NOTA TÉCNICA Tres usos esenciales de la coma (,) para organizar el discurso Vol. 2. No. 4, año 2, 2012 Ramón Núñez Licenciatura en Educación, mención Docencia Agropecuaria. Núcleo Canoabo. Universidad Nacional Experimental “Simón Rodríguez”. Estado Carabobo, Venezuela (RB). Correo Electrónico:
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Coma enumerativa, coma paréntesis y coma circunstancial Dentro de los más de diez casos que sobre el uso de la coma se suelen comentar en los distintos manuales de ortografía, existen en castellano tres usos que pueden considerarse fundamentales para la organización coherente del discurso escrito, a saber, primero, la coma enumerativa; segundo, la coma necesaria para separar los incisos, las aclaratorias (llamémosla "coma paréntesis", pues, como ellos, actúa en pares) y, tercero, la coma que aísla los complementos circunstanciales, cuando se ha alterado el orden lógico de la oración, y a la cual podríamos llamar "coma circunstancial".
Estos tres casos resumen lo esencial del uso de la coma para ir organizando las ideas de un escrito con claridad, más allá de los exhaustivos y sesudos análisis gramaticales, que se ocupan de diferenciar cada matiz significativo, y que no son, en esencia, relevantes para las urgencias expresivas de un escribiente promedio, es decir, competente, aun cuando no sea un especialista en estudios lingüísticos. ©
Dirección: Parque Industrial La Quizanda, 2° Transversal. Edf. UNESR. Valencia. Estado Carabobo. República Bolivariana de Venezuela. Teléfono: 0241-8641545-Fax: 0241-8641988. Web: www.unesr.edu.ve; www.postgrado.unesr.edu.ve; http://nucleovalencia.com.ve/revista/; e-mail:
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Consideramos que entender esta particular mecánica dentro de todo texto escrito contribuirá a que cualquier otro uso posible de este signo de puntuación (el más usado) sea más fácilmente asimilable al contrastarlo con estos tres usos base; aparte de que comprender la capacidad expresiva de este signo debe contribuir, en consecuencia, a entender la razón de ser de cualquier otro signo de puntuación, puesto que los otros, en principio, no son más que una derivación de este signo esencial. Sin mayores afanes lingüísticos Estas reflexiones no persiguen otra cosa que reducir las consideraciones sobre el uso de la coma a su real pertinencia dentro de un texto escrito, a su rol necesario, ineludible, al momento de organizar los bloques de información dentro de un párrafo, sin que se tenga ya que recurrir a la memoria, puesto que memoria no implica real comprensión, y sin que se tenga que recurrir, mucho menos, al particular gusto de quien escribe, con lo cual entraríamos en el terreno del capricho y de la inseguridad.
Como es sabido, la coma es el signo de puntuación más utilizado y es, por tanto, el que reporta más errores ortográficos; errores que en su mayoría se deben a que lo esencial de la coma, su lógica, más que su capricho, se confunde en una maraña de ejemplos donde prevalece más la parte creativa, literaria, del idioma, en detrimento de su capacidad informativa. El que sea útil, por ejemplo, para separar palabras dentro de una enumeración (“Pedro, Pablo, Chucho, Jacinto y José...”), el que sirva para intercalar aclaratorias dentro del discurso (“Lo esperó, con mucha paciencia, pero no llegó”) y el que contribuya a mantener la claridad de la oración cuando se ha alterado su orden lógico (“Antes de dormir, ella suele tomar leche tibia”), los tres usos que consideramos relevantes comprender a ©
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cabalidad, se confunden en medio de otros ejemplos y denominaciones menos urgentes al momento de la redacción, al momento de organizar nuestras reflexiones en un texto que sea plenamente entendible, sin mayores esfuerzos por parte del lector.
Manuales de ortografía como el de la Real Academia de la Lengua Española (1999) enumeran once casos concretos, que se elevan a diecinueve una vez realizado el análisis. Fernando Ávila comenta en su libro Dónde va la coma (2002) diez casos, que igualmente se subdividen y se explayan una vez hechos los análisis sintácticos y al darle nombre concreto a cada sutileza del idioma (complemento circunstancial, subordinada explicativa, orden psicológico y así por el estilo). Por su parte, la agencia española de noticias EFE, en su Manual de Español Urgente (1994), considera también diez casos. Y es precisamente dentro de estas reflexiones muy autorizadas y concienzudas donde lo esencial de la coma se confunde, no se destaca con la debida importancia, dando paso así a las innecesarias confusiones, a esa inseguridad donde la mera memoria, de tantos casos y numerosos ejemplos, se queda corta ante lo que exige evaluación, juicio claro.
Lo que persigue este artículo es destacar precisamente esos tres usos esenciales, de tal manera que al entenderlos con seguridad se pueda, en consecuencia, entender cualquier otro uso adicional, asimilarlo sin mayores problemas, puesto que se parte de una base segura que, en último caso, nos demostrará que en tanto le demos preponderancia al llamado orden lógico de la oración castellana en nuestros escritos, en esa misma medida nuestra necesidad de usar comas se reducirá igualmente a lo esencial.
