LOS PENSADORES Y SU COMPROMISO CON LA EDUCACIÓN

LOS PENSADORES Y SU COMPROMISO CON LA EDUCACIÓN Raúl Rojano Vera Introducción "Y es esta solidaridad la que ha sido quebrada por la productividad i

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LOS PENSADORES Y SU COMPROMISO CON LA EDUCACIÓN

Raúl Rojano Vera

Introducción

"Y es esta solidaridad la que ha sido quebrada por la productividad integradora del capitalismo y por el poder absoluto de su máquina de propaganda, de publicidad y de administración. Es preciso despertar y organizar la solidaridad en tanto que necesidad biológica de mantenerse unidos contra la brutalidad y la explotación inhumanas. Esta es la tarea. Comienza con la educación de la conciencia, el saber, la observación y el sentimiento que aprehende lo que sucede: el crimen contra la humanidad. La justificación del trabajo intelectual reside en esta tarea, y hoy el trabajo intelectual necesita ser justificado". Herbert Marcuse. Febrero de 1967.

He querido comenzar el artículo citando uno de los grandes pensadores del sigo XX, perteneciente a la Escuela de Frankfurt, y fiel defensor de valores como el de la solidaridad, de la que tanto se habla en el papel, pero que resulta ausente en un sistema cuya piedra angular es la competitividad. Resultando muy difícil superar este concepto que ha conseguido impregnar al conjunto de la ciudadanía, y lo que es peor, al sistema educativo, que en última instancia se basa en una selección según la cual se podrán elegir las carreras en función de los resultados comparados con los demás. Y es que la educación siempre ha sido considerada por los grandes pensadores como la mejor forma de transformar la sociedad. En este sentido, Ferrer Guardia sí que comparte con una tradición antiquísima la importancia capital que la educación tiene. Me estoy refiriendo ahora, al conocido concepto de paideia que ya destacaron los antiguos griegos, y muy particularmente los atenienses, ya que, para las ciudades de origen dorio, como Esparta, la educación era pública y gratuita, pero no se les enseñaba a pensar, sino a cumplir órdenes, a ser disciplinados, a dar sus



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vidas por la comunidad, de ahí la enorme cohesión social que caracterizaba a estas sociedades. El propio Platón se planteó el mismo reto que Ferrer, hacer posible una sociedad justa, el problema es la concepción que de ésta tenía el ateniense, y la concepción de justicia que tenía el pedagogo catalán, mucho más próxima al sentido actual, en la que gran parte de la población y muchos sociólogos la entienden como justicia social, al menos en una de sus acepciones. Para Platón la justicia era la armonía entre las tres clases sociales: productores o artesanos, guardianes y gobernantes (filósofos). Y esta armonía la entendía en el sentido de que cada clase social, y cada ciudadano dentro de ella, cumpla con la función que le es propia. De esta forma así se conseguiría una fuerte cohesión social, la justicia, y por tanto la felicidad en la polis, todos estos conceptos íntimamente relacionados. La diferencia que existen entre ambos lo podemos comprender si sabemos entender las sabias palabras de Ortega y Gasset: “Yo soy yo y mis circunstancias”, y también, cómo no, el pensamiento histórico de Hegel: sacar a un autor de su contexto histórico es tener un punto de vista no histórico. Y es que, Platón vino a nacer en una de las familias más destacadas de la Atenas del siglo V antes de Cristo, el también llamado “siglo de oro de Atenas”, o “siglo de Pericles”. Era descendiente por parte de padre y madre de los grandes reyes atenienses Codro y Solón, ambos grandes hombres de estado. Por lo tanto el carácter aristotélico de su familia ya estaba configurando su futuro, puesto que lo normal era que los aristócratas se dedicaran a la política. El propio Aristocles, en un texto muy esclarecedor se pronunciaba en esta dirección, el texto en cuestión es la Carta VII, un texto de carácter autobiográfico que nos ayuda a entender toda la filosofía del autor, desde su ontología hasta su gnoseología, pasando por su famoso proyecto educativo. Es normal que Platón recelara de la democracia, tras lo ocurrido a su querido maestro Sócrates, condenado a muerte por un gobierno democrático, de los distintos gobiernos que se habían ido sucediendo desde el 427 antes de Cristo, año en el que murió el gran estadista Pericles. El problema que observó en la democracia es parecida a la que hay hoy, esto es, para que exista una democracia real, tiene que haber ciudadanos críticos, y para que sean críticos estos tienen que haber sido instruidos y capacitados para ello. Las posibilidades de educación eran tan escasas en la Atenas de aquella época que en la España que le tocó vivir a Ferrer Guardia. Hasta aquí se puede entender, lo que ya no resulta admisible es que en el siglo XXI todavía no se esté formando críticamente a los ciudadanos. Fruto de esto tenemos la televisión que tenemos, y según dicen los ejecutivos de las cadenas, ellos ofrecen lo que la gente demanda. Si esto es así, el pueblo no ha cambiado mucho desde la Antigüedad hasta ahora, “pan y circo” decían los senadores romanos, pan, fútbol y Belén Esteban se podría decir hoy. Después de la muerte de Sócrates, Platón escribió una serie de obras de clara inspiración socrática, en el que podemos conocer al verdadero Sócrates, si bien quizás algo idealizado. Son los denominados diálogos socráticos; en ellos, Platón se limita a exponer, en forma de diálogo, el pensamiento de Sócrates. Posteriormente Platón se fue dando cuenta de las limitaciones de la filosofía de su maestro. La crítica de éste a la falsa sabiduría de políticos y sofistas no era suficiente. Resultaba imprescindible la búsqueda del verdadero conocimiento. Era necesario construir una filosofía positiva. Precisamente este rasgo lo tiene en común con el positivismo de Comte: la necesidad



