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Los Habitantes Javier Laborde D.
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La ocupación humana de la sierra de Los Tuxtlas ha sido uno de los factores más importantes en la transformación del paisaje. Hacer un recorrido de los asentamientos, desde la época prehispánica hasta los datos arrojados por los censos de población más recientes, da una idea clara de cómo las actividades productivas han transformado la vegetación, la geomorfología, el suelo y la hidrología de Los Tuxtlas.
PARTE
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Estudios palinológicos recientes han mostrado que desde hace 4000 años (2000 años a.C.) se cultivaba maíz en Los Tuxtlas (Goman, 1992). La evidencia arqueológica (Santley y Arnold, 1996) de restos de cerámica y otros varios artefactos, corroboran la presencia humana desde hace 3500 años (1,400 a.C.), desde entonces, hasta la llegada de los colonizadores españoles a principios del siglo XVI, la presencia humana en la sierra de Los Tuxtlas ha sido continua. Parece que los asentamientos prehispánicos se ubicaron principalmente en el noroeste y oeste del Lago de Catemaco, en su costa y a lo largo del Río Grande de Catemaco, en lo que Santley y Arnold (1996) han denominado la diagonal de ocupación prehispánica; en esas planicies de suaves pendientes Siemens (Capítulo Los Paisajes) reconoce el principal complejo de paisajes culturales de Los Tuxtlas. Aunque los asentamientos prehispánicos permanecen hasta la Colonia, se pueden distinguir dos periodos tomando como base los cambios en la densidad de la población. El primer periodo ocurrió hace 3000 años (1000 años a.C.) cuando el crecimiento poblacional alcanzó una densidad de 8.5 habitantes por km2, a lo cual siguió una disminución de la población que redujo la densidad hasta 4 habitantes por km2 , que se mantuvo hasta aproximadamente 100 años d.C. cuando se inició el segundo periodo de aumento de la población, que alcanzó una cifra récord de 133 habitantes por km2 , alrededor del año 500 d.C., cifra que disminuye nuevamente hasta 30 habitantes por km2 en 1000 d.C. (Goman, 1992; Santley y Arnold, 1996). El primer apogeo de la población coincide con el auge de dos ciudades pertenecientes a la civilización olmeca. Se trata de Tres Zapotes y Laguna de Los Cerros, ambas situadas en la parte más baja de las faldas de las montañas: la primera al sur del volcán San Martín Tuxtla y la segunda al sur del Santa Marta. Ambos sitios arqueológicos se cuentan entre los primeros centros ceremoniales-urbanos de Mesoamérica (Coe, 1965; Stuart, 1993). El auge de estas ciudades se inició hace 3000 años, en el periodo Formativo y se prolongó por 800 años hasta el periodo 62
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Preclásico (del año 1200 al 400 a.C.). La ubicación de las ciudades al pie y extremos de la sierra sugiere que controlaban la extracción y distribución de roca basáltica para la elaboración de esculturas, cabezas, estelas y altares olmecas, que fueron transportados a sitios tan lejanos como La Venta, en Tabasco (Stuart, 1993). Además, ambos sitios se ubican en terrenos fértiles y casi planos, con disponibilidad de agua, indispensable para el desarrollo de la agricultura en áreas extensas. El segundo pico de población coincide con la edificación del centro ceremonial-urbano de Matacapan, alrededor del año 300 d.C., ubicado al noroeste del Lago de Catemaco, en la misma diagonal de ocupación prehispánica, al centro de la sierra de Los Tuxtlas. En el año 500 d.C. el centro de Matacapan tenía entre 35,000 y 40,000 habitantes en una superficie de siete hectáreas, la mayor concentración de población en este periodo y en toda la sierra considerando los 107 asentamientos y villas registradas (Santley y Arnold, 1996). Los numerosos restos arqueológicos muestran que durante el periodo Clásico de 250 a 900 d.C. Los Tuxtlas era una región crucial en la ruta de comercio establecida entre el altiplano