PRIMITIVOS HABITANTES

PRIMITIVOS HABITANTES La región que hoy ocupa el Municipio de Versalles fue habitada temporalmente, en época lejana, por comunidades indígenas de div

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PRIMITIVOS HABITANTES

La región que hoy ocupa el Municipio de Versalles fue habitada temporalmente, en época lejana, por comunidades indígenas de diversa procedencia, entre ellas varias pertenecientes a la tribu de los Quimbayas y también algunas parcialidades de los aborígenes Chocoes. Empero muchas otras familias indígenas transitaron por la faz de este territorio arraigándose poco tiempo en él, por lo cual dejaron escasas referencias que aún hoy día son estudiadas con cuidado por los antropólogos e historiadores.

Esta afirmación está respaldada con documentos de indudable valor histórico y en restos y objetos de cerámica y orfebrería indígena debidamente confrontados hallados en diversos lugares de la región, lo que no admite duda acerca de la identidad de algunos de los aborígenes que poblaron las extensas, ricas y fértiles tierras del cacique PATUMA.

LOS QUIMBAYAS

Los Quimbayas y en esto están de acuerdo todos los historiadores e indigenistas, moraban en lo que se ha venido llamando HOYA DEL QUINDIO y en las orillas del río La Vieja.

Además ocuparon una extensa comarca comprendida entre las Cordilleras Central y Occidental y los ríos Chinchiná al norte y La Paila al sur.

Los chocoes, toda la zona comprendida por el llamado “Alto Chocó”,

incluyendo los Valles del Calima y del Garrrapatas Superior.

Sin embargo estos no son términos absolutos

porque los índigenas de estas regiones no tenían costumbres propiamente sedentarias pues continuamente se desplazaban de una región a otra en procura de alimentos o tierras más propicias para la caza y la pesca o porque eran perseguidos por otras tribus belicosas que los agredían antes de la llegada de los españoles que completaron la tarea de persecusión y exterminio. Los chocoes dejaron pocas muestras de sus actividades en la región, no obstante lo extenso de sus dominios que abarcaban una amplia zona entre la Cordillera Occidental y el Oceáno Pacífico.

Según se conoce había más de veinte tribus distintas y autónomas radicadas en

territorio surchocoano por el tiempo del primer embate de colonización española.

Al referirse al país de los

Quimbayas dice el historiador Víctor A. Bedoya, miembro correspondiente de la H. Academia Nacional de Historia: “Esta especie de paraíso abierto ampliamnete en el seno de los Andes colombianos, fue residencia escogida por la raza de los Quimbayas, legitímos representantes lejanos de los egipcios y los fenicios que dieron la civilización al mundo antiguo”.

“Su población era densa y no había palmo de aquella provincia que no estuviera bien poblada” expresa uno de los compañeros de Don Jorge Robledo quién fue el primero en pisar estas tierras en la primera mitad del siglo XVI. Los Quimbayas tenían agradable presencia, eran bien proporcionados y de buena viril musculatura. Vivían casi desnudos pero eran cuidadosos de su apariencia y se pintaban la cara y el cuerpo con achiote o bija, una planta que aún existe en el Valle del Cauca y produce una tinta amarilla y roja.

Para sus dibujos se valían de

pequeños cilindros o planchitas de arcilla cuyas figuras geométricas se imprimían en sus cuepos y en las escasas ropas que a veces usaban. Estas mismas plantillas les servían para hilar el algodón pues tenían una perforación en el centro donde inscrustaban una varilla de madera cilíndrica en la que iban errollando la fibra ya trenzada. Algunas de estás plantillas tenían figuras y signos que reproducían hechos, situaciones y mensajes, por lo que se ha llegado a afirmar que constituían las primitivas expresiones de la imprenta que inventaron los chinos desde el Siglo VI, mejorada después por los caracteres móviles creados y mejorados por Gutenberg Maguncia. Los Quimbayas solían adornarse con alhajas y joyas de oro y con cascos, coronas y zarcillos del mismo metal. Usaban narigueras, collares, petos y brazaletes. De vez en cuando las mujeres usaban su maure de algodón (faja o chumbe) y los guerreros se cubrían la cabeza con plumas de vistosos colores. En esto del vestido hay también concordancia entre la mayoría de los historiadores y antropólogos porque las fuentes de información más autorizadas coinciden en todo por lo cual no se encuentran opiniones fundamentales dispares al respecto.

