MOROS Y CRISTIANOS DE PETRER, por Luis Manuel Moll

MOROS Y CRISTIANOS DE PETRER, por Luis Manuel Moll Cartel de Moros y Cristianos 2015 “Oh valeroso Christiano detén tu valiente espada, y ayúdame a
Author:  Lucía Nieto Rojas

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MOROS Y CRISTIANOS DE PETRER, por Luis Manuel Moll

Cartel de Moros y Cristianos 2015

“Oh valeroso Christiano

detén tu valiente espada, y ayúdame a levantar, que ya vencido en batalla, si me vence el argumento, te prometo mi palabra de recibir el bautismo, y asistido de la gracia, confesar de Dios el Nombre, y á su Madre Soberana.”

(Coloquio representativo entre un moro y un cristiano, pliego de cordel, siglo XVIII)

Petrer

(Alicante),villa situada en la franja del valle del Vinalopó,

conserva desde hace tiempo una vieja tradición: Las fiestas de los Moros y Cristianos, que son el teatro y la diversión popular más importante de este pueblo. Conmemoran hechos históricos e integrados en las fiestas patronales de San Bonifacio, mártir romano del siglo

Sus orígenes se remontan al siglo XVII. El escritor local Hipólito Navarro escribió el libro La fiesta de IV.

Moros y Cristianos de Petrel, sobre la fiesta de Petrer y su evolución, sobre todo desde la perspectiva de los cambios sociales producidos en la época de los 60/70. Fue entonces cuando la fiesta de Moros y Cristianos de Petrer adquirió la forma actual, produciéndose además un gran aumento de participantes, su calificación como Fiestas de Interés Turístico Nacional, etc. Esto también fue debido al gran aumento demográfico que se produjo en Petrer durante esta época.

Como prolegómeno de la fiesta, el sábado de la segunda semana de Pascua se proclama en el Teatro Cervantes el Pregón, dedicado a las abanderadas. Al día siguiente por la tarde se celebra el Día de las Banderas, acto en el que se afirman y se presentan ante el pueblo las fiestas que han de celebrarse. Participan todas las comparsas, que salen del Ayuntamiento y van hasta la ermita de San Bonifacio, disparando al alardo, y al final de las formaciones festeras desfilan todas las abanderadas. Es a partir de este momento

cuando Petrer comienza a vivir en un constante ambiente de fiesta hasta la llegada del mes de mayo. Estas fiestas se celebran en la semana más próxima al 14 de mayo, festividad del Santo indicado. En ellas participan un gran número de personas distribuidas en diez comparsas, cinco del bando cristiano y otra cinco del bando moro. En el bando cristiano:. Labradores, Tercio de Flandes, Estudiantes, Marinos y Vizcaínos. En el bando moro:. Moros Nuevos, Beduinos, Moros Viejos, Moros Fronterizos y Berberiscos.

El jueves por la tarde se celebra la Entrada saludo de las bandas de música, acto en el que se recibe a las bandas que participarán en la fiesta, las cuales interpretan al unísono el pasodoble Petrel en la plaza de Baix, delante del Ayuntamiento. La música es un elemento esencial de la fiesta, ya que los pasodobles y las marchas moras acompañan a los festeros en todos los actos. A las 12 de la noche tiene lugar la Retreta, en que las comparsas ofrecen a sus simpatizantes y amigos una especie de homenaje, y éstos pueden participar para

darle más prestancia y alegría. son estos momentos donde el visitante ya comienza a paladear la emoción de lo que se contempla, y Moros y Cristianos, es otra cosa”.

a comprender

que la “ fiesta de

Los cuartelillos, hacen de ese inicio de la noche, el lugar de recogimiento de los festeros y al día siguiente se baja al Santo Patrón desde su ermita a la Iglesia Parroquial, en la plaza de Baix. La subida previa a la ermita se hace disparando al alardo, mientras los capitanes hacen ostentación de sus rodelas. A las 6 de la tarde se celebra la tradicional Guerrilla, en la que se disparan arcabuces y cañones y, a continuación, la Embajada mora, en la que el moro se rinde al cristiano. A las 12 de la noche comienza la “Ambaixada en valenciá”, acto en el que se suceden críticas y parodias

sobre la actualidad del pueblo.

El sábado por la mañana se celebra la Entrada Cristiana, una demostración de luz y color que Petrer brinda a todos sus visitantes. A las 5 de la tarde, la Guerrilla y la Embajada cristiana, en la que el cristiano asalta la fortaleza donde está el moro, que acaba rindiéndose. A las 9 de la noche se realiza la Solemne Procesión. El domingo por la mañana tiene lugar uno de los actos más brillantes y especiales de las fiestas, el Desfile de Honor, y después se oficia la Santa misa. Por la tarde, resplandece la espectacular Entrada mora.

El lunes a las 10 de la mañana se efectúa la Subida del Santo y se celebra una Misa en acción de gracias. Después, y una vez han sido proclamados los capitanes, abanderadas y rodelas, las comparsas bajan con sus nuevos capitanes disparando al alardo.

Todos los actos son muy interesantes, pero destacan por su seriedad y solemnidad las entradas, la procesión y las guerrillas, así como el pasacalles general para asistir a la misa con las autoridades y el clero, en el que van reunidos y formando una sola comparsa todos los capitanes, rodelas y abanderadas. Este acto, que se realiza en la plaza de Baix, resulta extraordinario por la riqueza de colores en todo su conjunto.

L a vistosidad y espectacularidad de los trajes que se lucen en las fiestas de Moros y Cristianos son algunas de las principales características de las fiestas de Petrer. Se ha de tener en cuenta que los vestidos de la fiesta de esta población tienen unas características que los diferencian del resto de pueblos que conmemoran este tipo de festejos. Todos los vestidos se confeccionan en Petrer, y es necesario

que los diseños sean aprobados por una Comisión Artística integrada en la Junta Central Directiva de la Unión de Festejos San Bonifacio Mártir.

Las fiestas de Petrer se distinguen también por sus abanderadas. Precisamente fue en Petrer cuando en el año 1905 salió la primera mujer ostentando este cargo festero y a través del tiempo ha adquirido tanto renombre que es mucha la gente que viene a las fiestas para admirarlas y son muchas las poblaciones que han adoptado esta figura en sus propias fiestas. Las abanderadas son las verdaderas reinas de las fiestas, respetadas y queridas por los festeros y por el pueblo, por el lujo, la juventud y la gracia que tienen como auténticas festeras, fenómeno que consideramos único

en las fiestas de Moros y Cristianos de Petrer. La alegría y el bullicio de las calles y de los cuartelillos también distinguen estas fiestas del resto. El cuartelillo es el punto de reunión de los festeros de cada fila, donde se cambian, comen y conviven, y son el verdadero pulmón de las fiestas. Tanto fuera como en los propios cuartelillos de las bandas de música y los grupos musicales crean un ambiente festivo y distendido que no se puede comparar a ningún otro tipo de celebración.

Al tiempo, contribuyen asimismo a crear una cultura única. Tanto “las personas activas del festejo como las pasivas”, cooperan a la misma de una forma sorprendente e inquietante; atraen cada vez más a un turismo exigente que busca la diversión, el colorido, la teatralidad y el recuerdo histórico y cultural. Estas fiestas son de Interés Turístico desde el año 1966.

Fuentes: www.petrerenfestes.com

LAS TURBAS, EL RITO UNIVERSAL DE CUENCA, por Miguel Romero Saiz Académico Correspondiente de la Real Academia de la Historia y Cronista oficial de la ciudad de Cuenca LAS TURBAS, EL RITO UNIVERSAL

DE CUENCA Miguel Romero Saiz

Plaza Mayor con las Turbas

El retumbe contagia energía vital. El rugido tenebroso de la fiera enmarcada en un ritual solemne hace vibrar los cristales de cada ventana de una Cuenca histórica. Desde el Salvador, el vulgo, tal cual el pueblo, sumiso a la madrugada que inspira misterio y tradición, abre sus vestiduras para rasgar el sonido del impenitente más austero. Sale la imagen

desde su trono en puerta anclada tras el peso del Misterio, sale hacia la calle y la luna, sosegada, se retuerce en su brillante curvatura para hacer feliz al Nazareno del Salvador que advierte su estampa más sufrida. Se yergue en su caída, mira hacia el Cielo implorando a su Padre la virtualidad de la noche más solemne por meditación, gozo y algarabía.

Foto: Jesús Cañas “El Fotero”

“Camino del Calvario” en Cuenca, es el transitar de Jesús ayudado por el Cirineo camino del calvario, donde clamará al Cielo, sufrirá ante el mundo despiadado, crujirá entre las espinas y el dolor del fariseo, del idólatra, del hebreo somnoliento y del mismo creyente que le duda. Apenas apagados los ecos de la

procesión de “Paz y Caridad” en la otra orilla del Júcar, sentirá los estremecimientos de la noche más larga. Cuenca no duerme ese día ni esa noche, no duerme porque no puede y porque no quiere, pues en su dormir, perdería el sentido de la Semana de Pasión conquense. Allí, en la plaza del Salvador, frente a esas puertas bellas como obra solemne del imaginero escultor Zapata, se congrega el silencio en espera del momento. Las calles de San Vicente y Alonso de Ojeda, incluso la de Solera, han llenado su espacio en espera ansiosa por el requiebro del dolor y del triunfo. Ambas manifestaciones alternan su eclosión majestuosa en aquella madrugada de un Viernes Santo intenso.

Turbas

Abajo, la puerta de Valencia, Las Torres, el Parque de San Julián y todas sus adyacentes al recorrido, se van llenando de vitalidad ensordecedora que aún no lanza la música de unas Turbas impenitentes. Esperan la salida, esperan que la luna llame, esperan el chirriar de unas puertas que darán el espectáculo que el místico desea. Por eso hay dos Cuenca al año. La de todo el resto del tiempo y ésta, la del Viernes Santo en su madrugada. Ésta es la diferente por esencia y tradición, por lo menos, la que yo quiero que así sea. Desde ese momento previo a la solemnidad de su procesión, Cuenca está tensa porque desea que se cumpla el soliloquio de la Semana más cristiana y miles de gentes, nazarenos ellos, de todos los colores y condiciones, anfitriones unos y visitantes otros, quieren aportar su esencia ante el reto, tal vez el mito, pero sin duda, ante el Rito más ancestral y solemne de una Semana que se hace más

universal que nunca.

Foto: Jesús Cañas “El Fotero”

El Júcar queda en espera, porque en sus primeras horas, es el Huécar el que ansia escuchar el requiebro del redoble y el gallear de sus clarines. Pero hay tiempo porque en el tiempo está el encanto. Las aguas del Júcar están calladas, quietas, no es su momento; las del Huécar discurren, viven en brillo acuoso, ansiosas por lo que acontece. Cuenca transige en este mismo momento a un paisaje diferente. No hay escena del año donde el gentío llene el espacio al completo, en colores, en griterío

silencioso, en refriegas por la satisfacción de la espera, en animados contubernios, en amistades peligrosas, en sentadas infames, en cenas de hermandad donde cofrades de una y otra Hermandad, al unísono, participan, se divierten, confraternizan, rivalizan en el tono, comparten su vida, advierten de profunda camaradería, agudizan su encanto porque todos, unos y otros, sirven al encuentro del conquensísmo más sentido. Solo sucede en este día, sólo.

