Mi esqueleta se llama Violeta

Infantil M. Carmen Díez Escuela Infantil Aire Libre. Alicante Mi esqueleta se llama Violeta Una vez más, el grupo de niños y niñas de mi clase, «lo

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LA LLAMA VIOLETA: APRENDIENDO A USAR ESTE PODEROSO RAYO DIVINO Domingo, 07 de Febrero de 2016 20:32 - LA LLAMA VIOLETA, APRENDIENDO A USAR ESTE PODER

Mi mejor amigo se llama. Nació en, provincia de. Estudia en el colegio
refuerzo 1 Nombre y apellidos: Fecha: R Lengua 4.º 1 Completa este texto con las mayúsculas correspondientes: . Mi mejor amigo se llama Nació e

MANUAL VIOLETA SISTEMA ARTEFRANCES SISTEMAS VIOLETA
MANUAL VIOLETA SISTEMA ARTEFRANCES SISTEMAS VIOLETA Contenido INICIO DE SESION EN EL SISTEMA ......................................................

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M. Carmen Díez Escuela Infantil Aire Libre. Alicante

Mi esqueleta se llama Violeta

Una vez más, el grupo de niños y niñas de mi clase, «los Delfines», de cuatro años, se vuelcan ilusionadamente en un tema que transforma la dinámica diaria en ese apasionado revuelo de preguntas y de papeles que hemos dado en llamar «Proyecto de Trabajo». Aquí lo cuento.

Cómo empezamos Antes de las vacaciones de Navidad quedamos en hablar «de enfermos y hospitales», porque Laura, María V., Elena y Clara habían estado hospitalizadas recientemente, y, otros cuantos más, el curso pasado. Al regresar a clase en enero, les recuerdo en lo que habíamos quedado, y les pregunto si aún quieren aprender de estas cosas. Como dicen que sí, amplío un poco mi pregunta: «¿Y os interesa todo el cuerpo, o sólo una parte?» Manuel propone, sin pensarlo dos veces: «El esqueleto»; y Laura: «El corazón»; y según van hablando, surgen algunas propuestas de actividades, todas ellas en torno al esqueleto. Les hago ver que primero habrá que decidir qué elegiremos, y les pido que no propongan hasta tener claro lo que quieren. Entones, Rubén se moviliza a favor del esqueleto, y les habla por lo bajo a los de su patrulla que ya habían votado, y que piden empezar otra vez, para poder «cambiarse». Después de esto, gana el esqueleto por 12 votos contra 4, y se inicia la primera conversación sobre el tema: - Bueno, pues ya podéis ir diciendo qué queréis averiguar o hacer, y también qué sabéis de esqueletos. - Mi primo dice que los esqueletos van por la noche a las casas caminando (Alba L.) - Yo quiero saber cómo nacen los niños (Oscar). - Yo, cómo es el esqueleto (Manuel). - ¿Hay sangre por todo el cuerpo? (Laura). - Yo, lo que digo es por qué los huesos mantienen el movimiento (Rubén). - ¿Cómo va a caber en la cabeza la sangre, el cerebro y los huesos todo junto? (Alba L.). - Yo tengo un libro de esqueletos y sale uno de un mono y otro de un hombre, y se parecen (Joel). - La leche, a mí me da ganas de vomitar, y mi padre dice que es buena para los huesos, pero yo creo que da igual (Javi). - ¿Por qué nos tenemos que poner enfermos? (Marina). - Podríamos hacer un esqueleto de cartulina grande y pegarlo en un papelón. Estará saludando y dirá: «Hola, amigos cara de tortillos» (Alba L.). - Sí, y así, si entra mi hermano se asustará (Marta). - ¿Hacemos un esqueleto con muchas radiografías? Yo trataré la de mi pierna; tengo una de «la rota» y otra de «la arreglada» (Manuel). - Yo, un hueso de pollo de mi pollería, pero «lavao» (Rubén).

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Experiencias prácticas de aula

- Yo, un vídeo del esqueleto (Oscar). - Yo, la muñeca-doctora (María V.). - Yo, a mi padre, que es médico (Laura). - Yo quiero hacer teatros de hospitales, que eso si que dará risa (Alba L.). - Me gustaba estar en el hospital, porque todos me regalaban cosas (Laura). - Ah, claro, como a mi que me gusta tener fiebre, porque así mi madre me cuida muy bien (Alba L.).

