OVIEDO: SOCIALISMO Y GUERRA CIVIL

OVIEDO: SOCIALISMO Y GUERRA CIVIL A D O L F O FERNÁNDEZ V i c e d i r e c t o r de l a F u n d a c i ó n «José Barreiro» A. Triunfo del Frente Popu

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GUERRA CIVIL
Texto 11 la Guerra civil Luis José Sánchez Marco GUERRA CIVIL 1936-1939 ZONA REPUBLICANA ZONA NACIONAL ALZAMIENTO inicio de la rebelión: 17 y 18 de

SUBLEVACIÓN MILITAR Y GUERRA CIVIL ( )
Hª de España Contemporánea. 2º Bachillerato. Curso Académico 2010/11. Profesora: Vicenta Fernández BLOQUE III CRISIS DEL ESTADO LIBERAL TEMA 3 SUBLE

SUBLEVACIÓN MILITAR Y GUERRA CIVIL ( )
SUBLEVACIÓN MILITAR Y GUERRA CIVIL (1936-1939) I.-INTRODUCCIÓN La II República tuvo un trágico fin: La Guerra Civil, pero esto no significa que la R

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OVIEDO: SOCIALISMO Y GUERRA CIVIL

A D O L F O FERNÁNDEZ V i c e d i r e c t o r de l a F u n d a c i ó n «José Barreiro»

A. Triunfo del Frente Popular: tensión prebélica Los cinco meses transcurridos desde las elecciones del 16 de febrero de 1936 (triunfo de las izquierdas coaligadas en el Frente Popular) y el 18 de julio del mismo año (convencional comienzo de la Guerra Civil) se vivieron en A s t u rias en medio de una gran tensión. E n la ciudad de Oviedo, el clima de «cuentas mal saldadas» existente desde la Revolución de Octubre de 1934 tenía u n carácter plenamente prebélico, dada la peculiar composición sociopolítica de la ciudad: las fuerzas reaccionarias, cabildo catedralicio y clero en general, amplios sectores de las clases medias y la burguesía del barrio de Uría, entraban en colisión ideológica y de intereses con los suburbios obreros, casi con la misma violencia con que contrastaba la morfología de las respectivas zonas residenciales. E l proletariado, tras la euforia del éxito electoral del Frente Popular, culmina la reconstrucción de sus organizaciones políticas (PSOE, PCE) y sindicales ( U G T , C N T ) , iniciada inmediatamente después del fracaso de Octubre, con la reincorporación a sus puestos de los presos de la Revolución, que abandonaron las cárceles el 20 de febrero —sin esperar a que el Gobierno, presidido por Manuel Azaña y formado el día anterior, aplicase la amnistía prometida en el programa electoral— o regresaron del exilio. Además, la clase obrera encabezada por los socialistas, fuerza mayoritaria en la región y en la propia capital del Principado, se lanzan, simultáneamente, al control de las instituciones municipales. La marejada socialista se dejó sentir en los ayuntamientos de Aviles, Gijón, Mieres, Sama... y en Oviedo, en donde Lorenzo López Mulero, vallisoletano de nacimiento y asturiano de adopción, fue nombrado alcalde. Pero las izquierdas no sólo arrebatan a la derecha el poder municipal en las principales ciudades y villas asturianas, sino que desde el 20 de marzo cuentan con el apoyo del gobernador civil Rafael Bosque, m i e m b r o de Izquierda Republicana, uno de los partidos, como se sabe, integrantes del Frente Popular. -