“La Trompeta”. Foto: Jesús Cañas “El Fotero”

Mística y Música, Pasión y Canto, Dolor y Alegría, Sentimiento y Gozo. Todo en un todo, nuestra Semana Santa es especial en su contenido. El propio Curt Sachs ha sugerido que el origen de la música debemos buscarlo en la creencia en el poder mágico del sonido

sobre la materia. Innumerables mitos, tanto de las Américas como de otras latitudes corroborarían esta afirmación. La música aparece luego como elemento del ritual cuya función es reactualizar los mitos. Pero ¿qué hay en Las Turbas de Cuenca que nos acerca a la historia pasada? Mucho y poco. Tal vez, recordar que aquellos cristianos en forma de mesnadas que ayudaron al rey castellano Alfonso VIII a conquistar la ciudad, ya portaban sus timbales, tambores pequeños y grandes, anchos y estrechos, para soliviantar a la tropa, saludar lo conquistado y advertir del triunfo conseguido. Bajo el frío de las nieves de febrero y luego bajo el sol tórrido de un verano ampuloso traían aquellas tropas su música, acampados durante nueve meses, en el valle de Jabaga para atrincherar al moro conquense que aquí tenía su hogar. Luego, triunfantes, entraron en la ciudad, tal vez por aquella Puerta de San Juan, conquistaron su caserío, rindieron a la

tropa de Alá y en toque de tambor, desfilaron por toda la Cuenca antigua celebrando el ritual de la victoria. El tambor es sinónimo de nuestra ciudad. Por eso, en el Pregón de San Mateo o en nuestra Semana Santa, el rugido de la piel de cordero o cabra, al son del palillear ensalza la tradición solemne.

Foto: Jesús Cañas “El Fotero”

Luego, pasado unos siglos, la llegada de las Cofradías en tiempos medievales nos reforzará en su contenido. Adornar la devoción hacia un patrón, hacia una imagen que advoque nuestro deseo, conformar el espíritu que por entonces, cerca ya del siglo XVI, nos fueron marcando las diferentes Hermandades Pasionales, iniciadas en la Castilla vieja y nueva, como remisión de la dulzura que las propias Cofradías andaluzas determinarían. El tiempo, junto a la historia nos llevó a los acontecimientos que dieron razón al pasado. De aquella Edad Media, en la que Cuenca conformara su Semana Santa, se llegó a otros tiempos de siglos posteriores, donde el tambor se oía para marcar victorias o alegrías por triunfos, más bélicos que cristianos. Los franceses lo agasajaron en sus recorridos haciendo de Cuenca y su provincia un duro campo de batalla; luego el motín del Tío Corujo, en el siglo XVIII, volvió a sacar el tambor a la calle para señalar denuncia por aquellas políticas de opresión y

servilismo, así hasta llegar a los tiempos contemporáneos donde el tambor alinea la alegría en fiestas, mítines, desfiles y tradiciones. Ese es el tambor. Elemento simbólico que define pensamientos, ahuyenta realidades tenebrosas y configura sistemas de diversión, alegría, política, poder, rebeldía y agitación. Pero, el tambor es en esencia, ahora en Cuenca, religiosidad eterna. “El rito es el rito y la creencia es la creencia.”

“El Tambor” Foto: Jesús Cañas “El Fotero”

Desde el siglo XVII, organizadas las procesiones de Semana Santa, gracias a ese Concilio de Trento, hasta nuestros días, ha sido una elevación cuaresmal hacia el contenido de lo mediático y de lo soberano, sobre todo, de ese símbolo que nos hace más grande si con el

manifestamos nuestro conquensismo y devota compostura hacia la Cuenca que queremos. Ahí estaban las Turbas en peregrinación penitente, las que necesitarían dos siglos para reafirmarse como tales y hacer sentir la esencia de su contenido más puro. Esta es una aventura humana trascendente, que alberga los corazones de muchos nazarenos de Cuenca, que los hace soliviantarse durante días y días antes de la llegada de la hora del llanto, llanto clavado entre sonidos y estruendos de un tambor como elemento esencial del grito de la esperanza. No es solo la necesidad estética la que arrastra al hombre a dominar el sonido; el mismo fenómeno sonoro hace valer sus potencialidades, desbordando al propio proceso creador, por eso, todos los conquenses que habitan la Turba, siguen el ritmo que marca el sentimiento, advierten al pueblo que están al lado de su Salvador haciendo sonar el eco de la salvación. Lo dicen Dolzhsky, Masserman, Linton, Morey, Jiménez Aguilar o el mismo

González Ruano, expresando con ese toque su propia conducta encaminada hacia la devoción a su imagen, a su Pasión, a su orgullo personal por ser uno más entre todos. Angustia y caos, se ha dicho, llevaron al hombre a cobijarse en el sonido, en el ruido: de ambas situaciones se rodea la circunstancia de la muerte porque, al fin y al cabo, la pérdida de la vida es un trastocamiento en el orden del cosmos, al mismo tiempo que nos arroja de bruces en el seno de un gran misterio.

Foto: Jesús Cañas “El Fotero”

Los propios instrumentos musicales tienen un valor simbólico en este contexto mitológico. Había instrumentos masculinos y femeninos en la Historia, que solo podía ser tocados por hombres o mujeres, respectivamente. Las sonajas “enfiladas” o “enhebradas”, que acentuaban los movimientos de la danza, eran a su vez amuletos. Aquí, el tambor ayuda a la danza, la misma danza religiosa que sigue el nazareno en su ascenso y descenso, sin más ritmo en el movimiento que su propio concepto humano, relanzando la sabia forma de airear el más viejo sonido del toque que singulariza esta fiesta. No todo el mundo sabe hacerlo. Igual que sucede con la significación, el turbo hace sonar a su instrumento sonoro la igual que esa metáfora de asociación que experimenta en su recorrido. El tambor ha estado siempre asociado a la tierra, a la luna, a los ritos sexuales y a la fertilidad, pero también al cielo, al trueno y a la lluvia. El nazareno hace su sonar especial en significada devoción, porque inmiscuye al cielo y a

la luna, pero como envoltorio solemne de su Jesús Nazareno en su Pasión y su Camino del Calvario para morir por todos nosotros. Por eso, le gime con los palillos ante la piel que rezumada de buen material nos ahuyenta las malas creencias. ¡Oh, turba impenitente¡ ¡Oh, turba de pasión, tan compungida¡ Rechina el palillar en la azotea, atónito triángulo de esfuerzo en credo redentor de fuero interno tan solo en clariná, siento el deseo. ¿Es turba con respeto o es, turba turbadora? No creas, por ser de Cuenca, en el perdón. Afán de buen respeto en tu oración. Y siente, hermano siente, la turba que agita Cuenca en devoción. Es el amanecer del Viernes Santo. Ha habido tambor, heredero del tabir persa, del tabur musulmán o del tabour francés, el que ha sonido, constante, latente en

tiempo de espera y mordaz a la salida del Salvador. Pero, el ritual hace cambiar al rito cuando suena el clarín. Sin su agudeza y brígida salivada, es imposible encastrar esta hermosura. Los clarines advierten de la llegada de la turba, del sufrido enclaustramiento de las imágenes, primero Jesús Nazareno, luego el San Juan Evangelista, hermoso y solemne, tal vez, dejando el recorrido para el perdón, la Virgen, la gran Señora que encierra en Cuenca, la ternura, esperanza, bondad, perdón y amor, en suave y límpida compostura. No hay parangón igual en la Semana de Pasión. No la hay porque no puede haberla. Ni diez mil nazarenos la turban en su mirada, en su inicial marcha hacia el Calvario de la Soledad, de la Esperanza, del Perdón, del mundo terrenal que cumple su ritual más especial y trágico.

Todo es colorido, burla en esencia, pero no en creencia. Todo es ajetreo por el impulso del deseo del tiempo. Todo es compromiso moral con el interior de cada uno al plegar ante sí el soplo del misterio como la Hermandad más solemne entre Cruz y Calvario, entre Mangana y Santa María. La Turba, rige el camino desde su salida para hacer llegar al ritmo cadencioso de los tambores, la comitiva que aspira a gemir ante el nuevo mundo que debe de llegar. Tal vez, una clariná rompa el ritmo obligado, pero es necesario oírla,

es necesario su trino para advertir de la solemnidad de todo un ritual grandioso. No hay perdón para los turbos, ellos mismos se perdonan en su trazado, en su continuo peregrinar por las calles de esta ciudad hecha para ello. ¡Oh, Turba ausente, cree, vive, aclama y siente, en clariná gimiendo el alivio de un Jesús o, tal vez, de un Nazareno presente¡ Es el relato el que marca la tradición, el que hace identidad propia de un sentimiento nazareno intenso. Por eso, año tras año, el grupo se reúne, se convoca a convencimiento y causa, porque está escrito en tiempos de pasado y unido, por amistad y hermandad, avivando su espíritu, compartiendo mesa y menú semanasantero. Orgullo y pasión: “Son las doce de la noche, las judías o alubias esperan el turno, bien condimentadas y regadas, hechas en puchero de barro a fuego lento, aderezadas con esos trozos de longaniza al cuarto y un poco de

tocino, buen vino que aromatiza el ambiente, con guindillas, pepino en aguasal y cebolla avinagrada. Ese buen plato de los que dejan huella. Después, como segundo plato, para el valiente, chuletas de cabrito o lechal, todo un condimento para que el cuerpo aguante la pesada carga de la noche y madrugada, sobre todo la madrugada en su salida de Viernes Santo, doloroso, en redoble de tambor o clariná. Somos esclavos de la devoción: Víctor, Vitejo, Piter, Chule, Fede, Miguelín, Fernando, Quique, algunas veces Nacho, otras Aparicio, tal vez Carlos o J.J., algún que otro tiempo, fueron bastante más, pero aún así, perenniza la amistad.”

Madrugada, a la salida del Santísimo

Se han hecho las cuatro de la madrugada en sobremesa con redoble en el tablero, cántico del miserere y tal vez, el himno del San Juan. Todo en todo, a la vez, y sigue el sentimiento. Nuestros hogares de buen comer siempre nos trataron bien, tal cual el Tata, el Togar o el Coto de San Juan, más actual por compromiso y causa semasantera. Mientras, el resolí riega y riega su templanza, hace su gran papel de taciturno brebaje para el refuerzo de las horas y la sufrida carga del Turbo peleón. Luego, la túnica, de cualquier color que te defina, con su cinturón, cordón, emblema, capuz sin corona, tambor o corneta. Vestidos, animados a procesionar, se conjuntan para el camino, no sin antes, parada y turno, cubata en el Lorca, otro en la Moneda, tal vez, el penúltimo un poco más abajo, entre la puerta de Valencia y Tintes, antes Tata ahora Perico, Mangana o Churrería de Santos. Todos forman parte de la tradición más ancestral. Eso depende del momento. Arriba entre la Moneda y la

escalerilla del Gallo, los hermanos nazarenos del Jesús del Salvador te comparten en armonía, algunos de los turbos rezagados, otros, los de siempre también te escuchan: Requena, algún Lozano, Pacheco, Pablo Sebastián, Conejo, Fermín, El Chori, Marragolpes o mi primo el Pedagogo. Allí, compartimos mesa de calle con resolí a cuestas, algún cubata y porque no, el botellín de la madrugada.

Foto: Luis Manuel Moll

Entre tanto, el murmullo se hace grande, intenso, el barullo envalentona y todos se van encontrando en ese rincón del Huécar. Desde las Torres a la Puerta de Valencia, desde el Gallo y Tintes hasta el portón del Salvador. Es un ritual necesario, los identificados suben y acceden hasta la espera, bajo el farol de Botes, los no marcados por dejadez o forma, esperan, esperan a que el cordón de seguridad les marque su lugar y trato. Llega la ansiedad del momento. Las cinco y media, el silencio compungido, el respirar taciturno, la expresión del rostro en espera sufrida, la hora llega, nadie advierte, todos esperan ansiosos, la gente mira y mira hacia la puerta, el trasluz le marca el camino, el trasluz de la rendrija que quiere descubrir lo prohibido hasta el momento decidido. Debe de estar el cielo abierto, sin nubes que giman, sin agua que caiga, sino el desmoronamiento cundiría la emoción y el trasiego. No debe de llover, no debe de tronar, el trueno lo hará la Turba, el clarín generará el relámpago, pero el

cielo debe de estar limpio para que la pureza del momento cumpla ese cometido. De pronto se abren las puertas, la luz acongoja, el reflejo ilumina el alma, la imagen te mira y un estruendo inimaginable escapa al ruido del tenebrismo, no hay un sonido igual, en ritmo, compasión y muerte; todo clama, las paredes revientan, el público llora, la imagen es solemne, majestuosa, impecable, dueña y señora del momento: ¡Mi Jesús, mi Jesús¡ Claman y claman. Gritan y gritan.

