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C;tr~ OlW-~

MUJERES VENGADAS,. ..: .

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1l\.eJStablet~ tU ~U I:tOnO;

POR'

PEDRO PABLO Doctor Médico de

la

BROe~

Facultad de París;

La Mujer es la Diosa¡ dé la tierra á quien el hoin~re deberia edificar templos y elevar altares, si no fuera un erlmen ser idólatra.

SlI¡pta: POR F. M.



AL GRAN BOLIVAR,

PEQUEñA P~RTE DEL TRIBUTO D~

RESPETq

y

DE

VENE~ACION

QUE DEBE RECIBIR DE TODO EL UNIVERSO, Y DEL CUAL SE QUEDARA TODAVIA DEUDORA LA POSTERIDAD ADMIRADA.

CELESTE lieroe! no te ofrezco esta obra; te la entrego como tu mas '1ejitima propiedad, pues consagra todas las virtudes que pertenecen á tu sublime esencia, y creo que volará al templo de la inmortalidad, porque tu nombre que no puede perecer será para ella una verdadera alma: ya está puesto en su cabeza, y he tenido el orgulloso cuidado de colocarlo tambi én en m corazon• .' O Bolivar l me alejo de Colombia, contento de lo que he .visto, y lleno ' de admiracion por lo que no he podido ver; orgulloso de haberme ocupado de la felicidad de tu patria, i dichoso. si hubiera podido hacer de ella la patria de la felicidad! .

A2

P.P.BROC.

4

AL SEXO.

• ADORABLE mitad del j énero humano! á tí debemos todos una madre; las caras hermanas, las encantadoras amantes, las tierna s esposas nos vienen de ti ; con el beneficio de la vida sale incesantemente de tu seno la fuente inagotable de la esperanza ó del placer, del consuelo ó de la felicidad; tú solo nos rodeas de todos los bienes, tú solo nos substraes á todos los males, y cuando llegamos al cabo del corto viaje de la vida, corto por las flores que te complaces regar sobre las espinas del dolor, nuestro mayor desconsuelo es de alejarnos de las mas amables compañeras, y nuestra mas dulce esperanza es de gozar al lado de la Reyna de los Cielos de una beatitud que ya nos han hecho conocer las reynas de la tierra•..•..•.. P ero, o sexo encantador! tu tienes la delicada hermosura de una flor que puede ser marchitada por el soplo mas lijero, é, infeliz de tí! su suerte es la tuya: como ella estás expuesta á toda la impetuosidad de los mas terribles aquilones, y como ella puedes

... 5 perder en un momento toda la brillantez de tu esplendor! . •...... Ya se obscureci ó el horizonte; ya soplan los vientos con un furor hasta ahora desconocido, y se prepara la mas horrorosa tempestad ....••.. ya te pones descolorida, te inclinas dolorosamente hacia la tierra ; ya no puedes resistir, " vas a, perecer...... O tierna, o cara flor o).".l corro, corro á tu auxilio! de tí tengo la vida.. de mi la vas a recibir. ¡Vuelve, vuelve a tomar el encarnado de "tu color! i vuelve a alzar tu cabeza tris- . temente abatida! me opongo a los esfuerzos impotentes del enemigo cruel; ya no tienes nada que temer: se ha . ido a hacer sentir en otras partes los efectos de su jenio perturbador ; ya, puros como el ayre que' embalsaman ~s suaves perfumes, .brillan los rayos del sol para alumbrar tu triunfo, y vas a. . recibir en el seno de la mas .dulce quietud las tiernas caricias del zéfiro, y la admiracion siempre nueva de tu eterno defensor. A

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AL LECTO R.

• I NDULJENTE y benévolo lector! vas a leer una obra que seria indigna de tu atencion, si el vive. interes que te debe inspirar el objeto de que se trata, no hi ciera desaparecer a tus ojos toda la imperfeccion de la fonna ; pues encontr ar as por todas partes los divinos encantos, ó las nobles virt udes de ) a mujer; por todas partes la querr ás, la admiraras , ó te arrodillar as á sus pies: si no eres mas que . amante, te volverá s adorador; si tienes una esposa, le ofrecer ás un nuevo homenaje de amor; si eres padre, correrás a abrazar a tu h ij a ; y si tienes zodavia la felicidad de poseer a tu madre . p ero no harás nada, porque a la ternura, al respeto y a la venera ci ón que te inspira no tienes nada que añadir. P erdona pues, en favor de la materia, a la temeridad del autor a quien todo falta, menos el deseo, para hacer de la mujer una pintura en que no bastada que se encontra se todo lo que hay de atractivo en sus talentos, sus gracias y su amabilidad. Pero tú suplir ás a lo que no he podido ejecutar: tu

7 espíritu añadirá a la elegancia lo que le falta; tu alma engrandecerá el pensamiento, y tu corazon dará a los sentimientos toda la delicadeza y toda la dulzura que ha transmitido a los tuyos el trato - de la mujer. Invoco una segunda vez tu induljencia: se encuentran en mi casi todos IQs' defectos de mi naciou, y tengo apénas alguna'> de sus cualidades ; por eso hallaras en -l a primera parte de esta obra y en su fin, una lijereza que tal vez .estará poco en / harmonia con la gravedad de tu ' noble carácter, y es posible que mis licencias y algunas jocosidades de mi pluma sean el objeto de tu justa critica. Pero enfin - sabes muy bien que una confesion sencilla y una verdadera contricion borran la mitad de las faltas, y espero que la otra mitad sera borrada .,por tu clemencia. - Sea cual fuere, no tienes que imponerme ninguna especie de penitencia, pues si merezco alguna, la infelicidad de haberte causado el menor disgusto sera para ml el mayor 'de todos los 'castigos.

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LAS MUJERES VENGADAS.

