MEMORIA PRESTADA EL HOLOCAUSTO EN LA NOVELA ESPAÑOLA CONTEMPORÁNEA: LOS CASOS DE SEFARAD

MEMORIA PRESTADA EL HOLOCAUSTO EN LA NOVELA ESPAÑOLA CONTEMPORÁNEA: LOS CASOS DE SEFARAD DE MUÑOZ MOLINA Y EL COMPRADOR DE ANIVERSARIOS DE GARCÍA ORTE

0 downloads 4 Views 677KB Size

Recommend Stories


SEFARAD O LOS QUE PERDIERON EL SITIO
1 SEFARAD O LOS QUE PERDIERON EL SITIO (LEYENDO LA NOVELA DE ANTONIO MUÑOZ MOLINA) 2 ÍNDICE Presentación ………. 3 Biografía. ………. 4 Sefarad: temas

HISTORIA Y MEMORIA DESPUÉS DE AUSCHWITZ CAPÍTULO UNO. Historia y Memoria: En la Sombra del Holocausto
www.cholonautas.edu.pe / Módulo virtual: Memorias de la violencia HISTORIA Y MEMORIA DESPUÉS DE AUSCHWITZ Dominick LaCapra* CAPÍTULO UNO Historia y M

en el peor de los casos, en catastróficos naufragios
Para situar y localizar un punto sobre la superficie de la tierra, la esfera terrestre se ha dividido en una serie de líneas imaginarias denominadas p

EN LA NOVELA HISTÓRICA
MADRID EN LA NOVELA HISTÓRICA MADRID EN LA NOVELA HISTÓRICA Presentación .................................................................3 Época

La novela moderna en el Quijote
From: Cervantes: Bulletin of the Cervantes Society of America, 27.1 (Spring 2007 [2008]): 201-26. Copyright © 2008, The Cervantes Society of America.

Story Transcript

MEMORIA PRESTADA EL HOLOCAUSTO EN LA NOVELA ESPAÑOLA CONTEMPORÁNEA: LOS CASOS DE SEFARAD DE MUÑOZ MOLINA Y EL COMPRADOR DE ANIVERSARIOS DE GARCÍA ORTEGA

MARIJE HRISTOVA – DIJKSTRA

[Foto de la portada: Momunento a las víctimas del Holocausto (2007). Parque de Juan Carlos I. Madrid. © Javier1949. Flickr]

Memoria prestada. El Holocausto en la novela española contemporánea: los casos de Sefarad de Muñoz Molina y El comprador de aniversarios de García Ortega by Marije Hristova is licensed under a Creative Commons Attribution-NonCommercial-NoDerivs 3.0 Unported License.

2

MEMORIA PRESTADA EL HOLOCAUSTO EN LA NOVELA ESPAÑOLA CONTEMPORÁNEA: LOS CASOS DE SEFARAD DE MUÑOZ MOLINA Y EL COMPRADOR DE ANIVERSARIOS DE GARCÍA ORTEGA

MARIJE HRISTOVA – DIJKSTRA

Tesina de maestría (‘doctoraal’) Filología hispánica Universidad de Ámsterdam 31 de julio de 2011 Coordinador: dr. Pablo Valdivia Martín Segundo lector: dr. Antonio Sánchez Jiménez

Marije Hristova – Dijkstra 6225004 marije.hristova[at]gmail.com

3

 ÍNDICE

1.

Introducción

3

2.

La memoria del Holocausto en el siglo XXI

7

2.1 La memoria del Holocausto en Europa

7

2.2 El Holocausto en la literatura

11

2.3 La memoria del Holocausto en España

13

2.4 La narrativa del Holocausto en España

20

Sefarad de Antonio Muñoz Molina

27

3.1 Historia europea desde perspectiva española

30

3.2 Narrar el Holocausto

32

3.3 Primo Levi

35

3.4 Personajes híbridos

41

El comprador de aniversarios de Adolfo García Ortega

45

4.1 Memoria prestada

48

4.2 Auschwitz está demasiado cerca: perspectiva española

51

4.3 Entre ficción y realidad

54

5.

Conclusión

57

6.

Obras citadas

65

3.

4.

1

INTRODUCCIÓN

Durante muchas décadas la memoria del Holocausto ha sido una memoria ajena al colectivo español (Mate 1998). Esto no sorprende si pensamos que en los años cuarenta España ya estaba sometida bajo una dictadura autárquica y cerrada que iba a durar hasta 1975. A pesar de las atrocidades sufridas bajo la propia dictadura, la mayoría de los españoles no tuvo experiencias directas con la política exterminadora del Tercer Reich. Es cierto que un grupo pequeño sí tuvo experiencias propias: unos luchando en el frente nazi y otros recluidos en los campos de concentración. Pero la memoria de estas personas no ha dado lugar a una memoria del Holocausto o de la Segunda Guerra Mundial en España. La memoria de los que sufrieron la represión en los campos nazi quedó ajena al colectivo español, salvo para los exiliados que se vieron destinados a los campos.1 La memoria de los soldados que lucharon en el frente del Este, por otra parte, fue insertada en la conmemoración de ‘los caídos por España’, es decir los soldados ‘nacionales’ que murieron durante la Guerra Civil española. Por lo tanto, la desmemoria del Holocausto se alinea con la desmemoria de las víctimas republicanas de la Guerra Civil española. A pesar de la ausencia de una cultura de memoria del Holocausto es notable que en los últimos años, grosso modo a partir del 2000, la novela del Holocausto ha conocido un notable auge en la literatura española (Gómez López-Quiñones y Zepp 2010; Steenmeijer 2009). ¿Cómo se narra una memoria ajena, pero tan importante, también literariamente, como la de Holocausto? En los países donde sí hay una memoria viva de la Segunda Guerra Mundial y del Holocausto, los escritores actuales son definidos como la segunda o la tercera 1

La memoria de Mauthausen y de sus sobrevivientes ha tenido siempre alguna presencia tras el desarrollo de la literatura testimonial. Sobre todo con la internacionalmente muy reconocida obra de Jorge Semprún. Un ejemplo más reciente es Tras Mauthausen (2007) de Mariano Constante. Estas novelas autobiográficas se basan sobre todo en la memoria individual.

INTRODUCCIÓN generación insertada en esa cultura de memoria del Holocausto tras las historias de sus abuelos y de sus padres (Franklin 2011; Hirsch 1997). Pero en el caso de los escritores españoles, si de algún colectivo de memorias traumáticas formasen parte, sería principalmente del de la memoria de la Guerra Civil española. En este trabajo de investigación nos centraremos en dos novelas españolas recientes que narran el Holocausto: Sefarad (2001) de Antonio Muñoz Molina y El comprador de aniversarios (2002) de Adolfo García Ortega. Lo que llama la atención en estas novelas son las referencias (intertextuales) a escritores icónicos que han narrado el Holocausto, entre los que destaca sobre todo Primo Levi. García Ortega parte de un personaje secundario que aparece en La tregua de Primo Levi y lo inserta como personaje principal de su novela inventándole una historia de origen y de porvenir. En Sefarad de Muñoz Molina, los escritores icónicos son tanto personajes novelísticos como fuente primaria de esta ‘novela de novelas’.

Partiendo de la idea de que la memoria del Holocausto es principalmente una memoria ajena al colectivo español, la necesidad de recurrir a la narrativa icónica de la memoria del Holocausto es tal vez fácilmente entendible. Sin embargo, las referencias icónicas se insertan en un contexto específicamente español. De allí, la pregunta principal que ha inspirado este trabajo es: ¿Cómo se representan los textos icónicos del Holocausto en la literatura española actual? El trasfondo teórico del planteamiento concierne el debate reciente entorno a la memoria y sus representaciones literarias, y, específicamente, a las incidencias entre la literatura del Holocausto por una parte y por otra la memoria en la literatura española actual. Dentro del marco teórico propuesto por Daniel Levy y Natan Sznaider (2006), el recurso a la narrativa icónica podría bien ser una evidencia de la globalización de la memoria del Holocausto. Al contrario, Michael Rothberg (Rothberg 2009) aboga por una sensibilización en torno a los enlaces 'multidireccionales' de la memoria, en la que la memoria del Holocausto posibilita la articulación de otras historias de víctimas. Pero aparte de los diferentes modelos de la memoria transnacional, la memoria histórica de la Guerra Civil española se presenta como un marco muy específico para entender la representación del Holocausto en la literatura española. El primer capítulo es un artículo introductorio en el que expondremos la historia de la memoria del Holocausto en Europa y en España, tanto como los diferentes lazos históricos que tenemos que considerar cuando hablamos del Holocausto en España. Aunque el 4

MEMORIA PRESTADA Holocausto mismo, aquí entendido como la Shoah (término bíblico preferido por el colectivo judío) o la ‘Solución final’ (término eufemístico procedente de los nazis), no involucró al colectivo español, no deberíamos olvidar la importante relación entre España y los regímenes del Eje durante los años cuarenta. Además, nos adentraremos en la memoria del Holocausto en el género de la novela. En los siguientes dos capítulos se presentarán los análisis de respectivamente Sefarad y El comprador de aniversarios. Para el análisis se partirá de un 'close reading' de ambas novelas. El propósito aquí no es el de la mera comparación, sino el del análisis detallado de las representaciones de referencias icónicas como por ejemplo Primo Levi, con el fin de revelar la particular lectura realizada sobre el escritor. Algunas preguntas parciales son: ¿Qué textos icónicos del Holocausto se recogen? ¿Hay referencias explícitas a un contexto español por parte del narrador o de los personajes principales? ¿Cuál es el centro de interés en las representaciones de las referencias icónicas? Finalmente, en el último capítulo expondremos algunas líneas de comparación que establecen un conjunto de conclusiones generales sobre la novela del Holocausto en España, al mismo tiempo que se proponen nuevos posibles hilos conductores para investigaciones futuras. El presente interés en torno al Holocausto por parte de los escritores españoles promete un campo de investigación mucho más amplio en el que el análisis de las dos novelas que aquí se presentan cubre solamente un pequeño espacio.

5

2

LA MEMORIA DEL HOLOCAUSTO EN EL SIGLO XXI

2.1 LA MEMORIA DEL HOLOCAUSTO EN EUROPA

El discurso generado en torno a la memoria del Holocausto es hoy día uno de los puntos de referencia más importantes para articular la representación histórica y sentimental del conjunto de la memoria europea. Aunque pueda parecer lo contrario, la recuperación de la memoria histórica del exterminio en masa, de lo que supuso Auschwitz o de la industrialización de la muerte llevada a cabo por el régimen de Hitler, se ha realizado de manera relativamente reciente. Tal y como sostiene Tony Judt en el epílogo de su magnífica obra Posguerra. Europa después de 1945 ‘todos los países europeos crearon su propio síndrome de Vichy’ (Judt 2005, 808). Siguiendo a Judt podemos afirmar que la recuperación de los testimonios y la memoria de aquellos, que fueron víctimas del genocidio llevado a cabo contra los judíos, sorprendentemente no fue objeto de la atención de historiadores e intelectuales en la inmediata posguerra. En este sentido, como expone Tony Judt en el epílogo de este libro, la representación de las trágicas consecuencias de la Segunda Guerra Mundial se realizó en la mayoría de las naciones europeas mediante la recuperación de una abstracta imagen de sufrimiento nacional mientras que se dejó la persecución y aniquilación del pueblo judío en un segundo plano. De esta manera se procedió en países como Bélgica, Holanda y Francia a la glorificación de las víctimas nacionales de la contienda a través de la mitificación de la historia de la resistencia anti-fascista. Como consecuencia de este énfasis en el sufrimiento nacional, los judíos supervivientes fueron prácticamente relegados a un plano de invisibilidad y anonimato. Una de la repercusiones directas de la existencia de un contexto como el que acabamos de describir fue la negación de la posibilidad de que se escuchara la voz de los

LA MEMORIA DEL HOLOCAUSTO EN EL SIGLO XXI judíos que sentían la necesidad de ofrecer su testimonio. Tony Judt ejemplifica este “clima” con la recepción de la narración más emblemática sobre el sufrimiento judío en los campos de exterminio. Nos referimos a Se questo è un uomo (Si esto es un hombre) de Primo Levi. No deja de resultar curioso el hecho de que el libro fuera rechazado por la principal editorial de izquierdas italiana en 1946. En aquel entonces parece ser que se estimó que la narración de la detención del mismo Primo Levi, un judío italiano superviviente de Auschwitz, no cabía dentro del marco del discurso predominante sobre los héroes de la resistencia antifascista italiana. En cambio, en 1947 sí se publicó en una editorial pequeña, De Silva, una tirada de 2500 ejemplares. La traducción al inglés no salió hasta el 1959, también con una tirada muy baja, aunque su distribución en los Estados Unidos aún esperaría unos veinte años más (Judt 2005, 807). Se questo è un uomo no fue objeto de mayor interés hasta la muerte de Primo Levi en 1987. En este mismo año también salió la primera traducción al castellano por Pilar Gómez Bedate. A pesar de todas las dificultades que tuvo que superar este libro para poder alcanzar la difusión que se merecía, hoy día su autor, Primo Levi, ha alcanzado la posición de hito imprescindible en lo que se refiere a la literatura y la memoria del Holocausto (Todorov 2005, 177). No obstante, pese al muy tardío reconocimiento de la narrativa de Primo Levi, también es preciso señalar que observamos un cambio en el proceso de recuperación de la memoria de la Segunda Guerra Mundial en Europa durante los años sesenta debido al importante juicio llevado a cabo contra Adolf Eichmann en Israel y al proceso de Auschwitz en Frankfurt. Después, en las décadas de los años setenta y ochenta, el reconocimiento del sufrimiento de los judíos y la recuperación de la memoria del Holocausto fueron estimulados por producciones cinematográficas como la mini serie Holocaust dirigida por Marvin Chomsky (1978) o el famoso extenso documental Shoah de Claude Lanzmann (1985), por citar algunos ejemplos. Como hemos destacado anteriormente, será en estos mismos años cuando la obra de Primo Levi obtenga una mayor divulgación. Después de la caída del bloque comunista a partir de 1989 se puede constatar un giro en el fenómeno que hemos expuesto hasta ahora. El Holocausto pasa a partir de este momento a ocupar una posición central como elemento desde el que articular la recuperación de la memoria histórica europea reciente. De este modo, el discurso de recuperación de la memoria del Holocausto ha sido institucionalizado gracias a conmemoraciones nacionales e internacionales, museos, memoriales y monumentos. Este proceso institucional de recuperación de la memoria histórica del genocidio judío, que hasta entonces había sido encarnada por los supervivientes, durante los años noventa, se transformó dejando de ser un 8

MEMORIA PRESTADA testimonio transitorio (‘memoria comunicativa’ en términos de Aleida Assmann) para convertirse en ‘memoria cultural’: un espacio discursivo duradero fuertemente arraigado en el ámbito de lo público y de la cultura europea. En relación con lo anterior, según Aleida Assmann, la evolución de la “memoria del Holocausto” es la ‘de represión total a la obsesión global’ (Aleida Assmann y Conrad 2010, 98). También Enzo Traverso ha señalado que la memoria del genocidio de los judíos hoy día cubre casi todas las demás “memorias” en el espacio público (Aleida Assmann y Conrad 2010, 98). Assmann incluso va más allá y distingue que, al principio del siglo veintiuno, la “memoria” del Holocausto es ya un fenómeno global. Otros autores, como es el caso del sociólogo español Alejandro Baer (2006) o los sociólogos estadounidenses Daniel Levy y Natan Sznaider (2001), emplazan las raíces de este proceso de globalización ya en los años noventa. Para ello, Baer describe lo que él llama la globalización, la universalización y la americanización del Holocausto como un proceso iniciado tras la construcción de un museo memorial del Holocausto en Washington D.C. Baer señala que la construcción de este museo se enfrentó a un problema difícil de resolver sobre cómo ‘trascender el carácter particular y grupal de la memoria de una tragedia, que hasta el momento se había concebido como “de los judíos”, hacia una memoria más universal con la que podía identificarse una amplia audiencia estadounidense no judía’ (Baer 2006, 77). La clave se encuentra, para Baer, en el hecho de que tras la construcción del museo, la noción del Holocausto se actualiza en la configuración de un discurso universal que se convertirá en modelo y que operará a nivel ideológico como punto de referencia de lo que supone la persecución y el exterminio. Siguiendo la misma línea argumentativa, Levy y Sznaider (2001) señalan cómo el Holocausto da lugar a una memoria universal, global y cosmopolita. Basándose sobre todo en la difusión mediática del Holocausto, señalan cómo la memoria del Holocausto se encontrará ahora ligada al discurso de los derechos humanos. El recuerdo y la recuperación de los testimonios de las atrocidades cometidas contra los judíos durante la Segunda Guerra Mundial funciona, por tanto, como un “imperativo moral discursivo”. Esta noción de “memoria del Holocausto” halló en la crisis de Kosovo en 1998-1999, por ejemplo, un espacio donde ejerció esta función de “imperativo moral” de la que acabamos de hablar. En este sentido, según dichos autores, la crisis de Kosovo es el momento fundacional en el proceso de la “universalización” del Holocausto. Por primera vez, ‘las “lecciones del Holocausto”, la protección de los derechos humanos y la necesidad de prevenir el genocidio’ fueron imperativos morales discursivos que operaron como justificación de una intervención militar (Levy y Sznaider 2006, 165). Resulta llamativo que los críticos alemanes que antes 9

LA MEMORIA DEL HOLOCAUSTO EN EL SIGLO XXI habían rechazado tales usos como la “instrumentalización del Holocausto”, en este nuevo contexto aplaudieron la universalización de la memoria del Holocausto (Levy y Sznaider 2006, 166). Para Aleida Assmann, el año 2000 es muy importante. Cuando el 27 de enero la “Fuerza de Tareas Internacional para la Memoria del Holocausto” invitó a dieciséis naciones en Estocolmo para discutir y definir un marco común para la conmemoración y la educación del Holocausto se inició un nuevo paradigma. Cinco años más tarde, el Parlamento Europeo declaró el día de la liberación de Auschwitz, el 27 de enero, como un día de conmemoración europeo. Haciéndonos eco de las ideas de Tony Judt, el reconocimiento del Holocausto y la participación en la recuperación de su memoria se han convertido, en buena medida, en un ticket de entrada para la Unión Europea (Judt 2005, 803). Por todo ello, teniendo en cuenta lo expuesto hasta ahora, creemos necesario diferenciar lo que por un lado es la “universalización” o la “globalización” de la memoria del Holocausto y, por otro lado, la “europeización” del Holocausto. En el caso de la “universalización”, señalada por Baer, Levy y Sznaider y Assmann, se hace referencia al proceso en el cual la memoria del Holocausto se convierte en una metáfora o una referencia moral de la violación extrema de los derechos humanos. El Holocausto como icono global se usa frecuentemente para llamar la atención sobre otros procesos traumáticos y otras atrocidades. Assmann lo define como un ‘free-floating signifier’ (Aleida Assmann y Conrad 2010, 114). Por otra parte, la “europeización” de la memoria del Holocausto se refiere al proceso mediante el que la memoria del Holocausto se ha convertido en una de las principales referencias discursivas de la identidad europea. Tony Judt termina su espléndido ensayo, ‘From de House of the Dead’, subrayando los enlaces entre la Europa contemporánea y Auschwitz cuando escribe:

‘If in the years to come we are to remember why it seemed so important to build a certain sort of Europe out of the crematoria of Auschwitz, only history can help us. The new Europe, bound together by the signs and symbols of it's terrible past, is a remarkable accomplishment; but it remains forever mortgaged to that past. (…) “European Union” might be a response to history, but it can never be a substitute’ (Judt 2005, 830-831). Por tanto, siguiendo a Judt, podemos afirmar que la “europeización” del Holocausto está íntimamente ligada al proceso de la integración económica y política de Europa que utiliza la experiencia real de la Segunda Guerra Mundial como elemento de cohesión de su territorio .