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A m b o s poderes civiles, alcalde de Oviedo y gobernador civil de la provincia, expresión institucional del poder popular, encontraron el contrapeso de unas fuerzas armadas (Guardia C i v i l , Guardia de Asalto, Ejército) proclives en la mayoría de sus mandos a la connivencia con la derecha tradicional, ahora, por mor de los tiempos, reciclada apresuradamente, desde una C E D A desprestigiada, en ultraderecha de claras connotaciones fascistas (FE). E n este contexto adquiere especial relevancia histórica la figura del liberal, y al parecer masón, coronel Aranda, nombrado gobernador militar de Asturias dos meses después de los sucesos revolucionarios de Octubre en cuyo sofocamiento había participado. De manera sorprendente, en el intervalo transcurrido entre dicho nombramiento y las elecciones de febrero de 1936, se labró una fama de simpatizante de las i z quierdas lo suficientemente convincente como para no ser removido de su cargo y gozar de la inmerecida confianza de los dirigentes socialistas nacionales (Indalecio Prieto) y locales. U n o s y otros confundidos por su decidido apoyo a la sublevación militar en las horas dramáticas que se vivieron en Oviedo entre el 18 y el 20 de julio. Pero, con la brevedad que requieren las circunstancias, detengámosnos en recordar alguno de los incidentes que se produjeron en Oviedo en los meses previos a la guerra como consecuencia de la radicalización dialéctica entre derechas e izquierdas. E l triunfo del Frente Popular repercutió, entre otras cosas, en el incremento de las actividades paramilitares de la ultraderecha, pese al cierre por orden gubernativa de alguno de sus locales y la detención de dirigentes significados de FE y de lasJAP (Juventudes de Acción Popular) de la C E D A . La evidente i m p u nidad con que se producían muchas muertes, apaleamientos y atropellos de todo tipo entre los militantes de izquierdas, refleja la complicidad entre los ejecutores y muchos mandos de las Fuerzas de Seguridad. E n reciprocidad hubo acciones del mismo tipo realizadas principalmente por grupos de la C N T . Más comunes fueron otro tipo de respuestas en las que la poderosa Agrupación Socialista de Oviedo tuvo especial protagonismo. Sus objetivos eran exigir el cumplimiento del programa del Frente Popular y preparar (sensibilizando, movilizando) a militantes y simpatizantes ante la escalada de una violencia que era previsible acabaría p o r tomar mayores proporciones. Las bien estructuradas organizaciones socialistas ovetenses fueron las principales instigadoras de actos públicos como el mitin que con más de 20.000 asistentes (la población de Oviedo rondaba los 40.000 h.) tuvo lugar el 29 de marzo en el C a m p o de M a niobras, participando como oradores, entre otros, Lorenzo López Mulero, Rafael Fernández como secretario de lasJJ.SS. de Asturias y J o s é Barreiro en n o m bre del Socorro Rojo Internacional. Espectacular asimismo fue, al igual que en otras muchas ciudades españolas, la conmemoración del 1.° de mayo. Y, por citar otro ejemplo, el desfile de - 41

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las bien uniformadas JJ.SS. de toda la región —en una actitud inequívocamente paramilitar— ante Largo Caballero, quien acudió, invitado por la Federación Provincial de las JJ.SS., a pronunciar u n discurso en la concentración del 14 de junio en el citado C a m p o de Maniobras. Entremezclados con esos actos se producían otros acontecimientos que ponían de manifiesto la tensión creciente. Así, los enfrentamientos que tuvieron lugar en la verbena de la Corrada del Obispo del 21 de mayo entre jóvenes socialistas y falangistas, apoyados éstos por guardias de asalto de paisano, que se saldaron con una veintena de heridos y la consiguiente huelga general de protesta en todo el concejo decretada el lunes 23 por las organizaciones obreras. L a disposición del gobernador civil, Rafael Bosque, a depurar responsabilidades entre las fuerzas de orden por los sucesos citados, no fue bien vista por el gobierno central, presidido desde el 18 de mayo por Casares Quiroga —Manuel Azaña había ocupado la presidencia de la República tras la destitución de Niceto Alcalá Zamora el día 7 de abril—, lo que significó el principio del fin de su mandato que concluyó el 4 de julio, no sin desencadenar fuertes protestas en Oviedo por iniciativa de las Juventudes Socialistas. De todo ello, así como del nombramiento del nuevo gobernador, Luisín Liarte, proclive a contemporizar con la reacción, dio buena cuenta el diario «Avance» que había iniciado su segunda época, con Javier Bueno de nuevo como director, desde comienzos de junio. Precisamente el día 20 de ese mes, intuyendo lo que se avecinaba, el periódico socialista editado en Oviedo titulaba a toda plana: «Una pesadilla vergüenza de España. Anoche también se temió que iban a sublevarse 'determinados elementos' de siempre». Y concluía en el m i s m o tono: «¿ Va a depender la paz del pueblo de unos militares reaccionarios insubordinados?».

