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taller El deseo de escribir Propuesta número 1
Los invEntarios FutiLEs Me gusta/no me gusta, me acuerdo, nunca he hecho Me gusta/no me gusta Una de las experiencias más gratificantes e inolvidables que se pueden vivir practicando lo literario a partir de uno mismo son los me gusta-no me gusta, los me acuerdo y los nunca he hecho. Van mucho más allá de un mero ejercicio de enumeración caótica —cosa que, en rigor, son— o de ser simples inventarios fútiles —que también-. En especial los me gusta son una experiencia embriagadora, inolvidable, terapéutica siempre que se pongan los cinco sentidos en realizarla. Cada nuevo me gusta que uno va añadiendo a la lista, ensancha los límites de la evidencia de nuestra capacidad para gozar con lo que el mundo nos ofrece. Pero no como una apuesta al optimismo gratuito, sino confirmando que por encima de tragedias o espantos que acorralen nuestras vidas, siempre hay cosas con las que disfrutamos —que son precisamente las que deben reforzarnos en momentos de debilidad. Es como si ir juntando todo lo que nos gusta nos revelase el verdadero tamaño de nuestra capacidad de gozo, el placer de estar vivos mientras nos asomamos a lo concreto de sus detalles. Os aseguro que es un hermoso ejercicio que, además, permitirá que os conozcáis mejor entre vosotros. La única condición que tiene la realización de las enumeraciones que os proponemos es que soltéis la mente, que no la dirijáis, que la sucesión surja en el desorden azaroso propio de la escritura automática. El ejercicio evocador no debe pretenderse una coherencia en el discurso, su enumeración debe surgir sola, ir amontonándose sin orden —a muchos, ese aparente desorden se os disfrazará casi de poesía, no podréis evitar dotar de un ritmo a vuestras enumeraciones y, por supuesto, eso es bueno- Si disfrutáis como nosotros disfrutamos en su día al hacerlo, y como han disfrutado muchos/as participantes que han pasado por este Taller, descubriréis que es un juego
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medicinal: tiene excelentes efectos terapéuticos sobre el ánimo. Aconsejádselo a cualquier amigo o allegado que en alguna ocasión os cuestione el sentido de estar vivos. Os adjuntamos al final, las listas de los me gusta-no me gusta del escritor francés George Perec (un apasionado de las enumeraciones y los catálogos) y del filósofo, también francés, Roland Barthes. También el enlace al cortometraje Foutaises (Jean-Pierre Jeunet, 1989) que ilustra de forma muy inspiradora lo que una propuesta del tipo Me gusta/No me gusta puede llegar a suscitar.
Me acuerdo En cuanto al ejercicio de los me acuerdo, no tiene mayor misterio más allá de realizar una enumeración de párrafos contenidos, con una extensión no mayor de diez líneas cada uno. Eso sí, en esta ocasión os pedimos que los circunscribáis a recuerdos de carácter sentimental, los primeros que surjan, y que sean al menos tres. Pueden abarcar desde la más remota infancia hasta un tiempo relativamente reciente. También deben redactarse sin darle muchas vueltas, al modo de la escritura automática. De los me acuerdo os adjuntamos más adelante una selección de algunos de los 480 que incluía George Perec en un pequeño libro en el que invitaba al lector a que continuase él el inventario. Os adjuntamos también los me acuerdo de un antiguo alumno, Paco Cueto, quien luego fue también en esta casa coordinador de grupos de escritura creativa hace más de quince años.
Nunca he hecho Por último, para quienes aún os queden ganas y fuerzas, los nunca he hecho: Nunca he hecho gárgaras, nunca he hecho el pino, nunca he hecho punto... Sin duda no habéis hecho un montón de cosas que es relativamente normal hacer. Su enumeración es otra manera de retratarse.
EJEMPLOS ME GUSTA (Georges Perec) Los parques, los jardines, el papel cuadriculado, las plumas, Chardin, el jazz, los trenes, llegar antes de tiempo, caminar en París, Inglaterra, Escocia, los lagos, las islas, los gatos, los puzzles, el cine americano, Klee, Verne, las máquinas de escribir, la forma octogonal, las naranjas, los atlas, Verdi, Mahler, los nombres de los sitios, los diccionarios viejos, la caligrafía, las piedras, Chuck Jones, los paisajes llenos de agua, el queso, los árboles, el museo arqueológico de Sousse, la torre Eiffel, las cajas, "Lolita", las fresas, los melocotones de viña, Michel Leiris, "Bouvard et Pecuchet", los hermanos Marx, el café, las nueces, el Dr. No, los retratos, las paradojas, dormir, escribir, verificar que todos los números en los cuales la suma de sus cifras es igual a nueve son divisibles por nueve, el chocolate, las nubes, las enumeraciones, "The Guinness Book of Records", los tejados de pizarra, "La caída de Icaro", la mayor parte de las sinfonías de Haykn, los melones y las sandías.