10

MEMORIA PRESTADA 2.2 EL HOLOCAUSTO EN LA LITERATURA

Las representaciones novelísticas del Holocausto son muy diversas y es difícil llegar a una subdivisión del género. La historia de la novela del Holocausto está, en buena medida, ligada con la historia de su tardío impacto, como ya he expuesto anteriormente. Durante las primeras décadas tras el final de la Segunda Guerra Mundial existió un cierto ambiente de negación de los relatos testimoniales del Holocausto. Los supervivientes sí querían contar su historia, pero hubo pocos que quisieran escucharlos. Es preciso que tengamos en cuenta que la narrativa de la primera generación se empieza a publicar en los años sesenta. La novela del Holocausto vino a ocupar una categoría distinta dentro de la literatura producida sobre la Segunda Guerra Mundial y tan sólo se desarrollaría a finales de los años setenta y durante los años ochenta. Por otra parte, su desarrollo está estrechamente ligado con su apropiación comercial dentro de la cultura occidental. Hollywood tuvo una cierta importancia en la popularización del tema, aunque también engendró una discusión feroz acerca la trivialización del Holocausto como un cliché barato (Sicher 2005, xiii). La dificultad de narrar y de representar el Holocausto es un tema de debate recurrente. Generalmente la literatura del genocidio se diferencia de otras modalidades literarias en el hecho de que está estrechamente ligada a la realidad histórica. La invención total de tales horrores cruzaría la frontera de lo éticamente aceptable para muchos críticos. Por ello la novela del Holocausto pone su centro especial de atención en torno a temas como la escritura de la Historia, la representación de atrocidades y la diferencia vaga entre la autobiografía y la ficción (Franklin 2011; Sicher 2005). La mayoría de los autores son supervivientes o descendientes de supervivientes del Holocausto. Para categorizar las diferentes aproximaciones proponemos la subdivisión en generaciones más común: la primera generación de supervivientes que vivió los horrores del Holocausto; la segunda generación, es decir los hijos de los supervivientes; y, de manera más reciente, se ha debatido sobre la existencia de una tercera generación, la de los nietos. Existen algunas diferencias muy importantes entre unas generaciones y otras. Mientras que para la primera generación hubo un ‘antes’ del Holocausto, para la segunda generación todo empieza con el Exterminio. Estos últimos son los que crecieron con los efectos postraumáticos de los padres y desconocen la historia familiar de las generaciones mayores (Sicher 2005, xviii). La tercera generación viene a ser un grupo de escritores con un interés especial en la estética: un tema tabú en la literatura del Holocausto desde la frecuentemente citada negación de la

11

LA MEMORIA DEL HOLOCAUSTO EN EL SIGLO XXI poesía después de Auschwitz por Theodor Adorno.2 Ruth Franklin no los clasificaría entre los novelistas del Holocausto ya que, aunque siempre tocan el tema, éste nunca llega a ser el foco central de atención (Franklin 2011, 237). Sus narraciones están basadas en las historias familiares, pero a la vez han conocido el Holocausto a través de otros libros y a través del cine. Un ejemplo representativo de este grupo de escritores es el novelista estadounidense Jonathan Safran Foer con su novela Todo está iluminado (Everything is illuminated (2002)). Aquí el Holocausto ocupa el centro de interés a la vez que es aproximado, en un doble juego, desde fuera ya que la historia está narrada por un personaje externo a la historia familiar judía. Por su parte Efraim Sicher (2005) omite la existencia de una tercera generación, pero añade a esta clasificación de la novela del Holocausto, la categoría de la novela histórica o novela documental, escrita por aquellos que no son testigos ni familiares de supervivientes. Además, distingue la categoría de la novela de los “holocaustos” posmodernos, que borran las fronteras temporales, geográficas y raciales. Para él algunos ejemplos los constituyen Ruido blanco de Don DeLillo o Eve's Tattoo de Eva Prager3 (Sicher 2005, xviii-xxii). Es cierto que aquellos autores que no pueden depender de su memoria personal o familiar como material literario, tienen que recurrir a otras formas para representar el evento. Pero esto conlleva ciertos riesgos ya que, como subraya Jessica Lang, ‘stories centered on memorializing the Holocaust through non-Jews (Emily Prager’s Eve’s Tatoo, 1998), fetishizing the Holocaust (Philip Roth’s The Ghost Writer, 1979), and laughing at the Holocaust (Roberto Benigni’s “Life Is Beautiful,” 1997) have produced a range of controversies and critiques’ (Lang 2009, 44). Lang introduce la siguiente paradoja: al morir los últimos testigos, el Holocausto está cada vez más sujeto de la imaginación (44). En conclusión podemos afirmar que al principio del siglo XXI nos encontramos ante un horizonte repleto de paradojas y de intensas problemáticas en lo que se refiere a la memoria y a la literatura del Holocausto. Por un lado constatamos que hay una presencia abrumadora de representación del Holocausto en la literatura y en la memoria cultural. Por otro lado el testimonio vivo y directo de la memoria del Holocausto está muriendo con los últimos supervivientes. La principal consecuencia de esta situación estriba en el hecho de que el Holocausto se haya convertido, con un poder cada vez mayor, en un espacio discursivo 2

Las palabras exactas de la negación son ‘Nach Auschwitz ein Gedicht zu schreiben, ist barbarisch’ y datan de 1949. Ruth Franklin señala cómo estas palabras se arrancaron de su contexto original (una crítica literaria Marxista) tras las múltiples citas e interpretaciones. Ahora, se entienden como una prohibición general de cualquier literatura imaginativa del Holocausto, ‘a condemnation of the moral callousness of aestheticizing horror’ (Franklin 2011, 3). 3 La novela de Prager no se ha traducido al español.

12

MEMORIA PRESTADA fuertemente ligado al paradigma ético de un conjunto de imperativos categóricos morales sobre los que se articula el discurso universal de los derechos humanos. No debemos olvidar el carácter relativo del ámbito de actuación de la noción de Holocausto como imperativo categórico moral universal porque, si bien es cierto en el contexto de Europa Occidental y de los Estados Unidos esta noción opera de forma plena, también es preciso tener en cuenta que por ejemplo en América Latina o en Asia (Jeffrey Alexander, mencionado en Aleida Assmann y Conrad 2010, 107) no funciona de la misma manera. Quizá, en este sentido, es necesario tener muy presente que, como apunta Efraim Sicher, al final de su introducción en The Holocaust Novel, aún no hay un acuerdo universal sobre qué apropiación del Holocausto es legítima (Sicher 2005, xvii). En nuestra opinión es aquí donde se encuentra el centro de debate sobre la representación y articulación de la noción del Holocausto en la actualidad. La conclusión de Sicher sigue siendo válida ahora, seis años después de su publicación. El debate sigue abierto.

2.3 LA MEMORIA DEL HOLOCAUSTO EN ESPAÑA

La memoria del Holocausto en España está estrechamente ligada a la memoria de la Guerra Civil española y del franquismo. Por una lado, ya durante la Guerra Civil la Alemania de Hitler y la Italia de Mussolini prestaron apoyo militar y logístico al ejército rebelde fascista sublevado bajo las órdenes del general Francisco Franco. Los lazos entre la España de Franco y las potencias del Eje no sólo se habían establecido tras la ayuda de éstos en la Guerra Civil, sino también habían servido de inspiración ideológica. ‘En la construcción del Estado franquista, el periodo del conflicto mundial, y especialmente los años 1939-1942, corresponde a la fase más germanófila del régimen’ (Rozenberg 2010a, 56). Al comienzo de la Segunda Guerra Mundial, el nuevo régimen se declaró “estrictamente neutral” en el conflicto. Sin embargo, después de los avances rápidos de las potencias del Eje, Franco cambió la postura inicial a la de no-beligerancia, con la expectativa de posibles adhesiones territoriales.4 Las ayudas a Alemania, con la exportación ilimitada de wolframio español también era un estímulo para la economía nacional totalmente devastada por la Guerra Civil española. Aparte, en 1941 se envían 18.000 voluntarios falangistas en la División Azul para combatir en el frente del Este, ayudando, según la retórica del régimen franquista, a la 'lucha 4

Oficialmente, Franco difundió una postura de conveniencia que se justificaba con la defensa de la idea de que tres guerras, según él, se estaban desarrollando simultáneamente. En la guerra del Eje contra el comunismo, Franco era favorable al Eje; en la guerra entre el Eje y los Aliados, Franco era estrictamente neutral y por último, en la guerra contra Japón, se posicionaba en el bando de los Aliados.

13

LA MEMORIA DEL HOLOCAUSTO EN EL SIGLO XXI contra el comunismo'. Con el cambio del panorama de la guerra, a partir de 1942, volvieron a reorientar la posición del régimen hacia la neutralidad. Aunque no fue un proceso lineal, poco a poco se iban reduciendo las facilidades que habían concedido a las potencias del Eje. Tras ese momento, Franco hasta concederá facilidades a los Aliados, como por ejemplo cuando posibilitó el paso por el territorio español a diversas categorías de individuos en tránsito: refugiados del nazismo y combatientes de las fuerzas de liberación (Rozenberg 2010b, 215). Por otra parte, muchos de los republicanos españoles que habían salido al exilio fueron recluidos en los campos de concentración franceses. Algunos vieron posibilidades de juntarse desde allí a los grupos de resistencia francesa, pero, tras la posición colaboradora de Vichy, muchos otros se vieron directamente deportados de los campos de concentración franceses a los campos alemanes. Ángeles Egido León, historiadora que entre otras se interesa por la memoria de las víctimas de la Guerra Civil, recoge estas experiencias en Españoles en la Segunda Guerra Mundial (Egido León 2005). Con el motivo del 60 aniversario del final de la Segunda Guerra Mundial, que según la autora no recibió bastante atención en España, Egido León nos señala un amplio abanico de experiencias de los exiliados españoles en los campos franceses y alemanes, la resistencia francesa y la Legión Extranjera. Una tercera línea en la experiencia de los españoles durante la Segunda Guerra Mundial es la de los judíos. La historia más contada, ya durante el franquismo, es la del diplomático de la embajada española en Budapest Ángel Sanz Briz. En Un español frente al Holocausto (Carcedo 2000), el periodista Diego Carcedo traza los pasos de Sanz Briz durante esos años durísimos en los que logró salvar a miles de judíos de origen Sefardí, pero también a otros, otorgándoles la nacionalidad española. Es una historia que nos recuerda a la lista de Schindler: la bondad de un individuo frente a la barbarie de la Historia. La historia fue utilizada por el gobierno de Franco para recobrar algún prestigio tras la Segunda Guerra Mundial y después de 1945. La recepción de miles de refugiados judíos en tránsito sin discriminación racial, forjó ‘la imagen de un Franco filosemita’ (Rozenberg 2010b, 213). No obstante, desde mediados de los años setenta esta visión apologética de la salvación de los judíos por el franquismo fue desacreditada por nuevos estudios. Aún así, Bernd Rother señala cómo el mito de la salvación de los judíos por Franco quedó tan bien establecido que perdura hasta hoy. Según Rother, el gobierno español estaba más interesado en proteger las propiedades de los judíos que en su libertad personal (Rother 2010; Rozenberg 2010b). Rother describe cómo en realidad los procedimientos burocráticos 14

MEMORIA PRESTADA en España redujeron el número de judíos que podían pedir la repatriación. La concesión de los documentos para obtener la nacionalidad española pasaba por un filtro político y el régimen franquista se negó sistemáticamente a otorgar visados colectivos. Los judíos que sí tuvieron ocasión de quedarse durante algún tiempo en España fueron ayudados por organizaciones humanitarias (Rozenberg 2010b, 221-226). La salvación de los judíos dependía entre otras del compromiso personal de los representantes diplomáticos en los países bajo dominio nazi. En otras palabras, personas como Ángel Sanz Briz actuaban por iniciativa propia. No obstante, el mito de la salvación de los judíos por el gobierno español fue estratégicamente planeado. Consiguieron que el Congreso Mundial Judío reconociera oficialmente a la España de Franco como un aliado y utilizaron esta historia activamente en una campaña de propaganda frente a los aliados occidentales (Rother 2010) y en 1949 cuando España quería mostrarse como un país digno de entrar en las Naciones Unidas (Friedman 1993, 424). En realidad el anti-semitismo en España conoce una historia larga, desde la prohibición oficial del judaísmo en 1492 pasando por la Inquisición hasta la época franquista.5 Aunque no se puede negar la ayuda de España a miles de judíos españoles y extranjeros, Danielle Rozenberg concluye su análisis subrayando que ‘al privar a varios miles de sefardíes de la nacionalidad española a la cual tenían derecho y retrasar deliberadamente la repatriación de ciertos grupos en espera, judíos “repatriables” según los propios criterios del Reich, España fue responsable de haber abandonado a una suerte trágica a un gran número de judíos españoles que podían haber sido salvados’ (Rozenberg 2010b, 248). Alejandro Baer, siguiendo al filósofo Reyes Mate, traza aquí también un enlace más filosófico que histórico en la expulsión de los judíos Sefardíes y ‘Los estatutos de limpieza de sangre’ como un precedente de los crímenes Nazi (Baer 2011, 97). Aunque el rescate de los judíos fue instrumentalizado para mejorar la apariencia del régimen frente a los países aliados, generalmente, la memoria de las víctimas de la Segunda Guerra Mundual fue silenciada durante todo el periodo franquista. Los fallecidos en el frente del Este fueron conmemorados junto a los demás ‘Caídos por la Patria’, es decir, las víctimas del Bando Nacional durante la Guerra Civil española. Pero las historias de las víctimas republicanas y judías estuvo totalmente ausente. Incluso a finales del siglo XX, el gobierno español otorgó subvenciones para recuperar los restos de fallecidos de la División Azúl en el frente oriental, mientras que negó subvenciones parecidas para recuperar las víctimas 5

Para una historia detallada veáse La España contemporánea y la cuestión judía (2010) de Danielle Rozenberg. Rozenberg señala ‘la constante instrumentalización de la herencia judía con fines políticos más o menos explícitos’ (Rozenberg 2010b, 15).

15

LA MEMORIA DEL HOLOCAUSTO EN EL SIGLO XXI republicanas de las fosas comunes en tierra propia. A pesar de que el régimen franquista nunca había sido antisemita en sus actos, la retórica del régimen durante la Guerra Civil y la Posguerra era claramente antisemita. Los enemigos declarados de la España 'una, grande y libre' eran los judíos, masones y comunistas. Aun así, era un anti-semitismo peculiar, debido a la falta de presencia física de judíos en la península. El historiador Xosé Manoel Núñez Seixas señala cómo los veteranos de la División Azul ayudaron a construir una versión oficial franquista de lo que había sido el Holocausto. Su experiencia en el frente del Este les había puesto en contacto con la población judía y la política de exterminio nazi. En sus cartas y memorias leemos una visión del pueblo judío totalmente conforme con la ideología nazi. No obstante, en autobiografías después de 1946, la cuestión judía no se suele mencionar. A partir de los años cincuenta el mito viene a ser que el soldado español de la División Azul no supo nada de los campos de exterminio y, todavía más, que demostraba una compasión abierta frente al judío maltratado (Núñez Seixas 2010, 79-81). De este modo, durante el franquismo, la historia del exterminio de los judíos fue reemplazada por una historia del español benévolo, que ayudó a los judíos tanto luchando en el frente del Este, como en el propio país, ofreciéndoles pasaportes y visados para luego cruzar el océano. Mientras que en la España franquista las víctimas republicanas de la Guerra Civil fueron totalmente silenciados, en el resto de la Europa Occidental la Guerra Civil española vino a ser el icono político de memoria del siglo veinte, por lo menos para las izquierdas (Diner 2010, 33). Sobre todo en las primeras décadas después de 1945, la memoria de la Segunda Guerra Mundial fue inicialmente ligada a la narrativa de la resistencia antifascista de las izquierdas, silenciando la memoria de los judíos que volvieron de los campos de exterminio y el icono más emblemático de la lucha antifascista fue la Guerra Civil española. Sin embargo, Dan Diner distingue la importante yuxtaposición que hay bajo la superficie de esta alianza: la yuxtaposición antropológica de dos formas de muerte. Una debida a la oposición política y la lucha ideológica y la otra como resultado de la destrucción completa lejos del conflicto, una aniquilación sin causa (Íbidem). Es solo en las últimas décadas que la memoria de Auschwitz ha eclipsado la memoria de la Guerra Civil española. No obstante, en España, la memoria hegemónica de la Guerra Civil nunca fue la del antifascismo. Durante los años de la dictadura, la memoria pasó de una narrativa triunfalista del bando nacional que liberó España de la anti-España de marxistas y judeomasones a una narrativa que exaltaba la paz, después de una guerra fratricida mejor olvidada. Mientras que el relato triunfalista nunca desapareció del todo durante la Dictadura, la exaltación de la paz y la reconciliación se convirtió en el relato que dominó el proceso de la transición democrática 16

MEMORIA PRESTADA hasta los años 90. Durante este último periodo se habla hoy día de un “pacto de silencio”, un pacto tácito para no hablar de los acontecimientos más atroces de aquella guerra fratricida. Aunque durante este periodo los historiadores sí empezaron investigaciones minuciosas acerca la represión durante la Guerra Civil y el franquismo en diversas localidades, estos relatos no llegaron a formar parte de una memoria hegemónica y de los discursos más amplios (Graham 2004, 323). Se puede decir que la memoria de la Segunda Guerra Mundial, para el colectivo español estrechamente ligado a la memoria republicana y la memoria del exilio, siguió la misma trayectoria. Mientras que la Segunda Guerra Mundial y la experiencia de los españoles durante la contienda sí fue objeto de algunos estudios históricos, no llegó a formar parte de un discurso memorialístico a través de conmemoraciones y museos hasta finales de los años 90. Aún así, a principios del siglo XXI el filósofo Reyes Mate sigue indagando en varios ensayos periodísticos y filosóficos sobre la falta de una memoria del Holocausto en España (Mate 2008, 142-143). Aún más, Alejandro Baer apunta a un antisemitismo persistente, ya que los españoles parecen incapaces de recordar y mencionar la destrucción de los judíos en los campos de exterminio nazis, sin recurrir a una crítica feroz hacía la política contemporánea israelí y la situación en Palestina. ‘Es un tic español, señalaba la escritora Elvira Lindo, mentar el problema entre israelíes y palestinos cada vez que en España se habla o se escribe sobre las víctimas del nazismo o sobre Auschwitz. (...) Según el discurso en los medios de comunicación, las víctimas de ayer se han convertido en la sombra de sus verdugos’ (Baer 2006, 241). Otros pensadores, como por ejemplo Pedro Ruiz Torres (Ruiz Torres 2007) apuntan a la diferencia entre la memoria antifascista y la memoria del Holocausto para explicar la ausencia de la última en España. No obstante, el arraigo de la memoria del Holocausto como una memoria cultural más duradera en la Europa Occidental en los años noventa coincide con la aparición en España de la llamada memoria histórica de las víctimas de la Guerra Civil española. Incluso el Holocausto aparece cada vez más como una metáfora para denominar la represión feroz durante la Guerra Civil. En 2003, los periodistas Montse Armengou y Ricard Belis plantean la pregunta “¿Hay un Holocausto español?” en el libro y documental, ambos titulados Las fosas del silencio. La obra no habla del Holocausto de la Segunda Guerra Mundial, sino que trata de aplicar la teoría del Holocausto a los crímenes de la Guerra Civil española. Recientemente, apareció también el libro del historiador e hispanista Paul Preston titulado El Holocausto español (Preston 2011). Este tipo de publicaciones se identifican más bien como un ejemplo de la universalización o globalización del Holocausto, señalado por Daniel Levy 17

LA MEMORIA DEL HOLOCAUSTO EN EL SIGLO XXI y Natan Sznaider (2001). El Holocausto viene a ser una metáfora para llamar la atención sobre otras atrocidades traumáticas. Más aún, Isabel Estrada señala en su artículo ‘To Mauthausen and Back: The Holocaust as a Reference in Spanish Civil War Memory Studies’ (2010), cómo los estudios acerca la memoria histórica de la Guerra Civil se apropian del vocabulario que se origina en los estudios del Holocausto. Estrada concluye cómo tras esta reapropiación tanto el Holocausto como la Guerra Civil española pierden su singularidad (Estrada 2010, 50) Los hispanistas Antonio Gómez López-Quiñones y Susanne Zepp, editores del reciente volumen acerca el Holocausto en la memoria española, buscan una posible explicación de la tardía aparición de una memoria del Holocausto en España en la reciente Ley de Memoria Histórica que introduce el colectivo español en la tendencia europea de restitución y memoria de crímenes contra la humanidad (Gómez López-Quiñones y Zepp 2010, 10). A la vez, se menciona la influencia de la traducción al español de obras canónicas como las novelas de Primo Levi, Jean Améry y Elie Wiesel, tanto como la apariencia de las grandes producciones cinematográficas como La lista de Schindler de Steven Spielberg y El pianista de Roman Polanski. Sin duda, todas estas producciones han tenido influencia en la aparición de una memoria del Holocausto en España. Sin embargo, habría que añadir alguna especificación cronológica. La Ley de Memoria Histórica se presentó a finales de 2006, casi dos años después de la instauración del día 27 de enero como día europeo de la conmemoración del Holocausto. La primera traducción al castellano de Se questo è un uomo de Primo Levi salió en el año 1987, la misma época en que la obra por fin recibió la atención debida en el resto de los países de Europa. La primera traducción de Elie Wiesel se publicó ya en el 1971 (Las puertas del bosque) seguido por La noche…el alba, el día en 1975. La obra de Jean Améry sí que salió por primera vez en español a finales de los años 90.6 Gómez López-Quiñones y Zepp presentan pues un abanico de posibles influencias, situadas entre los principios de los años 70 hasta ya entrados en el siglo veintiuno. Además, estas influencias no parecen diferenciarse demasiado de los textos más importantes y estimulantes de una memoria del Holocausto en el resto de los países europeos. La referencia que falta en este repaso es la de la película documental Shoah de Claude Lanzmann (1985). El autor mismo ya preguntó en el año 1988 si existía ‘algún "misterioso motivo" por el que Shoah seguía inédita en España en salas comerciales y de televisión, después de haberse exhibido en el mundo entero y de haber gozado de críticas entusiastas en 6

Levantar la mano sobre uno mismo en 1999 y Revuelta y resignación y Más allá de la culpa y la expiación en 2001.

