Los acentos y los signos de puntuación

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Una revolución a fondo

Los acentos y los signos de puntuación Felipe Garrido

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“Estamos determinados a que se haga visible el trabajo de miles de maestras y maestros, que desde las aulas ratifican cada día su compromiso con la educación pública, porque es como mejor sabemos servirle a México” Maestro Juan Díaz de la Torre.

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Una revolución a fondo Los acentos y los signos de puntuación Felipe Garrido

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Una Revolución a fondo. Los acentos y los signos de puntuación.

Director del libro: Felipe Garrido Compilador: Silvia Luna Rodríguez Editorial del Magisterio “Benito Juárez” del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación Venezuela 44, Col. Centro Delegación Cuauhtémoc México, Distrito Federal Primera Edición, mayo 2015 Colección, “Una Revolución a fondo” Folleto 5. Los acentos y los signos de puntuación. Derechos Reservados © SNTE 2015 ISBN: 978-607-8405-18-3 Queda prohibida, salvo excepción prevista en la Ley cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra sin la autorización por escrito del titular del copyright.

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PRESENTACIÓN En el SNTE hemos profundizado nuestro compromiso con la educación pública y con el pueblo de México, para responder mejor a lo más importante: lo humano, en la desafiante y trascendental misión de la formación integral de los niños y jóvenes porque son ellos los portadores de la esperanza y de nuestros afanes por construir un México mejor, para nosotros ese es el corazón de la reforma educativa. La cercanía entre dirigentes y agremiados, fortalece la agenda sindical y la orienta dándole como contenido las respuestas que el desarrollo profesional exige a los maestros, porque la calidad de la educación y la certeza laboral, son dos ejes estratégicos que nuestros compañeros identifican no solo como líneas paralelas sino totalmente fundidas, a esa visión corresponde el taller multidisciplinario de lecto escritores. Porque para nosotros, la defensa de la escuela pública de calidad para todos y la defensa de nuestros derechos, son una misma lucha, que enfrentamos preparándonos cada día, para acompañar a nuestros alumnos en la construcción de un futuro cierto en un mundo de incertidumbres. La colección “Una Revolución a fondo”, se nutre de ese espacio académico que rescata el esfuerzo de los docentes por sistematizar y documentar sus experiencias exitosas en el aula, porque el primer reconocimiento a la profesión es el que se conquista entre pares, por ello, el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, las editará y difundirá, para que sean aprovechadas por otros maestros y para que la sociedad aprecie el trabajo de nuestros compañeros. Con esta colección, reafirmamos que estamos determinados a que se haga visible el trabajo de miles de maestras y maestros, que desde las aulas ratifican cada día su compromiso con la educación pública, porque es como mejor sabemos servirle a México. Maestro Juan Díaz de la Torre Presidente del Consejo General Sindical

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Introducción Es importante leer, y tan importante como leer es escribir. Hoy en día todos necesitamos ser lectores capaces de producir textos. En primer lugar, antes que nadie los maestros, porque su vocación y su profesión consisten en ayudar a los demás para que aprendan, y lo primero que nos hace falta para aprender es hacernos lectores y servirnos de la escritura. La escritura es un medio para ordenar el pensamiento y construir el conocimiento. La escritura, además, nos permite tender puentes de nosotros a los demás, de la escuela al mundo. (La lectura los construye en sentido inverso: de los demás a nosotros, del mundo a la escuela.) Poner algo por escrito nos lleva a comprenderlo y aprenderlo mejor. Escribiendo, aprendemos a pensar y aprendemos a aprender. Escribir sobre un tema o sobre una asignatura dados es una forma de apropiarse de su léxico y de sus contenidos. * ¿Cómo podemos aprender a escribir bien y sin errores ortográficos? Un manual de redacción es útil, pero no para memorizarlo, sino para consultarlo. En primer lugar, porque estos manuales, que incluyen las normas y sus muchas excepciones, son libros extensos. Dos muy buenos, por ejemplo, son Redacción sin dolor, de Sandro Cohen (Planeta, 2014, 6ª ed.), y el Curso de redacción para escritores y periodistas, de Beatriz Escalante (Porrúa, 2012): el primero tiene 424 páginas, y el segundo 348. Las obras en que estos manuales se basan, las obras de referencia, son las de la Asociación de Academias de la Lengua Española (ASALE), aún más extensas: más de cuatro mil páginas tiene la Nueva gramática de la lengua española, que la ASALE y la Real Academia Española publicaron en 2009 (Espasa) destinada a los especialistas. Para un público más amplio hay dos versiones menores: la Nueva gramática de la lengua española. Manual, de 994 páginas, y la Nueva gramática básica de la lengua española, de 302 páginas. Estas obras son utilísimas, como acabo de decirlo, no para memorizarlas, sino para consultarlas cada vez que haga falta. Hay que vivir con un par de ellas a la mano. Una dificultad más, que hace falta mencionar, es que para leer estos manuales hace falta saber de gramática, asignatura que desapareció de nuestras escuelas hace más de cuatro decenios. (Una saludable consecuencia de ir con frecuencia a los manuales es que, a fuerza de consultarlos, iremos adquiriendo esos conocimientos gramaticales que nuestras escuelas no nos dan a tiempo, año con año, y que nos irían ayudando a escribir mejor, con menos errores, a medida que fuéramos cursando la educación básica. Al aprendizaje de nuestra lengua le falta el esqueleto, que es la gramática.)

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Por otra parte, debo decir que memorizar reglas y excepciones no garantiza una buena ortografía ni una buena redacción. Hacia 2005, durante un par de años di un curso de redacción a un grupo de posgrado en la Universidad Autónoma de Morelos. Mis alumnos eran graduados de, por lo menos, una licenciatura en Leyes. Eran gente productiva e inteligente, con enormes deseos de superarse. Muchos de ellos tenían cargos importantes en el gobierno estatal, o ejercían la profesión por su cuenta, exitosamente. Su ortografía era buena, excepto porque no tenían idea de dónde van los acentos. Los ponían donde no iban y les faltaban donde debían ir. Todos, sin embargo, conocían de memoria las reglas de acentuación. Lo que sucede es que escribir bien, haber interiorizado las normas de la sintaxis (el modo en que las palabras se suceden en un enunciado) y de la ortografía (la manera en que se escriben, y el uso de los signos de puntuación), es resultado de una práctica atenta, más que de un conocimiento memorístico. Escribir bien y tener buena ortografía son competencias que se adquieren con la práctica, trabajando sobre textos concretos, que correspondan a un campo de nuestro interés. En este curso-taller tal campo es la experiencia didáctica de los docentes en el aula. Aquí, leer mejor significa que lo hacemos esforzándonos por comprender más a fondo lo que leemos; escribir mejor -hojas de planeación, informes, cartas, artículos, ponencias-, quiere decir que nos esforzamos para hacerlo con claridad y corrección, evitando contradicciones y ambigüedades. A partir de esa certeza surgen estos folletos, que irán formando un curso de ortografía y redacción, no a partir de una revisión tradicional de las categorías gramaticales, sino de las dificultades concretas que los profesores tienen al escribir. En estos folletos iremos viendo la gramática que vaya haciendo falta, e iremos tomando conciencia de cómo escribimos. Durante el segundo semestre de 2014 participaron en este curso-taller más de doscientos maestros que trabajan en las más diversas zonas de la república. Los textos que ellos produjeron, sobre sus experiencias de trabajo, son el material a partir del cual está elaborada la mayoría de estos folletos. Habrá otros, dedicados directamente a temas gramaticales. Como este primero, que está dedicado a los dos temas que concentran más de 90 por ciento de los errores ortográficos que cometemos: dónde van los acentos, y cómo se usan los signos de puntuación * Recuadro 1 / De dónde viene la ortografía A Julio Cortázar, autor de la novela Rayuela y de cuentos como “El perseguidor”, “Axólotl” y “Casa tomada”, le gusta jugar. Suyo es este texto donde, curiosamente, no sobra ni falta ningún acento:

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Konosimos a Abila Sanches ayá por 1936, en Linares i luego lo tratamos en su ogar, que parecía próspero y felis… Posteriormente, en San Luis Potosí, enkontró a una joben bondadosa ke le tubo simpatía y aceptó kasarse kon él. Aunque las palabras en color estén mal escritas, su sonido nos permite entenderlas: konosimos suena como conocimos, ayá como allá, ogar como hogar… Pero las palabras se escriben no solamente de acuerdo con su sonido. La ortografía no es obra de la casualidad ni del capricho, sino, sobre todo, de la historia de cada palabra. Por eso, hasta ahora, los intentos para simplificarla siempre han fracasado. Y ha habido muchos: el primero, la Nueva i zierta Ortografia Kastellana, de Gonzalo Korrea, en 1624. Escribimos conocimos y no konosimos porque en latín conocer es cognoscere, y en latín vulgar, el precedente inmediato del español, conoscere. La k es una letra griega que se usa en palabras de ese origen, como kilómetro, o de otras lenguas, como koala o kiwi. Abila es el nombre de algunas ciudades y algunas personas. Existe también Ávila, y es más frecuente. El apellido Sanches es portugués; en español el equivalente es Sánchez. En español muchos apellidos terminan en -ez, y en portugués acaban en -es. Esa terminación significa hijo de: Sánchez, hijo de Sancho; López, hijo de Lope, Pérez, hijo de Pero (Pedro), Martínez, hijo de Martín, etcétera. Escribimos allá y no ayá porque en latín era illac. Aya, que lleva el acento prosódico (pronunciado, no escrito) en la a inicial, es una niñera; la palabra viene de avia, que en latín es abuela. Halla es la forma conjugada el verbo hallar, en tercera persona del presente de indicativo (hay un folleto dedicado a los verbos); en latín, afflare es seguir una pista con el olfato. Por último, haya es un árbol que en latín se llama fagea, y es además la forma conjugada del verbo haber, en la primera y en la tercera personas del singular, en presente de subjuntivo: Nos alegra que Celia haya venido. Ponemos y en lugar de i o de e --en latín es et-- por costumbre, porque así terminó por imponerlo el uso. Hasta principios del siglo XVIII se escribía a veces y, a veces i, a veces e. Actualmente se escribe e sólo cundo la palabra que sigue comienza con el sonido de la i: fresas e higos. Pero agua y hielo, porque en hielo el sonido inicial no es i, sino y. Es hogar, no ogar, porque viene del latín vulgar, focaris. En latín, focus es fuego. El hogar es el sitio donde está el fuego, la cocina, la casa. La f inicial de muchas palabras en latín, como filius, folium, ficus, al pasar al español se convirtió en h: hijo, hoja, higo. Escribimos feliz en lugar de felis porque en latín es felix, felicis, como lombriz procede de lumbrix, lumbricis, y perdiz de perdix, perdicis. Encontrar viene del latín, in contra. Ya vimos que la k es una letra griega, poco usada 8

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en español. Por lo mismo no escribimos enkontrar, ke, kasarse, kon, sino encontrar, que, casarse, con. Es joven y no joben porque su origen es la palabra latina iuvenis. Tubo, del latín tubus, es un conducto cilíndrico de cualquier material; tuvo es una forma conjugada del verbo tener: en la tercera persona de singular, en pretérito de indicativo. Es aceptar, del latín acceptare, y no aseptar. Aseptar no existe, pero se parece mucho a aseptizar, hacer algo aséptico, libre de microorganismos patógenos (que causan enfermedades). Aseptizar, aséptico, septicemia, vienen de sepsis, una voz griega que significa putrefacción y en español designa una infección general del organismo. LOS ACENTOS Las sílabas. El acento prosódico y el acento ortográfico Decimos las palabras articulando sucesivas emisiones de voz. Cada uno de esos golpes de voz es una sílaba. En la palabra palabras hay tres: pa-la-bras. En las palabras de dos o más sílabas siempre hay una que pronunciamos con mayor intensidad. Esa es la sílaba tónica. Aquí está señalada con negritas. Cuando el acento de una palabra no se escribe (como en cuan-do o en a-cen-to) se llama acento prosódico. Cuando se escribe (como en pro-só-di-co), se llama acento ortográfico y se marca con una tilde o acento sobre la sílaba tónica. Si en esa sílaba hay dos o tres vocales, el acento irá sobre la que pronunciamos con mayor intensidad, la vocal tónica: ¿Cuán-do vie-nes? De acuerdo con el número de sílabas que tienen, hay palabras monosílabas, de una sola sílaba, como sal, red, mi, sol, luz. Hay palabras bisílabas, de dos sílabas, como ár-bol, ve-te, na-riz, cor-to, per-fil. Hay palabras trisílabas, de tres sílabas, como rá-pi-do, ven-ta-na, mi-ra-da, co-li-na, cu-ra-ción. Hay palabras tetrasílabas, de cuatro sílabas, como pa-na-de-ro, te-pal-ca-te, pi-lonci-llo, mur-cié-la-go, tu-li-pa-nes. Hay palabras polisílabas, de cinco o más sílabas, como ca-la-mi-da-des, pe-li-gro-samen-te, pi-ra-mi-da-les, co-mu-ni-ca-cio-nes, pu-ri-fi-ca-ción. * Un ejercicio / 1 (Las respuestas vienen al final de este mismo folleto) Hay que separar por sílabas las palabras que en los refranes siguientes tienen más de una, marcar las sílabas tónicas, y señalar si el acento de esas palabras es prosódico (p) u ortográfico (o):

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Goza de tu abril, que ya tendrás tu agosto. Go-za (p) de tu a-bril (p), que ya ten-drás (o) tu a-gos-to (p). 1) Cacaraquear es fácil, lo difícil es poner. 2) El que padece de amor, hasta con las piedras habla. 3) El que ha de ser barrigón, aunque lo cinche un arriero. 4) No hay caldo que no se enfríe. 5) Para todo alcanza el tiempo, sabiéndolo aprovechar. * Todas las sílabas tienen por lo menos una vocal y pueden tener o no consonantes: a-yer, e-li-mi-nar, i-lu-sión, cien-to, u-ni-dos. Actualmente, en español hay veintidós consonantes: b c d f g h j k l m n ñ p q r s t v w x y z, más cinco vocales: a e i o u. Tres son vocales fuertes (o abiertas): a e o, y dos son débiles (o cerradas): i u. En un tiempo, la ch y la ll fueron consideradas letras; su lugar en el abecedario era, respectivamente, después de la c y a continuación de la l. Hoy en día ch y ll son dígrafos; es decir, grupos de dos letras que tienen un solo sonido. En español hay cinco dígrafos: ch, gu, ll, qu, rr. Cuándo se escriben los acentos Palabras agudas, graves y esdrújulas De acuerdo con cuál sea su sílaba tónica, las palabras de dos sílabas o más pueden ser agudas, graves (o llanas), esdrújulas o sobresdrújulas. En las palabras agudas la sílaba tónica es la final. La mayoría llevan un acento prosódico: ha-blar, pa-red, pa-pel. El acento se escribe, se vuelve ortográfico, cuando terminan en n, en s o en vocal: ca-mión, a-trás, co-li-brí. Si acaban en consonante seguida de s, como tictacs, no llevan tilde. Tampoco la llevan las que terminan en y, como virrey o convoy. En las palabras graves o llanas la sílaba tónica es la penúltima. La tilde se escribe si terminan en consonante que no sea n ni s: tó-rax, cár-cel, lá-piz. En las palabras esdrújulas la tónica es la antepenúltima sílaba. En estas palabras el acento es ortográfico siempre, no importa cómo terminen: gár-ga-ras, ló-bre-ga, incóg-nito. En las palabras sobreesdrújulas la sílaba tónica es anterior a la antepenúltima: consí-gan-me-lo. Siempre llevan tilde. En cambio los monosílabos no llevan el acento escrito: sal, tren, fin, sol, su. Cuando algunos lo llevan se convierten en otros, que se escriben igual, suenan igual, pero