En este punto de la conversación hacemos una ronda para contar los recuerdos de estancias en el hospital, las recientes y las menos recientes. Algunos nunca han ido y hablan de sus visitas al médico. Yara dice que ella está «flaca, pero sana», y que no tiene nada que contar de todo esto. Le doy la enhorabuena por su salud, y Manuel me pide que le felicite también, porque él tiene muy bien la pilila, «porque se la cuida bastante...». A propuesta de Laura, se dibujan en las situaciones médicas que han ido contando, mientras yo escribo la circular informando a los padres que hemos entrado en un nuevo proyecto de trabajo, para el que recabamos su imprescindible colaboración. (Figura 1).

Día por día Miércoles 10.01.96 Damos una ojeada a los libros que han traído algunos niños, y los colocamos en la mesa especial para el material relativo a cada proyecto que vamos trabajando. Vemos al trasluz tres radiografías que trae Manuel; las colgamos en los cristales de la ventana y ensayamos decir «radio-grafía» con más tino que hasta ahora. Tocamos un esqueleto rosa de plástico, que ha traído Ada. Según ella, es chica, y ya le ha puesto nombre. Lo dice «en verso»: «Mi esqueleta se llama Violeta». Les leo dos páginas de uno de los libros aportados por Manuel. En él explica lo que son las articulaciones y que sin ellas no podríamos doblar las piernas ni los brazos ni nada. Como esto se merece una demostración, nos ponemos de pie y caminamos rígidos, como si no tuviéramos articulaciones. Luego, con ellas, «moviendo el esqueleto», y por último, hacemos como si no tuviéramos huesos... y acabamos, entre risas, todos tumbados en el suelo, unos encima de otros. Aprenden que hay 206 huesos «en total», que sin huesos no nos mantendríamos, y sin músculos («la molla») no se mantendrían los huesos; que hay un color que se llama «color hueso» y es como las pare-

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I Figura 1 A LOS PADRES DE LOS DELFINES Amigos: Hemos empezado el año recordando nuestro acuerdo de hablar del cuerpo, porque había muchos enfermos, hospitales y... «virus» de preocupación en el ambiente. En la conversación que ha dado lugar a elegir y concretar el tema, ha salido ganando en interés «El esqueleto», con 12 votos. (En segundo lugar ha quedado «El corazón», con cuatro.) Así que os pedimos dos cosas: 1. Información. 2. La visita de uno de los tres médicos de que disponemos (los padres de Manuel y el padre de Laura). Poneros en contacto conmigo para quedar. Hay un montón de preguntas esperándoos. Gracias. Un saludo.

des del colegio (Ada le llama «el amarillijo»). Sobre todo, hay un buen descubrimiento para empezar, y es que... Todos llevamos dentro un esqueleto. Algunas palabras interesantes y nuevas pasan a formar parte del saber colectivo: El cráneo, que está «para cuidar el cerebro». La «caja de las costillas», que cuidan el corazón y los pulmones Y el «estribo», que es el hueso más diminuto del cuerpo y está en el oído, amén de llamarse «como lo de los caballos del Oscar».

.. .

En la comida encuentran «huesos» a montones, que son las I mayúsculas de las letras de la sopa. Marina informa que le está naciendo una muela.Yara, que su abuelo se ha muerto en Madrid. Y Oscar explicita por fin, a la hora de merendar, lo que va «por debajo» de todo este asunto desde el primer momento: - Yo lo que no quiero es morirme (Oscar). - Ni yo, pero eso... es así... (M.C.). - ¿Y cuándo será? (Rubén). - Uy, falta mucho (M.C.). - Claro, a los 21 (Oscar). - No, a los infinito (Rubén). - Mis cachorros murieron todos (Alba L.). - Estarán en el cielo (María V.). - Sí, serán perros voladores (Manuel). - Como el hermano de mi padre, que se ahogó en el río y murió y están en el cielo (Rubén). - Y mi abuelo (Yara). - Mi bisabuela aún no se ha muerto, pero se le ha caído el pelo y gasta peluca (Ada). 7 | Aula de Innovación Educativa. Núm 57

- Ay, ¡qué asco! (Alba L.). - ¿Y por qué dicen algunos que los quemen? Yo eso no lo entiendo (Oscar). - Algunos lo prefieren así, pero no duele nada, porque es cuando ya estás muerto, y a los muertos nada les duele (M.C.). - Es igual, yo mejor enterradito (Oscar). - Y yo, ¡ay, a mi que no me quemen! (Alba L.).

