LOS LABERINTOS LITERARIOS DE MIGUEL ESPINOSA

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Los laberintos literarios de Miguel Espinosa. Carmen Escudero

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LOS LABERINTOS LITERARIOS DE MIGUEL ESPINOSA

Carmen Escudero Martínez

Tratar de explicar por qué se construye un laberinto es algo realmente espinoso, ya que se trata de una edificación al margen de la lógica y aparentemente caprichosa. Resulta razonable y práctico construir casas, templos, edificios funerarios, etc., pero ¿por qué se construye un laberinto? Según Herodoto, existió uno inmenso y totalmente inextricable en Egipto, en la ciudad de los Cocodrilos, que constaba de doce patios cubierto y tres mil habitaciones, la mitad subterráneas. A imitación de éste parece que construyó Dédalo el laberinto de Creta, del que sabemos un poco más, por ejemplo que se levantó para que sirviese de encierro al Minotauro. Ovidio, en el Libro VIII de Las Metamorfosi1s habla de este laberinto (vv. 152-168) definiéndolo como mansión enorme que carecía de salida ("multiplicique domo caecisque includere tectis", v.158) y, al aludir a la labor del arquitecto Dédalo, destaca el hecho de que su construcción induciría a error por las vueltas de sus interminables pasadizos ("turbatque notas et lumina flexu/ ducit in errorem variarum embage viarum", vv.160-1) Este edificio enorme, lleno de pasadizos y revuelto que, por su complicación, hacían imposible la salida, se levantó según nos explica la leyenda mitológica , por orden Minos para encerrar al Minotauro. Pero no parece lógico que para apartar a un ser haya que levantar un edificio tan amplio, ni tampoco dotarlo de pasillos, revueltas y trampas, basta con que tenga una buena puerta. Hay por lo tanto otras razones para construir con tanta amplitud y complicación, porque la primera sobra al tratarse del encierro de una persona y la segunda también con el simple refuerzo de las salidas, por eso en el Renacimiento, época fundamentalmente racional, se busca el motivo real de una tal fabulación y se llega a la conclusión de que el laberinto era el símbolo de la complicada vida del hombre. Así Natale Conti, en su Mitología, dice: "Por aquel laberinto no quisieron poner de relieve ninguna otra cosa sino que la vida de los 2 hombres es embrollada y está complicada con muchas dificultades" .

La interpretación es satisfactoria, pero los mitos no pueden reducirse a un sólo significado razonable porque son creaciones literarias, por ello podemos continuar analizando sus elementos v tratar de ampliar y precisar. La idea de cárcel o lugar de encierro surge porque se nos dice que Minos construyó el laberinto para apartar al Minotauro, pero esa posibilidad se diluye cuando sabemos que Teseo quebrantará esa cárcel con el ingenio, luego el laberinto es infranqueable e insalvable sólo para

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OVIDIO, Las Metamorfosis, Alma Mater, Barcelona, 1969, vol. II. NATALE CONTI, Mitología (traducción española de R. Iglesias y C. Alvarez), Universidad de Murcia, 1988, pág. 527. 2

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aquellos que, como el Minotauro, no utilizan la lógica3. Y desde luego para quienes constituyen el tributo que se paga a un ser de tales caracteristicas4. El laberinto no es, por lo tanto, cárcel, sus dimensiones y el hecho de que se pueda superar sólo mediante el ingenio, sin el concurso de la fuerza, así lo prueban. Es, eso sí, un lugar marginal donde habita la animalización y la ausencia de lógica. Minos lo concibe en efecto para apartar de sí la bestialidad5 y con unas características de irracionalidad y capricho que lo hagan adecuarse a su principal morador, un monstruo carente de juicio que no se guía por la lógica, sino por la fuerza y por impulsos animales generados en su cabeza de toro. Por todo lo cual en el laberinto podemos ver el espacio clausurado en el que imperan formas alejadas de la lógica. Esta última creo que debió ser la concepción del laberinto de Miguel Espinosa (tan minuciosos buceador del mundo clásico) cuando en su novela Escuela de Mandarines califica así a la por él denominada Feliz Gobernación. Tal calificación está en boca del tercero de los Demiurgos del Eremita en el momento en que éste va a iniciar su largo viaje recorriendo tales lugares. El texto exacto dice: "Para guiarte por este laberinto, te aguardé a la entrada del Hecho. Ni el Enclenque ni el Homínido servían para tal cometido, pues son naturalezas sensibles y melancólicas, más aptas para habitar la Concordia que la Sociedad, donde me encuentro enfangado hasta la raíz del 6 pelo. No olvides que soy fautor de malversaciones"

