OBRAS DE EDMUNDO DE AMICIS

OBRAS DE EDMUNDO DE AMICIS T R A D U C I D A S D I R E C T A M E N T E DEL I T A L I A N O por HERMENEGILDO GINER DE LOS RÍOS be ven tu en las

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OBRAS DE EDMUNDO DE AMICIS T R A D U C I D A S

D I R E C T A M E N T E

DEL

I T A L I A N O

por

HERMENEGILDO GINER DE LOS RÍOS be

ven tu

en

las

principales

librerías.

PESETA!*

1870-71.— Recuerdos 3 La vida militar. — Bocetos. (Primera s e r i e ) . . . 3 La vida militar. — Nuevo» bocetos. (Segunda serie) 3 Páginas sueltas '. . . 3 Retratos literarios 3 España 3,50 Efectos psicológicos del vino. (Conferencia).... 1 Italia. Dos tomos 6 Los amigos. Tres tomos 9 Poesías, traducidas en verso castellano 3,50 Corazón (Cuore). Diario de un niño, con prólogo de Fernanflor 3,50 Constantinopla. Dos tomos 5 Novelas 3 Holanda. (En colaboración) 4 i

EIí PRENSA Turin,

Londres y

París.

IMPRESIONES DE AMÉRICA ACUARELAS

DE

NIÑOS

RETRATOS DE HOMBRES

OBRAS

DE

AMICIS

IMPRESIONES

AMÉRICA ACUARELAS Y DIBUJOS

TRADUCCIÓN

DEL

ITALIANO

por

H. G I N E R D E L O S R Í O S

AGUSTÍN

MADRID JUBERA, ALMACENES

DE

EDITOR

LIRROS

Calle de Campomanes, 10.

Es propiedad. L e g a l i z a d a p o r el a u t o r .

Imprenta

Popular,

MADRID Plaza del Dos de Mayo, 4. 1889

AL

LECTOR

A publicación de un libro de E d m u n do de Amicis constituye en Italia una verdadera solemnidad; y aunque no tanto, bien puede calificarse de acontecí miento extraordinario en otros países, entre los cuales se cuenta España, por fortuna. Los admirables estudios que forman el presente volumen no fian sido todavía co leccionados en la patria del autor. Por primera vez se reúnen en español, pues, habiéndonos dispensado esta honra nuestro ilustre amigo. E n Italia aparecieron en distintas r e vistas, periódicos, diarios, libros de regalo de primero de año, etc., e t c . , ó s i r v i e n -

VIII

AL

LECTOR

do de introducción á otras obras, ,sin que hasta el presente ningún editor los recogiera, constituyendo un cuerpo tan interesante como el titulado, por ejemplo, Páginas sueltas, entreoíros volúmenes. Acaso deba buscarse la razón de que hayan permanecido sin coleccionar, en los propósitos del autor. Cada uno de estos capítulos forma como el boceto de un estudio amplio, que, una vez escrito, ha evocado en la mente de Amicis el deseo da-desarrollar el tema, edificando sobre esa base una verdadera obra. Aquí se hallan los gérmenes de muchos de sus libros, unos que ya aparecieron , otros que están á punto de salir á luz, otros que todavía no se han cristalizado en el pensamiento del escritor i n s i g ne, otros, en fin, que tal vez quedarán para siempre en la categoría de meros deseos y halagüeños proyectos. Y no ciertamente (aludo á los últimos) porque no se presten para desenvolver un cuadro los apuntes ó la primera materia de estos trabajos, sino porque Amicis no sorprenderá el instante en el cual su voluntad se decida á la labor. Para otro cualquiera, un boceto, una acuarela, un simple dibujo, un apunte, no da motivo mas que para lo elaborado; en cambio para el genial publicista, todo asunto

AL

LECTOfi

IX

es grande y suficiente, toda nota bastante y susceptible para que en sus manos se convierta en obra completa y hasta colosal. Tratar lo nimio como lo total, el pormenor lo mismo que el conjunto, es tarea reservada á los artistas. Y así es él. Acaso haya quien objete que su estilo pertenece á otro tiempo; el mecanismo de su literatura á otra época; s u s procedimientos á un período histórico que desaparee^ por el momento, ahora que -r ^ priva el naturalismo en toda su desnudez, ^ í | el realismo con todas sus groserías; p e & j á ^ f he aquí el mérito insigne de Edmundo TO&Vífí A m i c i s : hoy, fuera de la corriente de sW^y"! tiempo y del gusto dominante, tienen taP ORRÍAÍÍ los años en los cuales todavía / s ^ existía u n único e x a m e n , concurriendo candidatos d e todos los institutos d e T u r i n ; a c u d í a n por esto u n a s ciento c i n c u e n t a en el día á q u e nos referimos á la Escuela N o r m a l , p a r a sufrir el e x a m e n p o r escrito q u e h a b í a d e s u 1

m i n i s t r a r l e s el certificado

oficial

de

pobreza,

como h a definido u n diario pedagógico el título de maestra. H a b í a n s e agrupado u n a s cincuenta d e l a n t e d e la p u e r t a desde las p r i m e r a s horas d e l a m a ñ a n a , y á cada i n s t a n t e llegaba u n n u e v o g r u po ó u n a p a r e j a ; señoritas elegantes d e l a E s cuela N o r m a l , con sombreros q u e parecían canastillos d e flores; m u c h a c h a s de a l d e a , cuyo origen estaba m a l disimulado por tal cual ador-

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n o de la capital, d e pésimo g u s t o , y h e r m a n a s d e Cottolengo con los escapularios e n c a r n a d o s al c u e l l o ; hijas de militares con a q u e l gracioso traje corto q u e les d a b a el aspecto d e g u i r n a l das de flor de lis. Los grupos ó piquetes escolares iban acompañados por las m a e s t r a s , las directoras ó las porteras de los e s t a b l e c i m i e n t o s ; las a l u m n a s privadas llevaban al lado, o r a la m a d r e , ó r a l a tía, ora al p a d r e encanecido y g r a v e , con la conciencia de la p r u e b a s o l e m n e en q u e iba á poner el honor intelectual de su hija. U n profesor m e señaló a l g u n a s h e r m a n a s d e S a n José, q u e tenían ciertas cofias de vieja con velo sobre los ojos. Yo no reconocí m á s q u e las Rosinas en el vestido violeta y el p a ñ u e l o b l a n co a r t í s t i c a m e n t e a n u d a d o sobre el p e c h o , y sobre él la cruz de oro colgada de u n a felpilla n e g r a . Observé u n grupo de m u c h a c h a s q u e l l e vaban al cuello cintas de varios colores q u e p a recían encomiendas de ciertas condecoraciones; m e dijeron q u e procedían del I n s t i t u t o religioso de Y i r l e . Veíanse candidatos extremadamente j ó v e n e s , solas, q u e a d e l a n t a b a n t í m i d a s , com o huérfanas a b a n d o n a d a s , y a u n a l g u n a s señoras vestidas con severa elegancia (quizá viudas), con ese aspecto especial q u e revela la l u cha heroica que se lleva á cabo á brazo p a r t i d o con l a miseria, y éstas a d e l a n t a b a n con paso r e suelto y rostro a l t a n e r o , a u n q u e con los ojos b a -

REVALIDA

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j o s . L a s ú l t i m a s q u e llegaron vestían los g a b a n cülos d e seda n e g r a del I n s t i t u t o del Socorro, y las vestidas color de tierra, q u e eran las n i ñ a s de Santa Rita. P e r o ni a u n el director general conocía todas las divisas de aquel i n n u m e r a b l e ejército femenino. L a s había d e la P r o v i d e n c i a , d e la A n u n c i a c i ó n , de la Concepción. L a h o r a h a bía t r a n s c u r r i d o y llegaban con precipitación todavía. Llegaban a n h e l a n t e s , t r a y e n d o en las m a n o s p a p e l , p l u m a s , t i n t e r o s , l i b r o s , cartuchos con fruta y p a n , y hasta frascos con café y cocim i e n t o s de flores cordiales, todo ello comprado y preparado de prisa aquella m i s m a m a ñ a n a . Y como los libros estaban p r o h i b i d o s , m u c h a s los llevaban debajo d e la ropa, y venían tan abultadas y cargadas q u e a n d a b a n con cierta dificultad y sin garbo. E n algunas se n o t a b a como t r u n c a d a la hermosa línea q u e baja de la cadera, á la a l t u r a de la rodilla, saliendo u n o s ángulos agudos, e n t e r a m e n t e inexplicables p a r a todo aquel q u e no se fijase ó desconociera el uso de d e t e r m i n a d a s amplias faltriqueras postizas, inventadas p a r a el contrabando de los libros d e t e x t o . Candidatos h e m b r a s , m a e s t r a s , p a d r e s , directoras, a m i g a s , fueron e n t r a n d o y colocándose apretadas en u n largo corredor d o n de las esperaba el secretario del provisor g e n e -

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ral p a r a pasar lista, el inspector p a r a leer el t e m a , y dos profesores y u n a m a e s t r a p a r a v i gilar los trabajos. C u a n d o se creía q u e no podía faltar n i n g u n a , apareció u n a figura q u e llamó la atención de todas: u n a h e r m a n a del B u e n P a s t o r , complet a m e n t e vestida de blanco, con ancho c i n t u r ó n celeste alrededor del t a l l e , sandalias blancas y velo negro. E r a a l t a , r u b i a , b e l l a , de aspecto modesto al par q u e firme, y s e m b l a n t e i l u m i nado por dulcísima sonrisa. Atravesó el corredor con a n d a r resuelto y noble q u e ponía en elegante movimiento todo aquel traje ligero y sencillo; su e n t r a d a fué precedida y seguida por prolongado m u r m u l l o de a d m i r a c i ó n . Oí decir que era hija de u n coronel m u e r t o e n c a m p a ñ a y q u e debía dejar el velo p a r a ir de maestra á u n m u n i c i p i o r u r a l . Después de ella, nadie se fijó en la e n t r a d a de otra m u c h a c h a con mal arreglada cofia de campesina en la cabeza y u n a basta carpeta baj o el brazo; u n a pobre chica, p e q u e ñ a y tosca, de cabellos rojos, e n t e r a m e n t e sola, p o b r e m e n te vestida, la cual traía p i n t a d o en el rostro, irregular y feúcho, pero simpático á fuerza de ser honrado y h u m i l d e , el horror al e x a m e n .