• EL papel que voy a examinar" tiene sobre la reunion de los hombres civilizados una influencia que se extiende hasta la base del edificio social, y que si se pudiera, mantener, muy pronto romperla ei nudo sagrado que une todos sus elementos. En efecto la relijion es el fundamento de toda sociedad, que resulta del conjunto de las familias; pero sin moral no hay relijion, y con el sello de la infamia .impreso sobre la frente de la augusta madre de familia, se desvanece toda especie de moral. Me abstendré de ofrecer las pruebas que pudieran poner esta proposicion en la mayor evidencia; pues los hombres juiciosos no tienen necesidad que la demuestre, los insensatos no pudieran seguir el hilo de 'mis raciocinios, y los demas no quisieran eomprehender. Para exponer con orden la série de mis reflex-

* Rejütro de la imperfeeeion, ruindad y malicia de 10,& mujeres. '

10

Iones, voy a hacer prim eramente la nnnlisis del Rejistro, y en segundo lug ar examinare li las mujere s resp ecto a la s cunlidades, la . del espu-itu, 2" . del alm a, 3" . del corazon O induljcnte mujer ! perdona ú mi atrevimieuto! yo no soy digno de pen etrar en el sagrado santuar io en que tu modestia oculta el tesoro de las virtudes que el a liento del hombre altera y pervierte ; pero no quiero entrar, solo abriré la puert a, y ll enos de confusion y de vergüenza se quedar án mudos tus enemigos, y la admiracion enmudecerá tambi én ¡'¡ tus adoradores.

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PARTE ' J.' " ANALISlS DEL REJISTBO.

EPIGRAFE. Optima fcemina rarior famice : es decir , u na excelente mujer es mas ra ra que el fénix. Cu ando se haya ll egado al , fin de mi escrito, cada lector imparcial añadirá : et rarior optimü f(J3rniná homo bonus j y un hombre bueno es mas rar o que una excelent e muj er.

pEDICATORI.!J. .4 la buena , p erfe cta y virtuosa mu}m',- Yo sin tantas palabr as hubiera puesto: á la muje«, como se dice árbol, y no tronco, ramas, hojascfiores y frutas, porque no se trata de una muj er en particular, que por casualidad pudiera ser mala, sino de la especie en j cneral, a la cual pertenecen esencialmente los tres epítetos, como la dulzura 'y un agradable Berfume constituyen el carácter fundamental del urazno, sin que se deba considerar que hay algunos que son asperos, amargos y hediondos; esas malas cualid ade!, no depend en de la naturaleza de J a fruta, sino muy frecuentemente de los descuidos del culti-

12 vador, y de le golosina de aquellos mismos que 811 quejan de la ama rgura y de la hediondez . ... O muje r ! cuantas veces eres du razno ! Quien no verá en esta dedicatori a un eloj io del ente sea cua l fuere a qui en se dirij e i pero, 'como si el autor tuviera todavia su gusto y su olfato ll enos de ama rgura y de h ediondez, despues de haber comido un durazno podrido encontrado en medio ele la call e, olvida el sabor y el olor de los tan suaves epltetos ; vuelve a ab razar la hij a querida de su celebro empapado de la mas insufrible hedi ondez, y ocult ándola bajo el nombre di vino de muj er, se extiende lar ga y volu ptuosament e sobre la serie inmensa de sus infames cualidades.... P erd ona todavia, ó sexo clem ente! voy á poner una mancha horr orosa encim a de tu frente; pero muy pronto la borraremos con ind ignae ion, y tu hermosura se quedar á mas pura y mas brill ante, como, despues de alej ada la nube, se aumenta el espl endor del sol. D ice pues el autor del R eiistro que $U hija es la espuma y el escremento de la naturaleza, el manantial de las pendencias y rencillas, el iman de los ignora ntes, el azote de la sabuluria, el tizon del infierno ; la paj uela p ara el vicio, la sentina de toda inmundi cia, un monstruo de natu raleza, un mal necesario, otra disforme quimera, u n deleüc dañoso, el anxueio del demoniovla enemiga de los anjeles, el mas atrevido animal, un abismo de ign orancia, una confu sion de calumnias, una monstru osa mentira, un naufr oj io de la vida humana, la polilla del odio, la aumentadora del p ecado, la enemig a de la quietud, el bosque de toda altivez, una cruel tira ní a, la ran ulad de las vanidades, un zelo seloso; un anj el en las calles, un demonio en casa, un loro en las ventanas, un cuervo en la p ued a, una cabra en un jardin, un insufrible hedo,' en la cama .•. • En esa serie de jalabriJ.'s que, si pudier an habla r,

13 gritarian hasta reventarse, mentir as! mentiras! horrores] horrores! no encu entro mas que una verda d, que consiste en que la mujer es la espuma de la. naturalez a, pues la tan delic ada, la tan blanca, la tan hermosa Venus nació de la .espuma del mar ; todas las otras no son mas que una confusion de dispara tes y de blasfemias: son disparates, porque una cosa no puede ser á la vez un deleite y un insufrible hedor, un anzuelo y una quim era; una polilla y un naufrajio, una pajuela y un abismo, un tizon y una cabr a, un escremento y un anjel , y asi en seguida ; y son blasfemias, porqu e la noble mit ad de l a aug usta. im ájen de Dios no pued e ser infamada, comparada con lo que hay de mas impur o en todo lo que compone el universo, sin que el mismo Dios sea injuriado del modo mas impio' i Q ue dir ian de un hombre que dirijiera al sol esas im precaciones ! i O sol,tizondel in fiemo ! abominable deslumbramiento de los rijos! eterna quemason de .los camp os y de los prcdos l insaciable bebedor de las ag uas de todas las fuentes, rios y quebradas] causa e¿lJéc¡'able de la escasez de toda especie de frutas en los mercados! monstruoso emblema del orgullo y de la. soberbia] insolente apagador de las estrellas y de la lun a! fomentador impuro de todos los suncutlos, moscos, anispas, ara ñas, alacranes, culebras, 1/ de todos los' animales ponzoñosos que á cadainstante amenazan nuestra vida ! . . • , .. Seguramente diri an que ese hombre es un gran blasfemador; que dir emos pues de aquel que vé en la mas bella obra de, D ios ¿¡ escremenio; el monstruo de la naturaleza, la sentina de toda inmundicia, una disforme quimera, un insufrible hedor, y en fin todo lo que seri a una injuria p'!!,ra lps miamos gusanos,hijos hediondos de la ml'erte'~ Dirémos q';le si hubiera u?- tri~1inal, en, ercual Apelo fuera presidente y Cupido Juez, sen a condenade