central (Teotihuacan) y la zona maya (Coe, 1965; Santley y Arnold, 1996). Los resultados de estudios palinológicos de los sedimentos de lagos de Los Tuxtlas (Byrne y Horn, 1989; Goman, 1992), muestran que durante los dos picos de población, disminuye sensiblemente la cantidad de polen de especies arbóreas y aumenta la cantidad de polen de maíz y de malezas asociadas a la milpa, lo cual refleja una deforestación extensiva. En esos resultados también se hace evidente que cuando disminuye la cantidad de población, la vegetación forestal se recupera rápidamente, aún del periodo de mayor deforestación ocurrido entre 2200 y 1300 años antes del presente, lo cual indica que el paisaje, probablemente fragmentado, mantuvo remanentes importantes de selva durante este largo periodo lo que le dio la capacidad de recolonizar los campos abandonados. Aproximadamente a fines del siglo XV, los mexicas controlaron la porción oeste de la sierra. En el Códice Mendocino se 63
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citan las poblaciones o villas tributarias, entre las que destacan Cosamaloapan, Tlacotalpan y Santiago Tuxtla. Los tributos consistían en cacao, mantas de algodón blancas y decoradas, pieles de jaguar, cotorras, iguanas y objetos de jade. Unos años más tarde, los españoles al llegar a la región encuentran dos grupos lingüísticos: popoluca y náhuatl. Los hablantes de popoluca tienen la más larga historia de residencia en la sierra, posiblemente se remonta al tiempo de la ocupación olmeca, mientras que los hablantes de náhuatl son desde luego un grupo mucho más reciente (Coe, 1965; Scholes y Warren, 1965). Hernán Cortes encabezó la colonización española de Los Tuxtlas solo unos años después de la caída de la gran Tenochtitlán en 1521. Entre 1525 y 1528 estableció el primer ingenio azucarero y uno de los primeros pies de cría de ganado bovino en el trópico húmedo de la Nueva España, en las cercanías de la recién fundada ciudad de Santiago Tuxtla (González-Sierra, 1991), se trata sin duda de uno de los primeros intentos agropecuarios en toda América continental. La introducción del ganado bovino fue tan exitosa que rápidamente ocupó buena parte de la sierra de Los Tuxtlas y las partes bajas de los ríos Papaloapan y Coatzacoalcos. El ganado se diferenciaba entonces en tres grandes tipos, de acuerdo a sus características, comportamiento y sobre todo a su facilidad o dificultad de manejo y crianza: ganado tipo "chichihua" o lechero en los pantanos y humedales, el ganado "rodeano" en potreros o espacios abiertos y el ganado "montaraz" que vagaba libremente en la selva (Aguirre-Beltrán, 1992). La presencia española afectó las poblaciones de indígenas de la sierra; para fines del siglo XVI la población nativa había decrecido de forma alarmante a causa de las enfermedades trasmitidas por los europeos y por efecto de las condiciones de esclavitud a que fueron sometidos. En el siglo XVII los pocos indígenas que aún habitaban la sierra fueron en su mayor parte reubicados a nuevas villas y solo algunos se refugiaron en las partes más inaccesibles de las montañas (Aguirre-Beltrán, 1992; Buckles, 1989). Es interesante mencionar que una de las épocas 64
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con menor densidad de habitantes en la región corresponde al periodo comprendido entre finales del siglo XVI y principios del siglo XX, el resultado del despoblamiento indígena provocado por el contacto europeo, no fue exclusivo de Los Tuxtlas, pues fue muy común en el resto del trópico húmedo americano. La administración colonial fundó muy pocas ciudades o poblados en la región, pues muy pocos peninsulares y criollos propietarios de la tierra habitaban en Los Tuxtlas, casi todos se 65
