MEMORIA DEL PRESI DENTE

SOClfOJ,O CE~TRll OESAN VICEMTE DE PAul ;J A A MEMORIA DEL PRESI DENTE Julio 25 de 1885. Señor ~- a,.relio 'l.trióe1 Presidente de le1 Sotied.

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SOClfOJ,O CE~TRll OESAN VICEMTE DE PAul

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MEMORIA DEL PRESI DENTE

Julio 25 de 1885.

Señor

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a,.relio 'l.trióe1

Presidente de le1 Sotied.acL cl8 Sa.n Vicents de Po*l·.

SEÑoR PnESJ DJ:~E:

A su debido tiempo recibí la muy estimada nota. de usted en que me comunicaba. el nombramiento que 1 Junta Direotiva. de la Sociedad que usted preside había hecho en roí para su socio honorario, acompañándome el correspondiente diploma. Como usted y todos los socios de esa benéfica Sociedad deben suponerlo, yo como particular, y más aúu como Arzobispo, les pertenezco con todo el coraz6n, aplaudo sus trabajos, me consuelo por los fmtos que ellos vienen produciendo hace y3. muchos años eu esta ciudad , y por ellos y por su constante celo los bendigo diariamente. · Con~ervaré cou mucha estimacióu el diploma, y él me recordará que debo ayudarles cuanto pueda en el ejercicio de ~us buenas oh ras, como me prometo hacerlo. Envio á nsted y á todos y cada \liJO de los soci·os ln bendición que usted ine pide, y que espero ha de ser prenda de las muchas que les ha de dar Aquél que liada deja si n recompensa. Cou &entiroientos de la mayor co.dsideración, y avisando á usted que asistiré ú la sesión de mañan~~ me es grato suscribirme ,_u atento y seguro servidor.

SOCIRDAD D:E SAN VICENTE DE PAUJ,.

La Sociedad Central de San Vicente de Paú! celebró la tiesta de so Santo titular y la •esión solemne anual, el 26 de Julio de 1885, en la Capilla del Sagrario. El señor doctor D. Joaquín Pardo Verg&ra, Canónigo de la Santa Igle-• sia Catedral y Secretario del Arzobispado, ofreció el Santo Sacrificio de la. Misa, y el R. P. Nicolás C'ceres, de b Compañía de .Je1ús, hizo el panegírico del Santo. A. la sesi6n concurrieron 120 socios activos, y la solemnizaron con su ¡¡,sistencia el Ilust-rísimo Señor Arzobispo, el Excelentísimo Señor Delegado .Apo~tqlico, lo• señores doctores Eulogio Tamayo, Joaquín Pardo Ver.gara, Bernardo Herrera R. y Francisco J. Zaldúa 0 .. Can6nigos de la Santa Iglesia Catedral de Bogotá; los señores doctores José Benigno Perilla, Do. mingo Reye• A., R:tfael T. Lugo, Rafael María Carrasquilla y Mariano Buitrago; los Reverendos Padres franciscanos Fray Jacinto Ávila y Fray Carlos Torrente; el Reverendo Padre Mario Valenzuela, de la Compañía ele Jesús, varios socios honorarios y muchas señoras y caballeros. El Presidente leyó la Memoria relativa á los trabajos de h. Sociedad en el período que espiraba, y eu seguida •e hizo la colecta para los pobres, c¡ue produjo $ 75-50 cs., y no anillo. Fueron designados los señore• D. Santiago Samper y D. Benedicto-· Goozúlez para revisa.r las cu euta" conespo udieotes al año econ6mico de 1884 ú 1885. El señor D. Enrique Restrepo G. pronunció el discur•o reglamentario, y tarrninado éste, se procedió á la elección oo empleados para el periodo d" 1885 {¡ 1886, y resultaron electos los •eñores: D. Aurelio Uribe B., para Presidente; D. Francisco Ortega C., para Tesorero, ,f D. Migttel Vnrgas C., para primer Secretario. En la tarde del mismo clía P] Consejo Dire~tivo hizo lo" siguientes nornhrainieutok:

Primer Vicepresídeofitl, señor D. Céti los médico•, •eñores doctores D. Antonino Gú. mez C. y D. Roberto Canales........ . ..... Distribuído en camas, ropa y alimentos de dieta :\ en. ferro os pobres... .. ......... IJagado á los señores Osorio y Castañeda por medica. •tmutos que ha distribuido la Sección Hoopitalaria.......... Pagado por arrendamientos de locales para escuelas, •ueldos de maestros, materiales etc ............................... .. Gastos en ejercicio~ espirituales, sueldos del Capell~n y Celador del Panóptico ...................... . ...... . ......... .. ... .. Gastos eu el Ba1.ar, en fiestas reglamentarias, en reparos de ed ificios. impresiones y composiciones de máquina¡; -de coser........ .. . .. .. .. .. . .. .. ...... Gastos de escritorio .. .. . Existencia: en la Tesore ría general. .... .$ 1,575-80 En la Secc16n Hospitalana . 61-52t En la Sección Docente ...... . ..... . 83-97!20-65En la Sección Limosnera ......... . En la Secciocia. ci6n: la visita de los pobres en su domicilio, acompañándola de los servicios que de ells natural é inmediatamente se desprenden. Hermosísima es esta obra en sn humilde sencillez. y puede abrazar, por decirlo así, el con. junto de la vida bunentud, ni la ciencia! Todo quedó enclavado en una cruz; y aquella ftor preciosa fué tempranamente t.ronchada por los mismos á quienes venía á embriagar con Bu aroma! Ved en este acontecimiento pintat!as la grandeza divina y la miseri~ humana; porque Dios obró con conocimiento da cama, y parece que nues. tros desdenes y crueldades hubi eran refinado su amor. Amar sin correspondencia, por sobre el desdén , t. pesar del odio, ese es el amor •ublirne, esa es la carid ad perfecta. Y después de que le hubimos dad o muerte, ¿fuimos, por ventura, des. heredados? Ah, n6, señores. ¡Qué rica herencia recibimos! ;Cuá.n pingüe patrimonio nos cupo en suerte 1 ¡Cuánto de ese inmenso tesoro podemos acopiar para nuestro provecho! Tratemos de hac er el recuento; abramos de nuevo el testamento del que cre6 el universo. i Qué encontramos 1 Una madre afligida y sola; unos pocos amigos ocultos, únicos depositarios de su ensefianza oral; una túnica ensangrentada; los in strumeutos de su suplicio, y un sepu lc·ro vacío. i Es esto todo 1 Pero Adán, sefiores, dej6 (,sus deseen. dientes un planeta en herencia; Alejandro un hemisferio; Cario Magno un continente. Sí, señores; pero el planeta pereció para sus usufructuarios con el diluvio , y el legado de los dos monarcas se desvaneció como el humo. En tanto que lo nuestro Veámos qué ha sido de ello. Aquella mujer huérfana, sola y desvalid a, es hoy Reina y Señora ele los Cielos y de la tierra: su poder es só lo sobrepujado por el de Dios. Aquellos ocultos dis. cípulos fueron lu égo héroes preclarísimos y fnnales luminosos de la hu. manidad. Aquella doctrina que parecía perdida, es hoy practicada por trescientos millones de inteligencias, y diez y ocho millones de mártires han sucumbido en los tormentos por guardarle fidelidad. Aquella cruz afren. tosa ha 8entaclo sus reales como soberana en toda la redondez del mundo civ ilizado, adornando la corona de los Reyes, el pecho de los Pontífices y de los grandes hombres, la cúpula de los más gmndiosos edificios, las tumbas, los palacios, las chozas. Y aquellos in strumentos de suplicio y aquel sepulcro solo, han sido disputados como tesoro inapreciable por pueblos, reyes y generaciones. Aquella simiente es hoy un árbol corpulento ; aquella fuente un océano; aquella chispa una inmensa hoguera. Y tódavía hay quien discute, señores, si el que espiró on esa cruz era Dios! : Después de veinte centurias hay quien pregunte si esa doctrina es verda. dera! Ciertamente, señores, on presencia de los que tal hacen, me explico las dudas de Darwin. Ni el ojo vi6, dice Sau Pablo, ui el oído oyó, ni el corazón humano puede comprender cuánto es lo que el Señor tiene reservado á sus fieles ijervidores. Esta descripción de la vida sobrenatural, es, sefiores, la más completa, p~rque todo lo dico al declann quo aquello es inexplicable. Si recordamos las larguezas del Creador y las prodigalidades del Redentor, podremos suponer cuáles serán las pompas del Glorificador; y si ea lo pasado todo ha sido, como tenía que ser, sublimo .V misteriqso, otro tanto habrá de acaecer en lo porvenir. El arcano de ]a futura suerte del hombre pierde toda su pavorosa

