P O E M A R SIGNOS. n a c o. a r

P O E M A R I O SIGNOS a l e n a c o l l a r LOS S I G N O S Construcción y deconstrucción de la ciudad Prólogo de la ciudad que nace "Los manus

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P O E M A R I O

SIGNOS a l e n a c o l l a r

LOS

S I G N O S

Construcción y deconstrucción de la ciudad Prólogo de la ciudad que nace "Los manuscritos dicen que la Ciudad se fundó entre la niebla de un barco que no encontró muelle donde atracar y un bosque en el que árboles gigantescos habían servido para dar sombra a los hurones. Pero pudiera no ser cierto. La memoria de los primeros días habla de un pueblo de artesanos, también de agricultores, asimismo de alquimistas y trovadores. En la edad de las alternancias todo ello se convirtió en fuego fatuo".

I En el tiempo de la luz amarillean horizontes abriendo, abriendo, en arco, ya presencia, engastadas pulseras en manos nacaradas El sueño de mañana en temblor inquieto. Pulsación que trema en latido y balbuceo inspirar del viento, hilos de agua, helechos, cascadas en comunión de alas y musgo. Más tarde serán arquitecturas convexas, pétalos de hierro, vertical arquitrabe, brisa apresada en delirio de cristales. Pisadas uniformes moldeando piedra, picos, azadas, nervaduras y atalajes, obturación del hueco en sinfonía de volúmenes. Madrugada sobre los labios agrietados de las cavernas sin luz. Rojo sobre negro en tablero para una partida sin jugadores.

II Sigilosa, la serpiente enrosca su cuerpo de brillantina sobre las calaveras del esplendor perdido en columnas. Piedras muertas para cadáveres de un tiempo de grisalla. Amorosa complacencia para la putrefacción indigna de los sumisos.

III Se hallarán los habitáculos plenos de diamantes y perlas

como derrelictos entre restos de un naufragio absurdo. Bellísimos osarios como juguetes rotos por los niños. El santoral de las afirmaciones vencidas en bocas de asombro. No hay tiempo para negar la presunción entre las flores nauseabundas. Hálitos de obediencia masticada con ansiedad de moribundos. Jadeos de esperma derramados por sexos atrofiados. Crepitar de fuegos fatuos en el oropel de lo sagrado. Templos para la muerte a salvo de la luz que deslumbre.

La

S

E R

P

Gota A Gota Ítaca sin Nombre.

I

ENTE

IV Mediodía Ciprés Vértice Convexo

Fronterizo del sol en la intersección

A

S

P

A

Ojos de gato en celo auscultan desde los tejados el devenir de las dos de la tarde. Estatuas en cruz en semáforos sudan pieles de jabón y leche desnatada. Se adivinan cejas inmóviles de sorpresas y nudismo almacenado. Mientras tanto Se abren posibilidades como cometas en manos infantiles.

V Plano general de maqueta. Se oye a todo volumen música de taladradora. La cámara realiza un picado en altura de forma que se adviertan los tejados de las casas y el cielo en fundido negro. Voz en off: Adviértase que cada construcción, estructurada en bloques simétricos, está apuntalada por las espigas carbonizadas de los difuntos payasos que sirvieron de medida para el basamento. La totalidad del andamiaje se instaló por pisos superpuestos gracias a la salivación que dejaron preparada a tal fin los soldaditos de plástico, que, al ser derretidos, facilitaron la unión intersticial de los edificios.”

Descenso lento de cámara, enfocando sucesivamente calle, automóviles, un gato estúpido parado en mitad de la acera como si hubiera pasado algo, y un niño vomitando al lado de un arbolito. Aparición de la corista. La cámara la sigue con ruido de calle al fondo, mientras ella mira escaparates, se sube las medias, y después estornuda.

F u n d i d o en n e g r o

VI Crepúsculo para la espuma de la noche dormida Obertura en scherzo para los labios tristes desmayadamente tristes, levemente tristes, adagio cantábile para las bocas en deseo, bocas sin labios, rostros sin espejos. Larguetto del violín para música sin público, transcurrir de la noche en vitrinas ocultas, qué ansiedad de hielo en cerraduras sin gozne; en los pies descalzos transita el silencio para la sinfonía de Itaca imposible. No hay viaje ni bajel, ni puerto ni espuma: la ciudad de la niebla espera el veredicto de los augures tristes de un futuro insomne.