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asentaban en Veracruz, Xalapa, Puebla y en la Ciudad de México, de tal forma que la población local era de una mayoría indígena, seguida por la población negra traída de África y una minoría de mestizos ocupados de administrar el manejo agrícola y ganadero. La población africana fue traída para encargarse de las labores de producción de caña y extracción de azúcar, y más tarde estuvo dedicada al manejo del ganado vacuno (AguirreBeltrán, 1992). Al finalizar el periodo colonial, entre Acayucan y Santiago Tuxtla existían siete hacendados propietarios de 270,350 ha, con hatos entre 1,000 y 30,000 cabezas (AguirreBeltrán, 1992). La distribución de las haciendas y los sitios alrededor de las ciudades de Acayucan y Santiago, las convirtieron en los centros económicos de Los Tuxtlas, desde entonces hasta fines del siglo XIX (González-Sierra, 1991; Buckles, 1989). Los principales productos de Los Tuxtlas eran, en primer lugar, azúcar seguido por el algodón y el tabaco junto con la extracción de madera. Todo se transportaba por el río San Juan hasta Tlacotalpan y de ahí a Veracruz. Del ganado lo único que se exportaba fuera de la región eran los cueros, ya que la leche y la carne, por perecederos, solamente se consumían localmente. No obstante, la ganadería mitigaba las fluctuaciones de la producción agrícola y constituía una fuente segura de alimentos y riqueza, y tal vez lo más importante era que el ganado vacuno se utilizaba para apropiarse de grandes extensiones de tierra (Melgarejo-Vivanco, 1980; Aguirre-Beltrán, 1992). A fines del siglo XIX hubo un cambio importante en la estructura económica y productiva de la sierra de Los Tuxtlas. En 1870 se creó en Minatitlán un aserradero moderno propiedad de un norteamericano, para exportar madera tropical a los Estados Unidos y a Europa desde el puerto de Coatzacoalcos, (Buckles, 1989), esto ocasionó una gran perturbación de los sitios más accesibles de selva, que en menos de 30 años fueron despojados de las maderas preciosas, provocando una crisis en la región que afectó al centro económico de Acayucan, grandes extensiones 66
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de selvas clareadas y perturbadas fueron entonces utilizadas para cultivar café y abrir potreros. En 1909 se construyó en Minatitlán una refinería de petróleo, con lo cual Acayucan perdió su papel como centro económico rector del sureste de Los Tuxtlas, y fue sustituido por Minatitlán y Coatzacoalcos (Buckles, 1989). En la parte occidental de Los Tuxtlas, aproximadamente en las mismas fechas, también hubo cambios importantes: la producción de tabaco hizo que San Andrés Tuxtla tomara el lugar del centro económico rector en sustitución de Santiago Tuxtla (González-Sierra, 1991). En las primeras décadas del siglo XX, la introducción de razas cebuínas mejoradas provenientes de Brasil y de las nuevas tecnologías de pastos y forrajes desarrolladas en Australia y África (Reveal-Mouroz, 1980) provocó otro cambio de gran importancia para la economía de la región, En solamente cuatro décadas, entre 1930 y 1960, el ganado cebú (Bos indicus) sustituyó completamente al ganado introducido desde 1528 por los españoles (Bos taurus) que durante casi cuatro siglos se naturalizó en la sierra. Alrededor de 1950 los programas nacionales de colonización hicieron del sur de Veracruz la puerta del trópico húmedo mexicano debido al notable rendimiento agrícola y pecuario. La frontera agrícola siguió al establecimiento de nuevos centros de población (Reveal-Mouroz, 1980). La vertiginosa expansión ganadera en Los Tuxtlas se da principalmente mediante el establecimiento de grandes ranchos privados, y se incrementó dramáticamente durante las últimas tres décadas del siglo XX, cuando la ganadería extensiva se transforma en la actividad primaria preponderante, aún a costa de la agricultura ejidal. La ganadería que se practica actualmente en Los Tuxtlas, y en general en todo el trópico húmedo mexicano, además de ser muy reciente en términos ecológicos, es distinta a la que se practicó desde la Conquista hasta las primeras dos décadas del siglo XX, básicamente debido al cambio de vacas y forrajes, a las prácticas de manejo pecuario y al paisaje.
