NOVENA A LAS SANTAS JUSTA Y RUFINA, patronas de Sevilla

NOVENA A LAS SANTAS JUSTA Y RUFINA, patronas de Sevilla 1 Portada: Santa Justa y Santa Rufina. Jarén, José María Méndez. 2016. 2 NOVENA A LAS SAN

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NOVENA A LAS SANTAS JUSTA Y RUFINA,

patronas de Sevilla 1

Portada: Santa Justa y Santa Rufina. Jarén, José María Méndez. 2016. 2

NOVENA A LAS SANTAS JUSTA RUFINA, patronas de Sevilla ORDEN DEL EJERCICIO DE LA NOVENA

Novena rezada fuera de la celebración de la misa - Oración para todos los días de la novena - Contemplación de las santas Justa y Rufina para cada día - Elogios de las santas Justa y Rufina para cada día - Lectura tomada del Nuevo Testamento para cada día - Oración para cada día de la novena - Gracia personal que se desea alcanzar por intercesión de las santas - Letanías - Himno a las santas Justa y Rufina - Oración - Oración personal

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Novena antes de la celebración de la misa Antes de la celebración de la misa - Oración para todos los días de la novena - Contemplación de las santas Justa y Rufina para cada día - Elogios de las santas Justa y Rufina para cada día - Oración para cada día de la novena - Gracia personal que se desea alcanzar por intercesión de las santas Procesión de entrada para la celebración de la misa - Letanías (rezadas o cantadas) - La misa termina con el canto del himno a las santas Justa y Rufina

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Oración para todos los días de la novena Dios Padre, omnipotente y misericordioso, que llenaste de ardiente caridad el corazón de las santas vírgenes Justa y Rufina, torturadas por defender su fe hasta la inmolación del martirio, te suplicamos que, por su intercesión, nos otorgues el don de difundir con el fuego de tu amor la grandeza de la vida corriente, para que, desde la fidelidad a los lazos sagrados que deben regir la familia como iglesia doméstica, seamos capaces de convertir nuestros hogares en escuelas de comunión, de santificación y de difusión de una auténtica espiritualidad cristiana, ante todo con el ejemplo coherente de nuestras propias vidas, inmersas en la luz, el consuelo y la paz del Evangelio; asimismo te rogamos que −a través del ejercicio de las virtudes humanas que ellas proclamaron como alfareras: la humildad, la alegría, la sencillez, la laboriosidad, la fortaleza y la firmeza de ánimo− alcancemos a poner a Cristo en la cima de todo nuestro quehacer ordinario. Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

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Día primero Al comenzar la novena Por la señal de la santa cruz, + de nuestros enemigos + líbranos, Señor, Dios nuestro. + En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. +

Amén. Oración para todos los días de la novena Contemplamos a las santas Justa y Rufina, hijas de la Iglesia Elogios de las santas Justa y Rufina (Cf. FLORÉZ, E. España Sagrada, Tomo IX. 3ª ed. Real Academia de la Historia. Madrid. 1860)

El martirio de las santas Justa y Rufina está fechado a finales del siglo III, hacia el año 287, en tiempos del emperador Maximiano. Es el primer dato histórico documentado con el que cuenta la Iglesia hispalense, hasta el punto de que su historia, puede afirmarse, comienza a partir del martirio de estas mujeres. En el Pasionario hispánico −libro litúrgico formado por el relato de los martirios (pasiones) y destinado a la lectura con motivo de los aniversarios de los santos dentro del Oficio− es donde aparece, ya a finales del siglo VI o principios del VII, el de estas santas. El estilo sobrio de la narración, la descripción de las adonías y la cita del obispo Sabino −cuyo nombre aparece en el catálogo de los obispos de Sevilla en segundo lugar y que figura en la lista de los asistentes al Concilio de Elvira en Granada, a principios del siglo IV− son indicios que testimonian la autenticidad histórica de los hechos, por lo que se supone que el relato del Pasionario hispánico haya sido compuesto por un testigo ocular o recogido en una tradición antigua no deformada.

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Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios

4, 1-6

Os ruego que andéis como pide la vocación a la que habéis sido convocados. Sed siempre humildes y amables, sed comprensivos, sobrellevaos mutuamente con amor, esforzaos en mantener la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz. Un solo cuerpo y un solo Espíritu, como una sola es la esperanza de la vocación a la que habéis sido convocados. Un Señor, una fe, un bautismo. Un Dios y Padre de todos, que está sobre todos, actúa por medio de todos y está en todos. Pedimos en la oración al Señor, por intercesión de las santas Justa y Rufina, por la Iglesia universal. Por el papa, por nuestro obispo, por nuestro párroco, por los sacerdotes y los diáconos, por los matrimonios cristianos, por los religiosos y religiosas, por los seglares consagrados y por todos los laicos que viven el seguimiento a Jesucristo en la vida corriente. Para que todos seamos buenos discípulos suyos y, desde la fidelidad al Evangelio y a la vocación a la que hemos sido llamados, contagiemos al mundo de fe, de esperanza y de caridad. Roguemos al Señor. Pídase la gracia que se desee alcanzar por intercesión de las santas. Rezo de las letanías a las santas Justa y Rufina. Himno a las santas Justa y Rufina y oración conclusiva de la novena.