B. La «batalla» de Oviedo E l interrogante de «Avance» tuvo cumplida respuesta el 17 de j u l i o de 1936 con el levantamiento militar capitaneado en Marruecos por el teniente coronel Yagüe, aunque el bando de los sublevados apareció firmado por Francisco Franco Bahamonde, quien, sin embargo, no tomó la dirección del Ejército norteafricano hasta 48 horas más tarde. A p o y a d o al día siguiente por otras guarniciones peninsulares, el A l z a miento no logró, sin embargo, el éxito inmediato de muchos de los tradicionales «pronunciamientos» decimonónicos, sino que al quedar dividido el ejército en el apoyo a los sublevados y ante la oposición de la gran mayoría de los españoles, fue el comienzo de una larga y cruenta guerra civil que militarmente se c e n o el -42-

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primero de abril de I 9 J 9 , pero que, social y políticamente hablando, bien se puede de< ir que se mantuvo abierta hasta el fin del franquismo. E n Asturias, las primeras noticias de la sublevación fueron difundidas p o r «Avance» el 18 de julio. Inmediatamente las organizaciones obreras decidiei o n la huelga general, y se procedió a desenterrarlas más bien escasas armas ocultas iras la Revolución de Octubre. E n esas circunstancias, y bien se puede afirmar que hasta el definitivo d e s p l o m e del Frente Norte republicano, sentenciado con la caída de Gijón el 21 de octubre de 1937,1a capital del Principado y su entorno inmediato tomaron u n protagonismo especial. E n principio, en Oviedo, las tensas horas que se vivieron durante el día 18 y la tarde del 19 de j u l i o transcurrieron entre el forcejeo de los integrantes del Comité del Frente Popular (Amador Fernández, Ramón González Peña, Graciano Antuña e Inocencio Burgos, por la FSA-PSOE; Juan Ambou y Juan José Manso, por el P C E ; J o s é Maldonado, p o r IR; Rafael Fernández, secretario de lasjuventudes Socialistas de Asturias; Avelino González Mallada y Avelino G. Entrialgo, por la C N T ) con Aranda y Luisín Liarte, gobernadores militar y civil respectivamente, para intentar que éstos accedieran a armar al pueblo. La estrategia de Aranda consistió en aplazar la decisión hasta que se re(11 > i e ra la orden por escrito del Ministerio de la Guerra y, entre tanto, convencer a los reunidos en el Gobierno C i v i l para poner en marcha hacia M a d r i d dos columnas de mineros voluntarios, y veteranos de Octubre en muchos casos, una por fe11 oí atril y otra por carretera, que se habían ido concentrando en la ciudad a partir del día 18. Simultáneamente daba la orden de que todas las compañías de la (iuardia C i v i l de la región, excepto la de Gijón, se concentrasen en Oviedo: seis en total fueron llegando al cuartel de Pumarín. Cuando finalmente, a las 16,30 horas del día 19, llegó la orden telegráfica de Madrid de entregar las armas a las organizaciones obreras, Aranda aband o n a el Gobierno C i v i l y se traslada a la Comandancia Militar Exenta (calle T o reno) en donde, a las 5 de la tarde, se reúne con los mandos militares de la plaza para encabezar la sublevación, orden que también transmite al comandante m i l i i ir de Gijón y al director de la Fábrica de Trubia. Hacia las 18 horas se traslada al cuartel de Pelayo y entra en contacto con falangistas y políticos de derechas de la (ludad, así como con el comandante Gerardo Caballero,ex-jefe de las Fuerzas de Asalto ovetenses, separado del cargo p o r el gobernador civil Bosque tras l o s Incidentes de la comentada verbena de la Corrada del O b i s p o y escondido en ( H i e d o desde hacía varios días, al que encomendó la ocupación del cuartel de l o s (luardias de Asalto, ubicado en el antiguo convento de Santa Clara, y del G o bierno ( ¡vil. Previamente parece ser que Aranda llamó a este último lugar para facilitar la salida del sorprendido Comité Provincial del Frente Popular, mientras -44-