Foto: Jesús Cañas “El Fotero”

La presión de la Turba es inmensa, turbadora, ingente, abrumadora, impresionante y nadie escapa al empujón, al mullido escollo, cuesta abajo, mientras los nazarenos de morado, horquilla en mano, inician su camino angosto, difícil, complicado. Los Turbos insisten, el barullo se transforma, los

guardias de seguridad anillean, el público pide perdón porque es la emoción y el momento cúlmen de la noche, de la madrugada, de la mañana, del día. ¡Mi Jesús¡¡Mi Jesús¡ Ya en el recorrido, entre la puerta de Valencia y las Torres, la masa, exasperada vive la llegada y el desfile. Se van abriendo los espacios y se cruzan carnes nazarenas para reavivar el espíritu más sentido de una Semana Santa de Cuenca sin-igual, increíble, única. En un descansillo del bar Darling, la Fonda San Julián, junto a las escalerillas de Tiradores, en esa casa de las Rejas de infausta leyenda, me encuentro a José Luis Lucas Aledón, un turbo de pasión y muerte. Él es como es, auténtico, propio, conquense de pura cepa, intransigente, popular, poeta, rutilante, irónico, sabueso, humilde y sobre todo, conquense honesto. Y nos dice: Embebida con la noche la procesión y la saeta sobre el Hospital corren tras los espectros. Huele a pan caliente en los

hornos fríos de la Puerta de Valencia y el Huécar relame una a una las piedras de su lecho. La Turba va por el Reo. Bulle, casi hierve, la plazuela atrial. La Turba reclama al Reo. Llegan rumiando sus sones por las calles: bajan del Peso, por Melchor Cano, por San Vicente. Todo un colorido que permanece en el amanecer confundiendo las rosas del albor con negros, morados, granates, amarillos, blancos, rojos, beiges, verdes… La Turba exige al Reo. Se abre el gran portón del templo con un chirrido ahogado y el aullido del clarín rasga el peplo de la vergüenza. Los tambores suenan, barruntan lluvia sobre el cenagal…Por el quicio del soportal ayudado por el Cirineo: Jesús Nazareno del Salvador, ¡¡Hosanna¡¡

El Santísimo de las seis

O cuando en el Hocino de la Colleja va deletreando, paso a paso, la madrugada del viernes Santo y relata el sinfín interminable de los Planchas, Pekín y Antonio; el Pelusa con su caverna de hijos y nietos junto a Centella y Biribi; la saga de los Patacos, Andrés el Pescadero, Eusebio el Sustos, el Faraón Torrecilla rodeado de los demás Pantaleones, Cachiris, Pimenteros e Iniestas. Muchos de sus ancestros fueron los pioneros en eso de la Turba, allá por el comienzo del siglo XX. Habla al detalle de la bravura de la cuesta donde se unen los Pinós, Antonio Loterías, Zomeños, Lozanos, Matoques, Ruiperez que se encargan de custodiar al Nazareno; más que decir de Teberos y Marragolpes portando el palio, o los

Carretero, el Fochi, los Pardos, Lalo Carrillo, El Pedagogo Magíster, Romero –por un servidor-, Josemari Muro el que tanto tiempo dirigiera el parvulario turbo. Y es que no se deja a ninguno. Lo sabe bien, no hay nadie que estudie la Turba como él. Juanito Almagro, Raúl Chavarri, paco Fonseca, Torallas, Pita y Joselín Cerrada, Nico Sauquillo y así, uno a uno, cuando la noche gaya empapada de zumo de luna y el portón del Templo de abre para que salga el Nazareno.

Turbos

Por eso, no hay nadie que describa como él, nuestras tradiciones, las costumbres, los populares tintíneos, clarinás y trotamundos.

Luego, seguimos hacia la Carretería, allí en el cruce del edificio Caballer te unes a Fredy, Aurelio, Rabadán, el Morros, el Manchas, Raúl, el de Cañete, Loren, el Pelu, Floro y algún otro. Con ellos, te abres camino entre el procesionar de todas las tascas o cafés de buena línea, abiertos en esta madrugada del viernes. Refrescas el gaznate en el Bogart y en las Turbas, donde te encuentras a los turbos de siempre, los que viven con intensidad cada momento, Javier, Jesús, Aurelio, José, Juan José, Julián y así, un sinfín. Es un corretear de historias, anécdotas, altibajos, bajadas de tensión y arritmias que te conducen a la comitiva un poco antes de que llegue nuestro Jesús y roce con su corona las esquinas de Calderón de la Barca y la Trinidad. Los multicolores de cada Pasión albergan corazones henchidos de dolor y de sufrimiento, sobre todo, por el tiempo transcurrido y el deseo de ver a nuestro Jesús llegar a los Oblatos, abrir el corazón, escuchar el soplo de un conquensismo a raudales que hace de esta

procesión la mejor de toda España.

Miserere

Arriba, la Plaza espera. Antes, en la tienda de Miguelón, el arenque, los tomates, el bonito abierto, el pan tostado y un trago de vino, envalentona el almuerzo para el aguante, a pesar de su mal genio en el trato. Siempre en el mismo sitio, siempre los mismos. Arturo Barambio, Julio o Carlitos se arriman a compartir porque la calle se estrecha. Luego, los Arcos municipales, tal vez, el Torremangana y el Coto de la Plaza Mayor, aclaman la llegada de todos, más de quince mil dicen algunos, luego las tres imágenes aireadas bailan en su entrada

frente a la catedral, la que suspira como Santa María, su Madre. Allí, descanso para el segundo bocata y mientras el saludo a la familia, a los amigos, que desean ver tu semblante, herido de muerte por la noche pasada, ojeroso por el poder del sufrimiento, henchido e hinchado por los avatares de un tambor o un clarín. Luego, el descenso, la bajada, los gritos, los empujones de los inadvertidos, los que no se cansan de hostigar a un guión que saca pecho con orgullo y buen talante, mientras los clarines hostigan la bajada en frenado descenso. ¡Recuerdo el año que porté el guión del Jesús¡¡Jamás podré olvidar aquel año¡ La emoción, el sentimiento, la muchedumbre, el griterío, el empujón, las múltiples sensaciones de la devoción contenida. Luego, la maravilla del Miserere en los Oblatos, no tiene parangón, ni siquiera hay algo que se le iguale. El silencio más sepulcral, más solemne allí se produce, con la tamborá más dramática y

brutal de todo el recorrido en su final. De allí al Salvador el descenso se hace en volandas, nadie apoya los pies, salvo el nazareno que advierte y sienta las exigencias de un desfile que se puede perder en compostura y que requiere ayuda, templanza y sentimiento. Por desgracia ahí, en ese momento crucial, hay nazarenos del Jesús que no están a la altura, que no saben atender el respeto que el buen turbo sigue y sacan sus tristes nervios en momentos inadecuados, Allá ellos.

Foto: Jesús Cañas “El Fotero”

Así, en ese momento trascendente, vital, inimaginable, se llega a las puertas solemnes que hiciera Zapata y en su entrada, la tristeza, la pasión, el dolor, el lloro fácil, la tamborá de despedida, una clariná de recuerdo hasta otro año. ¡Qué final, Dios mío¡¡Jesús, Jesús, mi Jesús, no te vayas¡

Pero, la tradición entre amigos es ley escrita en el tiempo. Juntos, en el bar del Gallo Blanco, la espera, los botellines, el comentario, la conclusión, el llanto. Todos juntos, al Choko, donde con mal carácter nos sirven lo pedido, las gambas de todos los años, especiales, los mejillones, el pulpo, las sardinas, los calamares, los boquerones fritos, el vino blanco, la cerveza espumosa, el tomate…, ¡cómo pasa el tiempo¡ y seguimos, seguimos a la pastelería Lerma donde las milhojas más solemnes de Cuenca nos esperan para el restriego, el deguste o la satisfacción de ver corretear nata por los escotes, ¡qué gozada¡. En el mismo momento, el café del Calderón nos ambienta en el reclinar de la angostura, el chupito y por último, el cubata, el cubata del día después, todos lo han sentido como necesario, vital para subsistir, por eso se toma, se saborea, se siente como el punto final de un año más en la Turba, en el conquensismo, en el sentir de lo popular, lo grandioso y para eso, el Jesús Nazareno del Salvador,

el Jesús de las Seis, ha tenido la culpa, ¡bendita culpa, Dios Mío¡ ¡Qué gran año este 2015, donde la Turba respetó y fue respetada, siguiendo los cánones de la historia que marca su fundación; haciendo de esta Cuenca, un emblema en el discurso teológico de la Pasión de Cristo¡ ¡La salida espectacular del Salvador¡ ¡El canto del Miserere en los Oblatos¡ ¡Realidad y Pasión en el monumento de la Trinidad, realizada por el escultor Martínez¡ ¡La llegada a la Plaza Mayor, entre el aplauso y los vítores de un público volcado a su pasión semansantera¡ ¡El encierro en su trono bajo los lloros de San Juan Evangelista y la Virgen¡ ¡Todo un lujo para Cuenca y para el visitante¡ Por eso, no queda más que decir:¡Hasta el año que viene, amigos¡

Revista 63

LA ALEGRÍA DEL CARNAVAL LLENA LAS CALLES DE CÁDIZ. por el Patronato Provincial de Turismo. Diputación de Cádiz La alegría del carnaval llena las calles de Cádiz

Tiene seis siglos de historia y está como nuevo. Es el Carnaval de Cádiz, donde la ciudad se convierte en escenario y su gente en protagonista porque llega don Carnal. Como casi todos los años será en febrero, desde el 12 al 22 de febrero. Los barrios del casco histórico, y especialmente La Viña, acaparan la mayor parte de la fiesta, declarada oficialmente de interés turístico internacional. Cabalgatas, tablaos, actos gastronómicos… es difícil definir

el carnaval y aún más en Cádiz. Aunque oficialmente el carnaval empieza el día 12 de febrero, la ciudad ya está entregada a la fiesta desde antes. Tampoco el final real de la fiesta coincide con el oficial, ya que aunque el 22 de febrero es domingo de piñata y un castillo de fuegos artificiales dice adiós a la fiesta, el fin de semana siguiente tiene lugar el “carnaval chiquito” o “carnaval de los jartibles”, para los que todavía quieren más.

Primero llegan las degustaciones gastronómicas y el comienzo del concurso de agrupaciones de Carnaval –cuartetos, chirigotas, comparsas y coros- que concluye el día 13 de febrero, con la Final en El Gran Teatro Falla. Un concurso que repasa con coplas y actuaciones sobre el escenario –y después en la calle- la actualidad gaditana, andaluza, española y mundial, en clave de humor. Nadie se libra del ingenio y la ironía de los letristas del Carnaval de Cádiz. Y si le gustan a lo largo del año puede volver a Cádiz a conocer

personalmente a sus autores a través de www.carnavalea.es.