Les leo la poesía del esqueleto, que distiende el ambiente un poco, y así acabamos el día. El esqueleto toca la viola porque tenía sangre española. El esqueleto baila el claqué porque le gusta mucho el café. El esqueleto toca el trombón porque era amante del salchichón. El esqueleto baila el bolero porque es un tipo muy «sandunguero». El esqueleto toca el piano porque tenía un perro marciano. El esqueleto baila la rumba con caderitas de catacumba. Cha cha cha Che che che ¡esqueleto, eh! (M. Carmen Diez)

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vivos, y salen por la noche, como en una película que yo vi. - No, pero yo no digo niños, digo madres o primos, o mi vecino Juan Carlos», puntualiza Carla. - Eso será porque no les gusta hablar de muertos, como a mi abuela», dice Oscar, convencidísimo. - A lo mejor también es porque son un poco feos, ¿no? (M.C.). - Sí, feos, pelados y sin ojos, y se sueñan en las pesadillas (Ada). - Yo soñé que los esqueletos que tenemos en clase, se movían y me asusté (Alba L.). - Yo, que venía a mi cama un esqueleto vivo, y se metía debajo y no quería irse, y es porque mi hermano me dice cosas de esas (Javi).

Algunas noticias Una es mala: María V. está en el hospital, su papá ha entrado un momento a decírnoslo, tiene fiebre y vómitos. Se hace un silencio preocupado, que cuesta de «levantar». Para intentarlo, les cuento que ayer fui al dentista, y me hizo una radiografía de las muelas, muy pequeña, y que no me la quiso dar. También les digo que antes de ir, estaba asustada, pero no me hizo daño. La otra noticia es buena, que el padre de Laura y la madre de Manuel pueden venir el martes a explicarnos cosas.

Jueves, 11.01.96 Mi compañero Valentín nos dibuja un gran esqueleto (tamaño hombre alto), que preside la clase desde buena mañana. A todos nos gusta mucho, así que, después de bautizarlo con una rápida votación: Juanín: 6 votos Hueso grande: 4 votos Huesesín: 9 votos

vamos a la clase de Valentín a darle las gracias, como debe ser. Nos sentamos a leer cosas de los libros que tenemos, y surgen varios asuntos interesantes:

Una pregunta de Carla - ¿Y por qué a alguna gente le dan miedo los esqueletos? Yo veo que ponen cara de asustarse o de tener asco cuando les digo que estamos aprendiendo cosas de esqueletos.

Hablamos de ello, y sale otra de las «puntas» ocultas, que están en el trasfondo de este proyecto. La verbaliza Clara: - Es que hay niños que se creen que los esqueletos están 8 | Aula de Innovación Educativa. Núm. 57

Aportaciones de material Alba L. trae un esqueleto azul pequeño, ya bautizado: «Pililín», y yo, otro, blanco, al que llamaremos «Abuelita», porque lleva una especie de pañuelo negro en la cabeza. Ignacio propone que los coloquemos «en escalera», al lado de Huesesín y de Violeta, la esqueleta que trajo Ada. (Tenemos una gradación de cuatro tamaños.) Dos propuestas - Hacer un esqueleto cada uno y rodearlos de papel plata. Luego, celebrarles su cumpleaños con las luces apagadas y las velas (Ada). - Hacer como si la clase fuera «la casa del terror» apagando todas las luces y nosotros éramos esqueletos y tirábamos las cosas por el aire (Alba L.).

Algunos descubrimientos - El fémur es el hueso más largo del cuerpo. - Los esqueletos no tienen pilila, porque la pilila es molla, aunque por la parte de la punta se pone dura como hueso a veces (Rubén). - Lo que me parecía a mi la pilila es el rabillo, que me lo ha explicado mi papá (Manuel). - Las manos están llenas de huesos pequeñitos, y los pies también.

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Y un comentario de Laura bastante interesante - A mi me gustaría ser un bebé; así, me faltaría más tiempo para morirme.

Por la tarde se confeccionan unas caretas de calavera preciosas, y se van con ellas puestas a casa.

Viernes, 12.01.96 Empezamos el día regular: María V. tiene un bichito que se llama Salmonella y aún está en el hospital. A Susana (la administrativa) le duele la columna vertebral. Esto último da pie a verse la columna vertebral en el espejo, a tocársela, a mirarla en los libros... Leemos del libro de Marina lo que pone de las manos, de la columna vertebral y de los huesos, que son de tres clases: largos, cortos y planos. Dibujamos en un papel unos cuantos de cada agrupados formando tres conjuntos.. Luego vemos las radiografías del hermano de Yara y las colocamos en la ventana. «Se le ve el fémur», decían. Cantamos la canción de la bilirrubina, porque en ella sale aquello de: «Y me inyectaron suero de colores, y me sacaron la radiografía...» Primero la dramatizan en grupitos, lo pasan muy bien. El teatro es hoy «Juan sin miedo», y en él aparecen huesos y uno de nuestros esqueletos (el blanco).

