Medalla Colibrí Súper Gerónimo y sus contrarios

Súper Gerónimo y sus contrarios Medalla Colibrí 2012 textos infantiles. Por su parte, el personaje central se sumerge en las profundidades de los con

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Súper Gerónimo y sus contrarios

Medalla Colibrí 2012 textos infantiles. Por su parte, el personaje central se sumerge en las profundidades de los contrarios y, de paso, recupera el trabajo de Claudio Gay. “Sin duda, para reír hay que entrar en el juego paródico del libro, que es capaz hasta de romper con las categorías científicas; de otro modo, puede resultar un texto aburrido y de una lógica absurda”.

En el marco de la 32ª versión de la Feria Internacional del Libro de Santiago de Chile, se entregó por primera vez la Medalla Colibrí 2012, una distinción creada por IBBY Chile (capítulo chileno de International Board on Books for Young People, Organización Internacional para el Libro Juvenil) y el Centro Lector de Lo Barnechea. Esta distinción tiene como objetivo destacar cada año la producción de libros infantiles y juveniles chilenos.

Súper Gerónimo y sus contrarios es una ampliación de Gerónimo, libro infantil publicado el 2011. En esta ocasión la imagen de un pez, tomado del Atlas Físico y Natural de Chile, de Claudio Gay, bautizado esta vez como “Gerónimo”, será quien guíe a los niños más pequeños por las distintas posibilidades de posicionamiento espacial, de proporcionalidad, de aspectos y afecciones posibles y sus contrarios.

El premio tiene cuatro categorías: literatura infantil (libros de ficción e informativos), literatura juvenil (ficción e informativos), distinción para colecciones y distinción por labor editorial. La selección de los ganadores se realizó por un jurado conformado por especialistas ligados a la literatura infantil y juvenil.

El galardón de la Medalla Colibrí año 2012 en la Categoría Infantil-Informativo fue para el libro Súper Gerónimo y sus contrarios, de Julia Almuna y Estelí Slachevsky, por LOM Ediciones, 2012. Como se señala en la premiación: “En un gesto sutil y no exento de humor gráfico, este libro, además de informar, rescata el valor patrimonial del naturalismo. El ejercicio formal que propone se aleja de la estética habitual de los

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La medalla, explican, “pretende seleccionar y recomendar libros para niños y jóvenes dentro de una producción cada vez más abundante de volúmenes, siendo un referente para los mediadores de lectura”.

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RECOMENDADOS

abril Literatura

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Los que no dormían Jacqueline Mesnil-Amar

RESEÑA Se trata del Diario que Jacqueline MesnilAmar mantuvo desde el 18 de julio hasta el 24 de agosto de 1944, mientras su marido, André, miembro de la Organización Judía de Combate (OJC) es arrestado por la Gestapo, conducido a Drancy y deportado. Con el contrapunto de los recuerdos de tiempos felices en compañía de su esposo, su hija Sylvie y su familia –perteneciente a la élite parisina–, la autora da cuenta del quiebre y la transformación radical de la vida cotidiana luego de la ocupación de los alemanes. En los días de verano en que todo está convulsionado por la huida de las tropas alemanas, la proximidad de los aliados y la efervescencia de las calles parisinas, asistimos, a través de su propia narración, a la angustia de Jacqueline por no tener noticias de André, quien, sin que ella lo sepa, ha logrado escapar del último tren de deportados con destino a Buchenwald. La conmovedora segunda parte del libro está conformada por artículos escritos para el Boletín del servicio central de los deportados israelitas justo después de la guerra, y en donde Mesnil-Amar se interroga acerca del porvenir de los niños a quienes una ocupación vergonzosa ha privado de su inocencia. Un texto-documento magnífico y estremecedor, enriquecido con referencias literarias precisas y que, aun hoy, resuena con un eco particular porque habla de las responsabilidades del individuo frente a las injusticias que lo rodean y de la difícil elaboración del duelo. Relato acerca de la memoria y el testimonio en tiempos de experiencias límite.

¿QUIÉN ES JACQUELINE MESNILAMAR? Jacqueline Perquel nació en París el 23

de abril de 1909. En 1930 se casa con André Amar, miembro de una familia judía de Salónica. Jacqueline Amar completa una licenciatura en letras y literatura comparada en La Sorbonne y su marido trabaja en la banca familiar mientras sigue ejerciendo su oficio de escritor y educador. Ambos, provenientes de familias asimiladas y desjudaizadas, ven su cómoda existencia quebrarse a partir de la Segunda Guerra Mundial y el Holocausto. En 1942, André Amar se une a la Organización Judía de Combate, una red de resistencia constituida en el sur de Francia. Es arrestado en julio de 1944 y deportado un mes más tarde en el último convoy a Auschwitz, pero logra escapar y volver a un París liberado. Mientras permanecía sin saber el destino de su marido, Jacqueline escribió un diario. Más de diez años después, bajo el título Los que no dormían, y firmando con el nombre de Mesnil-Amar, publica este “Diario de los tiempos trágicos”, dedicado a dar testimonio sobre la guerra. Posteriormente publicará en distintas revistas artículos inspirados por el problema de la pertenencia al judaísmo. Jacqueline MesnilAmar muere en París el 19 de abril de 1987.

RECOMENDADOS

abril

Felipe Lecannelier es un autor conocido por los lectores de LOM, ya que el año 2006 nos entregó el primer volumen de su obra Apego e intersubjetividad, donde aborda la influencia de los vínculos tempranos entre padres e hijos, en el desarrollo humano y la salud mental, dándonos a conocer las dos propuestas que se han convertido en el referente sobre la explicación del legado de los vínculos afectivos, debido a su validez empírica y potencia explicativa: los Enfoques de Intersubjetividad y la Teoría del Apego. El segundo volumen de esta obra apareció el año 2009 y está dedicado a la Teoría del Apego, tanto en aspectos históricos, conceptuales y empíricos como, y por sobre todo, psicopatológicos.

RESEÑA El texto que en esta oportunidad presentamos ofrece una concepción del conocimiento y la experiencia basada en la conjunción de diversas disciplinas, como la epistemología evolucionista, el paradigma de la complejidad, las nociones de autoorganización, los estudios sobre desarrollo infantil, las evidencias de la neurociencia, la primatología, entre otras, cuyo objetivo será mostrar una noción de conocimiento relativa a un concepto de “adaptación autoorganizada”, en que conocer corresponde a desarrollar una experiencia que opera en diferentes niveles bajo una lógica de autoorganización en un contexto humano esencialmente intersubjetivo. Esta propuesta del conocimiento posee sus raíces en las nociones planteadas por la epistemología evolucionista, desde una postura de complejidad y autoorganización que sostendría que el conocimiento es un proceso dinámico que busca siempre mantener un patrón autoorganizado de sus elementos, de modo de conservar una coherencia temporal.

Una concepción en la cual conocer equivale a tener una experiencia que persigue organizar un patrón de funcionamiento coherente a través del tiempo y los procesos de autoorganización, cuya regla en los seres humanos se basa en conservar un mundo que es intrínsecamente social e intersubjetivo, planteamiento que permite adentrar a la epistemología en modelos científicos interdisciplinarios.

¿QUIÉN ES FELIPE LECANNELIER? Director del Centro de Estudios Evolutivos e Intervención en el Niño (CEEIN) de la Universidad del Desarrollo. Director del Programa de Formación de Postgrado en Salud Mental Infantil de la Universidad del Desarrollo. Candidato a doctor en Desarrollo Infantil, Universidad Autónoma de Madrid. Magíster en Epistemología por la Universidad de Chile. Diplomado en Primatología y Etología por la Universidad Autónoma de Madrid. Especialización en Apego en la University College London. Past-president de la Red Iberoamericana de Apego. Es, además, autor del libro Apego e Intersubjetividad, realizado en dos volúmenes y publicado por LOM ediciones.

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Conocimiento & complejidad Felipe Lecannelier

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mayo Literatura

RESEÑA

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En las tierras de mi padre y otros relatos Beatriz García-Huidobro

Este volumen reúne tres novelas breves de una de las talentosas e interesantes escritoras chilenas actuales.

En las tierras de mi padre Título que da el nombre a esta selección, es la primera novela de Beatriz, que en su edición original –publicada por Lom– la hemos conocido con el nombre de Hasta ya no ir. Esta obra fue una de las finalistas del Premio Sor Juana Inés de la Cruz, que es el reconocimiento al trabajo literario de las mujeres en el mundo hispano, entregado por la FIL de Guadalajara y auspiciado por la Universidad del Claustro de Sor Juana. Fue traducida y publicada en francés y editada por ediciones Era en México. “En esta narración el estilo es tan íntimo como la atmósfera. A través de ambos, el lector se mueve tras las huellas de una muchacha que permanece envuelta en cierto fino misterio, aunque es ella quien nos habla. ¿O porque es ella quien nos habla y nos vive una vida secreta que compartimos brevemente, como una confidencia?” (Guillermo Blanco).

