NOVIEMBRE Núm. 12

NOVIEMBRE - 2012 Núm. 12 Índice Editorial ………………………...................………………..………….......... 2 La columna Hacia donde nos lleva el Espíritu Carmen

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Jueves 12 de Noviembre
Jueves 12 de Noviembre HORA TEMA PONENTE 07:30 - 08:30 am Registro e inscripciones 08:30 - 08:40 am Inicio del Evento 08:40 - 08:50 am Palabra

2003, de 12 de noviembre Presidencia
Ley 8/2003, de 28 de octubre, de la flora y la fauna silvestres. BOJA 218/2003, de 12 de noviembre Presidencia EL PRESIDENTE DE LA JUNTA DE ANDALUCIA

Story Transcript

NOVIEMBRE - 2012 Núm. 12

Índice Editorial ………………………...................………………..…………..........

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La columna Hacia donde nos lleva el Espíritu Carmen Bel,ccv…….…….............................................................……….... 3 Diálogo y encuentro con: El Equipo General El Vaticano II y nuestro proceso de renovación……............................…… 7

Las Provincias: África -Rosa Tsengele,ccv Incidencia del Vaticano II en nuestras comunidades en África……………..... 14 África- Justi Sarmiento, ccv Incidencia del Vaticano II en nuestras comunidades en África........................ 19 America- Iris Rivera, ccv Los frutos del Vaticano II………......………........................................….... 21 Filipinas - Marisa y Margie, ccv Vaticano II, un impulso en la renovación de nuestras comunidades en Filipinas…...... 25

India- Mary Thannipara, ccv El impacto de Vaticano II en nuestra vida de comunidad……………...…...... 29 Japón- Bernadeta Nakao, ccv La Vida Religiosa antes y después del Concilio Vaticano II………….............. 32

El Laicado Vedruna Laicado Vedruna, ¿fruto del Vaticano II? - Concha García……......…........... 34

Entrevista Pilar Jordá Ruiz ccv …….............................……………..………............. 37 Enfoque Relectura de nuestro Carisma a la luz del Vaticano II Mª. Jose Meira, ccv......................................................................................... 40

Fundamentación Bíblica

Núm 12 - Noviembre 2012

La espiritualidad de la encarnación después del Vaticano II Patricia Osorno, ccv …........................................................................…....... 45

Vida y Misión El traje nuevo que nos regaló el Concilio - Mabel Burgell, ccv…....................... 52 Una nueva Vida Religiosa es posible - Carmen Maganto, ccv …....……............ 57 Impacto de Vaticano II en nuestra misión entre los pobres - Marcellina Aguiar, ccv …....62

Incidencia del Vaticano II en nuestras comunidades - Agnes Wada, ccv…............66

Vedruna: Diálogo y Encuentro

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Editorial AVIVEMOS LA FE

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Sabemos que el Papa ha convocado el “Año de la fe” y tal vez nos haya parecido algo orientado a no creyentes, a los alejados, a esos que poco a poco han ido dejando vacíos los templos de Occidente, o incluso a los crisƟanos en cuanto responsables de transmiƟr la fe a otros, pero que no nos afecta directamente a nosotras, mujeres consagradas. Sin embargo redescubrir el camino de la fe es para nosotras una tarea esencial ya que la vida religiosa se fundamenta en una fuerte experiencia de fe inicial – a lo que llamamos vocación- que, si no se culƟva con interés a lo largo de la vida, deja esta forma de existencia vacía de senƟdo. La fe es decidirse a estar con el Señor para vivir con él. Cierto que la fe es un don, pero se nos da en forma de semilla a culƟvar y, cuando esto se descuida, va quedando anquilosada, y llega un momento en que se hace incapaz de fundamentar la existencia. En esto consiste la situación de secularismo que nos rodea y que puede afectar también a las personas consagradas. La falta de fe está en la raíz profunda de la crisis actual de la vida religiosa. ¿Podemos decir que la fe en Jesús es la experiencia que fundamenta nuestra vida? ¿La senƟmos como ese pequeño arbusto que va creciendo y nos capacita para “acoger las aves del cielo”? En momentos diİciles de nuestra vida, en los que se nos caen otros apoyos que han acompañado nuestro caminar, ¿experimentamos la fe como ese cauce de roca inamovible que nos sosƟene? No es fácil ser creyente en estos momentos diİciles. A algunos crisƟanos les está costando la vida, a otros el descrédito. ¿Qué nos está costando a nosotras el ser creyentes? La fe crece cuando se vive como experiencia de un amor que se recibe y se comunica con gozo. Es urgente redescubrir la alegría de creer y volver a encontrar el entusiasmo de comunicar la fe. No podemos dejar que la sal se vuelva sosa. Estamos invitadas a una auténƟca y renovada conversión al Señor. ¿Cómo avivar la fe? Teniendo la mirada fija en Jesús que “inició y completa nuestra fe” (Hb 12,2), podemos dar algunos pasos: Agradecerla, no acostumbrarnos a ella, recordar la historia de nuestra fe y admirarnos cada día de la belleza de ese tesoro que llevamos en vasos de barro Suplicarla con insistencia para nosotras y cuantos nos rodean. El senƟrla frágil puede ayudarnos a hacerlo: “Creo, Señor pero socorre mi falta de fe” (Mc 9,24). Profundizar la fe que profesamos mediante la reflexión de sus contenidos para que se haga más fuerte y vigorosa y encuentre expresiones actualizadas. Alimentarla con prácƟcas, sean de caridad y compromiso o sacramentales, acompañadas siempre de la relación asidua con Jesús y la lectura creyente de la Palabra. ComparƟrla tanto en comunidad como con otros grupos o personas y anunciarla por los caminos del mundo, dispuestas siempre a dar razón de nuestra esperanza. Joaquina era muy consciente de la necesidad de cooperar con la gracia a lo largo de toda la vida. Ella hoy nos sigue diciendo: Avivemos la fe, tengamos confianza, pracƟquemos la caridad y alcanzaremos la bendición de la Sanơsima Trinidad (Ep 80.5) 2

Vedruna: Diálogo y Encuentro

La columna

Carmen Bel, ccv

HACIA DÓNDE NOS LLEVA EL ESPÍRITU

Núm 12 - Noviembre 2012

La consistencia de esta narración descansa en la experiencia. No es resultado de una investigación rigurosa y prolongada que requiere tiempo y espacio. Una mirada hacia atrás (memoria de lo vivido en estos 50 años), un recuerdo del corazón sentido como presente porque se mantiene en la misma dinámica promovida por el Espíritu que me permite constatar que las intuiciones previas se hicieron realidad y siguen ampliando el horizonte hacia dimensiones insospechadas, suscitando una serie de desafíos y retos. El paisaje dibujado será limitado y subjetivo, pero suficiente para leer entre líneas el gozo agradecido de todo lo vivido y cómo ha tocado y configurado nuestras vidas, en particular la mía con las otras. El Vaticano II puso en movimiento a toda la Iglesia y a la VR dentro de ella. Trató de renovar el mensaje cristiano y la conversión de la Institución. Por la limitación de espacio, nos referiremos solo a la Constitución Dogmática Lumen Gentium (LG) sobre la Iglesia, y a la Pastoral Gaudium et Spes (GE) sobre la Iglesia en el mundo actual; así como al Decreto Perfectae Caritatis (PC) específico de la VR. Y ver su incidencia en nuestro proceso de renovación-transformación. Se intenta reconocer personal y colectivamente, cómo hemos vivido la incidencia que ha tenido en nuestro proceso congregacional. La Lumen Gentium (LG) dedica el capítulo VI a la VR, y trata de situarla en la Iglesia. Fruto de amplios debates, pone de relieve su condición carismática con especial empeño en ofrecer una teología de la VR para la que solo existían normas, no teología, o quizá, una teología moral casuística minuciosa. Desde el principio chocaron visiones contrarias acerca de la Iglesia. Una vez triunfa el enfoque nuevo, la Iglesia como Pueblo de Dios, se reflexionó a fondo acerca de la VR en la Iglesia, reiterando la afirmación “somos el Pueblo de Dios”. Le pidió un retorno a la inspiración originaria y su aplicación a las cambiantes condiciones de los tiempos. Reafirmó las vocaciones peculiares en el Pueblo de Dios y reconoció desde la igualdad, las diferentes opciones y realizaciones carismáticas. Introdujo cambios de relieve en la VR: El más profundo fue una nueva visión al fundamentarla en la radicalidad del Evangelio y situarla en la Iglesia en la dimensión que le es propia: lo carismático se abre paso entre lo institucional y a veces lo rebasa. Los fundamentos teológicos fueron básicos para la autocomprensión de la VR: apoyada en tres consejos evangélicos hunde sus raíces en Jesús de Nazaret, lejos de ser creación de la historia –pero en la historiao de decisiones jerárquicas. Quizá faltó su dimensión humana, es decir, la VR como un estilo de vida que proclama los aspectos más esenciales de la condición del ser humano Cambios en su concepción: no habla de estado de perfección; habla de:  consejos evangélicos más que de votos,  se plantea la VR como signo, más que como justificación por sí misma;  incorpora la libertad al consejo evangélico de la obediencia, el amor a la castidad, el compartir solidario a la pobreza. Con este reconocimiento la VR ha recobrado su puesto en la Iglesia reavivando su dimensión místico-profética recuperada de los orígenes “…aunque no pertenece a la estructura jerárquica de la iglesia, pertenece, sin embargo de manera indiscutible, a su vida y santidad” (LG.44). Y esto nos ha desvelado y permitido vivenciar con mayor lucidez: *el carácter místico-profético del cristianismo y de la misma VR; Vedruna: Diálogo y Encuentro

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 el seguimiento de Jesús encarnado, es decir, nuestro modo de ser, estar y hacer Reino como experiencia espiritual permanente y holística;  Su espiritualidad, dejarse llevar por el Espíritu allí donde Él quiere ser encontrado;  Permanecer atenta al ritmo de los tiempos;  acoger la invitación a participar en la evangelización junto con los laicos compartiendo en comunión el mismo legado desde la igualdad, sin privilegios ni exclusivismos La Gaudium et Spes (GS) por su carácter pastoral indica los lugares, modos, actitudes y comportamientos en el mundo; cómo hemos de estar y desde dónde, en la común condición de Pueblo de Dios y según el carisma propio. Y desde ahí el modo secular de estar en el mundo superando muchos esquemas, formas y barreras que impedían arraigo en el mundo, tratando de alcanzar una “sana secularización” en una profunda relación con los problemas que nos atañen a todas las personas como ciudadanas, en un armonioso diálogo Carisma-Realidad. En este modo de estar hemos aprendido  a vivir en un mundo complejo, ambiguo y al mismo tiempo paradógico, caracterizado por la presencia de realidades aparentemente contradictorias leídas como complementarias y hasta proféticas;  mirar como Dios mira compasiva y apasionadamente la Realidad (Ex3,7-19), y  descubrir las posibilidades encubiertas, los verdaderos valores el Reino que llega en lo sencillo y cotidiano, activando  la dimensión política del Amor dejándonos afectar por todo lo que atañe al ser humano acompañándonos en reciprocidad durante la travesía contribuyendo en la construcción de la comunidad humana. El diálogo con el mundo en todos sus aspectos, introduce  el diálogo en las comunidades como medio irrenunciable de comunión y renovación. El PC fue el gran impulsor del cambio de la VR para poner en práctica lo tratado en el Concilio acerca de ella: “…Promuevan entre sus miembros un conocimiento adecuado de las condiciones de la gente, de los tiempos y de las necesidades de la Iglesia…que puedan prestar a los pueblos una ayuda más eficaz” (PC,2d). Aunque no era un texto disciplinar sino teológico, acabaría siendo el detonante de cambios: en él se determina qué hacer para la adecuada renovación: *revisar las Constituciones, Directorios, Libros de costumbres, Devocionarios, Ritual de ceremonias y otros códigos por el estilo… Afortunadamente la VR ha sobrepasado esas fronteras y se ha adentrado en otros parajes más profundos: humanos y seculares, que nos llevan a la “otra orilla” (Mc.4,35). Entre nosotras, todo el proceso de renovación viene pautado por los Capítulos Generales entre 1969 al 2012 que ya todas conocemos y no cabe detallarlos aquí (puede verse: Ana Mª Alonso, Recursos para Formadoras). Si verificar el modo de hacerlo por lo que significa de fidelidad: diligencia en la preparación y ejecución de la nueva legislación renovada; apertura de un tiempo para consultas a la base respondiendo al mandato conciliar de favorecer la comunión por la participación y el compromiso personal; todas entramos en un arduo pero ilusionado trabajo de leer, estudiar, debatir… Y destacar los ejes en torno a los que ha girado el proceso:

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carácter teologal para la animación de la vida; vuelta a los orígenes reforzando las raíces evangélicas; experiencia carismática sobre la institucional, -sin abandonarla-; valoración de la Vida, toda clase de vida; apertura a los nuevos paradigmas; experiencia vital de la espiritualidad como motor de nuestra vida…

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Contemplando cordialmente nuestro proceso y en esta dinámica del Espíritu, surgen una serie de desafíos que nos alientan a seguir hacia donde Él quiera llevarnos. Hay situaciones que han de mirarse de frente y sin justificaciones previas -ejercicio de autocrítica-. Desafíos permanentes, que nunca cesarán en la historia, por más que se revistan de nuevas formas o de coyunturas cambiantes. Pero hay horas históricas en las que los desafíos afectan a zonas más hondas, las de los fundamentos y a la comprensión de nosotras mismas: la identidad, el ser, la fe… Estamos en una de esas horas históricas. No son pequeñas actualizaciones, es un cambio completo de comprensión de toda realidad, que nos urge a salir a lo desconocido, porque el suelo en el que estábamos asentadas se ha hecho movedizo, y todo el edificio queda cuestionado:  la imagen de Dios,  la concepción de la revelación como venida verticalmente de arriba, ajena a la historia, guardada en un “depósito de la fe” en fórmulas inamovibles;  la nueva perspectiva del pluralismo religioso,  el desfallecimiento utópico de la sociedad… Desafíos que nos hacen avanzar y abordarlos como “nuevos escenarios” y “nuevos modos de comprender la realidad”, con mayor lucidez, modestia y valentía. Lo que entra en escena es la “metamorfosis” de la religiosidad, de la fe, y también de la fe cristiana, “otra manera de creer”. Es la hora de reelaborar todo el discurso creyente, nuestras teologías, antropologías y estilos. Desafíos macrodimensionales que no son tarea para todas, sí para profetas, centinelas y amantes del presente que gesta el futuro. Pero a todas se nos invita a reflexionar acerca de, hacia dónde está soplando el viento en las capas más altas, o hacia dónde se mueven las aguas más profundas. También para todas pueden traducirse en retos asumibles e irrenunciables: Abordar la realidad de manera evolutiva, que implica asumir el pasado elevándolo, transformándolo y haciéndolo avanzar hacia nuevos horizontes a cargo de nuevos “sujetos emergentes”: la perspectiva de género, la causa ecológica, indígena, negra…que hubiera sido inviable sin la perspectiva conciliar. La tarea hoy es entender y acompañar la profunda mutación cultural que ya no se rige por modelos del pasado, -“los tiempos de hoy “ del Concilio, son “los tiempos de ayer” en nuestro presente-, sino por algo nuevo que está germinando y que debemos acoger sin miedo y con decisión bajo el impulso del Espíritu que nos habita, ofreciendo alternativas que nuestro carisma puede aportar en fidelidad creativa de manera que vaya dando a luz otras formas capaces de humanizar a personas Vedruna: Diálogo y Encuentro

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y pueblos y cuiden y respeten la casa y los bienes comunes. Volver a la vida radical recreándola y vivirnos envueltas en el Misterio. Dejarnos evangelizar, ser parte activa de los procesos de transformación cultural, abrirnos al futuro, estando “muy presentes” para ser Presencia del Dios que nos habita y vivifica, calidad de presencia. Dejarnos conducir al silencio para escuchar; atrevernos al silencio, sin menospreciar las palabras, pero sin atarnos a ellas. Y por el silencio interiorizar la vida, lo cotidiano, el paso de Dios en lo pequeño e irrelevante. Aceptar entrar en la noche del “no saber”, del “no poder”, del “no tener” para ser efectivamente hermanas e hijas en el Hijo Volver a la experiencia pascual es lo que estos nuevos paradigmas y escenarios nos exigen: morir para poder vivir resucitadas. Y estar en permanente estado de parusía: espera, intemperie, libertad profética, etc. Atrevernos a rehacer personal y corporativamente la experiencia místico profética de Joaquina en fidelidad creativa a la que se nos llama. Articular entre sí y en continuo flujo el “momento teologal” en el que Dios es Todo para todo; el “momento analítico” en el que todas y cada una contemplemos el mundo como mundo de Dios en su contexto socio-cultural, político, económico… con discernimiento y la peculiar y carismática compasión con que lo mira ella; y el “momento práctico” en el que pensemos estrategias de respuesta a las carencias y demandas espirituales, religiosas y humanas de nuestro tiempo. Haciendo síntesis de síntesis podemos concluir: El Vaticano II permanece como una señal profética en medio de una Iglesia prisionera de un pasado que no sabe superar, es una voz evangélica. Su mensaje y su espíritu no está contradicho ni abandonado, no, está en el sustrato de las posiciones actuales que permite avanzar hacia nuevos horizontes que el propio Concilio no podía prever y sin él no hubieran sido posibles. Quiso entrenar nuestra mirada para que sepamos empezar algo nuevo en todas las épocas. A 50 años de su convocatoria y 40 de nuestro proceso es sanador y estimulante atreverse a rememorar y reescribir a su luz, desde la acogida amorosa e incondicional nuestra propia historia en proceso. Y emerge un deseo, una actitud, una determinación “He tomado la humilde determinación de no retroceder” (I. Loyola) Con nuestro Capítulo XXVI no hemos concluido el proceso de transformación de estructuras hacia la radicalidad del Evangelio. Nos ha abierto un nuevo camino. A los nuevos paradigmas Feminista y Ecológico –apenas incorporados- empieza a hacerse presente el Transpersonal sin saber hasta dónde nos va a llevar. Para quien quiera mantenerse lúcida y plenamente responsable sabe que, ha llegado la hora de entrar y participar activamente en la metamorfosis actual en comunidad y comunión con quienes no tienen miedo. Las intuiciones generosas son hoy insuficientes. Hay que volver a “pensarnos” teológica, antropológica y espiritualmente, y ello nos obliga a emprender una peregrinación a la Tradición, retornar a las grandes inspiraciones de origen y releer nuestra aventura desde lo místico, lo escatológico y lo ético, desde la dimensión mistérica. 6

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EL Equipo General

El Vaticano II y nuestro proceso de renovación

Ha sido en el claroscuro del amanecer cuando “se nos han abiertos los ojos para reconocerlo a Él”. ADV III

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Han pasado 50 años desde que Juan XXIII convocó el Concilio Vaticano II. Los cambios que ha vivido la Iglesia, la VR y nuestra Congregación son incontables para poder ser recogidos en un artículo. Se nos pide una reflexión sobre la incidencia del Concilio en la Congregación. Ofrecemos unas pinceladas que sean un inicio para ir profundizando y preguntándonos dónde estamos en el camino y hacia dónde vamos. Volver la vista atrás, nos ayudará a avanzar teniendo presente la realidad mundial y lo vivido hasta ahora. La acción del Espíritu se dejó sentir en un momento de convulsión mundial. Después de la segunda guerra mundial, el mundo era diferente, las personas, la sociedad, las instituciones no eran las mismas. El Concilio comienza y se desarrolla en el contexto de una situación internacional profundamente dividida, recorrida por las tensiones de la guerra fría. También son años de un gran desarrollo económico, un desarrollo que parecía sin límite, que prometía el fin de la pobreza, pero que en realidad estaba cargado de contradicciones y de tensiones. La Iglesia abrió las ventanas para que el viento del Espíritu entrase de lleno. “EFFETÁ”, «ÁBRETE», y, como al sordomudo al que curó Jesús, “al momento se le abrieron los oídos, se le soltó la traba de la lengua y habló sin dificultad”. El Concilio con sus discusiones abiertas, su reflexión sobre lo esencial, la disponibilidad para revisar y cambiar las tradiciones, formas y modos de relación, la voluntad fundamental de diálogo, la apertura a los otros cristianos, a las otras religiones y al mundo, tuvo en la Iglesia una gran resonancia. El Vaticano II pasa del distanciamiento del mundo al diálogo, busca un lugar propio para la Iglesia en el mundo de hoy y acepta su realidad como el hábitat de una fe que quiere ponerse al día. Tiende puentes hacia las corrientes de pensamiento actual y descubre en ellas intuiciones enriquecedoras para el encuentro. Consideró los signos de los tiempos como una llamada a la Iglesia. La respuesta a tal llamada no podía ser la confrontación sino el diálogo. Se produjo un cambio de fondo en la forma concreta de comprender la Iglesia y su misión1 UNA LLAMADA A LA VR: “ABIERTAS AL ESPÍRITU, ABIERTAS A LA HISTORIA” Ese aire fresco que trajo el Espíritu cambió la mirada hacia la Iglesia. La Iglesia se despojó de esa imagen de sociedad perfecta y se definió como Pueblo de Dios, “el Pueblo de Dios, por El elegido, es uno: «un Señor, una fe, un bautismo» (Ef 4,5). Es común la dignidad de los miembros, que deriva de su regeneración en Cristo; común la gracia de la filiación; común la llamada a la perfección: una sola salvación, única la esperanza e indivisa la caridad (LG.32) La vida religiosa forma parte de la Iglesia Pueblo de Dios. Entenderla como una forma de llegar a ser cristianos en el Pueblo de Dios y no como un estado de perfección, iluminó la nueva teología de la vida religiosa y ha ido fortaleciendo su inserción en la Iglesia desde una

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El Vaticano II y nuestro ..... identidad honda y renovada. También la Lumen Gentium, resitúa los consejos evangélicos no sólo como renuncia sino como alternativa de vida vivida en libertad, con una nueva base antropológica de fondo. El cambio de enfoque y de comprensión de la vida religiosa provocó el comienzo de su renovación, ella sintió la necesidad de cambio. Sabemos que ninguna renovación ha sido posible sin la APERTURA A DIOS Y A LA HISTORIA, es ahí donde está la novedad de Dios que nos invita a abrirnos a la universalidad del mundo. En el decreto Perfectae Caritatis, la Iglesia hizo una llamada urgente a la renovación de la VR señalando el itinerario: abrirnos a las fuentes de toda vida cristiana, el Evangelio; abrirnos al carisma originario de vuestros instituciones y a las cambiantes condiciones de los tiempos (cf. PC2) De igual manera, en la Gaudium et Spes, el Concilio invitó a la Iglesia, y también a nosotras como Iglesia, a abrazar los gozos y las esperanzas, el dolor y el sufrimiento del pueblo de Dios dentro del mundo y a no situarnos aparte. Se “abrieron las puertas” de una institución que había permanecido cerrada durante mucho tiempo y se liberó al Espíritu. En esa invitación la Iglesia recordó lo que Jesús hizo en su vida cuando también “abrió las ventanas” del sistema restrictivo de pureza que prevaleció en su tiempo y proclamó en palabras y hechos que todo el mundo era bienvenido a la mesa y amado por Dios.2 En un acto de fe, escucha y obediencia al Espíritu, las religiosas tomaron en serio esta invitación, “… el Espíritu Santo, el defensor que el Padre enviará en mi nombre, os enseñará todas las cosas y os recordará todo lo que os he dicho”. Jn 14,26 Abrirnos y rendirnos al Espíritu, nos despertó a nuevas maneras de ver y de entender que afectaban nuestro núcleo más profundo. Se produjo un cambio de conciencia que alteró cómo nos veíamos, cómo leíamos el Evangelio, nuestra pertenencia a la Iglesia, a nuestro mundo y lo más importante cómo entendíamos a nuestro Dios. Y este cambio no fue fácil, era doloroso, como el dolor del parto que se disuelve en indescriptible asombro en la vida que emerge.3 No queremos decir que todo lo que ocurrió en estos 50 años fue perfecto y sin errores o decisiones equivocadas. Pero lo que nos queda claro es que la renovación que siguió a la propuesta del Concilio Vaticano II, invitó a mujeres y hombres, a religiosos y laicos, a vivir la fe profundamente en medio de un mundo moderno, pluralista y democrático. ”EFFETA”, “ÁBRETE”, VEDRUNA…… ¿CUÁNDO? ¡AHORA!