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A la ú l t i m a c a m p a n a d a de las ocho, el secrer i o , de pie sobre u n banco, d o m i n a n d o su cab e z a calva á todas aquellas cabelleras, pasó lista con voz t o n a n t e . P a r a las a l u m n a s de los establecimientos oficiales, ó bien organizados p r i v a d a m e n t e , fué cosa breve y hacedera; pero p a r a las d e m á s . . . L a u n a no había Jlegado todavía y contestaba por ella u n a tía suya, diciendo que la acababa d e dejar en la oficina de la inspección p a r a pagar los derechos; por otra respondía u n a a m i g a : — S e h a b r á p e r d i d o . . . no h a estado n u n c a en la capital: ¡está tan lejos!... - d o s ó tres llegaron corriendo precisamente en el m o m e n to en q u e se leían sus n o m b r e s , rojas como a m a p o l a s , a h o g á n d o s e , disculpándose con q u e h a b í a n ido no sé adonde á recoger la firma de no sé q u é d o c u m e n t o . T e r m i n a d a la lista, se concedieron a ú n a l g u nos m i n u t o s , p a r a ver si llegaban las a u s e n t e s , y entonces estalló u n gran cuchicheo, q u e iba c r e c i e n d o , c r e c i e n d o , hasta convertirse en vocerío ensordecedor. L a s discípulas de los centros organizados estaban unidas en grupos charlando de prisa y á m e d i a v o z ; las rurales se h a b í a n a r r i n c o n a d o , m u d a s y como absortas en contemplación d e a s o m b r o , de donde se t r a n s p a r e n t a b a como cierta envidia resignada y melancólica frente á

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frente del círculo de las educandas de la E s c u e l a N o r m a l , altivas t o d a s , s e g u r a cada cual d e sí m i s m a , h a b l a n d o c o r r e c t a m e n t e en a l t a voz y con el tono de q u i e n se e n c u e n t r a en su p r o pia casa y q u i e r e hacerlo c o m p r e n d e r á l a s demás. E n t r e éstas se destacaba u n a chica de fulgur a n t e s ojos, p e q u e ñ i l l a , t r i g u e ñ a , vestida u n si es ó no es de fantasía y u n tantico pretenciosa, pero agradable, viva como el ingenio, b r i l l a n t e como la plata; u n bello tipo, en fin, soberbio, de poetisa rebelde á la pedagogía y los reglam e n t o s . De ella se m u r m u r a b a aquí y acullá q u e ya colaboraba en varios periódicos l i t e r a r i o s y que hasta había escrito u n a novela. L a pobre campesina del pelo rojo la a d m i raba t í m i d a m e n t e y como avergonzada de s í propia; y aquella se componía y pavoneaba, como si se sintiese orgullosa por ser objeto de t a n ta atención, sin dignarse m i r a r hacia sus a d m i radoras. Descubrí al pasar por e n t r e aquellos grupos á u n a religiosa medio escondida e n t r e las c o m p a ñ e r a s , q u e oraba sin cesar moviendo los convulsos labios, a p r e t a n d o las cruzadas m a n o s h a s ta el p u n t o de tener blancas las u ñ a s . E n t r e t a n t o las maestras y directoras d a b a n sus últimos consejos a l a s e x a m i n a n d a s , a l g u nas de las c í a l e s tomaban a p u n t e s .

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— M a t i l d e , te recomiendo la m a n e r a de c e r r a r las cláusulas. — N o olvidéis aquel b e n d i t o p u n t o y coma. — Y a sabe m i recomendación; c o n q u e . . . senc i l l e z , orden y precisión. — ¡ L o s períodos largos, por amor de Dios! —¡Sentir y meditar! Llegado el m o m e n t o de la e n t r a d a del t r i b u n a l , debieron i n t e r v e n i r los profesores p a r a i n t e r r u m p i r las advertencias y consejos. E n tonces se convirtieron las recomendaciones en compasivos saludos. — ¡ A n i m o , hija m í a ! — ¡Adiós! —¡Hasta luego! —¡Confianza y e s p e r a n z a ! — ¡ A h , pobrecilla! L a p o r t e r a , de pie en la p u e r t a , secuestró i n e x o r a b l e m e n t e , a u n q u e n o sin t r a b a j o , todos los libros visibles, y las candidatos e n t r a r o n casi á la carrera en la sala de a c t o s , p r o c u r a n d o todas llegar las p r i m e r a s , p a r a o c u p a r l o s bancos m á s lejos del profesor. L a bella religiosa vestida d e blanco se sentó en el sitio más cerca de a q u e l . C u a n d o todas estaban s e n t a d a s , e n t r ó sin aliento u n a chicuela medio trastornada por la c a r r e r a q u e acababa de d a r , y en la cual h a b í a perdido el velo, e x c l a m a n d o con voz m o r i b u n d a : — ¿ S e h a dictado y a el t e m a ?

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Muchas soltaron la carcajada, y ella fué á col o c a r s e , soplando todavía, en la p u n t a de u n banco. Acto seguido reinó profundísimo silencio.

*

E l director, teniendo á su lado á los profesores y á la maestra, rompió s o l e m n e m e n t e el sello de lacre del pliego cerrado donde se contenía el tenia p a r a el ejercicio del e x a m e n , y q u e se refería á u n trozo de composición gramatical y literaria. Aquellas ciento c i n c u e n t a m u c h a c h a s estaban allí inmóviles, con los ojos fijos, la boca cerrada, suspendiendo el aliento como a n t e u n a m á q u i n a fotográfica. E r a u n espectáculo nuevo aquella mescolanza de rostros y vestidos, elegantes ó de aldeanas, monásticos, de colegialas, c u y a variedad, i n m e n s a y e x t r a ñ a , desaparecía casi, á la vista del observador bajo la expresión uniforme de atención i n q u i e t a n t e y profunda á la cual se h a b í a n adaptado todos los diversos aspectos. A q u í y allá distinguíanse semblantes lindísimos, q u e se destacaban de la m e d i a n í a del m a -

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yor n ú m e r o como flores e n t r e h o j a s ; y veíase u n m a r de cabezas como m u e s t r a m u l t i f o r m « de peinados, e s t u d i a d a m e n t e v i s t o s o s , e s t u d i a d a m e n t e simples, tufos a t r e v i d o s , ondas sentim e n t a l e s , trenzas a p r e t a d a s , nudos flojos, cocos m o d e s t o s , rodetes complicados , lucían por do- > q u i e r , e x p r e s a n d o cada cual su belleza é i n d i cando si el sol d e los campos ó el fuego de las tenacillas h a b í a tostado y ondulado aquellas cabelleras. L a campesina del cabello rojo habíase sentado e n t r e u n a m o n j i t a regordeta y u n a señor i t a alta, c u r s a n t e en la Escuela N o r m a l . L a poetisa estaba hacia el c e n t r o , y como se h a b í a quitado el sombrero hacía gala de u n e n o r m e m o n t ó n de rizos negros q u e le caían sob r e la frente y las mejillas como m e l e n a de salvaje. Dos bancas estaban c o m p l e t a m e n t e llenas de religiosas todas vestidas de n e g r o , y en otros parecía se habían dado cita los vestidos m á s p r i m a v e r a l e s , las cabecitas más caprichosas y más adornadas de la clase escolar. L a luz q u e p e n e t r a b a por las rasgadas v e n t a n a s del fondo esparcía u n contorno de oro s ó b r e l a s cabelleras, u n n i m b o b r i l l a n t e sobre todas las ca- » b e z a s , reflejos luminosos sobre todos los h o m bros. Y p a r a concluir el cuadro, sentado en u n velador, solitario, en medio del hemiciclo formado

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por las mesas y los bancos, se d e s t a c a b a u n c a n didato s i n g u l a r , q u e no h a b i e n d o podido, p o r razones particulares, ir á e x a m i n a r s e á la escuela normal de maestros de u n a provincia, h a b í a obtenido la gracia de ser e x a m i n a d o con las maestras en la capital. E r a u n carabinero de la legión de T u r i n , vestido de uniforme.

**

A p e n a s el inspector leyó la ú l t i m a p a l a b r a del t e m a , se percibió el r u m o r de u n a o n d a d e m u r m u l l o s , de suspiros, de exclamaciones comp r i m i d a s , como después de la lectura de u n a sentencia a n t e u n t r i b u n a l , y d u r ó aquella oleada algunos m i n u t o s , e n t r e febriles movimientos de cabezas y manos, y mezcla precipitada d e hojas y cuadernos. Después volvió á r e i n a r profundo silencio. • Trabajaron las dos p r i m e r a s horas t r a n q u i l a m e n t e . U n o de los profesores y la m a e s t r a , q u e tenía el aspecto de u n a gobernadora d e s t i t u i d a , vigilaban; pero los libros sacados d e las faltriq u e r a s misteriosas cumplían su misión á las mil maravillas. E l entrecejo del profesor no i m p o r -