L S O O N S SIG O C

U L T A D O S

Como decir palabras y ocultar la sangre... signos, ciudades interiores del fracaso, - ah, impasibilidad externa del rostrocírculos, rodeos en torno al sigilo. Pero la sangre permanece -astrolabiohe aquí las huellas en el discretísimo huir de la tarde: abren sus brazos venas arterias como incienso velas encendidas la victoria es un lujo impensable para la muerte. Desde el germen esperando Sin ecos Sin espalda. Desnuda. Latiendo. Alcuza que recoge el agua aún sin esparcir. Como un cielo de cipreses verticales que derramará el otoño.

El Deshielo Era entonces el tiempo de esperanza, sueños, sonrisas… La canción de todos como un acorde. Se iba diluyendo la nieve en la primavera larga. La luz abría en las ventanas espacios infinitos sombras huyendo. No quedan las palabras de entonces Muro de silencio acolchado Llueve Eternamente en gris con exacta pulcritud. Recordando que nunca hay que pensar que seremos los mismos. Estuve junto a la fuente de piedra, esa que guardaba los nombres.

Me recibió el gotear del agua, todavía sin escarcha, presintiendo ya el hielo. Hube de buscar los alerces en vano. Quizá solo estuvieron en mi recuerdo. Los castaños y los arces habían dejado caer sus hojas sobre el invierno. Y así, en el jardín donde permanece el estanque, busqué aquel rumor de entonces… “Es como abrir un libro de estampas…Mira, aquí están los murmullos y las risas; aquí se han quedado las palabras despaciosas de las noches del verano, junto al camino aquél que se alargaba; en ésta se encuentran los días fríos de enero, cuando las zapatillas guardaban el calor de casa. Aquí el aroma del café de la tarde…” Y un sillón de cuero al lado de un teléfono que no dejaba de sonar, en la apacibilidad del día vencido y la sonrisa abierta, en la calma tranquila del sucederse del tiempo.

en el cristal empañado por el vaho de la nieve derritiéndose. La nieve… Nunca fue cuchillo sino alfombra de pasos quedos. Luna en el agua reflejando ojos que miran. La nieve Huella donde permanecer. “Nunca hay que pensar que somos los mismos” … Salgo y me recibe el deshielo. Y entonces un sonar de pájaros en abiertas alas junto a la luz derrama mediodía. Naranja y amarillo. ¿Recuerdas?…en primavera se abrían las ventanas y crecía hacia estambres en zumo El aliento del amanecer. “Es como abrir una puerta y aparece un jardín y entonces, ¿ves?, se levanta desde los muros y llega, viene, se queda junto a ti y no se marcha nunca”. La canción de todos como un acorde Mientras se diluye la nieve en la primavera larga.

Campo de Abedules En un oscuro espacio donde solo habita el desamparo no hay lugar para la alegría… Y las aves no cantan El mirlo no picotea frutales gozos El gorrión no se trastabilla de zumo y resina El picaflor no sorbe néctar en amarillos dibujos

Los jardines cerrados marchitan las flores y un cielo bajo enmudece el color. Y no rumorea el aire No susurra la fronda No murmura el boscor No tintinea el follaje.

Abrid los jardines y talad la enramada, zarzales y hojarasca inútil Dad lugar al verde en la luna pálida en espejo convertida Rasillad con pasión de leñadores el suelo infecundo hasta sangrarlo Y plantad un campo de abedules donde triunfaba la tierra yerma.

Dejadlo así Si muere el día tan sigilosamente como olvidado, sin ningún interés por seguir vivo, y nada, nadie oculta ya el hastío, el cansancio de voces sin objeto, ruido, ruido, alteración de la pausa; si muere el día ya sin vigilia, ¿para qué tanto de tanto, alboroto, morralla en los zapatos?... No. Se muera el día y finalice y olvidemos tráfago, trasiego, dejadlo así, albanezca la noche y modere el lentísimo paso de la luz, matice el gris y el azul cielo, y se aduerma; así, ya tan cansado todo de no decirse.