18

MEMORIA PRESTADA prestigiosos medios de muy diferente signo’ (Rubio 1988). En 1988 se presentó el ya clásico documental en un único cine de Madrid, Torre de Madrid, con subtítulos en francés. No fue hasta el 1998, que el documental se estrenó con subtítulos en español en México (Gandler 2009, 164). El sociólogo Alejandro Baer añade a esta larga lista de posibles influencias en interés mediático en Violeta Friedman, superviviente de Auschwitz y residente en Madrid y su lucha contra León Degrelle, antiguo miembro de la Waffen-SS y líder prominente del movimiento neo-nazi belga en los años 90. Este caso también abrió el debate sobre la presencia de criminales Nazi en España (Baer 2011, 99). En general, no es fácil trazar el porqué de la tardía introducción de una memoria del Holocausto en España. Lo cierto es que la memoria del genocidio judío alcanza España cuando en el resto de Europa pasa a una forma más institucionalizada en los años 90. En ese momento se busca otra forma de seguir narrando los horrores de la ‘solución final’ debido a que los últimos testigos se están muriendo. No obstante, en España nunca hubo testigos judíos de los campos de exterminio. En este sentido hay una constante e irresuelta tensión entre lo que son las experiencias republicanas en Mauthausen y Buchenwald y por otra parte las experiencias en los campos de exterminio como Birkenau y Auschwitz (Diner 2010, 33). Notablemente, esta misma tensión se encuentra bajo un mismo marco temporal, cuando hablamos de la memoria antifascista y la memoria del exterminio judío. Es aquí donde podríamos encontrar otra posible explicación para la introducción tardía de una memoria del Holocausto en España en los noventa. En estos años la memoria hegemónica europea cambia el acento del testimonio a una narrativa más amplia, institucionalizada en museos, memoriales y lugares de memoria; en España, debida a la ausencia de testimonios de judíos españoles, no es hasta este momento cuando se hace posible conectar con las representaciones del Holocausto. Por otra parte, en esta época también surge la memoria republicana de la Guerra Civil española. La cuestión es, cómo esta memoria, que tradicionalmente se relaciona con los marcos de la memoria anti-fascista se relaciona con la ahora hegemónica memoria del Holocausto. Las múltiples conexiones entre la historia y la memoria de por un lado la Guerra Civil española y por otro lado la Segunda Guerra Mundial y el Holocausto inducen a pensar que el reciente interés sobre el Holocausto en España no es el mero resultado de la globalización o de la universalización del Holocausto como metáfora. Aún así, es difícil conectar la memoria del exterminio con la memoria de los republicanos en los campos de concentración Nazi. Sin embargo, España como miembro de la Unión Europea, también participa en las conmemoraciones europeas del Holocausto. A partir de 2006 se presentan discursos 19

LA MEMORIA DEL HOLOCAUSTO EN EL SIGLO XXI presidenciales y ministeriales en el día internacional del Holocausto, el 27 de enero. Además, el Holocausto ha llegado a formar parte del currículum escolar.7 Interesante desde esta perspectiva resulta también que el Memorial Democràtic en Barcelona. Este museo pone énfasis en la conexión entre la memoria de la Guerra Civil y del Holocausto, tras la introducción explícita de los lugares de memoria en Cataluña en una cronología de historia europea del siglo veinte. Así, la Guerra Civil española, la Segunda Guerra Mundial y las guerras en la antigua Yugoslavia vienen a ser elementos de una misma “historia” común. Danielle Rozenberg enlaza el interés y el creciente conocimiento del Holocausto en España con ‘el deseo de Europa’, que existía desde el tardío franquismo hasta la entrada en la Comunidad Europea. La reunión con los demás países occidentales significaba, hasta cierto punto, la renovación de los valores republicanos. A principios del siglo XXI se da un nuevo giro a la identidad europea en busca de los valores totalmente compartidos. ‘En ce sens, rejoindre la mémoire traumatique de l’Europe s’avère le plus court chemin vers un avenir commun’ (Rozenberg 2007, 64). Pero en España, como veremos en la reciente narrativa española del Holocausto, la memoria traumática de Europa está estrechamente ligada a la memoria traumática de la Guerra Civil española.8

2.4 LA NARRATIVA DEL HOLOCAUSTO EN ESPAÑA

La narrativa española del Holocausto se podría distribuir aproximadamente en dos grupos. El primer grupo abarca la literatura de testimonio de los supervivientes de Mauthausen y Buchenwald. El segundo grupo recoge los relatos de escritores totalmente ajenos a la contienda y la experiencia de los campos. En el primer grupo destaca el novelista Jorge Semprún. Aunque considerado novelista francés por muchos, al escribir mayoritariamente en francés y al residir en París desde 1945, Semprún es el escritor-superviviente español de los campos nazis más reconocido. Aún así, hay que tener en cuenta que él narra sus memorias del campo de Buchenwald, mientras que la mayoría de los republicanos españoles fue deportada a Mauthausen. Además, las memorias de los españoles supervivientes de los campos nazis se centran sobre todo en la deportación y en la vida de los antifascistas en los campos de concentración, algo que habría que diferenciar de lo que tradicionalmente se ha 7

Para un resumen de las iniciativas en España acerca la memoria del Holocausto, véase la página web de la International Task Force for International Cooperation on Holocaust Education, Remembrance, and Research: http://www.holocausttaskforce.org/memberstates/member-spain.html, consultado el 19 de mayo de 2011. 8 En varias conmemoraciones del Holocausto en España se ha incluído a representantes de los Republicanos que estuvieron en los campos de concentración, para establecer una relación entre España y la historia del Holocausto (Véase Baer 2011, 100-105).

20

MEMORIA PRESTADA tratado la narrativa del Holocausto. Notablemente, Ulrich Winter subraya que las primeras narraciones de supervivientes españoles de Mauthausen, como los de Amadeo Sinca Vendrell y Joaquim Amat-Piniella9, no son narraciones de víctimas, sino de héroes. Asimismo, Winter concluye que estos primeros textos no han contribuido a un discurso español del Holocausto, sino que han formado una base para las representaciones literarias y cinematográficas de la Guerra Civil española y la imagen propia de la izquierda española (Winter 2010, 113). Las contribuciones al segundo grupo de narrativa española del Holocausto son objeto del presente estudio. Son los relatos sobre el Holocausto de escritores contemporáneos españoles totalmente ajenos a la experiencia de los campos. A diferencia de la mayoría de los escritores que han narrado el Holocausto, estos novelistas españoles no tienen ningún vínculo familiar o histórico con la Segunda Guerra Mundial. Ellos han conocido la historia de los campos nazis tan solo a través de libros de historia, de novelas y de representaciones cinematográficas. Sus novelas cabrían dentro de la categoría de novela histórica o novela documental, distinguida por Efraim Sicher (2005). Es a partir de 1997 cuando, según el hispanista Maarten Steeenmeijer, empiezan a publicarse ‘con cierta frecuencia novelas españolas que se vertebran en torno al nazismo y el Holocausto’ (Steenmeijer 2009, 203). Las novelas mencionadas por Steenmeijer no constituyen según él una lista espectacular ni en sentido cuantitativo, ni en sentido cualitativo: es una lista de ocho novelas no siempre escritas por los novelistas españoles más eminentes. Aún así, la lista no carece de interés debido a la ausencia total de este tema en la narrativa española en el periodo anterior.10 La lista abre con la novela catalana de Maria Àngels Anglada, El violí d'Auschwitz (1994), publicada en castellano en 1997. Las demás contribuciones se publican al rededor o posterior al 2000: Cita en Varsovia (1999) de Hermann Tertsch, El niño de los coroneles (2001) de Fernando Marías, Sefarad (2001) de Antonio Muñoz Molina, Velódromo de invierno (2001) de Juana Salabert, El comprador de aniversarios (2002) de Adolfo García Ortega, La habitación de cristal (2003) de Luis Manuel Ruiz y El invierno de las almas desterradas (2004) de Abel Caballero.11

9

Amadeo Sinca Vendrell, Lo que Dante no pudo imaginar: Mauthausen-Gusen 1940-1945 (1980) y Joaquim Amat-Piniella, K.L. Reich (1963) 10 Sultana Wahnón señala como la existencia de una poesía española del Holocausto ha sido ignorada en gran medida. La poesía española del Holocausto empezó ya en los años cuarenta con León Felipe, Max Aub, Jorge Guillén y Rafael Alberti. Wahnón incluso argumenta que '[t]he great Spanish poets who included the theme of the extermination in their works from the seventies on were at the forefront of the great revival of this historic event' (Wahnón 2010, 184). 11 Esta lista se incluye en Steenmeijer (2009, 203)

21

LA MEMORIA DEL HOLOCAUSTO EN EL SIGLO XXI En su clarificador ensayo, Maarten Steenmeijer propone analizar esta nueva tendencia en la narrativa española desde una estrategia evasiva que él denomina “catapóstrofe”, siguiendo a Jacques Derrida y a Heinrich Lausberg, y que se hace referencia al ‘intricado interés por la catástrofe del otro’ (Steenmeijer 2009, 207) Según él, el súbito interés en el tema del Holocausto, está estrechamente ligado a la imposibilidad de un tratamiento normal del trauma nacional de la Guerra Civil española. Sin embargo Dagmar Schmelzer, en su análisis de Esperando a los años que no vuelven (2007) de César Antonio Molina y de El séptimo velo (2007) de Juan Manuel de Prada, concluye que los enlaces entre la perspectiva española y un contexto europeo más amplio conducen a la relativización del pasado propio. El Holocausto para ella funciona como una memoria cosmopolita que trasciende las fronteras nacionales. Por tanto la búsqueda de otros temas distintos al tema de la Guerra Civil española señala el final del ‘boom’ en este ámbito (Schmelzer 2010, 241). Lo que en este estudio nos interesa es cómo se relata el trauma ajeno, usando el término crítico acuñado por Steenmeijer. Las dos obras que se analizarán en más detalle, Sefarad (2001) de Antonio Muñoz Molina y El comprador de aniversarios (2002) de Adolfo García Ortega, destacan no solamente por tratar el tema del Holocausto, sino también por sus referencias intertextuales a los textos icónicos del Holocausto. Ambos novelistas insertan la obra de Primo Levi en sus novelas. Mientras que Primo Levi, junto a otros escritores icónicos, se convierte en una referencia fundamental en la novela Sefarad, en cambio en El comprador de aniversarios el personaje de Hubernik, que conocemos de La tregua de Primo Levi, viene a ser uno de los protagonistas. Estas dos obras presentan lo que, a nuestro modo de ver, conlleva el problema principal de narrar el Holocausto como trauma ajeno. La única referencia “real” a aquel trauma europeo proviene de representaciones literarias y cinematográficas. Por ello, no es de extrañar, que los límites de la invención literaria misma sea uno de los temas de debate más recurrentes en la narrativa del Holocausto. La respuesta de estos autores españoles parece ser una novela híbrida con referencias explícitas a los textos icónicos y a la vez nos ofrecen una lectura española de estas obras fundamentales del Holocausto. La recepción de la obra de Primo Levi ya se ha citado en varias ocasiones como ejemplo representativo de cuál ha sido el desarrollo de la historiografía de la memoria del Holocausto en el mundo. Su tardá publicación y éxito constituye uno de los ejemplos más claros de las dificultades de enfrentarse a la realidad de los campos de exterminio en las primeras décadas después del 1945.

22

MEMORIA PRESTADA Su trilogía autobiográfica que comprende Si questo è un uomo (Si esto es un hombre), La tregua (La tregua) e I sommersi e i salvati (Los hundidos y los salvados), es una de las referencias destacadas en las dos novelas de Antonio Muñoz Molina y Adolfo García Ortega que aquí estudiaremos. La llamada trilogía de Auschwitz representa tal vez el relato más emblemático y detallado sobre la vida en el campo de concentración de Auschwitz. Para Primo Levi, el campo de concentración fue un experimento social y biológico enorme. Es sobre todo en Si questo è un uomo donde Levi destila la esencia de Auschwitz como experimento. El breve relato recoge la detención, la deportación de Turín a Auschwitz, la estancia de diez meses de Primo Levi en el campo de Auschwitz y la liberación del campo. Con su ojo analítico de químico, disecciona la vida en los campos determinando los diferentes componentes de la crueldad nazi y los detalles imprescindibles para la superviviencia de los reclusos. En el relato destaca su preocupación por la lengua y la representación del Holocausto: en los campos una palabra equívoca podría predeterminar la diferencia entre la vida y la muerte y a la hora de dar el testimonio la lengua parece últimamente inadecuada para representar los ‘defectos estructurales del universo moral’ (Franklin 2011, 47). El libro es sobre todo una obra literaria, sin ser ficticia o inventada. Hoy día, el trabajo de Levi recibe un reconocimiento unánime que culmina en su sacralización y ‘el culto de sus catacterísticas intrínsecas incontestables’ (Thanassekos 2008, 383). Según Yannis Thanassekos, la recepción de Levi ha construido un verdadero ‘objeto cultural’ de autoridad incontestable en el dominio testimonial. Apreciamos el trabajo de Primo Levi por la simplicidad, la claridad y la coherencia. Aún así, en la apropiación de la obra de Primo Levi en Europa y los Estados Unidos su función de icono viene a ser una trampa. Actualmente se entiende a Primo Levi sobre todo como un autor judío e indulgente. No obstante, la voz de Primo Levi es siempre híbrida, recogiendo múltiples identidades: químico y escritor, testigo y novelista, judío e italiano. Además, ‘[Levi] wished to situate the Holocaust in the context of global injustice – Algeria, Vietnam, the Soviet Union, Chile, Argentina, Cambodia, and South Africa – which displaces the desire for revenge onto the demand for justice’ (Cheyette 2007, 69). Si questo è un uomo fue traducido y editado en España en 1987. Las otras dos novelas integrantes de la trilogía fueron traducidas y publicadas un año posterior. 1987 coincide con la muerte de Primo Levi y con el auge del interés por su obra en el resto del mundo occidental. Aún así, Francesco Ardolino abre su contribución sobre la recepción de la obra de Levi en España en el volumen Primo á l'oeuvre. La reception de l'oeuvre de Primo Levi dans le monde (Mesnard y Thanassekos 2008) manifestando sus preocupaciones. Según él, en 23

LA MEMORIA DEL HOLOCAUSTO EN EL SIGLO XXI España no existe ningún trabajo académico sobre Levi fuera del ámbito de la filología italiana. Admite que las excepciones, como la novela Sefarad de Muñoz Molina, confirman la regla en este caso. Ardolino relaciona la ausencia de estudios serios acerca de esta obra clásica con la ausencia generalizada de interés de los españoles por los campos de concentración y aún más, con la resistencia de la derecha española a condenar el franquismo, tanto como la falta de presión social para que se afectuara tal condena (Ardolino 2008, 186187). Aún así, en este preocupante panorama hay algunas notas positivas. En 2004 el Círculo de Lectores ofrece una edición limitada de la trilogía de Auschwitz con una introducción de Antonio Muñoz Molina que admite la integración de Levi en el horizonte cultural del lector español (Ardolino 2008, 188). Además, en el mismo año se defiende una tesis doctoral en la Universidad de Vigo por Xoán Manuel Garrido, sobre la traducción y la paratraducción de Si questo è un uomo. Asimismo, en el 2009, se ha creado el grupo de investigación DiGEC: Discriminación, Genocidio y Exterminio Cultural: un Estudio sobre la Literatura del Holocausto y la Recuperación de la Memoria, adscrito a la Universidad de Granada. Este grupo tiene como uno de sus metas crear una red española de investigadores para impulsar la investigación y la traducción de Literatura del Holocausto en España.12 Aparte de la narrativa española del Holocausto y de la recepción de los textos clásicos sobre el Holocausto mismo, debemos destacar las memorias de dos editores. El editor Mario Muchnik recuerda a Primo Levi en sus memorias A propósito: del recuerdo a la memoria (1931-2005) (2005). Asimismo, el editor César Antonio Molina recoge el análisis de los campos nazis por Primo Levi en algunos instantes de su voluminosa Esperando a los años que no vuelven. Memorias de ficción (2007). Como último, se podría añadir aquí la novela gráfica Prisionero en Mauthausen. Un análisis de la culpa personal y colectiva (2011) de Toni Carbos y Javier Cosnava. Esta novela gráfica no hace referencia directa a la obra de Primo Levi, pero recoge detalladamente la idea del campo de concentración como un experimento social y biológico. Concluyendo se puede afirmar que a partir de los años noventa en España aumenta el interés y la información sobre el Holocausto. Este interés se expresa en el campo de la Historia, la narrativa, la traducción y reedición de las obras clásicas y en el estudio académico de la memoria del Holocausto en España. Las obras de Antonio Muñoz Molina y Adolfo García Ortega que analizaremos aquí, forman un conjunto interesante por sus

12

Véase http://digec.ugr.es/pages/digec.html

24

MEMORIA PRESTADA referencias explícitas a las obras canónicas, en especial a Primo Levi. Por otra parte, ambas obras nos ofrecen una visión particularmente española sobre la historia del exterminio judío y los años oscuros en el continente europeo. Veremos cómo estas obras vacilan entre una refencia al Holocausto como memoria global y la Shoah como memoria europea, estrechamente ligada a la experiencia española durante el siglo XX, entre la “catapóstrofe”13 y la memoria cosmopolita.

13

El hispanista holandés Maarten Steenmeijer propone el término “catapóstrofe”, siguiendo a Jacques Derrida y a Heinrich Lausberg, para analizar el tema del Holocausto en la narrativa española. Con ello se hace referencia al ‘intricado interés por la catástrofe del otro’ (Steenmeijer 2009, 207).

25

3

SEFARAD DE ANTONIO MUÑOZ MOLINA

La extraordinaria ‘novela de novelas’ Sefarad de Antonio Muñoz Molina, publicada en 2001, es una de las primeras novelas en la narrativa española que toca el tema del Holocausto. Esta obra está compuesta por diecisiete historias o novelas entrelazadas entre sí. Cada una de estas historias reflexiona sobre la condición del destierro y la memoria desde ángulos diferentes, pero siempre manteniendo como hilo conductor el conjunto de las experiencias totalitarias en la Europa del siglo XX. Con la palabra ‘novela’, Muñoz Molina se refiere tanto a la Historia como a las historias personales que cada uno lleva consigo (Grohmann 2006, 235) en un claro homenaje a la literatura de Galdós. Esta interpretación se adelanta ya en la dedicatoria, deseando que sus hijos ‘vivan con plenitud las novelas de sus vidas’, y, por tanto, estableciendo la analogía entre novela y vida. Una analogía parecida vuelve a repetirse en el segundo capítulo ‘Copenhague’, cuando el narrador se pregunta qué historias sabrán sus compañeros de viaje tan callados, ‘qué historias sabrán y no cuentan, qué novelas lleva cada uno consigo’ (Muñoz Molina 2001, 65). De esta manera se establece una relación directa entre la novela y las historias, anécdotas y recuerdos de las personas. No obstante, simultáneamente, la denominación ‘novela de novelas’ propone un espacio más amplio que abarca todas estas vidas e historias: la condición universal del destierro y la Historia europea del siglo XX. Asimismo, Sefarad recoge dos temas importantes que se desarrollan tras las numerosas voces, anécdotas e historias narradas. Las últimas palabras de la novela, ‘la melancolía de un largo destierro’ (Muñoz Molina 2001, 535), apuntan muy claramente a estos temas principales: la memoria y el destierro. Sin embargo, al contrario de lo que sugiere el marco de la novela, emplazada en las experiencias totalitarias del siglo XX, la condición del destierro no solamente se ejemplifica con el destierro de los judíos y disidentes políticos

SEFARAD durante el siglo XX sino que el autor propone un territorio más amplio. Al tratar Muñoz Molina el tema desde una perspectiva española, presenta un abanico universalizador que comprende tanto el destierro (a veces voluntario) de aquellas que se fueron a vivir a las grandes ciudades españolas por razones de trabajo, dejando atrás la vida acogedora de sus pueblos natales, 14 o la marginación de los enfermos y drogadictos, como la longue durée del éxodo de los judíos sefardís desde 1492. Este mapa de “posibles exilios o destierros” se construye de una forma narrativa no lineal que se desplaza de una década a otra y de un país a otro. Asimismo, aparte del destierro de las personas, los objetos juegan un rol notable. Los objetos mismos son muchas veces desterrados, como por ejemplo los manuscritos y cuadros de la Hispanic Society de Nueva York; objetos que a la vez destacan por su carga narrativa y la posibilidad de recuperar ciertas memorias (véase Adema y Hristova 2010). En este sentido, el tema de la memoria también constituye un elemento fundacional de la novela. Cada uno de los diecisiete capítulos es en parte una meditación sobre el significado de la memoria personal y colectiva, pero también del olvido y de la desaparición de los últimos testigos. A través de la recogida de diferentes voces testimoniales y objetos de memoria, Antonio Muñoz Molina consigue formar un relato que enlaza la memoria y la historia española con la europea: historias privadas y “pequeñas” con el gran discurso de la Historia. La ligazón entre los temas de la memoria y del destierro que muestra Sefarad aborda una tercera temática: la de la identidad. La relación entre memoria e identidad ya se ha subrayado por diversos especialistas de la memoria colectiva, como por ejemplo Maurice Halbwachs, que acuñó el término ‘memoria colectiva’ a principios del siglo XX, y Jan Assmann, uno de los principales pensadores en el debate de los años noventa (véase Halbwachs 1992; Jan Assmann 1995). El tema de destierro sin embargo, amplifica esta cuestión, ya que subraya tanto la fragilidad de una identidad imaginada, como su carácter híbrido. Muñoz Molina señala dicha fragilidad meditando sobre las terribles consecuencias de la imposición de una identidad, como fue el caso de muchos judíos al comienzo de la Segunda Guerra Mundial que se habían integrado totalmente en la cultura nacional de sus respectivos países y a los que se les atribuyó una cierta identidad judía construida por el antisemitismo. Este fue el caso de Jean Améry (Hans Meyer) y Primo Levi, pero también del personaje ficticio de Isaac Salama quién admite que ‘cuando tenía nueve o diez años, en Budapest, lo que yo quería no era que los judíos nos salváramos de los nazis. (…) lo que yo 14

En muchos casos, el éxodo a las grandes ciudades españoles no era voluntario. Durante la dictadura muchos republicanos se vieron forzados a irse para buscar el anonimato de las grandes ciudades, cuando su (supuesta) afiliación política o la de sus familiares les hacía la vida en el pueblo imposible. En estos casos, el traslado a las grandes ciudades se puede ver como un exilio interior.

