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MIRAR COMO JESÚS FICHA 2: LOS POBRES NOS EVANGELIZAN ORACIÓN INICIAL Entra en la casa de mi Padre: Cuando tuve hambre, tú me diste de comer, cuando tuve sed, me diste de beber. Lo que hagas al más pequeño de los míos, es a mí a quien lo haces. Ahora, entra en la casa de mi Padre. Cuando yo no tenía vivienda, tú abriste tus puertas. Cuando estaba desnudo, me tendiste tu manto. Cuando estaba cansado, me ofreciste reposo. Cuando estaba intranquilo, calmaste mis tormentos. Cuando era niño, me enseñaste a leer. Cuando estaba solo, me trajiste el amor. Cuando estaba en la cárcel, viniste a mi celda. Cuando estaba en la cama, me cuidaste. En país extranjero, me diste buena acogida. Sin trabajo, me encontraste empleo. Herido, vendaste mis heridas. Buscando la bondad, me tendiste la mano.

Cuando yo era negro, o amarillo, o blanco, insultado y abatido, tú llevaste mi cruz, Cuando era anciano, me ofreciste una sonrisa. Cuando estaba preocupado, compartiste mi pena. Me viste cubierto de salivazos y de sangre, me reconociste bajo mis facciones sudorosas, cuando se burlaban de mí, estabas cerca de mí. Y cuando yo era feliz, compartías mi alegría. Es preciso que nosotros llevemos esta vida de compromiso, para poder continuar sembrando esperanza entre los pobres. Es preciso que nuestro amor se derrame sobre cualquiera. Es nuestra única manera de expresar nuestro amor a Dios. Dios da lo que hace falta. Lo da a las flores y a los pájaros, y a todo lo que ha creado en el universo. Y los pequeños y últimos son su vida. Santa Teresa de Calcuta

ENTENDER LA REALIDAD A continuación lee individualmente el siguiente texto, y subraya lo que te llame la atención: «La Iglesia y los cristianos de todos los tiempos, como seguidores de Cristo, hemos recibido el encargo primordial de servir por amor a Dios y a los hombres, con entrañas de misericordia especialmente hacia los más débiles y necesitados. Sin

embargo, esta actitud, que ha de ser general en los cristianos, no puede quedarse en algo genérico y vago, reduciéndose a ideología o mera retórica. ¿No tenemos la impresión en nuestro tiempo de que estamos muy bien abastecidos de documentos y de declaraciones, de manifestaciones, de buenas obras y buenos testimonios, de buena voluntad? Aunque todo esto sea siempre necesario como punto de partida para tener una visión realista y de conjunto de los problemas, lo principal en este campo siempre será el acercamiento directo de la Iglesia y de los cristianos al mundo de los pobres. Dios mismo se acercó tanto que en Jesús de Nazaret se hizo uno de ellos, naciendo, viviendo y muriendo como los pobres, con una opción bien meditada e intencionada. Como dice San Pablo, Jesucristo, siendo infinitamente rico, se hizo pobre por nosotros, pero no para que fuéramos pobres, sino para enriquecernos con su pobreza. Es la ley de la Encarnación, que sigue siendo ley para la Iglesia en la historia. De aquí que Juan Pablo II insista en que ese testimonio de la misericordia de Dios debe manifestarse en toda su misión, y no en un pequeño grupo de personas, ni a ciertas horas en un despacho asistencial, ni predicando una vez al año el Dia de la caridad o el de Manos Unidas, etc., como si fuese una modesta parcela entre las muchas actividades de la vida eclesial y pastoral. No. En modo alguno. Mientras no tengamos una "conciencia más honda y más concreta" de que la misericordia hacia los pobres es la gran misión de todos y siempre, bien podríamos decir que la Iglesia y los cristianos no tenemos conciencia, y somos infieles a la misión que el Señor con tanto empeño nos encomendó. Los padres de la Iglesia, los santos, los grandes predicadores, teólogos y autores de espiritualidad de todos los tiempos han insistido siempre en esta realidad. Fray Luís de Granada dice que "los pobres son médicos de nuestras llagas, y las manos que ante nosotros extienden, son remedios que nos dan". Jesús, este pobre de Yavé que es el pobre más grande de toda la historia del Pueblo de Dios, manifiesta un amor preferencial a los pobres y a los oprimidos. Tanto, que les concederá un título especial: ser sus representantes, sus delegados, sus presencias en la calle y en el mundo. Podríamos decir que Jesús nos dejó como dos sacramentos de su presencia: uno, sacramental, al interior de la comunidad: la Eucaristía; y el otro existencial, en el barrio y en el pueblo, en la chabola del suburbio, en los marginados, en los enfermos de Sida, en los ancianos abandonados, en los hambrientos, en los drogadictos... Allí está Jesús con una presencia dramática y urgente, llamándonos desde lejos para que nos aproximemos, nos hagamos prójimos del Señor, para hacernos la gracia inapreciable de ayudarnos cuando nosotros le ayudamos. Más de una vez Jesús ha manifestado su presencia a los santos cuando éstos ayudaban a un pobre. Si el Señor hubiera venido en su vida mortal a pedirnos ayuda, hubiéramos corrido a darle de todo corazón todo lo que nos pidiera. Ahora lo hace cada día en todos aquellos -¡y son tantos!- que nos necesitan urgente y gravemente». La Iglesia y los pobres, documento de reflexión de la comisión episcopal de Pastoral Social, 21 de febrero de 1994 (Extracto, números 12 a 22)