Estío En lo claro, vertical, ciprés de Gerardo, se mece el día, y ondula, y cabecea, copa de árbol enhiesta al sol, brilladora vertiginosa en junio abierta azuleando, color roto en diafragmas, espectro de luces, iris para los ojos que lo miran en absorta mudez. Nacimiento y parto de perfume cristalino, azaleas y jazmín en sonora correspondencia, verdor y pureza como un cántico que ilumina; Ah, tantos pájaros que al fin vuelan… Surte la luz como una campana en la paz clara y se expande en musgo amanecido del verano para los labios que besan y las manos que abrazan y los cuerpos desnudos a la infinita afirmación del aire. Se mece el día en lo claro, rumoroso ciprés de Gerardo.

Ligereza Ligereza de la noche abierta de primavera; luna y seda en azul purísimo… Arcos se abren, puertas, ventanas… El aire rompe en luz, suenan campanas…

Asomada al balcón mi sombra, vaga; quizá esta ligereza de aromas se llame calma…

Luz de Otoño

Esta luz es ya la del otoño ya en levedad convertida matización del paisaje el bronce se muere; amanece el estaño.

esta luz es ya la del otoño línea difusa y breve, lenta; arqueo de la mañana tímida, crepúsculo violeta derramándose.

Como la luz del otoño mis pasos apartan suavemente las hojas muertas del verano dejando en el sendero la alfombra del castaño dulzor sobrevenido. Como esa luz, ya no esplendor amarillo, ya no llama que arde fugaz, ya no inclemencia del día sino tersura, justeza, matiz, a veces gris, quizás mate, veladura tímida sin aristas camino este septiembre entreverado en el aire familiar de la ciudad tardeciente en oro.

Poema del Silencio Para reflejar silencios son adecuadas las gotas de lluvia... ...Mira: esa voz antigua que a veces recuerdas En la levedad del intervalo En la ausencia del tono En el hueco de lo indicto. ..Reflejando Lo que pudo haber sido palabra o cántico En el agua. ...Y también se deshace. Se transforma Diluyéndose en retazos Estructuras mínimas Cosmografía en añicos vencida e inerte. ...Como el silencio reflejando un mundo que pudo haber sido tuyo. Despoblado y hueco.

Sobre Arena Se dormirán de agua tus labios sobre la arena olvidando esquirlas del tiempo, soportales; No llores; bajo los ataúdes un rastro de sangre y heridas. La memoria no rescata las mañanas de piedra y luz Aire del valle que no serás nunca más.

Pero los pasos muertos ya no te pertenecen Ni las manos, ni las palabras.

Antes del tiempo no se teme el agua. Hoy el agua duerme tus labios sobre la muerta arena.

Para Ir naciendo tan en ciprés… Para ir naciendo tan en ciprés, vertical por cielo impasible desanduve lo heredado y me quedé solo con lo querido. El azul no bastaba ni el mar ni el paisaje en claros abierto. No bastaba la dureza de las manos trabajadas ni el corazón cansado. No bastaba el camino tan largo como si enroscara edades, siglos, presencias.

No bastaba, no. No bastaba. Para irme naciendo tan en ciprés, vertical por cielo impasible tuve que aprenderme a silabear nuevamente cómo se dice heredad. Cómo se abre la sangre y se restaña la herida para que cada vez duela menos la cicatriz del yunque atravesada en los labios. Cómo se sonríe al pedernal aunque te queme mientras te quema. Cómo se olvidan las espaldas que acunan y cómo crece la frente. Cómo se nace sin saber desde dónde y hasta cuándo. Para ir naciendo tan en ciprés, vertical por cielo impasible y alumbrarme en la madrugada de mi propio resplandor.

Contradicción Mientras pasa la mañana, creciendo hacia la tarde, con su lluvia-sol-lluvia-viento, mientras miro por esa ventana, mientras se escucha el rumor de fondo de la calle, mientras pasa la gente a sus tareas… Tintineos de abril en el alba atisban; Vertical árbol en cruz abanico, Rocío y cristal: luz de mediodía, Cendal abierto al tornasol, Estampa ligera sin tacha.