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Día segundo Al comenzar la novena Por la señal de la santa cruz, + de nuestros enemigos + líbranos, Señor, Dios nuestro. + En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. +

Amén. Oración para todos los días de la novena Contemplamos a santas las Justa y Rufina, mujeres humildes, valientes y colmadas de la paz que Cristo trajo al mundo Elogios de las santas Justa y Rufina (Cf. FLORÉZ, E. España Sagrada, Tomo IX. 3ª ed. Real Academia de la Historia. Madrid. 1860)

A finales del siglo III ya existía en Sevilla una comunidad cristiana con cierta consistencia y estructura eclesial como para necesitar la figura de un obispo. Este dato pone de relieve la posibilidad de la existencia de cristianos en Sevilla durante el siglo II y tal vez en el I, si bien estos supondrían una pequeña minoría en una sociedad mayoritariamente de religión grecorromana. Las santas Justa y Rufina procedían de una de las pocas familias cristianas de la Híspalis romana de finales del siglo III, que formaba parte de la comunidad presidida por el obispo Sabino. Ambas eran hermanas, mujeres sencillas, de procedencia modesta, que trabajaban en la artesanía del barro. Vivían en el arrabal de Triana. En aquella época, la inmensa mayoría de los habitantes de Híspalis practicaba la religión grecorromana. Estos, cada año, en el mes de julio, celebraban las adonías, fiesta en la que participaban mayoritariamente las mujeres de la alta sociedad, quienes recordaban a la diosa siria Salambó (Afrodita griega o Venus romana), representada dolida y llorosa por la muerte de su amado, dios que muere y renace todos los años. Era una estatua femenina con la 8

cabeza reclinada sobre el brazo izquierdo, en actitud de apresar algo, y el rostro cubierto con un velo. Es muy probable que el templo a Salambó en Híspalis se encontrara en el sitio donde hoy se erige la parroquia de Santa María Magdalena. Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos

12, 9-18

Que vuestro amor no sea fingido; aborreciendo lo malo, apegaos a lo bueno. Amaos cordialmente unos a otros; que cada cual estime a los otros más que a sí mismo; en la actividad, no seáis negligentes; en el espíritu, manteneos fervorosos, sirviendo constantemente al Señor. Que la esperanza os tenga alegres; manteneos firmes en la tribulación, sed asiduos en la oración; compartid las necesidades de los santos; practicar la hospitalidad. Bendecid a los que os persiguen; bendecid, sí, no maldigáis. Alegraos con los que están alegres; llorad con los que lloran. Tened la misma consideración y trato unos con otros, sin pretensiones de grandezas, sino poniéndoos al nivel de la gente humilde. No os tengáis por sabios. A nadie devolváis mal por mal. Procurad lo bueno ante toda la gente. En la medida de lo posible y en lo que dependa de vosotros, manteneos en paz con todo el mundo. Pedimos en la oración al Señor, por intercesión de las santas Justa y Rufina, por la paz en el mundo. Para que todos los creyentes, cuando nos encontremos en situaciones de conflicto y tribulaciones, nos sintamos unidos con el vínculo de la paz, y nos mantengamos siempre firmes en la fe y alegres en la esperanza. Y con nuestra oración, humildad, testimonio valiente y servicio al prójimo, el mundo sepa acoger la paz que Cristo nos ofrece, sean reparadas las injusticias y restablecida la paz en todos los pueblos de la tierra. Roguemos al Señor. Pídase la gracia que se desee alcanzar por intercesión de las santas. Rezo de las letanías a las santas Justa y Rufina. Himno a las santas Justa y Rufina y oración conclusiva de la novena. 9

Día tercero Al comenzar la novena Por la señal de la santa cruz, + de nuestros enemigos + líbranos, Señor, Dios nuestro. + En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. +

Amén. Oración para todos los días de la novena Contemplamos a las santas Justa y Rufina, mujeres evangelizadoras que fueron sal y luz para las personas de su tiempo Elogios de las santas Justa y Rufina (Cf. FLORÉZ, E. España Sagrada, Tomo IX. 3ª ed. Real Academia de la Historia. Madrid. 1860)