La Gran Final del Teatro Falla da paso al carnaval en la calle y el pueblo se hace el único protagonista de esta fiesta. El sábado 14 de febrero es el pregón del carnaval en la plaza de San Antonio, en un acto multitudinario. Una noche en la que la ciudad multiplica su población. La única regla es venir disfrazado de lo que sea y con ganas de pasárselo bien. Sin lujos, con lo primero que se encuentre a mano. Porque este no es el carnaval del glamour, sino el de las ganas de reírse hasta de uno mismo y de bailar en la

carpa.

De día y de noche El día siguiente no es menos multitudinario. El carnaval deja momentáneamente su carácter nocturno y se desarrolla con el calor del mediodía. El carrusel de coros toma las calles del centro y es un placer escucharlos, tomando una copa, animándoles y cantando con ellos desde las dos de la tarde. Los más pequeños prefieren disfrutar con

la cabalgata magna que atraviesa la Avenida en un desfile de color el domingo día 15 al caer la tarde. De aquí a los fuegos artificiales con el mar de fondo. El lunes 16 de febrero el carrusel coros vuelve a tomar el centro con público menos numeroso, al tratarse un día festivo sólo en la ciudad Cádiz.

de un de de

En los días de entre semana el volumen de actos carnavalescos se reduce ligeramente al ser días laborables. Es una buena oportunidad para escuchar a las agrupaciones por los distintos tablaos que se instalan en la ciudad y disfrutar de las ilegales en la Viña hasta altas horas de la madrugada. El sábado 21 de febrero vuelve la actividad frenética. Sólo quedan dos días de carnaval y los gaditanos y visitantes quieren aprovechar hasta el último segundo. La Viña, el barrio más típico

del carnaval, así como el barrio del Mentidero, acogen sendos carruseles de coros.

El sábado de piñata el barrio de la Viña es escenario de la Cabalgata Chica. Por último, el domingo de piñata (22 de febrero) el carnaval finaliza con la quema de la bruja Piti en la gaditana playa de la Caleta, mientras, a pocos metros, desde el Castillo de San Sebastián se lanzan los fuegos artificiales que ponen punto y final a las fiestas de don Carnal para la mayoría. Y decimos la mayoría, porque todavía queda un fin de semana de carácter oficioso. No es festivo ni está recogido en ningún calendario oficial,

pero las ganas de carnaval del pueblo han hecho que el domingo siguiente al de piñata, este año el 1 de marzo, se celebre el llamado carnaval chiquito o carnaval de los “jartibles” para aquellos que aún no han tenido bastante con 10 días de carnaval y siguen con ganas de escuchar coplas. Ese día las agrupaciones ilegales toman las calles e interpretan su repertorio ante un público menos numeroso que durante el carnaval oficial. Es un acto más íntimo, diferente a los populosos días de carnaval cuando es difícil andar por la calle. El público es en su mayoría de la propia ciudad o de localidades cercanas y es una buena oportunidad para escuchar las gracias y el humor de estas agrupaciones de una forma más tranquila.

El entusiasmo del Carnaval de Cádiz se ha extendido a otros puntos de la provincia, donde han ido naciendo celebraciones paralelas influidas por las fiestas de la capital, cada uno con sus peculiaridades. Destaca la Gran Cabalgata del Carnaval de Chipiona. Seis siglos de Historia Los orígenes del carnaval de Cádiz se remontan a la segunda mitad

del siglo XV, con la llegada a la ciudad de comerciantes genoveses y se va consolidando en los siglos siguientes, sobre todo a raíz de que la ciudad se convirtiera en el principal puerto del Imperio Español hacia América. En aquellos tiempos la ciudad era un enorme crisol cultural, donde marinos de todos los rincones del mundo se cruzaban por sus calles. Era especial la vinculación de la ciudad con los puertos del norte de Italia y Venecia. Los esclavos africanos que también había en la ciudad aportaron también sus ritmos y músicas surgiendo una fiesta popular y anárquica.

Durante el siglo XVI la fiesta se consolidó, de hecho existen documentos de la época que hablan del arraigo de las fiestas de “Carnestolendas” en la ciudad. La Iglesia y su férrea disciplina nunca vieron con buenos ojos esta fiesta de tantos excesos y tan cercana a la Cuaresma, por lo que siempre presionó para eliminarla o rebajar su importancia, aunque el pueblo nunca lo permitió. Durante el asedio de Napoleón a la ciudad a comienzos del XIX, cuando Cádiz era la única ciudad que resistió a las tropas francesas, nada pudo evitar que los gaditanos celebrasen sus carnavales como siempre.

Comprsa las Manolas

Durante la dictadura del general Franco entre 1939 y 1975, los carnavales fueron prohibidos por su carácter festivo y poco religiosos, pero el pueblo de Cádiz una vez más desoyó las indicaciones oficiales, saliendo a la calle disfrazados aún a riesgo de acabar en el calabozo. En esos años la fiesta se trasladaba a los “baches” pequeños bares y tascas donde la gente se reunía para cantar y disfrazarse a escondidas de las autoridades. En estos años fue el propio carnaval el que se disfrazó pasándose a

llamar “Fiestas típicas gaditanas”. Para desvincularlas del carnaval, el régimen dictaminó que se trasladasen en el calendario a mayo, con la excusa del clima lluvioso de febrero. En esos años sólo en la localidad de Trebujena, al norte de la provincia de Cádiz se mantuvo el carnaval en el mes de febrero, lo que recuerdan con orgullo los trebujeneros.

Los años 60

Con la llegada de la democracia a finales de los 70, el carnaval volvió a la calle y recuperó su esplendor. Desde entonces la fiesta ha evolucionado atravesando el marco de lo local porque cada año son más los aficionados de todos los puntos del país,

y también de más allá de sus fronteras que vienen a Cádiz, atraídos sobre todo por la fiesta en la calle. El origen de esta fiesta se basa en las fiestas de Don Carnal: unos días de desenfreno justo antes de empezar la Cuaresma, el periodo de 40 días anterior a la Semana Santa y donde los católicos se recogen y cambian sus hábitos cotidianos.

www.cadizturismo.com/eventos/carnaval-de-cadiz www.carnavaldecadiz.com www.cadiz.es

ORIGEN CARNAVAL DE CÁDIZ

Cartel Carnaval de Cádiz 2013

El origen del Carnaval se puede remontar a las bacanales: fiestas en honor

del dios Baco, las saturnales: en honor del dios Saturno y las lupercales: en honor del dios Pan, celebraciones en la antigua Grecia y en la Roma clásica.Julio

Caro Baroja, uno de los más clásicos estudiosos del Carnaval, lo define como “un hijo del cristianismo”. Todos sabemos que el Carnaval se celebra previamente a la Cuaresma, es el fin de semana anterior al Miércoles de Ceniza. Y es una consecuencia de la concepción simple del tiempo que adoptael cristianismo. Una concepción ajustada a los ciclos vitales y de las cosechas.

Teatro Falla: cumbre del carnaval de Cádiz

El Carnaval Gaditano toma peculiaridades del italiano, debido a la influencia fundamentalmente genovesa que nuestra ciudad conoció, pues desde el siglo XV, tras el desplazamiento hacia el Mediterráneo de los turcos, los comerciantes italianos se trasladan a Occidente, encontrando en Cádiz un lugar de asentamiento perfectamente comunicado con los objetivos comerciales que los genoveses buscaban: el norte y el centro de África.

LAS MÁSCARAS JUEGAN UNO DE LOS PAPELES MÁS IMPORTANTES DEL CARNAVAL GADITANO Los antifaces, las caretas, las jeringas de agua, los caramelos arrojadizos (confeti – papelillos), son otros tantos elementos que asimilamos del Carnaval italiano. Al igual que los bailes de Carnaval, como eje central de las fiestas, siendo el acto social más importante de las celebraciones, sobre todo en el siglo XVIII.

CARTEL CARNAVAL DE CADIZ 1898 El disfraz invierte el orden de las cosas, comiendo, bebiendo, ironizando y satirizando a la sociedad y a la autoridad. En definitiva, da rienda suelta a la fantasía y a la libertad.El Ayuntamiento no reconocía el Carnaval como una fiesta propia hasta que en el año 1861 el alcalde Don Juan Valverde propone que sea el Cabildo el encargado de la organización del Carnaval, para lo que se solicita que en el

presupuesto de 1862 se previeran los gastos del Carnaval. Podemos decir que es cuando se comienza a tener un Carnaval “reglamentado”.

El controlar y reglamentar tuvo consecuencias beneficiosas: Programación de actos, de bailes, de fuegos de artificios, música, comparsas, etc.La

Comparsa: Con un origen posiblemente espontáneo -un grupo de amigos se reunía para cantar- la Comparsa se va perfeccionando en tanto que de forma paulatina se va uniformando, preparando un repertorio y ensayándolo. Estas Agrupaciones de conjuntos músico vocales que cantan repertorios propios y de marcado carácter gaditano se irán convirtiendo paulatinamente en uno de los ejes del Carnaval de Cádiz, sin olvidar los bailes de máscaras y -sobre todo- la calle como elementodinamizador de la participación popular.

AGRUPACIÓN DE CHIRIGOTAS Las Agrupaciones carnavalescas se desarrollan integrando en sus coplas todos los elementos que hoy perduran: chascarrillo, crítica política, satírica social, etc.En

1884 el alcalde Eduardo J. Genovés ordena una mayor vigilancia en las calles e impone que todas las

Comparsas y Estudiantinas que quieran recorrer la población deberían de proveerse de la correspondiente licencia municipal. Incluso se establecerá la censura previa: cada agrupación debía presentar una instancia dirigida al alcalde indicando nombre, apellidos y direcciones de los componentes, haciéndose responsable el director de la agrupación y un representante. Junto a la instancia se presentaban dos copias de los repertorios que se pensaban cantar por las calles y que en ningún caso deberían atentar contra la moral pública. Revisadas las letras, el Ayuntamiento guardaba una copia y devolvía la otra con su sello, dando el visto bueno al repertorio. La copia sellada debía llevarla el director de la Agrupación y exhibirla ante cualquier autoridad que la requiriese. Pese a tan reglamentada burocracia, raro era el año que alguna agrupación no terminaba en la prevención del Piojito.La

formación de una Comparsa se realizaba de forma espontánea entre un grupo de amigos o de compañeros de trabajo. Antonio Rodríguez “El Tío de la Tiza” sacó los mejores grupos de su época con sus compañeros de la Sociedad Cooperativa de Alumbrado.

AGRUPACIÓN DE CHIRIGOTAS POR LAS CALLES DE CÁDIZ

En el año 1937, por decreto, el Jefe del Estado, General Franco, abolió el Carnaval, desapareciendo en casi todas las poblaciones españolas. Sin embargo, en Cádiz permaneció latente en el sentir del pueblo. Y en las tiendas de vinos y en los colmados gaditanos de la posguerra no faltaban en el mes de febrero grupos de nostálgicos que se reunían para rememorar y cantar viejas coplas carnavalescas.En

1948, el gobernador civil Rodríguez de Valcárcel autorizó a que cantara el Coro “La Piñata Gaditana” y a partir de ahí los Coros y Chirigotas salen a la calle con la autorización del Gobernador, fuertemente censurados por la Delegación de Educación Popular y el control callejero del Alcalde. Se insiste en que no puede aparecer por ninguna parte la palabra “Carnaval”.

Así surgen en el año 1950 las Fiestas Típicas Gaditanas, un Carnaval domesticado, descafeinado, pero que en honor a la verdad permitió que la tradición carnavalesca permaneciera en las nuevas generaciones gaditanas. Y por fin en el año 1977 se produce la recuperación del Carnaval con su nombre tradicional y a sus fechas de siempre, en el mes de febrero.Lo más genuino y representativo del Carnaval de Cádiz son sus Agrupaciones, que han resistido a todos los avatares de los tiempos y que en la actualidad -en sus distintas modalidades

de

Coros,

Comparsas,

Chirigotas

y

Cuartetos-

en

Junior

(antiguamente se dividían en Infantiles y Juveniles) y Adultos, tienen la opción de acudir al Concurso Oficial de Agrupaciones Carnavalescas (COAC), si así lo desean.