CÁRITAS DIOCESANA DE BURGOS – FORMACIÓN 2016-2017

Preguntas

1. Comparte en voz alta algunas conclusiones del texto leído. 2. El Magisterio de la Iglesia ha repetido en varias ocasiones que “los pobres nos evangelizan”. ¿Qué significa eso? 3. ¿Qué testimonio crees que podemos recibir, como voluntarios de Cáritas, de las personas a las que acompañamos? ¿Puedes compartir alguna experiencia? 4. “Los pobres son médicos de nuestras llagas”: ¿qué quiere decir? ¿Qué actitud deberíamos tener para que fuese así?

CONTRASTAR CON EL EVANGELIO EL BUEN SAMARITANO (Lc 10, 25-37) Pero él, queriendo justificarse, dijo a Jesús: «Y ¿quién es mi prójimo?» Jesús respondió: «Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de salteadores, que, después de despojarle y golpearle, se fueron dejándole medio muerto. Casualmente, bajaba por aquel camino un sacerdote y, al verle, dio un rodeo. De igual modo, un levita que pasaba por aquel sitio le vio y dio un rodeo. Pero un samaritano que iba de camino llegó junto a él, y al verle tuvo compasión; y, acercándose, vendó sus heridas, echando en ellas aceite y vino; y montándole sobre su propia cabalgadura, le llevó a una posada y cuidó de él. Al día siguiente, sacando dos denarios, se los dio al posadero y dijo: "Cuida de él y, si gastas algo más, te lo pagaré cuando vuelva." ¿Quién de estos tres te parece que fue prójimo del que cayó en manos de los salteadores?» Él dijo: «El que practicó la misericordia con él.» Jesús le dijo: «Vete y haz tú lo mismo.»

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ALGUNAS CLAVES Lo fundamental es la misericordia y la compasión. El sacerdote y el levita, hombres religiosos y cumplidores, no podían tocar a alguien herido, y pasan de largo, poniendo la Ley por encima de la misericordia. Los judíos consideraban a los samaritanos sus enemigos, infieles y diabólicos; sin embargo, en esta parábola Jesús cuestiona esa percepción, y convierte a uno de ellos en ejemplo para los demás. Pone de manifiesto que lo fundamental son las personas La caridad evangeliza: «Es el posadero el que recibe la Palabra de Dios con el testimonio del pecador samaritano (…). El testimonio despierta inquietud en el corazón del posadero». (Papa Francisco). «Que el Señor nos enseñe también esa sabiduría del Evangelio: “Ensuciarnos las manos”. Que el Señor nos de esa gracia». (Francisco, comentando esta misma parábola) CÁRITAS DIOCESANA DE BURGOS – FORMACIÓN 2016-2017