14 ese hombre a quedarse eternamente de rodill as ii. los pies de un a muj er, leyendo sin cesar el rej istro de sus virt udes compues to por el presiden te, y h aciendo actos de adoraci ón inspirados por el ju ez, mientras que, agu ijouado incesantemente por el Arrepentimi ento, se golpear ia el pecho íl pu ño cerrado hasta quit arse el pell ejo, y ma chncnrse las costill as. Yero, no existiendo ese tr ibunal , lo condenamos al infiern o de la tierra, es decir : ÍL no yolver á ser mirado por ninguna mUJer , pues el ma yor tormento de los que queman en el fueg o eterno consiste en que Dios nun ca dirij e sus ojos hacia ellos; y si alguna muje r, obedeciend o í,. esos movimientos de com pasi ón y de miser icordia que car act er izan su sexo, tu viera la debilidad de echa r una sola mirada sobre el condenado, que tiem ble, pu es le avisarnos que la colocar emos para toda su vida en el terrible R ejistro. S e ha hablado en un papel púb lico de esa obra fatal con una lij ereza muy poco conciliable con la gr av.edad de la materia; pues se dice que las cosas pr esentan diferentes lados, y que son buenas ú ma las segun -el lad o que se mira. Y o no sé si el Ill UY amabl e y muy prude nte conci liador consentiria en ser sabio de un lado y loco del otro, hombre bueno por detras y mal o por del ante, gra nde por abajo y pequeño por arriba, sagrado por el vientre y profano por los muslos, &c. Si asi lo consiente, rebajaremos algo de la cr itica, y confesar emos flue la muj er pre senta dos lados, el uno que da el olor tan suave del pl acer, y el otro el gusto tan dulce de la felicidad; el prim er o es el vest íbulo del par aiso, y el segundo es el asilo de la cele ste beati tud. P ero muchos no son dign os sino de recibir el olor, y de entrar apenas en el vestibu lo, y estos son los reprobados que, como para vengarse de su propia

15 indignidad, se ponen á gritar como loros en las ventonas que han encont rado el tizun del infie rno y la rosa del mal olor.. . : ••. Pasemos á las citacio nes que compone n el Rejistro. Fe lices aquellos qu'e poseen una mujer buena! - - - cuando sabie ndo aprec iarla no la vuelven peor que ellos . r Tuvo principio el pecado p01' medio de la mujer, 'y por su causa todos vamos {¡,la muerte -' - - - y por su causa todos venimos á la vida; p'ero no fu é la muj er qu e dio principio al pecado, sino el demonio que corr umpi ó su inocencia por el medio de las mas sedu cientes imp osturas, y en todos los diccionarios del mundo el demonio es del j énero masculino y no femenino. Por lo demas, si E va dio lu gar a todos los pecado s, que bien rep ar o Jc, falta de El] abue la la Santisima Virj en, dand o nac imiento al divino Redentor que borra todo s nu estros crimines! pues _ seria dificil decidir cual sobre puja uno á otro, o' el pec ado de man char o la virtud de . purificar; de modo que se ha quedado solo culpable nuestro padre Adan, esa sublime imájen de la divinidad tan superior á la pobre Eva : él lleno de fuerza y de raz ón, en lugar de dejarse 'seducir como ' una muj ercilla, debia aclar ar á su inocente y sencilla compañera, y si lo hubiera hecho así, seria mos todos inmortales, y aun el autor del R qjistro. .' •• , pero, i dios mio! si desd e la creacion del mundo nin guno hubiera muerto, que poblaci ón en C olombi a! Hubiera tantos hombres como hay hojas en los árbo les de todos los cerros, montes, y mont añas, en muy poco tiempo no pudieran caber, y empujá ndose por. todas partes unos á otros, 'se estenderian sobre toda la superficie del mar. OEva! ' gracias á tu pecado liay 1 gar par a todos. . Jí.as mujeres hacen apostatar á los sabios,-como d

16 oro vuelve locos á los codiciosoa. l'í o tcngamoil tanta ambicien, y poseeremos el 01'0 sin perder el juicio ; sepamos poner un freno á nuestras pa iones, que son ellas que nos apostatan, y seremos mus que sabios, serémos felices, y las muje res serán mas que adorabl es, será n adoradas . Asi seg uramente lo entiende , el autor del Rejistro , que ha querido dejarnos el gust o de esplicar sus sentencias . De mil hombres se ha hallado uno de"bueno i p "ró de todas las mujeres no se ha hallado solo una. -¿ Y como pues ? el famoso critico de las mujeres, Boileau, conocia tres buenas en Paris : "l/ en est jusqu'it irois que j e pourrais citer" es decir: hay hasta tres que pu diera citar, y habl ando á A lcipe que iba á casarse, le decía que en muy poco tiempo la suya seria la cuarta. P ero la sentencia del Rejistro fué hecha mucho antes de Boil eau ; lo que prueba, contra la opinion j eneral , que las jenerac iones van siempre mejo rándose, y como hace tiempo ya que Boilea u ha muerto , la mej oria haciendo cada dia progresos, no me admiraria yo que solo en Bogotá se encontr asen á lo menos cien muj eres exce lentes, trescientas buenas, quini ent as pasables, y todas las otras sufribles ; enfin haré observar que hay una pequeña falt a en la prim era parte de la proposicion, pues, en lugar de mil hombres, es menester decir que de todos los hombres se ha hall ado uno de bueno y aun perfecto, y ha sido J esu-crist o. E l autor lo sabe muy bien ; pero en un Rejistro que deb ía ser muy corto , pues no se trata mas que de las imperfecciones de la muj er, él no podia hacer entrar todo lo que sabe. La iniquidad del hom bre es mejor que la buena accion de la mujer.-N o lo niego, porque no me lo permite la fuente sagrada de donde dimana la sentencia; pero á lo menos no me será prohibido

