fantasmas, como dicen algunos críticos, o porque en ella el autor afrontó su propia vida, mirando con misericordia a sus padres, a su hermano y a sí mismo. Dramáticamente, la historia de estos personajes conflictivos y de sus viajes dispares es la esencia de la obra. Partiendo de la familia como personaje dramático, va mostrando su desintegración como núcleo esencial de la sociedad. “El teatro aparece como una confrontación de la familia y, como piedra lanzada al pozo, crea círculos concéntricos que pueden multiplicarse, y que son fáciles de identificar”, cuenta Isaac Chocrón. Una mirada de perdón y acercamiento, “un viaje en el tiempo con idas y venidas al pasado, un viaje en busca de razones, y algo más, una peregrinación a través de la vida” (Normand Berlin). A. F.
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Largo Viaje… en la escena mundial Largo viaje hacia la noche o Largo viaje del día hacia la noche (Long day’s journey into night), escrita en 1941, se estrenó en 1956 en el Teatro Real de
Estocolmo por decisión de Carlotta Monterey, que quiso dar a conocer la obra, y ante una audiencia de la que formaban parte el rey Gustavo Adolfo y la Reina Luisa. O’Neill tenía una deuda de gratitud con el público sueco –a su juicio, el que mejor comprendió sus obras– y pudo saldarla póstumamente con este estreno, que exigió cuatro horas y media de representación. Los críticos teatrales de la prensa sueca le correspondieron declarándole como el último genuino dramaturgo del mundo, comparable a Esquilo y Shakespeare. A finales del mismo año, el Teatro Helen Hayes de Broadway se estrenó en América. Carlotta Monterey confió la dirección al panameño José Quintero, que había dirigido previamente y con gran acierto The iceman cometh. La representación de la obra –que le hizo merecedor de su cuarto premio Pulitzer, aunque póstumamente– corroboró, una vez más, que se trataba del autor dramático más importante de todo el teatro norteamericano. Pocos años más tarde, Sydney Lumet hizo una versión cinematográfica abreviada, con Ralph Richardson en el papel de James Tyrone, Katherine Hepburn en el de Mary, Jason Robards Jr. y Dean Stockwell. También se hizo película la versión teatral del National Theatre de Londres dirigida por P. Wood/M. Blakemore, con Laurence Olivier, Constance Cummings, Denis Quilly y Ronald Pickup.
¿Sabías que...? -William Hurt debutó en el teatro con Largo viaje hacia la noche. -Kevin Spacey cumplió, según sus palabras, “uno de los sueños de su vida” en 1986 en el Broadhurst Theatre de Broadway, cinco años después de haber debutado como actor, al interpretar junto a Jack Lemmon, Peter Gallagher y Bethel Leslie Largo viaje hacia la noche, que posteriormente se hizo película. -En 2002 Jessica Lange fue Mary Tyrone en el Lyric Theatre de Londres. -En 2003 Vanessa Redgrave fue galardonada con un Tony a la mejor actriz de teatro por su papel de Mary Tyrone en Largo viaje hacia la noche. En la misma obra Philip Seymour Hoffman (Cómo ser Truman Capote) interpretaba a Jamie y Robert Sean Leonard (El club de los poetas muertos) a Edmund. -Eugene O’Neill murió en 1953, el mismo año en que Samuel Beckett publicó
Esperando a Godot.
-La hija de su matrimonio con Agnes Boulton, Oona O’Neill, se casó con Charles Chaplin en 1943. Fue la última esposa del cineasta americano, con quien compartió el resto de su vida y con la que tuvo ocho hijos.