Ah, pero no es esto. Este mundo ligero, esta suavidad de plumajes, esta bonanza en el aire…no, no es esto. Deber de no verlo, ir más allá…Las estampas solo deben estar en los libros de cuentos… Y entonces: Transmutación. Paisaje oculto. Rostros sin voz. Todo lo ajeno amanece a la vez. Mundo roto. Quiebra del día en el horizonte del miedo. Allá lejos Aquí cerca.

Esa luz incierta que me pertenece Siempre regreso a las hojas secas, por si vuelves con ellas. Y en la playa que olvidaron todos se detuvo mi fotografía como en alianza. Y fueron los años entre la sangre quien me perdió los retornos. Ciudades innombrables para geografías ocultas. Mapas sin destinatario. Círculos vacisombríos. Hasta que un vendaval de miradas dejó entre mis labios la aurora. Creciendo. Latiendo Altiva serenidad de lo fatal. Esa luz como un esplendor de vertical asombro. Solar. Naranja en abertura de gajo. Morderla y no: Era también mentira la caída de los dioses entonces.

Y así ascender hacia la mañana y poder escribir tu nombre en la arena. Sin que las murallas detengan mi paso hacia el mar. Sin que las alianzas transiten hacia la sangre. Sin que los paladines del miedo invoquen augures. El viento le ha regalado a mis ojos un pájaro que canta. Y alamedas tienen caminos.

Pisadas. Ecos. Plazas.

Como llenar las habitaciones de alfombras donde jugar sin prisa. O como esos niños que se asombran del esplendor del verano cuando atardece tan lento que el rojo es nuestra sombra. Como derramar la leche en el cántaro para la madre y que lo recoja y sonría y asienta y nos bese. Como despertar despacio aunque el cuerpo no despierte y saber que allá fuera hay un día sin ser hollado entre la certeza y el tremar de los ojos que lo quieran y que es mío, y que es incierto, y que tirita para mí.

Siempre buscaba tu nombre en mis manos sin luna. En mis labios sin boca. En mi rostro sin espejo. Y la palabra playa se dormía de rotos. Como un niño que no tuviera juguetes. Hasta que nacieron las voces quebradas -primer nacimiento, sólo fusilesy alzaron preguntas como asesinatos - segundo nacimiento, sólo navajas-

Hasta que la luz pudo más que la muerte. Más que el olvido. Más que la ausencia. Como si expandiera arcos en ventanas abiertas. Como beber el vino en compañía mientras sonrío. Como mirar una hoja y saber su nombre. Como escuchar las horas en el reloj que no funciona. Como comer el pan y saberlo bueno y saberlo blanco.

La luz que no ciega y no deslumbra La luz de cada día como si fuera vela que me vela La luz cotidiana desde la que me constituyo Sabiendo que puedo decir tu nombre y llegan las palomas Y todo está bien, y el día pasa, y la noche me acuna, Y los años descienden sin que el dolor me acuse.

Memorial de un año He sentido tanto frío que mis manos no eran… Y el cierzo, sí, y el viento, sí, y la nieve… Y era tan extraño y tan difícil decirse… Sílabas que se me escurrían enteras, alfabetos que huían asustados de la oscuridad, enteros caminos rotos en precipicios, barrancos de tristeza, anegadas colinas… El espejo, duro, mármol, insensible, devolvía imágenes irreconocibles de mi rostro; máscaras o esqueleto de memoria, osario sin vida, y una dureza de bronce laminada en cuchilla.

Y el frío iba calándome, gota a gota, insomne, tenazmente repetido, noche a día, inserto sin excusa. Se me olvidaron las palabras para decir los nombres; porque los nombres ya no eran los mismos, porque las palabras ya no eran las mismas, tuve que aprender otra vez el idioma. Y el miedo. Y la ternura. Y el miedo. y cómo gritar la ira, o el sobresalto, cómo nombrar cada uno de los silencios, cómo decir las traiciones pequeñitas… Dónde mi derecho a la alegría, roto. Dónde mi estandarte y raíz, vencida. Desierto de arena que rodea y no cesa; Sol rojo que asola el valle verde. Cómo cantar cuando el cántico eleva un himno a la callada música del adiós.