28

MEMORIA PRESTADA quería era no ser judío’ (Muñoz Molina 2001, 157). El escritor Emile Roman explica que no es judío por la fe de sus antepasados, ‘a mí me hizo judío el antisemitismo’ (Muñoz Molina 2001, 495). Las historias recogidas en Sefarad se narran, a veces, a personas totalmente desconocidas en los largos trenes que cruzan Europa. El viaje en tren y las historias que se cuentan en ellos forman un motivo entretejido a lo largo de los diecisiete capítulos independientes. El símbolo de los trenes refleja tanto el tema del destierro como la historia del siglo XX europeo, en la que los trenes a Auschwitz y otros campos de exterminio han llegado a ser, dentro del imaginario colectivo sobre la memoria del Holocausto, una de las imágenes más potentes. A su vez, el énfasis en las historias que la gente relata en los trenes también está asociada con la misma estructura formal de la novela, ya que intercala numerosas historias y narradores diferentes. El autor subraya, paradójicamente al tratarse de una novela y por tanto de ficción narrativa, la poca necesidad de inventar porque basa las diferentes historias de Sefarad en fuentes orales, testimonios, cartas y libros de referencia como las obras autobiográficas de Margarete Buber-Neumann, Evgenia Ginzburg, Jean Améry y Primo Levi, y también en las interpretaciones históricas de Tzvetan Todorov, Stephan Koch o Françoit Furet. Leemos, por tanto, las historias que la gente se cuenta o se podría contar en un tren. El conjunto es una novela que recoge y entreteje varios relatos; relatos de los que otros personajes se apoderan, atribuyen un significado y vuelven a narrar dentro del marco de sus propias vidas o novelas. La recepción realizada por la crítica internacional ha situado Sefarad como una novela del Holocausto. Antonio Gómez López-Quiñones observa que con esta novela se interrumpe la tendencia de que las aportaciones españolas al debate sobre el Holocausto pasaran casi siempre desapercibidas. ‘El diálogo que esta novela propone entre la “Solución Final” nazi y otros genocidios, junto con un esfuerzo metatextual que explícitamente medita sobre los procedimientos narrativos empleados, ubican a Sefarad en el epicentro de algunos de los más vigentes debates intelectuales sobre el legado del Holocausto’ (Gómez LópezQuiñones 2004, 60). A su vez, David Herzberger recalca que el trauma histórico del Holocausto forma el núcleo de la novela (Herzberger 2004, 90). También Juan Carlos Martín Galván asume en su tesis doctoral que ‘la recuperación de la memoria colectiva en Sefarad supone enfrentarse inevitablemente a uno de los acontecimientos históricos más impactantes de todo el siglo XX: el Holocausto, o Shoah, judío’ (Martín Galván 2006, 148). Es verdad que el Holocausto forma un tema recurrente en casi todos los capítulos de la novela y que con ello Sefarad es una de las primeras y más conseguidas novelas en la narrativa española 29

SEFARAD que toca este tema. No obstante, no es precisamente el exterminio de los judíos el problema central de la novela, sino la marginación y el destierro, también tematizado a través del éxodo de los judíos sefardíes. Exilio o éxodo no es lo mismo que exterminio; la exclusión no es igual a la destrucción; Mauthausen no es Auschwitz (véase Rother 2010). Sin embargo, en Sefarad, los temas del destierro y la memoria sí abren un espacio para introducir el tema del Holocausto. A continuación expondremos cómo Antonio Muñoz Molina se acerca al tema del exterminio, la ‘solución final’, un tema tradicionalmente ajeno a la memoria colectiva española y a la tradición literaria en España. En nuestra opinión, sin recurrir a la equiparación de Mauthausen y Auschwitz, el autor consigue abrir el horizonte de la memoria colectiva española para incluir en ella el Holocausto como memoria europea del siglo XX.

3.1 HISTORIA EUROPEA DESDE PERSPECTIVA ESPAÑOLA

Las experiencias totalitarias del siglo XX en Europa forman el punto de convergencia de Sefarad. Asimismo, la novela no se limita solamente al continente europeo, ya que menciona también a los inmigrantes magrebíes y subsaharianos y recurre al museo de la Hispanic Society en Nueva York como una cierta metáfora del destierro. Todas estas historias son abordadas principalmente por experiencias españolas. Los personajes principales de las diferentes historias intercaladas casi siempre son españoles o tienen algún enlace identitario con España, como el origen sefardí. Sacristán, Mateo, Godino, la visitante en ‘Cerbère’, el hombre de la División Azul en ‘Tan callando’ y ‘Narva’ son todos españoles. Los narradores Isaac Salama, Emile Roman y Camille Pederson-Safra son de origen sefardí. Willi Münzenberg es tal vez uno de los personajes más ajenos a esta perspectiva española. Pero cabe notar que su tragedia empieza en 1936, justo cuando quiere organizar una campaña internacional para ayudar a la República española. Otro capítulo que se aleja relativamente del lazo español es ‘Quién espera’, en el que el autor recoge a diferentes personajes históricos que se han visto enfrentados al terror nazi o estalinista. Aún así, figuran entre ellos Rafael Alberti y María Teresa de León y su entrevista con Stalin sobre la ayuda soviética a la República española. Además de estas referencias a personajes españoles o relacionados de alguna manera con la realidad hispánica, en el conjunto de las historias se alude a todos los aspectos más importantes de la historia y la memoria de la Segunda Guerra Mundial en España. En este sentido destaca sobre todo el exilio republicano que llega a ser una referencia importante en todo el libro. Su presencia es muy intensa, ya que se nos presenta las experiencias del exilio 30

MEMORIA PRESTADA español en diversos contextos: en Rusia a través de Sherazade, el exilio en Francia del padre de la ‘visitante’ en Cerbère, en el Palacio de Cristal nos adentramos en una exposición sobre el exilio español en México o nos acercamos a la historia de la monja sor María de Gólgota, que en realidad se llama Francisca y es hija de republicanos, que logra escaparse del convento para exiliarse a los Estados Unidos. Igualmente, el exilio de los judíos sefardíes es una referencia frecuentemente resaltada a través de los personajes: Camille Pederson-Safra, Isaac Salama, la mujer pelirroja en ‘Narva’, Emile Roman, y también el icónico Primo Levi. El rescate de los judíos sefardíes por los funcionarios españoles, con especial mención de Ángel Sanz Briz, también figura como tema en una de las narraciones recogidas en Sefarad. En ‘Oh tú que lo sabías’, Isaac Salama recuerda la ayuda de Sanz Briz a él y a su padre y a muchos más, para conseguir un pasaporte español y escaparse de las deportaciones a los campos nazis. Contrariamente a la imagen benéfica de la ayuda a los judíos sefardíes, también nos encontramos ante la experiencias de un soldado de la División Azul en el frente del Este. En este caso parece que Muñoz Molina elige subrayar la bondad del soldado, tanto en ‘Tan callando’ donde resalta las buenas intenciones con los huéspedes rusos, como en ‘Narva’ cuando explica su acercamiento a una chica pelirroja judía, a la que el narrador atribuye la identidad sefardí. El soldado en ‘Narva’ adquiere un perfil aún más contradictorio cuando es yuxtapuesto a su propio profesor de literatura fusilado al principio de la Guerra Civil. Muñoz Molina intenta poner de manifiesto todo un conjunto de contradicciones que acosan a los personajes como resultado de experiencias traumáticas. Aparte de los enlaces históricos, en varias ocasiones se pone de relieve la (des)memoria de la Segunda Guerra Mundial durante el franquismo y la democracia. Isaac Salama nos cuenta que cuando se fue a estudiar en Madrid hacia la mitad de los años cincuenta, sus colegas de la universidad no sabían apenas nada de la guerra de Europa (Muñoz Molina 2001, 143). En ‘Berghof’ la desmemoria destaca tras la ayuda de España a los criminales nazis, después de 1945. La casa en la costa, habitada por un anciano nazi rodeado por parafernalia nazi pone de manifiesto el hecho de que muchos alemanes nazis encontraron en España un país de acogida cuando fueron buscados y condenados por los países aliados. En el mismo capítulo, el narrador nos recuerda la invasión del sur de Europa por los aliados desde el norte de África en 1943, imaginándose los españoles defendiéndose contra ellos desde el búnker en la playa (Muñoz Molina 2001, 254), y así se subraya una vez más la posición colaboradora del régimen franquista con las potencias del Eje. Es solamente Mateo Zapatón quien sí se acuerda ‘de haber visto hace muchos años en uno de esos

31

SEFARAD noticiarios en blanco y negro que daban en los cines montañas y montañas de zapatos viejos, en aquellos campos que había en Alemania’ (Muñoz Molina 2001, 365). En cuanto a la memoria tergiversada durante el franquismo, el narrador en Sefarad, nos recuerda cómo había aprendido en el colegio que el año 1492 era ‘el de mayor gloria en la Historia de España’, con el descubrimiento de América, la reconquista de Granada y la expulsión de los judíos, ‘que en los dibujos de nuestra enciclopedia escolar tenían narices aguileñas y perillas puntiagudas, y a los que se atribuía la misma oscura perfidia que a otros enemigos jurados de España, de los cuales no sabíamos nada más que sus nombres temibles, masones y comunistas’ (Muñoz Molina 2001, 492). Pues, en el imaginario franquista, los judíos expulsados en 1492 se ponían en el mismo saco que los republicanos ‘comunistas’, consiguiendo a su vez una comparación directa entre el año ‘de mayor gloria’ 1492, y el año ‘de la victoria del Glorioso Alzamiento’ 1939. El enfoque español sobre las experiencias durante los años cuarenta en Europa está intrínsicamente relacionado con la memoria de la Guerra Civil española y del Franquismo. Por otra parte, las experiencias españolas no se relacionan directamente con los campos de exterminio. En cambio, la perspectiva sobre los años cuarenta es más bien la del anti fascismo. Las experiencias de los afiliados del partido comunista que caen en desgracia son mucho más cercanas a las de muchos exiliados republicanos españoles, que la experiencia de los judíos en los campos de exterminio. Es sobre todo en este último caso donde Antonio Muñoz Molina recurre a los testimonios icónicos del Holocausto.

3.2 NARRAR EL HOLOCAUSTO

Los personajes que proporcionan al conjunto de relatos una dimensión española, son casi todos personajes ficticios. Muchos de ellos se convierten en la voz narradora, aunque algunos, como por ejemplo el señor Isaac Salama y el soldado de la División Azul, son presentados como testimonios recogidos por el “narrador básico”. En la nota de lecturas, Muñoz Molina menciona a algunas personas que le han ofrecido su testimonio, pero no se identifican con sus nombres reales en el relato. No obstante, cuando la narración se adentra en la memoria del Holocausto, la inserción de las obras y personajes canónicas que han narrado la Segunda Guerra Mundial, y en especial el Holocausto, merece una atención especial. Richard Eder comenta, en su reseña para el New York Times, que Muñoz Molina presenta en Sefarad una introducción a textos virtualmente inaccesibles para el lector español 32

MEMORIA PRESTADA (citado en Gómez López-Quiñones 2004, 68). Aún más, habría que añadir que Muñoz Molina tampoco podía contar con referencias literarias españolas que ya hubieran abordado el tema previamente. Es verdad que con las referencias a los textos de mayor importancia en cuanto a la Shoah, Sefarad se convierte en un objeto que supera los límites de una mera novela al introducir el lector español en el tema del Holocausto junto con la tradición literaria del Holocausto. Con la recogida de textos icónicos, Antonio Gómez López-Quiñones apunta que con ello la novela acaba siendo un ‘catálogo literario, un “quién es quién” del impresionante y decisivo corpus textual del Holocausto. (…) Es precisamente esta insistencia en los nombres propios y en las obras de la tribu letrada la que acaba alejando a Sefarad de su conato de realismo epistemológico y acercándola a una postura contraria: entre su narración y el Holocausto parece haber tan sólo textos’ (Gómez López-Quiñones 2004, 68). Gómez López-Quiñones sostiene que el ‘narrador básico’ en Sefarad el cual repite varias veces que él no quiere inventar nada, que da pereza inventar o falsificar, y realiza una aproximación al Holocausto que es, en última instancia, literaria y textual. Es verdad que, como ya hemos comentado previamente, Muñoz Molina se acerca al Holocausto a través de textos secundarios, donde le falta el enlace con la memoria española. Sin embargo, desde nuestro punto de vista gracias a la forma de la novela y a la manera de introducir los textos icónicos se consiguen borrar las fronteras entre las diferentes historias y experiencias. Aunque la aproximación al Holocausto es textual y literaria, no representa un obstáculo para el lector. Los escritores icónicos aludidos más frecuentemente en Sefarad son sin duda Franz Kafka, Margarete Buber-Neumann, Evgenia Ginzburg, Jean Améry y Primo Levi. En relación con el Holocausto destacan Jean Améry y Primo Levi, por ser ambos judíos supervivientes del campo de exterminio de Auschwitz y pertenecer al canon mundial de la literatura de testimonio de la Shoah. Margarete Buber-Neumann, sobrevivió tanto al campo de concentración estalinista de Karganda como al campo nazi de Ravensbrück. No obstante, como autora se relaciona más directamente con su pasado de disidente comunista: Margarete había sido internada en el campo de concentración Ravensbrück por su afiliación política; a su vez, Ravensbrück, aunque fue un campo durísimo, no era un campo de exterminio. De todos estos escritores icónicos, Jean Améry y Primo Levi, aunque aparecen en diversos párrafos y capítulos, no llegan a ser desarrollados como personajes dentro de la novela. Aún así, en la nota de lecturas al final de Sefarad, Antonio Muñoz Molina menciona a ambos como los autores más decisivos en su educación de los últimos años, ‘sin los cuales es muy probable que ni este libro se me hubiera ocurrido ni yo habría encontrado el estado de 33

SEFARAD espíritu necesario para escribirlo’ (Muñoz Molina 2001, 538). La manera en que el texto recoge a estos dos autores es, en nuestra opinión, crucial para entender cómo Antonio Muñoz Molina inserta el tema del exterminio de los judíos en la novela Sefarad. Aquí analizaremos las diferentes referencias a Primo Levi.15 Señalaremos que en vez de equiparar los diversos crímenes del siglo XX, que según Antonio Gómez López-Quiñones conlleva ‘un desequilibrio que le impide reconocer en el Holocausto un punto y aparte para el desarrollo del siglo XX’ (Gómez López-Quiñones 2004, 63), Sefarad abre un espacio que posibilita múltiples conexiones entre memorias aparentemente no relacionadas.

La novela recoge varias alusiones al Holocausto, refiriéndonos con ello estrictamente a las políticas de exterminio del Tercer Reich. En estas alusiones, la referencia a los campos de exterminio se entrelaza con otras experiencias. Es decir, la novela nunca representa directamente los horrores de los campos de exterminio, sino que alude a ellos muchas veces con frases sueltas e intercaladas. Las referencias que más llaman la atención son las experiencias de las voces icónicas de Jean Améry y Primo Levi; y como ya hemos apuntado anteriormente, en este estudio nos centraremos en el último. Pero antes de entrar en las referencias a Primo Levi, también es preciso destacar que Sefarad recoge alusiones a los campos de exterminio en algunas otras ocasiones. En el capítulo ‘Münzenberg’ se relata la amistad entre Milena Jesenska y Margarete BuberNeumann en el campo de Ravensbrück, que Muñoz Molina define como campo de exterminio (Muñoz Molina 2001, 196-197). Como ya he mencionado antes, la experiencia de Margarete Buber-Neumann pone énfasis en la ‘repetición de la pesadilla’ de los campos nazis y el gulag. En ‘América’, Mateo Zapatón narra que los zapatos viejos son las cosa más triste en el mundo. Cuando era niño, durante la guerra, vio muchos zapatos de muertos. ‘Yo me fijaba en que a muchos se les habían salido los zapatos, o se veían unos zapatos tirados o un zapato solo y no se sabía de qué muerto eran’ (365). Al mismo tiempo, se acuerda de las montañas de zapatos en 'aquellos campos que había en Alemania’, que vio en los noticiarios. Aquí, por tanto, se establece en pocas palabras una analogía entre los fusilados durante la Guerra Civil española y los judíos muertos en los campos nazis. En ‘Narva’, el soldado de la División Azul baila con una chica judía que le confiesa que están matando a todos los judíos de Narva, que los llevan en tren, no saben adónde, y que ruega que se vaya de allí para contar 15

Para un análsis más profundo de las referencias a Jean Améry remitimos a la tesis doctoral de José Antonio Martín Galván (2006, 147-202), a la que nos referiremos en algunas ocasiones para contrastar las alusiones a Primo Levi.

34

MEMORIA PRESTADA lo que está ocurriendo. Unas páginas antes, el soldado recuerda que vio un grupo de prisioneros y que no comprendía nada entonces, porque no estaba dispuesto a saber, blindado por su creencia fanática en todo lo que les contaban. Este capítulo reconstruye un nexo histórico entre España y la Alemania nazi. El soldado no quiere exculparse por las cosas que hizo entonces, pero ahora sigue sintiendo la obligación de hablar por ellos y contar lo que les hicieron. A la vez, el anciano extiende su preocupación a masacres del presente, ‘piensa en Bosnia, o en Ruanda, hace nada, ayer mismo, un millón de personas asesinadas en unos pocos meses, y no con los adelantos técnicos que tenían los alemanes, sino a machetazos y a palos’ (444). En ‘Dime tu nombre’, el testimonio de Adriana Seligmann, viuda de uno de los desaparecidos argentinos, recuerda a su abuelo, Saúl Seligmann y sus pesadillas en las que grita y habla en alemán. Contado desde esta perspectiva, se extiende una línea entre los muertos arrojados en el Río de la Plata y el abuelo superviviente de los campos nazis. En todas estas referencias se menciona la Shoah desde una posición distante: el narrador recoge el testimonio de otra persona y en muchos casos ese testigo tampoco es un testigo directo de los horrores nazis: Adriana Seligmann, nieta; el soldado, testigo secundario; Mateo, a través de los noticiarios; y Margarete Buber-Neumann, conocida por el narrador a través de una referencia literaria. Además, algo que también veremos más adelante en las referencias a Primo Levi, las alusiones a los campos de exterminio producen alusiones directas a otros horrores distantes en tiempo y lugar.