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t a b a á n a d i e ; á aquellos trescientos ojos perspicaces no se escapaba el s e n t i m i e n t o de i n d u l gencia q u e se escondía bajo a q u e l l a máscara amenazadora. E m p e z a r o n á circular por debajo de las b a n cas los pedacillos d e papel y los abanicos portadores de súplicas d e socorro. S o l a m e n t e la monja blanca m e d i t a b a y escribía, sin cuidarse d e lo q u e ocurría á su alrededor, en actitud y compost u r a de santa v i r g e n . L a poetisa trabajaba como i n s p i r a d a , paseando de vez en cuando u n a m i r a d a sonriente compasiva sobre sus v e c i n a s , y sacudiendo con movimientos de orgulloso t r i u n fo su rizada c a b e l l e r a , como si esparciese en d e r r e d o r u n n i m b o glorioso de donde se desp r e n d i e r a copiosa lluvia de ideas. Veíanse acá y allá en el recogimiento del t r a bajo actitudes graciosísimas de c a b e z a ; y como q u i e r a q u e todas estaban inclinadas sobre el pap e l , en todas se podía apreciar su l o n g i t u d , desd e la frente á la coronilla, sirviendo las r a y a s blancas y espesas de t é r m i n o de comparación y d e m e d i d a . P e q u e ñ a s m a n o s nerviosas mojaban la p l u m a en el tintero con movimiento rápido y f r e c u e n t e ; grandes ojos azules buscaban la frase de vez en c u a n d o , cual si estuviese escrita en el t e c h ó , con m i r a d a s e r r a n t e s de e n a m o r a d a , ó descendían al s u e l o , ó giraban de u n o á otro l a d o ; actos impacientes se sueedían, y á

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veces m á s de u n codazo r e c l a m a b a la severa p u pila de la profesora, y golpecitos constantes d e tacones en el suelo indicaban la fiebre e n éstas ó en las otras. L a pobre chica del cabello rojo debía h a b e r se atascado desde el principio en a l g u n a g r a n d e dificultad y parecía d e s a n i m a d a ; ¡con c u á n t a envidia y tristeza contemplaba el correr ligero d e la p l u m a de sus c o m p a ñ e r a s ! ¡ P o b r e s j ó v e nes ! ¡ C u á n t a s esperanzas estaban confiadas á aquellos trabajos! ¡ C u á n t a s familias, caídas d e r e p e n t e en la pobreza por inesperada m u e r t e de los padres ó por otras circunstancias, d e p e n dían en aquel i n s t a n t e solemne del acierto d e aquellas p l u m a s ! Viejos labradores del c a m p o , operarios, h o m b r e s i n ú t i l e s , i n d u s t r i a l e s sin ocupaoión, comerciantes venidos á la i n d i g e n c i a . . . todos a g u a r d a b a n de la hija maestra u n pedazo de pan y u n rayo de v e n t u r a . E n los breves intervalos de reposo, al t e r m i n a r u n a p á g i n a , a l g u n a s pensarían quizás en su lejana aldea y en la p e q u e ñ a escuela donde reinarían envidiadas; otras, recorriendo los años con el p e n s a m i e n t o , y a se veían directoras temidas y acariciadas en u n a escuela normal de capital de provincia; más de u n a tal vez tenía en aquel m o m e n t o en la m e n t e la composición de un libro de lectura q u e había de darle honra y provecho; y en m u c h a s aguijoneaba la fan-

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tasía u n amor apasionado de a l g u n a a l m a noble, nacido por la admiración de la vida q u e ella llevaba, h o n r a d a y valerosa, y por sus v i r t u d e s d e educadora y de maestra. Se traslucía de casi todos aquellos s e m b l a n tes, bajo la preocupación del m o m e n t o , la fe i n t r é p i d a , el a m o r a r d i e n t e hacia la infancia, el e n t u s i a s m o m a t e r n o y apostólico con q u e la m a y o r p a r t e de las mujeres se lanza en la car r e r a de la e n s e ñ a n z a . Quien hubiese podido d a r forma y color a todo lo q u e veían en el porv e n i r aquellos cerebros exaltados, p i n t a r í a u n hermoso c u a d r o , u n a l u m i n o s a confusión de paisajillos a m e n o s , de buenas a l u m n a s , de alcaldes obsequiosos, de municipios q u e aplaud í a n , de distribución de premios en solemnes festivales, d e n t r o de salas llenas de g u i r n a l d a s y b a n d e r a s , y de jóvenes inclinados y sonrientes en actitud de e n t r e g a r el anillo nupcial, en medio de u n círculo de padres conmovidos y madres llorando...

* ** E n t r e tanto trabajaban y trabajaban. P e r o la chiquilla del cabello rojo parecía cada

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vez m á s d e s a n i m a d a ; parecía q u e t r a t a b a d e r e u n i r en su e n t e n d i m i e n t o , d e s e s p e r a d a m e n t e y en v a n o , las pocas ideas perdidas en su pobre m a g í n i n c u l t o , d o b l e m e n t e oscurecido por el miedo. E l l a fué la q u e hizo q u e dirigiera mi pensam i e n t o hacia tristes presagios... ¡Ah! no os abandonéis á esos s u e ñ o s . . . T ú , l i n d a m o r e n a del p r i m e r banco, relegada á u n a escuela*solitaria, fortín avanzado de la civilización, en medio de u n campo poblado de ign o r a n t e s , consumirás el á n i m o d u r a n t e siete años e n t r e u n a m u c h e d u m b r e de chicuelas cuyos padres les inculcarán el desprecio hacia el alfabeto, sugiriéndoles palabras v i t u p e r a b l e s q u e irán á escribir con carbón en la p u e r t a de tu casa. T ú , señorita vestida de color lila, m a e s t r a m u n i c i p a l de u n a gran ciudad, tendrás q u e d e r r a m a r lágrimas de fuego por las i m p e r t i n e n cias q u e v e n d r á n á decirte a l a e s c ú d a l a s verduleras enriquecidas y vestidas de seda, furiosas porque no has demostrado demasiadas consideraciones con la recua indisciplinada de sus retoños. T ú , por el contrario, delicada r u b i a , consum i r á s tu salud en u n a escuela rural s u b t e r r á n e a , apestada por la vecina c u a d r a del alcalde. T u compañera de la i z q u i e r d a , en u n m u -

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nicipio donde no se cobra por años e n t e r o s , se v e r á obligada á vivir cosiendo camisas p a r a los campesinos. T ú , la distinguida m u c h a c h a de nariz acaballada, caerás de la gracia d e n t r o del p a r t i d o , por h a b e r despertado los celos de la alcaldesa, y t e n d r á s a m a r g a d a la vida por el párroco, p o r q u e no vas á misa de cinco. A las dos amigas del banco posterior les esp e r a respectivamente ser l l a m a d a la u n a por apodo la pobre, considerando la aldea como u n deshonor t e n e r u n a m a e s t r a q u e compra s^iGo^Jjyo^ en la plaza y m í s e r a m e n t e se a l i m e n t a ptíp-s»» correr á su familia a u s e n t e ; y la otra, séifá oh- . Í¡\£'•-») j e t o de u n a c a l u m n i a infame, por cada X^stido^ nuevo q u e compre con el d i n e r o q u e le máñoan . de su casa. >5£-'-^ 1

T ú , pálida y soberbia j o v e n , después dSioono '^ ]\ años de trabajo y m u c h o s meses de pcrft^gfror.HERICAllA" ción, perderás tu escuaia por h a b e r desdeñado—^* "** ' las galanterías del borracho síndico. 5

T ú , pobre n i ñ a , q u e hojeas el libro á h u r t a d i l l a s ; t ú , más amorosa p r o b a b l e m e n t e q u e fuerte, sufrirás la a n g u s t i a de averiguar u n día q u e el p r i m e r a n ó n i m o q u e h a d e n u n c i a d o al inspector de la provincia tu culpa para e c h a r t e fuera del p a í s , lo ha escrito p r e c i s a m e n t e el hijo de u n concejal, al cual h a b r á s e n t r e g a d o al propio t i e m p o h o n r a y coiazón.

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JÓVENES

T ú , no te rías, p e q u e ñ a poetisa del pelo r i zado, p o r q u e en u n m u n i c i p i o lejano de la capital, cobrarás el sueldo de u n mes cuando lleves seis de atraso, todo él en p e q u e ñ a s m o n e das de céntimo, y necesitarás, al a b a n d o n a r el p u e b l o , cargar u n j u m e n t o p a r a llevarte t u c a u d a l , debiendo hacer el viaje á pie p a r a no cansar demasiado la caballería. No rías tampoco t ú , graciosa y delgadilla d e los dientes blancos, p o r q u e a d q u i r i r á s u n a enfermedad q u e te d u r a r á u n a ñ o , por h a b e r corrido d u r a n t e u n mes de crudo i n v i e r n o , con la nieve á las rodillas, yendo de casa en casa á dar lecciones particulares en las de los ricos propietarios de los alrededores. ¡Qué queréis! es u n a vida r u d a , j o v e n c i t a s , la q u e os ofrece la patria. Debéis vivir c a s i , ó sin casi, en la miseria; pero no podemos h a c e r m á s por aquellas á las cuales confiamos la i n fancia y e n c o m e n d a m o s el porvenir de la n a ción. E l oro se h a de gastar todo él en p r e p a rar u n a gran carnicería e u r o p e a , c u y a p r i n c i pal ventaja será p r o b a b l e m e n t e dejarnos t r a bajar veinte años en paz, á fin de p r e p a r a r otra nueva guerra.