Habitaciones

La habitaciones de los Quimbayas eran amplias y cómodas pero sencillas, separadas generalmente en dos secciones para hombres y mujeres.

Las de los Caciques o Jefes sólo se diferenciaban de las del resto de la

tribu por su mayor dimensión y por un tablado de guada que se levantaba al frente para el servicio de un guarda o centinela permanente. Estas casas eran de madera con techo pajizo. El bohío redondo era la característica de las construcciones aborígenes y escasamente se veían habitaciones con trazado ortogonal. Hacia adelante este fue un problema que tuvieron los españoles cuando trataron de reglamentar los centros o reunir en agrupaciones urbanas a los aborígenes pues estos no gustaban de las construcciones rectangulares que eran características de los españoles.

Alimentación

El principal alimento de los QUIMBAYAS era el maíz , con el cual fabricaban una especie de pan que hacían moliendo el grano sobre piedras de superficie muy pulida y luego lo mojaban hasta obtener una pasta que asaban al fuego. Pero también comían carne de animales silvestres como la danta, el zaino, guagua, armadillo, conejo, oso hormiguero, venado, simios de distintas variedades (mono, mico, tití).

De las gallináceas utilizaban para su

alimentación la torcaza, la tórtola, la perdiz, el pavo, el paujil y de las palmípedas el pato y el ganzo. Entre los peces el bagre, la sardina, el bocachico y el jetudo que los españoles conocieron como “gorrón”. Pero también utilizaban como base de su alimentación la yuca, la papa, el ulluco, el tomate de castilla y bebían chicha elaborada con maíz fermentado.

En las crónicas de la conquista descrita por Pedro Cieza de León, quien es fuente de información frecuente de historiadores, se refieren las costumbres de los Quimbayas en cuanto a su recreación y se dice que eran

amantes de la caza y la pesca y especialmente de la bebida; y se embriagan frecuentemente con guarapo de caña y chicha de maíz o de frutas dulces que ellos sabían fermetar hasta darles el punto ideal de alcohol para sacarle todo el provecho que buscaban.

Las fiestas llegaban hasta el extremo de desordenadas orgías o

bacanales en las que bailaban imitando el andar de los animales o fingiendo actos eróticos elementales. Los instrumentos que tocaban eran primitivos pero llenaban las exigenicas de su gusto, como ocarinas y silbatos hechos de arcilla, flautas de carrizo o guadua menuda, tambores fabricados con troncos de árboles y otros instrumentos que a veces eran de oro para cuya elaboración se mostraban como verdaderos maestros.

A

algunos de sus hijos al nacer, les deformaban el cráneo para distinguirlos y esperar que ellos fueran Jefes o Chamanes, pues no a todos les practicaban esta operación.

Para esto se valían de prensas de madera

aseguradas con bejucos y piedras que colocaban sobre el hueso frontal, sobre los parientales y sobre el occipital.

Estos aborígenes tenían varios Caciques o Señores principales que eran dueños o amos absolutos dentro de la tribu pero tributarios muchas veces de uno más rico y poderoso.

En las excavaciones hechas por los

guaqueros, la mayoría de los cuales han destruido lo que nos quedaba de estas civilizaciones primitivas, se encontraron tumbas cuyas paredes enlucidas exhibía pinturas de animales exóticos, mitológicos, al estilo egipcio.