Jardín japonés En los años ochenta una niña queda a cargo de sus abuelos. Él, un militar de bajo rango retirado; ella, una mujer sumisa. Ninguno de los dos perdona a la madre de la niña, disidente política y luego exiliada. Algo acecha en las calles de un barrio tranquilo, como si la huella de la mujer ausente estuviera todavía marcada. Las noticias son vociferadas por el abuelo al son de un televisor siempre encendido. Los mensajes que recibe la niña desde cada lugar son diferentes entre sí y no permanecen en el tiempo. ¿Qué identidad puede construir? ¿Cómo establecer qué es lo correcto en un espacio donde las palabras chocan opuestas y contradictorias?

En este breve relato se muestran las fracturas al interior de familias íntimamente desestructuradas a partir de hechos de nuestra historia reciente.

Marea Es la historia de una niña que, desde su propia inocencia, va abriéndose al mundo. Para esto debe salir del espacio cerrado de una casa donde solo habitan mujeres y en la que mandan las viejas y las enfermas. Allí vive sometida a la autoridad de la abuela, a la disciplina del tejido y a las rutinas escolares y domésticas. Sin embargo, va descubriendo el erotismo en actos tan sencillos como la permanente fantasía de ir a bañarse al mar, que le está prohibido, y que es como una metáfora de la atracción y los riesgos de la sensualidad, movediza y espumosa como las mareas.

¿QUIÉN ES BEATRIZ GARCÍA-HUIDOBRO? Su obra es reconocida por la certeza de sus cuentos y novelas, donde logra crear un mundo lleno de sutilezas que conforman un espacio narrativo en el cual el lector es llevado al mundo posible que no se deja atrapar por las urgencias. Autora de numerosas obras, se destacan entre ellas Hasta ya no ir (Lom, 1996), Sombras nada más (Lom, 1999), Marea (Lom, 2002), Las Marías (2005), Nadar a oscuras (Lom, 2007) y Café Turco (Lom, 2009). También ha publicado novelas para niños y jóvenes, así como textos de estudio y de educación complementaria.

RECOMENDADOS

mayo

Ciencias Humanas

RESEÑA

A partir de documentos y testimonios, el libro investiga sobre una de las organizaciones de más larga vida y más importantes de la historia sindical y gremial chilena, y que ha sido escasamente abordada por los estudios históricos y sociales. Su lucha por convocar a los funcionarios públicos, sus éxitos en las décadas de 1950 y 1960 y la manera valerosa en que enfrentó las profundas reformas al Estado y la economía chilena durante la década de 1980, iluminan no solamente su propia acción, sino los sueños, aspiraciones y demandas de las clases medias chilenas en un siglo agitado, además de revisar el difícil rol de los dirigentes gremiales y sindicales en la política y la sociedad contemporánea y la permanencia de proyectos de igualdad y justicia social que han marcado a nuestra historia reciente. El libro aborda desde el contexto político y legal en que líderes como Clotario Blest propusieron la creación de una coordinadora nacional de los empleados fiscales; las características que perfilan la asociatividad de los empleados públicos; las luchas políticas de la ANEF, que se mueve en un escenario muy complejo y tenso, sorteando permanentemente la prohibición de actuar sindicalmente, enfrentando las críticas y la imagen peyorativa hacia el empleado fiscal “parásito” del Estado y enfrentándose a la necesidad de negociar con los gobiernos, pero a la vez cumplir con el principio de ser una organización independiente y representante de los empleados fiscales en cuanto a tales, hasta las figuras más emblemáticas de la ANEF, como fueron sus dirigentes Clotario Blest Riffo y Tucapel Jiménez, ambos

referencia permanente de la ANEF, en cuanto a su rol como modelos de vida, líderes y ejemplo para los empleados públicos. La valoración de sus historias personales y la manera en que han sido interpretadas tanto sus vidas como sus muertes son un material del mayor valor para ilustrar al lector sobre este trabajo al discurso moral y ético de la ANEF y su mensaje sobre lo correcto y lo deseable tanto para sus propios dirigentes y afiliados como para el mundo sindical y gremial en particular, y la sociedad en general. Si Clotario Blest fue el apóstol de la ANEF y Tucapel Jiménez su mártir, aquí se analiza y presentan los contenidos de esas calificaciones y cómo llegaron a ser pilares y sustento moral de la institución.

¿QUIÉN ES AZUN CANDINA? Doctora en Historia por la Universidad de Chile y Licenciada en Historia por la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso. Actualmente se desempeña como académica del Departamento de Ciencias Históricas de la Universidad de Chile. Sus temas de investigación son la historia contemporánea de Chile y construcción de memorias e identidades sociales en Chile y América Latina contemporánea.

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la Agrupación de Empleados Fiscales en Chile contemporáneo (1943-1983) Azun Candina

Clase media, Estado y sacrificio:

Historia de la formación y consolidación de la Agrupación Nacional de Empleados Fiscales desde su fundación en 1943 hasta su lucha contra la Dictadura en la década de 1980.

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RECOMENDADOS

junio Literatura

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El violín y otros cuentos escogidos Scholem Aleijem

Los relatos de Scholem Aleijem describen la vida judía de un mundo hoy desaparecido, historias de la cultura popular, dichos populares en idish donde sobresalen sentimientos y pensamientos universales. Sus obras generan tanto risa como llanto al lector universal, sin restricciones adjetivas ni limitaciones geográficas o raciales. Muchos lo presentaron como “el Mark Twain judío”, “el Dickens judío” o, en Rusia, “el Gogol judío”, pero como sostenía A.B. Kahan, “ninguna de estas comparaciones era justa. La más justa era la que lo equiparaba a Mark Twain, pero el humor de Twain es caricaturesco, mientras que el de Scholem Aleijem es un retrato realista, fiel, verídico, y si produce una sonrisa, es una sonrisa triste, reflejo de un trozo de vida sin exageración alguna”. En las ironías de Scholem, aquí un texto suyo acerca de la libertad: “Si uno no tiene medios de vida, tiene la libertad de morirse de hambre. Si uno se rompe la pierna, tiene la libertad de andar con muletas. Si uno se casa y no tiene para mantener a su mujer, tiene la libertad de mendigar de puerta en puerta. Si uno se muere, tiene la libertad de ser enterrado”. Rajel Hendler señala: “Scholem Aleijem vivió y escribió en la Rusia zarista y luego en plena revolución social y su influencia sobre la vida judía, sus penas y alegrías, sus persecuciones y pogromos, expulsiones, paralelamente a sus esporádicas ilusiones sobre la tan soñada emancipación e igualdad social. En el siglo XIX se produce una significativa transformación en la vida del judaísmo europeo. Bajo la influencia de la Revolución Francesa, en sucesivos avances y retrocesos, reciben los judíos gradualmente su emancipación. Después de arduos ataques y derramamientos de sangre, ella llega también a Rusia, y cuando ya parecía que la igualdad y la libertad llegaron, se desencadenan nuevos pogromos y asaltos.

En la obra de Scholem Aleijem encontramos reflejadas las vivencias trágicas del hombre, del pensamiento, de las ideologías del individuo y de la comunidad de entonces. El crítico A. Golomb lo compara: “Como un escultor trabaja la piedra y forma sus personajes queridos, así Scholem Aleijem con palabras en idish esculpe, elabora sus personajes y nos brinda la profundidad de su alma judía”. Dubnow lo llama “el filósofo riente”; otros comentaristas, “el relator democrático”, que describe al pueblo, los obreros y artesanos, las clases humildes”.

¿QUIÉN ES SCHOLEM ALEIJEM? Que significa “la paz sea con vosotros”, saludo y la bendición de la gente del pueblo judío, es el seudónimo del escritor clásico de literatura idish Scholem Rabinovich. Nació en Periaslev, un pueblito de Ucrania, el 2 de marzo de 1859 y murió en Nueva York en 1916. Hijo de un maskil, un iluminista, comenzó escribiendo en ruso y en hebreo, pero en 1880 tomó la polémica decisión de volcarse al idish, esa “jerga” popular, escondiéndose tras su seudónimo, que se volvería el sello distintivo de un testigo literario inteligente y afectuosamente irónico de la vida de los personajes judíos de Europa Oriental a caballo, entre los siglos XIX y XX. Scholem Aleijem, en sus 57 años de vida, dio a luz más de cuarenta libros: novelas, cuentos y obras de teatro. Muchas de ellas fueron traducidas a varios idiomas y representadas en diversos teatros de todo el mundo. El musical “El violinista en el tejado”, está basado en las historias de Tevye, el lechero, personaje presente en varias de sus obras.