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El espectáculo
A propósito de Largo viaje hacia la noche El hogar de los Tyrone. El lugar donde se detiene una familia itinerante. Una casa sin echar raíces. Una arquitectura frágil, casi una cabaña. Un bungalow con la piel muy fina. Un paisaje doméstico sin demasiada memoria. La casita de los Tyrone. Un paseo alrededor. Max y Estel (Diseño de escenografía) La luz como referente de espacio, de tiempo. El tiempo conformado por la oscuridad. La luz como espacio es el lugar donde tiene lugar el tiempo de la obra. La luz como soporte lingüístico. Una luz que se define a medida que avanza a través del espacio. El tiempo determina el movimiento. Una casa que gira en un espacio vacío. De la realidad a la abstracción. Hasta la luz más convencional es una luz que se elige por otra causa. Del sol a una lámpara, del medio al medio iluminado. El espacio exterior y el interior se mezclan en lo convencional. La casa, una caja de luz dentro de una caja de sombra. María Doménech (Diseño de iluminación) Los Tyrone son presentados como ejemplo de familia americana. Pero sus fantasmas vitales aparecen para revelarnos los deseos que jamás verán cumplidos. Las carencias son las sombras que les persiguen y cuando las hacen frente provocan que aparezca la bestialidad, la rudeza de la vida. Mary ha perdido la adolescencia, a su hijo Eugene, las amistades y se ha agarrado al amor que siente por su marido. Una mujer naif a pesar de los golpes que le ha dado la vida. James, un hombre carismático al que le envuelve la pátina de la fama; nunca supo ejercer el rol de cabeza de familia. Edmund es el hijo menor que ha crecido bajo el recuerdo de su hermano Eugene, que murió. Pero también él va a morir a pesar de su vitalidad. En cambio, Jamie vive al límite. Es un personaje autodestructivo que busca refugio y a sí mismo en el alcohol y las drogas. La familia, que nunca tuvo una residencia ―metáfora de su inestabilidad vital―, se encuentra reunida ante la muerte; en este día de agosto, después de tanto tiempo, afrontarán sus carencias y sus complejos. La caracterización de los personajes es contemporánea y busca reforzar los aspectos más destacados de su personalidad y su vida. Berta Riera (Diseño de vestuario)
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MARY TYRONE.- [...] Me he convertido en una embustera.
Hubo un tiempo en que jamás mentía. Ahora tengo que hacerlo, especialmente a mí misma. Pero no puedo esperar que me comprendas porque incluso yo no me entiendo. Nunca he entendido nada, excepto una vez, hace mucho tiempo, cuando descubrí que mi alma ya no me pertenecía. Pero algún día, cariño, volveré a encontrarla [...] Naturalmente, esto tampoco te lo crees.
TYRONE.- [...] Hay que olvidar todo y no enfrentarse con los
hechos. Desde luego, es una filosofía la mar de práctica cuando se carece de ambición.
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Los protagonistas
El autor: Eugene O'Neill O'Neill nació en Nueva York, el 16 de octubre de 1888. Su padre era el actor de origen irlandés James O'Neill. Durante su juventud, Eugene acompañó a su padre en sus giras teatrales, asistió a la Universidad de Princeton por espacio de un año, y trabajó como vendedor en una tienda de Nueva York. Entre 1909 y 1912 viajó a Honduras en busca de oro, fue gerente de una compañía de teatro fundada por su padre, navegó en calidad de marinero, trabajó como actor en la compañía de su padre y fue reportero en “The New London Telegraph”. Ingresó en un sanatorio para reponerse de una tuberculosis leve en 1912, y allí escribió sus primeras obras de teatro. Después de abandonar el sanatorio, estudió las técnicas de escritura teatral en la Universidad de Harvard con el famoso profesor de teatro George Pierce Baker. La mayor parte de los diez años siguientes los pasó en Nueva York y Provincetown (Massachussetts), pues era el autor y gerente de la compañía Provincetown Players. Este grupo de teatro experimental llevó a escena algunas de las obras en un acto escritas por O'Neill: Rumbo al Este hacia Cardiff (1916), y varias obras largas, entre las que destaca El mono peludo (1922). Más allá del horizonte (1920; premio Pulitzer en 1921), que resultó un gran éxito en Broadway, al igual que El emperador Jones (1920). Su obra en nueve actos Extraño interludio (1927; Premio Pulitzer en 1928) se propone reflejar el modo en que los procesos psicológicos internos se imponen a cualquier acción externa. Se trata de una obra revolucionaria, por su extensión y estilo, en la que el autor emplea técnicas narrativas desconocidas en el teatro moderno, con largos soliloquios paralelos que reflejan los pensamientos de los personajes. Su obra más ambiciosa, la trilogía A Electra le sienta bien el luto (1931) es un intento de recrear la profundidad de las antiguas tragedias griegas. Otras de sus obras son Tierras vírgenes (1932), Luna de los caribes (1918), Anna Christie (1921; premio Pulitzer en 1922), Todos los hijos de Dios tienen alas (1924), Deseo bajo los olmos (1924), El gran dios Brown (1926), Lázaro reía (1926), Marco Millions (1928), Dinamo (1929) y Días sin fin (1934). A partir de 1934 y hasta el momento de su muerte, O'Neill se vio afectado por un trastorno nervioso similar a la enfermedad de Parkinson. Durante esta época trabajó en un largo ciclo de obras sobre la historia de una familia estadounidense, pero sólo llegó a completar Un toque de poeta (1958) y Más mansiones majestuosas (1967). A partir de 1939 escribió otras tres obras sin relación con el ciclo anterior: Llega el hombre de hielo (1946), donde retrata a un grupo de inadaptados sociales incapaces de vivir sin ilusiones, y dos tragedias basadas en su propia familia, Largo viaje hacia la noche (publicado en 1956, premio Pulitzer en 1957) y Una luna para el bastardo (1957). En 1936 O'Neill fue galardonado con el Premio Nobel de Literatura. Murió en Boston el 27 de noviembre de 1953.
