Los géneros literarios

Los géneros literarios Tradicionalmente, se distinguen tres grandes géneros o archigéneros: a) LÍRICA: género en el que se expresan los sentimientos d
Author:  Marina Sosa Robles

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Los géneros literarios Tradicionalmente, se distinguen tres grandes géneros o archigéneros: a) LÍRICA: género en el que se expresan los sentimientos del sujeto lírico. Las obras de este género están escritas normalmente en verso, aunque no siempre. b) ÉPICA: género en el que se narran acciones realizadas por unos personajes (a veces, uno de esos personajes es el narrador). Puede ir en verso o en prosa. c) DRAMÁTICA: género en el que el autor cede la palabra a los personajes de la ficción, para que ellos mismos expongan y desarrollen los conflictos ante el espectador. Aparte de estos tres géneros, suelen considerarse otros tres que combinan la finalidad artística con otra de carácter instrumental: d) DIDÁCTICA: género que pretende enseñar o adoctrinar al receptor e) HISTORIA: género que recoge los sucesos reales del pasado histórico con el fin de preservar su memoria y darlo a conocer a los receptores del presente. f) ORATORIA: género cuya finalidad es persuadir o convencer de algo, oralmente, al receptor. Cada uno de estos géneros naturales o archigéneros se ha manifestado (y se manifiesta) bajo diversas apariencias a lo largo del tiempo y también dentro de un mismo corte temporal: a esos diferentes modos de concretizarse los diversos archigéneros se les denomina géneros históricos o, simplemente, géneros. Por ejemplo: los cantares de gesta medievales (poemas en verso que narraban las hazañas de un héroe) y las novelas actuales (policiacas, rosas, de ciencia ficción, del Oeste, históricas, etc.) son géneros históricos que pertenecen al archigénero narrativo o épico. Los géneros históricos evolucionan a lo largo del tiempo, e incluso pueden llegar a desaparecer (como ha ocurrido con los cantares de gesta, por ejemplo). También es posible que se dé una mezcla de géneros, por eso en algunos casos hablamos de novelas líricas, de dramas épicos o de lírica dialogada. La mezcla de géneros y la experimentación ha sido particularmente fecunda a partir del Romanticismo (reacción contra las rígidas normas genéricas imperantes durante siglos en nombre de la libertad del artista), pero no es exclusiva de esa etapa. Se describen a continuación algunos de los principales géneros (no todos), distribuidos según los archigéneros a los que pertenecen. Se trata de una clasificación convencional que no hay que memorizar, sino tan sólo conocer.

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Principales géneros líricos: 1) Himno: composición que expresa un sentimiento de júbilo, hecha muchas veces en loor de los dioses o de los héroes. Por ejemplo, una alabanza a Dios, a la Virgen o a los Santos, la exaltación de una victoria o de un suceso memorable, etc. 2) Oda: poema lírico de cierta extensión que expresa un sentimiento intenso tratado con elevación. Ejemplo: “Oda a Salinas”, de Fray Luis de León (escrita en 1577) dedicada Francisco Salinas (Catedrático de Música en la Universidad de Salamanca) y que manifiesta el sentimiento de ascensión que experimenta el yo poético cuando oye tocar a Salinas: El aire se serena y viste de hermosura y luz no usada, Salinas, cuando suena la música extremada, por vuestra sabia mano gobernada.

Y como está compuesta de números concordes, luego envía consonante respuesta; y entrambas a porfía mezclan una dulcísima armonía.

A cuyo son divino el alma, que en olvido está sumida, torna a cobrar el tino y memoria perdida de su origen primera esclarecida.

Aquí la alma navega por un mar de dulzura, y finalmente en él ansí se anega que ningún accidente extraño y peregrino oye o siente.

Y como se conoce, en suerte y pensamientos se mejora; el oro desconoce, que el vulgo ciego adora, la belleza caduca, engañadora.

¡Oh, desmayo dichoso! ¡Oh, muerte que das vida! ¡Oh dulce olvido! Durase en tu reposo, sin ser restituido jamás a aqueste bajo y vil sentido!