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tienen otro significado y pertenecen a dos categorías gramaticales distintas: de (preposición) Le pidió un vaso de agua. dé (del verbo dar) Dile que te dé otro balón. el (artículo definido) Eso viene en el libro que está en la mesa. él (pronombre personal) Él quiere saludarte. mas (conjunción; equivale a pero) Voy a verlo, mas será mañana. más (adverbio de cantidad) Los primos llegaron más temprano. mi (adjetivo posesivo) Nos vemos en mi casa. mí (pronombre personal) A mí me gusta cantar rancheras. se (pronombre reflexivo) Mis padres se conocieron en Campeche. sé (del verbo saber) No sé cuánto cuesta eso. si (conjunción condicional) Si quieres, te lo presto. sí (adverbio afirmativo) Sí, por favor, déjame verlo. te (pronombre reflexivo) Te invito al partido. té (sustantivo, infusión) Prefiero el té al café. tu (adjetivo posesivo) Dobla bien tu camisa. tú (pronombre personal) Tú tocas la guitarra mejor que nadie. A esa tilde que sirve para distinguir dos palabras homófonas (que suenan igual) la llamamos diacrítica. Un caso especial es el del adverbio aun/aún, que no cambia de categoría gramatical y que, cuando lleva el acento ortográfico ya no es un monosílabo, sino una palabra aguda, de dos sílabas, que termina en n: aun (equivale a hasta o incluso) Trabaja aun los días de fiesta. aún (equivale a todavía) Malena aún no llega. Diptongos, hiatos y triptongos Los grupos de dos vocales débiles, de una débil y una fuerte, o de una fuerte y una débil en una misma sílaba son diptongos. Los pronunciamos cargando el acento en la segunda vocal débil o en la fuerte, vaya antes o después de la débil: triun-fo, fuis-te, fun-ción, cue-ro, trái-ler. Cuando en un grupo de una vocal débil y una fuerte la tónica tiene que ser la débil, el acento debe ir escrito. En esos casos se rompe el diptongo, se produce un hiato y las dos vocales se separan en sílabas aparte: fe-í-si-mo, o-í-do, dí-a. (Pero dia-rio, porque en diario el grupo ia es un diptongo, las dos vocales van en la misma sílaba, y la que acentuamos es la fuerte.)

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Dos vocales fuertes forman un diptongo, son una sola sílaba, siempre que están al final de una palabra: pe-tró-leo, lí-nea. Si no están al final constituyen un hiato, van en sílabas separadas: ca-er, po-e-ma. Tres vocales juntas, en una misma sílaba, forman un triptongo: miau, cam-biáis, buey (la y tiene valor vocálico cuando está al final de una palabra; ya vimos que en esas palabras el acento es siempre prosódico). Cuando en una palabra hay una h intermedia, eso no provoca que los grupos de vocales en los que se encuentra dejen de ser diptongos (ahi-ja-do, prohi-bir) o hiatos (a-za-har, bú-ho). * Un ejercicio / 2 Hay que hacer una lista de todos los posibles diptongos y anotar frente a ellos tres palabras que los lleven. ai atraiga, caimán, paisaje * Más acentos diacríticos Hay palabras que llevan tilde cuando tienen la función de pronombres o adverbios interrogativos o exclamativos, y no la llevan cuando se emplean como pronombres o adverbios relativos (se remiten a un referente anterior): cómo/como, cuál/cual/ cuán/cuan, cuándo/cuando, cuánto/cuanto, dónde/donde, qué/que, quién/quien. ¿Cómo te llamas? ¡Cómo está lejos el muelle! Larga como una palmera. ¿Cuál vaso es el tuyo? ¡Cuál no sería su asombro al ver al dragón! Llegó con su hijo, el cual me trajo un regalo. Nadie puede creer cuán ignorante era el doctor. Le quitaron la silla y cayó cuan largo era. ¿Cuándo vienes? ¡Cuándo iba yo a pensar que era la abuela! Me detuve a saludarte cuando te reconocí. ¿Cuánto tiempo has pasado estudiando? ¡Cuánto te quiero! Cuanto más tardes en llegar, menos gente encontrarás. Me pregunto ¿dónde dejé las llaves? ¡Mira dónde estás! Vi el automóvil ahí donde lo dejaste. ¿Qué estás haciendo? ¡No sé qué hacer! Me dijo que llevaban tres días de fiesta. ¿Quién crees que es la cantante? ¡Quién te viera tan elegante!

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Te va a ayudar quien menos lo esperas. Ojo: La palabra o nunca lleva tilde, aunque vaya entre guarismos: Tiene 45 o 46 años. Ojo: La Academia Mexicana de la Lengua recomienda que, por razones de claridad y puesto que la Asociación de Academias de la Lengua Española, de la que forma parte la Real Academia Española, así lo admite, la palabra sólo vaya así acentuada cuando significa únicamente: Comió sólo un mango (es decir, comió únicamente un mango), que no es lo mismo que Comió solo un mango (es decir, comió un mango sin que nadie lo acompañara). Un ejercicio / 3 En lo que sigue faltan todos los acentos. Hay que poner las tildes donde deben ir. Mas nadie sabia quien tenia mas gatos. Dile que te de la regla de madera. Tu sabes cual es tu bici. Aun no llego a ese verso, pero aun asi el poema me encanta.. A mi me gusta estar en mi casa. Si quieres, le digo que si venga. Se me ocurre que si se como llegar. Te digo que a la abuela le gusta el te. El jueves el llego mas temprano que nunca. Aun no llega el camion, y ya son las diez. Un ejercicio / 4 En el texto que sigue hay numerosos errores ortográficos. Hace falta corregirlos. La puntuación es la que usó el autor, Agustín Yáñez, que en ese tiempo era el secretario de Educación Pública. Pongamos atención en ella, porque a continuación nos ocuparemos de los signos de puntuación. Y no se entristesca al dicipulo; no sea la escuela un lugar de suplisio, un penzamiento de enfado; agamos amable la idea del trabajo, inculquemos en el niño la trasendencia de la bida, a modo de juego, poco a poco, para que el mismo vaya sintiendo seriedad y rezponsabilidad.

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Alegremos nuestras escuelas y nuestros prosedimientos. Reprima el maestro su mal umor ante el discípulo, no se permita ninguna espresion brusca, ningun ademan violénto; se dijo ya en una palabra: no entristescamos a la niñez, sino al contrario, inllectemosle optimismo, salúd, fuerza para entrar en la vida practica. Aún en su aspecto moral y sientífico demos a la escuela un cierto sentido deportivo y feztival. [Circular del 1º de septiembre de 1930. En Discursos al servicio de la educación pública, México, SEP, 1966, pp. 105-106.] LOS SIGNOS DE PUNTUACIÓN Para hablar usamos palabras, que pronunciamos con inflexiones de la voz y con pausas. Esas variaciones en el tono de la voz, esos silencios son parte del significado: matizan y completan el sentido y la intención de las palabras. Vienes conmigo, de acuerdo con la entonación que le demos, puede ser una indicación amistosa, una orden enérgica, una expresión de alegría o de rechazo, una pregunta, un reto, una invitación... Al escribir, usamos los signos de puntuación para indicar el sentido y la intención de las palabras. * “Monedas” es un cuento que publiqué por primera vez en La Jornada Semanal, en agosto de 2012. Aquí se han suprimido todos los signos de puntuación: yo lo vi todo pero no pude hacer nada mi hermano estaba sacando unas monedas del cajón de la cocina volvió a contarlas y las guardó en el bolsillo derecho del pantalón cerró el cajón con cuidado despacito para no hacer ruido luego dio media vuelta y se quedó petrificado recargada en el vano de la puerta con los brazos cruzados sobre el pecho mamá había observado el saqueo es para comprar un cuaderno mintió te lo iba a pedir volvió a mentir mamá lo miraba callada el dinero no sobraba en casa los tres lo sabíamos yo estaba asustado porque a veces también yo iba al cajón y sacaba unas monedas para una paleta para una rebanada de jícama para unas papas con chile y limón mi madre no abría la boca Gabriel metió la mano al bolsillo para devolver la lana pero mamá lo detuvo con un gesto y para qué creen ustedes que yo dejo allí esas monedas nos dijo sin alzar la voz y se fue por el corredor para que no la viéramos llorar Escrito así no es muy claro. Hacen falta puntos que indiquen dónde terminan las oraciones; los signos de punto y coma que separen algunos enunciados y comas que