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El director: Àlex Rigola Director del Teatre Lliure desde marzo de 2003, este barcelonés de 36 años Licenciado en interpretación por la Escuela Superior de Arte Dramático de Barcelona (Institut del Teatre), ha dirigido y adaptado montajes tan destacados como Ricardo III, de Shakespeare, que ha despertado el interés del público y la crítica en el último Festival de Almagro; Glengarry Glen Ross, de David Mamet y el recital poético de Albert Plá Cançons d’amor i droga (Pla es fa el Sales) para el Teatre Lliure; Camí de Wolokolamsk (I) de Heiner Müller, dentro del homenaje a Heiner Müller hecho en el Teatre Artenbrut. 1996; Kafka: El procés de Franz Kafka, representada en el Sitges Internacional Teatre y en el Teatre Adrià Gual, 1997; Les Troianes de Eurípides, estrenada en el Sitges Teatre Internacional, 1998; La màquina d’aigua de David Mamet, estrenada en el Sitges Teatre Internacional y en la Sala Beckett en la temporada 1999-2000; Un cop baix de Richard Dresser, estrenada en el Sitges Teatre Internacional 2000 y en la Sala Beckett en la temporada 2000-2001; Titus Andrònic de W. Shakespeare. Estrenado en el Grec 2000 y en temporada en el Teatre Lliure 2000-2001. Premio José Luis Alonso para jóvenes directores de ADE (Asociación Directores de Escena) 2000 y Premio Butaca 2001 al mejor espectáculo teatral y al mejor director; Les Variacions Goldberg de George Tabori, estrenada en la temporada 2000-2001 en el TNC (Sala Tallers); Woyzeck de Georg Büchner para el Teatre Romea, estrenada en el Grec 2001; Suzuki I y II de Alexei Xipenko para el Teatre Lliure, temporada 2001-2002; Cancionero de palacio. Canciones del s. XV con la Capella de Ministrers y dirección Musical de Carles Magraner (Festival de Peralada y Castillo de la Mota, 2003). En marzo de 2002 adaptó y dirigió al elenco más joven de La Abadía en el exitoso Ubú Rey de A. Jarry y en noviembre de 2002 estrenó en el Lliure Julio César de W. Shakespeare, que también se ha podido ver en nuestras salas, además de una de sus últimas producciones: Santa Juana de los Mataderos, de Brecht, galardonado con el Premio al mejor director joven en el Festival de Salzburgo 2004. Àlex Rigola ha recibido por Titus Andrònic el Premio José Luis Alonso para jóvenes directores de la ADE (Asociación Directores de Escena) 2000, el Premio Butaca 2000 al mejor espectáculo teatral y al mejor director y el de la Crítica de Barcelona a la mejor dirección por Titus Andrònic, Un cop baix y La màquina d’aigua. Ha sido nominado a los Premios Tentaciones (El País) por Ubú Rey. Además, actualmente trabaja en el espectáculo de creación sin palabras European House, un montaje en evolución donde se lleva a escena la sección de una casa de dos plantas de una típica familia burguesa. Rigola parte, de manera libre, del hilo argumental de Hamlet, presentada en Temporada AltaGirona.