3.3 PRIMO LEVI

Las primeras alusiones a Primo Levi las encontramos en ‘Copenhague’, el segundo capítulo de la novela que nos introduce a la mayoría de los personajes y a las tramas del resto de la novela. El motivo de los trenes se convierte en este capítulo en tema principal y posibilita al narrador intercalar un sin fin de referencias literarias y culturales. No solamente encontramos a los autores icónicos mencionados arriba, pero también a Tolstoi, Jules Verne, Kierkegaard y Proust. La primera referencia al Holocausto y con ello a Primo Levi, la encontramos en una enumeración sobre las historias que se cuentan en los viajes. ‘En la literatura’, dice el narrador, ‘hay muchas narraciones que fingen ser relatos contados a lo largo de un viaje, en un encuentro al azar del camino, en torno al fuego de una posada, en el vagón de un tren’ (39). Después de esta afirmación, el narrador nos ofrece ejemplos literarios. Uno de ellos es El corazón de las tinieblas de Joseph Conrad, texto icónico en cuanto al imperialismo europeo porque introduce una visión crítica y también refleja las visiones racistas europeas. 35

SEFARAD Justo después, el narrador recuerda el tren de deportación a Auschwitz en el que Primo Levi se encontró a una mujer que había conocido hace años y ‘durante el viaje se contaron cosas que no cuentan los vivos, que sólo se atreven a decir en voz alta los que ya están del otro lado de la muerte’ (40). Este pasaje sorprenderá al lector crítico. La intercalación de la referencia a los trenes de deportación parece arbitraria y sin conexión con lo anterior o lo que viene posteriormente: la memoria de una historia amorosa en un tren de Granada a Madrid. Sin embargo, parece que el narrador nos da pistas sobre el panorama en el que se interpretará el Holocausto a lo largo de la novela. El enlace que aquí se sugiere entre el colonialismo y el Holocausto, entre el racismo histórico europeo y la deshumanización y destrucción de los judíos, es una línea de interpretación propuesta por Hannah Arendt en Los orígenes de totalitarismo (1951) (Véase Rothberg 2009, 33-65). Con ello, Muñoz Molina ofrece, ya en la primera alusión al Holocausto, un panorama muy abierto dándose cuenta de los enlaces culturales entre el Holocausto y la cultura europea. No obstante, cabe resaltar que no se trata de una comparación directa entre el Holocausto y otros crímenes. El enlace que aquí se sugiere es una pista sin llegar a desarrollarse. Más adelante, se incluye una segunda referencia a Primo Levi. El narrador escucha a su abuelo recordando sus experiencias con un interlocutor mientras viajaba en tren. ‘Era (…) como si yo no viajara en el tren donde ahora íbamos, sino en cualquiera de los trenes de los que ellos hablaban, trenes de soldados vencidos o de deportados que viajaban eternamente sin llegar a su destino (…). Decía Primo Levi, poco antes de morir, que seguían dándole terror los vagones de carga sellados que veía a veces a las vías muertas de las estaciones. Yo serví en Rusia, dijo el hombre, en la Divisón Azul. Subimos a un tren en la estación del Norte y tardamos diez días en llegar a un sitio que se llamaba Riga’ (44). También aquí vemos la intercalación de una referencia a Primo Levi, seguida ahora directamente por las experiencias de un soldado de la División Azul. En este párrafo, el narrador dibuja un mapa de Europa cruzado por largos trenes y son exactamente los trenes los que posibilitan que las diferentes memorias se enreden tras el primer plano narrativo sobre el viaje y las historias que se cuentan entre los compañeros de viaje. En la siguiente página el narrador vuelve sobre el viaje de deportación de Primo Levi y ahora lo enlaza con la deportación de Margarete Buber-Neumann a Siberia. De esta manera se cuentan y se enredan las historias que se relatan en un tren: la historia de un viaje provoca la de otro.

36

MEMORIA PRESTADA Resalta también el uso de los pronombres en este pasaje donde se contrapone la experiencia de Primo Levi con la del hombre que sirvió en la División Azul. El pasaje citado anteriormente abre con el “yo” que provoca la identificación íntima con el lector pero luego la perspectiva cambia a una tercera persona para recoger la experiencia de Primo Levi. La frase siguiente abre otra vez con el “yo”, provocando una ruptura con la frase anterior. No obstante, no se trata del ‘yo narrador’, pero el interlocutor del abuelo, intercalado en estilo directo. Mientras que el lector puede adentrarse en la perspectiva personal del “narrador básico” y el “narrador interlocutor”, la experiencia de Primo Levi se mantiene a distancia con respecto a la tercera persona. Además, debemos señalar que los dos narradores engloban la perspectiva española, mientras que Primo Levi no puede ser identificada de la misma manera. Los pasajes del viaje a Auschwitz citados en ‘Copenhague’ provienen directamente de Si questo è un uomo. Las frases que se recogen se desvían muy poco de la versión original. No obstante, en la última alusión, el narrador se imagina que Primo Levi vio por las hendiduras de los tablones nombres de ‘poblaciones apartadas que casi nadie por entonces había oído nombrar, Mauthausen, Bergen-Belsen, Auschwitz’ (45). En el texto original, sin embargo, no se mencionan los nombres de los otros campos, cuando Levi escribe ‘[d]esde la mirilla, nombres conocidos y desconocidos de ciudades austríacas, Salzburgo, Viena; luego checas, al final, polacas’ (Levi 2002, 9). La inserción del nombre de Mauthausen es llamativa, sobre todo considerando el contexto español, siendo el campo donde se veían recluidos los republicanos españoles deportados. No obstante, tampoco aquí la enumeración establece la comparación problemática entre Mauthausen y Auschwitz. La intercalación de Bergen-Belsen, tampoco un campo de exterminio pero sí un lugar de memoria importante por la muerte de Ana Frank en este campo, tiene como consecuencia que la enumeración no se refiera (erróneamente) al exterminio, sino que ponga énfasis en los lugares de memoria. Además, con la inserción de estos nombres icónicos, Antonio Muñoz Molina subraya aún más la paradoja entre el estado icónico de estos topónimos hoy en día y el desconocimiento de estas poblaciones en la época de Primo Levi. Se puede concluir que las breves referencias a Primo Levi en este segundo capítulo apuntan en dos direcciones interpretativas. Por un lado, se enlaza la deportación de Levi a Auschwitz con un panorama universal de racismo (Joseph Conrad) y deportación (Margarete Buber-Neumann), y por otro lado se contrapone la deportación con las experiencias españolas durante la Segunda Guerra Mundial: el binomio la División Azul y Mauthausen, que al mismo tiempo representa a los dos bandos que lucharon en la Guerra Civil española. 37

SEFARAD Después de ‘Copenhague’ no volvemos a encontrar una alusión al testimonio de Primo Levi hasta el capítulo ‘Oh tú que lo sabías’. En nuestra opinión, este capítulo forma el núcleo central del libro. Conocemos a Isaac Salama, judío sefardí, húngaro, español y cojo. Su personaje recoge casi todos los diferentes tramas que se desarrollan a lo largo de la novela. Es el niño judío rescatado por Sanz Briz que vive casi todo el resto de su vida en Tánger ocupando el oficio de presidente del Ateneo español. La madre y las hermanas de Isaac Salama murieron en un campo tan poco importante que casi nadie conocía su nombre y el nombre sigue siendo un enigma para el lector. Justo aquí, el “narrador básico” se permite una digresión, apuntando que de hecho el nombre de Auschwitz tampoco significaba nada para Primo Levi en aquel entonces. Se trata de una referencia breve que en principio carece de importancia. No obstante, la breve referencia establece una relación entre la figura de Salama y Primo Levi. Los paralelos los encontramos en el ámbito de la identidad en relación con el trauma del Holocausto. Más adelante, ambos son identificados como judíos sefardíes, que sin embargo eran sobre todo italianos o húngaros antes de ser judíos.16 A lo largo de su vida, como resultado del trauma del exilio, el señor Salama se esforzará para no llamar nunca la atención, mientras compara la carga de su pierna coja con la estrella amarilla que le hacían llevar en Budapest (Adema y Hristova 2010, 71-72). Salama era buen estudiante que en nada quería ser diferente de sus colegas de la universidad. En el capítulo ‘Eres’, llegamos a saber más sobre Primo Levi, tan poco conocido por el público español. Leemos que vivió siempre en el mismo piso burgués en Turín, salvo a los años cuando estuvo en Auschwitz y que, como el señor Salama, era un buen estudiante que en nada se sentía diferente de los demás. Antes de que lo señalaran los nazis, Primo Levi era, ante todo, italiano. El tema de la construcción de la identidad se repite, de hecho, en varias ocasiones, y sobre todo la construcción de la identidad a base de clasificaciones de desconocidos y terceros. El señor Salama se da cuenta de su origen judío cuando es señalado como tal en 1944. Lo que quedará de su vida es lo que cuentan otros de él. Por último, disimula su condición de minusválido, escondiendo sus muletas. Donde en ‘Copenhague’ se establece el enlace entre los diversos personajes de la novela tras el supuesto viaje en tren, ‘Eres’ produce la identificación directa entre el lector y los personajes tras el uso del pronombre “tú”, tanto como la identificación entre los mismos personajes. El pronombre tú carece de un referente real en estas ocasiones, en teoría

16

De Jean Améry también se apunta que era sobre todo austríaco antes que judío.

38

MEMORIA PRESTADA cualquiera puede ocupar el locus de víctima en estas instancias (Martín Galván 2006, 168). Esta forma de emplear el pronombre tú, ya se presenta en el tercer capítulo ‘Quien espera’, que empieza con la frase que se repetirá en varias ocasiones: ‘Y tú qué harías si supieras que en cualquier momento pueden venir a buscarte, que tal vez ya figura tu nombre en una lista mecanografiada de presos o de muertos futuros (…)’ (67). En las siguientes páginas, este “tú” vuelve a ser Trotksy (70), Hans Meyer (71), Heinz Neumann (72), el profesor Klemperer expulsado de la universidad (75), o Evgenia Ginzburg (77). El pronombre tú envuelve a muchos personajes históricos, pero también se dirige cada vez al lector. Las enumeraciones y alusiones a diferentes personajes empleando siempre el mismo pronombre “tú” desemboca en la mezcla de identidades. Se establece una identificación directa del lector con los múltiples personajes, pero también entre los diferentes personajes a través de las diferentes analogías. A la vez, el pronombre “tú” se ubica entre el “yo” y el “Otro” y apunta al problema de la construcción ambigua de la identidad, entre la construcción propia y la ajena: ‘Crees saber quién eres y resulta de pronto que te has convertido en lo que otros quieren ver en ti’ (77). Asimismo, los límites entre el lector y los diversos personajes se suspenden en varias ocasiones. No obstante, en el capítulo ‘Eres’, la relación con el otro vuelve a ser el tema principal (Ahnfelt 2008, 56). No solamente surge la reciprocidad entre el “yo” y el “tú”, sino que al final se establece una relación directa entre varios personajes históricos que el lector ha llegado a conocer en la novela. ‘Eres Jean Améry viendo un paisaje de prados y árboles por la ventanilla del coche en el que lo llevan preso al cuartel de la Gestapo, eres Evgenia Ginzburg escuchando por última vez el ruido peculiar con que se cierra la puerta de su casa, adonde nunca va a volver, eres Margarete Buber-Neumann que ve la esfera iluminada de un reloj en la madrugada de Moscú, (…), eres Franz Kafka (…). Eres quien mira su normalidad perdida dese el otro lado del cristal que te espera de ella, quien entre las rendijas de las tablas de un vagón de deportados mira las últimas casas de la ciudad que creyó suya y a la que nunca volverá’ (419). Cabe destacar que al final de este párrafo, Muñoz Molina consigue la identificación directa entre el lector y la víctima anónima del Holocausto. En este mismo capítulo, el narrador vuelve otra vez al tema de la deportación de Levi, pero esta vez sin mencionarle explícitamente. El viaje en tren a Auschwitz de cinco días se evoca ahora tras el pronombre “tú”, mucho más provocador que la antes empleada tercera persona más distante y ‘objetiva’. Aún así, en el último párrafo de ‘Eres’ que hemos leído en la última cita, falta el nombre de Primo Levi, aquí sustituido por la evocación de alguien 39

SEFARAD deportado a un campo para nunca volver. Parece pues, que el narrador evita la identificación directa con Primo Levi, que siempre se mantiene en una posición de referencia icónica.17 Para terminar, en el último capítulo, ‘Sefarad’, el narrador evoca la memoria de Primo Levi en dos instantes. Primero, en relación con el éxodo de su familia sefardí de España, hace muchos siglos. Segundo, se le compara directamente con el testimonio de Jean Améry, quien, a diferencia de Primo Levi, se cambió de identidad para siempre después de 1945. Ahora bien, si consideramos el conjunto de evocaciones a Primo Levi, estas forman en realidad una línea interesante que nos lleva tras la deportación en tren a Auschwitz a la vez que vuelve a reflexionar sobre la identidad italiana y las raíces sefardíes y finaliza sugiriendo la identificación directa con otros deportados como Jean Améry dentro del capítulo ‘Sefarad’. Esta línea pone de relieve el hilo argumentativo de la novela. El tema del destierro se enfoca en primer lugar a través del motivo del viaje y los trenes: los vagones de deportación a Auschwitz. Sin embargo, cuando nos adentramos más en la novela, el éxodo de los sefardíes y su enlace con el Holocausto cobra cada vez más relevancia. Cabría notar que la identidad sefardí le fascina al narrador y hasta la quiere “inventar”. El nombre de la danesa Camille Pederson-Safra es para él un enigma, una promesa cifrada. Aún más, cuando el narrador revive la historia del soldado de la División Azul y su encuentro con una mujer judía pelirroja, admite, por primera vez en la novela, que le ‘gustaría inventar que la mujer pelirroja era de origen sefardí, y que le dijo algunas palabras en ladino, estableciendo con él, en aquella ciudad remota de Estonia, en medio de tantos oficiales alemanes, la melancólica complicidad de una patria en secreto común’ (438). Aunque añade en seguida que no hace falta inventar nada para que surja la voz de esta mujer. Las evocaciones al Holocausto son pocas, aún así, tras las referencias Sefarad presenta un ejercicio de establecer un enlace de memoria e identidad con aquella tragedia del siglo XX desde el imaginario español. Primo Levi, como icono, encarna la relación entre Sefarad y el Holocausto. Este es el planteamiento que Alejandro Baer sugiere en su reciente artículo ‘The voids of Sepharad’, cuando propone que ‘there may well be a further approach to the Holocaust in Spain that brings us back to the very title and beginning of this essay: the forgotten traces of Sepharad’ (Baer 2011, 114). Es una lástima que en este trabajo Baer no evoque el ejemplo de la novela Sefarad. Recurriendo a Reyes Mate, Baer pone énfasis en 17

Aunque Jean Améry sí se incluye en esta enumeración al final de ‘Eres’, cabe notar que su testimonio también se mantiene a una cierta distancia. Tal como apunta Martín Galván, el autor reconoce en su nota de lecturas que encontró al testimonio de Jean Améry por azar en una librería de París. Donde podría haber optado por ‘haberse apropiado directamente de la voz de Améry a través de su discurso directo, prefiere ceder este privilegio a Emile Roman’ (Martín Galván 2006, 154).

40

MEMORIA PRESTADA cómo el enfoque en la historia de los sefardíes y la ‘España de las tres culturas’, también ilumina el presente y la memoria histórica española. Reyes Mate entiende la España contemporánea como descendiente de la intolerancia del pasado. ‘La España de hoy es producto de lo que ha sido (y ha llegado a ser) y no de lo que fue ( y dejó de ser). Eso significa que no podemos ahora relacionarnos o reivindicar aquella España sin cuestionar ésta (…)’ (Mate 2008, 142). Baer apunta a la línea directa entre la intolerancia de Franco y la España de la Inquisición, una línea por cierto, a la que el mismo régimen aludía y que también se evoca en Sefarad. A su vez, la Segunda República y Sefarad pueden entenderse como memorias enredadas de la España tolerante (Baer 2011, 114-115). Antonio Muñoz Molina también evoca una relación entre la Segunda República y Sefarad como la antítesis de la intolerancia. Ambos grupos han sido excluidos y señalados en diferentes momentos de la Historia de España. No obstante, el aura de sacralización que rodea el Holocausto y su representación, impiden que el autor se invente a un personaje español o sefardí que sobreviviera a los campos de exterminio como Levi. En vez de ocupar este vacío, el autor opta por rodear el testimonio del sefardí Primo Levi con una espiral de historias. Cada una de estas historias ayuda a pasar las diversas “fronteras identitarias” que existen entre el testimonio de Primo Levi y la memoria colectiva española. Muñoz Molina consigue borrar estas fronteras a través de la mezcla de los pronombres, el motivo del tren y las historias que se cuentan en los viajes, pero sobre todo a través de varios personajes híbridos.

3.4 PERSONAJES HÍBRIDOS

Tal vez la mayor influencia de la obra de Primo Levi que se puede apreciar en Sefarad reside en los personajes y las voces híbridas que encontramos a lo largo de la novela. Como hemos señalado en el capítulo anterior, la voz de Primo Levi es siempre híbrida, recogiendo múltiples identidades: químico y escritor, testigo y novelista, judío e italiano. Él mismo se resistía a la categorización como escritor judío, diciendo que no le gustaban las etiquetas, en cambio a los alemanes sí (Cheyette 2007, 67). En Sefarad la categorización, las etiquetas impuestas por terceros viene a ser una de las mayores preocupaciones. El historiador Tony Judt sitúa a Primo Levi en un espacio intermedio que admite complejidad y multiplicidad (Rothberg y Druker 2009, 21). En Sefarad el énfasis en las identidades híbridas, la mezcla de voces narradoras y las analogías entre experiencias en diferentes tiempos y lugares tiene como resultado que las 41

SEFARAD diversas fronteras, que Gómez López-Quiñones denomina juegos de oposiciones, entre la ficción y la verdad, la literatura y la realidad, la impostura y la autenticidad, se acaben borrando. Dentro del ámbito de la memoria, estas oposiciones no existen como entidades exclusivas, sino como elementos complementarios. Para este argumento, primero de todo cabe volver al concepto de memoria colectiva divulgado por uno de los pioneros en los estudios sobre la memoria colectiva, el sociólogo Maurice Halbwachs (Halbwachs 1992). Para Halbwachs, todas las memorias son a la vez individuales como colectivas. La memoria colectiva tal como Halbwachs la presenta es múltiple, ya que un actor puede formar parte de varios colectivos o marcos sociales que no siempre se solapan por completo. Antonio Muñoz Molina nos presenta en Sefarad varios personajes que encarnan literalmente diversos colectivos. Así, en ‘Copenhague’, conocemos a la señora Camille Pederson-Safra, de origen francés y sefardí. Para el narrador, el nombre de la mujer era en sí mismo un enigma. El narrador admite que, ‘no puedo resistirme al imán de los nombres: la mujer me dijo que había nacido en Francia, en una familia judía de origen español. Pedersen era su apellido de casada’ (56). Su nombre comprende pues diversos marcos sociales: francés, danés, judío y español. Tras su condición de destierro ha adquirido todas estas identidades. También el señor Salama pertenece a varios colectivos, húngaro, español, judío, español en Marruecos y cojo. Primo Levi es italiano y sefardí, pero no recobra su identidad judía hasta que le apuntan los antisemitas. En las diferentes historias estas varias identidades cobran más o menos importancia o se mezclan entre sí. En la historia ‘Sherezade’, la mujer que se ha exiliado con sus padres a Rusia tras la Guerra Civil española y volvió a Madrid para cobrar una pensión mejor, ha llegado a ser una persona totalmente híbrida, que no habla bien ninguno de los dos idiomas y se siente una persona ajena tanto en Madrid como en Moscú. El soldado de la División Azul ‘ve a quien fue como si viese a otro’ (100), y reconoce sus identidades sucesivas, divididos por el tiempo y la experiencia: el muchacho apasionado por la filosofía y la literatura, el joven que no llegó a luchar en la Guerra Civil española, el soldado en el frente del Este saltando trincheras y por último, el hombre de ochenta años al que solamente le quedan los recuerdos. De este modo, los personajes engloban las oposiciones, que a su vez terminan siendo elementos complementarios de su identidad. La concepción de estos personajes híbridos, de los que Primo Levi es uno, también consigue borrar la frontera textual o literaria que Antonio Gómez López-Quiñones identifica entre el Holocausto y la narración en Sefarad.