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separen las partes de esos mismos enunciados, o que marquen pausas; dos puntos que nos anuncien que alguien va a hablar; rayas que nos digan que lo que sigue está dicho por uno de los personajes; signos de interrogación y de exclamación. Con todo eso, será más fácil entender el texto: Yo lo vi todo, pero no pude hacer nada. Mi hermano estaba sacando unas monedas del cajón de la cocina. Volvió a contarlas y las guardó en el bolsillo derecho del pantalón. Cerró el cajón con cuidado, despacito, para no hacer ruido. Luego dio media vuelta y se quedó petrificado. Recargada en el vano de la puerta, con los brazos cruzados sobre el pecho, mamá había observado el saqueo. --Es para comprar un cuaderno --mintió--. Te lo iba a pedir --volvió a mentir--. Mamá lo miraba callada. El dinero no sobraba en casa. Los tres lo sabíamos. Yo estaba asustado porque a veces también yo iba al cajón y sacaba unas monedas; para una paleta, para una rebanada de jícama, para unas papas con chile y limón. Mi madre no abría la boca. Gabriel metió la mano al bolsillo, para devolver la lana, pero mamá lo detuvo con un gesto. --¿Y para qué creen ustedes que yo dejo allí esas monedas? --nos dijo sin alzar la voz y se fue por el corredor para que no la viéramos llorar--. Recuadro 2 / La puntuación razonada Yo lo vi todo, [una coma para separar lo que está dicho de la palabra pero, que es una conjunción adversativa; une la frase anterior, todo, con otra opuesta, nada] pero no pude hacer nada. [El punto cierra una oración que está completa: algo sucedió en un momento anterior. Para contarlo, hay un cambio de escena; ponemos un punto y aparte.] Mi hermano estaba sacando unas monedas del cajón de la cocina. [Un punto y seguido para cerrar una oración que está completa. Sigue otra acción, que está relacionada con ésta: por eso seguimos en el mismo párrafo.] Volvió a contarlas y las guardó en el bolsillo derecho del pantalón. [Eso termina. Punto y seguido.] Cerró el cajón con cuidado, despacito, para no hacer ruido. [De nuevo punto, al acabar una oración. De cómo el hermano del narrador cierra el cajón se dan tres noticias: las separamos con comas, porque, entre otras cosas, las comas sirven para separar los elementos de una lista.] Luego dio media vuelta y se quedó petrificado. [Para cerrar la oración, punto y aparte, porque el petrificado anuncia algo que se nos contará en el párrafo siguiente.] Recargada en el vano de la puerta, con los brazos cruzados sobre el pecho, mamá había observado el saqueo. [La escena queda completa. Punto y aparte.]

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[La raya es más larga que el guión. Uno de sus usos es indicar que habla alguien.] --Es para comprar un cuaderno [Otro de los usos de la raya es permitir que el autor interrumpa al personaje que está hablando; en ese caso la raya abre y cierra, como un paréntesis --mintió--. Te lo iba a pedir --volvió a mentir--. [Las dos oraciones son una misma mentira y constituyen un párrafo por ellas mismas. No hace falta decir quién mintió; el sentido del texto lo deja claro. Lo que sigue, la reacción de la madre, es una escena diferente, y por eso va en otro párrafo.] Mamá lo miraba callada. El dinero no sobraba en casa. Los tres lo sabíamos. Yo estaba asustado porque a veces también yo iba al cajón y sacaba unas monedas; [El punto y coma señala una separación menor que la del punto y seguido y mayor que la de la coma. El narrador acaba de decirnos que él también sacaba monedas y enseguida explica con qué fin. La relación es muy estrecha y va bien el punto y coma. Lo que sigue es una lista, con comas para separar sus elementos. Incluso el último está separado por una coma, y no por la conjunción copulativa y, porque la lista no está cerrada, podría incluir algún otro elemento.] para una paleta, para una rebanada de jícama, para unas papas con chile y limón. [Cinco oraciones cortas, separadas por puntos y seguido, componen este párrafo. Cada una dice algo más, pero las cinco forman una unidad, completan una misma información.] Mi madre no abría la boca. Gabriel metió la mano al bolsillo, para devolver la lana, pero mamá lo detuvo con un gesto. --¿Y para qué creen ustedes que yo dejo allí esas monedas? [Los signos de interrogación y los de admiración deben abrir y cerrar. Se utilizan en los casos en que la interrogación o la exclamación son directas.] --nos dijo sin alzar la voz y se fue por el corredor para que no la viéramos llorar--. Recuadro 3 / Interrogaciones y exclamaciones directas e indirectas La interrogación directa se indica colocando signos de interrogación al principio y al final de la oración: Mamá le preguntó a la marchanta: --¿Cuánto cuesta el kilo de uvas? / Lo primero que hice al levantarme fue preguntarme ¿a dónde iré a desayunar? La interrogación indirecta no lleva signos de interrogación: Mamá le preguntó a la marchanta cuánto costaba el kilo de uvas. / Lo primero que hice al levantarme fue preguntarme a dónde iría a desayunar. [El adverbio interrogativo dónde lleva tilde aunque la interrogación no sea directa. En este caso el verbo ir queda conjugado en primera persona del pospretérito, o condicional simple, de indicativo: iría.] La exclamación es siempre directa: Yo iba a atravesar, cuando mamá gritó: --¡Cuidado con esa bicicleta! / Apenas abrí la puerta oí que todos gritaban: --¡Felicidades! [Para indicar lo que alguien dice también pueden usarse las comillas: Yo iba a atravesar,

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cuando mamá gritó: “¡Cuidado con esa bicicleta!” / Apenas abrí la puerta oí que todos gritaban: “¡Felicidades!” Signos obligatorios y optativos Hay signos de puntuación que son necesarios, obligatorios, mientras otros son optativos; pueden ir o no ir, o ser diferentes, de acuerdo con lo que cada quien prefiera resaltar al escribir. La primera línea de “Monedas” puede ser: Yo lo vi todo. Pero no pude hacer nada. Yo lo vi todo; pero no pude hacer nada. Yo lo vi todo, pero no pude hacer nada. Yo lo vi todo pero no pude hacer nada. Cualquiera de esas cuatro maneras de puntear la oración es correcta. Las tres primeras están marcando una pausa entre todo y pero: mayor con el punto, menor con el punto y coma, y más pequeña aún con la coma. En la cuarta esa pausa no existe. Pero en las cuatro entendemos lo mismo, y por esa razón el uso de estos signos de puntuación es optativo: transmite ligeras diferencias de matiz y depende de las preferencias de quien está escribiendo. En cambio, en el segundo párrafo no existe tanta libertad para decidir la puntuación: Mi hermano estaba sacando unas monedas del cajón de la cocina. Volvió a contarlas y las guardó en el bolsillo derecho del pantalón. Cerró el cajón con cuidado, despacito, para no hacer ruido. Luego dio media vuelta y se quedó petrificado. Hay cuatro oraciones claramente separadas: 1) el hermano que saca las monedas, 2) las cuenta y las guarda, 3) cierra el cajón, y 4) da media vuelta y se queda petrificado. Cada una lleva un punto al final, que no podría ser ningún otro signo. En la tercera hay una explicación sobre cómo cierra el cajón, que consta de tres partes (a) con cuidado, b) despacito, c) para no hacer ruido) que tienen que ir separadas obligatoriamente por comas, no por ningún otro signo. La cuarta oración podría llevar un signo más: una coma después de vuelta: Luego dio media vuelta, y se quedó petrificado. Si leemos varias veces en voz alta esta última oración sin y con coma, marcando la pausa que esa coma expresa, sentiremos la ligera diferencia que hay entre esas dos lecturas y podremos decidir cómo preferimos la oración. * Los principales signos de puntuación son el punto (.), la coma (,), el punto y coma

