Los ojos y los problemas de la personalidad Por Soror E.M. Wood Revista El Rosacruz A.M.O.R.C

Los ojos y los problemas de la personalidad Por Soror E.M. Wood Revista El Rosacruz A.M.O.R.C. Soror Wood es óptica, oftalmóloga y ortóptica, y posee

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Los ojos y los problemas de la personalidad Por Soror E.M. Wood Revista El Rosacruz A.M.O.R.C.

Soror Wood es óptica, oftalmóloga y ortóptica, y posee a la vez una base excelente de conocimientos metafísicos. Ha servido como Maestro del Capitulo de Auckland, en Nueva Zelanda. Creo que una de las pruebas más importantes del desarrollo espiritual del hombre es que él tiene visión estereoscópica. Nuestros dos ojos con su hermoso y complicado mecanismo nos dan normalmente una visión simple y clara. Si nunca hubiéramos percibido por medio de la mente intuitiva esta tercera dimensión, nunca hubiéramos adquirido la vista por medio de los ojos. Todos los fenómenos prueban repetidas veces que el yo divino que llevamos dentro posee toda la sabiduría y todos los conocimientos. Sólo tenemos que entrar en contacto, por medio del estudio y la concentración, con esta fuente de sabiduría para comprender plenamente. En mi trabajo de examinar los ojos para errores de refracción y faltas de equilibrio muscular, es interesantísimo estudiar las reacciones de los pacientes, sus complejos psicológicos y su actitud general. De las pruebas efectuadas en los ojos, puedo decir casi con toda exactitud la clase de gente que son. A mis pacientes les asombra saber que tienen tensión, ansiedad excesiva, o si son penosos, pues sus ojos reflejan esta actitud mental. Muchas veces se comprueba la existencia de pequeños y variables grados de astigmatismo, de manera que esa clase de gente tiene que cambiar sus anteojos constantemente. El verdadero astigmatismo, que consiste de una curvatura asimétrica de la córnea, no varía nunca; ordinariamente se desarrolla en la infancia, después de alguna enfermedad que debilite, como el sarampión o la tos ferina que ocasionan una especie de raquitismo de la córnea. Algunos casos de elevado astigmatismo son sin duda debidos a la herencia. Hay muchas anomalías o irregularidades del ojo que nunca debieran corregirse con lentes sino con tratamiento psicológico y ejercicios ortópticos. En esos casos los anteojos pudieran llamarse muletas, pero mejor les cuadraría el nombre de excusas. En mucha gente se desarrollan anomalías en los ojos porque se entregan a un trabajo que no les gusta. Después de todo, si una persona hace un trabajo que produce incomodidades al ojo, de manera que la persona tenga que usar anteojos que es necesario cambiar constantemente, reforzándolos cada vez, nadie puede esperar que esas personas acepten gustosas esa situación. Lo que necesitan es tener valor para decir: "me entregaré a la clase de trabajo que me gusta." Cuando llegan a esta etapa de liberación, les sorprende hallar que tienen la vista

buena. Algunas veces el nuevo trabajo de estas personas es más fuerte que el anterior, y esto prueba que tenían dificultades en la vista porque no querían ver, o porque estaban inquietos empleando los ojos en un trabajo que les hacía sentir infelices y fracasados. Su propia actitud era lo que creaba una inarmonía en la mente. Ejercicios Ortópticos Yo empleo los ejercicios ortópticos como una manera de actuar sobre el estado de la mente, y voy dando explicaciones a medida que avanzamos. Cuando el tratamiento ha terminado, muchas veces se ha devuelto la normalidad a la vista y el paciente ha resuelto el problema que, debido a sus propias emociones, producía una actividad poco natural en los músculos de los ojos. El método ortóptico consiste en el ejercicio de los músculos oculares por medio de prismas o de movimientos forzados de los ojos, para corregir la desviación ocular. Los estudiantes Rosacruces avanzados están bien informados acerca de la anatomía del ojo. En bien del lector general, he aquí un breve resumen: El ojo, que está construido según los mismos principios de la cámara fotográfica, recoge la luz del mundo exterior y la condensa en una banda que enfoca sobre la retina. No vemos con los ojos sino con el cerebro. Los ojos son receptores y transmisores de la sensación luminosa. El cerebro es el aparato receptor por medio del cual la mente interpreta las sensaciones. El nervio óptico reduce la luz a un rayo bien definido; las células receptoras de la retina reciben el estimulo de la luz; las extremidades de los nervios de la retina llevan las impresiones a los centros visuales del cerebro, donde se las interpreta. Nuestros dos ojos son bulbos que están sobre dos tallos procedentes del cerebro, que se extienden a la parte externa del cráneo para explorar la sensación. Ellos reciben estas sensaciones como antenas sensitivas y las llevan por las líneas transmisoras de los nervios hasta los centros visuales donde toda impresión se interpreta y se transforma en una impresión visual permanente, relacionando las interpretaciones con grupos afines en las células de la memoria. En los primeros tiempos de la historia del hombre tenía éste una visión muy pobre, en comparación con la nuestra de hoy. Tal vez el hombre tenía entonces apenas un campo muy mezquino de sensaciones luminosas, pero solamente el deseo de adquirir conocimiento desarrolló la percepción visual hasta lo que es hoy. La historia de la visión no comenzó sino cuando el núcleo sensitivo de cada célula deseó ver. Este fuerte impulso de averiguar ha desarrollado gracias a su intensidad la comprensión visual de las vibraciones de la luz. Todo niño, desde corta edad, expresa el deseo: "Quiero ver," y se encoleriza si no es lo suficientemente alto para mirar o si le impiden el hacerlo.