Justa y Rufina se hallaban al cuidado de su comercio de cacharros de alfarería cuando, por delante de su negocio, pasó la procesión de la diosa Salambó. Algunas mujeres que participaban en el cortejo se dedicaban a pedir donativos para el culto a la diosa y, al ver a las dos hermanas, les reclamaron alguna ofrenda. Ambas se negaron a dársela. Con palabras del Salmo 135 dijeron: Nosotras damos culto a Dios, no a este ídolo fabricado, que no tiene ojos, ni mano, ni vida alguna propia. Y añadieron: Y no os damos nada, a no ser que alguna de vosotras necesite una limosna o padezca necesidad. Se produjo una disputa de unas con otras. Las mujeres fieles a la diosa Salambó arremetieron contra el puesto y rompieron los cacharros de barro expuestos para la venta. Surgió así un alboroto en el que las santas mujeres empujaron a quienes llevaban la imagen de Salambó, la dejaron caer y se hizo pedazos. La guardia del gobernador intervino en el altercado. Los devotos de la diosa tacharon el acto de sacrílego, y se fue propagando que habían cometido un gran crimen y merecían la muerte. 10

Del Evangelio según san Mateo

5, 13-16

Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán? No sirve más que para tirarla fuera y que la pise la gente. Vosotros sois la luz del mundo. No se puede ocultar una ciudad puesta en lo alto de un monte. Tampoco se enciende una lámpara para meterla debajo del celemín, sino para ponerla en el candelero y que alumbre a todos los de la casa. Brille así vuestra luz ante los hombres, para que vean vuestras buenas obras y den gloria a vuestro Padre que está en los cielos. Pedimos en la oración al Señor, por intercesión de las santas Justa y Rufina, para que con nuestro testimonio de vida cristiana contribuyamos a la tarea misionera y evangelizadora de la Iglesia. Para que, con la práctica de las virtudes cristianas, seamos sal y luz en la vida corriente de la gente de nuestra ciudad y, así, contribuyamos a la tarea misionera y evangelizadora de la Iglesia; especialmente en el campo de los niños, de los jóvenes, de la familia, de los que sufren y de aquellos que se han alejado del seguimiento a Jesucristo. Roguemos al Señor. Pídase la gracia que se desee alcanzar por intercesión de las santas. Rezo de las letanías a las santas Justa y Rufina. Himno a las santas Justa y Rufina y oración conclusiva de la novena.

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Día cuarto Al comenzar la novena Por la señal de la santa cruz, + de nuestros enemigos + líbranos, Señor, Dios nuestro. + En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. +

Amén. Oración para todos los días de la novena Contemplamos a las santas Justa y Rufina, mujeres que vivieron la vocación cristiana y crecieron en santidad en la vida corriente, en la familia y en el trabajo de alfareras Elogios de las santas Justa y Rufina (Cf. FLORÉZ, E. España Sagrada, Tomo IX. 3ª ed. Real Academia de la Historia. Madrid. 1860)

En tiempos de las santas Justa y Rufina, Diogeniano era gobernador de la Bética. Como la inmensa mayoría, practicaba los ritos de la religión grecorromana. Los devotos de Salambó divulgaron el hecho del destrozo de su ídolo, tachándolo de sacrilegio y clamando que debían ser juzgadas y condenadas a muerte. Llegaron al prefecto los hechos ocurridos. Este mandó que las hermanas fueran encarceladas y bien custodiadas. Estaban Justa y Rufina totalmente entregadas a Dios. En el interrogatorio, ellas admitieron haber cometido el supuesto sacrilegio. Entonces, les propusieron que abandonaran sus creencias cristianas y las dejarían libres, a lo que Justa y Rufina se negaron. Diogeniano dio la orden de atormentarlas con torturas en el potro y con garfios de hierro, con el convencimiento de que el trato que se les daba sería suficiente para que abandonaran la fe cristiana. Viendo que los padecimientos y dolores no las vencían, decidió aumentar la dureza de la prisión y que padecieran los rigores del hambre y la sed. 12

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios

12, 4-7

Hay diversidad de carismas, pero un mismo Espíritu; hay diversidad de ministerios, pero un mismo Señor; y hay diversidad de actuaciones, pero un mismo Dios que obra en todos. Pero a cada cual se le otorga la manifestación del Espíritu para el bien común. Pedimos en la oración al Señor, por intercesión a las santas Justa y Rufina, por las vocaciones a la vida cristiana. Para que nuestras familias y nuestra parroquia sepan enseñar, educar y acompañar a los niños y jóvenes a discernir el modo de vivir la vocación a la vida cristiana; para que promuevan, acojan y cuiden la respuesta de los jóvenes al matrimonio cristiano y a la familia, al sacerdocio, a la vida religiosa, a la vida consagrada y a la santificación personal mediante una vocación laboral o profesional. Roguemos al Señor. Pídase la gracia que se desee alcanzar por intercesión de las santas. Rezo de las letanías a las santas Justa y Rufina. Himno a las santas Justa y Rufina y oración conclusiva de la novena.