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Nosotras VEDRUNA, también escuchamos la voz de la Iglesia, la voz del Espíritu: “EFFETA”, “ÁBRETE”. La Congregación acogió la invitación de la Iglesia con responsabilidad y fidelidad. Convocó el Capítulo especial XIX en 1969, impulsando un proceso de renovación que no ha cesado hasta nuestros días. La apertura, en gran parte, se debió a los equipos de gobierno que, a lo largo de este período, han acompañado el proceso congregacional. Estos supieron captar la llamada de la Iglesia a través del Vaticano II y promovieron los cambios pertinentes dando gran impulso, a 8

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El Vaticano II y nuestro ..... pesar del sufrimiento y dificultades que iban saliendo al paso. Cabe destacar igualmente, la necesidad de cambio que se manifestaba en determinados sectores de la Congregación y la acogida de una gran mayoría de hermanas. Del Capítulo XIX hasta el Cap. XXVI, se han ido planteando y marcando retos que nos han lanzado a caminar al aire del Espíritu. Nos hemos preguntado por la identidad de la VR, y por nuestra identidad Vedruna; hemos ido despertando y ahondando en las raíces carismáticas, en la opción preferencial por los pobres como eje de nuestra renovación en la Iglesia. Aprender a leer la Palabra contextualizada ha nutrido nuestras vidas y ha sido un referente continuado y básico para nosotras. Sentimos la necesidad de convertirnos al Dios de Jesús desde nuestras raíces, caminando junto a todas las mujeres y hombres de la sociedad, con talante místico y profético para poder salir a los caminos siendo presencia de Reino en un mundo interconectado y plural. En este caminar destacamos por su importancia, la reforma de las Constituciones, marco doctrinal actualizado según el nuevo enfoque teológico post-Vaticano II. Señalamos algunos indicadores significativos que nos han introducido en una dinámica pascual de muerte–resurrección en nuestra vida. Pasamos: De la UNIFORMIDAD de vida, basada en la observancia mantenida durante años, a la DIVERSIDAD. Después 139 años de historia viviendo el Carisma como un legado inamovible, escuchamos la llamada a la renovación y comenzamos a redescubrir EL CARISMA como DON VIVO, capaz de evolucionar con la historia y de ir actualizándose según los signos de los tiempos y adaptándose a las realidades y culturas. Empezamos a hablar de fidelidad histórica del carisma. Nos abrimos a la riqueza de las diferentes culturas, estableciendo diálogo constante entre carisma-realidad, dando como resultado la pluralidad de comunidades según las culturas y pueblos. Descubrimos que el Carisma no es sólo para nosotras sino don para la Iglesia. Por ello nos urge compartirlo con aquellos laicos y laicas que sienten la llamada a vivir su ser cristiano, al servicio del evangelio en el lugar donde se encuentran y con el trabajo que realizan, a la luz del Carisma Vedruna. En este proceso de renovación, sin entrar en detalles, hemos tenido errores: en un primer momento la diversidad fue tan amplia, que de alguna manera se veló la identidad del carisma, obligándonos más adelante a replantearnos la propia identidad. Vedruna: Diálogo y Encuentro

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• De un cierto ESTILO CONVENTUAL como ordenaban las constituciones: “guardaréis retiro como si tuvierais clausura”, a la INSERCIÓN como lugar habitado por Dios. Entre el pueblo y con el pueblo, participando y compartiendo las alegrías y los sufrimientos, los sueños y preocupaciones, escuchando el grito de los excluidos, recreando comunidades con un talante sencillo, cercano y solidario. Descubrimos una nueva manera de ESTAR: desde abajo, desde dentro y con el pueblo, siendo presencia de Reino. En toda renovación se dan grupos que vislumbran el cambio y avanzan con mucha claridad y grupos que lo perciben como un desacierto, frenando con su actitud el proceso; esta situación continúa dándose también hoy. Los avances en este proceso se han dado al ritmo de cada persona y de cada grupo. Hubo hermanas que dolorosamente dejaron la congregación por diversos motivos. Los diálogos de reconciliación de las diferentes posturas no fueron fáciles. • De una vida POBRE a la OPCIÓN POR LOS POBRES y al compromiso por la justicia, gran legado de la teología de la liberación, que dio un paso más y nos abrió al diálogo con el mundo en lo social y lo político, en el encuentro con los pobres y en la praxis histórica de transformación social. Esta teología que desató también una explosión de vitalidad y de mística, ha tenido mucho que ver en nuestro proceso congregacional. El desplazamiento a poblaciones pequeñas, barrios, pisos, el cambio de mentalidad en la orientación de las obras…, vivido como consecuencia del compromiso con los pobres, no solo creó malestar en las comunidades de donde se salía, sino que, en algunos casos, se vivió como abandono de nuestra misión carismática. Generó tensiones, discursos agresivos, por ambas partes, y en algunos casos posturas intransigentes. • De la ESPIRITUALIDAD INTIMISTA a la ESPIRITUALIDAD DE ENCARNACIÓN. La inserción con los más pobres y el contacto con la realidad, leída a la luz de la Palabra, nos llevó a descubrir a Dios en la historia, en la vida, en la naturaleza. Nos reveló al Dios de Jesús y propició una nueva experiencia de Dios: cercano, misericordioso, liberador, Padre-Madre de todos, que ama a la persona y se encarna en esas realidades. Nos ayudó a descubrir al Jesús histórico y a volvernos a Él; a mirar con los ojos de Dios. “La relación con Dios que se da en la mística de ojos abiertos y mística de ojos cerrados es lo que va canalizando nuestra energía en pasión por Jesús en la humanidad. Solamente así se da la profecía”. MP 7,4 La experiencia de Dios ha sido y es el “corazón” de la vida consagrada. El desajuste

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El Vaticano II y nuestro ..... entre vida y oración, que se daba en ciertas ocasiones, generó la búsqueda de nuevas expresiones de fe y de espiritualidad. En algunos casos se acertó en la síntesis accióncontemplación, en otros, la situación se quedó en uno de los dos aspectos y tal vez en otros, se continúa en búsqueda de integración. • De una AUTORIDAD VERTICAL a la CIRCULARIDAD, otro paso significativo en este camino. De un sentido de autoridad vertical y una obediencia “ciega”, a un gobierno de animación espiritual y a una obediencia en diálogo. En el proceso de renovación, se vio necesaria la restructuración de los gobiernos con un estilo más participativo y cercano, gobiernos descentralizados con diversidad de equipos para favorecer la vida y misión de la Congregación. La participación de todas las hermanas y el diálogo en la toma de decisiones de importancia y de ámbito general, se hizo notoria. • En la búsqueda de nuevas formas de vivir la autoridad, aparecieron otras estructuras que beneficiaron el proceso de renovación. Convivieron a la vez dos esquemas diferentes de concebir la autoridad llegando a crearse equívocos y ambigüedades. Esto dio lugar a experiencias no tan positivas, que dejaron huella en algunas hermanas en el tema obediencia-autoridad. En ocasiones, se dio paso al “laissez-faire”. • De una vida de COMUNIDAD REGULADA por una normativa y entendida como “vivir juntas”, a una vida de COMUNIDAD EN MISIÓN y para la misión. En ella se tiene en cuenta a la persona, se comparte la vida y se construyen relaciones de sororidad-fraternidad. Abierta a la escucha y al diálogo para ir discerniendo conjuntamente y caminar a la luz del Espíritu. No fuimos realistas, se idealizó la comunidad. La realidad no ha coincidido con lo que soñamos acerca de la vida comunitaria, donde, en ocasiones, hemos proyectado nuestras carencias y dificultades. La falta de entrenamiento en las relaciones interpersonales, hacen que vivamos con insatisfacción la vida de comunidad. • De la MISIÓN como TAREA, a la MISIÓN como ENVÍO a ser Buena Noticia, al servicio del Reino. Se dio un cambio cualitativo en la manera de entender y de comprender la Misión, “Toda nuestra vida se hace misión… es misión carismática “trabajar por la gloria de Dios y el bien del prójimo”, como portadoras de liberación, sanación y plenitud humana en el anuncio del Dios de la vida”. IE 30 Esta nueva manera de entender la misión, provocó un cambio fundamental en la forma de orientar los proyectos de educación, de salud y de marginación. El camino recorrido es significativo, “Compartimos esta misión, vivida en comunidad, con laicas y laicos Vedruna, con seglares que participan en nuestros proyectos de misión y con otras comunidades cristianas. También colaboramos, en pie de igualdad, con grupos y movimientos sociales, religiosos y políticos que se comprometen en la humanización de nuestro mundo”. MP 23 Pisar y mirar la realidad desde diferentes lugares, nos llevó a una relectura de la misión con enfoques y maneras de actuar distintos. Este cambio generó enfrentamientos entre hermanas que tenían concepciones encontradas sobre la misión. El tema “justicia”, quizá, fue uno de los más difíciles de llegar a significados compartidos, se produjeron distanciamientos, oposición y en algunos casos, rupturas. Vedruna: Diálogo y Encuentro

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En estos años hemos dado pasos significativos en la comprensión de la misión. El último documento capitular “Anunciar y defender la vida” nos impulsa a vivir este compromiso “especialmente allí donde la vida está más amenazada”. De una FORMACIÓN estructurada para una VR más normativa y “cumplidora de la ley”, que respondía a “una determinada imagen de Dios”, a una FORMACIÓN personalizada e integral orientada a la vida y para la vida. Y una formación continuada personal y comunitaria. La Formación Inicial ha ido cambiando los qué, cómo y para qué. Se acompañan procesos personalizados y contextualizados. La diversidad cultural tanto de las formandas como de los contextos de formación, ocupa un lugar destacado en la propuesta formativa. La Formación Permanente ha sido un elemento clave en el proceso de renovación, propiciando procesos personales y comunitarios. Cada vez más se reconoce su importancia y se ponen los medios y recursos para que las hermanas se preparen, profundicen y actualicen, favoreciendo la visión y los recursos personales necesarios que hoy exige la misión. En este contexto nos vimos exigidas a preguntarnos ¿cómo formar hoy en este mundo cambiante, a las jóvenes llamadas a la vida religiosa en nuestra congregación? Se dedicaron fuerzas y recursos para preparar a las formadoras. Se realizaron ensayos de todo tipo: una comunidad constituida para la formación, experiencias donde la vida de comunidad era el medio de formación y una postura de “vengan y vean”. Vivimos años de desconcierto; en algunos casos fue positiva la experiencia, pero en otros no se llegó a los resultados esperados. De los VOTOS vividos como renuncia o negación, a la vivencia de los CONSEJOS EVANGÉLICOS al estilo de Jesús ahondando en clave bíblica Mi 6,8; y desde el último capítulo, “interrelacionándolos con aquellas notas que nos caracterizan y que son para nosotras dones que enriquecen y dan hondura a la manera de vivir como religiosas”. ADV 19 En este proceso de búsqueda, algunas hermanas, fieles a su concepción de VR, mantenían el valor del sacrificio, la renuncia y el cumplimiento de las normas. Mientras otras, fueron ahondado en la vivencia de los consejos evangélicos abriéndose a una visión más amplia en la manera de entenderlos y de vivirlos: obedecer al evangelio, a la comunidad y al pueblo; posicionarnos del lado de los pobres allí donde estemos, vivir como ellos y en muchas ocasiones entre ellos; establecer relaciones humanas y humanizadoras más amplias y mixtas. Esta andadura tan larga y continuada nos ha hecho más humildes en las expectativas y en el corazón y nos ha colocado en camino de conversión hacia lo esencial. Como el pueblo de Dios en la Biblia, tenemos la certeza de que Él nos ha acompañado siempre aún en medio de nuestras cobardías e infidelidades. EL FUTURO ES “EL AHORA” Vivimos en un mundo de nuevo convulsionado y dividido por las guerras, por la crisis económica, el expolio y deterioro de la naturaleza; configurado sobre estructuras injustas, con falta de sentido de la vida como consecuencia del materialismo dominante en algunas culturas. A la vez vivimos en un mundo en búsqueda de un nuevo orden social. Donde emerge 12

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una nueva conciencia que provoca un nuevo modo de ser y de conocer; que nos abre a una nueva comprensión de quiénes somos y a un comportamiento acorde con esta comprensión. Se ha instalado el cambio. Las llamadas al cambio van fluyendo una tras otra y nos van demandando respuestas acordes al momento histórico. El proceso de restructuración que estamos viviendo responde también a la llamada del Vaticano II. Otra llamada al cambio nos urge hoy a dar respuesta al nuevo paradigma que está emergiendo. Para terminar recogemos y hacemos nuestros unos fragmentos tomados del artículo “Che cosa vedi? Adesso è quando…”, de Antonietta Potente sobre la VR, publicado en Vita Consacrata septiembre-octubre 2012. La escucha a la realidad “habitada” es la razón de nuestros cambios. Solo así los cambios no serán simples procesos exteriores sino inspiraciones que vienen de la historia misma que es la historia habitada por Dios. Es una invitación al “viaje” y a la búsqueda constante. Hoy no se trata solo de cambio de costumbres, ni siquiera de estructuras. No es suficiente. Somos llamadas a cambios profundos: a aprender a habitar con “el otro”, compañero de viaje, capaz de iniciativa, capaz de implicarnos a todos y también a nosotras, si nosotras nos dejamos implicar. La vida religiosa, y con ella su estilo, es herencia de una imagen de Dios. Hoy es necesario rehacer una experiencia existencial de Dios para renovar nuestra vida. Si no admitimos la existencia del “otro” con todas sus posibilidades, no existe el Misterio. La experiencia de Dios se hace desde una vida que crece con El y con los otros. Esta experiencia provoca cambios si se descubre en ello el paso de Dios. La VR no nació como un sistema cerrado sino como repuesta del cristianismo en medio de una realidad “habitada”. Hoy vamos descubriendo una vida interreligiosa, intercultural y eco-antropológica. Se trata de abrir puertas a: • una vida religiosa que se pregunta “quiénes somos y a dónde vamos”; • una vida religiosa inserta en la vida; • una vida religiosa intercultural; • una vida religiosa interreligiosa y ecuménica; • una vida religiosa cómplice, obediente y armónica con el cosmos. Hoy no nos justifican ni los símbolos exteriores ni las leyes o doctrinas, sino solo nuestra cercanía y compromiso con la vida que es la cercanía y compromiso con el Misterio. Que el aire fresco que abrió puertas a la Iglesia penetre en nosotras, en nuestras comunidades y en toda la Congregación para caminar al ritmo del Espíritu. EL FUTURO ES “EL AHORA”.

Notas 1. Joaquin Perez Conzález, “ A los 50 años de Concilio ¿Qué celebramos?” Iglesia Viva 2. Nancy Sylvester, “Las religiosas han cambiado” 3. Nancy Sylvester, “Las religiosas han cambiado”

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La incidencia del Concilio Vaticano II en la vida de nuestras comunidades Vedruna en África RosaTsengele , ccv

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El concilio Vaticano II fue un momento eclesiástico formidable del que continuamos beneficiándonos de numerosos frutos. Una de las realizaciones importantes que este concilio ha abierto, es ciertamente la de la inculturación. Este término a veces mal comprendido es sin embargo revelador de la especificidad misma de la fe cristiana. Desde las primeras misiones apostólicas de los discípulos de Jesús hasta nuestros días, ser cristiano, es querer que Cristo sea acogido, amado, servido y adorado en todas las culturas sin distinción. Acoger Cristo en su cultura, es aceptar cuestionamientos; es dejar que la palabra de Jesús renueve todo lo que hay de humano en cada cultura. Para eso, el trabajo consiste en escuchar primero la palabra de Dios, conocerla bien, así como la tradición de la Iglesia, los documentos de los papas y de los pastores de las diócesis. Instruidos de esa manera, podemos discernir mejor los elementos positivos que provienen de las culturas y evangelizar los que no corresponden al mensaje universal de la salvación aportada por Cristo. En cuanto a la vida consagrada que comenzó sobre el suelo africano, un verdadero trabajo de inculturación pasa en primer lugar por el conocimiento personal e íntimo de las exigencias de los votos de religión. Tal conocimiento viene de todo lo que la Iglesia siempre enseñó, fiel a la misión que Jesús le confió. Luego, es importante conocer de manera personal y profundizada el carisma de la congregación, las constituciones y todos los demás documentos fundantes de la congregación. Así, ser religiosa según Joaquina de Vedruna, es hacer suyas las intuiciones fundamentales de esta mujer, su manera de realizar el radicalismo evangélico de “sequela Christi”. Por fin, nuestra manera de vivir el ideal Vedruna debe verificarse en nuestra manera de ser Iglesia en la Iglesia particular de nuestros países. Es aquí dónde nuestra especificidad debe ir a la par con la comunión eclesial y la comunión fraterna con otros consagrados. El trabajo de la inculturación de la Vida consagrada Después del Vaticano II, con la preocupación de la renovación y el arraigo de la Vida Religiosa en África, los/las Superiores Mayores como los Obispos congoleses se pusieron a reflexionar sobre la inculturación de esta vida sobre la tierra de África. Este largo tiempo de concertación y de reflexión entra la Asamblea de Superioras Mayores (ASUMA), la Unión los Superiores Mayores (USUMA) y la comisión de los Obispos del Congo para los religiosos, permitió a la Conferencia Episcopal publicar las instrucciones sobre la Vida Religiosa. Desde entonces, varios trabajos importantes han sido realizados por el Episcopado congolés y por los investigadores en teología de la Vida consagrada para la consolidación de esta vida en África y en RDC, en particular. • Papel del Episcopado congolés Para los Obispos, la inculturación de la Vida consagrada es una necesidad ineludible. El futuro de la vida religiosa en varios institutos en África dependerá de esta inculturación. “Si la Iglesia en África debe ser africana, decía el Cardenal Malula, la Vida religiosa, ella también en África, debe volverse africana”. Pero este 14

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Africa encuentro (de la cultura con la vida religiosa) supone un aspecto de discernimiento con respecto préstamos exteriores, para apartar aquellos cuya influencia no dispone al pueblo a acoger plenamente a Cristo. Se trata aquí de un aspecto de ruptura con todos los elementos incompatibles con la santidad de su mensaje, porque Cristo se hizo semejante a nosotros, en todo, excepto en el pecado. Es también un aspecto de creatividad cultural, con el fin de que el hombre de hoy, portador de la cultura tradicional, transportada por los imperativos de la modernidad, encuentre un lenguaje que exprese adecuadamente su fe, su vida y su identidad profunda 1 La Iglesia de África, en particular la del Congo, nos ofrece así un espacio de libertad y de creatividad • Papel de l’ASUMA y de l’USUMA Durante sus 50 años de existencia, estudian y profundizan los documentos conciliares sobre la teología de la Vida consagrada y su adaptación a las contingencias africanas. Organizan sesiones de formación y coloquios sobre la inculturación de la Vida consagrada. En lo referente a la inculturación, sobre las huellas del Cardenal Malula, las congregaciones religiosas se dieron cuenta de que “un carisma de Vida Consagrada que no se encarna en una cultura es un carisma que no es plenamente acogido, totalmente pensado y fielmente vivido”. Así es como las congregaciones no dejan de buscar vías nuevas para una inculturación auténtica que les ayudará a vivir el radicalismo evangélico, según el carisma de su instituto y el genio del pueblo con el cual entran en contacto (Ecclesia in Africa nº 62) Esta preocupación ha conducido a las personas consagradas a ciertas expresiones como: - Llevar vestido tradicional de la mamá africana (pagne). Sobre esta expresión, queremos cultivar las cualidades de corazón y de espíritu de la mamá africana, su fecundidad, su paciencia, su capacidad de sufrir y su alma hospitalaria… Al mismo tiempo, es un compromiso a “promover la dignidad de la mujer africana y a transformar los esquemas mentales del pueblo africano sobre la mujer”. - El acompañamiento de los parientes en el momento del compromiso religioso - Las congregaciones entre ellas dan prueba de solidaridad, de ayuda mutua y de colaboración. Testimonian una real solidaridad con los pobres, los oprimidos del país. Rostro africano del Carisma Vedruna ¿Cómo ser continuadoras del carisma Vedruna, en el actual momento de nuestros pueblos? ¿Cómo configurar en ellos nuestro estilo de vida, nuestra espiritualidad, nuestras fraternidades? En estos años, hemos asistido a muchos cambios en la vida de nuestras comunidades. Como toda la vida religiosa en África, en particular en RDC, movilizadas por el Concilio Vaticano II, las Vedruna han entrado también en una serie de procesos de renovación. Basta con contemplar la vida de las comunidades hoy y lo que fueron hace 50 años: anotamos en ellas cambios muy importantes y decisivos. Estos cambios se reflejan en: • Un nuevo estilo de vida Las relaciones igualitarias y espontáneas enseñadas desde la fundación de la Congregación han sido acentuadas y son sazonadas por lo que P. Nzuzi Bibaki llama 1

La Vie Consacrée de l’Eglise particulier du Zaïre Instrucción y directivas del Episcopado. Kinshasa, edición del Secretariado general del Episcopado, 1981, p.71 nº186. Vedruna: Diálogo y Encuentro

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“la teología de grande y de pequeña hermana” (volveremos a ello). Las hermanas miembros de nuestra provincia han adoptado una forma simple de vestirse como la mamá de nuestro pueblo. Con esta expresión, queremos una gran proximidad con la gente, una escucha sincera, etc. Esta proximidad ha transformado nuestra relación con la sociedad hasta hacer caer “los muros de nuestras casas”. Escuchamos hasta nuestros días las exclamaciones de hombres y mujeres que frecuentan nuestras casas y comparten la mesa con nosotros: “es la primera vez que entro en vuestra casa, mientras que antes era un tabú”. • Un nuevo lenguaje Tendemos a superar el esquema clásico de tres votos o consejos evangélicos. En el contexto africano, contemplamos un nuevo modo de nombrarlos y hasta de “practicarlos”. Guardando sus exigencias de fidelidad al Cristo, el primero que vive la pobreza, la castidad y la obediencia, estos tres votos también son repensados en términos del compartir, de la solidaridad, de la hospitalidad y del diálogo; y la puesta en común es vista como un combate personal y comunitario contra la miseria. • Una vida comunitaria renovada La comunidad en África se vive con arreglo a la comunión de corazón de sus miembros, aún más, de sus capacidades de cultivar lo que el Papa Juan Pablo II llama “la vida fraterna en el amor “ (VC nº 2). La comunión fraterna es fecundada, para volverse más fructuosa, por la alegría de vivir, la solidaridad, la hospitalidad, la “palabra” (diálogo, discernimiento comunitario) y el sentido religioso. Pero se expresa en una política llena de delicadeza que es sinónima de amor fraternal auténtico. La vida sana y fraterna en nuestras comunidades es comprendida a la luz de la teología de grande y pequeña hermana. Empleamos la mejor formulación de nuestras lenguas como yaya, mbuta… Valorizando esta concepción familiar, efectivamente nos esforzamos por hacer de nuestras comunidades lugares por excelencia donde no haya ni exclusión, ni rechazo y todavía menos discriminación. • El aumento de hermanas africanas y la fundación de la Provincia africana Según nuestra opinión, estos dos elementos nos han obligado a integrar en nuestra manera de vivir y de ser religiosos categorías de lenguaje, de pensamiento y de acción de nuestro pueblo. Así, hemos querido traducir en un lenguaje próximo a la población “el carisma, el estilo de vida, las formas de apostolado, la oración y la liturgia, los principios de vida espiritual, la formación, la organización comunitaria y el gobierno”. Retos a afrontar Para vivir más fielmente el ideal Vedruna en nuestras comunidades africanas tenemos conciencia de que varios retos deben ser afrontados • Formación de las jóvenes La exhortación postsinodal Vita Consecrata (nº 68) define la formación a la Vida Consagrada como un quehacer vital: ésta apunta a la vez, a la conversión de todo el ser de la persona a Cristo y al aprendizaje de la búsqueda de los signos de Dios en medio de las realidades del mundo. Para realizarse, la formación deberá impregnar en profundidad a la persona en todo su ser, de modo que todo su comportamiento, en los movimientos importantes y en las circunstancias ordinarias de la vida, conduzca a revelar su pertenencia total y gozosa a Dios. Es decir que el testimonio de vida 16