. . . . . . .

Lunes, 15.01.96 Vemos dos libros de esqueletos que trae Carla. Leemos un poco de cada uno. Notamos que ya sabemos algunas cosas. Rubén trae el hueso de pollo prometido y vemos que se parece al fémur, pero en pequeño. Recitamos y hacemos la ilustración de la poesía del esqueleto. Hacemos un trabajo fotocopiando una hoja del libro de Manuel, que les ha hecho gracia. Vemos el video que trae Oscar: «El esqueleto y los huesos». A la hora de comer hay una conversación muy en la onda del tema que nos ocupa: - ¿En el cielo hay jefe? (Rubén). - Los que creen en el cielo dicen que sí (M.C.). - ¿Y quién dicen que es? (Rubén). - Dios (M.C.). - ¡Lo sabía! Yo sí que creo (Rubén). 9 | Aula de Innovación Educativa. Núm 57

- Yo no (Ignacio). - ¿Y tú? (Rubén). - Yo no estoy segura (M.C.).

Por lo visto, hay quien está pensando en situarse bien de cara al futuro. Los hay previsores.

Martes, 16.01.96 Empezamos el día leyendo un poco de los libros y mirándonos bien las costillas. Ada recuerda que en la canción de «Estaba el Sr. Don Gato», se nombran, y así es: «Se ha roto siete costillas, el espinazo y el rabo, marramiau, miau, miau, miau...». De pronto llega María V., que ya se ha recuperado. Le damos un aplauso, y la invitamos a contar lo que le ha pasado. En lugar de esto, prefiere enseñarnos una muñeca doctora, que ausculta el corazón. Luego hacemos unos conjuntos de huesos: muchos, pocos, uno... Y, a propuesta de María B., arreglamos bien la clase para «las visitas», que vendrán a las tres. Los médicos llegan puntualísimos, con las manos llenas de radiografías y las bocas llenas de sonrisas y de palabras. Responden a todas las preguntas planteadas, explican la importancia de la alimentación, escuchan nuestra poesía del esqueleto y luego atienden a nuestras múltiples dolencias en una consulta que les teníamos preparada, con su sala de espera y todo. Después intentamos hacerles «picar» en una broma acordada ayer con el hueso de pollo de Rubén, para que adivinaran de qué niño era, y en seguida dijeron que parecía de pollo... No los pudimos engañar.

Miércoles, 17.01.96 Les comentamos a Ada y a Alba L. la visita de ayer, respondiendo a todas las cuestiones ellos mismos (con lo cual vi lo bien que lo habían entendido todo). Luego dibujan la visita de los médicos. Les leo un poco de los libros que tenemos, y ahí sale un hueso por dentro, con su parte dura y su parte blanda: la médula. Ada cuenta que el perro de su tía comía huesos de persona, y al decirle yo «¿Seguro?», rectifica, como cogida en falta: - «No, no, son de gallina y de pollo, me he equivocado». (¡Qué curiosa manera de comprobar que no se les da a los perros huesos de persona!) Ella ha expresado un miedo que seguramente pensaba algún otro. Por si quedan dudas, repito: los huesos de las personas no se comen, que las personas son muy importantes. Entonces, Manuel pide abrir el libro que ha traído, que es «sorpresa». Se trata de un libro de momias,

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que, al irse abriendo, va dejando ver la momia, el cráneo, las costillas, el corazón..., y muchas cosas más. Leemos lo que pone sobre cómo se hacían las momias, y se me ocurre hacer una con papel higiénico, y una muñeca. Hay risas y un cierto nerviosismo (ellos les atribuyen vida y movimiento a las momias), así que busco donde se aclare el asunto bien, y lo veo. A partir de aquí hay una especie de conclusión, que Manuel expresa en voz alta: - Cuando te mueres, o te entierran, o te queman, o te hacen momia, pero esto sólo si vives en Egipto, y eres rico. Alba L., con un suspiro, dice: «Pues mi madre es rica, pero... ¡menos mal que es de Villena!»

Jueves, 18.01.96 Clara trae un libro con transparencias de huesos, músculos, etc. Yo un cuento popular ruso, «Vasilisa la bella», en el que salen esqueletos con los ojos iluminados por luz de velas. Javi pide que lo hagamos, así que pongo dos velas encendidas y una careta delante, con las luces apagadas... ¡Qué efecto! Los talleres son: De ver los libros de esqueletos. De jugar a médicos y hospitales. De hacer una serie de dos elementos: «hueso/molla, hueso/molla...». De dibujo libre. De modelado con plastilina amarilla. De inventar cuentos de esqueletos.

