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Opciones para reducir el desperdicio de alimentos

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Opciones tecnológicas para alimentar a 10 000 millones de personas Science and Technology Options Assessment

Opciones para reducir el desperdicio de alimentos Versión abreviada

ES

Evaluación de las Opciones Científicas y Tecnológicas Dirección General de Servicios de Estudios Parlamentarios Parlamento europeo Octubre 2013 PE 513.515

Opciones tecnológicas para alimentar a 10 000 millones de personas

Opciones para reducir el desperdicio de alimentos

Versión abreviada IP/A/STOA/FWC/2008-096/Lot7/C1/SC2 - SC4 Octubre 2013

PE 513.515

STOA – Evaluación de las Opciones Científicas y Tecnológicas

El proyecto de STOA Opciones tecnológicas para alimentar a 10 000 millones de personas: Opciones para reducir el desperdicio de alimentos ha sido realizado por el Institute for Technology Assessment and Systems Analysis (ITAS, Instituto de Evaluación Tecnológica y Análisis de Sistemas) del Karlsruhe Institute of Technology (KIT, Instituto de Tecnología de Karlsruhe), en calidad de miembro del European Technology Assessment Group (ETAG, Grupo europeo de evaluación tecnológica).

AUTORES Carmen Priefer, jefa de proyecto (ITAS) Juliane Jörissen (ITAS) Klaus-Rainer Bräutigam (ITAS)

DIRECTORA DE LA INVESTIGACIÓN DE STOA Lieve Van Woensel Evaluación de las Opciones Científicas y Tecnológicas (STOA) Dirección de Evaluación de Impacto y Valor Añadido Europeo Direzione generale dei Servizi di ricerca parlamentare, Parlamento europeo Rue Wiertz 60 — RMD 00J012 B-1047 Bruselas Correo electrónico: [email protected]

VERSIONES LINGÜÍSTICAS Original: EN

ACERCA DEL EDITOR Para ponerse en contacto con STOA, dirija un correo electrónico a [email protected]. Este documento se encuentra disponible en la siguiente dirección de Internet: http://www.europarl.europa.eu/stoa/ Documento finalizado en agosto de 2013. Bruselas, © Unión Europea, 2013.

EXENCIÓN DE RESPONSABILIDAD Las opiniones que se expresan en este documento son exclusivamente responsabilidad de los autores y no reflejan necesariamente la posición oficial del Parlamento Europeo. Se autoriza la reproducción y traducción con fines no comerciales, a condición de que se indique la fuente, se informe previamente al editor y se le transmita un ejemplar.

PE 513.515 ISBN 978-92-823-5113-0 DOI 10.2861/43082 CAT BA-03-13-508-ES-N

Opciones tecnológicas para alimentar a 10 000 millones de personas: Opciones para reducir el desperdicio de alimentos

El presente documento constituye el resumen divulgativo general del estudio de STOA Opciones tecnológicas para alimentar a 10 000 millones de personas: Opciones para reducir el desperdicio de alimentos. En la página web de STOA puede consultarse el estudio completo, así como una reseña de opciones sobre el tema.

Resumen del estudio

La reducción del desperdicio de alimentos se considera un importante factor con vistas a lograr la seguridad alimentaria mundial, liberar recursos no renovables para otros usos, disminuir los riesgos medioambientales y evitar pérdidas económicas. En su Hoja de ruta hacia una Europa eficiente en el uso de los recursos, la Comisión Europea ha fijado el objetivo de reducir a la mitad la generación de residuos de alimentos de aquí a 2020. El presente estudio aborda los planteamientos para evitar el desperdicio de alimentos sobre la base de un análisis exhaustivo de la magnitud, los motivos y el patrón del desperdicio de alimentos en la Europa de los Veintisiete. Se centra en las medidas e instrumentos que la literatura existente o los debates en curso consideran de especial utilidad, fáciles de aplicar y/o cuya eficacia ya se ha demostrado en la práctica. Estos incluyen, entre otros, la mejora y la armonización de la base de datos, la fijación de objetivos de reducción a escala nacional y regional, la revisión de la normativa vigente en materia de indicación de las fechas en el etiquetado de los alimentos, la puesta en marcha de campañas de concienciación, la introducción de incentivos económicos, la mejora de los flujos de trabajo, así como la aplicación de una gestión integrada de la cadena alimentaria en el sector de la transformación y el sector mayorista/minorista que incluya innovaciones tecnológicas con potencial para reducir el desperdicio de alimentos.

STOA – Evaluación de las Opciones Científicas y Tecnológicas

Opciones tecnológicas para alimentar a 10 000 millones de personas: Opciones para reducir el desperdicio de alimentos

ÍNDICE

1.

CONTEXTO Y FINALIDAD DEL ESTUDIO ............................................................................................. 1

2. DEFINICIÓN DE LOS TÉRMINOS «PÉRDIDA DE ALIMENTOS» Y «DESPERDICIO DE ALIMENTOS» .......................................................................................................................................................... 2 3.

ESTADO ACTUAL DE LA INVESTIGACIÓN ......................................................................................... 2

4. ORÍGENES Y MOTIVOS DE LAS PÉRDIDAS DE ALIMENTOS A LO LARGO DE LA CADENA ALIMENTARIA .................................................................................................................................... 4 4.1 4.2 4.3 4.4 4.5 5.

Las pérdidas en la producción primaria ................................................................................................ 4 Las pérdidas en la transformación y envasado ..................................................................................... 4 Las pérdidas en la distribución y venta al por mayor y al por menor ............................................... 5 Las pérdidas en el sector de la hostelería ............................................................................................... 6 Las pérdidas en los hogares particulares ............................................................................................... 7

DATOS DISPONIBLES Y SU FIABILIDAD.............................................................................................. 9 5.1 5.2

Los cálculos basados en los datos de FAOSTAT y metodología del SIK........................................... 9 Resultados de los cálculos en comparación con los hallazgos del BIOIS ........................................ 10

6.

COMPORTAMIENTO DE LOS HOGARES EN MATERIA DE DESPERDICIO ............................ 13

7.

CONSECUENCIAS DE LA GENERACIÓN DE RESIDUOS DE ALIMENTOS ............................... 16 7.1 7.2 7.3

8.

El consumo de recursos .......................................................................................................................... 16 La cantidad creciente de biorresiduos .................................................................................................. 18 Las repercusiones económicas ............................................................................................................... 19

OPCIONES DE ACTUACIÓN PARA REDUCIR EL DESPERDICIO DE ALIMENTOS ................ 20

BIBLIOGRAFÍA ..................................................................................................................................................... 25

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Opciones tecnológicas para alimentar a 10 000 millones de personas: Opciones para reducir el desperdicio de alimentos

RESUMEN DIVULGATIVO GENERAL 1. CONTEXTO Y FINALIDAD DEL ESTUDIO Si bien la evaluación de las pérdidas mundiales de alimentos a lo largo de la cadena alimentaria está plagada de notables incertidumbres, no hay duda de que estas pérdidas son considerables. La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (en lo sucesivo, «FAO») calcula que en torno a un tercio de producción de los alimentos destinados al consumo humano se pierde o desperdicia en todo el mundo, lo que equivale aproximadamente a 1 300 millones de toneladas al año. Los alimentos se pierden o desperdician a lo largo de toda la cadena alimentaria, desde la producción agrícola inicial hasta el consumo final en los hogares. Según la FAO, el desperdicio de alimentos por habitante correspondiente a los consumidores en Europa y América del Norte es de entre 95 y 115 kg/año (Gustavsson et al., 2011). El Parlamento Europeo prevé que el desperdicio de alimentos habrá aumentado un 40 % en 2020 a menos que se tomen más medidas preventivas (Parlamento Europeo, 2012). Teniendo en cuenta que más de mil millones de personas padecen desnutrición, el desperdicio de alimentos representa sobre todo un problema ético. A pesar de la polémica que despierta la cuestión relativa a la medida en que afecta el comportamiento de los consumidores de los países industrializados al hambre y la pobreza rural de los países en desarrollo, cabe admitir que la utilización negligente de los alimentos en los países ricos aumentará la demanda mundial de alimentos. La demanda creciente en todo el mundo conllevará la subida de los precios del mercado mundial, lo que podría debilitar aún más el poder adquisitivo de las personas pobres de los países en desarrollo. La previsión media de las Naciones Unidas con respecto al crecimiento de la población mundial sugiere que esta ascenderá a 9 300 millones de personas en 2050. Cuanto más aumente la población, mayor será la presión que ejerza sobre el suministro mundial de alimentos. La producción de alimentos, independientemente de si estos se consumen o desperdician, lleva aparejadas consecuencias negativas para el medio ambiente. El desperdicio de alimentos no solo supone la pérdida de nutrientes que permiten la vida, sino también de los recursos escasos, tales como la tierra, el agua y la energía, que se emplearon en la producción, transformación y distribución de los alimentos. Estas pérdidas se verán agravadas por el importante cambio del predominio de las alimentaciones a base de cereales hacia un consumo significativo de productos de origen animal. Dada la creciente prosperidad de los países en desarrollo, se prevé que de aquí a mitad de siglo aumente un 40 % el consumo por habitante de calorías procedentes del consumo de carne (IMECHE, 2013). La producción de productos de origen animal exige muchos más recursos que la producción de alimentos a base de cereales. Aparte de las consecuencias negativas para el medio ambiente, el desperdicio de alimentos ocasiona importantes pérdidas monetarias, tanto para el consumidor particular como para la economía nacional. Al igual que ocurre con las consecuencias ambientales, las pérdidas económicas se van acumulando a lo largo de la cadena alimentaria, de forma que una tonelada de desperdicios de alimentos en el hogar (es decir, en el último eslabón de la cadena) implica muchos más costes económicos y ambientales que una tonelada de desperdicios de alimentos en el sector de la transformación. En este contexto, la reducción del nivel actual de desperdicio de alimentos brinda una gran oportunidad para lograr la seguridad alimentaria mundial, reducir los riesgos medioambientales, conservar recursos no renovables para otros usos y evitar pérdidas económicas. No obstante, la aplicación de medidas preventivas para combatir el desperdicio de alimentos exige un análisis exhaustivo de la magnitud, el patrón y las consecuencias del desperdicio de alimentos, que constituye uno de los elementos del presente estudio. El objetivo principal del estudio es analizar las medidas e instrumentos que pueden 1

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contribuir a evitar el desperdicio de alimentos, teniendo en cuenta las experiencias ya adquiridas en los distintos países. A tal fin, se centra en los planteamientos que la literatura existente o los debates en curso consideran de especial utilidad, fáciles de aplicar y capaces de reportar beneficios a largo plazo. Sobre la base de este análisis, se exponen opciones de actuación dirigidas tanto a los organismos europeos como a los gobiernos nacionales responsables de su aplicación.