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constituye el solo criterio de comprobación. Y sin embargo, la experiencia de la práctica de la Vida Consagrada en África revela problemas particulares que ponen en cuestionamiento la calidad misma de la formación. La formación resulta la prioridad de prioridades para una profundización de la fe y una asimilación y una reexpresión de las categorías culturales africanas. La formación de las jóvenes depende de las cualidades y aptitudes de las que son encargadas de esta formación. Podemos dar sólo lo que tenemos. Es necesario, pues, que las formadoras sean formadas ellas mismas en el espíritu y el carisma de la Congregación, que comprendan mejor las Constituciones, las reglas, las grandes orientaciones de la Congregación tales como las quiso la Fundadora, tales como los Capítulos generales las interpretaron, tales como las Madres generales nos las enseñan. A esta formación típicamente interna de la Congregación debe añadirse un mejor conocimiento de la Iglesia, de su magisterio, de sus leyes. Por fin, la formadora en África debe ser una persona que conoce o aprende a conocer las culturas africanas para hallar en ellas los valores importantes pero también para descubrir todo lo que pone obstáculo a la fe cristiana y al despliegue de la vida consagrada. Sería un error ignorar estas culturas, so pretexto que no hay nada bueno, que estas culturas no llevan más que al parasitismo, la ociosidad, la dependencia, etc. La fe cristiana es la fuerza que nos ayuda a encontrar a Dios en todas las cosas, a transmitir el mensaje de Cristo, sin hacer acepción de personas y de culturas. Y toda cultura, desde el momento en que es humana, contiene siempre algo bueno, bello y útil para la práctica de nuestra fe y de nuestra vida consagrada. • Vida en comunidad La comunidad se construye día a día a través de las relaciones interpersonales. No es una realidad hecha de una vez para siempre. La vida comunitaria no es fácil, lo sabemos bien. Su objetivo es el desarrollo de la vida consagrada de cada miembro, en la comunión de las diferencias. Pero para alcanzar esto, es necesario que la comunidad se sienta constantemente invitada a la conversión, a la reconciliación, al perdón “setenta veces siete”. Evitará confiar en el poder, ceder a la violencia y a la ciencia humana. Será el lugar donde nos sostenemos en la debilidad, en el amor y donde asumimos positivamente nuestros límites. • El rechazo del otro y la inmadurez humana El rechazo del otro y la inmadurez humana también constituyen desafíos que tenemos que afrontar. En una conferencia dada a los Superiores y Superioras Mayores, de la República Democrática del Congo, reunidos en Kinshasa, en febrero del 2012, el Padre Jules Kipupu, jesuita, se expresaba así: “el rechazo del otro, bajo las diversas formas que este rechazo puede tomar, pone radicalmente en tela de juicio nuestra respuesta a la llamada recibida de Dios. Ninguna comunidad auténticamente cristiana puede en efecto construirse sobre la base del rechazo del otro, sobre la base del tribalismo, el regionalismo o el racismo. Pero los tribalistas, los regionalistas y los racistas no son los otros: el rechazo del otro puede tomar formas a veces sutiles: no hacer ningún esfuerzo para enterarse de la lengua del otro, pero imponerle la nuestra considerada como lengua de la Congregación; no apreciar ni valorar más que los actos y las palabras de aquellos de nuestro grupo que nos están sumisos. Este rechazo va Vedruna: Diálogo y Encuentro

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hasta el rechazo de la comida del otro considerada como abyecta”. Continuando su idea, el Padre Jules Kipupu subrayó la necesidad de una formación permanente y de una formación simplemente, como medio para luchar contra la inmadurez humana y espiritual. “Qué todas las congregaciones se comprometan en asegurar, para sus miembros, tanto una sólida formación inicial como una formación permanente profundizada. En efecto, observamos de manera recurrente la inmadurez de muchas personas consagradas. Una inmadurez a veces notoria que aparece en la falta de discernimiento, en la tendencia al conformismo, en la manifestación de maneras de ser que por el contrario avergonzarían a las personas consagradas. Pero la inmadurez destruye la vida comunitaria cuando toma la forma de desequilibrio psicológico o afectivo, o cuando es indiscreción, murmuración, celos”. A la luz de estas reflexiones, podemos añadir que lamentamos el crecimiento de las maledicencias entre las personas que comparten el mismo carisma y viven en la misma comunidad. Todo esto constituye verdaderos desafíos: para nosotras cristianas y religiosas, los desafíos no son obstáculos, sino una ocasión para discernir nuestra vocación, para ponernos en tela de juicio con el fin de que en todo, no busquemos más que la mayor gloria de Dios. Dios confía en nosotras, llamándonos a su seguimiento en nuestra Congregación. Él espera, pues, que nos conformemos más a su voluntad, según el carisma de nuestra Fundadora. Conclusión El Concilio Vaticano II abrió perspectivas inauditas para que la vida religiosa sea verdaderamente testimonio de la perfección y del amor queridos por Jesucristo. Cincuenta años después, las obras de renovación, de inculturación quedan todavía muy abiertas. Querido por Dios, el ideal Vedruna guarda toda su actualidad y su belleza: debe sin embargo traducirse en culturas diferentes. Me gusta preguntarme a menudo: ¿cómo nuestra fundadora Joaquina de Vedruna habría vivido en África, hoy, llevando siempre la llama de su amor por su Dios y por los hombres y mujeres? Si no es fácil dar una respuesta clara y definitiva, una cosa es segura: se haría próxima a los hombres y a las mujeres de hoy, invitaría a construir una comunidad donde el amor, la paciencia, la generosidad y la fraternidad reinasen entre las hermanas. Sacaría de la inteligencia de su corazón una manera siempre auténtica de ser consagrada, a pesar de las culturas y los pueblos. En otros términos, invitaría a su Congregación a impregnarse de la renovación aportada por el Concilio Vaticano II y a atreverse a abrirse y a acoger lo inesperado y la novedad de Dios. Nosotras, sus hijas bienamadas, debemos atrevernos a abrirnos a las nuevas llamadas de Dios, haciendo que el carisma de Joaquina de Vedruna fecunde la vida de los pueblos y les acerque más a Dios. Esto constituye un reto a afrontar para todas nosotras, sean cualesquiera los países y las culturas.

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Incidencia del concilio Vaticano II en nuestras comunidades de África

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Justi Sarmiento , ccv

En Septiembre 1976, momento en el que cantidad de religiosas/os abandonaban las Congregaciones, se murmuraba mucho con relación a este fenómeno. La sociedad no comprendía nada de lo que pasaba y había un sentimiento de decepción respecto a las religiosas /os. Por otro lado no se valoraba nada y era absurdo que alguien dijera que quería ser religiosa; nadie hablaba de vocación religiosa, la gente pensaba que era una idea del pasado y que la Vida Religiosa ya no tenía razón de ser. Me fui a hacer el pre noviciado y noviciado y las comunidades que me acogieron me ofrecieron un ambiente comunitario en el que me pude integrar de manera normal; no sentí gran ruptura entre lo que yo vivía, lo que buscaba y lo que me encontré. Había una estructura comunitaria sencilla donde se vivía con libertad y al mismo tiempo con una exigencia necesaria propia de nuestra opción de vida. Yo sé que en ese momento había maneras diferentes de pensar en la Provincia de León y que se hablaba de la formación con una cierta desconfianza, ya que había signos que no coincidían con lo que se había vivido anteriormente: manera de vestir, salidas, una formación más informal y hacia una vertiente más del desarrollo de la personalidad de la joven, una libertad para hablar , participar, decidir, una liturgia en la que se nos invitaba a ser creativas, buscar símbolos, observar la vida y orar con todo lo que descubríamos. En este momento se estaban redactando las Constituciones. Observe también que a veces los miembros de la comunidad, a pesar de su deseo de renovar costumbres, tenían sus dificultades de adaptación a un nuevo estilo mucho más laico. En Asambleas se constataba más la diferencia de estilos sobre todo en la manera de expresarse, inquietudes, maneras de vivir (en barrios), apostolados nuevos (gitanos, cárcel, jóvenes en dificultad). Ya más metida en la Vida Religiosa, llegó el momento de profundizar en las Constituciones y en el compromiso que lleva a acciones prácticas como definirse y ponerse del lado de los más pobres, lo que suponía irse a trabajar a otros lugares distintos de nuestros colegios habituales. Fue una situación que creaba problemas porque no todas las personas coincidíamos en ideas y maneras. Estar más cerca de los jóvenes también suponía hacer salidas y ausentarse de la comunidad. Esto creaba a veces un poco de tensión porque no estábamos acostumbradas a estar fuera del contexto de vida religioso. Llegué a África en el año 1983, cuando el Concilio ya llevaba varios años de andadura. Las primeras hermanas que estuvieron en el Congo nos cuentan que la celebración del Concilio Vaticano II no pudieron seguirla con demasiada cercanía dadas las condiciones de aislamiento en que vivían en el interior del país, pero lo poco que les llegaba, lo vivían con entusiasmo. A nivel de Congregación, el primer cambio que les llegó fue el del hábito; las hermanas lo agradecieron puesto que su manera de ir vestidas no estaba nada adaptada a las condiciones climáticas y geográficas del país. Lo que produjo en ellas gran alegría y hasta entusiasmo fue constatar la evolución de la Iglesia. En el Congo, la reforma conciliar comenzó a vivirse con toda intensidad en el terreno de la Liturgia; antes la Misa era en latín, pero hacía años ya los Jesuitas habían traducido la Biblia al Kikongo y a otras lenguas vernáculas. Las hermanas recuerdan aún con mucha viveza la impresión que tuvieron la primera vez en que “oyeron” una Eucaristía en

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Kikongo, y el sonido de los tam-tames en la Iglesia, y ver danzar a la gente… A nivel más profundo, quizás el mayor aporte que hizo el Concilio, fue el de recordar que cada pueblo está llamado a encarnar el Evangelio en su propia cultura, que la Palabra de Dios es una semilla que cuando se enraíza en una tierra fertilizada por Dios se transforma para dar mucho fruto. Quien trabajó mucho por la inculturación de la Liturgia fue el Cardenal Malula; gracias a él tenemos el Rito zaireño de la Eucaristía, con gestos del pueblo, danzas, invocaciones, palabras que dicen mucho desde esta realidad... El Cardenal Malula también aplicó las orientaciones del Concilio en la manera de concebir la participación en la Iglesia; favoreció mucho la creación de Comunidades Eclesiales de Base, dio participación a los seglares, nombrando animadores pastorales. Después del Concilio también nacieron movimientos típicamente africanos para las pastoral de niños y jóvenes (Bilenge ya Mwinda, Kisitos y Anwarité). Nuestras hermanas participaron en Comisiones Diocesanas para la elaboración de nuevos materiales catequéticos que tuvieran en cuenta las orientaciones del Concilio. Fueron años de mucho entusiasmo en el que ellas iban por los poblados, de manera itinerante, viviendo con el pueblo durante varias semanas, apoyando a las comunidades, formando a los catequistas, agrupando y formando a las mujeres. En nuestras comunidades, sobre todo cuando empezamos a vivir con hermanas congolesas, intentamos integrar los valores de la cultura y en las celebraciones de votos, tuvimos en cuenta los ritos y símbolos africanos como el pacto de sangre, la bendición de las familias, símbolos de fecundidad como el platanero, el caolín, etc. Hicimos un gran esfuerzo por crear un ambiente comunitario de relaciones de fraternidad más familiares, más cercanas, por medio de dinámicas comunitarias, un cambio en la manera de expresarse y tratar con la autoridad o superiora. Las reuniones comunitarias fueron un buen medio para profundizar juntas, para expresar nuestras inquietudes y trabajar en una misma línea en la misión, para ver las exigencias y compromisos a tomar por medio del discernimiento. A veces no era fácil porque se dejaba la decisión a la superiora, o porque alguien se quería imponer o porque había poca participación al no estar habituadas a participar. A nivel de oraciones comunitarias también hubo cambios; hacíamos oraciones que ayudaban a expresarse y a expresar la fe, eucaristías comunitarias. Pero esta manera no agradaba a todas porque se había vivido la fe más hacia dentro y personalmente y esto era una novedad que invitaba a perder el miedo, a expresar sentimientos, a vencer la timidez. No era una práctica agradable y a veces las personas decían que más bien les ponía en tensión. Empezamos a colaborar a nivel de Parroquia y con los laicos en movimientos, catequesis, organización, y nos íbamos sintiendo más Iglesia. La colaboración con los sacerdotes se hacía cada vez más grande y empezaron a pedirnos el acompañamiento y formación de grupos, comunidades cristianas y el seguimiento pastoral a nivel de barrios, pueblos. Aquí la dificultad que encontramos, no en todos los casos, fue la superioridad de los varones con los que a veces la comunidad tenía que dialogar y también tomar posición según los casos. Actualmente, en África, nuestras comunidades están abiertas y se integran en la sociedad e Iglesia donde vivimos. En ciertos casos no somos bien comprendidas por tener una mentalidad menos clásica de lo que la Iglesia todavía tiene. Nuestro trabajo lo realizamos también, en estructuras ya existentes del Estado. Esta manera nos ayuda a estar muy en contacto con los laicos y a no tener siempre la responsabilidad última, aunque sí compartida. Esta convivencia a veces nos hace ver situaciones a mejorar junto con las personas que trabajamos y es una buena forma de reflexión comunitaria que nos hace estar en contacto con los laicos. 20

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Los frutos del Vaticano II

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Iris Rivera , ccv

La celebración del concilio Vaticano II marcó una toma de conciencia y el comienzo de la reconciliación de la Iglesia católica con la historia y con la vida. Comienzo de una etapa de transformaciones de toda la vida eclesial incluyendo la nuestra, la religiosa. A los tres años de celebrado el Concilio se celebra la Conferencia de Medellín (1968), reunión en que los Obispos latinoamericanos actualizan el Vaticano II (1962 – 1965) para América Latina. En esta conferencia cayeron en cuenta los Obispos que la Iglesia se había alejado de las verdaderas necesidades del pueblo, y de que en los cristianos se había establecido un divorcio entre la fe y la vida. Entonces se dio la voz de alerta sobre las injusticias en que vivía el Continente. Mientras unos cristianos padecían miseria y opresión otros, cristianos también, vivían en abundancia y oprimiendo a los demás. Y esto no sólo a nivel personal, sino que era algo planificado porque surgía de las mismas estructuras en que estaba montada la sociedad, a esto se le llamó “injusticia institucionalizada” (P495). De aquí que los Obispos hacen el llamado para que el pueblo se organizara en comunidades pequeñas donde se viviera la fraternidad que la Iglesia predicaba. Pasan diez años y vuelven los Obispos a reunirse en Puebla, México, donde el Señor de la Vida les da otra sacudida. Siendo el tema de esta conferencia “Evangelización en el presente y futuro de América Latina”, donde se constata el escándalo cristiano “brecha entre ricos y pobres”(P28). Porque la situación se agravaba, pues se dan cuenta que hay pobres cada vez más pobres y ricos cada vez más ricos. Situación tanto a nivel interior como a nivel internacional (P35). Esto no es casual, es producto de situaciones y estructuras económicas, sociales y políticas. Puebla hace una llamada a la conversión personal (P362) para que nos liberemos de los ídolos falsos del tener, del poder y del placer. Ídolos que nos esclavizan; pero eso no basta, hay que liberarse también de esos ídolos a nivel comunitario, social, político y económico. Se pide que sea una nueva evangelización, que sea (P485) liberadora, que transforme al hombre en sujeto de su propio desarrollo individual y comunitario. Que llegue hasta la cultura (P395); pide una renovación y transformación evangélica de la cultura. Que se purifique la religiosidad popular (P448). Hace también la crítica a quienes tienden a reducir el espacio de la fe a la vida personal o familiar, excluyendo el orden profesional, económico, social, y político como si el pecado, el amor, la oración y el perdón no tuviesen allí relevancia. Puebla recoge una realidad dramática en América Latina señalándola en rostros concretos (P32 a 39) y descubre sus raíces profundas (P54- 58): materialismo individualista, consumismo, deterioro de valores familiares básicos, colonialismo, dependencia. La Iglesia despierta Vedruna: Diálogo y Encuentro

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en la voz de los Obispos a ser como dice el Papa “voz de los que no tienen voz o de los que son silenciados”. Como resultado los Obispos en Puebla hacen una opción por los pobres, de forma preferencial (P1134 -1165). Modelo de esto fue Monseñor Antulio Romero, mártir en el Salvador. En el capítulo dedicado a la Vida Consagrada, los Obispos reconocen que “la apertura pastoral de las obras y la opción preferencial por los pobres es la tendencia más notable de la vida religiosa latinoamericana. Entonces nos surge la pregunta ¿y quiénes son los pobres? Vimos que el término pobre es un término relativo, que indica no un estado, sino un proceso histórico, el cual tiene connotaciones éticas y religiosas. Puebla nos señala signos de pobreza: mortalidad infantil, falta de vivienda adecuada, inestabilidad laboral, migraciones forzadas… pero además señala los rostros concretos donde se reflejan esos signos. La pobreza es fruto de una determinada organización social, no de raza, ni condiciones intelectuales, morales, naturales. Lo típico del pobre es que no puede por sí mismo salir de esa situación. Por eso Jesús sale por ellos. Jesús dedicó todas sus fuerzas y todo su ser a predicar el Reino de Dios entre los pobres. La justicia de Dios es el núcleo central de su mensaje y la pasión que anima toda su actuación. El Reino de Dios nos ofrece la clave para captar el sentido que Jesús quiso dar a su vida y descubrir el proyecto que quería ver impulsado entre los hombres. La opción por los pobres no es algo que podemos hacer o no hacer; es la medida privilegiada, aunque no excluyente de nuestro seguimiento de Jesús (P 1145). Esta opción por los pobres nos ha llevado a una nueva comprensión de la propia identidad como religiosas. A una nueva relectura de nuestra Vida Religiosa, La relación con la Iglesia, la misión desde la perspectiva del pobre que cuestiona nuestra forma de vida, las obras apostólicas, la orientación de la espiritualidad, en fin, el valor mismo que adquiere hoy el seguimiento radical de Cristo.

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Nuestra vida religiosa Nuestras primeras constituciones señalaban un fin primario y uno secundario: la santificación propia la cual se consigue con la observancia de los votos y constituciones. La que persevera hasta el final se salvará. Luego del Vaticano II se revisan las Constituciones y la vida religiosa es el lugar de la experiencia de Dios, la mediación será lo comunitario. El proceso va modificándose y se concreta la experiencia de Dios en el pobre, siendo la regla fundamental el Evangelio. La mediación del pobre es el criterio de autenticidad de la experiencia de Dios. Nuestra entrega como religiosas se expresaba por medio de ritos, gestos y acciones. Por ejemplo: el fin secundario era la educación de las niñas y cuidado de los enfermos. El día festivo, pasar más tiempo en la capilla. Y la práctica de ayunos, humildad, disciplina. La autoridad a base de prescripciones, pues es la voluntad de Dios. Y pasamos a un desmoronamiento de los ritos, gestos y las acciones. La acción apostólica viene a ser la forma de realizar la consagración al Señor. Como penitencia una ascesis liberadora queriendo ayudar a realizar nuestro proyecto de entrega a Dios y a los hermanos. Se reconoce a Dios en la Palabra, dando importancia al uso de la Biblia. En 22

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Diálogo y encuentro con America

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nuestras prácticas, las eucaristías se celebran con el pueblo, se asiste a las del pueblo. Traemos a la oración los dolores, situaciones de los pobres. Va solidarizándose nuestra opción por los pobres, los marginados, los explotados. Se crea una cercanía afectiva de amistad, de igual, a igual. Nuestra relación con la Iglesia Recordamos que el concepto que teníamos de Iglesia era el de una sociedad perfecta, el templo donde se ocupan las cuestiones hacia adentro, con énfasis en la sacramentalización, en los cultos. El Vaticano II nos lleva a volver a las fuentes. Se revisa la liturgia. Preferimos celebrar la Eucaristía con el pueblo y vamos a la parroquia, donde todos nos reunimos como comunidad para acudir al Señor, bien sea para pedir favores como para agradecer las gracias y dones recibidos. Cantamos en la lengua autóctona, de autores nativos. Cantos que alegran nuestros procesos, que nos describen los dolores y las luchas que llevamos junto al pueblo. Elaboramos todos juntos unas preces que brotan del corazón, de la necesidad de las personas. Como provincias de América nos organizamos en la UPACC, así acogimos la responsabilidad de la formación inicial y continua de las hermanas. Se pone atención a las cuestiones sociales. Comienzan situaciones con los religiosos respecto a cuestiones teológicas y compromisos sociales. Aparecen actitudes de rebeldía entre religiosos y sacerdotes lo que lleva a deserciones de la Iglesia. Aparecen también las crisis en las instituciones, y se comienza a criticar la autoridad y la jerarquía. En estos momentos aunque continúa la represión en algunos países, los religiosos siguen comprometiéndose con mucha libertad ante cuestiones sociales a favor de los pobres y oprimidos. A la militarización. A los asuntos referentes a la ecología. La Iglesia comienza a dar valor y lugar a los laicos, en particular los diáconos. En nuestros grupos va creciendo la participación de los laicos Vedruna, lo que enriquece nuestra misión carismática.

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Nuestra misión La opción por los pobres nos cuestiona los sujetos de nuestra misión evangelizadora, ¿a quienes anunciamos la buena noticia?, ¿son estos los preferidos de Jesús? Como consecuencia vamos revisando nuestras obras, los colegios privados, las grandes instituciones, y se va abriendo un camino hacia lo pequeño, lo sencillo, lo olvidado, lo que antes no veíamos por la lejanía y por el lugar hacia donde teníamos puesta nuestra mirada. Traemos la presencia de los documentos de la Iglesia, pero también los documentos congregacionales surgidos de nuestros capítulos generales. A nuestro lado siempre caminaron la Conferencia Latinoamericana de Vedruna: Diálogo y Encuentro

Niños de la Selva

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Religiosos y las conferencias nacionales, con toda una gama de teólogos y biblistas, quienes fueron de una gran iluminación ante nuestros pasos. Iluminación que no sólo guiaba nuestro caminar sino que ensanchaba nuestro corazón. Buscamos y fuimos encontrando los lugares que el Señor nos iba indicando en los discernimientos. Hasta llegar a optar por lo que hoy identificamos como la frontera. Así llegamos al barrio, a la chabola, a la favela, etc…. Hasta la selva. Ahora vivimos en una casa pequeña, semejante a la de los pobres de nuestros pueblos, siendo una vecina más. Opción que nos llevó a organizar nuestra vida comunitaria, a estrechar las relaciones entre nosotras y con los vecinos. Nace así una nueva espiritualidad y un modelo de apostolado dentro de una evangelización directa. Nuestra vida de comunidad se hizo más participativa. Creamos turnos ante las responsabilidades cotidianas: ir al mercado, preparar los alimentos, dirigir los retiros espirituales, guiar las reuniones, la liturgia. Experimentamos asumir la coordinación por turnos, el servicio de superiora se fue modificando y en ocasiones alternábamos para ejercer la función. Desde este lugar la misión se hace respuesta a quienes componen nuestro ambiente natural. Vamos entrando a la Pastoral Parroquial. Colaboramos ya no tanto con las obras que decíamos propias sino que la evangelización va desde la Iglesia local, de acuerdo a las necesidades de la gente del barrio donde vivimos. Otro elemento que fue cambiando fue nuestro modo de vestir. Aquellos hábitos largos, recibidos en ceremonias religiosas, se fueron modificando en la medida en que íbamos insertándonos dentro del pueblo pobre… Nuestro vivir en ese vecindario nos obligó a vestirnos como la mujer nueva, como los más sencillos. Nuestra oración

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Lo que sostuvo y fundamentó todo este proceso surgió de ir descubriendo lo que hoy experimentamos como una espiritualidad de encarnación. Invitadas por el Señor Jesús a seguirle entre los pobres con un modo de orar más compartido, más sencillo, más bíblico. Hoy guía nuestros procesos y nuestro caminar la lectura orante de la Palabra de Dios.