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(;), los dos puntos (:), los puntos suspensivos (...), los signos de admiración (¡!) y los de interrogación (¿?), las comillas (“”), los paréntesis (), los corchetes [], la raya (--) y el guion (-). El punto (.) Cuando al hablar terminamos un enunciado, terminamos de decir algo, hacemos una inflexión de la voz hacia abajo, y una pausa. Al escribir, esa pausa, que separa una oración de la que sigue, se representa con un punto y a continuación un espacio. Inflexión de la voz hacia abajo, cuando la modulación de la voz baja, al final de cualquier frase afirmativa o negativa. Por ejemplo, esta misma frase. Inflexión hacia arriba, al final de una frase interrogativa. Por ejemplo: ¿Está claro? Está claro. Hay que leer en voz alta, varias veces, estas dos oraciones, para reconocer la diferencia entre una inflexión hacia abajo y hacia arriba. El punto y seguido se usa para separar oraciones que son cada una un enunciado separado, pero que están relacionadas unas con otras porque tratan de un mismo asunto. Estas oraciones se van sumando y forman un párrafo. Los párrafos están separados por puntos y aparte, y comienzan siempre en un nuevo renglón. Se inicia un párrafo nuevo cuando hay un cambio de tiempo, de tema, de punto de vista. Después de un punto se comienza a escribir siempre con mayúscula. El punto final sirve para poner fin a un texto. Un ejercicio / 5 El siguiente cuento está recogido en mi libro Conjuros, de Editorial Jus. Hay que leerlo en voz alta, al igual que estas instrucciones, poniendo atención a las inflexiones de nuestra voz, para reconocer dónde terminan las sucesivas oraciones, cómo distinguimos los enunciados afirmativos de los que son interrogativos o exclamativos, y cómo hacemos las pausas que marcan los puntos, los punto y coma, y las comas. Los signos que cierran una interrogación o una exclamación equivalen a puntos. No hace falta poner un punto después de ellos. ¿Listos? ¿Está todo claro? ¡A comenzar! Nocturno --¡Hace tanto tiempo! --me dijo al oído, jadeante todavía, y se acodó a mi lado, desnuda como el viento--. Sombras sobre sombras; una línea de luz en las caderas. Sus ojos brillaban en secreto. Comencé a besarle las axilas; bajé a mordiscos por el perfil de luna; me detuve en las corvas; la escuché suspirar. --Sígueme soñando --le supliqué--. ¡No vayas a despertar!

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La puntuación podría ser distinta, como se verá enseguida. En una enumeración, una lista, cuando los elementos están compuestos por varias palabras pueden ir separados por punto y coma, o simplemente por comas. En tal caso lo que cambiará será el ritmo de la lectura, que resultará más acelerado. Hay que leer en voz alta estas dos versiones, y marcar esa diferencia. --¡Hace tanto tiempo! --me dijo al oído, jadeante todavía, y se acodó a mi lado, desnuda como el viento--. Sombras sobre sombras; una línea de luz en las caderas. Sus ojos brillaban en secreto. Comencé a besarle las axilas, bajé a mordiscos por el perfil de luna, me detuve en las corvas, la escuché suspirar. --Sígueme soñando --le supliqué--. ¡No vayas a despertar! Un ejercicio / 6 “Minerva” también está en Conjuros. Aquí le faltan los puntos. Los que separan oraciones, puntos y seguido, y los que separan párrafos, los puntos y aparte. También faltan las mayúsculas en las oraciones que siguen a esos puntos, las comas y dos punto y coma. Hay que ponerle todo eso. Treinta años esperé a Minerva en un tiempo la aguardaba a la puerta de la iglesia la seguía en la calle podía pasar la tarde frente a su casa su padre detestaba mi timidez y en cuanto hubo un pretendiente serio la casó soy hombre cabal si antes no le había hablado entonces menos si ella pasaba por mi tienda yo veía a otros clientes y mis empleadas la atendían nada tuvo que reprocharme su familia y menos su marido guardé una soltería impoluta hasta que enviudó por segunda vez cuando la primera yo estaba en los Estados Unidos Minerva tenía tres niños y la gente aprobó su matrimonio con un ganadero ocho años menor que ella regresé con fortuna volví a verla y suspiré de nuevo para entonces Minerva tenía tres hijos más y estaba más bella que nunca volvió a enviudar y terminado el luto empecé a cortejarla nos casamos rodeados por sus hijos y nietos he ido envejeciendo veo mal uso bastón ella está rozagante firme garbosa dicen que espera volver a enviudar Ojo: 1) Los decimales se separan de los enteros con un punto: 2.5 quiere decir dos y cinco décimas, dos y medio. 2) Los minutos se separan de las horas con dos puntos, no con punto ni con coma. Las 7:30 p.m. quiere decir las siete y media de la tarde, las siete con treinta minutos.

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La coma (,) Ya hemos visto algunos casos en que hacen falta las comas. Aquí vamos a repasar el tema en forma más ordenada. La coma señala una pausa breve en un enunciado. Se usa: 1) En una enumeración, una serie, una lista, para separar los elementos que la forman. Si el último de estos elementos va separado por una coma, significa que la lista podría ser más larga: Había tamales, gorditas, sopes, enchiladas, picaditas... Es decir, además de lo que se menciona había otros platillos, que ya no se enumeran. Cuando la serie está cerrada, está completa, el último de los elementos ya no estará separado por una coma, sino por una conjunción (y, e, o): Fuimos a Veracruz mis padres, mi hermano Tomás, la prima Rosita y yo. Es decir, fuimos esas personas y nadie más. De niña mi abuelita tenía en su casa perros, loros, patos e iguanas. (Se dice y se escribe e en lugar de y cuando la palabra que sigue comienza con el sonido de la i. El diptongo ie suena como y, por eso decimos y escribimos: Había árboles y hielo. / Vimos coyotes y hienas. / Un edificio de piedra y hierro.) / De postre podíamos pedir cocadas, arroz con leche o chongos. Un ejercicio / 7 Hay que ponerles comas a los textos que siguen: Carolina estaba maravillada. Oía cómo el cuento se llenaba de hadas magos brujas princesas dragones. El sol el viento los pájaros el olor a pan la voz de mi abuela su rostro amable son gratos recuerdos de mi infancia. Óscar le preguntó a Lucila qué era lo que más le gustaba. Ella respondió: los chocolates las flores los refrescos los dulces la lluvia y las matemáticas. 2) Cuando en una oración se hacen varias proposiciones, para separarlas: La playa estaba desierta, la brisa era tibia, ya había estrellas y en el malecón la gente paseaba. Un ejercicio / 8 Hay que ponerles comas a los textos que siguen:

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El día amaneció nublado el mar se veía inmenso y gris hacía mucho aire y las palmeras no se estaban quietas. Nos gusta subir montañas trepar a los árboles cazar lagartijas y pescar en el río. Anhelaba estar en la secundaria cambiar de uniforme irme sola a la escuela y conocer otros compañeros. 3) Cuando nos dirigimos a una persona –o a una cosa o un animal, si los tratamos como personas–, para separarla del resto de la frase: Oh Luna, alarga esta noche tan feliz. Un ejercicio / 9 Hay que ponerles comas a los textos que siguen: Mira papá ahí viene el camión. Te creí perdida libreta de mi corazón pero ya vi dónde estás. Ven aquí gatita a que te dé de comer. 4) Para separar una explicación, dentro de una frase: Alicia, alegre como siempre, se puso a bailar. / El árbol, muy frondoso, nos daba sombra a todos. Un ejercicio / 10 Hay que ponerles comas a los textos que siguen: La tortuga de carey que es una especie amenazada de extinción necesita que la protejamos. El día de su santo el 13 de septiembre hubo una gran fiesta. Sonia la que mejor bailaba y cantaba acaparó la atención de todos. 5) Para separar una proposición subordinada que va antes de la principal: Cuando llegaron los tíos, fuimos a tomarnos un café.

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Un ejercicio / 11 Hay que ponerles comas a los textos que siguen: Al despuntar el día el abuelo nos despertó. Cuando sonó la alarma salimos al patio. Después de subir el cerro quedamos agotados. 6) Para indicar que estamos suprimiendo un verbo que ya se usó en la oración: Tomás pidió tres quesadillas; Rosita, sólo una. Un ejercicio / 12 Hay que ponerles comas a los textos que siguen: Ramón se fue a trabajar; la abuela de compras. Jorge metió tres goles; Andrés ninguno. Pedro quería ser bailarín; Yolanda maestra. 7) Para separar del resto del enunciado expresiones como es decir, por lo tanto, pues, sin embargo y otras semejantes: No habíamos dormido, sin embargo, nos fuimos a bailar. Un ejercicio / 13 Hay que ponerles comas a los textos que siguen: Me pidieron que le preguntara a la vecina es decir a Olga. Dijo que tenía su maleta lista sin embargo le faltaba el cepillo. Paco habla inglés o sea pudo entender la carta perfectamente. Esa mañana la vimos en el parque por lo tanto no fue a trabajar.