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División política La región de Los Tuxtlas está repartida en ocho municipios: Santiago Tuxtla, San Andrés Tuxtla, Catemaco, Hueyapan de Ocampo, Soteapan, Mecayapan, Pajapan y Tatahuicapan (creado en 1996); entre todos juntos suman 433 mil ha (4,330 km2). Es necesario aclarar que la superficie total de los ocho municipios varía según la fuente que se consulte, por ejemplo, considerando las superficies reportadas en la base estadística municipal del estado de Veracruz (1994), la superficie total de estos municipios es de 443 mil ha. En este caso nos basamos en la cartografía de INEGI sobre las áreas geoestadísticas básicas y municipales (AGEB’s, 1995), elaboradas a escala 1:50,000 para el conteo de población y vivienda 1995, cartas que fueron digitalizadas e incorporadas al SIG-Los Tuxtlas del INECOL (Mapa 3), y en cuyo caso la superficie total de los mismos municipios es de 433 mil ha. Otros cuatro municipios limitan o tocan con la sierra, los consideramos como vecinos de ella, se trata de: Ángel R. Cabada al oeste, y Acayucan, Chinameca y Soconusco al sureste. Estos municipios no se han considerado como parte de la sierra de Los Tuxtlas, debido a la pequeña extensión que puede ser considerada como parte de ella (Cuadro 1). En las 433 mil ha que abarcan los municipios tuxtecos, la población en 1980 era de 256,220 habitantes (densidad bruta de 59.2 habitantes por km2), en 1990 aumentó a 307,937 habitantes (71.1 habitantes por km2), en 1995 a 338,376 habitantes (78.1 habitantes por km2), INEGI 1995), por último, en 2000 fue de 351,315 (81 habitantes por km2). En 1995 tres ciudades superaban 10 mil habitantes: San Andrés Tuxtla (54,045), Catemaco (22,965) y Santiago Tuxtla (15,500); tres tenían más de 5 mil habitantes: Juan Díaz Covarrubias (7,955), Pajapan (6,426) y Tatahuicapan (6,338). En estas seis localidades se concentraba en 1995, 33.8% del total de habitantes de los municipios de Los Tuxtlas. En el año 2000, el total poblacional de cada uno de los municipios de la región tuvo valores cercanos a los registrados en el censo anterior: San Andrés Tuxtla (58,853), Catemaco (23,631) y Santiago Tuxtla (15,348). 68
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Municipio
Superficie total
Superficie dentro de la sierra
% de la superficie dentro de la sierra
San Andrés Tuxtla
95,691
65,898
68.9%
Santiago Tuxtla
62,063
19,227
31.0%
Hueyapan de Ocampo
71,136
33,141
46.6%
Catemaco
66,005
64,549
97.8%
Soteapan
63,231
62,998
99.6%
Mecayapan
44,145
43,786
99.2% 65.1%
Pajapan
30,732
20,017
433,003
309,616
Ángel R. Cabada
49,763
11,560
23.2%
Acayucan
72,465
8,049
11.1%
Chinameca
17,268
546
3.2%
Soconusco
14,948
170
1.1%
MUNICIPIOS TUXTECOS
Mpios. vecinos:
TOTAL DE LA SIERRA
329,941
CUADRO 1. La superficie total (hectáreas) de los municipios y su extensión en la sierra de Los Tuxtlas (SIG-Los Tuxtlas y Áreas Geoestadísticas Municipales, INEGI, 1995).
La población actual A continuación se presenta un análisis de la población de la sierra de Los Tuxtlas, con base en los datos oficiales del censo general de población del año 2000. De acuerdo con este censo, había 351, 315 habitantes en los siete municipios de Los Tuxtlas que se distribuían en 1,116 localidades de diferente tamaño. Entre estas localidades, 70% tenían menos de 100 habitantes y 90% de las localidades tenían menos de 1,000 habitantes. En el año 2000 sólo seis localidades 69
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tenían más de 5,000 habitantes, si consideramos esta cifra como ciudad entonces en este año 33.6% de la población era urbana, mientras que 66.4% era rural, distribuída en 1,110 localidades (Cuadro 2). La población de los municipios de San Andrés Tuxtla, Santiago Tuxtla y Catemaco es en su mayoría mestiza; mientras que en los municipios de Hueyapan de Ocampo y Mecayapan (incluyendo Tatahuicapan) predomina la población indígena, en los municipios de Pajapan y Soteapan la población es casi exclusivamente indígena, de las etnias nahua y zoque-popoluca. La población mestiza tiene una tradición de pequeños propietarios y rancheros, mientras que la indígena tiene una tradición de propiedad comunal, dedicada a la agricultura de subsistencia y recientemente a una combinación de agricultura y ganadería de subsistencia. En lo que se refiere a la distribución de la población por grupos de edad, destaca el intervalo de 15 a 65 años que es 52.7% de la población (162,190 habitantes), seguido por el de 0 a 14 años con 43.7% (134,544 habitantes) y finalmente el de la
CUADRO 2. Distribución de poblados y número de habitantes en los ocho municipios de la sierra de Los Tuxtlas.