11 observar las consecuencias. El hómbre es superior á la- muger, porque .es mas fuerte, y seria al rev és, si los mus culos del unopertenecieran al otro. Resulta qe aqu i que el juicio que hace el hombre de la mujer es para ella la regla constaríte e invar iable de todas sus acciones'; si él jusga que es uena, lisonjeada de la opinion ventajosa que' se tiene de ella, es zelosa de lejitimarla, el noble entusiasmo de la vir tud se apodera de ' su coraz ón, y es capaz de elevarse hasta la dignidad de su mismo juez :' si al contrario piensa que es mala, ese juicio de su soberano al cual se mezcla siempre algo de desden y de desprecio, la hace caer en ' un abatimiento moral . que le quita la fuerza, y aun el deseo de ser buena, porque la práctica del bien exije siempre algunos sacrific ios; pues si los hace, se impone privaciones sin provecho, sufre sin poder conseguir la indemnidad de su padecimiento : entónces tiene ventaja en hacer ma l, porque por una parte no puede perder la buena .opinion que ya esta perdida, y que por otra parte gan a el placer que halla en la satisfaccion de sus pasiones. Dejemos dormir en paz propo siciones, au lque verdaderas, si pueden producir un mal humano: los vicios de las mujeres son como el barro recojido en el asiento de una agua clara y cristalina; disfrutemos' 'prudentemente de ' la pureza que se queda encima, y nunca, revolvamos el limo que quitaria al liquido la transparencia que constituye todo su precio; en fin honremos a las mujeres, si queremos que sean honradas; juzguemoslas capaces de hacer . bien, y harán buenas a ciones; y para decirlo en una pa labra, desee 1 s Hue sean todo lo que se 'quiera, y lo serán . t 'Be1'nardQ dice en el sesenta !I dos de· sus

es

B

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serm ones que la mujer es el órgano del demonia--«

T ambie n Jo creo ; pero lo digo con toda injenuidad : nunca hubiera cre ído yo que el demonio, (¡ue, segun pensaba, debia tener una voz ronca y tenebrosa , hubiera podido ser dotado de un órgano tan dulce, ta n agradable, tan seduc iente, y capaz algunas veces de volver un muerto casi muer to ú la vida ..• O demonio ! demonio l toma siempre para hab larme un órgano de mujer, y me doy a todos los demonios si no te tomo por un ange J. San J ua n Euanjelista p inta á la mujer llevando en una - ma no u n vaso dorado lleno de veneno del cual da á beber á todos 10 .1' mayores p ecadores del mundo. - T ampoco lo niego, y creo que la pin-

tura es muy exacta; pero muc has veces abajo de los cuadros se ponen esplic aciones para dar un conocimiento mas exacto de lo que representan ; juntemos pues una al que se nos ofrece. Se trata aqui de dos grand es pecados: el de beber y el de dar la bebida; pero el mayor debe ser el que ha dado lug ar al otro, y es evidente que ha sido el de beber, como de la necesidad de comer han dim anado todas l as posadas, y de las enfermedades todas las boticas ; de suerte que si nos dejamos de beb er, no tend remos mas necesidad que la pecadora nos llene los vasos, y ell a dejar a muy pronto de componer y de dar su bebida, del mismo modo que si no comemos mas, se cerrará n todas las posadas, y si nunca somos enfermos, no se encontrará una sola botica en todo el mundo. Pe ro es un veneno lo que nos da á beber la mujer ! y seguramente 10 es, y debe serlo, porque buscamos siempre el veneno, y que es forsoso que ella se conforme á nuestros gustos ; ipues el talento de cubri r espléndidamente las mesas de manjares exquisitos y de licores superiores al nectar de los

I

19 dioses, no es el arte de inficionar la vida con .deleyte 1 iY de las boticas no salen bajo el nombre de medicamentos una multitud de venenos1 En fin para seducirnos mejor, vaso en que nos hace beber la mujer es dorado! y que crimen hay en esto 1 imita á los cocineros que, en lugar de presentarnos groseramente cadáveres que espan- . tarian nuestros est ómagos, nos disfrasan de mil modos el aspecto horroroso de la muerte, y tarnbien sigue el ejemplo de los boticarios, que para que el . enfermo , no pueda -maliciar nada, tienen la prudencia de dorarles las pildoras. Se ve pues que con ese lijero comentario todo se compone muy bien, y.. es por pura malicia que el autor del Rejistro nos ha presentado esa sentencia, sin haberle añadido reflexiones que huliieran puesto 'en la mayor evidencia su verdadero sentido; y es asi que se envenenan los pensamientos mas puros y mas inocentes: él es el pecador que nos quiere hacer beber veneno, pero como el vaso en que nos presenta su bebida, muy felismente no es dorado, tenemos muy pocas ganas de probarla, y aunque la regalara, temo mucho que sea en todo semejante a la estatua de Bebe, que siempre echa néctar en la copa de Jupiter, sin que nunca , corra una gota, y que de este modo se 'quede eter. namente con su vaso lleno en , la mano. En medio de una multitud de sentencias muy verdaaeras, Simónides pone esta: la mujer es un nau(rajio de la vida continente y un navio de adulterio.En efecto las proposiciones jenerales no dejan de sér consideradas como muy exáctas, aunque prege¡nten un cierto numero de ecsepciones, y si de la n1uma de Simónides no hubieran salido mas que esas (los ProRosiciones, lo deberiamos llamar el Euclido de la ' moral, pues no se lé ¡JUaiera

el

B3

20 oponer mas que algunas ecsepciones tan pequeñas y tan lij eras que :l pénas seri an dignas de ser citadas. Me limitaré á esponer una ' sola : dice la hi storia que en Cio en el discur so de siete siglo s no mas, no hubo un 5010 ejemplo de adu lterio, ni de desfloramient o antes del matrimonio. S e vé pues la ex áctitud de la sentencia de nuestro autor ; es casi igual a la de esta proposicion : todo jiló~'ofo vé ' muy claro; porqu e efectiv amente de ciento uo flaY mas que noventa y ocho que sean ciegos, y no es 'm enester de mu cha filosofia para ver muy claro que esta peque ña ecsepcion no debe destruir la regl a. S e obser vara que la rosq del mal 0101' viene del mismo S imóuides, 10 que pru eba qne este sabio era tan em papado de p hileo y de sopho« que aun su ol fato era ll eno de esas dos grandes mices 'del amo)' de la sabid uria j' raices sin las cuales no puede haber mas que locos en el mundo, siendo imposible que sin ellas viva, cresca, y se cubra de flores y de frutas el árbol pomposo de la filosofía. La mujer p ublica, acredita y aumenta las fa ltas del lI0111brc.- Oh! eso es muy mal hecho, y seguramente en este caso, la muj er se conduce de un modo muy lij ero y muy inconsecnente, porqu e es tilla verdadera locura de publicar lo (jue es "público, de acr editar lo que todos saben y creen, y de aumentar lo que por si mismo se aumenta cada dia, Seria lo mismo como si alg uno quisiera .publ ical' las grandes acciones del inm ort al BOLI VAR ,. quien no las conoce '! acreditar sus subli mes talentos, quien duda de ellos ? aumentar su g loria, y que, se le pudiera a ñadirÍ confesemos pues con ingenuidad que en est a circunstancia la muj er ha sido colocada con mucha razon en el Rejistro, porque todo lo que sale de su boca no solo ee