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P e r o ellas no p e n s a b a n en estas cosas, y t r a ­ bajaban, t r a b a j a b a n m u c h o m e n o s t í m i d a m e n ­ te q u e al principio. A l g u n a s h a b í a n dado ya fin á la tarea y se habían m a r c h a d o ; de lo cual ha­ bía nacido en o t r a s , como es consiguiente, el t e m o r de no acabar d e n t r o del plazo fijado. U n a de las p r i m e r a s en concluir había sido la poe­ tisa, q u e entregó sii faena al profesor con u n a d e m á n majestuoso, como de quien d i c e : — « H e a q u í mi obra m a e s t r a , trasmitidla á la posteri­ dad.» A h o r a trabajan todas p r e c i p i t a d a m e n t e , h a ­ ciéndose á cada m o m e n t o m á s frecuentes y v i ­ vos los movimientos de impaciencia, las m i r a ­ das suplicantes al t e c h o , los golpecitos de los pies; y corrían e n t r e los b a n c o s , con un m o v i ­ m i e n t o siempre más r á p i d o , los papelillos, los libros, las páginas a r r a n c a d a s 'de otros y h e ­ chas bolas de papel, i m p í a m e n t e , p a r a pasarlas con más facilidad de m a n o en m a n o . P e r o habiendo e n t r a d o otro profesor p a r a relevar al p r i m e r o ( u n a cara q u e no predispo­ nía b i e n ) , todos los libros desaparecieron en u n a b r i r y cerrar de ojos. M u c h a s , sin dejar de es­ cribir, engullían u n bocado por vía de desayu­ n o , tapándose la boca con la m a n o i z q u i e r d a . D e cuando en c u a n d o pedía a l g u n a q u e otra permiso para salir. Seguía á esto el* r u m o r d e ligero altercado e n t r e la m a e s t r a y la p o r t e r a ,

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cómo si hubiese sorprendido u n a t e n t a t i v a d e comunicación literaria e n t r e la "sala y la calle. L a portera aseguró q u e le h a b í a n llevado ciertos pasteles sospechosos p a r a esta ó aquella candidata q u e se decía q u e sufría de debilidad d e estómago y que debía en horas fijas tomar alim e n t o ; pero la cancerbera se negó á a d m i t i r los, por sospechar q u e dentro de aquellos pastelillos podría venir la solución al t e m a , y escrita y todo la composición. Tampoco faltaba exam i n a n d a que se levantase p a r a rogar al profesor q u e aclarase algún p u n t o dudoso del t e m a del ejercicio; y las p r e g u n t a s estaban tan hábil é ingeniosamente combinadas, q u e s i e m p r e conseguían u n a respuesta m u c h o más a m p l i a q u e lo q u e s i m p l e m e n t e se p r e g u n t a b a . Al ir entregando los trabajos, solían éstas ó las otras p r e s e n t a r también sus excusas acerca de la letra ó las faltas q u e h u b i e r a n podido com e t e r , porque «no estaban buenas» ; ó bien interrogaban con aire i n g e n u o sobre si debían raspar u n borrón q u e i m p e n s a d a m e n t e h a b í a caído en el papel. A q u e l l a otra se había p r e sentado enferma al e x a m e n . . . A medio día ya no q u e d a b a n sino la m i t a d ; y á medida q u e corría el tiempo crecía la furia, el afán, el anhelo de la actividad. A algunas se les conocía-que estaban c a n s a d a s , y se las veía pálidas, despeinadas de tanto a n d a r s e en la ca-

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beza, como si con la p u n t a de los dedos se e m p e ñasen en a r r a n c a r las ideas p a r a trasladarlas al papel, ó resucitar en la m e m o r i a p e n s a m i e n t o s alejados ó perdidos; otras hasta s u d a b a n . M u chas m i r a b a n al reloj á cada p e r í o d o . . . E l profesor las a l e n t a b a , repitiendo de vez en c u a n d o : «Vamos, vamos, hay q u e aligerar»; y aquellas terribles palabras, dichas con el tono más suave posible, sonaban como terribles en todos los oídos, y eran seguidas de un rasguear de las p l u m a s mucho más precipitado, enardeciéndose las manos á la par q u e el á n i m o con acompañ a m i e n t o de a d e m a n e s de dolor y desaliento. Ú n i c a m e n t e la religiosa del B u e n P a s t o r c o n t i n u a b a inalterable, trabajando t r a n q u i l a con el hermoso y reposado rostro inclinado sobre el papel, bajo el velo negro, sin estremecerse lo más m í n i m o el elegante cuerpo oculto bajo el hábito blanco.

* * *

¡ O h , q u é t o r t u r a y q u é compasión en los ú l timos m o m e n t o s ! L a hora fatal había sonado, y el c a r a b i n e r o , p u n t u a l como la ordenanza, había concluido á

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la p r i m e r a c a m p a n a d a del reloj, y al perderse el eco del sonido la tarea estaba en m a n o s del profesor, y él salía m a r c a n d o el paso. Solamente q u e d a b a u n a t r e i n t e n a , presa de horrible angustia y de ansia febril. E l profesor, i m p a c i e n t e , recomendaba á la maestra q u e fuese recogiendo los trabajos, sin cuidarse de si h a b í a n ó no terminado. E r a preciso recogerlos como estuviesen. Y la maestra circulaba por e n t r e los bancos procurando a r r e b a t a r los trabajos, que las jóvenes defendían con ahinco, ocultándolos, retirándolos, pidiendo gracia por u n cuarto de liora, por cinco m i n u t o s , por u n minuto siquiera... • L a m u c h a c h a del pelo r o j o , llegado aquel m o m e n t o , y comprendiendo q u e era inútil su esfuerzo, dejó la p l u m a y ocultó el rostro en el p a ñ u e l o . Escuchábanse exclamaciones d e : — ¡Dios mío! ¡Dios m í o ! — m i e n t r a s varias, p a r e cía, á j u z g a r por su aspecto, que se hallaban en los p r e l i m i n a r e s de un accidente, u n desvanecimiento, u n desmayo, u n a congoja. U n a m o n j a se quedó como el papel, y pidió agua, e c h a n do la cabeza a t r á s . Los temas fueron recogidos al fin á viva fuerz a ; las e x a m i n a n d a s salieron u n a tras otra con pasos lentos y el semblante d e m u d a d o . L a pobrecilla de los cabellos rojos fué la pen ú l t i m a , y salió para dejarse caer en u n banco

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•con los ojos llenos de lágrimas y el rostro n u blado por infinita tristeza. ¡Pobres m u c h a c h a s ! ¡ P o b r e s ! — p e n s a b a p a r a mis adentros m i e n tras las veía alejarse por la calle adelante, p a r e «iéndome q u e al final de aquella calle les esper a b a no sé qué m á q u i n a h o r r i b l e y negra con el letrero de Instrucción pública—... A través de aquella m á q u i n a yo me imaginaba q u e debían pasar todas dejando en el engranaje de su m e canismo pedazos del corazón, de sus carnes, de sus huesos , d e su c e r e b r o . . . Y m e e n t r a b a intensísima piedad hacia ellas é i n m e n s a conmiseración hacia mi país. P e r o en aquel m o m e n t o salió la ú l t i m a , la h e r m a n a de la Caridad, vestida de blanco, con el velo negro, y pasó por delante de m í , tan bella, tan serena, tan n o b l e , q u e todos los pensamientos oscuros y pesimistas se desvanecieron. ¡ A h ! aquella sentía de veras la s a n t a vocación de m a e s t r a , la llevaba marcada en el rostro con caracteres de b e l l e z a , de bondad y de valor; aquella se p r e s e n t a b a á mi fantasía como l a fuerza y el ardor del sacrificio de los miles d e muchachas q u e se lanzaban en aquel año en l a m i s m a senda; aquella pasaría por cima d e las envidias y las pasiones como sobre i n m u n dicias, sin bajar la vista á las i m p u r e z a s de la realidad; inspiraría á su alrededor el respeto y

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JÓVENES

la cortesía; educaría para la vida cientos de a l mas tan bellas como la s u y a ; y si del c u m p l i m i e n t o de su obra benéfica debía separarla el a m o r , el amor la conduciría al a l t a r ó á la d e sesperación, pero no á la vergüenza. ¡ Salve , hermoso ángel de la b e n d i t a legión que difunde la luz y la gracia sin pedir mas q u e u n pedazo de p a n ! ¿Donde estarás ahora? ¡ Q u i é n lo s a b e ! ¡Quizás en u n lugar m o n t a ñ o s o , allá en losúltimos confines de la nación ; acaso te has casado con el secretario del a y u n t a m i e n t o y vivís felices y en santa paz; ó tal v e z . . . te has suicid a d o , porque al encontrarte tan mal en este m u n d o , no lo has podido soportar!

RETRATOS DE HOMBRES

X

UN DRAMATURGO PATIBULARIO U L I S E S

B A R B I E R I

yo hace unas cuantas noches def;teatro G e r b i n o , donde se está represen te^do con b u e n éxito u n a iyieva comedia de Ulises B a r b i e r i , titulada Ronzii, cuando oí (fftfc ¡nf.' t r a n s e ú n t e p r e g u n t a b a á otro q u e iba con é í : ¡ — V a m o s á v e r . . . ¿quién es este B a r b i e f í f t . Y al hacer esta p r e g u n t a compraba en u n kiosco la Gazzeta d'Italia, con el a d e m á n del q u e todos los días compra al mismo vendedor el mismo p e r i ó d i c o . — ¡ C ó m o ! — m e d i j e — e s t e caballero no sabe todavía quién es Ulises B a r b i e r i . . . P u e s b i e n , yo se lo d i r é , y se lo diré precisamente en su Gaceta. Y ahí tenéis cómo y por q u é m e e n c u e n t r o a q u í , después de dadas las doce de la n o c h e , sentado á u n a mesa,

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RETRATOS D E

HOMBRES

con u n a p l u m a en la m a n o y la imagen de U l i ses Barbieri delante de m í . L a mayor p a r t e de los lectores de la Gazzeta no necesitan q u e yo les haga u n a presentación en regla del personaje. ¡ E s Ulises B a r b i e r i ! E l autor de los d r a m a s espeluznantes q u e hace q u e millares de niños y niñeras sueñen con fantasmas, el sanguinario vencedor del teatro, el escritor más descabellado y temerario de Italia. P e r o su verdadera originalidad no se ve tanto en sus obras dramáticas como en la gran disparidad q u e existe d e n t r o de él, e n t r é el h o m b r e y el escritor. El uno e s , absol u t a m e n t e , lo opuesto del otro. E l d r a m a t u r g o q u e vive de los crímenes y nada en sangre es el h o m b r e más afable, m á s p o b r e diablo q u e h a y bajo la capa del cielo, tanto q u e , si no supieran de a n t e m a n o de quién s o n , á n i n g u n o de sus amigos se le podría pasar por la cabeza q u e él es a u t o r de sus d r a m a s . H a y a q u í algo e x t r a ñ o que vale la p e n a de u n a explicación. B a r b i e r i , nacido en M a n t u a , cometió á los dieciséis años la nobilísima i m p r u d e n c i a de fijar en u n a esquina u n a fogosa proclama con la cual excitaba á sus conciudadanos á rebelarse cont r a los austríacos. L e p r e n d i e r o n , le hallaron en el bolsillo u n escrito de Mazzini, le condenaron á c u a t r o años d e p r i s i ó n , y los cumplió desde el p r i m e r o h a s t a