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Diálogo y encuentro con Filipinas

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Vaticano ll, un impulso en la renovación de nuestras comunidades en Filipinas Marisa Jiménez , ccv y Margarita Rustia, ccv

Nuestra congregación fue fundada en Filipinas en 1972, en la época de la ley marcial, y 10 años después del Vaticano II. El Concilio tardo mucho tiempo en penetrar en la conciencia de los católicos filipinos, con la feliz excepción de la Constitución sobre la Sagrada Liturgia, que se llevó a cabo con rapidez en nuestro país. Sin embargo, hubo un salto cualitativo en la recepción del Concilio en la Iglesia de Filipinas a través del Segundo Concilio Plenario de Filipinas (PCP-II), celebrado en el Complejo de San Carlos, Complejo de Formación Pastoral en Makati, Metro Manila, desde el 20 de enero al 17 de febrero de 1991. Este Consejo Plenario tuvo la distinción de ser el primer concilio plenario celebrado en la Iglesia Católica después de la promulgación del nuevo Código de Derecho Canónico. Como el Vaticano II fue un concilio de renovación y aggiornamento de la Iglesia universal, el PCP-II tenía por objeto la renovación y el aggiornamento de la Iglesia en Filipinas. Una de las razones “para la conveniencia e incluso necesidad de tal consejo” fue: “Los numerosos cambios que han tenido lugar en la Iglesia como resultado del Concilio Vaticano junto con la promulgación del nuevo Código y el PCP II muy deliberadamente optó por alinear sus actividades con los pronunciamientos del Concilio Vaticano II que fue un nuevo Pentecostés para la Iglesia” (Decreto de Convocatoria). En la homilía de apertura del Presidente del PCP-II, el arzobispo Leonardo Z. Legaspi, OP, arzobispo de Nueva Cáceres, describió y explicó el marco del Consejo: “cuyo enfoque es Cristo, cuya orientación es pastoral, cuyo espíritu es la evangelización , y cuyo contexto es filipino. El

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HH. de la Delegacion de Filipinas

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Filipinas

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continuó con las palabras fragantes del Vaticano II: “Los impulsos derivados de este marco, inevitablemente apuntan hacia la dirección de la reforma: Ecclesia semper est reformanda”. A continuación, pasó a citar Gaudium et Spes (GS), no. 43, que reconoce las deficiencias de los miembros de la Iglesia, la discrepancia entre el mensaje que proclama y la debilidad humana de aquellos que lo proclaman. La Iglesia debe combatir estas deficiencias (PCP-II, pp 76-77). El consejo plenario fue pensado para ayudar a superar estas deficiencias. Es claro, entonces, que el Concilio Vaticano II fue una inspiración para guiar los esfuerzos del PCP-II. Filipinas, por otra parte, estaba sufriendo a causa de la ley marcial impuesta y la violación de los derechos humanos. Muchos de los filipinos, atraídos por la ideología de Mao Zedong y Karl Marx, se unieron al movimiento clandestino para el derrocamiento violento del gobierno. La mayoría, sin embargo, se dirigió a la Iglesia para su orientación y defensa. Los esfuerzos de las personas fueron inspirados por las enseñanzas del Concilio Vaticano II, la enseñanza del Papa Juan Pablo II, que visitó Filipinas en 1981, y los documentos de Medellín y Puebla, así como los escritos de los teólogos de la liberación de América Latina. Estas fueron las fuerzas del cambio no violento que prevaleció en la famosa revolución pacifica del poder popular de febrero de 1985. El resultado de esta fue el derrocamiento del régimen de Marcos y la instalación como presidente de Corazón C. Aquino. Gran parte de lo que nosotros los filipinos asimilamos de la enseñanza del Vaticano II sobre la doctrina de la Iglesia y sobre la transformación de la sociedad pasó, por así decirlo, a través de América Latina. La publicación de la Populorum Progressio (1967), Octogesima adveniens (1971), Justitia in Mundo (1971), Evangelii Nuntiandi (1975), Laborem exercens (1981), Sollicitudo Rei Socialis (1987), y Redemptoris missio (1990) y otros documentos oficiales de la Iglesia relacionados con la teología de la liberación también tuvieron una marcada influencia en los individuos comprometidos y movimientos católicos de Filipinas. El Papa Juan XXIII se hubiera sorprendido de lo lejos que había llegado su frase, “la Iglesia de los pobres”. La Iglesia de los pobres, habría estado muy contenta al saber que en Asia, la Iglesia en el que era en ese momento el único país cristiano de Asia (hay otro ahora, Timor Oriental), la Iglesia de los pobres se convirtió en uno de los tres

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temas centrales del Segundo Concilio Plenario de Filipinas, junto con la Iglesia como comunidad de discípulos de Cristo, y renovada evangelización. De hecho, la Iglesia de los pobres será la prueba de fuego para el éxito de la nueva evangelización integral y al mismo tiempo la condición previa necesaria para la construcción exitosa de la comunidad de los discípulos de Cristo en Filipinas. La Iglesia de los pobres es la pieza central del Segundo Concilio Plenario de Filipinas. Cuando la Iglesia en Filipinas, llegue a ser verdaderamente la Iglesia de los pobres, los pobres se sentirán como en casa en ella, y participarán activamente, como iguales a los demás, en su vida y misión, signo e instrumento de unidad de todo la nación filipina (PCP-II Actos, párr. 136) La Iglesia de los pobres significa que “los pastores y otros líderes de la Iglesia darán atención preferencial y tiempo a aquellos que son pobres, y generosamente compartirá sus propios recursos con el fin de aliviar su pobreza y hacerles reconocer el amor del Señor por ellos a pesar de su pobreza. “ La inmersión de los pastores y líderes de la Iglesia entre los pobres se sugiere como una forma de conocer a los pobres. La Iglesia de los pobres practicará solidaridad con los pobres. “Colaborará con los pobres mismos y con otras personas para sacar a los pobres de su pobreza” (Lumen Gentium, n. 8) La Iglesia de los Pobres recordará a los ricos sus deberes y condenara las injusticias cometidas contra los pobres. “Los pastores y miembros de la iglesia valientemente defenderán y reivindicarán los derechos de los pobres y oprimidos, incluso cuando hacerlo signifique la persecución de los ricos y poderosos” (PCP-II Actos, 131) Iglesia de los pobres significa también, que la Iglesia no sólo evangelizará a los pobres, sino que los pobres se convertirán en evangelizadores. En su obra de evangelización, habrá una confianza preferencial en los pobres (PCP-II Actos, párr. 132). Aplicación de las experiencias del Vaticano II en nuestra congregación/ comunidades en las Filipinas: Al compartir nuestras experiencias acerca de lo que significó el Vaticano II para nosotras, descubrimos la riqueza de este y las gracias recibidas.

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El cambio de la Iglesia hacia la Iglesia de los pobres 2. Desde el principio de la fundación de nuestra Congregación en Filipinas, nuestra misión se orientó hacia los pobres y necesitados. Comenzamos nuestro apostolado con los leprosos (Calocan y Jolo), con la gente de los barrios pobres y más tarde con el ministerio catequético de la parroquia en Mindanao y Jolo, cuidado de ancianos y enfermos, niños (abandonados, marginados e indígenas); jóvenes de clase media procedentes de las provincias y estudiantes-trabajadoras procedentes de los barrios bajos y provincias, así como jóvenes indígenas. 2. Cambio social: la iglesia involucrada en la causa de la justicia. Nuestra congregación participó activamente en la causa de la justicia, especialmente durante la revolución EDSA en 1986, cuando Corazón Aquino lideró el movimiento por la paz que facilitó la transición de la dictadura a la democracia. También se unió a las manifestaciones contra las bases estadounidenses, como observadores para PPCRV-Pastoral Parroquial para una votación Vedruna: Diálogo y Encuentro

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limpia y responsable durante las elecciones, acompañando a los pueblos tribales en la defensa de sus derechos y su dominio ancestral, la defensa anti-minería, la campaña contra la trata de seres humanos, y movimientos a favor de la vida, especialmente en estos momentos, en contra de la aprobación de la Ley de Salud Reproductiva. Estamos en red con otras congregaciones y organizaciones con los mismos objetivos. 3. Participación de los laicos. Desde la creación de la Fundación Vedruna Inc. en 2002, potenciamos más los laicos en nuestra misión. Trabajamos mano a mano con ellos como colaboradores en el ministerio. 4. La lengua vernácula, valores- El uso de la lengua vernácula facultó a las hermanas a participar de una liturgia contextualizada y de la celebración de los sacramentos en su propio idioma, de una mejor comprensión de la Palabra de Dios, y el entendimiento entre las hermanas en comunidad 5. La valoración de la educación y la formación- En Filipinas, la educación es muy valorada. Incluso los más pobres de los pobres tratan de adquirir educación a cualquier precio. Para la formación religiosa, hay muchas posibilidades y buena organización. Las CCV estamos muy abiertas a esta formación. Nuestras formandas y las hermanas participan en una formación inter-congregacional. 6. El uso de hábitos y la eliminación del velo – Continuamos usando hábito aunque hemos eliminado el velo para mejor adaptarnos al clima y lugares de misión en Filipinas. Esto nos ayuda a integrarnos más con la gente sencilla, a pesar del conservadurismo de la mayoría del pueblo filipino, especialmente de los jóvenes, que prefieren entrar en congregaciones con velo que es un símbolo de más status quo y poder. 7. La circularidad de las relaciones en la congregación y comunidades. Participamos en la toma de decisiones corresponsablemente y tratamos de tener un diálogo inclusivo. Todavía nos encontramos en un proceso de crecimiento para llegar a ser humildes y disponibles para el servicio. 8. Celebraciones ecuménicas y diálogo interreligioso. Participamos en diferentes celebraciones ecuménicas y diálogo interreligioso, especialmente en Mindanao. Estamos involucrados en programas de formación sobre construcción de la paz entre musulmanes y cristianos Todavía estamos lejos de captar toda la riqueza del Vaticano II, y vivir los retos que nos ofrece. Sin embargo, estamos muy agradecidas por todo lo que hemos recibido de él y de nuestra congregación y esperamos que poco a poco podamos seguir creciendo e integrándolo en nuestra vida como Vedrunas en Filipinas.

Referencias: 1. Leyes y Decretos del Concilio Plenario de Filipinas 2. De Agosto, 2012 páginas de la revista World Misión 14-33 3. Charla del Obispo Bacani, en la Iglesia de los Pobres y el Vaticano II

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Diálogo y encuentro con India

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El impacto de Vaticano II en nuestra vida de comunidad

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Mary Thannipara , ccv

Gratos recuerdos vienen a mi mente al evocar el Concilio Vaticano II. Yo tuve la oportunidad de estar en Roma durante aquellos años. Nuestra comunidad de Montanelli estaba bastante cerca de San Pedro y nosotras, hermanas junioras, nos dimos cuenta que algo especial estaba ocurriendo y ¡qué gozo el nuestro al poder ser testimonio de todo esto! El 11 de Octubre 1962, asistimos a la ceremonia de apertura del Vaticano II. Más de 3000 Obispos de todo el mundo estaban allí presentes. Nos dimos cuenta que algo de gran importancia para la Iglesia estaba ocurriendo delante de nuestros ojos, algo que iba tener muchas consecuencias en las vidas de mucha gente, de muchos sectores de la sociedad, afectando no sólo la vida individual de los cristianos, sino también a las familias. Este Concilio resultó una revolución pacifica, con la intervención de grandes personalidades dentro de la Iglesia Católica y también de otras Iglesias. Se trataba de un encuentro Pastoral de los Obispos con el Papa para encontrar la necesaria renovación de la Iglesia al servicio del mundo, dejando que el Espíritu les llevara a donde hacía falta. Después del Concilio nada iba ser lo mismo, ya que invitó a todos a una sincera introspección dentro de la Iglesia y el resultado fue una transformación muy necesaria en muchos aspectos de su vida. Fue el Papa Juan XXIII el que tomó la audaz iniciativa de convocar el Concilio ecuménico Vaticano II. Al hacer esto, él quería dejar entrar en la Iglesia, el aire freso y renovador del Espíritu de Pentecostés. A través de este Concilio, el Espíritu iba a obrar maravillas en el mundo, más allá de las expectativas de todos; fue un hecho que sacudió el mundo del siglo XX con muchas innovaciones. Hizo que la Iglesia se renovara para poder servir al un mundo con grandes desafíos. La Iglesia Católica, con su cara renovada, se convirtió e una presencia significativa en el mundo, un poderoso faro de luz divina que ilumina a cuantos están dispuestos a experimentar la riqueza de la vida humana, de la belleza de relaciones restauradas, de la capacidad de hacer todo posible, a través del dialogo muto entre personas de buena voluntad. Si, este Concilio inició un dialogo decidido con todos los grupos: con todas las tradiciones cristianas, con Iglesias orientales, con los no cristianos, con la culturas, la ciencias y el arte, con el mundo moderno… El documento conciliar ‘Dei Verbum’ subrayó la centralidad de la Palabra de Dios en la vida de la Iglesia y en la vida de cada cristiano. Realmente esto era una excelente oportunidad de nutrirse de la Palabra de Dios y de tomar una dirección adecuada para la vida. La reforma litúrgica del Concilio fue muy provechosa para los creyentes ya que podían usar la lengua vernácula en la celebración de la Eucaristía y otros Sacramentos. Esto hizo mucho bien porque ayudó al pueblo de Dios a entender, apreciar y participar con más sentido y sacar de ello un gran fruto espiritual. Junto al uso de la lengua vernácula fue de gran ayuda la inculturación sobre todo en la expresión comunitaria del culto. Con el documento conciliar sobre la adaptación de la vida religiosa -‘Perfectae Caritatis’ el Vedruna: Diálogo y Encuentro

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India

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Concilio pidió a las religiosas iniciar un proceso de renovación. Esta renovación era para todas las formas de vida religiosa de hombres y mujeres, un movimiento ciertamente revolucionario hacia el ‘aggiornamento’. Esta llamada era lo que se necesitaba en aquel momento, para poder llevar a cabo las orientaciones dadas por el Concilio…no cambiar por cambiar, sino por el deseo de lograr que la presencia de las comunidades religiosas, fuera signo del Reino de Dios. Lo esencial de cada familia religiosa se debía preservar y lo accidental había que ponerlo al día. Para lograr esto, era preciso volver a las raíces. Ahondando en el carisma original de las fundadoras/fundadores las familias religiosas, se esperaba llevar a cabo la renovación que era responsabilidad de todos los miembros de cada familia religiosa a través de los Capítulos Generales. Nuestra Congregación no tardó en responder a esta llamada del Concilio. Siguiendo sus orientaciones, nos esforzamos en esta renovación volviendo a las raíces de nuestro carisma original. Redefinimos nuestra identidad y caminamos hacia una nueva presencia religiosa en el mundo, con las características de nuestra familia Verdruna y las ricas tradiciones que nos ha dejado nuestra Fundadora. Las Constituciones renovadas y las líneas de acción fueron aprobadas por la santa Sede en 1983. Son una fuente rica de espiritualidad para nosotras Carmelitas de la Caridad-Verdruna, ya que se basan en la Sagrada Escritura y en la riqueza del patrimonio cultural de la Congregación, y especialmente en la espiritualidad de Joaquina. Me gustaría mencionar ahora algunos de los cambios que han afectado a nuestro estilo de vida: Empezamos rezando el Oficio Divino en la lengua vernácula a partir del Vaticano II. Hasta entonces teníamos el Oficio parvo de la Virgen y esto en latín. Antes del Concilio, la unidad se entendía como uniformidad; después del Concilio, nos esforzamos por una unidad de mente, corazón, espíritu. Redescubrimos el pensamiento de Santa Joaquina, siempre de acuerdo con el magisterio de la Iglesia, a la cual contribuyó con la fundación de una Congregación de una sola clase de hermanas. Asumiendo como herencia este espíritu de unidad entre nosotras, hasta entonces lo habíamos traducido en uniformidad. Ahora la Congregación empezó a valorar como riqueza, las diferentes culturas, tradiciones, idiomas etc. El hábito que llevábamos era un ejemplo de uniformidad. El mismo en todos los continentes Poco a poco un gran cambio nos llevó a vestirnos según la necesidad del apostolado y según la cultura de cada país. Hoy hay mucho mas énfasis en la ‘vida de comunidad.’ Es cierto que este aspecto siempre ha ocupado un lugar importante en nuestra familia Vedruna. Pero después del Vaticano II se ha reforzado el amor mutuo entre las que forman una comunidad, en la certeza de que la creación de la comunidad en sí misma es misión. Crear comunidades donde todos los miembros vivan en aceptación mutua, es una clara demostración de que se ha hecho presente el Reino de Dios. Recordemos las palabras de Jesús: ‘amaos unos a otros como yo os he amado’ (Juan. 13, 35). Una vez que intentamos vivir según el modelo de la Trinidad en las relaciones, todo lo demás está hecho. Nuestra misión es gastar la vida proclamando el mensaje de salvación de Jesús. Esto lo hacemos en comunidad pues las comunidades son creadas para la misión de hacer presente el reino de Dios entre nuestros hermanos y hermanas hasta los confines del mundo, como nos mandó Jesús. Cumplimos así el deseo de Joaquina de abrazar todas las necesidades: ‘Dios quiere que mis hijas vayan a muchos lugares y ellas no pueden rehusar.’ (carta 113) 30

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India

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Como comunidad, llevamos a cabo nuestras tareas de educar, sanar, proclamar y defender la vida. Vivimos el seguimiento de Jesús en comunidad de fe. Dada nuestra condición humana, las comunidades deben ser continuamente recreadas (C 32). Para hacer esto realidad tenemos muchos medios: El principal es la participación en la Eucaristía, que es “signo de unidad y vínculo de caridad “(C 32). Se nos anima a “cultivar la amistad y el respeto mutuo y contribuir al bien de las demás con el don gozoso de nosotras mismas. Así lograremos el clima de sencillez y alegría que Joaquina de Vedruna quiso para sus comunidades (C 33) El Concilio propuso que la formación dada a las religiosas fuera adecuada, y que el periodo de formación no se terminara con el noviciado sino que fuera continuada. Además de la formación profesional, se recomendaba una profundización en las Escrituras y el estudio de la teología. Ofrecer oportunidades para una formación integrada y continua, adaptada a cada persona, situación y lugar… insistiendo que estén bien equipados para la misión. Se requiere un plan de formación adaptado e integral que abarque todos los aspectos de la vida religiosa a fin de que las hermanas crezcan como personas maduras capaces de afrontar los retos de la vida religiosa apostólica en el mundo de hoy. Después del Vaticano II, la Congregación dio prioridad a la inserción entre los pobres y a los que no cuentan. Hemos hecho mucho acerca de la inserción entre los más necesitados, inspiradas en Santa Joaquina, que siempre contemplaba a Jesús anonadado (Fil. 2, 6-7). Santa Joaquina se comprometía siempre a servir los pobres de su tiempo. Proclamando la Virgen María, MADRE DE LA IGLESIA, el Vaticano II reconoció el rol único de la Madre de Dios, en el misterio de la Iglesia. Toda su vida ella cooperó con Jesús en el misterio de la salvación. Que la Virgen nos ayude a descubrir la riqueza escondida en los documentos del Concilio, para que podamos capacitarnos para la misión que nos han encomendado.

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Japón La Vida Religiosa antes y después del Concilio Vaticano II Bernadeta Nakao , ccv

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Medio siglo ha pasado desde el Concilio Vaticano II que fue uno de los acontecimientos más destacados en la historia de la Iglesia moderna. Entre 52 hermanas profesas de nuestra Provincia actual, 22 hermanas conocen la vida religiosa antes del Concilio. Yo soy también una de ellas y estoy muy agradecida por la suerte de haber podido vivir una etapa de cambio tan grande como ésta. Hablando de mi misma, nací en una familia budista y fui la única que me encontré con la religión católica. En el año 1955, recibí el bautismo a los 24 años y, atraida unicamente por la persona de Jesucristo, a los 4 meses deseé ser religiosa para seguirle en medio de mucha oposición y desilusión de mis padres y hermanos/as. Las HH. Carmelitas me aceptaron como aspirante. Mi primera impresión de la vida religiosa que llevaban las hermanas, fue rigurosa, ordenada, alejada del mundo como algo peligroso e impuro. Se dedicaban a la oración y muchos actos de abnegación y sacrificio. Me adapté a esa vida muy bien y contenta y pasé feliz el tiempo del noviciado. En el año 1960, fui aceptada a la primera profesión. Al poco tiempo vino a pasar la visita canónica la provincial de Italia a la que el Japón pertenecía entonces, me mandó a estudiar a Roma e hice con ella el viaje de un mes en barco y llegamos a Italia en abril del año 1961. El año siguiente el Papa Juan XXIII abrió el Concilio con su desafiante iniciativa. La teología que se enseñaba en Regina Mundi era tradicional y me dio buena ocasión de conocer un poco del gran partrimonio de la Iglesia acumulado en muchos siglos. Al mismo tiempo se dejaba sentir que la nueva corriente ya empezaba a entrar aceleradamente. Algunos Padres expertos y famosos Cardenales y Obispos que desplegaban gran actividad en la sala del Concilio venían uno tras otro a hablarnos de los temas candentes que se trataban en las sesiones. Aunque era imposible captarlo todo para una incipiente (novata) como yo, sí que sentía un aire fresco y atrayente que soplaba cuando ellos nos comunicaban con mucho fervor y esperanza en la Iglesia del ()de hoy. Realmente fueron lo viví con mucha emoción y entusiasmo, casi abrumada por la enorme energía que, como un magma gigante, se guardada en el seno de la Madre Iglesia. Al volver al Japón en el 1965, encontré algunos pequeños cambios en nuestra vida comunitaria pero “la modernización conciliar” todavía no había comenzado. Un misionero Jesuita español nos decía que las ondas de la renovación que () estaban ocurriendo en Europa llegarían a la orilla del Japón 10 años más tarde. Se organizó con la aprobación de Roma la Asociación de las Congregaciones Religiosas femeninas del país (CONFER) y se empezó a tener varias reuniones y cursillos para introducir la renovación, ante todo la liturgia en la lengua japonesa que influyó profundamente en la oración y la vida espiritual. A los cursillos sobre la eclesiología, cristología, mariología, Biblia, votos religiosos, carisma, diálogo y discernimiento, etc. acudían siempre muchas religiosas deseosas de asimilar. En los años 1970 cuando empezaron a faltar vocaciones, se organizó la formación inicial en común a nivel inter-congregacional, cosa que nunca se había imaginado. La formación permanente inter-congregacional fue también sumamente 32

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Japón

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enriquecedora y casi todas las hermanas nuestras hemos participado en ella a lo largo de los años. Esta solidaridad inter-congregacional se va haciendo más fuerte y extensa en varias actividades dentro y fuera del país, como los movimientos de Justicia y Paz, asistencia a los más necesitados de Asia y de otros continentes, campaña para la reunión de firmas para guardar la Constitución de la Paz etc. Después del gran terremoto y tsunami del país en 2011, la CONFER organizó pronto “El relevo de ayuda” para enviar sus miembros voluntarios a trabajar en la región atacada. Nuestras hermanas también fueron varias veces. Este año se ha proyectado “La cadena de oración” para sostener espiritualmente a las victimas y al mismo tiempo a estrechar los vínculos entre todas las religiosas. La mejor oportunidad de la renovación espiritual para las Vedrunas del Japón fue aquel “Curso de Carisma Internacional” que el Equipo General nos ofreció en los años 1986 y 1991. El estudiar el carisma durante un mes, en convivencia con hermanas de otros países y el pisar los santos lugares de la Fundadora estrecharon el lazo de la Familia Vedruna y sigue siendo como fuente de amor y entusiasmo en nuestro seguimiento a Cristo. La Iglesia del Japón se vio renovada en la Convención Nacional para promover la Evangelización ( NICE) de los años 1987 y 1993 cuando se sentaron por la primera vez obispos, sacerdotes, religiosos/as y laicos/as en la misma mesa con actitud de “escuchar, acoger y hacer vida”. Era el feliz comienzo del cambio de imagen de una “Iglesia cerrada y jerárquica” a “la Iglesia abierta y solidaria” que requería los tiempos. Al final se reconoció el estado real de la Iglesia del Japón:una Iglesia alejada de la realidad actual, una fe poco enraizada en la vida, una Iglesia que no toma medidas ante la pobreza espiritual del pueblo japonés que persigue únicamente el desarrollo económico. Empezamos también a tomar parte en el movimiento ecuménico, y en un año formamos el coro con otras congregaciones para cantar y celebrar la Navidad juntamente con los protestantes y ortodoxos para anunciar al pueblo el mensaje de la felicidad verdadera.