2. DEFINICIÓN DE LOS TÉRMINOS «PÉRDIDA DE ALIMENTOS» Y «DESPERDICIO DE ALIMENTOS» Hasta la fecha no ha existido una definición comúnmente aceptada de los términos «pérdida de alimentos» y «desperdicio de alimentos» ni en los marcos jurídicos nacionales o europeo ni en la literatura científica. De acuerdo con otros autores señalados, se sugiere distinguir entre ambos términos en el presente estudio. Se entiende por «pérdida de alimentos» la cantidad de alimentos que se producen para consumo humano y que, por distintos motivos, abandonan la cadena alimentaria. El «desperdicio de alimentos» constituye una subcategoría de la pérdida de alimentos y representa la cantidad de alimentos que, pese a seguir siendo aptos para el consumo, se desechan por la acción o inacción humana. Es preciso realizar esta distinción porque en las primeras fases de la cadena alimentaria, los restos y los productos separados pueden reutilizarse en el proceso de producción, de modo que no todas las pérdidas de alimentos se traducen en desperdicio. Por otra parte, se considera también desperdicio de alimentos la retirada de la cadena alimentaria de alimentos que en un principio estaban destinados al consumo humano, incluso aunque posteriormente se les dé un uso no alimentario. Los productos que ya no pueden venderse, pero pueden recuperarse para consumo humano de forma que permanecen en la cadena alimentaria, no se consideran ni pérdida ni desperdicio de alimentos (por ejemplo, la elaboración de pan rallado a partir de productos de panadería que no se han vendido). Asimismo, a la diferencia entre desperdicio y pérdida de alimentos, la comunidad científica añade la distinción entre desperdicio «evitable» e «inevitable» de alimentos. El desperdicio evitable de alimentos se refiere a productos que todavía son aptos para el consumo humano cuando se desechan o productos que habrían sido comestibles si se hubieran consumido a tiempo. El desperdicio inevitable de alimentos se refiere a los productos o ingredientes que no son aptos para el consumo humano. En esta categoría se incluyen las partes no comestibles (por ejemplo, las pieles de plátano, los huesos o las cáscaras de huevo), así como los productos que han resultado tan dañados por las condiciones meteorológicas, enfermedades o plagas, que no pueden consumirse. La tercera categoría que se utiliza en el debate en curso, a saber, «desperdicio posiblemente/parcialmente evitable de alimentos», se refiere a productos o ingredientes que no se consumen debido a las preferencias de los consumidores (por ejemplo, las cortezas de pan o la piel de las manzanas) o que pueden consumirse cuando los alimentos se preparan de un modo determinado (la piel de ave de corral suele comerse cuando se encuentra frita, pero no es habitual consumirla cocida). Esta categoría suele excluirse, ya que las cantidades correspondientes tienen escasa relevancia si se tiene en cuenta el total de alimentos que se desperdicia.

3. ESTADO ACTUAL DE LA INVESTIGACIÓN En enero de 2012 el Parlamento Europeo aprobó la Resolución sobre cómo evitar el desperdicio de alimentos: estrategias para mejorar la eficiencia de la cadena alimentaria en la UE, en la que pide a la Comisión que tome medidas prácticas para reducir a la mitad el desperdicio de alimentos antes de que finalice 2025. Asimismo, solicita a la Comisión que lleve a cabo un análisis de toda la cadena alimentaria, desde el campo hasta la mesa del consumidor, para detectar los sectores en que se desperdician más alimentos. Sobre la base de este análisis, deben crearse objetivos específicos de prevención de residuos de

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alimentos para los Estados miembros, como parte de los objetivos de prevención de residuos que debe alcanzar cada Estado miembro antes de que finalice 2014 (Directiva marco de 2008 sobre residuos). Con respecto a estas iniciativas, la Comisión Europea ha fijado en su Hoja de ruta hacia una Europa eficiente en el uso de los recursos el objetivo de reducir a la mitad la eliminación de residuos alimenticios comestibles de aquí a 2020 (Comisión Europea, 2011). A escala europea, se han llevado a cabo un gran número de estudios acerca de la magnitud, las causas y las consecuencias de la generación de residuos de alimentos. Se dispone de encuestas nacionales realizadas en Alemania, Austria, Dinamarca, Finlandia, Francia, Italia, Noruega, los Países Bajos, Portugal, el Reino Unido, Suecia y Suiza. Las actividades de investigación y las iniciativas políticas parten sobre todo de Europa occidental, central y septentrional y solo unos pocos países de Europa meridional. Algunos países del sur y la mayoría del este de Europa cuentan con escasa representación en el debate en curso. Numerosas instituciones de diversa índole, entre las que se incluyen universidades, instituciones de investigación, organizaciones no gubernamentales, empresas industriales, ministerios nacionales y organismos europeos e internacionales, han publicado estudios sobre el desperdicio de alimentos. Conviene señalar que, incluso aunque traten el mismo tema, es difícil comparar los hallazgos de los estudios individuales al asumir estos últimos diferentes perspectivas con respecto a la definición de los términos «pérdida de alimentos» y «desperdicio de alimentos», la fijación de los límites del sistema, el diseño y el ámbito de aplicación de la investigación, así como los métodos empleados para la recopilación y análisis de datos. A día de hoy solo se ha realizado un estudio paneuropeo importante: Preparatory study on food waste across EU-27 (Monier et al., 2010), un estudio preparatorio sobre el desperdicio de alimentos en la Europa de los Veintisiete. Los autores evalúan la magnitud de las pérdidas de alimentos en Europa sobre la base de los datos recopilados por Eurostat y datos procedentes de estudios nacionales. También se dispone de varios estudios generales a escala mundial llevados a cabo por WWF y la FAO (Grethe et al., 2011; Gustavsson et al., 2011), así como de estudios estadounidenses (Buzby y Hyman, 2012; Gunders, 2012; Hall et al., 2009). Actualmente, hay dos proyectos de la UE en curso en materia de desperdicio de alimentos. En el proyecto «GreenCook» («cocina ecológica») colaboran distintos países, tales como Alemania, , Bélgica, Francia, Gran Bretaña y los Países Bajos, con el fin de elaborar un modelo noreuropeo de gestión alimentaria sostenible. Dicho proyecto abarca la creación de una definición uniforme del término «desperdicio de alimentos» y la implantación de un marco de evaluación en materia de desperdicio de alimentos. Por otra parte, el proyecto del Séptimo Programa Marco de la UE denominado «FUSIONS» (Food Use for Social Innovation by Optimising Waste Prevention Strategies, Utilización de alimentos para la innovación social mediante la optimización de las estrategias de prevención de desperdicios), que cuenta con la participación de veintiuna instituciones de trece Estados miembros, contribuirá a la armonización del control del desperdicio de alimentos, la viabilidad social de medidas innovadoras para optimizar la utilización de alimentos en la cadena alimentaria y la elaboración de directrices sobre una política común de la Europa de los Veintisiete en materia de desperdicio de alimentos. En el ámbito europeo destaca la actuación del Reino Unido, que en el año 2000 fundó el programa «WRAP» (Waste and Resources Action Programme, Programa de acción en materia de residuos y recursos). La finalidad de esta iniciativa subvencionada por el Estado es reducir todos los tipos de residuos en los sectores privado e industrial. La cuestión del «desperdicio de alimentos» ocupa un lugar destacado en el programa y figura desde hace años en la agenda. El principal objetivo que persigue es calcular la magnitud de las pérdidas de alimentos en el Reino Unido, reunir a las partes interesadas y llamar la atención de los consumidores sobre la cuestión mediante campañas como la titulada «Love Food Hate Waste» («Ama la comida, odia el desperdicio»).

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4. ORÍGENES Y MOTIVOS DE LAS PÉRDIDAS DE ALIMENTOS A LO LARGO DE LA CADENA ALIMENTARIA En las últimas décadas, la cadena alimentaria se ha prolongado y ha ido adquiriendo complejidad debido a la globalización del mercado, al aumento de las expectativas de los consumidores con respecto a la variedad de opciones, y al crecimiento de la demanda de carne, frutas, hortalizas y otros productos muy perecederos. La migración cada vez mayor de la población rural a las zonas urbanas aumenta la distancia entre los lugares de producción y de consumo, lo que implica la prolongación del transporte y de la cadena de frío, así como un mayor número de intermediarios. Asimismo, el comportamiento de los habitantes de las ciudades en relación con la utilización de los alimentos es distinto al de los habitantes de las zonas rurales. De acuerdo con los análisis realizados en materia de desperdicio, un estudio austriaco reveló que la cantidad de alimentos que se tira a la basura en las ciudades es mucho mayor que en las zonas rurales (Obersteiner y Schneider, 2006).