En los primeros tiempos, el hombre se atenía a sus impresiones psíquicas instintivas para obtener conocimiento e información, pero desgraciadamente, a medida que fue desarrollando su visión, empleó sus facultades psíquicas cada vez menos. Hoy, nos atenemos casi completamente a nuestros cinco sentidos para tener información del mundo, mientras que nuestra facultad de intuición espera sin desarrollarse. El hombre primitivo, con su psicología simple, con menos percepción visual, aunque con una facultad intuitiva alerta, probablemente estaba mejor adaptado a su mundo especial. Los días que vivimos nos estimulan con exceso. Cualquier persona sabe más acerca de su ser físico que en ninguna otra época anterior, pero es asombroso lo poco que la gente sabe acerca de sus ojos y de la maravillosa oficina de información que existe detrás de esos ojos. La mayoría de las personas, mientras no padezca de la vista, tienen como cosa muy natural el tener ojos, y no piensan más en esto. En el principio, la forma más simple de aparato sensorio consistía de un punto de sensibilidad sobre la superficie externa de una célula. Esta sensibilidad, a medida que gradualmente pasó por esa universidad del tiempo, se convirtió, de manera progresiva, en un punto, una serie de puntos, un grupo de varas y conos, y luego una retina que era necesario proteger; y así se formó una hermosa cubierta para ella, la córnea, pero sus células se conservaron claras para que la luz pudiera siempre caer sobre las varas y conos sensitivos. A medida que el ojo se desarrolló en forma curva, la córnea también servía como lente condensador para la banda de luz que caía sobre la retina. Así, el ojo actual llegó a formarse. Las animales desarrollaron dos ojos para su propia protección: uno a cada lado de la cabeza. Los animales que pastaban en la tierra y tenían la cabeza baja mientras comían, desarrollaron los ojos en declive, para que la extremidad posterior fuera siempre lo suficientemente visible para que percibiera hasta los movimientos cautelosos. Desarrollo en el hombre Cuando en los albores de la experiencia del hombre la consecución del alimento y la necesidad de ocultarse de los enemigos era lo que más ocupaba su pensamiento, desarrolló su visión estática, esto es, su visión a la distancia. El sistema óptico del ojo es tan fijo que está en foco para la distancia sin ningún esfuerzo extraordinario por parte de la lente enfocadora. Miramos hacia lo lejos para descansar, porque esta visión no requiere esfuerzo. Pero la visión cercana requiere un aparato óptico más poderoso. En la mente se creó un deseo de mirar con claridad, a lo que siguió una concentración de la sensibilidad, en el cerebro, con ese objetivo.