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EL Laicado Vedr na

Laicado Vedruna, ¿fruto del Vaticano II? Laicado Vedruna, ¿fruto del VaticanoII? Concha García Lázaro

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Hace ya 50 años de la apertura del Concilio Vaticano II y 20 de una andadura “oficial” del Laicado Vedruna. Sí, ¡cómo pasa el tiempo! ¿verdad? Aunque de forma indirecta, sin duda, el Vaticano II ha ido posibilitando el nacimiento de los diferentes laicados asociados y sobre todo ha ido iluminando cuál tenía que ser nuestro papel y lugar dentro de la Iglesia. Sea como fuese, desde hace ya 25 años, diferentes personas empezamos a ser llamados por el Espíritu a vivir nuestro camino de seguimiento al Señor desde el carisma Vedruna, desde nuestro ser laical, y hemos ido trazando, desde la vida, la peculiaridad de este seguimiento, junto a las Hermanas. Es verdad que se ha escrito mucho sobre el tema del laicado en la iglesia y, sin embargo, sigue habiendo mucha insatisfacción sobre una real participación. Os confieso que, hoy, me sigo preguntando ¿es realmente una realidad, en nuestra Iglesia y en nuestros movimientos laicales, lo que nos dice a los laicos el Vaticano II? ¿O es todavía, en muchas partes y en muchos aspectos, una utopía que no nos dejan del todo hacer factible o no sabemos cómo hacerlo? Yo, simplemente, voy a hablar desde mi experiencia, no pretendo recopilar la teoría sobre el laicado en la Iglesia, ni escribir la génesis e historia del laicado Vedruna. Siempre he tenido muy claro que por ser laica, no era cristiana de segunda categoría, que el serlo era ya una opción y una vocación dentro de la Iglesia. Y ello me lo confirma el Concilio Vaticano II en Lumen Gentium 31 donde hace una descripción de lo que es

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EL Laicado Vedr na

un laico y nos dice que nuestra vocación apostólica es transformar el mundo desde nuestra índole secular.1 Lo constitutivo en nosotros y lo que nos iguala al resto de los miembros de la Iglesia, es nuestra relación con Cristo, ya que mediante el bautismo hemos sido incorporados a Él y, por eso mismo, constituidos en Pueblo de Dios. Y, es más, hemos sido hechos partícipes de su función sacerdotal, profética y real. Pero, ¿qué significa, hoy, para un laico/a ser sacerdote, profeta y rey? Si se nos ha otorgado esa riqueza, mediante el bautismo, es nuestra obligación el saber recrear ese sello de identidad en nuestra vida. Si las dos facetas del sacerdocio de Jesús son la dimensión cultual y la donación, nosotros, los laicos, debemos unificar nuestra vida entendiéndola como donación y culto. Esto traducido al lenguaje de Joaquina, es trabajar para mayor gloria de Dios y bien de los hermanos. Es no dejarnos envolver por el cansancio o la tristeza, es aportar vida, es hacer presente y trasparente la vida de Dios. Es tan simple y tan complejo como vivir la vida cotidiana con el talante de Jesús y tomar conciencia de esa tarea. Estando nuestro principal campo de acción en la familia y el trabajo. Hoy, también, más que nunca, es nuestro reto recuperar la capacidad profética. Nuestro papel es devolver la esperanza porque el mal no tiene la última palabra. Si seguimos a Jesús, le seguimos con todas las consecuencias, incluso pasando por la pasión y el sepulcro, pero con esperanza. Es nuestra tarea el ser políticamente incómodos, críticos, interpelantes, inconformistas, con todas las situaciones de injusticia que hay a nuestro alrededor, buscando erradicar el mal y reclamando la justicia, pero esto, con la capacidad de aunar dos cosas: la dureza en la palabra y una enorme compasión con los que sufren, teniendo entrañas de misericordia. Y nuestra dimensión de rey tiene que ver con el mandato que nos hace Dios de cuidar del mundo y de los otros. La herida ecológica, el hambre, etc., indican nuestro fracaso en la tierra. A priori parecería ajeno al cristianismo, pero tiene una fundamentación desde la teología, ya que la tierra se nos ha dado para ser cuidada y protegida. Por ello, es nuestra obligación, abanderar movimientos a favor de la vida y del planeta. ¿No suena todo esto a nuestro carisma Vedruna? Por supuesto que sí. Desde que conocí la figura de Joaquina en mis tiempos de colegiala, siempre me sentí apasionada por esa gran mujer. Iluminaba perfectamente mi camino de seguimiento al Señor como laica. Fue una mujer plena y vital que supo dar respuesta con gran coherencia a todas las dificultades y momentos que le tocó vivir. Ella recreó, apasionadamente, las tres dimensiones propias del cristiano y supo adaptarlas a su momento histórico. Igualmente, hoy, nuestro carisma nos ayuda a discernir la voluntad de Dios en cada momento, a vivir, profundamente, una espiritualidad integradora y de encarnación, con los ojos puestos en Jesús y el corazón enraizado en el mundo para servir, con pasión, a los hermanos, es decir, aunar lo cultual con la donación. El Vaticano nos habla también de una Iglesia-Comunión caracterizada por la simultánea presencia de la diversidad y de la complementariedad de las vocaciones y condiciones de vida, de los ministerios, de los carismas y de las responsabilidades. Gracias a esta diversidad y complementariedad, cada laico se encuentra en relación con todo el 1 (Concilio VaƟcano II, LG 31). También redunda en este mismo aspecto: Evangelii NunƟandi 70 y ChrisƟfidelis Laici 15. Vedruna: Diálogo y Encuentro

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cuerpo y le ofrece su propia aportación2. La comunión eclesial es, por tanto, un don; un gran don del Espíritu Santo, que los laicos estamos llamados a acoger con gratitud y, al mismo tiempo, a vivir con profundo sentido de responsabilidad. Los laicos, «no podemos jamás cerrarnos sobre sí mismos, aislándonos espiritualmente de la comunidad; sino que debemos vivir en un continuo intercambio con los demás, con un vivo sentido de fraternidad, en el gozo de una igual dignidad y en el empeño por hacer fructificar, junto con los demás, el inmenso tesoro recibido en herencia. El Espíritu del Señor nos confiere, como también a los demás, múltiples carismas; y nos invita a tomar parte en diferentes ministerios y encargos.3” Nosotros los laicos, debemos tomar conciencia de lo que somos para vivir con más plenitud nuestra vocación laical. Somos consagrados por el bautismo, y ello implica una pertenencia a Dios para seguirle libre y conscientemente, en nuestro caso, dentro del carisma Vedruna. Respondemos a la llamada de seguir a Jesús, desde el Carisma Vedruna, en comunidad eclesial y con una misión en la Iglesia desde la atención preferente por los más necesitados. Como laica debo asumir que mi centro es Dios y todo lo demás lo recoloco en orden a Dios, mi familia y mi trabajo. Es la vocación que se me ha entregado cuyo eje es Dios y cuyo modelo de referencia es Joaquina de Vedruna. Es un reto diario apasionante, porque seguir a Jesús en el siglo XXI es algo complejo, pero hay que vivirlo con pasión, donde lo 2 Lumen GenƟum 7 3 Esta idea está sacada de lo que dijo Juan Pablo II, en la Homilía de la solemne Concelebración EucarísƟca de clausura de la VII Asamblea Ordinaria del Sínodo de los Obispos (30 Octubre 1987).

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primero es ser y vivir y después decir. O como decía Joaquina: “Hiios míos, poco hablar y mucho hacer”. Y lo tenemos escrito en nuestro Documento de Identidad: “Más que las palabras son las actitudes ante los hermanos las que mueven nuestro compromiso en el mundo”. El Vaticano II abrió una puerta a los laicos en la Iglesia y, por otra parte, los carismas de los fundadores o fundadoras, en nuestro caso el carisma de Joaquina, son un don vivo que se nos da también a los laicos y que sigue atrayendo a hombres y mujeres a seguir a Jesús con un compromiso firme dentro de la Iglesia y de la Congregación, viviendo nuestra fe en comunidad. Pero la Iglesia necesita que nuestras comunidades laicales estén formadas por laicos con una fe madura y personalizada en el encuentro con Jesús, autónomos y sin dependencias, con relaciones simétricas y recíprocas, sabiendo reconocer el lugar del otro, y viviendo la igualdad en la diferencia. Es importante la necesidad espiritual de sentirnos recíprocamente necesitados, sobre todo en los laicados asociados. Y concluyo, es verdad que el Vaticano II nos ha abierto la puerta al laicado dentro de la Iglesia y en estos años ha posibilitado también la apertura a laicados asociados a Congregaciones religiosas, como es el nuestro. Pero yo me atrevo a seguir soñando que otra iglesia es posible, que no estamos lejos de un Concilio Vaticano III donde todos los miembros de una auténtica Iglesia Pueblo de Dios y de una Iglesia Comunión estemos presentes, viviendo, sin fisuras, una auténtica fraternidad universal, al sabernos y reconocernos todos como hijos de un mismo Padre que nos sigue llamando y acompañando, y JUNTOS todos los cristianos y en diálogo con las otras confesiones tracemos un nuevo camino que devuelva al mundo la esperanza y la justicia y remita a la sencillez de los primeros cristianos y de la iglesia primitiva. Sueño con la iglesia que quería el cardenal Martini. Martini quería una Iglesia “pueblo de Dios”, sin poder ni privilegios, democrática, siempre dialogante y abierta al mundo. Una Iglesia encarnada, samaritana y con una clara opción por los pobres. Una Iglesia corresponsable, con los laicos como protagonistas, con celibato opcional y sacerdocio de la mujer. La Iglesia por la que siguen suspirando los fieles4. Y sigo soñando, también, con ver pronto hecha realidad nuestra Familia Carismática Vedruna, atreviéndonos a empezar algo nuevo, donde Hermanas y laicado, con estructuras conjuntas pero respetando las distintas vocaciones, con autonomía e interdependencia, viviendo en pequeñas comunidades proféticas, seamos germen de que un mundo nuevo es posible y vivamos con radicalidad nuestro seguimiento al Señor al estilo de Joaquina. Es momento de innovar, de atreverse, y JUNTOS, hermanas y laicado podamos decir a quienes interpelemos con nuestro testimonio y talante “si queréis, venid y veréis”. ¿Os atrevéis a soñar conmigo para hacer realidad mi sueño? Juntos seguro que podemos. 4 Arơculo de José Manuel Vidal en hƩp://blogs.periodistadigital.com/religion.php/2012/09/01/carlo-mariamarƟni-el-deseado. Vedruna: Diálogo y Encuentro

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Entrevista H. Pilar Jordá Ruiz, ccv DyE: ¿Qué significó para ti el concilio vaticano II? Las que hemos tenido la suerte y la dicha de haber vivido los tiempos preconciliares y posconciliares, podemos decir qué significó el acontecimiento del Concilio Vaticano II para la Iglesia y la Vida Religiosa en ella y en el mundo. El Concilio marcó el paso de una Vida Religiosa en la que todo estaba ya determinado y bastaba el fiel cumplimiento de las Reglas, Constituciones y tradiciones de la Congregación, a la dinamicidad que suponía la apertura a la irrupción del Espíritu que conmovía lo que hasta entonces parecía inconmovible. Si la Vida Religiosa se había definido como “ fuga mundi ”, ahora se nos presentaba el mundo con sus variantes históricas, como el lugar en el que debíamos movernos manteniendo lo esencial de nuestra vida: la opción por Jesús y la fidelidad al evangelio según nuestro carisma específico, siendo también fieles a la historia en la que nos movíamos. DyE: Dentro de esa aportación general, ¿podrías destacar algún aspecto que en Latinoamérica habéis vivido con más fuerza? “La iglesia de los pobres” proclamada por Juan XXIII, fue el despertador que sacudió nuestras conciencias. Descubrimos que el pobre, al que habíamos visto siempre, por el que habíamos trabajado y hacia quien nos habíamos sentido llamadas a practicar la caridad,- escuelas gratuitas junto a nuestros colegios-,irrumpía violentamente en nuestras vidas haciéndonos comprender con mayor claridad las palabras de Jesús: “ tuve hambre y me diste de comer...”, “ cuanto hicieron a uno de mis hermanos más pequeños conmigo lo hicieron….”, lo que nos llevó a romper con las formas tradicionales de vida y a acercarnos a los lugares geográficos donde estaban ellos. El pobre, el excluído, el marginado, se convirtió para nosotras en lugar teológico de encuentro con Jesús.

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DyE: Hemos oídos que esta opción por los pobres no fue fácil de asumir en el continente Es cierto que este proceso de cambio no fue vivido de igual forma por todas las Hermanas, y supuso sufrimiento y una ruptura grande en las comunidades y en muchas historias personales. Esta visión renovada por el Concilio de la Vida Religiosa, no fue igualmente entendida e interpretada por todas las Hermanas. Los cambios se han hecho con mucho dolor. Siempre he creído que tanto las que rompieron con lo anterior, como quienes se mantuvieron hasta el final en una vida sin cambio, fue por fidelidad a lo que sentían y creían que era eso lo que tenían que hacer. Para unas el camino no podía ser otro que la ruptura; para otras, era una traición a lo que no podía cambiar nunca. Dolor y sufrimiento para unas y para otras. Hubo quienes no pudieron mantenerse aprisionadas en lo que consideraban eran moldes que ahogaban y dejaron la Congregación tomando otro camino y quienes, sintiendo que todo se venía abajo, optaron por otro tipo de vida contemplativa, que les parecía respondía mejor a lo que habían vivido. Dolor y sufrimiento por ambas partes, fidelidad también a lo que creían debían hacer y no podían dejar de hacerlo sin ser infieles a su vocación DyE: Podrías decirnos ¿cómo se fue traduciendo en nuestra comunidades la teología conciliar? La autonomía personal, la toma de conciencia de la dignidad de la persona, el respeto debido a ella, una nueva concepción de los votos, liberadora, una vuelta a los orígenes de la Congregación, a la dinamicidad del Carisma como efusión del Espíritu, que teníamos que ir actualizando a medida 38

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Entrevista

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que avanzaba la historia, fueron puntos clave y aportaciones significativas del Concilio Vaticano II, a nuestra manera de vivir la Vida Religiosa. Desde el primer Capítulo de renovación en el año 1969 en el que tímida pero revolucionariamente comenzamos a entrar en este camino de adaptación a los tiempos y situaciones históricas, hasta hoy en el último Capítulo General, congregacionalmente hemos tomado opciones que seguimos manteniendo durante todo este tiempo como fidelidad al Espíritu, teniendo como prioritaria la “opción por los pobres”, Esta opción comenzó cuestionando y continúa cuestionando nuestra vida y obras. Los cambios de lugar geográficos no han sido caprichos, sino exigencias del Espíritu que nos ha ido llevando y continúa llevándonos hacia los márgenes y fronteras. DyE: Después de todo este periodo postconciliar ¿podríamos decir que la renovación ha concluido? La historia sigue y no podemos quedarnos satisfechas con lo hecho hasta ahora. La fidelidad al Espíritu no queda anclada en los estilos de vida conseguidos hasta ahora. Estamos en un momento en el que se nos pide una fidelidad mayor al Espíritu viviente en el TODO del que formamos parte viviendo esta unidad. Se nos pide a la Vida Religiosa hoy y a la Congregación, unir mística y profecía, ahondando en el misterio “ en el que vivimos, nos novemos existimos y somos” Sentir que formamos parte de este cosmos y planeta que tenemos que cuidar y demostrar con nuestra vida que “ otro mundo es posible”, anunciar y defender la vida, trabajar por la justicia siempre que la veamos amenazada…. Un largo camino que recorrer y una meta nunca alcanzada pues vamos camino de la utopía de la fraternidad, del Reino. Haciendo una evaluación de todo el camino recorrido hasta ahora, creo que nuestra vida comunitaria ha ganado en fraternidad, facilidad y posibilidad de comunicación al ser generalmente pequeñas nuestras comunidades, una vivencia de la circularidad, corresponsabilidad y toma de decisiones comunitarias. Poco a poco, vamos entrando en la vivencia de la Misión única en comunidad, sintiendo que las tareas de misión de cada una son las de la comunidad por la mayor facilidad de compartir el trabajo y la vida. Creo que tenemos aún un largo camino por recorrer en el diálogo con el mundo. Necesitamos tener empeño en una formación continuada, ininterrumpida, estando al tanto de lo que sucede en la vida, de su evolución y quitar los miedos de participar en encuentros que nos pongan en contacto con el nuevo pensamiento actual abriéndonos a los nuevos paradigmas que nos obligan a a cambiar nuestra visión del mundo, de la religión y religiones, a salvar diferencias entre personas de distinta manera de pensar, respetando su diferente manera de relacionarse con Dios, según su cosmogonía y cultura. Hablar de los retos que se nos plantean en los distintos continentes donde está la Congregación, me resulta muy difícil, puesto que no conozco más que el que vivo. Me parecería pedantería hablar de cómo tiene que ser la Vida Religiosa en los que desconozco y cuáles son los retos que se le plantean en ellos. En nuestro continente latinoamericano, creo que el reto o los retos, están en la respuesta que nuestra Vida Religiosa comprometida con él, tiene que seguir dando en los campos de compromiso con la justicia y la verdad, siendo coherentes con la opción de vida que hemos elegido, muy cercanas al sufrimiento y problemas de la gente que nos rodea, sensibles ante sus necesidades, siempre respetando a la persona y ayudando a su crecimiento desde los diferentes campos de trabajo en los que participamos: educación en sentido amplio, promoción y salud, según nuestro carisma educador-sanador, liberador. Vedruna: Diálogo y Encuentro

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Mª.José Meira ,ccv

Vuelta a las fuentes Relectura de nuestro Carisma a la luz del Vaticano II

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Un día, con toda la determinación y alegría, Joaquina se sentó en un banquito del Manso Escorial y se puso a escribir una carta al obispo de Vic, Don Pablo de Jesús Corcuera, expresando en ella los buenos deseos y sueños que el Señor había puesto en su corazón: “Joaquina de Más y de Vedruna, deseosa de trabajar por la gloria de Dios y el bien del prójimo…” (Ep.81). Esta historia ya la conocemos y sabemos cómo se ha desarrollado, porque somos parte de ella. Lo que Joaquina ha condensado en esta carta fundacional podemos decir que es la primera lectura del Carisma Vedruna, en la cual ella expresa de forma clara y sencilla por dónde el Señor le llamaba a servir al Reino, con sus hijas, que entonces empezaban a formar comunidad con ella. Y es interesante observar que ha sido Joaquina quien ha tomado la iniciativa de proponer a la Iglesia la fundación de una nueva familia religiosa con estilo esencialmente apostólico, con una sola clase de hermanas y que viviría del propio trabajo para el sustento. Muchos años han pasado desde aquel 1826. La historia fue transcurriendo y, en los inicios del 1960, ha sido la Iglesia quien nos ha desafiado con una invitación muy parecida a la de Joaquina en su claridad y precisión: volver a las fuentes y hacer, desde ahí, una relectura de nuestro Carisma a la luz de la experiencia fundante. Y tan bella y desafiante fue la invitación, cuanto la respuesta que, como Congregación fuimos dando a lo largo de estos 50 años. Volver a las fuentes, hacer relectura del Carisma, seguir la luz irradiada por el Concilio… son expresiones fuertes y hondas que han dado significado a toda nuestra marcha congregacional y siguen hoy produciendo nuevos brotes de vida, de compromiso, de sueños y de utopías. Para nosotras hablar de fuente, de relectura, de Carisma, de Vaticano II, de renovación es hablar de la vida misma, allí donde ella brota y produce vida y más vida, búsqueda y respuestas a lo que la realidad nos va poniendo en las manos, como en los tiempos de Joaquina. Ella respondió, sus compañeras han respondido, las varias generaciones que han seguido tras ellas han respondido y nosotras hoy seguimos en los intentos de responder al Señor de la Historia, haciendo presente en la tierra el Reino prometido a los pobres (C. 3). Por ello, al ahondar en estas respuestas y esfuerzos que fuimos dando a lo largo de estos años post-conciliares, deseamos traer aquí lo que se ha registrado en nuestros documentos capitulares en lo tocante a la relectura del Carisma Vedruna. Sobre todo, traer el testimonio de hermanas que han vivido la densidad, la amplitud y la hondura de este proceso de renovación: sus experiencias de lo que ha significado para ellas y sus comunidades todo el influjo del Concilio; de cómo se ha generado una nueva manera de leer e interpretar el Carisma Vedruna. Desde estas dos vertientes, sacar jugo para el momento que nos toca vivir, componiendo desde la vida misma la relectura del Carisma a que llegamos hoy. Y la invitación es que hagamos esta conversación, sentaditas en un banquito del Manso Escorial en la compañía de Joaquina y desde ahí contemplar las idas y venidas que fuimos haciendo como Familia Vedruna hacia el manantial que brota de la fuente del Carisma.

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Vuelta a ..... La vertiente de los Capítulos Generales Veamos pues qué relecturas nucleares del Carisma Vedruna fuimos haciendo en el transcurrir de estos años de caminos de ir y venir hacia la fuente, no a través de definiciones esquemáticas que a veces suenan a frías, sino poniendo atención a palabras y expresiones que fueron generando vida y significados para nuestro caminar. En los años post-conciliares, en el Capítulo XIX, nuestro primer Capítulo de renovación (1969), cuando hablábamos del Carisma Vedruna lo hacíamos desde algunas expresiones como “vivir plenamente consagradas a Dios”, “seguimiento a Cristo”, “imitación y relación filial con María”, “entrega al servicio de la Iglesia”, “ministerio apostólico de la educación cristiana y ejercicio de la caridad”, “dilatación del reino de Cristo”, “mayor gloria de la Santísima Trinidad” (23). Estos hilos de agua de la fuente reflejan un deseo de hacer presente entre nosotras las enseñanzas del Concilio, partiendo del sentido de nuestra consagración religiosa. Seis años después, en el Capítulo XX, al hablar del mismo tema, lo hacíamos desde una nueva perspectiva, generada con el impulso de la renovación a la luz, sobretodo, del caminar latinoamericano que ofreció importantes elementos para nuestro proceso. Se hablaba de ‘trabajar por la gloria de Dios y el bien del prójimo’ como opción fundamental, pero que necesitaba ser expresada de una forma nueva que respondiera a la situación de incredulidad e injusticia de aquella realidad; se traducía por “transmitir el Evangelio y promover la justicia que ese mismo Evangelio exige, mediante la educación cristiana y la asistencia sanitaria” (18). En aquel momento, el influjo vivido en la Iglesia latinoamericana con la Conferencia de Medellín, se hacía presente en la relectura del Carisma Vedruna en la perspectiva del Evangelio y de la justicia. En 1981, el capitulo XXI se dedicó especialmente en la elaboración de las Constituciones renovadas. En ellas se explicita nuestra experiencia carismática. El punto de partida de la relectura del Carisma es – Joaquina de Mas y de Vedruna, deseosa de trabajar por la gloria de Dios y el bien del pró-jimo (1) – pone de manifiesto que nuestra regla fundamental es el Evangelio, desde la experiencia de nuestra Fundadora del Jesús anonadado (3), con el deseo de seguirlo de aquella manera propia y original que tuvieron ella y sus primeras compañeras, acentuando en nosotras la pobreza evangélica, la oración y la caridad (6), para enseñar la verdad y sanar toda dolen¬cia (3). En estas expresiones recogidas en las Constituciones se condensa toda la contemplación hecha por la Familia Vedruna. Desde la experiencia fundante del Carisma, leída a la luz del momento histórico que vivíamos sigue, aún hoy, teniendo significado, pues ha sido una experiencia de sumergir en las fuentes refrescantes de este don que da sentido a nuestra vida y actualiza la misma, única experiencia vivida por Joaquina y sus compañeras. En Caminos de Conversión, documento del Capitulo XXII (1987), se vuelve a la C 6 haciendo una relectura de la misma. Se dice que “la búsqueda de nuestra identidad Vedruna, a partir de ‘aquella manera propia y original que tuvieron Joaquina y las primeras hermanas de seguir a Jesús en la Iglesia’, nos ha llevado a un descubrimiento y valoración de nuestro Carisma y esto ha impulsado nuestra renovación y la ha matizado como Carmelitas de la Caridad (9). Apunta como nuestra única misión “continuar en el mundo el proyecto liberador de Jesús” con unos rasgos específicos de sentido de convocación y envío, inserción profética y opción por los pobres (16). Explicita que, en la experiencia de asumir las diversas actividades apostólicas de la Congregación, como fruto de la experiencia que

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Joaquina tuvo de Jesús, Maestro y Sanador (C 3) que pasó haciendo el bien, encontraremos el fundamento de la unidad en el pluralismo (30.2). Como el propio nombre ya dice, en Raíces Vedruna (1993), tenemos una relectura por excelencia del Carisma. Después de haber pasado el bullicio de los primeros tiempos provocado por el Concilio en la VR, tenemos en este Capítulo XXIII, un consciente y maduro camino de “volver a las fuentes”. Al releer la experiencia de Joaquina, el número 13 nos dice que la experiencia espiritual del buen Jesús que ella vivió, el contacto directo con el dolor de los enfermos, marginados y con la ignorancia de la mujer, suscitó en ella, un deseo apasionado de reproducir en su vida ese rostro compasivo de Jesús: “Trabajar por la gloria de Dios y el bien del prójimo”. Sigue diciéndonos que “con las primeras jóvenes que se le unieron formó una comunidad con un estilo peculiar de vida y misión”. Su relación con Dios, entre ellas y con la gente, estaba marcada por unos valores evangélicos. “En ellas reinaba la pobreza evangélica, la oración y la caridad”. Termina confirmando que “a esta primera comunidad hemos de volver continuamente como fuente de inspiración y conversión” y que “vivir el Carisma en plenitud, hoy como ayer, es llegar a estar identificadas con Jesús anonadado, maestro y sanador” (14). Y reafirma que nuestra misión es “trabajar por la gloria de Dios y el bien del prójimo”, desde los dos ministerios que la Iglesia nos ha encomendado: educación y cuidado de la salud, los cuales los realizamos desde los orígenes en tres campos, atendiendo a los “tres espíritus” que según Joaquina debían existir y cultivarse en la Congregación, desde la consciencia de tener una única misión, pues todas en nuestro interior llevamos un talante sanador y educativo, capaz de acompañar procesos educativos liberadores (14). Inserción Evangelizadora (1999) ha sido el nombre del documento capitular del XXIV Capitulo General. En él había el deseo de “reproducir la audacia, la creatividad y la santidad de nuestra Fundadora” (1). A partir de la experiencia de la espiritualidad de la Encarnación, vivida por Joaquina ayer y por nosotras hoy, se relee nuestro Carisma: trabajar hoy por la gloria de Dios es ser instrumento para que su amor fiel llegue a todos los pueblos, queremos reafirmar la opción por los pobres y seguir dando pasos en la inserción, ir hasta los márgenes… eso brota de la contemplación de los crucificados de la historia en los cuales Jesús anonadado se revela (20). En 2005, desde los gritos de la realidad de aquel momento, con Mística y Profecía, (Capítulo XXV) fuimos desafiadas a dar un paso más en el proceso de volver a las fuentes, siempre revitalizadoras, del don regalado a Joaquina. ¡La transparencia de la fuente nos ha inundado de alegría! Es claro lo que Joaquina nos propone. Para llevar a cabo la misión de trabajar por la gloria de Dios y el bien del prójimo, a la luz de las tres cualidades de espíritu – talante sanador, educador y liberador –, necesitamos hoy rescatar el sentido de “instruir” y “cuidar”, así como identificar cuáles son los “hospitales, casas de caridad y escuelas” en la realidad emergente y dónde se encuentran las víctimas de las nuevas pobrezas (25). Y llegamos al momento que nos toca vivir hoy, alumbradas por el documento Anunciar y defender la vida del Capítulo XXVI (2010). En este encuentro tomamos consciencia de que la contemplación de Dios Trinidad vivida por Joaquina le hizo experimentar a Jesús anonadado, hecho uno de tantos. Cuando somos capaces de acercarnos a esta experiencia nos ponemos en un camino de fidelidad profética. En otras palabras, el volver continuamente hacia la fuente de la experiencia fundante del Carisma Vedruna nos asegura que 42

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Enfoque Vuelta a ..... estamos en el camino de fidelidad dinámica y creativa del don que nos ha sido regalado y que nos toca llevar adelante. Nos desafía a ser hoy presencia y memoria viva en la Iglesia de este rostro de Jesús que nos invita a tener todo nuestro ser abierto para escuchar los clamores de dolor en los hermanos golpeados y tantas veces silenciados (28). El manantial de la vida Hay una canción muy conocida que dice “gracias a la vida, que me ha dado tanto…”. De hecho la vida, así como ella se va presentando, nos ha garantizado el mantenernos en el camino propuesto por el Concilio que nos invitó a ir y venir continuamente hacia la fuente. Es en ella donde vamos descubriendo y experimentado al mismo Dios que sedujo Joaquina y sigue seduciéndonos hoy en este mismo camino del Carisma Vedruna, camino del Reino para nosotras, ¡pues así lo experimentamos! Por ello, también queremos traer aquí algunos relatos de hermanas que nos hablan de esta vida, recogidos de la Historia Oral Vedruna del Continente Americano, relatos estos, que expresan todo lo vivido en este proceso que aquí profundizamos. Escuchémoslas: Sobre los inicios de la relectura del Carisma Fue la Madre Dolores Vives quien empezó a destacar y capacitar Hermanas como Catalina Serna y Ana María Alonso, para hacer brotar el Carisma Vedruna, la espiritualidad y la historia Vedruna. Todo eso fue muy positivo y ahora nosotras estamos bebiendo. En nuestro tiempo no había nada de eso, ni se tenía gran devoción a Santa Joaquina. (…) A mí me gustaba Santa Joaquina, pero no como ahora la estamos entendiendo. Aproximarse más a su vida: cómo era, sus pros y sus contras, cómo fue conduciendo a la Congregación, cómo ayudaba a los pobres, aquellos detalles cuando iba al hospital, visitaba y ayudaba a los más apestados, lavaba las heridas, curaba; una vida de sacrificios – y cómo esa vida ahora da luz para seguir en otros momentos, en otras circunstancias, en el apostolado (Brasil, 121).

