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Las plantas nos hablan de Dios
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“LAS PLANTAS NOS HABLAN DE DIOS” Oración de la mañana En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. -- Amén. Introducción El 21 de junio de 1854, el Venerable H. Policarpo escribe a los hermanos llegados a América en 1847. Parece imaginarse aquella zona aún en estado salvaje, y llena de grandes bosques y variedad de plantas. Pero no se detiene en esa belleza idílica, e inmediatamente se eleva hacia Dios, autor de aquella hermosa naturaleza. Nuestro “Segundo Fundador” nos da, una vez más, ejemplo del orante que se sirve de todo para remontarse hasta Dios. Que la belleza natural nos conduzca también a nosotros hasta su Autor. MONICIÓN DE ENTRADA Señor, que se abran mis labios. -- Que mi boca y mi corazón pregonen tu alabanza. Abre también mis ojos para contemplar tus maravillas. -- Que mi pensamiento se eleve y que mi oración llegue hasta ti. Gloria a ti, Dios Creador, a tu Hijo que nos salva, y al Espíritu que santifica todo. -- Desde todos los siglos y en cada instante de nuestra vida. Amén. [Se puede hacer el ofrecimiento del día. Véase al principio del folleto] HIMNO: Salmo de las criaturas 1. Por los cielos que pregonan tu esplendor y majestad, por tu grandeza infinita, por tu inmensa pequeñez, por la bóveda estrellada que te viste con su manto,
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por el sol, hermano nuestro, quiero gritar... Estribillo
¡Oh Dios mío, oh Dios vivo! ¡cuán hermoso y grande eres! ¡Dios altísimo, Dios de amor! ¡cuán hermoso y grande eres! ¡Oh Dios vivo, Dios altísimo, Dios presente en la Creación!
2. Por los mares y los ríos, océanos y continentes por el fuego en que apareces como una zarza ardiente, por las escarchas y fríos, por las nieves, por las alas de los vientos, quiero gritar... 3. Por las montañas, llanuras y valles, por la sombra de los bosques, por las flores de los campos, por las hierbas de los prados y los brotes de los árboles, por los trigos en espiga, quiero gritar... 4. Por todos los animales, los de tierra, aire y agua, por los trinos de las aves, por el canto de la vida, por el hombre que tú hiciste a tu propia semejanza, por todos sus descendientes, quiero gritar... 5. Por esta mañana abierta a los cantos y a la danza, por ese beso nacido de un suspiro de añoranza, por esa mirada de amor que alienta y que reconforta, por el pan y por el vino, quiero gritar...... SALMO I Monición El salmo 28 revela poéticamente la siguiente verdad: cuanto más grande se muestra el Señor, tanto más seguro debe sentirse el que le ama y sirve, incluso en el caso de que estalle la tempestad. Rindamos al Señor el honor que le corresponde. Antífona
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“Las plantas nos hablan de Aquél que las hizo”. (1) SALMO 28 Vosotros, los tenidos por héroes, devolved al Señor lo que es suyo. Cantad su gloria y bendecidle, adoradle, pues Dios es santo. El Señor es el dueño del mundo, él es quien desata los vientos, derrama la lluvia y hace el silencio. Su fuerza, como un tornado, descuaja los árboles, tambalea la tierra, barre las arenas del desierto. Que la naturaleza entera cante su poder convertida en templo inmenso. Es él quien otorga los éxitos. Él es quien concede la paz a su pueblo y a los que le adoran. Gloria al Señor del universo, Gloria a su Hijo, el Salvador al igual que a su Santo Espíritu, por los siglos de los siglos. Amén. SALMO II Monición La vocación del cristiano, y con mayor razón la del consagrado, es dar gracias a Dios por su vida con todo el corazón. Nadie lo detecta mejor que el santo, cuyo corazón está incesantemente vuelto hacia Dios. El Venerable H. Policarpo se integra en esta estirpe cuando escribe a los Hermanos: “¡Cuán propicio debe ser todo en ese ambiente (de naturaleza silvestre) para elevaros a Dios!” (2)
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Antífona Todo debe ser propicio para elevar nuestro corazón hacia Dios. SALMO 148 Alabado seas, Señor, en el cielo, alabado seas por los santos y santas que lo habitan. Que tus ángeles también te alaben y que todo el universo hable de ti. Te alabo por el sol, por la luna, y por los millones de estrellas que adornan el firmamento. Te alabo por la inmensidad del espacio, por las nubes y la lluvia que fecunda los campos. Que todas las criaturas canten tu alabanza, pues a ti deben su existencia. Por tu bondad fueron creadas y se rigen por las leyes que tú les fijaste. Que se unan a esta alabanza las criaturas de los mares, el trueno y el granizo, la nieve y la bruma, así como el viento que revela tu presencia. Que montañas y valles, árboles y plantas, bestias y todo tipo de animales, canten la belleza de tu creación y ensalcen tu largueza creadora. Incluyo en este canto de alabanza a poderosos y humildes, ricos y pobres, a jóvenes y viejos, a sanos y enfermos. Que todos te alaben, Señor, a ti que, aunque eres el Único, te muestras cercano a tu creación
