LIBERACIÓN Y CONTEMPLACIÓN

AUGUSTO GUERRA LIBERACIÓN Y CONTEMPLACIÓN Lucha y contemplación en tres tiempos: Liberación, Bonhoef fer, Petición, Revista de Espiritualidad, 138 (1

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AUGUSTO GUERRA

LIBERACIÓN Y CONTEMPLACIÓN Lucha y contemplación en tres tiempos: Liberación, Bonhoef fer, Petición, Revista de Espiritualidad, 138 (1976) 33-61* Cristianamente resulta alentador comprobar que la oración ha dejado de ser feudo del hombre piadoso, en su sentido más devoto, y constatar que las modernas teologías la convierten en objeto de su atención. Esto acarrea consecuencias para la oración y para la teología. Cuando ésta deja de ser abstracta y se convierte en instancia crítica, pone de relieve cuestiones de la actitud orante hasta ahora marginadas. Una de ellas - la que aquí nos interesa- ha sido preguntar lisa y llanamente a la oración, en qué medida ha contribuido a la realización de un mundo que resulta ser la mano tendida de Dios para la salvación de los hombres. Porque el desarrollo de este proyecto de Dios y la eliminación de todo lo que se le oponga es la gran tarea de la teología y cualquier realidad espiritual -y la oración es una de ellas- sólo se justifica por su colaboración a la venida del Reino. La pregunta por la influencia de la oración en la transformación del mundo la pretendemos contestar desde las tres perspectivas del artículo que son arbitrarias, pero creemos que íntimamente relacionadas. Hemos tenido que elegir entre las muchas teologías de los últimos años, no siempre fáciles de delimitar en sus peculiaridades y diferencias y hemos optado por limitarnos a una breve confrontación entre oración y acción, lucha y contemplación, contemplación y compromiso, política y contemplación, mística y revolución. Quizá más que de confrontación entre dos realidades, sería preferible hablar de la captación de la importancia y el sentido que la contemplación tiene en la lucha, porque no son los contrastes lo que interesa, sino el análisis del hombre que a un mismo tiempo ora y trabaja en el mundo. Hemos elegido la Teología de la liberación porque es la que de forma más explícita ha captado la relación entre lucha y contemplación. No es ocioso indicar que hemos elegido unos nombres que son referencia obligada (G. Gutierrez, H. Assmann, S. Galilea, C. Maccise y L. J. González), conscientes, sin embargo, de que no son los únicos, de que tienen su propia personalidad intelectual y de que han nacido y crecido en su propio "contexto original", que es principio inalienable de toda reflexión teológico-espiritual.

1) Liberación y contemplación: unión consumada Todos ellos reconocen que el término liberación es ambiguo en América latina. Pero hay acuerdo unánime en constatar que el contexto de la liberación no es el subdesarrollo económico, sino la situación de dependencia y dominación de América latina, "continente de despojo y opresión". Reducir la liberación al desarrollo, o a la revolución, o a la violencia, es una visión miope, aunque tengan mucho que ver con ella. Forman parte de su contexto básico. En este clima de matiz reivindicativo, resulta explicable que muchos consideren que el tema de la contemplación está lejos de la preocupación de estos teólogos, o al menos queda desnaturalizado y muy recortado. Algunos, más duros, les acusan de querer acabar con todo lo "religioso", también con la oración cristiana. No sería exacto negar globalmente esas sospechas o esas acusaciones. Existen puntos de vista y experiencias

AUGUSTO GUERRA pastorales que pueden acabar con el más popular y elemental sentido de la oración. Aunque puedan discutirse sus características no se puede negar, sin embargo, una seria preocupación por la contemplación en la mejor Teología de la liberación. Las palabras, especialmente autorizadas, de Mons. E. Pironio que ve a la Teología de la liberación "marcada con el Espíritu de la interioridad y la oración, del testimonio y de la profecía, de la comunión y el compromiso (...) de la Palabra recibida y de la palabra empeñada (...) de la contemplación y del servicio" constituyen el testimonio más claro de lo que afirmamos.