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Llegamos en cuarto lugar no obstante estábamos contentos. 8) Cuando una oración causal –la que comienza con porque o con pues– no señala la causa de la oración principal, sino la razón que nos hace inferir algo, hay que poner coma antes de porque o de pues: Hace mucho viento, porque las palmeras se agitan como locas. / Mamá no ha llegado, pues no veo luz en su cuarto. Un ejercicio / 14 Hay que ponerles comas a los textos que siguen: Anoche llovió porque la calle está encharcada. Ya se acabaron los merengues pues la charola está vacía. No sacaron al perro porque lo oigo ladrar. Los niños están arriba pues se oye la televisión. El punto y coma (;) El punto y coma señala una pausa mayor que la coma y menor que el punto; nunca el fin de una oración. El punto y coma se usa: 1) Para separar oraciones que llevan comas: La abuela y Rosita, que amaneció con tos, fueron a la farmacia; Tomás, los tíos y yo nos quedamos jugando damas. Un ejercicio / 15 En los textos que siguen faltan las comas y un punto y coma (o dos): Mamá Julia y mi hermano pidieron horchata papá y yo tomamos agua de piña. Todos estaban consternados con la noticia nadie entre todos los presentes sabía qué hacer. El paseo fue un desastre se perdieron en el bosque los niños estaban cansados y los mayores tuvieron que cargarlos.

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2) Para separar oraciones relacionadas entre ellas: En las tardes la abuela nos leía cuentos; cuando íbamos en el coche nos contaba de cuando era niña; en las noches, leyendas de aparecidos. Un ejercicio / 16 En los textos que siguen faltan las comas y los punto y coma: Mi hermano se pasaba el día con su patineta Rosita prefería meterse a la alberca yo me llevaba un libro a la playa. Ernestina planchaba la ropa como se lo pidió la tía con mucho cuidado Lola barría la entrada Rosaura se la pasaba encerrada en su cuarto. Detrás de la casa estaba el corral al frente había unos árboles muy grandes en el tejado anidaban los gorriones. Ojo: A veces es difícil decidir si va un punto y seguido o un punto y coma. Todo depende de si sentimos dos enunciados más o menos próximos. Son igualmente correctos: La abuela y Rosita, que amaneció con tos, fueron a la farmacia; los tíos y yo nos quedamos jugando damas. La abuela y Rosita, que amaneció con tos, fueron a la farmacia. Los tíos y yo nos quedamos jugando damas. En el primer caso, con el punto y coma, las dos oraciones están más estrechamente vinculadas; en el segundo están más apartadas. Los dos puntos (:) Los dos puntos se usan: 1) Para introducir literalmente –con sus palabras exactas– lo que dice una persona o lo que dice un texto: Cuando nos vio, mamá nos dijo: “¿Quieren ir por el pan?” / Tomé el libro y leí en voz alta: “Contra mi voluntad emprendí el temido regreso al terruño. Después de siete años...” [López Velarde, “En el solar”.]

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Un ejercicio / 17 En los textos que siguen faltan las comas y los dos puntos: Lo dijo don Quijote “Ladran los perros Sancho luego entonces avanzamos”. Casi me voy de espaldas cuando Juan me dijo “¿Vamos a cenar?” La abuela todas las mañanas nos gritaba “A levantarse muchachas que el día las está esperando”. El libro empezaba así “Frente al pelotón de fusilamiento el coronel Aureliano Buendía recordó cuando su padre lo llevó a conocer el hielo”. [Gabriel García Márquez, Cien años de soledad.] 2) Para introducir una enumeración, o una frase que detalla lo que se ha dicho: Ahora conozco ya muchas ciudades: Tlaxcala, Huamantla, México y Puebla. / No todos fuimos al cine: los tíos, papá y yo fuimos a la feria. Un ejercicio / 18 En los textos que siguen faltan las comas y los dos puntos: Hay tres clases de triángulos equilátero isósceles y escaleno. Traía lo necesario cuadernos lápices de colores goma y sus libros. En la lista estaban todos los ingredientes para el pastel harina huevos azúcar polvo para hornear y mantequilla. 3) Después del encabezamiento de un escrito dirigido a una persona: Querida abuelita: Te escribo para agradecerte estas vacaciones que pasamos contigo, porque... Roberto: Queremos decirte que nos alegró mucho verte. Esperamos que...

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Un ejercicio / 19 En los textos que siguen faltan las comas y los dos puntos: Señor delegado Por medio de la presente los vecinos de esta colonia le solicitamos que se regularice cuanto antes el servicio de recolección de basura. A quien corresponda Con estas líneas me permito presentarle al maestro Epigmenio Ramírez que es experto en técnicas de autoaprendizaje para que su solicitud… Queridos hijos Queremos contarles que Mérida es una ciudad muy hermosa llena de lugares que hace falta conocer y… 4) Para introducir una receta, un ejercicio, un instructivo, un reglamento: Ingredientes: Media docena de tortillas Tres tomatillos Media cebolla... En el auditorio está prohibido: Introducir alimentos y bebidas Hablar durante los eventos Fumar Tener encendidos los celulares... Ojo: Dijo que: llegáramos después de las ocho es incorrecto. Hay que escribir: Dijo que llegáramos después de las ocho. / La juez entiende mucho de: mecánica, astronomía, matemáticas,... es incorrecto. Hay que escribir: La juez entiende mucho de mecánica, astronomía, mecánica... / Los ingredientes son: agua, limones, azúcar... es incorrecto. Hay que escribir: Los ingredientes son agua, limones, azúcar... Los puntos suspensivos (...) Los puntos suspensivos son siempre tres. Se usan:

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1) Para señalar que un enunciado está incompleto: La abuela nos dio una canasta con dulces: muéganos, cocadas, gaznates, obleas, alegrías... / Sofás, sillas, armarios, mesas, bancas... En aquella casa había muebles de todo tipo. / La lista de útiles era interminable: cuadernos, diccionario, bolígrafos, lápices... 2) Para expresar la vacilación del hablante por causa de la duda, del miedo, del respeto... Dime, Rosita... ¿Quieres ser mi novia? / El sombrero que necesitas debe estar... en el closet. 3) Para dejar a medias algo que se sobrentiende o que todos conocen: Cuando mamá vea que se nos cayó la azucarera... / ¿Qué caso tiene irnos desde ahora al circo? La función comienza a las siete. No por mucho madrugar... / Cuando mi tía nos vio llegar corriendo, sonriendo nos dijo: “Más vale paso que dure...” 4) Al citar un texto, para indicar que se ha suprimido una parte. En este caso, los puntos suspensivos se ponen [entre corchetes]: “Mucha gente del pueblo sabía que este señor [...] tenía la facultad de convertirse en nahual. Algunas veces se presentaba [...] en forma de burro [...] otras veces, en forma de cerdo...” Los signos de interrogación (¿?) y de admiración (¡!) Los signos de interrogación y los de admiración se abren (¿, ¡) donde empieza la expresión interrogativa o exclamativa, y se cierran (?, !) donde termina, aunque forme parte de una oración más larga: Ese traje de baño, ¿será de mi talla? / ¡Cuidado con la ola!; no vayas a tragar agua. Los signos de interrogación se usan: 1) Cuando se pregunta algo: ¿Es muy temprano para salir? 2) En palabras que implican una pregunta: ¿Qué?, ¿quién?, ¿cómo?, ¿cuándo? Los signos de exclamación se usan: 1) Cuando se dice algo con vehemencia, con emoción: Toma unas ciruelas, ¡están muy ricas! / Es hora de despedirse de la abuela. ¡Qué triste me siento! 2) En interjecciones, o en frases usadas como interjecciones: ¡Ay! ¡Qué te pasa! Que también puede ser ¡Ay! ¿Qué te pasa?