Tamaño de los poblados
Número de poblados
Porcentaje
Número de habitantes
Porcentaje
(No. habitantes)
50,000
1
0.1
54,853
15.6
100
351,315
100
TOTAL
70
1,116
0
6.2 0
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población mayor de 65 años con 3.6% (11,203 habitantes). La población que se puede considerar laboral entre 15 a 65 años, es la predominante, sin embargo, la proporción de la población que se encuentra en edad de dependencia económica es muy alta. Propiedad de la tierra La información fue obtenida del censo 1995 incorporado al SIGLos Tuxtlas. En la sierra de Los Tuxtlas predomina la propiedad de tipo ejidal, en su mayoría los ejidos tienen dotación oficial con 71
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su respectivo decreto presidencial; sin embargo, la situación de muchos de ellos sigue siendo irregular y la regularización de sus documentos oficiales ha llevado demasiado tiempo. En la sierra hay 268 unidades o polígonos de propiedad ejidal que abarcan en total 215,824 ha (67.1% de la superficie de la sierra). El polígono ejidal más pequeño es de 110 ha, que corresponde a una ampliación ejidal, mientras que el más grande tiene 6,701 ha. En promedio los ejidos de Los Tuxtlas tienen una superficie de 542 ha. Aunque en el mapa se incluye a Pajapan como un ejido, en realidad se trata de tierras comunales con una superficie aproximada de 15 mil ha (Mapa 4). En la sierra, 51,257 ha (15.9% del total) pertenecen a 100 propiedades privadas, que son desde predios con menos de 10 ha hasta lotes de 3,000 ha, con un promedio de 513 ha por propiedad. La mayoría de estos predios son ranchos ganaderos. Debido a que el índice de agostadero para la región es de una cabeza de bovino por hectárea, entonces el tamaño máximo de una propiedad ganadera permitido por la ley mexicana en la región sería de 500 ha. Los predios o terrenos mayores están divididos en fracciones registradas con diferentes propietarios, por lo que prácticamente nadie tiene más de las 500 ha permitidas oficialmente. La razón por la que en el SIG-Los Tuxtlas aparecen digitalizadas propiedades mayores a las 500 ha, se debe a que la información de la subdivisión de los lotes privados no es asequible o no existe la información necesaria para ser cartografiada. Hay 15 colonias agrícolas o ganaderas cuya superficie cubre más de 30,000 ha (10.2%), algunas colonias o anexos de ellas son muy pequeñas, menores a 50 ha, pero en promedio las colonias tienen alrededor de 2,000 ha cada una, y la más grande es la colonia La Perla del Golfo, con más de 11 mil ha (Cuadro 3). Otras formas de propiedad incluyen a 5 propiedades federales con un total de 1,269 ha, en las que hemos incluido las 640 ha de la EBITROLOTU. Dos corresponden a fundos legales (557 ha) y hay siete polígonos declarados como zonas urbanas (469 ha). En la sierra hay poco más de 11,000 ha sin información sobre su régimen de propiedad. 72
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Tipo de propiedad
Número de predios
colonia agrícola
Superficie Total
Promedio
Tamaño menor
Tamaño mayor
15
32,900.9
2,193.4
33.7
11,277.8
268
215,823.9
542.3
109.6
6,701.4
prop. federal
5
1,268.6
135.8
7.3
640.0
prop. privada
100
51,257.1
512.6
7.0
3,087.6
ejidal
fundo legal
2
556.9
278.4
119.6
437.2
zona urbana
7
469.1
67.0
13.3
143.3
sin información
CUADRO 3. Tipo de propiedad de la tierra. Número de predios, superficie total en hectáreas, promedio y tamaño mínimo y máximo para cada tipo.
11,149.0
Es necesario mencionar que en el decreto en el que se crea la Reserva de la Biosfera Los Tuxtlas (Capítulo La Reserva de la Biosfera), se expropiaron cerca de 16,000 ha de las 18,000 de la zona núcleo de la sierra de Santa Marta. De esta superficie expropiada cerca de 9,400 ha pertenecían a ocho ejidos y 6,300 ha eran propiedad privada, al concluirse la ejecución de la expropiación estas tierras serán propiedad federal y estatal.