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Chete Lera es James Tyrone Comenzó su carrera profesional con la fundación de la compañía Espacio Cero, que dirigió hasta su desaparición, y donde trabajó en montajes como Maquinahamlet de H. Müller o Ágata de Duras. Desde 1992 colabora habitualmente con La Carnicería Teatro, bajo la dirección de Rodrigo García, con el que ha participado en Prometeo del mismo García, Vino tinto, sobre textos de Bernhard, y Los tres cerditos de Nauman y Handke, Tempestad, sobre textos de Shakespeare, Auden y el propio Rodrigo, ¡Haberos quedado en casa, capullos!, y Protegedme de lo que deseo, ambas del director de La Carnicería. De su extensa trayectoria sobre las tablas, destacan, entre otros, Cara de Plata de Valle-Inclán (dir: Ramón Simó), que aún hemos podido ver la temporada pasada en el CDN; Lágrimas de cera (dir: Roberto Cerdá); He visto pasar dos veces al Cometa Halley (dir: Ernesto Caballero); La tentación vive arriba (dir: Verónica Forqué); Testamento de Benet i Jornet (dir: Gerardo Vera); El tiempo y la habitación de Botho Strauss (dirección: Lluís Homar), Terror y miseria en el III Reich, de Brecht (dir: José Pascual); Marcado por el tipex (autor y dir: A. Onetti); Calderón, de Pasolini (dir: Guillermo Heras); Mingus Cuernavaca, de Enzo Corman (dir: Emilio del Valle). En cine ha trabajado a las órdenes de directores como Héctor Carré en La promesa, con Gerardo Herrero en El misterio Galíndez, con Patricia Ferreira en El alquimista impaciente, con Imanol Uribe en Plenilunio, Iciar Bollaín en Flores de otro mundo, Alejandro Amenábar en Abre los ojos, Montxo Armendáriz en Secretos del corazón, Fernando León en Familia, Julio Médem en La ardilla roja o Mario Camus en La forja de un rebelde, entre otros. Su experiencia en televisión se nutre de colaboraciones con directores como Antonio Mercero, Rafael Monleón o Daniel Écija. En el Teatro de La Abadía ha actuado bajo la dirección de José Luis Gómez en Castillos en el aire de Fermín Cabal, y La pasión según Don Quijote, un concierto para actor y orquesta dirigido por Emilio Hernández.
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Mercè Aranega es Mary Tyrone Licenciada en Interpretación por la Escola Superior d’Art Dramàtic, Institut del Teatre de Barcelona, amplió sus estudios de Commedia dell’Arte con Carlo Boso y técnica interpretativa de Stanislavsky con Carlos Gandolfo. Su carrera profesional se ha centrado esencialmente en el ámbito teatral, en una carrera imparable desde 1980. En Barcelona es una asidua de las tablas y entre sus papeles más destacados cabe señalar sus interpretaciones en montajes como Teatro sin animales de Ribas (dir: Belbel), Cartas de amor a Stalin de Mayorga (dir: Sanchis Sinisterra), El suicida de Erdman (dir: Magda Puyo); Las presidentas de Schwab (dir: Carme Portaceli); Terra Baixa de Guimerá (dir: Puigcorber); Ivanov, de Chejov (dir: G. Korotkov); El amante, de Pinter (dir: P. Sagristà); La luna de Valencia de J. Salom (dir: R. Reguant); Pels pèls de P. Pörtner (dir: P. Planella); L’impromptu de Versalles, de Molière (dir: Lluís Pasqual); Un lloc entre els morts, de Capmany (dir: J. Montanyès); Glups!, de Dagoll Dagom; Bodas de sangre (di: Ferrán Madico); Yerma (dir: Rafel Durán). Entre sus colaboraciones en cine destacan Anita no perdió el tren y El por qué de las cosas de Ventura Pons o El pianista de Mario Gas. Para televisión ha
trabajado en varias películas a las órdenes de directores como Mireia Ros, Sílvia Quer o Jesús Font, y en las series “Estaçió d’enlloç” y “El corazón de la ciudad” (TV3). Entre otros, ha recibido el Premio Nacional de Cinematografia de la Generalitat, el Margarita Xirgu y FIPA d’Or a la mejor interpretación femenina en el Festival Internacional de Productos Audiovisuales de Biarritz. Ésta será la segunda vez que trabaja con Rigola, tras su experiencia en Las variaciones Goldberg de Tabori (TNC).