Según estas palabras, si la Feliz Gobernación es un laberinto no lo es sólo por sus características físicas, sino fundamentalmente por sus modos de vida que se definen como alejados de la concordia y asentados en la injusticia. Se trata pues de un laberinto moral que se extiende a toda una sociedad. Si aplicamos a la Feliz Gobernación la interpretación que hemos dado al mito clásico del laberinto, como un espacio al margen de la justicia y la lógica representadas por Minos, y al que se acogen seres que proceden por impulsos degradados e ilógicos (representados por el Minotauro), veremos que tal versión se acomoda perfectamente a lo que Espinosa trata de presentarnos en Escuela de Mandarines, pues la Feliz Gobernación se encuentra separada de la naturaleza donde vive el Eremita constituyendo una realidad hostil a ella7. No sabemos qué tipo de fronteras separan lo natural de la Feliz Gobernación, pero sí que ambos espacios se oponen y que los personajes que las franquean notan el cambio de manera inmediata, ya positivamente, en el caso del Padre Mandarín del que se nos dice en la introducción que decidió pasar a "la más alta región del mundo, no hollada por la Gobernación" y que conforme avanzaba "experimentaba la simpatía de la Concordia o Callado Entusiasmo de la naturaleza" (p. 66), o negativamente en el caso contrario, el del Eremita que debe abandonar el mundo natural para dirigirse a la Feliz Gobernación. La Feliz Gobernación es por lo tanto un espacio clausurado por unos límites imprecisos, pero no por ello menos efectivos, que actúan incluso sobre el comportamiento de los personajes. 3

Recordemos que Asterión tenía cuerpo de hombre, pero que su cabeza era de toro, lo que alude con toda claridad a su animalizacón y a la degradación de sus facultades mentales y su sustitución por la fuerza entre otras cosas. 4 Un grupo de jóvenes atenienses era entregado como tributo al Minotauro; se les hacía acceder al laberinto del cual no conseguían salir. Únicarnente lo hará Teseo con la ayuda de Ariadna. 5 El rey de Creta es uno de los jueces del infierno, o sea que representa la lógica y la humanidad. 6 Miguel ESPINOSA. Escuela de Mandarines, edición especial de la Caja de Ahorros Provincial de Murcia, 1983, p. 105. 7 "Después que dejé al niño, no pude seguir habitando la Naturaleza, ... .decidí apartarme de la familia, abandonar mis tierras y bajar en busca de la Feliz Gobernación..." (p. 86)