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Día quinto Al comenzar la novena Por la señal de la santa cruz, + de nuestros enemigos + líbranos, Señor, Dios nuestro. + En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. +

Amén. Oración para todos los días de la novena Contemplamos a las santas Justa y Rufina, hijas de una familia cristiana Elogios de las santas Justa y Rufina (Cf. RICALDONE, P. Vida de las Santas Justa y Rufina, patronas de Sevilla. Tipografía y Librería Salesiana. Sevilla. 1896)

Viendo el prefecto Diogeniano que ni las torturas, ni el potro, ni los garfios de hierro, ni la dura cárcel, ni el hambre, ni la sed bastaban para que Justa y Rufina renunciaran a la fe en Jesucristo, mandó que las pusieran a caminar descalzas por parajes difíciles y pedregosos. Así, ambas hermanas fueron andando hasta Sierra Morena, con las fuerzas que solo da la fe. El gobernador, viendo que ninguna tortura era suficiente para que Justa y Rufina abandonaran la fe cristiana, ordenó encarcelarlas hasta morir. Encerradas de nuevo tras la caminata, Justa se halló agotada por el sufrimiento de las torturas y, el día 17 de julio del 287, expiró santamente en la cárcel. Tras su muerte, el cuerpo fue arrojado a una fosa o pozo en un lugar próximo al sitio del encarcelamiento. Enterado de los hechos, el obispo Sabino organizó el rescate del cuerpo de santa Justa y lo buscó hasta encontrarlo. Este fue conocido como Prado de Santa Justa, hoy estación de ferrocarril y zona urbana que lleva el mismo nombre; la explanada próxima es llamada en nuestros días Campo de los Mártires. Tras recoger el cuerpo de 14

santa Justa, lo trasladó a otro sitio más seguro, donde no pudieran hallarlo y profanarlo. Lectura de la carta de san Pablo a los Colosenses

3, 12-14

Como elegidos de Dios, santos y amados, revestíos de compasión entrañable, bondad, humildad, mansedumbre, paciencia. Sobrellevaos mutuamente y perdonaos cuando alguno tenga quejas contra otro. El Señor os ha perdonado: haced vosotros lo mismo. Y por encima de todo esto, el amor, que es el vínculo de la unidad perfecta. Pedimos en la oración al Señor, por intercesión de las santas Justa y Rufina, por nuestras familias. Pidamos al Señor por los miembros de nuestra familia, especialmente por aquellos que atraviesan momentos de dificultades por las consecuencias del paro, la precariedad laboral, la enfermedad, la división o la ruptura; por los hogares cristianos, para que sean auténticas iglesias domésticas que testimonien el amor de los esposos, defiendan la cultura de la vida e impulsen la evangelización de los niños y de los jóvenes, y acojan con alegría a sus mayores y les den el lugar y el respeto que ellos merecen. Roguemos al Señor. Pídase la gracia que se desee alcanzar por intercesión de las santas. Rezo de las letanías a las santas Justa y Rufina. Himno a las santas Justa y Rufina y oración conclusiva de la novena.

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Día sexto Al comenzar la novena Por la señal de la santa cruz, + de nuestros enemigos + líbranos, Señor, Dios nuestro. + En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. +

Amén. Oración para todos los días de la novena Contemplamos a las santas Justa y Rufina, mujeres que sufrieron la persecución de los que gobiernan la sociedad Elogios de las santas Justa y Rufina (Cf. RICALDONE, P. Vida de las Santas Justa y Rufina, patronas de Sevilla. Tipografía y Librería Salesiana. Sevilla. 1896)

Tras la muerte de Justa, el prefecto pensaba que Rufina renunciaría pronto a la fe cristiana pero no fue así, por lo que Diogeniano, dos días después, el 19 de julio del 287, decidió acabar con la vida de la muchacha llevándola al anfiteatro para entregarla a un león que la destrozase. El animal se acercó a Rufina y solo lamió su cuerpo, en vista de lo cual el gobernador mandó degollarla y, finalmente, quemarla. De nuevo, el obispo Sabino, igual que hiciera con el cuerpo muerto de santa Justa, recogió la cabeza, los restos que quedaron y las cenizas de santa Rufina, y la enterró junto a su hermana en el lugar en el que, pocos años después, cuando los cristianos dejaron de estar perseguidos, en el 313, se levantó una pequeña capilla con el nombre de las santas.