21 muy malo, sino que nos debe llenar de enfado y de' disgusto, pues es un verda dero eco que repite a cada instante lo que nosotros mismos no cesamos de decir los unos de los otros. P it ágoras siendo preguntado porque Itabia casado su híja con el mayo)' de sus enemigos ¡'e~pon­ dio !Í la pregunta : no podia -veng arme mejor que entreg éndole una mujer, porque no hay cosa mas maliciosa en el mundo. -Es posible que la hija de Pitñgoras fuese mm muje r muy mala, y que aun tuviese atravesada en su cuerpo la alma de alg una bestia salvaje, segun el sistem a de su muy sabio padre. Pero que se considere un mi llon de padres, con ta l que no sean de esos filósofos que a fuerza de sabid ur ía se han vuelto locos, y si se encuentra uno que piense como Pitágoias, consiento ser condenado i batallar toda la ,eternidad con uno de los demonios del Rejistro, De P laton dice la historia que da"Qa gracias á dios de tres- cosas, esto es : de ser griego y no búrbaro, de .haber nacido hombre y no bestia, y de ser _hombre y no muje r - Y en esto yo pienso enteramente como P laton , pues doy tamb ien cada dia gracias a dios de ser hombre y no mujer, porque de este modo la puedo adora r; y hoy so~re todo: duplico las grac ias, porque si fuera muje r, mi modest ia, mi timidez, y el interes perBanal que tendria en sostenerla me quitarian la gloria y la felici dad de ser su defensor. Catan dice que la sabiduria y el uso de razon. son incompatibles con el espi¡'itu de la mujer ; en g, ien no lzay otra cosa que ambician en.su eabez a.(í) gl'a n'de C atan! eterna col una del edificio de la fi o ofía gri ega! yo sé muy bien que cuando ~ liner:va murio , pasó entera en vuestra cabeza para que nunca volviera a morir, y que todo l~

, 22 que habeis pensado, dicho y escrito os ha sulo inspirado por esa misma diosa. No tendr é pues el atrevimiento de elevarme contr a vuestra sentencia que debe ser para nosotros una regla tan fija y tan invariable como las hojas con que la Siu ila Cúmea, ayudada de los vien tos, espresaba sus infalibles presajios. Al contrario,' le quiero dar un nuevo gr atlo de fuerza, si es posibl e añadi r algo a la verd ad de las verdades, y voy Íl hacerlo oponiéndole una ecsepcion, pues vos flue no podeis ignor ar nada; sabeis muy bien que los mas doctos fabricadores de regl as dicen, aunque yo nunca lo ha ya podido comprehend er, que las ecsepciones, en lugar de quit arles- algo de fuerza, cont ribuyen ' mas bien á forti ficarl as; sin dud a del mismo modo que' nuestro s vicios son un a nueva prueb a de la purez a de nuestras virtud es. Sabed pues, q divino Caton! que el rey Pythes, griego como vos, se volvi ó loco por haber descubierto en su reyno una multitud de minas de oro. En efecto, engañ ado por algunos sabios que le habían probado que las letras contenian navios y tempestades en los tr atados de navegacion, sopas y asados en los escritos de los cocineros, y sabiduria y razon en las obras de los filósofos, el por ' la fuerza de la analojia pens ó que tamhicn en el oro se encontr aban las verd aderas riquezas, y bajo ese gr ande principio hizo desaparecer todo su pueblo de la superficie de la tierra, y reciprocamente toda la ext ension de su reyno en Iugar de hombres se ll eno de oro. . Los pocos que se quedaron encima del suelo se pusiéron á gritar como terneros .perdidos en un monte, que si el rey no les hiciera el favor de empobrecerlos un , poco, se iban todos á morir -á fuerza de ser ricos. i O sublime Catan! pudierais decirnos quien tuvo

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la sabiduria de meditar profundamente sobre Ios tristes motivos de esos grito s? no, no ; cualquieraque sea vuestra ciencia, nunca sería is capaz de ad ivinar, pues en virtud de la ecsepcion que os he prometido, fué la reyna, y por la misma ecsepcion, ella formó, el gran proyecto de volver á restablecer en el celebro del rey la sobiduria 11 .el uso de la r azon. Ved pues, ó venerable Catoñ'l como esa grande mujer, que no ha podido caber en vuestra sentencia, llegó a hacer vivir en la "cabeza de ' un hombre un entendimiento, tal -vez superior aJ que el célebre Locke logró hacer dormir en un libro. Un dia, lleg ando del campo, el ilustre Monarca, tenia una hambre tan extraordinaria, que hubiera sido capaz de 'comerse en una sola hora lo que hubi era bastado par,a alimentar cien minéros en toda una semana. Se pone en la mesa; admira con que magnificencia está cargada de los manjaresmas raros y mas exquisitos, y sin el soplo contrario de un _cierto Z éfiro, a la perspectiva del placer se hubiera añadido la dulzura del perfume, que de ia salir por todas partes de una comida tan deliciosa; pero en fin liarta su admiraeion, tambien se quiere hartar su estómago. La reyna Ie sirve una sopa: que color tan hermoso! que saben tan superior debe tener! sin embargo el rey no la prueba; será sin duda el olor que no le €rusta. Su atenta eSRosa le ofrece el cocido: nunca se ha visto otro ni mas . tierno, ni mas ;tu , y, segu.ram~nte su ecselencia se lo va á tra sin virse de los dientes, pero no; pone el y. dice' que no quiere cocido: Tal mas u úa gallina azada 1 taroien mucho gusto, y tambien la recua xpresio~ 4e djsgusto .Y de enfado.