4.1 Las pérdidas en la producción primaria Las pérdidas que se producen en la fase de producción primaria (agricultura, manipulación postcosecha y almacenamiento) de los países industrializados son relativamente bajas en comparación con las de los países emergentes y en desarrollo. En los países industrializados, una posible causa de estas pérdidas parece ser la orientación de la producción hacia las necesidades del mercado, lo que puede dar lugar a una oferta superior a la demanda. Asimismo, las estrictas condiciones contractuales, así como las rigurosas normas de calidad dispuestas por los grandes distribuidores pueden ocasionar un exceso de producción. Aunque la mejora vegetal permite la utilización de plantas con las características deseadas, los agricultores no pueden predecir con exactitud el rendimiento de su cosecha, sobre todo por la variabilidad de las condiciones meteorológicas. Además, un agricultor tiene que abastecer la cantidad acordada con una calidad perfecta para recibir el precio pactado. Esto, a su vez, provoca que una cantidad considerable de los cultivos producidos se quede en los campos. No obstante, cabe señalar que los agricultores y las empresas de transformación suelen buscar canales alternativos para comercializar los excedentes de producción. Otro importante aspecto del análisis de las pérdidas de alimentos son las condiciones del marco jurídico. El objetivo social de prevenir los riesgos para la vida y la salud de los consumidores, consagrado en diversos reglamentos y directivas de la UE, podría entrar en conflicto con la intención de evitar el desperdicio de alimentos. Conviene distinguir entre la contaminación de los alimentos durante la producción, los residuos de pesticidas en los cultivos y los residuos de medicamentos veterinarios en los alimentos de origen animal. Todos estos tipos de contaminación han sido objeto del establecimiento de límites de concentración máxima a escala europea. Un estudio de Wageningen UR (Waarts et al., 2011) consideró que estos límites legales fijados por el Derecho europeo fomentaban en gran medida la generación de residuos de alimentos en la producción primaria.

4.2 Las pérdidas en la transformación y envasado En la industria de la transformación existe también, en parte, un problema de sobreproducción. Este exceso de producción no puede descartarse aun cuando haya muchas empresas de producción que intenten evitar altos niveles de inventario mediante la entrega «justo a tiempo».

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La industria alimentaria exige tamaños y normas de calidad específicos para la transformación de los productos. Las diversas selecciones que tienen lugar en las distintas fases de la transformación conllevan altos índices de desperdicio. Las frutas y hortalizas, que suelen venderse en paquetes, se seleccionan durante la transformación para conseguir formar paquetes de tamaño y peso uniformes. La venta en paquetes también provoca pérdidas al por menor, ya que en el supuesto de productos dañados, resulta demasiado caro abrir el paquete y poner el resto de los productos a la venta. La transformación alimentaria produce residuos que aún podrían utilizarse para el consumo humano. Estos residuos se utilizan a veces en otros ámbitos, pero lo habitual es que se eliminen, puesto que se trata de la solución más fácil y barata. La producción de distintas variedades y diversas marcas de un producto también puede ocasionar pérdidas. Los productos lácteos, por ejemplo, se presentan con una amplia gama de variedades y marcas en el mercado y pertenecen a la categoría de alimentos perecederos. Debido a las diferentes recetas, es preciso realizar cambios de lote para producir las distintas variedades. Así pues, se produce una fase mixta en la envasadora, que suele desecharse por motivos de gestión de alérgenos. Los cambios frecuentes de lote también dan lugar a una mayor cantidad de residuos de limpieza. Por otra parte, los productores de marcas blancas de supermercado no pueden vender su sobreproducción a otros establecimientos. La manipulación de productos de origen animal como la leche, los productos lácteos, la carne y los embutidos se rige por una serie de normativas de la UE que imponen un estricto régimen de normas de higiene. Las normativas de la UE estipulan asimismo una clara documentación de la cadena alimentaria, cuya trazabilidad debe garantizarse mediante una marca de identificación en el envase. La carne y los embutidos son productos muy perecederos debido a su sensibilidad microbiana. La transformación de las materias primas exige un estricto cumplimiento de la cadena de frío. En los supermercados y establecimientos de descuento, que siempre ofrecen grandes cantidades y una enorme variedad de productos cárnicos frescos, el riesgo de eliminación es especialmente elevado dados los escasos márgenes de entrega. Las interrupciones de la cadena de frío, el exceso de temperatura y las contaminaciones conllevan en la mayoría de los casos la eliminación de productos.

4.3 Las pérdidas en la distribución y venta al por mayor y al por menor Mediante la determinación de normas de calidad para los productos agrícolas, el sector comercial ejerce una fuerte influencia en la producción primaria y deja los productos rechazados a los productores. Se pierden alimentos porque las normas establecidas con respecto al tamaño, la forma, el color y la apariencia de los productos requieren un proceso de selección. Pese a que el número de normas europeas específicas relativas a la comercialización de las frutas y hortalizas frescas se redujo de treinta y seis a diez en 2009, el sector comercial continúa exigiendo productos normalizados porque los procesos logísticos de almacenamiento, embalaje y distribución no pueden manejar productos con tamaños y formas irregulares. Asimismo, al sector comercial le interesa mantener las normas de calidad y proporcionar un criterio objetivo que facilite las relaciones empresariales entre productores, fabricantes y minoristas. Por consiguiente, diversas empresas de alimentación continúan utilizando las normas reglamentarias originales a modo de normas privadas. Previamente a la comercialización de los alimentos, estos deben transportarse y distribuirse. Pueden producirse pérdidas cuando las empresas de transporte sobrepasan el plazo previsto para la entrega y descarga de los productos. Además, un transporte inadecuado puede ocasionar pérdidas o daños en los productos o su embalaje durante el traslado. También pueden producirse daños durante la carga o descarga de los productos o en su apilamiento. Otro problema de logística es el almacenamiento, ya que

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si se almacenan demasiados productos, puede ocurrir que la fecha de duración mínima deje de cumplir los requisitos de venta o incluso que los productos se echen a perder. El desperdicio de alimentos en el sector mayorista/minorista suele deberse al vencimiento de las fechas de caducidad. No se prohíbe el reetiquetado y venta de productos con fechas de consumo preferente vencidas siempre que se garantice que no entrañan riesgos para la salud, pero sencillamente no se trata de una práctica habitual por motivos de responsabilidad civil. Waarts et al. (2011) pusieron de manifiesto que los productores eran muy conservadores a la hora de fijar las fechas de consumo preferente con objeto de limitar su riesgo en materia de responsabilidad civil por los daños causados por productos defectuosos y de posibles daños a su reputación. Por el mismo motivo, los minoristas deciden no reetiquetar los productos cuyas fechas de consumo preferente han vencido. Asimismo, se considera que las estrategias de comercialización del tipo «pague uno y lleve dos» (o «2x1») dan lugar al desperdicio de alimentos en los hogares al animar a los consumidores a adquirir productos no deseados. A pesar de los motivos expuestos con respecto a la generación de pérdidas de alimentos en el ámbito de la distribución y venta al por mayor y al por menor, las cantidades parecen ser reducidas en comparación con otros sectores. Según los cálculos del BIO Intelligence Service y otros estudios, el sector comercial representa solo un 5 % del desperdicio total de alimentos en la UE. No obstante, se trata de un sector en el que los datos empíricos son especialmente limitados. Por tanto, resulta muy necesario llevar a cabo una investigación más exhaustiva con el fin de medir con mayor precisión la generación de residuos de alimentos.

4.4 Las pérdidas en el sector de la hostelería En el caso de los restaurantes y otros prestadores de servicios de comidas, la cantidad de desperdicio de alimentos viene determinada en gran medida por el tamaño de las raciones que ofrecen. Al aumentar el tamaño de las raciones ―una tendencia que ha podido observarse en los últimos años en los Estados Unidos y Europa―, aumenta también el número de consumidores que no pueden acabarse los platos. Por lo que respecta a los restaurantes de bufé, la mayor parte de los desperdicios se generan al preparar demasiada comida que no puede almacenarse ni servirse más tarde en un plato distinto. Uno de los motivos de esta práctica es que los consumidores suelen esperar que no se agote ningún plato, sobre todo en el mercado de lujo, lo que obliga a los cocineros a preparar bastante más comida de la que va a consumirse. También existen problemas logísticos que provocan pérdidas de alimentos en el sector de la hostelería. La fluctuación del número de clientes dificulta la capacidad de la dirección para adquirir cantidades adecuadas de alimentos. Las reservas facilitan las previsiones de las cantidades necesarias, pero no son habituales en algunos tipos de restaurantes, tales como las cafeterías. En el caso del servicio de bufé, solo puede preverse en cierta medida la demanda por medio de las reservas. Si las sobras de alimentos van a volverse a utilizar u ofrecer, es preciso que se disponga de suficiente espacio frigorífico. No obstante, en situaciones de estrés, suele ser más fácil tirar la comida que envasarla y congelarla. Asimismo, es difícil reutilizar las sobras ya que muchos restauradores establecen sus ofertas diarias con antelación y no están muy dispuestos a cambiar la carta. En la mayoría de las instalaciones, no se separan y pesan los residuos de alimentos. Esto impide ver la cantidad de alimentos desperdiciada, por lo que no se mide ni se reflexiona sobre posibles mejoras de las rutinas internas que podrían aumentar la eficacia de la utilización de alimentos. Las disposiciones legales también desempeñan un importante papel en el sector de los servicios de catering. Con arreglo a los requisitos de higiene, solo es legal reutilizar las sobras de alimentos si estos no han salido de la cocina. La garantía de dos horas en los productos no refrigerados (prevista en el paquete

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de medidas sobre higiene alimentaria de la UE) provoca el desperdicio de alimentos, ya que las empresas de catering se ven obligadas a tirar productos que normalmente precisan almacenamiento frigorífico si hace más de dos horas que los han sacado a la venta. Asimismo, Waarts et al. (2011) revelaron que las empresas de catering, los minoristas y los encargados del tratamiento de los flujos de residuos suelen aplicar normas más estrictas que las impuestas por la legislación para eludir la responsabilidad civil y daños a su reputación.