El Carnaval de Cádiz, -entonces Fiestas Típicas Gaditanas- fue denominado FIESTA DE INTERÉS TURÍSTICO el 18 de mayo de 1.965. Con fecha de 29 de febrero de 1.980, la Comisión Municipal Permanente conoció públicamente en el Boletín Oficial del Estado de fecha 16 de febrero, resolución de la Secretaría de Estado de Turismo a las Fiestas del Carnaval de Cádiz, entre las de categoría de “Interés Turístico Internacional

Por último para que vosotros, lectores, podáis ver y contemplar una chririgota, seguir este enlace: http://carnaval.lavozdigital.es/agrupaciones/2013/los-recortao s.html# UNA CHIRIGOTA: Prométeme (Pasodoble de Los hombres de Goma, 2007 – Kike Remolino) Promete que no vas a llorar mamá que te voy a dar un disgustillo. Te llamo desde aquí del hospital Tranquila, que estoy fuera de peligro. Sabes bien que cuando salgo en el coche vamos cuatro, nos turnamos y el que lo lleve en esa noche no bebe.

Pero mamá el mundo esta loco todos no son como nosotros. Esta noche omá le tocaba a Juan y no le dio tiempo ni de reaccionar no lo vio venir al borracho aquél con su puto coche entrar en nuestro carril. Le han quitao el carnet, lo vi sonreír mientras le ponían solo un collarín en cambio Juan está muy grave Mamá tengo mucho miedo Llama tú a su madre Porque yo no puedo, porque yo no puedo

MOROS Y CRISTIANOS DE ELDA, por Saturnina Rueda Egido

Pirata, foto: Guardiola

Blas

Carrión

La denominación de nuestra fortaleza es castillo o castillo-alcázar, si bien muchos historiadores consideran dicho término como sinónimo de alcazaba. Las alcazabas fueron excelentes sistemas defensivos en la protección frente a invasiones que a su vez ofrecían medios para una resistencia prolongada, por lo que jugaron un papel esencial en la época de la España Musulmana. Nuestro castillo fue construido por los moros bien entrado el siglo XII, en la época en que dominaron

estas tierras, pero hay evidencias de la permanencia de moriscos en nuestra zona hasta el año 1609, ya lejos de los tiempos de la hegemonía islámica.

Elda. foto: Juan Pedro Verdú Rico

Y es precisamente éste, el marco histórico que envuelve nuestra celebración. En ella recreamos la coexistencia hostil de los pueblos cristiano y moro que se dio en nuestro territorio durante siglos. Con este propósito, se escenifican guerrillas en los alrededores del castillo, pero no en el histórico, sino en otro portátil de dimensiones reducidas que se instala en la Plaza de la Constitución, delante del edificio consistorial, para los días que dura la fiesta. Allí se desarrollan los episodios bélicos que llamamos “Embajada, Estafeta y Asalto al Castillo”. Incluyen una batalla de arcabucería

liderada por el Capitán de cada comparsa y un enfrentamiento cuerpo a cuerpo de los Embajadores Cristiano y Moro. Nuestra puesta en escena no es completamente fiel a los hechos sucedidos sino mezcla de acontecimientos, exaltación y deslumbrante fantasía que, aunque no del todo objetiva, cumple la función antropológica de entroncarnos con nuestro pasado, preservándolo, enriqueciéndolo y dando sentido a nuestro presente. En realidad, los primeros dueños de nuestra fortaleza fueron moros; sin embargo, la primera de nuestras guerrillas acaba con la pérdida del castillo por parte de los cristianos, hasta que en la segunda logran reconquistarlo por rendición de los moros, con lo cual Elda vuelve a ser Cristiana otra vez hasta el año siguiente.

Elda. foto: Agustín Verdú Ortiz

Pero nuestra celebración no sólo se circunscribe a

las escenas frente al castillo, sino que tiene una envergadura mucho mayor. Participamos activamente en ella más de 6000 festeros pertenecientes a 9 comparsas divididas en dos facciones. Por un lado forman el bando cristiano Contrabandistas, Cristianos, Estudiantes, Piratas y Zíngaros; mientras que por otro lado Huestes del Cadí, Moros Marroquíes, Moros Musulmanes y Moros Realistas constituyen el bando de la media luna. Estas comparsas son sociedades festeras con sede propia, desde donde organizan su actividad. Se rigen por estatutos y reglamentos de régimen interno y pertenecen a un organismo superior llamado Junta Central de Comparsas que desde la llamada Casa de Rosas coordina los actos conjuntos mediante una Junta Directiva formada por miembros que pertenecen a las comparsas.

Danza. foto: Marta Amat Navarro

Con el paso de los años, la Fiesta de Moros y

Cristianos de Elda ha adquirido una dimensión que abarca todos los ámbitos de la vida local de modo que, paralelamente al calzado – base de la economía local – ha surgido otra actividad secundaria directamente ligada a la fiesta con profesiones diferentes que viven por y para ella y han contribuido tanto a su consolidación como a su crecimiento, evolución y lucimiento. Cada año, de septiembre a junio, los Moros y Cristianos nos ofrecen una extensa gama de actividades festeras y culturales – algunas de ellas de reconocido prestigio – como el Certamen Nacional de Música de Moros y Cristianos (que va a celebrar su edición nº 28), el Concurso de Minicuadros de las Huestes del Cadí, de alcance internacional, que cuenta con 34 años o el Concurso de Fotografía de la Junta Central, que se organiza desde 1980. Otros eventos de periodicidad anual también incluyen conciertos, concursos y exposiciones de pintura y fotografía, representaciones teatrales, Galas, Cenas de Honor, Proclamaciones, exposiciones, concursos y juegos infantiles, encuentros de hermandad…

Elda-2012-Joanna. Verdú Rico

foto:

Juan

Pedro

Las jornadas festivas que concentran los actos principales son 5 días al año (de jueves a lunes incluyendo el primer domingo de junio). Durante ellos la ciudad entera cambia su fisonomía. El ambiente se convierte en un festival sensorial envolvente. El espectáculo visual es difícilmente descriptible. Las calles se decoran con estandartes, banderolas, faldones y emblemas moros y cristianos. Las gentes lucen de la mañana a la noche la indumentaria oficial de sus comparsas con grandes contrastes de color y una extensa variedad de tejidos y complementos. La Entradas Cristiana y Mora y el desfile Infantil son especialmente atractivos. Entre sus ingredientes sobresalen boatos de fantasía, deslumbrantes carrozas y caballos ricamente guarnecidos. En estos actos, los trajes y los maquillajes que lucen los

festeros son verdaderamente sorprendentes. Cada comparsa marcha liderada por dos figuras ecuestres: una Abanderada y un Capitán adultos o infantiles, cuyas vestimentas destacan sobre el resto en lujo y refinamiento. El sonido de la fiesta también es espectacular. Sin despreciar el estruendo atronador de los arcabuces y espingardas en las guerrillas, casi una centena de bandas de música nos regalan de continuo melodiosas marchas moras o cristianas y pasodobles por donde quiera que transitemos. No podemos tampoco eludir los penetrantes olores: por un lado el de la pólvora, y por otro el de los manjares de suculento sabor que se preparan para los almuerzos y las comidas de los “cuartelillos” (lugares de descanso y reunión de los festeros durante los entreactos y en las ajetreadas madrugadas).Y por último, la sensación de permanente contacto de una ciudad entera que toma el asfalto, se abraza, confraterniza y funde a locales con foráneos.

Escuadrón. foto: Manuel Milán Gutiérrez

Como parte de los ritos de tradición cristiana, esta fiesta tiene como referente un santo patrón de gran tradición popular: San Antonio Abad (San Antón para los festeros) que, a cargo de la Mayordomía de San Antón, permanece en su ermita el resto del año y que durante dichos días es trasladado a la iglesia arciprestal de Santa Ana para presidir la misa mayor, recibir la ofrenda floral y salir en procesión antes de ser de nuevo devuelto a la ermita.

Costaleras contrabandistas. foto: Tomás Murcia Molla

Como sólo 5 días al año quedan cortos para tanto acontecimiento, coincidiendo con la onomástica de San Antón, el 17 de enero, y los fines de semanas anterior y posterior, celebramos de nuevo – en torno a la ermita y a la imagen del patrón – ceremonias religiosas y actividades lúdicas que organiza la Mayordomía y otras, de carácter

festero, a cargo de la Junta Central y las comparsas que denominamos Media Fiesta. Con ella se completa un entramado complejo y significativo de acontecimientos que constituyen un elemento esencial de la identidad de la ciudad de Elda, uniendo y vinculando a sus habitantes a través de un apasionante viaje épico a un pasado en el que cada uno elige el papel que quiere interpretar. Vengan y disfrútenlo

4B. foto: Manuel Beltrá Poveda

Un destello, una ilusión de fiesta. foto: Lucía López Gan

Victoria. foto: José Mª Cantó Cabrera

Multicolor. foto: Manuel Obrador Sevaquebas

994. foto: Frances Amoróa Ruzafa

Sentimiento y flores. foto: Alejandra Amat Navarro

LA ALEGRÍA DEL CARNAVAL LLENA LAS CALLES DE CÁDIZ, por Patronato Provincial de Turismo, Diputación de Cádiz

Tiene seis siglos de historia y está como nuevo. Es el Carnaval de Cádiz, donde la ciudad se convierte en escenario y su gente en protagonista porque llega don Carnal. Como casi todos los años será en febrero, del 7 al 17. Los barrios del casco histórico, y especialmente La Viña, acaparan la mayor parte de la fiesta, declarada oficialmente de interés turístico internacional. Cabalgatas, tablaos, actos gastronómicos… es difícil definir el carnaval y aún más en Cádiz. Aunque oficialmente el carnaval empieza el día

7 de febrero la ciudad ya está entregada a la fiesta desde antes. Tampoco el final real de la fiesta coincide con el oficial, ya que aunque 17 de febrero es domingo de piñata y un castillo de fuegos artificiales dice adiós a la fiesta, el fin de semana siguiente tiene lugar el “carnaval chiquito” o “carnaval de los jartibles”, los que todavía quieren más. Primero llegan las degustaciones gastronómicas y el comienzo del concurso de agrupaciones de Carnaval –cuartetos, chirigotas, comparsas y coros- que concluye el día 8 de febrero con la Final en El Gran Teatro Falla. Un concurso que repasa con coplas y actuaciones sobre el escenario –y después en la calle- la actualidad gaditana, andaluza, española y mundial, en clave de humor. Nadie se libra del ingenio y la ironía de los letristas del carnaval de Cádiz. La Gran Final del Teatro Falla da paso al carnaval en la calle y el pueblo se hace el único protagonista de esta fiesta. El sábado 9 es el pregón del carnaval en la

plaza de San Antonio en un acto multitudinario. Una noche en la que la ciudad multiplica su población. La única regla es venir disfrazado de lo que sea y con ganas de pasárselo bien. Sin lujos, con lo primero que se encuentre a mano. Porque este no es el carnaval del glamour, sino el de las ganas de reírse hasta de uno mismo y de bailar en la carpa. De día y de noche El día siguiente no es menos multitudinario. El carnaval deja momentáneamente su carácter nocturno y se desarrolla con el calor del mediodía. El carrusel de coros toma las calles del centro y es un placer escucharlos, tomando una copa, animándoles y cantando con ellos desde las dos de la tarde. Hace dos años, tras varios de ausencia, el carrusel retornaba a la Plaza del Marcado. Los más pequeños prefieren disfrutar con la cabalgata magna que atraviesa la

Avenida en un desfile de color el domingo día 10 al caer la tarde. De aquí a los fuegos artificiales con el mar de fondo. El lunes 11 el carrusel de coros vuelve a tomar el centro con un público menos numeroso, al tratarse de un día festivo sólo en la ciudad de Cádiz. En los días de entre semana el volumen de actos carnavalescos se reduce ligeramente al ser días laborables. Es una buena oportunidad para escuchar a las agrupaciones por los distintos tablaos que se instalan en la ciudad y disfrutar de las ilegales en la Viña hasta altas horas de la madrugada.