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y este pavo no seria mejo r 1 no ; tiene una carne muy tiesa, y nunc a los zumos gás tricos la pudieran disolver .•.... P ues que cosa tan singu lar ! ese infeliz rey es un verda dero T ántalo : a cada inst ante se alegran sus ojos, y se desespera su hoca ; en fin de repente se pone a g ritar mas recio {IUC su pueblo que ya' se muere de hambre, y que le den .siquiera un pedazo de pan i O celeste Caton! yo lo veo muy bien: un suceso tan ex traordinario os echa en una adrnirac ion casi igual á la que vos mismo nos inspirais, y cre is sin duda que esa mujer, mucho mas mali ciosa que sabia, ha hecho uso de algun ma leficio; pero que engafíada esta vuest ra sublime raza n ! conoced pues l a causa de ese prodijio, y volved á caer en una nueva admirac ion ! Esa reyna, superior en sabiduria a la Minerva que,com o otro Júpiter, lIevais en vuestro celeb ro, desconsolada 'de ver á todo un pueb lo oprimido bajo el peso de la mayor infeli cidad, ha querido hacer pasar ese peso en cima del rey, instru mento futal de t odos los males públicos ; ha quer ido que él mismo sintiera un instante los efectos de su propia locura, y por eso le ha dado de comer manjares hechos con ese mismo 0 1'0 , encima del cual un a mu ltitud de infeli ces, buscando vanamente el sustento de la existencia, no encontraban mas que la muerte en la vana -representacion del verdade ro alimento de la vida . . .. Ah i buscl\.is ahora como es posible que, tanta sahiduria pueda entrar en el espiritu de una mujer! pero no es tiempo todavía de huscal'; esperad un inst ante, y despues re fleccionareis sobre lo que nunc a _podreis comprehe nder. Esa reyna, tierna madre de su pueblo, y digna de servir de modelo a todos los soberanos y leji sl adores- del mundo, habló al rey de este modo;

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26 las artes, que del seno de los product os grosero s de la tierra hacen salir todos los prodiji os que rivalizan con las maravillas de la natu rulezn ; recompensad el talento; condenad la ignorancia al despr ecio; tr ansformad la pereza en el emblema de la ve.rguenza; ecsita d la indiferencia con el aguijan de la .emul acion ; haced nacer la indu stria en medio de los choques de una noble rivalidad ; en fin nunca olvideis de dirijir todos vuestro s cuidados hácia tres culturas : la de. la tierra, la de las ciencias V la de las artes. De este modo vuestro puebl o sera el mas rico de todos, y V08 ser eis el mas grande de los' reyes, pues él no solo tendrá todo lo que puede contribuir á sat isfacer las necesidad es y los placeres de la vida, sino que los innumeral..les productos de sus man ufacturas no cesar an de atrae rle el oro de las demas naci ones, y vos tendr éis la g loria, la mas bella de todas, de ser el autor de su potencia y de su felicidad. " Ah! ah! Seño r C atan! vuestra admiracion ha llegado á su colmo! iY no os lo he dicho que nunca pudierais comprehender esa excepci ónde vuestra sent encia; i pero sab éis lo que sucedió? no, vuestra razon no puede elevarse tan alto : sucedi ó que Pythes siguió el consejo de la reyna, y en muy poco tiempo no estuvo mas en la nece sidad decomer oro, :volvier on a renace r los repollos y revivir los corderos, los hombres se pusieron iJ. correr encima de la tierra, en lugar de deseansarse en sus entrañas, se abr ieron escuelas, se establecieron manufactur as, en fin todo en el reYn!¡ vivió tanto como hasta entonces se habia quedado muerto; pero os vais todavia admir ar mas: esa reyna que era muy filósofa o filósofo, (quien salio como dicen los filósofos?) no quiso que se dejasen

27 de trabajar las minas: se limitó a dismim;lirel número de los obreros, y ¿sab.eis por gue raz ón se condujo asi esa mujer, gue segur amente debía tener un eepiritu muy conciiiable con el uso de la 1'azon? tampoco lo adivinari as, pues hi zo esta pequeña -r eflexion : UII rey que se ocupa de todo lo-que puede hacer llegar su pueblo al mayor grado de ilustracion y de prosperidad, no PQr eso debe descuidar enteramente de los tr abajos de 1¡¡'1l _ minas, como aquel que tiene la cabeza llena de ideas adquiridas por la consideracion de las cosas, no debe desde ñar el estudio de- la gram ática. En fin, .señor Caton, esta escri to en vuestro destino que habeis compuesto vuestra sentencia para ,caer coninigo de embarazo en embarazo: pues un dia la reyna se quedó viuda, y la causa de su viudez fué que su marido se murió ; eso.lo hubie rais podido. adivinar, .p'ero lo que.no esta á vuestro alcance es el resultado. de ,la .muerte del rey_ En efecto hallándose sola su sabia y virtuosa viuda, y por consiguiente pudiendo ejecutar todos sus proyectos si ñ ningun impedimento, gobernó, de tal , modo que en muy poco tiempo su pueblo fue uno de los mas ilustrados, mas ricos, 'y mas felioes de toda la Grecia. i Dios quiera, mis caros leCtores, que asi se con-, duzcan todos los soberanos de la tierra !pues yo soy un súbdito, y sin duda vosotros no sois reyes~ Juvenal dice que las muJeres con su sobrado h,ablar J¡a;~n nmudecer á l~s mas doctos gra'!"áticos; 1'l!toJ:zcos, abqgado8 y a toda una multztud -de pueblo stimo mucho da famosa satira Hue ontra las mujeres, porque es el'tinencias muy graciosas y Hu e :Apolo ha dictado el s Ideas; pero es por UI?-&

28 inad ver tencia, que tal- vez le habr á causado alguna mujer, que el autor del R r;jistro ha citado esta sentencia de Juvenal, pues es mucho mas aplicable a la buena mujer que ¡I, la mala, y efectivamente cuanto seri a de desear Cjue sucediera Jo que dice! Pues entonces en todos los mundos el tal ento de habl ar bien V la mas sublime elocuencia, reducidos al arte ;Ie callarse, no pr otlucirian tantas veces el sueño de todo un auditor io, y la descomposicion de algunas docenas de quijadas a fuerza de abr ir la boca; no se verian tanta s familias arr uinadas, y no hu biera mas sedicion es en los pueblo s ; pero i que lastima (Jue esa virtud ique tiene la muj er de echar la j enle en el estupor y el ent orpecimiento !JO se pueda extender hasta los compositores de rejis tros ! En tonces sí que se pudiera decir (Iue es perfecta. Marcial di ce que no hay cosa p eor que la mUJer, y que si acaso se ha hallado algU1w de buena, 1/0 sabe por que medio una cosa tan mala 1/(1 podido volverse buena.-He aqui como los sabios hacen los importantes: dan lugar a choques grac iosos de palabras, escojiendo las que son vacias de sent ido para que sean mas sonoras, hacen oposiciones, antit esis( mil figuras de retorica, y despues sacan sus consecuencias de que se admir an los que tienen la cabeza tan llena de celebro como las voces de sentido. Tambien yo puedo deci r: que piiías tan amargas ! y cuando encuentro una que nolo sea, no puedo concebir por que medio una-fruta tan amarga ha podido volverse dulce. Y amigo Ma rcial ! con tu m ascara de inocencia y de sencille z, deja de finjir que encuentras dificultades donde tu mismo te' haces un malicioso placer de ponerlas. Eso es excel ent e para divertir a los muchachitos, y espantar a los filósofos; tu mujer buena no lo es porque se ha vúeltn