Densidad y crecimiento poblacional Hemos incorporado la información censal al SIG-Los Tuxtlas, del INECOL, en el cual se incluye el número de habitantes por localidad, censados en 1980, 1990 y 1995. El siguiente análisis se basó en el número de habitantes por localidad en 1995, sin embargo, es necesario aclarar que de un total de 1,094 localidades registradas en los entonces siete municipios de Los Tuxtlas, 479 correspondían a caseríos de menos de tres viviendas cada uno, y no se dispone de información censal de ellos. La cifra de 338,373 habitantes que vivían en 1995 en esos siete municipios de Los Tuxtlas, se basa en los datos de 615 localidades con información censal y que corresponden a localidades con más de tres viviendas. Sin embargo, suponiendo que cada uno de los 479 caseríos con menos de tres viviendas, tuvieran todos 3 viviendas y en cada una habitaran 5 73
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personas (tamaño promedio de familia en la región), entonces el máximo de habitantes para los siete municipios considerados sería de 345,561 habitantes en 1995. Cifra que representa claramente una sobrestimación, pues gran número de los caseríos mencionados corresponden a una sola vivienda, por lo que la cifra real para 1995 debe ser cercana a los 342 mil habitantes. Para analizar la distribución geográfica de la población, así como para estimar su crecimiento reciente, se tomaron en consideración las localidades para las cuales se tenía información acerca del número de habitantes en 1990 y en 1995, las localidades que cumplieron con el requisito anterior fueron 570, ubicadas en la sierra de Los Tuxtlas y sus alrededores. Para cada una de estas localidades se calculó la tasa de crecimiento (o variación) de la poblacional anual entre 1990 y 1995, las tasas resultantes se agruparon en cuatro categorías: a) decreciente (tasas negativas); b) de 0 a 2% anual; c) de 2.1 a 5% anual; y d) mayor al 5% anual. Además, se analizó la distribución de la población utilizando el SIG-Los Tuxtlas, de la siguiente manera: sobre el mapa con las 570 localidades mencionadas y utilizando el número de habitantes de 1995, se trazó una circunferencia de un km de diámetro que fue “barrida” cada 100 m de terreno en todas direcciones. Con este “barrido” espacial obtuvimos del SIG polígonos con densidad poblacional equivalente, agrupados en intervalos variables de la densidad (número de habitantes por por km2) poblacional resultante del “barrido” realizado en la computadora (Mapa 5). En la sierra hay dos grandes porciones con una densidad poblacional menor a 10 habitantes por km2. Estas áreas están en las partes altas y menos accesibles del volcán San Martín Tuxtla y de la sierra de Santa Marta, ubicándose principalmente hacia la cima y sobre la ladera norte en cada caso. Esta situación se repite en una menor superficie del volcán San Martín Pajapan. Estas áreas de muy baja densidad poblacional corresponden a las tres zonas núcleo de la Reserva de la Biosfera Los Tuxtlas, y es donde se encuentran los remanentes de vegetación forestal mejor conservados de toda la sierra (capítulo La Reserva de la Biosfera, Mapa 14). 74
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Existen áreas pequeñas de alta concentración poblacional con densidades mayores a 500 habitantes por km2, alrededor de las tres ciudades de Los Tuxtlas que en 1995 tenían más de 10 mil habitantes (Santiago Tuxtla, San Andrés Tuxtla y Catemaco). Sobre la carretera federal que conecta a estas tres ciudades la densidad poblacional se mantiene por arriba de los 300 habitantes por km2. Al sur del volcán Santa Marta y del San Martín Pajapan hay áreas con densidades poblacionales entre 100 y 300 habitantes por km2, alrededor de las cabeceras municipales y principales poblaciones indígenas. Particularmente preocupante es la situación al sur del Santa Marta, en donde además de la relativamente alta densidad poblacional, se presentan al menos cuatro poblaciones con más de 1,000 habitantes cada una, cuya tasa de crecimiento entre 1990 y 1995 excedió al 5% anual. En los alrededores de la laguna de Sontecomapan la densidad poblacional oscila entre 25 y 200 habitantes por km2, hay varias localidades que aunque no pasan de 1,000 habitantes cada una, tienen tasas de crecimiento mayores al 5% anual. Es particularmente notorio que hacia la parte oeste de la sierra, hay un gran número de localidades relativamente pequeñas en las que el número de habitantes decreció entre 1990 y 1995, situación que seguramente se debe al reciente fenómeno de emigración de los habitantes de la sierra hacia otras regiones. Hay un buen número de poblaciones pequeñas y medianas que tienen una tasa de crecimiento anual inferior al promedio estatal (3% anual). Mientras que en la porción este de la sierra, aunque hay menos poblaciones que en la porción anterior, tienen tasas de crecimiento equivalentes a la media estatal y en algunas la tasa excede el 5% anual. En conclusión, la región de Los Tuxtlas tiene una muy larga historia de ocupación humana durante la cual se han registrado oscilaciones notables en la densidad de su población y por lo tanto en la extensión e intensidad de la alteración de su paisaje. Lo anterior es importante ya que con anterioridad se pensaba que la región de Los Tuxtlas se había mantenido relati-