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de sentar el conocimiento sobre bases firmes. La diferencia está en que para Platón lo más firme de todo lo más verdadero, lo más “real” son las ideas, éstas nunca cambian. Para Comte, hijo de su tiempo, la única verdad serán los “hechos”, lo constatable de forma empírica. Platón escribe lo siguiente en referencia a uno de sus viajes a Italia:

“Y llegado que hube, en ningún momento ni en modo alguno me gustó la llamada buena vida que allí se practicaba, colmada de banquetes al modo itálico y siracusano, consistente en pegarse dos grandes comilonas al día e irse a dormir cada noche acompañado... Y de cierto ninguna ciudad puede permanecer tranquila, sean cualesquiera las leyes que la rijan, poblada por hombres convencidos de que hay que dilapidar toda la hacienda en excesos y que piensen que deben permanecer inactivos para todo lo que no sea la buena mesa, la bebida y la persecución a toda costa de los placeres sexuales. Es forzoso que tales ciudadanos no cesen jamás de cambiar de régimen (Carta VII, 326 b-d) Para Platón, la enseñanza es activa, parte del papel protagonista del alumno, siendo este el que busca la verdad, que no es otra cosa que llegar a las ideas. De esta forma la educación consiste en promover en el alumno ese proceso de búsqueda que le lleva a la interiorización de las Ideas. La enseñanza activa y descubridora es algo que Ferrer pretendía fomentar en su alumnado, es por ello que buscara el apoyo de los más cualificados, los científicos de la época para que diseñaran textos innovadores. Y de igual modo buscara recursos didácticos para provocar la curiosidad de los educandos., Platón, en el libro VII de la República (514a-516d) utiliza una metáfora (el mito de la caverna) para describir la actitud del hombre que busca, dentro de su alma, las ideas o formas supremas del espíritu, los valores o ideales más altos y sublimes. Así, el espíritu, en su existencia anterior a la encarnación, pudo contemplar las Ideas en el “cosmos noetós”. Pero en el cosmos aisthetós se ha olvidado de las mismas, al ser “encarcelado” en un cuerpo físico. Pero, por ejemplo, cuando contempla actos justos, recuerda (anamnesia) la idea de la justicia. Por eso, estamos como encadenados en una cueva con la espalda dando hacia la entrada. De lo que acontece afuera sólo vemos sombras. Todos los hechos del mundo sensible no son otra cosa que sombras, de las que podemos obtener por reflexión los modelos originarios, las Ideas, que los inspiran. El medio para elevarnos a las Ideas, las Formas, a los ideales de la vida, es el camino enseñado por Sócrates, el diálogo, que lleva al descubrimiento de los conceptos, que deben ser arrojados a la luz de la mente, del mismo modo que una partera ayuda a alumbrar a un niño. Por eso la “anamnesia” puede ser entendida como “evocación”. El hombre no conoce, lo que hace es reconocer, ir recordando lo que el alma ya sabía, pero que ha olvidado al entrar en otro cuerpo, reconoce algo que estaba ya en su espíritu como dormido y que gracias a la mayéutica (de Sócrates) ayuda a dar a luz esas ideas que el hombre ya tenía. En definitiva se trata de un diálogo entre el maestro y el discípulo. Sin embargo este acceso a las ideas no es un camino fácil, se trata de un arduo camino donde hay que cultivar cuerpo y espíritu. Por eso los ejercicios