29 buena: lo era , he aqui todo, como tú del arte de pensar con gr avedad no ha s caido en el arte de chocarre ar; eres chocarrero, y en eso -no hay ninguna especie de mi sterio, y seguramente no me romperé yo la cabeza para saber como se h a podido hac er tu metamorfosis. Somos, señor Marcial, lo que somos, y no hay mas que Acteo n que haya podido ser mudado en ciervoyAglaur a en piedra, Alcitoe en mur.ciélago, Antigon en cigueñ a, la jovencita Cenis en hombr e, C elme' en.diamante, Buco -en cabron, Ociroe en yegua, Neptuno en ternero, Licaon en lobo, los compañeros de U lises en marr anos ...• y si de nuestros .dias se operan todavia algunas metamorfosis, consisten solo en que algunos hombres se transforman en fil ósofos, estos en lo cos, y la mujer en una diosa que vuelv e á mudar los locos en sabios, Lo s sabias tienen por cosa muy cierta que el hombre hablado¡' tiene parte defem enino, y que por eso en tiempo antiguo los mandaban »estir en traje de mlVer.- Esos sab ios ti enen mucha razon, y debian ser muy buenos anat ómicos, pues yo que he pasado toda mi vida encima de Ia muerte, he hecho la misma obser vacion, y aun una . multitud de veces, porque, por un a casualidad muy particular, el mayor num ero de los que he disecado habian sido tan grandes habladores, que Cssandra, comparada con ellos, huliiera podid o ser .considerada como muda. E l ~lOmlh:e habl ad?r el~ efecto tiene la lengua ta J3emCJante a la de la muj er que, muy bien tapada la e r del uno y del otro, desafio al mas profundo anatomico d poder distinguir si pertenece al jénero masculin' euino ; pues en los dos misma forma, a flex-ibilidad, misma blandura, estructura, misma humeílad de ••. en fin es admirable 'la igu mad que ,cas entre los dos órganos, y sin las

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barbas, cien veces hub ier a creido que todo en esos hom bres se hahia vue lto lengua. P ero la proposicion citada no ofrece mas que la mitad de la verdad: hay todavía los carac tere s que distinguen de la mujer el hombre que no es hablador, y es muy importante conocerlos, porque de otro modo se pudiera confundi r á cada instant e la part e la mas discreta y mas reservada de la especie humana con la famil ia de los loros, pues se confunden cada dia cosas mucho mas distintas. He hecho sobre esa materia una serie de observaciones y de exper iencias que podr án inspirar al lector un cierto interés, porque en una multitud de circunstancias lo har án capaz de juzgar si un in feliz acusado de tener algo de femenino es enteramente hombr e ó no. Principiemos por la lengua. P ara que no tengll nada de muj eril, y que nun ca haga abuso de la palabra, es menester que sea ti esa. , seca, du ra, inflexible, casi inmovil, de un color med iano entre pard o yasul, del gadit a - por atr ás, ancha, espesa, cuadrada hacia la punta, y no en forma de lanza como la de la mujer, que cuando habla parece que va a tir ar una . flecha en los ojos. T odas la veces que se encuentre un hombr e que tenga una lengua asi dispuesta, sin que sea 'necesario de consider ar si habl a poco ó mucho, se podrá afirmar con toda seg uridad que no es habl ador, y recipro camente los que la tendr án hecha de otro modo podr án ser condenados á Jlevar camisones, y a ir á juntarse .con los antiguos vestidos de mujer. Esos caracteres son infalibles, nunca me han engañado, y solo viendo bostezar á un hombr e, juzgo si es digno de tener barba ó no. El craneo presenta tambien un muy buen carac ter. En efecto en el del hombre (]ue no tiene nada del otro sexo, hay de cada lado y un poco hacia atr ás, un hueco en que pudiera caber la mitad de un

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us l'

huevo, mientras que e"illa mujer y los hombres ~u' j eriles se observa una eminencia mas o menos considerable segun la forma de ' la lengua, y esa diferencia de disposición anatómica depende de la razon siguiente: en el celebro hay una parte que es el organo de la habladuria, y corresponde exactamente a las eminencias que he indicado; pues en virtud de una ley que preside á todos los actos de lavida, mientras mas se ejercita un órgano, mas se aumenta su volumen, y recipro camente, por falta de ejercicio se disminuye, y aun puede desaparecer, y trans formarse ' en un hueco; por. consiguiente el 'cr áneo de la mujer, considerado en las' dos partes de que se trata, debe ser dispuesto al reves del del hombre que no es hablador, y much as veces esa inversion de forma es tal que hay mujeres que llevan en la cabeza dos especies de cuernos que llenarian, como un sable llena SJl forro, los huecos que presenta el craneo de algunos hombres modelos perfectos dé razon, de prudencia y de moderacion.* , A mas de los dos huecos del celebro, el hombre que en los nueve meses que fué identificado con la propia, substancia de su madre no se llev6