Fueron estos antepasados nuestros dados a la industria manual; tejían finas mantas e hilaban para ello el algodón en usos que fabricaban de madera con cabecillas de barro o piedra. Tallaban la piedra con perfección como lo demuestran las losas que cubren algunas bóvedas sepulcrales. Hacían también de piedra hachuelas, cinceles y pulidores. En las escultura no sobresalieron mucho pues lo poco que se conoce de este género, como estatuas, son rústicas y de escaso mérito artístico. Comerciaban con sal y cuidaban con esmero las fuentes saladas. En recipientes de cobre que ellos mismos fabricaban procesaban la sal para su comercio que era escencialmente de trueque con otras tribus vecinas. Por eso el cobre, como el oro, fueron trabajados por estas tribus que conocían procedimientos hasta hoy ignorados. El oro fue artísticamente trabajado por estas tribus y lo demuestran los admirables descubrimientos que se han hecho en las regiones que ellas ocuparon. En cuanto a la cerámica, se puede parangonar con lo mejor que elaboraron otras tribus que también dejaron muestras de esta actividad, destacándose el estilo, que ha servido para identificarlas entre otras y establecer su ubicación y el dominio que tuvieron en la región. Los QUIMBAYAS transmitieron sus costumbres a los GORRONES que habitaron las regiones aledañas que hoy componen los Municipios de Roldanillo y Bolívar siendo por lo tanto sus vecinos más próximos.

En las diversas guacas o sepulcros indígenas descubiertos en el Municipio de Versalles se han hallado restos de cerámica y orfebrería típicamente quimbaya y muy escasamente chocó, siendo esto una de las pruebas más irrebatibles y concluyentes acerca de la identidad de los primitivos moradores de estas comarcas.

En su obra “INTRODUCCION AL ESTUDIO DE LA HISTORIA”, el escritor Ernest Bernheim, al tratar de la “heurística” (conocimiento de las fuentes) acepta como prueba de mucha importancia los “restos” de lo pasado y dice:

“Los restos corporales de los hombres y de su actividad humana han sido considerados, crítica y metódicamente, como una fuente de la historia primitiva de la hum anidad, desde que en el siglo XIX la geología, la paleontología y la antropología tuvieron plena existencia científica, deduciendo conclusiones sin

prejuicio

alguno, de los hallazgos, cráneos y otras señales de vida en los tiempos más antiguos. Desde mediados del siglo XIX se han comenzado a buscar y estudiar las huellas de los pueblos primitivos... Esta sistemática investigación de las tumbas ha sido aplicada también a los períodos primitivos de pueblos históricos...” Las tumbas o sepulcros índigenas hallados en jurisdicción del Municipio de Versalles ostentan, la mayoría de ellas, la características de las tumbas y sepulcros de los Quimbayas, descritos ampliamente en el libro “RECUERDOS DE LA GUAQUERIA EN EL QUINDIO” escrito por el señor Luis C. Arango. Aquí se descubrieron muchas tumbas o guacas de índigenas que habían sido sepultados con algunos efectos de su propiedad como ollas de barro o arcilla, collares, brazaletes y pectorales de oro, figuras antropomorfas de arcilla y otros objetos de oro y arcilla fabricados por los indígenas enterrados en esos sepulcros, que después fueron descubiertos por guaqueros y buscadores de tesoros escondidos. Don Luis C. Arango en la obra citada, que es una relación minuciosa y paciente de lugares de hallazgo, formas, dimensiones y demás características de los sepulcros índigenas o guacas, es autoridad en la materia a la cual le ha dedicado los mejores años de su vida, y reseña sepulcros hallados en jurisdicción del Municipio de Versalles como vamos a ver, anotando de paso, que los hallazgos fueron hechos por esos aventureros del oro que invadieron a principios de 1.883 las regiones del Quindío y que agotadas las opciones en aquella región se dispersaron por todos los confines de suroccidente de Colombia para continuar su obra preponderadamente destructora porque empecinados en el oro y las riquezas que habrían de encontrar, destruían los tesoros artísticos dejados por los aborígenes, ya que no obraban con cautela para los restos de las civilizaciones primitivas.

ESTANISLAOGOSTAUTAS en su libro Arte Colombiano (Arte Aborigen) COMPENDIO ARQUEOLOGICO Y ETNOLOGICO DE COLOMBIA, al referirse a las necropólis de los Quimbayas, cita la Obra de Don LUIS C. ARANGO, como referencia de mucha importancia al respecto y admite sus conclusiones, especialemente en cuanto al tipismo de los restos funerarios.