42

MEMORIA PRESTADA Muñoz Molina reconstruye la historia de España y de Europa a través de estos personajes híbridos. El tema de la novela, el destierro, viene así a ser también un motivo que ayuda a narrar la historia compleja del siglo veinte. Alexis Grohmann define la forma de la novela como ‘travelling text’, ‘involving long distance mental as well as actual travel that regularly produces vertigo in the mind of the narrator(s), as well as in that of the readers’ (Grohmann 2006, 233), mientras que señala la importancia de las digresiones en el texto. Son exactamente estas digresiones, donde muchas veces se borran fronteras y se establecen relaciones entre hechos y personajes sin relaciones aparentes en cuanto a espacio y tiempo. Pues, la forma de la novela, el tema del destierro y el motivo del viaje en tren posibilitan la conexión de diferentes países, tiempos y personajes. Además, tal como apunta el narrador en ‘Copenhague’, ‘en los viajes se cuentan y se escuchan historias de viajes’, recordándonos la frase de Galdós en Fortunata y Jacinta, ‘doquiera que el hombre va lleva consigo su novela’ (64). Pues, las historias de vida se cuentan y se mezclan, pero también, cuando una persona lleva consigo sus historias, las mezclará y enlazará con las experiencias diferentes en lugares nuevos. Aparte del enfoque en los personajes híbridos, Primo Levi ‘wished to situate the Holocaust in the context of global injustice – Algeria, Vietnam, the Soviet Union, Chile, Argentina, Cambodia, and South Africa – which displaces the desire for revenge onto the demand for justice. (…) In stark contrast with [Jean] Améry, who remained trapped within the violence of the camps, Levi negotiated continually between the death camps and the values of the world at large’ (Cheyette 2007, 69-70). Así, destacaba el aspecto universal del Holocausto (Rothberg y Druker 2009, 8). En Sefarad también encontramos estas referencias de injusticia, que incluyen no solamente las experiencias totalitarias los años cuarenta y cincuenta, pero también referencias a los sin papeles africanos, los cadáveres arrojados al Río de la Plata (Muñoz Molina 2001, 477), Bosnia, Ruanda y la herencia imperialista a través de la referencia a Joseph Conrad. Micheal Rothberg examina el tipo de analogías que encontramos a lo largo de Sefarad en su libro Multidirectional Memory (Rothberg 2009). En este libro define el funcionamiento de la memoria como un sistema multidireccional. Con ello quiere buscar una definición de la memoria fuera de la atribuciones globales o universales y evitar un esquema simplificador de ‘bien’ y ‘mal’ que suplanta la complejidad del Holocausto y su memoria, tanto como la de otros conflictos. En su libro, analiza varias obras literarias para adentrarse en lo que él llama, la arqueología de imaginación comparativa (Rothberg 2009, 107).

43

SEFARAD

‘I have proposed the concept of multidirectional memory, which is meant to draw attention to the dynamic transfers that take place between diverse places and times during the act of remembrance. (…) The model of multidirectional memory posits collective memory as partially disengaged from exclusive versions of cultural identity and acknowledges how remembrance both cuts across and binds together diverse spatial, temporal, and cultural sites’ (Rothberg 2009, 11). Pues, el modelo de Rothberg analiza y admite cómo diferentes memorias se enlazan en el espacio público. En su análisis apunta a la estructura narrativa de los libros y cómo ayuda a sugerir analogías sin entrar en la comparación directa. Este también es el caso en Sefarad, donde los viajes y la recogida de testimonios admite la yuxtaposición de diferentes memorias. Asimismo, apunta que la “postmemory” (Hirsch 1997) se puede entender como una versión particular de las diferentes direcciones de la memoria. Marianne Hirsch propone el termino “postmemory”, para esa memoria que nos ha llegado tras los testimonios de otros, la fotografía y también la ficción. Según Rothberg, la introducción tardía de la memoria, a través de testimonios, textos y imágenes, ayuda e invita a la yuxtaposición de una memoria particular con otros imaginarios históricos (Rothberg 2009, 271). Esto es exactamente lo que ocurre en Sefarad tras el “narrador básico”: un escritor contemporáneo, lector de Jean Améry, Primo Levi, Margarete Buber-Neumann, etcétera, que además recoge varios testimonios a lo largo de su vida. Luego, el escritor (narrador) inserta a todas estas historias en una novela. El resultado es una novela híbrida, donde estas historias se contraponen o a veces invitan a comparaciones desde la perspectiva contemporánea. Con ello podemos decir que la memoria del siglo veinte recogida en Sefarad es un ejemplo perfecto de la “postmemory” y sus efectos multidireccionales. Muñoz Molina dibuja un mapa, desde una perspectiva claramente española, pero dejando espacios para introducir la memoria del Holocausto. El Holocausto no viene a ser un ‘free floating signifier’, como advierte Aleida Assmann, pero tampoco responde solamente a la categoría de memoria histórica europea. Son sobre todo los personajes híbridos los que consiguen dar un sentido más profundo a las varias analogías establecidas en las digresiones del “narrador básico”, ya que ellos encarnan el mapa transnacional y transtemporal que Muñoz Molina evoca. Es aquí donde la novela se acerca más a la narrativa de Primo Levi. Levi se incorpora a la memoria histórica de la intolerancia española a través de su lineaje sefardí y del Holocausto, al ser un superviviente de Auschwitz, al mismo tiempo que reflexiona en su narrativa sobre la complejidad y multiplicidad de la memoria colectiva e individual.

44

4

EL COMPRADOR DE ANIVERSARIOS DE ADOLFO GARCÍA ORTEGA

En la novela El comprador de aniversarios (2002) de Adolfo García Ortega, el Holocausto, en concreto Auschwitz, es el tema principal y Primo Levi encarna la referencia clave sobre la que el autor construye el relato. El autor parte del personaje Hurbinek que conocemos de La tregua de Primo Levi, para acercarse a los horrores de los campos de exterminio. ‘Auschwitz está demasiado cerca’, dice la frase inicial de El comprador, demasiado cerca para ya echarlo al olvido. El narrador que ha conocido el Holocausto solamente a través del cine y de los libros, viaja a Auschwitz como peregrino. No obstante, herido en un accidente en una autopista alemana, el narrador inicia su peregrinaje a través de la imaginación desde el hospital alemán donde está ingresado. Para ello parte de aquél personaje tan conocido de Primo Levi: el niño de apenas tres años que muere en Auschwitz en marzo de 1945, justo después de la liberación, ‘libre pero no redimido’ (García Ortega 2002, 38). El niño Hurbinek que no sabía hablar y que tenía las piernas paralizadas. En la obra de Primo Levi, Hurbinek encarna la incapacidad de narrar el Holocausto. Nacido probablemente dentro del campo de exterminio, no se sabe nada de él, ni de sus padres, ni tampoco de su nacionalidad u origen. El niño solamente dice una sola palabra que entre las múltiples nacionalidades que le rodean, nadie consigue entender. Así, Ruth Franklin apunta que ‘Hubernik embodies a classic survivor’s nightmare: to speak and not to be heard’ (Franklin 2011, 46) García Ortega a su vez, cita a Primo Levi, recordándonos, que ‘Hurbinek no era nadie (...) un hijo de la muerte, un hijo de Auschwitz’ (García Ortega 2002, 28). Adolfo García Ortega quiere cambiar el destino de este niño a través de la literatura. Desde su cama en el hospital alemán, inventa para Hurbinek un posible nombre, un pasado y un futuro. A la vez, se detiene ante la existencia del niño en el campo, elaborando sobre el origen de sus pocas pertenencias. La historia de Hurbinek viene a ser un motivo para

EL COMPRADOR DE ANIVERSARIOS centrarse en el sufrimiento de los niños en el campo. Además, aunque el autor especifica en el primer capítulo que solamente quiere hablar de Hurbinek, la invención de su pasado y futuro acoge en realidad una multitud de personajes, unos ficticios, otros también recogidos de la narrativa de Primo Levi. La ficcionalización de la vida de Hurbinek, sin embargo, no llega a ser un relato coherente, ni tampoco elimina la incertidumbre sobre las incógnitas acerca el niño. El narrador no inventa sólo un pasado y futuro, sino que presenta un tejido de varios pasados y futuros posibles. La novela se desarrolla cuidadosamente, tomando cada vez un paso más en la imaginación. Con cada capítulo, nos alejamos un poco más de los datos que nos ofrece Primo Levi en La tregua. Los primeros tres de los trece capítulos nos familiarizan en su totalidad con los tres personajes más importantes de la novela: en el primer capítulo conocemos al narrador y a su fascinación por Hurbinek y la memoria del Holocausto; el segundo capítulo se adentra en lo que podemos saber de Hurbinek a través de la obra de Levi y en el tercero, Primo Levi mismo viene a ser el personaje principal. Conocemos su origen sefardí, su situación familiar al estallar la Segunda Guerra Mundial y la deportación a Auschwitz. En este último capítulo el autor ya se aleja poco a poco de los meros datos biográficos, para meterse en la piel de Levi, evocando su posible pensamiento y estado de ánimo en la mañana antes de su muerte. Con estos tres primeros capítulos, el narrador se asegura de que el lector y él saben lo mismo sobre Hurbinek y Primo Levi, quien a su vez garantizó la existencia del niño a través de su testimonio. Con el siguiente capítulo, el narrador emprende el paso a la imaginación con la historia de los posibles padres de Hurbinek, los judíos polacos Sofía y Yakov. El tiempo de la narración rompe con la cronología de los hechos, pasando de los años anteriores a la Segunda Guerra Mundial a los años posteriores y viceversa, pero siempre con la referencia del año 1945, la muerte de Hurbinek. La muerte del niño viene a ser un punto cero, un momento en la Historia que marca un antes y después, tal como lo hace Auschwitz en la Historia de Europa. En el capítulo cinco nuestra mirada es redireccionado hacia el futuro. Nos centramos en las personas que rodearon a Hurbinek cuando murió en Auschwitz. El narrador ficcionaliza estos personajes evocados en primer lugar por Primo Levi, imaginándose cómo Hurbinek sobrevivió en sus memorias. Leemos por ejemplo como Hurbinek llega a ser el protagonista de un cuento que Henek, el que cuidaba a Hurbinek en Auschwitz, trasmite a sus propios hijos. En el cuento, Hurbinek es un niño que vive en el tronco de un árbol, pero no puede salir porque no tiene piernas. Este ser infeliz llora dentro del tronco y si uno escucha muy atento, se pueden escuchar sus gemidos y llantos. En este 46

MEMORIA PRESTADA cuento, Henek también le devuelve la vida a Hurbinek, representado por cada árbol que le rodea. Después de este futuro tras la memoria de los supervivientes, volvemos a Auschwitz, al punto cero. Ahora, en vez de imaginarnos el pasado o el futuro de un solo niño, Hurbinek viene a ser el motivo para recoger diversas historias sobre el destino cruel de varios niños en el campo. El narrador recoge aquí testimonios de supervivientes que conoció a través de la literatura y de Erika Fisherkant, quien dirige una fundación que se ocupa de los niños víctimas del nazismo. Hurbinek llega a ser el símbolo de muchas otras vidas rotas. También en el séptimo capítulo, Hurbinek llega a ser el símbolo, la base para narrar la historia de otros personajes. Nos adentramos ahora en el posible futuro de Hurbinek en el caso de que hubiera sobrevivido. Este capítulo se puede considerar el centro de la novela, ya que es aquí donde el narrador realmente le ‘compra aniversarios’ a Hurbinek. Conocemos a varios personajes de diferentes nacionalidades que todos comparten la condición de minusválidos o son cojos, pero ninguno de los personajes recuerda o conoce el por qué de su incapacidad física. El narrador nos presenta a ocho personajes, que podrían haber sido Hurbinek, pero que sin embargo desconocen su pasado. Hurbinek sobrevive, pero sigue sin poder contar su experiencia del Holocausto. Aunque aprendió a hablar, no consigue escapar de su silencio acerca de los horrores de Auschwitz. Esta mudez se anula sin embargo en el siguiente capítulo, donde el narrador se adentra a los posibles significados de la única palabra que Hurbinek llegó a pronunciar. Esta palabra no solamente ofrece varias posibilidades sobre el origen de Hurbinek, sino que también sirve de punto de partida para una digresión acerca el significado de las palabras dentro del campo de exterminio y después del Holocausto, recurriendo a las voces de los autores icónicos de Jean Améry, Walter Benjamin y también Primo Levi. En el capítulo ‘Piedras llenas de voces’, Auschwitz-Birkenau viene a ser el protagonista de la naración como lugar del horror. Conociendo el lugar de Auschwitz, el tratamiento de los niños en Auschwitz, el posible pasado y futuro de Hurbinek y sus únicas palabras, el narrador se aproxima por fin a la posible existencia real del niño en Auschwitz entre 1942 y 1945. Los capítulos diez y once describen la historia inventada del origen de Hurbinek, focalizado mayoritariamente a través de Sofia. Conocemos su pánico al saber que estaba embarazada en el gueto de Varsovia y el sufrimiento en el campo, escondiendo su embarazo y después ocultando al niño, al que puso el nombre de Ari. Al final, Sofia decide intentar sacar al niño del campo. Tras el intento fallido de la liberación de Hurbinek, conocemos a las varias ‘madres’ de Hurbinek que se ocuparon de él después de que Sofia se hubiera desprendido de él. A través de los objetos que cada una le proporciona, una manta, una gorra, unos botones, unos zapatos etcétera, el 47

EL COMPRADOR DE ANIVERSARIOS narrador se imagina la vida de Hurbinek en el campo. Termina con el pañuelo que Primo Levi se llevó a Turín y guardó para el resto de su vida en una pequeña caja con otros objetos de recuerdo a esos años del horror. ‘Primo Levi empezó a escribir de Hurbinek a partir de aquí. No sabía el pasado de ese niño ni quiso aventurarle un futuro imposible, Sin embargo, el sucio pañuelo del dragón habitó su memoria para siempre’ (García Ortega 2002, 225). En el último capítulo titulado ‘El árbol de las fotos de este mundo’ volvemos sobre todo a la vida del narrador. Éste tiene un sueño prestado de Hurbinek con la devoración de una lagartija por una legión de hormigas. En este sueño el narrador recuerda a todas las personas que ha conocido en su vida. ‘Todo lo olvidado surgía en mi sueño progresivamente. Correspondía a una especie de tarea por cumplir, sabía que estaba haciendo un trabajo, que me quedaban muchas personas por recordar’ (229). De todas estas personas había una foto colgada en un árbol, debajo del que luego iba a ser enterrado Hurbinek. Es como si tras el recuerdo de Hurbinek, el narrador ha abierto una caja de pandora, subrayando la necesidad de recordar, narrar y trasmitir la historia de las personas que ha conocido. Apunta con este sueño la importancia de la memoria. Con este capítulo concluye tanto el viaje del narrador a Alemania como la imaginación de la vida de Hurbinek. El narrador reconoce que pensar el Holocausto, saberlo y decirlo le ha cambiado. ‘Ahora lo sé: yo iba a Auschwitz, pero ya no’ (236). Los objetos, los lugares de memoria, solamente son una ayuda para recordar, una ‘aide de mémoire’, pero a través de estos objetos hay que adentrarse en la historia que cuentan. Por esto, el narrador se define como un peregrino, distanciándose de los turistas que visitan los campos de concentración como si fuera un parque de atracción.

4.1 MEMORIA PRESTADA

Gonzalo Pontón escribe que la novela 'se postula menos como una evocación literaria de la Catástrofe que como una interpretación de su sentido, esto es, del sentido que debe tener para nosotros' (Pontón 2003, 69). Así, el relato representa para él la ‘memoria renovada’: ahora que desaparecen las últimas voces de testigos directos, ‘el testigo está en manos de quienes, desde el pensamiento y la literatura, creen que en el horror de Auschwitz se encuentra una lección para el presente y el futuro’ (Íbidem). También Antonio Muñoz Molina subraya la importancia de la ficción para aproximarnos a experiencias no vividas: ‘quizás necesitemos algo más, un grado de identificación – no de escuchar a los otros, sino de acercarnos más a ellos, de ponernos de algún modo en su lugar – que sólo puede ofrecernos, paradójicamente, el arte de la ficción’ (Muñoz Molina 2003, 76). Para él, El comprador no trata de Auschwitz, 48

MEMORIA PRESTADA sino de la imaginación de Auschwitz sesenta años después. ‘No acabamos sabiendo más sobre aquél niño de cuya existencia en el mundo sólo queda un rastro en una página de Primo Levi, pero sí ahondamos en las variaciones del recuerdo y del olvido, de la proximidad y la distancia, de nuestra condición personal de herederos de supervivientes y buscadores obsesivos de lo que nosotros no llegamos a vivir’ (77). Aún así, García Ortega se encuentra en un terreno delicado en el campo de la literatura del Holocausto. Como hemos visto en el primer capítulo, la invención de los horrores, frente al testimonio, cruza para muchos críticos la frontera de lo éticamente aceptable. García Ortega hace justamente esto: ficcionaliza un personaje que conocemos a través de un texto testimonial. Para Francesco Ardolino la ficcionalización llega a ser ‘la banalisation du personnage d’Hubernik, devenu le protagoniste d’un très mauvais roman populo-lacrymal’ (Ardolino 2008, 186). Aún más, García Ortega ficcionaliza el personaje que según otros críticos encarna la incapacidad de narrar el Holocausto, o la pesadilla del superviviente. Con ello, yuxtapone su relato a la tradición de la literatura del Holocausto. Es sin duda un llamamento muy fuerte a la importancia de narrar, utilizando un personaje que encarna lo opuesto. Por otro lado, parte de la crítica española lamentó que García Ortega se ocupara de un tema ‘tan poco español’. En el artículo ‘Carta después de Auschwitz’, publicado en la revista Quimera en 2004 en un especial sobre el Holocausto titulado ‘Después de Auschwitz: los libros del recuerdo’, García Ortega lamenta la ignorancia que hay en España sobre el Holocausto. Un año más tarde, el autor aún se ve necesitado de explicar su decisión de escribir sobre el Holocausto. ‘Mis respuestas, entonces, se centraban en argumentar que era el momento en que las novelas o la literatura en general debían tomar el relevo de los testimonios y de los libros de historia, y que me consideraba sobre todo un escritor europeo y nada de lo europeo me era ajeno’ (García Ortega 2005, 105). En este último artículo el autor muestra su preocupación sobre la vuelta del antisemitismo en el siglo XXI y la importancia que se quita hoy día al hecho del Holocausto. Es interesante que frente a la crítica de tratar un tema ‘poco español’, García Ortega se defina como ‘europeo’ y con ello adscribe a Auschwitz y al Holocausto sobre todo una importancia histórica europea. Luis María Romeu Guallart analiza El comprador de aniversarios dentro del marco del ‘realismo posmoderno’, una tendencia literaria que vuelve la vista a la realidad y a la historia, rompiendo con la mímesis. El elemento metaficcional de la novela es el mismo personaje de Hurbinek que existió tanto real como literariamente, pues se trata de un ‘personaje prestado’ en términos de Guallart (Romeu Guallart 2010, 167). La narración de 49

EL COMPRADOR DE ANIVERSARIOS García Ortega no es invención total, sino se cuenta a través de un testimonio prestado, con un personaje prestado y así llega a ser lo que Pontón denomina ‘memoria renovada’. Aún así, y lo que nos interesa aquí, la memoria en esta novela tal vez no es precisamente renovada para el lector español, sino que se trata más bien de una primera introducción al tema de la memoria del Holocausto en la literatura. Con los límites éticos que rodean la posibilidad de narrar el Holocausto, el autor español se ve necesitado de prestar pues la memoria de Primo Levi para acercarse al exterminio de los judíos. En sus propias palabras, no presta la memoria, sino que la compra: ‘Compro memoria. Compro totalidad, es decir compro ese clima, esa tierra, ese aire. Ubicación, en suma. En esta habitación de hospital de Frankfurt soy un comprador atento y desesperado’ (García Ortega 2002, 151). El comprador se rebela contra la tendencia de olvido o de amnesia. De forma más concreta se sitúa contra la mirada amnésica de los turistas. La cultura de consumo convierte al patrimonio cultural en espacios que cada vez más se parecen los unos a los otros. Barbara Kirshenblatt-Gimblett señala cómo, con la lógica de la mirada turística (‘tourist gazing’), los espacios se convierten en sitios de interés y los sitios se convierten en destinos (KirshenblattGimblett 1998). Cuando leemos la tan repetida frase ‘Yo iba a Auschwitz, pero ya no’, desde esta perspectiva, se articula aún más claramente el objetivo del narrador. El narrador quería visitar a Asuchwitz y con ello el campo se había transformado en su destino. Sin embargo, tras el accidente, el narrador se da cuenta de que Auschwitz como sitio de interés o patrimonio cultural, no le podrá ayudar en acercarse a la historia de la Catástrofe. El relato se convierte en una defensa apasionada de la ficción y de la memoria. Para el narrador, la memoria está instrínsicamente relacionada con la narración y con la imaginación. La ficcionalización de un personaje que encarna la imposibilidad de narrar subraya este objetivo aún más. Mientras que su memoria de Auschwitz nunca podrá ser más que una “postmemory” en términos de Marianne Hirsch, esto no quiere decir que nuestra memoria de la Catástrofe tiene que ser superficial y ajena, transformada por la industria del patrimonio. ‘Comprar memoria’ dentro de esta perspectiva parece un término un tanto irónico ya que responde a la categoría de turista. García Ortega emplea esta noción exactamente en el capítulo en el que se adentra en el mismo lugar de Auschwitz. Describe el campo con precisión, sin haber estado nunca. Ya conoce el lugar, seguramente a través de sus múltiples representaciones visuales. ‘Cuando un día vaya a Auschwitz, veré todo esto’ (García Ortega 2002, 153). Pero a la vez se da cuenta de que ‘todo en Auschwitz es un hueco de otra cosa que ya no está’ (152).