4.5 Las pérdidas en los hogares particulares De diversos estudios se desprende que el desperdicio de alimentos tiende a crecer con el aumento de la prosperidad. Incluso en los países con un promedio de renta media-baja, las clases superiores tienden a desperdiciar la comida. Por otra parte, el precio de los alimentos en el mercado mundial fue en constante descenso durante el siglo pasado, mientras que solo ha crecido ligeramente desde la primera década del nuevo siglo. Por consiguiente, el gasto que las familias destinan a alimentos representa una porción cada vez menor de sus ingresos. Si bien a principios del siglo XX un hogar medio tenía que destinar más de la mitad de su renta disponible a alimentos, el porcentaje actual oscila entre menos del 10 % y un máximo del 20 % en la Europa de los Veintisiete. Esta circunstancia ha hecho que disminuya la apreciación general de los alimentos (Gerstberger y Yaneva, 2013). El cambio demográfico también influye en la generación de residuos de alimentos. El creciente número de hogares unipersonales en los países industrializados aumenta la cantidad de alimentos que se desperdicia, ya que al no tener la posibilidad de compartir los alimentos, dichos hogares presentan un mayor índice de desperdicio por habitante que los hogares multipersonales. Una tercera tendencia que repercute en la utilización de los alimentos es el porcentaje cada vez mayor de mujeres trabajadoras. Las cargas múltiples derivadas del trabajo y la familia reducen el tiempo disponible para hacer la compra y dificultan la compra diaria de alimentos. De ahí que se compren mayores cantidades que tienen que durar toda la semana, con una mayor probabilidad de que algunos alimentos acaben desechándose sin haber sido utilizados. Pruebas empíricas demuestran que las personas con un trabajo a tiempo completo tiran más alimentos. Las actitudes de comportamiento de los hogares desempeñan asimismo un papel significativo en el aumento del desperdicio de alimentos. Los consumidores planifican de forma deficiente su compra diaria y adquieren más productos de los que necesitan. La gran oferta de productos frescos y precocinados lleva a los consumidores a probar productos nuevos y desconocidos. Una parte de los alimentos que se desechan son productos que los consumidores han comprado por primera vez y que no les han gustado. La presentación de los productos en unidades grandes minimiza la cantidad de embalaje necesario y, por tanto, los residuos de embalaje. Sin embargo, a menudo no pueden consumirse del todo a pesar de que los alimentos siguen estando frescos. Los paquetes pequeños salen mucho más caros que los grandes. Además, los consumidores suelen estar mal informados sobre la manipulación adecuada de los alimentos en lo tocante a su almacenamiento y conservación. De conformidad con la normativa de la UE en materia de etiquetado de alimentos, debe indicarse la duración mínima de los productos preenvasados en el envoltorio. Existen principalmente dos formas importantes de indicar las fechas de vencimiento: la fecha de «consumo preferente» y la fecha de «caducidad». Mientras que la fecha de caducidad es la última fecha recomendada para el consumo de un producto desde el punto de vista de la seguridad alimentaria (por ejemplo, para la carne picada o el pescado fresco), la fecha de consumo preferente no hace referencia a la seguridad alimentaria, sino que puede considerarse una garantía de responsabilidad del productor y, en principio, es seguro consumir los alimentos después de esta fecha. No obstante, existe bastante confusión en torno al significado de las indicaciones de las fechas, lo que conlleva un mayor desperdicio de alimentos. Diversos estudios empíricos sobre el comportamiento de los hogares en la UE revelan que el vencimiento de las fechas de 7

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«consumo preferente» constituye una importante causa de eliminación de alimentos en los hogares porque los consumidores relacionan ambos términos con el deterioro y el carácter no comestible de los productos.

El cuadro 1 ofrece un resumen de los principales factores que contribuyen al desperdicio de alimentos en las distintas fases de la cadena alimentaria. Cuadro 1: Resumen de los principales factores contribuyentes al desperdicio de alimentos en las distintas fases de la cadena alimentaria de los países industrializados Fases

Factores contribuyentes 

Producción agrícola

   

Transformación

     

Distribución y venta al por mayor/al por menor

  



   Industria de la hostelería y servicios de catering





Selección de productos a la salida de la explotación agrícola a causa de las rigurosas normas de calidad dispuestas por los grandes distribuidores con respecto al peso, tamaño, forma y apariencia Precios de mercado que no justifican los gastos de cosecha Sobreproducción debida a los acuerdos de suministro con las cadenas minoristas Productos dañados durante la cosecha Recorte al tamaño deseado o eliminación total de los productos de tamaño irregular Deformaciones o daños en los productos a raíz de la inestabilidad de los procesos de transformación Pérdida de calidad a causa de la contaminación en el proceso de producción Deterioro de productos por problemas de envasado Sobreproducción de marcas blancas de supermercado que no puede venderse a otros establecimientos Excedentes derivados de los sistemas de devolución y de la cancelación de pedidos Falta de almacenamiento frigorífico/interrupción de la cadena de frío Daños en productos por envases o embalajes defectuosos Excedentes debidos a imprecisiones en los pedidos y la previsión de la demanda Obligación de los minoristas de pedir una amplia gama de productos y marcas del mismo productor para obtener precios ventajosos Incumplimiento de las normas mínimas de seguridad alimentaria (por ejemplo, por presencia de contaminación microbiana o residuos de pesticidas) Estrategias de comercialización tales como «pague uno y lleve dos» Raciones desmesuradas Oferta de bufés a precios fijos que animan a las personas a coger más cantidad de la que pueden comer Separación en paquetes de tamaño de catering en hoteles y servicios de catering (por ejemplo, para la mermelada, los cereales, el zumo y la leche) o utilización de paquetes de raciones individuales que no satisfacen las necesidades de los clientes Dificultades para prever la demanda (número de clientes) 8

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Hogares



Normas de la UE en materia de higiene, como la garantía de dos horas en los productos no refrigerados



Falta de planificación y conocimientos sobre compra y almacenamiento de alimentos Compras impulsivas (compra de artículos que no se necesitan en ese momento) Compra de productos nuevos que «no gustan» al consumidor Paquetes de tamaños inadecuados (por ejemplo, platos preparados demasiado grandes) Gestión deficiente del almacenamiento (por ejemplo, envoltorios inapropiados) Confusión en torno a la indicación de las fechas en el etiquetado («consumo preferente» y «caducidad») Falta de técnicas y competencias para la preparación de los alimentos Poca experiencia en la planificación de las comidas Preparación de comidas demasiado abundantes Falta de competencias para reutilizar las sobras en nuevas comidas

        

Fuentes: Parfitt et al. (2010); Monier et al. (2010); Gustavsson et al. (2011); BFCN (2012); IMECHE (2013).

5. DATOS DISPONIBLES Y SU FIABILIDAD Existen principalmente dos estudios que analizan datos paneuropeos relativos al origen del desperdicio de alimentos: el estudio llevado a cabo por el BIO Intelligence Service (Servicio de inteligencia BIO; en lo sucesivo, «BIOIS») en nombre de la Comisión Europea (Monier et al., 2010) y el estudio realizado por el Swedish Institute for Food and Biotechnology (Instituto sueco de alimentos y biotecnología; en lo sucesivo, «SIK») en nombre de la FAO (Gustavsson et al., 2011 y 2013). Ambos estudios tienen sus ventajas y sus inconvenientes. El estudio del BIOIS examina la generación de desperdicios de alimentos en todas las fases de la cadena alimentaria de la Europa de los Veintisiete. Dicho estudio excluye la producción agrícola y no considera distintos grupos de productos. El estudio del SIK aborda la generación de desperdicios de alimentos en todas las fases de la cadena alimentaria, incluida la producción agrícola, y realiza un desglose por tipos de productos. A diferencia del estudio del BIOIS, el estudio del SIK presenta un planteamiento mundial y agrupa todos los países en diferentes zonas. El grupo de los países de renta media-alta incluye la Europa de los Veintisiete, Rusia y otros países europeos que no son miembros de la UE. El estudio del SIK se basa en datos recopilados por FAOSTAT desde 2007, mientras que el estudio del BIOIS se basa en datos recopilados por Eurostat desde 2006 y en diversas fuentes nacionales.