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Proceso de cambio La Conferencia de Medellín supo releer las aplicaciones del Concilio a la situación de injusticia y pobreza que vivían nuestros pueblos y nosotras, como grupo congregacional, buscando nuestras raíces. Tomamos conciencia de que, si queríamos vivir nuestro Carisma Vedruna, no podíamos seguir instaladas en nuestros grandes edificios sino que era necesario ir a los barrios y tratar de vivir lo más semejante a ellos. Nuestras comunidades se fueron insertando en los márgenes de las grandes ciudades o en pueblos sencillos (Perú, 101). La fidelidad del carisma Ha habido evolución en las tareas fundamentalmente y ahí es donde descubro fidelidad al Carisma. Nos hemos mantenido en tareas propias de nuestro carisma congregacional de educación, salud, marginación… Me parece que lo educacional y talante sanador se ha mantenido en el grupo y eso lo llevamos en el espíritu y creo que donde nosotras vayamos, por lo menos las que hasta ahora somos, eso lo vamos a seguir haciendo (Colombia, 149).

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Enfoque Vuelta a ..... De la transmisión del carisma a las nuevas generaciones Creo que uno de los aspectos del carisma que ha sido muy vivo para mí es el vivir en comunidad inserta. Eso era algo que mis padres nos inculcaron a nosotros. La espiritualidad y la religión no era una cosa aislada. Y eso creo que lo llevo muy dentro de mí. Creo que el Carisma de Joaquina que he recibido yo es eso, y también la oración que nutre y que permite que eso sea vivo en mí (EEUU, 186). En la fuente hay un árbol… Como es la vida misma la que nos va apuntando el camino ya conocido, pero siempre nuevo, hacia la fuente, deseamos terminar este compartir que hicimos en la presencia querida de Joaquina, en los banquitos del Manso Escorial, con dos brindis del agua refrescante de esta fuente que borbotea el agua viva que sacia nuestra sed: el compartir de dos hermanas entrevistadas en la misma Historia Oral de América que nos ofrecen la riqueza de este proceso vivido por todas nosotras a lo largo de estos 50 años del Concilio Vaticano II:

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Un árbol que tiene raíces… En este proceso se descubre el fruto dado por la semilla que un día se sembró. Fruto, en algunos momentos, amargo por el dolor, dificultades y ausencias tenidas, pero sabroso por el camino recorrido, por el descubrimiento de nuestras propias raíces (…) y una vida más metida en el mundo de los pobres, esa realidad en que Joaquina fundó el Instituto. Sentimos que estamos en camino de fidelidad al Carisma, que el Espíritu de Dios y de Joaquina nos acompaña en este trajinar. Somos conscientes de que aún quedan tramos del camino por recorrer, aspectos que purificar. He aquí el reto y el sueño: “ser cada día pueblo con el pueblo, en medio del pueblo” (Venezuela, 47). Y unos brotes nuevos: el Laicado Vedruna La experiencia de ambos grupos es linda, porque viven su identificación con Joaquina en las diversas etapas de su vida, cada una como es, como madre y esposa, como viuda la que ha perdido a su esposo y como abuela. La espiritualidad de Joaquina es fuente de inspiración para el compromiso cristiano y el seguimiento de Jesús, como hijas e hijos de la Iglesia. Todos ellos viven un compromiso desde la parroquia, cada persona de acuerdo a sus posibilidades, pastoral de enfermos, atención a marginados, líderes de grupos y ayuda en la formación de la fe de los grupos. (…) Cuando algo así brota con tanta fuerza, es una seria responsabilidad seguir caminando al paso de ellos… El Espíritu es quien toma la iniciativa, llamando, y de decir cómo será el futuro. A nosotras nos toca vivir con responsabilidad el acompañamiento, (…) y apoyar en los demás pueblos (Cuba, 80). Al contemplar todo eso podemos pedir con Joaquina, que no vivió en tiempos del Vaticano II, pero si experimentó la acción de este Dios que es fuente de la Vida, que vivamos unidas en esta fuente del divino amor – la tan buena morada – y no queramos saborear otra cosa sino amor y más amor, ardiendo como lámparas en su presencia (Ep. 77). Y en este movimiento de ir y venir a la fuente, respondamos con amor generoso y comprometido a la invitación de salir por los caminos anunciando y defendiendo la vida, especialmente allí donde ella clama y se encuentra más amenazada (ADV 36). Pues así nos invita el don que gratis hemos recibido de la Ruah, el Carisma Vedruna!

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Fundamentación Bíblica

Patricia Osorno, ccv

La espiritualidad de la encarnación después del Vaticano II “La Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros. Y nosotros hemos contemplado su gloria” (Jn 1, 14)

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“Yo quisiera comprendieseis bien lo que importa el ser bien amantes del Corazón de Jesús, y os empapéis de aquellos sentimientos de humildad y mansedumbre, que tanto resplandecen en su vida, empezando en el pesebre y continuando hasta morir en la cruz” (Ep. 150) Quiero empezar esta reflexión tratando de entender qué decimos cuando decimos espiritualidad de la encarnación. Lo hago, porque se me ha dado la oportunidad de profundizar en algo que nos es tan propio como Carmelitas de la Caridad, como cristianas y como humanas. Tal vez no diga nada nuevo, no es mi objetivo, pero sí quiero sentir y conocer más de cerca lo que se nos ha dado como don; puesto que la espiritualidad de la encarnación es lo que define y configura nuestro ser Vedruna en el mundo. “La espiritualidad de la encarnación que impulsa nuestro seguimiento de Jesús y nos lleva a reconocerlo y hacerlo presente en el mundo, consiste en dejarnos guiar por el mismo Espíritu que movió a Jesús a lo largo de toda su vida, “Empezando en el pesebre hasta morir en la cruz por nosotros”… Esta espiritualidad acogida como don y continuamente renovada, será significativa para un mundo que nos pide ser mujeres de Dios, insertas en la historia de nuestros pueblos, testigos de profunda alegría y esperanza”. (I.E 18) Cuando hablamos de espiritualidad de la encarnación, casi podríamos decir que estamos evocando (según la cultura griega que tanto nos ha influenciado) dos realidades completamente opuestas: Lo espiritual que hace referencia a las cosas del espíritu, sin cuerpo, sin materia, sublime, inabarcable… “divino” Encarnación: que se hace carne (sarx), debilidad, materia, cuerpo, corruptible… “humano”. Pero lo más hermoso de todo es que son realidades que no pueden existir la una sin la otra. El espíritu no está fuera de la materia, sino está dentro, la inhabita y le da vida, fuerza, movimiento, impulso, dinamismo. Para los hebreos el Espíritu es la Ruah que significa: viento, fuerza, el hálito que hace que persona esté viva. “El espíritu no es otra vida, sino lo mejor de la vida, lo que la hace ser, lo que es, dándole claridad y vigor, sosteniéndola e impulsándola”. “Somos personas de cuerpo y alma en indisoluble unidad; no somos espíritus «puros». La espiritualidad cristiana no es un espiritualismo desencarnado. Es el seguimiento del Verbo encarnado en Jesús de Nazaret; la más histórica y «material» de las espiritualidades, en la línea bíblica de la Creación, el Éxodo, la Profecía, la Encarnación, la Crucifixión y la Resurrección de la carne”.(Casaldáliga, Pedro. Vigil, José María, 1992 pág. 14) Entonces surge aquí el gran problema que ha ocupado tanto a la Iglesia en los diferentes concilios: ¿Cómo decir que Dios se hizo carne? Más aún ¿cómo decir que

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lo humano y lo divino se fundieron en un hombre o mejor en el hombre Jesús? Es más fácil decir que la carne (humanidad) se hace divina. Y digo la palabra carne, porque es el término que Juan utiliza en su evangelio y que tan mal se ha traducido por hombre o humanidad. La palabra σὰρξ (sarx), hace referencia a la condición más débil del ser humano: “el espíritu está pronto, pero la carne es débil” (Mt 26 41). Esto significa que a Dios podemos conocerlo y encontrarlo en la debilidad. Cuánta dificultad para entender y aceptar la humanización de Dios. Para comprender que el Dios Omnipotente se encarna en el hombre Jesús: débil, nacido de una mujer, marginal, que terminó su vida condenado a muerte y colgado escandalosamente en una cruz; que como canta uno de los himnos cristológicos más bellos y antiguos: “…a pesar de su condición divina,no hizo alarde de ser igual a Dios; sino que se vació de sí y tomó la condición de esclavo, haciéndose semejante a los hombres. Y mostrándose en figura humana se humilló, se hizo obediente hasta la muerte, y una muerte en cruz”. (Flp 2, 5-8) Para la iglesia del Siglo IV y V, de los concilios de Nicea (325), Constantinopla (381), Éfeso (433) y Calcedonia (451) se convirtió en un verdadero problema el Dios que nos reveló Jesús, el Dios que según la primera carta de Juan lo podemos percibir a través de nuestros sentidos. En el hombre Jesús, el eterno e inmenso, omnipotente, inconmutable, incomprensible e inefable (Calificativos que se le dan a Dios en el Concilio de Letrán 1215) se puede tocar, ver, oler, oír. “Lo que existía desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos contemplado y han palpado nuestras manos, es lo que les anunciamos: la palabra de vida”. (1 Jn 1,1) Este Dios tan cercano, se nos hace escandalosamente insoportable, no podemos creer que mientras nosotros insistimos en subir, Dios ha tomado la hermosa decisión de bajar, para estar con nosotros. Como no se puede negar esta realidad, entonces se niega y se castiga el lugar físico donde ésta aconteció, lo corpóreo, lo humanamente corpóreo. Así lo expresa el papa Inocencio II en su discurso de clausura del Concilio de Letrán donde insiste que tenemos que estar ante Dios: “compungidos, humildes y devotos, sin moverse, sin reír, sin carcajadas... porque maldito el hombre que realiza las cosas de Dios con negligencia” Esta espiritualidad anti-carnal-humana predominó por muchos años sobre la espiritualidad de la encarnación y marcó de una manera especial la piedad cristiana y algunas prácticas de la Vida Consagrada, que buscaban acentuar la divinidad de Jesús y dejaban a un lado su dimensión humana e histórica. Se vuelve así la relación con Dios un conjunto de normas y prácticas que incluían la mortificación del cuerpo: ayunos, cilicios y los azotes que se practicaban de una manera especial los viernes mientras se recitaba el Miserere. Las relaciones fraternas e interpersonales se veían condicionadas por una serie de prohibiciones que aislaban de las hermanas y con mayor fuerza del mundo, donde estaba todo vínculo familiar. No entrar en la celda de la otra, no hablar con otros, incluyendo la propia familia y hermanas que estuvieran en diferentes etapas de formación eran normas a cumplir. Así narra Hna. Pilar Alonso su vivencia: 46

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“Yo entré en el año 60. Que yo no pudiera hablar con mi hermana (María Ángeles Alonso, Carmelita Vedruna) era la cosa más monstruosa que puede darse. Yo trataba de aceptarlo. Eso era como lo más feo. Yo recuerdo algunas cosas que para mí eran absurdas pero que yo trataba de aceptarlas porque, si eso era el querer de Dios y si yo quería ser religiosa, tenía que pasar por ahí. El día de la profesión de mi hermana por sonreír a mi madre me retiraron de la primera fila y me pusieron atrás, donde no veía nada. Después de la profesión yo ví a mi madre y a toda mi familia con mi hermana allá y no podía hablar con ellos. Esas cosas las consideraba yo inhumanas, no entendía, pero yo las aceptaba porque por encima de todo, yo quería ser religiosa”. (Tomado de la historia de la Delegación de Colombia) La misión perdió la creatividad y el dinamismo primero que había movido a Santa Joaquina y las primeras hermanas que en todo querían “remediar las necesidades de todos los pueblo”. Según lo que he escuchado a las hermanas, se daba una cierta estratificación: las educadoras, las enfermeras, las de la cocina y las del coro. Todas en sus espacios específicos y en su pequeño mundo, tan alejado del mundo real, aquel mundo que sólo significa un fuerte peligro para nuestro deseo de santidad. La espiritualidad de la encarnación después del Concilio Vaticano II El Hijo de Dios con su encarnación se ha unido, en cierto modo, con todo hombre. Trabajó con manos de hombre, pensó con inteligencia de hombre, obró con voluntad de hombre, amó con corazón de hombre. Nacido de la Virgen María, se hizo verdaderamente uno de los nuestros, semejantes en todo a nosotros, excepto en el pecado. (Gaudium et Spes 22) Hablar de la espiritualidad de la encarnación después del Concilio Vaticano II: • Significó volver la mirada al mundo; al lugar social de ésta y recuperar la dimensión humana y por ende histórica; asumir que en la encarnación Dios nació y vivió en un tiempo y lugar; que asumió una cultura, raza, pueblo, lengua y religión concreta. Vedruna: Diálogo y Encuentro

Nacido de la Virgen María, se hizo verdaderamente uno de los nuestros, semejantes en todo a nosotros, excepto en el pecado

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• Es hablar de la irrupción plena de Dios en la historia humana, que para poder ser perceptible a nuestros sentidos limitados, lo hizo a nuestro modo, es decir en lo humano. “Pero cuando se cumplió el plazo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer” (Gal 4, 4). • Es asumir que el Dios de Jesús no es escandaloso (poder, rayos, tormentas, terremotos…), sino todo lo contrario; es el Dios de la brisa suave del silencio, el Dios cercano, es el “Dios con nosotros”, el creador discreto que, como bien escribe Benjamín González en su poema, “para que su infinitud no nos espante, te regalas en el don en que te escondes”. El Dios de Jesús se nos revela en un niño envuelto en pañales, perseguido, el hijo de un carpintero, José, y de una humilde mujer de Nazareth, María. • Es reconocer que la encarnación es un evento cultural: Múltiples son los vínculos que existen entre el mensaje de salvación y la cultura humana. Dios, en efecto, al revelarse a su pueblo hasta la plena manifestación de sí mismo en el Hijo encarnado, habló según los tipos de cultura propios de cada época. (G.S 58) • Es sobre todo volver al lugar sociológico donde ésta aconteció, en medio de los pobres, los excluidos, de los que no tenían cabida ni lugar; en medio de los que Jesús nació y quienes fueron sus predilectos: “Mientras estaban allí, se le cumplieron los días del alumbramiento y dio a luz a su hijo primogénito, le envolvió en pañales y le acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en el albergue” (Lc 2, 6-7) • Significó para Vida Religiosa empezar un proceso de mayor inserción en el mundo. Se nos invitaba a salir de nuestros conventos cerrados para abrirnos a un diálogo con el mundo y en especial con el mundo de los pobres. “A nivel global la V.R se sintió retada, incluso sacudida hasta sus cimientos, por el acontecimiento conciliar, hasta el punto de que lo que en muchas partes, y señaladamente en América Latina, ha adquirido la V.R de significatividad y frescura se debe al hecho de haberse dejado interpelar por él...”(Pedro Trigo) Se empezó a comprender que el Señor no nos necesitaba fuera de mundo sino dentro del él, encarnados en la realidad de los pobres donde Él se encarnó, escuchando sus gritos, descubriendo las semillas del Reino en los hombres y mujeres que luchan por su dignidad, en lo jóvenes que están en búsqueda, en los niños que luchan por sobrevivir, en los pobres que comparten con los pobres... Se contempló, como escribe Benjamín González, que la vida religiosa que se fue a los desiertos apartándose de todo contacto con el mundo empezó a salir… “al desierto de la marginalidad en los barrios y en los campos. Allí están los que la sociedad, ha excluido. Seres de “categoría inferior”, como material de relleno sobre los que se construye el “progreso”... La V.R ha salido fuera de la ciudad, cargada con la humillación de los marginados mirada con sospecha. Ahí se encuentra con un pueblo ajusticiado pero que construye la “ciudad futura de la libertad y la justicia. Al dejar su propio campamento y salir al desierto de la historia se encuentra con Dios y con el pueblo que ha sido echado fuera” Nuestro Modo de vivir la Espiritualidad de la encarnación después del Vaticano II

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Acoger el llamado de la Iglesia para volver a las fuentes de la fundación y ser signo de Jesús en medio del mundo, significó empezar un camino de renovación, de descenso, para encontrarnos con la Palabra encarnada en el mundo. Catalina Serna escribe en la presentación de nuestras Constituciones: “Estas Constituciones son hoy para nosotras mediación del plan salvífico del Padre, al que hemos consagrado nuestra existencia. Es palabra de unidad que nos constituye en familia y nos une más allá de cualquier diferencia. Palabra de misión que nos envía como cuerpo apostólico para ser signo e instrumento de la acción transformante de Jesús en el mundo”. (1) El proceso de renovación que se debía hacer, tenía que partir desde la convicción de vivir fieles a la llamada primera que sintió Joaquina y a Jesús y su Reino, guiadas por el Espíritu: “La fidelidad al carisma recibido nos exige vivir abiertas al Espíritu renovador. Conscientes de que es un don vivo, estaremos atentas a profundizarlo, desarrollarlo y encarnarlo en cada pueblo y en cada situación…” (CC 10) Empezamos a comprender que encontrarnos con Dios encarnado en la historia de nuestra humanidad, exigía conocer esas realidades para poder dar una respuesta desde el Evangelio: “Hemos de conocer la realidad que evangelizamos, asumir sus valores y encarnarnos vitalmente en ella a la manera de Jesús” (C.C 55) Al igual que Jesús en la crisis de Cesarea de Filipo (Mc 8, 25-29), nos vimos necesitadas de hacer una pausa en el camino y preguntarnos ¿Quiénes somos nosotras? ¿Qué hemos de hacer y cómo hemos de vivirlo hoy? (Documento Capitular XX) y escuchamos la llamada de Jesús que nos invitaba a empezar un camino de conversión, personal, comunitaria, de conciencia; que significaba dejar nuestros lugares tranquilos para poner nuestra “tienda” donde Dios la ha puesto, en medio de los pobres. “Encarnar el carisma en cada pueblo y en cada situación, dando respuestas más audaces y comprometidas” (Caminos de Conversión 30.3) Vedruna: Diálogo y Encuentro

“Hemos de conocer la realidad que evangelizamos, asumir sus valores y encarnarnos vitalmente en ella a la manera de Jesús” (C.C 55)

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“convertirnos a un estilo de vida pobre y austero, inspirado en el evangelio y solidario con los empobrecidos, que revele con claridad que sólo Dios es nuestro bien” (Caminos de Conversión 19.3) Conscientes de que la encarnación es historia y proceso porque es humana, sentimos el impulso del Espíritu para volver a nuestras raíces Vedruna; allí nos esperaba un grupo de mujeres apasionadas por Jesús y su reino: Joaquina con las primeras hermanas quienes, movidas por el Espíritu de Jesús encarnado en el dolor de los enfermos y marginados, en la mujer sin educación, suscitó en ellas el deseo de “trabajar por la gloria de Dios y el bien del prójimo”. (R.V 13). Nosotras estábamos llamadas a compartir y continuar esta experiencia: dejarnos afectar por las situaciones del mundo y transformar por el espíritu. Vivir el carisma en plenitud hasta la identificación con Jesús anonadado, maestro y sanador (R.V 14) Al volver a las raíces Vedruna, nos sentimos cuestionadas y nos dimos cuenta que no bastaba con dar respuestas a las necesidades de los pobres y estar insertas en medio de ellos. Al igual que el Dios del éxodo que ve, oye, conoce y baja para liberar al pueblo de la esclavitud, debíamos hacer una opción preferencial por ellos hasta las últimas consecuencias, como dice Pedro Trigo: “echar nuestra suerte con ellos” desde una encarnación a la que, por razones que desconozco, preferimos llamar inserción evangelizadora en vez de encarnación evangelizadora. “La Encarnación de Jesús es una decisión de Dios a entrar en la vida humana. Se inserta entre los socialmente rechazados de su tiempo; privilegia a los marginados y se hace amigo de leprosos, publicanos y pecadores. Jesús se encarna y lleva su encarnación hasta las últimas consecuencias” (I.E 9) Otro paso que dimos fue ponernos en una actitud místico profética para: • Comprender y anunciar que la encarnación no es solamente un momento donde lo humano y lo divino se encuentran, sino que la encarnación es historia continua puesto que nuestro Dios no se conforma con crear el mundo y al ser humano y amarlo a distancia, sino que decide habitarlo y hacer del mundo una casa habitable y no descansará hasta ver concluido su proyecto de amor… “ver a sus hijos e hijas disfrutando juntos de una fiesta sin fin” (M.P 3) • Ver en lo cotidiano de nuestras vidas el rostro encarnado de Dios que acompaña el proceso de la historia, de nuestras historias.“Nos hemos acercado a la realidad del mundo y de la Congregación. En ella hemos visto el rostro de Jesús en su itinerario, de la encarnación al misterio pascual: Débil, emigrante, desorientado y en búsqueda, maestro-sanador-liberador, Siervo y Señor, Transfigurado, Crucificado y resucitado.” (M.P 5) • Abrirnos a la divinidad con el convencimiento de que es así como nos hacemos más humanas y, cuanto más humanas somos, más humanización generamos en nuestro mundo (M.P 7.4). En el último capítulo general XXVI nos dimos cuenta que asumir y vivir la espiritualidad de la encarnación nos lleva a anunciar y defender la vida en todas sus dimensiones. Nos hicimos conscientes que la encarnación no es un privilegio de unos pocos, es un acontecimiento cosmológico, donde el ser humano es parte de un todo: la creación 50

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de Dios, tan amenazada y explotada por el uso abusivo de sus recursos (A.D.V 2). La teología moderna ha adoptado un nuevo término para expresar esta conciencia de la presencia cerca de Dios: “panenteísmo” (en griego pan = todo en= en theós = Dios) Dios en todo y todo en Dios gracias a la marca que Dios deja registrada y garantiza su presencia permanente en la criatura. (Boff. Ecología) Ya en el primer testamento encontramos escritos que hacen referencia a esta habitación, la shekinah de Dios en la creación. “Los cielos proclaman la gloria de Dios, el firmamento pregona la obra de sus manos. Un día le pasa el mensaje a otro día, una noche le informa a otra noche. Sin que hablen, sin que pronuncien, sin que se oiga su voz, a toda la tierra alcanza su pregón, a los confines del mundo su lenguaje”. (Sal 19) Anunciar y defender la Vida nos confirma como ya lo hacíamos en los anteriores capítulos que: • La encarnación de Dios en su Hijo Jesús continúa hoy en medio de los que sufren (A.D.V 8):“Cada vez que lo hicisteis con uno de ellos, conmigo lo hicistise”(Mt 25, 40) “Jesús, novedad desconcertante, se identifica sobre todo con los pobres; es al ser humano herido a quien el Padre sostiene, a quien el Hijo sirve y a quien el Espíritu da la vida” (A.D.V 40) • Vivir la espiritualidad de la encarnación nos exige estar atentas porque nuestro Dios es un Dios dinámico, en movimiento es el… “Dios de la vida, la crea y recrea en todo momento. Estamos convencidas de que Dios está presente y actuando siempre en la Historia. Nos llama a encarnarnos en ella, a alentar y conservar la vida. El encuentro con Él tiene lugar en el mundo, en la historia y en cada persona” (A.D.V 39 A) Termino esta reflexión con el final de un hermoso himno de la liturgia de las horas que muchas veces he leído pero ahora lo siento: Carne soy, y de carne te quiero. ¡Caridad que viniste a mi indigencia, qué bien sabes hablar en mi dialecto! Así, sufriente, corporal, amigo, ¡cómo te entiendo! ¡Dulce locura de misericordia: los dos de carne y hueso! (Himno del viernes de la 1ª semana) “Felices nosotras, si vivimos la encarnación humanizadora de Jesús, porque Dios será el centro de nuestra vida”