16

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a Timoteo

2, 1-2

Ruego, pues, lo primero de todo, que se hagan súplicas, oraciones y peticiones, acciones de gracias, por toda la humanidad, por los reyes y por todos los constituidos en autoridad, para que podamos llevar una vida tranquila y sosegada, con toda piedad y respeto. Pedimos en la oración al Señor, por intercesión de las santas Justa y Rufina, por los gobernantes. Pidamos al Señor, que rige los destinos de la historia, se digne bendecir a España y a todos los pueblos de la tierra con los dones de la paz, la unidad, la justicia y la concordia, y enriquezca con la sabiduría necesaria al rey, a todos los jefes de Estado y gobiernos del mundo, para que trabajen decididamente al servicio de la libertad y dignidad de la persona, y se esfuercen por lograr que los países más pobres puedan salir de la situación de injusticia en la que se encuentran. Pidamos, también, por el gobierno municipal de Sevilla, para que ejerza su servicio a la sociedad desde la responsabilidad, la comprensión mutua y la caridad. Roguemos al Señor. Pídase la gracia que se desee alcanzar por intercesión de las santas. Rezo de las letanías a las santas Justa y Rufina. Himno a las santas Justa y Rufina y oración conclusiva de la novena.

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Día séptimo Al comenzar la novena Por la señal de la santa cruz, + de nuestros enemigos + líbranos, Señor, Dios nuestro. + En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. +

Amén. Oración para todos los días de la novena Contemplamos a las santas Justa y Rufina, mujeres unidas a la pasión de Jesucristo. Elogios de las santas Justa y Rufina (Cf. RICALDONE, P. Vida de las Santas Justa y Rufina, patronas de Sevilla. Tipografía y Librería Salesiana. Sevilla. 1896)

La sangre derramada por las mártires Justa y Rufina fue semilla de nuevas vocaciones a la vida cristiana y sirvió para el florecimiento y la estabilidad de la Iglesia hispalense. Poco tiempo después del martirio, con la proclamación por parte del emperador Constantino del Edicto de Milán, en el año 313, se estableció la libertad religiosa en el Imperio romano, finalizando las persecuciones dirigidas por las autoridades contra los cristianos. Los ciudadanos de Híspalis, al igual que en todos los lugares de la Bética y del Imperio romano, fueron abandonando el culto a los dioses grecorromanos y convirtiéndose al cristianismo. Será con la llegada de los visigodos, y más concretamente con san Leandro y con su hermano y sucesor en la sede hispalense san Isidoro, cuando la Iglesia de Sevilla llegará a vivir grandes momentos de esplendor. En estos años, la devoción a santas Justa y Rufina alcanza gran importancia, llegándose a componer hermosos textos litúrgicos para ser rezados en el Oficio y en la celebración de la Eucaristía. En una de estas oraciones a las santas se hace referencia a la veneración de sus reliquias y a su patronazgo sobre la ciudad de Sevilla. 18

San Leandro, en el siglo VI, construyó una basílica a santas Justa y Rufina en el mismo lugar de la capilla del enterramiento. Al igual que su hermano san Isidoro, sintió una profunda veneración hacia todo lo que estuviese relacionado con las santas patronas. Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios

4, 5-12

No nos predicamos a nosotros mismos, sino a Jesucristo como Señor, y a nosotros como siervos vuestros por Jesús. Pues el Dios que dijo: Brille la luz del seno de las tinieblas ha brillado en nuestros corazones para que resplandezca el conocimiento de la gloria de Dios, reflejada en el rostro de Cristo. Pero llevamos este tesoro en vasijas de barro, para que se vea que una fuerza tan extraordinaria es de Dios y no proviene de nosotros. Atribulados en todo, pero no aplastados; apurados, pero no desesperados; perseguidos, pero no abandonados; derribados, pero no aniquilados, llevando siempre y en todas partes en el cuerpo la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal. Pues nosotros, los que vivimos, estamos de continuo entregados a la muerte por causa de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal. De este modo, la muerte actúa en nosotros; en vosotros, en cambio, la vida. Pedimos en la oración al Señor, por intercesión de las santas Justa y Rufina, por todas las personas que sufren por alguna causa. Por todas las personas que sufren en el mundo a causa del hambre, la miseria, la enfermedad, la inmigración, el destierro, la falta de libertad religiosa, la prisión, la violencia, la tortura, el terrorismo o por alguna injusticia. Pidamos también para que Dios, Padre de Misericordia, nos conceda su Espíritu, para que nos ayude a ser capaces de poner en práctica la misión profética que recibimos en el bautismo y tengamos entrañas de misericordia y compasión para con el prójimo, que necesita de la justicia y de nuestra caridad. Roguemos al Señor.

19

Pídase la gracia que se desee alcanzar por intercesión de las santas. Rezo de las letanías a las santas Justa y Rufina. Himno a las santas Justa y Rufina y oración conclusiva de la novena.