5.1 Los cálculos basados en los datos de FAOSTAT y metodología del SIK Para el estudio del BIOIS, se combinaron datos procedentes de Eurostat, estudios nacionales y extrapolaciones realizadas por el BIOIS. Todas las cifras que presenta este servicio de inteligencia deben considerarse cálculos aproximados que representan los mejores datos disponibles. No obstante, cabe poner en duda si reflejan correctamente la cantidad real de desperdicio de alimentos que se genera en las distintas fases de la cadena alimentaria. La presentación de los datos de Eurostat (que se han utilizado sobre todo con respecto al sector de la transformación) corresponde a los distintos Estados miembros, 9

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pero no existe una metodología normalizada para la recopilación y el tratamiento de los datos. Las extrapolaciones del BIOIS (que se han utilizado sobre todo con respecto a los sectores mayorista/minorista y de la hostelería/servicios de catering) aplican valores medios basados en un número muy reducido de estudios nacionales. Además, este método difumina las posibles diferencias existentes entre los Estados miembros. Los estudios nacionales parecen haberse llevado a cabo con mayor minuciosidad, puesto que ofrecen datos más sólidos; sin embargo, las definiciones y los métodos de cálculo varían en gran medida de un Estado miembro a otro, lo que limita la posibilidad de comparar los resultados. Con objeto de comprobar la verosimilitud de los resultados del estudio del BIOIS, se han llevado a cabo cálculos de modelos basados en datos de FAOSTAT y en la metodología aplicada por el SIK (Gustavsson et al., 2013). Estos cálculos se realizaron por separado para los distintos grupos de alimentos y las diversas fases de la cadena alimentaria en cada uno de los países de la Europa de los Veintisiete. Con el fin de permitir la comparación con los resultados del estudio del BIOIS, los cálculos se basaron en datos de FAOSTAT correspondientes al año 2006. La metodología empleada permite identificar «puntos calientes» (por ejemplo, el país, el tipo de alimento o la fase de la cadena alimentaria) que son más responsables del aumento del desperdicio de alimentos. Dado que todas las fases de la cadena alimentaria pueden modelarse de forma coherente, las pérdidas de alimentos en una determinada fase de la cadena alimentaria ejercen una influencia directa sobre los datos de entrada de todas las fases posteriores. Esto evita la aparición de conflictos derivados de la utilización de datos de diferentes fuentes. Sin embargo, conviene señalar que existen asimismo muchas restricciones, que limitan la fiabilidad de los resultados. Los porcentajes de pérdidas de alimentos que facilita el SIK con respecto a las distintas fases de la cadena alimentaria constituyen en la mayoría de los casos valores medios de todos los países europeos y, por tanto, no tienen en cuenta las circunstancias específicas de cada país. Los resultados reflejan sobre todo las diferencias relativas a los equilibrios alimentarios entre los diversos países. No obstante, este planteamiento proporciona una comprobación de la verosimilitud de los resultados de otros estudios y permite interpretar mejor los datos disponibles.

5.2 Resultados de los cálculos en comparación con los hallazgos del BIOIS El gráfico 1 presenta las contribuciones de las distintas fases de la cadena alimentaria a la cantidad total de desperdicio de alimentos en la Europa de los Veintisiete. El gráfico pone de manifiesto que las mayores cantidades de desperdicio de alimentos se generan en la primera y en la última fase de la cadena alimentaria. El hallazgo de que la producción agrícola y la manipulación y almacenamiento postcosecha en la Europa de los Veintisiete contribuyen en considerable medida al desperdicio total de alimentos en Europa contradice en cierto modo los resultados de otros estudios. La opinión predominante es que, a diferencia de lo que sucede en los países en desarrollo, las pérdidas que se ocasionan en la producción primaria de los países industrializados son insignificantes.

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Gráfico 1: Contribución de las distintas fases de la cadena alimentaria al desperdicio total de alimentos en la Europa de los Veintisiete (cálculos del ITAS)

Con arreglo a los cálculos, pueden encontrarse altos índices de desperdicio en los países de Europa meridional Chipre, España, Grecia e Italia, así como en los Países Bajos, Bélgica y Polonia. Todos estos países cuentan con un amplio sector de producción agrícola, lo que implica que gran parte de los alimentos producidos se exporta y, por tanto, no se consume en el país. Este resultado sugiere que el sector agrícola debería formar parte de una estrategia europea para reducir el desperdicio de alimentos. De acuerdo con los hallazgos de otros estudios, los cálculos del ITAS revelan que el sector de los hogares genera el mayor porcentaje de desperdicio de alimentos en comparación con las demás fases de la cadena alimentaria. Así pues, conviene centrar la elaboración de medidas preventivas en el comportamiento del consumidor final, aunque sin descuidar las fases anteriores de la cadena alimentaria. El gráfico 2 presenta las cantidades de desperdicio de alimentos correspondientes al año 2006 expresadas en kilogramos por habitante y ordenadas de mayor a menor sobre la base de los cálculos realizados. Dado que el estudio del BIOIS excluye las dos primeras fases de la cadena alimentaria (a saber, la producción agrícola y la manipulación y almacenamiento postcosecha) y se refiere únicamente a las fases posteriores, los cálculos efectuados en el presente estudio utilizan el mismo marco de referencia. El gráfico constata que la conformidad de los resultados es relativamente buena con la excepción de los Países Bajos, Bélgica y Polonia, en cuyos casos las cifras del BIOIS, que se basan en datos de Eurostat, no son verosímiles al no poder explicarse por problemas tecnológicos ni por la importancia de la industria alimentaria en dichos países.

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Gráfico 2: Cantidad de desperdicio total de alimentos por habitante, con exclusión de la agricultura y la manipulación postcosecha: comparación de los cálculos del ITAS y los resultados del BIOIS correspondientes a la Europa de los Veintisiete en 2006

Se observan también notables diferencias, por ejemplo, en el caso de Eslovenia, Grecia, Malta, la República Checa y Rumanía (donde los datos del estudio del BIOIS son muy inferiores) y de Estonia y Chipre (donde los datos del estudio del BIOIS son muy superiores). Uno de los motivos de estas discrepancias podría ser que los datos utilizados por el BIOIS se han extrapolado a partir de los resultados de otros países por falta de pruebas empíricas. Otro motivo podría ser que los porcentajes facilitados por el SIK para las distintas fases de la cadena de suministro no distinguen entre países. Este hecho pone de relieve la necesidad de datos mejores y más fiables en materia de desperdicio de alimentos procedentes de los distintos Estados miembros y desglosados por fases de la cadena alimentaria y grupos de alimentos. Para poner fin a la comparación entre los cálculos del ITAS y los resultados del estudio del BIOIS, el gráfico 3 ilustra el desperdicio de alimentos generado en los hogares. Este gráfico agrupa los Estados miembros de la Europa de los Veintisiete en función de la fuente de los datos relativos al sector de los hogares en el estudio del BIOIS. En el caso de los países situados en la parte izquierda del gráfico (de Grecia a Bulgaria), el BIOIS calculó el desperdicio de alimentos sobre la base de una «hipótesis mínima». La cantidad específica de desperdicio de alimentos (en kilogramos por habitante) calculada por el BIOIS con respecto a todos estos países es muy inferior a las cifras calculadas por el ITAS. El motivo podría ser que el valor escogido por el BIOIS para la hipótesis mínima es demasiado bajo.

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Gráfico 3: Cantidad de desperdicio de alimentos por habitante generada en el sector de los hogares: comparación de los cálculos del ITAS y los resultados del BIOIS correspondientes a la Europa de los Veintisiete en 2006

En cuanto a los países situados en la parte derecha del gráfico 3, los datos empleados por el BIOIS en su estudio proceden de estudios nacionales o de Eurostat. En general, la conformidad de estos datos es mucho mayor que la de los países situados a la izquierda. Pueden observarse importantes diferencias en el caso de Estonia, Irlanda, Italia y Polonia, que podrían atribuirse a la escasa fiabilidad de los datos de Eurostat. Por ejemplo, la cifra correspondiente Italia en el estudio del BIOIS es muy inferior a la de otros países con semejante nivel de vida y renta disponible de los hogares, por lo que no parece verosímil.

6. COMPORTAMIENTO DESPERDICIO

DE

LOS

HOGARES

EN

MATERIA

DE

Se observan diferencias significativas en el comportamiento de los hogares en materia de desperdicio en función de los distintos grupos de alimentos, que pueden estudiarse con diversos planteamientos metodológicos. Los estudios nacionales disponibles utilizaron o bien encuestas a hogares, en ocasiones acompañadas de la elaboración de diarios por parte de estos últimos, o bien análisis de la composición de los residuos. Ambos planteamientos tienen sus ventajas y sus inconvenientes. La realización de encuestas a hogares es un método sencillo, pero a menudo solo puede aportar información cualitativa, ya que los cálculos cuantitativos basados en el recuerdo del peso de los alimentos adquiridos y desechados suelen tender a ser erróneos. De la experiencia se desprende asimismo que los consumidores subestiman en gran medida sus pérdidas cuando se autoevalúan. La elaboración de diarios por parte de los hogares reporta datos fiables, si bien requiere que las personas 13

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objeto de estudio dediquen parte de su tiempo y puede dar lugar a cambios en la utilización de los alimentos como consecuencia de una participación consciente; este caso es cada vez más frecuente desde que el tema del «desperdicio de alimentos» se asocia a juicios emocionales y morales. En cuanto a los análisis de la composición de los residuos, que pueden llevarse a cabo sin el conocimiento y la participación activa de los hogares, se consideran el método más objetivo y preciso a la hora de determinar la cantidad de alimentos que desperdician los consumidores. El inconveniente de este planteamiento es que no existe una metodología internacional normalizada para la recopilación de datos ni coherencia en cuanto a las definiciones empleadas. La gran mayoría de los estudios disponibles aplica el segundo planteamiento y especifica la cantidad de residuos como porcentaje del desperdicio generado por los hogares. El cuadro 2 ofrece una visión general de la composición de los residuos de alimentos generados por los hogares de distintos países europeos.