El libro del señor ARANGO consiga algunas referencias a sepulcros y guacas hallados en jurisdicción del Municipio de Versalles, identificándolos por su forma, tamaño y orientación, con los sepulcros hallados en la Zona Central del Quindío y otros lugares antiguamente por los Quimbayas, lo que confirma una vez más, nuestra tesis. Para mayor información transcribimos algunos apartes de la descripción que aparece en la Obra del señor ARANGO, tantas veces citada:

“En el río Las Vueltas, cerca del Salmelia, el pueblo de guaquería está en una falda. Las guacas están al hilo y a cuatro varas de distancia unas de otras. Las guacas son pequeñas, las más profundas de cinco (5) varas...”

En otros capítulos hace descripciones minuciosas que retratan claramente las tumbas o sepulcros. Hay relaciones completas de sepulcros indígenas o guacas halladas en jurisdicción de Versalles y algunas en Roldanillo, cerca a Cajamarca. También relacionan guacas halladas en Pueblohondo y El Espino. Es un hecho demostrado que en Pueblohondo, La Cristalina, El Tambo, El Diamante, el Lular, Aguasucia y Aguaclara, fueron encontradas guacas muy ricas en oro, lo mismo que en La Grecia. Y en ellas también se hallaron objetos de cerámica como: ollas, platones, figuras antropomorfas en arcilla y barro. Por los lados de El Guachal había un “Camino de Indios” que iba a salir directamente a cajamarca y lo que hoy es El Dovio. Y al lado y lado de ese camino se hallaron guacas con algunos objetos de oro y figuras humanas fabricadas de arcilla, características Quimbayas.

LOS CHOCOES

En cuanto a los Chocoes, que étnicamente se identifican con dos tribus que aún subsisten esparciadas por una amplia zona denominada Alto Chocó, se extinguieron totalmente y no dejaron pruebas importantes de su asentamiento en estas latitudes. Mucho se ha discutido sobre el origen y el significado de la palabra “Choco”.. De acuerdo con los estudios hechos por la Doctora KATHLEEM ROMOLI, experta en Etnohistoria, especialmente el trabajo titulado “El Alto Chocó en el Siglo XVI” publicado en dos partes por la Revista Colombiana de Antropología. Volímenes 19 y 20, una hipótesis ha sido que deriva de “Coguo” apellido de un Cacique de las costa mencionado por OVIEDO, pero resulta que tal Cacique si existió debió ser de una región distinta. Otra conjetura es que el nombre de “Chocó” viene de la voz emberá Chokó, olla, cuyo significado sería “la gente de las ollas” o “los alfareros”. Agrega la investigadora ROMOLI:

“El nombre “Chocó, cuando aparece por primera vez en la relación de 1.540, era el de una tierra tribal situada al Oeste del Distrito de Santa Ana de los Caballeros (luego llamada Anserma) del cual le separaba la Provincia Fronteriza de Sima... El Chocó en sentido estricto, el primitivo y auténtico, era la comarca circunscrita que estaba entre el Río Atrato (el río de Darién) y el Alto de San Juan. Este Chocó nuclear limitaba al Norte con la Provincia de los Citaraes y al Sur con la de los Yngara y los Tootumá y tal vez con los Cirambirá; al Oeste cofinaba con las tribusdel Baudó y al Este con Sima, Tatape y la Cordillera Alta”.

El río Atrato no se llamaba así antes del siglo XVII. El descubridor NUÑEZ DE BALBOA lo bautizó San Juan. Más tarde, los españoles lo llamaron El río Grande del Darién, o sencilloamente río Darién, sin que nadie anotara el nombre o los nombres indígenas.

La autora afirma que encontró el nombre Atrato como apellido de un Cacique de los indidos Gorrones del Valle del Cauca. Resulta difícil identificar los lugares geográficos de esta provincia cuando se les denomina con sus primitivos nombres, porque éstos fueron cambiados muchas veces. Los “Chancos” y los “Guarras” habitaron las zonas de la Cordillera Occidental hacia el pacífico a la altura de lo que es hoy el Corregimiento de Naranjal, los primeros y sobre la margen derecha del río Las Vueltas, los segundos. Un poco más al Occidente, en las próximidades del río Taparó y la primitiva ciudad de Toro (Toro Viejo), habitaban los tootumás y más al Norte a

la altura de los nacimientos del Río Las Vueltas, estaban los Yngaraes. Al parecer eran parcialidades de lo que genéricamente se identificaba como “Chocoes”.