De las cenizas siempre nacen rosas; Apenas audible un susurro tenue, monocorde; Un viento leve, brisa en la mañana, rumor, ah, si, de pronto, sin excusa, he aquí el zureo… Pero se niega el oído al coro, se oculta; Bastardeo de la esperanza- se dicey rehuye, ciega, condena el son; ¡alas cerradas y pedernal contra plumas!… Silencio…

Más la mañana es clara y el aire dicta sentencia; Y vertical es el amparo del árbol más alto, y verdiazul el clavicémbalo del agua goteando primavera a pesar del invierno. Insisten los claros signos del día sonoro; cercando indecisas dudas, límites, verjas, hasta que la voz se quiebra pidiendo misericordia a cada frutal germen de vida que acecha. Roble, véncete a la esperanza… No hay traición en la alegría… He sentido tanto frío que mis manos no eran… Y el cierzo, sí, y el viento, sí, y la nieve… Pero en el claror de marzo, vencido el año, rumor de madreselva me está guardando, y allá, cerca, vislumbre sólo, sólo adivinanza; Están. Zurean. Zurean. Zurean… Voy a su encuentro.

L O S

S

N G I

S O

O L V I D A D O S

I – Las duraciones Las Horas del Día. La claridad que atesora la luz de la herida, duele en lo primario: Ciega.

*** Este sol no vincula: La memoria es el rastro del ocaso que lo oculta. *** El crepúsculo. Indiferente a tu voz. Sordo a la llamada. Inmune.

*** Aún no la noche. Desvelada luz Agoniza salvaje. Rumor sordo de luna encendida en presagio.

*** Transcurso. Hilo en blanco; tan siniestro como la nube.

Cielo Miró Qué negada esperanza en lo inevitable. *** (Pájaro). Recortado en el aire Espadaña avistada Divide el sol en dos. *** Fondo en bronce. Descenso agónico: Fusilado anochecer. *** En la sombra cernida El camino de ayer Sume los pasos en olvido. ***

La línea más allá de la sombra: Estrellas indiferentes Al esplendor del verano. *** En el intervalo Espera la madrugada La derrota del alba. *** Inaccesible aún: Sólo esbozo, Tenue fulgor. *** Desconoce el instante Si será sombra O vertical de luz. ***

Las estaciones Primavera Nocturno I Ese claror. Jardín de luz Titila reverbero y se abre en luna.

IIUmbrío. Fosca lejanía En el oscuro verdor copas ondulan.

IIIEstrellas preludia. Pasajeros detienen un sordo murmullo. Nocturno de jazmín.

IVAlbada Si se detuviera, el aire fuera en suspenso. Sólo es incierto fulgor.

Verano Despertar. No es el sol: Es el abanico de fuego en cristales vencidos. Abejas muertas como roturas en malherido pensamiento. Tarde. Cortina umbría Jardín cerrado. Notación de silencio.

Nocturno. Derrotada la luz, la línea de sombra jadea estrellas. Amaranto y nieve la luna.

Otoño Cuadro Turner duerme en el parque. Agua y estaño. Soroll del musgo olvidado. Figura Migas de pan mientras zurean. La fotografía amarilla en las manos. Zapatos viejos, de prestado.

Abstracción No será el mar. Ni la casa vieja derruida; Serán tus años acariciando tu espalda bajo la hiedra. En leña y humo. Circularmente en espejo.

Invierno Estampa I Rojo sobre ocre. Nevisca. Leve amarillo. Llovizna. Estampa II Árbol en fuga y viento. Vendaval y perspectiva. Estampa III En esquinas de silencio

abre la noche ojos tristes. Estampa IV. Tejados para la soledad. Ciudad sin nombres, vencida. Estampa V Ventanales eludiendo luces que pudieron ser nombres. Estampa VI Se romperá el alba en el arco lunar y regresarán los pájaros. Estampa VII Cautivos de la memoria. Hijos del tiempo esquivo. Estampa VIII Abrir ventanas. Geometrías difusas en sendero. Estampa IX Círculos y espiral. Colinas en metáfora de la voz. Estampa X. La casa abre al jardín su victoria.