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Israel Elejalde es Jamie Tyrone Premio Ojo Crítico de Teatro por su “solidez interpretativa en su acercamiento a los Clásicos y el rigor de su trayectoria profesional”; nominado en los Premios Unión de Actores como actor secundario de Teatro 2003 y actor de reparto 2001 por sus interpretaciones en El burlador de Sevilla (dirigido por Miguel Narros para la CNTC) y en Don Juan o el festín de piedra, de Molière (bajo la dirección de Jean Pierre Miquel, CNTC), ha demostrado su talento en el mundo de las tablas en espectáculos como El caballero de Olmedo, de Lope de Vega, dirigido por José Pascual para la CNTC; ha sido Don Juan en Don Juan Tenorio de Rojas Zorrilla, lectura dirigida por Mario Gas; Don Luis en el Don Juan Tenorio dirigido por Natalia Menéndez; Héctor en Troilo y Crésida de Shakespeare, bajo la dirección de Francisco Vidal; Clindor en La comedia de las ilusiones, de Corneille y Ricardo II, de Shakespeare, ambos dirigidos por Adrián Daumas; y Calixto en La Celestina, dirigido por Joaquín Vida, etc. Ha intervenido, además, en Noches de amor efímero, de P. Pedrero, dirigido por Ernesto Caballero; bajo la dirección de Manuel Canseco en Julio César, de Shakespeare; con Miguel del Arco en En el aire, de Mastrosimone; dirigido por José Carlos Plaza en La venganza de Tamar, de Tirso de Molina (CNTC) y por Pilar Miró en El anzuelo de Fenisa, de Lope de Vega (CNTC). Así mismo, ha participado en el musical Te quiero, eres perfecto... ya te cambiaré, con dirección de Esteve Ferrer y ha sido el joven Cernuda junto a José Luis Gómez en Memoria de un olvido (Teatro de La Abadía). Recientemente le hemos podido ver en Terrorismo, dirigido por Carlos Aladro en La Abadía y en Viaje del Parnaso, bajo la dirección de Eduardo Vasco, para la CNTC. De su experiencia televisiva caben destacar sus intervenciones en las series “Aquí no hay quien viva”; “700”; “Policías”; “Calle nueva”; “Compañeros” y “Hospital Central”.
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Oriol Vila es Edmund Tyrone Con una formación consolidada que le ha hecho pasar por la Escuela Superior de Cinema i Audiovisuals de Catalunya, la Escuela profesional de teatro musical de Boston, el Acting y el Improv de Los Ángeles, de su carrera teatral, que no ha parado desde 1989, destacan sus interpretaciones en El teniente de Inishmore, de M. MacDonagh (dir: J. M. Mestre); Super-Rawal, de E. Bogosian (dir: M. Martínez); Cara de foc, de Marius von Mayenburg (dir: C. Portacelli); Restes humanes sense identificar i l’autentica naturalesa del amor, de B. Faser (dir: M. Dueso); El puente (dir: B. Rotenstein), Trist, com quan la lluna no hi és (dir: P. Sagristà); Lejos, de Caryl Churchill (dir: Jordi Prat); El público, de Lorca (dir: Jordi Prat); y en los musicales Big River (dir: Bick Goss); The little mermaid (dir: Michael Mararian); The muster family (dir: Michael Mararian). En cine ha trabajado en películas como Salvador, de Manel Huerga; Tu vida en 65’ de María Ripoll; Jóvenes, de Ramón Termes; El séptimo día, de Carlos Saura; La maletas de Tulse Lupper, de Peter Greenaway y El zoo d’en pitus, de Mireia Ros. En televisión ha participado en series como “Mujeres”, “La escena del crimen” o “Pedralbes Centre” y “El corazón de la ciudad” (TV3), entre otras. Ha sido Premio Revelación de la Crítica Teatral de Barcelona en la temporada 1998-99.