.. . .. .

Hacemos teatro en clase (dramatización de escenas sugeridas) y resulta que la primera escena les acierta tanto en el gusto, que quieren repetir y repetir, hasta que todos actúan, así que no podemos pasar a otra. El argumento viene a ser que a un niño de cuatro años, su hermano mayor le asustaba todas las noches diciendo que un esqueleto subiría por las escaleras y le daría un mordisco. Un día, el niño va al colegio muy preocupado, y la maestra le pide que hable, «porque, si no, no sabrán lo que le pasa». Él, por fin, cuenta lo de su hermano, y ella le explica que los esqueletos no se mueven, porque están muertos. Luego ven un libro para que el niño lo compruebe. Los compañeros lo animan, y esa noche, cuando su hermano va a asustarlo, él le dice que no sea mentiroso, y que lo deje en paz, y que no se aproveche de que es el mayor. Los aplausos no están en el guión, pero surgen, espontáneos, del público, totalmente identificado con el protagonista. Merendando, vuelven a contar sueños de esqueletos y demás pesadillas.

Viernes, 19.01.96 María B. trae un libro y leemos un poco; ahí pone que el cráneo parece un casco y protege el cerebro. Luego nos dedicamos a inventar poesías a esqueletos y momias y algunas salen verdaderamente chocantes: - Esqueleto eres un abeto. - Antonia tienes cara de momia. - Esqueleta pareces una teta. - Calavera, eres muy sandunguera. - Calavera, pareces una bombera. - Hueso, pareces queso. - Caderas, parecéis hogueras. - Caderas, sois toreras.

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Los vecinos de al lado («Pingüinos») están aprendiendo cosas sobre «lo que hay dentro del cuerpo», y nos invitan a ir a ver dos esqueletos desmontables que tienen; así que nos reunimos, y nos contamos las mutuas averiguaciones. Les enseñamos el libro de las momias, y les regalamos una careta de calavera, que nos sobró. Conversando con ellos, sale lo que sería un excelente resumen de las conclusiones de nuestro trabajo hasta el momento: 1. Que las personas tenemos dentro un esqueleto hecho de huesos, que se sostiene con los músculos (que son la carne o «molla»). 2. Que cuando uno se muere, «la molla se derrite, y queda el esqueleto pelao». 3. Que el esqueleto no se mueve, porque está muerto, así que no hace falta tener miedo. 4. Que si de todas formas tienes miedo, puedes reírte, como hace Oscar o cantar o bailar o esconderte o «buscar a tu mamá o a tu padre». 5. Que el cuerpo hay que cuidarlo bastante para vivir mucho y estar sanos, pero que de todas formas nos podemos poner enfermos, porque «eso es así». 6. Que a nosotros no nos gusta morirnos, pero nos tenemos que aguantar. 7. Que cuando te mueres o te entierran o te queman (si tú quieres) o te hacen momia (si eres de Egipto y eres rico). 8. Que hay muchos que dicen que, después de morirte, te vas al cielo, otros dicen que no,

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que te quedas en la Tierra, y otros que no lo saben seguro. Han pasado dos semanas, y aún no se ha dado por terminado el tema. El paralelismo entre los conocimientos y los efectos ha sido notorio en este caso. Ellos mismos iban diciendo lo que les rondaba por dentro, sin que eso mermara su deseo de saber de «lo de fuera». Así que, nuevamente, he quedado admirada. Hemos estado hablando de la muerte disfrazada de huesuda esqueleta, y del miedo, del rechazo y la rabia que nos produce tener que soportar la idea del dolor y de la desaparición. Hemos nombrado algunos de los consuelos ancestralmente conocidos y descubiertos ahora por (ilegible), como si ésta fuera la primera vez que se descubren: el humor, el juego, la ficción, el invento, la palabra, la mutua compañía... Maneras de ir encajando este terrible golpe de realidad, de irnos acostumbrando a esa terrible presencia, que es precisamente... la mayor de las ausencias. Un proyecto de trabajo que me ha puesto, una vez más, del lado del respeto a los niños y a su brillante capacidad de pensar, de sentir y de descubrir. Un proyecto de trabajo en el que me he sentido, quizás más que otras veces, acompañante de sus tanteos y de su búsqueda. Un proyecto de trabajo ante el que me reconozco vivamente impresionada.

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