que u n pelotón de guardias civiles se apoderaba de las centrales de Telégrafos, Teléfonos y de la Diputación. C u a n d o al atardecer del día 19 el comandante Caballero ocupó el Gobierno C i v i l , después de haber reducido la guarnición de Santa Clara en donde resistieron hasta la muerte el comandante Ros y algunos Guardias de Asalto y milicianos, se puede considerar triunfante el Alzamiento en Oviedo. Ya al amanecer del día 20, las fuerzas sublevadas ocupaban las posiciones exteriores de L a Cadellada, Buenavista, San Esteban de las Cruces y la falda del Naranco. A las 10 de la mañana una compañía del regimiento del Milán desfila por las calles de Oviedo, con bandera republicana y al son del h i m n o de Riego, leyéndose el bando de declaración de guerra en la plaza de La Escandalera. Ese m i s m o día eran detenidos destacados dirigentes socialistas como Graciano Antuña y el mismísimo Rector de la Universidad, Leopoldo Alas Arguelles, hijo de «Clarín». Y los republicanos comenzaron a tomar posiciones en las cercanías de Oviedo: los dirigentes de izquierdas habían abandonado la ciudad precipitadamente, unos hacia Gijón, otros hacia la Argañosa y San Claudio... Rafael Fernández, Amador Fernández y el médico republicano Luis Laredo llegaron al asilo en donde se reunieron con Javier Bueno, J e s ú s Ibáñez y el diputado socialista Mariano Moreno Mateo, constituyéndose en Comité de Oviedo del Frente Popular encargado, entre otras cosas, de organizar el cerco de la ciudad. Entre tanto, en el resto de Asturias, y salvo en Gijón, donde el coronel Pinilla resistió en el cuartel de Simancas hasta el 21 de agosto de 1936, la rebelión militar prácticamente no existió, dejando a la capital del Principado sitiada y sometida a la presión de los republicanos que empezó a ser u n hecho cuando, entre el 21 y el 28 de julio, fueron llegando las burladas columnas de mineros que habían partido hacia Madrid y fueron sorprendidas a la altura de Benavente (Zamora) con la noticia de la «traición de Aranda». N o es nuestro propósito entrar aquí en u n análisis detallado de la «batalla de Oviedo» que tuvo sus momentos álgidos con las fracasadas ofensivas republicanas de octubre de 1936 y febrero de 1937. La primera de esas ofensivas (días 4, 5, 6 y 7 de octubre) colocó a los sitiados en una situación muy delicada, pero a la vez facilitó el avance de las c o l u m nas gallegas que habían penetrado por Vegadeo el 30 de julio y habían sido detenidas en Grado en su avance «liberador». E l m i s m o día 7 de octubre rompían el frente occidental en el Nalón y avanzaban rápidamente sobre Oviedo. Intentar detenerlas significó reducir la presión sobre la ciudad, especialmente a partir del día 12 en que se inició la decisiva batalla en ElEscamplero, que se convirtió en un verdadero cementerio de milicianos. Rota la resistencia republicana, las coluin ñas gallegas con sus legionarios y regulares (de nuevo los temibles «moros» y de nuevo el m a l hadado Octubre) tenían el camino expedito hacia Oviedo: las pri - 45

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meras avanzadillas alcanzaron el centro de la capital al atardecer del día 17. E l cerco de Oviedo quedaba roto y la ciudad, comunicada a través del llamado «pasillo de Grado» con la zona occidental de Asturias, en manos de los sublevados. Desde entonces hasta febrero de 1937 la actividad bélica perdió intensidad, pues aunque los ataques y contraataques no cesaron en ningún momento, el Consejo Interprovincial de Asturias y León, constituido en Gijón el 25 de diciembre de 193 6 y presidido por Belarmino T o m á s , puso sordina en los asuntos militares, orientando su gestión a procurar la normalidad económica y social. Por otra parte, el mando del llamado Ejército Nacional centraba por entonces sus esfuerzos militares en las ofensivas sobre Madrid y Málaga.

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Entre marzo y octubre de 1937 la vida de los milicianos republicanos transcurre vinculada a las fortificaciones que, con el cemento de Tudela Veguín, van poco a poco construyendo especialmente entre Olivares y Loriana para hostigar la carretera Oviedo-Grado y dificultar las comunicaciones con el occidente de Asturias. Se estaba retrasando u n final que, en realidad, se empezó a intuir cuando, precisamente a finales de marzo, fracasado el ataque nacionalista sobre Madrid, Franco y su Estado M a y o r aceptan como inevitable una guerra larga y reabren el Frente Norte. Exactamente el día 31 de marzo el Ejército franquista i n i ciaba la ofensiva sobre Euskadi; el 14 de agosto alcanzaba la provincia de Santander y el 24, diez días después, llegaba a Asturias, cuya zona republicana quedaba prácticamente aislada del resto de España.