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Día octavo Al comenzar la novena Por la señal de la santa cruz, + de nuestros enemigos + líbranos, Señor, Dios nuestro. + En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. +

Amén. Oración para todos los días de la novena Contemplamos a las santas Justa y Rufina, intercesoras por las necesidades de los sevillanos Elogios de las santas Justa y Rufina (Cf. RICALDONE, P. Vida de las Santas Justa y Rufina, patronas de Sevilla. Tipografía y Librería Salesiana. Sevilla. 1896)

Durante su dominación, los musulmanes, aunque al principio parecían tolerante, asolaron con todo lo que tenía que ver con la religión cristiana. En este tiempo, fue derribada la basílica levantada por san Leandro a santas Justa y Rufina, pero su destrucción no hizo que los cristianos mozárabes olvidaran dónde se les erigió la basílica. En cuanto a las reliquias del cuerpo y cenizas de las santas, se ignora el lugar preciso en el que actualmente se encuentran. Con toda probabilidad, tras la ocupación musulmana, pudieron ser trasladadas o escondidas. Reconquistada la ciudad de Sevilla por el rey santo Fernando III de Castilla el día 23 de noviembre de 1248, se reorganiza la Iglesia hispalense, recuperándose el culto y la veneración a santas Justa y Rufina. Culto y veneración a las santas patronas de Sevilla que, hasta la fecha, se había extendido por muchos lugares de la península ibérica. San Fernando entregó el sitio donde se recordaba que estuvieron encarceladas las santas a los Religiosos Trinitarios. En sus proximidades, los trinitarios levantaron una iglesia y colocaron unas imágenes de las santas en 21

su altar mayor. Sobre esta edificación primitiva, la Orden Trinitaria construyó una nueva en el siglo XVII, que, en la actualidad, es la basílica de María Auxiliadora de la Comunidad Salesiana de la Trinidad. Al igual que ocurriera en el lugar de las cárceles, tras la Reconquista, en el mismo sitio que estuvo la basílica de Santas Justa y Rufina que mandó construir san Leandro, se edificó una ermita con el nombre de las santas alfareras. En este emplazamiento se fundó en el siglo XVII una comunidad de frailes capuchinos y se construyó una iglesia y convento con el nombre de las santas. Para esta iglesia, el pintor sevillano Bartolomé Esteban Murillo pintó, en el año 1666, el cuadro de las santas patronas que actualmente, tras la desamortización de 1836, se encuentra en el Museo de Bellas Artes de Sevilla. Aquella iglesia es el mismo lugar en el que hoy sigue encontrándose la de las Santas Justa y Rufina y parroquia de la Divina Pastora. Del Evangelio según san Mateo

6, 7-13

Cuando recéis, no uséis muchas palabras, como los gentiles, que se imaginan que por hablar mucho les harán caso. No seáis como ellos, pues vuestro Padre sabe lo que os hace falta antes de que se lo pidáis. Vosotros orad así: Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo, danos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas, como nosotros perdonamos a los que nos ofenden, no nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal. Pedimos en la oración al Señor, por intercesión de las santas Justa y Rufina, por todas las necesidades de las personas de nuestra Ciudad. Por los que tienen la necesidad de un puesto de trabajo digno y de un salario justo; por los necesitados de fe, de razones para vivir la esperanza cristiana; por los necesitados de amor, de consuelo, de perdón; por los que no tienen fortaleza y se dejan arrastrar por la tentación y caen. Para que sepamos llevarles la ayuda de la misericordia y el amor de Dios manifestado en Jesucristo y practicado en nuestra defensa de la justicia y en la práctica de nuestra caridad. Roguemos al Señor.

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Pídase la gracia que se desee alcanzar por intercesión de las santas. Rezo de las letanías a las santas Justa y Rufina. Himno a las santas Justa y Rufina y oración conclusiva de la novena.

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Día noveno Al comenzar la novena Por la señal de la santa cruz, + de nuestros enemigos + líbranos, Señor, Dios nuestro. + En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. +

Amén. Oración para todos los días de la novena Contemplamos a las santas Justa y Rufina, mujeres bienaventuradas que dieron la vida por fidelidad a la fe en Jesucristo Elogios de las santas Justa y Rufina Santas Justa y Rufina son veneradas como santas por la Iglesia Católica y por la Iglesia Ortodoxa. Su festividad se celebra en Sevilla el 17 de julio, siguiendo la tradición de la liturgia hispano mozárabe, y en algunos lugares se celebra el 19 de julio. Son patronas y protectoras de la ciudad de Sevilla, patronazgo al que ya se hace referencia en antiguos textos litúrgicos. En cuanto a su protección sobre la ciudad, queda bien reflejada en las crónicas del terremoto del año 1504: la piedad popular atribuyó el hecho de que la Giralda no se derrumbase a la intercesión de las santas, al igual que ocurriera con el terremoto de 1755. Además, son patronas de los gremios de alfareros y cacharreros y de las ciudades de Orihuela, en Alicante; Manises, en Valencia; Payo de Ojeda, en Palencia; Huete, en Cuenca; Maluenda, en Zaragoza y Prats de Molló, en los Pirineos orientales de Francia. También, son especialmente veneradas en Navarrete, La Rioja, y en Lisboa, en Portugal. En cuanto a la devoción a santas Justa y Rufina en Triana en los últimos siglos, en la parroquia de Santa Ana tenemos la representación de las santas más antiguas que se conservan en la actualidad. Se trata de las pintadas sobre 24