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gimnásticos, la cultura moral, la belleza, pero entendida en sentido platónico; así como las matemáticas, deben estar presente en cualquier proyecto educativo. Pues bien, la realización de la justicia es la aceptación y el cumplimiento de la función propia por parte de cada clase de ciudadanos; por esto no es algo que se cumpla y se consolide espontáneamente. Para lo bueno o para lo malo, la educación determina el carácter de los hombres. Convirtiéndose así, la educación, en la herramienta fundamental para alcanzar esa justicia en la polis, que en última instancia era el objetivo de todo su planteamiento filosófico, teniendo siempre presente lo que el ateniense estimaba como justicia, que a nivel individual sería el equilibrio entre las tres partes del alma, y a nivel social entre las tres clases de ciudadanos. Así como el ajuste social resultante del cumplimiento de las funciones específicas que a cada clase corresponden. Así pues, la educación del Estado se convierte en algo fundamental, de hecho se convierte en una cuestión de Estado, y me atrevería a decir en la más importante de todas ellas. Esto era así hace 2500 años y su importancia no ha cambiado en nada. El pensador ateniense rompe con esa tradición griega de su tiempo de que era la familia la encargada de la educación de los hijos; y en este punto encontramos a un Platón filoespartano, o que al menos se inclina por el modelo espartano de educación estatal y pública, idéntica para hombres y mujeres. Aunque este último aspecto no se daba en Esparta. La indistinción entre hombres y mujeres resulta otro punto en común con el pedagogo catalán, siendo ambos en este aspecto vanguardistas, puesto que ambas sociedades, a pesar del enorme espacio temporal que los separan, eran sumamente machistas. Los productores y guardianes serán educados en dos etapas: infancia-juventud y madurez; y en dos disciplinas que modelan el cuerpo y el alma (el carácter): la gimnasia y la música. De los que destaquen de entre los guardianes, y que sobresalgan por su espíritu de entrega y por su capacidad intelectual y perseverancia en el estudio serán destinados a continuar con la formación hacia unos estudios filosóficos. Ello dará lugar a los sabios, que serán los gobernantes. Los cuales realizarán estudios de la “episteme”, contraponiéndola al “amor a las opiniones” (doxa). La filosofía es también llamada “dialéctica”, que exige un entrenamiento intelectual: la mente debe adiestrarse en el razonamiento alejándose de las apariencias de los sentidos. El párrafo anterior supone otro punto de encuentro entre ambos autores, ya que los dos apostaron por la episteme, esto es, por el conocimiento científico, lógicamente no se había desarrollado ni la sociología, ni la psicología, ni tantas otras que tuvieron que esperar hasta el siglo XIX para su aparición, pero sí que ya podemos encontrar, en el contexto platónico, un desarrollo en las matemáticas, que al fin y al cabo es junto a la lógica las dos ciencias formales; y herramienta con la que se expresan las otras ciencias. Ferrer pidió ayuda a los científicos de la época y Platón tenía escrito en la entrada de la Academia “Absténgase de entrar quien no sepa matemática o geometría”. Continuando con el planteamiento educativo de Platón, decir que el filósofo ateniense establece que en la polis los gobernantes deben ser educados conforme a unos criterios de excelencia, sin pretender entrar en la problemática de la subjetividad