RECOMENDADOS

junio Ciencias Humanas

“Internet está en servidores que están en Nueva York, Nairobi o Pekín y nos llega a través de cables de fibra óptica o comunicaciones vía satélite. Así que aquel que controle físicamente estos medios también ejercerá dominio sobre las ideas y las comunicaciones”1. Julian Assange, creador de WikiLeaks, en conjunto con Jacob Appelbaum, Andy Müller-Maguhn y Jérémie Zimmermann, agrupados en Cypherpunks, nos entregan este libro en que se abordan candentes problemas relacionados con el manejo de la información en este mundo interconectado por la internet. En medio de una revolución en las tecnologías de la información, surge la interrogante acerca del papel que estos modernos recursos están jugando como eficaces instrumentos de control. Assange et al. nos ilustran acerca del peligro que dichos recursos revisten para nuestra privacidad. También del progresivo control de la información por parte de agencias de inteligencia de gobiernos y la monopolización de la información. Lo que se cierne sobre nosotros es un espionaje a escala global. Espiar para controlar y modelar conductas, gustos y preferencias. En tanto la información es poder, su control es estratégico para quienes se afanan en mantener el statu quo en nuestras sociedades. Assange nos advierte que “hay una transferencia masiva como resultado de miles de millones de intercepciones diarias que vienen de todo el mundo, de gente común, hacia los servidores de datos de las agencias de inteligencia estatales de los grandes países”. Este libro, en el decir de Assange, busca educar: “Necesitamos fomentar la 1 2

educación entre la gente para que pueda haber una demanda de mercado y, de este modo, la gente se anime a utilizar tecnología codificada y fácil de usar, capaz de proteger de los Estados a una cantidad considerable de personas”2. Esperamos que este libro ayude cambiar nuestra percepción y disposición ingenua acerca de estos instrumentos informáticos, de los sitios y redes sociales.

¿QUIÉN ES JULIAN ASSANGE? Nace el 3 de julio de 1971 en Australia. Editor en jefe de WikiLeaks. Autor de numerosos proyectos de soware en línea con la filosofía de Cypherpunks, incluyendo el sistema de cifrado Rubberhose y el código original de WikiLeaks. Jacob Appelbaum: Nace en 1983 en EE.UU., investigador en la Universidad de Washington. Creador, defensor y vocero de la Tor Project, un sistema de anonimato para personas conectadas en el ciberespacio. Andy Müller-Maguhn: Nace el 3 de octubre de 1971 en Alemania. Dirige una empresa llamada Cryptophone, destinada a asegurar los dispositivos de comunicación usados en los mercados de voz. Jérémie Zimmermann: Nace en 1978 en Francia. Fundador y portavoz del grupo ciudadano La Quadrature du Net, organización europea que defiende el anonimato en la internet.

hp://actualidad.rt.com/actualidad/view/79824-version-completa-entrevista-exclusivajulian-assange-rtAssange ibídem anterior.

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Cypherpunks: la libertad y el futuro de Internet Julian Assange

RESEÑA

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Weichapeyuchi ül: cantos de guerrero

Algo más que aire vibrando Por Carlos Henrickson1

otro modo de llamarle, ya que es la única forma en que desde Chile podemos ver la apelación primordial que está detrás de la lucha mapuche). Lo mapuche no deja de revelar, desde la más inocente referencia etnográfica, un desafío a un todavía virtual y no construido ethos chileno, y es inevitable que esta apelación implique en sí misma una subversión política en el campo literario de nuestro país. Sin embargo, también en sí misma reclama su lectura como parte en tal campo literario.

Paulo Huirimilla. Santiago: LOM, 2012 La poesía mapuche ha tenido un mal destino en la jerarquización improvisada y oculta (mas no por eso menos efectiva) que se efectúa continuamente en la historia de nuestra literatura. La justificación para su existencia fue el rescate etnográfico o histórico, hasta que se fue haciendo útil para ciertos sectores de la vida política o cultural chilena, que permitieron, en la medida de la adecuación a sus fines respectivos, que fuera apareciendo una posible contemporaneidad de la poesía mapuche, precisamente en la misma medida en que las incipientes agrupaciones mapuche iban pasando a ser permitidas y el mapuche mismo iba dejando de ser visto por la sociedad como el bárbaro odioso e irracional que las instituciones chilenas retrataban, desde el Gobierno y las Fuerzas Armadas hasta la Academia y la educación al nivel más primario. Hasta hoy podemos ver repetidos cada uno de estos momentos en el presente: al menos tanto el menosprecio antimapuche como el uso de la cultura mapuche para fines políticos, en todo el abanico de la política chilena, son expresiones cotidianas en nuestra vida social y cultural. Es preciso tener esto en cuenta al leer Weichapeyuchi ül: cantos de guerrero. Antología de poesía política mapuche, de Paulo Huirimilla (Calbuco, 1973), para saber que el desarrollo de poéticas propias por parte de los mapuche no ha sido ni siquiera en apariencia un camino natural y armonioso –como aparentan falazmente ser los desarrollos de las literaturas nacionales en el no asumido mestizaje latinoamericano–; la posibilidad de una poética mapuche siempre ha estado envuelta en lo que desde acá llamamos política (y no tenemos 8

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Huirimilla es absolutamente consciente de esto, y por ello titula así esta selección, que se sabe en un riesgo crítico. A través del libro podemos ver una efectiva continuidad de fondo entre las dos secciones del libro (“Weichapeyuchi ül: cantos de guerrero”, y “Poetas mapuche contemporáneos”). No obstante tal continuidad, la selección es notable al mostrarnos una amplia variedad de poéticas, que desmienten de plano una lectura simplista y reduccionista. En este sentido, si era uno de los objetivos de Huirimilla, está absolutamente cumplido el mostrar a la poesía mapuche como una presencia compleja y, como tal, un desafío en sí misma al sistema literario chileno. Resulta particularmente interesante que Huirimilla sea uno de los primeros en presentar de forma expresa la continuidad que, de fondo, representa la irrupción en los últimos años de una poética mapuche urbana, que es capaz de usar procedimientos que expresan una situación crítica ante la asimilación de la cultura de masas y la constitución de subculturas en la marginalidad (es el caso de David Aniñir o Tamy Meulén), con la aspiración a constituirse con poderes plenos dentro del campo literario chileno, que constituyó el momento inmediatamente anterior (con nombres de tan segura mano como Bernardo Colipán, Jaime Huenún o el mismo autor de la selección). La relectura de la historia, propia y ajena, es lejos el índice más interesante de la selección; no obstante en ella estén representadas también vertientes más ingenuas dentro de la tradición de la poesía combativa. Weichapeyuchi ül es, sin duda, un hito, y su mayor virtud puede ser dejarnos a la espera de lo que pueda decirnos la poesía mapuche en los tiempos que corren. En un momento en que a los chilenos se nos olvidó la sociabilidad más básica y la palabra solo sirve para expresar su propia inutilidad, Huirimilla nos recuerda que –a veces– la poesía es más que aire vibrando.

Santiago, 1974. Escritor, poeta, traductor y crítico literario. Su Sus trabajos, que incluyen narrativa, poesía y crónicas, han aparecido en diversas publicaciones de alcance nacional e internacional. Este comentario, en El Desconcierto y en .