2) Marco adecuado para la contemplación La Teología de la liberación encuadra las formas de oración personales y comunitarias en el "área de la experiencia religiosa" y no en el "área ritual y devocional" como se había hecho con frecuencia. Y esto no constituye sólo una cuestión metodológica, sino que patentiza la categoría que se atribuye al tema. Por otro lado, se ha reconocido expresamente la necesidad no sólo de una teología, sino de una espiritualidad de la liberación y ésta, concebida como vida en el Espíritu, pierde su dimensión más profunda si no tiene su centro en la oración como actuación del Espíritu en la relación interpersonal.

3) Liberación y contemplación: necesaria reconciliación Gustavo Gutiérrez ha puesto de relieve que el cristiano comprometido en el proceso revolucionario latinoamericano vive una crisis honda en su necesidad de encontrar los caminos de una oración auténtica y no evasiva. Un examen crítico de la oración y un compromiso ineludible resultan exigencias inapelables. De ellas trataremos luego. Pero hay que constatar, ante todo y desde ahora, un deseo de reconciliación en profundidad con la oración, como experiencia de gratuidad, liberadora de toda alienación religiosa y, en última instancia, de toda alienación.

4) Liberación y contemplación: reconciliación difícil Para nadie ha sido ni será fácil unir liberación y contemplación. Lo experimentaron los jóvenes del Concilio de Taizé y lo confiesa claramente la Teología de la liberación. Las dificultades quizá sean comunes, agudizadas en ésta última por el contexto en que se desarrolla. Vamos a estudiar dos de ellas: a) Separación humana. El catolicismo popular suramericano, "no evangelizado", ha sacralizado desde antiguo el statu quo o, incluso, ha interpretado como voluntad de Dios los cambios políticos retrógrados. Habrá, pues, que desentrañar las visiones miopes que originaron el divorcio cristianismo-liberación. Prestaremos tres explicaciones de esta situación, las cuales hay que superar, para lograr precisamente esa difícil reconciliación: 1. La cristianización latinoamericana es profundamente tributaria del modelo evangelizador occidental, influenciado por la filosofía griega y los quietismos religiosos orientales monásticos. Esto explica la tendencia a la división entre cuerpo y espíritu. Lo

AUGUSTO GUERRA exterior y mundano no es más que la cárcel del espíritu y naturalmente los barrotes son sólo impedimentos y dificultad para su vuelo a lo extracorporal y extramundano. 2. La consideración del más allá como lugar de la verdadera residencia convertía al hombre en la tierra en un asustado muñeco en "prueba". 3. La vida religiosa con una "visión preferentemente sacral del mundo" ha desempeñado un papel importante en estos países y ha dado origen a un escapismo, que ni siquiera ahora es fácil superar. Todo esto ha tenido funestas consecuencias para la oración. Para estas concepciones, la oración es el rincón donde el espíritu puede volar ausente del mundo y su problemática. Por esto las autoridades uruguayas, temerosas de los cristianos comprometidos, dicen a los miembros de las comunidades que han de limitar su vida cristiana a la oración. Hay que tener también en cuenta que esta oración separada de la vida, en un continente sangrientamente explotado, ha sido la única parcela donde el hombre oprimido se sentía libre. Era la libertad, cierto, de un hombre engañado. pero hay que reconocer que el cristianismo populachero y colorista ha sido un gozo indescriptible y necesario para mendigos, braceros y esclavos. Los teólogos de la liberación han visto la profanación y la alienación que supone esta dicotomía oración-liberación y han emprendido batalla para el nacimiento de un hombre nuevo acunado al calor del compromiso y no de una conversión intimista y privada. Por eso escriben: "nuevas experiencias, nuevas exigencias han hecho intransitables algunos senderos familiares tranquilizadores y han hecho tomar itinerarios en los que esperamos que sea posible decirle un dla al Señor con Job: "Yo te conocía sólo de oídas, mas ahora te han visto mis ojos" (42, 5). b) "El amor al hombre". En esta perspectiva, el encuentro con el Señor puede desaparecer en beneficio de lo que el mismo suscita y alienta: el amor al hombre. Se trata de una tentación real y explicable por un doble motivo: porque nunca será suficiente el tiempo que se dedique a los hombres dominados y porque resulta muy difícil intimar con un Dios falseado por la atribución de un secular desinterés por la liberación humana. Es muy difícil, desde la impotencia del explotado, barruntar la presencia del Omnipotente; desde el crimen más descarado, la presencia de la suma bondad y desde la rapaz depredación de los lobos, la del buen pastor. Pero en este punto, no sin dificultades y tensiones, la teología de la liberación se esfuerza, tanto a nivel teórico como práctico, en superar la dificultad. En el plano teórico ha cuestionado, desde la oración, el principio tecnocrático de la eficacia, mostrando que a la larga no hay criterio más ineficaz que el de la misma eficacia y poniendo de relieve que ciertas defensas de la oración, por parte del hombre de acción, se hacían sospechosas de convertirla en instrumento y medio de puro rendimiento humano. Segundo Galilea ha afirmado con fuerza: "No se trata de poner la oración contemplativa al servicio de la liberación. Se trata de desempeñar todas sus virtualidades, y en este caso, su dimensión de compromiso". Eficacia y compromiso son dos cuestiones distintas. Junto a esta observación, la Teología de la liberación sabe y tiene en cuenta que la plegaria cristiana si no se abre al amor teologal se convierte en un amor que ignora la plenitud que encierra.