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el ú l t i m o : ocho meses en las cárceles de M i l á n , dieciséis en la cárcel de M a n t u a , y dos años en la Giudecca de Venecia. E n el presidio de M a n t u a vivió en c o m u n i ó n , como los demás sentenciados políticos, con todo género de m a l h e c h o r e s , e n t r e los cuales h a b í a asesinos y ladrones célebres, que causaron p r o funda impresión en su j u v e n i l fantasía. A q u í debe buscarse la p r i m e r a explicación de su «Mundo artístico». C u a n t o más afable era su í n d o l e , tanto m á s fuerte y d u r a d e r a debía ser aquella impresión. A l l í , sin d u d a a l g u n a , nació esa fantástica simpatía hacia los asuntos oscuros y terribles, los grandes facinerosos y la hez de ínfima clase, q u e puso luego de relieve en la mayor p a r t e d e sus obras: simpatía poderosísima como todas las q u e se contraen en los primeros a ñ o s , q u e forzó su n a t u r a l e z a y lé impidió desarrollarse tal cual era. Si esto no hubiese sucedido, creo yo que. Ulises Barbieri no h a b r í a escrito m á s q u e idilios amorosos ó comedias tímidas y correctas para uso de los institutos.de educación. P e r o por este camino no h u b i e r a llegado seg u r a m e n t e á la g r a n d e y resonante fama á q u e llegó por el de los c r í m e n e s . H o y no hay teatro en Italia en q u e no h a y a levantado u n a tempestad de aplausos ó silbidos, ni esquina de calle, desde Susa á Siracusa, q u e

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RETRATOS

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HOMBRES

no h a y a sostenido el a n u n c i o de sus obras d e espectáculo; y tal vez no h a y italiano q u e sabiendo leer — excepción hecha de mi incógnito d e T u r i n — en quien el n o m b r e de B a r b i e r i no evoque la hoja de u n p u ñ a l ó la vista e x t r a v i a d a de u n m o r i b u n d o . H a c e sólo unos cuantos meses q u e está en T u r i n , y y a le conocen todos, por el teatro Car i g n a n o ó por el G e r b i n o , por u n éxito ó por u n a caída, por sus crónicas ó por sus folletines. Sirvió no poco p a r a darle á conocer u n sobretodo de color de cacao adornado con dos espantosas vueltas de terciopelo chocolate, c u y o origen es p a r a s a s amigos a s u n t o de viva curiosidad. T a m b i é n e s notable su figura. E s alt o , á g i l ; tiene cara de p r i m e r a c t o r : m o r e n o , dotado de benevolencia. H a c e años llevaba largos cabellos q u e caían sobre los h o m b r o s ; hoy los usa c o r t o s , con algunas canas. Ceñidle la cabeza con u n sombrerillo a é r e o , ponedle en las manos un par de g u a n t e s q u e no se q u i t a n u n c a , á no ser en la mesa y en el lecho, y tendréis su r e t r a t o . A veces se le ve e n t r a r en la ciudad de vuelta de c a z a , con u n gran m o rral á la espalda y u n e n o r m e bastón sobre el cual se endereza u n gran mochuelo, desgreñado y amenazador como cualquier siniestro personaje d e sus d r a m a s , y todos dicen: «Ahí está Ulises B a r b i e r i . » P e r o su vida no la conocen bien m á s y

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q u e sus amigos íntimos y los empresarios. E s , n a t u r a l m e n t e , u n a vida m u y e x t r a ñ a . Si u n H ü r g e r italiano escribiera otra Vida de Bohemia, Barbieri t e n d r í a derecho á figurar en ella como protagonista. Su existencia es u n a p e r e grinación constante. E s el J u d í o E r r a n t e de la l i t e r a t u r a italiana. No está fijo en n i n g u n a parte.. Vive allí donde se r e p r e s e n t a u n o de sus d r a m a s ó se publica u n a d e sus novelas. N a d i e p u e d e decir q u e h a recorrido I t a l i a ni h a visto todos sus colores t a n t o como él. ¡Probó de todo!...

P u e d e contar q u e h a sido llamado al palco del príncipe H u m b e r t o , quien en u n a r e p r e s e n t a ción de su Lord Byron le regaló u n a condecoración de brillantes, y q u e u n día llegó á Ñapóles con c i n c o , con sólo cinco céntimos en'el bolsillo, sin saber adonde dirigirse p a r a completar la peseta. Recibió u n a carta de felicitación de Víctor H u g o , y j u g ó sus comedias al billar, acto por a c t o , con m á s de u n empresario de teatros; obtuvo triunfos estruendosos y tuvo caídas e x cepcionales en la historia del t e a t r o . C u a t r o veces en u n mismo año pasó de u n a prosperidad inesperada al más vivo y fresco verde p r i m a v e r a l , ofreciendo á la m i s m a ciudad el espectáculo de cuatro sucesivas transformaciones c o m p l e t a s . . . excepción hecha de los g u a n t e s , los

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cuales no siguen j a m á s las vicisitudes de su fort u n a . D e los honores del proscenio ál Monte de P i e d a d , de la i m p r e n t a á la gaceta, del salón del literato rico, al desván del colaborador desesperado , todo lo s u f r i ó , todo lo hizo m e n o s u n a b r i b o n a d a . P o r q u e es u n bohemio, s í . . . pero de b u e n a l e y ; capaz de t o d o . . . en la escena; h o m b r e excelente fuera del teatro, y trabaj a d o r infatigable, cualidad que no a b u n d a e n tre sus h e r m a n o s en libertinaje literario. P u e d e ser q u e ascienda ya á u n c e n t e n a r el n ú m e r o de sus d r a m a s y comedias. Ni él mismo las recuerda todas. Cuando se le ruega q u e h a g a la lista de ellas, no señala mas q u e las principales, y es a m e n í s i m o . No sólo no olvida sus grandes fiascos, sino q u e los e n u m e r a con lá más deliciosa desenvoltura, casi con un sentimiento de complacencia, como un veterano c u e n t a sus heridas, persuadido de que sólo los trabajadores con g r a n d e s alientos son q u i e n e s dan las grandes caídas. Os dice i n g e n u a m e n t e , s o n r i e n d o : — S a b e usted; ¡ m e han s i l b a d o ! . . . P e r o silbado furiosa, d e s p i a d a d a m e n t e . . . H a b í a q u e oirlo. P a r e c í a u n h u r a c á n . E r a espectáculo digno de ser visto. E n Milán ocurrióle un caso, q u e á mi parecer no tiene igual en los anales de los desastres d r a m á t i c o s . E n tres noches consecutivas, en tres

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teatros diferentes, se representaron tres distintos d r a m a s s u y o s : El enano de la venta, en el Key N u e v o , Las historias

modernas,

en el R e y

V i e j o , Los ladrones humanitarios, en el Fossa ti, y los tres, dice él m i s m o , los tres dieron caídas tan g r a n d e s , tan estrepitosas, q u e t u v e q u e salir escapado, no sólo de M i l á n , s i n o d e L o m b a r d í a . P e r o se levanta d e la caída con u n a ligereza d e a c r ó b a t a , m á s b u e n o y m á s audaz q u e a n t e s , y se pone á trabajar en u n a labor m á s g r a n d e . No h a y a r g u m e n t o q u e lo asuste, no h a y d i ficultad artística ó histórica q u e le detenga. Si alguno le dijera ex ah%pio:T—TJlisesj h á g a m e usted u n d r a m a en treinta actos p a r a q u e se represente en C Í H C O noches sobre el vigésimo noveno rey d e la octogentésima dinastía d e K i n - K o n g - K i n g , — es m u y capaz d e c o n t e s t a r : ' — S e lo h a r é á usted la semana p r ó x i m a — s i no lo ha hecho a n t e s . H a escrito la Aída en u n a noche, en el café de la estación d e M i l á n sobre u n a simple relación del Cairo d e F i l i p p i , y se representó diecisiete noches. H a sacadoT

á escena á Jesuscristo, mann,

Lohengrin,

Ubrik,

Verzeni,

Julio

Adam, Lincoln,

César, Uraja,

Booth.

TroppBarbara

H a cogido al

vuelo todos los títulos d e d r a m a m á s e s t r e p i t o sos q u e d e quince años á ésta p a r t e h a n a t r a v e sado E u r o p a , hasta el p u n t o d e q u e las más d e las veces h a hecho los d r a m a s p a r a los t í t u l o s .

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RETRATOS DE

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Y en algunos casos h a hecho m á s : h a i n v e n t a do título y d r a m a por u n a simple razón de consonancia con otro título. P o r e j e m p l o , hizo El fraile de Segovia, sin a r g u m e n t o preconcebido, y sólo p a r a q u e formara pendant con su Monja de Cracovia, q u e había obtenido éxito. P o r el título escribió también Férreo! II, La princesa visible,

El

espectro blanco

del castillo

rojo,

y pensaba escribir, si no estoy trastornado, La mujer que llora, acabada de t r a d u c i r la novela de Y í c t o r H u g o El hombre que ríe. I m a g i n a o s los títulos más raros del fcundo: ó se h a servido ya ó h a pensado servirse de ellos. l í o hay quien p u e d a sugerirle u n o n u e v o . U n día le dijo un amigo suyo en u n café, creyendo darle u n a i d e a : — B a r b i e r i , deberías hacer u n d r a m a titulado La muerte de

Dios.