Esta breve explicación tiende a demostrar que en la

jurisdicción de lo que inicialmente fue el Municipio de Versalles, antes de su desmembración para crear el Municipio de El Cairo, sí hacían presencia y vivieron durante muchos años los “Chocoes”. Los españoles que fundaron la primitiva ciudad de Toro en las cercanías del Cerro Torrá entraban por la zona comprendida por lo que hoy es la ciudad de Toro (Tercera fundación), subían por las lomas de Ramírez o del Mico y transmontando la Serranía, tomaban el rumbo de Caja de Oro para caer el Río Garrapatas cerca a la Quebrada de Agua Sucia; de allí se dirigía al Cañon de Guaimaral o El Balsal, según las circunstancias climáticas, y subían hasta la Serranía de Los Paraguas, para descolgarse nuevamente hacia el llano donde fue fundado Toro Viejo. Todo esto, dentro de la jurisdicción del Municipio de Versalles. Se conocían tribus como los Yngaraes, Tootumás, Yacos, Guarras, Chocoes y muchas otras de las que superviven lejanos descendientes conocidos como Emberaes y Noanamaes. La

Región de Taparó es también muy importante porque está prácticamente en el

eje vital de esta comarca. Son muy conocidos los ríos Las Vueltas en su curso inicial llamado también Río Garrapatas más adelante, Río Taparó, Río Sipí, río San Quininí, Río Yarrama, Río Tuturrupí y muchos más que riegan con sus aguas todo ese vasto imperio de los Chocoes y desembocan finalmente al Océano Pacífico. Y sobre este marco geográfico, del cual gran extensión pertenece al Municipio de Versalles, vivieron los Chocoes primitivos.

Los Chocoes como bien se conoce tiene su origen en la gran familia Caribe, a la cual

también pertenecen los Muzos, los Panches, los Pijaos, los Quimbayas, los Catíos y los Motilones. La región del Chocó arqueológicamente no ha sido suficientemente explorada.

En cuanto a las costumbres de los

indígenas Chocoes se conoce que no formaban verdaderos poblados sino que sus casas se construían aisladamente. Escogieron las orillas y las cabeceras de los ríos para plantar sus viviendas de subsistencia por la pesca y como medio de tranporte. Entre los Chocoes era la mujer la que manejaba el canalete de la piragua o la canoa mientras el compañero dormía plácidamente.

Puede afirmarse que sus costumbres en cuanto a

alimentación, trabajo, recreación, ritos, etc., son muy similares, desde luego con marcadas diferencias, a las de las tribus que provienen del mismo tronco común.

Los Quimbayas y los Chocoes primitivos desaparecieron definitivamente de estas tierras. Se extinguierona ante la campaña brutal que contra ellos emprendieron los españoles que asesinaban a los indefensos nativos para quitarles unas veces el oro y sus riquezas y otras veces sus mujeres. Muchos huyeron hacia las costas del Océano Pacífico pero lo malsano de esas regiones que ya estaban además infectadas por las enfermedades traídas por los peninsulares, acabaron con su salud y con sus vidas.

A esta región se le conoció como Patumá en recuerdo del cacique del mismo nombre que tuvo su domicilio por los lados de El Tambo.

El vocablo Patumá corresponde a la familia lingüistica chocó a la cual pertenece

también el dialecto o idioma que hablaban los Quimbayas. Esto lo afirman varios autores entre ellos el doctor Segio Elías Ortiz en tesis de la Revista de la Universidad Católica Bolivariana y el sociólogo alemán Hermann Trimborn en su libro “SEÑORIO Y BARBARIE EN EL VALLE DEL CAUCA”.

La región de Patumá volvio a quedar como antes de la ocupación por sus primitivos habitantes, fría, silenciosa y hostil.

La naturaleza se encargó de cerrar los caminos y veredas y de cubrir las fosas de los aborígenes

sacrificados, con el follaje espeso de la flora silvestre. La selva recuperó su imperio y la fauna recuperó su paz. La neblina glacial continuó reinando plácidamente en esas cumbres de zafiro.

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