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Lo principal es el amor a Dios, pero Dios viene a mí en el prójimo, que es con quien hay que practicar la misericordia. En esta parábola hay un problema de compasión. Todos vieron al herido, pero eso no les llevó a actuar. Solo la compasión mueve a actuar. Jesús es el Buen Samaritano que ayuda al caído al borde del camino. La Iglesia es la posada en la que Jesús deposita a la persona herida para que se cure en la comunidad. Preguntas

1. ¿Qué te llama la atención del texto? ¿Quién es hoy el samaritano? 2. Para que los pobres nos evangelicen, tenemos que arriesgarnos, acercarnos a ellos, “mancharnos”. ¿Cómo se podría hacer? 3. En ocasiones los equipos de Cáritas corremos el riesgo de quedarnos encerrados en nuestra acogida, con un horario determinado y en la seguridad de lo que conocemos, limitándonos a prestar un servicio social. ¿Te ha ocurrido alguna vez? ¿Has pensado que se podría ir más allá en la acogida? 4. Muchas veces, en nuestro quehacer como voluntarios, nos vemos atrapados entre la Ley (criterios de la acogida, normas…) y la misericordia. ¿Te ha ocurrido alguna vez? 5. ¿Cómo crees que la misericordia y la compasión pueden enriquecer la ley, las normas?

A CTUAR EN LA COMUNIDAD : H ACIA UNA ANIMACIÓN COMUNITARIA Hemos visto cómo pueden evangelizarnos los pobres, pero estas claves también tienen que calar en los demás. 1. ¿Habría alguna forma de facilitar el testimonio evangelizador de la caridad hacia el resto de la comunidad cristiana? 2. Además de lo que podamos aprender cada uno de los pobres, ¿qué puede aportar su vida a la vida de la Iglesia, de nuestra parroquia o grupo?

ORACIÓN Ahora vamos a dedicar unos minutos a darle gracias al Señor por las personas que ha puesto a nuestro alrededor, especialmente por los participantes.  En primer lugar nos ponemos en presencia del Señor, con un rato de silencio (interior y exterior).  A continuación, recordamos a esas personas por las que queremos dar gracias al Señor; también podemos ser más concretos, y pensar en qué les agradecemos, en cómo nos han evangelizado. CÁRITAS DIOCESANA DE BURGOS – FORMACIÓN 2016-2017

 Por último, el que quiera puede realizar la petición en voz alta. Gracias por….., al que el Señor ha puesto en mi camino/ del que he aprendido a…/ Por los participantes de la acogida de nuestra parroquia, para que sepamos darles las gracias por…/

 ¿Qué te sugiere la imagen?

Finalizamos con esta oración de Santa Teresa de Calcuta: Señor, cuando tenga hambre, dame a alguien que necesite comida; cuando tenga sed, dame a alguien que precise agua; cuando sienta frío, dame a alguien que necesite calor. Cuando sufra, dame a alguien que necesite consuelo, cuando mi cruz parezca pesada, déjame compartir la cruz del otro, cuando me vea pobre, pon a mi lado algún necesitado. Cuando no tenga tiempo, dame a alguien que precise de mis minutos, cuando sufra humillación, dame ocasión para elogiar a alguien, cuando esté desanimado, dame a alguien para darle nuevos ánimos. Cuando quiera que los otros me comprendan, dame a alguien que necesite de mi comprensión, cuando sienta necesidad de que cuiden de mí, dame a alguien a quien pueda atender, cuando piense en mí mismo, vuelve mi atención hacia otra persona. Haznos dignos, Señor, de servir a nuestros hermanos y dales, a través de nuestras manos, no sólo el pan de cada día, también nuestro amor misericordioso, imagen del tuyo. Amén.

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