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vamente deshabitada o con densidades de población humana mínimas, hasta antes de la masiva colonización que se inició en las décadas de 1940 y 1950, y ello podría ser una de las razones por las que esta región todavía tiene una muy alta biodiversidad y contiene en la actualidad los últimos remanentes de selva húmeda de la planicie costera del Golfo de México. Estudios recientes han demostrado que la interpretación anterior no es correcta, ya que la presencia humana y por tanto la utilización y alteración de la selva de Los Tuxtlas es muy antigua, y su biodiversidad actual y pasada se ha mantenido a pesar del uso continuo de los recursos naturales por parte de sus habitantes. La selva de Los Tuxtlas, aparentemente tiene una muy alta capacidad de regeneración ante la perturbación, una vez que ésta cesa. Sin embargo, esta aparente resiliencia de la selva tuxteca no puede desligarse de las prácticas de manejo y uso que sus habitantes han implementado en ella. Durante la época prehispánica la regeneración de la vegetación forestal en acahuales era parte integral del ciclo de roza-tumba-quema de la agricultura milpera prehispánica, que durante milenios fue utilizada en el trópico húmedo mexicano sin menoscabo de su enorme biodiversidad. Sin embargo, la sorprendente recuperación de la selva en épocas anteriores no puede extrapolarse al presente, pues el uso actual del suelo, dominado principalmente por potreros, busca la eliminación de la vegetación forestal y por primera vez en la historia de ocupación de la sierra, la selva estorba a las actividades humanas y su remoción permanente es deseable para el sistema pecuario imperante. Así, la extensión de potreros y las prácticas de manejo pecuario ponen en gran riesgo la biodiversidad de la región y han disminuido y fragmentado la selva de Los Tuxtlas a un nivel sin precedente. La distribución de los asentamientos en Los Tuxtlas todavía sigue la forma de la diagonal de ocupación prehispánica citada antes. Es claro que se trata de los terrenos más planos y más productivos, y que esta zona es un paso natural desde tierra firme hacia el mar, en donde se concentra la mayor proporción de habitantes en la sierra. A pesar de lo anterior, es notable
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la marcada variación en la dinámica poblacional entre las distintas zonas de la sierra. Aunque la zona sur-oriental de la sierra, donde está la mayor concentración de población indígena, tenía en 1995 una baja densidad poblacional, se concentran en esta zona un considerable número de poblaciones con tasas anuales de crecimiento muy altas y en el futuro inmediato estas poblaciones ejercerán gran presión sobre los remanentes forestales cercanos. Por otro lado, el eje Santiago-San Andrés-Catemaco mantiene la densidad poblacional más alta de la sierra, y en la actualidad es un proceso de conurbación muy activo. La zona conurbada concentra algunos de los problemas ambientales más graves que enfrentan los habitantes de la sierra, que se agravarán más en el futuro si no se logra detener el azolve de ríos y lagos debido a la deforestación, y la contaminación de las aguas por agroquímicos y derivados urbano-industriales.
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Javier Laborde D.
La subsistencia y bienestar de los habitantes de Los Tuxtlas ha estado ligada a la naturaleza forestal del paisaje de la sierra, y a la biodiversidad. Sin lugar a dudas el reto ambiental más grave que enfrentan actualmente los habitantes de la sierra es el de garantizar la conservación futura de los remanentes de selva y bosques en los que se mantiene todavía gran parte de la biodiversidad nativa original. Para ello es indispensable que se asegure el cumplimiento de los objetivos por los cuales se estableció el decreto de Reserva de la Biosfera Los Tuxtlas. Es por ello que el reciente decreto es crucial, ya que actualmente es la única y última opción que tenemos para detener el avance de la deforestación y lograr proteger efectivamente los remanentes forestales que todavía existen en la sierra.
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