—Ya lo h e m a t a d o — respondió B a r b i e r i . — H a b í a escrito El Ateo y pensaba t i t u l a r l e La ¡norte di Dio. P e r o lo e x t r a v a g a n t e de los títulos es poco, si se compara con sus atrevimientos escénicos. E n Los dramas del desierto, representado en la C o m m e n d a de Milán, sacó á escena dos leones vivos de la colección de B i d e l ; escribió el d r a m a e x p r e s a m e n t e por sacar dos fieras q u e salían á escena encerradas en u n a j a u l a escondida en u n bosque de b a m b a s , y todas las noches devoraban á dos condenados á

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m u e r t e , representados por dos ancas de caballo, bajo la dirección de B a r b i e r i , á q u i e n u n r u g i do i n e s p e r a d o de u n a de las dos insólitas actrices, procuró la ú l t i m a noche u n a frenética aclamación. O t r a vez quiso hacer u n d r a m a en q u i e n u n o d e los principales personajes debía ser u n m u e r to e m b a l s a m a d o , y en el Troppmann, no p a r e ciéndole b a s t a n t e h o r r o r el hecho en s í , dio al protagonista u n cómplice q u e m u e r e e n v e n e n a do y e b r i o . L o más curioso son los incidentes y p e q u e ñ o s episodios cómicos que se refieren á m u c h o s d r a m a s suyos. S i e m p r e recuerdo, e n t r e o t r o s , el d r a m a titulado El asesinato de Abraham Lincoln por u n a sabrosísima nota qií^^ejf; hace años debajo de este título, escrita de rna^i: no de B a r b i e r i en u n catálogo (aproxim^4o.)d ' e s t e h o m b r e i l u s t r e , y h a b í a ido á asomarse á : pj£¡|gl la gran sima del espacioso valle de CampegnOy- rECA á aquel espantoso pozo donde se conserva é t e r - " ñ á m e n t e el hielo, y había a r r a s t r a d o hacia a t r á s por los cabellos á u n o de los endiablados chiquillos q u e hacían títeres sobre el m i s m o b o r d e . ;

H a b í a frecuentado las cuatro c o m p a ñ í a s , compuestas de mozos de todos los sitios del Y e ronesado, de las ú l t i m a s a l t u r a s del r e i n o , q u e nacieron á las suspiradas p u e r t a s del T r e n t i n o ; cultivadores de los campos de batalla de P a s -

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t r e n g o y de R i v o l i , crecidos e n las a l t u r a s azotadas por e l viento desde d o n d e todavía a m e n a zan la c a m p i ñ a los a r r u i n a d o s castillos d e los S c a l i g e r o s . — ¡ Q u é país tan b e l l o ! — e x c l a m ó . — ¡Oh C a p r i n o ! ¡Oh B a r d o l i n o ! ¡Oh P i e t r o I n c a r i a n o ! — ¡ A h ! c i e r t a m e n t e se podía h a c e r l e eco. ¡Oh m o n t e h e r m o s o d e la R o c a di G a r d a , con los d e r r u m b a d e r o s vestidos de olivos y d e m i r tos q u e se r e t r a t a n en las a g u a s ! ¡Oh delicioso j a r d í n d e I t a l i a , m o n t e Baldo glorioso de i n c o n m e n s u r a b l e s raíces, q u e por u n a p a r t e ves á t u s pies el majestuoso descenso del A d i g i o , c u y o abrazo e s p e r a ansiosa su a m a d a m e t r ó p o l i , y por otra a q u e l l a belleza infinita de islas y d e p e n í n s u l a s , de castillos y de p u e r t o s , y de i n a c cesibles b r e ñ a s y de hoscas selvas y de barcos q u e se deslizan sobre los límpidos cristales del B e n a c o , y las crestas furibundas q u e l e v a n t a n h a s t a tu cabeza el m u g i d o de la t e m p e s t a d ! ¡ H e r m o s a y a m a d a t i e r r a , a m a d a con u n a m o r sagrado y triste d e q u i e n te vio por vez p r i m e r a desde las e n s a n g r e t a d a s a l t u r a s de M o n t e G r o c e ! — ¡ B e l l o s y queridos

hijos llenos de

cora-

zón y de buen humor!—exclamó Rogelli. ¡Estar í a n en m a r c h a todo el día p a r a p o d e r b a i l a r toda la noche! Y contó q u e m i e n t r a s él llegaba m u e r t o á l a c u m b r e , ellos h a c í a n salir á l a s m o n t a ñ e s a s no se sabe d e d ó n d e y b a i l a b a n al o n de la corneta y á la luz de la l u n a d u r a n t e

s

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t r e s largas h o r a s , y luego todavía iban á suplicar al capitán q u e les concediera u n a polka final, con el aire de q u i e n solicita q u e le p e r d o n e n l a vida. — ¡Vivan los alpinos! ¡Vivan los M o n t e s L e s s i n i ! ¡Viva V e r o n a ! — Y u n a m u l t i t u d de flores descendió sobre los talones de las filas ú l t i m a s , q u e desaparecieron en la polvareda de la plaza j u n t a m e n t e con la visión del L a g o de G a r d a .

* **

E l batallón Val di Schio se a p r o x i m a b a . A su presencia nos pareció sentir el estrépito difuso de los talleres y ver surgir en las faldas de los hermosos montes de Vicenza c e n t e n a r e s de casas de operarios flanqueadas d e h u e r t o s : u n a p e q u e ñ a ciudad a m e r i c a n a l l e n a de escuelas y d e institutos benéficos, donde h o r m i g u e a n los trabajadores de la l a n a , con el periódico e x t e n dido e n t r e sus m a n o s ; y d e l a n t e de todas las alt u r a s la forma graciosa de Monte S u m m a n o , coloreado de flores. E l gentío se puso d e l a n t e d e a m b a s p a r t e s , ansioso de verlos y gritando ¡viva Vicenzaj viva Schio, viva T h i e n e ! E r a n soldados vivarachos, caras expresivas, fisonomías d e 18

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RETRATOS

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HOMBRES

m o n t a ñ e s e s sagaces y razonadores. Rogelli se vanagloriaba en d i s t i n g u i r u n valle de o t r o , en reconocer los valdagueses, de origen s e p t e n t r i o n a l , bajados de los escarpados m o n t e s de R e coaro, de los del valle angosto del Astico, nacidos á la s o m b r a del Capel del Dose. P e r o era p u r a vanagloria. E l batallón, por lo d e m á s , p r e s e n t a b a u n a n o t a b l e variedad d e caras, y todos los matices i m a g i n a b l e s del rubio en los cabellos y del rojo en las c a r n e s . E r a n j ó v e n e s resistentes como robles, dignos brotes de aquellos invencibles campesinos del Canal de B r e n t a , q u e hace tres siglos t r a b a j a n en convertir en campos fecundos las d e s n u d a s rocas; hijos de la a n t i g u a liga de los Siete Com u n e s , gloriosa con sus q u i n i e n t o s años de gobierno a u t ó n o m o y de su fidelidad caballeresca á San Marcos; robustecidos con las a u r a s , «preñadas de v i d a „ , de los bosques y de los pastos de la fértil meseta q u e se l e v a n t a e n t r e la p r o . vincia de Vicenza y Y a l s u g a n a . ¡ Q u i é n s a b e ! Quizá h a b í a varios e n t r e ellos nacidos en a q u e llos pueblos á d e s m a n o , donde todavía se h a b l a el dialecto c i m b r o ; c i e r t a m e n t e h a b r í a a l g u n o de aquellos huesudos y ágiles m o n t a ñ e s e s q u e a r r a s t r a n los trineos desde el bonito p u e b l o d e E n e g o h a s t a el fondo del valle; y no pocos, sin d u d a , q u e h a b r í a n y a fabricado m u c h o s miles d e aquellos millones de cajas y de h e r r a d a s q u e

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t r a n s p o r t a n m á s allá del Océano el modesto n o m b r e de su p u e b l o . P u e b l o s graciosos, grupos e n c a n t a d o r e s de casas, con I03 tejados agudos, donde s u e n a el c a n t o melancólico de las rubias tejedoras de paja; soledades predilectas de las hadas blancas q u e regalan las madejas m i l a g r o s a s , ó infestadas de enanos rojos, q u e e s c a r m e n a n los cabellos á las m u c h a c h a s ; valles escondidos d e heroicas leyendas y de tradiciones misteriosas, llenos de poesía y de b e l l e z a , demasiado ignorados por nosotros, vagabundos investigadores d e inspiraciones e x t r a ñ a s . Y t ú , ¡oh bella m a d r e de pintores, vieja Bassano de verdes colin a s , donde «desciende al m a r el B r e n t a , sombrío y silencioso^, también tenías en aquellas filas tu s a n g r e ; y tú, industriosa Marostica, q u e e x t i e n d e s al cielo, como u n brazo titánico, el negro torreón de Can G r a n d e ; y t ú , ¡oh Campese, t u m b a famosa del insuperable cantor m a c a r r ó nico; y tú, r i s u e ñ a Asiago, q u e esparces por m o n t e s y por valles los armoniosos acordes de t u s c a m p a n a s , que vibran a ú n en el a l m a de t u s hijos a u s e n t e s , como la dulce voz de los pad r e s ! . . . — ¡ Y i v a Bassano!—gritó la m u l t i t u d . — ¡Yiva Recoaro! ¡Yiva Yaldagno!—Rogelli grit ó : — ¡Yivan los Siete C o m u n e s ! — P e r o la señora le i n t e r r u m p i ó p a r a p r e g u n t a r l e si conocía p a l a b r a s c i m b r a s . Y él dijo r á p i d a m e n t e : —

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Kersa,

RETRATOS

pluma,

langez,

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HOMBRES

sbalbala,

taupa,

veuer,

steam, sela, engel, Got.—Y como el e n t u s i a s mo le p o n í a e n v e n a d e ser g a l a n t e , t r a d u j o con u n crescendo a p a s i o n a d o : — c e r e z a , flor, p r i m a v e r a , g o l o n d r i n a , p a l o m a , fuego, estrella, a l m a , sol, á n g e l , D i o s . — Y loco, ¿cómo se d i c e ? — p r e g u n t ó mistress P e n r i t h . — ¡ N a r r e ! — r e s p o n d i ó , e x a l t á n d o s e — P u e s b i e n ; sí, h o y estoy loco, y digo q u e u n viejo italiano q u e no llega á s e r u n poco loco al ver p a s a r todos j u n t o s , por v e z p r i m e r a , los hijos a r m a d o s de los A l p e s , t i e n e m e n o s seso q u e los q u e lo p i e r d e n . ¡ A h , p o b r e s patriotas m u e r t o s , pobres de n u e s t r o s viejos sepultos, q u e no los podéis v e r ! — Y e x c i t a d o como estaba, se h a b r í a dejado d o m i n a r por l a conmoción, si los aplausos fragorosos q u e salud a b a n á Yal di Schio no h u b i e s e n sido i n t e r r u m p i d o s de improviso por u n grito d e s g a r r a d o r — ¡Yal B r e n t a ! — q u e a n u n c i ó u n n u e v o batallón.