Nota: 1. Benjamín González B. Bajar al encuentro de Dios Pág. 13-14

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Mabel Burgell, ccv

El traje nuevo que nos regaló el Concilio Un ejercicio de memoria

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Cuando en plena mitad del siglo XX el providencial Juan XXIII convocó el Concilio Vaticano II, no podíamos sospechar las enormes consecuencias que sus líneas directrices y el espíritu renovador que las animaba tendrían sobre nosotras. Ni como Congregación, en general, ni – menos aún - en nuestra misión educativa. Pero el Concilio dijo a las Congregaciones religiosas: ▪ “Reconózcase y manténgase fielmente el espíritu y propósitos propios de los fundadores, así como las sanas tradiciones, todo lo cual constituye el patrimonio de cada instituto” (Perfectae caritatis n. 2) ▪ “La manera de vivir y trabajar ha de ajustarse a las necesidades del apostolado, a las exigencias de la cultura, a las circunstancias sociales y económicas, en todas partes” (Perfectae caritatis n. 3) ▪ “El sagrado Concilio estima altamente la vida religiosa laical por ser tan útil para el oficio pastoral de la Iglesia en la educación de la juventud (…), confirma a sus miembros en su vocación y los exhorta a que ajusten su vida a las exigencias actuales”. (Perfectae caritatis n. 10) ▪ “Retengan y lleven fielmente a cabo sus obras propias, y acomódenlas a las necesidades de tiempos y lugares, empleando los medios oportunos y hasta nuevos” (Perfectae caritatis n. 20) ▪ “Los institutos para quienes se establecen estas normas de adecuada renovación deben responder con prontitud de ánimo a su vocación y a su función dentro de la Iglesia en los tiempos presentes”. (Perfectae caritatis n. 25) En resumen: Una llamada al discernimiento. Una exigencia para ajustarse a las circunstancias de un tiempo nuevo. Una confirmación de la importancia pastoral de la educación de la juventud. Una orientación clara acerca de las obras propias y su necesaria acomodación. Un toque de urgencia para una pronta respuesta. Cinco elementos que, referidos al conjunto de la vida religiosa y también al compromiso pastoral en el campo educativo, pusieron en marcha un largo proceso que, un poco a ciegas al principio y con las ideas más claras con el transcurso del tiempo, significaron un cambio radical en nuestras vidas y en nuestro modo de enfocar, entre otras cosas, nuestra acción educativa y muy especialmente, la orientación de los centros propios. Discernimiento. Tiempo nuevo. Renovación. Tres palabras que desde aquel 1965 nos han acompañado y nos siguen acompañando, exigentes e incansables, impulsando un proceso de cambio mucho más profundo que el que nunca pudimos imaginar. La educación, un tema sensible La educación cristiana, “máxime en las escuelas” –dijo el Concilio – “se hace más urgente en las circunstancias actuales, porque los hombres, mucho más conscientes 52

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de su propia dignidad y deber, desean participar cada vez más activamente en la vida social, política y económica” razón por la cuál “por todas partes se realizan esfuerzos para promover más y más la obra de la educación” (del Proemio de la Declaración sobre la educación) Basta el título de la Declaración conciliar para valorar la importancia que la Iglesia concedía a la cuestión educativa: “Gravissimum educationis momentum”. Lo que la Declaración dijo acerca de la educación en general y de la educación cristiana en particular, lo que dijo acerca de los educadores, de la escuela y de los padres, ha proyectado un potentísimo rayo de luz sobre el camino de la necesaria renovación. Cuando el Concilio afirmó que “Entre todos los medios de educación, tiene particular importancia la escuela” (Gravissimum educationis momentum n. 5), que “la escuela católica es muy útil para cumplir la misión del pueblo de Dios y promover el diálogo entre la Iglesia y la comunidad humana” (id. n. 8), que “en la ordenación de las escuelas católicas hay que atender a las necesidades del progreso contemporáneo” (id. n. 9) que “depende de los maestros que las escuelas católicas puedan realizar sus propósitos” y que “su función es un verdadero apostolado, muy conveniente y necesario en nuestros tiempos” (id. n. 8) iluminó el trayecto que nos llevaría a recorrer un largo itinerario transformador que nos ha llevado ya muy lejos y hacia cuya meta aún intentamos avanzar. El itinerario de la renovación La Congregación, llevada por la corriente renovadora del Concilio y su mandato, entró en un período de reflexión, también de debate, de confrontación de ideas, de clarificación y de búsqueda. Un primer paso formal de este itinerario fue el XX Capítulo General celebrado en Roma en 1975, que en su documento “Nuestra identidad” diseñó “una renovada imagen de las Carmelitas de la Caridad Vedruna” tratando de “penetrar el don que recibió nuestra Fundadora” desde una mirada al mundo, “este contexto histórico que nos condiciona y nos reclama”. El número 12 de ese Documento afirma “todas experimentamos la necesidad de una revisión de nuestra labor educativa. De la duda sobre la validez de la escuela hemos pasado a la esperanza en su renovación”. “En muchas conciencias surgen intuiciones hacia formas nuevas de realizar nuestro carisma educativo”. “Nuestros intentos por captar lo que hoy puede ser signo inteligible, revelan ese don del Espíritu que fuerza a cada generación de educadoras a resituarse dentro de su tiempo y al lado de su gente”. En el Documento “Nuestra misión hoy” un capítulo lleva por título: “Nuestra presencia como educadoras en Europa”. A treinta y siete años vista, sorprende hoy la claridad y valentía del posicionamiento congregacional de entonces: “reconocemos que existen deficiencias en la educación que impartimos…”, “nos falta una línea educativa claramente definida” (n. 2). Y el Documento traza a continuación un IDEARIO y se posiciona acerca de las formas que nos son propias en el campo de la educación (ns. 5, 6 y 7). Vedruna: Diálogo y Encuentro

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Vida y misión El traje nuevo..... En lo que a la escuela se refiere “la concibe como una comunidad educativa, integrada por padres, profesores y alumnos comprometidos en una misma tarea y participando en ella de manera proporcionada y responsable” (n. 10) y afirma que “debe mantenerse abierta a una revisión constante, tanto de su línea educativa como de su estructura, organización y proyección educativa” (n. 8). El Documento del Capítulo general no se queda en palabras y deja “deberes” a la Congregación: “nos comprometemos a hacer una revisión sincera de nuestras obras” (n. 24), señalando a continuación los criterios para llevarla a cabo (n. 25). Todo el Documento, con gran visión de futuro, representa - leído desde la perspectiva actual - el grado en el que el espíritu del Concilio Vaticano II había penetrado ya en la Congregación. Releerlo hoy es un interesante ejercicio para la comprensión del espíritu que animó los años que siguieron. Clarificadas nuestras ideas había llegado la hora de los hechos.

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Obras son amores Tras el largo proceso de clarificación, las acciones de la renovación. A distintas velocidades, con diversas fórmulas, los centros educativos fueron viviendo su “puesta a punto”. Con algunos pasos capitales: - Un proceso progresivo de integración del profesorado laico en los proyectos educativos y un progresivo aumento de su nivel de participación en la gestión de los centros. - Una oferta sistemática de formación de los mismos en los elementos nucleares del carisma educativo Vedruna. - La búsqueda y la puesta en marcha de fórmulas para dar futuro a la escuela Vedruna más allá de la presencia material de Hermanas en los colegios. - El estímulo a la renovación pedagógica. - El impulso hacia un espíritu de colaboración intercentros para consolidar entre ellos una red educativa Vedruna que les cohesione y potencie su proyección en la sociedad como oferta educativa cristiana con personalidad propia –el carisma Vedruna- y objetivos y experiencias compartidas. Metas volantes Los corredores de una gran carrera ciclista han de alcanzar, antes de la gran meta final, muchas de las llamadas “metas volantes”, que estimulan su esfuerzo en la larga ruta y van marcando logros hacia el objetivo final. También la escuela Vedruna, tras el pistoletazo de salida que significó el Vaticano II, ha ido pasando por acciones especialmente significativas en el largo proceso de su renovación. Señalemos algunas:  En 1993 y fruto del XXIII Capítulo General, la redacción y promulgación de la llamada “Propuesta Educativa Vedruna” como “expresión actualizada del carisma educativo de Joaquina de Vedruna” con “el deseo de renovar e impulsar nuestro

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quehacer educativo” en una escuela evangelizadora que “requiere además de un estilo educativo, una praxis pedagógica y una estructura organizativa coherentes” (Felisa Aragón en la Presentación de la Propuesta). Fue un paso más, un gran paso. Fruto del mismo, la Congregación sistematizó la oferta formativa al profesorado con los Cursos de Carisma ofrecidos inicialmente en Vic y convertidos, poco a poco, en programas formativos más completos y frecuentes y celebrados en lugares diversos. A tenor de la importancia de esta oferta formativa, otro paso: la paulatina creación de un Equipo de Formadores, integrado por Hermanas y, sobre todo, por laicos para garantizar la continuidad de esta oferta fundamental para los centros y para la continuidad en ellos del carisma Vedruna. Justo en el gozne entre el final del siglo XX y el inicio del XXI, otro gran paso: la celebración del Foro Educativo Vedruna que promovió, entre 1998 y 2001, un gran proceso de reflexión y debate en todos los centros que, a la luz de la Propuesta Educativa y las nuevas realidades, revisara la actuación de la escuela Vedruna y propusiera las adecuadas líneas de actuación y renovación. La Asamblea final de este Foro de debate, celebrada en Valladolid en julio del 2001, aprobó una Declaración programática consensuada por la inmensa mayoría del profesorado cuyo objetivo era “orientar e impulsar el futuro de la Escuela Vedruna con espíritu creativo y talante renovador” (Presentación de la Declaración programática) Las líneas marcadas por el Foro, muchas de ellas aún vigentes, señalaron los principios en los que nuestra escuela se inspiraba, los objetivos que pretendía alcanzar y los compromisos concretos que asumía para poder lograrlos. El Foro fue, al mismo tiempo, lo que algunos llamaron “la puesta de largo de la participación de los laicos” en la gestión de los centros. Otra pequeña gran meta. El año 2005 la Propuesta Educativa Vedruna, ya con doce años a cuestas, necesitaba ser actualizada y de nuevo el trabajo conjunto de todas las comunidades educativas desembocó en una nueva redacción de la misma “pensada desde el momento actual y abierta a las nuevas realidades que nos van a ir exigiendo una renovación continuada” (Mª Narcisa Fiol, pag. 3) y aprobada por el XXV Capítulo General en agosto del 2005. Un paso más. Fruto del siguiente Capítulo se creaba una Comisión Interprovincial de Transformación de Centros para promover y guiar este proceso transformador que era ya importante. En todas las Provincias se estaban haciendo pasos de transformación a través de diversas fórmulas, pasos ya muy avanzados en unas, incipientes en otras. Un proceso complejo y difícil que necesitaba ya de un seguimiento mayor. Una nueva meta volante. Hoy, tras al Capítulo General XXVI y en el marco de la creación de la Provincia de Europa, otro paso: la creación de un Equipo de Centros Educativos, con presencia ya de laicos, que impulse, coordine y oriente a los centros en su camino de renovación para un itinerario compartido hacia la escuela Vedruna que queremos ser.

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Vida y misión El traje nuevo.....

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¿Quién te ha visto y quién te ve! Así decimos cuando algo o alguien han cambiado mucho. Esto mismo cabe decir de la escuela Vedruna antes y después del Concilio Vaticano II. Con la perspectiva del tiempo se hace evidente que, a pesar de la lentitud, las vacilaciones, incluso las contradicciones de este largo trayecto, el espíritu del Concilio fue impregnando la vida de nuestra institución. Por lo que al ámbito educativo se refiere, no parecía inicialmente que la corriente conciliar acabaría produciendo una transformación de la importancia que hoy podemos constatar. El Concilio fue el innegable inspirador y dinamizador de un proceso que ha situado a nuestros centros educativos en el proceso de adecuación al nuevo siglo:  con una nueva definición de sí mismos más acorde al carisma fundacional y a las formas del tiempo actual,  con una reorientación de sus Proyectos educativos y un impulso hacia la renovación pedagógica desde la opción por una pedagogía personalizadora y liberadora, coherente con la inspiración cristiana de su filosofía educativa,  con la democratización y transformación de sus estructuras internas con estructuras más propias de una verdadera comunidad educativa,  con un compromiso primordial con la realidad en la que están encarnados y la voluntad concreta de constituir un espacio integrador de las ideas y culturas plurales de nuestra sociedad actual,  con la voluntad de constituir un espacio inclusivo, alejado de elitismos y factores discriminatorios, y más comprometido con la acción preferente hacia el alumnado más frágil, más débil, más necesitado de atención especial,  con la promoción y la formación del profesorado laico en las vertientes profesional, de formación personal y humana, como también de la formación espiritual,  con el impulso decidido a las “Ampas” y a la colaboración con las instituciones sociales y civiles externas. La autora de esta crónica tenía 30 años cuando el Concilio Vaticano II se clausuraba. Ha podido vivir en primera persona el apasionante proceso de estos años. Hoy puede contarlo. Y es la constatación de la misteriosa fuerza del Espíritu. De cuánto ha significado el Concilio para la Congregación en el campo de su misión educativa. Y en tantos otros, evidentemente. Y la confianza en que cuanto queda aún por hacer verá la luz. “Estaré con vosotros cada día” – dijo el Señor (Mt 28, 20) ¿Tenemos derecho a dudar? Como dijo Joaquina a Veneranda Font: “Con lo que paso, he pasado y veo todos los días, Dios siempre lo cuida ¡Vamos adelante!” (Ep. 92)

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Vida y misión

Carmen Maganto, ccv

Una nueva Vida Religiosa es posible Desde Jesús, otra vida Religiosa es posible. Y el Vaticano II, nos ofreció la posibilidad de demostrar que las cosas pueden cambiar y que no hay que tener miedo de cambiar lo que deba ser cambiado. Se me ha ocurrido una manera de hacerlo. ¿Queréis que os lo cuente? Ahí va, pues mi aportación.

Soy una hermana tuya, una Carmelita, que como todas he recibido con mucha ilusión y cariño el documento del Capítulo. Estoy inquieta con una frase que se repite: “UNA NUEVA VIDA RELIGIOSA ES POSIBLE”. Me quedo perpleja, pero preocupada, y me resuena como una cantinela “una nueva vida religiosa es posible”. Y me pregunto ¿es que necesitamos una nueva vida religiosa?, ¿y por qué nueva?, ¿no vale la que tenemos?, ¿es que es vieja? Me pareció algo tonto, pensé olvidarlo, pero me seguía el ruido en la cabeza “una nueva vida religiosa es posible”. Y me fui a la capilla a resolver mi inquietud, y allí me quedé con mis pensamientos intentando entender qué quería decirme Jesús. Me quedé dormida y tuve este sueño: Vi a Jesús que se sentaba conmigo en el banco y me decía: “¡Mira, no me gusta una vida religiosa en la que las comunidades se han alejado de lo que deberían ser! Por ejemplo” (y me puso estos ejemplos):

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Comunidades ombligo. En esta comunidad se vive demasiado hacia dentro. Se preocupan de su funcionamiento, de su regularidad, de su oración. Cumplen con sus normas y con lo que se han propuesto, como sus rezos, sus reuniones comunitarias, su tiempo libre, sus horas de sueño… Ahorran dinero para los pobres y lo reparten, pero no saben de qué pobres se trata porque no tratan con ninguno. Sus necesidades son lo primero, sus preocupaciones personales y comunitarias son lo más importante, son sus principales temas de conversación. A la Iglesia y la Congregación la siguen con gran fe, la siguen institucionalmente y se examinan si van por el buen camino, examinan si se apartan de lo que ha sido marcado por los superiores… Se miran a sí mismas para progresar y mejorar. No sé cómo explicarte, me dijo Jesús, te lo digo un poco exagerado para que lo entiendas, porque son personas que no hacen daño, es más, son buena gente y quieren serlo, pero hoy el mundo necesita algo más de la vida religiosa, se necesita otra vida religiosa, y yo creo que es posible Comunidades sofá: Mira, te cuento cómo son estas comunidades, me dijo Jesús. Estas comunidades se sienten felices y cómodas, como quién está sentada en un cómodo sofá. Rezan mucho juntas y comparten entre ellas, son sinceras, hay alegría, sentido del humor y de la fiesta. Se vive sin agobios, sin presiones, se quieren entre ellas, se entienden y se ayudan. Cuando algo de fuera les importuna, son hábiles para ver que eso no es lo que va con su proyecto comunitario. Lo que les desinstala, es decir, lo que les hace levantarse

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Vida y misión Una nueva Vida.....

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de su sofá, no entra en sus planes ni en los planes del dios que viven. Para ellas, su dios les ha creado para ser felices, por ello, es necesario el bienestar comunitario a cualquier precio, eso es algo prioritario en sus vidas. Ayudan y sirven a los demás. Son sensibles a las necesidades de la comunidad y de los de fuera, siempre y cuando no se les levante mucho tiempo del sofá. Están muy identificadas con la oración en el monte Tabor. Me dicen continuamente: Hagamos tres tiendas, o cinco tiendas, o 11 tiendas… hagamos las plazas de sofá que necesitemos en nuestra comunidad para estar bien, para estar cómodas, para seguir el plan del dios que nos quiere felices. Esta comunidad no admite la entrada a gente de fuera, “no tienen sitio en el sofá”, les cuesta estar con familiares o amigos de las otras hermanas o con los vecinos porque “no tienen tiempo”. Son comunidades que están bien así, no quieren cambios, no quieren complicaciones, no admiten a las que “no tienen el mismo proyecto”, les sacaría de su sofá… ¿Me explico? me dijo Jesús. Quizá te lo digo un poco exagerado para que lo entiendas, son personas que no hacen daño, es más, son buena gente y quieren serlo, pero hoy el mundo necesita algo más de la vida religiosa, se necesita otra vida religiosa, y yo creo que es posible. Comunidades botiquín: Te voy a hablar de otras comunidades que empiezan a abundar mucho y que las entiendo, pero… te explico, son las comunidades botiquín. Estas comunidades son de gente jubilada y muy jubilada. Son personas que necesitan realmente muchas medicinas, no se lo inventan, es verdad que las necesitan, pero han hecho del botiquín su vida. Lo primero es su salud, repasan cada día lo que tienen que tomar y tienen en la agenda muy bien anotado cuándo tienen que pedir las nuevas recetas. Para esto la memoria sí les funciona, pero se olvidan, ellas creen que es por edad, de las personas que necesitan algo más que medicinas. En estas comunidades si el doctor Alfredo ha dicho que anden, eso es antes que hacer oración, porque San Marcos ha quedado sustituido por San Alfredo, que ha pasado a ser su director físico y espiritual, las recetas su lectura de cabecera, y sus recomendaciones se anteponen al evangelio. Viven con miedo a perder la salud, la cabeza, a sufrir… y eso es lo que evitan a toda costa. Tienen un gran conocimiento de para qué sirve cada medicina que toman, y llevan la cuenta de sus síntomas y reacciones para comentárselo a San Alfredo. En estas comunidades se hacen cambios, por supuesto, cambios de camas, de sillas más cómodas, se reparten nuevos pastilleros para que recuerden bien la medicación, pero no se entregan las hojitas del evangelio o algunos otros textos con algunas exigencias mías porque… dicen que ya no ven la letra, que no les merece la pena leer porque no recuerdan lo que leen y que ya han asistido a muchos cursos y cursillos…. En fin que ¡están jubiladas, ya han trabajado bastante…! ¿Te parece que exagero?, me dijo Jesús. Creo que sí, que exagero un poco para que lo entiendas, porque son buenas personas y quieren serlo, pero hoy el mundo necesita algo más de la vida religiosa, se necesita otra vida religiosa, y yo creo que es posible Comunidades de los pobres del tercer mundo:

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Vida y misión Una nueva Vida..... También alguna comunidad que mira a lo que está lejos, no a lo de cerca, no al prójimo, es decir al próximo, a la que está junto a ellas. Te explico cómo son estas comunidades. Estas comunidades piensan y hablan de los pobres,contagiadas por la mentalidad de la teología de la liberación. Han adquirido un vocabulario muy actual, saben dónde está la pobreza y los pobres, conocen, e incluso han hecho experiencias en países del tercer mundo, y han experimentado de cerca qué es ser pobres y quiénes son los pobres. Pero les pasa como al hombre que se miró en el espejo que cuando se vuelve y no se ve en él, se olvida de quién es y de cómo es. Así también ocurre en algunas comunidades, hablan de los pobres que están alejados de su realidad, hablan y van a las manifestaciones en protesta contra la injusticia, escriben manifiestos a favor de la igualdad de hombres y mujeres, de ricos y pobres, se han ido a los barrios a vivir, y dicen estár con los de abajo y desde dentro. Yo veo que siguen viviendo en los barrios de forma muy parecida a como vivían antes. Por ejemplo, luego les cuesta atender 10 minutos a la hermana que es lenta hablando, pasar un rato con la hermana mayor que no huele muy bien a veces y que no tiene conversación, que la vecina les cansa y se justifican porque en realidad no es tan pobre, ¡se acaban de comprar un coche…! No ven los pobres del camino, no tienen corazón de samaritano y les faltan entrañas de misericordia. Cuando hablan de pobreza se refieren a la pobreza del tercer mundo, no a la miseria de tantas personas humanas del primero. ¿Conoces a esta? me preguntó Jesús. Me quede callada. Te digo si las conoces porque igual he exagerado un poco para que lo entiendas. Son también personas buenas, con buenas intenciones, quieren ser pobres, pero hoy el mundo necesita algo más de la vida religiosa, se necesita otra vida religiosa, y yo creo que es posible. Jesús se quedó callado y yo le dije: Jesús, dame alguna pista, ¿qué se necesita? Y me contestó: ¡Resucitar! Te voy a hacer un paralelismo de la resurrección de Lázaro

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Resurección de Lázaro Tu amigo Lázaro está enfermo Jesús no se movió Si hubieras estado aquí no hubiera muerto mi hermano

Si crees resucitará. Ya sé que resucitará en el último día. No, si crees, resucitará ahora

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Resurrección de la Vida ¡Hija, la VR está enferma! y nada se cambió Si no hubieras acompañado no hubiera muerto la VR, es decir, si nos hubieras dado vocaciones, si nos hubieras concedido aumentar nuestra misión...no hubiera muerto la VR Si crees que es posible resucitar la VR, resucitará, y ahora es el tiempo. Yo creo que puede resucitar, pero ¿qué hay que hacer?

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Vida y misión Una nueva Vida..... Quitad la losa Va a oler mal porque lleva 4 días enterrado Quitaron la losa... Y jesús, dando gracias al cielo, dijo:

¡Lázaro sal fuera!

Lázaro salió con las vendas... Y Jesús dijo Quitadle las vendas y dejadlo ir

Quitad la losa que la tiene encerrada y como muerta. ¿Qué losa? ¿A qué te refieres? ¿Cómo podemos con lo mayores que somos quitad la losa que lleva tanto tiempo puesta? Me recordó a Mª Magadalena ¿quién nos quitará la losa del sepulcro. Me recordó a nuestra santa Madre “levantad las piedras, y tened fe”. Y las hermanas reunidas en el capítulo dijeron: VR ¡sal fuera! ¡Orta VR es posible! ¿Sal fuera? ¿A dónde hay que salir? ¿fuera? Con lo bien que ya estábamos dentro, con la paz que teníamos dentro...¿sería la paz de estar dorminda? Las hermanas salieron de capítulo con las vendas. Y Jesús les dijo: Quitaos las vendas y recúperad la libertad de caminar, la libertad de moviemiento, la libertad de pensad... ¿¿¿SALID FUERA!!!