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del concepto. Sin embargo sí que resulta necesario profundizar algo más en este ideal de educación que Platón proponía; y según la cual, la educación matemática permite actuar como enlace entre el mundo sensible y el mundo inteligible ya que, aunque el matemático se apoya en figuras y símbolos dibujados, no piensa en ellos, sino solamente en su significado abstracto. El primer escalón lo proporciona la aritmética, seguida por el estudio de la geometría que, por englobar en sí misma el estudio de lo irracional permite superar el problema del continuo matemático que tanto preocupó a los pitagóricos. La astronomía es el último escalón antes de volver a la música, entendida, ahora, desde el punto de vista de la proporción –la razón matemática– y la armonía, y de ahí llegar finalmente a la dialéctica o filosofía que nos permite el conocimiento de la esencia de cada cosa, que no es otra sino la idea de cada cosa. Sin embargo, ese excesivo afán por las matemáticas le viene a Platón después de entrar en contacto con los pitagóricos, afincados en la península Itálica. Pero para algunos autores como el divulgador científico Carl Sagan, también heredó de los pitagóricos esa creencia de que la verdad no debe de estar al alcance de todos, de ahí que tanto Platón como Pitágoras vivieran en comunidades cerradas y no aceptaran a cualquiera. También tenían sus motivos, a juzgar por los datos biográficos que nos ha llegado hasta hoy. Ambos formaron parte de unos círculos exclusivos, Platón entró en contacto con algunos que sobrevivieron a la masacre de lo pitagóricos, y estos como se sabe formaban un círculo exclusivo de difícil acceso; y por su parte Ferrer formó parte de la logia masónica denominada Verdad de Barcelona. Los dos pedagogos creían que los pensadores, la gente de luz deben ayudar a los demás, y se deben a la sociedad, es por ello que Platón fue esclavizado por el tirano de Siracusa, por intentar formar a algunos miembros de la corte. Peor suerte corrió Sócrates, condenado a muerte por un tribunal de 500 jueces que eran ciudadanos de Atenas. Por otro lado, Ferrer Guardia explicita su compromiso con la sociedad creando una Escuela, la denominada Escuela Moderna, comprometida con la justicia social. Llegados a este punto, ya se estará en condiciones de gobernar la polis que, de esta manera, se convierte en una filosofocracia. Se trata, pues, de un régimen político altamente elitista, aunque los gobernantes no son seleccionados en función de su origen social o de su posición económica, sino sólo en base a sus méritos o capacidades. Es, pues, un elitismo intelectual el que defiende Platón, tal y como muchos siglos después predicara Ortega y Gasset. Todo ello evidencia la enorme importancia que para los clásicos tenía la educación, la paideia: la educación de la ciudadanía, y que un humanista autodidacta de la talla de Ferrer Guardia supo también evidenciar.

CONCLUSIONES

Es posible que un autodidacta como Ferrer conociera a los clásicos, o puede que no, en cualquier caso, sí que ha quedado claro que ambos han sido grandes pedagogos que han entrado en conflicto con la sociedad de su época, hasta el punto que al pedagogo catalán le costó la vida. Mientras que Platón fue vendido como



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esclavo. Y en ambos casos el motivo fue el mismo, pretendían transformar a la sociedad, para mejorarla a través de la enseñanza. El compromiso social ha sido un clásico que se ha repetido en innumerables ocasiones a lo largo de los siglos. Se trata de grandes pensadores que han sentido el compromiso de mejorar la situación de sus conciudadanos, y han comprendido la radical importancia que para este fin tiene la pedagogía. Me atrevería a terminar con una frase sacada de una película de acción, concretamente de Spiderman, ya que de casi todo se puede aprender algo. Poco antes de morir el tío de Peter, a la sazón Spiderman, le dice a este: “todo gran poder conlleva una gran responsabilidad”. En este sentido estos grandes pedagogos sintieron que tenían el poder del conocimiento, o al menos el amor por este, y comprendieron la responsabilidad que tenían respecto a la ciudadanía.

BIBLIOGRAFÍA

MARCUSE, H. (1972). El hombre unidimensional. Barcelona: Seix Barral. Prefacio a la edición francesa p. 13-14. COLOM, A. J. coord.(2001). Teorías e instituciones contemporáneas de la educación. Barcelona, Ariel.



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