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El equipo artístico
El diseño de escenografía: Max Glaenzel y Estel Cristià Max y Estel han desarrollado su actividad escenográfica juntos y desde hace más de 10 años. Entre sus trabajos destacan, entre otros, los diseños de Yvonne, princesa de borgonya, de Witold Gombrowicz (dir: Josep Mª Mestres); Sóc lletja de Jordi Sánchez y Sergi Belbel; Rumors de Neil Simon (dir: Sergi Belbel); Això guixa de Joan Oliver/Pere Quart (dir: Pere Planella); Penjats de Tim Firth (dir: Tamzin Townsend; Fragments d’una carta d’acomiat lleigits per geòlegs de Normand Chaurette (dir: Sergi Belbel); El temps de planck (autor y dir: Sergi Belbel); Taurons de David Mamet (dir: Ferran Madico); Suite de Carles Batlle (dir: Toni Casares); Excuses de Joel Joan y Jordi Sánchez (dir: Pep Antón Gómez); Estiu de Edward Bond (dir: Manel Dueso); La dona incompleta de David Plana (dir: Sergi Belbel); Madre (el drama padre) de Jardiel Poncela (dir: Sergi Belbel); Mort accidental d’un anarquista de Dario Fo (dir: Pere Planella); El perro del hortelano de Lope de Vega (dir: Magüi Mira); Moll oest de Koltès (dir: Sergi Belbel); Dissabte, diumenge i dilluns de Eduardo de Filippo (dir: Sergi Belbel); L’habitació del nen de Benet i Jornet (dir: Sergi Belbel); Como en las mejores familias de Agnès Jaoui y Jean-Pierre Bacri (dir: Manel Dueso); Les llàgrimes amargues de Petra von Kant de Fassbinder (dir: Manel Dueso); Barcelona mapa d’ombres de Lluïsa Cunillé (dir: Lurdes Barba); Teatre sense animals de Jean-Michel Ribes (dir: Sergi Belbel); Fortuna accidental (autor y dir: Manel Dueso); Amnèsia de fuga (autor y dir: Roger Bernat); Forasters de Sergi Belbel; El beso de la mujer araña de Manuel Puig (dir: Manel Dueso); Ròmul el gran de Dürrenmatt (dir: Carles Alfaro); The country de Martin Crimp (dir: Toni Casares); Occisió de Lluïsa Cunillé (dir: Lurdes Barba); Amor fe esperança de Ödö vonn Horváth (dir: Carlota Subirós); escenografia de la gala de los premios max 2005 (dir: Sergi Belbel); Les falses confidencies de Marivaux (dir: Sergi Belbel).
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El diseño de vestuario: Berta Riera A pesar de su juventud, su carrera como vestuarista es extensa. Entre su trabajos cabe señalar Nits Blanques dirigida por Carlota Subirós; El gat amb botes (infantil) Companyia Catacrac; L’espasa màgica del rei Artús (infantil); Jack and the magic beans (infantil); Vides de tants dirigida por Joan Castells; La aventura de Dinópolis (infantil); Peixos a les butxaques (danza-teatro); Las Sombras de Gaudí (documental); The adventures of Simbad (infantil); Drácula (infantil) Veus-veus; Killing the spot (cortometraje) de Albert Pérez; El hombre esponja (cortometraje) de J.A. Bayona. Desastre de Cine; The Canterville’s Ghost (infantil) Veus-veus. Ha sido ayudante de vestuario en European House dirigida por Àlex Rigola; Salamandra dirigida por Toni Casares; Ricardo III dirigida por Àlex Rigola; Santa Joana dels escorxadors dirigida por Àlex Rigola; Il Mondo della Luna (ópera); Glengarry Glenross dirigida por Àlex Rigola; Cancionero de Palacio dirigido por Àlex Rigola; L’hora en que res no sabiem els uns dels altres dirigido por Joan Ollé; El mètode Grönholm dirigida por Sergi Belbel; Àrea privada de caça dirigida por Rafel Duran; L’aparador dirigida por Toni Casares; Excés dirigida por Magda Puyo; Titus Andrònic dirigida per Àlex Rigola. Berta Riera ha estudiado en la Escuela de Artes y Técnicas de la Moda (EATM) en la especialidad de espectáculos y ha participado en distintos talleres, como el monográfico de sombrerería en la Escola Massana. Ha sido sastra en distintos montajes del Teatre Nacional de Catalunya, se ha ocupado de los elementos escenográficos de óperas infantiles y ha sido estilista en publicidad, video-clips, cortos y sesiones fotográficas.
El diseño de iluminación: María Doménech (AAI) Licenciada en Historia del Arte en la Universidad de Barcelona y diplomada en Arte Dramático en la Escuela Superior de Arte Dramático en el Institut del Teatre de Barcelona (1980), es vicepresidenta de la Asociación de Autores de Iluminación (AAI), profesora de iluminación en el Institut del Teatre de Barcelona (2004) y en el Instituto Europeo de Diseño (IED). Premio “Mejor Iluminación”, X Edición Premios Butaca 2004. Nominada a los Premios Max 2005. Inicia su trayectoria profesional, en el campo de la iluminación, en el Teatre Lliure de Barcelona donde interviene en más de 50 montajes teatrales. En 1989, becada por la Generalitat de Catalunya, realiza un stage de iluminación en el Festival de Teatro de Avignon con Jean Pierre Vincent, y en el Théâtre des Amandiers, en París, con Klaus Grüber y Patrice Chereau. Durante la temporada 93-94, se incorpora al Gran Teatre del Liceu.