tabla por el conocido como Maestro de Moguer, hacia 1540. Las santas sostienen una imagen de Sevilla del siglo XVI. Existió en el siglo XV en Triana un hospital con una iglesia en la calle Castilla, construido y mantenido por la Hermandad de Santa Brígida de Escocia y las Vírgenes y Mártires Santas Justa y Rufina. Un siglo más tarde, se establece en dicha iglesia la Hermandad de Gloria de Nuestra Señora de O. Ambas hermandades llegaron a fusionarse y, con el paso del tiempo, la iglesia de Santa Brígida de Escocia y las Vírgenes y Mártires Santas Justa y Rufina tomó el nombre de iglesia de Nuestra Señora de la O, con el que ha llegado hasta nuestros días. Existió en Triana otra Hermandad de Santas Justa y Rufina, muy probablemente diferente a la del Hospital de Santa Brígida de Escocia y Santas Justa y Rufina. La falta de documentos impide determinar su antigüedad, aunque es de presumir que sea mucha. Esta antigua hermandad sería la fusionada con la Hermandad de Nuestra Señora de la Estrella. Habrá que esperar hasta el siglo XX para poder encontrar en Triana una iglesia con el nombre de las santas. En el año 1961, el cardenal Bueno Monreal firmó el decreto de erección de la parroquia de las Santas Justa y Rufina en el barrio de Triana; en el año 1966 se colocó la primera piedra, y en 1968 se inauguró el templo y se bendijo el altar. El día 5 de octubre de 2013 fueron bendecidas las imágenes de las santas Justa y Rufina, veneradas en la parroquia de su mismo nombre en el barrio de Triana. A estas santas dedicamos estos días de novena.

Del Evangelio según san Mateo

5, 3-12

Bienaventurados los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados los mansos, porque ellos heredarán la tierra. Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedaran saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque serán ellos llamados hijos de Dios. Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo, que de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros.

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Pedimos en la oración al Señor, por intercesión de las santas Justa y Rufina, por los cristianos que en su propio país o pueblo son perseguidos a causa de la fe y del seguimiento a Jesucristo. Para que, en los pueblos donde es difícil anunciar el Evangelio, no falten cristianos comprometidos en dar testimonio de la fe en Jesucristo. Pidamos también por los cristianos que sufren discriminación social, por los que son perseguidos, por los que son martirizados por seguir la fe, para que sean fortalecidos con el ejemplo de los mártires y proclamen con valentía la llegada del Reino. Roguemos al Señor. Pídase la gracia que se desee alcanzar por intercesión de las santas. Rezo de las letanías a las santas Justa y Rufina. Himno a las santas Justa y Rufina y oración conclusiva de la novena.

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Letanías a las santas Justa y Rufina

Te damos gracias, Dios Padre misericordioso, por habernos dado a las santas Justa y Rufina, que han testimoniado su amor hacia ti con una vida santa hasta el derramamiento de su sangre. Que el ejemplo de sus vidas ilumine y sostenga nuestro camino hasta el día en que lleguemos a la Jerusalén celestial. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

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Señor, ten piedad. Señor, ten piedad.

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Cristo, ten piedad. Cristo, ten piedad.

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Señor, ten piedad. Señor, ten piedad.

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Santa María, Madre de Dios y Reina de los mártires, ruega por nosotros.

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Santas Justa y Rufina, rogad por nosotros.

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Santas Justa y Rufina, hijas de Dios en Jesucristo, rogad por nosotros.

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hijas de la Iglesia, rogad por nosotros.

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hijas de familia cristiana, rogad por nosotros.

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mujeres creyentes, rogad por nosotros.

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mujeres evangelizadoras, rogad por nosotros.

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mujeres humildes, rogad por nosotros.

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mujeres defensoras de la verdad, rogad por nosotros.

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mujeres de esperanza, rogad por nosotros.

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mujeres bienaventuradas, rogad por nosotros. 27

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Santas Justa y Rufina, mujeres santas, rogad por nosotros.

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vírgenes valientes ofrecidas a Cristo, rogad por nosotros.

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vírgenes por la Gracia de Dios, rogad por nosotros.

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vírgenes prudentes, rogad por nosotros.

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vírgenes por amor al Reino de Dios, rogad por nosotros.

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vírgenes y mártires, rogad por nosotros.

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mártires por confesar la fe en Jesucristo, rogad por nosotros.

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mártires unidas a la Pasión de Cristo, rogad por nosotros.

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mártires orantes, rogad por nosotros

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mártires que lavaron y blanquearon sus vestiduras en la sangre del Cordero, rogad por nosotros.

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mártires triunfantes ante el trono de Dios, rogad por nosotros

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patronas de los alfareros, rogad por nosotros.