El esfuerzo de concentración produce un estimulo muscular que actúa sobre la estructura de la lente del ojo, y ésta se acomoda para la visión cercana. Este esfuerzo extraordinario para ver, este esfuerzo para captar detalles, más finos, este estímulo de un interés más profundo, es la explicación del desarrollo de la lente cristalina del hombre y de su agudeza visual. Se comprende que a causa del deseo del hombre, él tuvo que ver. Quien ve es el cerebro y no los ojos, pero es necesario que haya un atractivo para ver. Todos los ejercicios modernos para los ojos encaminados a suprimir el uso de los anteojos, están basados en esta ley. Es indudablemente posible controlar la mente visual de tal manera que la falta de equilibrio muscular que produce pequeños defectos (y a veces grandes defectos) de foco, pueda llevarse a cabo y desaparezcan los defectos, dejando un ojo normal. Actualmente se da gran importancia a los síntomas oculares de las personas que padecen de neurosis. Todas estas personas tienen falta de equilibrio muscular, inestabilidad de los reflejos de la pupila, pseudo miopía, astigmatismo adquirido, fotofobia (intolerancia de la luz) y muchas otras anomalías que anteriormente dejaban perplejos al médico y al oculista. Muchas veces los psiquiatras envían a sus pacientes a que se les hagan pruebas de los reflejos, inclusive a aquellos que se quejan de visión turbia, y hasta los que tienen ataques de ceguera histérica. Uno de mis pacientes era una niñita, que me fue traída por su padre para que le probara los ojos. Me dijo él que el médico se lo había aconsejado, porque la niña, de diez años, parecía que no podía ver. Después de efectuadas las pruebas, le pedí que leyera la carta, pero sólo pudo ver la E que es la letra más grande de la carta. Habiendo encontrado con mi retinoscopio una variación muy insegura, pedí al padre que me acompañara a mi oficina privada y le dije: "¿Usted me trajo esta niña para que le examinara los ojos, no?" Me dijo que sí. "Usted ha debido decirme la historia de este caso. Esta niña padece de choque." Pareció él muy sorprendido de que hubiera descubierto yo esto por un examen de la vista. La historia es la siguiente: La niña era muy apegada con su madre. Una noche, hacía muy poco tiempo, la madre había dado a sus dos hijos la comida, les había leído algo, había rezado con ellos, y luego los acostó. Más tarde en la noche, cuando la niña estaba bien dormida, se despertó al oír que un vecino gritaba: "¡Despiértate, despiértate! tu madre está muerta." La madre de la niña, que tenía treinta y dos años de edad, había fallecido de una enfermedad del corazón. Probablemente el vecino pensó que lo mejor era proceder con rapidez y dar las malas noticias con la mayor brevedad posible. La niña no demostró ninguna reacción ante la muerte de la madre. No derramó ni una lágrima. El padre no podía comprender esto; lo que esperaba es que la niña se afectara mucho. En cambio,

ella estuvo muy circunspecta y con una aparente indiferencia. Una vez pasado el funeral, cuando los niños fueron nuevamente a la escuela, la niña se quejó de que no podía ver y por eso me la trajeron. Comprendí, por la prueba muscular, que ella tenía una tremenda tensión y que estaba tan espantosamente lastimada en su interior, que no podía desahogarse. Si hubiera podido gritar, el dolor habría hallado una vía de escape. Estaba tan tensa y contraída que su mente estimulaba todas las ramas de los nervios motores produciendo que los músculos ciliares del ojo (los músculos del enfoque) tuvieran sus ojos siempre fuera de foco. Tenía una pseudo miopía. Los verdaderos miopes están, por el contrario, demasiado relajados; tienen ojos demasiado poderosos y nunca emplean su visión dinámica o cercana. Mientras que la niña estuvo conmigo le di temporalmente un par de anteojos que la ayudaran a relajarse. Le expliqué que en esta vida, todos tenemos que pasar por muchas pruebas. La mayor de estas pruebas era que teníamos que probar a las gentes a quienes amábamos que las amábamos realmente. La vida estaba llena de cosas tristes y de cosas alegres, y cada una de esas cosas tenía algo que enseñarnos. Le expliqué que cuando halláramos nuevamente a la gente que había fallecido, esas personas esperaban que hubiéramos aprendido con todas las cosas que nos habían sucedido, y que como la gente en realidad no muere sino que vive de otra manera diferente, todas esas personas sabían siempre lo que estaba sucediendo y pudieran entristecerse mucho al saber que por lo que les había sucedido habían producido a sus seres queridos graves dolores. Ella entonces bajó la cabeza y lloró. Después de eso, gradualmente comenzó a mejorar. Luego, un día, me devolvió los anteojos diciéndome con una sonrisa triunfante: "Ahora me hacen ver borroso." Yo le dije que esto le sucedería cuando sus ojos estuvieran bien. Como ella me leyó hasta las letras más pequeñas de la carta, quedó comprobado que se había curado. Muchas veces pacientes que han estado usando prismas para visión doble después de un psicoanálisis han podido ver con claridad sin prismas. Muchas veces, después de años de enfermedad, un paciente necesita alguna clase de tratamiento mental: ideas o intereses que le den una visión diferente, para alcanzar la recuperación completa. Lo necesario es llegar hasta la mente para restaurar la armonía y permitir que las funciones corporales prosigan normalmente. Una prolongada enfermedad, a la que puede seguir hasta una deformidad, puede establecer un mal complejo psicológico y producir así inarmonía de la mente, y, como consecuencia, del sistema nervioso. Esto puede llevar la delicada estructura de los ojos a un estado continuo de mal funcionamiento y de falsa interpretación. Si ese estado

existe, la visión del paciente mejorará si con los tratamientos se presta atención al ajuste de su personalidad. He aprendido a diagnosticar desequilibrios mentales por lo que indican los desequilibrios musculares. Si la ciencia médica puede llegar a curar todo, tiene que descubrir las causas de la enfermedad que están ocultas en la mente.

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