Regresos I. Geometrías Triángulo. Vértice del ayer: Futuro. Presencia. Elipse En la espiral de la voz, susurra el pájaro melodía del aire. Recta Desplegada la flecha: Mi corazón saeta. Línea. Es el punto de fuga pero no el límite. Ensanche y mapa.

Círculo. Inicio y término. Núcleo y alfabeto.

II Pentagramas. Notación. Sólo la pausa preludia el canto. Intervalo suspenso de acorde. Vibrato.

Apenas reverbero en cifra. No acto aún. Pautado en blancos. Llamada. Inocencia de intérprete dócil: No vendrán las notas a salvar naufragios. Signatura Expande toda la ciudad la sombra y el reflejo; las ondulaciones de la memoria y sus geometrías; los metales arruinados del grito oscurecido; el aullido interminable de querer ser humanos. Creciendo en oleadas multicolores; espuma de aire, estatuas abriendo ojos de siglos, templos deseantes de héroes; derrotados alcázares del sueño. ¿Dónde mi voz entre la niebla de un barco que no encontró muelle donde atracar, dónde en la madrugada sobre los labios agrietados de las cavernas sin luz?... Regreso del bosque. Se alzará el canto.

D ES C A

R

IF

SIGNOS S

D O

LOS

Relación

Árbol en vertical, balcón hacia el aire.   Casa hacia el cobijo. Ciudad en espera. Deseos encubiertos, ensueños sobre esquinas. Fervor de la luz. Fiebre del ruido. Goteando memoria, humanamente trémulos, ilusorios de vida, ilesos de muerte todavía. Jardín descifrado en huellas, kilómetros en ojos soñados luminosos de afirmaciones, llamas para el fuego que libera.



Manos abiertas en soledades imprevistas, naufragios compartidos en barcazas tristes, olvidanzas de fiebres antiguas, y juventudes oferentes de entusiasmo y necesidad. Partir es ya el camino para llegar a casa. Regresar es ya saber las huellas que dibujamos. Salir no fue sino la búsqueda de los signos, sembrar no fue sino regar el campo que amamos. Tendrá la ciudad los signos aún ocultos, unívocos, esquivos, indiferentes a la luz, vientos del norte acribillarán las miradas, victoria creerán haber alcanzado.   Zurean los pájaros a través del abecedario.

V Alfabeto Alfa En el inicio volumen, forma. Grietas abriendo esquirlas. Connotación de la herida. Un parpadeo. Ausencia aún del signo. Rotan cuerpos hacia vértigos futuros Escandiendo luz. Aberturas líquidas derramables. No hay copa ni cáliz . Tierra sí y germinal. Simiente. Beta Unicidad perdida. Eco. Murmullo. Gamma Colores. Amarillo albada. Hacia naranja. Delta. Aire en desplazamiento. Murmullo leve. Casi reverbero.

Épsilon Trio. Chocar de alas y roca. Crece sonido. Dibuja sentido. Πi Rotación en infinito. Círculo y elipse. Regreso al cero. Rítmico oleaje In crescendo.

Omega. En estrellas como pupilas la voz antigua de la noche crepitando ya hacia futuros no nacidos. Las manos abiertas en alfabeto inaudible alarean ya ; qué escándalo de palabras para romperse sobre el mar del silencio derrotado. ¡Canta!... Como si tu voz fuera la última que se dibuje sobre la tierra herida, Sobre las ciudades innumerables y su fracaso de siglos, sobre los pájaros muertos de la esperanza y los sueños, sobre los ataúdes de los esclavos del silencio, sobre las llanuras de un sol rojo incendiando cada derrota del Hombre buscando decirse. ¡Canta! Como si nadie nunca más fuera a tener los Signos Recobrados: Para darlos a los portadores de los estandartes del agua como apenas pétalos de vida en un invierno que se muere Mientras balbucea su miedo y su desamparo.

Textos

Alena Collar Fotografía y Maquetación

Virginia Seguí Collar

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