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Me resultó curiosa la comparación. Él se quedó callado esperando mi respuesta, y yo me quedé perpleja sin saber qué añadir. Me repetía interiormente ¡salid fuera!, ¡salid fuera!, ¡salid fuera!, ¡salid fuera!.... salid de vuestros moldes, salid a ayudar, salid de vuestra monotonía de rezos, salid y levantaos de sofá, salid a los pobres de ahora, salid de vuestras formas tradicionales de VR, salid del botiquín, salid de vuestras seguridades…. Salid, salid, salid…, Pero este deseo que me entró de salir, se quedó paralizado al pensar que tenía que levantar primero la piedra, y pensé ¿cómo vamos a levantar la piedra del sepulcro que nos ha adormecido? Y Jesús me dijo: ¡ya sé lo que estás pensando! ¡Cómo levantar la piedra! Es muy fácil, ¡¡¡¡LEVANTADLA ENTRE TODAS!!! Y escuchad a los profetas de la resurrección, no sólo a los de la muerte. - ¿Cómo sabías que pensaba eso? Y me contestó: “Porque de lejos penetro tus pensamientos, y antes de que tu palabra llegue a tu boca, ya me la sé toda”. Entonces le pregunté: ¿Conoces a alguna persona actualmente que haya levantado su piedra y haya salido, se haya quitado sus propias vendas y marche con

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Vida y misión Una nueva Vida.....

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valentía por sí misma, que haya roto los protocolos sociales de rigor, las normas que se espera que se cumplan, que haya antepuesto tu amor a todo y haya recuperado la libertad y la vida? Sí, hay personas que lo están haciendo poco a poco. Son las que pertenecen a las comunidades verónica. Explícamelo, por favor. Comunidades Verónica: Creo que de este hecho te acordarás. Cuando yo iba camino de la cruz, una señora, Verónica, vino a mí y con un trapo me limpió la cara. No le di las gracias porque casi no podía hablar, pero me permitió ver lo que había a mi alrededor al quitarme las costras de los ojos, me limpió el sudor y me alivió la cara, me dio cariño, te diría que fue la única muestra de compasión, y esto me dio fuerzas para seguir adelante. Mis huellas quedaron en su trapo. No sé de dónde salió, de entre la gente seguro, fue una atrevida, porque yo era un malhechor, pero no lo pensó, con lo que tenía a mano, me alivió. No pensó qué diría la gente, no pensó si le iban a decir algo, no pensó si el trapo estaba o no muy limpio… Se quitó la piedra de tantos miedos y de tantos razonamientos ¡y me limpió! Hoy hay comunidades Verónica que van con un trapo en la mano, y allí donde ven el dolor, como están cerca, usan su trapo. Nadie sabe que están ni que existen, pero todas valientes, sin hacer una reunión previa para tomar decisiones acertadas, sin preguntarse si su trapo es adecuado, sin pararse por si los demás las juzgan mal, usan su trapo como se necesite en ese momento. A veces lo usan de venda, y curan heridas; a veces lo usan de pañal, y se lo ponen a un niño o a un anciano, no les importa; a veces se lo dejan a la persona que llora, otras veces ponen la casa como un sol porque la limpian con él, es un trapo multiusos, como el amor… Lo utilizan de tal forma que mi imagen se queda grabada en el trapo y en ellas. Por eso su trapo tiene la huella de todos los dolores del mundo. Estas comunidades no son muy deslumbrantes humanamente, no pasan a la historia, pasa su trapo. Cuando la gente ve mi cara en el trapo recuerdan que hay comunidades que miran a las personas y ven lo que otras no ven, que hay personas y comunidades que se atreven a acercarse a dar lo que tienen y a actuar para ayudar en lo que pueden, que han salido de sí mismas para limpiar mi rostro en el mundo. Entregan su testimonio a la historia y ellas desaparecen, no se quedan con el trapo, se desprenden de él. De hecho, nadie sabe qué pasó con Verónica, nadie habló de que ella formara parte de mis seguidores posteriormente, ¿quizá porque era mujer y de las mujeres apenas se habla? Jesús, me has dejado parada, porque no me acordaba de esta señora. Jesús, ¿me oyes? Jesús… Me desperté del sueño y vi que tenía los pies y las manos, incluso la cabeza vendada como con un sudario, y empecé a quitarme las vendas, y decidí hacer un trapo-verónica con ellas.

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Vida y misión

Marcellina Aguiar, ccv

Impacto del Vaticano II en nuestra misión entre los pobres

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La Misión se explica desde el amor de las tres personas de la Trinidad. La Iglesia por naturaleza es misionera. Jesús es el primer misionero que sirve a la humanidad.( Lavatorio) La misión es “Actio Dei;” Es Dios mismo; es el Dios de Jesús que desempeña la misión. En latín, misión significa “ENVIO,” estamos enviadas como el Padre envió a Jesús al mundo. Nuestra misión es Su misión. Proclamar el Reino de Dios, es la prioridad permanente de la misión. (‘Redemptoris Misio’) Según ‘Gaudium et Spes,’ la Iglesia incluye el mundo en su misión porque la Iglesia se encuentra inmersa en el mundo. Evangelizar es: La proclamación de la Buena Nueva. “El Espíritu del Señor está sobre mi, porque me ha ungido para anunciarla buena noticia a los pobres; me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos y a dar vista a los ciegos, a liberar a los oprimidos y a proclamar un año de gracia del Señor.” Lucas 4, 18 – 19; Cualquier cosa hecha por comunicar el amor de Dios es Evangelización. Como el Padre ungió a Jesús, nosotras también estamos ungidas y enviadas al mundo para proclamar la Buena Noticia de Amor, Liberación, Justicia, e igualdad a los pueblos. Nuestra misión nos invita a extender el mensaje de Jesús. “Poneos pues, en camino, haced discípulos a todos los pueblos y bautizadlos para consagrarlos al P adre, al Hijo y al Espíritu santo.” Mateo 28, 19 El Vaticano II afirma que, aunque hay variedad de ministerios, la Iglesia tiene solo una misión, proclamar el Reino de Dios; EL AMOR INCONDICIONAL DE CRISTO. El mandato de Jesús a proclamar la Buena Nueva hasta los confines de la tierra, no es una excepción. El corazón de la misión es comunicar el amor de Dios y a servir su pueblo. Antes de Vaticano II, la Iglesia creía que no había salvación fuera de ella, que sólo la Iglesia Católica tenia la verdad. El Concilio Vaticano II trajo consigo, un cambio radical en su actitud y en su manera de acercarse a las otras religiones (Nostra Aetate 2) y de entender la realidad secular del mundo. Después del Vaticano II, la misión se ve centrada en Jesús y puso énfasis en estudiar y entender las Escrituras. Se adaptaron las Reglas y Rituales según las situaciones, culturas

Educación en los pueblos

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Vida y misión

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Impacto del Vaticano II..... y tradiciones. La Iglesia se dio cuenta de la importancia de relacionarse con la gente, aprendiendo su idioma y apreciando su cultura. Este impacto no fue solo en la Iglesia sino en las Congregaciones; un aire fresco entró y nuestras puertas y mentes se abrieron a los pueblos. Nuestra congregación hizo cambios en nuestra manera de vestir, se hizo más como una comunidad para el pueblo, una comunidad inserta en el pueblo, más abierta a trabajar con los que menos cuentan, despojándose de status jerárquico. Los valores evangélicos desafiaron a la gente y a la vida religiosa. Con los cambios, perdimos vocaciones porque muchas sintieron abogadas dentro de los muros. El ambiente sacra de la vida religiosa cambió, nos hicimos más humanas, aceptando las limitaciones humanas y llamadas así a vivir la plenitud de la vida. Ante todo esto, la misión de Santa Joaquina se entendió mejor después de Vaticano II. Nuestra Congregación de Carmelitas de la Caridad Verdruna, que nació en 1826. Santa Joaquina, nuestra Fundadora, era una visionaria, estaba siempre atenta al Espíritu para hacer la voluntad de Dios. Su visión era “Trabajar por la gloria de Dios y el bien del prójimo.” De hecho, trabajar por el bien del prójimo se es la gloria de Dios. “Os aseguro que cuando lo hicisteis con uno de estos mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis” (Mateo 25,40). Servicio a los pobres, comunicar el amor de Dios Padre a los que no han experimentado amor, es la gloria de Dios. Durante aquel tiempo muchas chicas jóvenes, querían entrar en la vida religiosa y no podían a causa de la pobreza o de falta de educación. Santa Joaquina, abierta a las necesidades de su tiempo, acogió a estas chicas que estaban abrasándose en el amor de Jesús, y que quisieron continuar su misión de amor. Como la guerra civil continuaba en España, había muchos heridos y muchos y enfermos. Joaquina y sus hermanas, cuidaban muy bien las casas de caridad donde reinaba el gozo que se veía en las caras de muchos que encontraron el sentido de vida. Convencidas de su visión de, “Trabajar solo para la gloria de Dios y el bien del prójimo,” las hermanas vivieron la espiritualidad y carisma Vedruna: Oración, Pobreza y Caridad y la alegría como virtud principal. Después del Vaticano II, nuestra Congregación continuó viviendo con más fuerza su compromiso con los pobres. Nuestro sentido de misión nos impulsó a estar siempre disponibles a los pobres, a los menos privilegiados, chicas y chicos no educados, los enfermos, los vulnerables de la sociedad, ONG’s, familias, emigrantes, refugios y otros. En 1960 ya adaptamos nuestro estilo de vestir a la cultura y a la realidad de la India. Fuimos a las regiones tribales de Gujerat. Nuestra misión era evidente, la gente acogió muy bien el mensaje del amor de Dios, a través de los ministerios de educación, salud y liberación. Se compartía la Fe con la gente y esta Fe se nutría con las visitas diarias, con la catequesis, pequeñas comunidades cristianas, Eucaristías, retiros, seminarios y cursos que les capacitaban a perseverar en la Fe y mantenerla viva. Muchas vocaciones surgieron así. Hasta hoy, la misión va dando sus frutos; muchos están bien educados, viven una vida digna e independiente por estar educados, hay muchos internados, dispensarios, hospitales etc. Nuestro contacto con las mujeres a través de las asociaciones de mujeres, hizo posible el desarrollo de los niños, jóvenes y les hizo confiar en sí mismas. Nuestro trabajo capacitó a las mujeres tribales que estaban explotadas y alienadas de sus derechos y dignidad humana. Al inicio del 1970, fuimos por primera vez a un área rural cerca de Ahmedabad. Para

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Vida y misión Impacto del Vaticano II..... poder llevar a cabo la misión, no nos importaba adaptarnos a la vida del pueblo. Su manera de comer, vestir etc. Para extender el mensaje de amor y paz, vivimos con la gente en sus casitas de barro compartiendo sus vidas y así entender su cultura y estilo de vida. Con el hábito parecíamos criaturas muy extrañas a ellos y nos echaban del pueblo creyendo que éramos fantasmas, los perros ladraban al ver nos; los inicios eran muy duros en todo. En el año 1980 la Congregación se fue al área de los ‘Dalits’, un grupo muy afectado por el sistema de las Castas que tenia su repercusiones. Estábamos rodeadas de muchos jóvenes y era un reto grande el trabajar con ellos. La comunidad Cristiana, evangelizada ya durante más de 100 años, empezó a dar fruto. Muchas vocaciones religiosas brotaron de aquí, y las personas comprometidas, las Vedrunas de modo especial, trabajamos mucho a favor de esta comunidad tan excluida de la sociedad y para construir el Reino de Dios aunque el aguijón de las castas permanece en la vida de las personas. El texto renovado de las Constituciones, fue presentado a la Santa Sede en Junio del 1983. En 1990, la Congregación en buena medida se movió hacia los barrios y empezamos a vivir en comunidades de inserción con, y en medio de la gente. La evangelización requería una conversión de nuestras ideologías, llamándonos a comprometernos con nuevo ardor, con nuevo métodos y nuevas expresiones. Consumismo, Globalización y Neo-Liberalismo han envuelto todo el mundo haciendo a los ricos más ricos y a los pobres más pobres. Estando en contacto con la realidad nos sentimos fuertemente motivadas a vivir en solidaridad y con una opción clara por los pobres, poniéndonos al lado de los más necesitados, defendiendo sus derechos, siendo canales de misericordia y trasformación de estructuras que generan injusticia. Hemos contemplado y descubierto la presencia de Dios en la historia, estimulándonos a despertar en los pueblos oprimidos, un sentido de su dignidad, la emancipación de las mujeres, el des-armamento, la conservación del planeta y la conciencia ecológica. Trabajando con los refugiados en muchas partes de África, en colaboración con

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Comunidades insertas

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Vida y misión

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Impacto del Vaticano II..... JRS, nos capacitó para trabajar más responsablemente y sintonizar con los sufrimientos de los desplazados y los pobres. La Congregación ofreció programas de conocimiento a las hermanas para sensibilizarse y para tomar el pulso de la gente para poder responder a las llamadas nuevas. En 1990, como las vocaciones iban disminuyendo, especialmente en el Occidente, la Congregación, atenta a los signos de los tiempos, expande su actividad misionera, trabajando en colaboración con los Laicos Vedruna según los acuerdos del Capitulo general XXIII in 1994. Constituyendo una parte importante de la Congregación, los Laicos Vedruna estudiaron y vivieron el carisma de Santa Joaquina, y pronto, pudieron tener sus estatutos aprobados en el Capitulo General XXIV en 1999. Es una parte de la Congragación independiente según el canon 303. La Congregación, a lo largo de la historia, subraya no solo inserción y las relaciones de sororidad, sino también colaboración con otras ONG’s, Organizaciones y Movimientos de personas de la misma manera de pensar, que trabajan para un mundo más humano y más justo. La apertura a otras llamadas y respuestas a los más necesitados de la sociedad, niños de la calle, menores rescatadas, prisioneros, enfermos de Sida etc. nos aviva el deseo de querer trabajar afectiva y efectivamente. Hemos reforzado la importancia de la medicina herbal para los tribales, ya que está más a su alcance y es menos cara. Organizaciones como UNANIMA, CIJP, CIE son estructuras que nos animan a afrontar la realidad y canalizar nuestro compromiso hacia el Reino. Las dos comisiones ICJP, ICE se iniciaron en nuestro capitulo General XXIV que ayudo a sensibilizar, guiar y motivar las hermanas a revisar nuestros criterios y de vivir con más sentido de justicia y pobreza. Otro importante cambio que hizo la Congregación, era trabajar más de cerca con los migrantes, abriéndoles casa y ayudándoles a poner en regla sus documentos. En Asia, cuna de muchas religiones, sentimos la importancia de dialogar con otras religiones. Pues nuestra multi-religional y multi-cultural testimonio mantuvo vivo en nosotras, un sentido de comunión entre los pueblos, razas y culturas. De hecho, ahora nuestra misión es buscar a Dios en el mundo que nos rodea, reconocer a Jesús presente en las diferentes culturas, lenguajes y religiones. El Capitulo General XXV insistió que estamos enviadas a una misión única y compartida. Caminando con los jóvenes, creando una cultura de dialogo y encuentro nos abrió caminos par mejor entender y implicarnos mas con la gente. Ahondando nuestro sentido de misión como hijas de Joaquina, nos sentimos llamadas a abrazar las necesidades del mundo y a cruzar las fronteras; surgió el concepto ‘INTER’. Hermanas de las 4 Continentes, se juntaron a formar una comunidad a través de la cual, se experimentó la riqueza del compartir mutuo en la diversidad. En el vivir de cada día, damos nuevas respuestas para ‘Proclamar y Defender la vida’ como nos ha dicho el Capitulo XXVI in 2011. Dándonos cuenta que nuestro mundo está aún en la oscuridad, nuestra misión nos llama a colaborar en defender y proteger la vida en todas sus formas. Finalmente, como Vedrunas, nos preguntamos: ¿Nos dejamos interpelar por la realidad de hoy? ¿Estamos lo suficientemente disponibles para dar respuestas apropiadas de forma que la misión sea una experiencia gozosa para nosotras y para los demás? Santa Joaquina: “quiero que mis hijas remedien las necesidades de todo el mundo.” Vedruna: Diálogo y Encuentro

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Vida y misión

Agnes Wada, ccv

Incidencia del Vaticano II en nuestras comunidades Entre otras incidencias, he escogido las siguientes: • • •

• • • •

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En general las comunidades están mucho más abiertas en todos los sentidos. La manera de vestirnos ya no es uniforme sino sencilla y austera. Las hermanas jóvenes y las del grupo de Taiwan optan por no usar el velo y se les respeta. La importancia de hacernos conscientes de nuestros sentimientos y movimientos interiores se ha sentido y se ha tomado en serio en general. Nos ha ayudado bastante la práctica del examen de conciencia para conocernos y aceptarnos a nosotras mismas y vivir en actitud de discernimiento, aunque todavía tenemos mucho camino delante. El sentido de la corresponsabilidad y de la misión única, compartir a nivel profundo, sentido y conciencia de la pertenencia activa a la Iglesia local, relaciones cercanas en la parroquia y en la zona local, se han hecho mucho más grandes y abiertos. La Palabra ocupa un lugar esencial en nuestra propia vida y se la transmitimos a las personas con quienes trabajamos o tratamos. Orar y compartir juntas/os con personas, sean cristianas o no sean, nos une profundamente. Se ha establecido nuestra Casa de Formación en una zona popular cerca de la Parroquia de Matsudo en la Diócesis de Tokyo. Como resultado hemos recibido favores y gracias grandes y abundantes. La participación activa en las actividades de la Parroquia, sentido de pertenencia a la Iglesia local, relaciones muy cercanas y abiertas con los cristianos/as y con las personas que vienen a la Parroquia buscando a Dios o el sentido de la vida, respeto y aceptación mutua entre las personas de diferentes nacionalidades, preocupación y sensibilización por la justicia y paz, se han profundizado palpablemente en nosotras mismas y en las novicias. Participamos en la formación inter-congregacional a todos los niveles. De modo especial destacaría aquí la formación inicial de prenovicias y novicias en Tokyo. A parte de un día mensual de esta formación, se organiza una convivencia de 4 ó 5 días por lo menos dos veces al año en la que participan formandas y formadoras. Así van adquiriendo el conocimiento y sentido de la vida religiosa actualizada y al mismo tiempo se van uniendo mutuamente en la fe y en el seguimiento a Jesús, las jóvenes y las formadoras

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Vida y misión Incidencia del Vaticano II.....





también. La fuerza de esta ayuda, preocupación común, solidaridad y apoyo es muy grande. La Provincia ha establecido dos comunidades pequeñas, sin ninguna obra propia, en Sano y Shimada al lado de las respectivas Parroquias a fin de responder a la necesidad urgente de la pastoral principalmente con los trabajadores de Asia y de América Latina.. Estas dos parroquias pertenecen a dos diócesis diferentes de Saitama y Yokohama, donde el número de católicos migrantes es más numeroso que de los cristianos japoneses. La Iglesia del Japón por la Convención I (1987) y II (1993) de la Evangelización , ha venido insistiendo en la manera de vivir nuestra fe siendo la Iglesia “CON” : con las personas que buscan a Dios y el sentido de la vida, con los que sufren, con los que están fuera de sus países, con las personas solas, marginadas etc. Este sentido de ser “CON” que se podría traducir en la expresión COMPASIÓN y SOLIDARIDAD, pienso que se va haciendo vida poco a poco entre nuestras comunidades y en los lugares de misión.

Hemos venido caminando en estos países de Asia donde somos una minoría muy pequeña, no sólo como religiosas, sino también como creyentes cristianos. En esta realidad, vivir, orar y trabajar por un mundo más fraterno, justo y solidario en la interculturalidad, inter-religiosidad e internacionalidad puede ser un testimonio que atrae a la gente que busca algo que merece la pena y les hará pensar también en Dios.

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Nuestra Provincia está constituida por tres países: Japón, Taiwan y China continental entre los cuales suelen haber grandes problemas políticos y las relaciones diplomáticas suelen ser muy delicadas y difíciles, a veces muy conflictivas como en estos momentos presentes, y esto también pueden influir fácilmente en nuestros sentimientos hacia el pueblo chino en general y en las relaciones con las personas concretas. Aquí viene nuestra razón de vivir unidas en la fe, amor y nuestro carisma. En la Provincia somos de 4 nacionalidades: españolas, indias, chinas y japonesas. Pienso y siento que a la Iglesia y a la Congregación se nos pide que vivamos construyendo comunidades de fe, acogida y solidaridad, aceptando nuestras diferencias, completándonos y enriqueciéndonos con ellas, sean como sean las relaciones políticas y diplomáticas. No se trata de palabras bonitas ni tampoco es fácil. Pero por eso mismo merece la pena ser conscientes y tratar de vivir, orar unidas y seguir caminando juntas en la misión. Si se nos pudieran unir algunas más hermanas de Asia, África, América o de Europa, ¡qué bendición sería para nuestro grupo de Asia y para toda la Congregación!

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2013 LÓPEZ-SALCEDO NAVAJAS, Mª Dolores

Madrid

Sevilla: Carmelitas Vedruna

Febrero 19

BERGADÀ COMPANY, Maria-Dolors

Barcelona

Berga: Comunitat Vedruna

23

CARRERAS DOMINGO. Maria

Girona

Granollers: Cdad Guayaquil

23

QUETAR BELTRAN, Trinidad

Madrid

Cádiz: Casa Vedruna

23

PUJOL VILA, Mª Dolors

Girona

Calella: Escola Vedruna

24

REDONDO REDONDO, Josefina

León

Villademor de la Vega

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ALAVA ROMANO, Isabel

Vitoria

Casa Provincial

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Marzo FERNÁNDEZ LÓPEZ, Amalia

Valencia

Murcia: Sta. Joaquina de

03

TAKE, Miyoko, Mª Agnes

Japón

Matsudo: C. Formación

18

Junio MACWAN, Martha John

India

Vidyanagar: Sneha Dhara

29

Núm 12 - Noviembre 2012

Julio MASCARELL MONFORT, Amparo

Valencia

Conde de Trenor

02

PALAU VERDAGUER, Pilar

Filipinas

Pigcawayan

09

BURGOS JULAR, Mª Concepción

Valladolid

Casa Provincial

11

PONS MESAS, Maria

Girona

Comunitat

13

ESTEBAN GISMERA, Soledad

Barcelona

L’Hospitalet de Llobregat

14

SCANDAROLI, Dirce

Brasil

Casa Nossa Senhora

16

LABORDA BELTRÁN, Mª Teresa

Chile

Puente Alto: San José

17

DURAN MARGARIT, Carme

Tarragona

Verdú: Comunitat

18

MARÍN LÓPEZ, Carme

Girona

Comunitat

18

Vedruna: Diálogo y Encuentro

68

2013 PRAT COSTA, Mª Montserrat

Barcelona

Sallent :Escola Vedruna

18

SALVADOR MARTÍNEZ, Angeles

Valencia

La Unión

18

SÁNCHEZ SANTOS, Mª del Rosario

Valladolid

Cº de Jesús y María

18

VILELLA BURNIOL, Concepció

Barcelona

Berga: Comunitat Vedruna

18

LOMILLO OLALDE, Mª de los Dolores

Vitoria

Zumaia: Maria Eta José Ika.

21

RIVERA CINTRÓN, Iris

P. Rico

Casa Central Vedruna

25

Núm 12 - Noviembre 2012

Octubre

69

RUIZ CALDERÓN, Natividad

Valladolid

Navalonguilla

21

ANDÚJAR GUZMÁN, Eulogia

Barcelona

Madrid: Cº Mayor Vedruna

26

BUSQUETS JORDÀ, Roser

Girona

Caldes de Malavella

26

GIMENO SANZ, Josefina

Perú

Nuevo S. Juán

26

LÓPEZ OTERO, María

Brasil

Maringá: Casa Santa Cruz

26

BERENGUER VILARMAU, Mª Asunción

Africa

Moanda

27

CODERA VISTUER, Mª Dolors

Barcelona

Comunitat Mallorca

27

GILIBETS DALMAU, Maria-Antònia

Barcelona

Vic: Casa Mare

27

SOTO FERNÁNDEZ, Mª del Carmen

Madrid

Puerto de S. Mª

27

TORMO BERMUDO, Carme

Barcelona

Comunitat Mallorca

27

DÍEZ GONZALO, Mª Luisa

Valladolid

Navalonguilla

28

GONZÁLEZ DE LUIS, Severina

Valladolid

La Cistérniga

28

LLORENTE SÁNCHEZ, Agustina

León

Casa Provincial

28

RODRÍGUEZ PEÑA, Mª Concepción

León

Santa Ana

28

ROMERO PEÑALVER, Mª del Pilar

Madrid

Puerto de S. Mª

28

MARTÍNEZ ROBLES, Tomasa

Italia

Comunidad. Prati

30

Vedruna: Diálogo y Encuentro

2013 Colombia

Comunidad El Consuelo

30

ASEGUINOLAZA INZA, Mª Asunción

Vitoria

Pamplona: Txantrea.Vedruna

30

MARTÍNEZ ROBLES, Mercedes

León

Virgen del Camino

30

MOREO GOYACHE, Mª Lidia

Vitoria

Zaragoza: Bº La Almozarra

30

NOGUERA GARCÍA, Mª del Carmen

Valencia

Oliva: Maestro Chapí

30

OLABARRÍA VALLEJUELO, Mª Rosario

Vitoria

Bilbao: Cº Ntra. Sra. del C.

30

PAGAZAURTUNDUA , Hilaria

Vitoria

Donostia-S.Sebastián Larratxo

30

ROJO ESTÉVEZ, Mª Josefa

León

Orense: Sta. Joaquina

31

Núm 12 - Noviembre 2012

ASEGUINOLAZA INZA, Mª Dolores

Vedruna: Diálogo y Encuentro

70

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