Traspasa el aire todo hasta llegar a la más alta esfera, y oye allí otro modo de no perecedera música, que es la fuente y la primera.

A este bien os llamo, gloria del apolíneo sacro coro, amigos a quien amo sobre todo tesoro; que todo lo visible es triste lloro.

Ve cómo el gran maestro, a aquesta inmensa cítara aplicado, con movimiento diestro produce el son sagrado, con que este eterno templo es sustentado.

¡Oh, suene de contino, Salinas, vuestro son en mis oídos, por quien al bien divino despiertan los sentidos quedando a lo demás amortecidos!

3) Elegía: poema en el que se manifiesta un sentimiento de dolor ante una desgracia individual (la muerte de un ser querido, por ejemplo) o colectivo. 4) Égloga: expresa sentimientos amorosos puestos en boca de pastores idealizados. 5) Letrilla: de tema amoroso, festivo o satírico, en la letrilla se repite al final de cada estrofa el pensamiento o concepto esencial del poema a modo de estribillo. Ejemplo de Quevedo: Madre, yo al oro me humillo; él es mi amante y mi amado, pues de puro enamorado, de continuo anda amarillo; que pues, doblón o sencillo, hace todo cuanto quiero, poderoso caballero es don Dinero.

Nace en las Indicas honrado, donde el mundo le acompaña; viene a morir en España, y es en Génova enterrado. Y pues quien le trae al lado es hermoso, aunque sea fiero, poderoso caballero Es don Dinero.

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6) Epigrama: poema breve que expresa con agudeza un pensamiento festivo, laudatorio, satírico, etc. Ejemplo: Rubén Darío compuso este en alabanza del poeta Ramón de Campoamor Este del cabello cano como la piel de armiño, juntó su candor de niño con su experiencia de anciano. Cuando se tiene en la mano un libro de tal varón, abeja es cada expresión, que, volando del papel, deja en los labios la miel y pica en el corazón.

7) Epitalamio: canción de boda. Ejemplo: Antonio Machado para su amigo Francisco Romero Porque leídas fueron las palabras de Pablo, y en este claro día hay ciruelos en flor y almendros rosados y torres con cigüeñas, y es aprendiz de ruiseñor todo pájaro, y porque son las bodas de Francisco Romero, cantad conmigo: ¡Gaudeamus! […]

8) Serranilla: poema de asunto rústico y tema amoroso o erótico, generalmente en versos cortos.

Principales géneros épicos: En verso: 1) Epopeya1: poema extenso y de estilo elevado que narra una acción memorable y decisiva para un pueblo. Pocas obras han merecido esta calificación, entre ellas, el Ramayana (epopeya india atribuida a Valmiki), los Nibelungos (epopeya anónima alemana) o la Ilíada y la Odisea de Homero. 2) Poema épico (épica culta): relata hazañas heroicas con el propósito de glorificar a la patria. Ejemplos: la Eneida, de Virgilio, Os Lusiadas, de Luis de Camões; La Araucana, de Alonso de Ercilla, etc. 3) Cantar de gesta (épica heroica o popular): poema medieval escrito para exaltar a un héroe. Se caracteriza por utilizar el verso juglaresco, distribuido en tiradas. 4) Romance: poema en el que se narran generalmente hechos de armas o acciones de caballeros, aunque también hay romances líricos o lírico-narrativos con otras temáticas. Se caracteriza por emplear versos octosílabos que riman en asonante y sólo en los pares. En prosa: 5) Novela 6) Cuento 7) Apólogo: cuento con intención moralizadora

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Se conoce también por epopeya el conjunto de poemas que forman la tradición épica de un pueblo.