Cuadro 2: Composición de los residuos de alimentos generados por los hogares de siete países europeos expresada en porcentaje País objetivo

Carne y pescado

Lácteos

Hortalizas frescas

Frutas frescas

Panadería

Comidas

Otros

Reino Unido1

9

8

27

16

11

10

19

Países Bajos2

6

13

23

10

17

18

13

Suecia3

10

3

38

15

27

8

Noruega4

10

6

31

27

15

11

Finlandia5

7

17

19

13

13

18

6

Austria6

12

15

13

8

13

15

24

Alemania7

7

9

27

19

16

13

9

1(Johnson

2010),

y Quested, 2009), 2(van Westerhoven y Steenhuisen, 2010), 3(Andersson, 2012), 4(Syversen y Marthinsen, et al., 2012), 6(Schneider, 2008), 7(Hafner et al., 2012).

5(Silvennoinen

El cuadro constata que en todos los países estudiados, las frutas y hortalizas frescas constituyen el grupo más abundante en la composición de los residuos de alimentos generados por los hogares, seguido de los productos de panadería y las comidas. Estos resultados se apoyan en los cálculos que se han llevado a cabo en el presente estudio. El gráfico 4 ilustra los porcentajes que representan los distintos grupos alimentarios en el desperdicio total de alimentos generado por el sector de los hogares de distintos países. En la mayoría de los Estados miembros de la UE, el principal grupo de alimentos son las frutas y hortalizas, seguido de los cereales. El porcentaje que representan la carne y el pescado en el desperdicio total de alimentos es relativamente bajo, así como el correspondiente a oleaginosas y legumbres resulta insignificante.

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Gráfico 4: Porcentajes que representan los distintos grupos alimentarios en el desperdicio total de alimentos generado por el sector de los hogares de la Europa de los Veintisiete en 2006 (cálculos del ITAS)

De una observación más detallada del desperdicio de alimentos generado por los hogares, desglosado por países y tipos de alimentos, se desprende que los resultados de los cálculos realizados en el presente estudio revelan el panorama que se describe a continuación. Los mayores índices de desperdicio de frutas y hortalizas se presentan en países de Europa meridional como España, Chipre, Grecia, Italia, Malta y Portugal, así como en Francia, Hungría, Luxemburgo y Rumanía. Los porcentajes de desperdicio de cereales son superiores en países de Europa oriental como Bulgaria, Eslovaquia y la República Checa. Algunos países de Europa oriental como Estonia, Letonia, Lituania y Polonia, así como Dinamarca y el Reino Unido, presentan los mayores índices de desperdicio de raíces y tubérculos. En cuanto al desperdicio de leche y huevos, registran las mayores cifras los países noreuropeos Finlandia, Suecia y los Países Bajos, los países centroeuropeos Luxemburgo y Alemania, así como Lituania. Los índices de desperdicio de carne son similares en toda la Europa de los Veintisiete. Los porcentajes superiores de desperdicio de pescado se hallan en países de Europa meridional como España y Portugal, y en países de Europa septentrional, central y oriental como Finlandia, Francia, Lituania y Suecia. El desperdicio de oleaginosas y legumbres es insignificante en todos los Estados miembros. Los resultados de los cálculos se ajustan también a los hallazgos de los estudios sobre los diferentes patrones de alimentación en la Europa de los Veintisiete. Tras su adhesión a la UE, los países meridionales (España, Chipre, Grecia, Italia y Portugal) han ido abandonando paulatinamente la alimentación tradicional y adoptando los hábitos alimenticios de los principales Estados miembros de la UE. En los últimos cuarenta años, los países mediterráneos han incrementado en gran medida su consumo de carne y ahora parecen superar a los países centrales y nórdicos en cuanto a disponibilidad de carne roja. De forma análoga, se han nivelado las diferencias identificadas en la década de los sesenta

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con respecto al consumo de frutas y hortalizas entre los países mediterráneos y los centrales y norteños (Naska et al., 2006). Pese a la armonización de los hábitos alimenticios, siguen existiendo notables diferencias. Por ejemplo, los mediterráneos consumen mayores cantidades de carne roja, pescado y marisco, así como más frutas y hortalizas frescas que el resto de Europa. Se trata de productos muy perecederos, sobre todo en las condiciones meteorológicas meridionales, que se relacionan con pérdidas superiores a la media de los hogares.

7. CONSECUENCIAS DE LA GENERACIÓN DE RESIDUOS DE ALIMENTOS La producción alimentaria es una de las industrias con mayor consumo de recursos y una gran emisora de contaminantes. Las emisiones directas de la agricultura se producen sobre todo en forma de metano y óxido nitroso, cuyo efecto de cambio climático es mucho más pronunciado que el del CO 2. Las principales fuentes agrícolas de emisiones de gases de efecto invernadero son la utilización de abonos minerales, la explotación de ganado y el cultivo de arroz. Asimismo, la conversión de prados a tierras de cultivo puede conllevar en considerable medida la emisión de gases de efecto invernadero. La agricultura de regadío consume un 70 % de los recursos mundiales de agua dulce. La aplicación de fertilizantes y pesticidas, así como la compactación del suelo mediante la utilización de maquinaria pesada, suponen una carga para el suelo y las aguas subterráneas. La expansión de la agricultura intensiva, el aumento de los monocultivos y la penetración de la producción agrícola en zonas sensibles desde el punto de vista medioambiental dan lugar a la reducción de la biodiversidad y a la degradación de los servicios ecosistémicos. Además de asociarse a cargas medioambientales, el desperdicio de alimentos conlleva asimismo pérdidas económicas en toda la cadena alimentaria.

7.1 El consumo de recursos Una utilización más responsable y eficiente de los alimentos producidos reportaría un ahorro de recursos en materia de tierra, agua, energía, equipamiento y mano de obra. La capacidad de producción agrícola liberada podría ponerse a disposición de otros usos. Un aspecto importante a la hora de considerar la utilización de la tierra y la producción alimentaria son los cambios indirectos del uso de la tierra («CIUT»). Mediante la importación de alimentos procedentes de países emergentes y en desarrollo a Europa, los centros de producción se llevan al extranjero. Dado que la demanda de productos agrícolas va en constante aumento y la mejora de la productividad de la tierra es limitada, en otras zonas se realizan conversiones de terrenos mediante la deforestación de bosques tropicales, la plantación de cultivos en lugar de prados naturales y la ampliación de la superficie agrícola a expensas de zonas protegidas. Los cambios en las preferencias alimenticias, tales como un mayor consumo de productos cárnicos, podrían aumentar los cambios del uso de la tierra en otras partes del mundo. De forma análoga, la prevención de pérdidas de alimentos reduciría la «huella hídrica». La huella hídrica que se registra durante varios años de forma sistemática a escala mundial comprende el consumo directo e indirecto de agua. Se entiende por «consumo directo» la cantidad de agua que se utiliza con fines domésticos, tales como beber, cocinar, lavar y limpiar. Se entiende por «consumo indirecto» la cantidad de agua que se utiliza en el propio país y en otros países para la producción de bienes que se consumen a escala nacional. Con objeto de indicar esta agua oculta en todo tipo de productos (alimentos, ropa, papel, productos técnicos, etc.), se emplea el término «agua virtual». El consumo indirecto de agua en Alemania, por ejemplo, prácticamente triplica el consumo directo de agua. Más de dos tercios del consumo indirecto de agua alemán corresponden a la producción de 16

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cultivos herbáceos y casi un tercio a la producción de productos de origen animal. La mayoría de los cultivos herbáceos que se consumen en Alemania (en torno a un 59 %) se importan y, por ende, el agua necesaria para su cultivo y transformación; este hecho supone el ahorro de recursos hídricos nacionales a expensas de los países productores (Sonnenberg et al., 2009). Se trata de un aspecto especialmente problemático, ya que un determinado porcentaje de los productos importados procede de zonas áridas con condiciones hidrológicas desfavorables. Cada vez es más frecuente la utilización del riego artificial en los cultivos de las zonas áridas. Esta práctica ejerce presión sobre los recursos hídricos naturales y provoca conflictos con otros usuarios de agua. Entre los productos con una enorme huella hídrica se encuentran: el cacao, el café, la carne de vacuno, el arroz, el trigo, la leche y las manzanas. Un consumo más consciente de estos productos aliviaría la presión actual sobre los recursos hídricos. Además de contribuir al ahorro de recursos, una utilización eficiente de los alimentos reduciría las emisiones agrícolas. Diversos estudios demuestran que las mayores emisiones proceden del abastecimiento de productos de origen animal, si bien estos se desperdician en cantidades bastante inferiores en comparación con las frutas, las hortalizas y los productos de panadería. El gráfico 5 presenta la huella de los materiales y la huella de carbono de los distintos grupos alimentarios con respecto al desperdicio anual de alimentos en Alemania.

Gráfico 5: Huella de los materiales y huella de carbono del desperdicio de alimentos en Alemania por habitante y año, con inclusión de las fases anteriores de la cadena y un desglose por grupos de productos Fuente: Göbel et al., 2012.

Los gráficos de sectores ilustran que el tipo de alimentos que más se desperdicia en Alemania son las frutas y hortalizas, seguido a cierta distancia de los productos a base de cereales. Pese a que los productos cárnicos son los que menos se desechan, la huella de los materiales correspondiente a su producción y transporte es igual de elevada que la de las frutas y hortalizas. Los productos lácteos se asocian también a un elevado consumo de recursos. Los productos a base de cereales presentan la menor huella de materiales, si bien se desperdician en mayor medida que los productos lácteos. Asimismo, la producción y transporte de los productos cárnicos genera la mayor huella de carbono, seguidos por los productos lácteos y las frutas y hortalizas.