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E l ataque republicano sobre Oviedo y el «pasillo de Grado» se reanudó el 20 de febrero de 1937. Las militarizadas milicias obreras (Decreto del G o bierno Largo Caballero en octubre de 1936) llegaron a entrar en buena parte de la ciudad y a cortar las comunicaciones de la misma c o n el exterior. Otra vez, como en la ofensiva anterior, los sitiados atraviesan una difícil situación en los días finales de febrero. Sin embargo, una fuerte nevada caída el día 1 de marzo paralizó la ofensiva republicana dando tiempo a la llegada de los refuerzos solicitados por Aranda. A mediados de marzo ya estaba claro que el esfuerzo realizado había sido baldío: se había entrado en Oviedo; pero, perdida la iniciativa, fue preciso abandonar las posiciones conquistadas y retomar las que habían servido de punto de partida.

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• l pagina de la lisia de afiliados de la A S O , que se reorganizaba a principios pleta SC conserva en el Archivo I lislórico de Salamanca

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de 1937. La lista

La difícil situación no impidió que la Federación Socialista Asturiana continuase su actividad orgánica. Y así una circular de la misma, fechada el 22 de abril de 1937, instruía sobre l a necesidad de constituir comités comarcales. E l mandato nos permite tener algún dato documental sobre los socialistas ovetenses en aquellos momentos, pues en el mes de mayo de dicho año sabemos que se organizó el Comité Comarcal de las Agrupaciones Socialistas de Oviedo, que agrupaba a 2 8 8 afiliados de los que, según listado conservado en el A r c h i v o Histórico Nacional de Salamanca, 113 fueron altas producidas entre enero y mayo. - 47 -

II cli.i I 7 del último mes citado accedía a la Presidencia del Gobierno central José Negrín, con Indalecio Prieto ocupando la cartera de Defensa Nacion.il Istc cambio en el Gobierno de la Nación determinó una inmediata reorganiza! i o n del Ejército Popular del Norte, creando una Junta Delegada del Gobierno c n l a zona presidida por Gamir Uribarri, sustituto del desprestigiado Llano de la I ii< omienda. E l cambio no por necesario (las fuerzas republicanas regionales actuaban sin casi relación entre sí hasta entonces) dejó de producirse demasiado tarde sin que se pudiese evitar el rápido desmoronamiento del Frente Norte, u n desmoronamiento que habíamos dejado en el instante (24 de agosto) en que las tropas franquistas cruzaban la línea divisoria entre Santander y Asturias. Ese mismo día el Consejo Interprovincial de Asturias y León se transforma en Consejo Soberano, presidido también por Belarmino T o m á s , asumiendo responsabilidades políticas y militares plenas. Había que resistir s i guiendo la consigna lanzada por Javier Bueno desde «Avance»: «¡Compañeros, n< > hay que mirar al mar!». Era una actitud «numanüna» que tenía su lógica en el contexto de las terribles noticias recibidas sobre la represión que seguía a la «libeI.UH ín» (sin ir más lejos en el Oviedo sublevado por Aranda, sobre todo después de la entrada de las columnas gallegas) y en el recuerdo de las atrocidades cometidas en la región después del 34.

EL SOCIALISMO EN OVIEDO DURANTE EL FRANQUISMO

Pese a todo, la resistencia republicana, prolongada hasta el 20 de octubre con gestas memorables como la protagonizada por la Brigada 134 en el M a zucu, cerca de Posada de Llanes, no pudo n i tan siquiera facilitar las condiciones para una retirada ordenada. De hecho, cuando el día 20 el Estado Mayor del Ejército Popular (coronel Adolfo Prada y el comandante Ciutat, entre otros) y el Consejo Soberano toman la decisión de abandonar Asturias, dejaban tras de sí una situación caótica provocada por el deseo de miles de personas, que afluían desde toda Asturias a los puertos de Gijón y Aviles, de seguir el camino que sus d i rigentes habían tomado unas horas antes, pero careciendo de medios suficientes v adecuados, léase barcos, para ello.

A D O L F O FERNÁNDEZ V i c e d i r e c t o r de l a F u n d a c i ó n «José Barreiro»

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