AUGUSTO GUERRA En el plano práctico, el interés suscitado por las casas de oración, el despertar al silencio y a la fiesta religiosa, son hechos que atestiguan el esfuerzo por superar la tentación pragmatista. El "contemplativo" tiende a recuperar su lugar entre los "militantes". Entre el clero y los seglares más comprometidos y sensibles al proceso de liberación se nota una recuperación del sentido de la liturgia y de la oración con una vuelta a los retiros espirituales con tiempos de silencio y de plegaria.

5) Contemplación liberadora La tarea de descubrir y ahondar una vida de oración personal y comunitaria no es fácil, para la fe tradicional, por la radicalidad de la crítica y los planteamientos, ni tampoco para los cristianos comprometidos en la liberación, porque no tienen el respaldo de una tradición teológica y espiritual en esta línea; ellos mismos la están forjando, y la búsqueda no es sencilla. Pero quizá es ya posible señalar en su infancia los rasgos de carácter de su madurez futura. Vamos a intentarlo. a) Oración violenta de desierto. Los temas del Exodo y del desierto son una constante de la teología y la espiritualidad de la liberación. La larga marcha de liberación en la fe y la espera, entre el esfuerzo y el desaliento, vivida en una especial intimidad con Dios es el panorama que se abre a la contemplación liberadora. b) Oración y experiencia liberadora. Con frecuencia la oración se ha convertido en alienación. Es un peligro que la acecha constantemente. Pero el peligro acecha siempre donde hay posibilidades de evitarlo. Y esto sucede con la oración y sus posibilidades de liberación. Los teólogos de la liberación insisten en que la espiritualidad puede inducir la experiencia de plenitud, la liberación. Y mientras la gente no llegue hasta esta dimensión de la libertad, se encuentra todavía en camino. La oración es experiencia de liberación, no por constituir un fácil sentimiento romántico, o porque espera un futuro mejor, sino porque significa y es ya la vivencia profunda de realidades que la fe asegura poseídas. Si orar es dejarse hablar por Dios y aceptar como supremo valor la persona, vida y mensaje de Cristo, la oración no puede no ser liberación, porque la acep,aci6n de esta visión enriquece enormemente al hombre cuando se deja poseer por ella. c) Oración y comunión fraterna. Captar y aceptar las premisas de la acción liberadora y el encuentro con Cristo en los demás no se improvisa. Es necesario que lleguen al centro del alma. Por eso la contemplación no sólo es un pasivo previo, sino apertura y primera vivencia de la comunión con el hermano. Hace falta una gran capacidad de silencio para recibir la "palabra de salvación", para descubrir el misterio del hombre en su grandeza y miseria, angustia y esperanza, posibilidades y miedo. Se necesita la oración para descubrir al Señor en el rostro del hermano y en la historia, para recibir el espíritu del amor y comunicarlo a los hombres y a los pueblos paralizados en su soledad y aislamiento. d)Oración y exigencia de compromiso. El Dios de la oración lanza a los contemplativos; les comunica los clamores de su pueblo y la exigencia imperiosa de obrar y hacer la verdad salvadora. El encuentro con el Señor exige el compromiso. ¿Qué significaría una fe que no fuera aceptación cotidiana del amor universal del Padre, sin