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7.2 La cantidad creciente de biorresiduos Entre las consecuencias ambientales del desperdicio de alimentos se encuentran también las emisiones de metano vinculadas al depósito de residuos orgánicos y a la necesidad de ampliar la capacidad de los vertederos a escala mundial. Una gran cantidad de residuos de alimentos procedentes del sector de los hogares conlleva unos costes elevados de recogida y transporte, así como de separación y depuración en las instalaciones de tratamiento de residuos. Los residuos biodegradables suelen contener mucha agua y, por tanto, poseen bajos valores caloríficos que reducen la salida de energía de las instalaciones de incineración. Así pues, los residuos urbanos biológicos de todo el mundo se depositan principalmente en vertederos. Fuera de Europa, solo una pequeña parte de los vertederos cuentan con instalaciones para la recogida y aprovechamiento del metano emitido. La legislación europea limita el depósito en vertederos de residuos orgánicos sin tratar. La Directiva de 1999 sobre el vertido de residuos impuso a los Estados miembros la obligación de reducir el porcentaje de residuos urbanos biodegradables destinados a vertederos. De conformidad con las cuotas jurídicamente vinculantes que dispone la Directiva, la cantidad máxima de residuos orgánicos eliminados en vertederos tiene que ir disminuyendo con el tiempo hasta alcanzar el 75 % (en peso) en 2006, el 50 % (en peso) en 2009 y el 35 % (en peso) en 2016 del total registrado en 1995. Los Estados miembros con un alto grado de dependencia de los vertederos disponen de un plazo adicional de cuatro años para cumplir los objetivos previstos por la Directiva. Un reciente análisis transnacional llevado a cabo por la Agencia Europea de Medio Ambiente revela que solo once países redujeron los residuos urbanos generados por habitante entre 2001 y 2010, mientras que veintiún países llegaron incluso a producir más residuos urbanos por habitante en 2010 que en 2001. No obstante, se observan claros indicios de un cambio del depósito en vertederos a otros modelos preferentes de gestión de residuos, centrados en la prevención, la reutilización, el reciclaje y la recuperación (de energía). Ha disminuido drásticamente el número de países que depositan en vertederos más del 75 % de sus residuos urbanos, mientras que ha aumentado el número de países que reciclan más de una cuarta parte de estos residuos. Sin embargo, la mayoría de los países seguían depositando más del 50 % de sus residuos urbanos en vertederos en el año 2010 (AEMA, 2013). El gráfico 6 proporciona una visión general de los porcentajes de residuos sólidos urbanos depositados en vertederos, incinerados, reciclados y compostados en 2010 en la Europa de los Veintisiete.

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Gráfico 6: Tratamiento de los residuos sólidos urbanos en distintos países europeos en 2010 1

Fuente: cálculo propio basado en Eurostat

La mejora de los índices de reciclaje de los residuos sólidos urbanos se debe principalmente al reciclaje de materiales tales como el vidrio, el papel, metales, plásticos y textiles, mientras que el reciclaje de biorresiduos se ha quedado a la zaga. Según la Comisión Europea (2010), una media del 40 % de los biorresiduos generados en la Europa de los Veintisiete sigue depositándose en vertederos (el porcentaje alcanza el 100 % en algunos Estados miembros). Once países cumplieron el objetivo del 50 % en 2009 y, un año después, hubo siete que lograron ya el objetivo fijado para 2016 de reducir los residuos hasta el 35 % (AEMA, 2013).

7.3 Las repercusiones económicas Aparte de las consecuencias negativas para el medio ambiente, el desperdicio de alimentos ocasiona importantes pérdidas monetarias, tanto para el consumidor particular como para la economía nacional. Al igual que el impacto ecológico, las pérdidas económicas se acumulan a lo largo de la cadena alimentaria; así pues, una tonelada de residuos de alimentos generada en los hogares (es decir, en el último eslabón de la cadena) conlleva unos costes económicos muy superiores a los que ocasiona una tonelada de residuos de alimentos en el sector agrícola. Los datos disponibles sobre las pérdidas económicas se refieren sobre todo a los hogares. El apartado «Waste arisings in the supply of food and drink to households» («Residuos generados en el suministro de alimentos y bebidas a los hogares») del estudio británico WRAP (Lee y Willis, 2010) estima que los hogares del Reino Unido desechan unos 5,3 millones de toneladas de alimentos al año, con un valor económico equivalente de 12 millones de libras.

1

http://epp.eurostat.ec.europa.eu/cache/ITY_SDDS/en/env_wasmun_esms.htm, 31.7.2013 19

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8. OPCIONES DE ACTUACIÓN PARA REDUCIR EL DESPERDICIO DE ALIMENTOS En el debate en curso a escala nacional e internacional se han presentado, y en parte ya se han adoptado, gran variedad de planteamientos orientados a alentar a los distintos agentes de toda la cadena de suministro a que utilicen los alimentos con moderación y responsabilidad. El estudio completo ofrece una visión general de las medidas e instrumentos analizados, teniendo en cuenta las experiencias ya adquiridas en los diferentes países. Se centra en las medidas e instrumentos que la literatura existente o el debate en curso consideran de especial utilidad, fáciles de aplicar y capaces de reportar beneficios a largo plazo. De este análisis se han desprendido las siguientes opciones que se consideran urgentes con vistas a lograr la meta fijada por la Comisión Europea y se dirigen tanto a los organismos europeos como a los gobiernos nacionales responsables de su aplicación.

La fijación de objetivos De conformidad con la Directiva marco de la UE sobre residuos, los Estados miembros tienen la obligación de elaborar planes de prevención de residuos antes de que finalice 2013. Como parte de estos planes, los Estados miembros deben fijar objetivos obligatorios de reducción del desperdicio de alimentos. Los entes regionales y locales deben adaptar los objetivos nacionales a su zona de influencia. Con objeto de medir los avances y evaluar la eficacia de las distintas medidas, es preciso establecer un seguimiento periódico del desperdicio de alimentos a lo largo de toda la cadena alimentaria en todos los Estados miembros de la UE. Los diversos sectores, tales como el de transformación, el minorista y el hostelero, deben acordar compromisos voluntarios en materia de reducción del desperdicio de alimentos.

La mejora de la base de datos Todos los estudios disponibles identificaron la falta de datos fiables como el principal obstáculo para la elaboración y aplicación de medidas destinadas a la reducción del desperdicio de alimentos. Con el fin de superar este obstáculo, es preciso acordar una definición vinculante del término «desperdicio de alimentos» en el marco de Eurostat, que distinga entre desperdicio evitable e inevitable de alimentos (con respecto a las partes no comestibles de los productos frescos y derivados). Asimismo, conviene normalizar los métodos utilizados por los Estados miembros para la recopilación y el cálculo de los datos relativos a la generación de residuos de alimentos. Con vistas a facilitar el seguimiento, debe introducirse la recogida selectiva, voluntaria u obligatoria, de los residuos de alimentos generados en todas las fases de la cadena alimentaria.

La revisión de la normativa de la UE en materia de seguridad alimentaria El objetivo social de prevenir los riesgos para la vida y la salud de los consumidores, consagrado en diversos reglamentos y directivas de la UE, podría entrar en conflicto con la intención de evitar el desperdicio de alimentos. Las normas estrictas en materia de contaminación, los niveles máximos de residuos de pesticidas y medicamentos veterinarios en los alimentos, así como las normas de higiene relativas al envasado y almacenamiento de los alimentos, deben considerarse impulsoras de la eliminación de productos comestibles. Por consiguiente, es preciso revisar la normativa vigente en materia de seguridad alimentaria con el fin de identificar las disposiciones que, sin ser imperativas para la protección de la vida humana, dan lugar a un desperdicio innecesario de alimentos. Es imprescindible

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profundizar en la investigación para decidir si pueden revisarse los valores límite impuestos sin mermar la seguridad alimentaria.

La modificación de las normas europeas de comercialización Dado que la derogación de determinadas normas de comercialización en 2009 no logró los objetivos deseados, a saber, reducir el desperdicio de alimentos y aumentar las posibilidades de elección de los consumidores, conviene que el legislador europeo considere desistir del régimen vigente en su totalidad. Los críticos exigen la disposición de otro tipo de norma que no guarde relación con la apariencia externa del producto, sino con su calidad para el consumo humano por lo que se refiere al sabor, la pureza natural, el valor nutricional y las condiciones de cultivo. La posible configuración de este nuevo régimen plantea una serie de cuestiones complejas que deben resolverse en estrecha cooperación con los productores, los minoristas, las organizaciones de la sociedad civil y los expertos científicos.

La apertura de canales alternativos de comercialización para los productos agrícolas Con vistas a facilitar la comercialización de las frutas y hortalizas que no cumplan las normas europeas de comercialización, es preciso fomentar estrategias alternativas de comercialización. La supresión de los intermediarios en la cadena alimentaria mediante sistemas directos de comercialización, tales como los mercados de agricultores, las cooperativas de productores, los grupos de compra solidaria y la agricultura de responsabilidad compartida pueden contribuir en considerable medida a la prevención del desperdicio de alimentos en la producción primaria. Estos sistemas crean un vínculo más estrecho entre los productores y los consumidores, acortan las distancias de transporte y conciencian a los consumidores de la delicada situación de la producción alimentaria y de sus límites naturales y estacionales. Es necesario profundizar en la investigación para evaluar con más detalle las ventajas e inconvenientes de estos planteamientos, así como los posibles «efectos rebote».