© Archivo LOM. PS

Lecciones de Allende en septiembre En septiembre de 2012, fue publicado este artículo en la sección Opinión del sitio carcaj.cl. En el sentido de reponer el repudio a los cuarenta años del golpe de Estado en Chile, entregamos a la comunidad de lectores estas reflexiones en torno a la figura ética y política del Compañero Presidente. A casi 40 años del golpe, Allende continúa resultando inagotable en aprendizajes en ese fogón invisible que son las memorias y lecciones de los pueblos. Hoy es necesario recuperar a Allende, ya no solo desde La Moneda sitiada en esa prueba de dignidad y visión política, sino ahora hacerlo desde esa sempiterna búsqueda de ser capaz de “leer” ese Chile profundo, definiendo las tareas posibles, las alianzas necesarias y las estrategias más pertinentes. Porque sin pretender una inexistente infalibilidad allendista, hoy podemos rescatar ese método de sintonía entre el dirigente político y su pueblo. 1

Releemos las primeras cuarenta medidas del Gobierno Popular: la 3, honestidad administrativa; la 9, previsión para todos; la 13, el niño nace para ser feliz; la 28, becas para estudiantes; la 34, fin a la especulación; la 37 disolución del Grupo Móvil (antecedente de las Fuerzas Especiales de Carabineros). Ciertamente no podrían ser las mismas medidas, pero con igual certeza, al construir un programa en este tiempo: volveríamos nuevamente a muchos de los viejos temas 42 años después. Porque no puede ser que hoy la política chilena esté regida por la encuesta del Centro de Estudios Públicos, CEP, que cual un “gran oráculo” determina el porvenir. Como si este país se pudiese sintetizar en esa mediática conferencia de prensa, como si esos resultados no estuviesen también determinados por la selección de las preguntas y la autorreferencia de la misma. Estudio de opinión que difícilmente introducirá en sus cuestionarios las pulsiones ciudadanas acrecentadas desde el 2011 o preguntará sobre los nuevos liderazgos que allí van surgiendo. De momento, resulta sorprendente esta inconmovible carrera de nombres de presidenciables, desprovistos de elementos diferenciadores sustantivos tras sus igualitarias sonrisas. En todo ello hay una abismante ausencia de programas y propuestas y eso nos subestima como ciudadanía. Resulta muy difícil de entender que hoy, en medio de una

Ignacio Vidaurrázaga M. (1955) Periodista U. Arcis, Mágister Li Literatura (c) U. de Chile. Publicó en prisión en 1987 el poemario “Se vive para darse” en Concepción y es parte de antologías de poesía en prisión política. Se ha desempeñado como académico. Es colaborador permanente de diversos sitios electrónicos en temas de política, comunicación y derechos humanos en Chile y el exterior.

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Por Ignacio Vidaurrázaga M.1

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creciente politización y surgimiento de variadas demandas, lo único que importe sea la oscilación de guarismos asociado a una docena de nombres propios.

construye inmovilismo y perdurabilidad del actual estado de cosas como el único posible. Algo así como el mentado fin de la historia en versión chilena…

Qué lejos se percibe el representar programas construidos en ese fogón que conoció y practicó Salvador Allende el 58, el 64 y que culminó el 70, reflejado por ejemplo en esas 40 medidas como programa y didáctica.

Qué duda cabe que la derecha, y muy particularmente la UDI, han sido y son grandes beneficiarios del escenario actual; que han conseguido dejar atrás la derrota electoral de la dictadura por la vía de crear santuarios institucionales donde no solo se han replegado, sino además han conseguido, transcurridos 20 años, recuperar el gobierno. La audacia de hoy es aún mayor, al pretender un nuevo mandato para profundizar la refundación de Chile, esta vez sin bayonetas ni torturas y solo con las reglas de esta democracia aherrojada.

Tenemos que volver a “leer” este país hoy crispado: desde la reacción del padre quemando el vehículo del abusador de su hija hasta el cliente del supermercado gritando arriba de la caja por su auto recién robado. Desde las marchas multitudinarias a los cortes espontáneos de calles debido al ineficiente servicio del Transantiago. Más de alguno buscará obviar el cambio en la situación política; desconocer la existencia de una caldera de tensión social que ni las coberturas mentirosas de los medios televisivos, o la violencia policial acrecentada, han logrado hasta ahora ocultar y frenar. Tras ese desconocimiento está el cómodo refugio en el facilismo de preferir escenarios predecibles, los mismos que hasta hace unos años posibilitaban incluso anticipar resultados electorales. Es necesario tomarle el pulso a este Chile: inconforme desde sus regiones enfrentadas al centralismo. Este Chile con la Nación Mapuche encendida porque el progreso y las ganancias los excluyen, y sin entender que el fondo del tema es político. Este Chile de cifras macroeconómicas que no reflejan el endeudamiento y cansancio de las y los jefes de hogar para responder a tanta presión, cuando buscan mejorar sus condiciones de vida. Este Chile que enfrenta a sus adolescentes con dispositivos de fuerzas represivas dotadas de todas las tecnologías, con todo el respaldo político para reprimir e inhibir las manifestaciones y demás derechos propios de una democracia normal. Porque, a fin de cuentas, todo se resume a la felicidad de las personas y este modelito triturador de vidas y de sueños. En este contexto, las expectativas del retorno de Michelle Bachelet obvian la densidad y extensión de las presiones y demandas acumuladas. Tal omisión supone que la expresidenta, por sí sola, podrá resolver mágicamente la alineación de las fuerzas políticas y sociales de su candidatura y que su sola decisión de ser candidata transformará de “sapo en princesa” a una generación de políticos con cada vez más escasa credibilidad. Con esa pretensión, a Bachelet no le quedará cuello con tanto escudero que se cuelga como párvulo de la tía del jardín.

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La irreflexiva expectativa respecto de la expresidenta desnuda en toda su orfandad la crisis y los desafíos actuales, porque ignora que sea quien sea el o la abanderada presidencial, tendrá que responder programáticamente a que el balance de la transición es deficitario, porque a 22 años, permanece en lo esencial la reproducción del modelo económico, la trampa del binominal y el funcionamiento de un entramado que, originado en la Constitución de 1980,

Hoy la política opositora no da el ancho y para ello basta ver el payaseo de los alineamientos en ambas cámaras ante temas cruciales para inmensas mayorías ciudadanas. Si no, que lo digan los estudiantes movilizados cuánto es posible confiar en el Parlamento. El futuro es incierto, porque el proceso desde la calle tiene tiempos de maduración que pueden no correr en paralelo con las justas electorales de este año y el próximo. Incluso, todavía los fenómenos pueden ser en paralelo y la movilización social no verse representada a plenitud en los resultados electorales. La creciente demanda de Asamblea Constituyente parece ser la única bandera que podría volver a situar a la democracia chilena en un nuevo punto de partida, superando efectivamente las cadenas de la dictadura. Solo pueden oponerse quienes estén cómodos, porque el actual estado de cosas responde a sus intereses más primarios y por ello siguen esperando nuevos créditos para instituciones, liderazgos y mecanismos deslegitimados que, además, los incluyen. Esa sincronía que existió entre el liderazgo y el programa de Allende es lo que requerimos para ser capaces de convocar una amplitud de fuerzas sociales y políticas significativas. Mientras, hay que bregar por recuperar la inteligencia y la ética al lado de tanta mediocridad y acomodo. Seguramente es por todo lo anterior que el único personaje político que se ha podido pasear en las marchas de los estudiantes recibiendo el calor de estos es la representación de Salvador Allende, un político sin celular ni twier. Este septiembre volveremos a recordar a Allende despidiéndose desde un balcón de La Moneda. Pero en este septiembre [de 2012], bien vale también rescatar al Allende capaz de sumar voluntades, interpretar mayorías y encabezar un programa que a casi 40 años resuena como proyecto de un país distinto, de un Chile que no debiese permitir la expropiación de sus riquezas agotables en la gran minería, teniendo aún tantas necesidades pendientes. De un Chile que después del medio litro de leche, debiese continuar protegiendo a sus niños y jóvenes, fortaleciendo una educación pública y de calidad. Entonces, y solo entonces, serán consistentes los liderazgos, las alianzas y todo lo demás. Porque Chile se mueve y se mueve para todos. A Gastón Fernando Vidaurrázaga Manríquez

José Miguel Varas

Un trabajador infatigable Por Leonardo Cáceres C. (1)

Aunque se ha hablado y escrito mucho sobre José Miguel Varas, en especial sobre su obra literaria, reconocida con el Premio Nacional de Literatura y otros numerosos galardones, creo que ha quedado en la penumbra su trabajo como periodista y uno de sus más importantes aportes a Chile y los chilenos: su lucha permanente por la democracia y contra la dictadura de Pinochet. 1

José Miguel fue sobre todo periodista, y como tal, se dedicó a esa profesión con la tenacidad y apasionamiento que lo caracterizaron en su vida. Varas fue un cronista de su tiempo. Cuando fue necesario “colgar” la pluma literaria, lo hizo sin dudar un instante y nunca, aun cuando ya estaba consagrado como escritor, novelista y cuentista de gran relevancia en Chile y reconocido por la crítica especializada, dejó de profundizar en todo lo que podía servir para el mejoramiento y consolidación de la democracia en nuestro país, ni de condenar sin vacilaciones lo que iba contra ello. […] Pero lo más significativo de su tarea periodística fue su trabajo en Radio Moscú y, específicamente, en el programa “Escucha Chile”, que transmitió esa emisora desde 1973 hasta 1991. En ello empleó a fondo su admirable buena memoria, su trato cálido y amable, su ecuanimidad y paciencia y, sobre todo, su inagotable capacidad de trabajo. Aunque vivió en Moscú como corresponsal de El Siglo entre 1969 y 1970, el período más prolongado fue durante su exilio. Llegó a la capital soviética tras el golpe de Pinochet, en enero de 1974, y comenzó de inmediato a trabajar en el espacio que había inaugurado Volodia Teitelboim en septiembre de

Leonardo Cáceres C., es periodista; creó el primer departame departamento de prensa de Canal 13 de Televisión de la Universidad Católica. Fue jefe de prensa de Radio Magallanes en 1973 y trabajó entre 1975 y 1978 en Radio Moscú.