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y amas todo lo que creas. Gloria a ti, Padre Creador, con tu Hijo y Santo Espíritu, por todos los seres creados por los siglos de los siglos. Amén. Monición En la Biblia, en el Antiguo Testamento sobre todo, la naturaleza, las flores o los árboles que verdecen, son siempre imagen de la victoria del Señor, del amor y de la vida. Siguiendo al profeta Isaías, dejémonos hechizar por esta exultante sinfonía, por este mundo nuevo que tendrá su acabado perfecto con la venida de Cristo. LECTURA DEL PROFETA ISAÍAS: 35, 1-4 Que el desierto y el sequedal se alegren, regocíjese la estepa y florezca como flor; estalle en flor y se regocije hasta lanzar gritos de júbilo.…... Se verá la gloria de Yahvé, el esplendor de nuestro Dios. Fortaleced las manos débiles, afianzad las rodillas vacilantes. Decid a los de corazón intranquilo: ¡Ánimo, no temáis! Mirad que vuestro Dios…… vendrá y os salvará. (3) Monición A su manera, quizá recordando su juventud, cuando gustaba cobijarse para rezar bajo los árboles que daban sombra en el patio de la familia Gondre, el H. Policarpo expresa sus sentimientos en la carta a los Hermanos de América. (4) CARTA DEL V. H. POLICARPO a los Hermanos de Estados Unidos "“¡Cuán propicio debe ser todo en ese ambiente para elevaros a Dios, aunque sólo fuesen esos robles que parecen querer llevar su cabeza hasta cielo! Además de tanta diversidad de plantas que os hablan de manera admirable de Aquél que las ha hecho. ¡Qué meditaciones tan fervorosas y ardientes podéis hacer! No, no hay necesidad de ir a buscar a Dios muy lejos; lo encontraréis en torno vuestro, en medio de vosotros." (5) MEDITACIÓN EN SILENCIO ORACIÓN UNIVERSAL (con el tema de los árboles) Señor Padre nuestro, tú nos has dado los árboles para protegernos del sol, renovar el oxígeno de la atmósfera, dar alimento a hombres y animales, calentar nuestros hogares,
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y para tantas otras cosas buenas. Al contemplar tus dones, haz que nos elevemos a ti. R/ ¡Oh Dios!, creador y dueño de la naturaleza, escúchanos. Como los olmos, que a modo de fuentes de ramaje prodigan su sombra bienhechora, - te pedimos que seamos hacedores de paz en nuestro entorno. Como los abetos y cipreses, que lanzan sus flechas hacia el cielo, - te pedimos nos concedas que no perdamos de vista nuestro destino eterno. Como los abedules, que recobran vida con presteza cuando manos humanas han desfigurado el paisaje, - te pedimos que no nos dejemos abatir por las dificultades. Como los arces, que en primavera nos entregan su savia para ayudarnos a sobrellevar el invierno, - te pedimos que nuestra presencia aporte suavidad a la dureza cotidiana de la vida. Como los árboles frutales, que aceptan ser podados para alimentar mejor a los seres humanos, - te pedimos que nos hagas generosos al compartir nuestra riqueza, nuestros talentos y nuestras cualidades. Como los robles, que hunden fuertemente sus raíces en el suelo para aguantar mejor los vendavales, - te pedimos que nuestra vida de cristianos y consagrados arraigue profundamente en tu amor a fin de que nada pueda hacernos dudar de ti. Como la leña, que se deja consumir por el fuego para calentar nuestras casas y nuestros cuerpos, - te pedimos que nuestra vida entera aporte calor y consuelo para aquellos que perdieron el amor y la esperanza. Como los troncos de los árboles, que se dejan triturar para fabricar el papel, - te pedimos que nuestra presencia facilite las relaciones entre los humanos.
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Como los dos leños cruzados que cargaste sobre tus hombros, siendo clavado en ellos cierto viernes para obtenernos la salvación, - te pedimos que tu amor nos dé fuerza para llevar nuestra cruz y entregar nuestra vida. Se pueden añadir otras invocaciones si se desea... PADRE NUESTRO DE LA NATURALEZA Padre nuestro que estás en el cielo pero que sigues creando el mundo. Santificado sea tu nombre, que sea alabado por todo ser racional como es cantado por los irracionales en la naturaleza. Venga tu reino a este mundo, reino de paz y justicia, reino de cada uno en su sitio. Hágase tu voluntad, que se cumpla tu deseo de ver que los humanos viven en armonía con la naturaleza así como los niños en una gran familia. Danos hoy nuestro pan de cada día así como das la subsistencia a todo ser viviente. Perdónanos por desfigurar tu creación y destruirla por nuestro egoísmo; danos el ánimo y la voluntad de reconstruir todo lo que hemos destruido así como das a la naturaleza el reclamar sus derechos. Mas líbranos del mal que con demasiada frecuencia nos hace desfigurar tu obra y romper el equilibrio que tú has establecido al comienzo del mundo. Porque a ti te pertenecen
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el reino, el poder y la gloria por los siglos de los siglos. Amén. ORACIÓN Dios Padre nuestro, tú eres el autor de la creación que quisiste bella y armoniosa. Tú hiciste capaz de maravillarse y alabarte por ella al ser humano. Te damos gracias por este reflejo de tu hermosura. Haz que, como el Venerable H. Policarpo, ascendamos de admirar tus criaturas a adorarte a ti, su Creador. Así seremos imitadores de nuestro “Segundo Fundador” al que pusiste en nuestro Instituto como guía y modelo. Bendito seas tú, Padre, con tu Hijo y el Espíritu Santo ahora y por los siglos de los siglos. -- Amén. BENDICIÓN Que Dios todopoderoso nos bendiga: Padre, † Hijo y Espíritu Santo. -- Amén. “Vamos, mis queridos hermanos, sabed sacar provecho de tantos medios como Dios puso en vuestras manos”. (6) -- Amén. Bendigamos al Señor. -- Demos gracias a Dios. ____________
1. H. Policarpo, positio, p. 164. 2. Positio, p. 164. 3. Traducción: Biblia de Jerusalén. 4. Positio, p. 563. 5. Positio, p. 163. 6. H. Policarpo, Positio, p. 164.