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NO ME GUSTA (Georges Perec) Las legumbres, los relojes de pulsera, el "Kitsch", Bergman, Karajan, el nylon, las gafas de sol, el deporte, los coches, la pipa, el bigote, la expresión "a gogo", Chaplin, los cristianos, los Humanistas, los Pensadores, los "nuevos" (cocineros, filósofos, románticos, etc.), los políticos, los jefes de servicio, los subjefes de servicio, los peluqueros, la publicidad, la cerveza en botella, el té, Godard, la mermelada, la miel, las motocicletas, Mandiargues, el teléfono, Fischer-Dieskau, el color azul, Chagall, Miró, Bradbury, el centro Georges Pomidou, James Hadley Chase, Durrell, Koestler, Graham Greene, Moravia, Chirac, Bejart, Solshenitschin, Saint-Laurent, las películas un poco demasiado suizas, los abrigos, los sombreros, los portafolios, las corbatas, Carmina-Burana, los iniciados, los astrólogos, el whisky, los zumos, las manzanas, las perlas de cultura, Léo Ferré, el champagne, la ginebra, Albert Camus, los medicamentos, los blue-jeans, las pizzas, el chicle, la gente que cultiva el estilo "amiguetes" (¿Qué hay; cómo va eso?), las maquinillas de afeitar eléctricas, las puntas bic, los banquetes, Bruckner, el disco, la alta fidelidad... ME GUSTA (Roland Barthes) La ensalada, la canela, el queso. Los pimientos, la pasta de almendras. El olor del heno cortado (me gustaría que un perfumista frabricase ese aroma). Las rosas, las peonias, la lavanda, el champagne. Las posiciones ligeras en política. Glenn Gould, la cerveza excesivamente helada. Las almohadas planas, el pan tostado, los habanos, Haendel, los paseos comedidos, las peras, los melocotones, las cerezas, los colores, los relojes, las estilográficas, las novelas realistas, el piano, el café, Pollock, Twombly, toda la música romántica, Sartre, Brecht, Verne, Fourier, Einsenstein, los trenes, tener dinero. Bouvard et Pecuchet, caminar por la tarde y en sandalias por los senderos del sudoeste. Los hermanos Marx, el "serrano" a las siete de la mañana saliendo de Salamanca. Etc. NO ME GUSTA (Roland Barthes) Los caniches blancos, las mujeres en pantalón, los geranios, las fresas, el clavecín, Miró, las tautologías, los dibujos animados, Rubinstein, la tarde, Satie, Bartok, Vivaldi, telefonear, los coros de niños, los conciertos de Chopin, las danzas del Renacimiento, el órgano, A. Carpentier, sus trompetas y sus timbales, lo político-sexual, las escenas, las iniciativas, la fidelidad, la espontaneidad, las veladas con desconocidos, etc. FOUTAISES (Jean-Pierre Jeunet) Os adjuntamos el enlace (podéis hacer click también en la imagen) para el visionado de Foutaises —Menudencias, insignificancias— (Jean-Pierre Jeunet, 1989) cortometraje que ilustra de forma muy inspiradora lo que una propuesta del tipo Me gusta/No me gusta puede llegar a suscitar. https://vimeo.com/41021850
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ME ACUERDO (Georges Perec) Me acuerdo de que Art Tatum tituló una canción Sweet Lorraine, porque estuvo en Lorriane durante la primera Guerra Mundial. Me acuerdo de un inglés manco que ganaba a todos al ping-pong en Chateau d´Oex. Me acuerdo de que un amigo de mi primo Henri iba todo el día con batín cuando preparaba sus exámenes. Me acuerdo de que en el “Monopoly” la avenida de Breteuil es verde; la avenida de Henri-matin, roja, y al anenida de Mozart, naranja. Me acuerdo de que un día mi primo Henri visitó una fábrica de cigarrillos y trajo un cigarrillo largo como cinco cigarrillos. Me acuerdo de que Alain Robbe-Grillet era ingeniero agrónomo. Me acuerdo de la alegría que me daba cuando, al ir a hacer una traducción de latín, encontraba en el Gaffiot toda una frase traducida. Me acuerdo de la época en la que hacían falta varios meses y hasta más de un año de espera para tener un coche nuevo. Me acuerdo de que, en Septiembre, en París, en los años de la posguerra, había muchas avispas, muchas más, me parece, que hoy. Me acuerdo de que Jean Gabin, antes de la guerra, tenía, bajo contrato, que morir al final de cada película. Me acuerdo de que Kruschev golpeó con su zapato la tribuna de la ONU. Me acuerdo de que me sorprendió mucho enterarme de que mi nombre quería decir: “trabajador de la tierra”. Me acuerdo de que Paderewski fue elegido presidente de Polonia. Me acuerdo de que al día siguiente de la muerte de Gide, Mauriac recibió este telegrama: “Infierno no existe. Puedes desmadrarte. Stop. Gide”. Me acuerdo de que Burt Lancaster era acróbata. Me acuerdo de que , frecuentemente, me confundían con un alumno que se llamaba Bellec. Me acuerdo de los agujeros en los billetes del metro. Me acuerdo de que en “En el libro de la selva”, Bagheera es la pantera; Mowgli, el niño, y los Bandar-Logs, los monos (¿pero cómo se llamaban el oso y la serpiente?). Me acuerdo de un queso que se llamaba “La vaca seria” (“La vaca que ríe” le puso un pleito y lo ganó). Me acuerdo de que Jean-Paul Sartre trabajó en el guión de Freud, de John Huston. Me acuerdo de que Boris Vian se murió al salir de una proyección de una película basada en su libro “Escupiré sobre vuestras tumbas”.