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En un intento por restaurar las mejores experiencias de resistencia a la dictadura, presentamos algunos fragmentos del prólogo del libro Escucha Chile, Radio Moscú, de José Miguel Varas. En estos párrafos, a la vez, queremos rendir homenaje al periodista que, desde la lejanía del exilio, fue capaz de llegar a los oídos de los oprimidos para, mediante la información, levantar la dignidad:

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a la Central Telefónica de Pisagua, solicitando a la operadora la ubicación de la relegada. Tras algunos minutos esta concurrió al teléfono y dio una entrevista de seis minutos. Algo semejante ocurrió en otros casos, como la entrevista del periodista Eduardo Labarca al secretario general del PC, Luis Corvalán, que estaba entonces prisionero en un campo de concentración. Todo esto hacía posible la frescura e inmediatez de las noticias que difundía la radio y, aunque los programas quedaban todos grabados, si era necesario se modificaban y completaban las noticias a cualquier hora, siempre teniendo presente la diferencia de ocho horas entre Moscú y Santiago.

1973 y que pasó a llamarse “Escucha Chile”, con el aporte de la voz de la locutora soviética Katia Olevskaia. Aunque vivía en función de Chile, “manteníamos un nexo constante con la sociedad soviética por las necesidades de la vida cotidiana, por los estudios de las cuatro hijas y por los grandes amigos rusos que nos brindaban su amistad. José Miguel trabajaba sin parar, aunque había turnos los días festivos y a veces en las noches él se iba a la radio a la hora que fuera si la situación en Chile se ponía complicada. Trabajaba impertérrito –recuerda Iris, su esposa–, desmenuzando el devenir de la resistencia y los horrores que traían los medios informativos. […] En la radio trabajaba duro. Ya en casa y más en las noches, a veces no podía ocultar la angustia que le producían aquellas noticias. El trabajo era colectivo, con el mismo empeño de todo el equipo, pero sin duda que la mayor carga la llevaba él, aunque nunca lo dijo ni lo hizo notar; tampoco nunca le vi una actitud de jefe con respecto a sus colegas periodistas y locutores”. El programa “Escucha Chile”, en Radio Moscú, se convirtió bajo su dirección periodística en una radio chilena na instalada a más de 14 mil kilómetros de Santiago. Fue capaz az de organizar una red internacional de informantes que ue colaboraban sin ganar dinero, solo movidos por la solidaridad ad y el deseo de restaurar la democracia en Chile, y –lo más importante– que confiaban en él.

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A las noticias sobre Chile de las agencias cablegráficas as que llegaban a Moscú, y el canal noticioso que alimentaba ba desde el país, entre otros, Marcel Garcés, se sumaba laa información de decenas de chilenos que se transformaron n en corresponsales de “Escucha Chile” en diferentes países, más las miles de cartas de familiares de las víctimas. La emisora moscovita incluso entró en contacto directo con activistas relegados en Pisagua. Para comunicarse con Patricia Torres, el 5 de abril de 1983, recluida por actos contra la seguridad del Estado, José Miguel Varas llamó

Además de las noticias, el programa incluía comentarios políticos a cargo de dirigentes de distintos partidos, como el Comunista, el Socialista, el Mapu Obrero y Campesino y la Izquierda Cristiana. Varas impulsó y defendió siempre la necesidad de incluir entrevistas y opiniones de todos los sectores políticos chilenos. Su compromiso, explicaba, era con la restauración de la democracia en el país. Los soviéticos entendieron este argumento y lo respaldaron absolutamente, con plena confianza en los periodistas que él lideraba y en las decisiones del Partido Comunista chileno. Las únicas diferencias que pudieron registrarse ocurrieron solo a mediados de la década de los años 80, cuando los comunistas chilenos optaron por respaldar “todas las formas de lucha”, una manera de declarar su apoyo a la vía armada para derrocar a la dictadura. Asimismo, le preocupaba –y mucho– la repercusión en el interior de Chile de la Radio Moscú. Cada vez que se podía contactar con personas que venían “del interior”, a veces por intrincados caminos, preguntaba hasta el detalle sobre las reacciones que provocaban los programas. Y disfrutaba al enterarse de la indignación de los allegados a la Junta de Pinochet cuando oían las noticias y comentarios de “Escucha Chile”.

© Archivo LOM. PS

Araucanía:

La mentira oficial Por Fernando Villagrán1

El mandatario se refería así a cuatro comuneros en Concepción y otros cinco en Temuco que superaban en ese momento los 50 y 15 días en huelga de hambre, respectivamente, tras dictaminarse duras condenas en su contra, bajo el común denominador de “homicidio frustrado” de carabineros que les han imputado los fiscales con el testimonio de los propios uniformados. Los mismos grandes medios de comunicación que han invisibilizado sistemáticamente el sentido de la reivindicación histórica del pueblo mapuche por recuperar sus tierras, distorsionando una cosmovisión transmitida a través de generaciones durante siglos, y propiciando la resistencia a una legislación validada por las Naciones Unidas y organismos internacionales, de reconocimiento de los derechos de ese pueblo, su cultura, tradiciones y autonomía, son los que criminalizan la movilización de las comunidades y avalan un sistema represivo que se ha intensificado de manera brutal durante el actual período de gobierno. El desprecio del presidente Piñera por los huelguistas de hambre es parte del mismo sentido común que opera en los grandes medios de prensa respecto de lo que llaman “el conflicto mapuche”, ignorando que lo que persiste en nuestro país es un “no resuelto” conflicto que involucra al Estado chileno, en deuda con los derechos elementales del pueblo originario. Un sentido común al que, con limitadas excepciones, se suma el actuar de una dirigencia política transversalmente indiferente y ausente para perseverar 1

en una solución democrática y justa que se continúa postergando.

Para muestra un botón Mientras el Presidente de Chile hablaba para micrófonos y cámaras, en el territorio de Ercilla continuaban allanamientos, que han afectado a niños y ancianos, en búsqueda del werkén de la comunidad de Temucuicui, Mijael Carbone. El joven dirigente indígena fue condenado por un tribunal oral que acogió mayoritariamente la imputación del fiscal Luis Chamorro –afamado por su ánimo persecutorio en contra de las organizaciones mapuche– y lo condenó a siete años de cárcel efectiva, acusado de “homicidio frustrado” en contra de carabineros. El werkén se encuentra en la clandestinidad a la espera de que la Corte Suprema resuelva un recurso de nulidad para un fallo que evidencia severas irregularidades, como lo señala el voto de minoría del tribunal. Los grandes medios que alaban la voluntad presidencial para “poner orden” no se han preocupado de indagar qué está detrás de la reiterada imputación de “homicidio frustrado” con que se condena a jóvenes comuneros, como los que se encuentran en prolongada huelga de hambre o en la clandestinidad, como Carbone. El juicio a Carbone tiene origen en la sustracción de caballos sacados ilícitamente de la propiedad de su familia por parte de carabineros. El afectado concurrió personalmente a estampar la denuncia ante la fiscalía de Collipulli, después que advirtió a funcionarios policiales que de no ser devueltos los animales, ocurrirían hechos graves. En las horas siguientes a la sustracción de los animales, carabineros denunció un ataque con disparos por parte de encapuchados y seis

Fernando Villagrán. Santiago, 1949. Estudió Economía en la Universidad de Chile. Periodista por la Universidad de Santiago Trabajó en revista APSI. Conductor del programa cultural Off The Record. Este artículo fue publicado en www.carcaj.cl

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En medio de un espectacular operativo policial el presidente Piñera llegó a Ercilla, en la llamada zona roja del conflicto mapuche, para advertir que no aceptará presiones de violentistas y delincuentes, como aquellos que lo intentan con una “mera” huelga de hambre.