* * *

—/ Val Brenta! — g r i t ó la m u c h e d u m b r e volviéndose las diez mil cabezas hacia el batallón q u e se acercaba. F u é algo así como u n soplo d e aire de V e n e c i a q u e nos azotó el rostro. E l

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a g r ó n o m o hizo a d e m á n de d e g l u t i r , c e r r a n d o á m e d i a s los ojos, y e x c l a m ó : — ¡ A h , el e x c e l e n t e Verdiso!— H e a q u í los alpinos de « a l l á dond e el Sile á Cañan se a c o m p a ñ a . * Treviso e r a el q u e v e n í a d e l a n t e ; la predilecta a m i g a d e V e n e c i a , la j u v e n i l é ingeniosa T r e v i s o , feliz con la divina riqueza del a g u a , del aire y del verde q u e le da salud y fragancia. E r a n soldados de aspecto g e n i a l , de ojos chispeant e s , de a n d a r vivo y d e s e n v u e l t o ; fachas de m o n t a ñ e s e s , pero afinados hasta e x t e r i o r m e n te por el espectáculo de u n a n a t u r a l e z a h e r mosa ennoblecida por el a r t e ; m u c h o s s e m b l a n t e s q u e hacían s u p o n e r u n a v e n a de simpática e x t r a v a g a n c i a , estros de cabezas origin a l e s , fantasías vividas y movibles como llam a s a g i t a d a s . — ¡Estos son de b u e n h u m o r ! — e x c l a m ó Rogelli. — No h a y cuidado q u e dejen l a n g u i d e c e r la conversación en el vivac ó dejen d e c a n t a r por el c a m i n o . ¡Tienen u n a destreza par a m a n e j a r las t i j e r a s ! . . . P e r o con ingenio y sin a g u j e r e a r la piel. T i e n e n el diablo en el c u e r p o . E s u n a d i v e r s i ó n . — E l gentío les a t u r d í a con vivas, ellos s o n r e í a n . E n todas p a r t e s se p r o n u n c i a b a n los n o m b r e s de sus p u e b l o s , como si fueran n o m b r e s de amigos t a n conocidos y simpáticos á todo el m u n d o ; y la valerosa Conegliano pasó con sus torres y sus cipreses, bella como el sueño d e un p i n t o r , y a q u e l feliz á n -

27S

RETRATOS

DE HOMBRES

guio de V a l d o b b i a d e n e , separado casi del m u n d o , y las colinas de M o n t e b e l l u n a ,

matizadas

d e q u i n t a s , vestidas de p á m p a n o s , cuajadas d e frutales, y la adolescente V i t t o r i o , c e r r a d a e n t r e los brazos de los A l p e s . — ¡ A h , s e ñ o r e s ,

Aso-

l ó ! — e x c l a m ó miss P e n r i t h , a p u n t a n d o con el dedo blanco sobre la tablilla de

reclutamien-

t o . — ¡ Y p e n s a r q u e h a y e n t r e ellos soldados d e A s o l ó ! ¡ P r i m o , i n d i c a d m e cuáles son los soldados de A s o l ó ! E s t a exigencia s u p e r a b a la percepción y la p r e s u n c i ó n de Rogelli. L a señora no insistió sin e m b a r g o ; su imaginación le h a b í a

trans-

p o r t a d o al Asoló de pasados siglos, a n t e la p o m posa r e i n a de C h i p r e , s e n t a d a á la s o m b r a d e los b a l d a q u i n o s de brocado d e oro, rodeada d e literatos y de p r í n c i p e s ; y oía los gritos d e las cazas y de los torneos, y como la música lejan a de a q u e l breve reino g e n t i l . — ¡Yiva T r e v i s o ! — g r i t ó la m u c h e d u m b r e . — ¡ Y i v a Coneglian o ! ¡ Y i v a l a amorosa

marca!—gritó

Rogelli.—

S e ñ o r e s , hace v e i n t e a ñ o s , tal día como h o y , e n t r a b a en Treviso el p r i m e r pelotón del ejército i t a l i a n o ! — ¡ E s t a s p a r a Asoló!—dijo la señ o r a a r r o j a n d o u n p u ñ a d o de \ i o l e t a s . Y todos, como obedeciendo á u n a s e ñ a l , g r i t a r o n á u n a : — ¡ Y i v a Yal B r e n t a ! — Y los últimos soldados, poderosos y altivos como las encinas de su « m a g n a selva F e t o n t e a » ,

pasaron

dirigiendo

sus

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pupilas claras y p e n e t r a n t e s sobre los espectatadores, como c u a n d o en los días serenos se vuelven desde sus a l t u r a s * á m i r a r á V e n e c i a sobre el h o r i z o n t e , q u e semeja á u n a islilla azul p e r d i d a en medio de los vapores del A d r i á t i c o .

* *

Nuevos toques de corneta a n u n c i a n el a v a n ce d e otro batallón, con aspecto d i s t i n t o . . . Salve, a n t i g u a B e l l u n o , ceñida por m o n t e s soberbios q u e p e n e t r a n con sus blancas frentes en el cielo; salve, ¡oh p e q u e ñ a P i e v e i n m o r t a l , d e s l u m b r a n t e con la gloria de tu Ticiano; h o r r e n d a g a r g a n t a del Cordévole, tajada á pico en los altos despeñaderos dolomíticos de formas monstruosas; salve, oh cuenca paradisiaca d e A g o r d o , rodeada de espléndidas m o n t a ñ a s sem e j a n t e s á inacabables m o n t a ñ a s de candido m á r m o l ! ¡oh maravillosa m u r a l l a de m o n t e Civ i t a ! ¡oh gigante A n t e l á o ! ¡oh i n e x p u g n a b l e n u d o de cimas y de bosques, Escocia de I t a l i a , poblada de pueblos de m a d e r a , sobre los cuales brillan las niveas iglesillas y se l e v a n t a n como lanzas los campanarios esbeltos y agudos: gloria á vosotros, poéticos valles de triste sonrisa, tan hermosos á la vista, pero tan duros p a r a la

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RETRAT08

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v i d a ; y á vuestros hijos, á los hijos de los i m pávidos campeones d e 1 8 4 8 , á los de Cador, de pecho vigoroso, prontos s i e m p r e á t e ñ i r con su s a n g r e las rocas de su suelo a n t e s q u e a b a n d o n a r l e á los invasores! L a m u l t i t u d les saludó con a r d i e n t e e n t u s i a s m o , dirigiéndoles p a l a b r a s q u e c o n m o v í a n todas las fibras del corazón, y ellos pasaban cor r e c t a m e n t e con u n cierto aire de curiosidad reflexiva, como si fuera gente v e n i d a de m u y lejos.— ¡ Y i v a A u r o n z o ! — d e c í a n t o d o s . — ¡Yiva P i e v e di C a d o r ! — ¡ Y i v a P e r a r o l o ! — ¡ Y i v a L o r e n z a g o ! — Y a l oir aquellos n o m b r e s alzab a n sus c a b e z a s , m i r a n d o á u n a y otra p a r t e , como si h u b i e r a n de e n c o n t r a r s e con algo de su p a í s ; y sus caras revelaban u n a vida de sacrificios y de a r r o j o , caras de m i n a d o r e s q u e e x t r a e n el cobre de los m o n t e s de A g o r d o , de conductores de balsas del P i a v e , d e g u a r d a bosques , h a b i t u a d o s á h a b l a r s e por signos en medio del fragoroso estrépito d e las cascadas d e a g u a y d e los v i e n t o s , y á j u g a r s e la vida á cada paso por e n t r e las b r e ñ a s y los t o r r e n tes ; caras de antiguos scottos, q u e desde niños h a b í a n transportado á los trabajadores del bosq u e la comida á costa de mortales peligros y d e fatigas terribles; fisonomías con rasgos ásperos y g r a v e s , q u e , en su frescura j u v e n i l , e x p r e s a b a n y a l a historia d e m u c h a s e m i g r a d o -

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nes más allá de los A l p e s , d e fatigas, de p r i v a ciones de m u c h o s años a c u m u l a d a s en pocos m e s e s , p a r a a h o r r a r y t r a e r á su casa algunos esc u d o s ; caras con u n a belleza s u y a propia, q u e , i r r a d i a n d o del a l m a i n d ó m i t a , hacía a c u d i r p r e surosa la m a n o á conceder u n saludo r e v e r e n t e a n t e s q u e á otorgar u n festivo aplauso. E r a el p e n ú l t i m o b a t a l l ó n ; gentes del C a d o r e ; la m u l t i t u d les obligó á d e t e n e r s e por dos veces; u n a tempestad de flores cayó sobre sus a n c h a s espaldas y sobre sus brazos de h i e r r o ; las aclamaciones cubrieron el sonido de las t r o m p e t a s . L a señora P e n r i t h , sabedora de la simpatía q u e los ingleses tienen por el Cadore, se creyó oblig a d a á mostrar u n a conmoción e x t r a o r d i n a r i a , recordando con p a l a b r a s e n t r e c o r t a d a s su e x p e dición á P i e v e , á la casa de Ticiano, convertida e n carnicería. Rogelli lanzaba á los soldados frases del país: Fra nos, nos bos, nos vac is, far on nos fatis; pero se e x t i n g u í a n en el aire e n t r e los aplausos. E l c o m a n d a n t e de la ú l t i m a compañía lo reconoció al pasar y le hizo señas. — ¡Ah, capitán — gritó Rogelli exaltado por u n r e cuerdo i m p r e v i s t o , — n u e s t r a excursión á Caprile con los alpinistas! ¡El abrazo á la vieja c o l u m n a con el león de San Marcos! ¡El alm u e r z o a n t e las dos b a n d e r a s de la S e r e n í s i m a ! ¡ A h , mi Cador a d o r a d o ! — S u s palabras fueron ahogadas por el doble grito de la m u c h e d u m -