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patronas de ciudades y pueblos de España, rogad por nosotros.

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patronas de Sevilla, rogad por nosotros.

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Himno de las santas Justa y Rufina Justa y Rufina sostienen con la fragancia del lirio una Giralda en las manos, el barro como testigo y, en el hombro de la fe, la palma de su martirio. Estribillo Patronas de esta Sevilla que levantaron la cruz en el cáliz alfarero de la sangre de Jesús. Justa y Rufina mantienen al filo de la mañana los alfares encendidos con la esperanza cristiana y, aunque se fueron al cielo, bajan del cielo a Triana. Estribillo Patronas de esta Sevilla que levantaron la cruz en el cáliz alfarero de la sangre de Jesús.

Oremos (Adaptación de una oración del Oficio de la liturgia mozárabe)

¡Oh, santas vírgenes Justa y Rufina, rosas bellísimas y margaritas muy resplandecientes, que, con vuestra preciosa sangre y el tesoro de vuestras imágenes, enriquecéis y hermoseáis la ciudad de Sevilla! ¡Oh patronas singulares, amadísimas de Cristo, humildemente os pedimos que, con vuestros incesantes ruegos, amparéis a esta ciudad! Amén. 29

Para la oración personal (para leer en privado) Santas vírgenes Justa y Rufina, interceded por mí para que, siguiendo vuestro ejemplo como defensoras intachables de la fe en Jesucristo hasta la inmolación del martirio, obtenga de Dios Padre la gracia para no desvirtuar la buena nueva que el Espíritu Santo fecunda diariamente en mi alma a través de sus inspiraciones. Así pues, os ruego que, como vosotras, encarne la cruz de Cristo en mi actividad diaria hasta hacerla triunfar sobre la tierra, me disponga a trabajar en la viña del Señor, su Iglesia, defienda la cultura de la vida, sea vínculo de comunión y de paz en mi familia, impulse sin desfallecer la formación cristiana de los niños y jóvenes, frene mi lengua y no la desate hablando mal de los demás, y, siempre y en todo, sea capaz de perdonar y de tener entrañas de misericordia y de compasión para con mi prójimo. Os lo pido por el mismo Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

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Han participado y colaborado en la redacción de la novena a las santas Justa y Rufina: Carmelo Guillén Acosta, catedrático de lengua castellana y literatura de enseñanza secundaria, poeta de reconocimiento internacional, cuenta con numerosas publicaciones, distinciones y premios relacionados con la literatura y la poesía. Ha escrito la oración para todos los días de la novena y el texto para la oración personal, además ha colaborado en la redacción final del texto que se presenta. En la redacción y corrección también ha colaborado finalmente el poeta y profesor José María Delgado Romero. Rosa Díaz, poeta, tiene publicado libros sobre poesía, antología, narrativa, literatura infantil, capítulos y ensayos. Entre otros premios literarios, le han sido otorgado los siguientes: "José Mª Morón" "Miguel Hernández" "Ciudad de Alcalá de Henares" "Fray Luis de León" "Fray Bernardino de Sahagún" "Ruta de la Plata" "Aljabibe" "Ciudad de Jaén". Ha escrito la letra del Himno a las santas Justa y Rufina. Antonio Martínez Oliva, profesor de lenguaje musical y director de la orquesta del Conservatoria Elemental de Música “Triana”, Licenciado en Medicina y Cirugía en la Universidad de Sevilla. Ha compuesto la música del Himno a las santas Justa y Rufina. Manuel Soria Campos, Párroco de las Santas Justa y Rufina. Ha compuesto y dado el diseño y la forma de la novena, y ha escrito las siguientes partes: - Contemplaciones de las santas Justa y Rufina para cada día. - Elogios a las santas Justa y Rufina para cada día. - Oración para cada día de la novena. - Letanías a las santas Justa y Rufina.

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BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA

- ARCHIDIÓCESIS DE SEVILLA. Liturgia de las Horas. Textos propios santoral de la Archidiócesis de Sevilla. Sevilla. 2008.

del

- FÁBREGA GRAU, A. Pasionario Hispánico, Tomo I. ed. Instituto Enrique Flórez. Madrid. 1953. - FLORÉZ, E. España Sagrada, Tomo IX. 3ª ed. Real Academia de la Historia. Madrid. 1860. - RICALDONE, P. Vida de las Santas Justa y Rufina, patronas de Sevilla. Tipografía y Librería Salesiana. Sevilla. 1896. - ROS, C. Historia de la Iglesia de Sevilla, Primera parte “Sevilla romana” ed. Castillejo. Sevilla. 1992.

Se terminó de escribir en Sevilla, el día 17 de julio de 2016

PARROQUIA DE LAS SANTAS JUSTA Y RUFINA Ronda de Triana, 23 y 25 SEVILLA 32

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