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Principales géneros dramáticos: 1) Tragedia: presenta conflictos terribles entre personajes, víctimas de pasiones invencibles que casi siempre los conducen hacia su muerte. Produce en el espectador un efecto de catarsis o purificación. 2) Comedia: desarrolla conflictos amables, casi siempre divertidos. 3) Drama: los personajes luchan contra la adversidad y se desarrollan situaciones tensas, pero no tanto como en la tragedia. 4) Auto sacramental: Obra dramática en verso cuyos personajes son alegóricos (la Idolatría, el Pecado, la Virtud, etc.) y termina con una exaltación de la Eucaristía. Se trata de una creación española y estuvo en vigor en los Siglos de Oro (XVI y XVII). 5) Entremés: Obra corta, en verso o en prosa, de carácter cómico y con personajes populares. Es también de invención española y, durante los siglos XVI, XVII y XVIII se representaba en los entreactos de una obra larga. 6) Sainete: Obra que refleja las costumbres y el habla populares. Puede ir en prosa o en verso, y ser larga o corta (en ese caso se parece al entremés). En sus orígenes (siglo XVIII) era de carácter cómico. 7) Farsa: Otra cómica con fines satíricos en la que destaca la brillantez del diálogo. El carácter de los personajes se exagera para resaltar la intención burlesca. 8) Melodrama: Obra de asunto muy dramático y personajes sin matices, maniqueos. 9) Vodevil: Pieza que presenta como enredo, siempre ágil y lleno de sorpresas, divertidas infidelidades amorosas. Es de origen francés (s. XIX). 10) Teatro lírico (=musical): ópera (obra enteramente cantada), zarzuela (alteran partes cantadas con otras habladas), opereta (argumento frívolo), revista (incluye números musicales y danza y la trama suele ser escabrosa), etc. Principales géneros didácticos: 1) Fábula: narración, en prosa o en verso, que permite extraer una enseñanza moral (muchas veces explicitada en la conclusión o moraleja). Sus personajes suelen ser animales. 2) Epístola: carta, en verso o en prosa, en donde se expone una censura moral. 3) Ensayo: exposición de un tema específico (científico, filosófico, artístico, social, etc.) dirigida a un público no especializado. Principales géneros históricos: 1) Historia: relación de hechos y sucesos (verídicos, en principio). Puede ser universal, nacional, de una actividad (historia del arte, historia de la literatura, historia de la filosofía, historia de la economía, etc.) 2) Crónica: historia de un reinado, de una región, de un acontecimiento, etc., ordenada cronológicamente. 3) Anal: exposición de los sucesos ocurridos en un año determinado 4) Biografía: vida de un personaje. Autobiografía: el propio personaje en cuestión es quien narra su vida. 5) Memorias: evocación de hechos pasados que el narrador presenció.

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Principales géneros oratorios: 1) Sermón: género oratorio religioso que puede ser dogmático (trata del dogma), moral (su propósito es regular la conducta), panegírico (exalta las virtudes de un santo…), etc. 2) Homilía: género oratorio religioso que consiste en el comentario un texto sagrado. 3) Plática: sermón sencillo 4) Oración fúnebre: elogio de un difunto. 5) Discurso: género oratorio profano que puede ser forense (ante un tribunal de justicia), académico (el asunto es cultural), político, etc. 6) Arenga: discurso breve y exaltado que trata de enfervorizar a los oyentes (como en las arengas políticas y militares) 7) Conferencia: participa de las características de la oratoria y de la didáctica.

CLASIFICACIÓN DE LOS DISTINTOS GÉNEROS Y SUBGÉNEROS ÉPICA (verso)

ÉPICA (prosa)

Epopeya Formas extensas Cantar de gesta Novela (caballeresca, Romance épico morisca, pastoril, Épica culta sentimental, picaresca, psicológica, realista, naturalista...)

LÍRICA Formas mayores Himno Oda Canción Elegía Égloga Romance lírico

Formas breves Novela corta Cuento Formas Leyenda menores Cuadro de costumbres Letrilla Cuento folclórico Villancico Etc. Zéjel Serranilla Endecha Madrigal Etc.

DRAMÁTICA Formas mayores Tragedia Comedia Drama Tragicomedia Auto sacramental Etc. Formas menores Entremés Paso Jácara Loa Baile Mojiganga Sainete Farsa Vodevil Etc.