CARNAVAL DE CÁDIZ. Autor Manuel de Varga

El viernes 15 de febrero vuelve la actividad frenética, Sólo quedan tres días de carnaval y lalos gaditanos

y visitantes quieren aprovechar hasta el último segundo. La Viña, el barrio más típico del carnaval acoge un nuevo carrusel de coros, en este caso nocturno. Es la excusa ideal para pasar en las calles de este barrio la noche entera. El sábado de piñata la calle de la Palma, también en la Viña, es escenario de la

Cabalgata Chica. Por último, el domingo de piñata (17 de febrero) el carnaval finaliza con la quema de la bruja Piti en la gaditana playa de la Caleta, mientras, a pocos metros, desde el Castillo de San Sebastián se lanzan los fuegos artificiales que ponen punto y final a las fiestas de don Carnal para la mayoría. Y decimos la mayoría, porque todavía queda un fin de semana de carácter oficioso. No es festivo ni está recogido en ningún calendario oficial, pero las ganas de carnaval del pueblo han hecho que el domingo siguiente al de piñata, este año el 24 de febrero, se celebre el llamado carnaval chiquito o carnaval de los “jartibles” para aquellos que aún no han tenido bastante con 10 días de carnaval y siguen con ganas de escuchar coplas. Ese día las agrupaciones ilegales toman las calles e interpretan su repertorio ante un público menos numeroso que durante el carnaval oficial. Es un acto más íntimo, diferente a los populosos días de carnaval cuando es difícil andar por la calle. El público es

en su mayoría de la propia ciudad o de localidades cercanas y es una buena oportunidad para escuchar la gracias y el humor de estas agrupaciones de una forma más tranquila. El entusiasmo del Carnaval de Cádiz se ha extendido a otros puntos de la provincia, donde han ido naciendo celebraciones paralelas influidas por las fiestas de la capital, cada uno con sus peculiaridades. Destaca la Gran Cabalgata del Carnaval de Chipiona. Seis siglos de Historia Los orígenes del carnaval de Cádiz se remontan a la segunda mitad del siglo XV, con la llegada a la ciudad de comerciantes genoveses y se va consolidando en los siglos siguientes, sobre todo a raíz de que la ciudad se convirtiera en el principal puerto del Imperio Español hacia América. En aquellos tiempos la ciudad era un enorme crisol cultural, donde marinos de todos los rincones del mundo se cruzaban por

sus calles. Era especial la vinculación de la ciudad con los puertos del norte de Italia y Venecia. Los esclavos africanos que también había en la ciudad aportaron también sus ritmos y músicas surgiendo una fiesta popular y anárquica. Durante el siglo XVI la fiesta se consolidó, de hecho existen documentos de la época que hablan del arraigo de las fiestas de “Carnestolendas” en la ciudad. La Iglesia y su férrea disciplina nunca vieron con buenos ojos esta fiesta de tantos excesos y tan cercana a la Cuaresma, por lo que siempre presionó para eliminarla o rebajar su importancia, aunque el pueblo nunca lo permitió. Durante el asedio de Napoleón a la ciudad a comienzos del XIX, cuando Cádiz era la única ciudad que resistió a las tropas francesas, nada pudo evitar que los gaditanos celebrasen sus carnavales como siempre. Durante la dictadura del general Franco entre 1939 y 1975, los carnavales

fueron prohibidos por su carácter festivo y poco religiosos, pero el pueblo de Cádiz una vez más desoyó las indicaciones oficiales, saliendo a la calle disfrazados aún a riesgo de acabar en el calabozo. En esos años la fiesta se trasladaba a los “baches” pequeños bares y tascas donde la gente se reunía para cantar y disfrazarse a escondidas de las autoridades. En estos años fue el propio carnaval el que se disfrazó pasándose a llamar “Fiestas típicas gaditanas”. Para desvincularlas del carnaval, el régimen dictaminó que se trasladasen en el calendario a mayo, con la excusa del clima lluvioso de febrero. En esos años sólo en la localidad de Trebujena, al norte de la provincia de Cádiz se mantuvo el carnaval en el mes de febrero, lo que recuerdan con orgullo los trebujeneros. Con la llegada de la democracia a finales de los 70, el carnaval volvió a la calle y recuperó su esplendor. Desde entonces la fiesta ha evolucionado atravesando el marco de lo local porque

cada año son más los aficionados de todos los puntos del país, y también de más allá de sus fronteras que vienen a Cádiz, atraídos sobre todo por la fiesta en la calle. El origen de esta fiesta se basa en las fiestas de Don Carnal: unos días de desenfreno justo antes de empezar la Cuaresma, el periodo de 40 días anterior a la Semana Santa y donde los católicos se recogen y cambian sus hábitos cotidianos. www.carnavaldecadiz.com www.cadiz.es

LA RENDICIÓN DE PETRER (Alicante), UNA CITA CON LA HISTORIA, colaboración de la Oficina de Turismo de Petrer

Vista del Castillo de Petrer. Heliodoro Corbí Sirvent

Foto:

Un texto manuscrito del Llibre dels Feits, la crónica que recrea los acontecimientos históricos que ocurrieron durante el reinado de Jaime I el Conquistador, rey de Aragón, Mallorca y Valencia, y la imaginación desbordante de nuestro paisano Francisco Máñez Iniesta, puesta al servicio del tesón y la fuerza de voluntad de algunos festeros deseosos de dar un mayor contenido y realce a las fiestas de Moros y Cristianos, fueron el germen que dio origen al nacimiento del texto literario que hoy conocemos con el título de La Rendición, de Petrer.

Su autor ha sido siempre un petrerense inquieto, apasionado por la cultura islámica y estudioso incansable del arte y la huella indeleble que el paso de la civilización árabe ha dejado en nuestra propia historia después de siete siglos de convivencia de razas, credos y culturas -tan distintas pero tan comunes al mismo tiempo- en la península Ibérica. Fruto de esta especial sensibilidad y admiración por la cultura musulmana, Paco Máñez dio forma teatral a esta recreación dramatizada a la que él siempre ha otorgado, por encima del hecho histórico que rememora, un sentido de conciliación, de comunión pacífica de culturas, de hermanamiento de pueblos, de convivencia de razas que comparten el trabajo y la esperanza bajo un mismo sol, que aman la misma tierra.

Cartel de la Fiesta

La Rendición surgió como complemento a la

fiesta de Moros y Cristianos. Todo ocurría un lluvioso domingo de noviembre de 1982. Ese día, coincidiendo con la celebración de la media fiesta, varios capitanes, arropados por sus respectivas comparsas de Vizcaínos, Estudiantes y Moros Fronterizos, subieron hasta el castillo-fortaleza petrerense disparando al alardo. Allí se procedió a la lectura de un fragmento de la Crónica o Llibre dels Feits del rei en Jaume en la que el propio monarca describía el momento histórico de la capitulación de los sarracenos sublevados que, tras la toma del castillo por la fuerza, ahora rendían las armas y devolvían la fortaleza de forma pacífica al rey conquistador. La iniciativa de este acto festivo procedía de tres presidentes de comparsa que, apoyados por la Junta Central Directiva de la Unión de Festejos San Bonifacio, Mártir, y a semejanza de otras poblaciones en las que también se celebra la fiesta de Moros y Cristianos, querían incorporar a nuestros festejos un acto

nuevo que coincidiera con el ecuador festero, y para cuya celebración proponían la organización de un homenaje a los capitanes, único cargo que no tenía ningún acto de protagonismo específico en la fiesta, al contrario que las rodelas y su acto de exaltación en el desfile infantil, o las abanderadas con el pregón y el Día de las Banderas, razón por la que acordaron bautizarlo con el nombre de Festa dels Capitans. Precisamente, basándose en ese mismo texto extraído de la crónica real de Jaime I, Paco Máñez sugirió la posibilidad de recrear tan significativo hecho histórico para nuestra localidad como fue la llegada a Petrer del rey conquistador en su campaña de pacificación de las tierras alicantinas, acaecida los días 18 y 19 de noviembre del año 1265, dando forma literaria a la crónica de capitulación a través de un texto dramático que posibilitara su representación teatral en un marco inigualable: nuestro castillo, testimonio

de nuestro pasado histórico y protagonista de excepción de los hechos relatados.

Foto: Heliodoro Corbí Sirvent

Así nace de la pluma y la imaginación de su autor, Paco Máñez, el texto teatral de La Rendició, cuyo tercer acto se representára, por primera vez, en noviembre de 1983, a cargo del grupo de teatro Arenal de Petrer. El marco incomparable elegido para la puesta en escena de la obra será el castillofortaleza petrerense, recientemente restaurado y que había sido declarado ese

mismo año monumento histórico-artístico de interés nacional por el Ministerio de Cultura. Ese año, además, la Festa dels Capitans contará con la participación de la totalidad de las comparsas y sus respectivos capitanes. Inicialmente el texto teatral se escribe en castellano, si bien su autor, riguroso siempre con la historia y fiel a nuestra propia cultura y tradiciones, decide su adaptación al valenciano, lengua de nuestros antepasados y de uso habitual en estas tierras repobladas tras la expulsión de los moriscos por cristianos viejos procedentes de pueblos vecinos de la hoya de Castalla (Onil, Biar, Xixona…). LA FESTA DELS CAPITANS Sin embargo, la polémica surgida respecto a la festividad de la Festa dels Capitans en el seno de la Unión de Festejos San Bonifacio, Mártir supondrá que ésta deje

de celebrarse durante unos años por decisión adoptada en asamblea general de fecha 28 de junio de 1985, y ratificada posteriormente en otra asamblea general extraordinaria de 25 de octubre del mismo año, poniendo en peligro la continuidad de la representación teatral, sólo salvada por el interés demostrado por el Ayuntamiento de Petrer, a través de su Concejalía de Cultura, que asumió plenamente la organización de su celebración contando para ello con la colaboración del grupo de teatro Arenal, la fila Jaime I y la Caja de Crédito de Petrel. Desde 1987 es, pues, el Ayuntamiento petrerense la entidad que se encarga de preservar la continuidad de su representación en el tiempo, asumiendo la escenificación de La Rendición de forma ininterrumpida hasta la actualidad como un acto tradicional y cultural plenamente integrado en el calendario festivo local.