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Orden lógico de la oración sin necesidad de comas Es preciso que reparemos en esa manera de enlazar palabras donde la coma resulta innecesaria para lograr un sentido completo. Debemos hablar entonces del llamado orden lógico de la oración castellana, es decir, sujeto + verbo + complemento directo + complemento indirecto + complementos circunstanciales, algo así como decir: “Maradona les anotó un gol de leyenda a los ingleses en el Mundial de México 1986”. Debemos agregar que esta estructura oracional se apoya en un verbo transitivo y que los circunstanciales pueden ser tantos como las distintas circunstancias que rodean a un hecho, un modo, un lugar, una causa, en fin; así que podríamos agregar en la susodicha oración que fue “en el estadio Azteca y dejando petrificados en el camino a siete jugadores ingleses”, para incorporar también un dónde y un cómo. Y aunque tales nociones gramaticales serían muy pertinentes en la escuela para analizar oraciones con sentido completo, no resultan imprescindibles en otros ámbitos para redactar ideas claras y coherentes; tal como acontece con un niño de cinco años, digamos, que está en capacidad de hablar e ir construyendo oraciones complejísimas sin que sepa nada de teorías lingüísticas.
Es decir, consideramos que, más allá de dominar una nomenclatura propia de gramáticos o de profesores de Castellano y Literatura, lo fundamental es saber que siempre afirmamos o negamos algo de alguien (o de cualquier cosa) que puede beneficiar o perjudicar (o ser indiferente) a otros y que puede suceder, además, en un lugar y en un tiempo determinados, si estas últimas precisiones resultan necesarias. Y esto vale tanto para lo concreto como para lo abstracto, tanto para dar cuenta de lo que les acontece a las personas como para aquello que implica reflexión sobre teorías o fórmulas. Y, por último, ©
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resulta aún más fundamental tener la necesidad de comunicar algo, tener la urgencia de organizar tantas ideas bullendo en nuestra cabeza, más allá de saber si ese verbo preciso y tan necesario es intransitivo, o no, o si su complemento se llama de esta manera o de esta otra.
Así que volviendo a esta afirmación sobre Maradona y su gol inolvidable, debemos destacar un primer consejo atendible en cada uno de los manuales que se pueden consultar sobre la puntuación: si se respeta este llamado orden lógico de la oración castellana, esta convención, este acuerdo (más allá de la libertad sintáctica que disfrutó el Latín y que heredó nuestra lengua en consecuencia), ninguna coma es necesaria. Luego la alternativa extrema para evitar equivocaciones con la coma sería redactar sólo con “oraciones lógicas” y separarlas con puntos y ya. De hecho, en Gramática, Lengua, Estilo se advierte lo siguiente (pág. 183): Si nuestras oraciones, nuestros párrafos y, por tanto, nuestras ideas adolecen de falta de claridad y las expresamos de modo confuso y excesivamente complicado, no lo dude: se debe a que empleamos pocas construcciones lógicas. La construcción lógica es la más ordenada, la más clara, la más serenamente informativa. (…) Si fuera posible reducir el problema a una fórmula matemática, le diría: emplee cuatro construcciones lógicas por una psicológica.
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Comas como paréntesis Si a ver vamos, los paréntesis vendrían a ser como dos grandes comas, una manera muy notoria de interrumpir brevemente lo que íbamos diciendo sin que haya posibilidad de confusión: “El año que viene, el petróleo, nuestra principal fuente de ingresos, tendrá una mayor cotización”. “El Teorema de Pitágoras, matemático de la antigua Grecia, es una verdad eterna”. Y así como los paréntesis son una pareja indisoluble, de la misma manera lo son esa coma que inicia y esa coma que termina, pues ambas encierran la aclaratoria, el inciso, la explicación, el comentario, en fin, todo aquello que podríamos suprimir durante un resumen para sólo dejar lo principal, que no viene a ser más que la primigenia oración lógica, simple y desnuda: “Maradona, el genio del fútbol mundial, es adorado en Nápoles como un santo”. Y convengamos en que lo de “genio…” es discutible o evidente, pues eso eliminaremos para quedarnos con la santidad de Maradona (y también se irán ambas comas, claro, así como los dos paréntesis, si fuera el caso). Y si sentimos que ya está bueno de fútbol y Maradona, podemos entrar en el terreno de lo científico para afirmar: “El potasio, de símbolo químico K y número atómico 19, es un metal alcalino ligero”, donde los datos de la interrupción explicativa no parecen ahora tan prescindibles, si pensamos en un colegial a punto de ser examinado, pero es innegable que el potasio es un metal alcalino ligero (así como el Teorema de Pitágoras es una verdad eterna, aunque no sepamos si el petróleo tendrá una mayor cotización el año que viene). En todo caso, el error al puntuar con comas ocurre (y es el más frecuente) cuando se deja sólo una coma, bien al principio, bien al final; luego el sentido común nos recomienda recordar siempre a los paréntesis, siempre van juntos, uno abre y el otro cierra, entonces lo mismo debe pasar con estas comas afines: una abre y la otra cierra, esa es la clave. ©
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