DIDÁCTICA En verso Epístola Fábula Sátira Apólogo Poema didácticofilosófico En prosa Diálogo doctrinal Ensayo Carta literaria Fábula Sátira Apólogo

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Nociones básicas de narratología Revisaremos ahora, para finalizar, algunos conceptos imprescindibles a la hora de enfrentarnos a un texto narrativo. Como sucede en cualquier obra literaria, se trata de una comunicación verbal establecida entre un autor (emisor) y un lector u oyente (receptor) a través de un mensaje (texto) que se orienta hacia un mundo de referencia (referente, que no tiene por qué coincidir con el mundo conocido). Dicha comunicación entre autor y lector se hace, como veremos a continuación, de una manera indirecta. En primer lugar, y en relación con el emisor del mensaje, es fundamental diferenciar entre autor y narrador. El autor es la persona (ente real, histórico, autor empírico) que escribe el texto; el narrador (ente de ficción, de papel, autor discursivo) es la voz que nos relata los hechos sucedidos. El punto de vista o la actitud del narrador no tienen por qué coincidir con la personalidad del autor. Y esto es aplicable no sólo a los textos narrativos, sino a todos los textos literarios en general. Por eso es posible que un poeta (hombre), como Martín Códax por ejemplo, escriba una composición lírica en la que la voz poética es femenina. Entre el autor (emisor externo) y el narrador (emisor interno) puede fijarse una entidad intermedia: el autor implícito. A veces este autor implícito se hace explícito, convirtiéndose así en una voz que, sin ser la del narrador, nos transmite mensajes desde dentro del discurso. Sucede, por ejemplo, en el Quijote, novela en la que la narración se hace en tercera persona pero en la que, en ciertas ocasiones, podemos oír la voz en primera persona del autor implícito: “Dejemos con su cólera a Sancho, y ándese en paz en el corro, y volvamos a don Quijote, que le dejamos vendado el rostro” (las cursivas son nuestras). A través de esas formas verbales subrayadas (incluyen un tú y un yo) el autor implícito está también apelando al lector implícito, del que enseguida hablaremos. En el otro extremo tenemos al receptor. También en este caso conviene distinguir entre un receptor externo (siempre presente) y un posible destinatario interno o narratario (personaje que actúa como receptor inmanente). Dentro del destinatario externo, podemos todavía diferenciar el lector u oyente real (empírico, cambiante) y el lector implícito o ideal (fijo): aquel en quien el autor piensa al escribir y que no se corresponde con ningún ser en concreto (puesto que es un ideal). En algunas ocasiones este lector aparece explícito: lo hemos visto en el anterior ejemplo del Quijote. Por otro lado, también resulta de utilidad diferenciar la historia (esencia del contenido) del discurso (expresión de ese contenido). Dice Darío Villanueva2: “El humorista y académico Antonio Mingote ha reflejado perfectamente en una de sus viñetas esos dos conceptos […]. Una señora de alto copete y menos encumbrada cultura habla con un caballero enlutado en el escenario del paseo del Retiro donde suele instalarse la feria del libro madrileña: . A la dama le interesaba sólo la historia, que se puede resumir en una amable conversación de café, pero no el discurso literario que constituye la novela escrita por su interlocutor.” Historia y discurso son las dos caras de la misma moneda, una no puede darse sin la otra.

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Villanueva, Darío (1989): El comentario de textos narrativos: la novela. Gijón: Júcar, 1992 (segunda edición corregida).