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meses después el fiscal Chamorro imputó culpabilidad en los hechos al werkén, en base a testimonios de policías que señalaron haber reconocido la presencia de Carbone por sus vestimentas. Así de simple –con un voto de minoría que refutó la calidad de las pruebas presentadas por la fiscalía, basadas en dichos de funcionarios que obedecen órdenes jerárquicas– se le condenó por “homicidio frustrado”.

Y la historia sigue Es válido recordar, como punto de comparación, que al carabinero que consumó el homicidio del comunero Matías Catrileo, en un proceso seguido ante la jurisdicción militar, se le condenó a tres años y un día (de libertad vigilada). Situaciones como la descrita constituyen una práctica común, y los propios tribunales han debido rectificar aberraciones, como, por ejemplo, ocurrió en el “Caso Peaje Quino”. Fue un juicio emblemático debido a que se procesó a diez jóvenes mapuche de comunidades de Ercilla, de los cuales siete pertenecen a la Comunidad Autónoma Temucuicui, a quienes se les aplicó la Ley Antiterrorista y se les mantuvo por casi dos años en la cárcel, llevándolos a iniciar una extensa huelga de hambre que duró casi noventa días. Sin embargo, después de un dilatado proceso judicial en el que se mantuvo todo el tiempo a los acusados con medidas cautelares, luego de que quedara fuera del caso el Ministerio Público por “desacato” y “vicios formales” en la acusación y permaneciera como único querellante el Ministerio del Interior, el Tribunal Oral en lo Penal de Angol, por unanimidad, absolvió a todos los imputados. Lo que ocurre hoy con el werkén Carbone es un argumento más para justificar el severo escrutinio internacional que,

ignorado por los grandes medios de comunicación y ante la indiferencia de los actores políticos, cuestiona la forma en que el Estado de Chile da cumplimiento a los tratados internacionales de derechos humanos. El debido proceso cobra especial relevancia cuando se trata de hechos acaecidos en el marco de conflictos territoriales e históricos con miembros de un pueblo que habitaba originariamente grandes espacios territoriales y que fueron sometidos por la fuerza del Estado hace poco más de cien años. Estos casos dan cuenta de una flagrante vulneración de derechos fundamentales y de garantías procesales de la sociedad democrática y del mismo derecho penal, de la Convención Americana de Derechos Humanos, del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y del Convenio 169 de la OIT.

Dichos y amenazas La visita del presidente Piñera en medio de un inédito operativo de guerra policial, que se mantiene por meses en esa zona y es obviado por los grandes medios, que sí informaron espectacularmente de la advertencia de mano dura del mandatario, refuerza la percepción de abuso e injusticia a que se somete persistentemente a las comunidades que no aceptan el trato discriminatorio y el asistencialismo condicionado por parte de quienes continúan actuando, desde un poder político y económico que se manifiesta implacable en la Región, como en tiempos de la llamada “pacificación de la Araucanía”. Con amenazas y persecución policial no se terminarán esas “meras” huelgas de hambre que descalifica el Presidente desde su protegida soberbia.

Cuarta declaración de historiadores respecto de la Cuestión Nacional Mapuche Fechada en La Araucanía y Santiago el 15 de enero de 2013, más de cincuenta historiadores y académicos han emitido una cuarta declaración respecto de la cuestión nacional mapuche y la situación de violencia que afecta a la zona en conflicto. En la declaración, manifiestan: “Al igual que en enero de 2008, agosto de 2009 y septiembre de 2010, cuando emitimos sendas declaraciones a propósito de los asesinatos por la espalda de los comuneros mapuches Matías Catrileo y Jaime Mendoza Collío perpetrados por las fuerzas policiales del Estado y de la prolongada huelga de hambre realizada por presos políticos mapuches, respectivamente, los historiadores que suscribimos esta declaración queremos expresar nuestra preocupación y punto de vista por los últimos hechos de violencia ocurridos en la Araucanía que concluyeron con la muerte del matrimonio Luchsinger-Mackay y desataron una serie de allanamientos a diversas comunidades mapuches. Al mismo tiempo, declaramos lo siguiente:

“1. Los hechos de violencia en esa región, que corresponde a una parte del Wallmapu, territorio ancestral del pueblo mapuche, tienen su punto de partida en la mal llamada ‘Pacificación de la Araucanía’ realizada por el Estado chileno entre las décadas de 1860 y 1880, en violación de los acuerdos concluidos con los mapuches después de lograda la Independencia (1825). Mediante una prolongada campaña militar, el Estado de Chile ocupó a sangre y fuego la Araucanía y, utilizando los métodos más violentos y crueles, usurpó grandes extensiones de tierra indígena que subastó a bajo precio o regaló a colonos chilenos y extranjeros, confinando a los mapuches en pequeñas y míseras reducciones. La violencia actual es el fruto de la expropiación e intento de sometimiento de los mapuches por parte del Estado chileno y de los latifundistas nacionales y extranjeros que se beneficiaron del despojo de ese pueblo originario…”. Ver la declaración íntegra en www.lom.cl

“Ya está corrido el telón” Por Gilda Luongo

“No tan ausente el criterio / me anuncia muy pequeñita / qu’ en libertad mi mamita / vive en un cruel cautiverio”. Violeta Parra, Décimas, 78. “A mi modo de ver, no bastaba solamente pensar, ni solamente vivir: yo solo estimaba sin reserva a la gente que pensaba su vida […]”. Simon de Beauvoir, Memorias de una joven formal, 226. El texto-arpillera-sin final de María Angélica. En este tapiz tejido, bordado y cosido con mano memoriosa, la autora compone lugares de sujetos femeninos creadores-luchadores en el siglo XX en Chile; sujetos que aparecen con nombre propio en este texto (antes no lo tenían) y que espejean, resuenan, reverberan la hebra desde Violeta: mujeres de pueblo, de origen humilde, de gran fuerza y tesón para hacerse un espacio en el mundo de la creación-ideación de este país nuestro. Difícil afán. Sujetos de una revuelta múltiple se encadenan en puntadas finas, sutiles y otras de hilván, como para seguir enhebrando, para encender una y otra

vez las revueltas íntimas y las del lazo social-político (Julia Kristeva). Texto-arpillera-crónica-violeta-sin final, porque las historias/relatos de las mujeres y de los feminismos –afortunadamente y como pesadilla lustrosamente negra para l@s conservador@s de este país– no acabarán nunca. Los lugares o sitios que componen y albergan esta “nuestra historia violeta” en el texto-tapiz: Violeta Parra. Su vida/escritura/textura en las arpilleras de los sesenta y su escritura autobiográfica de las Décimas asoma como un intertexto tejido con paciencia. Si recorriésemos este trazo solo a partir de los epígrafes de la Viola tendríamos otra historia singular, una más de tantas, entre tantas. En las Décimas expone las condiciones de su producción: de escritura y de trabajo. Año 1959: “tanto trabajo”, “el bolsillo pobre”, “tengo cuatro chiquillos a quienes dar el sustento”. Confiesa que toma la guitarra para “repararme los nervios”. Conciencia para decir sobre las dificultades de ser mujer, trabajadora y madre jefa de hogar. Se asume como caso. Allí leo lo femenino y la demanda múltiple que este lugar abismal necesita llenar: “Hermano sencillo que no comprendís mi caso”: “no sabís que un solo lazo lacea un solo novillo”. Dificultad para hacer frente a las múltiples tareas que implica llegar a ser la sujeto que ella ha deseado con afán: devenir artista popular. Sin embargo, toma el desafío y lo encauza en las Décimas.

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El día 16 de noviembre se llevó a cabo la presentación y conversatorio, en la Librería Nosotrxs, del libro de María Angélica Illanes, Nuestra historia violeta. LOM, 2012, 166 pp. A continuación, parte del texto leído por Gilda Luongo.