50

MEMORIA PRESTADA 4.2 AUSCHWITZ ESTÁ DEMASIADO CERCA: PERSPECTIVA ESPAÑOLA

El comprador de aniversarios ofrece una posibilidad para el lector español de acercarse a la historia del Holocausto. El narrador español que solamente conoce el Holocausto a través de la literatura y a través del cine es seguramente más informado que el lector español medio, por esto se asegura primero de familiarizar al lector con Primo Levi y el personaje de Hurbinek. Para el narrador es necesario saber y pensar el Holocausto y subraya una y otra vez la necesidad de recordarlo anotando que el Holocausto está demasiado cerca. Parece que las primeras dos páginas de la novela estén dirigidas directamente al lector español, recalcando la necesidad de hablar del Holocausto y de Hurbinek, aunque se ha escrito ya mucho sobre esto. Aquí, el narrador también defiende su elección de inventarle una vida a Hurbinek, aunque al niño ya no le valga de nada: solo así podrán ‘ser redimidos los dos’ (García Ortega 2002, 10). ¿Redimidos de qué?, se preguntará el lector. Más tarde leemos que Hurbinek murió en los primeros días de marzo de 1945, ‘libre pero no redimido’ (38), repitiendo las mismas palabras que usó Primo Levi en La tregua. No obstante, la existencia de Hurbinek en la memoria del Holocausto ya fue asegurado por Primo Levi con la publicación de La tregua. Dentro del contexto español, pues, esta frase únicamente se puede interpretar como el rescate de la memoria del Holocausto en España, y en especial el rescate de la figura emblemática de Primo Levi y el personaje Hurbinek. La narración del relato adquiere un significado semi terapéutico tras estas palabras, como si el narrador pagara la deuda española por el desinterés generalizado por temas relacionados con el Holocausto. Hay, sin embargo, solamente una instancia donde el narrador se refiere directamente a la falta de memoria del Holocausto en España. Cuando enumera los turistas que acuden a Auschwitz, ‘muchos judíos, muchos italianos, dos o tres españoles, ningún alemán (por lo visto – hay estadísticas – los alemanes nunca visitan Auschwitz)’ (151-152), sugiere que los españoles no parecen tener mucho interés por la memoria del exterminio y en su tendencia amnésica se parecen más a los alemanes que a los italianos.18 La elección del personaje de Hurbinek, un niño sin identidad precisa, se entiende siendo un personaje más próximo al lector español: el niño sin identidad y sin nombre se representa como una víctima universal más que una víctima judía. También Romeu Guallart se da cuenta del poder metafórico del personaje de Hurbinek que ha vivido una vida tan 18

Aún así, la visita a Auschwitz no es el único instrumento de medición de la cultura de memoria del Holocausto. La lectura, por ejemplo, como él mismo sugiere de algún modo, es otra forma de recordar y acercarse a la memoria del Holocausto.

51

EL COMPRADOR DE ANIVERSARIOS breve y anónima (Romeu Guallart 2010, 170). La anonimidad además, ofrece la posibilidad de imaginarse diversas alternativas acerca el pasado y el futuro de este niño y así el narrador consigue introducir el contexto español en el relato sobre campo de Auschwitz, si bien es en principio un contexto ajeno a los campos de exterminio como he detallado en el primer capítulo. La primera alusión que el texto ofrece sobre la posible madre de Hurbinek, es la de una joven del que nadie sabía el nombre:

‘Ángela Pérez León, era una sefardita española casada con un maquinista bohemio al que no había visto desde su llegada al campo. La mujer llevaba agarrado a ella un cuerpecito que no emitió gemido alguno en la caída. (...) Hurbinek volió por los aires’ (García Ortega 2002, 24). Se trata de una alusión preliminar: el lector tiene que esperar dos capítulos para conocer la historia de Sofia y Yakov como otros posibles padres de Hurbinek. Más aún, no es hasta el final de la novela que el narrador postula a Ángela Pérez León no como una madre posible, sino como una de las mujeres que cuidaron a Hurbinek, después de que Sofia se había desprendido de él para sacarle del campo. Ahora leemos que ‘Ángela Pérez León era una sefardita española que residía en Bohemia desde el fin de la guerra civil’ (223). Fue la mujer que llevó a Hurbinek aún con vida a su barracón e introdujo los botones en la vida del niño. Con la evocación de Ángela Pérez León al principio y al final de la novela el narrador encuadra el relato en un marco español. Pero también dentro de este marco encontramos varias alusiones a un posible contexto español, enlaces entre la memoria colectiva española y europea. En cuanto a los posibles futuros de Hurbinek, dos de los ocho personajes evocados responden a un contexto español. El primero es Pablo Orgambide, un escritor español. El narrador lo imagina el día de su boda, en 1975, cuando justo acaba de terminar la biografía de Adolf Hitler y Franco muribundo firmó sus últimas sentencias de muerte. (Nótese la yuxtaposición entre la figura de Hitler, ya pasado al ámbito de la Historia y Franco matando a españoles desde su cama). El padre de Pedro Orgambide, conservador y afín al régimen franquista, había luchado con la División Azul y trajo consigo un niño de Rusia. Pablo nunca supo la verdad acerca su origen. El segundo personaje es Walter Hanna, un judío serfadita residente en Salónica. Fue acogido por los sefardíes de Salónica cuando pasó por allí en un camión de niños moribundos. El nombre se lo puso él mismo. El narrador le imagina en un hospital cerca de Berlín, donde quedó ingresado tras un accidente de coche yendo a Auschwitz. Walter Hanna es el último personaje presentado como posible futuro de Hurbinek. Notablemente, este personaje señala

52

MEMORIA PRESTADA fuertes paralelos con la vida del narrador. Con ello, la evocación de los diferentes personajes culmina en algo que se podría resumir como un ‘todos somos Hurbinek’, sugiriendo la idea de que cualquiera de la edad de unos cincuenta y nueve años podría haber sido ese niño paralítico sin siquiera saberlo. Como último, el enlace histórico entre la España franquista y la Alemania nazi es recordado a través del cónsul español que le visita al narrador en el hospital. Le invita al narrador a pasar por la embajada española antes de marcharse a España, para ver sobre todo el mobiliario ‘sobrio, marrón, “epílogo de estilo fascista de los años treinta” (...), llevado allí en la época de Castiella’. Casi todos los muebles son del 1939,

‘cuando Serrano Súñer estaba en Berlín de embajador de su cuñado Franco. Dice el cónsul que a Hitler siempre le gustaron los muebles de la embajada española. ¿Acaso estuvo allí en alguna ocasión? – Una vez, un 18 de julio’ (García Ortega 2002, 158). Las cosas duran más que nosotros, comenta el cónsul. En este capítulo, el narrador describe las ruinas y remanentes de Auschwitz, las cosas que perdurarán más que los últimos supervivientes. En comparación con las ruinas y lugares de Auschwitz aún existentes en el día de hoy, también el mobiliario de la embajada española parece recobrar las conotaciones de un lugar de memoria de una historia demasiado cerca, pero sin embargo olvidada. El cónsul, no obstante, lo presenta como un patrimonio cultural que vale la pena visitar para el turista español; unos residuos ‘curiosos’ del pasado, desligados del significado de aquél pasado trágico español. Aunque a primera lectura la novela parece carecer de un contexto español, las evocaciones ‘españolas’, si bien son breves, aparecen con cierta constancia. En su conjunto, los personajes envuelven y aluden a la mayoría de los elementos del complejo abanico de enlaces entre España y el Holocausto: la ayuda y amistad entre el Tercer Reich y el régimen franquista se evoca a través de Serrano Suñer; la Guerra Civil y el exilio a través de la sefardita Ángela Pérez León y también de Manuel Valiño que estuvo con Hurbinek en los últimos meses, antes de la liberación (90); la División Azul aparece en la historia de Pablo Orgambide. A parte, la figura del judío sefardí es resaltado a través de Primo Levi, Ángela Pérez León y Walter Hanna. La inserción de personajes españoles y sefardíes y las alusiones al pasado franquista conllevan la aproximación del Holocausto para el lector español. Aún más, la crítica que denuncia la mirada superficial de los turistas también se vuelve sobre el pasado español, lo que finalmente produce un alegato por la memoria.

53

EL COMPRADOR DE ANIVERSARIOS 4.3 ENTRE FICCIÓN Y REALIDAD

Romeu Guallart analiza El comprador de aniversarios como un ejemplo del realismo posmoderno. ‘En la particular hibridez de esta poética, el realismo ya no basa su trabajo en la observación sino que, tomando como elementos de base los pertenecientes a la realidad empírica los transforma, los mezcla con elementos ficcionales y les da un sentido ético cuyo producto final, en forma de novela, es transmitido al lector’ (Romeu Guallart 2010, 167). Con el resumen de la novela, ya hemos visto cómo el autor se mueve muy cuidadosamente de la realidad a la invención. No obstante, la hibridez entre realidad y ficción no es algo tan nuevo como Romeu Guallart nos hace pensar. Uno de los temas más debatidos acerca la obra de Primo Levi es la veracidad de su testimonio. Ruth Franklin define Si questo è un uomo como un libro fundamentalmente literario. Añade sin embargo, que decir que un libro es literario no significa automáticamente que el contenido sea ficticio o inventado (Franklin 2011, 56-57). Aún así, como autor Primo Levi usó su libertad creativa para alterar sus personajes y hacer la narración más efectiva. Sam Magavern, experto en la obra de Primo Levi, subraya la importancia de que Levi mantiene el control sobre su narración como único narrador, ‘since to tell one’s story is to control one’s own destiny’ (citado en Franklin 2011, 58). Desde nuestro punto de vista, Adolfo García Ortega utiliza de algún modo la misma estrategia. En la novela, hay solamente una voz narradora, que activamente y concientemente inventa varios pasados y varios futuros para Hurbinek. El narrador controla los límites entre la realidad y la ficción de tal modo que en ningún momento conseguimos identificarnos con Hurbinek. Entre el niño y el lector queda siempre la voz narradora del español escritor ingresado en un hospital alemán, que además nos devuelve de vez en cuando al tiempo real de la narración, el año 2001. Con el control del único narrador, no es difícil distinguir entre la realidad y la imaginación acerca los acontecimientos en Auschwitz. Aún así, si bien los límites entre la invención y la realidad están muy marcados, es verdad que García Ortega ‘inventa’ gran parte del relato acerca de Hurbinek. Pero así consigue su objetivo de acercarse a la realidad del Holocausto sesenta años después, a través de la imaginación. Asimismo, la hibridez también la encontramos en el mismo futuro y pasado de Hurbinek. El narrador imagina diferentes ‘madres’ de Hurbinek, que le cuidaron consecutivamente en el campo de exterminio. El posible futuro de Hurbinek se despliega a través de ocho personajes diferentes. Donde el narrador dice que quiere comprarle

54

MEMORIA PRESTADA aniversarios a Hurbinek, en realidad le compra posibles futuros, todos con su propio universo. La forma de la novela, un libro de viaje, da a la novela la característica de Bildung. El narrador lo dice claramente, cuando admite que su viaje no es un viaje turístico, pero ‘tal vez’ de peregrinaje. Además, concluye admitiendo que pensar, saber y decir el Holocausto le ha cambiado. A la vez, el motivo del viaje, tal como hemos visto en Sefarad, también admiten al narrador incluir varios tiempos, espacios y personajes. Aunque al final el viaje es detenido por el accidente, el narrador prosigue el viaje a Auschwitz a través de su imaginación. Aparte, su ingreso como español en un hospital alemán, le admiten introducir personajes contemporáneos como el cónsul español, y también comparaciones en nuestra opinión más discutibles como los paralelos que el narrador dibuja entre los médicos que le ayudan a él y los procedimientos del doctor Mengele en Auschwitz. La novela El comprador de aniversarios parte pues del pequeño universo ‘real’ del personaje Hurbinek del cual no sabemos casi nada, para abrir un relato que incluye muchos personajes de diferentes nacionalidades, objetos de memoria y hechos históricos. También aquí encontramos enlaces multidireccionales, en términos de Michael Rothberg, evocando no solamente la guerra civil y el franquismo, pero también enumerando a otros criminales, Eichmann, Barbie, Pinochet, Pol-Pot, Karadzic, Mladic, Milosevic, Kabunga, Renzaho, Bizimungu (García Ortega 2002, 21), y otros lugares del horror: ‘Alguna vez he visto osarios y he imaginado enseguida que son restos de seres humanos a la espera de cierta justicia que ha de llegar. Como en Ruanda. Como en Bosnia. Como en Camboya’ (García Ortega 2002, 175). La novela de García Ortega parece prestar también la preocupación de Levi por el contexto global de la injusticia y resuena en ella la hibridez de la obra de Primo Levi. Más notablemnte, aquí, Hubernik llega a tener varias identidades. Tal como argumenta Romeu Guallart, la hibridez sirve para universalizar este personaje concreto, para convertirlo en un símbolo y no sirve, como suele ocurrir en la literatura posmoderna, como un filtro que manifiesta la imposibilidad de conocer los hechos históricos (Romeu Guallart 2010, 181). Partiendo de una voz narradora española, un peregrino fascinado por la historia del Holocausto que solamente conoce a través de los medios de comunicación, el autor no tiene otra opción que prestar el testimonio de otros autores para aproximarse a la historia de la Catástrofe. Para el narrador, pensar y conocer el Holocausto es de una importancia ética imprescindible y nos ayuda a acercarnos a esta historia a través de los residuos que nos quedan: los testimonios y los objetos, pero sobre todo la imaginación. Es también esa postura 55

EL COMPRADOR DE ANIVERSARIOS ética la que se vuelve contra la absorción de la memoria del Holocausto en la industria del patrimonio y los lugares de la memoria. El Holocausto se presenta como una referencia fundacional en la memoria europea, un punto cero que marca un antes y un después. Dentro de esta memoria también caben alusiones al pasado dictatorial español y los judios sefardíes desterrados. Las connotaciones al colectivo español que encontramos a lo largo del texto, ayudan a reflexionar sobre el Holocausto y de algún modo dicen: el Holocausto está demasiado cerca, no solamente en su dimensión temporal, sino también en su dimensión cultural. Admitiendo que el narrador solamente quiere hablar de Hurbinek, subraya la singularidad y la unicidad del Holocausto. No obstante, desde la perspectiva alejada temporalmente, sesenta años después, y geográficamente desde el contexto español, el narrador no escapa de la necesidad de la universalización del personaje. La hibridez del testimonio del sefardí Primo Levi y también el anonimato del personaje de Hurbinek parecen admitir por una parte las conexiones multidireccionales de la memoria y por otra la universalización, al mismo tiempo que no reducen necesariamente la unicidad y la importancia del Holocausto.

56

5

CONCLUSIÓN

Los dos autores objeto de este estudio toman préstamos del testimonio icónico de Primo Levi para poder acercarse a la memoria del Holocausto. Los autores citan directamente a Primo Levi en varias ocasiones al mismo tiempo que tratan de no pasar la frontera de la ficción. Asimismo, hemos visto como Antonio Muñoz Molina opta por contextualizar el testimonio de Primo Levi con una espiral de historias que, paso a paso, ayudan a borrar las “fronteras identitarias” entre los campos de exterminio y el colectivo español. Adolfo García Ortega, por otro lado, parte del núcleo del testimonio de Primo Levi en La tregua para acercarse aún más hacia la ficción. Este autor toma prestado el personaje que encarna la pesadilla del superviviente: el hablar y no ser oído. Pero ahora el narrador obliga al lector a escucharlo. Incorpora en su texto descripciones de las crueldades más horrorosas en los campos. Rodea a este niño sin identidad de una multitud de identidades para que el lector se dé cuenta de la carga metafórica de aquella vida trágica. El relato se convierte en un manifiesto que critica la cultura de “turismo” histórico y aboga por una memoria del Holocausto a través de la literatura y la imaginación. El Holocausto en Sefarad encarna un espacio compartido y de referencia rodeado por las diferentes historias. Pero el Holocausto en sí, los horrores de los campos de concentración no se detallan explícitamente, lo que crea un vacío en el centro de la espiral. Por otro lado, en El comprador de aniversarios el Holocausto tiene un papel central. El espacio distinto que ocupa el Holocausto en estas dos novelas tiene consecuencias para la posibilidad de insertar la historia y la memoria españolas. Hemos apuntado en varias instancias la diferencia entre Mauthausen y Auschwitz, la yuxtaposición antropológica de dos formas de muerte (Diner 2010, 33). Tanto Antonio Muñoz Molina como Adolfo García Ortega son muy conscientes de esta yuxtaposición e intentan rehuir la comparación directa. Esto tiene como efecto que en cuanto la narración se centra más en Auschwitz, menos

CONCLUSIÓN espacio cabe para insertar la memoria de la Guerra Civil y del Franquismo. La memoria del Holocausto no eclipsa a la memoria de la Guerra Civil española, pero simplemente ocupan campos semánticos complementarios. Aún así, en ambos relatos encontramos varias alusiones al pasado español que además en su totalidad cubren gran parte de los diferentes ámbitos de la implicación de España en la Segunda Guerra Mundial. En este marco cabe resaltar la figura del judío sefardí que recobra una importancia notable en ambas novelas. Es aquí donde se encuentra una mayor aproximación entre la memoria histórica española y la memoria del Holocausto. Es sin embargo una memoria contradictoria. La figura del judío sefardí no solamente alude a la bondad de los representantes de las embajadas españolas durante la Segunda Guerra Mundial y sus esfuerzos para ayudar a muchos judíos tras otorgarles la nacionalidad española, sino que recuerda la historia de la España intolerante tras la expulsión de los judíos después de 1492. En Sefarad esta dimensión se articula en varios pasajes. Es un enlace que no solamente ha recobrado importancia en el contexto de la literatura, sino que úlimamente también se ha repetido en el trabajo analítico de Reyes Mate (Mate 2008) y de Alejandro Baer (Baer 2011). La referencia a Sefarad, sin embargo, no alude directamente a la historia del Holocausto, sino que enlaza con el significado que se ha venido a dar al Holocausto a finales del siglo veinte. El del discurso humanitario de los derechos humanos. El de la memoria de la intolerancia, la exclusión y la marginalización. El de la memoria que ahora se proyecta sobre nuevas instancias de intolerancia produciendo nuevas limpiezas étnicas, como las guerras recientes en la antigua Yugoslavia. La combinación de espacios temporales y espaciales tan diferentes como el éxodo de los judíos sefardíes y el Holocausto, invita en nuestra opinión a la apertura de la narración a las analogías multidireccionales. Primo Levi, como icono de los testimonios de Auschwitz, encarna esta posibilidad. Ante todo como judío sefardí. Pero también hemos señalado cómo su preocupación por la justicia global y su énfasis en la hibridez de la identidad responden a la posibilidad de constituir estas analogías multidireccionales que surgen desde la posición del narrador geográficamente y temporalmente ajeno, desde la perspectiva de la “postmemory”. García Ortega parte de Auschwitz y del testimonio de Primo Levi, mientras que Muñoz Molina reduce las referencias directas a Primo Levi a unas frases fugaces. Además, García Ortega subraya la necesidad de ‘inventar’ o comprarle aniversarios a Hurbinek mientras que Muñoz Molina alude en varias instancias a la desgana de inventar, ‘rebajarse a una falsificación inevitable zurcida de literatura’ (Muñoz Molina 2001, 195). Aún así, ambos relatos coinciden en que acaban creando una espiral de relatos y personajes que rodean la 58

MEMORIA PRESTADA historia de Auschwitz. En este sentido, desde posiciones totalmente opuestas, los autores llegan a construir un relato con ciertas semejanzas inducidas por un lado por las restricciones existentes en la tradición de la literatura del Holocausto y por otro lado por el imaginario posible desde la memoria colectiva española. Sin embargo, encontramos una diferencia significativa entre ambas creaciones literarias en cuanto al uso de las voces narradoras. En Sefarad, el uso de una multitud de voces narradoras en combinación con la mezcla del uso de los pronombres crea una identificación directa entre varios personajes. Muñoz Molina utiliza esta estrategia para pasar minuciosamente de un personaje a otro, sugiriendo las analogías sin entrar en la comparación fácil. Con cada paso nos acercamos más a la víctima del Holocausto, abriendo un espacio para finalmente poder escribir ‘eres quien mira su normalidad perdida desde el otro lado del cristal que te espera de ella, quien entre las rendijas de las tablas del vagón de deportados mira las últimas casas de la ciudad que creyó suya y a la que nunca volverá’ (Muñoz Molina 2001, 419). Aún así, el narrador mantiene una cierta cautela frente a la presentación de Primo Levi como un personaje novelístico. El mapa que se crea en Sefarad, es pues un mapa metonímico de identificación. Michael Rothberg apunta en relación a la obra literaria de Caryl Phillips que ‘metonymic identification helps to capture the contingent contiguities of diasporic experience, its necessarily multiple locations and syncretic cultures’ (Rothberg 2009, 156). Lo que importa no es tan sólo tomar el sitio del otro (o ocupar el espacio de la memoria del otro), sino hacer un inventario de las diferentes geografías y memorias del destierro. El uso de la metonimia ayuda por tanto a abrir el campo semántico, en este caso de la memoria y del destierro, para incluir un sin fin de historias y memorias analógicas. Muñoz Molina explicíta este proceso de identificación en la misma novela a través de la voz del “narrador básico”:

‘(...) y no me hacía falta suponer o inventar una historia que los unificara a todos y los hiciera encajar como un rompecabezas. Cada uno cobraba una valiosa cualidad de misterio, se yuxtaponía sin orden a los otros, se iluminaban entre sí en conexiones plurales e instantáneas, que yo podía deshacer o modificar a mi antojo, y en las que ninguna imagen anulaba a las otras o alcanzaba una primacía segura sobre ellas, o perdía en beneficio del conjunto su singularidad irreductible’ (Muñoz Molina 2001, 192-193). Adolfo García Ortega, por otro lado, mantiene el control total sobre su novela tras una sola voz narradora. Paradójicamente, aunque él no evita la invención ni tampoco la narración detallada de las escenas más horrorosas de Auschwitz, el relato no elimina la distancia entre

59

CONCLUSIÓN el lector y el Holocausto. Aquí sí hay sólo texto entre el lector y el Holocausto y más precisamente el texto de Primo Levi.19 No llegamos a saber nada más de Hurbinek, el último testimonio sigue siendo el de Primo Levi. Las comparaciones directas entre la situación del narrador en el hospital alemán y el pasado de la Segunda Guerra Mundial solamente alejan más al lector de una posible identificación. Aunque García Ortega también presenta un mapa con múltiples personajes y geografías, no termina en la identificación metonímica que apreciamos en Sefarad. Las proyecciones multidireccionales no llegan a desarrollarse más allá de su mención. La clara defensa de la memoria del Holocausto como proyecto ético, junto a las fugaces pero constantes referencias a la historia española, hacen pensar en la historia y la memoria del Holocausto como una metáfora de la memoria histórica española. No obstante, la figura retórica de la apóstrofe, sugerida por Steenmeijer, nos parece menos eficaz en el caso de las novelas aquí presentadas (Steenmeijer 2009, 206-207). El narrador en esta novela no se aparta de su oyente o lector para dirigirse a otra persona, sino que precisamente se dirige a su lector habitual ofreciéndole un discurso de memoria nuevo pero siempre sobre el trasfondo de la propia experiencia histórica.