ME ACUERDO (Paco G. Cueto) ...de que cuando era niño me pasaba las horas muertas pintando pájaros. Cogía una enciclopedia sobre el mundo animal que había en casa, miraba los dibujos de los pájaros y los copiaba muy despacio y con todo detalle, no sé por qué. Ni por qué pájaros, y no perros o tigres. ...de que en los años sesenta era muy difícil atarse los zapatos, era un misterio. Yo probaba y probaba a entrecruzar los cordones, a dibujar fantasiosas vueltas y revueltas como había visto hacer, a ver si así, pero nada, no había forma. Un día me salió, más o menos, pero luego no volví a acertar en un par de semanas. Luego acerté otra vez, y hasta hoy. Sempiterna vocación autodidacta. ...de que una noche en Cáceres tomé unas flores de un árbol, y las olí, y era azahar. Azahar, después de tantos años, más hermoso aún que su nombre. ...de la primera vez que yo entré en un colegio: hacía un par de meses que había comenzado el curso, y allí estábamos de pie, mi madre y yo, y todos los niños nos miraban. Uno dijo en voz alta: «oye, tú, que aquí no se puede comer chicle». Yo no lo sabía, no tenía ni idea de que en la escuela no se podía comer chicle.
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...de que bajo una casa que tuve hubo un jardín, y en el jardín una tortuga que se llamaba Catalina. Tendría el tamaño de un plato sopero, y era absolutamente mineral. ...de que, después de morirse Franco, mis amigos y yo íbamos a mirar las revistas en los cristales de los quioscos; a cada semana, a las mujeres de las portadas se les veía un poquito más de piel, o mejor dicho, un poco más de tetas. Cuando por fin, con el paso de los meses, una portada nos enseñó una inimaginable teta entera, entonces empezamos a pensar que la libertad podía ser ya irreversible. ...de que una vez estaba yo en la playa de la Magdalena, metido en el agua hasta la cintura, y una chica mayor, una desconocida, me preguntaba cosas; pero yo no soltaba prenda. Me preguntó que cuantos años tenía; yo fui a responder, pero me quedé dudando; medité un instante y respondí: «siete». La chica se echó a reír y me dijo: «¿Qué pasa, que no sabes tus años? ¿Es que te lo tienes que pensar?». Entonces sí respondí con firmeza: «Es que los he hecho ayer, y por eso me confundo». ...de Alfredo, con medio cuerpo fuera de la ventana del su casa, que era un segundo piso, la noche del 28 de octubre de 1982. Nos decía a Begoña y a mí: «¡doscientos y pico, doscientos y pico!». Se refería a los diputados que había sacado el PSOE. Begoña y yo justo salíamos del colegio electoral, cansados y alegres, después de contar los votos. Qué felices aquella noche, qué desprevenidos, qué jóvenes. ¡Hay que joderse! ...de que me encantaba meterme de una sola vez todas mis barras de regaliz en la boca y hacer una bola con ellas. Luego iba pelando pipas que también iban a parar a la bola. Aquella especie de pasta estaba riquísima; a cada rato me pasaba la bola de un papo a otro, hasta que, poco a poco, se terminaba. ...de que un día, de un local abandonado donde andábamos jugando, salió un pobre pavoroso que metía mucho espanto. Todos mis amigos se fueron corriendo, pero yo no; no porque yo no tuviera el mismo miedo, sino porque, a media huida, me pareció que aquello era un hombre. Lo esperé; se llegó hasta mí, me agarró del hombro, y me dijo algo que ahora ya no puedo recordar pero que era muy, muy importante. Era muy importante. ...de a que mi hermana, de niña, le daba por chupar el fósforo de las cerillas. Como cuidábamos que no lo hiciese, se escondía con sus cerillas detrás de la puerta de la cocina. ...de la primera vez en mi vida que perdí la voz, cuando el cinco a cero contra Dinamarca. ... de que mi primer beso no lo dí, me lo dieron. Y sí, ví estrellitas. ... de que mi mejor amigo en cuarto curso se llamaba Marcos y era rubio. Un día alguien me contó secretamente que en su familia eran Testigos de Jehová. Yo no quise creerme semejante infamia, pero luego el propio Marcos me lo confirmó. Pensé en cambiar de amigo, pero al final preferí cambiar de opinión. ...de una monja que sembraba sal sobre la nieve de la acera. Yo esperaba en el quicio de una puerta, justo enfrente, a que viniese a recogerme la furgoneta del colegio. Eran mañanas heladas de invierno en Krefeld, en la cuenca del Ruhr.
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