AUGUSTO GUERRA identificarse con Cristo, sin hacerse solidaria de los hombres, los intereses y luchas de los pobres y desposeídos? En la oración se acepta no sólo la liberación, sino también la esclavitud, que Por la oración se hace carne propia. Entonces, surge el ímpetu necesario para, prescindiendo de la carencia de dinero, poder o instrucción, trabajar por la liberación de los hermanos. Desde este punto de vista, no es simple folklore ni sacralización indebida cuando una protesta se puede narrar así: "llegados a la iglesia a las diez, oramos para obtener fuerza y coraje y cantamos nuestros himnos de liberación. Después nos acercamos a la Plaza Mayor donde se alza el Ayuntamiento". Nada de esto debería causar admiración, porque la misma Teresa de Avila confirma que "en los efectos y obras de después se conocen estas verdades de oración, que no hay mejor crisol para probarse". e) Contemplación y pobreza. Una oración comprometida con un pueblo pobre ha de acabar en pobreza. No por romanticismo, sino por lógica interior. La pobreza es asumida no para hacer de ella un ideal de vida, sino como testimonio del mal que representa, de la misma manera que la condición pecadora y sus consecuencias fueron asumidas por Cristo, no para idealizarlas, sino por amor y solidaridad con los hombres. Es interesante anotar que la comunión afectiva con el pobre y la protesta contra la pobreza oprimida se han extendido en la iglesia a espacios más amplios que los de la exigencia primera de la vida religiosa que centró su espiritualidad en la pobreza y la contemplación desde un punto de vista más ascético. Esa doble exigencia de vida no fue un azar. Su fecundidad sigue presente aunque en un contexto distinto que el del marco de la vida religiosa. f) Contemplación, descanso necesario. Hace falta oración para evitar el caminar duro y peligroso por la comunión con los hombres. Y no es lícito confundir este efecto sedante de la oración con una aplicación de la consideración eficacista de la misma que sólo prepararía la acción ulterior del apóstol y le daría más fuerza.

6) Teología y espiritualidad contemplativa de la liberación No pretendemos someter a crítica los puntos tratados o averiguar lo que falta. Si lo hubiéramos pretendido quizá señalaríamos que hay análisis excesivamente simplistas de la tradición y un menor aprecio por la distinción de carismas en la iglesia, que matizarían las afirmaciones de carácter general. Quizá también hubiéramos insistido en la jerarquización de verdades y adhesiones que son referencia obligada en todo análisis crítico. Creemos que la teología de la liberación ha tratado con dignidad y equilibrio el tema de la contemplación. Su extensión a todo cristiano, el sentido de la gratuidad, su configuración sociopolítica, su preocupación por lograr comunidad humana con experiencia contemplativa son valores que superan en mucho sus deficiencias particulares. Y, en todo caso, presenta un balance positivo superior a otros intentos con una mayor tradición y en condiciones más favorables. Para concluir, quisiéramos señalar algunas diferencias de relieve entre los espiritualistas de la liberación y los teólogos de la liberación. Los primeros insisten más en la

AUGUSTO GUERRA contemplación como sostén del apóstol. Los segundos la valoran más como punta de lanza, hacia el liderazgo, a contestación y la denuncia de la injusticia. También se constata una cierta diferencia metodológica que se reduce a haber asumido o no el modelo de teología empírica, en lugar de continuar con el modelo tradicional de la teología deductiva. Personalmente estoy por el primer modelo y no parece que hoy pueda discutirse esta metodología. Es alentador que la misma teología deductiva desee colaborar ron la empírica en el logro de tina síntesis vital necesaria. Quizá el problema, sin embargo, no sea de "síntesis" sino de orientación. Y, por tanto, aunque los instrumentos de análisis sean los mismos, la estrategia será bastante distinta.

Notas: * De las tres partes del artículo (Liberación-Bonhoeffer-Petición) resumimos sólo la 1(N. de la R.). Extractó: JOSE Mª ROCAFIGUERA

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