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RETRATOS DE

HOMBRES

b r e , q u e d a b a el ú l t i m o adiós á Val Cadore el p r i m e r viva á Val Tagliamentó.

y

* *

*

A h í está el F r i u l i , finalmente; el P i a m o n t e oriental de I t a l i a , los últimos hijos d é l o s A l p e s cárnicos, los trabajadores invictos y p a c i e n t e s , equilibrados y p e n e t r a n t e s , fuertes como toros y t r a n q u i l o s , si el vino no los e x a l t a , y b u e n o s c u a n d o el corazón les g u í a , como los cantos afectuosos y sentidos d e sus m o n t a ñ a s ; y c u a n do dejan caer el p u ñ o , t r e m e n d o s ; altos y d e h o n r a d o s e m b l a n t e ; i n t e r e s a n t e s p a r a nosotros por la poesía q u e rodea á los m á s alejados y por la fiereza reconcentrada q u e va u n i d a á los q u e ocupan la v a n g u a r d i a de la p a t r i a . Al estallar los vivas suscítase u n m u r m u l l o prolongado y cariñoso como el del m a r al besar las orillas; y en medio de a q u e l l a sorda a r m o n í a d e los saludos, m á s elocuente y m á s í n t i m a q u e los aplausos, a v a n z a n con paso s o l e m n e , con las caras l e v a n t a d a s y s e r i a s , e x p r e s a n d o el estupor q u e p r o d u c e en las gentes q u e desconocen el m u n d o los bravos hijos de Cividale, d e G e m o n a , de Tolmezzo; los q u e vieron la l u z á los pies d e los Alpes J u l i a n o s , frente á los

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centinelas avanzados del A u s t r i a ; los c a m p e s i nos de las tierras de V e n z o n e , q u e sostienen intactos de la acción de los siglos los despojos h u m a n o s ; los pastores crecidos e n t r e los rugidos salvajes del T a g l i a m e n t o , y en el triste canal del F e r r o , en los confines de las nieves p e r p e t u a s , mezclados con los rubios Eslavos de San P e d r o en el Natisone y con los Eslavos solitarios de la meseta de Resia. ¡Salud! ¡Salud á vosotros, austeros y fieles h e r m a n o s ! ¡Salud á vuestros p a d r e s , trabajadores emigrados al valle del D a n u b i o ! ¡Salud á vuestras tortísimas y dulces m u j e r e s , á quienes d o m i n a el trabajo fatigoso y el a m o r levanta! ¡Salud, oh F r i u l i b o í í í t ' y h o n r a d o ! Todo esto sentía y expresaba confus a m e n t e el gentío con sus gritos poderoso* arrancados á lo más profundo de su almaftjiando pasaron las ú l t i m a s filas.'

mü£íMt£!ÜNFlffiTJ£ Y entonces el entusiasmo se desbordó e o i j ^ ^ ^ L . , , ,. , i , , . w ''IBFCFTJ'AIIIEFILUAILA u n incendio al soplo del aquilón, y en mee de aquel universal delirio nadie advirtió q u e el b u e n o de Rogelli arrojó su sombrero á la plaza. No era aquello el pueblo de u n a provincia, era Italia e n t e r a q u e saludaba á sus nuevos batallones, q u e bautizaba al cuerpo, r e c i e n t e m e n te c r e a d o , d e sus defensores, y consagraba el principio de su historia; era la p a t r i a g r a n d e q u e les confiaba s o l e m n e m e n t e los pasos d e su

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RETRATOS

DE

HOMBRES

sacrosanta frontera y les decía:—¡Confío en tí, y b e n d i t o seas!—Todas las cabezas se d e s c u b r i e r o n ; los espectadores de las t r i b u n a s se p u s i e r o n en p i e ; la i n n u m e r a b l e a s a m b l e a l e v a n t ó los brazos convulsos, l a n z a n d o u n ú l t i m o formidable viva. Y luego, como por e n c a n t o , todo q u e dó en silencio. Todos p e r m a n e c i e r o n m u d o s y m i r a n d o a q u e l l a oleada d e g e n t e a r m a d a q u e se p e r d í a c e n t e l l e a n d o en la polvareda de la car r e t e r a q u e conduce á T u r i n ; todos, inmóviles y como sobrecogidos d e estupor por u n sueño prodigioso; parecía q u e después de aquellos v e i n t e batallones hubiese girado r á p i d a m e n t e e n torno suyo, desde la colina de C a d i b o n a al Pico d e los T r e s S e ñ o r e s , p r e g o n a n d o las glorias de todos sus pueblos con las .campanas de todos sus valles, la cordillera s u b l i m e q u e nos separa del m u n d o .

INMC3K Páginas.

ADVERTENCIA

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IMPRESIONES DE AMÉRICA I.—Cuadros de las Pampas II.—A los niños del Río de la Plata III.—Los italianos en la Argentina IV.—¡Patria! (En la bahía de Río J a n e i r o ) . . .

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ACUARELAS DE NIÑOS Y JÓVENES V. —Manicomio de enseñanza VI.—Los cómicos y los chicoi VII. —El librero de los niños VIII.—La escuela de caballería IX.—Revalida de maestras

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RETRATOS DE HOMBRES X.—Un dramaturgo patibulario (Barbieri).. XI.—El capitán Bove, explorador de Africa.. XII.—Un poeta provincial: Arnulfi XIII.—Los defensores de los Alpes

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ANUNCIOS

OBRAS DE HERMENEGILDO GINER DE LOS RÍOS (En las principales

librerías.)

Filosofía y Arte, con un prólogo de D. Nicolás Salmerón, 3,50 pesetas El Colegio de Bolonia (en colab.), obra ilustrada, 6,50. Filosofía moral, para la 2 . enseñanza.—(Agotada.) Biología y Etica ( 2 . ed.), para la 2 . enseñanza, 3. Programa de Filosofía moral.—(Agotada.) Programa de Psicología, Lógica y Etica, 1. Programa de Biología y Antropología, 1. Proyecto de ingreso en el Profesorado, etc.—(Agotada.) Teoría del Arte e' Historia de las Bellas Artes en la antigüedad, con un Programa de Arte y su historia, 1,50. Fragmentos y retazos. — (Agotada.) La Enseñanza obligatoria, trad, de Tibcrghien ( 2 . ed.), 2,50. Moral elemental para las escuelas, id. de id., 2,50. Krause y Spencer, id. de id., con biografía del autor, 2. Mendelsshon, id., de Selden, con historia de la música, 1. París en Ame'rica, por Laboulaye, id. ( 2 . ed.), 1,25. Obras de Maistre, id., 2. Mentiras, id., de Paul Bourget, 2,50. Recuerdos de viaje, id. de P. Loti, 2,50. Discordia entre la Iglesia y la Italia, trad, del italiano, 2,50'. Pió IXy su sucesor, porBonghi, trad, del italiano, 3. León XIIIy la Italia, por el mismo, id. id., 3. Anuario de la Institución libre de Enseñanza. — (Agotada.) Mar de fondo, por Rebollo, borrador corregido de una novela, y con un prólogo, 1,50. Milton, drama en un acto, original y en verso, 1. A tiempo, comedia en un acto y en verso (en colab.), 1. Los parientes del difunto, saínete lírico en verso (id.), 1. Historia de un crimen, drama en 3 actos, en prosa, 3 . a

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ANUNCIOS

El último sacrificio, drama en uno en verso (en colab.), 1. En busca de protección, juguete original en verso(íd.), 1. Fiera domada, diálogo en un acto y en verso (id.), 1 . Teresa Raquin, drama en cuatro actos y en prosa, 4. Por ir al baile, comedia en dos actos y en prosa, 2. Portugal.—Impresiones para servir de guía al viajero.— Año 1.°—1888.— (En colaboración con D. F. Lriner.) 2,50 pesetas.

OBELISCO,

8,

PRIMERA

1. — I.

MADRID

SERIE

Ni franceses ni prusianos, por Un amigo de la neutralidad. 2.—II. Gibraltar ( Ecos de la patria), por D. Antonio Fernández (Jarcia. —III. El libro de las madres, por D. Cándido Salas, médico. 4.—IV Málaga contemporánea, por D. Augusto J e rez Perchel, periodista. 5.—V. Los temblores de tierra, por D. Cesáreo Martínez, catedrático de Historia Natural. 6.—VI. Poesías de Ríos Rosas, coleccionadas y procedidas de una biografía del autor, por don II. Gincr de los Ríos. 7.—VII. La cuera del tesoro, estudio prehistórico, ilustrado con grabados y cromos, por D. Eduardo J. Navarro. 8.—VIII. La guerra.—Asociación y ahorro.—Estudios sociales, por D. Santiago Casilari. 9.—IX. Un hombre de corazón, p o r D . A . Luis Carrie n. 10.—X. Un hombre de corazón (t. II), por el mismo.

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ANUNCIOS

SEGUNDA

11.—I.

12.—II. 13. — III.

14.—IV. 15.—V. 16.—VI.

SERIE

Sociedades cooperativas, por el Excmo. señor Don Manuel Pedregal y Cañedo, ex ministro de Hacienda. Leyendas, por D. Eugenio de Olavarría y Huarte, profesor de la Academia Militar. Economía política para los principiantes, por Mrs. Fawcett, con prólogo de D . Gumersindo de Azcárate. Segundo tomo de la misma. (En prensa.) Notas de un viaje á Filipinas. ( I d . ) Discursos académicos de Ríos Rosas.

PRECIO DE LOS ANTERIORES TOMOS: Por suscripción, á una peseta.— Tomos sueltos, auna peseta cincuenta céntimos.— Encuadernados, & una peseta cincuenta céntimos y dos pesetas respectivamente.

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