-21oscuridad visto con el prisma de la caridad divina; sin que yo quiera por esto iminuar una pretensios11. y ciega confianza, porque ya lo dijo quien era maestro en estt\S materias: Dios que no necesitó do nosotros pam crearnos y redimirnos, no puede, señores, abrirnos lns puertas de su reino sin nuestra cooperación. Pero el amor es para Él llave poderosa, y al que ama mucho, mucho también le perdona; por lo cual, sin entrar á escudriñar los decretos divinos podemos decir que la eterna glorificación es una operación en que al bo~hre toca parte no pequeña, y que los que no practiquen lo que atrás llamé caridad ascendente, serán eternamente ciegos. La creac16n y la redención fueron una gracia, y las gracias se pued en otorgar ú voluntad del que las di•pensa. En tanto que la glorificación envuelve además el carácter de recompensa., y ésta no se concede sino al que la merece. No puedo, señores, ni debo decir más en este asunto. El terreno es resbaladizo, y las alturas en que me cierno no se hicieron para ser contempladas por el hombre eu su corrupt.iblevestidura. He sido impert.ioeute y atrevido tratando de est.a~ materias en presencia do oyentes tan distinguidos y de algunos muy ilustres. Vuestra benevolencia y mi buena intención me servir6.n de escudo. Hemos visto la caridad ex istente en Dios como en su foco ; vamos >Í. verla en el bom hre como en su reflejo. Y desde luégo consideremos el curso de aquella fuentec ill a que brotó en el Calvario del pecho de un Dios al golpe de una lanza, muy más fecunda y sal udable que aquella con que regaló la roca á los sedientos peregrinos de Israel. Esta refrigeró á un pueblo; aquélla ba deleitado á muchas generaciones. Sirvió le de cuna, como he dicho, el corazón de un Dios; fué luégo escondido arroyo que, acresoido en su curw, all egó muchas aguas, basta convertirse en hervoroso piélago que encumbra las ondas hasta el cielo y deposita allí sus blancas espumas. Aquellos contados discípulos que se ocultaron como liebres ante los furores del pueblo deicida., enardecidos por un influjo misterioso, salieron Je su re ti ro como n1gientes leones. Sus ojos lucían como dos ascuas; su rostro radiaba en fuerza de la conmoeión interior; tenían la voz rápida y vibrante, el anclar impetuoso, el ademán resuelto ; olvidaron el descanso y no se preocuparon sino con el combate; hicieron cosas :~.ntes no vistas, dijeron cosas antes no oídas; en una pahbra, señores, e3tos hombres parecían locos. i Lo estarían en efecto 1 Sí, señores ; locos estaban; locos con una locura santa; locos con uua locara que ha salvado á muchos cuerdos y de que nunca adolecen los necios: locos con la locura de la cruz! El sacro fuego prendió en brevo, y el saludable contagio se hizo general, á pesar de los hombres cegados por el gentilismo, á pesar de los Césares embriagado~ por el orgullo, á pesar de los demonios asusados por el peligro. Buenos y malos se lan zaron al com.bate con igual ardor, pero, ¡con cuán distintas armas y cuán diferentes so ldados! E l genio del mal apoyado en el Oésar y sus legiones, combatía con el fuego, con el veneno, con el asesinato. Sus libidinosos y embrutecidos ageotes recorrían el mundo como frenéticos, hundiendo su espada con igual indiferencia en el blanco pecho de las vír. genes y en el tembloroso cuello de los ancianos; y cuando su brazo se cansaba de herir, buscaban un condigno reemp lazo en la • hambrientas fiera• de los bosques, mils nobles á las veces que los sanguinarios verdugos. De parte del Mal estaba la fuerza bruta, la universal preocupación, el libertinaje desenfrenado, el interés egoísta. En tanto que los amadores de Cristo

-22opouían s6lo 1a oración ferviente, el heroísmo silencioso, la austera penitencia; y en sus escasos escuadrones se veían confundidos los tiernos niños, la~ tímidas doucell¡u¡ y los inofensivos levitas. Pero esos escuadrones esta. ban impulsados por un huracán de fu~go con que no contaban los contrarios; y por eso crecieron tanto, y por eso lo arrollaron todo CoiJ maravilla y espaa to de las gentes. ¡ Qué prodigios ejecutaron: ¡ Qué medios pusieron por obra: ¡Qué desarrollo y variedad dieron al combate: Ved aquella joven virgen , ornato de un hogar t>puleoto. Por doquiera cruje l!t seda en su morada; el oro ha corrido á raudales por sus manos; el mundo se le presenta halagador y aparatoso como atrayente sirena; no conoce de él sino de oídas sus miserias, sus llagas, sus deformidades; la vida es para ella ún regalado sueño, y á su regia estancia no penetran los ayes ni los gemidos del pobre. De repente 8iente brotar en su corazón el fuego de la caridad, y aco metida por aquella santa locura de que antes o~ he haLlado, arranca bs preciad~s joyas, abandona los lujosos arreos, corta sus largos cabellos, y vestida con un tosco sayal y abrigando su cabeza con u u blanco lioo, dice eterno adi6s á los esplendores de su vivienda, y se lan za resuelta y alegremente á luchar con el dolor y con la desventura; Aquí enjuga éariñosa las lágrimas del desheredado, acalla su hambre, viste su desnudez y despierta su resignaci6n. Allí acorre al moribundo, dismi. nuye sus angust.ias, recibe su úl\imo suspiro y le acicala con la mol'tuoria vestidura. Allá se constituye en madre cariñosa del niño abandonado, con. sagrándo le los días y las ~oches, fortaleciendo su cuerpo é ilustrando su iuteligencia. Aquella delicada, doncella quo antes pisaba alfombras y vivía entre perfumes y regalf:?s, es hoy moradora de un hospital de sangre, de una inclusa en que uo hay descanso, cnando no está en lof' caro pamentor. des'\fiando la. muerte á trueque de calmar algún infortunio: Y osto no se hace por un

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