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Existe un tiempo de la historia (tiempo externo, ordenación lógica de los acontecimientos) y un tiempo del discurso (tiempo interno). Rara vez coinciden ambos: lo normal es que uno dure más que el otro. El tiempo de la historia puede ser de varios años y el del discurso de unos pocos minutos (por ejemplo, cuando el narrador interrumpe temporalmente el relato para resumir sucesos del pasado) o viceversa (en A la recherche du temps perdu de Marcel Proust, tres horas de tiempo de la historia pueden ocupar casi doscientas páginas, por ejemplo). De ahí las fluctuaciones en el ritmo narrativo (que puede ser lento o ágil), y el recurso por parte del narrador a la elipsis, el resumen (procedimientos que aceleran el ritmo), las digresiones, el ralentí (procedimientos que imprimen lentitud), etc. Tampoco suelen coincidir tiempo de la historia y tiempo del discurso en el orden en el que se presentan los acontecimientos. Citando de nuevo a Villanueva: “aquél es forzosamente lineal; éste, no necesariamente. En la vida nadie muere antes de nacer. En Cinco horas con Mario de Miguel Delibes, por poner un ejemplo, lo primero que leemos sobre este personaje es su esquela; luego se informará de su juventud, madurez y fallecimiento”. El comienzo in medias res, la analepsis (o flash-back: salto al pasado) y la prolepsis (o flash-forward: salto hacia delante) son procedimientos que alteran el orden lineal de la historia. Existe asimismo un espacio de la historia y un espacio del discurso. Éstos nunca coinciden plenamente, aun cuando al espacio del relato o discurso pueda buscársele un equivalente en el espacio real (geográfico). El espacio del discurso es un espacio verbal, la representación narrativa del espacio de la historia, y puede servir para situar a los personajes, para aportar veracidad al relato, para explicar el modo de comportamiento de los protagonistas… Es decir, es un signo más del texto, cuyas características nos vienen impuestas por la perspectiva del narrador. Sucede con el Oviedo de La Regenta (ciudad que en la novela se denomina Vetusta, pero que resulta perfectamente reconocible o identificable con la capital asturiana) o con la Mancha del Quijote: “el itinerario de don Quijote sirve perfectamente a los intereses del discurso cervantino, y sin embargo desespera, por incoherente, al geógrafo aficionado a la literatura” (D. Villanueva). La historia (argumento o encadenamiento temporal de las acciones) se convierte, pues, en discurso a través de una temporalización (elección de una determinada secuenciación temporal de los hechos narrados) y una espacialización y una modalización. De los dos primeros procesos enumerados ya tenemos conocimiento. Conviene ahora precisar en qué consiste el último de ellos: la modalización o perspectiva. A este respecto hay que considerar, por una parte, la visión narrativa (¿quién ve?) y, por otra, la voz narrativa (¿quién habla). No siempre coinciden voz y visión: el narrador (la voz) puede adoptar la visión de diferentes personajes de la acción (por poner tan sólo un ejemplo, empleando el llamado discurso indirecto libre: pensamientos de un personaje “traducidos” a tercera persona). En una misma obra pueden recogerse varios puntos de vista y puede observarse una polifonía de voces (es decir, pueden convivir varias voces). A continuación se ofrece una tipología de voces narrativas:

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Narrador omnisciente o heterodiegético3: Usa la tercera persona y conoce todo lo que hacen, piensan y sienten sus personajes (es decir, posee una visión completa). Como variantes, existen el narrador omnisciente total/autorial/editorial (el que acabamos de describir, que es el más usual) y el narrador omnisciente parcial/neutral/objetivo: procede como si observara los hechos de manera imparcial, por lo que no nos da informaciones sobre el mundo interior de sus personajes (visión parcial). Narrador testigo u homodiegético: El narrador es un personaje secundario que no participa directamente en la acción pero que sí ha sido testigo de los hechos. Normalmente utiliza la primera persona. Narrador protagonista o autodiegético: El narrador es el personaje central, que cuenta en primera persona su propia historia. Si el autor y el narrador coincidiesen estaríamos ante una autobiografía. Como vemos, lo habitual es que como personas que sustentan la voz narrativa aparezcan la tercera o la primera. Pero también es posible la segunda persona narrativa: el narrador puede dirigirse a un personaje ausente, al lector o incluso a sí mismo, fingiendo que dialoga (o autodialoga) con ellos.

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Etimológicamente, “que no pertenece a la diégesis” o mundo ficticio en el que se sitúan los personajes y los hechos narrados.

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