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Comprende que la escritura calma los tormentos del alma. Emerge el espejo de tinta como una posibilidad de verse y tomar distancia de sí; emerge la petite histoire (Silvia Molloy). La autodesignación y la recuperación de la memoria se transforman en territorio tomado por la sujeto, así, al modo como también toma/abraza la guitarra. La labor de las arpilleristas. Desde la portada, el texto nos asoma a la labor de las mujeres que hilaron, cortaron, seleccionaron telas y tejidos. Violeta también se espejea en este quehacer: fue arpillerista, sus tapices parecían expandir su labor creadora más allá de la guitarra, de la escritura. Las temáticas de las arpilleras creadas por las mujeres en las décadas de los setenta, en dictadura, nos narraban de modo sutil, en composiciones de diversos tonos, la resistencia, la lucha de un pueblo que enfrentaba a la muerte y al terror. Eran mujeres dadas a las labores de costura para paliar el hambre y junto con ello, testimoniar su existencia cotidiana. Se trataba de vivir para no morir (Agosín). El tono de estas arpilleras, sin embargo, no era lúgubre, sino colorido y esperanzado como el color de la carne y hueso vivos del texto de María Angélica Illanes. Trenzar las revistas creadas por las mujeres. Estas producciones ligadas a impulsos libertarios y resistentes posibilitaron tomar la organización, la educación en las propias manos, atisbar la emancipación y porfiar en el camino de la politización. María Angélica toma el nombre de “la mujer” y la apellida con la revista o medio creado: la mujer alborada, la mujer palanca, la mujer nueva, la paloma en vuelo. Podemos agregar la mujer Furia, revista levantada por Julieta Kirkwood y otras mujeres en los ochenta. Así entrarían a batallar las múltiples mujeres de los ochenta y su emergencia: las lesbianas del Ayuquelén, las de Tel, y tantas otras. Las revistas de/para las mujeres en la primera mitad del siglo XX constituyen el cultivo para poner la palabra pública, la ideación heterogénea, plural prolífica, como nosotras, nido para hacer y re-visar la historia, las historias.

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La politización. Punto de inflexión de la emancipación de las mujeres. María Angélica señala que no basta con la educación, sino que es necesario ir más allá: encaminarse hacia la politización. Este proceso emprendido por las mujeres ha podido tener dos vías: el proyecto político global: militancia en la izquierda de Chile, adherir a su proyecto democrático-revolucionario antes del Golpe y luego… después del Golpe..., recuperar la democracia para el pueblo entero; o, la otra, porfiar en la singularidad sexo-género, la especificidad

por la vía política feminista: “democracia en el país y en la casa”; “si la mujer no está, la democracia no va”. Esta última opción política, ya sabemos, es de difícil totalización. Se hace de múltiples maneras y pareciera que su propia incubación nos encamina hacia las disputas, los desacuerdos, el movimiento constante plegado en contradicciones, paradojas, ires y venires; nuevos énfasis en cada época y territorio; las revueltas de hoy aparecen más múltiples que nunca; las acciones diversas de las compañeras y compañeros feministas lésbic@s, trans, queer, terroristas del género, postfeministas, pareciera haber llegado a un punto de inflexión máxima en este sentido, uno que resiste inclusive la articulación como si fuéramos un solo conglomerado. En este panorama abierto es necesario dar la bienvenida a las acciones que abordan el aborto desde campañas como la de CUDS, Dona por un aborto ilegal y a las feministas de línea aborto, quienes lanzaran su manual “Cómo abortar con pastillas”, el sábado 17 de noviembre en el Centro Cultural Manuel Rojas. La cuestión de cómo hacer/ser política desde estas diferencias diferentes es un punto de ocupación, imaginación y creación para nosotras: un desafío ético-político. Un tapiz compuesto de políticas del nombre propio: “El feminismo soy yo” (Julieta Kirkwood: “En el sentido más humanamente cierto, quisiera decir: el feminismo soy yo”), constatación de la diversidad y multiplicidad en su apertura, incubación de vías micropolítico-feministas, cultivo (im) posible. Por ello fue necesario nombrar a las mujeres que (a) parecen en este texto hilvanadas con hilos de colores y en puntadas de arañas tejedoras […]. “Ya está corrido el telón”.

Tetralogía publicada por LOM Ediciones

Narrativa y estética de Jamaica Kincaid Por Pablo Lacroix1

de dolor, donde cada momento crítico (como el recurrente conflicto con el origen) será una instancia por superar, o tal vez un acontecimiento que mediante la escritura se intenta extirpar de la memoria. Leer cada uno de sus libros es movilizar las piezas de un puzzle gigantesco, para así analizar el imaginario regular de una mujer impetuosa, reflexiva y desconsolada. Entender la escritura de Jamaica Kincaid es entender cada vez más a Elaine Poer Richardson. Leer una novela es la invitación a la obra siguiente, ya que de alguna manera todos sus libros están entrelazados. Sorprende su labor creativa, en especial por la agudeza testimonial y calidad reflexiva.

Sobre la novela Lucy Lucy, mujer de 19 años proveniente del Caribe, llega a Estados Unidos a trabajar como au pair de una familia de la alta sociedad. Bajo estas circunstancias, la protagonista pasa por una serie de procesos identitarios donde su relación con

Su obra no pasará indiferente. Mediante un juego ingenioso con la autoría, presenta un pacto biográfico donde la escritura es síntoma e indicio de una búsqueda y reconstrucción de la identidad. La mayoría de sus novelas son un viaje permanente que jamás apelará al sentimiento colectivo, sino, al contrario, planteará la soledad del individuo como una base común. Bajo esta perspectiva, Jamaica Kincaid es una voz aislada, llena 1

Pablo Lacroix (San Fernando, 1987). Escritor, poeta y artista performance. p Profesor P f de d Lenguaje L j y Comunicación C i ió mención ió LiteLi ratura. Director creativo de la Revista virtual Absenta, cursa un diplomado en Escritura Crítica (Universidad Diego Portales).

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Jamaica Kincaid es una de las voces más potentes e interesantes dentro de la literatura caribeña. Nació en Antigua; su verdadero nombre es Elaine Poer Richardson y a los 17 años se trasladó a Nueva York, donde trabajó como escritora y fotógrafa. Considerada por algún sector de la crítica académica como una de las autoras más influyentes de la diáspora contemporánea, desde una base discursiva donde la reconstrucción biográfica, los grados de pertenencia y la discusión identitaria coexisten, conforma una narrativa íntima y transgresora.

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la familia, y en especial con Mariah, la dueña de casa, resulta fundamental. Este escenario, absolutamente diferente a la vida en Antigua, facilita que la escritura de Kincaid proyecte una voz testimonial, que reflexiona frente a los grados de independencia y origen, considerando el desprendimiento como sinónimo de “legado familiar”. Recordemos que el carácter biográfico es innegable, por lo que la vida de Lucy representa fielmente la vida de la autora. Es así como el pasado actúa, inextinguiblemente, como un enemigo simbiótico, en especial los recuerdos maternos, aquellos pasajes que se correlacionan con ese hálito misterioso que define y constituye a esta mujer: “Mi pasado era mi madre. Podía oír su voz, […] me hablaba en un lenguaje que cualquier mujer puede entender. Era innegable que yo era eso, una mujer. Oh, tenía gracia, me había pasado tanto tiempo diciendo que no quería ser como mi madre, que había perdido de vista lo fundamental: yo no era como mi madre… era mi madre” [pág. 62]. De este modo, Lucy es un personaje que frecuenta una serie de lugares y experimenta una serie de momentos que la distancian física y espiritualmente de Antigua. El pasado ya no es más que un tópico en discusión y su madre no es más que un metarrelato presente en gran parte de su obra. “De repente tuve que dejar de hablar; tenía la boca vacía y la lengua se me había disuelto en la garganta. Sentí que en ese preciso instante iba a convertirme en piedra. Mariah intentó rescatarme y me habló de la mujer en sociedad, la mujer en la historia, la mujer en la cultura, la mujer en todas partes. Yo no podía hablar, así que no pude decirle que mi madre era mi madre y que la sociedad, la historia, la cultura y las demás mujeres eran una cuestión totalmente distinta” [pág. 91]. En esa perspectiva, Lucy siempre se posiciona como lo otro, aquello que no pertenece a Norteamérica, pero que escribe y reflexiona desde esa zona, lo que finalmente significa que Jamaica Kincaid escribe sobre la cultura caribeña desde un espacio donde ella culturalmente no existe, donde no hay semejanza ni mucho menos cercanía. La voz aquí presente se posiciona en el no-lugar, refugiándose en este territorio vacío que le ayuda a enfrentar, mediante la palabra, los conflictos que originan y extravían su identidad. Es notable la actitud monológica que define el estilo narrativo de la autora. El personaje Lucy es en realidad la voz de Jamaica Kincaid, que a su vez es la voz literaria de Elaine Poer Richardson. El lenguaje, en gran parte de sus trabajos, es una herramienta que propulsa su verdad, como una invocación fidedigna al pasado. El recuerdo, bajo esta condición, es la piedra angular que relaciona la ficción literaria con la experiencia de vida. Cada recuerdo es una apelación a la memoria y el pasado no es más que aquello que ya no existe, lo que ya no somos pero que alguna vez sí

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existió. Sin lugar a dudas, Lucy es una puerta que muestra los inconvenientes de una mujer caribeña en Norteamérica, que escribe sobre Antigua desde la diáspora, el no-lugar y la no-pertenencia. “Un día vivía silenciosamente en un infierno personal, sin nadie a quien contarle mis sentimientos […]. Comencé a ver el pasado de la siguiente forma: uno mismo u otra persona dibuja una línea; de cualquiera de las dos formas, queda señalado el pasado, la colección de personas que uno solía ser y de cosas que uno solía hacer. El pasado es la persona que uno ha dejado de ser y las situaciones en que uno ya no está” [pág. 95].

