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Monsieur Verdoux Desde sus comienzos como cineasta, Charles Chaplin realizaba películas con alto nivel de crítica social. Pronto pasó a ser uno de los grandes y desde entonces pudo permitirse hacer de sus películas una plataforma de protesta contra las que consideraba injusticias de la época. En general, su obra sigue una línea cómica, con objeto de hacer, tal vez, pensar al público, pero siempre a través de numerosos gags. Aunque la propia trama de la película pudiera ser dramática, tal es el caso del filme en estudio, nunca dejará de llevarla por los derroteros de la comedia. Dentro de este contexto, Monsieur Verdoux es una crítica de la sociedad del período de Entreguerras. El argumento del film es la doble vida de Henri Verdoux que, por un lado es un respetable hombre casado padre de un hijo, pero por otro es un seductor que, bajo otra identidad, se dedica a casarse con viudas ricas a las que posteriormente asesina para quedarse con su fortuna y sacar a su verdadera familia adelante en la época del Crack Bursátil de 1929. Se nos presenta al personaje principal como un hombre que ha perdido por completo la fe en la especie humana, lo que le lleva al nihilismo y a no respetar el más sagrado de los derechos del hombre: la vida. Dado que el protagonista es, objetivamente, un hombre malvado, parecería razonable que no se ganara la simpatía del público. Sin embargo, sí lo consigue y, a ojos del espectador, podría llegar a ser considerado un hombre respetable por su vasta cultura, su galantería y su aparente afable personalidad. Es precisamente este fenómeno el que facilita la reprobación de Chaplin a la sociedad de su época. El hecho de llegar incluso a ver la matanza de estas mujeres como un mal menor abre los ojos de la audiencia a los males del mundo a gran escala tras la primera Guerra Mundial. La ya citada crítica se pone en práctica a lo largo de toda la película gracias a diferentes recursos. Antes de continuar con el análisis, cabe destacar que las técnicas utilizadas para insertar el ataque a dicha sociedad corresponden en gran parte a Orson Welles. Este realizador americano fue quien tuvo en primer lugar de la idea de llevar a la práctica un filme basado en la vida real del asesino en serie Henri−Désiré Landru. Fue él mismo quien escribió el guión y, a continuación, pidió a Charles Chaplin que interpretara el papel principal. Éste último estuvo tentado, pero decidió, no obstante que él mismo llevaría mejor el filme y que, tras tantos años de trabajar como director de sus propias películas, prefería no someterse a las órdenes de otro director. Así, Chaplin le compró la idea a Welles e introdujo cambios en el guión para adaptarlo a su estilo propio. Con todo, el grueso del argumento conserva el sello de Welles en muchos aspectos. En primer lugar, conviene enfatizar que la película consta de varias citaciones de autores diversos y referencias a través de las cuales el filme apela al entendimiento del espectador para introducir su crítica social. Esto es una constante en las películas de Welles, mientras que en las de Chaplin no se había llevado a cabo hasta el momento. La más clara evidencia de este uso es la similitud entre el protagonista de la película, Henri Verdoux y el famoso personaje de cuento Barba Azul, de Charles Perrault, publicado en 1697, en el que una mujer descubre cómo su marido oculta en una habitación prohibida los cadáveres de sus anteriores esposas. Aunque es conocido como un cuento de hadas, se cree que el personaje de Barba Azul está basado en el noble bretón del siglo XV y asesino en serie, Gilles de Rais. La historia fue reimpresa en numerosas ediciones hasta alrededor de los años cincuenta del siglo XX, momento en el que su popularidad decayó al considerarse cada vez menos adecuada para que los niños la leyeran. Por otra parte, durante la secuencia de la muerte de Lydia Florey, Verdoux cita una parte del poema de John Keats, Endymion, inspirado en un personaje de la mitología griega. En esta ocasión la cita no hace referencia explícita a algo que sucede en la trama de la película, sino que contribuye a la caracterización del protagonista como persona culta; algo que contribuye a hacerlo respetable para el público. La cita se produce justo antes del asesinato de esta esposa, mientras mira la luna embelesado. El texto y la manera de recitarlo hacen pensar 1
en una asociación del sueño y la inmortalidad, porque el amor de Endimión priva de la vida pero da la inmortalidad. Más adelante, en la escena en la que Verdoux acoge a una ex presidiaria para probar en ella un veneno letal, nos encontramos con Schopenhauer. La joven está leyendo el libro y lo coloca sobre la mesa. Se evoca entonces la idea de Schopenhauer del suicidio y de cómo éste es un acto de la voluntad, siendo la voluntad el ejercicio del poder sobre uno mismo. Esta referencia a la muerte y las anteriores, son externas y anteriores a la película. Son, efectivamente, propuestas por Welles y finalmente desarrolladas también por Chaplin. No obstante, precisamente porque los críticos de la época sabían que procedía de Welles no prestaron demasiada atención a ellas. Pese a todo, el filme provocó