Foto: Francisco Pascual Maestre Martínez

Durante años la celebración de esta efemérides supondrá a nivel local una de las principales actividades de promoción y difusión de nuestro patrimonio histórico-artístico y cultural al organizarse anualmente unas jornadas que incluían charlas, exposiciones y visitas escolares al castillo-fortaleza, así como la edición de una guía didáctica del castillo de Petrer que se distribuía de forma gratuita entre los estudiantes, junto al texto correspondiente al tercer acto de La Rendición que se escenificaba en el castillo y una introducción

histórica a la época de Jaime I. Tendremos que esperar hasta 1995 para que la Unión de Festejos San Bonifacio, Mártir decida organizar una serie de actividades festeras en el mes de noviembre con las que homenajear a los capitanes de las diferentes comparsas, respaldando así de forma definitiva la celebración de la Festa dels Capitans. A partir de ese año, cada mes de noviembre se han celebrado torneos sociales recreativos, exposiciones, conciertos de música festera, presentación de la película oficial de fiestas, proyección de audiovisuales y entrega de premios del concurso de diapositivas, misa en recuerdo de los festeros difuntos, alardos, desfiles y cenas de homenaje a los capitanes…

Foto: Francisco Pascual Maestre Martínez

En la actualidad, las actividades de la Festa dels Capitans se concentran prácticamente en un mismo fin de semana, coincidiendo con la escenificación de La Rendición. Así, el sábado se celebra el acto de alardo, con saludo al santo y misa en honor de los difuntos en la ermita de San Bonifacio, y que finaliza con el desfile de honor de los capitanes. El domingo, tras una jornada de convivencia y almuerzo festero en el que participan todas las comparsas, se asiste a la representación teatral de La Rendición en el castillo. La media fiesta concluye oficialmente con la cena de

homenaje a los capitanes que se celebra habitualmente el último sábado del mes de noviembre. LA RENDICIÓN, DE PETRER La jornada del domingo comienza con el disparo de veintiuna salvas de pólvora y fuego que, lanzadas al viento desde la explanada del castillo, despiertan con su estruendo sordo y lejano a los habitantes de Petrer al nuevo día. Ya desde primeras horas de la mañana se vislumbran aires de fiesta en las calles y, mientras las banderas ondean en la torre del homenaje, los responsables del montaje disponen el atrezzo y decorados medievales, levantando las tiendas de campaña y ultimando los preparativos para la histórica representación que a mediodía tendrá lugar en el castillo. Las risas, la camaradería y el buen vino son la tónica general que marcan la convivencia de ese día en el cuartelillo

de la fila Jaime I, donde desde bien temprano se reúnen en torno a la mesa, para degustar las delicias de un buen yantar, los actores y festeros que pocas horas después darán vida a los personajes de La Rendición. Tras el almuerzo siempre vienen las prisas. Hay que vestirse rápidamente, pues a las doce de la mañana hay que estar puntuales en la plaza y en perfecto estado de revista. Y es entonces cuando surgen los problemas: la prenda que no se encuentra en el vestidor, aunque el día anterior teníamos la certeza de que lo habíamos preparado todo a conciencia, la casaca o el cinturón que no ajusta bien a la cintura —son los kilos, ¡que no perdonan!— o el reducido espacio del local, claramente insuficiente en esos momentos para dar cabida a tantos festeros que reclaman insistentemente la atención del encargado del vestuario para completar su uniforme… Entre tanto, el inexorable paso del tiempo nos acerca a la hora fatídica. Sin embargo, inexplicablemente, todo sale conforme a lo previsto y a la hora

acordada los festeros van acudiendo a la plaza de Pablo Iglesias, donde se reúnen con algunos músicos que ya calientan sus instrumentos, mientras que los primeros grupos de curiosos hacen acto de presencia en la plaza y en las calles adyacentes, atraídos por el barullo y la animación callejera, preparándose para ver el desfile. A las doce del mediodía, la plaza de Pablo Iglesias hierve de animación con los brillos de las doradas armaduras vizcaínas y el vistoso colorido de los yelmos y estandartes del ejército cristiano, representado actualmente por las filas Jaime I y Blanca de Castilla. El contrapunto lo aporta la vistosa fila mora participante que cada año se renueva por designación de la comparsa que ostenta la media fiesta y cuya presencia, tanto en el desfile de honor como en las almenas y torreones del castillo, formando parte de la huestes musulmanas sublevadas que defienden la fortaleza, da

mayor veracidad representación.

histórica

a

la

Ya casi es la hora de iniciar el desfile. El director de la banda da las últimas instrucciones a los músicos, mientras que los festeros van ocupando sus puestos en la formación flanqueando la comitiva festera. Pero… y los actores, ¿dónde están los actores? ¡Ah, todavía les falta maquillarse! La caracterización es importante porque aunque la representación se realice en el castillo, al aire libre y a unas decenas de metros de los espectadores, el rigor de la puesta en escena debe observarse con pulcritud. El público se lo merece. Volviendo con nuestros protagonistas, no deja de sorprendernos verlos llegar ataviados con atuendo medieval y un porte señorial en sus ademanes que nos hacen rememorar épocas pasadas. Son Jofre de Loaisa, señor feudal de Petrer; el caíd, máxima autoridad musulmana civil y religiosa de la villa, con su séquito, y

el propio rey Jaime I el Conquistador, acompañado por sus caballeros y damas de la corte cristiana, representadas por la fila Blanca de Castilla.

Foto: Heliodoro Corbí Sirvent

El acto comienza con el desfile de honor de los actores y filas participantes en la representación que, acompañados por las bandas de música locales, autoridades municipales y público en general, inician el recorrido por las tortuosas y empinadas calles de la vieja medina árabe hasta llegar al castillo-fortaleza medieval donde tendrá lugar la recreación

teatral de un acontecimiento histórico que ya ha marcado con su huella indeleble no sólo nuestra historia pretérita, sino también nuestras fiestas futuras, pasando a formar parte de las tradiciones y el acervo cultural propio de nuestro pueblo. Cada año impresiona coronar la cima de la loma del castillo y comprobar la gran cantidad de público que esa mañana de domingo acude a la explanada del monumento milenario, deseoso de acompañar al rey conquistador en su marcha triunfal a la fortaleza y asistir a la representación. Pero más emociona todavía escuchar los aplausos entusiastas del público al final de la obra, marcada por los vivas al rey y el disparo de una traca y castillo de fuegos artificiales. Aunque en los últimos años, el ballet de la Escuela de Danza de Dori Andreu prolonga unos minutos más la actuación con sus danzas festivas y el brindis final que celebra, no la rendición de los moros sublevados, sino el acuerdo de paz y la renovación de los pactos de respeto,

convivencia, tolerancia y justicia entre moros y cristianos. En definitiva, de renovada esperanza en un futuro que nos depare una sociedad mejor, más justa y solidaria. Finalmente, resaltar que la Unión de Festejos San Bonifacio Mártir y el Ayuntamiento de Petrer tienen ante sí un reto importante, ya que en 2013 se celebrarán 30 años de una tradición que ya ha hecho historia: la representación de La Rendición, convertida en parte esencial tanto de la Festa dels Capitans como de la propia fiesta de Moros y Cristianos de Petrer, pese a los avatares y circunstancias penosas que en ocasiones han marcado su evolución hasta nuestros días. Acto al que, por supuesto, están todos ustedes invitados, esperando que disfruten con su representación. Texto: Juan Ramón García Azorín LA ALCAZABA 47

LA SIERRA GADITANA SE ENGALANA PARA EL CORPUS, colaboración del Patronato Provincial Turismo de Cádiz

Corpus de Zahara de la Sierra

Con aromas a retama y a eucalipto, la Sierra de Cádiz se viste de gala para recibir el Corpus, fiesta declarada de interés turístico nacional en Zahara de la Sierra, donde se celebra desde el siglo XV. El domingo 3 de junio, fachadas y callejuelas cubiertas de flores y

juncias y en procesión una custodia de plata dorada y esmeraldas. En el Gastor –población vecina- suena también la música de esta fiesta de origen pagano, considerada Fiesta de interés turístico de Andalucía, en la que se limpiaban los pastos antes de que llegara el verano. Arcos de palmas, balcones engalanados y el suelo cubierto de hierba, recuerdan cada año esta celebración que se remonta a la época de Al Andalus. No hace falta elegir para disfrutar de ambas porque sólo 17 kilómetros separan a Zahara de la Sierra de El Gastor.

Corpus en Zahara de la Sierra

Desde que el pueblo pasara a manos de cristianos, a finales del siglo XV, Zahara de la Sierra no ha dejado de celebrar el Corpus ni un solo año. Su dilatada tradición y la belleza que la celebración adquiere en esta población, explican que el de Zahara sea el único Corpus en Andalucía declarado de Interés Turístico Nacional, distinción que obtuvo en 1980. La fiesta en Zahara gira en torno a la decoración de sus calles. Un numeroso grupo de voluntarios parte el vienes en busca de las juncias, que después cubrirán el suelo de las calles principales. Las ramas de eucaliptos, retamas, adelfas y plantas aromáticas que vestirán las fachadas se recogen el sábado.

Fiesta del Corpus en Zahara de la Sierra

Pero será el mismo día del Corpus, el domingo 3 de junio, a partir de las siete de la mañana, cuando los zahareños deberán demostrar su destreza y originalidad, vistiendo sus fachadas y balcones con todas las plantas recogidas. Los vecinos de las calles principales adornan sus casas con la ayuda de otros zahareños aunque cada vez son más los forasteros que se animan a participar en estos trabajos, atraídos por la singularidad del festejo. La misa y la procesión de la Custodia, una verdadera joya de orfebrería

realizada en plata dorada y esmeraldas, completan el programa religioso de la fiesta. La comitiva, protagonizada por los niños que han celebrado su primera comunión, recorre las calles vestidas de flores y realiza paradas en los altares artesanales que algunos vecinos instalan a las puertas de sus casas. La fiesta no acaba aquí. La verbena, que comienza el sábado con un pasacalles de la banda de música, continúa en la caseta instalada por el Ayuntamiento, donde la música se prolonga hasta la mañana del lunes. El principal evento de este segundo día del Corpus es el ya tradicional concurso de “cachiporras”, una especie de látigo elaborado con las juncias utilizadas para adornar el suelo, que se trenzan para formar este particular instrumento. La mejor “cachiporra”, según un jurado que juzga su estética y la sonoridad del látigo, recibe un premio en metálico.

Corpus Christi en El Gastor

Un desarrollo similar tiene el Corpus en El Gastor, población cuya fiesta rivaliza en belleza con la de Zahara. También aquí las actividades comienzan el viernes 31 de mayo, cuando un grupo de más de 200 personas se traslada al término municipal de El Cuervo (Sevilla) para pasar la jornada buscando juncias. La decoración de las calles se lleva a cabo el sábado a partir de las siete de la tarde y se prolonga durante la madrugada con la colaboración de todos los vecinos. Los habitantes del pueblo recogen las adelfas y ramas de eucaliptos, álamos y chopos, aunque el Ayuntamiento se encarga de

repartir vegetación entre aquellos gastoreños que no pueden hacerlo. La vegetación, que cubre más del 50% del pueblo, transforma El Gastor durante un fin de semana en un verdadero bosque: Arcos de palmas, balcones floridos, fachadas cubiertas de ramas, el suelo alfombrado e incluso algunas calles techadas con juncias.

Corpus en El Gastor

Como en Zahara, la procesión de Custodia va acompañada por niños primera comunión, aunque en este caso unen también vecinos vestidos

la de se de

pastores. La fiesta tiene siglos de tradición en El Gastor, ya que incluso bajo dominación árabe se celebraba una fiesta pagana en la que se limpiaban los pastos ante la llegada del verano. Sin embargo, la procesión adquirió verdadera importancia a partir del año 1747, con la construcción de la iglesia en el municipio.

Corpus en El Gastor

La celebración se cierra el domingo por la tarde con el certamen de gaitas gastoreñas. Un instrumento autóctono, diferente a otros del mismo nombre, y que ha llamado la atención de los gaiteros gallegos, que han participado en este certamen en ediciones anteriores, aunque tocarla supone un reto para los foráneos.

Corpus en El Gastor. Las gentes están preparando los trabajos desde la madrugda

SEMANA SANTA EN LA PROVINCIA DE CADIZ, colaboración del Patronato de Turismo de la Diputación de Cádiz Las mejores obras de arte y el olor a incienso vuelven a las calles de la provincia de Cádiz. Cultura, historia y tradición e historia se unen en su singular Semana Santa.