¿Cómo se escribe pues el trauma ajeno? La literatura del Holocausto de la tercera generación o la categoría de la novela histórica o novela documental a la que alude Efraim Sicher, nos da ya algunas pistas. Sus novelas están basadas en historias familiares pero también en representaciones ficcionales de la literatura y la cinematografía, mientras que la narración se inicia muchas veces desde una focalización externa. Sobre todo la ‘memorialización’ del Holocausto a través de no judíos parece producir varias posiciones críticas. Jessica Lang nos recuerda la siguiente paradoja: al morir los últimos testigos, el Holocausto está cada vez más sujeto de la imaginación (Lang 2009, 44). Son mecanismos que corresponden también con la categoría de ‘postmemory’ de Marianne Hirsch. Estos mecanismos también los encontramos en las dos recientes novelas españolas sobre el Holocausto. Los narradores principales en ambas novelas son externos en cuanto a la experiencia del Holocausto y las novelas se construyen a base de las historias de testimonios orales y fuentes secundarias. En nuestro caso, es sobre todo la literatura icónica la que juega un rol primordial para acercarse al Holocausto. Muñoz Molina subraya en un artículo sobre la novela de Adolfo García Ortega la importancia de la imaginación literaria para aproximarnos a las experiencias no vividas. No obstante, la literatura española del 19

Esta es la crítica que Antonio Gómez López-Quiñones expresa en relación con la novela Sefarad (Gómez López-Quiñones 2004). Véase el capítulo 3.2, página 33.

60

MEMORIA PRESTADA Holocausto parece producir una categoría tal vez aparte de la novela documental de Efraim Sicher. Es la ausencia de una cultura de memoria del Holocausto y una literatura del Holocausto lo que deja a los novelistas contemporáneos sin precedentes literarios. Su tarea no es solamente imaginar el Holocausto desde su posición ajena, sino también presentar al lector español los iconos de la literatura mundial del Holocausto. Como he señalado, dentro del ámbito español, Primo Levi parece recobrar un interés especial por su identidad sefardí. A la vez, en contraste con otros escritores icónicos como Jean Améry o Elie Wiesel, la hibridez en los testimonios de Levi y su preocupación por un mapa más amplio de la injusticia parecen corresponder con la conyuntura contemporánea de universalización o globalización del Holocausto. El énfasis en ambas novelas está en la importancia de recordar, que parece resonar con el contexto de la memoria histórica de la Guerra Civil española. Resulta significativo que ambas novelas incorporan un gran número de referencias de la historia de la Guerra Civil española y del Franquismo. Con ello, se alude también a una memoria muchas veces tergiversada o al menos poco conocida. El resultado es un texto híbrido que revista un mapa de memoria multidireccional que, tal como lo ha acuñado Michael Rothberg, entiende la memoria fuera de posibles esquemas de memorias exclusivas. En el caso de España y el Holocausto, ambas novelas señalan la complejidad de los enlaces entre ambas memorias, recogiendo referencias a la Inquisición, la Guerra Civil, el Franquismo y la época contemporánea. La inserción de referencias de otras escenas de injusticia, como Bosnia, Ruanda o Argentina completan el mapa. Pero los enlaces importantes que se acentúan en ambas novelas son los enlaces entre la memoria del Holocausto y la memoria de la España intolerante. Sin embargo, las escenas de injusticia más presentes en el mapa geográfico de España dejan un vacío en ambas novelas. Es solamente en un comentario fugaz, en Sefarad, donde el narrador se acuerda del mapa del terror español, ‘también aquí caminamos sobre tumbas sin nombre y fosas comunes’ (Muñoz Molina 2001, 445). Aún así, en ambas novelas se aprecia que la posible memoria del Holocausto en España depende de la memoria de la Guerra Civil española y del Franquismo. Irónicamente, la primera sí se ha institucionalizado desde arriba, mientras que la segunda sigue encontrando resistencia a la hora del reconocimiento oficial.

Para terminar, me gustaría proponer unas líneas de trabajo a considerar dentro del campo de investigación relativamente nuevo de la memoria del Holocausto en España. Lo que más resalta de las dos novelas que aquí analizamos es la constante presencia del contexto 61

CONCLUSIÓN histórico español. Ya he mencionado mis reservas en torno al concepto propuesto por Maarten Steenmeijer de la apóstrofe o catapóstrofe. Aún así, el interés por la memoria del Holocausto parece estár intrínsicamente relacionado con la recuperación de la memoria histórica de la Guerra Civil española y del franquismo. Nuevo es, sin embargo, la presencia del judío sefardí y la alusión a una historia más profunda de la intolerancia. El interés por el Holocausto parece tener un efecto ‘boomerang’ sobre la propia memoria colectiva y abre el horizonte de la memoria histórica española en sus dimensiones temporales y geográficas. A la vez, la forma de la narración en ambas novelas con los espirales de historias, las repeticiones frecuentes (‘Qué harías tú’ o ‘Iba a Auschwitz, pero ya no’) y los vacíos que estas estrategias narrativas

dejan, invita a una lectura de ambas obras en cuanto a la

presencia del trauma propio. En cuanto a la recepción de los escritores icónicos de la memoria del Holocausto, sería importante ampliar el estudio sobre la recepción de las obras icónicas del Holocausto en España, tanto como la recuperación y la circulación de estas obras a través de nuevos productos culturales. Estos procesos también se deberían estudiar en comparación con otros países europeos. He apuntado cómo uno de los propósitos en las novelas destacadas es la introducción y la familiarización del lector con los escritores icónicos del Holocausto como Primo Levi. Esto sugiere que la presencia o la presentación de textos icónicos en la literatura reciente del Holocausto en otros países sería distinta. A la vez, la referencia intertextual a los testimonio icónicos también parece responder a los límites éticos de la invención que rodean el tema del Holocausto en la literatura. En cuanto a la recepción de Primo Levi, sería importante revisitar la recepción de los otros escritores icónicos que en estas obras también se mencionan y parecen recobrar alguna importancia, como por ejemplo Jean Améry. ¿Qué obras se han reeditado últimamente en España y cuáles vienen a ser referencias importantes para las nuevas expresiones culturales? Finalmente, ya que la memoria se configura a través de una multitud de distintos medios, cabría estudiar la memoria del Holocausto fuera del ámbito de la literatura. Hemos señalado cómo algunos patrones que apreciamos en Sefarad y El comprador también se repiten en el trabajo filosófico de Reyes Mate y el análisis sociológico de Alejandro Baer. Esto hace pensar que con la entrada en el siglo veintiuno, la institucionalización de la memoria del Holocausto ha tenido efectos importantes sobre los colectivos de memoria ajenos a esa memoria. Lo que, en palabras de García Ortega, pensar, saber y decir el Holocausto nos ha cambiado. Con ello, el Holocausto ha venido a ser una metáfora para otras ‘memorias de la intolerancia’ o a formar parte del campo metonímico de las ‘historias de 62

MEMORIA PRESTADA injusticia’. Aún así, en las novelas que aquí analizamos, la narración del Holocausto como trauma ajeno o memoria prestada, no implica la preponderancia del Holocausto sobre otras culturas de memoria ni tampoco el vaciado de significado del Holocausto mismo, como algunos estudiosos advierten. En el caso de Sefarad y El comprador de aniversarios el uso de los testimonios icónicos consiguen precisamente el reconocimiento de la unicidad del Holocausto y la necesidad de que su memoria no caiga en el olvido.

63



OBRAS CITADAS

Adema, Janneke, y Marije Hristova. 2010. “The Exile Condition: Space-time Dissociation in Historical Experience. A Reading of Sefarad.” Krisis (1): 62-76. Ahnfelt, Vigdis. 2008. La recuperación de la identidad en la novela Sefarad de Antonio Muñoz Molina. Tesis doctoral, Estocolmo: University of Stockholm. Amat-Piniella, Joaquim. 1963. K.L. Reich. Barcelona: Club Editor Anglada, María Àngels. 1997. El violín de Auschwitz. Madrid: Alfaguara. Ardolino, Francesco. 2008. Les traductions des oeuvres de Primo Levi en espagnol et en catalan. En Philippe Mesnard y Yannis Thanassekos (eds.) , Primo Levi à l’oeuvre. La reception de l’oeuvre de Primo Levi dans le monde, 185-196. Paris: Kimé. Armengou, Montse y Ricard Belis. 2004. Las fosas del silencio. ¿Hay un Holocausto español? Barcelona: Plaza y Janés / Televisió de Catalunya Assmann, Aleida, y Sebastian Conrad, eds. 2010. Memory in a Global Age. Discourses, Practices and Trajectories. Basingstoke: Palgrave Macmillan. Assmann, Jan. 1995. “Collective Memory and Cultural Identity.” New German Critique 65: 125-134. Baer, Alejandro. 2006. Holocausto. Recuerdo y representación. Madrid: Losada. ———. 2011. “The Voids of Sepharad: the Memory of the Holocaust in Spain.” Journal of Spanish Cultural Studies 12 (1): 95-120. Caballero, Abel. 2004. El invierno de las almas enterradas. Barcelona: Belacqva Carbos, Toni y Javier Cosnava. 2011. Prisionero en Mauthausen. Un análisis de la culpa personal y colectiva. Alicante: Edicions de Ponent Carcedo, Diego. 2000. Un español frente al Holocausto. Así salvó Ángel Sanz Briz a 5.000 judíos. Madrid: Planeta. Cheyette, Bryan. 2007. Appropriating Primo Levi. En Robert S.C. Gordon ed., The Cambridge Companion to Primo Levi, 67-85. Cambridge: Cambridge University Press. Conrad, Joseph. 2005. El corazón de las tinieblas. Trad. Araceli García Ríos e Isabel

OBRAS CITADAS Sánchez Araujo. Madrid: Cátedra Diner, Dan. 2010. Icons of European Memory Juxtaposed: The Spanish Civil War and the Holocaust. En Antonio Gómez López Quiñones y Susanne Zepp (eds.), The Holocaust in Spanish Memory. Historical Perceptions and Cultural Discourse, VII:31-35. Leipziger Beiträge zur jüdischen Geschichte und Kultur. Leipzig: Leipziger Universitätsverlag. Egido León, Ángeles. 2005. Españoles en la Segunda Guerra Mundial. Madrid: Editorial Pablo Iglesias. Estrada, Isabel. 2010. To Mauthausen and Back: The Holocaust as a Reference in Spanish Civil War Memory Studies. En Antonio Gómez López Quiñones y Susanne Zepp (eds.), The Holocaust in Spanish Memory. Historical Perceptions and Cultural Discourse, 37-50. Leipzig: Leipziger Universitätsverlag. Franklin, Ruth. 2011. A Thousand Darknesses. Oxford: Oxford University Press. Friedman, Saul S. 1993. Holocaust Literature. A Handbook of Critical, Historical, and Literary Writings. Westport, CT [etc.]: Greenwood. Gandler, Stefan. 2009. “Sobre el impacto generacional de la película de Claude Lanzmann.” Desacatos 29: 159-170. García Ortega, Adolfo. 2002. El comprador de aniversarios. Edición 2005. Barcelona: Planeta. ———. 2004. “Carta para después de Auschwitz.” Quimera: revista de literatura 238-239: 73-74. ———. 2005. “Los nazis del siglo XXI.” Revista de Occidente 293: 104-117. Graham, Helen. 2004. “The Spanish Civil War, 1936–2003. The Return of Republican Memory.” Science & Society 68 (3): 313-328. Grohmann, Alexis. 2006. “Errant Text: Sefarad, by Antonio Muñoz Molina.” Journal of Iberian and Latin American Studies 12 (2-3) (Diciembre): 233-246. Gómez López-Quiñones, Antonio. 2004. “El Holocausto según Antonio Muñoz Molina: Ética y escritura en Sefarad.” Ojáncano. Revista de Literatura Española 26: 59-75. Gómez López-Quiñones, Antonio, y Susanne Zepp, eds. 2010. The Holocaust in Spanish Memory. Historical Perceptions and Cultural Discourse. Leipzig Studies. Leipzig: Universitätsverlag. Halbwachs, Maurice. 1992. On Collective Memory. Ed. Lewis A. Coser. Chicago [etc.]: University of Chicago Press. Herzberger, David K. 2004. “Representing the Holocaust: Story and Experience in Antonio Muñoz Molina’s Sefarad.” Romance Notes 51 (2): 85-96. Hirsch, Marianne. 1997. Family Frames: Photography, Narrative and Postmemory. Cambridge, MA: Harvard University Press. Judt, Tony. 2005. Postwar. A History of Europe since 1945. New York: The Penguin Press. Kirshenblatt-Gimblett, Barbara. 1998. Destination Culture: Tourism, Museums, and Heritage. Berkeley: University of California Press.

66

MEMORIA PRESTADA Lang, Jessica. 2009. “The History of Love, the Contemporary Reader, and the Transmission of Holocaust Memory.” Journal of Modern Literature 33 (1): 43-56. Levi, Primo. 1988. La tregua. Trad. Pilar Gómez Bedate. Barcelona: Muchnik ———. 1989. Los hundidos y los salvados. Trad. Pilar Gómez Bedate. Barcelona: Muchnik ———. 2002. Si esto es un hombre. Trad. Pilar Gómez Bedate. Barcelona: Muchnik Levy, Daniel, y Natan Sznaider. 2006. The Holocaust and Memory in the Global Age. Philadelphia: Temple University Press. Marías, Fernando. 2001. El niño de los coroneles. Barcelona: Destino. Martín Galván, Juan Carlos. 2006. Realismo documental en la narrativa española a principios del siglo XXI. Tesis doctoral, Chapel Hill: University of North Carolina. Mate, Reyes. 1998. “En el Día del Holocausto.” El País, 23 de abril. ———. 2008. La herencia del olvido. Madrid: Errata Naturae. Mesnard, Philippe, y Yannis Thanassekos, eds. 2008. Primo Levi à l’oeuvre. La reception de l’oeuvre de Primo Levi dans le monde. Paris: Kimé. Molina, César Antonio. 2007. Esperando a los años que no vuelven. Barcelona: Destino Muchnik, Mario. 2005. A propósito: del recuerdo a la memoria (1931-2005). Madrid: Del Taller de Mario Muchnik Muñoz Molina, Antonio. 2001. Sefarad. Edición 2009. Barcelona: Seix Barral. ———. 2003. “La novela del desaparecido.” Letra internacional 81: 76-77. Núñez Seixas, Xosé Manoel. 2010. Sharing or Witnessing Destruction? The “Blue Division” and the Nazi Holocaust. En Antonio Gómez López Quiñones y Susanne Zepp (eds.), The Holocaust in Spanish Memory. Historical Perceptions and Cultural Discourse, 65-84. Leipzig: Leipziger Universitätsverlag. Pontón, Gonzalo. 2003. “Decir el silencio.” Quimera: revista de literatura 236: 67-69. Prada, Juan Manuel de. 2007. El séptimo velo. Seix Barral Preston, Paul. 2011. El holocausto español. Barcelona: Debate. Romeu Guallart, Luis María. 2010. “‘Yo iba a Auschwitz pero ya no’. El comprador de aniversarios de Adolfo García Ortega y las posibilidades de acercarnos a la Historia desde la (meta)ficción.” Confluenze. Rivista di Studi Iberoamericani 2 (1): 165-184. Rothberg, Michael. 2009. Multidirectional Memory. Stanford, California: Stanford University Press. Rothberg, Michael, y Jonathan Druker. 2009. “A Secular Alternative: Primo Levi’s Place in American Holocaust Discourse.” Shofar. An Interdisciplinary journal of Jewish Studies 28 (1): 1-23. Rother, Bernd. 2010. Myth and Fact - Spain and the Holocaust. En Antonio Gómez López Quiñones y Susanne Zepp (eds.), The Holocaust in Spanish Memory. Historical Perceptions and Cultural Discourse, 51-63. Leipzig: Leipziger Universitätsverlag.

67

OBRAS CITADAS Rozenberg, Danielle. 2007. Espagne: penser la Shoah, penser l’Europe. En Georges Mink y Laure Neumayer, L’Europe et ses passés douloureux, 50-64. Paris: La Découverte. ———. 2010a. “España, el Holocausto y Europa.” Raíces: revista judía de cultura 84: 56-59. ———. 2010b. La España contemporánea y la cuestión Judía. Madrid: Marcial Pons. Rubio, Andrés F. 1988. “Claude Lanzmann presenta en España Shoah, película sobre los campos de exterminio nazis.” El País, 25 de junio. Ruiz, Luis Manuel. 2003. La habitación de cristal. Madrid: Alfaguara. Ruiz Torres, Pedro. 2007. “Los discursos de la memoria histórica en España.” Hispania Nova. Revista de historia contemporánea (7): 305-334. Salabert, Juana. 2001. Velódromo de invierno. Barcelona: Seix Barral. Schmelzer, Dagmar. 2010. Between Fiction and Faction - On César Antonio Molina’s Esperando a los años que no vuelven and Juan Manuel de Prada’s El séptimo velo. En Antonio Gómez López Quiñones y Susanne Zepp (eds.), The Holocaust in Spanish Memory. Historical Perceptions and Cultural Discourse, 227-241. Leipzig: Leipziger Universitätsverlag. Sicher, Efraim. 2005. The Holocaust Novel. New York, NY [etc.]: Routledge. Sinca Vendrell, Amadeo. 1980. Lo que Dante no pudo imaginar: Mauthausen-Gusen 19401945. Barcelona: Producciones editoriales Steenmeijer, Maarten. 2009. La catástrofe del otro: La memoria del Holocausto en España. En Alison Ribeiro de Menezes et.al. (eds.), Guerra y memoria en la España contemporánea / War and Memory in Contemporary Spain, 199-207. Madrid: Editorial Verbum. Tertsch, Hermann. 1999. Cita en Varsovia. Barcelona: Planeta. Thanassekos, Yannis. 2008. L’oeuvre de Primo Levi: une réception consensuelle? En Philippe Mesnard y Yannis Thanassekos (eds.), Primo Levi à l’oeuvre. La reception de l’oeuvre de Primo Levi dans le monde, 383-419. Paris: Kimé. Todorov, Tzvetan. 2005. Hope and Memory. Reflections on the Twentieth Century. London: Atlantic Books. Wahnón, Sultana. 2010. Graves of the Jews: The Holocaust in Post-War Spanish Poetry. En Antonio Gómez López Quiñones y Susanne Zepp (eds.), The Holocaust in Spanish Memory. Historical Perceptions and Cultural Discourse, 183-203. Leipzig: Leipziger Universitätsverlag. Winter, Ulrich. 2010. “Acción solidaria:” The Mauthausen-Experience in Early Narration. En Antonio Gómez López Quiñones y Susanne Zepp (eds.), The Holocaust in Spanish Memory. Historical Perceptions and Cultural Discourse, 103-113. Leipzig: Leipziger Universitätsverlag.

68

Get in touch

Social

© Copyright 2013 - 2024 MYDOKUMENT.COM - All rights reserved.