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Como diseñadora de iluminación ha diversificado su trabajo en diferentes ámbitos. Ha realizado la iluminación de un gran número de exposiciones, como el Pabellón de la Navegación, en la Expo Sevilla 92, “El Dublín de James Joyce” (Premio FAD de Diseño), “L’Islam i Catalunya”, etc, colaborando con asiduidad con arquitectos como Dani Freixas, Òscar Tusquets, Fernando Marzá, Pedro Azara, Carles Guri, Lluís Pau... y escenógrafos como Montse Amenós, Jon Berrondo y Quim Roy, entre otros. Asimismo, ha diseñado la iluminación del Museu-Teatre Dalí en Figueres, el Museu del Cinema en Girona, el Monestir de les Santes Creus en Tarragona, la Abadía de Fontenay en Francia, la Casa-Museo Torrens Lladó en Palma de Mallorca... Ha participado en numerosos festivales como Itálica en Sevilla, el Festival de Otoño en Madrid, el Grec en Barcelona, el festival de Perelada en Girona... con diferentes compañías, ha colaborado con directores como Konrad Zschiedrich, Teresa Vilardell, Xicu Masó, Victor Batallé, Josep María Mestres, Carlos Lasarte, Carme Portaceli, Magda Puyo, Àlex Rigola, Franco di Francescantonio, Joan Peris, Xavier Albertí, Joan Font, Lurdes Barba, Josep Antón Gomez, Ximo Solano, Xavier Albertí...; coreógrafos como GelabertAzzopardi, Sabine Darendorf, Mercè Boronat, Angels Margarit, y directores de escena como Stefano Poda, Rafel Lladó, Jaume Martorell, Xavier Albertí, Rafel Durán, Carme Portaceli, Joan Font, etc. Ha realizado el diseño de luces de numerosas óperas en diversos teatros en España y en Sudamérica. Entre sus últimos trabajos (2000-05) cabe destacar los montajes Solness, el constructor (TNC), Un enemic del poble (Sala Rialto-Valencia), Lear (Teatre Grec), y La violación de Lucrecia (Festival Shakespeare-Sta Susana), dirigidos por Carme Portaceli; El coronel ocell (TNC), Carmen (Pati de la Misericordia-Palma de Mallorca), El Café de la Marina (TNC), y L’occasione fa il ladro (Teatre Lliure) y Panorama desde el pont (TNC), dirigidos por Rafel Durán; El somriure (Luzernertheater), Urbs (Teatre Lliure) y Solo por placer (Espai Lliure), con la compañía Mudances, dirigida por Angels Margarit, Mon Brossa (TNC), dirigido por Franco di Francescantonio, El club de la corbata (Teatre Romea), dirigido por Pep Antón Gómez, El somni d’una nit d’estiu (Teatre Micalet-Valencia), dirigido por Joan Peris, La Ronda (Teatre Micalet-Valencia), dirigido por Ximo Solano; Un sant sopar europeu (Mercat de les Flors), Diktat (Tantarantana Teatre), Barcelona mapa d’ombres (Sala Beckett-Premio Butaca 2004) y Occisió (Espai Lliure) dirigidos por Lurdes Barba; La Boheme (Auditori-Palma de Mallorca), dirigido por Angelo Gobbato, Marina (Festival de Perelada), dirigido por Xavier Albertí, Les variacions Goldberg (TNC), Titus Andrónic (Teatre Lliure), Woyzeck (Teatre Romea), Suzuki I y II (Teatre Lliure), Ubú rey (Teatro de la Abadía), Juli Cesar (Teatre Lliure), El Cancionero de Palacio (Festival de Perelada), Glengarry Glen Ross, (Teatre Lliure), Santa Joana dels excorxadors (Teatre Grec) y Ricard III y European House, dirigidos por Àlex Rigola; Festen (Teatre Romea), dirigido por Josep Galindo, El Pianista (Mercat de les Flors), dirigido por Xavier Albertí y Yerma, dirigido por Rafel Durán.
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MARY TYRONE.- No quiero ponerme triste ni que te pongas
triste tú. Sólo quiero recordar el pasado feliz...
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