La racionalización de la indicación de las fechas en el etiquetado de los alimentos Las encuestas a consumidores de varios Estados miembros han puesto de manifiesto que existe bastante confusión entre los consumidores con respecto a la indicación de las fechas de «consumo preferente» y «caducidad» en el etiquetado de los alimentos. Así pues, es preciso que el legislador europeo considere la revisión de la normativa vigente en materia de etiquetado con el fin de mejorar la presentación visual de las fechas de vencimiento. Asimismo, debe estudiarse el establecimiento de nuevas fechas de consumo preferente con arreglo a la duración real de la conservación de los alimentos y la supresión de las fechas de caducidad para los alimentos estables. Conviene también que los gobiernos nacionales y los minoristas pongan en marcha campañas de información sobre el etiquetado. Es aconsejable que el sector minorista medite, en cooperación con la industria alimentaria, acerca de la supresión de otras indicaciones que figuran en el etiquetado, como la «fecha límite de exposición», y la introducción de reducciones de precio para los productos a punto de caducar.

La mejora de los flujos de trabajo y la gestión de la cadena alimentaria La mejora de los flujos de trabajo en la industria alimentaria constituye una medida importante para el ahorro de materias primas. Los fabricantes deben utilizar equipos de producción basados en las tecnologías más avanzadas y que se sometan a inspecciones periódicas. Es preciso realizar un seguimiento de los restos y reintegrar en el proceso de producción los productos que se desprendan. Conviene organizar la producción de forma que los contenedores requieran una mínima limpieza y la mezcla de ingredientes se retrase todo lo posible. Las empresas alimentarias deben tratar de coordinarse mejor con los minoristas para llegar a un acuerdo sobre la gama de productos y las cantidades

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necesarias. Asimismo, los gobiernos deben apoyar estos esfuerzos mediante la creación de programas especiales de asesoramiento. El objetivo final debe ser una gestión integrada de la cadena alimentaria.

La organización de campañas de concienciación Todos los estudios disponibles coinciden en que la información y la educación constituyen medidas esenciales para modificar el comportamiento de los consumidores. Las campañas de concienciación tienen la finalidad de llamar la atención de los consumidores sobre la cuestión del desperdicio de alimentos y aumentar su respeto por estos. Enseñan a los consumidores a utilizar los alimentos con mayor eficiencia mediante la aportación de información y consejos sobre la compra, la duración de la conservación, el almacenamiento, la preparación y la recuperación. Es preciso que los gobiernos nacionales, en estrecha cooperación con los minoristas y el sector de la hostelería, pongan en marcha campañas adaptadas a los diferentes grupos objetivo a través de diversos medios de comunicación. La educación de los consumidores debe comenzar en la infancia, por lo que conviene que todos los Estados miembros incluyan en la programación escolar el tema de la utilización moderada y concienzuda de los alimentos.

La lucha contra el desperdicio de alimentos en el sector de la hostelería La adaptación del tamaño de las raciones a las verdaderas necesidades de los consumidores sería una forma sencilla y eficaz de reducir el desperdicio de alimentos en el sector de la hostelería. Hay diversas formas de aplicar este requisito, tales como ofrecer varios tamaños de ración a precios proporcionales o sustituir los bufés basados en la premisa de «todo lo que pueda comer» a sistemas basados en «pago por peso». Los restaurantes y demás proveedores de servicios de comidas deben tener la oportunidad de probar distintas opciones en un determinado plazo de tiempo. Si resulta que no aplican estas opciones de forma voluntaria, los legisladores nacionales deben considerar introducirlas con carácter obligatorio. Con vistas a reducir el desperdicio de alimentos en el sector de la hostelería, es también esencial que, además de la adaptación de los tamaños de las raciones a las verdaderas necesidades de los consumidores, se lleve a cabo una mejora de las rutinas internas relativas a la adquisición, almacenamiento y congelación de los productos, la formación del personal, una planificación minuciosa de la carta y la recopilación y documentación de datos sobre el desperdicio de alimentos.

La introducción de incentivos económicos Existe la creencia general de que la infravaloración de los alimentos se debe a su bajo valor de mercado. En este sentido, muchos expertos consideran que los instrumentos económicos constituyen una herramienta bastante prometedora de cara a recuperar el aprecio de los consumidores por los alimentos. Conviene que los Estados miembros de la UE revisen su normativa tributaria, en particular la relativa al Impuesto sobre el Valor Añadido (IVA), con el fin de eliminar todos los incentivos que puedan promover el desperdicio de alimentos. Cabe considerar la supresión del tipo reducido de IVA aplicable a los alimentos o introducir distintos tipos de IVA en función del impacto ambiental de los productos alimentarios. Las posibles dificultades sociales que ocasionara la armonización fiscal deberían compensarse mediante complementos de ingresos personalizados por parte del gobierno, que podrían financiarse con cargo a los ingresos fiscales adicionales. También cabe considerar el gravamen del desperdicio de alimentos como alternativa al gravamen del consumo de alimentos.

La aplicación de impuestos y tasas sobre el tratamiento de residuos La aplicación de impuestos y tasas sobre el tratamiento de residuos, tales como impuestos de depósito en vertederos o de incineración de residuos, puede considerarse un incentivo económico para fomentar la

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prevención de residuos al aumentar los costes totales de la gestión de residuos. Si se decide emplear los impuestos sobre el tratamiento de residuos como herramienta para evitar los residuos de alimentos, es preciso cumplir algunos requisitos. En primer lugar, debe introducirse la recogida selectiva obligatoria de los residuos de alimentos, tanto en los hogares como en los establecimientos comerciales (sobre todo en los sectores minorista y hostelero). En segundo lugar, el tipo impositivo debe ser lo bastante elevado con objeto de constituir un incentivo suficiente para minimizar los residuos. En tercer lugar, conviene revisar la normativa vigente en materia de fomento y subvención de la utilización de energías renovables en Europa con el fin de identificar los incentivos que contradigan el objetivo de prevención del desperdicio de alimentos, ya que podrían surgir conflictos si los legisladores nacionales gravan, por un lado, el tratamiento de los residuos de alimentos con impuestos elevados y, por otro, subvencionan la producción de energía a partir de residuos.

La promoción de programas de redistribución de alimentos Incluso aunque se pusieran en práctica todas las posibilidades para combatir el desperdicio de alimentos, seguiría existiendo cierto excedente alimentario. A este respecto, se ha demostrado la eficacia de los programas de redistribución de alimentos para lograr dar un uso eficiente a este excedente de forma que beneficie a las personas económicamente desfavorecidas. Conviene comprobar si es preciso modificar la legislación alimentaria europea con arreglo a la Good Samaritan Act (Ley del buen samaritano) estadounidense a fin de limitar la responsabilidad civil de los donantes y las organizaciones benéficas que redistribuyen el excedente de alimentos. Si no se modifica la legislación alimentaria europea, dichas organizaciones y donantes podrían llegar a desechar productos no comerciables para eludir la citada responsabilidad. Asimismo, conviene estudiar en mayor profundidad la necesidad de ofrecer incentivos económicos para estimular el desarrollo del sistema europeo de bancos de alimentos.

El fomento de redes para compartir el excedente de alimentos Donar el excedente de alimentos a personas que puedan aprovecharlo constituye una opción razonable para evitar el desperdicio de alimentos y destinarlo al consumo humano, incluso en el ámbito privado. La finalidad de las redes asistidas por los consumidores es tanto proporcionar una infraestructura para el reparto de alimentos como informar a los consumidores de la correcta utilización de los mismos. Los gobiernos nacionales deben estudiar la posibilidad de facilitar el desarrollo de las iniciativas privadas de reparto de alimentos mediante la concesión de financiación y la mitigación de los obstáculos burocráticos. Con el fin de medir y mejorar la eficacia de estas redes de reparto de alimentos, conviene poner en marcha programas de investigación que acompañen su labor.

La evaluación de los avances tecnológicos Existen diversas innovaciones tecnológicas orientadas a la reducción del desperdicio de alimentos en las distintas fases de la cadena alimentaria. Si bien hoy en día se ha generalizado el uso de sistemas inteligentes de pedido en el ámbito minorista y la recopilación de datos mediante la tecnología de identificación por radiofrecuencia durante la distribución, hay otras tecnologías innovadoras de muy reciente creación, tales como las etiquetas inteligentes en los envases, los frigoríficos inteligentes, los carritos inteligentes de supermercado o los cubos de basura inteligentes. Aunque estas tecnologías prometan mejoras y comodidad al mismo tiempo, no se garantiza que vayan a contribuir realmente a la reducción del desperdicio de alimentos. Dado que todas estas innovaciones tecnológicas están dando aún sus primeros pasos, es en gran medida necesario profundizar en su investigación y sopesar debidamente las ventajas e inconvenientes de su introducción. Conviene, por tanto, que tanto los organismos europeos como los gobiernos nacionales pongan en marcha programas de investigación orientados a evaluar las diferentes tecnologías, teniendo en cuenta las circunstancias específicas de cada

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país. Se recomienda que estos programas incluyan asimismo estudios piloto que sometan a pruebas experimentales los dispositivos.

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Publicación de la Dirección de evaluación de impacto y valor añadido europeo Dirección General de Servicios de Estudios Parlamentarios, Parlamento europeo PE 513.515 ISBN 978-92-823-5113-0 DOI 10.2861/43082 CAT BA-03-13-508-ES-N

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