Cristo Buena Muerte – Semana Santa Cádiz – Ramón Sánchez Herrera

Hay procesiones de lujo, austeras, con escenas dramáticas, curiosas y con rivalidades cofrades ancestrales. La Pasión de Cristo convertida en un acto de fe de fe y también en una manifestación propia de las mejores coreografías, en las que no falta la ambientación, la música y el silencio, el olor a cera quemada y a incienso y a flores recién cortadas, porque la vida termina y empieza de nuevo. En cada rincón de la provincia, una Semana Santa singular desde el día 24 hasta el 31 de marzo.

En una provincia con tanta historia -y más de 300 Cofradías y Hermandades- la Semana Santa ha tamizado todos los aconteceres y en ella se refleja desde de conquista cristiana de Al-Andalus hasta la huida de Gibraltar. La historiadora Ana Gómez Díaz-Franzón, en el volumen “La Semana Santa como patrimonio cultural de Andalucía” de Ediciones Tartessos ha publicado “La Semana Santa en Cádiz”, una radiografía en el tiempo y en el espacio de sus orígenes, de su evolución y de sus manifestaciones actuales.

Hermandad de la Palma – Cádiz- Foto: Ramón Sánchez Herrera.

Desde 1488

Como en toda Andalucía, la Semana Santa se caracteriza por la sucesión de procesiones de las diferentes hermandades desde el domingo de Ramos hasta el domingo de Resurrección, algunas tan antiguas como la del Mayor Dolor de Jerez, fundada por zurradores, zapateros y curtidores en 1488 ó la de la Vera-Cruz de Cádiz que data de 1566, cuyo crucificado es conocido como el “Emperador dormido”, y otras tan multitudinarias como la de La Palma que cuenta en la capital con más de 3.000 hermanos.

Congregaciones Ecce Mater Tua Cádiz- Foto Ramón Sánchez Herrera

Singularidades de la Semana Santa

Nazareno-CádizSanchez Herrera

Foto

Ramón

En Cádiz no hay que perderse el domingo el Cristo de la Humildad y Paciencia, antiquísima talla cuya cofradía fue fundada en 1621 por un grupo de cargadores de indias de origen vasco. El jueves destaca el Nazareno que desde su salida hasta la recogida bien entrada la madrugada, es el alcalde perpetuo de la ciudad, y la noche siguiente, viernes, la gran sobriedad y silencio del cortejo de la Buena Muerte. Expertos de la Santa Sede han considerado este crucificado como

la mejor representación de Jesús Crucificado en la cristiandad.

Prendimiento-Jerez e la Frontera-

En Jerez destaca “el Prendimiento” con su espectacular árbol olivo, uno de los más grandes de la Semana Mayor de Andalucía, y la “Amargura”, Hermandad de gran devoción y tradición cofrade en la ciudad, así como tradiciones tan particulares como la “trompeta saetera” de la hermandad del Mayor Dolor, vestigio del antiguo toque de corneta utilizado para avisar al pueblo de la presencia de algún saetero.

Cristo de la Expiración – Semana Santa de Jerez

Un momento especial en la Semana Santa de San Fernando es el paso de la cofradía de las Tres

Caídas, de última creación, ante la popular Venta de Vargas tan vinculada al cantaor Camarón de la Isla, donde los saeteros le cantan al titular, en la noche del Jueves Santo. Mención especial merece la imagen del Cristo de las Misericordias en la Semana Santa de Chipiona, que tiene un gran arraigo popular con motivo del Terremoto de Lisboa de noviembre de 1755, cuando las aguas inundaron la ciudad, el pueblo sacó la imagen del Cristo en rogativa y las aguas bajaron de nivel seguidamente, por lo que fue considerado un milagro. En Rota llama la atención el sermón del Nazareno, que se vienen celebrando desde mediados del siglo XVIII la madrugada del Viernes Santo. Tras el toque de la trompeta dolorosa, el orador –habitualmente un cantaor- recuerda como el Señor, condenado a muerte, tomó la cruz y salió camino del Gólgota y una mujer -Verónica- limpia el rostro del Señor dejándolo estampado en un lienzo, un hecho representado por una joven vestida de hebrea.

Semana Santa Arcos de la Frontera – Foto: Carlos de la Calle

En Puerto Real destacamos la recogida de la Virgen de la Soledad y el ritual de los “tres portazos” que se dan a la imagen, en recuerdo a aquéllos que la Madre Loreto dio a quienes quisieron quemar la iglesia en 1936. Ana Gómez dice que algunas cofradías han optado por recuperar la primitiva austeridad de la Semana Santa, como la del “Nazareno” de Chiclana o la de la “Salud, Amor y Sacrificio” de Jerez, donde los nazarenos no llevan antifaz sino el antiguo capuz. El hecho de que Sanlúcar de Barrameda fuera desde hace siglos puerto de partida hacia América de la evangelización cristiana, provocó que en la localidad hubiera un gran número de religiosos y de conventos, además de un legado monumental que se convierte en el escenario de los recorridos

procesionales, De interés turístico

Muchas de ellas están declaradas de interés turístico nacional como las de Jerez o Arcos de la Frontera, donde los pasos apenas si caben por las calles estrechas y empinadas, pero la Junta de Andalucía considera de interés turístico la Semana Santa de una veintena de pueblos gaditanos. Entre ellos figura la de Alcalá del Valle, donde destaca el Domingo de Resurrección, caracterizado por el desfile de hornazos y la “Carrerita de San Juan”, en la que el Santo recorre a gran velocidad las calles del pueblo hasta encontrar a la Virgen para avisarle de la Resurrección de su hijo. En Torre Alháquime son mujeres quienes lo transportan y cuando se produce el encuentro las imágenes bailan al compás de la música y de los aplausos del público.

San Roque – Procesion Magna – Romanos

En Arcos, “son muy particulares los armaos, cuadrillas de romanos que se remontan al siglo XVIII cuando salieron por primera vez acompañando a Jesús Atado a la Columna” resalta la investigadora. Díaz Franzón destaca igualmente “La Borriquita viviente” de Alcalá de los Gazules en la que unos 80 niños vestidos como hebreos salen en procesión el domingo de Ramos. En Benamahoma, pedanía de Grazalema, cabe subrayar la celebración del Domingo de Resurrección, uno de los pocos desfiles en el que procesiona una imagen del Corazón de Jesús. Como preparación de la Resurrección, la noche del sábado es tradicional que niños del pueblo llamen a la alegría con una cencerrada.

Semana Santa Setenil de las bodegasFoto Carlos de la Calle

Semana Santa – Setenil de las Bodegas – Carlos de la Calle

Alcalá del Valle vive tan intensamente su Semana Santa que cada Cuaresma representa la Pasión y Muerte de Jesucristo. Más de 100 vecinos recrean escenas como la Crucifixión, el Camino al Calvario, la Santa Cena o la Ascensión a los Cielos. Y recuerda que en algunos pueblos como Vejer de la Frontera continúa vigente la antigua tradición de ofrecer a los nazarenos “roscos” y “pan duro” (rebanadas de pan abizcochado con almendras y especias) tras la recogida de la procesión. Y que también podemos comprar en las confiterías de la ciudad. Este año es un año especial para Barbate y su Semana Santa, pues el 11 de marzo de 2013 se cumplen 75 años de la segregación de Barbate del municipio matriz de Vejer de la Frontera, hecho histórico que es celebrado por los barbateños con conciertos y distintas actividades cofrades. Otra particularidad –sigue relatando Ana Díaz- es la existencia de imágenes articuladas como ocurre con los nazarenos de Conil y de Arcos. En Setenil de las Bodegas goza de gran arraigo popular la singular competencia entre las dos

hermandades, la Santa Vera Cruz (los blancos) y Nuestro Padre Jesús (los negros). La escisión de la hermandad primitiva tuvo lugar a finales de 1.700 “pero las cofradías siguen poniendo todo su empeño para que sus respectivas procesiones luzcan con mayor esplendor”. En San José del Valle destaca la representación teatral de la Pasión de Cristo y las salidas procesionales y en Benaocaz, el Viernes Santo tiene lugar la procesión de la Pasión, compuesta por siete pasos con gran tipismo en su recorrido.

Semana Santa de Espera

La Semana Santa de Olvera adquiere matices muy particulares con desfiles procesionales de la Penitencia o Silencio, Los Estudiantes, El Cautivo, Jesús Nazareno, Veracruz y Santo Entierro.

Semana Santa en San Roque

En la Semana Santa de San Roque procesionan imágenes del siglo XV al XVIII, que los españoles trajeron consigo cuando huían de Gibraltar invadidos por los ingleses. En San Roque todas las Hermandades salen de sus iglesias, para recogerse en la Iglesia Santa María La Coronada, desde donde parte la Procesión Magna con sus catorce imágenes todos los Viernes Santo. “En Tarifa es célebre el encuentro del jueves santo entre los pasos de la cofradía del Nazareno y se mantiene –apunta la historiadora- la antigua costumbre de los sermones públicos”. Judas y los toros, símbolos del mal

El domingo de Resurrección es muy especial en la provincia –resalta Ana Gómez- sobre todo en la Sierra y en La Janda, donde además de las procesiones del Resucitado “se celebran varias manifestaciones populares de carácter festivo como las fiestas de los toros o la Quema del Judas en Conil o en Benamahoma donde le echan un toro para que lo destroce. En Bornos prolongan el acto con actuaciones musicales y el tradicional Búcaro de la suerte, donde cada sorbo de licor va acompañado de un deseo”.

Toro embolao -Vejer de la Frontera- Foto Román Ríos.

Ana Díaz explica que tanto Judas como el Toro representan el Mal pero mientras que al primero se le destruye, del animal se huye. El domingo de Resurrección se suelta el “toro embolao” en Los Barrios y en Vejer, y el del

“Aleluya” en Paterna y en Arcos de la Frontera, donde los más valientes se atreven a correr delante de dos reses bravas y los más tranquilos disfrutan de la fiesta asomados a los balcones y a las azoteas.

NOTAS DE PRENSA: – Web “La Manigueta”: http://el-manigueti.blogcindario.com – www.edicionestartessos.com – www.cosasdecome.es

FIESTAS DEL “NOSTRE SENYOR ROBAT” colaboración de la oficina de turismo de Onil (Alicante)

Nostre

Senyor

Robat DÍA DEL “NOSTRE SENYOR ROBAT”: 28 DE NOVIEMBRE, celebración de más de 180 años de historia….

una

Como cada año tradicionalmente en Onil en el mes de noviembre, se celebra la Festividad del Nostre Senyor Robat, donde se conmemoran, sucesos acontecidos el 05 de noviembre de 1824 en Onil, cuando fue robada la Sagrada Forma Consagrada y objetos para el Culto por Nicolás Bernabeu. Tras la búsqueda incesante e incansable de la Sagrada Forma por parte de los vecinos de Onil y poblaciones de los alrededores, por fin el 28 de Noviembre de 1824, Teresa Carbonell, vecina de Tibi, encuentra la Sagrada Forma en el paraje conocido como “La Pedrera” de Tibi. El 29 de Noviembre de 1824 regresa la Sagrada Forma a la Villa de Onil, donde es recibida con grandes festejos por todos sus vecinos. Más de cien años después el 28 de noviembre de 1943, D. Guillermo Hijarrubia, delegado del Sr. Arzobispo de Valencia, autentifica la Sagrada Forma que permanece incorrupta. Y así sigue permaneciendo hasta nuestros días la Sagrada Forma Incorrupta, el Nostre Senyor Robat de Onil. En la Iglesia ParroquialSantiago Apóstol de Onil se pueden contemplar, en horario de culto, las vidrieras bendecidas, que ilustran los acontecimientos del hallazgo de la Sagrada Forma Incorrupta, el “Nostre Senyor Robat” de Onil, y actualmente se cumplen 185 años del hallazgo… Tourist Info Onil Plaza Mayor, 1-Palacio Municipal 03430-Onil (Alicante) Tel.: 96 654 47 45 Fax 96 556 41 31

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