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Hay que destacar, además, el hecho de que el autor la sitúe en una sima con respecto al nivel ocupado por la Naturaleza, realizando con ello también una valoración simbólica espacial. Pero no sólo la oposición al mundo de lo natural y el hecho de su cerrazón emparentan esta mítica región de Espinosa con el laberinto clásico. También, como aquél, es un lugar erizado de peligros por el que no se puede transitar libremente. Por la conclusión del libro sabemos que el Eremita es el nuevo Teseo de este laberinto, pues logra salir de él (aunque ignoramos el modo), pero para llegar hasta su destino necesitará de la ayuda de dos soldados que le custodiarán a lo largo de su camino. Custodia con la que aparece una de las primeras paradojas del libro, ya que el Demiurgo asegura que es el único sistema posible de llegar a la Ciudad para alguien como el Eremita y, ante la extrañeza de éste que pregunta qué complicaciones son esas, responderá: "Las complicaciones y paradojas de la tiranía" (p. 105). Con lo que la Feliz Gobernación aparece con toda claridad caracterizada como el laberinto del poder. Efectivamente, igual que el laberinto clásico se configura como algo aparte de la lógica y la equidad representadas por Minos, y cuyo emblema es la cabeza de toro de Asterión, símbolo de fuerza y poder, la Feliz Gobernación concebida por Espinosa es también la ubicación de un poder ciego y tiránico8, siendo precisamente su principal característica su lucha contra todo lo que represente inteligencia, porque sus adictos afirman que "la Inteligencia nada engendra, sino rebeldías, pero la necesidad enmucetada y condecorada produce colaboracionistas" (p. 304). La lógica es perseguida en este mundo del poder tiránico que se opone a todo lo que suponga pensamiento, llegando incluso a declararlo expresamente y a predicarlo, como encontramos en más de un momento9. El Eremita penetra en este laberinto con una misión concreta, la de hacer oír una voz enraizada en la naturaleza que defienda los valores superiores de la inteligencia y la humanidad, oponiéndose con ello al orden artificial de la Feliz Gobernación, aunque sólo sea con la timidez del sonrojo y manifestando vergüenza ante el ejercicio de la tiranía, cosa de que son incapaces los que viven en ella y que por eso se denominan Caras Pochas. La Feliz Gobernación, el laberinto creado por Espinosa, se asemeja al mítico de Creta en muchos sentidos que ya he señalado, por su clausura, por estar erizado de peligros, por ser la sede de la fuerza ciega y la irracionalidad, por contar con un nuevo Teseo... Pero tiene también una serie de notas novedosas y una de ellas es precisamente el juego que plantea entre el ser y el perecer porque en él se dan la irracionalidad pero con apariencia de orden y de humanidad, de buenas palabras y maneras. En la Feliz Gobernación hay grupos religiosos que pretenden llevar a cabo una misión espiritual, y también, y sobre todo, están los mandarines que son aparentemente los sustentadores de la sabiduría. La misión del Eremita consiste pues en poner de manifiesto lo huero de esa apariencia y declarar su falta de legitimidad, en sonrojarse ante la injusticia, señalar las múltiples situaciones de mundo al revés, dar testimonio en suma de la razón y luchar contra los simulacros que la utilizan de fachada para encubrir estados de injusticia y abusos de poder impunemente. La Feliz Gobernación no tiene como emblema una cabeza de toro que señale sin posibilidad de error la índole de un sistema de vida, al contrario, se rodea de libros para dar una apariencia muy distinta, incluso tiene como emblema una Escritura o Libro de los Mandarines, sólo que, como el narrador señala intencionadamente en el tercer párrafo de su introducción, todos esos

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He tratado más extensamente del tema y sus implicaciones en el capítulo VII de mi libro La literatura analítica de Miguel Espinosa (una aproximación a "Escuela de Mandarines"), Consejería de Cultura, Educación y Turismo, Murcia, 1990. 9 "¡Huid del pensamiento! ¡Rechazad el juicio y su lógica, origen de toda subversión1" (p. 239)