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Ojo: después de estos signos no se pone punto. En cambio, pueden ir otros signos de puntuación. Podemos escribir: ¿Quiénes estaban?: los tíos, Rosita y mamá. Y también: ¿Quiénes estaban? Los tíos, Rosita y mamá. En el primer caso, los va con minúscula porque, al ir seguida por los dos puntos –o por algún otro signo–, la interrogación que cierra ya no tiene el valor de punto. Las comillas (“”) Las comillas se usan: 1) Para señalar dónde comienza y dónde acaba una cita textual: “--¿Y tú no los oías, Ignacio? –-dijo--. No me ayudaste ni siquiera con esta esperanza.” Con este párrafo termina Juan Rulfo uno de sus cuentos. / Adolfo inició la lectura: “No cabe duda: de niño a mí me seguía el sol.” 2) Para señalar los títulos de cuentos, poemas, canciones y capítulos de un libro: La abuela nos leyó “La reina mora”, un cuento de Pascuala Corona. / “El faro” es un poema de Gorostiza. Un ejercicio / 20 En los textos que siguen faltan las comas y las comillas: Sol de Monterrey es una poesía que está en nuestro libro de Lecturas. Uno de los textos con los que me divertí mucho es Las moscas de Antonio Machado. A las once de la noche llegó el mariachi, tocando el Son de la negra. 3) Para marcar lo que dice o piensa un personaje: Los niños preguntaron en coro: “Lobo ¿estás ahí?” / Teresa caminaba con prisa; iba pensando: “Si vuelvo a llegar tarde van a correrme”. Ojo: cuando se quiere distinguir una palabra o un sobrenombre, es preferible utilizar cursivas y no comillas: Nos quedamos sin lana. (Sin dinero). / Ignacio Ramírez, el Nigromante, es un poeta del siglo XIX, autor de “Ante un cadáver”. Estamos usando cursivas en los ejemplos, así que en los dos anteriores lana y el Nigromante aparecen a la inversa, en redondas.

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Ojo: cuando en una oración que va entre comillas hace falta usar de nuevo las comillas, se emplean las comillas simples (‘’): La abuela me escribió: “Tus tíos me contaron que les recitaste ‘El faro’, y que no podían creer que hubiera poemas de un solo verso”. Ojo: los títulos de libros, revistas y periódicos; los de obras de arte se escriben con cursivas –o, si es a mano, subrayándolos– y no con comillas: “La reina mora” viene en un libro que se llama Baulito de cuentos. Ojo: la coma, el punto y coma y los dos puntos se escriben siempre después de las comillas que cierran: Cuando la abuela terminó de leer “La reina mora”, nos dimos cuenta de que Tomás se había quedado dormido. Los signos de interrogación y de admiración se escriben antes de cerrar las comillas cuando la oración continúa: “¡Quiero que me asusten!” es un cuento de los hermanos Grimm. Y después de las comillas cuando están al fin de la oración: ¿A poco no te sabes “Las mañanitas”? El punto va siempre tras las comillas que cierran: Después de cenar el maestro Benjamín leyó un cuento de José de la Colina: “La tumba india”. / “Pero aún hay más -escribió López Velarde-: lo efímero de las cosas placenteras refina nuestras sensaciones”. Los paréntesis () y los corchetes [] Los paréntesis se usan: 1) Para incluir algún dato adicional en una oración, sin que forme parte de ella: Vicente Leñero (1933-2014) estudió, al mismo tiempo, las carreras de ingeniero y de periodista. Llegamos a Tuxpan, que quiere decir En los Conejos (tuchtli, conejo; pan, en), y el guía nos dijo: “Mañana vamos a Tajín”. 2) Para acotar las indicaciones escénicas en las obras de teatro: UNA VOCECITA.— (Fuera.) Un agua de limón. (Carlos la despacha con un cucharón y vuelve a su sitio. Arroja desde allí el dinero en el cajón. Sigue escribiendo.) CARLOS.— (Grita.) ¡Tía Aminta! ¡Dígame una palabra que rime con seca! (No hay respuesta. Sigue escribiendo.) ..... [Emilio Carballido, La danza que sueña la tortuga, Acto primero.]

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3) Para remitir al lector a una obra que aparece en una bibliografía: Según un estudio (Schmidt, 1954), si el bajo clero se hubiera opuesto, la rebelión de Hidalgo en 1810 habría sido un movimiento menor. [En la bibliografía podrán verse los datos bibliográficos de esa obra, que Schmidt publicó en 1954.] Los corchetes se usan: 1) Para añadir un dato en una cita textual, como el ejemplo que acabo de dar donde se menciona a Schmidt. O en el que sigue: “Cuando despertó [el Señor de Tepoztlán] era ya entrada la noche y, por lo mismo, decidió dormir ahí para, al otro día, con las primeras luces del alba, proseguir su marcha...” 2) Para enmarcar los puntos suspensivos que en una cita indican que se ha suprimido una parte: “Cuando despertó [el Señor de Tepoztlán] era ya entrada la noche y, por lo mismo, decidió pasar la noche ahí para, al otro día [...] proseguir su marcha...” 3) Al final de una cita, para indicar de dónde se toma: “El Diablo quería ver a su hijo bailar pascola, así que estaba escondido. Cuando le dieron los cohetes al diablito, los lanzó directo hacia el viejo Satán, que salió corriendo. Al amanecer regresó, pero otra vez quemaron cohetes y tuvo que huir. Desde entonces el Diablo no puede asistir a las fiestas. [R.W. Giddins, 1959.] Ojo: con este propósito se utilizan también los paréntesis. 4) Para usarse como paréntesis en una oración que ya va entre paréntesis: Llegamos a Tuxpan, que quiere decir En los Conejos (tuchtli [o tochtli], conejo; pan, en), y el guía nos dijo: “Mañana vamos a Tajín”. Ojo: los signos de puntuación van después del paréntesis o del corchete que cierra: Cuando llegamos por Carmen (hermana de Luz), ya se había ido con Román (amigo de su primo José); nos dejó dicho que los alcanzáramos. Ojo: el punto va después del paréntesis lo mismo cuando está cerrando una oración que comenzó fuera del paréntesis: Morelos nació en 1765, en Valladolid (hoy Morelia). Que cuando la oración comienza dentro del paréntesis: Morelos nació en 1765. (En Valladolid, hoy Morelia).

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La raya (–-) y el guión (-) La raya es más larga que el guión. Se usa: 1) Como los paréntesis, para aislar, dentro de la oración, alguna aclaración: Mario –-mi hermano-– salió más temprano de lo que esperaba. 2) Para señalar que alguien habla: --Usted perdone, ¿ha salido ya el tren? –-¿Lleva usted poco tiempo en este país? –-Necesito salir inmediatamente. Debo hallarme en T. mañana mismo. [Juan José Arreola, “El guardagujas”.] 3) En los relatos --de ficción o no--, para incluir una observación del narrador en lo que dice un personaje: –-¿Ya viste –-dijo la mujer-– cuánto tendremos que caminar? –-¿Es el tren? –-preguntó el forastero--. El guión se usa: 1) Para dividir, al fin de un renglón, una voz que ya no cabe completa: Durante diez años luché con un rinoceronte; soy la es-posa divorciada del juez McBride. [Juan José Arreola, “El rinoceronte”.] 2) Para separar los elementos de una palabra compuesta, cuando aún no se han integrado: Asistimos a una ceremonia cívico-militar. / La trabajadora social hizo el estudio socio-cultural. 3) Para indicar un periodo de tiempo entre dos fechas: En 1928-1931 se publicó en México la revista Contemporáneos. [En un texto que va en cursivas, como la oración anterior, lo que se pone regularmente en cursivas, Contemporáneos, va en redondas.] Nuestra generación será 2001-2007. RESPUESTAS A LOS EJERCICIOS Un ejercicio / 1 1) Ca-ca-ra-quear (p) es fá-cil (o), lo di-fí-cil (o) es po-ner (p).