*

Si alguno es cur ioso de reconocer esas inmen sas emi-

••

32 ninguna parte de ella, tiene ese (JI'gano mucho mas extenso para presidir a la grandeza de Jos pensam ientos, mas dur o para dar el mayor g rado de fuerza y de vi go ~' á las conce pciones, y sobre todo mas pesado por ser cargado ' de toda la gravedad de la razon, ó de todos los conocimien.tos humanos. S u peso es tal que pues to encima de un celebr o de mujer lo estre lla como si Sil pusiera un quintal sobre una bola de mant equill a, y eso se observa no solo despues de la muerte sino en el t iempo de la vida. Ol vidab a de d e~ 'cir que en los ventr ícul os he encontra do frecu entemente una man cha mas ó menos negru sca que siem pre he j usgado ser la sede del al ma, y del color de la mancha no se puede sacar Ul! arg umento contra rio a mi opiniou, Na da de semej ante 'se ha encontrado en el celebro de la mujer, porque la nieve no puede manch ar la nieve, Ó mas bi en porque es en el coraz ón que hab ita su alma. En fin el mismo corazon ofrece caract eres dignos de la mayor atencion. E l de un hombre entera mente hombre es muy duro, a penas fíexi ble ; sus fibras son secas, tenaces y sobre todo hac ia su inter ior en que se hall an una multitu d de tendones, que s_on de todos los tejidos del cuerpo humano los mas tirantes, rompi éndose mas bien que de ceder a ninguna especie de extension. Si n em bargo, á pesar de tanta inflexibili dad, no hay órga no mas vago, mas incier to, mas inconstante en su posicior : cuando piensa n que palpita ha cia un lado, hace sentir sus palpitac iones en el lado opuesto ; unas veces sube, otras veces baj '. ... á la verdad esos dos movimientos son mu desiguales, pues nunca se eleva mucho ( quien sab' si es solo el diafrazrna que no lo permite? mientras que algunas o veces se hace tan bajo q

33 lIegua hasta la mitad de!' vientre. Todo eso no se observa en el corazon de -Ia mujer sino como excepciones muy raras. . En los dos sexos el corazon esta envuelto en una especie de saco que se llama pericardio; pues en . la especie de los hombres que examinamos esa membrana es tan espesa, tan opaca que el corazon se queda escondido é invisible en su interior como tinta en una limeta de barro, de modo que si tiene algun vicio de organisacion, el observador puede creer gue es sin defecto, y no es mas que por el desórden y el tumulto de sus movimientos que llega á conocer una verdad que es muy lejos de serle tan útil coma le ha sido nocivo el error : ya . lo ha picado una culebra cuando alcanza á verla, mientras que el pericardio de la mujer en su ' estado natural es tan transparente pomo si fuera de . vídrio, y si algunas veces, o mas bien muchas veces, lo tiene opaco .como el del hombre, esa alteración depende de una- razon : que en un instante vamos á exponer. En el corazon del hombre de quien hablamos, a mas de la sangre hay un cierto líquido tan amargo, tan inritante, tan corrosivo que 10 hubiera. tomado por una parte de bilis sumamente alterada, si existiera una córñunicacion entre el higado y el órgano principal de la circulaclon ; pero no hay tal comunicaciQn, y parece que es el corazón él mis" mo que cria y prepara ese licor. El de la muger contiene un humor muy dulce, y de un sabor enter~mente analogo al de 1 leche o de la miel, y en los d , esos licores empapan los sentimientos ue no lo sabe, habitan en el .corazon, ricardio de muger se ponen algunas o gue se encuentra en el corazon de 'eRente e~l:l saco se obsc.urece, pier-

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de su trasparencia, y el órgano contenido en su interior deja de ser visible. S i se aplican sobre el corazon, al instante este se recoja, se vuelve duro, pierde toda su flexibilidad, y sus cav ida des se hacen tan angostas que no pudieran alojar los . mas peque ños sentimientos, y que aun los suspiros ' ant es de salir serian todos ahoga dos. L a misma experiencia hecha sobre el celebr o le quita su col or blanco y su blandura, lo llena de manchas, y lo vuelv e tan tieso como el del hombre mas perfectament e hombre. Si se repite algunas veces la experien cia, el órga no se vuelve blando casi como en el estado natural, pero muy pronto pierd e de su consistencia, se deshace, se disuelve, y en rin se transforma en una especie de masamorra de uu color mas (, menos moreno. Entonces todo lo que se cria en el celebro es pequeño, angosto, vicioso : las concepcione s son sin fuerz a, los pensamieutos sin elevación, y el mismo color del órgano se tr ansmite á todas las ideas. No debo descuidar de ofrecer al lector una obser vac i ón muy curiosa, y que puede ' dar lugar a apli caciones útiles. Un dia teniendo sobre mi mesa algunas hojas de guaco, por casualidad puse encima un corazon de muger todo recogido por el efecto del licor con que hacia mi. experiencias . .. . •queadrniracion fue la mia.! observé que poco a poco ese corazon se dilataba, se volvia blando, flexible, y en fin en algun os minuto s estuv o en un estado perfectamente. natural; volví á repetir la misma experiencia, y obtuve el mismo resultado; la hice tambien sobre pericardios y celebros , y todo lo que habia producido el licor desapareció. Entonces tome un corazon, un pericardio y 'un celebro de muger, y despues de haberlos frotado con hojas de guaco, unté los tr es Organos con el mismo licor; pero no s~cedió absolutamente nada ,

33 y su orgaríisacion no fué mas alterada que si hú~' biera echado encima algunas gota s de agua . Como las -eieneias se reducirían á especul aciones vanas y frivolas, si no se sacar an consecuencias apli cables a la práctica, yo he sacado las mías, y me han condu cido a dar un ' consejo á las mhgeres: creo que harían muy bien de ll evar corsees guarnecidos por dentro con hojas de guaco, y de mezclar tambien algunas con las flores que sue len poners e en . la cabeza. He hecho todavia una multitud de otras experiencias ' con los radicales, los ácidos, los metales, las sales, los líquidos animales &c. No ,p udiendo exponerlas toda s.me limitare a referir mi. peque ño número. Adentro de un ' gral). platon fiue en algunos instantes me hab ian ll enado de lágrimas un a media docen a de muj er es 'infelices, puse un dia doce corazones de hombres; sin hab er reparado la forma de las len guas ; y dieron lugar á los fenómenos siguientes: ocho se volvieron tan duros que de repente crei 'que se h abian petrificado; tambien se hici eron tan helados que n() faltaba mas que un grado de frio para que se cuajasen todas las Iágrim as. 'Eres no se endurecieron) pero tampoco se ablandaron, y cosa muy singular, saca-' dos del platon no eran húmedos; parecia que habiali sido puestos en asogue: sin dud a al red edor de esos corazones habia una especie de atmósfera ue . p'eüia las lágrimas de llegar ha sta ell os. . o se ent erneció, ó a lo menos creí que algo de su consistencia, pero no lo . 'p,orHue' todas mis observaciones nocer ' que en casos semejantes engañosa, y puedo decir con

tia , ffallax, j uaicium dijji

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