Sobre la novela Autobiografía de mi madre Es innegable, al momento de leer esta novela, preguntarnos el porqué de la contradicción titular: “autobiografía de mi madre”. En esta ocasión, Jamaica Kincaid trabaja netamente su infancia y le da una carga sentimental absoluta. La vida o el conjunto de muertes que sufrió en sus primeros años de vida dan cuenta del sufrimiento que significaron los tiempos de infancia, ya que tal como se emite en la obra: “todo aquello a lo que estoy inextricablemente atada es fuente de dolor” [pág. 10]. El discurso que subordina todo el texto es la construcción y deconstrucción del sujeto femenino, que en base a su memoria e historia familiar trata de establecer los límites y dimensiones de su identidad. “Así pues, en aquel tiempo, tanto mi madre como mi padre eran un misterio para mí: una a causa

Sobre la novela Mi hermano Posiblemente esta novela sea una de las que más se acerquen a la autobiografía y la narrativa del duelo. Jamaica Kincaid en Mi hermano expone, desde lo más íntimo, la trayectoria inevitable de un ser querido hacia la muerte: “Llegué sana y salva de vuelta a mi hogar, y mi familia se alegró de verme. Llamé por teléfono a mi madre. Estábamos a mitad de invierno. Echaba de menos la calidez del sol y echaba de menos a mi hermano, estar con él, estar presente ante su sufrimiento y sentir que en algún sitio, de alguna manera, existía alguna posibilidad de salvación, aunque no sabía ni me importaba saber bajo qué forma se podía presentar; me contentaba con abrigar el sentimiento de que algún tipo de salvación era posible y que de ella saldríamos todos nosotros, de alguna manera, redimidos, siendo un poco mejores, queriéndonos un poco más. El amor siempre es mejor que la falta de amor, esa es la razón por la que todo el mundo habla siempre del amor y por la que todo el mundo necesita amor” [pág. 43].

Jamaica Kincaid, en esta ocasión, trata con agudeza y cuidado los cuestionamientos que una hija puede proponer frente a su pasado. Trata con dirección el esclarecimiento familiar y el dolor traumático que esto resulta: “¿Cómo explicar el hecho de haber sido abandonada así?, ¿qué hijo es capaz de comprenderlo? Ese vínculo, tanto físico como espiritual, esa confusión acerca de quién es quién, carne de la misma carne, todo eso que estuvo ausente entre mi madre y su madre, estuvo también ausente entre mi madre y yo, puesto que ella murió en el momento en que yo nací” [pág. 146]. La protagonista busca inevitablemente los indicios culturales y familiares que actualmente la definen, pero esa búsqueda hacia el pasado también acentúa lo traumático y doloroso que pudo ser lo vivido. Es ese plano, el texto es una voz que enjuicia, que se da el tiempo de emitir crítica tanto para la vida familiar como para la suya. Es una incursión interior que teje en lo invisible, en lo que no se ha dicho o simplemente en lo que nadie ha querido decir, dando paso a la construcción de un mundo abstruso: el íntimo. “¿Quién era yo? Mi madre murió en el momento en que yo nací. En el momento en que naces todavía no eres nada. El hecho de que mi madre muriera en el momento de mi nacimiento se convirtió en uno de los motivos centrales de mi vida” [Pág. 166].

“Así que un día, durante la época en que mi hermano se estaba muriendo, insistí a mi madre para que fuéramos juntas a visitar el cementerio donde había sido enterrado mi padre; tenía la vaga y romántica idea de que quizá mi hermano pudiera ser enterrado cerca, lo más cerca posible de su padre” [pág. 100–101]. Al igual que en las anteriores novelas, la autora construye una voz que convive con la dualidad. Uno de sus propósitos es alejarse del origen, pero a la vez guarda en su interior ese deseo por reconstruir su pasado, entenderlo y otorgarle un sentido a su vida. La distancia es un proceso fundamental para la reflexión y vitalidad de la protagonista. La gran pregunta en esta novela es cómo distanciarse de un hermano que ha guardado un secreto durante años y, gracias a eso, está cada vez más cerca de la muerte. Es el hermano quien se aleja y la protagonista trata de aferrarse a este destino; por lo tanto, ¿cómo estar más lejos?

Sobre la novela Mr. Poer Si en Lucy el rol protagónico lo obtuvo una mujer de 17 años que dialoga con la cultura norteamericana, en Autobiografías de mi madre fue esencial la vida paterna que

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d su muerte, ell otro a causa del de d l laberinto l b i de d la l vida; id a una no la había visto nunca, al otro lo veía constantemente” [pág. 35].

El “personaje” que Jamaica Kincaid elabora en esta novela es una voz que denuncia una serie de problemas que afectan tanto a su intimidad como a su entorno. La muerte en ese caso no solo significa la pérdida de un ser querido, sino que también manifiesta su migración a Estados Unidos y, por lo tanto, también representa la ruptura con su origen, ruptura que bajo la estética de Kincaid está simbolizada por la familia:

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terminó definiendo la vida de la autora y en Mi hermano la muerte de un ser querido dio a entender lo muertos que están los lazos entre Elaine Poer Richardson y Antigua, en el caso de Mr. Poer la autora nos presenta la vida de un taxista analfabeto (padre de Kincaid), a quien en el transcurso de la historia conocemos su vida privada: “Y en el rostro de Mr. Poer estaban inscritas las palabras ‘África’ y ‘Europa’, pero el doctor Weizenger jamás había tenido ni jamás sería capaz (como resultó ser) de leer la lengua en la cual estaban escritas esas palabras” [Pág. 12]. Mr. Poer en esta novela es el símbolo principal de la cultura caribeña. Un hombre de la tierra, que se cultiva a sí mismo mientras cultiva su entorno, que se hace uno con la naturaleza. De esta forma, Mr. Potter representa toda la cultura y tradición del Caribe: la cultura y el dolor que significa nacer allí. “Me llamo Poer, Poer es mi nombre”. Y el sonido de la voz de Mr. Poer, tan llena de todas las injusticias cometidas durante casi quinientos años y que podían romperle el corazón a una piedra, no significaba nada para el doctor Weizenger, pues él solo llevaba un tiempo viviendo en el mundo compuesto solo de extinción, como si estuviese dedicado exclusivamente a su propia extinción”. [pág. 19] Es una novela que arrastra en cada página la desesperanza, el dolor y el fastidio de la tierra caribeña. Muestra con claridad y crudeza la realidad de una cultura saboteada durante tantos años y que está desprotegida. Es una novela que habla de la pobreza, pero también habla del anonimato que puede significar la vida de cualquier ciudadano en Antigua, a excepción de Roderick Potter, padre de la autora, que gracias a la escritura se transforma en un personaje literario (Mr. Poer), en un tópico, una ejemplificación de la cultura caribeña. Como en general en su obra, Jamaica Kincaid, mediante la vida e historia de un personaje, trata de iluminar los abismos que la preocupan. Novela autobiográfica que muestra los sueños y tradiciones de un viejo taxista, hombre que en un mundo común, con un estilo de vida común, bajo tradiciones y culturas propias de la zona, nos da a entender la fragilidad

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del sujeto caribeño, como también la facilidad con que un mar de vidas están sepultadas en el olvido. En Mr. Poer y en la totalidad de la obra de Jamaica Kincaid está la presencia de un discurso universalista que trata de la cercanía inevitable que la gente de Antigua tiene con la soledad, la ausencia y la muerte. Pero aún así surgen a la vez elementos que potencian los grados narrativos de intimidad y dan protagonismo a los tópicos familiares, como la distancia con el padre, la negativa relación con los hermanos y la nula cercanía con la madre. Sin lugar a dudas, la narrativa de Kincaid es una invitación a los trastornos ocurridos en el pasado, pero también es un discurso ideológico que manifiesta con dureza la precaria manera de vivir en las islas caribeñas. Inevitablemente, todo intento de escritura de Elaine Poer Richardson es a su vez un síntoma de refugio y escapatoria, una puerta que expulsa al miedo. Por lo que leerla es un verdadero desafío.

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