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libros sólo son catálogos, relaciones, guías y "por ninguna parte surgía una doctrina, un artista, ni un talento; el pensamiento se hallaba extrañado, y la belleza, olvidada" (p. 63). La misión del Eremita es por ello doblemente dificultosa, pues tiene que poner de relieve la impostura que subyace en ese mundo, impostura total puesto que se empieza denominando Feliz Gobernación a un régimen tiránico; por ello, el Teseo de Espinosa debe realizar un viaje demorado por ese espacio, señalando con toda intención el contraste existente entre apariencia y realidad. Es así cómo el laberinto de Espinosa acoge una nota más del mítico laberinto de Creta, al que Virgilio se refiere en el Canto VI de la Eneida denominándolo la morada del interminable errar por sus trampas y sus innumerables engaños. El Eremita inicia por la Feliz Gobernación un largo periplo que el autor nos relata en más de setecientas páginas. Es el suyo un viaje simbólico doblemente significativo por realizarse dentro de un laberinto, donde el avance no siempre va acompañado por el progreso. Poco a poco, pese a la disparidad de fuerzas y la manifiesta debilidad comparativa del Eremita, éste va mostrando con lo que oye y lo que contempla, escrupulosamente transmitido, lo ilógico de la Feliz Gobernación, su gratuidad, sus equivocaciones... Lo demorado de su andadura muestra dos cosas simultáneamente: la impostura general de ese gobierno y el método minucioso del elegido para luchar contra el laberinto y sus moradores. El Eremita no se contenta con procedimientos sumarios, sino que su demostración quiere ser suficiente, lo que lo presenta no sólo como un apasionado sino, sobre todo, como un hombre cerebral, réplica adecuada de la habilidad del Teseo clásico. La exhaustividad del Eremita genera, además del interminable errar virgiliano, también un interminable escribir. Parece que Miguel Espinosa quisiera presentar su laberinto con una escritura también laberíntica. Podemos ejemplificar con los dos primeros relatos, casi idénticos, que se incluyen en Escuela de Mandarines, la "Historia de los nudistas" y la "Historia de los buenos padres", relatos en los que dos colectivos piden algo a un mandarín obteniendo una respuesta similar en la que el interpelado comienza poniendo de relieve su sabiduría y sus dotes, para finalizar desentendiéndose de la petición que parece incluso haberle ofendido por su nimiedad (en el primer relato los nudistas han pedido bolsillos, símbolo de la posesión a todo lo largo del libro, en el segundo se pide trigo: no son pues pequeñeces, sino cosas concretas a las que el personaje no se digan descender). Las respuestas del mandarín acogen en ambos casos un desplazamiento que ignora el problema que se le plantea, fingiendo que no es digno de su atención; su supuesta sabiduría se coloca, por lo tanto, de espaldas a la realidad. Uno solo de estos relatos nos habría alertado sobre el especial comportamiento de un mandarín. ¿Para qué, pues, insistir con otro ejemplo? Al margen de que la reiteración es un arma sumamente valiosa en el mundo literario, con estos primeros relatos de Escuela de Mandarines se inicia un curioso recorrido por caminos que se repiten casi exactamente para llegar a un final idéntico. Con esta estructura reiterante el autor nos lleva ante un laberinto expresivo con caminos que deben recorrerse más de una vez. Con el mismo prurito de exhaustividad, aunque siguiendo un sistema distinto, encontramos también con frecuencia que la expresión de la novela se dilata de una forma insólita, ofreciendo listados de sinónimos y otras enumeraciones en torno a aquello que se esté analizando: un personaje, una casta, una situación, etc. El autor ofrece esto rompiendo incluso con el aspecto tipográfico del texto y colocando cada término debajo de otro como si de un poema se tratara, sin duda con el fin de dotar al conjunto de mayor relieve. Con ello parece que cada nueva expresión es un intento por su parte de alcanzar la definición más adecuada, constituyéndose así cada aporte

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en una nueva elección de camino para la consecución de la exactitud. Cualquier ejemplo escogido al azar nos sirve para ilustrar lo dicho, así el episodio en el que Molicio habla de un determinado libro y de sus seguidores:

"Considerando en sí mismo, el "Nexo de Elegidos" parece en verdad un torpe engendro; pero, juzgado por sus fines, vale como obra que descubrió la manera de fanatizar majaderos, lo cual resulta un hallazgo realmente importante. El libro trata, en efecto, de tentar la codicia, la megalomanía, la vanidad, el orgullo, las livianas cuentas y otras pasiones, atrayendo hacia el Clan los tontos y malvados, que en estos momentos pasamos de quinientos mil, todos ampliamente reflexionados, solapados, eminenciados, enmucetados, escriturados, editados, viajados, mundanalizados, sacralizados, sonrisados, confortados, asegurados, futurizados y estipendiados" (Pp. 382-3)

La duplicación y la insistencia caracterizan la expresión de esta novela que a veces parece no poder desprenderse de un tema para proseguir su normal andadura, insistiendo como hipnotizada en torno a un punto. Con ello el relato crece, pero no progresa, reproduciendo así el tránsito por un laberinto. De esa forma en Escuela de Mandarines la temática del laberinto se encuentra adecuadamente expresada con la utilización de sistemas redundantes a distintos niveles, que conducen a los lectores demoradamente a través de las trampas insidiosas del laberinto de la Feliz Gobernación similares, por otra parte, a las de cualquier otra laberíntica sociedad moderna.

Carmen Escudero Martínez es profesora titular del Departamento de Didáctica de la Lengua y la Literatura de la Universidad de Murcia (España). Este artículo aparece recogido en: VVAA. MIGUEL ESPINOSA. CONGRESO. Comisión V Centenario. Murcia, 1991. ISBN 84-7564-153-9

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