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2) El que pa-de-ce (p) de a-mor (p), has-ta (p) con las pie-dras (p) ha-bla (p). 3) El que ha de ser ba-rri-gón (o), aun-que (p) lo cin-che (p) un a-rrie-ro (p). 4) No hay cal-do (p) que no se en-frí-e (o). 5) Pa-ra (p) to-do (p) al-can-za (p) el tiem-po (p), sa-bién-do-lo (o) a-pro-ve-char (p). Un ejercicio / 2 Hay que haber encontrado los catorce diptongos que existen en español. El orden y los ejemplos pueden ser diferentes. ai atraiga, caimán, paisaje ia alianza, liar, piano au aumentar, cautiva, pausa ua anual, cuarzo, fragua ei aceite, ceiba, pleito ie abierto, Diego, paciente eu deuda, Eulalia, Europa ue buena, cuerda, puerta oi estoico, heroica, io avioneta, patriota, violín ou coulis, Couto, Lourdes, uo antiguo, continuo, monstruo iu ciudad, triunfo, viuda ui destruir, juicio, ruido Un ejercicio / 3 Mas nadie sabía quién tenía más gatos. Dile que te dé la regla de madera. Tú sabes cuál es tu bici. Aun no llego a ese verso, pero aun así el poema me encanta.. A mí me gusta estar en mi casa. Si quieres, le digo que sí venga. Se me ocurre que sí sé cómo llegar. Te digo que a la abuela le gusta el té. El jueves él llegó más temprano que nunca.

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Aún no llega el camión, y ya son las diez. Un ejercicio / 4 Y no se entristezca al discípulo; no sea la escuela un lugar de suplicio, un pensamiento de enfado [aburrimiento]; hagamos amable la idea del trabajo, inculquemos en el niño la trascendencia de la vida, a modo de juego, poco a poco, para que él mismo vaya sintiendo seriedad y responsabilidad. Alegremos nuestras escuelas y nuestros procedimientos. Reprima el maestro su mal humor ante el discípulo, no se permita ninguna expresión brusca, ningún ademán violento; se dijo ya en una palabra: no entristezcamos a la niñez, sino al contrario, inyectémosle optimismo, salud, fuerza para entrar en la vida práctica. Aun en su aspecto moral y científico demos a la escuela un cierto sentido deportivo y festival. [Agustín Yáñez, Circular del 1º de septiembre de 1930. En Discursos al servicio de la educación pública, México, SEP, 1966, pp. 105-106.] Un ejercicio / 5 Queda resuelto en el cuerpo del texto. Un ejercicio / 6 Treinta años esperé a Minerva. En un tiempo la aguardaba a la puerta de la iglesia, la seguía en la calle, podía pasar la tarde frente a su casa. Su padre detestaba mi timidez y en cuanto hubo un pretendiente serio la casó. Soy hombre cabal. Si antes no le había hablado, entonces menos. Si ella pasaba por mi tienda, yo veía a otros clientes y mis empleadas la atendían. Nada tuvo que reprocharme su familia, y menos su marido. Guardé una soltería impoluta, hasta que enviudó por segunda vez. Cuando la primera, yo estaba en los Estados Unidos; Minerva tenía tres niños y la gente aprobó su matrimonio con un ganadero ocho años menor que ella. Regresé con fortuna, volví a verla y suspiré de nuevo. Para entonces Minerva tenía tres hijos más, y estaba más bella que nunca. Volvió a enviudar y terminado el luto empecé a cortejarla. Nos casamos rodeados por sus hijos y nietos. He ido envejeciendo; veo mal, uso bastón. Ella está rozagante, firme, garbosa. Dicen que espera volver a enviudar.

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Un ejercicio / 7 Carolina estaba maravillada. Oía cómo el cuento se llenaba de hadas, magos, brujas, princesas, dragones. El sol, el viento, los pájaros, el olor a pan, la voz de mi abuela, su rostro amable son gratos recuerdos de mi infancia. Óscar le preguntó a Lucila qué era lo que más le gustaba. Ella respondió: los chocolates, las flores, los refrescos, los dulces, la lluvia y las matemáticas. Un ejercicio / 8 El día amaneció nublado, el mar se veía inmenso y gris, hacía mucho aire y las palmeras no se estaban quietas. Nos gusta subir a las montañas, trepar a los árboles, atrapar lagartijas y pescar en el río. Anhelaba estar en la secundaria, cambiar de uniforme, irme sola a la escuela y conocer otros compañeros. Un ejercicio / 9 Mira, papá, ahí viene el camión. No te encontraba, libreta de mi corazón, pero ya vi dónde estás. Ven aquí, Siringui, a que te dé de comer. Un ejercicio / 10 La tortuga de carey, que es una especie amenazada de extinción, necesita que la protejamos.

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El día de su santo, el 13 de septiembre, comimos pastel. Sonia, la que mejor cantaba, acaparó la atención de todos. Un ejercicio / 11 Apenas amaneció, el abuelo nos despertó. Cuando sonó la alarma, salimos al patio. Después de subir el cerro, quedamos agotados. Un ejercicio / 12 Ramón se fue a trabajar; la abuela, de compras. Jorge metió tres goles; Andrés, ninguno. Mi tío quería ser arquitecto; Rosa, doctora. Un ejercicio / 13 Me pidieron que le preguntara a la vecina, es decir, a Olga. Dijo que tenía su maleta lista, sin embargo, le faltaba el cepillo. Paco habla inglés, o sea, pudo entender la carta perfectamente. Esa mañana la vimos en el parque, por lo tanto, no fue a trabajar. Llegamos en cuarto lugar, no obstante, estábamos contentos. Un ejercicio / 14 Anoche llovió, porque la calle está encharcada.

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Ya se acabó el pan, pues la charola está vacía. No salieron a recreo, porque vi sus patines junto a sus bancas. Los niños están arriba, pues se oye la televisión. Un ejercicio / 15 Mamá, Julia y mi hermano pidieron horchata; papá y yo tomamos agua de piña. Todos estaban consternados con la noticia; nadie, entre todos los presentes, sabía qué hacer. La excursión estuvo a punto de ser un desastre; la noche los sorprendió en medio del bosque, los niños estaban cansados y los mayores tuvieron que cargarlos. Un ejercicio / 16 Mi hermano se pasaba el día tomando fotos; Rosita prefería meterse al mar; yo me llevaba un libro a la playa. Ernestina preparaba los postres como se lo pidió la tía, con sumo cuidado; Lola barría la entrada; Rosaura se la pasaba encerrada en su cuarto. Detrás de la casa estaba el corral; al frente había unos rosales; en el tejado una veleta. Un ejercicio / 17 Lo dijo don Quijote “Ladran los perros Sancho luego entonces avanzamos”. Casi me voy de espaldas cuando Juan me dijo “¿Vamos al cine?” La abuela todas las mañanas nos gritaba “A levantarse muchachas que el día las está esperando”.

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El libro empezaba así “Frente al pelotón de fusilamiento el coronel Aureliano Buendía recordó cuando su padre lo llevó a conocer el hielo”. [Gabriel García Márquez, Cien años de soledad.] Un ejercicio / 18 Hay tres clases de triángulos: equilátero, isósceles y escaleno. Traía lo necesario: cuadernos, lápices de colores, goma y sus libros. En la lista venían los ingredientes para el pastel: harina, huevos, azúcar, polvo para hornear y mantequilla. Un ejercicio / 19 Señor delegado Por medio de la presente los vecinos de esta colonia le solicitamos que se regularice cuanto antes el servicio de transporte colectivo. A quien corresponda Con estas líneas me permito presentarle al maestro Epigmenio Ramírez que es experto en técnicas de autoaprendizaje para que su solicitud… Queridos hijos Queremos contarles que Mérida es una ciudad muy hermosa llena de lugares que hace falta conocer y… Un ejercicio / 20 “Sol de Monterrey” es una poesía que está en nuestro libro de Lecturas. Uno de los textos con los que me divertí mucho es “Las moscas”, de Antonio Machado. A las once de la noche llegó el mariachi, tocando el “Son de la negra”.

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Esta obra se terminó de imprimir en el mes de noviembre del año 2014 en los talleres gráficos de la Editorial del Magisterio “Benito Juárez” del SNTE Calle Héroes de Nacozari #23, Colonia Morelos C.P. 15270 Venustiano Carranza, Distrito Federal Tiraje: 10,000 ejemplares.

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