un aluvión de problemas a Chaplin con los tribunales norteamericanos. Monsieur Verdoux fue otra de las excusas para justificar esta persecución, ya que en ella establece un paralelismo entre los crímenes del protagonista, y los de las grandes potencias en período de entreguerras. Pero el problema venía de lejos. Chaplin ya había tenido muchas dificultades con el Comité de Actividades Antiamericanas, y en general con los tribunales norteamericanos. Por un lado, debido a sus ideas liberales, exhibidas públicamente en todos sus cortometrajes y en muchas de sus películas, como Tiempos modernos o El gran dictador, hizo que se buscara cualquier excusa para meterlo en la cárcel. Le acusaron de incumplir la Ley Mann, según la cual era delito trasladarse a otro estado para fines sexuales, cuando llevó a Joan Barry, novia por aquel entonces a la que superaba en 30 años su edad, desde Los Ángeles hasta Nueva York. En la época de la neurosis provocada por el odio a los comunistas, le acusaron de ser comunista basándose en una serie de pruebas: en un mitin, había dicho que debería de abrirse un nuevo frente contra los Nazis en la Segunda Guerra Mundial, por lo que le acusaron de comunista; participó en un acto de solidaridad con Rusia en San Francisco, e intervino en otro sobre arte ruso. Aunque Chaplin siempre proclamó no pertenecer ni apoyar a ningún partido político, si se planteara la cuestión de que verdaderamente era comunista, Monsieur Verdoux cobraría si cabe aún más importancia política. Podría vislumbrarse, al menos, el por qué de tanto escándalo al salir la película. A lo largo del filme, Chaplin deja claro, a través de numerosas asociaciones, que si se considera malvada a una persona que mata a seres individuales por amor a su familia, qué no debería decirse de los Estados, que matan a gran escala en guerras a nivel mundial, o que no contribuyen al cien por cien, como sería su obligación, a salvar a aquellos que mueren de hambre en sus fronteras. Al final de la película, el protagonista, asesino en serie, es declarado culpable en un juicio. Como nueva evidencia para apoyar nuestra tesis, Verdoux aprovecha el último turno de palabra que se le permite en el mismo para afirmar que nos veremos todos muy pronto, ya que si él es culpable, hay quienes le superan con creces. Podemos, por tanto, decir que el personaje principal representa al Estado en pequeña escala. Con todo, el hecho de que el filme termine con el deceso de Verdoux no sólo supone la muerte física del personaje y, con él, de sus fechorías, sino que pretende matar al Estado también. Es más, antes de ser guillotinado, Verdoux recibe la visita de un sacerdote que le invita a confesar sus pecados y arrepentirse de los males cometidos. Pero él no los reconoce y dicha confesión no llega a producirse. La película fue llevada finalmente a los cines en 1947, final de la Segunda Guerra Mundial e inicio de la Guerra Fría entre los bloques occidental, o del Tratado de la OTAN (liderado por Estados Unidos) y comunista (dirigido por la antigua URSS). Aunque la acción del filme se desarrolla en un período anterior, el de entreguerras (tras la Primera Guerra Mundial), el significado de esta obra de Chaplin no sólo no pierde fuerza, sino cobra todavía más sentido. Es precisamente el contexto de 1947, el de las grandes tensiones y una aparentemente posible nueva guerra en el horizonte, el que propicia el escándalo. En Estados Unidos, los simpatizantes de derechas apelan al boicot del filme. La United Artists, productora fundada por el propio Chaplin, se ve obligada a retirar provisionalmente la película de cartel. Por otra parte, esta película, además de tener como fin atacar al Estado moderno, podría haber pretendido 2
acabar con el personaje de Charlot. Siempre se ha dicho que este personaje estaba atrapado en la carrera de Chaplin y que justamente por ello su éxito estaba asegurado. La llegada del cine parlante hizo tambalearse a Chaplin, ya que la más importante característica de su mítico personaje era su gran expresividad como mimo. Por eso el cineasta entró en esta nueva etapa del cine con pies de plomo. Sus primeros filmes hablados ponían pocas palabras en boca de Charlot. En todo caso eran más bien los otros personajes que le rodeaban los que hablaban. Poco a poco se fue añadiendo léxico a las actuaciones de los personajes desempeñados por Chaplin, que siempre remitían a Charlot. En Monsieur Verdoux, Chaplin continúa caracterizado como Charlot, con su clásico bigote, pero elegantemente ataviado. Además, la película, aunque no caracterizada por largos parlamentos, dota al protagonista del don de la palabra, que utiliza para embelesar a las viudas casaderas. Por tanto, al final del filme tal vez no sólo se guillotine a Henri Verdoux, sino también a Charlot. Esto no implica que los personajes interpretados por Chaplin después carezcan de bigote, pero sí es cierto que desde entonces el realizador se entrega completamente a los guiones elaborados, aunque no renegará jamás del cine mudo. Tras Monsieur Verdoux, Charles Chaplin espaciará sus proyectos y sólo dirigirá tres películas más. Análisis de Monsieur Verdoux (Charles Chaplin, 1947)
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